Los intereses geoestratégicos de Chile y el Reino Unido: contexto histórico, la guerra de Malvinas y el futuro
Por Esteban McLaren para FDRA
Proyecciones
Introducción
Los intereses geoestratégicos de Chile, particularmente su alineación con el Reino Unido, han sido moldeados por factores históricos, económicos y políticos. Este ensayo explora la confluencia de intereses chilenos y británicos antes de la Guerra de las Malvinas de 1982, identifica los principales actores involucrados y examina cómo el conflicto influyó en esta dinámica. Además, profundiza en proyecciones futuras sobre el Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgias del Sur y la Antártida, considerando las implicaciones para Argentina y el potencial de un cambio en las alianzas.
Contexto histórico de los intereses geoestratégicos chileno-británicos
Antes de la Guerra de Malvinas, Chile y el Reino Unido compartían varios intereses geoestratégicos arraigados en vínculos históricos y beneficios mutuos. Los principales actores en esta relación incluyeron líderes políticos, funcionarios militares y actores económicos de ambas naciones.
La relación económica entre Chile y el Reino Unido se remonta al siglo XIX, y las inversiones británicas desempeñaron un papel importante en el desarrollo de la infraestructura y las industrias mineras chilenas. El comercio de nitratos fue particularmente crucial, con empresas británicas fuertemente involucradas en la explotación y exportación de nitratos chilenos.
La influencia británica sobre el ejército chileno ha sido profunda. La Armada de Chile, por ejemplo, se inspiró en gran medida en la Royal Navy, con oficiales navales británicos entrenando a sus homólogos chilenos. Esta conexión militar fomentó un sentido de camaradería e intereses estratégicos mutuos.
Durante la Guerra Fría, ambas naciones encontraron puntos en común en su postura anticomunista. El Reino Unido veía a Chile como un aliado estable en una región propensa a la agitación política, mientras que Chile valoraba el apoyo británico contra posibles amenazas regionales.
La guerra de Malvinas y su impacto
La Guerra de las Malvinas de 1982 fue un importante punto de inflexión en la relación entre Chile y el Reino Unido, resaltando sus intereses geoestratégicos alineados y dando forma a futuras interacciones. Durante la guerra, Chile brindó un apoyo crucial al Reino Unido, incluido el intercambio de inteligencia y asistencia logística. Este apoyo fue fundamental para la campaña militar británica y consolidó una alianza estratégica entre las dos naciones.
La guerra alteró el panorama de seguridad en América del Sur. El apoyo de Chile al Reino Unido lo posicionó como un contrapeso a Argentina, influyendo en la dinámica de poder regional y los alineamientos militares. Después del conflicto, el Reino Unido y Chile continuaron fortaleciendo sus vínculos. La guerra demostró el valor de su asociación estratégica, lo que condujo a una cooperación más profunda en cuestiones de defensa y seguridad.
Proyecciones futuras: Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgias del Sur y Antártida
De cara al futuro, los intereses estratégicos de Chile y el Reino Unido en áreas clave como el Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgia del Sur y la Antártida seguirán dando forma a su relación. El Estrecho de Magallanes sigue siendo una ruta marítima vital, y el control de Chile sobre este paso subraya su importancia geoestratégica. El Reino Unido reconoce la importancia de mantener relaciones seguras y amistosas con Chile para garantizar la estabilidad de esta vía fluvial crucial.
Las islas Malvinas y Georgias del Sur son fundamentales para los intereses territoriales británicos en el Atlántico Sur. El apoyo de Chile durante el conflicto de 1982 ha llevado a una cooperación continua en estas áreas, y ambas naciones se benefician de estrategias de defensa e inteligencia compartidas. La Antártida representa una región de creciente interés estratégico, particularmente en términos de investigación científica y potencial de recursos. Tanto Chile como el Reino Unido han establecido reclamos territoriales y estaciones de investigación en el continente, lo que ha llevado a esfuerzos de colaboración en exploración científica y conservación ambiental.
Implicaciones para Argentina
La fuerte alineación geoestratégica entre Chile y el Reino Unido tiene implicaciones significativas para Argentina, particularmente en términos de dinámica de poder regional y disputas territoriales. El antiguo reclamo de Argentina sobre las Islas Malvinas sigue siendo un tema polémico. La estrecha relación entre Chile y el Reino Unido complica los esfuerzos de Argentina por afirmar su soberanía e influye en las interacciones diplomáticas en la región.
La alianza chileno-británica afecta el equilibrio militar en Sudamérica. Argentina debe lidiar con las capacidades de defensa mejoradas y los mecanismos de intercambio de inteligencia entre Chile y el Reino Unido, lo que podría afectar su planificación estratégica y su postura de defensa. Los vínculos económicos entre Chile y el Reino Unido, incluidos el comercio y la inversión, refuerzan aún más su asociación estratégica. Argentina puede enfrentar desafíos al competir por influencia económica y oportunidades de inversión en la región.
Desvincular los intereses chileno-británicos y fomentar la cooperación argentino-chilena
Si bien la alianza chileno-británica es sólida, ciertos factores podrían potencialmente cambiar la dinámica hacia una mayor cooperación argentino-chilena. Iniciativas destinadas a fomentar la integración regional, como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), podrían promover vínculos más estrechos entre Argentina y Chile. Los proyectos colaborativos en infraestructura, comercio y energía podrían crear dependencias mutuas e intereses compartidos.
Los esfuerzos diplomáticos para resolver disputas territoriales y mejorar las relaciones bilaterales podrían allanar el camino para una mejor cooperación argentino-chilena. En este sentido, las medidas de fomento de la confianza, el diálogo y los mecanismos de negociación son esenciales. Fortalecer las asociaciones económicas entre Argentina y Chile, incluidas empresas conjuntas y acuerdos comerciales, podría reducir la dependencia de aliados externos y fomentar una relación regional más equilibrada. Los esfuerzos de colaboración en sectores como la agricultura, la minería y la energía podrían ser mutuamente beneficiosos.
Los cambios en el panorama geopolítico global, incluidos los cambios en las alianzas y las potencias regionales emergentes, podrían influir en el cálculo estratégico tanto de Chile como de Argentina. Adaptarse a estos cambios y alinear sus intereses en consecuencia podría facilitar una cooperación más estrecha.
