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lunes, 26 de agosto de 2024
miércoles, 19 de febrero de 2020
SGM: La actitud de los países neutrales
Cómo los países neutrales respondieron a la Segunda Guerra Mundial: algunos hicieron una fortuna con ella
Andrew Knighton || War History Online
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, parecía preparada para redefinir la forma de Europa. A pesar de esto, muchos países del continente trataron de mantenerse neutrales, en lugar de arriesgarse a tomar partido. Algunos mantuvieron esta postura durante la guerra, pero otros encontraron sus manos forzadas.
Dinamarca
Los daneses tenían poca simpatía por las políticas agresivas y racistas de Hitler. Pero viviendo justo al norte de Alemania y ampliamente superados en términos de hombres y poderío militar, no estaban en condiciones de ofrecer una resistencia real. Entonces, cuando llegó la guerra, los daneses intentaron mantenerse neutrales.Esto no terminó bien para ellos. En abril de 1940, los alemanes invadieron Dinamarca en su camino para tomar Noruega. El país cayó rápidamente.
Vehículos blindados alemanes que se mueven por una ciudad danesa. Por Bundesarchiv Bild CC-BY-SA 3.0
En los años que siguieron, se registraron bajas relativamente bajas para una nación ocupada, aunque unos pocos miles de daneses murieron tanto en casa como en la lucha por los alemanes en el frente oriental.
Noruega
Noruega tenía una posición estratégicamente importante, controlando puertos con acceso al Atlántico Norte y sentando a horcajadas las rutas comerciales para el hierro sueco.
Un tanque alemán Neubaufahrzeug avanzando por las calles de Lillehammer en abril de 1940
Los noruegos intentaron permanecer neutrales, pero su país era tan importante que tanto los alemanes como los aliados hicieron planes para invadir. Cuando los alemanes comenzaron primero, los noruegos eligieron el menor de los dos males y se unieron a los Aliados, pero ya era demasiado tarde para evitar ser invadidos.
Gebirgsjäger alemanes avanzan hacia el norte cerca de Snåsa. Foto: Karl Marth CC BY-SA 2.0
Suecia
Una fuente de hierro de alta calidad vital para el esfuerzo de guerra, Suecia fue un proveedor importante para ambos lados, particularmente los alemanes.
Al igual que otros escandinavos, los suecos intentaron mantenerse neutrales, y en este caso tuvieron éxito. Una vez que Noruega cayó, el hierro no pudo exportarse a Gran Bretaña, por lo que los alemanes no tuvieron necesidad de tomar Suecia por la fuerza.
Soldado sueco durante la Segunda Guerra Mundial
Los suecos siguieron exportando hierro a Alemania y dejaron que las tropas alemanas cruzaran el país en lugar de arriesgarse a provocar a Hitler. Muchos suecos estaban más alineados con la causa aliada, y se convirtieron en una fuente de inteligencia valiosa para los aliados.
Bélgica, los Países Bajos y Luxemburgo
Bélgica y los Países Bajos temieron con razón la invasión una vez que se abrió el Frente Occidental. Para evitar esto, se unieron para tratar de hacer las paces entre las partes opuestas. Fue un esfuerzo inútil, ya que Hitler ya había decidido su destino.
La caballería alemana desfila frente al Palacio Real de Bruselas poco después de la invasión, mayo de 1940. Por Bundesarchiv - CC BY-SA 3.0 de
Al igual que Dinamarca, estos países se convirtieron en objetivos no por sus recursos o su posición política, sino por su ubicación. Como en la Primera Guerra Mundial, las tropas alemanas invadieron los Países Bajos para flanquear a los franceses.
Bélgica, los Países Bajos y Luxemburgo pronto cayeron en manos de los ejércitos superiores de los invasores.
Henri Winkelman (centro), justo después de firmar la capitulación holandesa, 15 de mayo de 1940. Por Bundesarchiv - CC BY-SA 3.0 de
Después de esto, oficiales y tropas exiliados belgas y holandeses se unieron a la causa aliada. Sus movimientos de resistencia ayudaron a los aviadores aliados derribados a evadir el cautiverio y contribuyeron a la recolección de inteligencia y el sabotaje contra los nazis.
Incluso el pequeño Luxemburgo, violada su neutralidad, terminó luchando. Los soldados luxemburgueses exiliados formaron una unidad de artillería que se unió a las fuerzas aliadas en la liberación de Europa occidental.
Los soldados estadounidenses del 3. ° Batallón 119. ° Regimiento de Infantería son hechos prisioneros por miembros de Kampfgruppe Peiper en Stoumont, Bélgica, el 19 de diciembre de 1944.
España
El régimen falangista del general Franco demostró todo el autoritarismo brutal de otros gobiernos fascistas, por lo que habría sido una forma natural de unirse a los poderes del Eje. Los alemanes e italianos incluso habían proporcionado hombres y recursos para ayudar a Franco en la guerra civil que lo llevó al poder.
Miembros de la Legión Cóndor, una unidad compuesta por voluntarios de la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) y viceversa.
Soldados voluntarios españoles en un acto
Portugal
La actitud de Portugal fue ampliamente proaliada, en gran parte debido a las buenas relaciones del país con el Reino Unido. Las dos naciones eran aliadas que se habían ayudado mutuamente en el pasado, sobre todo cuando Gran Bretaña liberó a Portugal del imperio de Napoleón más de un siglo antes.Pero si la Península Ibérica se vio envuelta en la guerra, entonces había muchas posibilidades de que Portugal fuera invadido por los españoles más poderosos, por lo que la neutralidad era la única opción segura.
El gobierno portugués mantuvo una postura estrictamente neutral. Los ciudadanos portugueses, por otro lado, hicieron importantes donaciones a un Fondo Spitfire para ayudar a apoyar a la Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña, una situación vergonzosa para el gobierno.
Primeros modelos del Spitfire antes de la Batalla de Gran Bretaña.
