miércoles, 4 de septiembre de 2024
sábado, 27 de julio de 2024
Malvinas: Sangre sobre el río Murrell
Sangre en el Río Murrell: los comandos que combatieron en la “zona de muerte” y escaparon de una emboscada inglesa
“Nos van a matar a todos”, dijeron los hombres de Ejército y Gendarmería cuando se enfrentaron a los Paracaidistas ingleses en Malvinas. Estaban en la franja donde la posibilidad de supervivencia del combatiente es mínima, pero dieron batalla. Las balas que hacían estallar las rocas, las esquirlas que los hirieron y cómo hicieron huir a los ingleses cuando todo parecía perdido
Nicolás Kasanzew || Infobae
Capitán Figueroa (centro), Teniente Anadón (derecha) y Teniente primero García Pinasco (espaldas), planifican la misión, 6 junio 1982 (Foto: Nicolás Kasanzew)
Los británicos cruzaban regularmente el puente sobre el río Murrell, tras lo cual bombardeaban con fuego de mortero las posiciones del Regimiento 6. Ante este hecho, el mayor Mario Castagneto, jefe de la Compañía de Comandos 601, ordena al teniente primero Fernando García Pinasco efectuar un golpe de mano contra el enemigo y emboscarlo. La sección se dirige hacia el lugar en la noche del 6 al 7 de junio, con el capitán Rubén Figueroa en calidad de acompañante.
Bajo intenso frío y agua nieve, atraviesan el sector batido por cañoneo naval y los campos minados propios, guiados por el teniente Marcelo Anadón, que conocía la zona. Van marchando cuidadosamente por la vera del río, a unos cincuenta metros de distancia entre cada uno, cuando aparece en el cielo una gran luna radiante. El sargento Guillén observa del otro lado del Murrel un brillo tenue y piensa que es un reflejo del astro sobre el agua. Más tarde caería en la cuenta que había sido el destello sobre un poncho de plástico de un efectivo inglés.
Guillen: “Me hilacharon la capucha y la espalda de la campera, pero seguía tirando. El enfermero Moyano me sacó un montón de esquirlas del brazo y la espalda”
Al llegar al puente –una construcción de madera sin barandas– Anadón con sus hombres se apresta a cruzarlo en el momento en que los ingleses rompen fuego.
Figueroa estaba volviendo, con los suboficiales Poggi y Tunini, de la otra orilla adonde había ido para montar el bloqueo posterior a la emboscada, cuando siente una explosión seguida de disparos. Todos los comandos se aplastan instintivamente contra el suelo. Los británicos se encontraban a unos 80 metros, en una altura rocosa del otro lado del río.
“Estamos al descubierto, nos van a matar a los tres”, pensó Figueroa. Queriendo tender la emboscada, habían caído en una. El oficial comenzó a tirar hacia el lugar de donde provenían los disparos. Sentía que se le formaban burbujas en la sangre y sus fosas nasales eran inundadas por el olor a adrenalina.
Los comandos argentinos estaban en lo que se denomina “zona de muerte”, franja donde la posibilidad de supervivencia del combatiente es mínima.
Figueroa: “Estamos al descubierto, nos van a matar a los tres”
Los disparos de los brits eran tiro a tiro, y en ráfaga. Figueroa tuvo la visión de unas cintas rojizas y anaranjadas que bailaban endiabladas hacia él, buscando su muerte. Eran balas luminosas trazantes, que los ingleses cargaban cada cinco proyectiles normales, para marcar la dirección de fuego en la noche. “Fue el espectáculo más maravilloso que presenció en mi vida”, me dice. Al chocar contra las piedras cercanas las balas hacían estallar en mil pedazos la roca, sembrando polvo y esquirlas, lo cual sumado al olor a pólvora le producía una ligera embriaguez y le inhibía el miedo a la muerte. En ese momento Poggi grita:
- ¡Mi capitán, me hirieron!
- ¿Dónde te pegaron?
- En una pierna, pero puedo arrastrarme hacia atrás.
- Retrocedé, que ya te vamos a auxiliar.
“Yo lo ayudo y me repliego con él”, tercia Tunini. El proyectil había atravesado la pantorrilla de Poggi, sin alcanzar el hueso.