El papel de la élite chilena
El papel de la elite chilena en el mantenimiento de la confluencia de intereses entre Chile y el Reino Unido es multifacético e involucra dimensiones políticas, económicas y militares. Su influencia es fundamental para mantener y fortalecer esta relación bilateral, dar forma a políticas y fomentar un entorno propicio para beneficios estratégicos mutuos.
Influencia política y toma de decisiones
La élite chilena, compuesta por políticos influyentes, diplomáticos y altos funcionarios gubernamentales, desempeña un papel crucial en la dirección de la política exterior del país hacia el mantenimiento de fuertes vínculos con el Reino Unido. Históricamente, los líderes políticos chilenos han reconocido las ventajas estratégicas de alinearse con una potencia global como Gran Bretaña. Este reconocimiento se ha reflejado en decisiones políticas e iniciativas diplomáticas destinadas a fomentar una relación estable y cooperativa con el Reino Unido.
Por ejemplo, durante la Guerra de las Malvinas de 1982, la decisión de apoyar al Reino Unido estuvo influenciada por figuras políticas clave que vieron los beneficios estratégicos de ayudar a un aliado poderoso. Este apoyo no fue sólo un reflejo de vínculos históricos sino también una medida política calculada para reforzar la posición de Chile en la región y ganarse el favor de una importante potencia occidental.
Intereses económicos y conexiones comerciales
La élite económica de Chile, incluidos destacados líderes empresariales y influyentes formuladores de políticas económicas, se ha beneficiado históricamente de fuertes vínculos económicos con el Reino Unido. Las inversiones británicas en industrias chilenas como la minería, la infraestructura y las finanzas han creado una red de intereses económicos mutuos que la élite chilena desea preservar.
La participación de las empresas británicas en el comercio de nitratos en el siglo XIX y principios del XX sentó las bases de esta relación económica. En la época contemporánea, la élite económica continúa abogando por políticas que atraigan inversiones británicas y faciliten el comercio. Estos líderes empresariales a menudo tienen una influencia significativa sobre las políticas gubernamentales y utilizan su influencia para asegurar que Chile siga siendo un destino atractivo para el capital británico, sosteniendo así la dimensión económica de la relación bilateral.
Cooperación militar y de defensa
La élite militar de Chile, incluidos oficiales de alto rango y estrategas de defensa, tiene una larga tradición de cooperación con sus homólogos británicos. La Armada de Chile, en particular, ha sido fuertemente influenciada por la Royal Navy, y muchos oficiales chilenos recibieron entrenamiento en el Reino Unido. Esta conexión militar fomenta un sentido de camaradería profesional y objetivos estratégicos compartidos.
Durante la Guerra de Malvinas, el apoyo del ejército chileno al Reino Unido se vio facilitado por estas conexiones profundamente arraigadas. El intercambio de inteligencia y la asistencia logística brindada a las fuerzas británicas fueron coordinados por élites militares que entendieron la importancia estratégica de mantener una alianza fuerte con el Reino Unido. Esta cooperación ha continuado después de la guerra, con ejercicios militares conjuntos, programas de entrenamiento y acuerdos de defensa que refuerzan la dimensión militar de la relación bilateral.
Vínculos culturales y educativos
La élite cultural y educativa de Chile también desempeña un papel en el mantenimiento de la relación del país con el Reino Unido. Los intercambios culturales, las colaboraciones académicas y las asociaciones educativas contribuyen a una comprensión y apreciación más amplia de la cultura y los valores británicos entre la élite chilena. Muchos miembros de la élite chilena han estudiado en universidades británicas, fomentando redes personales y profesionales que unen a los dos países.
Estos vínculos culturales y educativos crean un entorno favorable para la cooperación bilateral, ya que las personas que han experimentado la cultura y la educación británicas a menudo tienen posiciones influyentes en la sociedad chilena. Sus percepciones positivas del Reino Unido y sus valores pueden influir en la opinión pública y las decisiones políticas, consolidando aún más la relación bilateral.
Implicaciones estratégicas para el futuro
La influencia sostenida de la élite chilena en el mantenimiento de fuertes vínculos con el Reino Unido tiene implicaciones significativas para el futuro. A medida que ambos países sigan navegando por complejos paisajes geopolíticos, el papel de la élite en la configuración de la política exterior y las decisiones estratégicas seguirá siendo crucial.
En áreas clave como el Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgia del Sur y la Antártida, la influencia de la élite será fundamental para determinar la dirección de las políticas chilenas. Su capacidad para equilibrar los intereses nacionales con los beneficios de una alianza fuerte con el Reino Unido dará forma al futuro de esta relación bilateral.
Potencial de cambios en las alianzas
Si bien el actual alineamiento entre Chile y el Reino Unido es fuerte, los cambios en la dinámica regional y global podrían alterar el equilibrio de intereses. El papel de la élite chilena será fundamental para navegar estos cambios y explorar el potencial para una cooperación más estrecha con otras potencias regionales, como Argentina.
Los esfuerzos de integración regional, las iniciativas diplomáticas y las asociaciones económicas podrían crear oportunidades para una relación más equilibrada con Argentina. La voluntad de la élite de participar en el diálogo y la negociación, y su capacidad para adaptarse a las realidades geopolíticas cambiantes, serán clave para fomentar esos cambios.
Conclusión
El contexto histórico y el alineamiento estratégico entre Chile y el Reino Unido, particularmente resaltados durante la Guerra de las Malvinas de 1982, han dado forma a una asociación fuerte y duradera. Esta alianza tiene implicaciones significativas para la dinámica regional, particularmente en relación con Argentina. Sin embargo, posibles cambios en los esfuerzos de integración regional, las iniciativas diplomáticas, las asociaciones económicas y los cambios geopolíticos globales podrían allanar el camino para una relación más equilibrada entre Chile y Argentina. A medida que los intereses estratégicos en áreas clave como el Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgia del Sur y la Antártida continúan evolucionando, el futuro de las alianzas y la cooperación regionales dependerá de la capacidad de estas naciones para navegar en paisajes geopolíticos complejos y fomentar el entendimiento y la colaboración mutuos. .
