Mostrando las entradas con la etiqueta Crisis del Beagle. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Crisis del Beagle. Mostrar todas las entradas

sábado, 26 de abril de 2025

Crisis del Beagle: IKL 209 vs clase Oberon


Crisis del Beagle: ¿Y si se enfrentaban los U209 y los clase Oberon?




El enfrentamiento hipotético entre un submarino alemán IKL 209/1200 y un submarino británico de la clase Oberon, ambos producidos entre 1975 y 1980, en un escenario como la crisis del canal de Beagle, nos ofrece un intrigante análisis sobre cómo se habrían desempeñado dos máquinas de guerra submarina, representativas de la tecnología naval de la época. Si bien cada uno de estos submarinos tenía ventajas únicas, la evaluación de sus especificaciones técnicas, capacidades operativas, armamento y sensores sugiere un duelo que habría sido tan estratégico como letal.

El IKL 209/1200: Furtividad y modernización alemana

El IKL 209/1200 fue un submarino diseñado por los ingenieros alemanes de Howaldtswerke-Deutsche Werft (HDW). Su diseño representaba una evolución de las tecnologías alemanas de posguerra y estaba optimizado para operar en aguas costeras y de mar abierto. Con un desplazamiento en inmersión de alrededor de 1,285 toneladas, el IKL 209/1200 era un submarino ligero y maniobrable. Su diseño compacto le otorgaba una ventaja en términos de furtividad, siendo más difícil de detectar por los sistemas de sonar enemigos.

Este submarino estaba equipado con seis tubos lanzatorpedos de 533 mm y podía llevar hasta 14 torpedos. El armamento principal consistía en torpedos filoguiados, diseñados para alcanzar con precisión objetivos navales en entornos complejos. Aunque no contaba con misiles como otros submarinos contemporáneos, su poder de fuego era suficiente para comprometer gravemente a cualquier buque de superficie o submarino enemigo en las aguas del canal de Beagle.

En cuanto a los sensores, el IKL 209/1200 integraba sistemas de sonar de casco y pasivo, con una capacidad limitada de detección en entornos de alta profundidad, pero eficiente en aguas costeras. Su autonomía le permitía realizar patrullas prolongadas, siendo ideal para misiones de vigilancia y control en áreas estratégicas. Sin embargo, su tamaño más reducido significaba que su habitabilidad y resistencia oceánica eran inferiores a las de otros modelos más grandes.

El clase Oberon: Tradición y resistencia británica

Por otro lado, la clase Oberon, diseñada y construida por astilleros británicos, representaba una evolución de los submarinos británicos de la clase Porpoise, mejorados para aumentar su durabilidad y capacidades operativas. Con un desplazamiento de 2.410 toneladas en inmersión, el Oberon era un submarino significativamente más pesado que el IKL 209, pero esto le otorgaba una mayor resistencia para misiones en mar abierto y océano profundo.



El Oberon también estaba equipado con seis tubos lanzatorpedos de 533 mm, pero su capacidad de carga era superior, con la posibilidad de llevar hasta 20 torpedos. Los torpedos Mk 24 Tigerfish eran su principal armamento, y, aunque tenían un rango de precisión considerable, se destacaban en enfrentamientos de largo alcance. Esto habría dado al Oberon una ventaja en situaciones donde la detección a larga distancia era crucial.

En cuanto a sensores, el Oberon estaba equipado con sistemas de sonar activos y pasivos más avanzados que el IKL 209/1200, lo que le otorgaba una ventaja en términos de detección temprana. Estos sistemas, junto con la mayor capacidad de inmersión del Oberon (aproximadamente 300 metros), le permitían operar en aguas más profundas, lo que podía ser una ventaja táctica en el caso de un enfrentamiento submarino prolongado.

¿Qué ocurrió con los Oberon chilenos? Uno se encontraba en mantenimiento mayor (SS O'Brien) y para el otro, el SS-23 Hyatt, hay dos versiones. La oficial dice que se averió dentro de los fiordos chilenos (no se expresa cuál fue la falla exacta) y debió volver a Talcahuano. La segunda versión dice que encontrándose en exploración en el Atlántico fueguino, fue detectado por el ARA Rosales (D-22) el cual eyectó erizos ASW impactando por lo menos uno en su estructura. Producto de ello, tuvo que volver a puerto.

