Cuando Argentina invadió las Islas Malvinas en abril de 1982, el Reino Unido envió una fuerza naval al Atlántico Sur para recuperarlas. La Armada Argentina, sin capacidad antisubmarina, quedó prácticamente fuera de combate debido a la presencia de submarinos nucleares británicos en la región. La principal amenaza para la flota británica provenía de la Fuerza Aérea Argentina, especialmente por los misiles antibuque Exocet recién adquiridos. Estos misiles franceses eran conocidos por su alta eficacia y dificultad de defensa. El avión argentino Super Etendard tenía la capacidad de disparar estos misiles. Operando desde la base aérea de Río Grande en el continente argentino y con alcance para llegar al grupo de trabajo británico, no tardaron en organizar ataques.
Cuando el HMS Sheffield fue alcanzado y dejado fuera de combate por un Exocet, surgió el temor dentro del grupo de trabajo y en el Reino Unido de que estos misiles pudieran causar una derrota humillante. Los británicos creían que Argentina poseía cinco Exocets lanzados desde el aire. Si tan solo uno de ellos lograra impactar en uno de los dos portaaviones del grupo de trabajo, la guerra podría estar perdida.
Para contrarrestar esta amenaza, se llamó a los servicios secretos británicos, el SAS y el SBS.
Operaciones del MI6
Mientras se planificaban estrategias para neutralizar los misiles en el inventario argentino, el Servicio Secreto de Inteligencia Británico, conocido como MI6, tenía la misión de evitar que Argentina obtuviera más misiles. Haciéndose pasar por traficantes de armas en el mercado negro, los agentes británicos intentaron comprar todos los Exocets disponibles en el mercado abierto y clandestino. Además, ofrecieron falsos Exocets en el mercado negro para distraer a los argentinos y hacerles perder tiempo y recursos en búsquedas infructuosas.
Las Operaciones Mikado y Plum Duff
Mapa de Tierra del Fuego
Ansioso por entrar en acción, el 22º Servicio Aéreo Especial (SAS) trazó planes para destruir los misiles Exocet y los aviones que podrían transportarlos, llevando a cabo un ataque sorpresa en la base aérea de Río Grande.
Los planificadores del SAS, incluido el brigadier Peter de la Billiere, entonces director del Servicio Aéreo Especial, idearon un audaz plan llamado Operación Mikado. Inspirándose en la operación israelí en Entebbe, se propuso que el SAS realizara un asalto aire-tierra contra la base aérea de Río Grande en Tierra del Fuego.
El plan implicaba cargar la mayor parte del Escuadrón B, 22 SAS, en dos aviones C-130K Hércules de las Fuerzas Especiales de la RAF en la Isla Ascensión. La formación de dos aviones volaría hacia la costa este argentina, reabasteciéndose en el aire a lo largo del camino a través de aviones cisterna Victor, ya que los C-130K destinados a la Operación Mikado eran los únicos Hércules de la RAF capaces de realizar reabastecimiento aéreo en ese momento.
Volando a muy baja altura para evadir el radar, los Hércules aterrizarían en la pista de Río Grande y desplegarían a los soldados del SAS, algunos de ellos a bordo de motocicletas y Land Rovers Serie IIA 'Pantera Rosa' fuertemente armados. La fuerza terrestre destruiría todos los aviones Super Etendard, los misiles Exocet y los pilotos que encontraran. Después del ataque, el SAS escaparía hacia Chile, ya sea en los C-130 si sobrevivían o por su cuenta.
Antes del ataque, se lanzó una misión de reconocimiento preliminar llamada Operación Plum Duff. El 16 de mayo, un equipo de ocho hombres del Escuadrón B, 22 SAS, fue trasladado en avión desde la Isla Ascensión al Grupo de Trabajo de la Royal Navy, lanzándose en paracaídas al océano Atlántico Sur antes de embarcarse en el HMS Hermes. El 18 de mayo, un Sea King Mark IV desmantelado del 846 Naval Air Squadron llevó al equipo SAS hacia el continente argentino. El plan era que el equipo marchara hasta la base aérea de Río Grande, estableciera un puesto de observación y enviara información sobre las defensas, o si era posible, llevara a cabo una misión directa para destruir los objetivos.
El Sea King apenas tenía suficiente combustible para llegar al continente y la tripulación sabía que se trataba de una misión de ida. El helicóptero llegó a la costa argentina sin ser detectado, pero pronto quedó envuelto en niebla. A siete millas del punto de desembarco previsto, el Sea King se dirigió a Chile, donde aterrizó cerca de la frontera. La patrulla SAS intentó completar la misión avanzando a pie hacia Argentina. La tripulación intentó hundir el helicóptero en un lago, pero no pudo, y en su lugar lo incendió. Cuando los chilenos encontraron el Sea King quemado, el Ministerio de Defensa británico intentó encubrir el verdadero propósito de la misión afirmando que el helicóptero había sufrido dificultades mecánicas durante una patrulla antisubmarina. La misión de reconocimiento del SAS fue cancelada y el equipo fue retirado de Chile.
Mientras la Operación Plum Duff estaba en marcha, el Escuadrón B comenzó a practicar para la Operación Mikado. Ejercicios previos habían demostrado un riesgo significativo en tales operaciones: los grandes C-130 aparecían en los radares de las bases objetivo mientras aún estaban a muchas millas de distancia, dando a los defensores tiempo suficiente para prepararse. Incluso volando al nivel de las copas de los árboles, los C-130 tendrían que reducir la velocidad para aterrizar, convirtiéndose en blancos fáciles para cañones antiaéreos o misiles tierra-aire. Los argentinos también podrían bloquear las pistas con vehículos. Pruebas específicas confirmaron estos problemas, pero la planificación continuó.
Otro problema era la falta de información en el terreno, lo que significaba que no había garantía de que los Super Etendards o los Exocets estuvieran en Río Grande cuando llegara la fuerza de asalto. Finalmente, el SAS se dio cuenta de que la Operación Mikado probablemente fracasaría, lo que sería un desastre propagandístico para los británicos. La misión fue cancelada. Más tarde se supo que los argentinos habían tomado medidas adecuadas para proteger Río Grande, con muchas tropas bien entrenadas y considerables defensas aéreas.
Sin embargo, la amenaza del Exocet persistía y las pérdidas británicas seguían aumentando. Los planificadores del SAS adaptaron un plan previo para lanzar soldados en paracaídas sobre las Malvinas al esfuerzo anti-Exocet. Un Hércules insertaría un grupo de reconocimiento del Escuadrón B mediante un lanzamiento en paracaídas a unas 16 millas al noroeste de Río Grande. El equipo SAS vigilaría el objetivo y evaluaría si era factible atacarlo ellos mismos. De lo contrario, establecerían una pista de aterrizaje para que los Hércules trajeran al resto del escuadrón al día siguiente. La fuerza de asalto se desplazaría hasta el objetivo y, tras el ataque, escaparía a Chile. Este plan, como la Operación Mikado, nunca se llevó a cabo.
Operaciones SBS
En sus memorias tituladas "First into Action," el ex operador del SBS Duncan Falconer describe cómo el Special Boat Service participó en el esfuerzo contra los misiles Exocet. Según Falconer, cuando el MI6 descubrió que un cargamento de Exocets con destino a Argentina estaba a bordo de un carguero amarrado en un puerto extranjero, se asignó a la SBS la tarea de destruirlo. Los buzos de la SBS debían nadar hasta el puerto y colocar minas de lapa en el casco del barco para hundirlo. Sin embargo, la misión fue cancelada en el último momento, ya que la campaña en las islas parecía estar llegando a su fin y se estimaba que los misiles no llegarían a Argentina a tiempo para ser de ayuda.
Otra misión de la SBS, conocida como Operación Kettledrum, también estuvo a punto de llevarse a cabo. Se sospechaba que la base aérea de Puerto Deseado, en el continente argentino, podría albergar aviones Super Etendard equipados con Exocet. El plan consistía en que un equipo de seis hombres del SBS, embarcado en el submarino diésel clase O de la Royal Navy, HMS Onyx, realizara una inserción anfibia utilizando un inflable Gemini, se acercara y observara la base aérea, y si fuera factible, destruyera cualquier aeronave relevante. Para la fase de regreso, los asaltantes de la SBS usarían el Gemini, que habría sido almacenado previamente, para reunirse con el Onyx.