La élite chilena desempeña un papel central en el mantenimiento de la confluencia de intereses entre Chile y el Reino Unido. A través de su influencia en la toma de decisiones políticas, las políticas económicas, la cooperación militar y los intercambios culturales, aseguran la continuidad y fortaleza de esta relación bilateral. A medida que evolucionen las futuras dinámicas geopolíticas y regionales, las opciones estratégicas y la adaptabilidad de la élite determinarán la dirección y la profundidad de las alianzas de Chile, allanando potencialmente el camino para una relación regional más matizada y equilibrada tanto con el Reino Unido como con Argentina.
Lo nuestro no es la apología de Alfredo Astiz
sino difundir la verdad, una verdad que ha sido ocultada
incluso hasta por sus mismos camaradas, temerosos de represalias. En las Georgias se luchó, se defendió la bandera y se
mantuvo en alto el honor nacional. Nos guste o no, Astiz fue parte de ello y de ese capítulo apasionante y controvertido que es la crisis
del Atlántico Sur
La Argentina es un país donde las cosas se hacen carne y ya nada logra cambiarlas. Donde se hecha a volar una versión y se la toma como la verdad más absoluta, donde se cree lo primero que se escucha y se lo acepta sin el más mínimo análisis. Así tenemos a los nazis entrando en París con la Marcha de San Lorenzo, a los aliados hablando de la Argentina en Yalta, a Churchill exclamando en el Parlamento que la caída de Perón era el mayor triunfo del imperio británico desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, que los italianos hicieron bien las cosas porque derrotaron a las Brigadas Rojas, que en la Argentina hubo 30.000 desaparecidos, que Hitler llegó en un submarino y murió en Bariloche, que los judíos pusieron las bombas que volaron la embajada de Israel y la AMIA, que a Maldonado lo mataron y un sinfín de otras sandeces que ya son parte del folklore nacional. Y por más esfuerzo que uno haga por razonar con esta gente, por hacerle entender que está equivocada, diciendo cualquier cosa, que tal creencia es mentira o una simple fábula, continuará repitiendo lo mismo, sin temor al ridículo, muchas veces por estupidez, otras por simple necedad.
Desembarco en las Georgias La crisis del Atlántico Sur es un capítulo que no hemos resuelto como sociedad, una cuenta pendiente, una herida abierta como la guerra antisubversiva y el período peronista. Un suceso que muchos se niegan a abordar y menos a profundizar (hablamos de nuestro país). Y como nuestra sociedad es simple y evasiva, opina de lo que no sabe o de cosas que apenas conoce. Sobre Alfredo Astiz y su participación en la guerra se ha mentido a más no poder. Se lo ha difamado, se lo ha rebajado a la categoría de canalla, de ruin, de cobarde, de un pusilánime que se rindió sin combatir y humilló nuestra bandera con su actitud. Todo falso, versiones sin sustento que se repiten y repiten sin solución de continuidad, como esa otra de que el hundimiento del “Gral. Belgrano” fue un genocidio, un crimen, un acto de piratería. Pues si los argentinos no queríamos que nos hundieran el buque, no hubiésemos ido a la guerra y asunto arreglado. ¿O acaso nosotros podíamos disparar y ellos no? ¿Qué razonamiento es ese? Vamos, desembarcamos, abrimos fuego, iniciamos un conflicto armado ¿y cuando nos la devuelven son asesinos? Porque, por si alguien no lo sabe todavía, la guerra es eso, disparar y recibir. También están quienes insisten con esas famosas 200 millas de exclusión marítima, demostrando una carencia absoluta de conocimientos.
Los ingleses establecieron ese espacio para que ningún buque penetrase en él antes de comenzar las acciones, pero cuando estas se inician, la guerra se extiende a donde sea. ¿O acaso nosotros no enviamos un grupo comando a Gibraltar para hundirles un barco? ¿Ahí sí era lícito accionar fuera del Teatro de Operaciones?
Grytviken, capital de las Georgias del Sur. En su extremo oriental, King Edward Point, residen sus autoridades
Así fue como las mentiras comenzaron a tomar cuerpo y se convirtieron en éxito de ventas: los gurkas degollando conscriptos, los “chicos de la guerra” abandonados a su suerte por sus superiores, los británicos trayendo armas nucleares, Galtieri borracho, Nicolás Kasanzew vendiéndole alimento a los soldados, el “Invinsible” hundido... todas falsedades que se difundieron durante el gobierno de Alfonsín con el objeto de desacreditar a los militares y de paso lucrar. Y el hombre común, siempre ávido de sensacionalismo, capitalizó esas historias y ahí se quedó. De todo se hizo un circo, como de los desaparecidos y los “jóvenes idealistas” y aun hay quienes siguen repitiendo esas cosas pese a que el telón se fue descorriendo y la verdad comenzó a develarse. Lamentablemente, en lo que respecta a Malvinas, conocimos esa verdad gracias al enemigo, a lo que han escrito británicos, estadounidenses o autores provenientes de la OTAN. Y fue gracias a ellos que supimos del increíble valor de nuestros pilotos, admirados en todo el mundo, tanto los de la Fuerza Aérea como los de la Aviación Naval; de la abnegación y el sacrificio de los conscriptos, luchando cuerpo a cuerpo contra soldados profesionales y mucho mejor entrenados, la determinación de oficiales y suboficiales combatiendo codo a codo con sus subalternos, tal como lo reconoció el general Julian Thompson. Nos maravillamos también del accionar de nuestros comandos, los submarinistas, los prefectos, los gendarmes y hasta esos civiles que integraron el valeroso Escuadrón Fénix para atraer sobre sí el fuego enemigo y posibilitar el paso de los cazas propios. Fue entonces que el hombre común, o mejor dicho los pocos que se pusieron a indagar, descubrieron nombres increíbles como Pablo Marcos Carballo, Carlos Cachón, Carlos Rincke, Eduardo Carmona, Luciano Guadagnini, Alberto Philippi, Benito ítalo Rotolo, Rodolfo Castro Fox, Esteban Vilgré La Madrid, Aldo Rico, Mohamed Alí Seineldín, Roberto Estevez, Horacio Bicain, Fernando Azcueta, Héctor O. Feldman y tantos más, imposibles de nombrar en su totalidad. Pero ni las loas llegadas de diferentes partes del mundo como la emotiva carta el as de la Segunda Guerra Mundial Pierre Clostermann, el Corazón Púrpura del veterano de Vietnam Robert F. Pitt, la reseña del corresponsal español José María Carrascal y hasta las palabras de Margaret Thatcher llamando a los nuestros “enemigo casi suicida”1, lograron sacar al argentino de su letargo. Expresiones impensables en décadas anteriores, que deberían haber generado toda una corriente de pensamiento, un reverdecer patriótico, orgullo genuino por nuestra tierra y nuestra gente, cayeron en el más profundo olvido y hoy, salvo honrosas excepciones, son completamente ignoradas Tampoco las que llegaron después, como las del ex secretario de Marina de la administración Reagan, almirante John F. Lehman o las del analista británico Nigel West, experto en guerra fría y espionaje, revelando al mundo -al igual que otros-, que sin la ayuda de Estados Unidos y la OTAN el Reino Unido perdía la guerra.
