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martes, 14 de octubre de 2025

Irán: ¿Se recompone la defensa aérea con aviones rusos y chinos?

¿Salvarán los aviones rusos y chinos a Irán?



La guerra, victoriosa para todos, ha estallado con estruendo. Bueno, al menos todos se consideran vencedores, aunque en EE. UU. la Oficina de Responsabilidad del Congreso ya calcula con horror el coste de la "victoria" del aliado de Israel: casi 2.200 millones de dólares, un tercio de los cuales corresponden a interceptores antimisiles THAAD. Los estadounidenses quedaron atónitos ante la cantidad de misiles lanzados , porque quienes saben contar lo entienden: si algo ocurre, Estados Unidos tendrá problemas; los misiles gastados no serán reemplazados de inmediato. Además, hay un B-2 averiado colgado en Hawái por aproximadamente la misma cantidad, que nadie sabe cómo sacar de allí.

B-2 después de un aterrizaje de emergencia en Hawái

Está claro que los fabricantes se frotan las manos esperando los pedidos, los financieros piensan de dónde sacar dinero para ellos, y esto ocurre no sólo en Estados Unidos.

El "victorioso" Israel entiende que su defensa no es tan poderosa como desearía y no es capaz de cercar el país con una "cúpula de hierro". La próxima vez (y sin duda la habrá), sus vecinos y Estados Unidos podrían no arruinarse con tal cantidad de misiles para salvar a Israel. Irán puede lanzar más de todo, y de diversas maneras.

Israel aún tiene la ventaja de contar con una fuerza aérea funcional y servicios de inteligencia capaces de causar estragos en el territorio de un país no contiguo, ubicado a 1000 kilómetros de las fronteras de la tierra prometida. El "victorioso" Irán entiende que su defensa aérea tampoco es muy buena. Y si quiere que el país no sea bombardeado por aviones, tiene que desembolsar dinero.

Pero la principal comprensión de Irán es la necesidad de tener una Fuerza Aérea normal. Ya hemos escrito más de una vez que esta formación, que en Irán se considera una fuerza aérea y que se basa en aviones de los años 60 del siglo pasado, es inaceptable para un país capaz de librar una guerra.

F-14 de la Fuerza Aérea Iraní...

Y eso es lo que realmente ocurrió: si la defensa aérea iraní, considerablemente debilitada por saboteadores, seguía intentando repeler a la aviación israelí, la Fuerza Aérea ni siquiera lo intentó. Estaba claro que los F-14, remendados y con unos 40 años de antigüedad, sin mejoras razonables, no eran rival para los F-35 Agir israelíes (que, según muchos, son los mejores F-35). Por eso se quedaron en los aeródromos sin aparecer en los radares.

En cuanto a los Su-35 comprados en Rusia, que bien podrían haberles arrancado las plumas a los "pingüinos", la cosa no era tan importante: los que ya se habían comprado y entregado a Irán no eran especialmente eficaces. En primer lugar, debido a su reducido número, no se han entregado más de cuatro hasta la fecha, y en segundo lugar, aunque los pilotos iraníes habían recibido entrenamiento, este era completamente inútil para operaciones de combate. Se requiere un tiempo de vuelo normal, así como conocimientos y habilidad para operar un avión de combate.

Si Irán no hubiera tardado tanto en comprar el lote de Su-35 que Egipto rechazó, habría contado con un regimiento casi completo de estos aviones el 13 de junio. Sobre todo porque Egipto había solicitado el Su-35SE en la configuración máxima posible.




No juzguemos con dureza al ejército iraní; aparentemente, el período de aislamiento del país tuvo un fuerte impacto en ellos, y la comprensión de la complejidad de defender su espacio aéreo llegó después de que el país ya hubiera sido atacado.


Y es muy poco lo que se necesita entender. Se pueden desplegar misiles SAM por todo el territorio, pero en realidad son de defensa de corto alcance. Y si (como ocurrió específicamente en Irán) se desactiva el radar de largo alcance, los aviones generalmente pueden volar con calma y atacar objetivos desde una distancia segura. Las capacidades de los mismos AGM-154 y AGM-158 del conjunto de armas del F-35 son suficientes para no acercarse al área de cobertura de la mayoría de los misiles SAM en servicio en la defensa aérea iraní.



En cuanto al armamento de misiles de la Fuerza Aérea Israelí, también hay orden. Los misiles Rampage, Rooks y Delilah tienen un alcance operativo de hasta 250 km, y los Lora, de hasta 400.


Irán se encuentra en una situación lamentable. Sí, hay cierta cantidad de S-300PM2, nuevamente reducidos por saboteadores de la siguiente manera: los drones, que usaban para atacar las instalaciones de defensa aérea, no apuntaron a los lanzadores. Atacaron los radares de guía, sin los cuales los misiles no son realmente capaces de nada.

Y los radares de defensa aérea iraníes no solo no eran particularmente nuevos, sino que también fueron pisoteados. Es por eso que los aviones israelíes se sentían como en casa en el espacio aéreo iraní (y no iraní). Condiciones ideales: defensa aérea neutralizada, la Fuerza Aérea como si no existiera.

Pero ¿qué pasaría si Irán tuviera una fuerza aérea real que pudiera enfrentar a los aviones israelíes en la aproximación? ¿O en el punto donde repostan? La intercepción fuera de la zona de lanzamiento es grave. Sobre todo porque el F-35 Agir no volaba como caza, sino como bombardero. Claro que contaba con defensas a bordo, pero recordemos que hay cuatro puntos de suspensión dentro del compartimento de armas y seis externos, lo cual ya supone un inconveniente para el sigilo. Además, algunos F-35I volaban con nuevos tanques de combustible de lanzamiento conformados, que no parecían interferir con el sigilo, pero ocupaban espacio para bombas y misiles.

Y por muy moderno y sofisticado que fuera el F-35I israelí, el mismo Su-35S tenía muchas posibilidades de competir con él.

Así pues, la fórmula del éxito:
  1. Radares de alerta temprana detectan aeronaves enemigas;
  2. Aviones de defensa aérea interceptan a los agresores en aproximaciones lejanas;
  3. Sistemas de defensa aérea repelen el ataque de quienes logran penetrar.

Resulta que Irán no contaba con estos tres componentes, por lo que el enemigo hizo lo que quiso en el aire.

Por supuesto, no se puede dar la victoria a Israel, ya que los misiles iraníes resultaron ser mucho más potentes de lo esperado. Pero esto es solo una respuesta al ataque, lo que significa que hubo bajas. Y aunque hoy los generales "destruidos" del CGRI y del ejército iraní resucitan uno tras otro, es innegable que ambos países realizaron un reconocimiento enérgico. Y lo hicieron con éxito; la única pregunta es qué conclusiones se extraerán y qué medidas se tomarán.

Israel, por cierto, lo tiene más fácil. Más sistemas de defensa aérea, más misiles, más aviones. La base ya está ahí. Irán lo tiene más difícil, porque, de hecho, a pesar de contar con un buen arsenal de armas de ataque, prácticamente no dispone de armas defensivas.

Y, como era de esperar, Irán recurrió a donde pudo conseguir estas armas.

Con Rusia todo está claro: somos más caros que China, pero el tacaño construye un centro nuclear dos veces.

