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viernes, 17 de octubre de 2025

Portaaviones: Díficiles de destruir, imposible de defender

Portaaviones: difícil de destruir, imposible de defender

Revista Naval




Estados Unidos fue un monstruo en el uso de armas navales. La aviación mundial desde la Segunda Guerra Mundial. Esto es inamovible; todos los demás parecen haberse quedado atrás, algunos lejos, otros para siempre. Pero el concepto mismo de un aeródromo flotante no permite a los comandantes navales de muchos países dormir tranquilos. Bueno, admitámoslo: es impresionante cuando una enorme plataforma, rodeada de pequeños buques como cruceros y destructores, se precipita sobre las olas en un lugar donde todos deberían estar huyendo aterrorizados.



¿Y si son dos? Bueno, hay que ser Kim Jong-un para ordenar con una sonrisa sádica: "¡Carguen! ¡Que se acerquen!". Pero, en general, estos AUG son muy desagradables. Lo único importante es de quién, porque hay países que tienen portaaviones, y hay países... otros, en general. Fingiendo tener aeródromos.


Mientras que otros países operan sus propios portaaviones —en particular China, que ha impulsado la producción de portaaviones a una escala masiva durante la última década— ningún otro país puede igualar la escala de la
flota de la Armada estadounidense. Cada uno de los 11 portaaviones de Estados Unidos es una ciudad flotante, capaz de proyectar poder militar alrededor del mundo. Cada barco de 102 metros de eslora transporta alrededor de 90 aeronaves, así como 5000 marineros y personal de ala aérea en cantidades aproximadamente iguales. Si todos los portaaviones estadounidenses zarparan a la vez, habría alrededor de 11 personas solo en esos 55 portaaviones.

Sin embargo, estas impresionantes cifras son un arma de doble filo. Incluso si un portaaviones se hundiera, sería un duro golpe para la capacidad de combate de la Armada y resultaría en una enorme pérdida de vidas. El hundimiento de un solo portaaviones de clase Ford o Nimitz con toda su tripulación (hipotéticamente) superaría el número de militares estadounidenses muertos en las guerras de Afganistán o Irak.

Y esta posibilidad no se puede descartar. Y Estados Unidos lo entiende perfectamente. En 2023, un simulador de guerra desarrollado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), un centro de estudios de Washington, D.C. afiliado a la Universidad de Georgetown, predijo que Estados Unidos ganaría el conflicto sobre Taiwán, pero perdería dos portaaviones.

Entonces, ¿cuál es exactamente la mayor amenaza para los portaaviones estadounidenses? ¿Cómo planea la Armada protegerlos? ¿Existe una alternativa a lo que el servicio denomina "4,5 acres de territorio estadounidense soberano" en el mar?



Según Mark Canzian, asesor principal del CSIS y desarrollador del juego de simulación de guerra, la vulnerabilidad de Estados Unidos en alta mar se debe a que «grandes potencias como China y Rusia poseen
armas poderosas, desarrolladas específicamente para destruir portaaviones». Y lo que es más, estas armas no solo existen, sino que no se desarrollaron ayer, sino que se han mejorado y modernizado durante más de medio siglo.

El arsenal de armas que Rusia y China tienen a su disposición puede no ser tan amplio y diverso como quisiéramos, pero sí cuentan con herramientas en sus arsenales que pueden inutilizar y hundir cualquiera de los 11 portaaviones. Las analizaremos más adelante, pero por ahora, hablemos brevemente del portaaviones en sí.



El objetivo es simplemente maravilloso: enorme, no muy rápido, y la maniobrabilidad tampoco es un punto fuerte de un buque de más de 300 metros de eslora. Física, nada personal. Además, tiene una gran cantidad de vulnerabilidades. Incluso sin el objetivo de hundir un buque así, lo cual no es una tarea muy difícil, es fácil inutilizarlo y privarlo de capacidad de combate.


Basta con causar daños graves a la cubierta de vuelo con un arma pesada (por ejemplo, un FAB-3000) o desactivar el equipo electrónico de propulsión y aterrizaje, para lo cual un par de misiles impactan en una "isla", y el portaaviones deja inmediatamente de cumplir su propósito, es decir, deja de funcionar como base flotante para aviones de ataque.



De hecho, por eso los portaaviones no navegan solos. Y todos los barcos que permanecen en el mar durante una campaña son como la comitiva del rey: están obligados a proteger a su majestad de las amenazas aéreas, terrestres y submarinas.


La única pregunta es la eficacia de estos barcos

En 1942, el Langley solo recibió cinco impactos directos de bombas aéreas japonesas. El Lexington fue derribado por dos torpedos y dos bombas. El Yorktown recibió dos bombas y dos torpedos desde un avión, y como último recurso, dos torpedos desde un submarino. El Wasp recibió dos torpedos y se deshizo de su propio avión. El Hornet recibió cuatro bombas, dos torpedos y dos aviones japoneses más que se estrellaron, destruyéndolo. El Princeton, en 1944, solo necesitó tres bombas, que, sin embargo, explotaron en los compartimentos con munición de avión.



Los japoneses, cuyos barcos no eran inferiores a los estadounidenses, en principio,
tuvieron una historia similar. "Kaga": 5 impactos directos de bombas. "Hiryu": 4 bombas de 454 kg y dos torpedos propios. "Amagi": 1 impacto directo, pero numerosas explosiones de bombas cerca de los costados provocaron la divergencia de las junturas y el portaaviones se hundió.



Pero quizás el récord lo ocupe el Ark Royal, cuya tripulación no pudo salvar tras un solo torpedo.



En general, un portaaviones, incluso uno moderno, no necesita mucho para dejar de ser un buque de combate. La única duda radica en los misiles (preferiblemente hipersónicos) y los torpedos enemigos.


Si Estados Unidos decide que no puede arriesgar sus portaaviones en zonas donde estas armas pueden alcanzar, no podrá entrar ni operar allí. Esta estrategia se conoce como "denegación de acceso/área" o A2/AD.

“China cuenta con una amplia gama de sistemas terrestres que representan una seria amenaza para los buques de superficie que operan en zonas litorales, y dicha amenaza aumenta a medida que los buques se acercan”, explica Bradley Martin, investigador principal de la Corporación RAND en Santa Mónica, California. “Los misiles de crucero antibuque lanzados desde el aire, como el YJ-12, tienen alcances de 290 y 110 millas náuticas, respectivamente, pero se lanzan desde aeronaves con un alcance considerable”.
China también posee un gran arsenal de misiles balísticos y, en los últimos años, los ha modificado para atacar buques de guerra en el mar. Los misiles DF-21 y DF-26 se lanzan desde China continental a distancias de aproximadamente 930 y 1800 millas náuticas, respectivamente. Claro que, para lanzar cualquiera de estos misiles, el lanzador debe tener información sobre el objetivo, lo cual es puramente una cuestión de inteligencia y selección de blancos, pero si se les ataca en un entorno así, los grupos de ataque de portaaviones se enfrentarían a un grave problema defensivo.

Rusia también cuenta con misiles de crucero y bombarderos de largo alcance, señala Martin, y Cancian coincide, señalando que Rusia ha desarrollado un misil antibuque hipersónico, el Zircon, que promete, «pero la atención se ha centrado en China».

En principio, existen pocos tipos de armas capaces de causar daños significativos a un buque como un portaaviones:
  • misiles hipersónicos;
  • misiles balísticos con guía terminal;
  • bombas planeadoras guiadas;
  • torpedos;
  • barcos kamikaze no tripulados.



Los misiles hipersónicos y sus homólogos balísticos, también hipersónicos, son los objetivos más difíciles para la protección de los portaaviones. Aunque el resto tampoco puede considerarse fácil: las bombas planeadoras son muy difíciles de rastrear durante su vuelo, ya que su pequeño tamaño y la falta de firma térmica proporcionan un buen camuflaje. Sin embargo, una bomba de este tipo requiere un portaaviones, y en este caso es más fácil de detectar, aunque no mucho.


En cuanto a los torpedos, combatirlos es una auténtica ruleta rusa, pero todos cuentan con sistemas de contramedidas bien establecidos; es cuestión de suerte. En cuanto a los USV o barcos kamikaze, como ha demostrado la práctica de la guerra en el Mar Negro, no todo es tan sencillo. Los radares de los barcos no saben cómo "mirar" hacia abajo, e incluso si pudieran, los cascos de plástico de los USV y la escasa cantidad de metal en sus estructuras dificultan la búsqueda.

La única desventaja del USV en comparación con los torpedos o misiles hipersónicos es la relativamente pequeña carga que cada dron puede lanzar al objetivo. Por lo demás, todo va bien, y si se lanzan cincuenta de estos barcos contra un grupo de buques CVN, será todo un espectáculo.

Esta desventaja de una carga pequeña se compensa con creces con el bajo coste y la disponibilidad, lo que permite incluso a países tecnológicamente atrasados ​​organizar ataques con enjambres de drones.

En general, muchos países han hecho un excelente trabajo al descubrir cómo infligir el máximo daño a un buque con el mínimo coste financiero.

Pero incluso en el otro lado del frente invisible, se esfuerzan por proteger sus buques. Si bien las capacidades de los buques modernos son mucho mayores que las de los cruceros y destructores de la Segunda Guerra Mundial, la eficacia de las armas de ataque también ha aumentado.



El portaaviones zarpa como elemento central de un grupo de ataque de portaaviones (GTA), que incluye cruceros y destructores con misiles guiados, así como sistemas de misiles antiaéreos, incluyendo las series SM-2, SM-3 y SM-6 de interceptores de misiles estándar y torpedos cohete antisubmarinos ASROC.


Seamos sinceros: el conjunto es regular. El SM-2 está francamente anticuado, y a pesar de la sustitución de los "cerebros" en la cadena de repetidas actualizaciones que condujo a la aparición del RIM-156/SM-2ER, la flota está abandonando gradualmente estos misiles, reemplazándolos por el más nuevo SM-6.

El SM-3 es otra historia. Es un misil interceptor para ojivas de misiles balísticos intercontinentales (ICBM), de tres etapas y con una ojiva cinética (es decir, no explosiva). Puede interceptar ICBM fuera de la atmósfera, pero las pruebas no han demostrado una alta eficacia, aunque fue capaz de destruir un satélite. Y el precio, con perdón, es de 18 millones de dólares por unidad. Es evidente que cientos de estos misiles no se están desplegando.