Figueroa siguió disparando hasta que se le trabó el fusil. Afortunadamente, sus camaradas, particularmente el sargento Guillén, dispersos fuera del puente y cubiertos por las rocas, hacían fuego graneado contra la colina, por lo cual los disparos de las dos ametralladoras y los fusiles ingleses también se desviaban hacia ellos.
Cuenta Guillén: “Me hilacharon la capucha y la espalda de la campera, pero seguía tirando. El enfermero Moyano me sacó un montón de esquirlas del brazo y la espalda”.
“Cheto” Anadón le pidió a García Pinasco que le permita cargar contra los ingleses, pero el jefe de la sección lo frena, le dice que espere hasta que aclare
Mientras Figueroa se replegaba, escuchó varias explosiones y las ametralladoras enmudecieron. Era el bravo Anadón, abanderado de la 601, que con implacable puntería colocaba las granadas PDF del FAL en la posición del enemigo. Ya sólo disparaban sus fusileros.
“Cheto” Anadón le pide a García Pinasco que le permita cargar contra los ingleses, pero el jefe de la sección lo frena, le dice que espere hasta que aclare. Sin embargo, al llegar hasta la posición de García Pinasco, Figueroa grita: “¡Vamos a atacarlos a estos hijos de puta!” Experimentaba una gran excitación y bronca a la vez. Aunque no está de acuerdo, el jefe de sección accede. El capitán toma el mando y cruzan el puente para iniciar el asalto. Anadón hace formar en cadena a sus hombres: Vergara, Suarez, Quinteros y dos gendarmes del grupo Alacrán: Natalio Figueredo y Miguel Puentes. Empezaba a advertirse una tenue claridad.
“El objetivo era marchar a la carrera, rodearlos de ambos lados del promontorio, y aniquilarlos a todos, no dejarlos escapar”, rememora el capitán.
Cuando todo estaba listo, Figueroa levantó el brazo derecho e impartió la orden: “¡Al asalto, carajo, vamos a hacerlos mierda a estos hijos de puta!”. Los comandos arremetieron disparando su armamento en automático desde la cadera, con una cadencia de tiro parecida a la ametralladora y vociferando insultos para amedrentar a los británicos. El primero en llegar a la posición enemiga es el impetuoso teniente Anadón, pero comprueba que los paracaidistas ingleses habían huido precipitadamente, llevándose a sus heridos. El enemigo dejó abandonado armamento, equipos, radios, mochilas, carpas, claves de comunicaciones, vestimentas, boinas, guantes, una máquina de fotos y una pequeña bandera inglesa, que pasó a adornar como trofeo el puesto comando de la 601 en Puerto Argentino.
Garcia Pinasco recibió la orden de efectuar un golpe de mano contra el enemigo y emboscarlo
Ante la vertiginosa rapidez del ataque, los paracaidistas dejaron asimismo una radio encendida que utilizaban para comunicarse con el comando superior. Y en la posición había charcos de sangre. Más tarde los combatientes argentinos escucharon tráfico de comunicaciones enemigas, donde se solicitaban helicópteros para evacuar heridos. Al rato, a unos cuatro kilómetros visualizaron una bengala y el descenso de un Sea King con el distintivo blanco de sanidad.
Tras el combate, Guillén levanta al Indio Poggi, y este le dice: “Lavame la herida”. Guillén saca de su mochila una botella triángulo Margaret River y amaga tomársela. “¡Hdp -brama Poggi- no te tomes mi remedio!”.
Parte de los objetos de los paracaidistas ingleses que tomaron los comandos argentinos el 7 junio 1982 (Foto: Nicolás Kasanzew)
De más está decir que los comandos devoraron con fruición los exquisitos alimentos envasados abandonados por los hombres del 3er Batallón de Paracaidistas: compota de manzanas disecadas, chocolates, nueces, galletitas, pasas de uva.
Trago amargo para los brits, pitanza pantagruélica para los argies.