Es posible que podamos comprar radares de la serie "Nebo" simplemente magníficos. El sistema de misiles de defensa aérea probablemente tampoco causará grandes problemas. Pero con el Su-35SE, que tanto desean los pilotos iraníes, sin duda será una emboscada.



Permítanme recordarles que en 2018 Egipto firmó un contrato para la compra de 24 (30) Su-35, y en 2022 violó el acuerdo al negarse a comprar los cazas. Algunos de los aviones (17 unidades) ya estaban listos. Fue una maniobra magistral, porque los egipcios simplemente fueron engañados: en lugar de Su-35, EE. UU. prometió la misma cantidad de F-35 (¡y qué, solo que un poco más caros!), y luego esta decisión, amparada por el Tratado de Camp David, fue vetada por Israel, que no se rindió a los egipcios con aviones convencionales. Por si acaso.


Así que Egipto se quedó sin ningún avión nuevo, y aparentemente no ha encontrado una salida a la situación desde 2022. Pero ese es otro tema. Irán recibirá

estos 24 aviones, como ya he dicho, prácticamente un regimiento, ¡pero querían más! Pero esto podría presentar problemas, ya que nuestras Fuerzas Aeroespaciales necesitan el Su-35, y la capacidad de la planta de Komsomolsk del Amur, lamentablemente, es limitada.

Es evidente que Irán necesitaba los aviones ayer, pero... creo que, dada la situación actual, la adquisición de un segundo regimiento de Su-35 podría retrasarse. Claro que podemos encontrar una solución elegante, pero Irán comprende la situación. Por eso, idearon una maniobra muy interesante: recurrir a China para obtener aviones.

China es un socio muy importante de Irán, tanto en la compra de petróleo como en la venta de armas. Por lo tanto, es improbable que Irán sea rechazado. La pregunta es qué han ideado los persas para fortalecer rápidamente su Fuerza Aérea. Y, cabe destacar, han tomado una decisión muy peculiar. Tan peculiar que dejaremos de lado el Su-35, sobre todo porque ya se ha escrito mucho sobre él, y nos ocuparemos de esto:

Chengdu J-10 "Dragón Veloz"

Es muy curioso, pero el avión que Irán va a comprar se basa en el desarrollo de su enemigo. Sí, el caza israelí Lavi fue tomado como base por ingenieros chinos, cuya historia es interesante porque fue derribado por Estados Unidos.



El desarrollo del Lavi, que pretendía sustituir al Kfir, comenzó en febrero de 1980. El primer prototipo voló el 31 de diciembre de 1986 y el segundo el 30 de marzo de 1987.


El plan consistía en construir cinco prototipos y 300 aviones de producción, incluyendo 60 entrenadores de combate biplaza. El reequipamiento de la Fuerza Aérea Israelí debía comenzar en 1990 y completarse para el año 2000. Sin embargo, Estados Unidos, cuya asistencia financiera y técnica (motores) era indispensable, no estaba dispuesto a ayudar a su aliado. Los estadounidenses estaban más interesados ​​en vender sus aviones a Israel, por lo que se les cerró el grifo financiero por completo, y la Fuerza Aérea Israelí recibió F-16 a cambio del Lavi.

El Lavi realizó casi cien vuelos, y luego (no tenía sentido desperdiciarlo) unos judíos emprendedores vendieron el avión y toda la documentación a los chinos. También querían un renacimiento en la Fuerza Aérea, así que el acuerdo les convenía a todos.



El "Lavi" era un avión realmente bueno, de la misma clase que el "Mirage", el MiG-29, el SAAB Gripen y el F-16. Equipado con el motor Pratt & Whitney PW1120, el avión mostraba excelentes características: altitud máxima de 18 metros, velocidad a 000 metros - 11 km/h, a ras de suelo - 000 km/h, y autonomía de vuelo de hasta 2266 km. El armamento consistía en un cañón de 1 mm y 106 kg de armas en dos nodos de suspensión externos.


En general, China recibió un avión de muy buena calidad.

El problema residía en que, en aquel momento, China se encontraba en una situación muy lamentable con respecto a los motores de aviación. Todavía era regular, pero en aquel entonces los motores chinos apenas estaban en desarrollo. Y entonces, el ejército chino hizo lo más acertado: pidió ayuda a especialistas rusos de TsAGI y MiG con la petición de que "introdujeran algo similar". En general, no es una tarea fácil; normalmente, un avión se construye en torno a los motores, y no al revés, pero el nuestro, como siempre, cumplió con creces.

Este avión se convirtió en el AL-31FN o Woshan WS-10B "Taihang", que es lo mismo, pero ensamblado bajo licencia en China. Junto con su diseño ligero, esto le proporcionó una mayor ganancia de velocidad que el mismo F/A-18E/F "Super Hornet", y una maniobrabilidad comparable a la del "Rafale" y el "Typhoon". El radar "Pearl" instalado inicialmente, capaz de operar con la misma fiabilidad contra objetivos aéreos, terrestres y marítimos, elevó al J-10 a la generación 4+.

Además, los cambios en la forma del fuselaje han reducido la firma radar, y hoy podemos clasificar este avión con seguridad como "4++". El J-10 es significativamente superior a su "pariente" F-16C Bloque 60, y otro compañero de clase, el caza japonés F-2A/B, es inferior. El Rafale y el Typhoon, modelos con el nuevo radar Captor-E, pueden competir con el Dragon, pero con características similares, el precio del avión chino será aproximadamente un 30-40% más bajo. Para el mercado mundial, esto es bastante significativo.



En general, los estadounidenses se comportaron con mucha calma en su momento, eliminando el "Young Lion" (así se traduce "Lavi" del hebreo), ya que incluso en la versión china el avión resultó ser bastante decente. Pero Israel se vio obligado a adoptar el F-16, y luego el F-35, y sus rivales serán fácilmente un antiguo avión israelí modificado por ingenieros rusos. Y considerando que los chinos ya cuentan con el motor de control vectorial de empuje WS-10B, que le otorga al avión una gran maniobrabilidad, esto ya se está volviendo interesante a largo plazo.


Típico de nuestra trayectoria de desarrollo. Pero el avión ya es bastante bueno, y con su gran maniobrabilidad será aún más competitivo, tanto en combate como en licitaciones.

¿Qué tiene el J-10C, además del motor ruso de la Oficina de Diseño Lyulka?