La Operación Kettledrum, al igual que otras operaciones como Mikado y Plum Duff, formaba parte de los esfuerzos británicos por neutralizar las capacidades aéreas argentinas y proteger a la flota británica de la amenaza de los misiles Exocet durante el conflicto (Wikipedia, la enciclopedia libre) (Fundacion Malvinas).
Finalmente, la Operación Kettledrum fue cancelada, y la SBS fue reasignada para apoyar las operaciones en las Islas Malvinas.
Análisis de perspectivas de resultado en combate aéreo de ambas fuerzas
Por Esteban McLaren para FDRA
"Los cazas son unas criaturas extrañas. En el aire, reabastecido, armado y comandado por un buen piloto, es la encarnación del poder y de la capacidad de lucha que lleva miedo a los blindados y navíos en el mar. Pero esta misma aeronave, tan poderosa en el aire, es un objeto frágil en el suelo. No solo es indefenso, sino también no tienen la mínima capacidad de defensa. Parado en la pista, desafectado y postrado, permanece a la merced de cualquier enemigo. No sólo está vulnerable a ataques aéreos (que tornan a las bases aéreas un activo muy atractivo durante la guerra), sino lo mismo que un simple mortero, bien usado, puede convertirlo en pedacitos. Cuesta una fortuna, puede decidir una guerra, y todavía así, permanece inofensivo como un bebé." Ezer Weizmann, Comandante de la Fuerza Aérea de Israel durante la guerra de 1967.
“Los aficionados discuten tácticas: los profesionales discuten sobre logística”. Napoleón Bonaparte.
“No le resultará difícil demostrar que las batallas, las campañas e incluso las guerras se han ganado o perdido principalmente por motivos logísticos”. Dwight D. Eisenhower.
Parte 1
Introducción
El 23 de diciembre de 1978, conocido como el Día D, se habrían
iniciado de manera coordinada a lo largo de las fronteras con Chile
diversas acciones militares dentro del marco de la operación Soberanía.
Es muy difícil determinar con certeza cuál de todas las acciones
planificadas hubiera iniciado propiamente la guerra, pero está claro que
habría sido un asalto simultáneo en, al menos, cuatro frentes. El
principal habría sido la batalla naval y el desembarco en el canal de
Beagle, donde la Infantería de Marina de la Armada de la República
Argentina (IMARA) intentaría desembarcar parte de sus tropas en las
islas Lennox, Nueva (ya ocupada por tropas del Cuerpo de Infantería de
Marina chileno, CIM) y Picton, mientras otras tropas buscarían ocupar el
resto de las islas. El desembarco, por la disposición de recursos,
sería una asalto vertical helitransportado. Este frente será objeto de
análisis futuro. Sincronizadamente, habría un avance terrestre en el
frente central partiendo desde Mendoza (con una posible segunda línea de
avance desde el sur por el paso Puyehue, hoy Cardenal Samoré) con el
objetivo final de llegar a la capital nacional, Santiago.
El
propósito original de este artículo era explorar un escenario de historia
alternativa centrado únicamente en el frente de la guerra aérea en el Sur de la Patagonia. La guerra nunca ocurrió, pero ¿cómo habría sido si
Argentina no hubiera aceptado la mediación papal? Ese era nuestro punto de divergencia
con la historia real. Apelemos a la racionalidad y la prospectiva en un
ejercicio que siempre será incompleto y cuyo resultado final pertenece a
otro espacio-tiempo.
El objetivo inicial de este artículo era simple: identificar las operaciones aéreas plausibles en el Teatro de Operaciones Austral (TOA) y delinear el desarrollo de una posible guerra aérea en esa hermosa región de nuestra Patagonia. La falta de enfrentamientos reales en dicho escenario sugería un ejercicio teórico: extrapolar el desempeño de diversas aeronaves en otros conflictos para, a través de paralelismos, anticipar su rendimiento en un entorno patagónico. Sin embargo, esta idea, aparentemente prometedora, empezó a trastabillar tras una revisión bibliográfica básica. De todos modos, dicho ejercicio intelectual está realizado someramente en la segunda parte de este articulo más abajo.
Sin embargo, al desempolvar un artículo de Zamora y Carreras (2008), que llevaba años olvidado en un disco rígido en forma de documento, la narrativa cambió radicalmente. Aquella pieza, ignorada durante mucho tiempo por cuestiones laborales, transformó la dirección del análisis. No habría guerra aérea en la Patagonia Austral; simplemente, no había rivalidad equiparable. Argentina habría desmantelado lo que algún iluso podría haber denominado “poder aéreo chileno” en esa región.
El testimonio del General del Aire Fernando Matthei, entonces jefe de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) durante la crisis del Beagle, dejó claro el estado precario de sus propias fuerzas. No parecía necesario perder tiempo en elaborar hipótesis de un enfrentamiento aéreo cuando la disparidad era obscenamente abrumadora. La FACh, que para ese momento se asemejaba a un grupo improvisado de uniformados, no tenía esperanza alguna frente a la maquinaria profesional y organizada de la Fuerza Aérea Argentina y la Aviación Naval.
Esta presentación se mantendrá en los límites del rigor, pero los hechos hablarán por sí solos. Al final de la misma, como ya se expresó, el ejercicio de comparar aeronaves en otros teatros de guerra se desarrolló de todos modos. Sin embargo, la situación de la FACh durante aquel período será presentada de manera evidente, sin necesidad de adjetivos. La brecha entre las capacidades operativas de ambas naciones no requería más análisis especulativo: en el TOA, la supremacía aérea argentina no era una hipótesis, sino una certeza irrefutable.
Disposición de las bases aéreas
La disposición de las bases aéreas (incluyendo al portaaviones V-2 ARA "25 de Mayo" como aeródromo móvil) que enfrentaban a los activos aéreos chilenos basados en la base aérea Chabunco, cercana a Punta Arenas se aprecia en el mapa debajo. Se podría contar también a las bases aéreas de la BAM San Julián (a 483 km. de la BA Chabunco) y un aeródromo en Puerto Williams (Aeropuerto Zañartu), donde despegaban los C-212 Aviocar para misiones de exploración y reconocimiento de la flota (Castro Fox, 2002).
Rodeada: la base aérea Chabunco estaba rodeada por al menos tres BAM argentinas.
El panorama operacional de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) en el Teatro de Operaciones Austral (TOA) era sombrío, rozando lo desesperado. Frente a un adversario con superioridad técnica y numérica, la FACh enfrentaba una encrucijada estratégica: actuar con rapidez y agresividad o resignarse a su vulnerabilidad manifiesta. Sin embargo, cualquier intento de maniobra resultaba, en última instancia, un ejercicio condenado al fracaso.
El propio ex Comandante en Jefe de la FACh, Fernando Matthei, dejó pocas dudas al respecto en declaraciones posteriores. En 1978, en plena crisis del Beagle, reconoció sin ambages que Chile no estaba preparado para una guerra aérea contra Argentina. Esto, a pesar de los aprestos militares de 1974 ante la amenaza peruana y la reciente incorporación de los modernos F-5. El problema no era solo de equipos nuevos, sino de capacidades estructurales que no existían. Matthei reveló que la FACh carecía de radares funcionales, defensas antiaéreas efectivas como cañones y misiles, y que el embargo británico había reducido drásticamente su flota de Hawker Hunters: de treinta unidades disponibles, apenas una docena se encontraba en condiciones de vuelo.
Suboficiales
mecánicos de la FACh, posando con un Hawker Hunter del Grupo de
Aviación No. 9. La mayor parte de los Hunters estaban estacionados en el
norte del país.
En el TOA, esta carencia se hacía más patente. Se sospechaba que de esos doce cazas Hunter, mucho menos serían realmente desplegados en la base de Chabunco, cerca de Punta Arenas, el punto clave más austral. La mayor parte de los activos permanecía concentrada al norte, en la base aérea de Cerro Moreno, en Antofagasta, demasiado lejos para influir en un enfrentamiento directo en el sur.
