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miércoles, 23 de abril de 2025

Proyección de poder aéreo: China puede atacar desde el espacio con cazas cohetes

Avión cohete chino ataca prácticamente desde el espacio: es muy posible

Roman Skomorokhov || Revista Militar





El 26 de diciembre de 2024, China sorprendió al mundo al lanzar al aire no uno, sino dos nuevos prototipos de cazas que encarnan su visión de los sistemas aéreos de próxima generación: el Chengdu J-36 y el Shenyang J-XX/J-50.

 

A través de una cadena de filtraciones cuidadosamente dosificadas —porque, seamos sinceros, si alguien sabe guardar secretos militares, es el Imperio Celestial—, China ha dejado entrever una jugada que nadie vio venir. Dos aeronaves, completamente nuevas, salieron a la luz: un enorme avión sin cola y con ala en forma de diamante, identificado como J-36 (fuselaje número 36011), fabricado por Chengdu, y otro de menor tamaño —aunque igualmente imponente— de ala lambda, desarrollado por Shenyang, conocido de forma extraoficial como J-XX o J-50.

Que China estuviera trabajando en su propia visión de un sistema de combate aéreo de sexta generación era un secreto a voces. Pero nadie esperaba que dieran este paso tan pronto. Y mucho menos, que lo hicieran con semejante contundencia.

Primero, porque todos asumían que Estados Unidos marcaría el rumbo en este terreno. Su programa NGAD (Next Generation Air Dominance) había dominado el discurso sobre los cazas del futuro, y parecía cuestión de tiempo hasta que los norteamericanos se llevaran el primer aplauso. Pero China se adelantó.

Segundo, porque no se trató de una única plataforma experimental. China reveló dos programas distintos, desarrollados por dos fabricantes competidores, que avanzan en paralelo en investigación, desarrollo y producción. Chengdu y Shenyang, ambos trabajando al unísono, pero por caminos separados, hacia una misma meta: redefinir el dominio aéreo.

Y así, de un momento a otro, China no solo presentó su primer caza de sexta generación. Presentó también el segundo. Con apenas unas horas de diferencia.

No hay otra forma de decirlo: 2025 arrancó con China en el centro del escenario de la aviación militar global. Mientras otros hablaban del futuro, ellos lo pusieron a rodar por la pista.

Hoy, todas las miradas están puestas en una sola silueta: la del Chengdu J-36. No porque sepamos exactamente qué es —todo lo contrario—, sino porque lo que rodea a esta máquina está envuelto en una neblina de misterio, lo que, en tiempos como estos, es casi una invitación a imaginar. Diseño, capacidades, propósito… el J-36, creación inesperada de Chengdu Aerospace Corporation (CAC), nos deja espacio para especular, y eso lo hace aún más fascinante.

Lo que sí se ha filtrado —en fotos y videos cuidadosamente controlados— revela un avión con diseño de ala en diamante, sin superficies de cola. Un auténtico “ala volante” futurista. En sus primeras apariciones, el J-36 estaba propulsado por dos motores turbofán, pero luego surgieron imágenes que mostraban un tercer motor, algo que abrió una cascada de preguntas.

En cuanto a su tamaño, el J-36 es considerablemente más grande que el ya imponente J-20, también desarrollado por Chengdu. Algunos analistas estiman una longitud de 23 metros y una envergadura de 19,2 metros, lo que lo ubica por encima del J-20, que mide 20,3 m de largo con una envergadura de 12,88 m. A partir de eso, se proyecta un peso máximo al despegue (MTOW) de entre 50 y 60 toneladas.

¿Y qué clase de caza necesita ese tonelaje? Para ponerlo en contexto, el Su-34 ruso, que es más un bombardero táctico que un caza puro, tiene un peso bruto al despegue de 45 toneladas. Y aquí estamos hablando de un supuesto caza de superioridad aérea, con una masa comparable —o incluso superior— a la de un bombardero pesado.

Y no olvidemos los tres motores. Una decisión que ha generado tanto desconcierto como teorías. Algunos apuntan a la falta de empuje suficiente de los propulsores chinos más avanzados, como los WS-15, que, según datos disponibles, generan unos 16.000 kgf de empuje cada uno. En comparación, los motores del Su-34 —AL-31F-M1— entregan alrededor de 13.000 kgf. Sobre el papel, los WS-15 superan esa cifra. Pero claro, está el eterno talón de Aquiles de la ingeniería china: la fiabilidad.

Si el J-36 necesitara realmente tres motores para alcanzar su rendimiento esperado, algo no cuadra con la idea de un caza ágil y maniobrable. Con dos WS-15 debería poder despegar… pero no necesariamente combatir con la agilidad que exige el dogfight moderno. Y sin maniobrabilidad, ¿sigue siendo un caza? O estamos, tal vez, ante un nuevo tipo de plataforma, más cercana a un bombardero sigiloso, un lanzador de armas hipersónicas, o incluso un nodo aéreo de guerra electrónica o control de enjambres.

Lo cierto es que, por ahora, el J-36 no despeja las dudas. Las multiplica.
Y eso lo hace aún más intrigante.


La elección de tres motores en el diseño del J-36 no es un simple capricho de ingeniería. Es, en muchos sentidos, una anomalía en el mundo de la aviación de combate moderna, donde la eficiencia, la maniobrabilidad y la reducción de peso mandan. Pero China, una vez más, parece estar jugando con sus propias reglas.

Una posibilidad es que Chengdu esté apostando al desarrollo definitivo del WS-15, el motor de quinta generación chino que promete empuje suficiente para mantener vuelo supersónico sostenido y mejorar radicalmente la relación empuje-peso. Pero lo interesante aquí no es solo el empuje. La adición de un tercer motor podría tener objetivos mucho más ambiciosos.

Más allá de mover una estructura pesada, tres motores significan también una enorme generación de energía eléctrica. Y eso podría ser la clave. Porque un caza de sexta generación no solo debe volar: debe ver más, procesar más, comunicarse más y defenderse más. Sistemas de guerra electrónica avanzados, sensores multifrecuencia, radares AESA, enlaces de datos de alta capacidad, e incluso armamento defensivo de nueva generación —como láseres de alta energía (HEL) o microondas de alta potencia (HPM)— requieren una cantidad colosal de energía y refrigeración.

Visto así, la configuración del J-36 parece mucho menos una rareza y mucho más una pieza central del concepto chino de guerra aérea del futuro. Un sistema de combate aéreo en red, donde el J-36 no es solo un avión de combate, sino el cerebro aéreo que coordina enjambres de UAVs, guía misiles inteligentes, y opera de forma autónoma junto a otras aeronaves, tripuladas o no.