Suiza
Rodeada por los países del Eje y sus conquistas, Suiza podría haber parecido un objetivo natural para Alemania y sus aliados.Pero los suizos tenían una larga historia de neutralidad armada, una que nadie estaba dispuesto a interrumpir. Con su terreno montañoso y su voluntad de formar grandes milicias ciudadanas, Suiza asustó a los posibles invasores.
Patrulla fronteriza suiza en los Alpes durante la Segunda Guerra Mundial.
Suiza se benefició de la guerra gracias a que los nazis depositaron el arte y el oro de la Europa saqueada en sus bancos. Esto ha convertido al país en el partido neutral más famoso de la guerra, y podría decirse que es el más infame.
Turquía
Antes de que estallara la guerra, Turquía tenía un pacto de amistad con Gran Bretaña y Francia. Pero el miedo a los poderes del Eje llevó al país a evitar actuar en esto, y los Aliados no presionaron el tema.Equipo turco MG08 en el minarete del Museo de Santa Sofía, 1941.
Turquía negoció con ambas partes e hizo un tratado de amistad con Alemania cuando ese país se acercó peligrosamente, invadiendo regiones vecinas. Turquía declaró la guerra a Alemania en las etapas finales de la guerra, pero nunca luchó.
Irlanda
La República de Irlanda fue el único país de la Commonwealth que no respaldó a Gran Bretaña en la guerra. Los irlandeses se mantuvieron neutrales, viviendo en estado de emergencia mientras la guerra se extendía al otro lado del mar.Los irlandeses quedaron libres para trabajar o luchar por los países beligerantes. Decenas de miles se inscribieron con los británicos. Mientras tanto, los combatientes de ambos bandos que terminaron en Irlanda fueron internados juntos en campos de prisioneros, de conformidad con el derecho internacional.
jueves, 18 de julio de 2019
Armas caseras: Lanzagranadas sin retroceso PIRA (IRA)
Lanzador de granadas PIRA casero de la resistencia irlandesa
Revista Militar (Original en ruso)El Ejército Republicano Irlandés Provisional, PIRA, desarrolló desde cero un lanzador sin retroceso PRIG (granada improvisada sin retroceso proyectada) hecho por ellos mismos. No preguntes por qué se llamaba así, solo los irlandeses entienden la política interna de la resistencia irlandesa.
Esta arma fue diseñada para usarse contra vehículos blindados livianos y, de hecho, se usó con éxito, a pesar de que fue uno de los lanzadores de granadas más originales de mi memoria.
El lanzador consiste en una longitud de tubo de acero, dividido en dos por un mango soldado al medio. En lugar de un mecanismo de activación complejo, aquí se utiliza el disparo eléctrico con un botón de inicio: un circuito eléctrico simple, que generalmente incluía un fusible de interruptor y, a veces, un indicador luminoso.
El propio proyectil consistía en una lata común llena con 600 gramos de explosivos Semtex y equipada con un inserto de cono de metal para crear un efecto acumulativo. Desde el cañón, esta granada improvisada fue expulsada por una carga de pólvora separada.
Sin embargo, la granada no es la más entretenida en el diseño del PIRA. El hecho es que la tubería detrás de la manija no quedó vacía. Hubo un "contraataque", diseñado para compensar la devolución.
Sinceramente, cuando lo leí en inglés, al principio pensé que no entendía algo, pero no, resultó ser cierto. El "contraataque" consistió en dos paquetes de galletas envueltas en servilletas de tela. No hay comentarios.
Esta arma se usó en al menos once ataques terroristas a principios de la década de 1990 y con frecuencia apareció en los materiales promocionales del IRA.
Como cualquier otra arma de fabricación propia, el PRIG tuvo varias modificaciones. Este esquema es una opción algo más simple.
¿Por qué los irlandeses necesitaron exactamente un lanzagranadas sin retroceso, mientras que también tenían diseños más tradicionales, por ejemplo, IPG (granada proyectada improvisada)?
Se acostumbra a explicar la creación de PRIG por el hecho de que el tiroteo de IPG dejó contusiones características, según las cuales las autoridades británicas calcularon con éxito los militantes.
P. S. El punto culminante de la tecnología militar IRA fue el Mark-15 “Barrack Buster”, un pesado cilindro de propano adaptado para disparar cilindros más pequeños llenos con aproximadamente 100 kg de explosivos. De acuerdo, similares a los que ahora se encuentran en abundancia en Siria.
Increíble, pero cierto. De los morteros de este "modelo" derribaron un par de helicópteros del ejército.
PD: Este artículo es una traducción gratuita del material "El lanzagranadas de granada improvisada sin retroceso del IRA" del blog Improvised Firearm en idioma inglés. Escribo sobre un arma atípica, de fabricación propia y simplemente extraña en el canal GunFreak Telegram.
sábado, 12 de mayo de 2018
PGM: Harold Duggan, un héroe irlandés argentino en las trincheras
El héroe argentino que sobrevivió a las trincheras de la Primera Guerra Mundial
La NaciónDebía ser la última guerra, la que iba a resolver todos los pleitos. Y sería breve. Los soldados rasos se despedían de sus novias, con besos apasionados, en los muelles del puerto y los andenes del tren. Los oficiales contaban con una victoria rápida, segura y aplastante. Y los políticos de las grandes capitales europeas, de París a Berlín y de Londres a Viena, soñaban con la rendición incondicional del enemigo, para dejar en claro quién era el más fuerte.
Pero se equivocaban. Miles, millones de jóvenes combatientes y civiles de todas las edades no volverían a ver la luz del día. Fueron arrastrados por el vértigo de un conflicto interminable, que arrasó en unos meses con las ingenuas previsiones trazadas en las salas de guerra.
Pasada la sorpresa, cuando ya estaban claros los tantos, el argentino Harold Duggan, de familia irlandesa, decidió dejarlo todo y entrar al conflicto enrolándose en el ejército británico. Las fuerzas alemanas avanzaban en Europa y no planeaban detenerse. Pero Harold, a sus 18 años, estaba entre quienes estaban dispuestos en demostrarles su error.