Pero el golpe final lo daba la propia base de Punta Arenas, que Matthei describió como un epicentro de improvisaciones. La falta de planificación estratégica y logística la condenaba a operar en condiciones precarias, incapaz de sostener operaciones a gran escala contra un enemigo organizado y profesional. No había preparación que disimulara la realidad: la FACh estaba mal equipada, mal posicionada y, lo más importante, mal preparada para cualquier enfrentamiento serio en ese escenario crítico. Frente a la maquinaria bélica argentina, su posición era poco más que simbólica, un reflejo de esfuerzo frente a una guerra que nunca podría ganar.
Entre 1974 y 1976, las adquisiciones urgentes de material aéreo por
parte de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) respondían al apremio de
enfrentar una posible agresión peruana, pero esas decisiones nacieron
marcadas por la improvisación y la ausencia de una planificación
estratégica a largo plazo. Esta falta de visión no solo limitó las
capacidades de la fuerza, sino que también sembró una serie de problemas
operativos que se agravarían en los años posteriores.
La
Enmienda Kennedy, impuesta por Estados Unidos, restringió severamente el
acceso a suministros y tecnología estadounidense, empujando a la FACh a
buscar soluciones alternativas en un entorno hostil. Obligados por las
circunstancias, los oficiales chilenos desplegaron un ingenio inaudito
para mantener en el aire su flota de combate. Repuestos y manuales
técnicos fueron adquiridos a través de redes informales de contactos,
mientras instructores y asesores extranjeros fueron contratados para
suplir las carencias en entrenamiento y mantenimiento.
Una
escena en la base aérea de Cerro Moreno en Antofagasta a principios de
los 1970s. Al menos cinco Hawker Hunters pueden verse, así como un
DC-6B, un DH Vampire correteando en la plataforma y en el filo de ésta,
un Grumman HU-16B Albatross y un venerable Douglas A-26 Invader. A
juzgar por las manchas de aceite en la pista, la actividad era intensa.
Esta combinación de ingenio y precariedad definió los años críticos de 1977 y 1978, durante los cuales el personal de la FACh enfrentó una serie de desafíos clave: desde la adquisición de componentes esenciales a precios exorbitantes hasta la capacitación improvisada de pilotos y técnicos. A pesar de los esfuerzos heroicos de su personal, estas medidas no lograron compensar la falta de recursos y la debilidad estructural de la institución.
El resultado fue una fuerza aérea sostenida a duras penas, funcionando como un mosaico de piezas de diferentes orígenes y con una operatividad limitada. Este modelo de supervivencia operativa reflejaba tanto la creatividad como la fragilidad de una institución que luchaba contra sus propias limitaciones para mantenerse a flote en un contexto de tensiones geopolíticas crecientes.
Unos
pocos Hawker Hunter de la FACh recibieron un camuflaje en dos tonos
grises, más adaptado a la región magallánica. En el mejor escenario, menos de 9 ejemplares
defendían todo Chile. Es indeterminado el número de operativos en Chabunco.
El 19 de junio de 1978, el Comando de Combate de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) lanzó una advertencia crucial al Comandante en Jefe: la distribución del Personal del Cuadro Permanente (PCP) presentaba fallos graves que comprometían la operatividad de la institución en un momento crítico. Técnicos altamente capacitados en el extranjero para operar y mantener aeronaves estratégicas como los F-5 y los C-130 no fueron asignados a las unidades donde más se necesitaban.
Un
piloto de caza de F-5E de la FACh (izquierda). Un avión Northrop F-5E
Tiger II de la FACh volando sobre la cordillera (derecha). Para
diciembre de 1978, sólo 3 con menos de 10 misiles AA se encontraban en
servicio en todo el territorio chileno.
En lugar de fortalecer las bases clave, estos especialistas permanecían en Santiago, lejos de los talleres y hangares que requerían su experiencia. El impacto de esta descoordinación fue devastador: en Antofagasta, el taller de mantenimiento de estructuras del Grupo 1, fundamental para la operatividad de la flota, quedó completamente inoperante. La ausencia de personal capacitado no solo paralizó las capacidades técnicas de esta unidad, sino que también dejó a la FACh expuesta a riesgos significativos en caso de un conflicto inminente.
Este error administrativo reflejaba una desconexión alarmante entre las necesidades operativas de la fuerza y la gestión del recurso humano, subrayando las debilidades estructurales que atravesaban la organización en uno de los momentos más tensos de su historia. La guerra de la logística aeronáutca, como reza al inicio de este artículo, Chile la había perdido antes de empezar.
Un Hawker Hunter FGA Mk.71 serial J-725 del Grupo de Aviación No. 9 "Panteras Negras" armada con cohetes SURA P-3 suizos.
En agosto de 1978, la Fuerza Aérea Chilena (FACh) enfrentaba una grave baja operativa en sus principales unidades de combate, complicando su preparación ante una posible guerra con Argentina. De los 84 aviones de combate (A-37B, DH.115, Hunter Mk.71/71A y F-5E/F), solo 37 estaban en condiciones de vuelo, un 44% de la flota total. La situación era especialmente crítica para los cazabombarderos Hawker Hunter, de los cuales solo nueve de los 26 estaban operativos, debido a problemas técnicos y logísticos. En cuanto a los modernos F-5E/F Tiger II, la operatividad fue aún menor, con apenas tresaviones en vuelo a finales de agosto. Muchos F-5 estaban fuera de servicio por mantenimiento imprevisto, falta de repuestos y problemas técnicos acumulados. Recalco que esa información no era para el TOA sino para toda la geografía chilena: Solo se poseían en condiciones operativas 12 cazabombarderos. Es una manera de poner blanco sobre negro para entender que los cazabombarderos operativos de toda la Fuerza Aérea de Chile apenas podía sobrepasar levemente el poder de fuego del portaaviones argentino V-2 ARA "25 de Mayo". No resulta peyorativo decir que para la fecha del Día D, la Fuerza Aérea de Chile era una fuerza aérea de tamaño y preparación similar a una nación centroamericana en poder de fuego y proyección estratégica.
Pilotos
de caza del Northrop F-5E/F del Grupo de Aviación No. 7 durante el
conflicto del Beagle en 1978. Para finales de ese año sólo 3 de esos
aparatos volaban. La foto que vemos es más infantería que pilotos
reales.
La operatividad de los Cessna A-37B quedó marcada por una serie de limitaciones críticas que pusieron en evidencia las carencias técnicas y logísticas de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) durante 1978. La falta de manuales técnicos y entrenamiento especializado en el manejo de estos aviones de ataque ligero derivó en incidentes alarmantes. Entre ellos, se registraron eyecciones accidentales de cohetes y tanques auxiliares de combustible, daños recurrentes en los trenes de aterrizaje, y la pérdida de una aeronave en maniobras nocturnas durante mayo de ese mismo año. Estos hechos no solo evidenciaron la precariedad operativa, sino que también aumentaron los riesgos para las tripulaciones en un período de alta tensión geopolítica.
Un
Cessna A-37B Dragonfly en un segmento de ruta que conectaba Puerto
Montt con aeropuerto El Tepual, en el sur de Chile, el 28 de diciembre
de 1978. Este aeródromo hubiese sido también blanco de ataques contra-aéreos de
la FAA.
A pesar de las adversidades, la FACh implementó medidas correctivas que, junto con la llegada de repuestos críticos, permitieron una leve mejora en la capacidad operativa de estos aviones hacia el final del período. Sin embargo, estos avances estuvieron lejos de garantizar una solución definitiva. Los problemas de mantenimiento y logística persistieron como una sombra constante sobre la fuerza, limitando su capacidad de respuesta en caso de un conflicto inminente y dejando al descubierto las fragilidades de una organización que operaba al borde de sus capacidades.
A pesar de las restricciones impuestas por Estados Unidos y Reino Unido, la Fuerza Aérea Chilena (FACh) logró acceder a repuestos para mantener sus aeronaves en operación, aunque el flujo y los canales de aprovisionamiento se vieron obstaculizados. Esto llevó a Chile a recurrir a triangulaciones y otros medios informales para transportar repuestos, incrementando costos y reduciendo el volumen de suministros. En junio de 1978, se embargó una partida de motores Avon 203 y 207 en Inglaterra, cruciales para los Hawker Hunter. A raíz de protestas diplomáticas chilenas y una sesión parlamentaria en el Reino Unido, el gobierno británico, liderado por el Primer Ministro Callaghan, promovió la devolución de estos motores. Chile también estableció un acuerdo con Hindustan Aeronautics Ltd (HAL) en India para el mantenimiento de componentes clave de los motores Avon, enviando 30 unidades a ese país.