Incluso si su rol se limitara únicamente a actuar como nodo de mando y control, el J-36 necesitaría una capacidad de procesamiento de datos y transmisión en tiempo real sin precedentes. Eso implica potencia bruta, capacidad de enfriamiento, redundancia, y arquitectura electrónica avanzada. Porque controlar un enjambre aéreo no es simplemente cuestión de presionar botones: es gestionar inteligencia, amenazas, objetivos, y trayectorias múltiples en fracciones de segundo.

Por eso, uno o dos motores quizá serían suficientes para una plataforma especializada en tareas limitadas, como el despliegue de drones. Pero China parece querer más: que cada J-36 sea un centro de mando volador, un sistema multirole de largo alcance, capaz de operar por sí solo o en conjunto, y hacer todo eso con autonomía operativa y sostenida.

Y en ese camino, no se descarta que futuras versiones del J-36 estén propulsadas por motores de ciclo variable (VCE), una tecnología emergente que permite que las turbinas operen a velocidades distintas según la necesidad. Esto no solo mejora la eficiencia del combustible, sino que permite gestionar de forma más inteligente el flujo de energía a los distintos subsistemas electrónicos del avión.

Con un peso estimado al despegue de entre 50 y 60 toneladas, el J-36 se sitúa en un terreno poco habitual para un caza. Esa envergadura se traduce en una enorme capacidad interna de combustible y espacios generosos para armamento, lo que le da alcance estratégico y capacidad de carga pesada.

Pero aquí surge la pregunta inevitable: ¿sigue siendo esto un caza? Porque todo en el J-36 —su tamaño, sus motores, su misión, sus sistemas— apunta más bien a una nueva categoría híbrida, algo entre caza, bombardero, centro de mando y lanzador estratégico.

Tal vez no estamos viendo el futuro de los cazas…
Sino el nacimiento de otra cosa completamente distinta.

Por ahora, todo lo que sabemos sobre el alcance y la capacidad de carga del J-36 está cubierto por una neblina de especulación. Pero, incluso en ausencia de cifras oficiales, hay pistas suficientes para armar el rompecabezas.

El objetivo estratégico parece claro: cubrir la primera cadena de islas —Japón, Taiwán, Filipinas e Indonesia— sin depender del reabastecimiento en vuelo. Para ello, el J-36 debería contar con un alcance significativo, lo bastante amplio como para entrar y salir del espacio aéreo hostil con autonomía plena. Y si se incorpora armamento de largo alcance, como misiles de crucero o armas aire-superficie de precisión, el radio de acción se extendería hasta la segunda cadena de islas, abarcando buena parte del sudeste asiático.

En cuanto a su carga útil, se espera que el J-36 esté equipado con una bahía interna de grandes dimensiones, capaz de alojar una variada gama de municiones. Entre ellas, destacan los nuevos misiles aire-aire de ultra largo alcance, como el PL-17, con un alcance estimado de más de 300 kilómetros, además de bombas guiadas por precisión y misiles de crucero lanzados desde el aire.

Pero insistimos: el J-36 no debe entenderse como un caza convencional. Su papel está diseñado para ser el centro de gravedad de un ecosistema aéreo mucho más amplio, que incluiría enjambres de drones, algunos quizás del tamaño de pequeños cazas tripulados, integrados y controlados en tiempo real desde esta plataforma.

Y aquí es donde empiezan a surgir las teorías sobre su enigmático tercer motor.
Tres versiones. Tres formas de intentar entender el propósito de esa decisión poco ortodoxa.

Versión 1: el motor adicional es necesario para mover al gigante.
Con un peso estimado cercano a 60 toneladas, el J-36 requeriría un empuje considerable solo para maniobrar como lo haría un Su-35, uno de los cazas más ágiles de gran tamaño. Pero incluso así, la física es inflexible: la maniobrabilidad del J-36 es, como mínimo, cuestionable. Su tamaño, su masa y su configuración aerodinámica no apuntan a una plataforma diseñada para el combate cercano. Velocidad y alcance, tal vez. ¿Agilidad? Difícil.

Versión 2: el tercer motor es una fuente de energía, no de velocidad.
Más allá de la propulsión, este motor adicional podría estar diseñado para alimentar sistemas de alta demanda energética: radares de largo alcance, sensores múltiples, enlaces de datos de gran ancho de banda, sistemas de guerra electrónica, e incluso armas de energía dirigida como láseres o microondas, necesarias para defensa activa o control de drones en enjambre.

Esta hipótesis tiene lógica. El avión se convierte así en una plataforma de comando, un servidor aéreo en red con capacidades ofensivas y defensivas que trascienden el combate tradicional. Pero incluso esta versión tiene puntos débiles: la complejidad, la fiabilidad, el mantenimiento en combate… todo eso se multiplica con un motor adicional.

Y luego está la versión 3. La más atrevida. La más difícil de comprobar, pero imposible de descartar del todo: el tercer motor no es lo que parece.

Tal vez no sea un motor en el sentido clásico. Tal vez sea una cubierta para otro sistema, un contenedor modular, una bahía adicional camuflada, un emisor de energía, o incluso una plataforma de lanzamiento para drones miniaturizados o sistemas hipersónicos. En un avión diseñado para engañar radares y desinformar al enemigo, nada puede descartarse por completo.

Porque si algo queda claro con el J-36, es que no se trata simplemente de un caza más. Es una declaración estratégica envuelta en incógnitas técnicas. Un enigma de tres motores, dos alas y una función que, quizás, aún no entendemos del todo.

Y es en este punto donde todos se acomodan en sus asientos, tal vez con palomitas en mano, y la película realmente comienza. Porque sí: el tercer motor es un motor… pero no en el sentido tradicional. O al menos, no con la función que todos estamos esperando. Lo que estamos viendo hoy, esa estructura con tres salidas y líneas futuristas, podría no ser más que una ilusión funcional.

Vale la pena recordar que lo que se ha mostrado hasta ahora no es el modelo final. Es un prototipo, un banco de pruebas, un laboratorio volador. Una plataforma pensada para ensayar ideas, validar sistemas, jugar con límites. Lo que salga al otro lado del túnel de desarrollo podría parecerse… o podría ser algo radicalmente distinto.

Y luego está ese detalle que ha empezado a circular en algunos medios especializados: una tercera toma de aire supersónica, ubicada en la parte superior del fuselaje. Un elemento que no encaja del todo con la lógica de un diseño convencional, y que abre nuevas preguntas sobre lo que realmente alimenta ese supuesto tercer motor.

