El teniente Jorge Vizoso Posse
fue víctima de una emboscada inglesa junto a su compañero, el sargento
Mario Antonio Cisnero que terminó muerto tras el impacto de un cohete en
su pecho. “Yo no me rendí ante los ingleses”, asegura el mayor que fue
condecorado con la Cruz al Heroico Valor en Combate.
Vizoso Posse (arriba, a la izquierda) y sus camaradas del CC601. Foto Infobae.-
No todos conocen las
historias de guerra que los soldados argentinos pasaron entre el 2 de
abril y el 14 de junio de 1982, tiempo que duró el conflicto de Malvinas
entre Argentina e Inglaterra.
Uno de los grandes protagonistas de esos relatos fue el teniente del Ejército Argentino, Jorge Vizoso Posse
-soldado de elite, paracaidista, montañista y buzo- un tucumano que el
24 de mayo, en medio del conflicto bélico, pisó las islas para sumarse a
la Compañía de Comandos 602 (CC602), liderada por el mayor Aldo Rico
y creada especialmente para repeler, mediante operaciones especiales
minuciosamente planificadas, distintos núcleos en la avanzada británica.
El teniente del Ejército ArgentinoJorge Vizoso Posse.-
Durante dicha tiempo, Vizoso Posse entabló una relación de amistad con el sargento catamarqueño Mario Antonio Cisnero.
Apodado El Perro,por la lealtad a su principios y camaradas, era
querido y respetado como uno de los cuadros más sobresalientes dentro de
la fuerza. Pero también se le encomiaba su conducta moral y solidaria.
Un
10 de junio, bajo el mando de Rico, la patrulla de 18 comandos se
dividieron en cuatro grupos estratégicos: apoyo, de asalto, de seguridad
y de recibimiento.
En la primera de ella se
encontraban Vizoso Posse y Cisnero. Cerca de la 1 de la madrugada, el
sargento vio que una patrulla, de unos 8 marines ingleses, había logrado
penetrar la zona vigilada por el grupo de apoyo, por lo que abrieron
fuego sin dudarlo. La respuesta fue un cohete Law de 66mm que pegó de
lleno tórax a Cisnero. La onda expansiva revoleó por el aire a Vizoso
Posse y que cayó sobre las rocas a metros de él.
Herido
y aturdido, el tucumano logró cerciorarse de que su compañero había
muerto. Sin pensarlo se acomodó al lado del cadáver fingiendo estar su
muerte ante la inminente llegada de sus agresores extranjeros.
Al
llegar al lugar de la explosión, los hombres que servían a la Reina
decidieron comprobar que sus enemigos habían muerto rematando los
cuerpos. Los disparos en automático de las armas inglesas acribillaron
al teniente.
Contrariando la estrategia militar, en
vez de continuar a la vanguardia, los enemigos descendieron por el mismo
lugar por donde habían venido algo que fue aprovechado por el soldado
tucumano que milagrosamente aún respiraba. Aturdido, con alguna
dificultad para respirar e incrédulo por estar vivo, Vizoso Posse buscó
su fusil y agotó un primer cargador hacia sus verdugos en retirada.
Extrajo otro más del chaleco de su compañero caído y también lo vació
con furia. Recién en ese instante un hilo de sangre le advirtió que
estaba herido.
La contraofensiva permaneció acallada
desde aquel sector. Si bien no pudo corroborar con sus ojos la
efectividad de sus disparos, por la ausencia de fuego pensó que había
acabado, o al menos magullado, a algunos de ellos.
Sin
cobertura, aferrado a su Fal, El Yanqui, como le decían sus compañeros,
trotó hasta donde estaba su jefe. Le comunicó que su sargento dilecto
yacía muerto, que él estaba herido y que debía cambiar de posición.
Tras
constatar que sus heridas eran grandes pero no letales, Vizoso Posee
volvió al combate, que se extendió unos 30 minutos hasta que cesó la
resistencia enemiga. Del pelotón argentino, además del Perro, sucumbió
el sargento Ramón Gumersindo Acosta y una esquirla lesionó al gendarme Pablo Daniel Parada, del grupo Alacrán.