Harold Duggan, el segundo (de izquierda a derecha) en la fila de adelante, junto a otros oficiales del ejército británico Fuente: LA NACION - Crédito: Santiago Cichero/AFV
"Nunca habló con su familia sobre la guerra, no hubo bajada de línea a sus hijos de cómo fueron las cosas. Sólo estaban las cartas y algunas anécdotas", dijo a La Nación uno de sus nietos, Paul Duggan, que estudió a fondo esos años oscuros de trincheras, bombas y gases.
Paul quería saber quién era ese ancestro aventurero que de pronto, a los 18 años, dejó la seguridad de una carrera universitaria, en Londres, para saltar a los pozos infectos de las trincheras en el norte de Francia, convertidas en el hábitat natural de los soldados de los dos bandos.
Y así fue descubriendo cómo fue que Harold llegó a obtener esas tres grandes condecoraciones de las que se hablaba en la familia, de generación en generación, y que lo hicieron casi con seguridad el argentino más condecorado por el gobierno británico en esa guerra lejana: obtuvo dos veces la Military Cross y una la Distinguished Service Order.
Paul Duggan, nieto de Harold, con algunas de las medallas con las que fue condecorado Fuente: LA NACION - Crédito: Santiago Cichero/AFV
No hay consenso sobre cuántos combatientes partieron de la Argentina a pelear en el teatro de guerra europeo. Pero fueron decenas de miles, la mayoría descendientes de inmigrantes de las naciones en conflicto, o ciudadanos de esos países que trabajaban como expatriados.
Harold, nacido en Rojas, en la provincia de Buenos Aires, estaba en Londres cuando estalló la guerra en 1914. Tiempo después se presentó a la oficina de reclutamiento y le dio un giro dramático a una vida comenzada en el campo de Rojas y que pasaba al campo de batalla. Debía enfrentar no sólo las armas de los alemanes, sino la corte de enfermedades que atacaban como enemigos invisibles a soldados y oficiales.
Harold pudo estar entre esos miles de jóvenes que se ven en las fotos de la época, chicos retratados en sepia que esperan en colas serpenteantes frente a la puerta de la Army Recruiting Office. Chicos de gorra o sombrero, abrigos largos, sonrisas anchas y miradas decididas.
Mapas del ejército británico de los distintos frentes de batalla Fuente: LA NACION - Crédito: Santiago Cichero/AFV
"Me alisté como voluntario para una misión bastante dura pero para el momento en que recibas esto va a haber terminado todo y te voy a escribir en la primera oportunidad. Sé que voy a estar bien y si da resultado va a ser una gran cosa", decía en una carta enviada a su padre en julio de 1916.
¿Misión bastante dura? Harold no quería preocupar a su familia y se quedó deliberadamente corto. Comenzaba la batalla del Somme, en el norte de Francia, donde ganó su primera condecoración y donde los británicos sufrieron 60.000 bajas sólo el primer día. Un saldo que se recuerda como la peor masacre sufrida por las tropas británicas en su larga historia. Entre alemanes, franceses y británicos, los cinco meses de combate del Somme dejaron un millón de bajas.
Harold ejerció desde el vamos funciones de mando, aunque siempre estaba un paso delante del nombramiento oficial. La primera condecoración la recibió durante un episodio brutalmente sangriento con los alemanes, donde las bajas eran tan numerosas que, según averiguó Paul, "cuando llegó al lugar donde había frenado su grupo, no había nadie a quien obedecer, así que se hizo cargo".
Mapa trazado a mano por el propio Harold Duggan en una de las posiciones desplegadas por los británicos en Francia Fuente: LA NACION - Crédito: Santiago Cichero/AFV
"Estoy en un descanso pero he estado en el mismo centro de este show desde la última vez que te escribí. Estoy al frente de una compañía (.) espero que un mayor o un capitán no tarde en tomar el mando porque soy demasiado joven para una posición de esta responsabilidad", escribió Harold en otra carta a su padre. Tenía 20 años.
Harold voló tres veces por los aires en esos meses del Somme, y dos veces quedó completamente enterrado, según relató en sus cartas. Pero no se quejaba. Todo lo contrario: decía que era un hombre de suerte. ¿Acaso no seguía vivo? Y eso que a las heridas le sumó el llamado "pie de trinchera", una enfermedad provocada por la humedad en esos túneles donde las tropas desgajaban las hojas del calendario.
Una medalla se la colgó el rey George V, en el Palacio de Buckingham, donde asistió tras recibir un telegrama de invitación. Estaba orgulloso por el llamado. Pero no se dejó impresionar por los fastos del palacio, por el eco de sus pasos en los salones, ni por los largos corredores cubiertos de retratos de la realeza en los que avanzaba caminando con un abigarrado grupo de escoltas.
Condecoraciones y otros recuerdos personales de la guerra Fuente: LA NACION - Crédito: Santiago Cichero/AFV
"Traté de no tropezarme con la espada", dijo Harold en tono de broma, como resumen de esa expedición a Buckingham a la que fue con traje de gala. Para él lo más importante, sin duda, estaba en el campo de batalla, en la zona de guerra donde regresaba (medianamente) recuperado de sus aflicciones. Las trincheras eran su elemento. Un elemento incómodo e insalubre, pero el lugar que le exigía la hora.
¿Y cómo era Harold cuando no estaba embarrado en las trincheras, peleando cuerpo a cuerpo, esquivando la munición enemiga o volando por los aires? Paul recuerda que no perdía el buen ánimo ni en los peores momentos, que era un líder natural entre la tropa y que sabía poner paños fríos donde otros se dejaban ganar por el pánico.
