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miércoles, 6 de noviembre de 2024

Intervención militar a El Líbano: El desastre franco-norteamericano de 1983

Desastre en el Líbano: operaciones estadounidenses y francesas en 1983


Contribución de Tom Cooper y Eric L Palmer
20 de febrero de 2008 a las 11:32



En 1982 y 1983, una fuerza internacional compuesta por contingentes estadounidenses, franceses, italianos y británicos intentó llevar la paz al Líbano, asolado por la guerra, y también evitar que israelíes, sirios y palestinos tuvieran más enfrentamientos en este país. La intención finalmente fracasó, siendo una de las razones que contribuyeron la desastrosa incursión estadounidense contra objetivos sirios y drusos en el área de Beirut.
En reacción a la invasión israelí de Líbano, en junio de 1982, varios países tomaron la decisión de desplegar sus tropas en el país para separar a los combatientes e intentar establecer la paz y el orden. Según esta decisión, a partir del 11 de agosto de 1982, unidades estadounidenses, francesas e italianas comenzaron a llegar a Beirut, sentando las bases de lo que más tarde se conocería como la “Fuerza Multinacional” (MNF). Los primeros en llegar fueron paracaidistas franceses de la Legión Extranjera, llegados directamente desde Córcega a bordo de aviones de transporte Transall ET-64 ya el 19 de agosto. Seis días después llegaron los primeros marines estadounidenses, apoyados por el portaaviones francés Foch (R-99), y sus Super Etendards y Crusaders.

Los cazas navales franceses pronto se desplegarían en combate: en reacción a algunos movimientos de tropas sirias, considerados amenazantes para las tropas de la MNF, el 20 de agosto de 1982, ocho Super Etendards bombardearon posiciones sirias cerca de Ein Dara y Dahra el-Baidar. El ataque fue considerado como una "señal" para los sirios y, en consecuencia, sus resultados fueron solo marginales.

Posteriormente, la situación se calmó y permaneció estable hasta abril de 1983. Sin embargo, la aparición de las tropas de la MNF fue considerada una interferencia de las potencias occidentales por demasiadas partes involucradas en la guerra en el Líbano y, en consecuencia, pronto se enfrentarían a inmensos problemas. Los israelíes vieron la intervención occidental como un apoyo a sus esfuerzos e intereses; los musulmanes, y especialmente los chiítas libaneses, creían que los estadounidenses y otras tropas estaban allí para apoyar y reforzar a los cristianos y proteger a los israelíes; y los cristianos creían que las tropas de la MNF les ayudarían a aumentar su influencia en el país. Cualquier esperanza e incertidumbre en esta compleja situación finalmente fueron destruidas por la visita del presidente libanés Gemael en Washington: poco después comenzaron a llegar los primeros envíos de armas para Christian Phalanga, y las fuerzas especiales de EE. UU. comenzaron a entrenar a las unidades reformadas del ejército libanés en ellas.

Tal decisión cambió instantáneamente el estado de la MNF en el Líbano: en solo unos días, las tropas extranjeras se convirtieron en peligrosos oponentes. Luego, EE. UU. arrojó aún más fuego de lo que permitió a los israelíes patrullar las áreas bajo su control, y muy lejos de la parte del sur del Líbano controlada por las tropas israelíes. Los israelíes tendían a atacar cualquier objetivo sospechoso sin mucha investigación ni advertencias, y esto causó varias muertes de civiles. En consecuencia, las tropas de la MNF finalmente fueron consideradas enemigas no solo por los sirios, sino también por los chiítas y todas las demás fracciones musulmanas en el Líbano.

Hasta el día de hoy, hay discusiones frecuentes sobre qué buscaban exactamente las tropas de la MNF en el Líbano: la situación en el país en ese momento era tal que no había posibilidad de establecer una paz duradera, y los estadounidenses, franceses e italianos no pudieron sino terminar enredándose en discusiones serias con la mayoría de las partes involucradas, incluidos los israelíes. El 2 de febrero de 1983, por ejemplo, una columna de tanques israelíes intentó ingresar al complejo estadounidense alrededor del IAP de Beirut. Los israelíes fueron tan obstinados en su insistencia en entrar en el área que un capitán de los marines estadounidenses tuvo que trepar al Merkava de cabeza y amenazar al comandante con dar la vuelta a punta de pistola. Cuando la columna israelí se negó a retirarse del USMC, finalmente desplegaron varios helicópteros AH-1T Cobra, equipados con misiles antitanque TOW, obligándolos a hacerlo bajo amenaza de ataque. Este incidente no pudo cambiar nada en la forma en que los musulmanes consideraban la presencia de las tropas de la MNF como una amenaza para sus posiciones. Muy por el contrario, tan pronto como las tropas estadounidenses comenzaron a montar patrullas conjuntas con el ejército libanés, en marzo y abril de 1983, sus bases fueron atacadas por los chiítas y los sirios. Entonces la situación se intensificó.

El 14 de julio de 1983, la artillería de la milicia drusa abrió fuego contra el recinto de los marines estadounidenses en Beirut IAP y, posteriormente, los combatientes drusos capturaron varias colinas que dominan toda la cabeza de puente estadounidense en la zona. Desde allí estaban en una situación perfecta para guiar el fuego de artillería contra los estadounidenses, y el 28 de agosto de 1983 dos infantes de marina murieron en uno de esos ataques. En respuesta, la administración de EE. UU. autorizó a los comandantes in situ a reaccionar y tomar represalias, y ahora todos comenzaron a luchar: los drusos atacaron las posiciones del ejército libanés cerca del IAP de Beirut y las capturaron, obteniendo una base a partir de la cual era posible un ataque directo contra el complejo de la Marina de los EE. UU. Los infantes de marina estadounidenses contrarrestaron el fuego de la artillería y luego llamaron también al acorazado USS New Jersey (BB-63) para pedir apoyo, que llegó a esa parte del mar Mediterráneo directamente desde un despliegue en América Central. Tomando una posición directamente frente a la costa, el USS New Jersey pudo bombardear objetivos en un rango de 40 km con su artillería principal calibre 406 mm.

Sin embargo, el 29 de agosto, el complejo de la Marina de los EE. UU. sufrió un nuevo ataque, y esta vez los estadounidenses finalmente se vieron obligados a desplegar varios AH-1T Cobras del HMM-169 en un contraataque.

Los sirios estuvieron todo el tiempo monitoreando la situación, principalmente con la ayuda de sus cazas de reconocimiento MiG-25RB, que fueron detectados con frecuencia mientras pasaban por encima de Beirut. Las tropas de la MNF no tenían combatientes desplegados en apoyo directo, y la Fuerza Aérea Libanesa estaba todo menos operativa. En consecuencia, solo los israelíes pudieron intentar perturbar estos sobrevuelos, pero sus intentos resultaron infructuosos, a pesar del despliegue de al menos dos sitios MIM-23B I-HAWK SAM en el sur del Líbano.



La SyAAF continuó realizando misiones de reconocimiento sobre el Líbano incluso después de la severa derrota de 1982. Estos dos MiG-25 fueron vistos a baja altura sobre una aldea libanesa. (colección Tom Cooper)


En consecuencia, la USN comenzó a concentrar barcos más grandes frente a la costa libanesa, trasladando el portaaviones USS Eisenhower (CVN-69) desde una estación frente a Libia a una nueva estación al este de Chipre, llamada "Bagel". El portaaviones llegó acompañado del portahelicópteros USS Iwo Jima (LPH-2), que tenía a bordo a las tropas de la 24ª MEU.

Mientras los israelíes retiraban sus tropas detrás del río Awali el 4 de septiembre de 1983, tropas estadounidenses, francesas e italianas adicionales llegaron al Líbano, y luego también se desplegó un contingente británico (BRITFORLEB) cerca de Beirut. El BRITFORLEB fue apoyado inicialmente por varios transportes Hércules C.1 y un destacamento de Phantoms del Escuadrón No. 56, con base en RAF Akrotiri, en Chipre, pero luego también se agregaron Buccaneer S.2B de los Escuadrones No. 12 y No. 208, así como, el 7 de septiembre de 1983, tres helicópteros pesados Chinook C.1, que establecieron un puente aéreo permanente entre Akrotiri y Beirut.

Los Buccaneers se anunciaron en los cielos de Beirut el 11 de septiembre con un espectacular espectáculo de proyección de energía que voló muy bajo sobre la ciudad. Debido a las diferentes amenazas en el área, la aeronave estaba armada con Sidewinders AIM-9B y bombas de 454 kg, pero también con cápsulas ECM ALQ-109/W-10, que hicieron un espectáculo de proyección de energía a baja altura sobre la ciudad. Acciones similares también se repitieron en los días siguientes, incluso si es cuestionable si impresionaron a alguna de las partes beligerantes en el Líbano. Sin embargo, los franceses hicieron lo mismo, iniciando sobrevuelos regulares del área por parte de sus Super Etendards y Crusaders del portaaviones Clemenceau recién llegado y, finalmente, Italia se sintió obligada a desplegar seis F-104S Starfighters en RAF Akrotiri; sin embargo, se desconoce si alguna vez volaron alguna patrulla sobre el Líbano.

Mientras tanto, los estadounidenses hicieron todo lo posible para intentar que el ejército libanés regular volviera a operar. En el marco de tales actividades, también reactivaron la Fuerza Aérea Libanesa (FAL), que permaneció inactiva la mayor parte del tiempo desde 1974. Con la ayuda británica, tres antiguos Hunter F.Mk.70 se pusieron en condiciones de volar y en septiembre de 1983 volaron sus primeras operaciones de combate. El 15 de septiembre, los tres cazadores libaneses, apoyados por los Super Etendards franceses, atacaron las posiciones drusas en las montañas Shouf. Sin embargo, al día siguiente, los sirios reaccionaron con un poderoso bombardeo de artillería de las posiciones de la MNF alrededor de Beirut y el aeródromo de Rayak, que era la principal base aérea de las FAL. Con su aeródromo fuera de servicio, los FAL Hunters se vieron obligados a operar desde una base auxiliar en la carretera cerca de Biblos en los días siguientes.

Eventualmente, sin embargo, sus pilotos descubrirían que los cielos sobre el Líbano estaban fuertemente defendidos: todas las milicias serias en el área, y especialmente el ejército sirio, estaban equipadas con una gran cantidad de armas automáticas pesadas y MANPAD, y las cambiaban con frecuencia de una posición neurálgica a otra, creando áreas que eran extremadamente peligrosas para cualquier tipo de aeronave. Cuando los FAL Hunters intentaron atacar las posiciones drusas por segunda vez, el 17 de septiembre de 1983, fueron sorprendidos por una verdadera “calurosa bienvenida”: uno fue derribado y el piloto apenas logró lanzarse al mar, de donde fue recogido por un helicóptero USN SH-3D. El segundo Hunter resultó gravemente dañado e hizo un aterrizaje forzoso en Biblos, mientras que el tercero ni siquiera intentó regresar a la base, sino que voló directamente a Akrotiri, y el piloto finalmente solicitó asilo político allí. Solo dos días después, también un avión de observación ligero británico Buldon SRS-126 fue derribado por proyectiles antiaéreos sirios ZSU-23-4 Shilka.

Con sus legionarios bajo una fuerte presión sobre el terreno, los franceses fueron los primeros en sentirse obligados a contraatacar de nuevo. El 19 de septiembre, ocho Super Etendards, escoltados por ocho cruzados, atacaron las posiciones de artillería drusa cerca de Dhour el-Choueir, Dahr El y Dara con bombas de 454 kg y cohetes no guiados de calibre 68 mm. También se envió un solo Etendard IVP para tomar fotografías posteriores al ataque, pero uno de los dos Crusaders que lo escoltaban fue fuertemente alcanzado por fuego antiaéreo y el piloto hizo un aterrizaje de barrera a bordo del Clemenceau.

Mientras tanto, los estadounidenses continuaron sus esfuerzos para reforzar el ejército libanés, proporcionándole incluso una cantidad de MBT M-48 Patton y apoyando sus operaciones con artillería pesada, lo que a su vez puso a los musulmanes libaneses, y a sus seguidores iraníes y sirios, aún más nerviosos. Sin embargo, todavía fue una terrible sorpresa cuando las tropas de la MNF se vieron afectadas por una nueva forma de guerra: el 23 de octubre de 1983, un terrorista suicida condujo un camión lleno de explosivos contra la sede del complejo de la Marina de los EE. UU. en Beirut y detonó su carga asesina. La terrible explosión destruyó por completo el edificio, matando a 241 soldados estadounidenses en el proceso. Solo unos segundos después, un vehículo similar golpeó el cuartel general de las tropas francesas en Beirut, matando a 58. Las tropas de la MNF no se recuperaron adecuadamente de estos golpes, cuando en otro asalto similar contra un puesto de seguridad israelí en Tiro, el 4 de noviembre de 1983, 23 soldados israelíes también murieron.