La herida y el milagroTras
caminar seis horas, ya en el hospital de campaña de Puerto Argentino,
el médico al desvestirlo halló, enredado entre sus ropas, el rosario que
portaba, desprendido de su nuca. Ninguno reparó en ese momento que le
faltaba una cuenta.
Al revisarlo, el médico, sin otro
instrumental que su mano, le extrajo cerca de la clavícula un proyectil
de 2cm de largo. Como la munición era trazante al ingresar por el
omóplato derecho fue cauterizando la carne en un recorrido ascendente y
oblicuo hasta quedar alojada a la altura del cuello, del lado izquierdo.
Fue ahí, cuando al observar el proyectil, el médico habló,
literalmente, de un milagro.
La
munición había impactado primero en una de las cuentas plásticas del
rosario y se mantenía todavía fundida y adosada al acero. Ese obstáculo,
a corta distancia, no solo amortiguó el impacto; también ralentizó y
desvió el recorrido. El rosario—aseguraron los médicos—le salvó la vida
o, al menos, de quedar cuadripléjico.
Vizoso Posse fue
evacuado de Malvinas hacia el continente en el último Hércules el 13 de
junio, un día antes de la caída de Puerto Argentino. Por eso asegura
que él nunca se rindió ante los ingleses.
El portaaviones ARA 25 de Mayo, durante la guerra de las Malvinas, contaba con una capacidad antiaérea limitada, apoyándose en el armamento de sus escoltas (principalmente los misiles Sea Dart de los destructores Tipo 42) y sus propios cazas A-4Q Skyhawk. Pero veamos su artillería antiaérea.
Cuando el 25 de Mayo se incorporó a la Armada Argentina (1969) contaba con 10 cañones Bofors 40mm L70, guiados por un radar de seguimiento Signaal DA-02. Los Bofors eran sistemas operados manualmente. A medida que el buque fue reacondicionado, algunos de los cañones se perdieron o se trasladaron para optimizar el uso del espacio.
En el conflicto de 1982, tenía 8 (¿o 9?) cañones, lo que le dio una cantidad apreciable de fuego contra cualquier asaltante que quisiera lanzar bombas (no serían útiles contra misiles) y habrían abrumado a sus propios cazas y al área de empleo de misiles Sea Dart de las escoltas
El Bofors era un arma excelente, fiable y con un gran volumen de fuego. Durante el conflicto, derribó aviones con un perfil de ataque similar al de un Sea Harrier. Aquí está el Bofors 40/L60 del HMS Intrepid que derribó el Skyhawk de Mariano Velazco en San Carlos.
Aunque esta arma nunca fue utilizada, los marineros del ARA 25 de Mayo sin duda contaban, como último recurso, con un cañón probado y fiable. ¡Mucho mejor que colocar ametralladoras medianas en los costados del buque como se hizo, por ejemplo, en el HMS Invincible!
La toma y destrucción de la base científica Corbeta Uruguay
14 de diciembre de 1955: la conquista argentina de una isla remota en el confín del Atlántico Sur
En una de las operaciones más singulares de la historia naval argentina, el 14 de diciembre de 1955 marcó un hito silencioso pero decisivo en la proyección del país sobre los territorios australes. A bordo del imponente rompehielos ARA General San Martín, una reducida pero decidida dotación fue desembarcada por primera vez en una de las inhóspitas y remotas islas del archipiélago Sándwich del Sur.
El objetivo: plantar presencia nacional en la isla Thule, una masa de roca y hielo golpeada por los vientos antárticos y las corrientes implacables del océano Atlántico sur. La misión, sin embargo, iba más allá de lo territorial. Se trataba también de una gesta técnica y comunicacional.