Aunque también hubo hiel para los nuestros. Gendarmería condecoró generosamente a sus dos hombres. Ejército, en cambio, ignoró olímpicamente a los comandos de la 601 que le habían brindado la victoria del Río Murrell.
martes, 25 de junio de 2024
Malvinas: Veterano paracaidista británico recuerda el horror del conflicto
Rothwell, veterano de la Guerra de las Malvinas, recuerda las realidades "sombrías", "tristes" y "aterradoras" del conflicto
La Guerra de las Malvinas fue un conflicto de diez semanas entre Argentina y el Reino Unido en 1982 por dos territorios dependientes de Gran Bretaña en el Atlántico Sur.
Por Alison Bagley || The Telegraph
Un veterano de la Guerra de las Malvinas en Rothwell ha rendido homenaje a sus camaradas que perdieron la vida en la lucha para liberar las islas de la invasión argentina en el 40 aniversario del fin de la guerra.
Como parte de los Ingenieros Reales del Escuadrón de Paracaidistas de la Tropa 9, Joseph Smyth fue uno de los "zapadores" adscritos al 2 Para y participó en la batalla más sangrienta del conflicto: el Monte Longdon.
Las tropas argentinas estaban atrincheradas en la cima de la montaña y los soldados británicos tuvieron que avanzar poco a poco hasta la cima, capturando posiciones defensivas, centímetro a centímetro, en la oscuridad.
Joseph Smyth frente al Memorial de Guerra de Kettering
La batalla nocturna vio algunas de las mayores bajas de la guerra: 23 soldados británicos y 31 argentinos murieron y Smyth, que entonces tenía 19 años, dice que estaba asustado pero que su entrenamiento hizo efecto.
Rothwell, veterano de la Guerra de las Malvinas, recuerda las realidades "sombrías", "tristes" y "aterradoras" del conflicto
La Guerra de las Malvinas fue un conflicto de diez semanas entre Argentina y el Reino Unido en 1982 por dos territorios dependientes de Gran Bretaña en el Atlántico Sur.
Por Alison Bagley Dijo: “No me malinterpretes, me estaba jodiendo. Fue una pelea a corta distancia. En un momento me agaché: había una granada disparada a mi derecha y disparada por encima de mi cabeza.
"Mientras vayas cuesta arriba, irás en la dirección correcta, escuchando las órdenes todo el tiempo y avanzando. En un momento vi a un tipo que no se movía. Lo estaba sacudiendo y sacudiendo, pero estaba muerto. .”
Smyth llegó a las islas tras un viaje de tres semanas. Su tropa finalmente llegó a San Carlos en las Islas Malvinas el 20 de mayo de 1982, después de ser trasladada a una lancha de desembarco del tipo utilizado en el asalto del Día D.
2 Troops preparándose para las batallas nocturnas alrededor de Port Stanley. Fueron asignados al 3 PARA para la batalla nocturna en el Monte Longdon. El señor Smyth es el segundo desde la izquierda.
Con el agua hasta la cintura, los soldados llegaron a la playa y fueron recibidos por un ataque aéreo argentino.
El hombre de 59 años dijo: “Fue como en Salvar al soldado Ryan. Estaba muy asustado. Cuando aterrizamos había una pelea y pudimos ver el fuego trazador. Pensé 'Esto es real'.
"Fue emocionante. No pensé que la guerra progresaría y podría haber terminado cuando llegáramos allí. Se escuchó un grito: 'ataque aéreo rojo, ataque aéreo rojo'. Todos en la playa se tiraron a la arena. Recuerdo que me tapé la cabeza con las manos a pesar de que llevaba casco”.
Los Ingenieros Reales estaban allí para construir, demoler y limpiar minas y luchar como infantería. Marchando a través de las islas durante 50 millas con todo su equipo que pesaba hasta 80 libras, el Sr. Smyth solo durmió un par de horas. Las condiciones eran tan húmedas que muchos soldados desarrollaron pie de trinchera.
Tropas en el MV Norland zarpando hacia las Islas Malvinas; luego, 2 Ingenieros Reales del Escuadrón de Paracaidistas de la Tropa 9 se incorporaron al 2 Para. El señor Smyth está en la segunda fila, segundo desde la izquierda.
Mientras esperaban en la oscuridad sus órdenes, el señor Smyth podía oír la batalla que se desarrollaba a su alrededor.
Dijo: “Estábamos en lo que se llamaba el 'callejón de las bombas'. Los aviones argentinos vendrían por las montañas. Un buen número de barcos fueron alcanzados. Vi cómo atacaban al HMS Antelope. La experiencia fue surrealista”.