¿Qué es, entonces?
¿Una fuente de energía secundaria?
¿Una entrada para un sistema oculto de propulsión o refrigeración?
¿O simplemente un señuelo, una pieza colocada adrede para confundir a los observadores y analistas occidentales?

Nada puede descartarse. Porque si hay algo que China ha demostrado con el J-36, es que no está jugando bajo las reglas conocidas. Está diseñando algo más. Tal vez una nave polivalente. Tal vez una plataforma modular con funciones intercambiables. Tal vez un caza que no quiere parecerse a ningún caza.

Y ese supuesto tercer motor puede ser la clave o la cortina de humo.
Pero lo más intrigante es esto: el misterio, por ahora, parece completamente intencional.

Le planteé esta hipótesis a un veterano de VASO —un hombre con más de 32 años de experiencia en construcción aeronáutica— y su respuesta fue inmediata: “Es una idea más que interesante.” Según él, lo primero que llama la atención en el diseño del J-36 es el enorme espacio interno disponible. Los chinos, al parecer, tomaron la decisión desde el principio: construir una aeronave con volumen sobrado. Pero lo curioso no es eso. Lo curioso es cómo eligieron usarlo.

En teoría, si se tratara simplemente de alimentar un tercer motor convencional, habría sido mucho más sencillo rediseñar las dos tomas de aire principales, recalcular sus secciones transversales y desviar parte del flujo hacia el tercer motor. Fácil de calcular. Más simple de construir. Menos complicado en el taller.

Pero no. Los ingenieros chinos decidieron hacerlo a su manera. Y ahí es donde aparece la posibilidad más audaz de todas: ¿y si ese tercer motor no es un turborreactor, sino un motor cohete de propulsante líquido?

Parece ciencia ficción, pero no lo es.

El clásico par oxígeno-queroseno ha sido utilizado durante décadas en cohetes como la Soyuz-2 o el Falcon 9. Es un sistema probado, eficiente y relativamente seguro. El oxígeno líquido, aunque frío y volátil, es mucho menos peligroso que oxidantes como el flúor o el amilo. Además, este tipo de motor ofrece un impulso específico altísimo, del orden de los 3.500 m/s, algo que ningún turborreactor podría soñar alcanzar.

Claro que hay obstáculos. Para encender un motor cohete de estas características, se necesita un sistema de ignición externo que sincronice perfectamente el suministro de oxígeno y queroseno a la cámara de combustión. En los cohetes espaciales, se usan arrancadores eléctricos o químicos desechables. Pero en aviación, ya se está empezando a trabajar con encendidos por plasma, sistemas más complejos pero reutilizables, capaces de funcionar a cualquier altitud.

Y aquí entra en juego esa extraña toma de aire superior que tanto ha dado que hablar. Si no está diseñada para alimentar un turborreactor, podría servir como sistema auxiliar para iniciar la ignición del motor cohete, o incluso como parte del sistema de enfriamiento y ventilación interna para el almacenamiento de oxígeno líquido.

Las grandes dimensiones del J-36 no solo lo hacen ideal para transportar más combustible o armamento: también permiten instalar tanques criogénicos de oxígeno líquido dentro del fuselaje, sin comprometer el centro de gravedad ni la distribución estructural. Y como en los motores cohete el oxígeno se bombea hacia la cámara de combustión, no se necesitan tanques de presión excesiva ni paredes ultra reforzadas.

¿El resultado? Un avión con dos motores turborreactores y uno cohete. Una bestia híbrida capaz de funcionar como una aeronave convencional… hasta que necesite un impulso brutal en altitud, velocidad o energía, y entonces active su carta oculta.

Es una idea radical. Pero el J-36, desde el principio, no ha seguido ninguna regla convencional.
Y si la especulación acierta, podríamos estar ante el primer caza-cohete táctico del siglo XXI.


Cualquier persona normal se preguntaría: ¿para qué necesita una cabra un acordeón si ya está alegre? Y para alegrarla aún más.


Los propios desarrolladores chinos no han sido tímidos al describir el J-36: lo han presentado como un prototipo capaz de atravesar cualquier defensa y golpear donde más duele. Una afirmación audaz. Pero que, inevitablemente, lleva a una pregunta fundamental:
¿Cómo se atraviesa una defensa aérea moderna?

La respuesta, en realidad, no ofrece muchas opciones. Y cada una de ellas tiene sus propios límites —teóricos, prácticos o simplemente físicos.

La primera posibilidad es la más popular en la doctrina moderna: la invisibilidad ante el radar. El santo grial de la guerra aérea del siglo XXI. Utilizando diseño furtivo, materiales absorbentes, formas anguladas. El problema es que, con cada año que pasa, la eficacia de esta teoría es más discutida. Porque, a fin de cuentas, la baja observabilidad no significa invisibilidad, y lo que antes era tecnología de vanguardia, hoy empieza a enfrentarse a radares de banda múltiple, algoritmos adaptativos y sensores pasivos. ¿Funciona? A veces. ¿Garantiza atravesar "cualquier defensa"? Muy dudoso.

La segunda opción es más atrevida y, en ciertos contextos, muy efectiva: volar por debajo del radar. Literalmente. Rozando el terreno, aprovechando pliegues del paisaje y obstáculos naturales para esconderse del haz del radar. Lo vemos hoy en Ucrania, con drones y misiles de crucero deslizándose entre colinas y bosques. Pero esto, llevado a un avión del tamaño y peso del J-36 —un ala de 15 toneladas danzando a 50 metros sobre el suelo— es otra historia.
Aquí la física se impone: la inercia, el volumen, el margen de error. Tarde o temprano, un giro mal calculado termina en impacto. Y un sistema tan complejo no puede arriesgarse a un simple bache en el terreno.

Entonces queda una tercera opción. La menos explorada. La más radical:
no esquivar la defensa aérea, sino sobrevolarla completamente.
Romper el tablero y jugar desde otro plano.

Estamos hablando de operar a altitudes estratosféricas, 50, 60 kilómetros, quizás más. Por encima de todos los “paraguas” conocidos de defensa aérea. Y aquí, los números hablan por sí solos.

Tomemos el S-400 ruso, uno de los sistemas de defensa más avanzados del planeta. Su misil más potente, el 40N6E, tiene un techo de interceptación de 30 kilómetros.
El sistema Patriot estadounidense, tan temido como extendido, no supera los 20 kilómetros.
Y aunque Estados Unidos dispone de sistemas navales como el Standard Missile, incluso su versión avanzada, el SM-6, se queda en 33 km de altitud máxima.