Puerto Leith, Georgias del Sur
Ahí están esas expresiones, ahí la admiración que la Argentina ha despertado a nivel internacional (y no supo explotar), y la valorización de nuestros hombres de guerra pero en lo que a nosotros se refiere, seguiremos produciendo películas denigrantes que nos ponen en ridículo ante el mundo, que hacen hincapié en el lloriqueo, el derrotismo, la flojera y la inoperancia; en el frío que pasaron los conscriptos, el hambre, las penurias y el sufrimiento, es decir en situaciones que han experimentado todos los combatientes del mundo en todas las guerras; nos seguiremos enfocando en la crueldad de oficiales y suboficiales, en los soldados estaqueados y llenaremos páginas teorizando sobre la incapacidad de quienes dirigieron nuestra política mientras el enemigo sigue hablando de batallas, de coraje, de los enfrentamientos, de la lucha y el profesionalismo de sus cuadros, una visión más digna, menos lacrimógena, menos latina. De nada servirá insistir con que los gurkas no tomaron parte en ningún combate ni degollaron a nadie, que los “chicos de la guerra” pelearon como leones, que los oficiales estuvieron junto a ellos, que los británicos no trajeron material nuclear, que el crucero “General Belgrano” fue hundido lícitamente, pues estábamos en guerra (guerra iniciada por nosotros), que Galtieri no era borracho y Nicolás Kasanzew tuvo un comportamiento correcto. La cobardía la mostraron otros, quienes no pelean de frente pero pasan información por detrás, cuando su enemigo enfrenta a potencias; los oficiales y suboficiales que salen corriendo a ponerse a cubierto no resultaron ser argentinos sino los de un ejército improvisado que por jugar a la guerra envía a la muerte a sus “niños soldados” en medio de una borrasca, en lo alto de un volcán o pilotos que por miedo e impericia confunden el blanco (una casa particular y un edificio vacío) y terminan bombardeando su propio hospital. Inoperantes son esas fuerzas armadas que aunque bien pertrechadas y apoyadas por naciones poderosas, no pueden contra los carteles de la droga y les masacran en las narices 43 estudiantes de una manera atroz, solo por citar un caso. Pero nada de eso bastará porque el argentino medio, cada vez más ignorante y resentido, seguirá repitiendo lo mismo. Y lo peor, seguirá renegando de su historia y olvidando a sus héroes.
La guerra de Malvinas
Efectuado este introito, pasemos al tema que nos ocupa. Hemos dicho al comienzo que sobre la participación de Astiz en la guerra se ha mentido descaradamente y vamos a demostrar por qué. La gente, en su mayoría, cree que el conflicto comenzó el 2 de abril de 1982 y finalizó el 14 de junio del mismo año. Esa es otra falsedad. La crisis comenzó en las islas Georgias el 18 de marzo de ese año, con el desembarco de los 39 chatarreros en Puerto Leith, y finalizó en las Sandwich del Sur, con el desalojo de la Estación Científica Corbeta Uruguay, entre el 20 y el 21 de junio del mismo año. El grupo de operarios llegó a bordo del ARA “Bahía Buen Suceso” (B-6), transporte de la Armada Argentina de 5000 toneladas de desplazamiento, a cuyo mando se encontraba el capitán de ultramar Osvaldo Marcelino Niella, que en la Marina ostentaba el grado de teniente de corbeta2. Venían contratados por el empresario Constantino Davidoff para desmontar una antigua factoría ballenera propiedad de la compañía escocesa Christian Salvensen, cuyas oficinas centrales se hallaban en Edimburgo El buque ingresó lentamente en la Bahía Stromness y atracó junto al muelle de la población, la segunda en importancia de la isla San Pedro, por entonces completamente abandonada.
Los chatarreros de Davidoff desembarcan en Puerto Leith
Ni bien los motores se detuvieron y la nave quedó amarrada, los operarios comenzaron a descender precedidos por Roberto Caccace, técnico en desarmado de 39 años de edad y los hermanos Carlos y Antonio Patané, técnicos industriales y directores de obra. Inmediatamente después bajó a tierra el Dr. Rubén Pereira, médico de la expedición y detrás suyo una sección de infantes de Marina luciendo uniformes de camouflage, a quienes encabezaba un joven apuesto, de buen porte, contextura robusta y cabellos rubios. Eran los lagartos, grupo comando naval, quienes junto a su comandante, el teniente de corbeta Alfredo Astiz, conformaban el Grupo Alfa, avanzada argentina en la invasión a los archipiélagos australes. Una vez en tierra, civiles y militares -incluyendo la tripulación del buque- se dirigieron al oxidado mástil que se erguía junto al edificio principal y formados en hilera procedieron a izar la bandera, la cual venía prolijamente plegada en un baúl que portaba Antonio Patané3.
Era un cuadro realmente de ficción. Aquel conjunto de hombres bajo ese cielo plomizo, rodeados por un paisaje tenebroso, enfundados en gruesos gabanes, gorros de lana, guantes de cuero y botas de goma, luciendo casi todos barba y bigotes, parecía salido de una novela de aventuras, de aquellas historias de Julio Verne, Jack London o Herman Melville que hicieron las delicias de nuestra juventud. Ni que hablar de la tropa, cuyo aspecto e indumentaria recordaban las viejas películas bélicas ambientadas en el ártico. La enseña patria se agitaba con fuerza sacudida por los vientos helados, mientras se entonaba el Himno Nacional, los comandos en posición de firme y haciendo la venia. Ignoraban que eran observados desde los riscos por personal del British Antartic Survey (BAS) , quienes seguían atentamente sus movimientos a través de binoculares4.