Estados Unidos parece no haber tenido una idea clara de cómo y contra quién reaccionar en ese momento, pero los franceses sintieron que era hora de otro ataque aéreo contra una de las posiciones drusas o sirias. El 17 de noviembre de 1983, diez Super Etendards bombardearon bases cuidadosamente seleccionadas de la milicia chiíta y de los iraníes en Balbek, mientras que cuatro atacaron la base principal de Jihad-al-Islami, la organización que asumió la responsabilidad de los bombardeos de las sedes estadounidenses y francesas, con bombas de napalm. Los pilotos de combate franceses se enfrentaron a una cantidad considerable de fuego antiaéreo y varios SA-7 y su ataque no fue especialmente preciso, la mayoría de sus bombas aterrizaron en los viñedos cercanos. Sin embargo, las pérdidas de Shi'ia fueron grandes. En los días siguientes, la USN reforzó sus unidades frente al Líbano, desplegando el portaaviones USS John F. Kennedy (CV-67) y su grupo de combate en la Estación Bagel.

Mientras tanto, los israelíes continuaron su retirada del Líbano, de conformidad con los acuerdos alcanzados en junio y julio de 1982. Pero, a medida que avanzaban, los sirios se acercaron para tomar sus posiciones, trayendo consigo armas nuevas y más poderosas. Ya en la primavera de 1983, la primera batería SAM SA-5, supuestamente tripulada en su totalidad por entre 500 y 600 soldados soviéticos, se desplegó cerca de Dmeyr, a unos 35 km al noreste de Damasco. Solo un mes después se estableció otro en Shamshar, al sur de Homs. Aunque estacionadas dentro de Siria, estas dos baterías cubrían todo el espacio aéreo libanés y también estaban conectadas con buques de guerra soviéticos que seguían a la 6ª Flota de EE. UU. en el Mediterráneo. Ambos sitios SA-5 pronto quedaron bajo el control directo de Siria, y aunque los soviéticos intentaron evitar que los sirios los usaran para atacar aviones israelíes, estadounidenses, franceses y británicos, para mantener en secreto sus códigos de guerra, el comando de Defensa Aérea de Siria (SyAAF/ADC) decidió usarlos en la primera oportunidad.


En 1983, los soviéticos desplegaron dos sitios SA-5 en Siria. Originalmente tripulados por personal soviético, estos estaban conectados (vía satélite) directamente a Moscú y se integraron en la red estratégica soviética V-PVO. El sitio que se ve en esta fotografía estaba ubicado en las afueras de Shinshar, en las colinas al este de la concurrida carretera Damasco-Homs, a unas 90 millas al norte de Damasco. Los sirios, sin embargo, tomaron rápidamente el control de ambos sitios y, según informes rusos y ucranianos no confirmados, los han utilizado varias veces contra aviones estadounidenses, israelíes y franceses durante 1983. Si bien no hay informes occidentales sobre los SA-5 sirios disparados contra aviones estadounidenses o de otro tipo, según informes de los medios rusos y ucranianos, los sirios afirmaron que hasta 12 aviones de la USN fueron derribados el 4 de diciembre de 1983, todos por SA-5, incluidos dos F-14, varios A-6E, así como un solo israelí o USN E-2C. Aunque casi ridículo, entonces no hay el más mínimo rastro de evidencia para tales afirmaciones (los Corsairs e Intruders de la USN perdidos el 4 de diciembre de 1984 fueron todos perdidos por MANPADS y ZSU-23-4; mientras que los israelíes nunca perdieron ninguno de sus E-2C), tales afirmaciones aún se repiten con frecuencia incluso en los números más recientes de diferentes revistas especializadas rusas y ucranianas. (colección Tom Cooper)


La aparición de los SA-5 obligó a las FDI/AF y a la USN a mantener sus E-2C, así como los Boeing 707 israelíes y los aviones de reconocimiento Mohawk ELINT alejados del área, y esto permitió a los sirios enviar rápidamente unidades adicionales equipadas con SA-3, SA-6, SA-8 y SA-9, todos defendidos por numerosos ZSU-23-4, SA-7 y los nuevos SA-14, al Líbano. La mayor parte de estos activos se desplegaron a lo largo de la carretera Beirut-Damasco, defendiendo a su vez la principal ruta de suministro de las tropas sirias en el país: la SyAAF/ADC restableció así el control de los cielos libaneses que había perdido en junio de 1982.

Por supuesto, tal amenaza no podía ser tolerada por los israelíes, entonces consideraron que su capacidad para atacar objetivos terroristas en el Líbano de forma gratuita era en última instancia importante. En consecuencia, las FDI/AF reaccionaron con una serie de ataques contra diferentes elementos de la SyAAF/ADC y otras posiciones sirias. Los estadounidenses también estaban interesados ​​en monitorear este desarrollo, y después de que la 6.ª Flota fuera reforzada por el segundo portaaviones, el USS Independence (CV-62), que participó en la intervención en Granada solo unas semanas antes, desde principios de noviembre los F-14A Tomcats equipados con contenedores TARPS-recce fueron enviados a reconocimiento sobre el Líbano. Debido a que los aviones estadounidenses usaban sistemas ECM desconocidos para los sirios, los Tomcat operaron inicialmente sin ninguna perturbación. Sin embargo, a su vez, también se consideraban una amenaza mucho mayor. El 10 de noviembre de 1983, un Etendard IVP francés apenas escapó de ser alcanzado por un SA-7 mientras operaba sobre las posiciones drusas en Bourj el-Barajneh. En la misma tarde, también se disparó contra dos F-14A del VF-143 mientras volaban sobre Beirut.

En una entrevista publicada en el libro “Intruder”, de Lou Drendel (Squadron/Signal Publications, 1991), un bombardero-navegante anónimo A-6E describió la situación en ese momento:
Llegamos a fines de octubre de 1983. Este resultó ser un crucero de siete meses y medio. Compartimos el deber inicialmente con el USS Eisenhower y luego con el USS Independence. El deber consistía en volar y permanecer en alertas de 5, 10 o 15 minutos (los aviones de alerta suelen ser activos de caza, ataque y cisterna tripulados en la cubierta de vuelo y situados de manera que puedan despegar con muy poca antelación cuando sea necesario), y por lo general alternamos diariamente con Independence. Un día en alerta, un día volando.
El vuelo para nosotros consistía principalmente en aviones cisterna para las misiones F-14 y de guerra antisuperficie (ASUW), en las que protegíamos la línea de armas frente al Líbano. Teníamos un montón de niños pequeños (destructores y fragatas), así como el USS New Jersey, que se acercaba a la playa y disparaba sus armas a objetivos tierra adentro en apoyo de los marines...
También realizamos misiones de apoyo en tierra para la Infantería de Marina en el Aeropuerto Internacional de Beirut (BIA) o en la Embajada de los Estados Unidos. Los marines tenían FAC en ambos lugares y llamarían a posibles objetivos. Se nos permitió volar hasta la playa, pero no sobre ella, por lo que los Rageheads sabían de nuestra presencia. Por lo general, llevábamos bombas guiadas por láser y bombas de racimo Rockeye para estas misiones, y siempre había un A-6 en el aire con artillería activa durante este período. Los aviones de alerta podrían proporcionar seguimiento en cuestión de minutos. También patrullamos entre la isla de Chipre y la costa del Líbano para realizar un seguimiento de varios barcos soviéticos. Si venían del sur de Siria, el Almirante quería saberlo lo antes posible.

El vuelo al desastre

La situación llegó al punto de ebullición con un ataque de las FDI/AF contra los sitios SAM sirios en Balbek, el 16 de noviembre, que provocó bastantes bajas en el lado sirio, pero también vio cómo uno de los Kfir israelíes era derribado sobre Bhamdoun. El piloto se expulsó de forma segura y cayó directamente en las posiciones británicas cerca de Beirut. Los israelíes regresaron el 3 de diciembre, atacando SAM sirios con un grupo más grande de F-4E Phantom II y Kfirs, que esta vez lanzaron un ataque muy preciso. Esto sucedió en el mismo momento en que dos F-14A del VF-32 estaban en el área en una misión de reconocimiento y, por lo tanto, no fue una sorpresa cuando los sirios dispararon más de diez SAM diferentes contra los Tomcat. Los Tomcat, uno de ellos equipado con un contenedor TARPS, navegaban a 3.5000 pies y más de 960 km/h, por lo que apenas podían ser alcanzados desde el suelo. Pero, sus tripulaciones notaron que varios SA-7 les dispararon y finalmente se vieron obligados a abortar su misión. La Marina de los EE. UU., sin embargo, vio esto como otra provocación: al tener finalmente un objetivo claro al que podría devolver el golpe, estaba claro que una respuesta estaba a punto de ser entregada.



Los F-14A del VF-31, con base a bordo del USS Kennedy en ese momento, también participaron en operaciones sobre el Líbano, en otoño de 1983. Algunas fuentes indican que fueron ellos y no los Tomcats del VF-32 los que fueron atacados por los SAM sirios el 2 de diciembre de 1983. Tenga en cuenta el armamento: debido a las Reglas de enfrentamiento muy estrictas vigentes en ese momento, los USN Tomcats estaban armados casi exclusivamente con Sparrows y Sidewinders durante la mayor parte del 1 980, ya que el despliegue de misiles AIM-54 Phoenix no era probable. (Ilustraciones de Tom Cooper)

Esa misma noche, el contraalmirante Jerry Tuttle, comandante de la Task Force 60, que ahora incluía dos portaaviones, el USS Independence y el USS J.F. Kennedy, ya que se ordenó al USS Eisenhower que regresara a los EE. UU., recibió la orden de preparar un ataque de represalia. Sin embargo, el tema de esta operación casi de inmediato se convirtió en motivo de varias controversias. Tuttle, por supuesto, ha dejado la planificación a los equipos de las unidades embarcadas a bordo de los dos portaaviones, principalmente Cdr. John J Mazach del CVW-3, a bordo del USS Kennedy, y Cdr. Ed "Honiak" Andrews del CVW-6, a bordo del USS Independence, y toda la noche siguiente han trabajado muy duro para planificar adecuadamente la acción y preparar su avión. Sin embargo, en la madrugada del 4 de diciembre de 1984, llegó una nueva orden de Washington, que incluía instrucciones muy específicas sobre los objetivos que iban a ser atacados, las armas que se utilizarían, así como el momento del ataque: en lugar de atacar a las 11:00 a. m., se ordenó a los cazas de la USN que atacaran a las 05:45 a. No está claro quién fue la persona que emitió estas órdenes, pero el hecho es que esto tuvo que conducir directamente a un desastre.

Las instrucciones de Washington no podían ser ignoradas por R.Adm. Tuttle y sus oficiales: Tuttle tenía una excelente reputación dentro de la USN, por ser un perfeccionista y completar una gran cantidad de trabajo en el menor tiempo posible. No estaba dispuesto a permitir que algo saliera mal en la operación, pero tenía que obedecer sus órdenes. El problema fue que se recibieron apenas 30 minutos antes del punto en el que los aviones debían partir para llegar a sus objetivos a las 05:45 a.m. El problema también era que todos los aviones ya estaban armados: Mazach y Andrews planearon que Kennedy lanzara ocho A-7, cada uno armado con 12 Mk.83, e Independence agregara cuatro aviones armados con CBU Mk.7 Rockeye, llenos de bombetas APAM (antipersonal/antimaterial), y el paquete completo sería apoyado por al menos dos EA-6B y varios F-14A. Sin embargo, esto tuvo que cambiarse con poca antelación y la aeronave se volvió a armar, así como aviones adicionales armados para la misión, según la orden de Washington. El siguiente caos en las cubiertas del USS Independence y el USS Kennedy fue inimaginable: hubo que despertar a los pilotos varias horas antes de lo previsto y llevarlos a sus aviones casi sin ningún tipo de instrucción: Mazach solo pudo darles una breve información de apenas cinco minutos. Los "camisas rojas" -especialistas en armas que se preocupan por el armamento de la aeronave- transportaban nuevos carros con bombas de los depósitos de municiones en las profundidades de los barcos y se movían de un avión a otro, retirando las armas ya preparadas e intentando montar otras nuevas. Sin embargo, no habían tenido la más mínima oportunidad de armar adecuadamente el avión, ya que obviamente no había suficiente tiempo. El caso del Tte.Cdr. Se conoce a Tom Corey, quien, después de notar que su avión no estaba cargado, pero vio una pila de Mk.83 estacionados en su carro cerca del puente del barco, ¡simplemente ordenó a algunos "camisas rojas" que colgaran un TER con tres de las bombas debajo de su avión! Eventualmente, varios pilotos tuvieron que comenzar el ataque armados solo con dos, en lugar de un complemento completo de 12 o 16 bombas: de hecho, ¡solo un avión, un A-6E del VA-85, despegó con la carga de bombas asignada!