Solo una excepción sobresale en este mapa de cifras: el SM-3, un interceptor diseñado no para el combate aéreo convencional, sino para interceptar misiles balísticos en la estratósfera. Un misil cinético, más cercano a un proyectil espacial que a una defensa aérea tradicional.

¿Y si el J-36, con su motor adicional y diseño masivo, no está pensado para evadir… sino para volar más alto que nadie?

Una plataforma que se eleva por encima del alcance de los radares, de los misiles, del ruido del combate.
Un atacante desde las alturas, descendiendo como un cometa en el momento preciso.
Un avión que, literalmente, vuela por fuera de las reglas.

En resumen, estamos hablando de un misil capaz de volar a muy grandes altitudes y velocidades extremas. El SM-3, misil interceptor de tres etapas, puede alcanzar hasta 250 km de altitud y guía su trayectoria mediante un buscador infrarrojo, lo que lo convierte en una plataforma de intercepción extremadamente sofisticada. Pero también tiene sus límites.

Porque el SM-3 fue diseñado con una misión muy concreta: destruir objetos que no maniobran, como la ojiva de un misil balístico o incluso un satélite en órbita baja. Objetivos que siguen una trayectoria perfectamente predecible. Y aquí está el problema: nadie sabe cómo respondería este misil frente a un objetivo que maniobra activamente. Las pruebas necesarias para comprobarlo simplemente no se han realizado.

Además, Estados Unidos no tiene muchos misiles de este tipo. Son caros —muy caros—: cada unidad cuesta entre 18 y 24 millones de dólares, según su variante. Y por eso se emplean con cuenta gotas, solo en escenarios de máxima prioridad estratégica.

Así que si el escenario es un avión que opera a 50 o 60 kilómetros de altitud, justo donde la atmósfera aún permite cierto uso aerodinámico, pero muy por encima del alcance de casi todas las defensas, las posibilidades de interceptarlo son mínimas. Si además lleva un motor cohete, y no depende de oxígeno ambiental, puede alcanzar esa altitud con relativa facilidad.

Y no hablamos de un ataque a territorio continental. Porque China no necesita ni pretende atacar el territorio estadounidense. Lo que le preocupa está más cerca.
Hablamos del Océano Pacífico. De Taiwán. Y de los grupos de ataque de portaaviones (AUG) estadounidenses que se aproximan para defenderlo.

Ahí es donde este tipo de aeronave —una plataforma estratosférica armada, rápida y precisa— entra en juego.

Porque lanzar un misil balístico contra un AUG es una solución limitada. Sí, su ojiva es veloz, difícil de interceptar, pero poco precisa. Por diseño, su guiado final es tosco, y cualquier corrección de trayectoria es difícil debido a la alta velocidad de descenso y la resistencia atmosférica. La física pone sus reglas, y la precisión (CEP) se resiente seriamente.

En cambio, un avión de gran altitud puede detectar, rastrear y elegir su objetivo en tiempo real. Puede lanzar bombas guiadas o cohetes desde 50 km de altitud, sin entrar jamás en el alcance efectivo de los sistemas de defensa aérea de los buques.

Pensemos en eso: una bomba guiada, con bajo perfil radar, lanzada desde el borde de la estratósfera. Su caída sería limpia, rápida, difícil de interceptar, con un perfil térmico reducido. No es un proyectil que desciende como un meteorito desde el espacio, sino algo más controlado, más inteligente. Y si hablamos de municiones pequeñas y sigilosas, el radar del AUG tendrá problemas para verlas llegar… y más aún para detenerlas.

¿Imposible? Tal vez no tanto.
Basta recordar al mayor Bernhard Jope, que el 9 de septiembre de 1943, a bordo de un bombardero alemán, lanzó dos bombas guiadas Fritz X sobre el acorazado Roma de la marina italiana. Dos impactos. Un buque insignia hundido. Una lección temprana de lo que puede hacer un ataque guiado, preciso y desde arriba.

Hoy, casi un siglo después, la historia podría repetirse. Solo que esta vez, a 50 kilómetros de altitud, y con una tecnología que ni siquiera soñaban en 1943.

Un avión cohete estratosférico, armado con bombas guiadas o cohetes precisos, no es ciencia ficción. Es una respuesta táctica elegante y brutal para un problema real: cómo romper un grupo de combate naval sin entrar en su alcance.
Y si el J-36 apunta en esa dirección, no es solo un caza más.
Es un cambio de paradigma.

Dos bombas con un peso de 1.570 kg enviaron al fondo el nuevo acorazado con un desplazamiento de 46 toneladas.



No es difícil predecir lo que dos bombas de este tipo harán a un barco moderno, que prácticamente no tiene blindaje en comparación con los barcos de la Segunda Guerra Mundial.


Un avión cohete como el J-36 tiene una ventaja que cambia las reglas del juego: es reutilizable.
A diferencia de un misil balístico o de crucero, que es por definición un sistema de un solo uso —un billete de ida sin retorno—, un avión puede adaptarse. Puede cambiar de objetivo sobre la marcha, puede retirarse si la situación cambia, puede esperar el momento adecuado para atacar. Y si es pilotado —ya sea por un humano o por una IA autónoma avanzada—, tomará decisiones mucho más complejas que las de cualquier computadora a bordo de un proyectil.

Un misil, por su parte, solo tiene una opción: ser disparado y seguir su trayectoria. Sin corrección. Sin repliegue. Sin margen de maniobra táctica. Solo avanzar… o autodestruirse.

Y cuando hablamos de costos, el panorama es revelador.
Un misil balístico Bulava cuesta alrededor de 10 millones de dólares.
Un Iskander, unos 3 millones.
Incluso un misil de crucero Kalibr ronda el medio millón.
En cambio, una bomba guiada por láser o por satélite, lanzada desde gran altura y con precisión quirúrgica, cuesta una fracción de eso. Y en condiciones ideales, puede ser igual o más efectiva, sobre todo cuando el blanco es móvil y las circunstancias cambian en segundos.

Pero eso no es todo. Las bodegas del J-36 podrían no estar llenas de bombas o misiles. Podrían estar cargadas de drones asesinos. Vehículos autónomos de ataque, lanzables desde la estratósfera, capaces de dispersarse en formación, saturar sensores enemigos, confundir defensas y golpear desde múltiples ángulos. Y si hay un país con los medios para hacerlo, es China. El desarrollo de drones en enjambre, algoritmos de control distribuido y miniaturización armada está muy avanzado en sus laboratorios.