Pilotos
de caza de la FACh posan con un par de Hawker Hunter en el aeropuerto
El Tepual, Puerto Montt, diciembre de 1978. Aniquilado Chabunco, El
Tepual junto con todos los aeródromos de la FACh recibirían la visita de cazabombarderos argentinos.
El aprovisionamiento de armas y munición también enfrentó problemas similares. La FACh había adquirido 100 misiles AIM-9J para los F-5, similares en características operativas al Magic 1 francés, pero estos no estaban operativos debido a la entrega por separado de sus componentes. Ante esta situación, se planificó armar los misiles usando partes de AIM-9B prestados por la USAF para entrenamiento. En operaciones estándar, es común que un porcentaje de los misiles adquiridos sea designado como misiles de entrenamiento inertes. En este caso eran misiles más antiguos, no el mismo modelo inerte. Aunque esto puede variar según las necesidades del cliente y los acuerdos del contrato, un estándar típico es que entre el 10% y el 20% de los misiles adquiridos se destinen al entrenamiento. Esto significa que, en el caso de una compra de 100 misiles aire-aire para equipar una docena de cazas, se podrían asignar aproximadamente entre 10 y 20 misiles como inertes (o un modelo más antiguo, como este caso) de entrenamiento. En cuanto al armamento aire-tierra, la FACh contaba con más de 4.000
cohetes SNEB para los Hawker Hunter y munición de 30 mm suficiente para
los aviones en operación. (Manfredi, 2017).
AIM-9J Sidewinder
¿Cuál era el estado de la Fuerza Aérea Argentina en ese momento?
Bueno, podríamos empezar por nuevamente mencionar a Matthei quien afirmaba apesadumbrado que nuestro país ya había adquirido "100 Daggers" (Mirage 5M producido sin licencia en Israel). A eso, añadiremos que la compra venía con 220 misiles aire-aire Shafrir 2 junto con otros equipamientos. Bueno, para 1978 no había arribado todo el lote de Daggers y misiles, por lo que conviene ponerle números más concretos. La composición de la fuerza se puede apreciar en la tabla a continuación.
ORBAT de la Fuerza Aérea Argentina
Base
Unidad
Escuadrón
N.º
Aeronaves
El Palomar
I Br.Ae
2º Esc
2+5
C-130E/H Hercules
5º+1 Esc
5+1
F-28 Mk.1000C / Boeing 707
4º Esc
6+2
IA-50 Guaraní II / F-27 Mk.400M
Paraná
II Br.Ae
1º Esc
8+2
Canberra B-Mk.62 / T-Mk.64
2º Esc
12
C-47
4º+2 Esc
4+2
IA-50B Guaraní II / Lj-35A
Reconquista
III Br.Ae
1º Esc
18
IA-58A Pucará
El Plumerillo
IV Br.Ae
1º Esc
12
A-4C Skyhawk
2º Esc
16
F-86F-30 Sabre
3º Esc
20
MS-760 Paris
4º Esc
4
AS-315B Lama
Villa Reynolds
V Br.Ae
1º Esc
35
A-4B Skyhawk
2º Esc
12
A-4B Skyhawk
Río IV
1º Esc
11
IAI Dagger
Morón
VIII Br.Ae
1º Esc
8+3
Bell 212 / UH-1H Huey
2º Esc
6+4
CH-47C / CH-3 / S-61N
3º Esc
12+16
H-369 / H-500
Mariano Moreno
1º Esc
9+2
Mirage IIIEA/DA
Comodoro Rivadavia
IX Br.Ae
7º Esc
6
DHC-6-200 Twin Otter
Córdoba
E.A.M
12
MS-760 Paris
40
T-34A Mentor
Está combinados aviones de todo tipo, sumando casi 300 unidades. De ellas, los aviones de combate en sí mismo (incluyen los deltas, A-4 Skyhawk, Sabre, Canberras y Pucará) llegan a 125 unidades operativas. Del mismo modo, la fuerza no presentaba problemas logísticas significativos en ninguna de las necesidades operativas. Los proveedores franceses, norteamericanos, israelíes y británicos (Canberra) mantuvieron sus despachos de material y servicios profesionales durante 1978.
El desbalance numérico era muy sesgado hacia el lado argentino con una información cualitativa adicional, la misma que se carece del lado trasandino desde hace siglos: en 1982 esos mismos pilotos y aeronaves demostraron ser altamente efectivos operando al límite de su alcance y bajo superioridad aérea enemiga en Malvinas. No solo en número sino en calidad de pilotos el desequilibrio era enormemente favorable a nuestro país.
Un caza Dassault Mirage IIIEA de la FAA, armado con un misil aire-aire Matra R.530 en la línea central.
Un Dassault Mirage 5M (renombrado IAI Dagger en Israel) mostrado cargado de bombas antes de una misión de entrenamiento.
Un Douglas A-4B Skyhawk
Un Douglas A-4C Skyhawk
Dos FMA IA-58 Pucará volando sobre el área de El Chaltén en la provincia de Santa Cruz.
Para
1978, la FAA todavía tenía en servicio unos 13 cazas North American
F-86F Sabre, los cuáles serían dados de baja en 1986. Estos aviones
estarían destinados a enfrentar a los Hawker Hunter gracias a las
experiencias de las guerras indo-pakistaníes.
Los
jets de entrenamiento avanzado/ataque ligero Morane-Saulnier M.S.760
Paris tendrían una muy larga carrera en la FAA. Adquiridos en 1958 solo
serían dados de baja en 2006.
La Fuerza Aérea tenía siete Lockheed C-130E/H Hercules para 1978.
Para finales de los 1970s, la FAA tenía 11 Fokker F-27s en servicio que cubrían las rutas de LADE aparte de otras tareas
El
venerable Douglas C-47 estaba todavía en servicio en la FAA en 1978.
Catorce ejemplares permanecían en servicio hasta que fueron dados de
baja en 1990.
El fin
Vamos a adelantar el final de la Base Aérea Chabunco basado en las declaraciones de su propio comandante en jefe, el general Matthei:
“El general Matthei reconocería años más tarde que la Fuerza Aérea chilena no estaba preparada para la guerra, con los pocos efectivos disponibles concentrados en el norte, ante la perspectiva de la guerra con Perú. 'La situación en la base de Punta Arenas era una verdadera pesadilla (…) Los aviones estaban a la intemperie y sin protección de ninguna especie, de manera que cualquier aparato argentino podía verlos y ametrallarlos. Pero esto no quiere decir que el resultado de la guerra estaba decidido'".(Nueva Tribuna)
El 23 de Diciembre de 1978, entre las 4 AM y las 6 AM esa base aérea sería atacada, volando a bajo nivel para evadir los radares, por IAI Dagger y A-4 Skyhawk que despegarían desde la BAM Río Gallegos, a menos de 200km al NE de Chabunco. Los pilotos argentinos, con la compra de los aviones israelíes habían recibido entrenamiento actualizado en combate aéreo y ataque a tierra. Los pilotos israelíes habían compartido sus experiencias en el Sinaí. Se iba a aplicar la experiencia en la operación Moked de la Guerra de los Seis Días para destruir a la FACh en tierra ¿Cuántos serían? Mas de 24 y probablemente menos de 36 aviones seguramente, temprano al amanecer bombardeando y ametrallando aviones desparramados al aire libre en la pista. Existe información que se sumarían aviones de diversas Brigadas Aéreas de refuerzo que participarían en el ataque partiendo de la base de Tandil en vuelo directo. Es decir, existía un flujo aéreo de aviones de combate donde Río Gallegos operando como un hub de convergencia donde se reabastecerían y despegarían en conjunto directamente para ejecutar el ataque a Chabunco.