- Radar de a bordo con AFAR. Además, el radar tiene unas cifras impresionantes: cuenta con unos 1200 módulos de recepción y transmisión, significativamente más que el radar con el que está equipado el caza Dassault Rafale (960). Es difícil decir cuánto mejor puede ser el radar chino que el francés, pero el éxito de China en radioelectrónica en los últimos años es innegable: 
-
Guerra electrónica 
compleja integrada, y para ello, el módulo de guerra electrónica K/RKL700A; 
- Estación de localización óptica con cámara termográfica; 
-
Sistema de puntería K/JDC01A en un contenedor suspendido para guiar bombas guiadas; - Sistema de designación de objetivos montado en el casco con pantalla montada en el casco; 
- Sistema de advertencia de irradiación de radar enemigo; - Antena de comunicación satelital con canal de transmisión de datos; 
- Indicador de parabrisas; 

- Tres pantallas multifuncionales en la cabina.
Un equipo bastante decente, digan lo que digan. Además, el precio, y para Irán no será igual que para otros. Un socio petrolero es, como saben, un motivo de conversación de peso. Poco después del final de la Guerra de los Doce Días, el ministro de Defensa iraní, Aziz Nasirzadeh, acompañado por la cúpula militar del país, viajó a China. El pretexto fue una reunión de ministros de defensa de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) el 26 de junio. La OCS no es un bloque militar, pero, como suele decirse, al margen se puede hablar de cualquier cosa, incluso de comprar aviones. El ministro de Defensa chino, Dong Jun, recibió a Nasirzadeh y a otros invitados en el destructor Tipo 052D Kaifeng de la Armada del EPL. Buena pista, buena demostración. A pesar de las conversaciones, los analistas creen que Nasirzadeh visitaba China para comprar material militar. Y la adquisición más codiciada de esa lista, según informes, es el J-10C chino. ¿Tiene sentido tal operación? A la luz de la compra del S-35S a Rusia, sin duda.



El J-10C es un caza económico y eficaz con aviónica moderna y armamento de alta potencia. Los pilotos chinos disponen de una gran cantidad de armamento moderno, lo que les permite crear configuraciones robustas tanto para un caza de superioridad aérea como para atacar objetivos terrestres o de superficie.


La única desventaja del J-10C es su radio de combate, más que modesto. Comparado con el Su-35, es simplemente minúsculo: 800 km sin tanques de lanzamiento frente a los 3600 km (en altitud) del Su-35. Sin embargo, China cuenta con una extensa red de aeródromos, y la profundidad que necesitan para penetrar en territorio enemigo es una incógnita. ¡Pero Irán la necesita! Necesitan enfrentarse al enemigo en fronteras lejanas...

800 km/1200 km con tanques de lanzamiento rápido no son suficientes. Para resolver las tareas que enfrenta la Fuerza Aérea Iraní, el Su-35, por supuesto, parece preferible, ya que sus capacidades son incomparablemente superiores.

Sin embargo, cabe reconocer que hoy en día un avión en un aeródromo no teme a otro avión, ni a un misil de crucero ni a un misil balístico, sino a un dron kamikaze, más barato en comparación con ellos, lanzado a quemarropa, desde un par de kilómetros. Así que, en principio, hoy en día la distancia del aeródromo al escenario de combate no es tan importante. Puede volar a cualquier lugar.

Pero aquí también el Su-35 tiene una ventaja, ya que, tras despegar, puede flotar en el aire a una altitud inalcanzable para los drones durante un tiempo considerable y, tras recibir una tarea, desplazarse a la zona indicada. Pero los aspectos tácticos deberían dejarse en manos de los generales; basta con destacar un punto más: la velocidad de producción.



El Su-35 se produce desde 2008 y, hasta la fecha, se han fabricado más de 200 aeronaves.


El J-10 se produce en serie desde 2002 y se han producido más de 600 aeronaves de todas las modificaciones.

Es evidente que el Su-35 consume más energía, por lo que su ensamblaje y depuración requieren más tiempo. Las capacidades de China como fabricante son conocidas en todo el mundo.

La situación es similar a la de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, China o la Unión Soviética: dos aviones de combate principales, uno ligero y otro más pesado. Los estadounidenses tienen el F-16 y el F-15, mientras que nosotros teníamos el MiG-29 y el Su-27. Hoy en día, muchos países intentan arreglárselas con un solo modelo, lo que, en teoría, abarata mucho el proceso operativo.

Irán, sin duda, no podrá arreglárselas solo con el J-10C. Es evidente que este avión no es inferior al F-16. El problema radica en que todas las modificaciones israelíes del F-16, F-15 y F-35 difieren notablemente de los originales estadounidenses. Y para mejor, especialmente en aviónica, sistemas de guiado y guerra electrónica.

Por ejemplo, el J-10C está equipado con el radar JKL-24, desarrollado a partir del radar LKF601E. La estación pesa 145 kg, tiene un buen rendimiento (4,0 kVA) y el alcance de detección de un objetivo de caza es de 170 km. Esto es menor que el del AN/APG-77 (F-22), el AN/APG-81 (F-35) y el H006 del Su-35. Además, es necesario considerar qué RCS del objetivo de caza se tiene en cuenta. Un caza furtivo (de 0,3 a 0,6 m²) es una cosa, y un caza promedio de cuarta generación (de 3 a 10 m²) es algo completamente diferente.

Pero es demasiado pronto para inclinarse ante la aviónica china. En cierto modo, es bastante decente, y los radares aún se consideran "buenos". Y es cierto, solo que los diseñadores estadounidenses, europeos y rusos tienen algo más de experiencia. Unos 50 años. En

cuanto al armamento, el J-10C no está mal en este aspecto, pero... 11 puntos de suspensión, y uno o tres estarán ocupados por tanques de combustible; de ​​lo contrario, el avión no podrá volar mucho. O lejos, que es lo mismo. Tres tanques de combustible de 800 litros cada uno: eso supone unas tres toneladas de peso desde la carga útil hacia abajo. Es decir, quedan 4 kg. Y esto no es mucho, si se trata de combatir contra aviones: 260 PL-2/PL-11 y 12 PL-2. Quizás en sobrecarga es posible tener más, pero difícilmente mucho.


En general, es un compromiso total: llevar combustible o llevar armas. Considerando que en combate nunca hay suficientes armas, la cuestión es compleja. Así que tres cubos bajo el fuselaje: no se puede prescindir de ellos.

El Su-35, si nos fijamos en las cifras, tiene casi lo mismo: 12 nodos, en los que se pueden colgar 8 kg de diversas armas letales. Pero no necesita tanques de desembarco, en absoluto. Es decir, toda esta cifra se utiliza al 000%. Y no se pueden llevar 100 misiles, sino 4. En el surtido, por así decirlo: 12 R-4, 73 R-4-77, 1 R-4M. Y con un conjunto así se puede hacer frente a cualquier enemigo.



Resulta que el Su-35, que, por cierto, tiene una visibilidad casi el doble que la del caza chino, lleva tres veces más misiles que el J-10C. Es decir,
un Su-35 puede reemplazar de dos a tres J-10C .

No quiero decir que el J-10C sea un avión malo o débil. Al contrario, los chinos, tras haberlo superado todo, consiguieron un avión realmente bueno. Pero, en sus condiciones. Para operaciones defensivas en China, con su red de radares y aeródromos, es simplemente maravilloso. Despegar, alcanzar, atacar y marcharse.



En Irán, especialmente en un conflicto con Israel, un país situado a 1000 kilómetros de distancia, esto es problemático. Pero si consideramos el escenario de una guerra de 12 días, esta, como muchas anteriores, se desarrollará según una misma estrategia: supresión de la defensa aérea por cualquier medio, seguida de ataques aéreos. Y en este caso, para interceptar aviones israelíes a 300-400 km de la línea de lanzamiento de misiles, el J-10C será bastante eficaz. Con una pequeña aclaración:


si los oponentes de Irán (y, a juzgar por los nuevos acontecimientos, hay varios más que quieren sumarse a la acción) comienzan a lanzar sus bombarderos (cazabombarderos equipados para atacar objetivos terrestres) con cobertura de cazas, la situación será algo diferente.