El jefe del refugio, Guardiamarina Don Ricardo A. R. Hermelo, lideraba este puñado de pioneros. Lo acompañaban dos apasionados de la radioafición, verdaderos exploradores del éter: Manuel Ahumada y Miguel Villafañe, este último tercer oficial radiotelegrafista de la Marina Mercante. Ambos eran miembros del Radio Club Argentino y se habían ofrecido voluntariamente para participar de esta aventura científica y patriótica. Su misión: establecer, por primera vez en la historia, comunicaciones radioeléctricas desde un punto que hasta entonces no figuraba en los mapas del espectro.
Los comandos corren hacia la base..la foto se saca desde el Sea King
Fotos de la toma.
Primeras construcciones en las Islas Sandwich
Maqueta de las nuevas y modernas instalaciones científicas.
Lo lograron. Desde aquel rincón perdido del planeta, emitieron señales
de Dx –comunicaciones de larga distancia– que recorrieron miles de
kilómetros. La ubicación era tan inédita, que el sitio recibió una nueva
identificación distintiva dentro del mundo de la radio: LU 2, 3 y 4
Zelandia Yucatán. Vista de la base argentina Corbeta Uruguay
Personal argentino durante el verano recavando información científica
Caseta en las islas.
Llegan los británicos y montan un show para atacar una isla donde había solo 10 argentinos... ni pinguinos había porque era 20 de Junio pleno invierno con temperaturas de decenas de grados bajo cero.
Los británicos toman la base.
La bandera es levantada o los marinos apuntan sus armas "para la foto" porque solo podrían ser atacados por una foca o pinguinos.
La base se destruye.
Explosiones en la base.
Así, entre el viento polar y la soledad
oceánica, Argentina escribió otra página en su compromiso con los
territorios australes. Y mientras el continente seguía su rutina, en la
lejanía de Thule, tres hombres hacían historia entre el hielo, el acero
del ARA *San Martín* y las ondas invisibles del aire.
Tiempo después solo esto queda de la estación científica.
El buque logístico RFA Olmeda dando apoyo a la toma de la base argentina Corbeta Uruguay.
Los A-171 Endurance y F-101 Yarmouth ..... impresionante despliegue al igual que en Georgias hicieron los británicos.
El Sea King 55 que llevara los comandos a las Islas
Comandos van para las islas donde había 12 argentinos en la Base....obvio que hicieron una mega producción de fotos.
El
arma submarina de la Royal Navy, con sus buques de guerra de propulsión
nuclear, fue la opción inicial de respuesta británica después de que
las fuerzas armadas argentinas tomaran el control de las Islas Malvinas en 1982. Los submarinos nucleares británicos fueron los
primeros activos en llegar al teatro de operaciones, lo que permitió la
imposición de un bloqueo, conocido como la Zona de Exclusión Total,
alrededor del archipiélago en disputa.
Mucho
se ha hablado del impacto de los submarinos nucleares británicos en el
conflicto del Atlántico Sur, de cómo neutralizaron a la Armada
Argentina, obligándola a retirarse del teatro de operaciones, con sus
principales buques refugiándose en puertos y limitándose a patrullar las
aguas menos profundas cerca de la costa con unidades más pequeñas. Sin
embargo, poco se ha escrito sobre los torpedos británicos que aportaron a
la guerra.
Por
ejemplo, un torpedo moderno de dudosa eficacia limitaba el armamento de
los submarinos de la Royal Navy. Esto generó la paradoja de que los
modernos submarinos nucleares de la Guerra Fría tuvieran que depender de
torpedos antiguos de trayectoria recta de la Segunda Guerra Mundial
para su potencia de fuego, así como de la observación visual mediante
periscopio para disparar estas armas. Esta desventaja era desconocida
para la Armada Argentina durante el conflicto.
Este
artículo tratará sobre los torpedos británicos, específicamente los dos
modelos utilizados en el conflicto: el torpedo Mk.8, más antiguo y de
trayectoria recta (sin guía), y el torpedo Mk.24 Tigerfish, guiado, que
en 1982 fue considerado uno de los más modernos del mundo.