Capacidades oceánicas y furtividad

El diseño del IKL 209/1200 priorizaba la maniobrabilidad y la furtividad en aguas costeras. Esto lo convertía en un depredador formidable en el entorno confinado del canal de Beagle, donde su capacidad para evitar la detección mediante su menor firma acústica le habría permitido acercarse sigilosamente al Oberon. Sin embargo, en mar abierto, las limitaciones de alcance de sus sensores y su menor resistencia lo habrían colocado en una desventaja relativa frente a un adversario como el Oberon.

El Oberon, con su mayor tonelaje y sensores más sofisticados, era una plataforma diseñada para misiones de patrulla oceánica de larga duración. Esto le habría permitido detectar al IKL 209/1200 antes de que el submarino alemán pudiera acercarse demasiado, dándole una ventaja estratégica inicial en mar abierto. No obstante, en un enfrentamiento en aguas poco profundas como el canal de Beagle, la mayor maniobrabilidad y menor firma del IKL 209 habrían compensado su desventaja en términos de tamaño y sensores.

Un enfrentamiento hipotético

Si estos dos submarinos se hubieran enfrentado en el canal de Beagle durante la crisis de 1978, el resultado habría dependido del entorno específico. En un combate en aguas abiertas, el Oberon habría tenido la ventaja con su mejor capacidad de detección y mayor capacidad de inmersión, lo que le permitiría atacar al IKL 209 desde la distancia. Sin embargo, en las aguas costeras más estrechas y menos profundas del canal, el IKL 209 podría haber aprovechado su superior maniobrabilidad y furtividad para acercarse y lanzar un ataque sorpresa.

En resumen, el IKL 209/1200, con su diseño más moderno y capacidad de furtividad, habría sido un oponente difícil de detectar en un combate cercano, mientras que el Oberon, con su mayor capacidad de detección y resistencia oceánica, tendría la ventaja en enfrentamientos de largo alcance. En un enfrentamiento directo en el canal de Beagle, el desenlace sería incierto, pero probablemente dependería de quién pudiera localizar primero al otro submarino y lanzar el ataque inicial.

Para más detalles técnicos sobre el IKL 209/1200 puedes consultar Global Security y sobre la clase Oberon en Naval Encyclopedia.

sábado, 19 de abril de 2025

Malvinas: El compacto GAE del ARA 25 de Mayo


ARA '25 de Mayo': Muchos aviones para un portaaviones pequeño

Basado en información de @MarianoSciaroni, en X

Demasiados aviones para tan poco espacio: el límite oculto del ARA 25 de Mayo

Uno de los desafíos logísticos más complejos que enfrentó el portaaviones ARA 25 de Mayo (POMA) durante el conflicto de las Malvinas fue uno que no figuraba en los informes de inteligencia, pero que pesaba sobre cada despegue y cada maniobra: el espacio físico a bordo.

Diseñado originalmente para una aviación embarcada más reducida, el buque argentino carecía de la capacidad de hangar suficiente para operar con comodidad una dotación aérea completa, especialmente en condiciones de combate. Durante la navegación inicial, la situación fue manejable. Pero al momento de zarpar en busca de la flota británica, el cuadro cambió drásticamente.

A bordo del 25 de Mayo se encontraban 17 aeronaves:
8 cazabombarderos A-4Q Skyhawk
4 aviones antisubmarinos S-2E Tracker
3 helicópteros Alouette III
2 Sea King de exploración y rescate.

Un número importante. Demasiado importante para un portaaviones de apenas 200 metros de eslora y un hangar estrecho, que obligaba a una administración milimétrica de cada movimiento, cada ciclo de mantenimiento y cada operación de cubierta. No se trataba solo de volar: se trataba de hacerlo con precisión quirúrgica en un entorno que no perdonaba errores.

En combate naval, la superioridad aérea no solo depende del número de aviones, sino de la capacidad real de operar con ellos en ciclos sostenidos, seguros y eficaces. Y ese fue, quizás, uno de los límites menos visibles del 25 de Mayo, pero no por ello menos crucial.


Transcripción

-------------------------------

SECRETO
GRUPO AERONAVAL EMBARCADO

El Grupo Aeronaval Embarcado efectuó tres navegaciones bien diferenciadas en lo que hace a la operación ejecutada.