Irónico y sutil, tenía el rasgo de quitarle dramatismo a la situación. Como esa mañana en que un soldado entró a las corridas al búnker donde conversaba con un comandante. Era temprano, no se oían estruendos de morteros ni silbidos de balas. Pero habían descubierto bombas no detonadas en las instalaciones y debían salir cuanto antes. No cabían dilaciones... O tal vez sí. "Primero vamos a desayunar -respondió Harold- y después nos vamos".
miércoles, 26 de julio de 2017
SGM: Un caso de neutralidad
Un caso de neutralidad
por el comandante John Hereward Allix
Tras la actividad febril de la invasión de Normandía en 1944, vino el anticlímax con el traslado de nuestra escuadrilla de bombarderos, de Inglaterra a las orillas del estuario Lough Foyle, en el norte de Irlanda. Nuestra misión (excursiones nocturnas, de largo radio, a la caza de submarinos) prometía ser monótona: las probabilidades de encontrar un submarino alemán que hubiera salido a la superficie eran mínimas.
Estuario de Lough Foyle:
A poco de llegar al nuevo aeródromo se nos puso en guardia, lo cual significaba dormir en traje de vuelo y estar preparados para despegar con media hora de aviso. Una noche, a eso de las tres de la madrugada, el ordenanza de la sala de maniobras me despertó. El enemigo nos había atacado, como quien dice, en nuestras propias barbas. A los cinco minutos mi tripulación y yo (seis hombres bostezando), nos hallábamos reunidos en la sala de mando. A los 20 minutos ya estábamos volando. Me dirigía hacia alta mar con mi Vickers Wellington, cuando percibí un resplandor hacia el Oeste, seguido del fulgor rojo característico de un buque incendiado por un torpedo. En rápida sucesión fueron torpedeados tres barcos. Mi único pensamiento era destruir aquel submarino.
Bombardero Vickers Wellington:
Desgraciadamente, ni por un instante se lo vió en la superficie. Una nave de la Armada Inglesa percibió su eco y comenzó a perseguirlo, hasta que el submarino se internó en aguas neutrales de la República de Irlanda, cerca de la desembocadura del Lough Swilly, largo brazo de mar que se adentra profundamente por el condado de Donegal. Después de aquello, aún con patrullaje incesante de la zona, el submarino atacó una y otra vez, y siempre lograba perderse en su refugio neutral.
Condado de Donegal:
Unas semanas después mi dotación se dispersó, habiendo cumplido algunos de sus miembros su turno de operaciones. Yo quedé, temporalmente, franco de servicios de vuelo. Conseguí dos días de licencia y, cruzando la frontera, entré en la República de Irlanda y me dirigí a Buncrana, pueblo a orillas del Lough Swilly. Para un oficial de las fuerzas de Su Majestad Británica, no era sin duda lo indicado ingresar en Irlanda, pero lo veníamos haciendo (vestidos de civil) casi todos los soldados ingleses acampados cerca de la frontera, con el tácito consentimiento de los guardias de ambos lados. En Irlanda la comida era abundante, no había racionamiento y la bebida era barata. Resultaba muy agradable el cambio.
Buncrana hoy:
Ya en Buncrana me fui al bar de la hostería para tomarme un trago, antes de la cena. El local estaba vacío, con la excepción de un hombre rubio, que fumaba su pipa ante una botella doble de cerveza. Pedí para mí otra cerveza y trabamos conversación. Debía uno tener cuidado con lo que decía, pues nos podían internar si éramos descubiertos. El rubio se mostraba cauteloso también, y así evadíamos toda mención de nuestras respectivas unidades, de las operaciones de guerra, de temas que pudiesen ponernos en evidencia. Era fácil, instructivo y grato charlar con aquel sujeto. Pero había en su persona alguna cosa indefiniblemente singular. De modo instintivo, percibía que el rubio no tenía nada que ver con la Real Fuerza Aérea. Tampoco me era posible imaginármelo como un oficial de la Armada o del Ejército ingleses. Bebimos unas cervezas y jugamos a tirar dados. Entretanto, el problema de la identificación de aquel hombre latía en el fondo de mi pensamiento. Su inglés era el que se estila en Oxford y en Cambridge, y sus modales, los de un caballero. Me fijé en su indumentaria. La chaqueta deportiva de lana y los pantalones de franela eran de buen corte. Ahora bien, yo no podía imaginarme a nadie en Inglaterra que llevase prendas semejantes. De todos modos, era buena compañía. Lo invité a cenar conmigo. Aceptó.
-A propósito- le señalé –no nos hemos presentado. Me llamo John-
Vaciló un segundo antes de tenderme la mano. Dijo que se llamaba Charles. Durante la comida le formulé varias preguntas capciosas, que contestó con bastante naturalidad. Desde luego, parecía conocer bien el Londres central, y aún mejor la ciudad de Oxford. Su conocimiento de Inglaterra no parecía, sin embargo, ser reciente, y las referencias a los cambios en tiempo de guerra lo ponían un tanto nervioso. A estas alturas, ya estaba yo convencido de que había algo raro en este tipo. De pronto, mi sospecha se definió en un especulación concreta: ¿Podría ser?...¡Sí, «debía» ser alemán! Las deducciones siguientes se sucedieron una tras otra: podía pertenecer al personal de la embajada alemana en Dublín; pero, en tal supuesto, ¿qué hacía en Buncrana? Pensé en el submarino. ¡Desde luego! ¡Aquí estaba el secreto! ¿Un empleado subalterno de la embajada, enviado a intercambiar señales con el sumergible? ¿Acaso un miembro de la dotación? ¿O su propio comandante? De pronto, me di cuenta de que Charles me miraba de un modo extraño. La verdad era que yo había dejado de escucharle.