Un problema adicional fue que la reprogramación del ataque imposibilitó que los aviones de apoyo partieran primero para llegar a tiempo a sus posiciones asignadas. Por el contrario, en un apuro por llevar los aviones sobre el objetivo a tiempo, el USS Independence primero tuvo que catapultar 12 A-7E del VA-15 ("Valions") y VA-87 ("Goldern Warriors"), y luego el mismo barco y el USS Kennedy lanzaron también 16 A-6E TRAM Intruders (del VA-75 "Sunday Punchers" y VA-85 "Black Falcons" a bordo del Kennedy, así como VA-176 "Thunderbolts" de Independence) en una rápida secuela. Tres Intrusos eran de VA-75 y siete de VA-85, los seis restantes de VA-176.

Solo entonces podrían prepararse para sus misiones un solo E-2C Hawkeye, dos EA-6B Prowlers y dos F-14A Tomcats. Los dos Tomcats del VF-31 finalmente lograron alcanzar a los aviones de ataque, pero el Hawkeye tardó en llegar a su posición y establecer un buen control de los cielos libaneses, mientras que los dos Prowlers volaban todo el tiempo detrás de las formaciones de ataque, intentando cubrirlas contra las amenazas a medida que aparecían y, por lo tanto, reaccionando a las amenazas, en lugar de evitar que se convirtieran en algunas. No había la más mínima posibilidad de que este ataque se organizara adecuadamente.

Muy por encima de Task Force 60, los diez A-6 de Kennedy se unieron en una formación de seis A-6 y 12 A-7 de Independence. cdr. JJ Mazach del USS Independence lideró a los Intrusos, como "Green 01", siendo su objetivo la artillería siria y los depósitos de municiones cerca de Falouga y Hamman, a unos 16 km al norte de la carretera Beirut-Damasco. Los corsarios fueron dirigidos por Cdr. Andrews.

Sobre la costa, la primera señal del problema se hizo evidente cuando la formación fue alcanzada por una ráfaga de SAM sirios. En cuestión de segundos, el primer avión estadounidense, uno que volaba directamente detrás de Cdr. Andrews, que volaba como "Red 01", fue golpeado:
- ¡May Day! ¡May Day! Aquí Tres-Oh-Cinco. ¡Me estoy mudando al mar! Sígueme. Velocidad 250 nudos!

El controlador a bordo del E-2C del VAW-122 ("Steeljaws") concluyó, anunciando simultáneamente que un helicóptero SAR está en marcha:
- Steel Jaw, Red Two está caído. Three-oh-Cuatro es el líder. Primo está en marcha. Afuera.

La aeronave derribada era el A-7E "AE305" del VA-15. Cubierto por su compañero de ala, el piloto salió disparado de manera segura sobre el mar y poco después fue recogido por helicópteros de la USN.



Este A-7E fue en realidad el primer avión estadounidense derribado el 4 de diciembre de 1983, aunque esto permaneció en gran medida desconocido hasta los últimos días. Se desconoce quién era el piloto, pero el Corsair en cuestión era el AE305 del VA-15.

Todos los demás SAM fallaron, pero para evadir los A-6 y A-7 tuvieron que maniobrar muy fuerte y, como consecuencia, la formación se vino abajo, con cada avión atacando solo en lugar de operar en apoyo mutuo, ¡y esto de día!

Una vez sobre Hamm, los Intrusos llegaron a su punto inicial y, uno por uno, se lanzaron hacia sus objetivos. En medio del ataque hubo una llamada de radio:

- ¡Bola de fuego! ¡Bola de fuego!

cdr. Mazach luego llamó a Cdr. Jim Glover, comandante del VA-75, que voló como "Ace Lead":

- Green Lead, aquí Red Oh-One. ¡Creo que Five-Oh-Two se cayó!

Pero el A-6E AC502, pilotado por "Blue Ribbon" Papst y "Jabbo" Jablonski, no fue derribado: volaba directamente detrás de Mazach y no pudo responder porque su radio no funcionaba. Papst aceleró ligeramente para adelantar al Intruso líder y mostrarse a Mazach. Solo entonces el teniente Paul Bernard informó que la posición del AC556 estaba vacía.

De hecho, este Intruder de VA-85 fue golpeado por un misil SA-7 o SA-9 en la tobera del motor justo después de lanzar su carga de bomba, mientras aún estaba en picado a 1.800 pies. El fuselaje trasero y un ala se incendiaron inmediatamente, y luego explotó el motor de estribor. El piloto, el teniente Mark "Doppler" Lange, hizo todo lo posible para mantener la aeronave en el aire y permitir que su BN, el teniente Bobby Goodman, saliera disparado de manera segura. Después de casi chocar con el suelo, se vio que el avión se elevaba hacia el cielo por última vez, y luego se estrelló en una colina de 245 m de altura, directamente sobre un pueblo rodeado de posiciones AAA sirias. El teniente Lange salió disparado en el momento final, pero su paracaídas no se desplegó correctamente cuando golpeó el suelo: su pierna izquierda resultó tan gravemente herida que Lange murió poco después a manos de varias tropas sirias y civiles libaneses. Goodman rompió tres cintas y se lesionó el hombro y una rodilla durante el aterrizaje, pero por lo demás estaba bien. Fue capturado por los sirios inmediatamente después y llevado a Damasco.


El AC556 fue el A-6E TRAM Intruder derribado por sirios el 4 de diciembre de 1983. El piloto, el teniente Mark Lange, y el teniente de BN, Bobby Goodman, pilotaron el avión en su última misión. (Ilustraciones de Tom Cooper)


Mortalmente herido, el teniente Lange murió a manos de civiles libaneses y tropas sirias. Lo más probable es que su avión fuera alcanzado porque era el último en la formación Intruder y el único completamente cargado con bombas, lo que lo hacía menos capaz de maniobrar y evadir el fuego enemigo. (SIGMA a través de Tom Cooper)


Mientras tanto, los corsarios pasaron un sitio sirio SA-6 cerca de Jebel al-Knaisse y Mgite, a unos 30 km de la capital libanesa, y luego se lanzaron hacia su objetivo. Una vez libre de la carga de bombas (su Corsair estaba originalmente armado con Mk.7 Rockeye CBU y AIM-9 Sidewinders), Cdr. Andrews decidió iniciar una operación de búsqueda de la tripulación del Intruder derribado. La posibilidad de encontrarlos y luego montar una recuperación exitosa era mínima, pero había una tripulación perdida en medio de un área controlada por los sirios, y Andrews no podía simplemente huir. Al llegar a la zona donde descendió el A-6E hizo varios círculos hasta que los antiaéreos sirios abrieron fuego: Andrews atacó las posiciones que podía distinguir con fuego de cañón de 20 mm, pero durante su última pasada su avión recibió un impacto directo de un SA-7. El motor fue destruido pero Cdr. Sin embargo, Andrew logró regresar por mar cerca de Beirut, donde fue expulsado de manera segura. El resto de la formación se unió al líder y lo vieron caer al mar bajo el paracaídas: inmediatamente, se enviaron dos helicópteros SAR hacia el área, pero un pescador local finalmente sacó a Andrews del mar y luego lo entregó a los Marines de EE. UU.



Este A-7E fue volado por Cdr. Andrews, CAG CVW-6 el 4 de diciembre de 1983, cuando fue derribado sobre el Líbano. cdr. Andrews se recuperó a salvo. Su avión estaba armado con seis Mk.7 Rockeye CBU y dos AIM-9 Sidewinder para esta misión.


En la narración del libro mencionado anteriormente, el anónimo A-6 BN de VA-85 que participó en este ataque lo describió de la siguiente manera:
Los A-6 y A-7 del USS Kennedy y el USS Independence volaron esta misión en dos oleadas. CAG Andrews, de Independence, fue el primer avión sobre la playa. Volaba un A-7 y lo derribaron. VA-85 perdió un A-6. El piloto del A-6, el teniente Mark Lange, resultó muerto y el BN, el teniente Bobby Goodman, terminó prisionero, aunque luego fue liberado. El número de lado de su avión era 556.

Este ataque fue un acuerdo de reacción realmente rápida. Salimos de Haifa, Israel, el 2 de diciembre y volamos esa tarde. A la mañana siguiente me despertaron alrededor de las 0400. Uno de mis deberes en el escuadrón era el de oficial de programación, por lo que cuando necesitaban tripulaciones, yo era el primero en avisar.

(Nota: debido a la hora local de la madrugada cuando se realizó la huelga, todavía era el 3 de diciembre de 1983 en los EE. UU.).

Me dijeron que preparara diez tripulaciones. Nos dieron unos cinco minutos para planificar, cinco minutos para informar y diez minutos para llegar a nuestro avión. Los artilleros estaban ocupados cambiando las cargas para nuestra misión. Nos dieron un tiempo en el objetivo (TPT) de aproximadamente 0800 y, aunque el Almirante había pedido una extensión, se le negó en algún lugar de la cadena de mando...

Contamos una docena de misiles tierra-aire desde nuestra cabina (probablemente misiles infrarrojos o de búsqueda de calor). Estábamos a gran altura, lo que limitaba la firma infrarroja del A-6, por lo que los misiles no tenían mucho a lo que apuntar. Todos los Raghead de allí probablemente recibieron una de estas cosas y llenaron el cielo con ellas (SA-7 lanzados desde el hombro). Había mucha artillería y obviamente esperaban que bajáramos, porque la sobrevolamos toda, con los proyectiles estallando varios miles de pies debajo de nosotros. Éramos la última división sobre la playa, y el A-6 que fue derribado era el número tres en nuestra división de tres aviones, por lo que fue el último avión de todo el grupo de ataque en ingresar. Comparé la situación con seguir a alguien que ha chocado contra un avispero. Para cuando llegas allí, ¡los Hornets están realmente enojados! El comentario de mi piloto cuando cruzamos la playa, de salida, lo decía todo: “¡Ahora sé cómo se siente una paloma el día que comienza la temporada de caza!”.


Las tropas sirias se regodean con los restos del A-6E "AC556", derribado el 4 de diciembre de 1983. (SIGMA vía Tom Cooper)

Conseguimos que volara un nuevo avión desde MATWING en Virginia Beach para reemplazar el que perdimos, así que le asignamos el número de lado 556…. Mi piloto y yo saltamos a ese avión el 11 de enero (1984) para una misión cisterna de "rutina"...
El avión finalmente se perdió debido al llamado "gato frío", cuando la catapulta falló, pero el avión ya estaba liberado y se movía por la cubierta. Con la cubierta ya resbaladiza debido al uso anterior, la aeronave cayó al mar y la tripulación se expulsó apenas milisegundos antes de tocar la superficie. Finalmente, ambos sobrevivieron ilesos y ambos aterrizaron de nuevo en la cubierta del portaaviones. La BN concluyó:

¡Fue absolutamente asombroso que saliéramos disparados en medio del mar y ninguno de nosotros se mojara los pies! Mis heridas se limitaron a un brazo izquierdo magullado. Creo que mis moretones provinieron de la abrazadera central del dosel al salir del avión. Pude volar al día siguiente, pero mi piloto estuvo fuera de servicio durante unas tres semanas recuperándose de sus magulladuras. Después de que perdimos nuestro segundo A-6 con el número de costado 556, nuestro patrón dijo: "¡No habrá más 556 en este escuadrón!"

La USN nunca publicó documentos oficiales sobre este ataque, por lo que sigue siendo problemático evaluarlo adecuadamente o averiguar el motivo exacto detrás de la orden que condujo a esta catástrofe. En el libro mencionado anteriormente, el piloto anónimo USN A-6 resumió:

Llevar a cabo un "ataque alfa" resultó en volver a aprender muchas de las lecciones de Vietnam... con poca antelación.
La consecuencia beneficiosa de los errores cometidos en esta misión fue el éxito de relojería de la misión llevada a cabo contra Libia unos años más tarde.