El SM-6 es un arma potente con un gran potencial. El SM-6 no ha tenido prácticamente ningún efecto contra misiles balísticos durante las pruebas, pero puede derribar fácilmente misiles de crucero y aeronaves a larga distancia. Y el precio: comparado con el SM-3, es más económico, con un coste de tan solo 2,5 millones de dólares.

Los destructores de misiles guiados clase Arleigh Burke y los pocos cruceros clase Ticonderoga restantes defenderán a los portaaviones con misiles Standard. Estos misiles están controlados por los sistemas de combate Aegis de los buques, que están interconectados para formar una red de información de combate. Estos sistemas interconectados proporcionan una visión coherente del espacio de batalla y permiten el posicionamiento y control efectivos de aeronaves y buques defensivos.

Cabe destacar que los buques también emplearán capacidades de autodefensa no cinéticas diseñadas para desviar los misiles enemigos. Los grupos de ataque de portaaviones cuentan con diversas capacidades para interrumpir la designación de objetivos, generar señuelos, distraer los misiles entrantes y dificultar su localización y puntería.

Sin embargo, existe la opinión de que en un conflicto militar moderno (cuando el ejército y la armada se enfrentan entre sí, y no contra formaciones armadas con armas pequeñas), la defensa de un portaaviones perderá ante quienes intenten penetrarlo.

Sí, blindaje, huecos, refuerzos estancos, sistemas fijos de control de daños, entrenamiento en control de daños, sistemas de control redundantes: todo esto aumenta la supervivencia de los portaaviones. Pero no lo suficiente como para estar seguros. Es más, puede que ni siquiera sea necesario hundir un portaaviones para inutilizarlo y frustrar todos los planes del AUG.

Sí, hundir un portaaviones puede ser difícil, pero destruir la cubierta de vuelo y los sistemas de combate podría ser mucho más fácil. China, por lo que sabemos sobre este impasse, posee un gran arsenal de armas de largo alcance, y un portaaviones encontrado sería muy difícil de defender y mantener operativo si el EPL se toma en serio la idea de abrirle agujeros. Los portaaviones de propulsión nuclear de la Armada estadounidense, que pueden viajar cientos de kilómetros al día, intentarán mantener la lucha moviéndose para evitar ser alcanzados.

Sin embargo, la propulsión nuclear presenta un riesgo único, ya que no está claro cómo un buque de propulsión nuclear se recuperará de los daños en sus compartimentos técnicos. Aterrizar un misil antibuque en un compartimento de reactor es muy difícil, ya que estos compartimentos están casi completamente por debajo de la línea de flotación; tendrían que alinearse muchas estrellas para que un misil antibuque penetrara tantos mamparos en un ángulo determinado y explotara allí.

Pero es más fácil para una ojiva masiva de un misil balístico. Como bombas perforantes, que penetraban las cubiertas de los barcos con una potencia no inferior a la de los proyectiles de 406 mm y destruían todo su interior. O algún tipo de torpedo, como nuestro Shkval (los chinos aún no tienen uno), que, debido a su enorme velocidad, acumula una energía monstruosa y la libera, rompiendo todo a su paso.

Y luego vienen las preguntas para las que nadie tiene respuesta. ¿Cómo se comportaría un portaaviones nuclear en tal situación? Quizás no se hundiría, pero tendría tantas fugas que tendría que ser remolcado a algún atolón abandonado, donde necesitaría años o décadas de almacenamiento hasta que la radiactividad bajara lo suficiente como para permitir reparaciones o el desmantelamiento. Mala perspectiva. Pero es muy difícil impactar un portaaviones en la zona del reactor. Los diseñadores también estaban pensando en eso, colocando la planta de energía lo más profundo posible.





¿Es mucho más fácil penetrar la cubierta de vuelo o el costado en la zona de los depósitos de combustible y municiones del avión y disfrutar del efecto, como los japoneses presenciaron la agonía del Hornet? ¿Existe realmente el blindaje de los buques modernos?


Dados los riesgos, ¿existen alternativas a los portaaviones modernos? Estados Unidos cree que no existen.

"Los portaaviones llevan alas aéreas que proporcionan capacidades de combate que serían difíciles de reemplazar con cualquier plataforma más pequeña".
dice Martin, coautor de un informe de 2017 sobre las futuras opciones de operadores que analizó operadores más pequeños y más asequibles.

Sin embargo, plataformas aéreas más pequeñas, con capacidad para vehículos aéreos no tripulados y elementos de ala aérea, pueden ofrecer una alternativa a la dispersión en un área extensa. La dispersión de fuerzas y recursos, así como los intentos de interrumpir la selección de objetivos, serán elementos críticos de la guerra.

Esto tiene cierta lógica. Enviar 40 misiles a un solo buque grande podría ser más efectivo que 10 misiles a 4 buques. De hecho, podrían contraatacar.

Mientras tanto, Kanzian afirma que existe una alternativa a los portaaviones que no implica en absoluto buques de este tipo. Una alternativa al portaaviones, aunque no la describen como tal, es lo que llaman "operaciones distribuidas". Esto se refiere a buques y aeronaves que transportan misiles de largo alcance y que recibirían información sobre su objetivo a través de una única red de información. Los portamisiles podrían ser lanchas lanzamisiles económicas (como las rusas) o incluso embarcaciones no tripuladas.

Según Kanzian, la robótica se convertirá en una parte integral de las "operaciones distribuidas". Sí, es posible contar con pequeñas embarcaciones no tripuladas y automatizadas que transporten misiles Tomahawk de largo alcance. Es algo similar al concepto ruso del Poseidón, solo que hablamos de buques de superficie.

Sí, la Armada estadounidense está experimentando con aeronaves y buques no tripulados, pero, insisto, no como alternativa a los portaaviones. Pero lo cierto es que existen nuevas soluciones en este ámbito. Un ejemplo que no es de la realidad naval, pero sin embargo: existe un vehículo aéreo no tripulado de largo alcance, el MQ-25 Stingray, que se está desarrollando como avión cisterna, pero algunos expertos sugieren usarlo para ataques de largo alcance. Y es lógico: solo requiere equipamiento adicional del UAV, y nada más.



La búsqueda de capacidades más económicas es un tema candente, no solo en Estados Unidos. Reducir el tamaño y aumentar las capacidades: esa es la principal tarea. Diez buques lanzamisiles del tipo Buyan-M cuestan más que un crucero Ticonderoga, pero no significativamente más (1.300 millones de dólares frente a 1.100 millones). Llevan la misma cantidad de misiles. Atención, la pregunta es: ¿qué es más fácil de detectar y destruir?


Si sustituimos los barcos por LHD y creamos un portaaviones para ellos, como los extraños barcos iraníes, ¿por qué no?

La Armada de los Estados Unidos ha invertido cientos de miles de millones de dólares en su flota de portaaviones, tanto en barcos como en aeronaves. Pero, como señala Kansian, «el problema con los portaaviones radica en su extrema utilidad para responder a crisis y conflictos regionales, pero su vulnerabilidad potencial en conflictos entre grandes potencias».

Palabras de oro, y dado que la era de los conflictos regionales parece estar llegando a su fin y los conflictos entre grandes potencias van en aumento, cabe preguntarse si el portaaviones está apostando demasiado. La solución podría ser usar portaaviones más pequeños, o no usar ninguno.

Al final, los propios estadounidenses admiten que la guerra no la ganaron los portaaviones de ataque (unos 30), sino los portaaviones de escolta, mucho más pequeños (unos 120).

sábado, 5 de julio de 2025

Malvinas: El ataque simultáneo multidireccional de la sección del Capitán Philippi

Una sola cosa importaba...



  

Nuestro vasto adiestramiento en ataques simulados a buques de nuestra flota durante años, nos permitió realizar el ataque con éxito contra la Ardent. Lo primero que hicimos fue separarnos, uno por izquierda, otro al centro y otro a la derecha. Esto ocasionó que el buque debiera dispersar su poder de fuego sobre tres blancos diferentes ocasionado la perdida de fuego concentrado. Su sistema de control de tiro tendría que elegir a uno de nosotros y tratar de derribarlo, pero los otros dos aviones llegarían seguro a la distancia necesaria. Ahí estaba nuestra oportunidad. No pudieron con ninguno de nosotros tres. Lancé primero mis bombas y una dio de lleno contra el buque. El teniente Arca, segundo en el ataque, lanzó sus bombas y se metió dentro del hongo de fuego producido por mi impacto. También acertó con una bomba. El teniente Márquez, último en la formación, fue espectador del ataque y nos confirmó los impactos. Además, conociendo su capacidad, seguramente su lanzamiento tuvo similares resultados.

‘Escapamos por la misma’, les ordené por radio a mis pilotos. Quise decir ‘por el mismo lugar que ingresamos’. Sin avistar actividad enemiga, iniciamos nuestro escape hacia Río Grande, nuestra base. En ese momento, no sabíamos que dos Sea Harrier ingleses volaban encima nuestro. No podíamos verlos debido al mal tiempo. Solo supe de ellos cuando el teniente Márquez rompió el silencio de radio alertándonos: ‘¡Harrier! ¡Harrier!’. Casi de inmediato, un golpe, un mazazo, golpeó mi avión. Me habían dado.



El avión, fuera de control, comenzó a encabritarse. El bastón de comando no respondió a mis llamados y, en ascenso, el avión se dirigió hacia un techo de nubes que descargaba la lluvia sobre mi parabrisas. Llevé el acelerador hacia atrás y tampoco obtuve respuesta, volaba a casi mil kilómetros por hora. El manual del avión indica que uno debe realizar la maniobra de eyección por debajo de los 350 nudos (648 km por hora). Realizarla por encima de esa velocidad puede ser letal, incluyendo desmembramiento del cuerpo o lesiones en hombros y caderas.

Accioné el freno de picada para intentar reducir la velocidad y tampoco respondió. Me di vuelta para ver qué ocurría detrás mío y, para mi sorpresa, observé al Sea Harrier que me había lanzado el misil acercándose para rematarme con cañones a corta distancia. Llamé a mis dos numerales y les informé que me encontraba bien, sin daños físicos, y que me eyectaba.

Accioné de la manija inferior y una explosión ocupó mis sentidos. Un último pensamiento me abordó: ‘me estoy desnucando como el teniente Peña’. Y luego me desmayé. El Teniente Peña, piloto de A-4Q, falleció en 1972 durante su eyección al engancharse la manguera de oxígeno en el acelerador, desnucándolo.