Por supuesto, no nos referimos a cómo Estados Unidos desplegó sus F-22 por medio mundo; no sé por qué eran necesarios en Irán, pero, al parecer, para que no se oxidaran sin coste alguno. Estamos hablando del hecho de que la próxima vez que los F-15I vayan a Irán, estarán reemplazados por los F-35I en su variante de caza.



Y aquí será muy necesario un avión con un radar capaz de detectar todos estos aviones furtivos desde una distancia considerable (y el alcance del radar del Su-35S es impresionante) y, si es posible, convertirlos en modelos furtivos.


Siendo sincero, creo en las capacidades de los radares rusos, pues ya se han probado cientos de veces en la SVO contra sistemas de defensa aérea anticuados de países de la OTAN y los mismos radares. Y, según los registros, nuestros pilotos observaron toda la situación con detalle, incluso los más mínimos detalles, en forma de misiles de defensa aérea de ataque. Sin embargo, existen ciertas dudas sobre el funcionamiento de los radares chinos. Los únicos que podrían aportar información son los pakistaníes, que probaron el J-10C en combates con aviones indios, pero aquí, lamentablemente, el silencio es absoluto.

En general, la idea de comprar estos aviones es buena y tiene cierta lógica. En cualquier caso, con el tiempo, Irán contará con una Fuerza Aérea lista para el combate, que podría convertirse en uno de los componentes de la defensa nacional. Si a esto le sumamos radares modernos y sistemas de defensa aérea, y en Jerusalén o Bakú (de donde ahora también provienen las amenazas), se lo pensarán dos veces antes de lanzar campañas pequeñas pero victoriosas.

Es solo cuestión de tiempo, dinero y personal. Todo sigue como siempre, pero Irán tiene una oportunidad. Reparar los errores puede dar resultados muy efectivos.

sábado, 4 de octubre de 2025

Crisis del Beagle: ¿Y si...? Conjeturas sobre la guerra del fin del Mundo

Soldados argentinos ocupan Puerto Natales en 1978.

Y si hubiésemos ido a la guerra: El conflicto no desatado entre Argentina y Chile en 1978 y sus consecuencias



Por EMcL - FDRA


Hubo mapas, hubo planes, hubo órdenes escritas. Hubo tropas listas para cruzar la frontera, armamento cargado, y miras puestas en el canal Beagle. En diciembre de 1978, Argentina y Chile estuvieron a horas —quizás minutos— de iniciar una guerra de consecuencias imprevisibles. Y, sin embargo, no ocurrió.

Este artículo se sumerge en ese conflicto no desatado, en ese capítulo borrado de la historia por la intervención de último momento del papa Juan Pablo II. Pero la pregunta persiste: ¿qué habría pasado si no mediaba nadie? ¿Quién tenía más chances de ganar? ¿Qué papel habrían jugado Perú, Bolivia o Brasil? ¿Y si Chile se rendía? ¿Y si resistía con éxito?

"Y si hubiésemos ido a la guerra"
no es solo un ejercicio de historia contrafactual. Es una reconstrucción detallada y argumentada de escenarios reales que estuvieron a punto de concretarse. Con base en fuentes documentales, estudios militares y análisis geopolíticos, proponemos una línea de tiempo crítica y múltiples hipótesis sobre el desenlace de una guerra que no fue, pero pudo ser.

Lo invitamos a recorrer uno de los mayores “¿y si?” estratégicos del Cono Sur. Lo que sigue no es ficción: es el pasado que casi fue historia.


0. El Beagle como epicentro: contexto, cronología y escenario hipotético

Línea del tiempo esencial

  • 1881 – Se firma el Tratado de Límites entre Argentina y Chile, que fija el canal de Beagle como frontera, pero no delimita con precisión la jurisdicción de las islas al sur del canal. (Wikipedia)

  • 1958 – Incidente del islote Snipe: enfrentamiento menor entre fuerzas argentinas y chilenas en el canal. (Wikipedia)

  • 1971 – Argentina y Chile acuerdan someter el diferendo del Beagle a arbitraje internacional. (Wikipedia)

  • 2 de mayo de 1977 – Se publica el laudo arbitral favorable a Chile sobre las islas de Picton, Lennox y Nueva, y derechos marítimos adyacentes. Siniver (2024)

  • Enero de 1978 – Argentina declara “nulo e írrito” ese laudo. Secretaría de Estado

  • 20 de febrero de 1978 – Acuerdo de Puerto Montt (Chile y Argentina acuerdan seguir negociando). (ONU)

  • 12 de diciembre de 1978 – Reunión de ministros exteriores prevista en medio de fuerte tensión. (CIA)

  • 22 de diciembre de 1978 – Argentina lanza la Operación Soberanía, una acción militar planeada para invadir las islas en disputa y medir la reacción chilena. La operación es abortada pocas horas después. (Wikipedia)

  • 9 de enero de 1979 – Acta de Montevideo: los dos países aceptan la mediación papal. (ONU)

  • 1982 – Guerra de Malvinas: Chile respalda diplomáticamente a Reino Unido, lo que influye en las relaciones regionales. (Wikipedia)

  • 29 de noviembre de 1984 – Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina: acepta el laudo arbitral y fija fronteras marítimas y derechos de navegación. (Fuente)

Esta cronología refleja cómo, en los hechos, la guerra fue evitada. Pero al imaginar que el conflicto realmente se hubiera desatado, abrimos múltiples líneas hipotéticas.




1. ¿Quién tenía más probabilidades de ganar?

En la literatura especializada encontramos un consenso matizado. Argentina partía con ventajas cuantitativas: mayor número de tropas, armamento más abundante y capacidad de movilización en varios frentes. Según estudios estratégicos contemporáneos de esa época, su Ejército patagónico ya estaba preparado para operaciones ofensivas sobre las islas en disputa. (CIA)

Por otro lado, Chile contaba con dos factores defensivos cruciales: la difícil geografía (cordillera y zonas inhóspitas) que dificultaba el avance argentino, y una línea logística relativamente corta dentro de territorio nacional, lo que favorecía su capacidad de resistencia. Además, la cohesión militar chilena bajo Pinochet resultaba más estable que la de la junta argentina, inmersa en divisiones internas. Siniver (2024)

Algunos análisis de teoría de crisis (“brinkmanship”) aplicados al caso del Beagle concluyen que una guerra rápida y relámpago podría favorecer a Argentina en los primeros movimientos; pero que una guerra prolongada revertiría esa ventaja inicial. En esos modelos se considera que el desgaste logístico, el costo humano y la presión internacional tienden a favorecer al defensor cuando el terreno favorece esa estrategia. Corbacho (2003)

Por lo tanto, en un escenario ideal (ofensiva rápida bien coordinada, sorpresa y falta de reacción efectiva chilena), Argentina podría haber conquistado las islas y algunas zonas del sur chileno. Pero la probabilidad de una victoria estratégica total era baja. En una guerra extendida, Chile tenía mayores chances de revertir posiciones. Estos temas los hemos investigado a lo largo de diversos posteos en este blog.