Torpedo Mk.8
El
torpedo Mk.8 fue diseñado antes de la Segunda Guerra Mundial, en 1925,
con un diámetro estándar de 21 pulgadas (533 mm), una longitud de 6,579 m
y un peso de 1,566 kg. Al ser un torpedo de trayectoria rectilínea, es
decir, sin guiado, su trayectoria se mantenía mediante un giroscopio
que, girando a gran velocidad, le permitía mantenerla recta; otros
dispositivos mantenían una profundidad constante y nivelaban el torpedo.
Una vez lanzado desde el tubo, no existía control alguno sobre su
trayectoria, ni por parte del submarino lanzador ni por el propio
torpedo, ya que carecía de cualquier tipo de sensor capaz de rastrear el
objetivo.
La
ojiva contenía 365 kg de explosivo Torpex, un explosivo un 50 % más
potente que el TNT, compuesto por una mezcla de 40,5 % de RDX, 40,5 % de
TNT, 18 % de polvo de aluminio y 1 % de cera. Su detonación se
aseguraba mediante una espoleta magnética de tipo CCR (Compensated Coil
Rod), una bobina con amplificador, que se convirtió en el estándar para
esta arma después de 1945.
Su
propulsión corría a cargo de un motor radial Brotherhood de cuatro
cilindros, de ciclo de combustión, que utilizaba queroseno y aire
comprimido como combustible. La presión provenía de un tanque de 2500
psi, la cual se reducía a 550 psi en la entrada de combustible, donde
también se calentaba, generando una mezcla de aire y gas que producía la
ignición en el cilindro, en el punto muerto superior del pistón. Los
gases se expulsaban a través del eje de la hélice. El motor producía una
potencia de 550 hp, impulsando el torpedo a velocidades de hasta 45,5
nudos, con una autonomía a esta velocidad de 4570 metros. Existía la
opción de utilizar una velocidad menor de 41 nudos, aumentando la
autonomía a 6400 metros.
El
Mk. 8 mod. 4, una versión mejorada, se conectaba al submarino mediante
un cable umbilical, no un cable de guiado, ya que era un torpedo de
propulsión a la carrera. El cable permitía ajustar la profundidad antes
del lanzamiento. Tuvo un uso muy extendido durante la Segunda Guerra
Mundial, con aproximadamente 3730 lanzamientos hasta septiembre de 1944,
y se consideraba a la par del G7 alemán o el Mk. 14 estadounidense.
Torpedo Tigerfish Mk. 24
El
Tigerfish era un torpedo acústico guiado por cable, cuya guía inicial
la proporcionaba un fino cable que se desenrollaba tras el lanzamiento a
través del tubo y lo conectaba al submarino.
Mediante
este control, el torpedo iniciaría su carrera a una velocidad más
lenta, disminuyendo la distancia al objetivo y corrigiendo su
trayectoria durante la carrera según las transmisiones por cable desde
el submarino, que realizaba cambios en la trayectoria del torpedo
basándose en los datos del objetivo obtenidos por su sonar superior.
El
torpedo aceleró en la fase final al usar su propio sonar para atacar el
objetivo. Sin embargo, esta tecnología aún no estaba desarrollada en la
década de 1970, y el torpedo Tigerfish tenía tendencia a sumergirse y
romper su cable de guiado durante el trayecto.
La
versión inicial Mod.0 era un torpedo antisubmarino; su ojiva, debido a
limitaciones tecnológicas, no estaba diseñada para usarse contra
objetivos de superficie y no superó las pruebas de aceptación. La
versión Mod.1, sin embargo, fue rediseñada para corregir algunos de los
defectos del modelo original.