Finalizada la ceremonia, los argentinos lanzaron vivas a la patria e inmediatamente después procedieron a reconocer el área, ubicando previamente sus pertenencias en los edificios. Poco después comenzaron a escucharse disparos aislados y eso decidió a los del BAS a abordar el jeep en el que habían llegado y partir presurosamente hacia Grytviken, para informar sobre la invasión5.
Grupo Alfa de la Infantería de Marina, avanzada de la invasión argentina a los archipiélagos australes. Astiz de pie junto a sus lagartos quienes enfrentaran solos el desembarco británico en Puerto Leith, 15 hombres contra un destructor, dos fragatas, un buque de apoyo, al menos dos helicópteros más una sección de la Compañía M del Comando 45 de Royal Marines
Constatada la presencia, el oficial Steve Martin, comandante del destacamento asignado al archipiélago, dio curso de la novedad a Londres y de esa manera se desató el incidente que desembocó en guerra. El plan que la Armada elaboró en base al contrato firmado por Constantino Davidoff con la compañía Salvensen había dado resultados. Por vía diplomática, el gobierno británico solicitó a Buenos Aires el paso de los trabajadores por la aduana de Grytviken a efectos de regularizar su situación, así como el retiro del destacamento militar y la bandera que flameaba en Puerto Leith. Ninguno de los reclamos fue atendido y la crisis siguió su curso hasta la noche del 1 de abril, cuando dio comienzo el desembarco en Malvinas. El día 3, las fuerzas argentinas se presentaron en las Georgias y luego de un intenso combate cuyo saldo fue de tres efectivos propios abatidos y un británico gravemente herido (terminó perdiendo su brazo derecho), redujeron a la guarnición local. Los 22 royal marines fueron hechos prisioneros, los heridos evacuados y la población ocupada, quedando a su frente el capitán de corbeta Luis Lagos junto a su segundo, el teniente de fragata Guillermo Luna, comandante y subcomandante respectivamente, de las tropas apostadas en el archipiélago. En este punto, comienza la campaña de negación contra la figura de Astiz. Aclaramos que no nos mueve ningún interés y mucho menos ideales políticos sino el respeto a la verdad, único fin al que debe apuntar la Historia como ciencia. Si este señor cometió algún crimen deberá pagarlo y asumir las consecuencias pero que eso no lleve a sus detractores a mentir y manipular los hechos. Tal actitud nos recuerda a esos pobres de espíritu que se desviven por minimizar la figura del Che Guevara argumentando que no era medico (falso, pues lo era de mucho antes de ser famoso), que era sucio, que no existen pruebas de que haya matado a alguien en combate (más falso aun)6, que era resentido, un mediocre, un incapaz y cosas por el estilo.
El
Che fue un asesino, un psicópata homófobo, soberbio, posiblemente
racista y extremadamente violento pero nadie puede poner en duda sus
capacidades, su valentía y temeridad. Prueba de ello es su final en esa
selva desierta, rodeado de montañas en medio de un paraje hostil, a
donde había ido a combatir con apenas un puñado de hombres y unas pocas
carabinas, enfrentándose a dos divisiones del ejército boliviano, a su
aeronáutica, sus fuerzas de seguridad, la CIA, los asesores del
Pentágono y el apoyo material enviado desde la Argentina. Un hombre que
lo tuvo todo, que ocupó los sitiales más elevados, que reunió en su
persona un poder ilimitado, número dos de la revolución cubana, un
jerarca que pudo terminar sus días viviendo como un rey pero no dudó en
meterse primero en las selvas del Congo para morir posteriormente en el
rincón más recóndito de América. Nosotros
no pretendemos equiparar el accionar de Astiz con la temeridad suicida
de Guevara pero en honor a la verdad, tampoco fue el pusilánime que nos
han querido vender.
Serge Briez y parte de su equipo junto a Astiz y sus lagartos
La batalla de Grytviken
Los sucesos de las Georgias han sido detallados en nuestro trabajo Malvinas, Guerra en el Atlántico Sur7, por lo que pasaremos por alto las incidencias y nos concentraremos en lo que sucedió en Puerto Leith. La
ocupación argentina duró hasta el 25 de abril, cuando una fracción de
la Fuerza de Tareas británica se desprendió de su grueso y puso proa a
Grytviken. La
noche anterior, el submarino “Santa Fe” emergió en aguas abiertas e
ingresó en la Bahía Cumberland, bordeando lentamente los acantilados de
Caleta Vago en busca de la estación del BAS, donde debía desembarcar
refuerzos y suministros para la guarnición local. Después de establecer contacto con el capitán Lagos, jefe de la guarnición argentina en las islas, el comandante del sumergible, capitán
Horacio Bicain, ordenó enfilar hacia King Edward Point desde donde se
aproximaba una lancha requisada al BAS a la cual debían transferir el
equipo, los hombres y un cañón sin retroceso destinado al dispositivo de
defensa, maniobra que se extendería por espacio de cinco horas. Alrededor de las 4.15 a.m. las naves se separaron y el “Santa Fe” viró hacia el noreste, buscando aguas abiertas. Salir
de la caleta le llevó 50 minutos y fue entonces que impedido de
sumergirse por la escasa profundidad, fue sorprendido por un Wessex HAS
Mk.3 de la dotación del “Antrim”, que después de dar aviso al puente de
mando, le arrojó dos bombas de profundidad, las cuales estallaron cerca
de la proa, cortando las comunicaciones. Inmediatamente detrás llegaron dos Wasp Mk.1 del HMS “Plymouth” y el HMS “Endurance”, listos para apoyar la acción. Buscando
desesperadamente el amparo de la caleta, el submarino inició un nuevo
viraje en tanto personal de su dotación, encabezado por el cabo Héctor
O. Feldman, corría hacia la vela para repeler la agresión. El
“Santa Fe” comenzó a navegar en zigzag tratando de eludir los
proyectiles en tanto Feldman y su gente accionaban frenéticamente sus
fusiles FAL y su ametralladora GARANT, manteniendo a raya a los
helicópteros. Eso les negó (a los británicos) el ángulo de tiro y
permitió esquivar dos nuevos torpedos que pasaron por la izquierda, a escasos metros del casco.