1ra. del 28 MAR al 05 ABR
En la ocupación de las Islas, la exploración antisuperficie con S-2 fué prioritaria.

2da. del 18 ABR al 25 ABR
En ella se intensificó el adiestramiento coordinado exploración y ataque (S-2 - A-4) la defensa contra-aérea (A-4) y Antisubmarina (H-3).

3ra. del 28 ABR al 10 MAY
En este período fué intensa la actividad de exploración antisuperficie, de defensa contra-aérea y hubo acciones antisubmarinas coordinadas de H-3 y S-2.

El grupo aeronaval embarcado se constituyó en las diferentes etapas de la siguiente manera y siempre en función de los aeronaves disponibles y no de la misión.

AVION1ra. Etapa2da. Etapa3ra. Etapa
A-4588
S-2344
AT/3122
H-3122

La cantidad de aviones de la 2da. y 3ra. Etapa, saturó en alguna medida el Hangar del Buque, obligó a dejar aeronaves con puertas quitadas, quitó agilidad al movimiento de aeronaves en sus cubiertas y representó un riesgo permanente. No obstante, la incorporación del 4° S-2 brindó mayor confiabilidad a una tarea que era intensiva, de largo alcance y duración.

La presencia de los H-3 en la 2da. y 3ra. Etapa representó un importante esfuerzo de apoyo a la exploración antisubmarina, que en la 1ra. Etapa, descansó en exclusiva sobre el Grupo Aeronaval Embarcado.

-------------------------------

Cuello de botella en cubierta: los límites operativos del ARA 25 de Mayo

Operar un grupo aéreo embarcado en condiciones de combate ya es, de por sí, una tarea compleja. Pero cuando esa operación depende de solo dos ascensores y una única catapulta, la coordinación no es una virtud: es una necesidad absoluta.

El ARA 25 de Mayo contaba con un elevador en proa y otro en popa. Cada uno, en lugar de facilitar, imponía una limitación crítica:
– El elevador de popa, al estar directamente en la senda de apontaje, obstruía las maniobras de recuperación de aeronaves cuando estaba en uso.
– El elevador de proa, por su parte, interfería con las operaciones de catapultaje, complicando el lanzamiento de los A-4Q.

Esto obligaba a planificar cada movimiento como si fuera una jugada de ajedrez, donde un error de sincronización podía significar no solo un retraso, sino una tragedia operacional. Todo debía fluir como un reloj bien calibrado: ascensores, catapulta, ubicación en cubierta, circulación del personal y espacio de mantenimiento.

Y ahí surgía otro problema igual de serio: el espacio en cubierta era extremadamente limitado. Cada avión debía ser colocado con precisión, con apenas centímetros de margen, para permitir el máximo número de unidades listas sin bloquear accesos ni obstaculizar maniobras. La cubierta se convirtió en una coreografía milimétrica de alas plegadas, trenes de aterrizaje y operadores tensos.

En plena guerra, ese tipo de restricciones no son detalles técnicos. Son factores decisivos que determinan si una misión se lanza a tiempo… o nunca despega.



El precio del despegue: cuando un lanzamiento bloqueaba toda la cubierta

En un portaaviones con recursos limitados, cada movimiento es una maniobra estratégica. Y a bordo del ARA 25 de Mayo, donde el espacio y los medios eran escasos, preparar una sola aeronave para el despegue podía significar detener toda la operación aérea durante varios minutos críticos.

Un ejemplo claro: cuando el S-2E Tracker número 8 —encargado de patrullaje antisubmarino— estaba listo para ser lanzado, la situación en cubierta exigía una secuencia compleja y laboriosa. Para llevarlo hasta la catapulta, primero había que remover al A-4Q Skyhawk que estaba ocupando la posición de ILC (Interceptor Listo en Cubierta). Esa aeronave debía ser retirada cuidadosamente hacia popa, sin margen para errores, en un espacio ya congestionado.

Solo entonces el Tracker podía ser desplazado hacia proa, alineado con la catapulta y preparado para el lanzamiento. Pero ese movimiento tenía un costo operativo importante:
Mientras duraba la maniobra, no se podían realizar apontajes.
Los dos elevadores quedaban fuera de servicio.
Toda la cubierta quedaba congelada en espera del despegue.