Tablas comparativas
Tipo
Diámetro
Longitud
Peso
Ojiva
Mk.8
21 pulgadas – 533 mm
6,57 m
1,566 kg
365 kg
Mk.24
21 pulgadas – 533 mm
6,46 m
1,551 kg
340 kg
Tipo
Velocidad máxima
Alcance
Mk.8
45,5 nudos
4.570 metros
Mk.24
35 nudos
21.000 metros
Tipo
Velocidad
Alcance máximo
Mk.8
41 nudos
6.400 metros
Mk.24
24 nudos
27.400 metros
Nombre
Propulsión
Clase
Armas
HMS Spartan
Nuclear
Swiftsure
Torpedos: Mk 8 mod 4 y
Tigerfish mod. 0 *
HMS Splendid
Nuclear
Swiftsure
Torpedos: Mk 8 mod 4 y
Tigerfish mod.0 *
HMS Conqueror
Nuclear
Churchill
Torpedos: Mk 8 mod 4 y
Tigerfish mod.1
HMS Valiant
Nuclear
Valiant
Torpedos: Mk 8 mod 4 y
Tigerfish mod.1
HMS Courageous
Nuclear
Churchill
Torpedos: Mk 8 mod 4 y
Tigerfish mod.1
HMS Onyx
Convencional
Oberon
Torpedos: Mk 8 mod 4 y
Tigerfish mod.1
Observaciones:
Tenga en cuenta que, debido a que solo portaban la versión inicial
mod.0 del Tigerfish, limitada a su uso contra objetivos submarinos, las
unidades HMS Spartan y HMS Splendid dependían exclusivamente del Mk.8 de
trayectoria recta para su uso contra barcos.
Así
pues, los submarinos nucleares británicos zarparon hacia el sur con una
combinación de torpedos de trayectoria recta y misiles guiados desde
buques. Los dos primeros submarinos en partir solo llevaban torpedos
Tigerfish Mk.24 mod.0 de primera versión, sin capacidad antibuque,
estando totalmente limitados al uso del Mk.8 contra objetivos de
superficie.
En este caso, el HMS Spartan
, el primero en dirigirse al Atlántico Sur, transportaba una carga de
cuatro torpedos Mk.8 y ocho torpedos Tigerfish Mk.24 mod.0. Tras atracar
en la base británica de Gibraltar, recibió otros siete torpedos Mk.8,
seguido por el HMS Splendid,
que partió directamente de su base en Escocia con una carga de nueve
torpedos Mk.24 mod.0 y doce torpedos Mk.8. Otras unidades ya habían
incorporado el Mk.24 mod.1 a su armamento.
Modelo Tigerfish Mk.24
El hundimiento del crucero ARA General Belgrano
El hundimiento del crucero argentino ARA General Belgrano
fue un hito histórico, ya que fue el primer, y hasta ahora único, buque
en servicio alcanzado y hundido en combate por un submarino de
propulsión nuclear, además del segundo buque de superficie hundido por
un submarino después de la Segunda Guerra Mundial. El primero fue la
fragata india INS Khukri, hundida por el submarino pakistaní PNS Hangor durante la guerra indo-pakistaní de 1971.
El ARA General Belgrano (C-4) fue un crucero de la clase Brooklyn que sirvió en la Armada de los Estados Unidos como USS Phoenix
CL 46, participando activamente en la Segunda Guerra Mundial. Este tipo
de crucero, considerado ligero para los estándares de la Armada
estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial, tenía una eslora de
185,4 metros, una manga de 18,8 metros y un calado de 5,9 metros, con un
desplazamiento en vacío de 9.575 toneladas, que alcanzaba las 12.242
toneladas a plena carga, convirtiéndolo en el mayor buque de guerra del
conflicto, con la excepción de los portaaviones.
En
la década de 1960, los argentinos llevaron a cabo una importante
modernización de los sistemas de radar del buque, instalando radares
modernos, entre los que destacaba el LW 01 neerlandés, caracterizado por
su enorme antena situada en lo alto del mástil mayor. Este equipo le
permitió al buque detectar objetivos aéreos a altitudes de hasta 30 000 m
dentro de un impresionante radio de 259 km. Además de este equipo, se
añadieron otros radares de origen norteamericano.