El capitán Alberto Philippi, lanzado a casi mil kilómetros por hora, impactó contra la masa de aire. Entonces, ocurrió el primer milagro: su cuerpo no se desmembró. El segundo milagro vino en su ayuda a continuación: el asiento eyectable, con su cohete vencido, funcionó en altura. Philippi atravesó la tormenta, emergió por encima de las nubes y continuó su ascenso hacia un sol brillante y un cielo límpido. Rodó por el aire y una sorpresiva explosión controlada lo separó de su asiento. Ambos cayeron al vacío hundiéndose otra vez en la nubosidad.

Descendió sin conocimiento, a casi 200 km por hora. Tercer milagro: el pequeño paracaídas extractor realizó su trabajo inicial obligando a que el paracaídas principal procediese a su apertura. En pocos segundos la vela naranja del paracaídas flotó en el aire depositando al piloto inconsciente sobre el mar. Philippi abrió sus ojos y entre la cortina de agua observó una escena dantesca: delante suyo volaba el A-4Q del teniente José César Arca perseguido por un Sea Harrier que trataba de abatirlo con fuego de cañón”.

Luego de la eyección, mi casco y máscara de oxígeno quedaron desacomodados. Tuve que luchar para sacármelos. En ese momento creí que no tendrían más utilidad y los dejé caer al mar. El paracaídas, de color naranja, funcionó bien: floté en el aire, tuve un buen contacto con el mar y, cuando comenzaba a hundirme, la vela del paracaídas se infló sobre la superficie y me arrastró por encima de las olas. Me liberé del paracaídas y nadé hasta la orilla.



El capitán Philippi iba a volver a Malvinas. “Tenían planes para mí”, dijo en entrevista con LA NACIÓN, descubriendo una fotografía que guarda con recelo desde hace 40 años. Allí a aparece junto a los recordados Gansos Salvajes, nombre que adoptaron los pilotos retirados de la Marina que estaban volando en aerolíneas comerciales y se presentaron como voluntarios para combatir en Malvinas. Ellos, liderados por Philippi, conformaron la escuadrilla Águila, que se aprestaba para combatir a los británicos.

Cuenta Philippi: “La fotografía fue tomada a comienzos de junio en la Base Aeronaval Comandante Espora. En ella estoy recibiendo a ex pilotos de A-4Q que fueron convocados para formar una nueva escuadrilla que reemplazaría, en Río Grande, al Capitán Castro Fox, que continuaba sus operaciones con sus últimos cuatros aviones y sin relevos.


El fin del barco pirata

Hubiera sido el Comandante de la nueva escuadrilla de A-4E provistos de un armamento mucho mejor que el que disponíamos en nuestros A-4Q. Sin embargo los planes se desmoronaron al ser interceptados los misiles por los servicios secretos británicos apenas comenzaban su traslado a nuestro país desde Sudáfrica. También se le sumó la presión de los Estados Unidos a Israel para que no nos vendiera esos aviones.

Los pilotos que me acompañarían eran aviadores navales que se habían retirado o volaban como pilotos en líneas aéreas. Sin embargo, ninguno faltó a la convocatoria. Volvieron dejando todo de lado, en calidad de voluntarios. En ese momento una sola cosa importaba, nos llamaba la Patria”.

Fuente: Claudio Meunier - La Nación
Imágenes:
-Capitán Alberto Philippi (arriba), foto por Pablo Cersosimo.
-Skyhawk A-4Q de la Aviación Naval. (Alex Klichowski).
-Escuadrilla "Águila", liderada por Philippi (cuarto de izq. a der.) quien estaba decidido volver a seguir combatiendo en Malvinas. Foto: Alberto Philippi.


sábado, 1 de febrero de 2025

SGM: El hundimiento de los HMS Prince of Wales y HMS Repulse

El 10 de diciembre de 1941, en la Batalla de Malaya, los buques ingleses HMS Prince of Wales y HMS Repulse fueron hundidos por aviones japoneses en el mar de China Meridional, marcando un hito en la guerra del Pacífico y terminando la hegemonía británica en los mares del mundo.

sábado, 30 de noviembre de 2024

Malvinas: El disparatado intento de hundir al '25 de Mayo' en Puerto Belgrano


Reino Unido canceló misión de ataque al portaaviones argentino ARA '25 de Mayo' en 1982, a última hora

  • La sangre en el ojo de la Armada Real por el ataque al HMS Invincible

Poder Naval (con modificaciones propias)


Bucaneer con misiles Martel

El 8 de junio de 1982, durante la Guerra de las Malvinas, en un cambio de último minuto, el Reino Unido canceló una misión planeada para atacar al portaaviones argentino ARA 25 de Mayo en el puerto. La operación implicaría dos aviones de ataque Buccaneer de la RAF, guiados por un avión Nimrod y reabastecidos de combustible por aviones cisterna Victor desde la Isla Ascensión, utilizando misiles Martel AJ-168 y ocho bombas de 1.000 libras.

Durante una visita a los Archivos Nacionales del Reino Unido, la “rata de biblioteca” Chris Gibson descubrió una serie de documentos intrigantes enterrados en una carpeta aparentemente inocua sobre el reabastecimiento de combustible aéreo durante el conflicto de las Malvinas. El primero detallaba el uso potencial de los Buccaneers de la
RAF para llevar a cabo un atrevido ataque contra el activo naval más importante de Argentina en su puerto base.

Según el escritor Chris Gibson la misión del Buccaneer era «degradar la capacidad de combate de los principales buques de la Armada Argentina (ARA) que operaban dentro del límite de las 12 millas náuticas». Y sin duda el objetivo de mayor valor del ARA era el portaaviones '25 de Mayo'.


El portaaviones ARA 25 de Mayo en Puerto Belgrano, en 1979. Al fondo, el crucero ARA General Belgrano y una corbeta A69. Foto: Marina de los EE. UU.

El plan detallado requería destruir el radar del portaaviones a distancia, luego avanzar y dejarlo inoperativo, antes de que los Buccaneers se dirigieran a Chile. Chile iba a actuar como cobijo a estos atacantes exponiendo su participación activa en el conflicto. Aunque la viabilidad y necesidad de tal misión eran cuestionables, el ataque habría representado una importante victoria moral para el Reino Unido.

La localización del "25 de Mayo"

Los Buccaneers habrían recibido información sobre la ubicación del Veinticinco de Mayo (fecha en la que comenzó la revolución argentina de 1810) a partir de un avión de patrulla de largo alcance Nimrod de la Royal Air Force. A su vez, la tripulación del Nimrod obtendría una estimación del área de búsqueda a partir de «inteligencia colateral».

Según documentos recientemente desclasificados, la fuente de la «inteligencia colateral» que habría proporcionado los datos del área de búsqueda necesarios para que el Nimrod encontrara al portaaviones (y dirigiera el ataque de los Buccaneers) habría sido el satélite de inteligencia electrónica estadounidense ultrasecreto llamado FARRAH.

A partir de las emisiones del radar de vigilancia aérea Hollandse Signaalapparaten LW-01 con el que estaba equipado el buque, interceptadas por el satélite FARRAH, se pudo determinar que se encontraba operando en la zona de Puerto Belgrano.

Con la información del área general de operaciones del portaaviones, sería el turno del Hawker Siddeley Nimrod de aproximarse a la zona (luego de algunos reabastecimientos en vuelo) y encontrar y determinar su ubicación y rumbo precisos, para transmitir esa información al paquete de ataque.

El ataque lo llevarían a cabo los Blackburn Buccaneers, que habrían estado armados con dos misiles antibuque Martel AJ.168 TV guiados por TV en los pilones de las alas como armas principales. También habrían llevado cuatro bombas de 454 kilogramos en el compartimento de armas. Los aviones habrían lanzado un TV-Martel cada uno, manteniendo el segundo como reserva por si tuvieran que realizar un segundo ataque, y las bombas en reserva por si los misiles fallaban.

Sin embargo, en el último momento, las autoridades británicas decidieron que la misión no era necesaria y optaron por cancelar el ataque planeado. La decisión reflejó un cambio estratégico, quizás influido por consideraciones políticas y militares, que evitó una mayor escalada del conflicto.



¿Para qué, por qué, en serio?


Analicemos este escenario. Existen falencias de planificación y, por sobre todo, de interés militar y temporalidad en el objetivo:

  1. En primer lugar, es interesante notar que esta supuesta "misión", de la que habría que confirmar su existencia real mas allá de los dichos de este investigador, se produce luego del 30 de mayo. En esa fecha, efectivamente los aviones argentinos (A-4C de la Fuerza Aérea Argentina y AMD Super Etendard del Comando de Aviación Naval) habían golpeado al HMS Invincible
  2. En segundo lugar, desde el 4 de Mayo el portaaviones se hallaba amarrado en la Base Naval Puerto Belgrano debido a la amenaza submarina de los SSN británicos. Es decir, el portaaviones no representaba amenaza alguna a la Marina Real. 
  3. Por otra parte, la principal amenaza para los Bucanners no serían los A-4Q Skyhawk dado que se encontraban desplegados en la Patagonia. El principal problema de este ataque serían los Tipo 42 (ARA Hércules y ARA Santísima Trinidad)  que poseían misiles antiaéreos Sea Dart con 40 km de alcance. 
  4. Detectar el radar del 25 de Mayo para dirigir un ataque con Martel guiados por TV se debía principalmente a que la Royal Navy no poseían AM39 Exocet de lanzamiento aéreo, como los usados por el Super Etendard, y necesitarían impactar un blanco muy específico en un aérea muy protegido esquivando blancos no prioritarios. La principal amenaza que enfrentarían hubiesen sido los dos Tipo 42 mencionados. 
  5. Finalmente, suena más a un plan completamente teórico, muy lejos de cualquier implementación seria, pero probablemente sea un reconocimiento indirecto de la espina clavada en el orgullo de la Marina Real por el ataque "real" (aunque tercamente no reconocido) al HMS Invincible. Esta misión es probablemente otra evidencia circunstancial que confirma el ataque a ese buque ¿Cómo podía ser que los argentinos golpearan al HMS  Invincible y esa armada latinoamericana saliera impune?


Sobre el misil Martel

El Martel era un misil antirradiación (ARM) anglo-francés. El nombre Martel es una contracción de Missile, Anti-Radiation, Television, en referencia a las opciones de orientación. Existen dos variantes, el guiado por radar pasivo (AS 37) y el guiado por vídeo (AJ 168).