Según los informes israelíes, los ataques no fueron muy específicos y se alcanzaron varias posiciones de artillería y radar que amenazaban a los marines estadounidenses en Beirut. Los sirios reconocieron una pérdida de al menos tres soldados muertos y varios heridos. Eventualmente, Adm. Turtle, Cdr. Mazach y Cdr. Andrews, todos han protestado enérgicamente contra las órdenes de Washington: ciertamente, los cazas de la USN nunca más fueron enviados a un ataque con órdenes similares, y especialmente ningún político de Washington les ha vuelto a ordenar que ingresen al área objetivo a un nivel de 6.000 m, al menos no sin el apoyo sustancial de aviones para contramedidas electrónicas. Los pilotos de la USN definitivamente extraen experiencias importantes de este desastre: en los años siguientes se organizó la Escuela de Armas de Combate Naval "Strike", esencialmente similar a la "Top Gun" para pilotos de interceptores pero con énfasis en las operaciones aire-tierra, y el entrenamiento de los pilotos de la USN en total se volvió mucho más realista.

Sin embargo, fue la situación desagradable causada por la captura del bombardero del Intruder derribado lo que llamó la atención del público en las siguientes semanas, entonces esto no solo fue una vergüenza para la USN, sino también un desarrollo extremadamente negativo para la posición de los EE. UU. en el Líbano.

A raíz de este fracaso, las operaciones estadounidenses en el Líbano fueron muy limitadas. El USS New Jersey continuó apoyando a los marines con su artillería pesada, apuntando repetidamente a posiciones sirias y drusas alrededor de Beirut. Pero el destino de la MNF ya estaba sellado, y en febrero de 1984 las tropas estadounidenses, francesas, italianas y británicas se vieron obligadas a retirarse del Líbano, dejando al país sumido en el caos de su guerra civil. Incluso antes de su retirada, en enero de 1984, el ejército libanés fue fuertemente derrotado por las milicias drusas y chiítas, que marcharon desde las montañas Shouf hacia Beirut. La Falanga cristiana se vino abajo y la mayoría de sus combatientes huyeron para unirse al Ejército del Sur del Líbano (SLA), apoyado por Israel y dirigido por el Mayor Haddad.

sábado, 13 de abril de 2024

Intervención militar en la Banda Oriental: La batalla de India Muerta

Batalla de India Muerta






Batalla de India Muerta, 27 de marzo de 1845


A comienzos de 1845 va a reanudarse la lucha en el territorio argentino, pero la guerra nunca ha estado interrumpida. En el Uruguay combaten tres ejércitos de la Confederación y en el de Oribe figuran batallones argentinos. También ha habido algún encuentro insignificante en Entre Ríos, promovido por el gobernador de Corrientes. Pero ahora Rosas tendrá frente a él al más notable de nuestros militares, el general Paz, que acaba de ser designado en Corrientes jefe del Ejército Aliado Pacificador, y que ya ha comenzado a organizar sus tropas. Este nombramiento no es la única habilidad del gobierno correntino. Su tratado de comercio con el Paraguay, que Rosas considera una traición, porque una provincia no puede pactar con el extranjero, es el primer paso hacia una colaboración militar.

Manuel Oribe venció a Fructuoso Rivera en Arroyo Grande (6 de diciembre de 1842). Este perdió todo su ejército, y hasta sus pistolas y espada de honor, que arrojó para poder huir. Este hecho de armas significó el fin de la Federación del Uruguay que Rivera presidía. Luego de esa batalla, las tropas rosistas comandadas por el general Oribe atravesaron el Uruguay, mientras que las tropas de Rivera huían hacia Montevideo sin ofrecer resistencia. Después de eso, ya Oribe con casi la totalidad del País en su poder. Se propuso sitiar Montevideo, en un sitio que duraría nueve años y seria recordado por la histografia uruguaya como “Sitio Grande”. Y establecer su sede de Gobierno en lo que hoy se conoce como el barrio del Cerrito de la Victoria, en lo que era para ese entonces las afueras de Montevideo.

Fructuoso Rivera, que no había ejercido actos de gobierno sino al pasar, en los puntos que ocupaba con sus armas, era seguido por el ejército al mando de Urquiza, quien lo alcanzó en la sierra de Malbajar, y lo obligó a traspasar la frontera y asilarse en Río Grande. Rivera se dirigió en nombre del gobierno oriental al marqués de Caxias, comandante en jefe de las fuerzas del Imperio en esa provincia, con quien había tenido negociaciones por intermedio de su secretario don José Luis Bustamante. Allí pudo reorganizarse con los auxilios de armas, vestuarios y caballos que recibió. Los últimos días de enero de 1845 pasó a la frontera oriental. Sus divisiones, al mando de los coroneles Flores, Freire y Silveira, sostuvieron choques sin importancia con las de Urquiza; pero como él pasase a mediados de febrero del norte al sur del río Negro y pusiese asedio a la villa de Melo, Urquiza reunió sus fuerzas y el 21 se movió del Cordobés en dirección a Cerro Largo. Rivera se ocultó en la sierra del Olimar y Cebollatí. Urquiza contramarchó el 23 del Fraile Muerto, y se dirigió por el camino de la cuchilla, con el designio de ponerse al flanco derecho y salirle a vanguardia. Pero fue inútil. Rivera, conocedor del terreno, hacía marchar y contramarchar a Urquiza con el objeto de arruinarle las caballadas y caer sobre él en un momento propicio. Así permanecieron hasta el 31 de marzo en que Urquiza se movió de su campo de Los Chanchos, al saber que Rivera a la cabeza de 3.000 hombres se dirigía a tomar el pueblo de Minas. Urquiza pudo impedírselo llegando a tiempo a la barra de San Francisco, pero tuvo que permanecer en este punto para dar descanso a sus caballadas. El 21 Rivera reunió todo su ejército y se dirigió sobre Urquiza. El 25 se avistaron ambos ejércitos, y el 26 tomó posiciones en los campos de la India Muerta.

Rivera tenía poco más de 4.000 hombres; Urquiza tenía 3.000, en su mayor parte veteranos. Al salir el sol del 27 de marzo, Urquiza hizo pasar dos fuertes guerrillas por el arroyo Sarandí, y tras éstas adelantó sus columnas tendiendo su línea a tiro de cañón de Rivera, y compuesta la derecha: de la división entrerriana al mando del coronel Urdinarrain; centro: tres compañías del batallón Entre Ríos y tres piezas de artillería al mando del mayor Francia; izquierda: ocho escuadrones de caballería, dos compañías de infantería y la división oriental al mando del coronel Galarza. Los escuadrones entrerrianos llevaron una tremenda carga a sable y lanza sobre la izquierda y el centro de Rivera, compuesta la primera de milicias últimamente incorporadas de los departamentos de río Negro, y el segundo de un batallón de infantería y dos piezas de artillería, respectivamente mandados por los coroneles Baez, Luna, Silva y Tavares. Las cargas de los federales fueron irresistibles, y bien pronto quedó reducida la batalla sobre la derecha de Rivera, donde estaban sus mejores fuerzas al mando del general Medina, jefe de vanguardia. Ante el peligro de ser flanqueado y envuelto, Rivera se dirigió personalmente a su izquierda para rehacerla, lo que pudo conseguir trayendo algunos escuadrones al combate. Pero Urquiza lanzó entonces sus reservas, y después de una hora de lucha encarnizada lo derrotó completamente, matándole más de 400 hombres, entre los que había treinta y tantos jefes y oficiales; tomándole como 500 prisioneros, el parque, caballadas, toda su correspondencia, y hasta su espada con tiros y boleadoras.

“Te noticié del suceso malhadado del 27 –le escribe Rivera a su esposa- desgraciadamente volví a sufrir otro contraste que nos obligó a pasar el Yaguarón un poco apurados. Yo perdí parte de la montura y desde ese día estamos bajo la protección de las autoridades imperiales”.

Esta victoria destruyó para siempre la influencia militar del director de la guerra contra Rosas.

En Buenos Aires, donde llega la noticia el último día de marzo, se celebra el triunfo con grandes fiestas: fuegos artificiales, descargas, iluminación, embanderamientos y manifestaciones callejeras con música. Una columna de cuatro a cinco mil personas llega a Palermo. Van diputados, jueces, funcionarios. Rosas no se presenta a recibir su homenaje y son atendidos por Manuelita.

A fines de enero, el almirante Brown, por orden de Rosas, ha restablecido el bloqueo. No ya el bloqueo parcial, como el año anterior, a ciertas mercaderías y la exención para Inglaterra y Francia, sino el absoluto. Pero el almirante Lainé lo desconoce. Convertido desde el año anterior en enemigo de Rosas, en otro Purvis, aplaude a los legionarios y dice no poder disolverlos porque ellos ya no son franceses. Al mismo tiempo, hostiliza a Oribe, desconoce sus derechos y no permite que otros franceses se vayan a Buenos Aires. Ha establecido en Montevideo, una indudable intervención. El es quien ahora manda allí. Muy poco falta para que la ciudad quede ocupada por Francia. Rosas, entonces decreta, con la indignación de los representantes de Francia e Inglaterra, que no entren en Buenos Aires, verdadero puerto de destino, los barcos que hayan tocado en Montevideo.

Después de India Muerta la caída de Montevideo pareció inevitable. El gobierno mismo llegó a declarar que la ciudad no podía sostenerse cuarenta días con sus solos recursos. Oribe a convocado en mayo para la renovación de la asamblea legislativa y elecciones de presidente de la República, y propone la rendición. Rechazada, se prepara a atacar. Lainé e Inglefield declaran que no permitirán la caída de la ciudad. Y es entonces cuando la proveen de armas, municiones y víveres y cuando desembarcan tropas. Y el gobierno de Montevideo escribe al del Brasil unas palabras infames y vergonzosas según las cuales el Uruguay, en casi de tener que entregarse a un poder extranjero, “antes que sucumbir bajo la cuchilla de Rosas” –palabras textuales- “se echaría con preferencia en los brazos de un poder americano”. Es decir, que antes de ser gobernados por su compatriota Oribe, héroe de la independencia uruguaya, uno de los “33” y jefe de Ituzaingó, prefieren ser brasileños esos malos uruguayos, prefieren entregar su patria al Brasil, el único y perpetuo enemigo de su independencia.

Una vez más, los extranjeros impiden la caída de Montevideo. Ahora sólo la defienden cuatrocientos nueve orientales. El resto de las tropas son esclavos, en su mayoría pertenecientes a extranjeros y en número de seiscientos dieciocho; y dos mil quinientos extranjeros, de los cuales mil quinientos cincuenta y cuatro franceses. ¿Qué se han hecho los mil franceses restantes? Los más serios, así como otros que no formaron nunca en la legión, se han refugiado en Buenos Aires. Desde aquí dirigen una petición al gobierno francés, en donde se lee estas palabras significativas: “El señor Lainé, ¿ha sido enviado para proteger al partido agonizante que domina en Montevideo, o para protegernos a nosotros?”. Ese partido agonizante, esos cuatrocientos nueve hombres, ahora que el ejército de Rivera no existe, representan para Francia e Inglaterra el Estado Oriental. Y en nombre de ese puñado de individuos, Francia e Inglaterra vienen a meterse en la política del Plata, a mandar como dueños, a imponerse con sus cañones.

¿Y los emigrados? El número de los argentinos que defienden la plaza es de apenas ciento treinta. Muy pocos más son los que llevan armas. Los demás están en Buenos Aires o en el Brasil. Pero esos pocos argentinos son los dueños del gobierno de Montevideo, principalmente Florencio Varela. Ha de estar alegre Varela, al ver el resultado de su misión a Europa, al ver a su patria próxima a entrar en guerra contra las dos grandes potencias del mundo, en peligro de ser destruida y desolada.



INDIA MUERTA, 1845: EL OCASO DEL “PARDEJÓN”

RHR - Nº 2

Víctor Velázquez

 

SUMARIO: 1. Introducción –  2. Un escenario trágico – 3. El marco histórico – 4. Los prolegómenos. La situación en uno y otro bando – 5. Posicionamiento de las fuerzas – 6. Descripción de la batalla – 7. La degollatína – 8. Rumbo a Yaguarón – 9. Júbilo en el Cerrito – 10. Celebración en Buenos Aires – 11. Después de India Muerta – 12. Conclusión – 13. Apéndice documental

 

1. Introducción.

 

Solamente por aquello de que “la Historiala escriben los ganadores” puede explicarse que la segunda batalla de India Muerta (27 de marzo de 1845), y sus ulterioridades, hayan sido siempre soslayadas en nuestra historiografía oficial. En el marco dela Guerra Grande, Fructuoso Rivera, quien gustaba ser tenido por “un oriental liso y llano”, llega a India Muerta, con su ejército colorado-unitario, urgido de triunfar, para descomprimir en algo la presencia del ejército de Manuel Oribe en campaña y para oxigenar al gobierno “dela Defensa”, encerrado en Montevideo desde que las fuerzas blanco-federales sitiaran la ciudad, en 1843, tras la acción de Arroyo Grande. Él es consciente de esa presión y por eso sus horas previas a aquel día nefasto estuvieron impregnadas de dramatismo, aunque se cuidó muy bien de no transmitirle esa sensación a la tropa. Y pierde, lo que transitoriamente lo saca del conflicto y va creando condiciones que repercutirán en el proceso histórico del Uruguay durante largo tiempo.