2. Intervención de Perú o Bolivia: ¿posible cerco andino?

Una de las grandes incógnitas de este conflicto hipotético es el rol que hubiesen desempeñado los vecinos del altiplano. Perú, por entonces bajo el gobierno militar de Francisco Morales Bermúdez, mantenía una relación ambigua con Chile, marcada por las secuelas de la Guerra del Pacífico. Bolivia, aún con heridas abiertas por la pérdida de su litoral en ese mismo conflicto, tenía un interés histórico en recuperar acceso soberano al mar.

Existen documentos y declaraciones posteriores que indican que Argentina sondeó informalmente a ambos países sobre una eventual alianza. Algunos sectores del Ejército boliviano veían en el conflicto una oportunidad para presionar a Chile. En el caso de Perú, las relaciones eran frías con Chile, pero no lo suficiente como para justificar una entrada automática en la guerra.

La situación hubiese sido difícil para Chile. En 1978, Argentina sumaba un contingente de +132.000 hombres; Perú disponía de 89.000 y Bolivia de 22.500. Distribuir los 85.000 hombres con que contaba Chile para tal número de enemigos, parece altamente difícil. Hubo, además, una serie de escándalos de espionaje que involucraron a Chile en el Perú, y algunas decisiones de los países del entorno revelaban que todos estaban tomando posiciones, de alguna manera, ante la proximidad de la crisis.

La mayoría de los estudios coinciden en que una intervención directa de Perú o Bolivia era improbable al inicio del conflicto. Sin embargo, si Argentina lograba avanzar con éxito sobre el sur chileno, una victoria parcial podría haber incentivado una ofensiva coordinada desde el norte. No por alianzas explícitas, sino por intereses convergentes. Esta posibilidad, aunque baja, no era descartable. El cerco andino pudo haber sido una realidad si el conflicto se prolongaba.

Sin haberse decidido jamás por un compromiso concreto con Buenos Aires, y viendo milagrosamente como zafaba el país de la debacle en la Patagonia sobre el extremo sur de Chile, Lima no tuvo más remedio que quedar expectante. En editorial del diario peruano "El Correo" del 2 de abril de 2005, el director del medio, Aldo Mariátegui, recordaría:
    

"Si la guerra estallaba, era casi seguro que nuestro país se hubiera visto arrastrado a ella junto a Bolivia, mientras que los chilenos hubieran movido a sus aliados ecuatorianos".
    

"Por ello, la intervención papal evitó una muy probable guerra generalizada en Sudamérica, un horror insano que nos ahorró Juan Pablo II y que debemos agradecerle para siempre".


De este modo, al posponerse el problema del Beagle con esta oferta de mediación papal, la más calurosa hoguera de hacer justicia peruana frente al robo de territorio por parte de Chile comenzó a extinguirse a partir de ese año de 1979, aún cuando las tensiones persistían. 

Las relaciones históricas entre Chile, Perú y Bolivia aportan pistas interesantes. Bolivia, aún resentida por la pérdida de su costa en la Guerra del Pacífico, y Perú, que históricamente ha tenido tensiones con Chile, podrían haber visto en el conflicto una oportunidad regional.

Sin embargo, los estudios que revisan ese escenario coinciden en que la intervención abierta de Perú o Bolivia al inicio del conflicto habría sido muy improbable. Los costos políticos, militares y diplomáticos eran enormes. Además, ambos países enfrentaban limitaciones internas y no contaban con fuerzas desplegables de largo alcance para sostener una guerra en el extremo austral.

Dicho esto, si Argentina hubiese tenido éxito en sus primeras operaciones (por ejemplo, ocupando las islas o parte del sur chileno), un apoyo táctico desde el norte podría haber emergido. Un “cerco andino” podría haber sido viable en fases posteriores, no al comienzo. La ayuda probable habría sido logística, apoyo diplomático, incluso presiones sobre Chile desde el frente altiplánico, más que envíos masivos de tropas.




3. ¿Intervención de Brasil, EE. UU., Reino Unido u organismos multilaterales?

Una de las hipótesis de escalamiento del conflicto del Beagle recae muchas veces en la intervención de actores del tercer nivel. Analistas, sobre todo trasandinos, confiaban en que si el conflicto se prolongaba sería aprovechada por terceros actores para intervenir, siempre sospechando en ayuda de Chile. El primer corazoncito se depositaba en Brasil. Así como Perú y Bolivia aprovecharían la guerra para recuperar el territorio indignamente robado por Chile un siglo antes, Brasil podría cobrárselo con Argentina. Del mismo modo, el Reino Unido anticiparía que el conflicto se extendería a Malvinas e intervendría contra Argentina. Estados Unidos también tal vez podría intervenir para desalentar el conflicto entre dos socios regionales, como lo hace muchas veces para desactivar otros conflictos entre socios, como el caso de Turquía y Grecia. Finalmente, otra opción sería la intervención activa de la ONU al final como en el caso de la guerra de Corea.

Brasil

Brasil observaba el conflicto con preocupación. En plena dictadura militar y aliado de Estados Unidos en la Guerra Fría, el régimen brasileño tenía razones para evitar una alteración del equilibrio regional. Aunque públicamente neutral, Brasil mantenía mejores relaciones con Chile que con Argentina y tenía acuerdos tácitos de cooperación con las Fuerzas Armadas chilenas.

Una intervención brasileña directa era improbable, pero no imposible. Lo más probable es que, frente a una ocupación prolongada del sur chileno o una guerra abierta en todo el territorio andino, Brasil hubiese presionado diplomáticamente a favor de una solución rápida. En el escenario más extremo, podría haber desplegado tropas en su frontera para contener cualquier desborde, aunque sin cruzar a territorio enemigo.

Brasil, en 1978 bajo régimen militar, observaba el deterioro del equilibrio regional con preocupación. Mantenía relaciones más fluidas con Chile que con Argentina, lo que lo inclinaba a actuar como mediador o contenedor antes que como agresor directo. Una intervención militar brasileña sobre territorio chileno era extremadamente poco plausible. Lo más probable era una presión diplomática fuerte o despliegues en su frontera para evitar contagios o flujos de refugiados. Asimismo, sería probable que, si pudiese, Brasil proveería de armas a Chile si es que pudiese lograr una ruta logística segura. Asimismo, debe destacarse que para el momento de la crisis Brasil carecía de diferendos limítrofes con Argentina, es decir, no tendría excusa válida para iniciar una conflicto.

Estados Unidos

En plena Guerra Fría, EE. UU. jugaba un rol central en América Latina. Su prioridad habría sido evitar que un conflicto local escalara en una crisis mayor que afectase sus intereses estratégicos. Como muchas fuentes diplomáticas señalan, EE. UU. probablemente hubiese emitido condenas a la agresión, impuesto sanciones o bloqueos diplomáticos al agresor, y presionado por negociaciones y ceses del fuego. En el mejor de los casos, podría haber ofrecido mediación bajo auspicios de la OEA o la ONU. No hay indicios claros de que hubiese enviado tropas, salvo en escenarios extremos o bajo mandato internacional. Del mismo modo de controlar que se eviten conflicto entre sus socios políticos, la intervención cumpliría un rol apaciguador.