Los aviones que utilizaron estos misiles fueron el Blackburn Buccaneer (hasta tres TV o cuatro variantes ARM), el SEPECAT Jaguar (dos), el Mirage III/F1 (uno o dos) y el Hawker Siddeley Nimrod (al menos uno). El Martel era muy adecuado para ataques antibuque con su pesada ojiva de largo alcance.

En ese momento, no existía ningún misil pequeño guiado por radar como el AGM-84 Harpoon con radar activo, por lo que la única solución viable era un sensor TV o ARM. Tenía un alcance relativamente largo (60 km), una gran carga útil y una velocidad subsónica.



Fue posible adaptar el Martel ARM para usarlo contra radares de diferentes longitudes de onda. Fue una mejora en comparación con los primeros misiles ARM estándar, que solo tenían un sensor de banda estrecha. Pero el sensor ARM sólo se podía seleccionar en tierra, no en vuelo, por lo que antes del despegue era necesario saber qué tipo de radar debía atacarse.

El Reino Unido utilizó ambos tipos, los franceses sólo la variante equipada con radar. El Martel fue construido por Hawker-Siddeley en el Reino Unido y Matra en Francia.



sábado, 5 de octubre de 2024

Crisis del Beagle: La batalla aeronaval del Beagle/Cabo de Hornos (v 1.0)


Crisis del Beagle: Las flotas se enfrentan en el Mar Austral

Esteban McLaren para FDRA


El 22 de diciembre de 1978, Día D, se hubiera iniciado coordinadamente a lo largo de las fronteras con Chile, diversas acciones militares dentro del marco de la operación Soberanía. Es muy difícil estimar a ciencia cierta cuál de todas las acciones planificadas iniciaría propiamente la guerra pero sí está claro que hubiese sido un asalto simultáneo en, por lo menos, cuatro frentes. El principal sería la batalla naval y desembarco en el canal de Beagle donde la infantería de marina de la Armada de la República Argentina (IMARA) desembarcaría tropas en las islas Lennox, Nueva (ya ocupada por tropas del Cuerpo de Infantería de Marina, CIM, chilenas) y Picton. El propósito de este artículo es ensayar un escenario de historia alternativa. La guerra nunca ocurrió, pero ¿qué hubiese ocurrido si Argentina no aceptaba la mediación papal?

En diciembre de 1978, las tensiones entre Argentina y Chile por la soberanía de las islas Picton, Lennox y Nueva en el Canal de Beagle alcanzaron un punto crítico. La diplomacia había fallado, y ambos países se preparaban para una confrontación armada. La Flota de Mar (FLOMAR) argentina, con su poderosa combinación de portaaviones, cruceros, destructores y submarinos, se preparaba para enfrentar a la Armada de Chile (ACh), una fuerza bien equipada pero en desventaja numérica y tecnológica. Autores chilenos especulan que las fuerzas argentinas en términos de infantería levemente duplicaban en número a las chilenas, en términos de blindados la diferencia era 5:1, en términos de aviones era 3:1 y en términos navales era levemente superior en algunos aspectos (combatientes de superficie), en otros decisivamente inferior (submarinos operativos en la zona) y otros cualitativamente incomparable (portaaviones).

Orden de Batalla al 20 de Diciembre de 1978

Armada de Chile (ACh)

  • Buques Principales:
    • Crucero ligero clase Tre Kronor: Almirante Latorre.
    • Crucero ligero clase Brooklyn: Capitán Prat.
    • Destructores clase Almirante: Almirante Riveros, Blanco Encalada y Cochrane.
    • Fragatas clase Leander: Almirante Williams, Almirante Condell y Almirante Lynch.
    • Destructores clase Fletcher: Blanco Encalada (DD-14) y Cochrane (DD-15).
    • Destructores clase Allen M. Sumner: Ministro Portales.
  • Submarinos:
    • SS-21 Simpson, el único operativo, ya que los submarinos clase Oberon estaban en mantenimiento mayor.
  • Aviación Naval:
    • Helicópteros Bell Jet Ranger 406 y Alouete SA-316B  .

Flota de Mar (FLOMAR) de Argentina

  • Buques Principales:
    • Portaaviones ARA Veinticinco de Mayo.
    • Crucero clase Brooklyn: ARA General Belgrano.
    • Destructores Tipo 42: ARA Hércules
    • Destructor clase Gearing: ARA Py
    • Destructores clase Allen M. Sumner: ARA Comodoro Seguí. ARA Bouchard y ARA Piedrabuena.
    • Destructores clase Fletcher: ARA Rosales (D-22), ARA Almirante Domecq García (D-23) y ARA Almirante Storni (D-24) 
    • Corbeta clase A69: ARA Drummond y ARA Guerrico
  • Submarinos:
    • ARA Santiago del Estero, ARA Salta, ARA San Luis y ARA Santa Fe.
  • Aviación Naval:
    • 8 A-4Q Skyhawk embarcados en el portaaviones, con uno en alerta caza interceptor en cubierta 24/7. El caza de interceptor en cubierta interceptó 2 veces a un CASA 212 de patrulla marítima asentado en Puerto Williams.
    • Helicópteros SH-3 Sea King.


2. Análisis cualitativo y cuantitativo de ambas flotas

Armada de Chile (ACh)

  • Cualitativo:

    • Alta capacidad defensiva con fragatas equipadas con misiles Exocet.
    • Limitada capacidad submarina con un solo submarino operativo.
    • Buena coordinación entre unidades de superficie y aérea.
  • Cuantitativo:

    • 1 crucero ligero
    • 3 fragatas
    • 6 destructores
    • 1 submarino operativo

Flota de Mar (FLOMAR) Argentina

  • Cualitativo:

    • Superioridad aérea con el portaaviones Veinticinco de Mayo.
    • Mayor capacidad submarina con 4 submarinos operativos.
    • Alta capacidad de proyección de fuerza con destructores y fragatas modernas.
  • Cuantitativo:

    • 1 portaaviones
    • 1 crucero ligero
    • 8 destructores
    • 2 corbetas lanzamisiles
    • 4 submarinos

 

Expansión del Conflicto

El conflicto no se disolvió, por el contrario, se agravó. La FLOMAR decidió lanzar un ataque a la Armada de Chile, que rápidamente zarpó desde Valparaíso hacia el sur, dirigiéndose al Canal de Beagle. La última posición detectada de la FLOMAR estaba a 120 millas (alguna fuente cita 193 millas) al suroeste del Cabo de Hornos, preparándose para apoyar la operación Soberanía, cuyo objetivo principal era el desembarco anfibio y captura de las islas Picton, Lennox y Nueva.

Análisis de Capacidades

Armada de Chile (ACh) La ACh contaba con un crucero ligero, destructores y fragatas, todos capaces de defensa antiaérea y antisubmarina. Sin embargo, los problemas operativos del SS Simpson dejaban a la flota sin una cobertura submarina efectiva, una desventaja crucial en una guerra naval moderna.

Flota de Mar (FLOMAR) La FLOMAR, por su parte, tenía la ventaja del portaaviones ARA Veinticinco de Mayo, que proporcionaba superioridad aérea con sus A-4Q Skyhawk. Los destructores modernos y los múltiples submarinos operativos daban a la FLOMAR una capacidad robusta de defensa y ataque.

 

Puntos clave de avance y lugares de refugio de la ACh

Para llegar al Canal de Beagle, la flota chilena avanzaría desde Valparaíso hacia el sur, pasando por Puerto Montt, el Canal Chacao, el Golfo de Penas, Bahía Inútil y el Estrecho de Magallanes, antes de dirigirse al Canal de Beagle. En caso de necesitar refugio, los fiordos chilenos como el Fiordo de Última Esperanza, el Fiordo Quintupeu, Fiordo de Aysén o el Fiordo Comau serían lugares estratégicos para esconderse y lanzar contraataques.

Fiordos Quintupeu y Comau 


Fiordo o Seno de la Última Esperanza 

Aproximación final al Canal de Beagle (o Cabo de Hornos)


El mapa superior marca el recorrido de la Flota trasandina de acuerdo a la bibliografía oficial chilena y argentina. Nótese que la derrota de la flota araucana pasa por encima de la posición del submarino ARA Santa Fé porque, precisamente, éste los detectó días previos al 21 de diciembre. Es decir, la flota enemiga había sido detectada y seguida ya por un submarino del CFS. La misma se dirigía al sur del Cabo de Hornos en apostaderos de combate, con dos buques anclados a la par esperando la orden de ataque. Los buques se hallaban dispuesto de este modo para poder intercambiar personal y vida social en la espera (Arancibia Clavel y Bulnes Serrano, 2017). Volveremos a este punto más adelante.

Estrategias de detección y enfrentamiento

La FLOMAR emplearía sus S-2 Tracker y P-2 Neptune para misiones de reconocimiento (tal como se emplearían exitosamente cuatro años después en Malvinas) y los A-4Q Skyhawk para ataque, mientras que los submarinos argentinos emboscarían a los buques chilenos en puntos críticos del Estrecho de Magallanes y el paso de Drake. Los destructores y fragatas de la FLOMAR proporcionarían apoyo de fuego y defensa antiaérea para proteger operaciones anfibias y de asalto helitransportado.

Resulta clarificadora nuevamente caer en la lectura del libro "oficial" sobre el desplazamiento de la flota trasandina (libro Arancibia Clarivel y Bulnes Serrano, 2017). En ella se detalla cómo los oficiales chilenos se entrenaban en un simulador terrestre (no es broma) llamado Redifon, que en forma de cubículos interconectados simulaban buques y ensayaban maniobras en un sótano del Centro de Entrenamiento Táctico de la Academia de Guerra Naval de Valparaíso. Merino y López, ensayando con este simulador analógico, diversas combinaciones de ataque a la FLOMAR llegaron a la conclusión que se debía lograr el "dominio en el mar", buscando una batalla naval decisiva estilo Mahan. El resultado de estos ensayos determinó una formación de ataque donde "todos los misileros iban por delante y los artilleros atrás" (p. 86). No entiendo por qué se requirió del Redifon para algo de simple sentido común ¿O acaso mandar a los cañoneros primero (Prat, Latorre) y los misileros detrás (clase Almirante, Leander) tenía alguna lógica?