¿Y por qué dar batalla en India Muerta y no en otro lugar? Buscando respuestas, porque era un terreno que conocía muy bien, en proximidades de la estanciaLa Tuna, de su amigo Francisco de los Santos (no el chasque artiguista, sino el otro, el que fue alcalde ordinario de la villa de Rocha), donde se sentía como en su propia casa y donde, cuentan, solía llegar cada tanto. Y, seguramente, por la cercanía de este territorio con el Brasil, lo que facilitaría las cosas al momento de ser necesario obtener refugio, atento a la afinidad de Don Frutos con los imperiales.

 

 

2. Un escenario trágico.

 

General Justo José de Urquiza

India Muerta es un nombre que se repite en la geografía y en la historia del departamento de Rocha. En la vastedad territorial que encierran estas dos palabras, hay lugar para un arroyo, un bañado, una cuchilla y, en los tiempos modernos, hasta una presa.

Nombre de un pago de leyendas y, él mismo, de leyenda. Denominación de uso corriente desde los siglos XVII-XVIII.

De manera singularísima, India Muerta tuvo dos capítulos, en lo que a batallas se refiere, separados uno del otro por casi treinta años, en la primera mitad del siglo XIX. El protagonista común a ambas acciones militares fue Rivera, derrotado una y otra vez.

En el paraje El Higuerón, entre los arroyos India Muerta y Sarandí deLa Paloma, el entonces teniente de Artigas resulta vencido por las fuerzas portuguesas invasoras dela Banda Oriental, al mando del mariscal Pinto, el 19 de noviembre de 1816. Con el camino expedito, Carlos Federico Lecor avanza sobre Montevideo, aún cuando Juan Antonio Lavalleja, Fernando Otorgués y el propio Rivera lo hostilizan hasta las propias puertas de la capital.

Exactamente 28 años y 135 días después, el 27 de marzo de 1845, el ahora general Rivera sella su destino militar y deja toda la campaña oriental en manos de su adversario, brigadier general Manuel Oribe, en el mismo lugar geográfico, cayendo derrotado a manos del caudillo entrerriano Justo José de Urquiza. Eran tiempos de la llamada Guerra Grande, período histórico complejo y no siempre entendido.

3. El marco histórico. 

Entre los años 1830 y 1890, el Uruguay vivió en una permanente inestabilidad política y económica. Nuestro país estuvo caracterizado, hasta los primeros años del siglo XX, por el enfrentamiento armado entre los dos “bandos” o “divisas”, después partidos tradicionales, Colorado y Blanco o Nacional.

Estas luchas fueron llamadas, genéricamente, “guerras civiles”. La más extensa de ellas fuela Guerra Grande, dividida en dos períodos: 1839-1843 y 1843-1851.

Los primeros gobiernos constitucionales se enfrentaron con una situación socio-económica no contemplada por nuestra Constitución primigenia, donde las dicotomías campo-ciudad, doctor-caudillo, civilización-barbarie, trajeron aparejados enfrentamientos de índole comercial que aparecían como meras cuestiones personales o caudillescas. Estos estuvieron determinados, en todo momento, por la presión de Brasil, Argentina, Francia e Inglaterra. Las respectivas escuadras apostadas en el Río dela Platatenían como misión sofocar o promover enfrentamientos, de los que siempre buscaban ventajas comerciales o económicas.

De esta forma, los conflictos “locales” se transformaban en verdaderas guerras internacionales. A su vez, los caudillos estaban vinculados con sectores económica e ideológicamente afines de los países limítrofes: los blancos de Manuel Oribe con los federales de Juan Manuel de Rosas, los colorados de Fructuoso Rivera con los unitarios argentinos. Esa diferencia ideológica desencadenóla Guerra Grande, pero podemos encontrar también como causales de este conflicto, como lo presentan algunos autores, la lucha del nacionalismo americanista contra el imperialismo europeizante, o la confrontación de la “civilización” con la “barbarie”. A todo esto, las dos potencias coloniales del siglo XIX, Francia e Inglaterra, se introducían en los asuntos internos del Río dela Platay del Brasil, para lograr el control de la actividad comercial. Los centros industriales europeos necesitaban materias primas (carne, cuero y lanas) y las tensiones sociales tenían como válvula de escape la emigración. ¿Dónde se podían satisfacer todas esas necesidades? En América y, sobre todo, en el Río dela Plata. Lasoligarquías autóctonas (latifundistas, comerciantes) aceptaban tal estado de cosas, pues respondía muy bien a la situación, a sus intereses, por ser ellos también importantes productores agropecuarios. Además, como las incipientes artesanías nacionales aún no se habían transformado en verdaderas industrias, resultaba conveniente, para satisfacer las necesidades del consumo, abrir las puertas del Río dela Platay la navegación hacia el interior (ríos Paraná y Paraguay).

Estos puertos recibían mercaderías europeas, favorecidas por el liberalismo económico, manifestado a través de la ausencia de trabas aduaneras y, cuando Juan Manuel de Rosas insinuó aplicar estas trabas desde su gobierno en provecho de su sector estanciero-saladeril, los imperialismos promovieron movimientos sediciosos contra el mismo. En esencia, la Guerra Grandefue la gran lucha de los sectores económicos para obtener la supremacía de sus intereses. Además de, en expresión de Juan E. Pivel Devoto, “un drama íntimamente ligado a la configuración de las nacionalidades de la Cuenca del Plata”.

4. Los prolegómenos. La situación en uno y otro bando.

A comienzos del mes de marzo de 1845, la vanguardia del general Fructuoso Rivera es derrotada en la zona de Cerros Blancos, lo que obliga al caudillo a una nueva maniobra de repliegue. Desde esa fecha, el ejército riverista empieza a concentrarse, a partir de una decisión que respondía a la necesidad de disminuir la presión que las fuerzas de Manuel Oribe estaban realizando sobre Montevideo, mediante alguna maniobra o ataque. A los efectos concernientes se procura mejorar el armamento y el equipaje.

Un oficio del general Justo José de Urquiza aporta sustanciosa información sobre la forma como se abasteció el ejército del general Rivera: “Por pasados del Pardejón, se sabe que todo el cuerambre que aquel pícaro robó, mientras estuvo en el Departamento de Tacuarembó, fue enviado a Valles (Bagé) en 82 carretas, y que en retorno recibió en los Corrales, armamento, municiones y ropa”.

El 19 de marzo las fuerzas riveristas son observadas marchando desde el río Cebollatí en dirección al Valle del Aiguá. Una vez alcanzada la zona de Aiguá, el general Rivera destacó efectivos sobre Maldonado, los que sostuvieron algunos tiroteos con fuerzas oribistas.

Teniendo informes de la aproximación de la columna del general Urquiza, el día 21, en horas de la noche y con lluvia, el general Rivera emprende la marcha, retornando en dirección del Cebollatí. El 22 llegan al arroyo Alférez, cruzándolo por el Paso de Los Talas.

El día 23, los escuadrones del coronel Camilo Vega, de Méndez y de Brígido Silveira, hostilizan la vanguardia del general Urquiza, al tiempo que el general Rivera designa al también general Anacleto Medina para concurrir ala IsladeLa Paloma, junto con los coroneles Olavarría y Caraballo, a esperar la llegada de un contingente de hombres y municiones.

El 26 de marzo ocurren dos hechos significativos en el campo riverista. Por un lado llega un parte del coronel Camilo Vega, desde la retaguardia, informando que las fuerzas que presentaba la columna del general Urquiza eran superiores a las propias. La gravedad de esta noticia requería una nueva evaluación de la situación y el general Rivera convoca un Consejo de Guerra, el cual se reúne a las 9 de la noche.

El resultado del Consejo fue que, pese a lo informado por el coronel Vega, se diese batalla. La decisión se fundaba en que la apreciación de la situación realizada por Vega podría ser exagerada, en primer lugar, y que el terreno elegido para librar el combate era favorable, en segundo término.

En horas de la noche una partida riverista captura un cierto número de caballos del general Urquiza, mientras se ultiman los detalles para dar la decisiva batalla, al día siguiente.

En la madrugada del día 27 arriba al campo del general Rivera un ayudante del general Medina, comunicando la opinión del mismo en el sentido de no apresurarse y comprometer un encuentro hasta no contar con los refuerzos esperados, en virtud de ser inferiores los efectivos que se tenían.

Este es el único retrato auténtico de Fructuoso Rivera, según un daguerrotipo tomado en sus últimos años de vida. «Don Frutos» murió en 1854, cerca de los 70 años.

A todo esto, luego de haber derrotado a la vanguardia riverista en Cerros Blancos, el general Urquiza (quien había ingresado a territorio del Estado Oriental del Uruguay el 11 de marzo de 1843, tras gestionar el brigadier general Manuel Oribe la presencia de un segundo ejército blanco-federal en nuestro territorio, frente a la amenaza que representaba el general Rivera, habiendo mantenido en esos dos años dos encontronazos con Don Frutos, con suerte dispar: Puntas del Guaviyú y Puntas del Yí) se mantenía en persecución de las fuerzas enemigas, a dos días de marcha. En efecto, el 23 de marzo el general Urquiza cruzaba el arroyo Aiguá, a la altura del Paso de Cortés. Su vanguardia se tirotea en el Valle de Fuentes con las fuerzas de los escuadrones de los coroneles Vega, Méndez y Silveira.

Para este momento, el general Urquiza pone en ejecución un plan. El mismo consiste en aparentar un número menor de fuerzas de las que realmente poseía. Para llevarlo a cabo había tomado dos precauciones: primero disimular una columna de mil lanceros entrerrianos, que seguían a la distancia al convoy de carretas que acompañaba al ejército, marchando de noche y con el máximo de sigilo para no ser descubiertos. La segunda precaución adoptada fue la de ocultar un considerable número de soldados de infantería en las carretas, disimulando así la verdadera potencia que tenía y que escapó de los bomberos del general Rivera.

5. Posicionamiento de las fuerzas

Orestes Araújo confirma que el choque de las fuerzas se produjo “en el paraje conocido por el Higuerón, entre el (…) arroyo dela India Muertay el Sarandí deLa Paloma”. Si nos atenemos a la descripción de la batalla inserta en el Boletín Histórico del Ejército, números 275-278, del año 1989, tenemos que el día 27, Rivera forma su línea de batalla, adoptando la forma de un martillo, recostando su espalda sobre el arroyo de India Muerta. El flanco derecho y una parte del centro estaba compuesto de las Divisiones del coronel Luciano Blanco, de Freire, de Cuadra y del coronel Costa, jefe del Estado Mayor.

En un espacio entre el centro y el ala izquierda se ubicó una sección de infantería a órdenes del coronel Lorenzo Flores, alias “El Chileno”. Junto a esta sección se había colocado una culebrina de a 8, con su dotación, al mando del capitán Augusto Verger.

Por su parte, el ala izquierda la formaban las Divisiones de los coroneles Fortunato Silva, que la comandaba, y Luna, permaneciendo de reservala Divisióndel coronel Bernardino Báez. Consigna Isidoro de María, en sus “Anales dela Defensade Montevideo (1842-1851)”, que “el total de esas fuerzas no excedía de 3.200 hombres de caballería, perfectamente bien montados y decididos, pero medianamente armados y municionados. Figuraban en ellas jefes experimentados como Viñas, Quintana, Camacho, Santander, Centurión, Viera, Aguilar, Carrión, Méndez y otros”.

A su vez, el general Urquiza despliega también sus fuerzas. La derecha estaba formada porla Primera DivisiónEntrerriana, integrada con seis escuadrones. Sus flancos iban protegidos por el escuadrón de Dragones Entrerrianos, los lanceros del 1º de Línea de Buenos Aires, el primer escuadrón dela Novena DivisiónEntrerriana y un escuadrón de Orientales. Quedaban en la reserva de esta ala, el primer escuadrón Escolta dela Libertad, así como los números 2 y 3 dela División Flores.

El centro, estaba integrado por la 2º Compañía y los Volteadores del Escuadrón Entrerriano, así como también un piquete de artillería. La reserva la conformaban el escuadrón Escolta de Urquiza y otro escuadrón Oriental.