Entonces exclamé: -Perdóneme, ¿qué decía usted, «Karl»?-
En rigor, no tuve la intención expresa de hacer nada tan tosco, pero el efecto de la traducción al alemán del nombre Charles fue como una descarga eléctrica. Perdió el color, se le demudó el semblante. Yo mismo quedé tan sorprendido que mi pensamiento, momentáneamente, rehusaba aceptar esta loca conjetura como una realidad, y debía de aparecer tan alarmado como mi interlocutor. Me di cuenta de que me había quedado mirándole con una sonrisa estúpida. Fue, de seguro, lo mejor que pude hacer, porque recobró el color y logró sonreír. Con la voz más natural que pude, murmuré: -Me he permitido una broma completamente tonta. ¡Lo siento mucho!-
-Está bien. Usted gana. Es cierto, soy alemán –replicó- ¿Y qué piensa hacer ahora?-
En verdad, no se me ocurría solución alguna. Me mantuve en silencio. Mi compañero recobró la compostura más pronto que yo y, sin darme tiempo a ordenar mis enredadas ideas, afirmó despacio: -Empiezo a comprender, John. ¡Usted también!-
-Sí- repuse –mi posición no es mejor que la de usted. Nos pueden internar a ambos-
La situación parecía tan ridícula que me eché a reír y le dije: -Supongo que será usted el comandante del submarino escondido ahí, en el Lough-
Como si le chocasen mis palabras, replicó:
-¿De qué está usted hablando?
-La cosa es obvia. Yo soy miembro de una escuadrilla de bombarderos antisubmarinos. Hace ya semanas que venimos buscando la manera de enviarlos a ustedes al infierno-
-Tiene toda la razón- dijo, tranquilizado de nuevo –Soy el comandante del submarino. Mire, voy a echarme otro trago, amigo. ¿Y usted?-
Me hacía falta pensar lo que debía hacer, y así, mientras los tragos venían, di unos pasos hacia la chimenea y aparenté contemplar el cuadro que colgaba sobre ella, mientras cargaba la pipa. ¿Debía llamar a la policía y hacer que arrestaran a Karl? En tal caso, me pedirían mis papeles de identidad y probablemente nos meterían a los dos en la cárcel por la duración de la guerra, con lo que ambos dejaríamos de servir a nuestras respectivas patrias. ¿Debía, en cambio, aceptar la tesis de que este territorio neutral nos daba a ambos inmunidad temporal, tal como la daban las iglesias en los tiempos antiguos? Me decidí por lo segundo, es decir, respetar este asilo neutral que se nos presentaba.
Volviéndome a Karl, le manifesté que no veía ninguna necesidad de adoptar una actitud beligerante, sólo por el hecho de que a pocos kilómetros de distancia, en circunstancias diferentes, tuviéramos que intentar matarnos el uno al otro. Se mostró de acuerdo.
Tomamos nuestros vasos de cerveza en el jardín, sentados sobre un banquillo, bajo las ramas de un castaño. Allí supe de qué modo Karl aprendió a hablar tan buen inglés. Su padre había sido jefe de la sucursal de una compañía alemana que comerciaba en Londres, y Karl se había educado en un colegio particular inglés y en la Universidad de Oxford. Había regresado a su país sólo un año antes del comienzo de las hostilidades. Le pregunté cómo había venido a tierra. Me explicó que el submarino había salido a la superficie la noche anterior, y dos miembros de su tripulación lo trajeron a tierra, en un bote de goma, remando desde una distancia de dos millas de la costa. Los marineros volverían por él después de la medianoche.
-He aprovechado la mañana –me dijo- comprando huevos por las granjas. La comida se vuelve bien insulsa en el submarino, y los tripulantes no han comido huevos frescos desde hace meses. Tengo unas buenas provisiones escondidas en un helechal camino abajo-
Cuando ya anochecía, Karl me dijo que debía irse. Caminé con él hasta la salida del pueblo. Pasada la última casa, me detuve.
-Confío en que escape usted con vida de esta guerra, Karl-
-Yo también... y le deseo lo mismo-
-Lo mejor que puede hacer es quitarse de mi camino. Sentiría tener que reventarle con una de mis bombas-
-No se preocupe- me respondió- No le daré ocasión-
Y se fue alejando lentamente.
Yo me quedé allí, atrapado por una mezcla de sentimientos dispares, mientras oía cómo las pisadas crujientes de Karl se iban extinguiendo en el arenoso camino irlandés.
Fuente: Historias Secretas de la Última Guerra.
por el comandante John Hereward Allix
Tras la actividad febril de la invasión de Normandía en 1944, vino el anticlímax con el traslado de nuestra escuadrilla de bombarderos, de Inglaterra a las orillas del estuario Lough Foyle, en el norte de Irlanda. Nuestra misión (excursiones nocturnas, de largo radio, a la caza de submarinos) prometía ser monótona: las probabilidades de encontrar un submarino alemán que hubiera salido a la superficie eran mínimas.
Estuario de Lough Foyle:
A poco de llegar al nuevo aeródromo se nos puso en guardia, lo cual significaba dormir en traje de vuelo y estar preparados para despegar con media hora de aviso. Una noche, a eso de las tres de la madrugada, el ordenanza de la sala de maniobras me despertó. El enemigo nos había atacado, como quien dice, en nuestras propias barbas. A los cinco minutos mi tripulación y yo (seis hombres bostezando), nos hallábamos reunidos en la sala de mando. A los 20 minutos ya estábamos volando. Me dirigía hacia alta mar con mi Vickers Wellington, cuando percibí un resplandor hacia el Oeste, seguido del fulgor rojo característico de un buque incendiado por un torpedo. En rápida sucesión fueron torpedeados tres barcos. Mi único pensamiento era destruir aquel submarino.
Bombardero Vickers Wellington:
Desgraciadamente, ni por un instante se lo vió en la superficie. Una nave de la Armada Inglesa percibió su eco y comenzó a perseguirlo, hasta que el submarino se internó en aguas neutrales de la República de Irlanda, cerca de la desembocadura del Lough Swilly, largo brazo de mar que se adentra profundamente por el condado de Donegal. Después de aquello, aún con patrullaje incesante de la zona, el submarino atacó una y otra vez, y siempre lograba perderse en su refugio neutral.