Por su parte, la FLOMAR "carecía" de este simulador simplemente porque las tripulaciones no simulaban sino que pasaban gran parte del año naval embarcados maniobrando con los buques reales, en tiempos reales y enfrentando problemas reales. Aproximadamente dos tercios del año las tripulaciones permanecían embarcadas, algo que cualquiera con parientes marinos en esa época lo puede corroborar. Gran parte de quiénes fueron marinos en este período de oro de la ARA y que fueron padres al inicio del año terminaron conociendo a sus hijos con 8 o 9 meses de vida dado que su vida embarcada les impidió visitarlos antes. La distancia entre ambas flotas, más allá de la geográfica propiamente dicha, era sideral. Tome nota de otro evento: en octubre de 1978, el Teniente de Corbeta Augusto Bedacarratz del Grupo Aéreo Embarcado del ARA "25 de Mayo" realizó el primer aterrizaje nocturno. Es decir, para diciembre, si la "Escuadra" era iluminada por un radar naval argentino, podría echada a pique entera de noche sin esperar a la luz diurna. Bedacarratz fue quién 4 años después, echo a pique al HMS Sheffield. Ya veremos en futuras entregas que los pilotos chilenos ni manuales de sus aviones tenían.

 

Análisis del choque de fuerzas

En el marco de la crisis del Beagle de 1978, las tensiones entre Argentina y Chile alcanzaron un punto crítico, llevando a ambas naciones al borde de un conflicto armado. La operación Soberanía, planificada por Argentina, tenía como objetivo principal el desembarco anfibio y la captura de las islas Picton, Lennox y Nueva, ubicadas en el canal de Beagle. Esta operación debía realizarse bajo una sólida cobertura naval y aérea proporcionada por la Flota de Mar (FLOMAR) argentina.

Preparativos y composición de Fuerzas

A finales de diciembre de 1978, la FLOMAR estaba plenamente equipada y lista para la acción. Contaba con el portaaviones ARA Veinticinco de Mayo, un activo crucial que embarcaba A-4Q Skyhawks y S-2 Trackers, proporcionando tanto capacidad de intercepción aérea como de patrullaje marítimo y guerra antisubmarina. La flota incluía también varios destructores modernos, como el ARA Hércules, así como fragatas como el ARA Piedrabuena y el ARA Espora. Adicionalmente, Argentina disponía de una fuerza submarina significativa con los submarinos ARA Santiago del Estero, ARA Salta, ARA Santa Fe y ARA San Luis.

La Armada de Chile (ACh), aunque menos numerosa, mantenía una fuerza defensiva robusta. Su principal activo era el crucero ligero CL-02 Capitán Prat y el todavía amenazante Almirante Latorre, acompañado por fragatas y destructores equipados con misiles Exocet MM-38. La flota chilena incluía también el submarino SS-21 Simpson, el único operativo en ese momento, ya que los otros submarinos de la clase Oberon estaban en mantenimiento mayor.

 

Desarrollo de la Operación

La operación de desembarco planificada por Argentina se centraba en la Isla Nueva, donde se sabía que había unos 150 infantes de marina chilenos atrincherados. La estrategia argentina consistía en desembarcar en la costa sur de la isla, evitando las defensas chilenas en el norte. Para ello, se emplearía el transporte anfibio ARA Cabo San Antonio, escoltado por destructores y fragatas que proporcionarían apoyo de fuego y protección.


Los chilenos esperaban una imagen de este tipo en las islas cuando lo más probable era que la ocupación de las mismas se haría por asalto vertical helitransportado.

La fase final de aproximación de la FLOMAR se estableció con la flota argentina avanzando desde su última posición detectada, a 120 millas al sur del Cabo de Hornos, hacia el este, aproximándose al canal de Beagle. Mientras tanto, la ACh se movilizaba desde Puerto Williams, dirigiéndose hacia el canal para interceptar las fuerzas argentinas. Aquí podemos evaluar dos cursos de acción simultáneos: el primero, la flota principal se dirigía la Mar de Drake para enfrentar a la FLOMAR a mar abierto; segundo, las torpederas más pequeñas (Quidora, Fresia, Tegualda y Guacolda) enfrentarían a la fuerza de desembarco.


En cualquier caso, barcos de desembarco se hallaban apostados en la BNU (base naval de Ushuaia) para que, una vez tomadas las islas o una sección de las mismas, se ocuparan con tropas.

La guerra submarina

El libro ya mencionado, La Escuadra en Acción, de Arancibia Clavel y Bulnes Serrano, relata la actividad militar y política del conflicto, con un enfoque en la Armada de Chile. Aunque el texto no es muy técnico en cuanto a los medios empleados, resulta interesante por su descripción general de las operaciones de la Escuadra en el sur de Chile.

En este relato se menciona que la Fuerza de Submarinos chilena estaba compuesta por el submarino de la clase Balao "Simpson" (SS-21) y los modernos, para la época, submarinos de la clase británica Oberon, denominados "Hyatt" (SS-23) y "O'Brien" (SS-22).

De acuerdo con esta fuente, el "O'Brien" se encontraba en dique seco durante el conflicto y el "Hyatt" tuvo que interrumpir su tránsito hacia el sur y regresar a su base en Talcahuano debido a una avería mecánica. El otro submarino de la clase Balao, el "Thomson" (SS-20), ni siquiera es mencionado, posiblemente porque ya había sido retirado del servicio debido a su antigüedad. De hecho, tanto Brasil como Argentina habían retirado sus submarinos de esta clase a principios de la década de 1970, tras recibir los Guppy.


Vistas desde periscopio de submarinos argentinos: a la izquierda, una de las fotos obtenidas del submarino Simpson chileno, único activo submarino de la ACh. A la derecha, un S-2 Tracker argentino, avión antisubmarino del que carecía Chile.

A pesar de que el "Simpson" no estaba a la altura tecnológica de las circunstancias, logró cumplir su misión de pasearse por el teatro de operaciones con el capitán en un alto estado de nerviosismo. El viejo submarino debía emerger con frecuencia para recargar sus baterías, exponiéndose peligrosamente a los radares y periscopios argentinos. Por lo menos dos veces fue fotografiado por los submarinos argentinos en superficie (una foto se ve arriba). Por su desgaste, no sería sorprendente que esta operación tuviera que realizarse con mayor frecuencia de lo normal. Habiendo sido detectado en dos ocasiones por submarinos argentinos, éstos optaron por no disparar sus torpedos. Aun así, es posible que su comandante, Rubén Scheihing, intentara atacar, pese a su desventaja tecnológica.

Áreas de patrulla asignadas a los submarinos argentinos. (Fuente: Deyseg)

Sin poder precisar las fechas exactas, los submarinos Guppy estuvieron muy cerca de entrar en combate, aunque afortunadamente sus comandantes interpretaron las órdenes con buen criterio. A mediados de diciembre, el submarino "Santa Fe" patrullaba la entrada de Bahía Cook a una profundidad de 50 metros. Los sonaristas detectaron el sonido de hélices de buques de guerra en aproximación. El comandante del S-21 dio la alarma de combate, la tripulación tomó sus posiciones y se alistaron todos los tubos lanzatorpedos. Los sonidos de las hélices se fueron sumando hasta convertirse en lo que parecía ser "una flota". La escuadra chilena navegaba sobre el S-21, abriéndose hacia las aguas abiertas del Pacífico sur.

Los sonaristas contaron tres, cuatro, seis... hasta 13 naves. Algunas tenían hélices "pesadas", como cruceros, y la mayoría hélices "livianas", similares a las de destructores.

Sin embargo, la flota chilena navegaba sin emitir señales, es decir, sin usar sonares activos en los buques de escolta. La decisión de un comandante de escuadra de navegar sin emitir puede tener varias justificaciones, como no estar buscando submarinos, o preferir ser más discreto, ya que las emisiones de sonar se propagan a grandes distancias y pueden ser detectadas por los equipos de contramedidas de los submarinos, revelando su rumbo o trayectoria.

No es difícil imaginar la gran tensión que vivió la tripulación del "Santa Fe". Suspendidos en silencio a decenas de metros bajo el Pacífico, esperaban la actitud de la flota chilena, con las armas listas para ser lanzadas si llegaba el momento adecuado para atacar desde una posición táctica favorable.

Finalmente, la flota chilena se adentró en aguas abiertas, alejándose del S-21. Siguiendo sus órdenes, el comandante del "Santa Fe" no interpretó la maniobra de la escuadra chilena como un acto hostil, especialmente en un momento en el que no había una declaración formal de guerra.

Con esto queda claro que el ARA Santa Fe sabía la posición de la flota chilena, en caso de guerra hubiera sido la primera en lanzar torpedos contra la flota trasandina.



Punto de encuentro y enfrentamiento

El punto de encuentro de las flotas se situaría en las proximidades del canal de Beagle. La FLOMAR debía enfrentar la amenaza de los misiles MM-38 Exocet de la ACh, con un alcance de 35-40 km. Existe recurrentemente en los diálogos, discusiones e intercambios con expertos y neófitos transcordilleranos una cierta contabilidad de Exocets para presuponer que una supuesta batalla naval se volcaría "claramente" a favor de la ACh. Chile dispondría de 4 u 8 bocas de fuego más que la ARA en ese momento. Es el negacionismo de la evidente derrota que hace a estos gestores de opinión sacar del juego analítico a los principales activos de la ARA: su portaaviones y sus 4 submarinos operativos. Para brindar más claridad, el portaaviones ARA Veinticinco de Mayo proporcionaba a Argentina una ventaja significativa, permitiendo ataques desde distancias de más de 200 millas (370 km). Otro detalle no menor, comparado con el caso de la experiencia de Malvinas, es que la aviación naval argentina tenía experiencia plena en los ataque antibuque y las espoletas de las bombas estarían ajustadas correctamente para detonar al impacto de los buques. Detectada la flota chilena con los S-2 Tracker y P-3 Neptune, su posición sería informada a las bases aéreas de la FAA y a los submarinos del CFS y sería cuestión de tiempo ver quien llegaba primero a la cacería.

Escenarios de Desembarco y Enfrentamiento

  1. Aproximación de la Flota Chilena para detener el desembarco La ACh avanzaría con rapidez desde Puerto Williams hacia el canal de Beagle, desplegando sus fragatas y destructores para interceptar y atacar las fuerzas de desembarco argentinas. Emplearía las lanchas rápidas también para detener los desembarcos y barcos de apoyo. Los chilenos lanzarían misiles Exocet y usarían su artillería naval para hostigar las lanchas de desembarco. Además, coordinarían ataques aéreos desde Punta Arenas utilizando aviones Hawker Hunter y A-37 Dragonfly. Introducirse en el canal de Beagle es una estrategia perdedora para cualquiera de las dos flotas por las restricciones de movimiento, perturbación de sensores por terreno (clutter) y consecuente baja en la performance de las armas.