Mientras tanto la izquierda la componen la 3º División Entrerriana (con cuatro escuadrones de caballería) más un escuadrón Oriental. Flanqueaban esta ala izquierda el Batallón Nº 3 de Buenos Aires, reforzado con una Compañía de Voluntarios dela Colonia, dos Compañías más de Voluntarios dela Coloniay Soriano, el Batallón Nº 4 de Buenos Aires y los Dragones de Buenos Aires.

La reserva del ala izquierda la integraban la 6º División Entrerriana (con cuatro escuadrones), así como dos Compañías de Minas y Maldonado. “El bagaje a retaguardia, dejando a su espalda el arroyo Sarandí. Los jefes de División eran Urdinarrain, Galarza, Palavecino, Díaz y Barreto. En el mando de los escuadrones, flanqueadores o de reserva, figuraban Hermelo, Muñoz, Píriz, Peñarol, (Bernardino dela Cruz) Olid y Zipitría”. (Isidoro de María, opúsculo citado)


6. Descripción de la batalla.

Son las siete de la mañana. La batalla principia chocando las guerrillas. Seguimos a De María: “El ejército de Urquiza tenía necesariamente que salvar obstáculos para poder batirse. El terreno se los presentaba, por una parte, en la cañada de vertientes que se interponía a su paso entre los dos ejércitos, y por otra un fangoso zanjón”.

Con dificultad y bajo un violento fuego, las fuerzas del general Urquiza, protegidas por sus cuerpos de infantería, tienden todas sus líneas, descubriendo su número. La batalla adquiere el ardor que los contendores ponen en pos de la victoria.

En un combate donde priman las caballerías, la derecha y el centro del general Rivera cargan violentamente, arrollando por dos veces la caballería del general Urquiza. Mientras tanto, la izquierda recibe órdenes para que dé frente al enemigo, en virtud que su posición era oblicua.

El coronel Fortunato Silva imparte las órdenes pertinentes para efectuar el movimiento. Pero, inexplicablemente, la Divisiónen vez de girar se envuelve, no pudiendo los jefes y oficiales dar las órdenes a tiempo o hacerse escuchar, para impedir el desorden, la confusión y el desbande. El resultado no es otro que la dispersión. El enemigo advierte la situación y carga impetuosamente, empujando sin contemplaciones y arrojando la desordenada División sobre su propia reserva, a la que arrastra en el desorden.

Sólo el coronel Luna, con sus tiradores, y el respaldo del sargento mayor Timoteo Domínguez, procura mantenerse a pie firme, haciendo un nutrido fuego, pero no es suficiente y la derrota del ala sobreviene. Apreciando el general Urquiza la situación en el centro y la derecha riveristas, que se estaban imponiendo sobre sus efectivos, ordena poner en juego sus reservas, haciendo él lo propio con su escolta, para incrementar el poder.

A esta altura el encuentro se torna muy cruento. Y surge aquí un nuevo factor decididamente favorable a las fuerzas blanco-federales: nada menos que la infantería, que en el contacto comienza, con sus descargas cerradas, a diezmar las filas riveristas.

La derrota de Rivera y su gente es un hecho y el general apenas consigue evitar su muerte. Telmo Manacorda, en “Fructuoso Rivera, el perpetuo defensor de la República Oriental”, apunta: “Zumbaban en el aire las bolas arrojadizas y un juego de ellas trabó las patas del caballo moro que el general montaba. Si Fausto Aguilar no se tira de un golpe y a tajo de facón corta la trenza, el general cae prisionero”.

La retirada se realiza tomando varias direcciones. Unos van hacia Santa Teresa, mientras otros siguen al general Rivera, hacia el río Cebollatí. A corta distancia, Dionisio Coronel y su gente, reventando caballos, persiguen al caudillo derrotado y algo más de doscientos hombres que le acompañan.

La batalla había durado unas dos horas.

 

7. La degollatina.

Si por algo ha trascendido esta segunda batalla de India Muerta, en la memoria colectiva nacional y particularmente de los lugareños, ha sido por el posterior degüello de prisioneros ordenada por Justo José de Urquiza. El mismo Urquiza que esa mañana “mira las polvaredas de las caballerías, empinado hacia atrás en su zaino malacara, flotante al viento suave, en ámbito de otoño, su poncho blanco sobrelabrado de rojo”, al decir de Alfredo Lepro.

En su “Ensayo de Historia Patria”, Hermano Damasceno (H. D.) consigna que “al día siguiente Urquiza manchaba su victoria haciendo degollar a 500 prisioneros. Él mismo quiso darse el gusto de presenciar la operación, que se hizo a toque de música”.

Los poetas solariegos han dado testimonios de tinte trágico del asunto. Mientras José Carduz Viera, en “Solar heroico”, habla de “la epopeya roja de India Muerta”, José A. Ribot, en “Nuestro blasón”, se refiere a “un reguero de sangre en India Muerta”.

La poco civilizada costumbre de cortar la garganta de los prisioneros se mantuvo prácticamente durante la totalidad de las guerras civiles orientales del siglo XIX, hasta la revolución de Aparicio Saravia, en 1904. En esencia, se trataba de un acto de venganza propio de un tiempo de pasiones incontroladas, en una sociedad violenta y altamente primitiva.

Si bien los “dotores” y los elementos intelectuales de los bandos enfrentados condenaron siempre esta práctica, muchas veces transaron con ella y hasta hubo ocasiones en que animaron a los caudillos a practicarla. Muchas veces se pretendió, incluso, interpretar las degollatinas como una cuestión humanitaria y entonces los soldados recorrían los campos de batalla y degollaban sin miramientos a los heridos, según decían para ahorrarles el dolor del sufrimiento. Era la tristemente célebre acción de “despenar”. Para la sensibilidad de nuestro tiempo, resulta difícil entender que quienes practicaban el degüello no fueran individuos sádicos, que gozaban haciendo correr sangre ajena. Simplemente eran hombres de su tiempo, convencidos de que la guerra era cuestión de matar o morir, y que no daban ni pedían cuartel. No para justificarlos, pero es bueno tener presente aquí aquello de que “no deben mirarse los hechos del ayer con los ojos de hoy”.

 

8.  Rumbo a Yaguarón.

 

Un curioso y poco conocido retrato de Manuel Oribe hecho por el gran pintor constructivista uruguayo Joaquín Torres García

A diferencia de lo ocurrido en 1816, cundo a pesar de la derrota hostigó al invasor Lecor hasta las puertas mismas de Montevideo, en esta ocasión Rivera debe salir precipitadamente del campo de batalla. En su huida, cuando pasa porLa Mariscalacon él sólo va ocho personas, de las más de doscientas que le siguieron desde India Muerta, buscando el Paso de las Piedras del río Yaguarón, para ganar el Brasil.

Informa Lepro (opúsculo citado) que “Dionisio Coronel lo persigue sin darle alce. Quien se retrasaba porque se le cansaba el caballo u otra circunstancia cualquiera era lanceado sin piedad por el enemigo, dispuesto a terminar con Rivera esta vez. En la madrugada del 6 de abril han podido dormir un poco, junto al ansiado Paso de las Piedras; hace días que no descansan y que no pegan los ojos. Todavía no bien aclarado se siente el galope de las gentes de Coronel y es de tal manera apremiante el trance que han de salir desnudos y corriendo, derecho al lagunón cerca del paso, y bracear hasta la orilla brasileña donde la guardia está alerta, alarmada por el tropel, los tiros y los gritos. (…) A medida que iban saliendo al otro lado estos adanes que tiritan en el fresco de la mañana, la guardia brasilera los hace formar, de manera desconsiderada. Los milicos chacotean con la figura de los refugiados al punto que Rivera, sin cuidarse de su apariencia extraña y cómica, le dice al Oficial: ‘Soy el jefe de esta fuerza y si no se me respeta pasaré al otro lado a hacerme matar por mis enemigos’. La natural dignidad de su acento, primero, y alguien que lo identificó, luego, hicieron cambiar las cosas y a los que antes se reían ‘do velho pelado e arripiado’ sobrecógelos un sentimiento de asombro: ¡estaban en contacto con el famoso Frutos Rivera!”.

 

 

9. Júbilo en el Cerrito.

Francisco Solano Antuña, en “Diario del Sitio”, edición del 13 de abril de 1845, estampó la breve crónica que sigue: “Esta noche hubo salva en el Cerrito, cohetes en el Cuartel General y en todas partes; iluminación general y espontánea en todas las casas. Y todo por haber llegado chasque de haber sido prisionero el Pardejón. En medio de este júbilo universal, díjose, y lo dijo el Sr. Presidente (Oribe), que el Pardejón había sido sorprendido, batido y despojado de todo cuanto tenía; que á pié, se arrojó con siete hombres al Yaguarón, pero que lo seguían de cerca, al Brasil, y no se escaparía. (…) Averiguado está que el Pardejón, fue sorprendido el día 6, sobre el Paso de las Piedras del Yaguarón, que se le tomó cuanto tenía, y que con 7 hombres, desnudo, pues que dormía, atravesó el río. De aquel lado lo recibió la guardia brasilera, y se lo llevó, á pié, dicen, a vista del Comandante Coronel, Don Dionisio”.

 

10. Celebración en Buenos Aires.

En Buenos Aires, donde llega la noticia el último día de marzo, se celebra el triunfo de Urquiza en India Muerta con grandes fiestas. Proliferan los fuegos artificiales, descargas, iluminación, embanderamientos y manifestaciones callejeras con música.

Una columna de cuatro a cinco mil personas llega a Palermo. Van diputados, jueces, funcionarios. Rosas no se presenta a recibir su homenaje y son atendidos por Manuelita, su hija.

Una publicación afín a don Juan Manuel subraya: “De esta vuelta creemos que Rivera está definitivamente liquidado. (…) juntó 4.000 hombres y se vino contra Urquiza -fuerte de 3.000 plazas o menos- y lo atropelló para barrerlo en India Muerta, unas cuarenta y tantas leguas (…) de Montevideo, el 27 de marzo. El ejército de Operaciones federal destripó a los riveristas; más de 1.000 hombres dejó muertos en la batalla. Todo el parque, banderas y desertores quedaron en manos de Urquiza. La persecución fue famosa y el pardejón tuvo que disparar hacia Brasil, apurado en tiempo y en pavura. (…) Con esta derrota la situación de los sitiados en Montevideo se puso más difícil que nunca”.

 

11. Después de India Muerta.

En el acápite de este artículo se consigna la importancia histórica de las consecuencias (“ulterioridades”) de esta segunda batalla de India Muerta. Que, por cierto, no son menores. Veamos:

a) Ocaso militar de Fructuoso Rivera.

India Muerta apagó para siempre la estrella rutilante de Rivera en campaña. Aunque retorna en 1846, ya no podrá reorganizar totalmente sus otrora poderosas fuerzas. Dice Julián Marías que “lo mismo que una edad significa una cierta altura de la vida, una época no es otra cosa que una cierta altura de los tiempos”. Apropiándonos del concepto del pensador español, a esa altura de la vida y de los tiempos llega para el caudillo la época de su declinación. Aunque, en honor a la verdad, debe admitirse que la decadencia de su liderazgo nunca llegó a ser total.

 

b) Destitución y destierro de Rivera.

El 10 de agosto de 1845,la Defensade Montevideo declaró cesante a Don Frutos en su cargo de general en jefe del Ejército Nacional y comunicó al gabinete imperial de Brasil que no debía dejárselo retornar. El enfrentamiento entre el caudillo y los “dotores” se concreta y de ahí en adelante, en forma definitiva y más allá de algunos altibajos, la conducción de la cosa pública la ejercerán los hombres dela Defensa: Manuel Herrera y Obes, Andrés Lamas, Melchor Pacheco y Obes, Joaquín Suárez y César Díaz, los más notorios y visibles.

c) Toda la campaña en manos blanco-federales.

Fuera de acción el general Rivera, las fuerzas de Oribe pasan a controlar todo el interior, quedando solamente Montevideo en poder de la alianza colorado-unitaria, con apoyo de las escuadras de Francia e Inglaterra y la incorporación de los legionarios italianos al mando de Giusseppe Garibaldi.

d) Acentuación de la federalización del territorio nacional.

Después, y como consecuencia, de India Muerta, en el gobierno de Oribe, que desde el llamado Sitio Grande establecido en el Cerrito (andando el tiempo conocido como “dela Victoria”) hostigaba a Montevideo, se resuelve agregar la frase “¡Mueran los salvajes unitarios!” al lema oficial “Defensores de las Leyes”.

e) Ominosos tratados firmados con Brasil.