Condado de Donegal:
Unas semanas después mi dotación se dispersó, habiendo cumplido algunos de sus miembros su turno de operaciones. Yo quedé, temporalmente, franco de servicios de vuelo. Conseguí dos días de licencia y, cruzando la frontera, entré en la República de Irlanda y me dirigí a Buncrana, pueblo a orillas del Lough Swilly. Para un oficial de las fuerzas de Su Majestad Británica, no era sin duda lo indicado ingresar en Irlanda, pero lo veníamos haciendo (vestidos de civil) casi todos los soldados ingleses acampados cerca de la frontera, con el tácito consentimiento de los guardias de ambos lados. En Irlanda la comida era abundante, no había racionamiento y la bebida era barata. Resultaba muy agradable el cambio.
Buncrana hoy:
Ya en Buncrana me fui al bar de la hostería para tomarme un trago, antes de la cena. El local estaba vacío, con la excepción de un hombre rubio, que fumaba su pipa ante una botella doble de cerveza. Pedí para mí otra cerveza y trabamos conversación. Debía uno tener cuidado con lo que decía, pues nos podían internar si éramos descubiertos. El rubio se mostraba cauteloso también, y así evadíamos toda mención de nuestras respectivas unidades, de las operaciones de guerra, de temas que pudiesen ponernos en evidencia. Era fácil, instructivo y grato charlar con aquel sujeto. Pero había en su persona alguna cosa indefiniblemente singular. De modo instintivo, percibía que el rubio no tenía nada que ver con la Real Fuerza Aérea. Tampoco me era posible imaginármelo como un oficial de la Armada o del Ejército ingleses. Bebimos unas cervezas y jugamos a tirar dados. Entretanto, el problema de la identificación de aquel hombre latía en el fondo de mi pensamiento. Su inglés era el que se estila en Oxford y en Cambridge, y sus modales, los de un caballero. Me fijé en su indumentaria. La chaqueta deportiva de lana y los pantalones de franela eran de buen corte. Ahora bien, yo no podía imaginarme a nadie en Inglaterra que llevase prendas semejantes. De todos modos, era buena compañía. Lo invité a cenar conmigo. Aceptó.
-A propósito- le señalé –no nos hemos presentado. Me llamo John-
Vaciló un segundo antes de tenderme la mano. Dijo que se llamaba Charles. Durante la comida le formulé varias preguntas capciosas, que contestó con bastante naturalidad. Desde luego, parecía conocer bien el Londres central, y aún mejor la ciudad de Oxford. Su conocimiento de Inglaterra no parecía, sin embargo, ser reciente, y las referencias a los cambios en tiempo de guerra lo ponían un tanto nervioso. A estas alturas, ya estaba yo convencido de que había algo raro en este tipo. De pronto, mi sospecha se definió en un especulación concreta: ¿Podría ser?...¡Sí, «debía» ser alemán! Las deducciones siguientes se sucedieron una tras otra: podía pertenecer al personal de la embajada alemana en Dublín; pero, en tal supuesto, ¿qué hacía en Buncrana? Pensé en el submarino. ¡Desde luego! ¡Aquí estaba el secreto! ¿Un empleado subalterno de la embajada, enviado a intercambiar señales con el sumergible? ¿Acaso un miembro de la dotación? ¿O su propio comandante? De pronto, me di cuenta de que Charles me miraba de un modo extraño. La verdad era que yo había dejado de escucharle.
Entonces exclamé: -Perdóneme, ¿qué decía usted, «Karl»?-
En rigor, no tuve la intención expresa de hacer nada tan tosco, pero el efecto de la traducción al alemán del nombre Charles fue como una descarga eléctrica. Perdió el color, se le demudó el semblante. Yo mismo quedé tan sorprendido que mi pensamiento, momentáneamente, rehusaba aceptar esta loca conjetura como una realidad, y debía de aparecer tan alarmado como mi interlocutor. Me di cuenta de que me había quedado mirándole con una sonrisa estúpida. Fue, de seguro, lo mejor que pude hacer, porque recobró el color y logró sonreír. Con la voz más natural que pude, murmuré: -Me he permitido una broma completamente tonta. ¡Lo siento mucho!-
-Está bien. Usted gana. Es cierto, soy alemán –replicó- ¿Y qué piensa hacer ahora?-
En verdad, no se me ocurría solución alguna. Me mantuve en silencio. Mi compañero recobró la compostura más pronto que yo y, sin darme tiempo a ordenar mis enredadas ideas, afirmó despacio: -Empiezo a comprender, John. ¡Usted también!-
-Sí- repuse –mi posición no es mejor que la de usted. Nos pueden internar a ambos-
La situación parecía tan ridícula que me eché a reír y le dije: -Supongo que será usted el comandante del submarino escondido ahí, en el Lough-
Como si le chocasen mis palabras, replicó:
-¿De qué está usted hablando?
-La cosa es obvia. Yo soy miembro de una escuadrilla de bombarderos antisubmarinos. Hace ya semanas que venimos buscando la manera de enviarlos a ustedes al infierno-
-Tiene toda la razón- dijo, tranquilizado de nuevo –Soy el comandante del submarino. Mire, voy a echarme otro trago, amigo. ¿Y usted?-
Me hacía falta pensar lo que debía hacer, y así, mientras los tragos venían, di unos pasos hacia la chimenea y aparenté contemplar el cuadro que colgaba sobre ella, mientras cargaba la pipa. ¿Debía llamar a la policía y hacer que arrestaran a Karl? En tal caso, me pedirían mis papeles de identidad y probablemente nos meterían a los dos en la cárcel por la duración de la guerra, con lo que ambos dejaríamos de servir a nuestras respectivas patrias. ¿Debía, en cambio, aceptar la tesis de que este territorio neutral nos daba a ambos inmunidad temporal, tal como la daban las iglesias en los tiempos antiguos? Me decidí por lo segundo, es decir, respetar este asilo neutral que se nos presentaba.
Volviéndome a Karl, le manifesté que no veía ninguna necesidad de adoptar una actitud beligerante, sólo por el hecho de que a pocos kilómetros de distancia, en circunstancias diferentes, tuviéramos que intentar matarnos el uno al otro. Se mostró de acuerdo.