En
1967, tras la incorporación de radares, se instalaron dos lanzadores
cuádruples de misiles Sea Cat en sustitución de dos montajes Bofors L/60
de 40 mm. El Sea Cat, un misil antiaéreo de corto alcance británico
ampliamente utilizado en la época, contaba con una buena cantidad de
recargas, entre 50 y 70, en el pañol de municiones. Sin embargo, el
buque presentaba problemas con sus turbinas, lo que le impedía alcanzar
velocidades superiores a los 18 nudos, muy por debajo de los 32 nudos
para los que estaba diseñado.
Como
crucero diseñado para el combate de superficie contra buques o defensa
antiaérea, el ARA General Belgrando carecía de sonar propio y armas
antisubmarinas, dependiendo enteramente de su escolta para su defensa. A
pesar de contar con un helicóptero Alouette III a bordo, no estaba
equipado para transportar torpedos antisubmarinos ni poseía sensores o
equipos para tal fin, estando destinado únicamente a tareas de enlace y
reconocimiento visual.
En
la operación del 2 de mayo de 1982, el crucero argentino formó parte
del Grupo de Tareas 79.3, que también incluía dos destructores, el ARA Bouchard D 26 y el ARA Piedrabuena
D 29, ambos de la clase Allen M. Sumner. Al igual que el crucero,
provenían de la Armada de los Estados Unidos y eran buques con
capacidades antisubmarinas, aunque limitadas.
Como
se ha informado ampliamente, este Grupo de Tareas 79 formaba parte de
una maniobra de pinza de la Armada Argentina, que contenía otros
elementos como el Grupo de Tareas 79.4 con tres corbetas clase A 69 y el
Grupo de Tareas 79.1.2 con el buque insignia argentino, el portaaviones
ARA 25 de Mayo , y dos destructores antiaéreos clase Tipo 42, el ARA Santíssima Trindade y el ARA Hércules.
Ambas
unidades principales eran seguidas por submarinos nucleares británicos
fuera de la zona de exclusión. En el caso específico del crucero
argentino, su perseguidor era el HMS Conqueror
, que empleaba una estrategia de persecución a gran profundidad y a la
deriva. Esta consistía en navegar a gran velocidad, un rendimiento
excepcional solo posible con propulsión nuclear, alcanzar la profundidad
del periscopio a una velocidad baja y silenciosa de 5 nudos para
actualizar la posición del objetivo, y luego sumergirse nuevamente a las
profundidades para realizar la persecución a alta velocidad. Esto
dificultaba el seguimiento por sonar debido a la distorsión en la
propagación de las ondas sonoras causada por las capas térmicas.
Mientras tanto, su presa, el crucero ARA General Belgrano, navegaba
lentamente a solo 13 nudos en un suave zigzag, con sus escoltas ARA Bouchard y ARA Piedrabuena navegando por delante con los sonares apagados.
En
el alto mando británico existía el temor de que el crucero y sus
escoltas entraran en la zona donde se encuentra el banco "Burdwood", una
elevación submarina que reduce la profundidad, debilitando así las
ventajas de velocidad y maniobrabilidad del HMS Conqueror en profundidad , lo que hacía urgente que el submarino tomara la iniciativa.
HMS Conqueror
Los seis tubos lanzatorpedos del HMS Conqueror
estaban cargados con tres torpedos Mk. 8 y tres torpedos Mk. 24
Tigerfish mod. 1 guiados por cable, que también tenían capacidad
antibuque. Sin embargo, su comandante decidió atacar con los torpedos de
trayectoria recta. Para ello, el HMS Conqueror
necesitaba realizar una maniobra de aproximación y posicionamiento para
disparar los tres torpedos en una salva en abanico e impactar al
crucero. Si se hubieran elegido los torpedos guiados por cable, el
ataque, en teoría, se habría producido a mayor distancia, eliminando la
necesidad de la aproximación y la exposición del HMS Conqueror al alcance de los torpedos antisubmarinos Mk. 44 que portaban las escoltas.