¿Controversial? Tal vez.
¿Audaz? Sin duda.
Pero todo concepto revolucionario comienza con una idea que desafía lo conocido.

El J-36 no es todavía una realidad consolidada. Es un prototipo, una visión, una pieza de ingeniería especulativa que apunta hacia lo que China imagina como el avión de ataque del futuro. Y como dice el proverbio chino:
“El viaje de mil millas comienza con el primer paso.”
Este podría ser ese paso.

La teoría puede parecer atrevida, pero no por eso carece de fundamento.
Y como ocurre siempre con los nuevos desarrollos militares chinos de alto perfil, las imágenes y los vídeos aumentarán. Veremos al J-36 rodar, despegar, maniobrar, tal vez entrenar. Poco a poco, el rompecabezas irá tomando forma, y con él, las respuestas a muchas de las preguntas que hoy solo podemos plantear.

Pero una cosa ya es clara:
China no está imitando el pasado. Está diseñando su propia versión del futuro.


jueves, 17 de abril de 2025

China-Taiwán: La potencia anfibia china

Flota anfibia china: ¿Tomará posesión de Taiwán y controlará las islas en disputa?

Linnik Sergei || Revista Militar





En los últimos diez años, el mar dejó de ser una barrera para China. Hoy, la Armada del Ejército Popular de Liberación ya no es una simple fuerza costera: se ha transformado en una auténtica potencia oceánica. Y lo ha hecho rápido, silenciosamente, pero con determinación.

La combinación de cantidad y calidad ha sido clave. La construcción acelerada de buques modernos —fragatas, destructores, portahelicópteros— ha dado lugar a una flota que ahora se despliega con confianza en los océanos del mundo. Tres flotas —Norte, Este y Sur— componen el corazón operativo de la Armada del EPL. Todas están listas para actuar más allá del litoral, en escenarios de gran escala, donde se juega más que territorio: se juega poder.

Hoy, China ya es la segunda armada del mundo por tonelaje. Su flota, entre superficie y submarinos, supera las 500 unidades. Y si miramos a los buques de desembarco —los verdaderos protagonistas en cualquier operación anfibia—, se cuentan por docenas. Se estima que hay al menos 60 listos para operar en alta mar. Todo esto respaldado por una fuerza humana de más de 300.000 efectivos, incluyendo aviación naval e infantería de marina.

Pero la estrategia de Pekín va más allá de lo militar. La Armada no es solo un martillo táctico, sino una herramienta de influencia política y económica. Un símbolo flotante del poder chino en aguas internacionales. Y cuando se menciona a Taiwán como una “parte inalienable del territorio nacional”, la posibilidad de una acción militar directa ya no parece una hipótesis lejana. En ese escenario, cada buque de desembarco cobra un valor estratégico mayúsculo.

Desde 2014, China ha ido más lejos aún: crear tierra donde no la había. En el Mar de China Meridional, sobre arrecifes y bancos de arena disputados, levantó islas artificiales con una mezcla de roca, concreto y ambición. Hoy, esas islas no son simples puestos avanzados: son fortalezas.

Allí operan estaciones de radar, sistemas de guerra electrónica, plataformas de vigilancia, pistas de aterrizaje, muelles aptos para recibir buques oceánicos. Los sistemas antibuque y antiaéreos de largo alcance ya están instalados. Y la logística corre por cuenta de los mismos buques de desembarco que, en tiempos de guerra, podrían usarse para algo más que reabastecimiento.

Estas islas no solo están militarizadas: están habitadas, administradas, sostenidas por una cadena de suministro constante que refuerza, cada día, la afirmación tácita de soberanía china en la región.

En suma, Pekín ha dejado de mirar al mar como una frontera. Ahora lo ve como un tablero. Y está posicionando sus piezas con precisión quirúrgica.


Buques de desembarco Tipo 073III y Tipo 073A


Para entender la fuerza anfibia actual de la Armada china, hay que retroceder en el tiempo y seguir paso a paso la evolución de sus buques de desembarco. Esta historia comienza con un nombre poco conocido pero clave: el Tipo 073III, conocido por la OTAN como clase Yudeng.

Este buque es el último eslabón de una línea que nació en los años 60, en plena Guerra Fría, cuando China empezaba a dar sus primeros pasos en la construcción naval militar moderna. El diseño original, el Tipo 073, fue desarrollado por el Instituto 708 de Investigación en Shanghái. Su primer ejemplar tocó el agua en agosto de 1969. Pero la euforia duró poco.

Las pruebas revelaron múltiples deficiencias técnicas: problemas estructurales, limitaciones de carga, fallos en los sistemas de navegación. El proyecto, tal como estaba concebido, no daba la talla. La producción en masa fue cancelada.

Años después, surgió una versión revisada: el Tipo 073II. Pero el contexto no era favorable. China atravesaba el caos de la Revolución Cultural, una etapa marcada por la inestabilidad económica y el colapso industrial. Así, aunque el buque estaba listo, no se incorporó a la flota hasta 1980. Y aún entonces, seguía arrastrando problemas. Su sistema de propulsión resultó poco fiable, y solo se construyó un ejemplar. Otros dos buques que ya estaban en proceso fueron reconvertidos al nuevo diseño Tipo 073IIY, al que se le introdujeron más de 100 modificaciones: un rediseño profundo para corregir errores heredados y mejorar la fiabilidad operativa.

Finalmente, en 1991, llegó el salto decisivo: el Tipo 073III, con número de casco 990. Este buque marcó el comienzo de una nueva era. Incorporó todas las lecciones aprendidas en los prototipos anteriores, y trajo mejoras sustanciales en maniobrabilidad, habitabilidad y capacidad de carga. No era simplemente una evolución, era el primer buque de desembarco chino verdaderamente operativo y apto para despliegues en alta mar con una eficiencia real.

El Tipo 073III abrió el camino para una serie de desarrollos más ambiciosos que vendrían después, en un proceso que transformaría a la Armada del EPL de una fuerza costera a una potencia con proyección anfibia global.



Tipo 073II

El Tipo 073III no impresiona por su tamaño, pero es una pieza clave en la evolución de la capacidad anfibia china. Con un desplazamiento total de 1.850 toneladas, este buque de desembarco tiene una longitud de 87 metros, manga de 12,6 metros y un calado de apenas 2,25 metros, lo que le permite operar cerca de la costa y acceder a zonas poco profundas: ideal para misiones de desembarco rápido.