Tomamos nuestros vasos de cerveza en el jardín, sentados sobre un banquillo, bajo las ramas de un castaño. Allí supe de qué modo Karl aprendió a hablar tan buen inglés. Su padre había sido jefe de la sucursal de una compañía alemana que comerciaba en Londres, y Karl se había educado en un colegio particular inglés y en la Universidad de Oxford. Había regresado a su país sólo un año antes del comienzo de las hostilidades. Le pregunté cómo había venido a tierra. Me explicó que el submarino había salido a la superficie la noche anterior, y dos miembros de su tripulación lo trajeron a tierra, en un bote de goma, remando desde una distancia de dos millas de la costa. Los marineros volverían por él después de la medianoche.
-He aprovechado la mañana –me dijo- comprando huevos por las granjas. La comida se vuelve bien insulsa en el submarino, y los tripulantes no han comido huevos frescos desde hace meses. Tengo unas buenas provisiones escondidas en un helechal camino abajo-
Cuando ya anochecía, Karl me dijo que debía irse. Caminé con él hasta la salida del pueblo. Pasada la última casa, me detuve.
-Confío en que escape usted con vida de esta guerra, Karl-
-Yo también... y le deseo lo mismo-
-Lo mejor que puede hacer es quitarse de mi camino. Sentiría tener que reventarle con una de mis bombas-
-No se preocupe- me respondió- No le daré ocasión-
Y se fue alejando lentamente.
Yo me quedé allí, atrapado por una mezcla de sentimientos dispares, mientras oía cómo las pisadas crujientes de Karl se iban extinguiendo en el arenoso camino irlandés.
Fuente: Historias Secretas de la Última Guerra.
martes, 6 de junio de 2017
Ejércitos: Ejército de la República de Irlanda
El Ejército de la República de Irlanda
El ejército irlandés esta formado por unos 8.500 efectivos (más algo más 10.000 en las fuerzas de reserva), y dividido en 3 brigadas de infantería, 1 Escuadrón de caballería, 1 Regimiento de defensa aérea y una unidad de Operaciones Especiales, el “Army Ranger Wing”. Además las fuerzas de reserva, aportan otras 3 brigadas de infantería.
Distribución de las Brigadas
Fuerzas de Defensa Permanentes (soldados voluntarios por un periodo de 5 años renovables)
-1ª Brigada Sur:
--CG de la Brigada
--CG de la 1ª Brigada de Reserva Sur
--3º Bon. Infantería
--4º Bon. Infantería
--12º Bon. Infantería
--1º Regimiento Artillería de Campaña.
--1º Escuadrón de Caballería
--1º Bon. de Apoyo Logístico
---1ª Cia. Ingenieros de Campaña.
---1ª Cia. De Policía Militar de la Brigada
---1ª Cia. de Comunicaciones de Campaña
--1º Centro de Entrenamiento de la Brigada.
-2ª Brigada Este:
--CG de la Brigada
-CG de la 2ª Brigada de Reserva Este
--2º Bon. Infantería
--5º Bon. Infantería
--27º Bon. Infantería
--2º Regimiento Artillería de Campaña.
--2º Escuadrón de Caballería
--2º Bon. de Apoyo Logístico
---2ª Cia. Ingenieros de Campaña.
---2ª Cia. De Policía Militar de la Brigada
---2ª Cia. de Comunicaciones de Campaña
--2º Centro de Entrenamiento de la Brigada.
-4ª Brigada Oeste:
--CG de la Brigada
--CG de la 4ª Brigada de Reserva Oeste
--1º Bon. Infantería
--6º Bon. Infantería
--28º Bon. Infantería
--4º Regimiento Artillería de Campaña.
--4º Escuadrón de Caballería
--4º Bon. de Apoyo Logístico
---4ª Cia. Ingenieros de Campaña.
---4ª Cia. De Policía Militar de la Brigada
---4ª Cia. de Comunicaciones de Campaña
--4º Centro de Entrenamiento de la Brigada.
-1º Regimiento de Defensa Aérea.
-1º Escuadrón de Caballería Acorazada.
-“Army Ranger Wing” – Tiene funciones tanto estrictamente militares como “civiles” (Escolta VIP o Anti-terroristas) con el apoyo de la unidad especial de la “Garda”.
Las Fuerzas de Reserva (escogen hombres y mujeres de entre 17 y 35 años por un periodo de 3 años) se articulan de la siguiente manera:
-1ª Brigada de Reserva Sur:
--CG de la Brigada
--32º Bon. Infantería
--33º Bon. Infantería
--34º Bon. Infantería
--31º Regimiento Artillería de Campaña.
--31º Escuadrón de Caballería
--31º Bon. de Apoyo Logístico
---31ª Cia. Ingenieros de Campaña.
---31ª Cia. De Policía Militar de la Brigada
---31ª Cia. de Comunicaciones de Campaña
-2ª Brigada de Reserva Este:
--CG de la Brigada
--62º Bon. Infantería
--65º Bon. Infantería
--67º Bon. Infantería
--62º Regimiento Artillería de Campaña.
--62º Escuadrón de Caballería
--62º Bon. de Apoyo Logístico
---62ª Cia. Ingenieros de Campaña.
---62ª Cia. De Policía Militar de la Brigada
---62ª Cia. de Comunicaciones de Campaña
-4ª Brigada de Reserva Oeste:
--CG de la Brigada
--51º Bon. Infantería
--56º Bon. Infantería
--58º Bon. Infantería
--54º Regimiento Artillería de Campaña.
--54º Escuadrón de Caballería
--54º Bon. de Apoyo Logístico
---54ª Cia. Ingenieros de Campaña.
---54ª Cia. De Policía Militar de la Brigada
---54ª Cia. de Comunicaciones de Campaña
-2ª Batería de Defensa Aérea.
-3ª Batería de Defensa Aérea.
-4ª Batería de Defensa Aérea.