Fue el 12 de junio cuando comenzó la Batalla por el Monte Longdon. A medida que avanzaban montaña arriba, las habilidades de español del Sr. Smyth se utilizaron para hablar con los prisioneros de guerra argentinos.
Dijo: “Los soldados argentinos no querían estar allí. Fueron enviados allí. No tengo nada malo que decir sobre ellos. Fue simplemente desafortunado”.
Después de la rendición. Sr. Smyth, primero a la derecha, pasando Moody Brook Barracks hacia Port Stanley
Mientras él y sus camaradas esperaban dos días por la inevitable rendición, todavía estaban siendo bombardeados por armas argentinas.
"Ser bombardeado es una de las cosas más aterradoras. Puedes escuchar el silbido pero no sabes dónde va a caer. Nuestro cabo, Scott Wilson, fue asesinado por un proyectil. Era un tipo realmente encantador.
"No pensé si iba a morir, sólo pensé que quería salir de esto de una sola pieza".
El 14 de junio de 1982, mientras se producía la rendición final, el señor Smyth marchó hacia Port Stanley. Las tropas fueron recibidas con apretones de manos y ofrecimientos de bebidas. Smyth ayudó a limpiar de minas la Casa de Gobierno y logró apoderarse de algunas uvas que crecían en el invernadero oficial.
Los Ingenieros Reales permanecieron en las islas limpiando minas y ayudando a las tropas argentinas a recuperar a sus camaradas apresuradamente enterrados para su repatriación.
Dijo: “Fue horrible. Los prisioneros hicieron un espectáculo lamentable pero fue muy respetuoso”.
Cuando Smyth regresó a casa, sus vecinos salieron a recibirlo con una fiesta callejera.
Dijo: “Fue una victoria fantástica para las fuerzas británicas. Es triste y nunca debería haber sucedido, pero necesitábamos tomar medidas. Envió un mensaje claro de que no se toleraría la agresión”.
Después de una carrera de 15 años en el ejército, el señor Smyth trabaja para una empresa de logística. Además de servir como concejal del Consejo de North Northants y del Ayuntamiento de Rothwell, es sobre Burt, Jonathon Crow, Peter Heddicker, Ian McKay VC, David Scott, Ian Scrivens, Richard Absolon, Stephen Hope, Craig Jones y Christopher Lovett.
sábado, 15 de junio de 2024
domingo, 2 de octubre de 2022
Malvinas: El conscripto Oscar Ledesma abate al jefe del 2 Para
sábado, 1 de octubre de 2022
Malvinas: Goose Green, Tumbledown, Wireless y el 2 Para buscando fuego de apoyo
La batalla de Goose Green de 1982 y mas allá...
Weapons and Warfare4 Scorpions, 4 Scimitars y un Samson fueron a las Malvinas de 3 y 4 Troop, 'B' Sqn, The Blues and Royals. Desempeñaron un papel importante en la recuperación de las islas, ya que fueron los únicos blindados que llegaron a tierra.