Estados Unidos habría jugado un rol determinante, aunque complejo. Washington mantenía canales con ambos regímenes militares y habría buscado evitar un conflicto que desestabilizara su "patio trasero" durante la Guerra Fría. Lo más probable habría sido una presión fuerte, quizás en el marco de la OEA, junto con sanciones diplomáticas o comerciales.

Reino Unido

El Reino Unido tenía un vínculo indirecto con el conflicto, principalmente vía su relación con Argentina (sobre todo por el tema de las Malvinas) y el reconocimiento del laudo arbitral. Es improbable que hubiese intervenido con fuerza militar en América del Sur en ese momento, salvo como apoyo simbólico diplomático o a través de presiones internacionales. El gobierno de ese momento todavía era laborista en el país, es probable que una intervención militar directa no hubiese ocurrido pero sí una movilización precautoria de la Royal Navy (con su grupo de portaaviones) a las islas Malvinas para prevenir cualquier aventura militar de nuestro país. 

El Reino Unido mantenía una relación distante en lo diplomático con Argentina pero cercana en lo militar: la proveía de armas navales (sus mejores destructores Tipo 42 y bombarderos Canberra), especialmente en temas de soberanía (como las Malvinas), y hubiese evitado tomar partido. 

ONU / organismos multilaterales

La ONU podría haber adoptado resoluciones para condenar la agresión, imponer sanciones o desplegar fuerzas de observación o paz en un escenario extremo. Pero en 1978 no existía un mecanismo automático para enviar fuerzas de intervención en conflictos interestatales sin acuerdos amplios. En un conflicto prolongado y sangriento, la presión para un cese del fuego y supervisión externa habría sido intensa.

En suma, la intervención extranjera directa en combate era poco probable salvo escalaciones dramáticas. La intervención diplomática activa y la mediación internacional eran mucho más probables.

La ONU, si bien podría haber condenado el conflicto, difícilmente habría actuado militarmente. No obstante, una guerra prolongada y sangrienta podría haber motivado la creación de una fuerza de paz para supervisar un cese al fuego.

4. Si Chile se hubiese rendido: ¿Que exigencias máximas podía solicitar Argentina?

¿Quién tenía mayores probabilidades de ganar una guerra entre Argentina y Chile en 1978?

La literatura especializada, tanto argentina como internacional, ha analizado largamente los escenarios potenciales del conflicto. En términos estrictamente numéricos, Argentina contaba con una ventaja considerable en tropas, blindados, aviación y recursos logísticos. Su Ejército era el más grande del Cono Sur y se encontraba desplegado en varias zonas del país con capacidad de rápida movilización. Además, la Armada argentina era, al menos en cantidad, superior a la chilena, mientras que la Fuerza Aérea contaba con más unidades operativas en ese momento.

Sin embargo, la superioridad numérica no garantiza la victoria. Chile, aunque más limitado en recursos humanos y materiales, tenía ventajas defensivas clave. Primero, su geografía: la Cordillera de los Andes es una formidable barrera natural. Segundo, una doctrina militar orientada a la defensa territorial con líneas logísticas más cortas y eficientes en su propio territorio. Tercero, el factor de cohesión interna: mientras que Argentina tenía fricciones entre sus distintas ramas militares y una dictadura inestable, Chile, bajo el mando férreo de Pinochet, mostraba una cadena de mando más cohesionada.

Los estudios de estrategia militar concluyen que en caso de una guerra corta, con ofensivas rápidas, Argentina podría haber ocupado territorios chilenos en el sur —especialmente el área de Punta Arenas— e incluso capturar las islas disputadas. Pero en una guerra prolongada, las limitaciones logísticas argentinas, la geografía hostil y una probable reacción internacional habrían revertido esa ventaja inicial. La victoria rápida era improbable. La victoria total, inverosímil. 

¿Qué hubiese ganado Argentina si Chile se rendía?

Si se hubiese producido una rendición chilena —escenario extremo aunque no improbable— Argentina habría impuesto condiciones territoriales y geopolíticas. El objetivo inmediato habría sido asegurar la soberanía de las islas del Canal Beagle (Picton, Lennox y Nueva), además de zonas estratégicas en el sur patagónico. Algunas proyecciones incluso mencionan la ocupación del Estrecho de Magallanes, dándole a Argentina control completo sobre la navegación entre el Atlántico y el Pacífico.

Además del territorio, se habrían exigido concesiones diplomáticas y comerciales: control de rutas marítimas, tratados favorables para la navegación y quizás acuerdos sobre explotación pesquera y recursos marítimos. En un escenario más ambicioso, Argentina podría haber intentado establecer una zona desmilitarizada en el sur chileno o imponer restricciones al rearme chileno.

Sin embargo, la ocupación prolongada del territorio chileno habría sido inviable en términos políticos y logísticos. La resistencia local, la presión internacional y los costos humanos y económicos habrían transformado una victoria táctica en un problema estratégico.

Aún obteniendo estas conquistas, debe tenerse en cuenta que como ha sido tradición en la cultura chilena, no perderían un segundo hasta fin de los tiempos de realizar reclamos diplomáticos de cualquier tipo, marca y color. Los reclamos infundados (Lago del Desierto) o mágicamente creados (Hielos Continentales) han sido una constante en el patrón cultural chileno. 

Finalmente, viendo a más largo plazo, la mejor victoria que hubiese podido tener Argentina hubiese sido la cesión de la Antártida chilena (nombrada Antártica en Santiago). Eso hubiese dejado el tratado Antártico con la región en disputa sólo por dos naciones, el Reino Unido y Argentina. La liberación del sur del canal de Beagle del yugo chileno hubiese dado un paso natural desde el sector continental Atlántico hacia las bases del continente blanco y hubiésemos ahorrado tener que jugar la actual farsa de un país jugando pequeños juegos de mezquindades como ya nos tiene acostumbrado el país lateral. Bien valía la pena ir a la guerra por sólo este objetivo de largo plazo.

Si Chile se hubiese rendido: exigencias máximas de Argentina

En el escenario más favorable para Argentina—una rendición chilena—las condiciones de paz que Buenos Aires podría haber exigido hubiesen sido ambiciosas:

  1. Soberanía plena sobre las islas del Canal Beagle — Picton, Lennox y Nueva, con definición clara del canal como frontera.

  2. Control parcial o total del Estrecho de Magallanes, para asegurar la soberanía sobre rutas marítimas interoceánicas de extremo sur.

  3. Zonas costeras del sur chileno (por ejemplo en toda la isla de Tierra del Fuego) con bases navales argentinas o zonas bajo administración argentina.

  4. Derechos de navegación asegurados para buques argentinos en aguas del Pacífico adyacentes, con tratados favorables de libre paso.

  5. Compensaciones económicas: reparaciones por daños de guerra, indemnizaciones, acceso preferencial a recursos marítimos (pesca, potenciales hidrocarburos).

  6. Limitaciones militares para Chile, como restricciones al rearmamento en el sur o creación de zonas desmilitarizadas, supervisadas internacionalmente.

  7. Cláusulas diplomáticas y de reconocimiento que obligaran a Chile a reconocer formalmente la victoria argentina, declarar vacíos ciertos tratados y aceptar una redefinición de fronteras marítimas favorables a Argentina. Cesión de todo el espacio antártico chileno a Argentina.