Tropas con Steyr AUG (Pelotón del 62º Batallón de Infantería de Reserva)
Fuerzas Especiales irlandesas
Entre el armamento que utiliza el Ejército de Irlanda, se puede citar el siguiente:
Pistolas Browning y HK USP, Fusiles de asalto Steyr AUG, fusiles de precisión AI L96, ametralladoras medias FN MAG, pesadas M2, lanzagranadas M-203m, Carl Gustav, morteros de 60, 81 y 120 mm, y misiles CC Milan que están siendo reemplazados por Javelin. Como artillería cuentan con los obuses ligeros M-118/119 y piezas Bofors AA de 40mm, además de misiles SAM RBS-70.
Entre sus vehículos blindados destacan los Piraña III, los AML-90/20 y los Scorpion.
Durante los últimos años, Irlanda ha estado presente en varias partes del mundo en operaciones de la ONU, siendo los contingentes más importantes por efectivos, Liberia, Kosovo, Timor Este y últimamente el Libano.
El ejército irlandés esta formado por unos 8.500 efectivos (más algo más 10.000 en las fuerzas de reserva), y dividido en 3 brigadas de infantería, 1 Escuadrón de caballería, 1 Regimiento de defensa aérea y una unidad de Operaciones Especiales, el “Army Ranger Wing”. Además las fuerzas de reserva, aportan otras 3 brigadas de infantería.
Distribución de las Brigadas
Fuerzas de Defensa Permanentes (soldados voluntarios por un periodo de 5 años renovables)
-1ª Brigada Sur:
--CG de la Brigada
--CG de la 1ª Brigada de Reserva Sur
--3º Bon. Infantería
--4º Bon. Infantería
--12º Bon. Infantería
--1º Regimiento Artillería de Campaña.
--1º Escuadrón de Caballería
--1º Bon. de Apoyo Logístico
---1ª Cia. Ingenieros de Campaña.
---1ª Cia. De Policía Militar de la Brigada
---1ª Cia. de Comunicaciones de Campaña
--1º Centro de Entrenamiento de la Brigada.
-2ª Brigada Este:
--CG de la Brigada
-CG de la 2ª Brigada de Reserva Este
--2º Bon. Infantería
--5º Bon. Infantería
--27º Bon. Infantería
--2º Regimiento Artillería de Campaña.
--2º Escuadrón de Caballería
--2º Bon. de Apoyo Logístico
---2ª Cia. Ingenieros de Campaña.
---2ª Cia. De Policía Militar de la Brigada
---2ª Cia. de Comunicaciones de Campaña
--2º Centro de Entrenamiento de la Brigada.
-4ª Brigada Oeste:
--CG de la Brigada
--CG de la 4ª Brigada de Reserva Oeste
--1º Bon. Infantería
--6º Bon. Infantería
--28º Bon. Infantería
--4º Regimiento Artillería de Campaña.
--4º Escuadrón de Caballería
--4º Bon. de Apoyo Logístico
---4ª Cia. Ingenieros de Campaña.
---4ª Cia. De Policía Militar de la Brigada
---4ª Cia. de Comunicaciones de Campaña
--4º Centro de Entrenamiento de la Brigada.
-1º Regimiento de Defensa Aérea.
-1º Escuadrón de Caballería Acorazada.
-“Army Ranger Wing” – Tiene funciones tanto estrictamente militares como “civiles” (Escolta VIP o Anti-terroristas) con el apoyo de la unidad especial de la “Garda”.
Las Fuerzas de Reserva (escogen hombres y mujeres de entre 17 y 35 años por un periodo de 3 años) se articulan de la siguiente manera:
-1ª Brigada de Reserva Sur:
--CG de la Brigada
--32º Bon. Infantería
--33º Bon. Infantería
--34º Bon. Infantería
--31º Regimiento Artillería de Campaña.
--31º Escuadrón de Caballería
--31º Bon. de Apoyo Logístico
---31ª Cia. Ingenieros de Campaña.
---31ª Cia. De Policía Militar de la Brigada
---31ª Cia. de Comunicaciones de Campaña
-2ª Brigada de Reserva Este:
--CG de la Brigada
--62º Bon. Infantería
--65º Bon. Infantería
--67º Bon. Infantería
--62º Regimiento Artillería de Campaña.
--62º Escuadrón de Caballería
--62º Bon. de Apoyo Logístico
---62ª Cia. Ingenieros de Campaña.
---62ª Cia. De Policía Militar de la Brigada
---62ª Cia. de Comunicaciones de Campaña
-4ª Brigada de Reserva Oeste:
--CG de la Brigada
--51º Bon. Infantería
--56º Bon. Infantería
--58º Bon. Infantería
--54º Regimiento Artillería de Campaña.
--54º Escuadrón de Caballería
--54º Bon. de Apoyo Logístico
---54ª Cia. Ingenieros de Campaña.
---54ª Cia. De Policía Militar de la Brigada
---54ª Cia. de Comunicaciones de Campaña
-2ª Batería de Defensa Aérea.
-3ª Batería de Defensa Aérea.
-4ª Batería de Defensa Aérea.
Tropas con Steyr AUG (Pelotón del 62º Batallón de Infantería de Reserva)
Fuerzas Especiales irlandesas
Entre el armamento que utiliza el Ejército de Irlanda, se puede citar el siguiente:
Pistolas Browning y HK USP, Fusiles de asalto Steyr AUG, fusiles de precisión AI L96, ametralladoras medias FN MAG, pesadas M2, lanzagranadas M-203m, Carl Gustav, morteros de 60, 81 y 120 mm, y misiles CC Milan que están siendo reemplazados por Javelin. Como artillería cuentan con los obuses ligeros M-118/119 y piezas Bofors AA de 40mm, además de misiles SAM RBS-70.
Entre sus vehículos blindados destacan los Piraña III, los AML-90/20 y los Scorpion.
Durante los últimos años, Irlanda ha estado presente en varias partes del mundo en operaciones de la ONU, siendo los contingentes más importantes por efectivos, Liberia, Kosovo, Timor Este y últimamente el Libano.
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