Con Montevideo sitiada tras sus murallas y Rivera derrotado en India Muerta, en su último intento de organizar un ejército en el interior, la suerte de la capital oriental parecía estar decidida. Fue, sin embargo, la diplomacia de “La Nueva Troya”, al decir de Alejandro Dumas, la que dio vuelta el curso de los acontecimientos.

Manuel Herrera y Obes, canciller del gobierno dela Defensa, ideó un plan que consistía en lograr la intervención del Brasil y, simultáneamente, provocarle a Juan Manuel de Rosas, El Restaurador para sus seguidores, una sublevación interior. Para lo primero, el gobierno montevideano envió a Río de Janeiro a Andrés Lamas, con plena facultad para negociar. Brasil hizo pagar cara su intervención en el conflicto, obligando a Lamas a firmar cinco ominosos tratados, todos ellos burdamente favorables al Imperio.

Tales tratados, firmados finalmente en la capital carioca el 12 de octubre de 1851 y definidos como una “vergüenza diplomática”, son los mismos que el presidente Atanasio Aguirre hiciera quemar, en la plaza pública y delante de todo el pueblo, años más tarde, en 1864. En el de “Límites” se ceden las Misiones Orientales a Brasil. Urquiza, por una “garantía de cumplimiento”, del 15 de mayo de 1852, renunció a los derechos argentinos y se adjudica al Imperio del Brasil la plena propiedad de la zona Norte del Chuy, la laguna Mirím o Merín y el río Yaguarón.

En el de “Alianza” se “garantiza la nacionalidad oriental”, con el derecho de intervención militar brasileña en los conflictos internos uruguayos. En el de “subsidios” se le entrega dinero al gobierno dela Defensa, que sería reembolsado por el gobierno constitucional al 6% anual y, mientras no se pagase la deuda, Brasil intervendría las finanzas uruguayas “para mejor asegurar la reconstrucción del Estado Oriental”.

Por el de “Comercio y Navegación” los estancieros brasileños con propiedades en el Estado Oriental no pagarían impuestos por la explotación de sus haciendas y quedaban exentos de milicias, contribuciones y requisiciones militares; sería común la navegación de los ríos dela Platay Uruguay (que no era limítrofe) y no así las aguas limítrofes (laguna Mirím o Merín y río Yaguarón) que serían exclusivamente brasileñas; la isla Martín García sería “neutralizada”. Por el tratado de “Extradición”, además de la devolución de criminales, se hacía la de esclavos brasileños fugados al territorio oriental, entregados a simple requisición y sin trámites engorrosos; los esclavos no perdían su condición de tales por el hecho de pisar territorio oriental, no obstante encontrarse abolida la esclavitud en él, y podrían los estancieros brasileños tener en sus estancias uruguayas los esclavos que quisiesen, con régimen servil.

 

12. Conclusión.

Cuando el viajero recorre el viboreante trazado de Ruta 15, un par de carteles puestos entre las progresivas 78 y 79, unos cinco kilómetros al Sur de villa Velázquez, Capital Histórica del departamento de Rocha, le recuerdan el lugar exacto de ocurrencia de las dos batallas de India Muerta. Si traspone el alambrado y se acerca a la estela recordatoria allí colocada, en la década de 1950, por una institución riverista hoy desaparecida, ha de encontrar en el desolado paisaje varios de los elementos que interpretó Juan Manuel Blanes en el cuadro que sobre la acción militar del 27 de marzo de 1845 pintó, por encargo de Justo José de Urquiza, en el Palacio San José, residencia del “Tigre de Montiel”, en proximidades de Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos. El arroyo, el rancho (hoy tapera), la cercana sierra deLa Centinela, el bajío.

Si tiene tiempo para recorrer el campo y paciencia para buscar, seguramente ha de encontrar algún vestigio tangible de la batalla: una bola, una chuza, piezas óseas, aún cuando hayan transcurrido ya más de un siglo y medio largos. Allí fue que el entrerriano topó a Don Frutos Rivera y, hasta que se colocaron tales carteles, pocos lo sabían, excepción hecha de los vecinos de la zona. Esto da una idea de la ignorancia generalizada que varias generaciones de uruguayos tuvieron sobre este episodio bélico y, más aún, sobre su real importancia.

No parece de recibo caer en lugares comunes. No se debe simplificar las cosas al extremo de señalar que aquel fue un enfrentamiento de uruguayos (orientales en aquel tiempo) contra argentinos; en ambos bandos estuvieron unos y otros.

No es correcto decir que Urquiza “invadió” territorio del Estado Oriental; antes bien, cruzó la frontera (esa frontera difusa propia de los conflictos internacionales), ingresando a Uruguay por el río homónimo. Pues, de lo contrario, deberá admitirse que, con anterioridad, Rivera había “invadido” territorio argentino, que fue allí, poniendo un sólo ejemplo, que cayó derrotado frente a las fuerzas del brigadier general Oribe, en Arroyo Grande.

El episodio de India Muerta que nos ocupa ocurrió durantela Guerra Grandey en ese contexto, y no fuera de él, debe ser estudiado e interpretado. Por eso, la estela colocada en el campo de batalla, cuyo texto es fuertemente subjetivo, responde a una forma de contarla Historiaque durante muchas décadas prevaleció entre nosotros y que, por cierto, no representa a quienes creemos que, siendo éstas gestas humanas, ellas reflejan luces y sombras y no todo debe verse en blanco y negro, sino con sus matices y colores, aún cuando estos puedan aparecer poco claros.

La segunda batalla de India Muerta, como la primera, forman parte del patrimonio histórico de los rochenses. El tiempo vendrá en que sea revalorizada en su justa medida, tarea en cuya dirección la comunidad de la cercana población de villa Velázquez ha dado algunos primeros pasos, reuniendo material y objetos representativos en su Centro Histórico Regional y patrocinando su recreación, cuya segunda versión está prevista para este año 2009.

 

13. APÉNDICE DOCUMENTAL

-San Martín de Tours y Rivera, “salvajes unitarios”.

Artículo 1º) El francés unitario San Martín de Tours, que ha sido hasta hoy el patrón de esta ciudad, habiendo perdido la confianza del pueblo y del gobierno, abandonado por sus compatriotas, aliado del traidor Rivera y demás salvajes unitarios, es destituido para siempre del empleo de patrón de Buenos Aires”.

 

(Insólito proyecto presentado en la Legislatura porteña y descartado por Juan Manuel de Rosas)

 

 

Ciudad sitiada y cosmopolita.

 

Quien quiera hablar en francés,

en catalán, en vascongado,

todo idioma arrevesado

y que no sepa quién es

y hallarse en un entremés

o en un extraño museo

vaya hoy a Montevideo”.

 

(Sátira de un gacetillero federal, Buenos Aires, 1845)

 

 

Montevideo “en sus manos”.

El gobierno debe protestar, como protesta ante Dios y la patria y a su nombre reclama del general don Fructuoso Rivera que acepte toda la responsabilidad que le toca, si estando en la esfera de la posibilidad, no llena el objeto que le exige para la salvación de la capital que queda, en este punto, en sus manos”.

(Fragmento del documento del gobierno dela Defensa, del que fue portador el comandante Doroteo Pérez y que decidió a Rivera por dar batalla en India Muerta)

 

Acta.

Las circunstancias le ponen en el caso de volver a tomar la iniciativa sobre las fuerzas que sitian su capital para buscar la incorporación de ambos ejércitos. (…) Que se hace imprescindible la ocupación al efecto del departamento de Maldonado, para la colocación del convoy de familias. (…) Que una fuerza enemiga de dos mil hombres al mando del General invasor Urquiza, que sigue su marcha a retaguardia del ejército con el objetivo, sin dudas, de cruzar sus miras (…) No solamente por los motivos expuestos por el General en Jefe, más también para aprovechar el estado brillante de moral, disciplina y entusiasmo de todos los Cuerpos del ejército”.

 

(Fragmento del acta firmada por todos los jefes presentes junto a Fructuoso Rivera, al decidirse dar batalla en India Muerta)

 

“La vida no es para negocio”.

“¡A formar, muchachos, que al que le toque macho este día que se haga delgao y a lo hecho pecho: sacrificarse por la Patria, que la vida no es para negocio!”.

(Proclama leída por varios soldados que corrían entre las filas riveristas, antes de aclarar el 27 de marzo, cuando se mandó ensillar)

 

“ …pardejón incendiario …”

“¡Viva la Confederación Argentina!

¡Mueran los salvajes unitarios!

Excmo. señor Gobernador y Capitán General de la Provincia de Buenos Aires, Brigadier don Juan Manuel de Rosas.

Campo de la victoria de la India Muerta, marzo 27 de 1845.

Mi predilecto amigo:

Con sólo 3.000 valientes del ejército de operaciones á mis órdenes, me propuse seguir al salvaje unitario pardejón incendiario Rivera, para con este número obligarlo á la batalla que mil veces ha rehusado. Alucinado sin duda por la superioridad numérica de sus hordas (que todas las había reunido), se dispuso á esperarme como con 4.500 bultos; y aún no eran las siete de la mañana cuando se dió principio á la batalla que acaba de terminar con el más espléndido triunfo para las armas argentinas y orientales que tan dignamente combaten por las leyes é instituciones de ambas Repúblicas, contra los salvajes unitarios, nuestros más encarnizados enemigos. Como 1.000 cadáveres salvajes unitarios y 500 prisioneros, son los timbres de esta jornada de honor, que inmortalizará el renombre de los valientes que me honro en mandar, y de cuya bravura me ha cabido la gloria de ser testigo. Nuestra pérdida es tan corta, que sólo por ahora se notan algunos heridos y pocos muertos. Empeñado en la persecución, sólo tengo tiempo para dirigirle mis más ardientes felicitaciones, las que se servirá aceptar á nombre de todos los valientes que han participado de esta gloria. Se me olvidaba decirle, que entre los prisioneros está toda la infantería de los salvajes unitarios y un único cañón de á cuatro que éstos tenían, todas sus caballadas y porción de armamentos. Tengo el placer de repetirme su fino e invariable amigo.

Justo José de Urquiza”.

(Carta de Urquiza a Rosas tras la acción de India Muerta)

 

“Ya sabes pues que existo”.

Mi idolatrada Bernardina: Te escribí el 5 (de abril de 1845) desde el Paso de las Piedras, noticiándote el suceso malhadado del 27; desgraciadamente volví a sufrir otro pequeño contraste que nos obligó, el 7, a pasar el Yaguarón, un poco apurados. El General Medina, Silva, Viñas, Báez y otros jefes, con mil y tantos hombres, están por la frontera de Río Grande, también emigrados. Se conservan reunidos y armados, según aviso que tuve ayer; veremos si conseguimos reunirnos y ver lo que puede hacerse para salir de aquí e irnos al territorio de Entre Ríos, donde ya está (José María) Paz. Ya sabes pues que existo y donde me hallo”.


(Carta de don Frutos Rivera a su esposa, Bernardina Fragoso, tras la derrota de India Muerta)

 

Rivera, el baqueano.

Rivera era un consumado baqueano en la Banda Oriental; conocía palmo a palmo todo su territorio, la calidad de pastos de sus diversas zonas, sus aguadas, los vados de sus ríos, en una palabra todos los accidentes y detalles de su topografía. Contaba, además, con la adhesión de las poblaciones de la campaña; y fundamentalmente, con la alianza (que en mucho era complicidad) de los vecinos fronterizos, los riograndenses, a cuyo territorio pasaba las tropas de ganado que se arreaban sin discriminación de los establecimientos del Uruguay y las continuadas remesas de cueros de los animales que se sacrificaban. En cambio, los riograndenses ofrecían a Rivera un refugio seguro para las ocasiones en que no podía sostenerse en su jurisdicción, y lo proveían de armas, municiones y demás implementos de guerra”.

(Luis B. Calderón, “Urquiza-Síntesis de su época, su actuación y su obra”, capítulo VIII, página 104. En términos similares, en cuanto a la condición de baqueano de Don Frutos, se expresa el sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento, en su libro “Facundo”, cuya primera edición apareció en 1845)

 

Perfil de Urquiza.