  2. Respuesta de la FLOMAR a este movimiento Ante la aproximación chilena, la FLOMAR desplegaría sus A-4Q Skyhawks y S-2 Trackers desde el portaaviones para realizar ataques preventivos contra las unidades de la ACh. Los submarinos argentinos patrullarían áreas estratégicas para interceptar buques chilenos. La FLOMAR utilizaría sus sistemas de defensa aérea para interceptar aviones aproximándose y lanzaría sus propios misiles antibuque para neutralizar las amenazas principales. Al contrario de la flota trasandina, la ARA contaba con un elemento externo a las naves para el ataque como era la aviación embarcada. La encerrona del canal facilitaba el ataque aeronaval y hubiese sido un elemento ideal para una secuencia de ataques y rearmes para reiniciar el ciclo.

  3. ACh se enfoca en buscar a la FLOMAR para derrotarla directamente. Por la literatura citada, este fue el camino elegido por la armada araucana. Si la ACh hubiese decidido buscar y enfrentar directamente a la FLOMAR, rodearía la isla Navarino o accedería por el mar de Drake hacia el cabo de Hornos (derrota sureste). Coordinarían con el submarino Simpson y patrullas aéreas para localizar la flota argentina y lanzarían misiles y ataques de artillería naval en cuanto la detectaran. También por la literatura, el ARA Santa Fe estaba debajo de la flota cuando está accedió al mar abierto: objetivo detectado primero. Nuevamente aquí, la aviación naval argentina los encontraría a medio camino en cualquier escenario y debería soportar varias oleadas de ataques de A-4Q Skyhawks. Lo que quede remanente de estas oleadas es lo que podrían enfrentar a una FLOMAR intacta. Jaque.

  4. FLOMAR se enfoca en buscar la ACh para derrotarla directamente Si la FLOMAR decidiera buscar y enfrentar directamente a la ACh, avanzaría desde su posición al sur del Cabo de Hornos hacia el noreste. Utilizarían sus aviones embarcados para reconocimiento y ataque, primero realizaría ataques aéreos repetidos para hundir o dejar fuera de combate a los principales activos de superficie, luego hundir o averiar diversos buques, acercaría para lanzar misiles antibuque desde sus destructores y fragatas, y coordinarían ataques con sus submarinos. Y aquí traemos a colación la formación de "apostadero de combate" de la ACh: los buques se hallan anclados apareados para compartir la espera con vida social e intercambio de insumos. Si la ARA lanzaba los A-4Q Skyhawk cuando esta formación no se hubiese desarmado, hubiese facilitado enormemente el accionar de las bombas. Una misma pasada de bombardeo de 3 aviones con 3 bombas de 450 kilos hubiesen impactado de a dos buques duplicando su eficiencia. Mate.


Roles de la Aviación Naval y Militar

  • Aviación Naval embarcada argentina:

    • A-4Q Skyhawk: Realizarían misiones de intercepción y superioridad aérea, así como ataques a buques enemigos para proteger las fuerzas de desembarco. 8 unidades embarcadas.
    • S-2 Tracker: Efectuarían patrullas marítimas, detección de submarinos y coordinación de ataques antisubmarinos y antibuque. 2 unidades embarcadas.
    • P-3 Neptune: Operando desde bases terrestres, tenía muy largo alcance y eran tripulaciones altamente entrenadas a lo largo del año en el Mar Argentino.
  • Aviación Naval con Base en Río Grande:

    • T-28 Fennec: Misiones de apoyo aéreo cercano y ataques a tierra para cubrir las tropas desembarcadas (dispersos en Río Grande y Estancia La Sara). 19 unidades.
    • MB-326 Aermacchi: Misiones de interdicción y ataque a tierra para apoyar las operaciones anfibias y terrestres (Río Grande). Número indeterminado.
    • T-34C Turbo Mentor: Misiones de ataque ligero, apoyo logístico y transporte de suministros. Más de 12 unidades.
  • Aviación Militar Chilena en Chabunco:

    • Hawker Hunter: Intercepción y combate aéreo, ataques a buques y apoyo a las fuerzas terrestres (6 unidades).
    • A-37 Dragonfly: Ataques a tierra y apoyo cercano, interdicción y hostigamiento de fuerzas de desembarco argentinas (12 unidades).
  • Aviación Militar Argentina en Río Gallegos:

    • A-4B/C/P Skyhawk: Ataques a buques y apoyo a las fuerzas terrestres, intercepción y combate aéreo en caso necesario (12 unidades).
    • Mirage IIIEA/Mirage 5 Dagger/IAI Nesher: Más de 30 unidades de los tres modelos.
    • F-86 Sabre: Caza de intercepción puro, desplegado para enfrentarse a los Hawker Hunters debido a la experiencia de las guerras indo-pakistaníes. El número concreto no está claro pero por declaraciones de pilotos había más de 4 unidades.
    • Sus objetivos eran, primero, iniciar bombardeos contra objetivos militares de las ciudades de Punta Arenas (base aérea Chabunco) y Puerto Williams (aeródromo Zañartú) y la destrucción de la Fuerza Aérea de Chile, usando una técnica muy semejante a la utilizada por Israel en la Guerra de los Seis Días en 1967. Lo mismo sería implementado en todos los frentes abiertos.

 


A-4Q despegado del portaaviones ARA "25 de Mayo" impacta al APD-29 Uribe de la ACh

 

La ofensiva sobre Chile seguiría la siguiente secuencia (Wikipedia):

  • A partir de las 20:00 horas (H-2) del Día D, el 22 de diciembre de 1978, la FLOMAR y la Infantería de Marina —Batallón N.º 5— ocuparían las islas Freycinet, Hershell, Wollaston, Deceit y Hornos (ver mapa debajo).
  • A las 22:00, la Hora H, la FLOMAR e infantes de marina —Batallones N.º 3 y N.º 4— ocuparían las islas Picton, Nueva y Lennox, logrando además el control del canal Beagle (ver mapa debajo).
  • La ofensiva terrestre se iniciaría a las 24:00 horas (Hora H+2). El V Cuerpo de Ejército atacaría desde la zona de Santa Cruz tratando de conquistar el máximo territorio chileno de la zona patagónica. Simultáneamente, la Fuerza Aérea Argentina iniciaría bombardeos estratégicos.
  • A las 06:00 (H+8) del día 23 de diciembre de 1978 (23.06:00.DIC.978) se procedería a la destrucción de la Fuerza Aérea de Chile en tierra.

 


El enfrentamiento naval entre Argentina y Chile en 1978 hubiera sido una compleja operación multidimensional, involucrando fuerzas navales, aéreas y terrestres en un entorno geográfico desafiante. La superioridad aérea y submarina de Argentina le daba una ventaja significativa, aunque las defensas costeras y la coordinación táctica de Chile ofrecían una resistencia formidable. Los resultados habrían dependido de numerosos factores tácticos y estratégicos, así como de la eficacia en la ejecución de las operaciones planificadas por ambas naciones.


En este escenario específico, debe notarse que las fuerzas armadas argentinas poseían tres bases aéreas en el frente, una de ellas móvil (ARA Veinticinco de Mayo) y las dos bases bases aéreas en Río Grande y Río Gallegos, las cuales demostrarían ser altamente operativas cuatro años más tarde en Malvinas. Contra ello, sólo la base aérea de Chabunco en Punta Arenas llevaría la carga de intentar detener las operaciones de desembarco, realizar misiones antibuque contra la FLOMAR, combatir los ataques aéreos desde el Noreste de la base aérea Río Gallegos y desde el Este-noreste de la base aeronaval Río Grande y luego planear ataques ABA (Airbase Attack) contra las mismas. ¿No es demasiados objetivos para una sola pista de despegue y aterrizaje? Por su parte, el COAN se dedicaría exclusivamente a ataques antibuques o de apoyo aéreo muy cercano, mientras que la FAA apoyaría el avance del asalto blindado a Punta Arenas, un ABA contra la base aérea Chabunco y la superioridad aérea sobre Punta Arenas así como, a pedido de la ARA, proporcionaría apoyo aéreo a las operaciones de desembarco.



Estado de situación

En cuanto al posible desembarco anfibio argentino, la "Escuadra" chilena se encontraba en la zona, adoptando una estrategia liderada por el Contraalmirante López Silva. Sin embargo, esta estrategia resultaba cuestionable, ya que algunas fuentes comentan que se basaba en la idea de atacar de manera secuencial y en mar abierto a los Grupos de Tareas (GT) de la FLOMAR. Este plan asumía, de forma poco realista, que cada ataque sería decisivo para destruir por completo cada grupo de tareas argentino, mientras que el resto de la flota, e incluso el portaaviones ARA 25 de Mayo, no responderían de manera alguna. Algunos oficiales buscaban confiar en el mal clima que detuviera al COAN de operar desde el POMA. Algunos especialistas chilenos sugieren que se podría haber sido un combate naval en fases prolongadas durante varios días, bajo la premisa de que los marinos argentinos observarían pasivamente la destrucción de su flota (Arancibia Clavel y Bulnes Serrano, 2017).

La aparente división de la FLOMAR en dos grupos parecía apuntar a un desembarco anfibio, pero este no era el plan real. El ataque a las islas del Cabo de Hornos estaba diseñado para ser helitransportado. Como se indicó, solo una sección del BIM4 se encontraba embarcada en el portaaviones ARA 25 de Mayo, mientras que los transportes "Cándido de Lasala" y "Cabo San Antonio" permanecían vacíos. En este contexto, dividir las fuerzas en dos grupos carecería de sentido estratégico, salvo que se tratara de una maniobra de distracción destinada a atraer a la Escuadra Chilena y obligarla a gastar sus misiles MM-38 Exocet prematuramente. Sin embargo, esta hipótesis parece improbable, ya que la Armada Argentina (ARA) probablemente no estaba dispuesta a sacrificar buques y tripulaciones al estilo que sí lo estaba dispuesta la ACh con sus formaciones Acero y Bronce.

Es más razonable suponer que, para el 22 de diciembre, la FLOMAR estaba organizada en una formación óptima para el combate aeronaval, con el objetivo de neutralizar a la Escuadra Chilena en mar abierto. El plan argentino habría consistido en una serie de ataques aéreos persistentes contra la flota chilena, seguidos de un eventual enfrentamiento de superficie decisivo. La disposición de los submarinos argentinos a la salida de los canales refuerza esta hipótesis, ya que estaban posicionados para alertar sobre la salida de la Escuadra Chilena —algo que efectivamente ocurrió— y atacar a las unidades sobrevivientes durante su repliegue.