Coordinación inadecuada del apoyo de fuego y ausencia de un enfoque de todas las armas
El 2 Para se fijó el objetivo totalmente irrazonable de derrotar a un enemigo atrincherado, establecido en profundidad y desplegado en un frente estrecho con campos de tiro despejados, sin posibilidad de lograr la sorpresa, prácticamente sin posibilidad de flanquear a Piaggi y, quizás lo más imperdonable de todo, sin nada que se acerque al apoyo de fuego adecuado. El hecho de que el HMS Arrow experimentara dificultades técnicas con su arma principal se puede atribuir simplemente a los caprichos de la guerra: la "fricción" de Clausewitz o la "Ley de Sod", y sin duda los artilleros y los técnicos hicieron todo lo posible, aunque, como se supo, sin éxito. para que su arma sea operativa. Pero la falta de apoyo de artillería adecuado en el campo es menos perdonable, a pesar de la pérdida crítica de helicópteros de carga pesada el 25 de mayo. cuando el error de cargar tantas máquinas de vital importancia en un solo barco de transporte expuso lo peor de la mala planificación. En cuanto a la ausencia de apoyo aéreo hasta las fases finales de la batalla, la RAF no tuvo ninguna responsabilidad por ello. Con mejor clima el día 27, los ataques aéreos de Harrier lanzados contra el istmo a pedido de Jones podrían haber logrado gran parte del trabajo antes de que 2 Para incluso abandonara su línea de salida temprano a la mañana siguiente, incluso teniendo en cuenta la presencia de cañones antiaéreos. que ya había demostrado su valía al derribar dos Harriers antes de la batalla. No fue sino hasta las 15:30 horas que aparecieron tres Harriers sobre el campo de batalla, solo uno de los cuales logró atacar la península al este de Goose Green, pero no logró alcanzar los cañones de 35 mm situados allí. Todavía,Sin embargo, si se puede explicar con justicia la falta de disparos navales o apoyo aéreo, la lamentable falta de apoyo de artillería es menos comprensible, con solo tres cañones de 105 mm disponibles; tan pocos, de hecho, que cambiaban continuamente su fuego de una compañía a la siguiente según fuera necesario. Esto significó, por ejemplo, que aunque la Compañía B necesitaba apoyo de fuego durante su avance sobre Boca House, negó a la Compañía A el mismo apoyo que necesitaba Farrar-Hockley para romper el punto muerto en su sector al este, que llegó casi exactamente al mismo tiempo. : 1200 horas. La artillería también gastó una cantidad considerable de municiones en un esfuerzo inútil en el fuego de contrabatería, cuando la falta de inteligencia sobre la ubicación de las armas argentinas hizo que este esfuerzo fuera inútil. La prioridad debería haber sido apoyar a las compañías de fusileros, en particular A y B, aquellos cuyo avance los argentinos sostuvieron con más éxito. Si bien los cañones operaron casi continuamente durante la lucha de catorce horas, y dispararon alrededor de 900 proyectiles, dando una velocidad de disparo de aproximadamente uno por minuto, no lograron proporcionar el peso de fuego requerido para mantener el impulso de las tropas. En resumen, un ataque terrestre requiere el máximo apoyo de fuego para ayudar en su avance; incluso, o quizás especialmente, el soldado ordinario aprecia la solidez de este principio. No obstante, 2 Para prevaleció, pero el nivel de apoyo de fuego proporcionado quince días después durante los asaltos en, en particular, Mount Harriet y Wireless Ridge, debería haber estado presente en Goose Green. Finalmente, dada la naturaleza plana del suelo, incluso la turba blanda, empapada y empapada de agua podría soportar el peso de los tanques ligeros.
Operaciones del 12 al 13 de junio: Mount Tumbledown y Wireless Ridge
En la noche del 12 al 13 de junio, se reanudó la ofensiva, con el esfuerzo principal proveniente de la 5 Brigada en el sur contra las defensas de Puerto Argentino, lo que implicó un ataque del Segundo Batallón de la Guardia Escocesa contra Tumbledown y más al norte, un asalto de 2 Para contra la cresta inalámbrica. La Artillería Real proporcionaría cinco baterías de cañones para apoyar estos esfuerzos, junto con cuatro buques de guerra y los ocho tanques de los Blues and Royals, que habían cruzado la isla desde San Carlos. Mount Tumbledown constituía una posición muy formidable en manos de elementos del 5.º Batallón de Infantería de Marina, quizás la unidad de mayor tamaño que poseían los argentinos en las islas, y representaba el puesto clave en las defensas al oeste de Puerto Argentino. En la evaluación del teniente coronel Scott, comandante del batallón, un ataque a través de las expuestas laderas del sur de la montaña representaba un riesgo demasiado grande para sus guardias, por lo que eligió un avance occidental a lo largo de la cresta de la cumbre sin el beneficio del fuego de apoyo, asegurando así un acercamiento lo más silencioso posible. En la primera fase, una incursión de distracción realizada a lo largo de la vía Fitzroy-Puerto Argentino precedería a la toma por parte de una compañía del extremo occidental de la eminencia, mientras que en la segunda fase otra compañía