Lo que en un buque de mayor tamaño se resolvería con plataformas auxiliares o múltiples puntos de catapultaje, en el 25 de Mayo era una operación de alto impacto, donde cada avión movido significaba minutos valiosos de vulnerabilidad táctica.

En medio de un conflicto real, con amenazas constantes desde el mar y el aire, ese tipo de fricción interna era tan peligrosa como el enemigo en el horizonte.

Más allá de los límites: la operatividad del ARA 25 de Mayo en Malvinas

A pesar de las limitaciones materiales, del espacio escaso y de la complejidad de cada maniobra en cubierta, la operación del ARA 25 de Mayo durante el conflicto del Atlántico Sur fue ejecutada con eficacia, precisión y una voluntad inquebrantable.

Cada despegue, cada apontaje, cada movimiento de avión fue el resultado de una coordinación impecable entre mecánicos, operadores de cubierta, pilotos y marinos que llevaron al portaaviones al máximo de sus capacidades. Se enfrentaron a desafíos técnicos reales, a condiciones logísticas adversas y a una amenaza militar abrumadora. Y, sin embargo, respondieron con profesionalismo, sangre fría y entrega total.

El buque operó al límite de su diseño original, soportando una densidad aérea y un ritmo de operaciones que rozaban lo imposible para una plataforma de su tamaño y configuración. Cada avión en cubierta era un desafío. Cada minuto de vuelo, una victoria de la organización, el entrenamiento y el coraje.

Este aspecto —el esfuerzo humano y técnico detrás de la operatividad del 25 de Mayo— suele quedar en segundo plano al narrar la guerra de 1982, eclipsado por los combates más visibles. Pero en esos detalles menos conocidos reside gran parte del verdadero heroísmo técnico de la campaña.

Porque cuando se habla de capacidad de combate, no se trata solo de los medios disponibles, sino de cómo un país, con lo que tiene, decide hacerles frente a los desafíos más extremos.

Y ese espíritu, silencioso pero firme, fue el que mantuvo al 25 de Mayo navegando… y operando.

Portaaviones ARA 25 de Mayo


A-4Q Skyhawk en formación

Libro “Un portaaviones en riesgo”

El excelente libro “Un portaaviones en riesgo – Portaaviones argentino y operaciones antisubmarinas contra los submarinos de la Royal Navy durante la Guerra de las Malvinas, 1982” , del estudioso argentino Mariano Sciaroni, proporciona información sin precedentes sobre las operaciones de los submarinos nucleares ingleses para cazar y hundimiento del portaaviones argentino ARA 25 de Mayo durante la Guerra de las Malvinas en 1982, los equipos utilizados por ambos bandos y los informes del personal militar involucrado. Para completar la obra, el autor tuvo acceso a numerosos documentos desclasificados por los británicos a través de la Ley de Libertad de Información. Haz clic en la imagen del libro para comprarlo en Amazon.



miércoles, 9 de abril de 2025

SAM naval: Los sistemas desarrollados por Gran Bretaña (1/2)

Sistemas de misiles antiaéreos navales británicos

Autor: Sergey Linnik || Parte I || Parte II
Revista Militar



Durante la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña puso gran énfasis en mejorar su sistema de defensa técnica. En particular, los cañones antiaéreos de calibre 94 mm y superiores incorporaron dispositivos para ajustar automáticamente los fusibles remotos y sincronizar la guía de las baterías antiaéreas según los datos de los sistemas de control de fuego.

En 1944, comenzaron a utilizarse misiles antiaéreos de gran calibre con fusibles de radio, que incrementaron significativamente la probabilidad de derribar objetivos aéreos. Estos fusibles también se emplearon en proyectiles no guiados de 76 mm, y cohetes con fusibles fotoeléctricos se usaron contra objetivos de gran altitud durante el día.

Tras la guerra, el interés por los sistemas de defensa aérea disminuyó. Incluso con la aparición en la URSS de armas nucleares y bombarderos Tu-4 a finales de los años 40, no se priorizó significativamente el desarrollo de esta tecnología. En ese momento, Gran Bretaña confiaba en cazas interceptores dirigidos por radares terrestres para enfrentar posibles incursiones enemigas. Los bombarderos soviéticos que intentaran alcanzar las Islas Británicas deberían superar primero las defensas aéreas en Europa Occidental, donde se desplegaban sistemas estadounidenses.