La estrategia argentina era lógicamente sólida, considerando que las fuerzas chilenas anticipaban un ataque directo a las islas en disputa: Picton, Lennox y Nueva. Esto llevó a Chile a concentrar una gran cantidad de personal y equipo en estas islas, lo que inmovilizó a dichas tropas, dejándolas vulnerables a ser aisladas y desgastadas mediante ataques aéreos antes de que se produjera un hipotético asalto directo. Este enfoque buscaba maximizar la eficacia operativa de las fuerzas argentinas al tiempo que debilitaba las posiciones defensivas chilenas.

Hay que tener en cuenta que la ARA no podía operar como una sola formación debido a las características del portaaviones ARA 25 de Mayo (POMA), que debía mantenerse a una distancia segura del combate directo de misiles y artillería. Una vez que lanzaba sus aviones A-4, ya sea para misiones de ataque naval o para neutralizar a los aviones de patrulla marítima (MPA) chilenos, el portaaviones quedaba comprometido hasta el regreso de las aeronaves, lo que generaba una situación de vulnerabilidad operativa. De los 8 A-4 disponibles, 2 estaban configurados para interceptación, 3 para ataques navales y 3 en tareas de apoyo logístico, con uno de estos últimos funcionando como tanqueros: todos factibles de cambiar a ataque naval. Esta dependencia del portaaviones y su aparente limitada capacidad motriz —que lo restringía a una velocidad máxima de 28 nudos y solo por cortos períodos— obligaba a dividir la FLOMAR en tres grupos operativos.

Otra razón para esta división era que la FLOMAR, aunque entrenada habitualmente en dos grupos, no estaba preparada para operar en tres. La escasez de buques adecuados fue paliada con la incorporación de dos corbetas A-69 adquiridas en 1978, que llegaron en agosto y octubre de ese año. El grupo del POMA quedó conformado principalmente por el destructor Tipo 42 ARA Hércules (único en el TOA con misiles de medio alcance Sea Dart) en servicio, mientras los otros dos grupos cumplían roles tácticos complementarios. Uno de ellos se presentaba como una fuerza con capacidad anfibia para atraer a la "Escuadra" hacia un enfrentamiento directo, alejándola del portaaviones.

Por último, el tercer grupo, compuesto por destructores, tenía la misión de actuar como un "tapón" para interceptar cualquier movimiento de la flota chilena que intentara alcanzar al grupo del POMA. En caso de que no se produjera una segregación de fuerzas chilenas, este grupo debía maniobrar para atacar desde el flanco. Esta estrategia buscaba maximizar la efectividad de las fuerzas argentinas mientras protegía los activos más valiosos, como el portaaviones y su ala aérea, en un entorno de combate altamente desafiante.

Probabilidades de éxito

Fuerzas Argentinas: Con la superioridad aérea proporcionada por el portaaviones y una flota de superficie y submarinos modernos, las fuerzas argentinas tenían una ventaja significativa. Las operaciones conjuntas aire-mar-submarino de la FLOMAR aumentarían sus probabilidades de éxito.


Comparativo de fuerzas entre la ACh (izquierda) y FLOMAR (derecha). Las franjas rosadas indican una distancia del alcance de sus armas principales (MM38 Exocet, 35 a 42km). El portaaviones ARA V2 "25 de Mayo" indica un A-4Q con carga completa de bombas y combustible de 350km de alcance. Esos son los espacios vitales a cubrir antes de hablar de una amenaza real para el adversario. Me cuesta como analista ver siquiera un atisbo de igualdad entre ambas fuerzas.

Previo al análisis del caso chileno, repasemos que probabilidad tenía la "escuadra" de repeler un ataque aéreo, que iba a ser la principal arma de la ARA. Todos los destructores chilenos contaban con un (1) cañón de 20mm para uso antiaéreo. Algunos destructores (clase Almirante) chilenos poseían la instalación de un sistema Short Seacat británico. Es un pequeño misil subsónico, impulsado por un motor cohete de combustible sólido con dos etapas. En vuelo es dirigido por cuatro alas en flecha, de estructura cruciforme y es estabilizado por cuatro aletas pequeñas en la cola. Se guía por la línea de comandos de visión (CLOS) a través de un radio-enlace, es decir, comandos de vuelo que se transmiten a partir de un operador remoto tanto con el misil y el objetivo a la vista. El mismo sistema lo poseía el crucero ARA General Belgrano argentino y, en su versión terrestre Tigercat, se encontraban desplegados en Tierra del Fuego (IMARA) y Río Gallegos (EA). El misil se mostró enormemente impreciso en Malvinas dado que no es autónomo y depende de la coordinación del pulso y visión del operador, con los concurrentes problemas del ojo humano de apreciar claramente las profundidades y distancias en el espacio sobre un blanco altamente maniobrable. Para marcar otra diferencia, el único buque de defensa aérea moderno se hallaba en la FLOMAR y era el ARA Hércules (Tipo 42), equipado con el Sea Dart con 40km de alcance con guiado de radar semiactivo. Más aún, el Sea Dart se podía usar como complemento del Exocet en función antibuque sin volar en modo sea-skimming (volar pegado al mar). Luego, tal vez el buque chileno mejor equipado para autodefensa aérea era tal vez el crucero Almirante Latorre o el Prat con hasta 14 instalaciones del pom-pom Bofors de 40mm. Este hubiese sido el blanco más difícil de aproximar y atacar y, si las comunicaciones lo hubiera permitido, una tarea tal vez delegada a los submarinos.

Otro ejercicio intelectual válido que nadie ha realizado hasta donde mi conocimiento alcanza es el siguiente:

Los buques chilenos se aproximarían a 21/28 nudos (velocidad media/toda máquina) hacia la FLOMAR (si es que los CASA -212 ubicaban correctamente a la misma, otros "ojos" no tenía Chile; existe el mito de la intercepción electrónica que se menciona más abajo). La distancia a cubrir se encontraba en el rango de entre 140/193 millas según diversos reportes chilenos. Ello llevaría a flota trasandina poco más de 5/8 horas de navegación para llegar a 20 millas de los barcos argentinos (siendo 20 millas el primer momento para intentar golpear a la flota dado que era el alcance de un MM38 Exocet, única arma decisiva chilena). Durante 5/8 horas los buques no podría hacerle ningún disparo/daño al enemigo. Bien, durante ese período de tiempo, el portaaviones ARA "25 de Mayo" podrían lanzar y recuperar 3 a 5 salidas de combate de todo su GAE (Grupo Aéreo Embarcado). Para ello, supongamos que cada grupo de ataque volara a  400 nudos ida y vuelta, aterrizara y tardara 25 minutos en recargar bombas y combustible para despegar de nuevo. A la distancia de ataque y dependiendo de los vientos, cada A-4Q Skyhawk despegaría con 3 bombas de 450kg en el pilón central con espoleta adaptada para impactar buques. La primera pasada sola, arrojaría 24 bombas sobre la "Escuadra". Suponiendo ausencia de bajas en los aviones argentinos, a la cuarta/quinta pasada, serían 96/120 bombas las arrojadas sobre los buques. Si suponemos que por cada pasada, un avión argentino es derribado hasta 4 bajas, serían en el peor escenario hasta 36 bombas lanzadas contra la "Escuadra". Es decir, en el lapso de cortar la brecha entre las flotas, la flota chilena recibiría entre 36 y 120 bombas (ver la tabla abajo). Todo eso antes de que ningún operador de puesto de combate pudiera apretar el botón de lanzamiento de un solo Exocet chileno. ¿Se entiende lo grave de esta planificación para el mando chileno? ¿En qué estaban pensando? Tal vez lo peor de todo es que al final de ese pasillo de la muerte, esperaba una armada básicamente similar a la Escuadra en términos de bocas de fuego de Exocet de sus combatientes de superficie pero intacta. Los que lograran sobrevivir serían recibidos por una andanada del misil francés.

Tiempos de aproximación a las 20 millas, pasadas y cantidad de bombas considerando bajas


Fuerzas Chilenas: La flota chilena a mar abierto estaba a merced de la aviación naval, primero, y submarinos argentinos, posteriormente. Como se expuso arriba, la distancia entre ambas flotas jugaba a favor de la FLOMAR. Si la ACh era detectada a 190 millas, las pasadas de bombas lanzadas por los Skyhawks hubiesen dejado poco a flote aún considerando derribos. Es hasta triste imaginar una flota acelerando para poder golpear el enemigo siendo progresivamente bombardeada una y otra vez sin absolutamente ninguna ayuda. Posibilidad de éxito: Cero.

Jorge Martínez Bush, un oficial chileno, declaraba lo siguiente en el libro Soldados de Mar en Acción (Sánchez Urra, 2020), una recopilación de las actividades del CIM.

De lo que pudo haber sido la “Batalla Naval de Drake”, el entonces Capitán de Fragata Jorge Martínez Bush, Segundo Comandante del crucero “Prat” señala que “estuvimos a punto de entrar en combate e íbamos preparados. En táctica naval la posición estaba con nosotros, porque el mar y el viento jugaba a nuestro favor, de manera que los argentinos tenían una posición muy complicada” (p. 196)
Este oficial acusa al Vicealmirante López Silva de confiar en el mar y en el viento para derrotar a la aviación naval argentina. ¿Sus afirmaciones tienen algún asidero? ¿Qué opinará Martínez Bush del GAE del 25 de Mayo? ¿O no existía? Por cierto, Sánchez Urra hace un racconto de la FLOMAR que es sospechosamente incompleto (olvida 2 submarinos argentinos y habla de "submarinos chilenos", en plural, poniendo al Simpson como plenamente operativo a la par de los argentinos), lo que pone en duda muchas otras descripciones y listados que presenta a lo largo de su obra.