Sea cual fuese el resultado, lo observado en el ataque sería notificado a la Base Aeronaval de Río Grande (BAN Río Grande) y a la pista de dispersión de la Estancia "La Sara" en Tierra del Fuego (ver mapa arriba). Allí aguardaban aviones de entrenamiento y ataque ligero North American T-28P Fennec, Aermacchi MB 326 y T-34C Turbo Mentor, todos de la Escuela de Aviación Naval, quienes se venían entrenando desde el mes de Julio. Estos activos aéreos despegarían para ametrallar y lanzar cohetes sobre todo lo que quedara en pie. En absoluto es exagerado afirmar que para el finalizar del día 23 de diciembre la FACh hubiese dejado de existir como fuerza operativa en el TOA.
Por eso es un ejercicio inútil imaginar combates entre Hunter y Mirage, entre Hunter y A-4, Hunters y Sabres, etc. La probabilidad de que ello ocurriera es de eso es infinitesimal. La FACh no iba a lograr despegar y lo que pudiese despegar no tenía misiles, con suerte tenían municiones en los cañones y, lo peor, los pilotos estaban pobrísimamente entrenados y hasta carentes de manuales para el mantenimiento. Asimismo, por las prioridades asignadas a los frentes, no se conoce con certeza el número de Hunter y A-37 efectivamente operativos pero podemos recordar que el núcleo duro estaba asentado en el otro lado del país, en Antofagasta. Aún así, ese núcleo no podía ser más que 9 Hunter y 3 Tiger, mas un par de decenas de A-37. La FACh en 1978 se parecía más a un fuerza aérea africana que a un oponente serio de la Fuerza Aérea Argentina.
Podemos resumir los graves y gravísimos errores cometidos por el personal muy poco profesional del arma aérea chilena. Un listado incompleto de las debilidades de la Fuerza Aérea Chilena (FACh) para Diciembre de 1978, mencionadas en el texto citado anteriormente:
Falta de alistamiento general para una guerra con Argentina: La FACh no estaba completamente preparada para un conflicto armado con Argentina, a pesar de los esfuerzos previos para contrarrestar la amenaza peruana y la adquisición de nuevos aviones F-5. La disponibilidad era baja pero peor aún era el nivel de preparación de los pilotos.
Deficiencia en radares y misiles antiaéreos: Existía una falta notable de radares, cañones y misiles antiaéreos, lo que reducía la capacidad de la FACh para defenderse efectivamente. De hecho carecía completamente de SAM.
Baja disponibilidad de aviones: Solo el 44% de los 84 aviones de combate de la FACh estaban operativos en agosto de 1978. La flota Hawker Hunter solo contaba con nueve de 26 unidades en condiciones de vuelo, y la flota F-5 estaba aún más comprometida con solo tres aviones operativos al final del mes.
Dificultades de aprovisionamiento y logística: Aunque se disponía de repuestos, estos llegaban con retraso y en cantidades limitadas, lo que obligó a la FACh a recurrir a proveedores informales y triangulaciones, encareciendo los costos.
Embargo de motores Hawker Hunter: En 1978, un embargo en el Reino Unido impidió el retorno de motores Avon de Hawker Hunter enviados a reparación, dejando a la FACh sin los cuatro motores necesarios para mantener aviones operativos.
Dependencia en canales de abastecimiento alternativos: Ante restricciones en las ventas de armamento, Chile debió firmar un acuerdo con Hindustan Aeronautics Ltd. en India para el mantenimiento de motores, una solución costosa y de logística complicada.
Falta de personal capacitado y distribución inadecuada: Algunos técnicos capacitados en el extranjero no fueron asignados a las unidades que necesitaban sus conocimientos, resultando en personal entrenado para aviones F-5 en otras áreas en la base El Bosque, en Santiago, dejando el taller de estructuras en Antofagasta inoperante.
Carencia de manuales y entrenamiento técnico: La falta de documentación y manuales técnicos adecuados afectó la operatividad de las aeronaves, especialmente en el mantenimiento de estructuras y sistemas de los aviones F-5 y A-37. La falta de manuales y entrenamiento produjo diversas bajas en los aviones por mal uso de los mismos. Efectivamente, los pilotos no sabían que funciones cumplían algunas palancas o botones lo que les hizo provocar accidentes que inutilizaron varias aeronaves y ello aparece listado como mantenimiento imprevisto.
Problemas con misiles aire-aire AIM-9J: Los 100 misiles AIM-9J adquiridos para los F-5 no estaban operativos debido a entregas incompletas. La FACh planificó su ensamblaje improvisado usando componentes prestados de misiles AIM-9B de la USAF. Esos misiles AIM-9B eran de entrenamiento, por lo tanto el número total de misiles aire-aire no superaría la decena.Todo Chile dependía de tres (3) F-5 equipados con una decena de misiles Frankenstein armados entre piezas combinadas de AIM-9B y AIM-9J, si es que aunque sea uno de esos misiles alguna se logró armar y funcionó.
Improvisación recurrente en defensa y mantenimiento: Debido a la falta de planificación a largo plazo y a políticas de desinversión en la FACh, evento que provenía ya del anterior gobierno socialista de Allende, la fuerza debió improvisar constantemente en operaciones y mantenimiento, una situación incompatible con la preparación efectiva en defensa. La reparación y mantenimiento de las pistas de las bases aéreas era un falla constante en la operatividad de las mismas.
Parte 2. Análisis de resultados potenciales
Dados estos factores, el resultado de un combate aéreo podría favorecer a la aeronave con:
Mejor maniobrabilidad y velocidad si el enfrentamiento se reduce a un combate aéreo a corta distancia.
Los sistemas de armas más avanzados y las capacidades de guerra electrónica pueden inclinar la balanza en cualquier tipo de enfrentamiento.
La habilidad del piloto a menudo se convierte en el factor decisivo, especialmente en aeronaves de igual nivel. Sobre este último aspecto no podríamos evaluar dado que no tenemos información de la preparación comparativas de ambos camadas de pilotos aunque es claro que en Argentina se disponía de mejor abastecimiento de repuestos y elementos de entrenamiento.
En resumen, sin detalles específicos sobre la aeronave que se compara, el resultado probable dependerá de cuál de estos factores favorezca más a un bando sobre el otro. En el combate aéreo moderno, los enfrentamientos a menudo ni siquiera llegan a la etapa de combate aéreo, y los enfrentamientos BVR se resuelven mediante ataques con misiles mucho antes del contacto visual. En el caso del conflicto del Beagle, no existían capacidad de BVR en ninguno de los bandos.
Evaluación de potencial combate aéreo entre un A-4 Skyhawk y un Hawker Hunter
Evaluar
un hipotético combate aéreo entre el A-4 Skyhawk (operado por
Argentina) y el Hawker Hunter (operado por Chile) sobre el Canal Beagle
durante la Crisis del Beagle implica un análisis detallado de las
características de la aeronave, la experiencia de los pilotos y el
entorno táctico. A continuación, se incluye un desglose:
1. Características de la aeronave
A-4 Skyhawk (Argentina)
Función: Diseñado principalmente como avión de ataque, pero también capaz de combate aire-aire.
Maniobrabilidad:
El A-4 es muy maniobrable, conocido por su pequeño tamaño y agilidad,
lo que lo hace eficaz en combates aéreos, especialmente a bajas
altitudes.
Velocidad: Velocidad máxima de aproximadamente Mach 0,9, más lento que el Hunter.
Armas: Normalmente está armado con dos cañones de 20 mm y podría llevar misiles Sidewinder y Shafrir 2 para combate aire-aire.
Radar y aviónica: El A-4 carecía de capacidades de radar avanzadas en comparación con los cazas, y dependía más de la orientación visual.
Estos tipos de avión se hubiesen enfrentado en la Patagonia Austral: Dos Hawker Hunters y un A-4 Skyhawk.
Hawker Hunter (Chile)
Función:
Diseñado como un caza a reacción transónico, el Hunter fue uno de los
aviones de combate más exitosos y ampliamente utilizados de los años
1950 y 1960.
Maniobrabilidad: El Hunter era conocido por
su excelente manejo y estabilidad, particularmente a altas velocidades y
bajas altitudes, pero era ligeramente menos ágil que el A-4 a
velocidades más bajas.