Finalmente, el HMS Conqueror
se aproximó al crucero a gran velocidad, adelantándolo en profundidad
para posicionarse a su otro lado a profundidad de periscopio, donde
inició la maniobra de tiro, lanzando los tres torpedos a una distancia
muy corta, de aproximadamente 1200 metros. Dos torpedos lograron
impactar en el crucero; uno de ellos alcanzó la proa, provocando una
violenta explosión que la destrozó, dejando al buque completamente
inutilizado. Sin embargo, la robusta construcción permitió que los
mamparos blindados de la proa contuvieran la fuerza de la explosión,
preservando los pañoles de munición de los cañones y evitando así una
detonación catastrófica.
El
submarino británico HMS Conqueror disparó el primero de sus torpedos
Mk.8, que impactaron en la proa y la popa del crucero. La imagen fue
tomada por el teniente Martín Sgut desde una de las barcazas.
El
fatídico torpedo impactó en la sala de máquinas de popa, y la fuerza de
la detonación también afectó al comedor donde parte de la tripulación
estaba comiendo. Esta detonación causó la muerte de doscientos
marineros. La explosión también dañó el sistema eléctrico del General
Belgrano, impidiéndole enviar una señal de socorro por radio.
El
agua que entró por el enorme agujero causado por la detonación de la
ojiva Mk.8 no pudo ser bombeada debido al fallo eléctrico. Además,
aunque el buque estaba en posición de combate, navegaba con las
escotillas estancas abiertas. Como resultado, pronto comenzó a escorarse
a babor y a hundirse hacia la proa. Veinte minutos después del ataque,
el capitán del crucero ordenó a la tripulación abandonar el barco. Se
lanzaron botes salvavidas inflables y la evacuación comenzó sin pánico;
770 tripulantes sobrevivieron al naufragio en aguas heladas con una
temperatura ambiente de diez grados bajo cero, vientos de más de cien
kilómetros por hora y olas altas.
El
tercer torpedo, programado en el lanzamiento para viajar dos grados a
la izquierda, falló su objetivo, pasando por delante de la proa del
crucero y detonando posteriormente, causando daños menores en la popa
del destructor argentino ARA Bouchard debido a la onda expansiva de la explosión cercana, probablemente causada por la espoleta magnética.
Tras el fin del conflicto, el único submarino convencional británico en el Atlántico Sur, el HMS Onyx, recibió la orden de hundir el casco del RFA Sir Galahad
, que había sufrido graves daños en un ataque de la Fuerza Aérea
Argentina. Las condiciones para el lanzamiento de los torpedos eran
ideales; el Sir Galahad
estaba inmóvil. Sin embargo, ninguno de los dos torpedos Tigerfish Mk.
24 mod.1 alcanzó el objetivo, y se informó que el fallo se debió a
problemas con las baterías. Finalmente, el Sir Galahad se hundió con un torpedo Mk.8 bien dirigido. El torpedo Tigerfish en Brasil
El
torpedo Tigerfish Mk.24 recibió gran publicidad como arma moderna y de
alta tecnología. Inicialmente, se desconocían sus problemas, por lo que
pronto se exportó a Brasil y Chile, ambos países que operaban submarinos
de la clase Oberon, diseñados y construidos en Gran Bretaña. En la
Armada brasileña, los torpedos Tigerfish incluso se integraron en los
submarinos de la clase Tupi, que reemplazaron a los de la clase Oberon.
En
Brasil, el torpedo Tigerfish también causó problemas, según una
entrevista con un comandante de submarino brasileño publicada en el
sitio web Poder Naval el 23 de noviembre de 2023, durante un ejercicio
de lanzamiento con un torpedo disparado por el submarino Humaitá: “Salió
a la superficie y el comandante del submarino continuó navegando hacia
él. Como estaba a profundidad de periscopio, terminó impactando en la
vela, pero no hubo explosión porque el torpedo no estaba cargado de
explosivos”.