La tripulación está compuesta por 74 personas, y su propulsión corre a cargo de dos motores diésel que en conjunto generan 8.500 caballos de fuerza, suficientes para alcanzar una velocidad máxima de 17 nudos. A un ritmo de crucero de 14 nudos, el Tipo 073III puede cubrir hasta 1.500 millas náuticas sin necesidad de reabastecimiento.

Pero lo más importante es lo que puede llevar. Su capacidad de carga alcanza las 250 toneladas, con espacio suficiente para transportar ocho tanques anfibios Tipo 63, o cinco tanques medianos Tipo 59. En lugar de blindados, también puede embarcar hasta 450 paracaidistas completamente equipados, listos para el combate.

En cuanto a armamento, este buque no está indefenso. El Tipo 073III SVDK viene equipado con dos cañones gemelos Tipo 76 de 37 mm, adecuados para defensa cercana contra amenazas ligeras, y un lanzacohetes múltiple Tipo 81H de 122 mm, útil para apoyo de fuego durante desembarcos o neutralización de posiciones costeras.

Diseñado con pragmatismo y evolución constante, el Tipo 073III refleja la transición de China hacia una flota capaz de proyectar fuerza más allá de sus costas inmediatas, sentando las bases de la actual doctrina anfibia del EPL.


Instalación de artillería con cañón antiaéreo gemelo de 37 mm Tipo 76.
En 2001, se botó el primer buque Tipo 073A (clase Yunshu) en el astillero Hudong Zhonghua de Shanghái. Tiene capacidad para transportar un buque de desembarco aerodeslizador Tipo 724, o 6 tanques medianos, u 8 tanques anfibios, o 9 vehículos blindados con ruedas, o 12 vehículos militares ligeros con mayor capacidad de cross-country. Hay una plataforma de aterrizaje en la popa, pero no hay previsión para la base permanente de un helicóptero en el buque.


Tipo 073A

El desplazamiento total del Tipo 073A SDK alcanza las 2000 toneladas. La longitud es de 87 m, la manga es de 12,6 m, el calado es de 2,25 m. La tripulación es de 70 personas. La planta motriz es similar a la del Tipo 073III. La autonomía de crucero también se mantiene al nivel del proyecto anterior y la velocidad máxima no supera los 16 nudos.


El armamento de los buques Tipo 073A era inicialmente el mismo que el de su predecesor. Fuentes occidentales afirman que durante las reparaciones y modernizaciones, varios SDK fueron equipados con modernos cañones de artillería de 30 mm, así como con sistemas de comunicaciones y radar más sofisticados.


En 2005, la Armada china recibió 10 buques Tipo 073A, que forman parte de las Flotas Oriental y Meridional, y en 2019 se construyó otro para Mauritania.


Imagen satelital de Google Earth del buque de desembarco Tipo 073A en el muelle del puerto de Woody Island.

En la actualidad, los buques del proyecto Tipo 073A se utilizan activamente para transportar carga y personal a las islas del Mar de China Meridional, donde se encuentran guarniciones militares y diversas instalaciones de defensa.

Buques de desembarco Tipo 072III y Tipo 072A

En 1992, el astillero Hudong Zhonghua de Shanghái entregó el primer gran buque de desembarco del tipo 072III (clase Yuting), que era una versión mejorada del proyecto del tipo 072II (clase Yukan). En abril de 2002, se habían construido 11 de estos buques, todos ellos en servicio. Seis grandes buques de desembarco del tipo 072III fueron asignados a la Flota del Sur y el resto a la Flota del Este.


Tipo 072III

El modelo 072III ha cambiado significativamente en su aspecto en comparación con su predecesor. En la parte de popa del buque se ha añadido una plataforma adecuada para el despegue y aterrizaje de helicópteros Z-8. En la parte delantera del casco del buque se encuentran dos grúas que se pueden utilizar para la carga y descarga. El desembarque se realiza a través de puertas corredizas en la proa y a través de la puerta de popa de la cámara de atraque.


El Tipo 072III es el primer buque de la Armada del EPL capaz de recibir helicópteros de clase media y transportar dos lanchas de desembarco con colchón de aire. Puede transportar 10 tanques anfibios, 250 infantes de marina o 500 toneladas de carga.

El desplazamiento total del Tipo 072III es de 4800 toneladas. La eslora es de 119,5 m, la manga es de 16,4 m. La tripulación es de 92 personas. La velocidad máxima es de 18 nudos. La autonomía de crucero a una velocidad de 14 nudos es de 3000 millas náuticas.


La defensa aérea de campo cercano está proporcionada por un montaje de artillería doble de 37 mm, varias ametralladoras de 12,7 mm y tripulaciones de MANPADS en la cubierta superior.


Imagen satelital de Google Earth del buque de desembarco Tipo 072III en el muelle del puerto de Woody Island.

Los buques de desembarco Tipo 072III han sido vistos en numerosas ocasiones en bahías artificiales en islas recuperadas del mar de China Meridional. Al igual que el Tipo 073A, se utilizan para la entrega regular de diversas cargas.

El buque de desembarco Tipo 072III sirvió de base para el proyecto mejorado Tipo 072A. Desde octubre de 2023 hasta marzo de 2016, se construyeron 15 buques de este tipo en dos series. Los buques de la serie posterior se construyeron en astilleros de Wuchang y Fujian. Siete buques de desembarco Tipo 072III están asignados a la Flota del Este, seis a la Flota del Sur y dos a la Flota del Norte.


Tipo 072A

En seis barcos entregados entre 2015 y 2016, el montaje del cañón antiaéreo doble Tipo 76 de 37 mm fue reemplazado por un montaje naval H/PJ-17 de 30 mm, mucho más ligero y de disparo más rápido.


Cañón antiaéreo de 30 mm H/PJ-17

Fuentes occidentales escriben que recientemente el mando de la Armada del EPL se ha preocupado por la protección de los buques de desembarco contra armas de alta precisión, y los buques de desembarco Tipo 072A están equipados con nuevos sistemas de interferencia y estaciones de guerra electrónica .


Hace relativamente poco tiempo, el buque Tipo 072A se utilizó para practicar el despliegue de un helicóptero de ataque Z-10, que debería ampliar las capacidades de apoyo de fuego para las unidades marinas que desembarquen en la costa.

Buques de desembarco Tipo 074 y Tipo 074A

El buque líder de la clase Tipo 074 (nombre de informe OTAN: clase Yuhai) fue diseñado a finales de la década de 1980 y para su creación se tuvo en cuenta la experiencia de operar los buques Tipo 079 y Tipo 271IIIA.