Los primeros proyectos prácticos de misiles antiaéreos guiados en Gran Bretaña se orientaron hacia la defensa naval. La marina británica, consciente de la amenaza que representaban los aviones de guerra soviéticos, priorizó la protección de sus buques. Sin embargo, los avances en estos sistemas fueron lentos, y solo tomaron mayor impulso con la introducción de bombarderos a reacción soviéticos como el IL-28, Tu-14, Tu-16 y misiles antibuque.

El desarrollo del primer sistema de defensa aérea marítima británico, el Sea Slug, comenzó en 1949 bajo la dirección de Armstrong Whitworth y se completó en 1961. Este sistema estaba diseñado para ser operado desde destructores de la clase "County". El primer destructor equipado con el Sea Slug, el HMS Devonshire, entró en servicio en 1962, marcando un hito en la capacidad defensiva naval de Gran Bretaña.


HMS Devonshire (D02)


En la popa del buque se encontraba el lanzador del sistema de defensa aérea Sea Slug con dos guías. Tenía un armazón de celosía y estaba diseñado para una larga permanencia de misiles en el PU.



El sótano para la defensa antimisiles, protegido por puertas a prueba de explosiones, estaba ubicado en la parte central del casco del destructor. Los misiles se alimentaban a la PU a través de un túnel especial. La recarga era una tarea larga y problemática.

El misil antiaéreo "Sea Slug" tenía un diseño bastante inusual: un cuerpo cilíndrico con alas cruciformes rectangulares y cola cruciforme rectangular. Alrededor del cuerpo cilíndrico de misiles con un diámetro de 420 mm, en la parte delantera del mismo, se fijaron enormes propulsores de combustible sólido con un diámetro de 281 mm. Las toberas del acelerador estaban ubicadas en un ángulo de 45 grados con respecto al eje longitudinal del misil antiaéreo, de modo que el impacto del chorro no lo dañara.

Este esquema permitió abandonar los estabilizadores aerodinámicos en el tramo de salida del vuelo. Los aceleradores funcionaban prácticamente en el "modo de tracción", la estabilidad adicional se creaba mediante la rotación del cohete alrededor del eje.



El misil antiaéreo Sea Slug, aunque voluminoso y de diseño poco práctico, fue apreciado por la Armada británica debido a su capacidad para destruir objetivos aéreos y, potencialmente, atacar buques y objetivos costeros. La primera versión, Sea Slug Mk.1, tenía un alcance de 27 km, una altura máxima de 16 km y un peso de 2000 kg al momento del lanzamiento.

En 1965 se introdujo el Sea Slug Mk.2, que incorporó un motor de combustible sólido más eficiente y aceleradores mejorados, aumentando su alcance a 32 km, su altura máxima a 19 km y su velocidad en un 30%. El sistema guiaba el misil hacia su objetivo mediante un haz giratorio de radar, que corregía la trayectoria cuando el misil se desviaba del eje. Aunque este sistema ofrecía simplicidad y buena inmunidad al ruido, su precisión disminuía con la distancia, y los reflejos del radar desde el agua reducían la eficacia contra objetivos de baja altitud.

Inicialmente, el Sea Slug portaba una ojiva de fragmentación de alto poder explosivo de 90 kg. En el modelo Mk.2, se desarrolló una ojiva de varilla y se adaptaron para atacar objetivos costeros y de superficie, incorporando espoletas de proximidad, ópticas y de percusión.

El sistema fue limitado a solo ocho destructores tipo "County" y era efectivo únicamente contra objetivos subsónicos a altitudes medias y altas. En servicio hasta mediados de los años 80, algunos destructores fueron vendidos a Chile, donde uno permaneció operativo hasta 2001, antes de ser reequipado con el sistema de defensa aérea israelí "Barak".

El Sea Slug tuvo una participación escasa en combate. Durante el conflicto de las Malvinas, un Sea Slug Mk.2 fue disparado contra un avión argentino, pero falló, ya que el sistema no estaba diseñado para objetivos de baja altitud. También se usaron misiles contra el aeródromo de Port Stanley, destruyendo un radar argentino según reportes británicos.