     

No obstante, mantener una ocupación extensa del territorio chileno hubiese sido extremadamente costoso y políticamente inviable en lo más mínimo a mediano plazo, por la resistencia interna, la presión internacional y el desgaste logístico humano y militar.

5. ¿Qué hubiese ganado Chile si rechazaba el ataque argentino?

En caso de un contraataque exitoso chileno, o al menos una defensa que frustrara el avance argentino, Chile habría obtenido no sólo la legitimidad internacional sobre su soberanía en el Beagle, sino un fortalecimiento simbólico y político de gran calibre. El mejor resultado posible sería la consolidación de sus derechos sobre las islas en disputa, acompañado de un reforzamiento militar y diplomático en la región.

En un escenario de victoria parcial o total, Chile podría haber presionado por concesiones argentinas en áreas fronterizas donde aún existían ambigüedades, además de reforzar alianzas regionales. Incluso es plausible imaginar que Chile hubiese solicitado compensaciones económicas o logísticas por los daños sufridos, o promovido una condena regional a la agresión argentina.

Políticamente, una victoria chilena habría reforzado al régimen de Pinochet, dándole mayor margen interno y externo. Por contraste, una derrota argentina habría debilitado aún más a una Junta ya dividida, acelerando el desgaste del régimen militar y probablemente alterando el curso que llevaría a la guerra de Malvinas cuatro años después.

Si Chile rechazaba el ataque: ganancias máximas para Chile

En el escenario de una defensa exitosa con contraataques efectivos, Chile podría reclamar condiciones ventajosas al final del conflicto:

  1. Confirmación y reforzamiento de su soberanía sobre Picton, Lennox y Nueva — el reconocimiento internacional de su propiedad sobre las islas disputadas.

  2. Concesiones territoriales menores en zonas limítrofes donde hubiese disputas poco claras o franjas terrestres limítrofes que pudieran ser negociadas.

  3. Compensaciones económicas por daños de la agresión argentina, indemnizaciones por destrucción de infraestructura, pérdidas civiles o militares.

  4. Obligación argentina de reconocer tratados de navegación favorables a Chile o cesión de derechos en algunas rutas marítimas limítrofes.

  5. Garantías de no agresión y limitaciones militares argentinas en el sur, tal vez supervisión internacional en ciertas zonas.

  6. Reparaciones políticas: apoyo chileno en foros internacionales, condenas de agresión argentina y un reforzamiento de la posición diplomática de Chile.


Además, políticamente sería una victoria simbólica de gran magnitud, fortaleciendo el régimen de Pinochet y debilitando la legitimidad de la junta argentina. Una derrota argentina —pese a sus recursos— habría acelerado el desgaste de su gobierno militar.

 

6. Finalizando

En diciembre de 1978, el Cono Sur estuvo a un suspiro de presenciar un enfrentamiento bélico que pudo haber cambiado el rostro geopolítico de Sudamérica. La tensión entre Argentina y Chile por la soberanía de las islas del Canal Beagle alcanzó un punto álgido, al borde de la guerra abierta. La intervención diplomática del papa Juan Pablo II evitó el estallido final. Pero, ¿qué habría pasado si esa mediación no hubiese llegado a tiempo? ¿Qué escenarios se habrían desplegado si el primer disparo hubiese sido respondido? Eso hemos estado intentar responder en este blog en diversos posteos.

Este conflicto no desatado sigue siendo uno de los mayores "y si" de la historia sudamericana reciente. Las condiciones estaban dadas, las tropas movilizadas, y las órdenes redactadas. Sólo una inesperada mediación papal evitó que el fuego se abriera en la Patagonia. El análisis de sus posibles consecuencias nos recuerda cuán delgada es, a veces, la línea entre la paz y la guerra.

¿Quién habría ganado? Es posible que nadie. Es posible que Argentina. Es imposible que Chile.

sábado, 13 de septiembre de 2025

Geoestrategia de Chile

Chile: Geoestrategia, conflictos potenciales y riesgos psicológicos existenciales




Introducción

Desde el desierto de Atacama hasta las bases científicas en el corazón helado de la Antártica, Chile ha tejido su destino entre el aislamiento geográfico, una historia de conflictos fronterizos, y la presión constante de fenómenos naturales extremos. Con tres vecinos complejos —Perú, Bolivia y Argentina— y un frente antártico cada vez más estratégico, el país enfrenta un tablero geopolítico desafiante.

Este informe especial explora la geoestrategia oficial y real de Chile frente a sus vecinos, las amenazas emergentes y los escenarios críticos que podrían redibujar su futuro. Desde tensiones limítrofes hasta catástrofes imprevisibles, el foco está puesto en las grietas que podrían abrirse… y en cómo se están intentando sellar.

 

1. Geoestrategia nacional: Defensa por proximidad

Chile no ha publicado una doctrina geoestratégica abiertamente ofensiva. Al contrario, la retórica oficial gira en torno a la disuasión defensiva, la diplomacia activa y el respeto al derecho internacional. El Libro de la Defensa Nacional 2017, documento base de la política de seguridad, enfatiza la protección del territorio, el resguardo de los recursos naturales, y una creciente preocupación por el flanco sur: la Antártica.

Pero el discurso técnico oculta un trasfondo más inquieto. Las Fuerzas Armadas mantienen un nivel operativo alto, con una flota aérea moderna (F-16, helicópteros Black Hawk, E-4 Sentry), capacidades navales respetadas en la región, y una doctrina táctica basada en la movilidad terrestre y la superioridad electrónica.

En la práctica, Chile ha elegido una posición de centinela estratégico: no busca expandirse, pero no tolerará presiones. Una fórmula simple: negociar todo, ceder nada. En el pasado, Chile llegó a negociar y ceder partes de su territorio en pos de no caer en una guerra que lo hubiese retornado al período pre-Guerra del Pacífico.

2. El Frente Norte: Perú y Bolivia, las heridas abiertas

2.1 Perú: Vecindad competitiva

La relación con Perú, aunque diplomáticamente estable, arrastra siglos de desconfianza mutua. El conflicto bélico de 1879 sigue influyendo en las élites militares y políticas de ambos países. El fallo de La Haya en 2014, que delimitó una nueva frontera marítima, fue aceptado formalmente… pero dejó resentimientos latentes.

Chile ve con recelo el fortalecimiento militar peruano, especialmente en capacidades navales y aéreas. Perú, por su parte, sospecha que Chile mantiene superioridad intencionada para mantener el statu quo. Sin embargo, los acuerdos con Corea del Sur para producción militar, la renovación de la flota aérea de combate y el crecimiento de la calidad del material humano peruano siempre marca el artificialmente inflado ego chileno.

En el último año, se registraron incidentes menores en el “triángulo terrestre” cerca de Tacna, una zona sin acuerdo formal. Aunque se trató de movimientos simbólicos, la prensa sensacionalista de ambos lados los amplificó, despertando viejos fantasmas.

Medidas en marcha:

  • Coordinación entre cancillerías y defensa.
  • Ejercicios militares conjuntos esporádicos.
  • Mecanismos de alerta temprana para evitar escaladas.

El peor escenario posible analizado puede ser un conflicto limitado por soberanía en tierra o mar, con enfrentamientos focalizados, bloqueo portuario temporal y presión internacional para un nuevo arbitraje. El riesgo está bajo control, pero no es nulo.