Sin embargo, no pudieron evitar que un tercer Wasp aparecido de la
nada, atravesase la cobertura de fibra de vidrio con un misil SS.11 y le
arrancase la pierna derecha al cabo Alberto Macías, camarero de la
dotación, quien en esos momentos disparaba desde el tren de
amunicionamiento a la vela (por fortuna el proyectil no estalló). A
los Wasp y los Wessex se les sumaron los Lynx del HMS “Brilliant” que
llegaron disparando sus Sea Cua aunque siempre a la distancia debido al
fuego sostenido de la gente de Feldman.
Un Westland Wasp Mk.1 dispara un misil contra el submarino "Santa Fe" mientras recibe fuego de armas automáticas De
ese modo, en esas condiciones, el veterano Guppy alcanzó King Edward
Point y guiándose por el periscopio logró atracar junto al muelle para
dejar en tierra a sus hombres. Impartida
la orden de desembarco, la dotación saltó fuera cargando armas y
municiones al tiempo que arrastraban entre varios al malherido Macías. La
tripulación cubrió a la carrera los 400 metros que la separaban de
Grytviken en tanto los hombres de Lagos disparaban frenéticamente,
intentando brindarle cobertura. Incluso lanzaron misiles antitanque
Bantam que forzaron a los helicópteros a mantenerse a distancia. Dos
horas después, los británicos llevaron a cabo un helidesembarco en
Hestesletten, cerca del fiordo Moraine, depositando efectivos del SAS y
el SBS, los cuales, sin perder tiempo, se pusieron en marcha hacia la
capital insular8. A
las 16.15, el HMS “Antrim” comenzó a accionar sus cañones de 4,5
pulgadas y diez minutos después hicieron lo propio el “Plymouth” y el
“Brilliant”. Con
un destructor y dos fragatas bombardeando las posiciones, apoyados por
dos buques logísticos, helicópteros y tropas de asalto, a los argentinos
no les quedó mas remedio que cesar toda resistencia y deponer las
armas. Habían cumplido su misión desviando una parte de la fuerza
expedicionaria hacia ellos y ofrecido una resistencia que superaba sus
posibilidades. Antes
de hacerlo, Lagos se comunicó con Astiz y lo puso al tanto de la
situación. El comando naval y sus lagartos, así como los 39 chatarreros
de Davidoff quedaban librados a su suerte, aislados y prácticamente sin
contacto con el continente. Al
día siguiente, cuando el “Santa Fe” era trasladado hacia el muelle de
Grytviken, un soldado británico ametralló al suboficial Félix Oscar
Artuso, creyendo que intentaba sabotear la nave. Fue la única baja fatal
del enfrentamiento9. Bajo fuego en Bahía Stromness La
mañana del 26, todo era incertidumbre en Puerto Leith. El día anterior,
civiles y militares habían escuchado el fragor del combate y esperaban
la llegada del enemigo de un momento a otro. En
vista de ello, Astiz adoptó todas las precauciones con el objeto de
poner a resguardo a los chatarreros y defender la posición. El oficial
se dirigió a los hermanos Patané y en tono grave les ordenó llevar a su
gente hasta el asentamiento de Stromness, un caserío ubicado más al sur,
a mitad de camino entre Leith y el pueblo de Husvik, y mientras lo
hacía les extendió un equipo de radio al tiempo que les indicaba
mantenerse en alerta y no moverse del lugar, pasase lo que pasase. Los
comandos estaban tensos, muy concentrados, con sus rostros cubiertos de
betún y su escaso armamento listo, colocando minas en torno a las
posiciones. Cumpliendo
las directivas, los trabajadores se alejaron en grupos, caminando en
paralelo a la orilla hasta desaparecer detrás de unos peñascos.
Uno de los dos Wessex británicos que se estrellaron en el glaciar Fortuna durante las acciones
Así
llegó la noche y para sorpresa de todos, lo hizo en medio de un clima
bastante benévolo, con vientos leves y cielo despejado. Mientras tanto,
en la Argentina se generaba toda una fábula en torno a los lagartos y su
cinematográfica resistencia, destacando entre sus principales mentores a
la desvergonzada revista “Gente” y el noticiero “60 Minutos” que
dirigía el presentador oficialista José Gómez Fuentes.
El
amanecer sorprendió a los argentinos preparados para la acción. Las
comunicaciones con Grytviken estaban cortadas y no se recibían señales
del continente. Aun así, permanecieron en sus puestos, esperando al
enemigo, que apareció en el horizonte pasado el mediodía. Se trataba del
HMS “Antrim” (D18), destructor clase County dotado de cañones de 4,5
libras y cuatro lanzaderas de misiles Exocet más un Westland Wessex
HAS.Mk3, el mismo que se había utilizado para rescatar a los 16
efectivos del SAS accidentados en el glaciar Fortuna cuando ensayaban un
desembarco el día anterior. Los
argentinos lo vieron en el horizonte, notando como su silueta se iba
agrandando a medida que se aproximaba. Detrás apareció una fragata e
inmediatamente después otra, seguida por al menos un buque de mayor
calado. Con
la tranquilidad que le daba saber a los chatarreros a resguardo, Astiz
miró su reloj y se dirigió a sus hombres, ordenándoles tener el
armamento listo. Para
ese momento se tenían indicios de que los royal marines habían
desembarcado y avanzaban sobre la posición, razón por la cual, el
oficial desplegó a sus hombres dentro del perímetro defensivo y les
indicó mantenerse en alerta. Su
decisión no estaba errada. Tropas de la Compañía M del Comando 42
avanzaban hacia ellos al mando del mayor Guy Sheridan, decididas a
estrechar el cerco y cortar las vías de escape. La
idea de Astiz era atraerlos hacia el campo minado y acribillarlos
cuando lo estuviesen atravesando. Y en ese sentido, ordenó batir el
único sector por donde se presumía podían aparecer. Fue el primero en
disparar, accionando con determinación su FN FAL 50-64, seguido
inmediatamente después por el resto de la fracción. Como
los ingleses no se dejaron ver ordenó detener el fuego para observar
con sus binoculares. En ese preciso momento, llegó a través de la radio
la orden de rendición en perfecto idioma español. Eran cerca de las 17 y comenzaba a caer una fina llovizna. Comprendiendo
su situación, viéndose amenazado por una fuerza inmensamente superior,
el oficial naval decidió enviar aquel celebre radiomensaje y destruir el
equipo de radio: -La
fragata está cerca. Se está poniendo obscuro. Está un poco lejos.