Velocidad: Velocidad máxima de aproximadamente Mach 0,94, lo que le daba una ligera ventaja en velocidad.
Armamento:
Normalmente estaba armado con cuatro cañones ADEN de 30 mm y era capaz
de llevar misiles Sidewinder, que eran superiores en alcance y precisión
en comparación con los cañones más antiguos.
Radar y aviónica: El Hunter no tenía un radar y una aviónica básica, mejores que el A-4, pero no de vanguardia según los estándares de la época.
2. Experiencia de los pilotos
Durante
la Crisis del Beagle, tanto Argentina como Chile contaban con pilotos
altamente entrenados y con experiencia de combate en diversos
conflictos. La competencia de los pilotos jugaría un papel crítico en
cualquier enfrentamiento, particularmente en la maniobra y explotación
de las fortalezas de sus respectivas aeronaves.
3. Tácticas y entorno
Geografía del canal Beagle:
El canal Beagle es una región angosta y montañosa con patrones
climáticos complejos, que podrían influir en el enfrentamiento. Ambas
aeronaves necesitarían usar el terreno a su favor, lo que podría
favorecer al A-4, más maniobrable, en combate cercano.
Alcance del enfrentamiento: La
geografía angosta y montañosa podría limitar la efectividad de las
tácticas BVR (más allá del alcance visual), empujando el enfrentamiento a
un alcance más cercano donde las habilidades de combate aéreo y la
maniobrabilidad serían cruciales.
Altitud: El Hunter
podría tener una ventaja a mayores altitudes debido a su mayor
velocidad, pero a altitudes más bajas, donde es probable que se produzca
un combate a corta distancia, la maniobrabilidad del A-4 podría ser
decisiva.
Pilotos chilenos de Cessna A-37B Dragonfly del Grupo de Aviación No. 12 durante la crisis del Beagle
4. Resultado hipotético de un combate aéreo
Combate inicial:
si el combate comienza a una altitud media o alta, la velocidad y la
estabilidad del Hunter podrían darle una ventaja inicial. Podría
intentar atacar al A-4 con sus cañones o misiles Sidewinder antes de que
el A-4 cierre la distancia.
Combate evolucionante: si el
A-4 puede cerrar la distancia o atacar a altitudes más bajas, su
maniobrabilidad superior podría permitirle superar al Hunter y ponerse
en posición de disparar sus propias armas de manera efectiva.
Ventaja del terreno:
el terreno complejo del Canal Beagle probablemente jugaría un papel
importante. El A-4 podría usar el terreno para evadir los ataques del
Hunter o para emboscarlo.
Armas y tecnología: los cañones
más poderosos del Hunter y la aviónica ligeramente mejor podrían
resultar decisivos en un combate cuerpo a cuerpo, particularmente si el
A-4 no puede cerrar el rango de manera efectiva.
Evaluación final
Ventaja para el Hawker Hunter:
la velocidad, la potencia de fuego y el radar del Hunter le dan una
ligera ventaja, especialmente en un enfrentamiento frontal o a gran
altitud.
Ventaja para el A-4 Skyhawk: el A-4 podría
obtener la ventaja en un combate aéreo a corta distancia y baja altitud,
donde su maniobrabilidad y la capacidad del piloto para aprovechar el
terreno podrían permitirle superar en maniobrabilidad al Hunter.
Pilotos
jóvenes posando frente a aviones de entrenamiento primario/ataque
ligero camuflados Beechcraft T-34B Mentor. Pocos hubiesen sobrevivido a
un ataque aéreo de la FAA.
Pilotos
de De Havilland DH-115 Vampire del Grupo de Aviación No. 8 (FACh) Los
Vampire eran auténticos ataúdes voladores con nunca capacidad de combate
aéreo.
Conclusión: el resultado
probablemente dependería de las condiciones iniciales del
enfrentamiento. Si el Hunter pudiera mantener un combate rápido a gran
altitud, podría asegurar una victoria. Sin embargo, si el Skyhawk
pudiera forzar el combate a una altitud menor o usar el terreno a su
favor, podría dar vuelta la situación. Dada la importancia equivalente
de la habilidad del piloto y la ejecución táctica, este combate aéreo
hipotético podría ir de cualquier manera, con un ligero favoritismo
hacia el Hawker Hunter debido a sus ventajas tecnológicas y de
velocidad.
Evaluación de potencial combate aéreo entre un F-86 Sabre y un Hawker Hunter
En
un enfrentamiento hipotético entre el F-86-F Sabre (operado por
Argentina) y el Hawker Hunter (operado por Chile) sobre el Canal Beagle
durante la Crisis del Beagle, el resultado dependería de varios
factores, incluidas las características de la aeronave, la experiencia
del piloto, las tácticas y el entorno operativo. A continuación se
presenta una evaluación detallada:
1. Características de la aeronave
F-86 Sabre (Argentina)
Función:
El F-86 era un caza a reacción transónico, ampliamente considerado como
uno de los mejores aviones de la era temprana de los reactores,
particularmente famoso por su papel en la Guerra de Corea.
Maniobrabilidad:
El Sabre era conocido por su excelente maniobrabilidad, particularmente
a altitudes más altas y en un escenario de combate aéreo. Tenía
reputación de ser ágil y receptivo, lo que lo hacía efectivo en combate
cuerpo a cuerpo.
Velocidad: Velocidad máxima de aproximadamente 687 mph (Mach 0,92), ligeramente más lento que el Hunter.
Armas:
Por lo general, estaba armado con seis ametralladoras M3 de calibre .50
o, a veces, con cañones, según la variante. Algunos modelos posteriores
podían llevar misiles Sidewinder, aunque esto era menos común en el
servicio argentino.
Radar y aviónica: La aviónica del
Sabre era relativamente básica en comparación con los jets posteriores,
centrándose más en enfrentamientos visuales y combates aéreos.
2. Experiencia del piloto
Tanto
Argentina como Chile contaban con pilotos experimentados durante la
Crisis del Beagle, muchos de los cuales se habían entrenado en
condiciones similares y estaban familiarizados con las capacidades de
sus aeronaves. La competencia de estos pilotos sería un factor crítico
en el enfrentamiento, en particular para aprovechar las fortalezas de
sus respectivas aeronaves.
3. Tácticas y entorno
Geografía del canal Beagle: El
terreno angosto y montañoso del canal Beagle probablemente obligaría a
que los enfrentamientos se produjeran a altitudes más bajas, donde el
entorno podría utilizarse en beneficio de una aeronave. El terreno
podría beneficiar al F-86, más maniobrable, permitiéndole participar en
combates aéreos a corta distancia.
Alcance de combate: La
naturaleza cercana del canal Beagle podría limitar los enfrentamientos
en BVR, llevando la lucha al rango visual, donde la destreza en combate
aéreo de la aeronave sería primordial.
Altitud y velocidad: si
bien el Hunter tenía una ventaja de velocidad, el entorno angosto y de
baja altitud podría anularla, lo que hace que la maniobrabilidad y la
habilidad del piloto sean más críticas.
4. Resultado hipotético de un combate aéreo
Combate inicial:
si el combate comienza a mayor altitud, la ventaja de velocidad del
Hunter podría permitirle iniciar el combate en sus propios términos. Sin
embargo, la maniobrabilidad del Sabre podría permitirle evadir e
intentar cerrar la distancia para un combate más favorable.
Combate evolucionante:
en un combate aéreo a baja altitud, la maniobrabilidad superior del
F-86 Sabre podría darle una ventaja, especialmente si la lucha se
convierte en una batalla de giros donde la agilidad del Sabre entra en
juego.
Comparación de armas: los cañones ADEN de 30 mm
del Hunter son significativamente más poderosos que las ametralladoras
calibre .50 del Sabre, lo que significa que si el Hunter puede asestar
impactos, probablemente causaría más daño. Sin embargo, la agilidad del
Sabre podría dificultarle al Hunter acertar esos tiros en un combate
aéreo cerrado.