debía capturar el área alrededor de la cumbre. Por último, una tercera empresa se apoderaría del extremo este.El desvío comenzó a las 20:30 horas, y el avance principal comenzó media hora más tarde en medio de condiciones de congelación. Con el apoyo de tanques ligeros, la fuerza de distracción se enfrentó a los argentinos durante dos horas, seguida de un éxito limitado de otras subunidades que emplearon armas antiblindaje contra la fuerza de distracción que enfrentó a los argentinos durante dos horas, seguida de un éxito limitado de otras subunidades que emplearon armas antiblindaje. -armas blindadas contra búnkeres argentinos; de hecho, a pesar de los esfuerzos de los guardias para usar granadas a una distancia peligrosamente cercana, su avance se vio seriamente frenado. Alrededor de las 02:30 h, los atacantes pidieron apoyo de artillería para romper el callejón sin salida y, después de varios combates cuerpo a cuerpo, un puñado de hombres finalmente llegó a la cima, pero solo después de una lucha de siete horas, con las bayonetas ensangrentadas. Otras compañías hicieron un uso extensivo de sus armas antiblindaje Carl Gustav de 84 mm y armas antitanque ligeras. La lucha no cesó hasta alrededor de las 08.15 horas del 13 de junio, mucho después del amanecer, en el transcurso de la cual los guardias escoceses sufrieron nueve muertos: dos durante la diversión y cinco en el asalto principal, más otros dos por fuego de mortero cuando los proyectiles cayeron mientras los hombres atendían a los heridos. Pasaron poco más de once horas desde el momento en que abandonaron la línea de salida para que los guardias arrebataran la cresta a los argentinos, de los cuales doce fueron hechos prisioneros y quizás el triple de muertos. Representó un logro significativo, aunque tomó mucho más tiempo del previsto, circunstancia que casi con seguridad se atribuye al hecho de que allí se desplegaron las mejores unidades argentinas. Con la caída de Tumbledown se fue el elemento clave en la defensa de Puerto Argentino. Los argentinos evacuaron a sus tropas de Mount William esa noche, dejando solo Wireless Ridge como la última posición elevada para interponerse en el camino de la ofensiva británica.
Animado por su victoria en Goose Green y la única unidad importante a la que se le dio una segunda oportunidad a los argentinos, al 2 Para se le asignó la tarea de apoderarse de Wireless Ridge la misma noche que el ataque de la Guardia Escocesa en Tumbledown, 12 y 13 de junio. . Situada a 3,2 km (2 millas) al noreste de Tumbledown, Wireless Ridge constituía de hecho dos partes separadas de terreno elevado, que el teniente coronel David Chaundler decidió atacar desde el norte. Mientras que 2 Para había recibido muy poco apoyo de fuego en Goose Green, se planeó todo lo contrario para el ataque contra Wireless Ridge. Aquí, el batallón poseía muchos morteros propios, así como algunos del 3 Para, dos baterías de artillería puestas a su disposición durante el transcurso de la noche, otras armas proporcionadas por la Artillería Real si era necesario y la potencia de fuego del HMS Ambuscade. Finalmente, dos Scorpions y dos Scimitars de Blues and Royals estaban disponibles, capaces de ofrecer un apoyo cercano ya que el suelo aquí, en contraste con las otras características asaltadas hasta ahora, no ofrecía lados empinados. El 7º Regimiento defensor, que había luchado contra el 3 Para en Mount Longdon, desplegó las compañías de fusileros habituales, además de francotiradores, ametralladoras pesadas, morteros y artillería.
Chaundler dividió su plan en cuatro fases para incluir fuego de artillería preparatorio. La compañía líder abandonó su línea de salida a las 21:45 h, con el apoyo de Scimitars y Scorpions, y al llegar a una de las alturas descubrió que los defensores se habían retirado bajo el peso del fuego entrante. Sin embargo, mientras los paras buscaban consolidar este terreno recién ocupado, ellos mismos se convirtieron en el objetivo de un bombardeo de artillería. En este punto, hacia el este, otras dos compañías iniciaron su avance desde la línea de salida y se prepararon para enfrentarse a los defensores cuando los argentinos, doblegándose ante la presión de la combinación de fuego de artillería, morteros y ametralladoras dirigido contra su posición, se retiraron. . Mientras tanto, otra compañía de paracaidistas, apoyada por los tanques ligeros de los Blues and Royals junto con Milans y ametralladoras, avanzaba a paso firme. Por cierto, el 2 Para logró apoderarse de la primera mitad de la cresta con poco esfuerzo, pero los defensores ofrecieron una obstinada resistencia en la mitad restante, y los atacantes se vieron obligados a despejar un búnker tras otro. Sin embargo, su avance nunca flaqueó y, finalmente, la defensa se derrumbó, dejando al batallón de Chaundler en posesión de la cresta. Al amanecer, una pequeña fuerza de argentinos asaltó la posición, solo para ser rechazada por los defensores y el fuego de apoyo de morteros y cañones de 105 mm. Cuando el sol salió más alto, los argentinos huyeron en dirección a Puerto Argentino.