Aparentemente son muchos. Creo que desembarcaron detrás de la loma y
vienen caminando. Terreno preparado. Los civiles se destacaron. Van para
Stromness. La fragata apunta hacia acá. Empezó el fuego. Rompo la radio
y reviento los pacos (se refería a las claves). Julito, un abrazo y un
beso grande para todos. Viva la Patria. 17.10 Sin
dar curso al pedido de rendición, Astiz procedió a destruir el equipo
junto con las claves y luego ordenó batir nuevamente el sector donde
habían desembarcado los marines, en espera de respuesta. En
lugar de ello, un estampido rebotó contra las laderas cercanas haciendo
temblar la tierra y casi enseguida una columna de fuego, humo y
pedregullo se alzó fuera de Puerto Leith.
Los lagartos abren fuego sobre las avenidas de aproximación del enemigo. Astiz es el primero en accional su FN FAL 50-64 (foto alusiva)
En
ese mismo momento, el suboficial enfermero R. Ramos y el cabo principal
Zamudio creyeron percibir movimientos a la izquierda y sobre ese punto
concentraron todos el fuego, sin que nadie les respondiese.
Quienes sí lo hicieron fueron los buques, cuya artillería comenzó a batir la posición con mayor fuerza y precisión. Desde
el caserío Stomness, Patané y los suyos seguían las incidencias,
escuchando a través de la radio las intimaciones que hacían los
británicos. -Yo
escuché los bombazos porque entraron dos corbetas a la bahía y tiraban
contra la factoría –relataría veinticinco años después Carlos Patané en
el programa Telenoche de Santo Biasatti (Canal 13), desmintiendo lo que
se venía diciendo hasta ese momento. Su
hermano Antonio refirió en la misma edición que uno de los comandos le
narró las incidencias del ataque, explicando que al recibir proyectiles
de todas partes, lo único que podían hacer era permanecer tirados en el
piso, viendo como pasaban sobre sus cabezas. Los
lagartos permanecieron agazapados, sin moverse, aguardando la llegada
de los británicos, conscientes de que el fuego naval reducía
notablemente sus capacidades. Fue
en ese momento que los royal marines abrieron fuego, disparando desde
la loma es decir, el mismo punto batido por los argentinos. Acribillaron
instalaciones, edificios y defensas mientras los proyectiles navales
detonaban aquí y allá. Al cabo de un tiempo el fuego cesó y fue entonces que llegó el segundo mensaje, siempre en lengua española: -¡Astiz, ríndase. No queremos bajas! Tampoco
en esa ocasión el marino respondió. Estaba determinado a resistir y en
ese sentido intentó un cambio de posiciones pero el reinicio del cañoneo
se lo impidió, forzándolo a mantenerse aferrado al terreno. Eran
el “Antrim”, la “”Brilliant” y el “Plymouth” batiendo la costa con el
apoyo del “Tidespring” y las tropas que desde tierra reglaban el fuego. Y
por segunda vez, una andanada de proyectiles estremeció la comarca como
un terremoto, impidiendo a los lagartos responder. El
joven oficial comprendió que todo estaba perdido y que seguir
resistiendo era inútil, razón por la cual, a la tercera intimación,
aceptó parlamentar. Los
argentinos han gastado chorros de tinta detallando la toma de las
Georgias y su recaptura por las fuerzas británicas, hablando de nuestros
muertos, nuestros heridos, de los helicópteros averiados, de la
inoperante corbeta “Guerrico” recibiendo impactos desde todos los
ángulos, pero liquidan en dos renglones estas acciones, la del submarino
“Santa Fe”, la de Grytviken y lo acontecido en Puerto Leith, cediéndole
al enemigo el detalle de lo ocurrido. Otro típico ejemplo de derrotismo latino que todo lo ve desde el punto de vista negativo.
Unidades navales británicas abren fuego sobre las posiciones de Astiz Durante el parlamento que se entabló entre ambas partes, Astiz indicó la presencia de los civiles en Stromness, recalcando que de acuerdo a la Convención de Ginebra, se los debía asistir y evacuar. Luego se encaminó hasta el refugio y les ordenó (a los chatarreros) dirigirse a Leith con una bandera blanca delante y otra detrás. Los trabajadores tomaron el camino de los renos, subiendo primero una loma para dejar a un lado el cerro, pasar junto a una pequeña laguna y descender la pendiente hasta donde se encontraban las fuerzas británicas. La Operación Paraquat había finalizado. Este ha sido, a grandes rasgos, el combate de Puerto Leith. Como se podrá apreciar, nadie se rindió sin pelear, Astiz y sus hombres accionaron sus armas, estuvieron en dos ocasiones bajo intenso fuego naval y recién se entregaron cuando el enemigo hizo sentir el peso de su poder. Tanto él como el capitán Lagos, tenían órdenes expresas del vicealmirante Juan José Lombardo, comandante del Teatro de Operaciones Atlántico Sur, de ofrecer resistencia solo a grupos reducidos que intentasen desembarcos aislados. Pero debían evitar el derramamiento de sangre frente a fuerzas inmensamente superiores como las que enfrentaron. Astiz fue conducido al HMS “Plymouth” y una vez allí firmó el acta donde rendía la pequeña fracción a su mando. La célebre fotografía en la que se lo ve frente al capitán David Pentreath y su estado mayor, la misma que dio la vuelta al mundo, no fue la capitulación de las Georgias como siempre se ha dicho sino la de sus 14 hombres. La guarnición argentina había depuesto las armas el día anterior, una vez finalizada la batalla de Grytviken. Los prisioneros fueron llevados a los buques y de ahí a la isla Ascención, donde serían repatriados el 1 de junio junto a los sobrevivientes del “Narwal”. Astiz permaneció detenido en calidad de prisionero de guerra. Francia y Suecia reclamaron su extradición para juzgarlo por secuestro y asesinato pero las autoridades británicas se negaron a entregarlo, invocando la Convención de Ginebra. Recién lo devolvieron el 11 de junio, vía Río de Janeiro.