Simultáneamente, la Armada británica adoptó el sistema Sea Cat, desarrollado por Shorts Brothers, como defensa contra objetivos de baja altitud. Este sistema, más compacto y económico que el Sea Slug, estaba diseñado para reemplazar cañones antiaéreos de pequeño calibre en las cubiertas de los buques. Sin embargo, no logró desbancarlos completamente, aunque su simplicidad y adaptabilidad lo hicieron una opción efectiva para ciertos escenarios.

GWS-22 "Sea Cat" a bordo del buque 


En la creación del sistema antiaéreo de este buque se utilizaron soluciones técnicas que se implementaron en el sistema antiaéreo australiano Malkara. El sistema de defensa aérea Sea Cat se considera el primer sistema antiaéreo de zona cercana del mundo. Sus pruebas se completaron en el destructor británico Decoy en 1962.


HMS Decoy (D106)

El misil "Sea Cat", bastante compacto, con una longitud de tan solo 1480 mm y un diámetro de 190 mm, pesaba 68 kg, lo que permitía cargarlo manualmente en el lanzador. El peso de la ojiva de fragmentación de alto poder explosivo era de unos 15 kg. En las primeras versiones del sistema de defensa antimisiles se utilizó un receptor de infrarrojos como sensor ejecutivo para la espoleta de proximidad.

En este cohete se utilizaron materiales económicos y no deficientes. El cohete monoetapa "Sea Cat" está construido según el esquema con un ala giratoria. El motor a reacción de combustible sólido Zour tiene modos de funcionamiento de arranque y mantenimiento. En la parte activa de la trayectoria, el cohete aceleraba a una velocidad de 0,95-1 M. En las últimas versiones, el alcance de disparo alcanzaba los 6,5 km. El tiempo de recarga era complejo: 3 minutos.


El sistema de guiado del misil antiaéreo Sea Cat utilizaba control por radio, operado manualmente por un técnico. Después de identificar visualmente el objetivo mediante una mira binocular, el operador dirigía el misil usando un joystick, enviando comandos de control por radio. Para facilitar el seguimiento visual, el misil estaba equipado con un trazador instalado en su cola.

En versiones posteriores del sistema Sea Cat, se incorporó un dispositivo de televisión con una distancia focal variable que permitía el seguimiento automático del trazador durante toda la trayectoria del misil. Esto mejoró notablemente la precisión y la probabilidad de impacto, aunque incrementó los costos y la complejidad del sistema.

El lanzador del Sea Cat en la mayoría de sus versiones tenía cuatro guías para misiles. La recarga se realizaba posicionando el lanzador verticalmente, una orientación que también se mantenía durante el transporte del sistema.

Las primeras variantes del sistema Sea Cat pesaban 5.000 kg. Para embarcaciones más pequeñas, se desarrolló una versión más ligera con un lanzador de tres guías y un peso máximo de 1.500 kg.

El sistema tuvo diversas variantes, incluyendo GWS-20, GWS-21, GWS-22 y GWS-24, que se diferenciaban en dimensiones, electrónica y rendimiento. La transición de tecnología de electrovacío a semiconductores mejoró significativamente el tiempo de activación, la fiabilidad y el mantenimiento del sistema.

El debut del Sea Cat ocurrió en 1982, durante la Guerra de las Malvinas. En muchos buques británicos construidos entre los años 50 y 60, el Sea Cat era la única defensa antiaérea relativamente eficaz, pese a su corto alcance, baja velocidad y limitada precisión. Sin embargo, su abundancia y bajo costo contribuyeron a proteger las naves. En algunos casos, los aviones argentinos abortaron sus ataques tras detectar el lanzamiento de un misil, gracias al llamado "efecto de miedo".

A pesar de su utilidad contra aviones, el Sea Cat demostró ser ineficaz frente a misiles antibuque como el Exocet.

Durante la Guerra de las Malvinas, se lanzaron más de 80 misiles Sea Cat contra la aviación de combate argentina. Según estimaciones británicas, solo un avión A-4C Skyhawk fue derribado por estos misiles, el 25 de mayo, con un disparo desde la fragata Yarmouth.

El sistema tuvo variantes, como el Tigercat para uso terrestre y el Hellcat diseñado para helicópteros, pero ninguna alcanzó una amplia adopción.

Además del Reino Unido, el Sea Cat fue empleado por las Armadas de 15 países, incluyendo Argentina, Australia, Brasil, India y Venezuela. Actualmente, el sistema está prácticamente fuera de servicio a nivel global.