Escenario de derrota y consuelo en los fiordos chilenos

Si la ACh sufría una derrota un resultado probable hubiese implicado el hundimiento o puesta fuera de combate de sus principales activos. Por valor como objetivo naval, sin dudas las fragatas clase Leander serían el primer foco del ataque y los cruceros ligeros Prats/Latorre, el segundo, dada la capacidad de sus cañones de afectar las operaciones desembarco. El resto de los objetivos se iría definiendo por circunstancia. Cabe agregar aquí una información que no poseía el Almirante López Silva (teóricamente el mejor preparado en guerra aeronaval) de la ACh: Cuatro años después los aviones argentinos demostraron que una flota encajonada en un canal (como el estrecho de San Carlos) o muy cercana a la costa (como lo es el sur de islas del cabo de Hornos) era blanco perfectamente alcanzables para aviones jets volando a baja altura. La Royal Navy, armada con misiles de defensa aérea mucho mejores que los poseía la ACh, sólo obtuvo derribos puntuales y sólo la falla en la espoletas de las bombas lanzadas por la FAA impidió su anulación como fuerza de combate de superficie antes del fin del conflicto. Quiénes atacarían a la ACh serían los A-4 Skyhawk, tanto en sus variantes B y P y Mirage israelíes de la FAA así como los consabidos A-4Q del COAN, y todos probarían ser letales atacando una flota. ¿La flota trasandina esperaba que para su caso emergería un resultado diferente?



Si la ACh pasara por el canal sería su fin asegurado. Estaría encerradas en el canal de Beagle o avanzando cercana a la costa sur de las islas, facilitando la aproximación de los aviones fuera de la detección del radar. El ataque, tal como ocurriría luego en Malvinas, se realizaría con el aprovechamiento de la geografía, tal cual lo fue en el estrecho de San Carlos. Ahora sabemos que la probabilidad de escape de los principales unidades de la ACh de un ataque aéreo eran casi nulas. Una vez puestas fuera de combate las unidades principales, el resto de flota chilena sería atacada por los destructores y corbetas argentinas y sus Exocets. Ese no sería la derrota elegida de acuerdo al libro de Arancibia Clavel y Serrano Bulnes.

La ACh estaría obligada a recurrir a la ayuda aérea de la FACh, asentada en la base aérea Chabunco. A las 6 AM del 21 de diciembre dicha base sería el objetivo principal de un ataque preventivo de todos los activos aéreos de la BAM Río Gallegos. Sobre llovido, mojado: si los cazas chilenos lograban despegar, el COAN aguardaba escondido a poco menos de 200km de Chabunco con una docena de T-28 Fennec esperando que los cazas chilenos aterrizaran para atacarlos con metralla y cohetes.

Aún así, si consideramos un remanente de unidades a flote, en caso de derrota en los canales fueguinos, se retiraría a fiordos como el Fiordo de Última Esperanza, el Fiordo Quintupeu o el Fiordo Comau. Con superioridad aérea argentina, las fuerzas chilenas tendrían pocas probabilidades de éxito, ya que la FLOMAR podría llevar a cabo ataques precisos y sostenidos. Sin superioridad aérea, las fuerzas chilenas tendrían una mejor oportunidad de defenderse, pero aún enfrentarían una amenaza significativa debido a la capacidad de la FLOMAR para coordinar ataques desde el aire y el mar.


Corbeta clase D'Estienne D'Orves (A69) ARA Guerrico (P-35), equipada con 4 MM-38 Exocet y recién ingresada a la FLOMAR para Diciembre de 1978.

Quiero agregar dos últimos detalles antes de las conclusiones. Primero, la literatura chilena, sea académica o periodística, así como los reportes de medios televisivos, desarrollan un repetido juego de fingir demencia. Es casi imposible encontrar libros refrendados por la ACh u otras fuerzas militares y, mucho menos, por medios periodísticos que mencionen la palabra clave "A-4Q Skyhawk". Aparentemente esta arma no existió en el TOA. Y si existió nunca fue una amenaza. Es más, probablemente ni volasen. Ah, si... y los marinos argentinos se marearon por un mar picado. Fingen demencia los libros del CIM o el de la "Escuadra" dado que reflejan en todo momento y absolutamente, sin desvío, que lo que se iba a presenciar era una batalla naval, al estilo Jutlandia/Latakia. Dos grandes escuadras, ahora sin cañones pero con misiles, llegarían a distancia de tiro y cada una tiraría sus salvas y ganaría el mejor. Hasta parece que el portaaviones argentino se iba a quedar en la retaguardia mirando la escena como si fuese un aficionado en una tribuna. Es una completa falta de respeto al lector informado ese escenario. Es realmente vergonzoso que oficiales navales profesionales chilenos esquiven el bulto de no apreciar un clara batalla aeronaval que estaba en ciernes y mientan a su público hablando de coraje y patriotismo para tapar un aspecto completa y básicamente técnico. Tristemente llena está la literatura "técnica" chilena de esta apelación al valor y no a los instrumentos ni tácticas.

Finalmente, esa misma literatura apela a un estado de información sobre el movimiento de las fuerzas argentinas mucho mejor del que disfrutarían hoy mismo teniendo dos AWACS británicos donados por la colaboración en la guerra de Malvinas. Aparentemente se tenía información del movimiento de tropas, del movimiento de aviones, de la posición de la flota argentina, del orden de operaciones de las distintas unidades y Dios sabe que más. Es más, esa información era actualizada hora a hora. Ni con satélites propios hubiesen tenido un panorama en tiempo real tan instantáneo. Aparentemente las comunicaciones argentinas había sido "descifradas" al estilo código Púrpura japonés. Ello aparece mencionado por autores anónimos con el misterioso término "intercepción o seguimiento electrónico". Bueno, no era el caso. Las comunicaciones argentinas cifradas no fueron decodificas y, lo que si hizo la inteligencia naval, era mantener canales abiertos para difundir la información que se deseaba estuviera al alcance de los puestos de escucha chilenos (contrainteligencia). Las comunicaciones argentinas sí fueron interceptadas pero eso fue en 1982 y por agencias de inteligencia de la OTAN, específicamente una estación en Noruega. Pero no confundamos OTAN con Chile jamás bajo ninguna circunstancia. El mismo Martinez Smith en la declaración previa comenta que la flota argentina estaba a una hora de navegación de los límites chilenos, sabiendo ésto solo por intercepción de comunicaciones. Estimado, en la lucha aeronaval no se ordena un ataque a una flota cuya ubicación no ha sido confirmada por sensores propios (un observador o radar que informe la posición). Si se iba a atacar a la FLOMAR por información "interceptada", era probablemente una emboscada planificada por el mando naval argentino.

La Escuadra trasandina, tal y como la detectó el ARA Santa Fe

En resumen, la superioridad tecnológica, doctrinaria y operativa de la FLOMAR otorgaba a las fuerzas argentinas una ventaja considerable en un enfrentamiento directo con la ACh. La geografía de los fiordos chilenos proporcionaría un refugio natural, pero las fuerzas chilenas seguirían enfrentando desafíos significativos sin la capacidad de contrarrestar la superioridad aérea y naval argentina.

Huida a los fiordos, tal vez el mejor final para la ACh...

Este informe no desmerece el desempeño ni la planificación ejecutada por la ACh. Hicieron lo mejor que pudieron con lo que tuvieron. Dicho esto, no era suficiente. Los planetas se alinearon para no poseer una capacidad submarina suficiente (el SS-21 Simpson fue detectado y fotografiado dos veces previo al 21 de diciembre mientras sus mejores submarinos estaban en mantenimiento mayor). El apoyo aéreo iba a ser nulo porque se carecía de aviación naval de ataque y los activos aéreos de la FACh iban a recibir su bautismo de fuego esa misma madrugada por lo que estarían luchando por su propia supervivencia. Por la planificación prevista, para el 21 de diciembre a la tarde Chabunco iba a dejar de estar operativa, sea por los A-4 y Mirage de la FAA a la madrugada o los T-28 Fennec/MB326 todo el resto del día. Eso lo exploraremos en un artículo posterior donde quedará claro que la FACh en el TOA iba a dejar de existir es mismo día.

Una crítica que se puede hacer a la planificación de López Silva es la de seguir con su filosofía mahaniana de buscar la gran batalla naval decisiva. Estaba comprometiendo a toda la escuadra (all-in) en una maniobra de la que iba a sufrir muchas bajas antes de siquiera llegar a ver en las pantallas de sus radares al enemigo. Una vez desencadenado los eventos, la suerte de la flota chilena estaría echada para el resto del conflicto. Y aquí vale reflexionar alternativas: cuando una flota más pequeña enfrenta a una más grande, pues debe recurrir mejor a guerrilla naval o pequeños combates de desgaste. La armada argentina nació así: enfrentando a marinas mucho mayores, como la española o la imperial brasileña, arrastrándola a pequeños combates que favorecían pequeñas pero desgastantes victorias contra el enemigo. Sin ir más lejos, el marco de los fiordos es ideal para esa tarea: esconder buques para realizar posteriormente ataques coordinados. Con superioridad aérea enemiga ese ejercicio puede perder efectividad pero los alemanes demostraron en la SGM que se puede resguardar un buque en un fiordo protegido para densas capas de defensa aérea y tener éxito. Esta alternativa podría ser más razonable que enfrentar en mar abierto a un portaaviones con brazo aéreo completo, sin superioridad aérea propia y con un submarino rengo. Y aquí, el término "flota más grande" es más cualitativo que cuantitativo: la "Escuadra" iba en solitario muy escaso apoyo desde las profundidades y ningún apoyo aéreo a enfrentar a pilotos aeronavales que practicaban a destajo cada año en como hundir buques y estaban muy afinados.

¿Acaso pensaba López Silva que la ARA iba a acercar a sus activos navales principales a la distancia de los Exocet chilenos para que se diera un duelo de caballeros? ¿Acaso López Silva estaba esperando un Jutlandia o un Latakia mientras se dirigía a un Midway? ¿Habrá ocurrido que el comando naval chileno pensaba que la ARA no iba a ordenar el aprovechamiento de la ventaja submarina y aeronaval empeñando sus submarinos y cazas embarcados antes de que siquiera pudieran detectar en sus radares a la FLOMAR? ¿Sería que pensaba López Silva que los A-4Q Skyhawk no iban a ser lanzados contra sus barcos? Mucho antes que permitirle a un marino trasandino apretar el botón de disparo de un Exocet, la flota chilena iba a conocer al COAN y al CFS en secuencia o en simultáneo.




Fuentes consultadas

  • Arancibia Clavel, Patricia y Bulnes Serrano, Francisco. La escuadra en acción. 1978: el conflicto Chile-Argentina visto a través de sus protagonistas, Santiago, Chile: Catalonia, 2017 (ISBN: 978-956-324-298-0)
  • Burzaco, Ricardo. La Fuerza de Submarinos de la Armada Argentina en la crisis de 1978. DeySeg
  • Sánchez Urra, Francisco, Los soldados del mar en acción (1958-1978), Colección Historia Militar y Pensamiento Estratégico, 2020. ISBN 978-956-9839-08-5