2.2 Bolivia: El Mar, siempre el Mar

A pesar del fallo de la CIJ en 2018 que exoneró a Chile de negociar una salida al mar con Bolivia, el tema no ha desaparecido. Al contrario, ha mutado hacia nuevas dimensiones.

La estrategia boliviana ahora gira en torno a la internacionalización del conflicto y la presión simbólica, mientras mantiene una relación económica pragmática: Bolivia depende de los puertos chilenos para sus exportaciones.

  • Puntos de fricción actuales:
  • Cruces fronterizos con presencia militar simbólica.
  • Contrabando, tráfico y migración desbordada.
  • Tensiones por el litio y el uso de recursos hídricos compartidos.


En 2024, la entrada irregular de más de 35 mil migrantes por Colchane tensó la relación bilateral y expuso la fragilidad del control fronterizo. A esto se suma la creciente presencia de actores no estatales en la frontera, incluidas bandas armadas ligadas al narcotráfico.

El escenario crítico a analizar puede ser un brote de violencia entre fuerzas de control podría desencadenar una crisis diplomática seria. En el peor de los casos: escaramuzas con pérdida de vidas y militarización del altiplano.

¿Está Chile preparado?
Sí, en términos tácticos. Pero políticamente, el conflicto con Bolivia es el más difícil de contener sin consecuencias regionales o humanitarias.


3. El Frente Sur: ¿Aliado o rival silencioso?

Argentina, entre la amistad y la desconfianza

La relación con Argentina ha sido un péndulo. De la tensión al borde de la guerra en 1978 por el Canal Beagle, a la firma del Tratado de Paz y Amistad en 1984, y más recientemente, a una cooperación estratégica sin precedentes.

Ambos países comparten ejercicios militares (la fuerza combinada "Cruz del Sur"), vínculos energéticos y coordinación antártica. Pero también compiten, especialmente por el control marítimo al sur del paralelo 60.

En 2021, Argentina presentó una ampliación de su plataforma continental, que Chile consideró una extensión sobre territorio chileno. El conflicto fue diplomático, pero encendió alarmas en círculos militares.

  • Medidas de contención:
  • Comisiones bilaterales de límites.
  • Diálogo directo entre cancillerías.
  • Acuerdos operativos en zonas de interés mutuo.

El escenario más crítico que puede pensarse es si Argentina endurece su postura sobre los Campos de Hielo Sur o presiona en la Antártica, Chile podría verse obligado a reforzar su presencia militar en el sur. El conflicto sería diplomático, pero con posibles consecuencias logísticas para rutas navales y operaciones antárticas.

4. La Antártic(d)a: El frío que calienta el conflicto

Chile reclama cerca de 1.250.000 km² en la Antártica. Su soberanía, reconocida internamente pero no internacionalmente, se superpone con territorios reclamados por Argentina y Reino Unido.

El Tratado Antártico de 1959 mantiene la paz, pero podría revisarse a partir de 2048, abriendo la puerta a nuevos conflictos por recursos minerales, agua dulce y rutas de navegación.

La preocupación es real. China, Rusia y EE.UU. ya han intensificado su presencia científica (y logística) en la región. Chile y Argentina trabajan en conjunto, pero también compiten. En los últimos cinco años, Chile ha modernizado la Base Frei y ha comenzado la construcción de una base logística marítima en Punta Arenas.

¿Qué pasa si el tratado colapsa?
Un escenario caótico podría incluir:

  • Reclamaciones territoriales abiertas.
  • Militarización de las bases científicas.
  • Intervención de potencias globales.

Chile se vería obligado a desarrollar una fuerza antártica de proyección, establecer nuevas alianzas multilaterales y reforzar el control de sus rutas australes.



5. Catástrofes naturales: La guerra contra Dios

El megaterremoto que puede llegar mañana

La gran amenaza no es humana. Es tectónica. Chile está en el “Anillo de Fuego del Pacífico”. En promedio, experimenta un terremoto grado 8+ cada 25 años. El del 2010 (8,8) fue devastador. Pero el fantasma es otro: uno sobre 9,0 en la zona central, con epicentro marino, seguido de un tsunami con olas de más de 15 metros.

Impacto estimado:

  • Colapso portuario (Valparaíso, San Antonio).
  • Interrupción total de exportaciones de cobre.
  • Daño masivo a infraestructura eléctrica, hídrica y hospitalaria.
  • Más de 1 millón de desplazados.


Chile cuenta con el SENAPRED, redes sísmicas y simulacros, pero los sistemas no serían suficientes ante un evento de esta magnitud. La cooperación internacional es clave.

Medidas que se están implementando:

  • Red de telecomunicaciones de emergencia (satélites nacionales).
  • Refuerzo de bases militares como nodos de respuesta civil.
  • Alianzas con Japón, EE.UU. y Nueva Zelanda en logística post-desastre.


En este escenario, Chile se enfrenta no solo a la reconstrucción… sino también a un momento de extrema vulnerabilidad geopolítica.

6. Conclusión: Paz armadas, conflictos dormidos y riesgos despiertos

Chile vive en una geografía tensa. Su estrategia es firme pero prudente. El país apuesta por la disuasión, no por la provocación. Pero los escenarios posibles —conflictos limitados, disputas antárticas, o una mega-catástrofe natural— obligan a repensar la defensa como un sistema integral que combine diplomacia, logística, preparación cívica y proyección regional.

Antes de irnos ¿Qué rol juego su alianza con Gran Bretaña? Sin dudas es el socio tonto en la geoestrategia del Atlántico Sur. El rol de esta alianza, objetivo común de acción conjunta, es molestar y debilitar a Argentina, cuidar que no se expanda, en el caso chileno más particularmente, cuidar celosa e histéricamente que Perú y Argentina no se alíen, porque esa alianza irremediablemente está asociado a una interacción contra la propia existencia de los territorios que Chile robó a sus vecinos. En el medio, armarse como si fuese a ir a una guerra y malgastar los recursos públicos en defensa en vez de invertirlo en educación, tecnología o salud pública que todavía acechan el bienestar de su gente. Recordemos los reclamos salvajes entre octubre de 2019 y marzo de 2020 que tomaron al país por asalto que se asentaron en reclamos de ítems muy particulares de la vida socioeconómica chilena que todavía no han podido ser solucionados.  

Los peores escenarios no son ficción. Son probables.
Y si algo enseña la historia de Chile, es que la resiliencia no se improvisa.

Fuentes

  1. Ministerio de Defensa Nacional – Libro de la Defensa Nacional 2017
  2. Corte Internacional de Justicia – Fallo Perú vs. Chile 2014
  3. Corte Internacional de Justicia – Fallo Bolivia vs. Chile 2018
  4. Diario La Tercera – Conflictos en la frontera norte, edición 2024
  5. Revista de Marina – Chile y la Antártica, 2023
  6. Infodefensa – Capacidades estratégicas sudamericanas
  7. SENAPRED – Plan de gestión de riesgos 2025
  8. Entrevistas exclusivas con analistas de Defensa y Política Exterior.  
  9. Sistema del Tratado Antártico – https://www.ats.aq/ 

Esteban McLaren - FDRA

Imágenes de OpenIA