Continuará...

Basado en:
http://zonwar.ru/index.html
http://ship.bsu.by
http://www.armedforces.co.uk


sábado, 1 de marzo de 2025

C-321: Desde Cuba al HMS Invincible y más tarde su trágico final


Historia del A-4C Skyhawk C-321: Del Bloqueo de Cuba a la Guerra de Malvinas






El A-4C Skyhawk C-321 tuvo una trayectoria excepcional, operando en dos fuerzas aéreas y participando en dos crisis militares clave. Inicialmente en servicio con la Armada de los Estados Unidos (USN), tuvo un papel destacado en la Crisis de los Misiles en Cuba (1962). Más tarde, fue adquirido por la Fuerza Aérea Argentina (FAA), participando en la crisis del Canal de Beagle (1978) y en la Guerra de Malvinas (1982), donde integró la escuadrilla que atacó al portaaviones HMS Invincible.

1. Servicio en la US Navy (1960-1971)

El BuNo 147741, fabricado para operaciones en portaaviones, fue asignado a varias unidades de la US Navy. En 1962, se desplegó en el portaaviones USS Shangri-La en el Mediterráneo y participó en el bloqueo de Cuba.


El BuNo 147741 haciendo «toque y motor» abordo del portaaviones USS John F. Kennedy (CVA-67) mientras volaba con el escuadrón VA-83 Rampagers (foto: US Navy, 1967)

A diferencia de otros A-4 utilizados en Vietnam, su actividad operativa se concentró en misiones en el Atlántico y el Mediterráneo, sirviendo en los escuadrones VA-46 "Clansmen" y VA-83 "Rampagers", entre otros. En la Base Naval Cecil Field, Florida, fue parte del primer escuadrón en lanzar misiles aire-superficie AGM-12 "Bullpup".

En 1971, tras 11 años de servicio y 3.824 horas de vuelo, el A-4C fue retirado y almacenado en la Base Aérea Davis Monthan (Arizona), donde permanecería hasta su venta a Argentina.


El BuNo 147741 con las distintivas marcas escocesas del escuadrón VA-46 «Clansmen» en el plano de la deriva, fotografiado en la pataforma de NAS Cecil Field, Florida (foto: USN, circa 1960).

2. Transición a la Fuerza Aérea Argentina (1974-1978)

La Fuerza Aérea Argentina (FAA) compró el avión en diciembre de 1974, en el contexto de una modernización de su flota. Antes de su envío, fue despojado de tecnología sensible en Lockheed Aircraft Services (California).

Una vez en Argentina, fue restaurado y puesto en condiciones operativas en el Área Material Río Cuarto (ARMACUAR), realizando su primer vuelo el 29 de marzo de 1978.

A diferencia de su versión original, el avión recibió equipamiento británico y israelí, incluyendo:

  • Sistema de tiro Marconi para misiones aire-aire y aire-tierra.
  • Sistema de navegación OMEGA.
  • Misiles aire-aire IAI Shafrir I de origen israelí.

Perdió, sin embargo, tecnologías clave de su versión estadounidense, como:

  • Sistema de bombardeo a baja altitud (LABS).
  • Radar APG-53.
  • Misiles AIM-9 Sidewinder.
  • Sistemas de alerta radar y contramedidas electrónicas.

El C-321 entró en servicio el 19 de mayo de 1978 en la IV Brigada Aérea (Mendoza), participando en entrenamientos y pruebas con los misiles Shafrir I en Bahía Blanca.


En la plataforma de El Plumerillo (Mendoza), el día que entró en servicio operativo con la Fuerza Aérea Argentina (foto: Vía Jorge Núñez Padín, 19/05/1978).

3. Crisis del Canal de Beagle (1978)

El A-4C C-321 fue desplegado a Puerto San Julián (Santa Cruz) el 13 de diciembre de 1978, junto a otros once Skyhawks, en el contexto del conflicto con Chile por el Canal de Beagle.

El avión estuvo en estado de alerta para misiones de ataque, aunque la guerra no se produjo debido a la mediación papal.