Durante la Guerra Indo-Pakistaní de 1965, los
Hawker Hunter y los F-86 Sabre protagonizaron varios enfrentamientos
aéreos destacados:
4 de septiembre de 1965: Una
formación de tres F-86 Sabre pakistaníes, liderados por el Líder de
Escuadrón Muhammad Mahmood Alam, se encontró con cuatro Hawker Hunter de
la Fuerza Aérea India a baja altitud. En el combate que siguió, Alam
afirmó haber derribado dos Hunters, aunque fuentes indias reconocen la
pérdida de solo un avión.
4 de septiembre de 1965: En
otro enfrentamiento, tres F-86 Sabre pakistaníes combatieron contra dos
Hawker Hunter indios cerca de la Base Aérea de Halwara de la Fuerza
Aérea India. Después de que el Líder de Escuadrón Sarfaraz Ahmed Rafiqui
derribara un Hunter, llegaron cuatro Hunters indios más. En el combate
aéreo a baja altitud que siguió, los pakistaníes reclamaron haber
destruido cuatro Hunters, pero también perdieron dos Sabre, incluido el
de Rafiqui, quien eyectó demasiado bajo y falleció.
7 de septiembre de 1965: El
Líder de Escuadrón Muhammad Mahmood Alam, volando un F-86F Sabre,
afirmó haber derribado cinco Hawker Hunter indios en una sola misión,
con cuatro de estas bajas supuestamente ocurriendo en 30 segundos. Esta
afirmación ha sido objeto de debate, ya que las fuentes indias disputan
la cantidad de aviones perdidos.
Estos enfrentamientos
reflejan la intensidad de los combates aéreos entre estos dos tipos de
aeronaves durante el conflicto, con éxitos y pérdidas en ambos bandos.
Evaluación final
Ventaja para el Hawker Hunter: la
velocidad, la estabilidad y la mayor potencia de fuego del Hunter le
dan una ventaja en un enfrentamiento directo, especialmente si puede
mantener una mayor altitud o ventaja de velocidad.
Ventaja para el F-86 Sabre:el
Sabre podría obtener la ventaja en un combate aéreo a corta distancia y
baja altitud, donde su agilidad y maniobrabilidad le permitirían
superar en maniobras al Hunter, lo que podría compensar su armamento más
ligero.
Conclusión: el
resultado dependería en gran medida de las condiciones iniciales del
enfrentamiento. Si el Hunter pudiera aprovechar su velocidad y potencia
de fuego de manera efectiva, probablemente tendría la ventaja. Sin
embargo, si el enfrentamiento se convirtiera en un combate aéreo a corta
distancia en el complejo terreno del Canal Beagle, el F-86 Sabre podría
aprovechar su maniobrabilidad para cambiar el rumbo. En general, el
Hunter puede ser ligeramente favorito debido a su velocidad y potencia
de fuego, pero las capacidades de combate aéreo del Sabre podrían
convertirlo en una competencia reñida.
Evaluación de potencial combate aéreo entre un Mirage III y un Hawker Hunter
En
un enfrentamiento hipotético entre el Mirage III (operado por
Argentina) y el Hawker Hunter (operado por Chile) sobre el Canal Beagle
durante la Crisis del Beagle, el resultado dependería de varios factores
clave, incluidas las características de la aeronave, la experiencia del
piloto, las tácticas y el entorno operativo. A continuación, se
presenta un análisis de cómo podría desarrollarse dicho enfrentamiento:
1. Características de la aeronave
Mirage III / IAI Dagger (Argentina)
Función:
El Mirage III es un avión de combate supersónico multifunción, capaz
tanto de interceptar como de atacar a tierra. Fue uno de los cazas más
avanzados de su tiempo y tuvo un papel destacado en muchas fuerzas
aéreas de todo el mundo.
Maniobrabilidad: El Mirage III
es conocido por su diseño de ala delta, que proporciona maniobrabilidad a
alta velocidad y una rápida tasa de ascenso. Sin embargo, su ala delta
también lo hace menos ágil a bajas velocidades y en giros cerrados en
comparación con los diseños más convencionales.
Velocidad:
El Mirage III tiene una velocidad máxima de alrededor de Mach 2,2, lo que lo hace significativamente más rápido que el Hawker
Hunter. Esto le da una ventaja considerable en términos de velocidad y
altitud.
Armamento: Normalmente está armado con dos
cañones DEFA de 30 mm y es capaz de transportar misiles aire-aire como
el Matra R530 o el más avanzado Matra R550 Magic. Estos misiles
proporcionaron al Mirage III una ventaja significativa en el combate
aire-aire.
Radar y aviónica: El Mirage III estaba
equipado con un radar Cyrano (no así el Dagger), que, aunque no tan avanzado como los
sistemas modernos, seguía siendo superior a la aviónica del Hunter,
especialmente en términos de alcance y capacidades de combate.
Hawker Hunter (Chile)
Función: Como
se mencionó anteriormente, el Hunter es un caza a reacción transónico
subsónico con fuertes características de rendimiento en los años 1950 y
1960. Maniobrabilidad: El Hunter es estable y confiable tanto a gran
como a baja altitud, pero carece de la maniobrabilidad a alta velocidad
de los jets supersónicos como el Mirage III. Sin embargo, sigue siendo
un caza de combate capaz, especialmente a bajas velocidades.
Velocidad: Velocidad máxima de aproximadamente Mach 0,94 (715 mph), significativamente más lenta que la del Mirage III.
Armamento: Armado
con cuatro cañones ADEN de 30 mm y capaz de llevar misiles Sidewinder,
el Hunter tiene un gran poder, pero su velocidad subsónica limita su
capacidad de atacar o desatacar a voluntad.
Radar y aviónica: La aviónica del Hunter es relativamente básica en comparación con el Mirage III, con menos alcance y capacidad.
Sabres derrotan a Hunters in la Segunda Guerra Indo-Pakistaní de 1965.
2. Experiencia del piloto
Tanto
Argentina como Chile tenían pilotos bien entrenados durante la Crisis
del Beagle. La habilidad de los pilotos jugaría un papel crucial,
especialmente en maximizar las fortalezas de sus respectivas aeronaves.
3. Tácticas y entorno
Geografía del canal Beagle:
El terreno complejo y montañoso del canal Beagle probablemente
obligaría a los enfrentamientos a altitudes más bajas, donde la
estabilidad del Hunter podría entrar en juego. Sin embargo, la velocidad
superior y las capacidades de radar del Mirage III le permitirían
dictar los términos del enfrentamiento.
Alcance del enfrentamiento: La
capacidad del Mirage III de enfrentarse en BVR utilizando misiles
guiados por radar podría ser decisiva. Si los pilotos del Mirage III
pueden usar su velocidad superior y su radar para enfrentarse al Hunter
antes de acercarse al alcance visual, tendrían una ventaja
significativa.
Altitud y velocidad: La velocidad superior
del Mirage III y su rendimiento a gran altitud le permitirían
enfrentarse y desengancharse a voluntad, un factor importante en
cualquier escenario de combate aéreo.
4. Resultado hipotético de un combate aéreo
Enfrentamiento inicial: El
Mirage III, con su velocidad y sus misiles guiados por radar,
probablemente intentaría enfrentarse al Hunter desde la distancia,
aprovechando sus capacidades BVR. El Hunter, por otro lado, necesitaría
acortar la distancia para poner en juego sus cañones o misiles de corto
alcance.
Combate evolucionante: si el Hunter logra
acortar la distancia, su maniobrabilidad a velocidades más bajas podría
convertirlo en un oponente peligroso, particularmente en un combate
aéreo. Sin embargo, las capacidades de alta velocidad del Mirage III y
el potencial armamento de misiles aún le proporcionarían importantes
opciones defensivas.
Ventaja del terreno: si bien el
Hunter podría intentar usar el terreno a su favor, la velocidad y el
radar del Mirage III probablemente le permitirían mantener la ventaja,
eligiendo cuándo y dónde atacar.
Evaluación final
Ventaja para el Mirage III:
la velocidad, la altitud y las capacidades BVR superiores del Mirage
III le dan una clara ventaja en la mayoría de los escenarios de
enfrentamiento. Podría atacar al Hunter a distancia con misiles antes de
que este pudiera ponerse en posición de usar sus cañones o misiles de
corto alcance. Incluso en un combate aéreo, la velocidad del Mirage III
podría permitirle retirarse si la lucha se volviera en su contra.