Tipo 074

El primer buque de desembarco de tanques Tipo 074 se construyó en 1995 en el Astillero Wuhu en Wuhu, provincia de Anhui. En 1995, se entregaron a la Armada del EPL un total de 2000 buques de desembarco de este tipo. Se entregaron dos buques Tipo 074 más a Bangladesh, uno a Sri Lanka y otro a Argelia. Estos TDC pasaron a formar parte de la Flota del Norte de China y desde 1997 se han utilizado para abastecer a las unidades del EPL en la Región Administrativa Especial de Hong Kong.


El buque de desembarco Tipo 074 tiene un desplazamiento total de 656 t, una eslora de 58,4 m y una manga de 10,4 m. El calado es de 2,43 m. La tripulación está formada por 56 personas. Dos motores diésel con una potencia de 1600 CV cada uno proporcionan una velocidad máxima de hasta 16 nudos. La autonomía de crucero es de hasta 800 millas náuticas.


Según fuentes chinas, el Type 074, completamente cargado, puede cruzar el punto más estrecho del estrecho de Taiwán en cuatro horas. Al mismo tiempo, se observa que los barcos de este tipo tienen una navegabilidad mediocre y pueden operar en olas moderadas.

El barco, con una capacidad de elevación de 150 toneladas, puede transportar 180 paracaidistas equipados o 6 tanques ligeros. El aterrizaje en una costa no equipada se produce mediante la apertura de puertas en la proa a lo largo de una rampa plegable. También hay una grúa en la cubierta para cargar y descargar carga ligera.


La autodefensa contra los aviones enemigos y el apoyo de fuego para la fuerza de desembarco están asegurados por dos montajes gemelos de ametralladoras Tipo 65 de 14,5 mm y un cañón automático Tipo 61 de 25 mm. Varios buques también estaban equipados con MLRS Tipo 81H de 122 mm, en detrimento de la capacidad de la fuerza de desembarco.

Aunque algunas fuentes dicen que los buques de desembarco Tipo 074 todavía están en servicio en la marina china, parece que la mayoría de ellos han sido desmantelados o puestos en reserva. En 2027, por ejemplo, surgió información de que dos buques de este tipo, construidos en 1995, fueron utilizados como objetivos y hundidos por cazas embarcados J-15 durante ejercicios.

El Tipo 074 se utilizó como base para el nuevo proyecto Tipo 074A (clase Yubei) con un casco tipo catamarán. El puente del buque de desembarco Tipo 074A y otras superestructuras están ubicados en el lado de estribor, formando una timonera larga y estrecha de dos pisos. El primer buque Tipo 074A entró en servicio en 2004. Actualmente, la Armada del EPL tiene 11 buques de desembarco de este tipo.


Tipo 074A

El buque de desembarco de tanques Tipo 074A tiene un desplazamiento estándar de 650 toneladas y un desplazamiento total de 800 toneladas. Eslora: 63 m, manga: 10,8 m, calado: 2,7 m. El barco tiene dos motores diésel de 4900 CV, que le proporcionan una velocidad de hasta 18 nudos. Autonomía: hasta 1000 millas. Autonomía: 15 días.

Al diseñar el Tipo 074A, se prestó mucha atención a la reducción de la firma térmica y al aumento de la capacidad de supervivencia en caso de daños en combate. La torre de mando del barco tiene blindaje antiastillas.


El TDK Tipo 074A puede transportar una carga total de 200 t: tres carros de combate principales Tipo 3 y 96 marines, o seis carros anfibios Tipo 70 o 6 soldados completamente armados, así como hasta seis vehículos de tonelaje medio cargados con carga.


El armamento inicialmente consistía en dos monturas gemelas de 25 mm. Algunos buques han sido equipados recientemente con ametralladoras H/PJ-17 de 30 mm. Además, se pueden utilizar ametralladoras de 12,7 mm con guía manual para protegerse contra vehículos aéreos no tripulados y lanchas rápidas. Para garantizar la defensa, también se utilizan MANPADS en la zona cercana.

Lancha de desembarco tipo 071

Todos los buques de desembarco chinos descritos anteriormente se construyeron según un concepto adoptado a mediados del siglo XX, según el cual el desembarco del personal y la descarga del equipo se realizaban directamente en la costa o en la zona de rompientes, lo que aumentaba el riesgo de ser alcanzado por las defensas antidesembarco enemigas y limitaba el desplazamiento y la capacidad de carga del buque.

A finales de la década de 1990, el mando de la Armada del EPL llegó a la conclusión de que era necesario disponer de buques oceánicos equipados con modernos sistemas de comunicaciones, guerra electrónica y defensa aérea, capaces de desembarcar a una distancia considerable de la costa, fuera del alcance de la artillería costera enemiga.

Para ello, se creó el proyecto Tipo 071 (clase Yuzhao), con una cámara de atraque que podía acomodar lanchas de desembarco con colchón de aire, y el buque también tiene espacio para helicópteros de transporte y desembarco.


Embarcación de desembarco Tipo 071 Kunlun

El barco es capaz de realizar varias tareas: desembarcar tropas, recibir helicópteros, servir como centro de mando y hospital flotante. El barco puede acomodar simultáneamente 800 paracaidistas, 4 helicópteros Z-8 y 726 aerodeslizadores Tipo 16 capaces de transportar vehículos blindados. En lugar de barcos, la cubierta inferior puede acomodar 05 vehículos de combate de infantería anfibios ZBD-05 y tanques ligeros anfibios ZTD-XNUMX.

El desplazamiento total del TDK Tipo 071 alcanza las 25 toneladas. Longitud - 000 m, ancho - 210 m. Velocidad máxima - 28 nudos. Autonomía de crucero a una velocidad de 25 nudos - 17 millas náuticas. Tripulación - 10 personas.

Para autodefensa, hay un montaje de artillería H/PJ-26 de 76 mm (versión china del AK-176) y cuatro rifles de asalto H/PJ-13 de seis cañones de 30 mm (versión china del AK-630M), así como cuatro montajes de 18 cañones para configurar interferencias térmicas y de radar.


Montaje del cañón de 76 mm H/PJ-26

En uno de los buques de este proyecto se instaló un sistema láser diseñado para cegar los sistemas de reconocimiento y guía optoelectrónicos. Para contrarrestar objetivos aéreos y marítimos de pequeño tamaño, se pueden instalar ametralladoras de 7,62 y 12,7 mm en los costados.


El primer buque Tipo 071, llamado Mount Kunlun y numerado 998, fue construido en el astillero Hudong-Zhonghua Shipbuilding en Shanghái y botado en diciembre de 2006. Fue puesto en servicio en noviembre de 2007. A diciembre de 2020, la Armada del EPL tenía ocho buques Tipo 071. Otro buque de exportación Tipo 071E fue entregado a Tailandia en 2023.