Equipado con misiles IAI Shafrir I en sus pilones subalares exteriores, el C-321 fue uno de doce A-4C Skyhawk desplegados en Puerto San Julián por la crisis del Canal Beagle (foto: vía Fernando Benedetto, circa 12/1978)

4. Guerra de Malvinas (1982): El ataque al HMS Invincible

En abril de 1982, al estallar la Guerra de Malvinas, el C-321 regresó a Puerto San Julián, completando siete salidas de combate.

La misión más audaz: El ataque al HMS Invincible

El 30 de mayo de 1982, el C-321 integró la escuadrilla "Zonda", en un ataque conjunto entre la FAA y la Armada Argentina contra el portaaviones británico HMS Invincible.

Orden de batalla:

  • Cuatro A-4C Skyhawk (FAA).
  • Dos Super Étendard (COAN) armados con un misil AM-39 Exocet.
  • Dos KC-130H Hércules como aviones cisterna.


Primer plano de la trompa que muestra las marcas de unidad y misión usadas por el C-321, como se observaron en la ceremonia de las 100.000 horas de vuelo del A-4 Skyhawk en la Fuerza Aérea Argentina (foto: Carlos Ay, Villa Reynolds, 29/11/1985)

Fase de ataque:

  1. La formación despegó desde la Base Aeronaval Río Grande (Tierra del Fuego) y voló a baja altura para evitar la detección británica.
  2. El Super Étendard disparó un misil Exocet contra el portaaviones, seguido por el ataque de los A-4C con bombas de 250 kg.
  3. Según fuentes británicas, el portaaviones no fue alcanzado, aunque la fragata HMS Avenger recibió impacto de bombas.
  4. Dos Skyhawks fueron derribados por misiles Sea Dart británicos, pero el C-321 (pilotado por el 1er Teniente Ernesto Ureta) y el C-318 lograron escapar tras maniobras evasivas.

El C-321 aterrizó en Río Grande tras 3 horas y 40 minutos de vuelo, en lo que sigue siendo una de las misiones más audaces de la FAA.


Detalle de la instalación del misil Matra Magic II durante su pruebas de certificación (foto: Matra vía Carlos Ay, El Plumerillo, 05/1983).


5. Últimos años y modificaciones (1983-1995)

Tras la guerra, el C-321 continuó operando en la V Brigada Aérea (San Luis), junto con otros Skyhawks supervivientes.

Modernización y nuevos armamentos:

  • 1983: Se realizaron pruebas con el misil francés Matra R550 Magic II y bombas Matra Durandal BLG-66 Belouga en Mar del Plata y Mendoza.
  • 1987: Recibió la actualización "Halcón I", reemplazando sus cañones Colt de 20 mm por DEFA 553A-4 de 30 mm, aumentando su poder de fuego.

Esta modernización lo convirtió en un A-4C "Variante Halcón", mejor adaptado a la guerra moderna.


El C-321 con la actualización “Halcón I” (foto: Paolo Rollino, Villa Reynolds, 26/11/1990).

6. Fin del C-321: Accidente fatal (1995)

El 10 de marzo de 1995, el C-321 sufrió una falla de motor mientras volaba cerca de la ciudad de San Luis.

El piloto, Primer Teniente Mario Bordagaray, intentó recuperar el control, pero la aeronave se estrelló, resultando en su fallecimiento.

Restos del avión fueron preservados en el Museo de los Veteranos de la Guerra de Malvinas en Villa Mercedes (San Luis), como tributo a su historia.


Restos de la cola del C-321 en el Museo de los Veteranos de la Guerra de Malvinas en Villa Mercedes (foto: Guillermo Canosa, 09/10/2022).

Conclusión

El A-4C Skyhawk C-321 fue uno de los aviones más emblemáticos de la Fuerza Aérea Argentina, con un historial de servicio que abarcó más de tres décadas y dos conflictos internacionales.

Desde su participación en la Crisis de los Misiles (1962) hasta el ataque al HMS Invincible (1982), su historia refleja el papel clave de la aviación de combate argentina.

A pesar de su trágico final en 1995, el C-321 sigue siendo un símbolo de coraje y determinación en la historia de la aviación militar argentina.


Perfil del C-321 que con el esquema de pintura utilizado por la escuadrilla “Zonda” para el ataque al portaaviones británico HMS “Invincible” el 30/05/1982 (Arte: Javier “Javo” Ruberto).

Fuente:

La mayoría de las fotos y un resumen del texto proviene de este artículo de Gaceta Aeronáutica