A diferencia de Goose Green, en Wireless Ridge el 2 Para había encontrado poca resistencia, recibió un apoyo de fuego significativo de tanques y artillería y había aprendido de la dura experiencia de quince días antes. La caída de Wireless Ridge y Monte Tumbledown rompió la parte posterior de la red defensiva argentina cerca de Puerto Argentino y el 14 de junio, desafiando las órdenes de Galtieri de resistir, Menéndez acordó un alto el fuego y su rendición total se hizo efectiva a las 20:59 horas hora local.
viernes, 12 de agosto de 2022
lunes, 4 de julio de 2022
Malvinas: A-4 indicativo "Jaguar" volviendo de una misión
Ataque del 24 de mayo de 1982, indicativo "Jaguar"
24 de Mayo de 1982
Tres A-4C Skyhawk, indicativo "Jaguar". Despegaron de San Julián a las 10:00 hs. Tripulación: 1er Teniente José Vázquez (C-324), Alférez Guillermo Martínez (C-318) y Teniente Jorge Bono (C-305).
Llegaron a la zona del blanco aproximadamente a las 11:30 hs, sin ser interceptados. Se dirigieron a la Bahía San Carlos con rumbo 190/220, lanzaron seis bombas sobre la fragata Arrow. Un numeral vio una llamarada en la estructura. Estimaron ocho/diez buques en el estrecho. Uno fue identificado como el Canberra. Recibieron mucho fuego antiaérea de los buques y tierra. Al salir comprobaron que los tres aviones perdían combustible abundantemente.
Eyectaron tanques y volaron con rumbo 210º durante tres minutos. El jefe de escuadrilla ordenó la eyección al Nº 3, pero este informó que aún tenía 3.000 lb.
Colocaron rumbo 260º en ascenso, sobre estrecho de San Carlos. Vieron un buque y descendieron nuevamente. Al terminar de cruzar el estrecho (5 MN al norte de Bahía Fox) ascendieron y chequearon combustible, Nº 1: 1.500 lb, Nº 2: 2.280 lb y Nº 3: 2.500 lb.
Cruzaron la Gran Malvina en ascenso, pero al entrar al mar, al norte de la isla San Jorge, observaron al Nº 3 (Teniente Bono) iniciar suave viraje descendente e impactar en el mar.
Existen dudas sobre su eyección pero, de todas maneras, cayó al mar helado. Solicitaron al Hercules KC-130 "Madrid 2", que los guiara; lo hallaron en el nivel de vuelo 100 y se acoplaron (el Nº 1 tenía 200 lb y el Nº 2 tenía 1.200 lb). Así acoplados al Hércules llegaron al continente, hasta 30 MN de San Julián donde desacoplaron, y aterrizaron a las 13:00 hs. El Hércules KC-130 trasvasó al Nº 1, 39.000 LB y, para auxiliar a los "Jaguar", tuvo que acercarse hasta 60 MN al oeste de la Gran Malvina.
Esta salida se inscribirá en la historia mundial de la aviación por el arrojo sin límite de sus pilotos. El Teniente Jorge Bono, que podía haberse eyectado y descendido blandamente con su paracaídas, ofrendó su vida. Pocos días más tarde, el 30 de mayo, en el ataque al portaaviones Invincible lo seguiría el 1er Teniente José Vázquez.
Honor y gloria a los Héroes de Malvinas!!
Foto tomada por personal del Regimiento 2 Para Inglés apostado en el Monte Sussex, se cree que se trata de la escuadrilla Jaguar realizando su escape luego de haber atacado a la HMS Arrow - creditos a quien corresponda.