Ventaja del Hawker Hunter: los
puntos fuertes del Hunter residen en el combate aéreo a corta distancia
a bajas velocidades, donde es muy maniobrable y sus cañones son
letales. Sin embargo, ponerse en esta posición contra el Mirage III, más
rápido y mejor equipado, sería un desafío.
Conclusión:
En un enfrentamiento hipotético sobre el Canal Beagle, el Mirage III
probablemente dominaría debido a su velocidad, radar y capacidades de
misiles. La capacidad de atacar desde la distancia y dictar los términos
del enfrentamiento dejaría al Hunter en una desventaja significativa.
Si bien el Hunter aún podría representar una amenaza si lograra acortar
la distancia, el equilibrio general de poder favorecería al Mirage III,
lo que lo convertiría en el vencedor más probable en un encuentro de ese
tipo.
Enfrentamientos entre Mirage III/5 o IAI Nesher vs. Hawker Hunter
Guerra de los Seis Días (1967):
Durante
este conflicto, los Mirage III israelíes se enfrentaron a varios Hawker
Hunters operados por fuerzas árabes, particularmente de Jordania y
Siria.
Resultado: Los Mirage III, con una ventaja en
velocidad y capacidad de misiles aire-aire, lograron derribar a varios
Hawker Hunters durante estos enfrentamientos, marcando una clara ventaja
tecnológica.
Guerra de Yom Kippur (1973):
En
este conflicto, los Mirage 5 y los IAI Nesher (derivado del Mirage 5)
de la Fuerza Aérea Israelí también se enfrentaron a cazas Hawker Hunter
sirios.
Resultado: Los Mirage y Neshers israelíes
tuvieron un desempeño superior, derribando varios Hawker Hunters,
demostrando nuevamente su superioridad en combate aéreo.
Enfrentamientos entre Mirage III/5 o IAI Nesher vs. Northrop F-5A/F-5E:
Guerra Irán-Irak (1980-1988):
En
este conflicto, ambos bandos utilizaron cazas Mirage y Northrop F-5. La
Fuerza Aérea Iraquí volaba Mirage F-1 y Mirage 5, mientras que Irán
operaba F-5A y F-5E.
Resultado: Hubo enfrentamientos
entre estos cazas, aunque los registros indican que las fuerzas iraquíes
con Mirage tuvieron una ligera ventaja debido a la mayor capacidad de
los Mirage 5 para portar armamento pesado y misiles avanzados, logrando
varios derribos de F-5 iraníes.
Estos ejemplos
destacan que en la mayoría de los enfrentamientos, los Mirage III/5 y
sus variantes tuvieron la ventaja tecnológica y táctica, especialmente
debido a sus mejores capacidades de misiles aire-aire y rendimiento en
combate a gran altitud. Los F-5, aunque ágiles y más económicos, no
lograron imponerse en enfrentamientos a larga distancia contra los
Mirage.
Enfrentamientos entre Northrop F-5A/F-5E vs. MDD A-4 Skyhawk
Solo ocurrieron de manera simulada en los programas Top Gun y
Entrenamientos de Combate Aéreo Disimilar (DACT)
Propósito: El
DACT implica entrenar a los pilotos en combates aéreos contra aviones
diferentes de los que ellos operan, simulando adversarios potenciales
para mejorar la preparación de combate.
Rol del F-5E Tiger II: El
F-5E, con su agilidad y rendimiento, ha sido utilizado por los
escuadrones adversarios de la Marina y la Fuerza Aérea de los Estados
Unidos para emular cazas enemigos, notablemente al MiG-21. Su tamaño
reducido y maniobrabilidad lo convierten en una plataforma eficaz para
este rol.
Rol del A-4 Skyhawk: El A-4 Skyhawk
también ha sido empleado como adversario en ejercicios, simulando
diversas amenazas aéreas en los entrenamientos. Su diseño compacto y
agilidad le permiten imitar eficazmente las características de vuelo de
ciertos aviones enemigos.
Enfrentamientos de Entrenamiento
En
los ejercicios DACT, los F-5E Tiger II y los A-4 Skyhawk se han
enfrentado para brindar a los pilotos experiencia contra diferentes
perfiles de aeronaves. Estos enfrentamientos están diseñados para probar
y mejorar las habilidades de combate aéreo, las tácticas y la capacidad
de adaptación de los pilotos.
Resultados: Los
resultados de estos enfrentamientos varían según la habilidad del
piloto, las tácticas empleadas y los objetivos específicos del
entrenamiento. El objetivo principal no es determinar un "ganador"
definitivo, sino mejorar la destreza en combate.
Resumen
Aunque
el F-5E Tiger II y el A-4 Skyhawk no se han encontrado en combate real,
sus enfrentamientos simulados en entornos de entrenamiento han sido
fundamentales para preparar a los pilotos para escenarios de combate
aéreo reales. Ambos cazas son ampliamente maniobrables pero el F-5E Tiger tiene una envolvente combate superior.
Anexo técnico
Componentes principales de la envolvente de combate
Velocidad (Eje horizontal)
Representa la velocidad del caza, generalmente medida en nudos, Mach o kilómetros por hora.
Carga G (Eje vertical)
Indica la cantidad de fuerza gravitacional (G) que el avión puede soportar en maniobras. Los cazas modernos pueden alcanzar hasta 9 G o más, dependiendo de su diseño.
Límites estructurales
La envolvente incluye las capacidades máximas y mínimas que el avión puede soportar sin comprometer su estructura:
Carga G positiva: Máximo que puede tolerar antes de sufrir daños estructurales.
Carga G negativa: Límite inferior, ya que los aviones suelen tolerar menos G negativos.
Régimen de giro sostenido y máximo
Régimen de giro sostenido: La cantidad de grados por segundo que el avión puede girar sin perder energía (velocidad).
Régimen de giro máximo: Giro momentáneo que puede lograr, aunque puede causar pérdida de energía o velocidad rápidamente.
Altitud
La envolvente de combate puede cambiar según la altitud, ya que la densidad del aire afecta el rendimiento aerodinámico y la potencia del motor.
Zona de pérdida y maniobrabilidad restringida
La envolvente incluye las zonas donde el avión pierde sustentación o tiene maniobrabilidad limitada debido a baja velocidad o ángulos de ataque extremos.
Usos tácticos
Permite a los pilotos comprender las condiciones óptimas para maniobras defensivas, ofensivas o de escape.
Ayuda a identificar ventajas y desventajas en enfrentamientos contra otros cazas (comparando envolventes de combate).
Es crucial para planificar tácticas de combate aéreo, ya que determina las maniobras que el avión puede realizar en condiciones extremas.
Factores que influyen en la envolvente
Carga útil: Armamento y combustible afectan el peso y, por ende, el rendimiento.
Condiciones ambientales: Altitud, temperatura y presión del aire.
Estado del avión: Mantenimiento y desgaste estructural.
La envolvente de combate es un concepto dinámico, ya que puede variar según el modelo del avión, el equipamiento y las condiciones operativas.
Combate aéreos sobre la región magallánica
Reconocimiento
Debo agradecer las declaraciones siempre honestas y sincericidas del Gral Matthei que, al contrario de sus contrapartes del ECH y ACH, fue dejando a lo largo del tiempo diversos aportes que brindaron claridad al estado de su fuerza al mando durante este litigio y, posteriormente, durante la guerra de las Malvinas. Sin dudas, un ejemplo.
Fuentes
Castro Fox, Rodolfo (2002). Yo fui aviador naval. ISBN 978-987-20557-0-7.
Sapienza Fracchia, Antonio Luis (2017), The Beagle Conflict: Argentina and Chile on the Brink of War, Volume 2. 1978-1984. Latin America@War
Siminic, Ivan (2022), ROJO 1, la Fuerza Aérea de Chile en la crisis
del Beagle de 1978, Academia de Guerra Aérea, Santiago de Chile. ISBN
9560971409
Zamora, Raúl y Javier Carrera, “La Fuerza Aérea de Chile en la Crisis del Beagle”, Revista Enfoque Estratégico, Santiago, 22 de febrero de 2008. Link original
Zamora, Raúl, "1978: La Fuerza Aérea de Chile en la Crisis del Beagle"