El submarino "Santa Fe" semihundido en Grytviken
Epílogo
Estos fueron los hechos y esta es la verdad. Los paladines de las "causas justas" se rasgarán las vestiduras al leer estas líneas y el pueblo argentino emitirá sus típicos juicios, repitiendo como autómata cosas que no comprende y escucha al pasar. Poco nos importa, por no decir nada, mucho menos viniendo de una sociedad como la nuestra, traicionera, acomodaticia, negadora e indiferente, esa que aun teniendo a su gente muriendo en el sur prefirió desviar la vista y sumirse en cosas vanas10. Un pueblo así, que por abulia no se desasna y le hace el juego a sus políticos delincuentes, que denigra a sus fuerzas armadas y lo peor, reniega de su historia y su tradición, no inspira el menor respeto ni la más mínima consideración.
Ilustraciones y video
Otra imagen del equipo de Serge Briez donde se ve en primer lugar a los operarios de Davidoff y algo mas allá a los cineastas franceses y un efectivo de Infantería de Marina
La corbeta "Guerrico" ingresa lentamente en la bahía de Cumberland (Centro Naval)
Un Wessex británico arroja bombas de profundidad sobre el ARA "Santa Fe" interrumpiendo sus comunicaciones
Los royal marines desembarcan en Hestesletten, cerca del fiordo Moraine e inician el avance sobre Grytviken
Un Wasp Mk.1 sobrevuela al semihundido "Santa Fe" frente a la capital de las islas
Royal marines montan guardia junto a la vela del "Santa Fe"
Astiz en la publicación Men-At-Arms Seriesy Soldados del Mundo (https://soldadosyuniformes.wordpress.com/2009/04/06/soldados-guerra-islas-malvinas/#comment-29143)
Finalizadas las acciones Astiz es conducido al HMS "Plymouth" y de allí a la isla Ascención
Durante años se dijo -y se lo sigue haciendo- que en esta foto Astiz rendía la guarnición argentina de las Georgias, una falsedad como esa otra de que se entregó sin pelear. En la imagen se lo ve deponiendo las armas de la pequeña fracción a su cargo, 14 hombres armados con rifles livianos contra dos fragatas, un destructor, un buque de apoyo y una sección del Comando 45 de Royal Marines helitransportada. Sometida su posición a fuego naval, se negó en dos ocasiones a rendirse
Esta es la rendición de las fuerzas argentinas en las islas Georgias. El capitán Luis Lagos y el comandante del submarino "Santa Fe", Horacio Bicain capitulan luego de varias horas de lucha contra fuerzas inmensamente superiores
Suboficial primero Félix Oscar Artuso. Le dispararon por la espalda mientras manipulaba los controles del "Santa Fe". El guardia británico creyó que intentaba sabotear la nave y abrió fuego con su ametralladora
Ceremonial inglés durante las exequias de Artuso en el cementerio de Grytviken. A la izquierda el sacerdote oficiante. En el mismo sitio se halla enterrado el gran navegante irlandés Lord Shackleton
Esta publicación indigna fue la que hizo circular la versión de Astiz, los lagartos y su cinematográfica resistencia. Por si fuera poco le puso palabras que aquel jamás pronunció: "Estamos volviendo locos a los ingleses". A varios años de la guerra habla de la rendición y se escandaliza por ver al marino veraneando en su ciudad de nacimiento
La corbeta "Guerrico" en la bahía Stromness (Imagen: Centro Naval)
Alfredo Astiz durante los juicios a las juntas
Royals marines frente a Puerto Leith
Notas
1 John “Sandy”
Woodward, Los 100 Días, Editorial Sudamericana, Bs. As., 1992, “Prólogo”.
2 Llevaba como
primer oficial al capitán Rodolfo Simian.
3 El Dr.
Pereira llevó a cabo el izado luego de comprobar que el hilo del mástil
circulaba sin inconvenientes.
4 Por fortuna,
para bien de la posteridad, un equipo de cineastas franceses llegó en esos días
a las islas para realizar un documental sobre la Antártida. Lo hicieron a bordo
del velero particular “Cinq Gars Pour” encabezados por el director Serge Briez,
a quien debemos imágenes inéditas de los hechos.
5 Los
argentinos procedieron a cazar algunos ciervos, actividad vedada por
las autoridades locales.
6 En los
combates de Arroyo del Infierno y El Hombrito, acaecidos el 22 de enero de 1957
y el 28 de agosto de 1958 respectivamente, el Che Guevara abatió a dos soldados
cubanos. Durante el ataque al cuartel de La Plata librado el 17 de enero de 1957, hirió
de gravedad a un tercero.
7 https://guerraaltlanticosur.blogspot.com/
8 En otros
intentos de desembarco efectuados en horas de la mañana, los ingleses perdieron
dos helicópteros Wessex en el glaciar Fortuna además de varios gomones con
gente a bordo, los cuales fueron rescatados luego de innumerables peripecias.
9 Artuso fue
enterrado con los honores del ceremonial inglés. Su cuerpo yace en el
cementerio de Grytviken, cerca de los de Lord Shackleton.
10 El 13 de
junio de 1982, mientras nuestros soldados se enfrentaban al enemigo en las
batallas más sangrientas de la guerra, sufriendo decenas de muertos, heridos y
mutilados, el pueblo argentino se concentraba en la inauguración del mundial
de fútbol que se disputaba en España. El lunes 15 de junio de 2009, History Channel estrenó el
extraordinario documental Malvinas. La
guerra desde el aire, del realizador bahiense César A. Turturro. Ese día,
la ciudadanía sintonizó masivamente la final de Gran Cuñado, otra “perla” de nuestra televisión, creación de
Marcelo Tinelli.