Imagen satelital de Google Earth de los buques de desembarco Tipo 071 en la base naval de la Flota del Sur en Zhanjiang.

En la Flota del Sur hay cinco TDK Tipo 071 y dos en la Flota del Este. Los buques están estacionados en las bases navales de Zhanjiang y Shanghái.

Portahelicópteros y barcazas de desembarco universales tipo 075


Los buques de mayor tamaño de la Armada del EPL capaces de realizar operaciones anfibias son los buques de desembarco universales Tipo 075 (clase Yushen). Hasta el momento, se han construido cuatro de estos buques en la República Popular de China. Tres de ellos están en la flota y el cuarto está en pruebas en el mar. El diseño del LPD comenzó en 2013 en el 708.º Instituto de Investigación de la Corporación Estatal de Construcción Naval de China, que anteriormente diseñaba casi todos los buques de desembarco chinos. La construcción se llevó a cabo en el Astillero de la Gran China en Shanghái.

LPD del proyecto Tipo 075 "Hainan"

El primero de esta familia es un LPD botado en septiembre de 2019 y bautizado como Hainan. El 23 de abril de 2021, el buque fue puesto en servicio y se le asignó el número táctico 31.

El LPD Type 075 tiene un desplazamiento total de 36 t, una longitud de cubierta de 000 m y una manga total de 227 m. Cuatro unidades de propulsión diésel-eléctrica con una capacidad total de 36,8 CV proporcionan una velocidad máxima de 64 nudos. Se desconoce el número de la tripulación, pero según la información publicada en los medios chinos, más de 000 personas pueden vivir a bordo durante un mes.

La cubierta superior tiene siete helipuertos y dos elevadores para trasladar helicópteros Z-8 (Z-18) con palas de hélice plegadas hacia y desde los hangares internos. El Type 075 UDC puede acomodar hasta 30 helicópteros. Además de los helicópteros de transporte y antisubmarinos Z-8, el ala del barco incluye helicópteros Z-9D equipados con misiles antibuque TL-10.


En el futuro, está previsto que el LPD Tipo 075 se utilice como base para los helicópteros Z-20, adaptados para atacar objetivos terrestres y marítimos. El helicóptero Z-20 está basado en el UH-60 Black Hawk estadounidense.


En la cámara de atraque hay espacio para tres lanchas de desembarco aerodeslizadoras Tipo 726. En total, las lanchas de desembarco Tipo 075 pueden transportar unos 50 vehículos con ruedas u orugas de diversos usos. El número de tropas de desembarco alcanza las 800 personas.

Las lanchas Tipo 075 están equipadas con un sistema de información y control de combate que integra los sistemas del barco e interactúa con plataformas externas y centros de mando superiores. El equipamiento de los barcos de este tipo incluye sistemas de guerra electrónica capaces de suprimir los radares y las comunicaciones del enemigo, así como equipos de reconocimiento electrónico que permiten detectar e identificar fuentes de radiación electromagnética a una distancia de varios cientos de kilómetros.


Montaje de artillería antiaérea de 30 mm H/PJ-11

La defensa aérea de corto alcance está a cargo de dos sistemas SAM HQ-10 y dos montajes de artillería H/PJ-11 de 30 mm y 11 cañones. Los señuelos térmicos y de radar se disparan desde dos montajes de 18 cañones.

Después del buque líder del proyecto Tipo 075, el CV Guangxi con número táctico 2021 entró en servicio en diciembre de 2013.


El 11 de septiembre de 2022, los medios de comunicación chinos informaron que el tercer LPD de Anhui había recibido el número de casco "33". El 30 de junio de 2023, la Oficina del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas de Autodefensa de Japón publicó un informe que indicaba que el barco chino Jiangxi con el número táctico "34", acompañado por el destructor de misiles guiados Tipo 052D, la fragata lanzamisiles Tipo 054A Anyang y el complejo buque de suministro Tipo 903A pasaron por el estrecho de Osumi y entraron en el océano Pacífico.

Según la información disponible en fuentes abiertas, los LPD con los números "31" y "34" están asignados a la Flota del Sur, y los barcos con los números "32" y "33" están asignados a la Flota del Este.

El 11 de septiembre de 2022, los medios de comunicación chinos informaron que el tercer LPD de Anhui había recibido el número de casco "33". El 30 de junio de 2023, la Oficina del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas de Autodefensa de Japón publicó un informe en el que se afirma que el buque chino Jiangxi con el número táctico "34", acompañado por el destructor de misiles guiados Tipo 052D, la fragata de misiles Tipo 054A Anyang y el buque de suministro integrado Tipo 903A, pasó por el estrecho de Osumi y entró en el océano Pacífico.

Según la información disponible en fuentes abiertas, los LPD con los números "31" y "34" están asignados a la Flota del Sur, y los buques con los números "32" y "33", a la Flota del Este.


Imagen satelital de Google Earth: barcos de desembarco en la base naval de la Flota del Sur de Zhanjiang

Imágenes satelitales de dominio público muestran otro LPD Tipo 075 en el muelle de equipamiento de la Compañía de construcción naval Hudong-Zhonghua.


Imagen satelital de Google Earth: UDC del proyecto Tipo 075 en el muelle de equipamiento de la empresa de construcción naval Hudong-Zhonghua

Los analistas navales estadounidenses afirman que China podría construir ocho buques Tipo 075, que podrían potencialmente transportar vehículos aéreos no tripulados de ataque pesado.

Portahelicópteros multipropósito Tipo 076

Actualmente, la empresa Hudong-Zhonghua Shipbuilding está construyendo el portahelicópteros Tipo 076, que en China está clasificado como un buque de desembarco, en un astillero de Shanghai.


Según información preliminar, el desplazamiento total de este buque puede alcanzar las 48 toneladas. A juzgar por las imágenes satelitales, la longitud de la cubierta supera los 000 m, y la anchura es de unos 250 m. El portahelicópteros tiene una planta motriz combinada con una capacidad total de 45 CV, compuesta por dos turbinas de gas y seis generadores diésel.


Se desconoce la composición del ala aérea, pero varios expertos afirman que en la cubierta se instalarán una catapulta electromagnética y dispositivos de remate de aeronaves de tipo cable, lo que permitirá, además de helicópteros, elevar y recibir aviones de combate a reacción con despegue y aterrizaje cortos, así como vehículos aéreos no tripulados de reconocimiento y ataque del tipo de los aviones.

Continuará...