No hay más información sobre el incidente, pero en un escenario real,
el arma podría haber destruido el propio submarino que lo lanzó.
Posteriormente,
la Armada brasileña retiró el controvertido Tigerfish, reemplazándolo
con el Mk. 48 estadounidense, considerado uno de los torpedos más
fiables en la historia de la guerra submarina.
El submarino ARA San Luis y los torpedos alemanes SST-4 defectuosos.
ARA San Luis
Durante la guerra de las Malvinas en 1982, el submarino argentino ARA San Luis
desempeñó un papel importante como una de las principales amenazas
navales de Argentina contra la flota británica. Sin embargo, su eficacia
se vio seriamente limitada por problemas técnicos con sus torpedos
SST-4, lo que comprometió su capacidad de influir en el conflicto.
El ARA San Luis
, un submarino de la clase Tipo 209 de fabricación alemana, era una
nave moderna y una de las pocas plataformas de ataque naval argentinas
capaces de operar sigilosamente contra las fuerzas británicas. Su misión
principal era realizar ataques submarinos contra buques británicos que
transportaban tropas y suministros a las Islas Malvinas, así como
desestabilizar las operaciones de la fuerza naval del Reino Unido.
Tras el inicio de las hostilidades, el San Luis
operó en la zona de exclusión marítima establecida por los británicos,
buscando objetivos de alto valor como destructores, fragatas y
portaaviones. Gracias a su capacidad para permanecer sumergido durante
largos periodos y a su bajo perfil acústico, el submarino logró evadir
la detección por parte de los aviones de patrulla y los modernos
sistemas antisubmarinos de la flota británica.
SST-4
Diagrama de los ataques del ARA San Luis contra barcos británicos.
El armamento principal del ARA San Luis
era el torpedo eléctrico SST-4, diseñado para ser silencioso y
altamente efectivo en ataques a submarinos. Sin embargo, durante la
campaña, el submarino sufrió fallos crónicos en este sistema de armas.
Los torpedos SST-4 no funcionaron como se esperaba debido a problemas
técnicos relacionados con un mantenimiento inadecuado, una calibración
defectuosa y fallos en el sistema de guiado.
En varias ocasiones, el San Luis
lanzó torpedos contra buques británicos, pero ninguno alcanzó su
objetivo. Los informes indican que los torpedos sufrieron desviaciones
inesperadas de su trayectoria o no lograron activar sus sistemas de
detonación. Estos fallos provocaron la pérdida de oportunidades
cruciales para atacar a la flota británica e infligirle daños
significativos.
A
pesar de su sigilo y capacidad para evitar ser detectado, la ineficacia
de los torpedos SST-4 limitó considerablemente la capacidad del ARA San Luis
para influir en el curso de la guerra. El submarino siguió
representando una amenaza psicológica para los británicos, obligando a
la flota a destinar importantes recursos a operaciones antisubmarinas.
Sin embargo, al carecer de torpedos operativos, la amenaza no se tradujo
en un impacto directo.
Arte 3D: ARA San Luis lanzando un torpedo
Por otro lado, los británicos invirtieron fuertemente en operaciones para localizar y neutralizar al San Luis , empleando fragatas, helicópteros Sea King equipados con sonar y aviones de patrulla marítima. A pesar de estos intentos, el San Luis logró seguir operando sin ser destruido, regresando a puerto al final del conflicto.
El desempeño del ARA San Luis
en la Guerra de las Malvinas ejemplifica cómo la tecnología y el
mantenimiento pueden influir directamente en el éxito de las operaciones
militares. Si bien demostró la eficacia de su tripulación y del propio
submarino para evitar ser detectado, las fallas en sus torpedos SST-4
impidieron que el submarino realizara ataques exitosos contra la flota
británica. Esta experiencia puso de relieve la importancia de contar con
sistemas de armas fiables y una logística de mantenimiento adecuada en
los escenarios de guerra modernos.