Para el general Urquiza la campaña que termina con el triunfo de India Muerta fue muy importante. En el transcurso de la misma hubo de enfrentar un enemigo que era comandado por el hombre más conocedor de la geografía de lo que entonces era el Estado Oriental del Uruguay, así como de la idiosincrasia de sus habitantes. Con facilidad el general Urquiza asimila la forma de combatir utilizada por el enemigo y logra superar tales dificultades. Se trata de la primera campaña donde el general asume la total responsabilidad de su conducción. Pondrá en evidencia sus condiciones de conductor de hombres, logrando mantener la cohesión y la moral de un ejército que durante más de dos años se bate en constante lucha, fuera de su territorio. Realiza un muy buen manejo de las fuerzas a sus órdenes, combinando adecuadamente el empleo de las mismas. Efectúa acertadas apreciaciones de la situación, pudiendo en función de ellas resolver los pasos a seguir, sin perder de vista el objetivo fundamental de su misión. Durante esta campaña hubo de superar dificultades de orden político (en Entre Ríos) y pérdidas familiares, que pudieron interferir con el cumplimiento de sus órdenes, pero fue capaz de sobreponerse y mantener la serenidad necesaria para continuar adelante. Supo, como buen estratega, analizar y pensar cual era la idea de maniobra de su enemigo, para luego adoptar sus medidas y contrarrestarlo. Así se explica la aplicación en la marcha previa al encuentro decisivo de un ardid, donde cuidó al mínimo los detalles tales como el ocultamiento de la infantería en carretas y el cuidado con que marchó la columna de caballería, que iba a retaguardia y marchaba sólo de noche. El juicio apasionado de algunos historiadores pretende arrojar sombras sobre su conducta para con los prisioneros. En este sentido, debe dejarse constancia que el fragor del combate, el acaloramiento en la defensa de una causa, no son patrimonio de un hombre; fue el signo de todo ese período. Aún más: en muchas situaciones el grupo desinhibe al individuo y lo vuelve agresivo, y no siempre los líderes están allí en el lugar, justo a tiempo para hacer regresar la razón y el equilibrio. Diríamos que la historia rioplatense tiene muchísimos ejemplos donde el hombre, enceguecido por las pasiones, no ha dudado en segar la vida de su enemigo”.

(Boletín Histórico del Ejército, números 275-278, Montevideo, 1989)

 

Leonardo Olivera en India Muerta.

“(…) posteriormente pasé a prestar mis servicios de Ayudante bajo las inmediatas órdenes del General don Ignacio Oribe, hasta que recibí orden de pasar a ponerme bajo las órdenes del General Urquiza, el cual, al darse la batalla de India Muerta, me nombró segundo Jefe de la vanguardia, poniendo bajo mis órdenes varios cuerpos de línea; terminada la batalla, a pocos días me nombró Jefe de la frontera, separándome de la vanguardia y poniendo bajo mis órdenes las Divisiones de Pires y Silveyra, y otra compuesta de los presentados, mandada por el entonces Capitán don Bernardino Olid; hallándome gravemente enfermo llegó el Coronel don Juan Barrios a Rocha, y yo me retiré a mi casa a atender mi quebrantada salud (…)”.


(Fragmento de la relación de servicios prestados por Leonardo Olivera, presentada por él mismo al Estado Mayor del Ejército, en 1852, con objeto de acogerse a la pasividad)

 

Santiago Artigas en India Muerta.


Interviene en las operaciones y batallas de la Guerra Grande, entre ellas India Muerta, hasta el año 1847, en que encontrándose en la guarnición de Salto, ya como Tte, Cnel., a órdenes del Cnel. Blanco, dicha Unidad fue tomada por el Gral. Servando Gómez, y pudo salvarse a nado, atravesando el Uruguay, cayendo en la jurisdicción de Urquiza, quien no lo trató como prisionero, sino como su protegido”.

(Fragmento de la “Hoja de servicios de Santiago Artigas”, Comando General del Ejército. Santiago Artigas era hijo de José Artigas y Melchora Cuenca, habiendo nacido en Purificación)


Un protagonista olvidado, a la postre decisivo en India Muerta.

“(El Coronel) Fortunato Silva fue uno de los oficiales de mayor prestigio que acompañó al General Rivera, siendo distinguido por éste con un especial afecto, resultado de innumerables jornadas compartidas. (…) Personaje casi desconocido, Fortunato Silva cruzó por la Historia Oriental, en un largo galope iniciado en las fuerzas que junto a Rivera se batieron en los campos de Rincón y no supo de treguas hasta su muerte, acaecida en 1846. (…) Y en el año 1845, comparte la suerte del General Fructuoso Rivera en India Muerta, y por una falla, producto del desorden y apresuramiento, típico de los momentos previos al comienzo de un combate, la División bajo su comando no se despliega cambiando el frente, para embestir al enemigo, quedando enredada de tal forma, que cada intento de corregir esa situación provocaba mayor desorden primero y la inevitable dispersión después”.

(Boletín Histórico del Ejército, números 275-278, Montevideo, 1989)

 

La dispersión.

“(La derecha y el centro de las fuerzas riveristas) se pronunciaron en completa derrota con el General Rivera á la cabeza, siendo perseguidos y lanceados hasta el paso de las Piedras del río Yaguarón, en cuya frontera se detuvieron el General Rivera, los coroneles Blanco, Mendoza, Centurión y Vidal, y los comandantes Fausto Aguilar, Paunero, Caraballo y otros muchos jefes, oficiales y tropa que fueron después sorprendidos. Los restos de la izquierda, perseguidos activamente, tomaron la frontera de Santa Teresa. El General Medina iba al frente de aquellos restos, y con él los coroneles Olavarría, Céspedes, Luna, Viñas, Santander, Ramos, Costa, Mieres, Báez, Silva, Tabares, 140 tenientes coroneles, mayores y oficiales subalternos. Cerraba la marcha de estos restos un inmenso convoy de familias á caballo, en carretas y á pie. (…) Después de esto, el coronel Camacho fué desarmado por los brasileros legales del otro lado del paso de la Laguna en el Cuareim, con 80 hombres que le seguían, los cuales se dispersaron conchabándose en las estancias de aquel territorio. Los hermanos Francisco y Manuel Caraballo, oficiales de caballería del departamento de Canelones, pasaron á Corrientes con 42 hombres, por el paso de los Libres, frente á la Uruguayana. El General Rivera con los otros jefes que lo acompañaban fué internado á San Francisco de Paula. En la frontera del Cuareim se situó una fuerza brasilera como de 500 hombres, colocando guardias sobre los pasos del río, y como 1.000 en Santa Ana del Livramento. Aquellas guardias desarmaban á todos los emigrados que caían á los pasos del Cuareim y los largaban luego para que fuesen á trabajar donde quisiesen”.

 

(Antonio Díaz, “Historia política y militar de las Repúblicas del Plata”)

 

“Cosas de llorar”.

Más de dos mil viejos, mujeres y niños llegaron al río (…) aquí, una mujer montada en un caballo flaco y escuálido, llevaba un niño de delante y dos en ancas, y otro atado a la cola con los utensilios de su hogar. Allí, una muchachita de nueve o diez años, descalza y en camisa marchando a pie conduciendo de la brida el caballo en que iba la madre, o la abuela enferma … acá otro que apenas podía moverse, acompañado de un hijo mozo que lo llevaba del brazo, con un chiquito a la espalda y el atado de ropa a la cabeza …”


(Narración del testigo José Gabriel Palomeque de la huida de las familias del ejército riverista derrotado en India Muerta, escoltadas por las pocas fuerzas que habían logrado reorganizar, para la emergencia, Anacleto Medina, Bernardino Báez, Estivao y Flores. “Cosas de llorar”, dirá Don Frutos, como en Arroyo Grande, el 6 de diciembre de 1842)

 

Relato épico.

Cuenta una tradición guerrera que en la batalla de India Muerta, durante la cual el general Rivera fue perseguido, un grupo de gauchos lanceros, sus más fieles soldados, iba a la carrera formándole detrás un círculo con las lanzas de a rastro para irle atajando todos los tiros de bolas que los enemigos le venían haciendo en la persecución. Esta que les narro es una hermosa escena guerrera, que debía ser pintada por los pintores y cantada por los poetas”.

(Fernán Silva Valdés)

 

Los cadáveres llegan a Rocha.

“(Relato de) una persona que, siendo niña, en el año 1845, dice haber visto desde su casa, situada frente a la Capilla de la villa de Rocha, una carreta llena de cadáveres, hijos del pueblo, oficiales y soldados, provenientes de la batalla de India Muerta, los cuales descargaban en el camposanto ubicado más o menos en el fondo de la Capilla, actualmente el sitio donde se ubica la Escuela José Pedro Ramírez”.

(Revista dela Sociedad Amigosdela Arqueología, Tomo III, páginas 222 y 223, Montevideo, edición de 1929)


De ‘padrejón’ a ‘pardejón’.

A don Fructuoso Rivera, aludiendo a que era muy libidinoso, (Rosas) le pone el ‘padrejón’. El gaucho entiende, así le llaman al padrillo. Y es la gente sabihonda la que corrompe el vocablo, sustituyéndolo por ‘pardejón’, aumentativo de pardo; y de ahí proviene el error de creer que era mulato, y que subsiguientemente le dijeran el ‘mulato pardejón’, lo que era, un pleonasmo”.

 

(Rozas, Ensayo Histórico-Psicológico, Lucio V. Mansilla, 1898)

 

Un médico portugués al servicio de Rivera.

El Dr. Antonio Pereira, médico portugués natural de Oporto, autorizado el 13 de marzo de 1832, en Buenos Aires, a ejercer todos los ramos de la Medicina Práctica: cirugía, sangrías y partos, fue amigo del general Fructuoso Rivera, a quien acompañó a través de largos itinerarios, en circunstancias muy difíciles, compartiendo las adversidades de la Guerra Grande.Cuenta su nieto, Hulicer Pereira: “Se encontró en la batalla de India Muerta (…) y cae prisionero. Pero era compadre de Urquiza y le había salvado mucha gente. Y cuando lo vio, dicen que Urquiza le dijo: ‘¡Tú por aquí!’; y mi abuelo le contestó: ‘¿Y qué quiere?’. Entonces Urquiza lo mandó para Entre Ríos. Pero mi abuelo retornó al Uruguay y se incorporó al ejército (…) que estaba bajo el mando de Servando Gómez”.

(En base a información contenida en “Estampas de mi pueblo-Hechos históricos, relatos y anécdotas”, Carlos Julio Sánchez Pereyra y Víctor Larrosa Moreira, 1999)

 

Tónico.

Por los salvajes unitarios, tan hambrientos como rotosos, que se hallan encerrados en la infeliz plaza de Montevideo.

Dos años y un poco más

de Intervención esperada

de escuadra y de fuerza armada

que no llegarán más;

a esto vos le aumentarás

del Pardejón la derrota;

su ida al Brasil en pelota

con cerote jabonado,

llorando todo asustado,

y atacado de la gota.

 

De osamentas salvajunas

podridas y agusanadas

tomarás diez cucharadas

para saciar las hambrunas;

beberéis luego en ayunas

el agua del Yaguarón

por donde huyó el Pardejón

chorreando hasta los talones,

dejando ahí los calzones

a la triple intervención.

 

De la cerrilla de Luna

formarás una infusión

y te darás una unción

en la boca, a eso de la una;

y si tienes por fortuna

de Vázquez el Peluquín,

cernirás en él hollín

y harás de esto pildorillas,

que tomará cual pastillas

el imbécil D. Joaquín.

 

A Varela el azufrado

pondrás en destilación

y en alguna Comisión

lo mandarás enfrascado;

ese diablo entisicado

decembrista y vil ladrón

es mezcla de Pardejón

y mestizo en nacimiento:

la cara es de zorro hambriento

¡¡¡pero las uñas!!! de Halcón.

 

La dentadura postiza

de Vázquez boca podrida

antes de que se ponga roída

la fregarás con ceniza

después con vinagre y tiza

pasado por un tamiz

le lavarás la nariz

a Suárez rudo vejete

salvaje, inmundo pebete

lechuzón de la Matriz.

 

Todo esto lo tomarás

con polvos de la India Muerta

que aunque pasarle te cuesta

a la fuerza tragarás:

de Bloqueo le pondrás

la necesaria porción

mezclando una ración

de cerillas pardejunas

que chuparéis en ayunas,

a las doce, y la oración.

 

Después de haberte aplicado

esta Receta admirable

de renuncia irrevocable

harás un condimentado:

luego con un Plan chingado

del sabio y sagaz Rivera

te emplastarás la mollera

para aliviar el dolor

y no sentir el calor

de la furiosa carrera.

 

Licenciado besuguero Vasco-agarras Maniquí

(Poesía anónima que apareció en 1845, incluida en “Los cantos del payador”, edición de bolsillo)

 

“Salvajes unitarios” embargados.

Pancho Cabral.

Francisco Prieto.

Carlos de los Santos.

Pedro Méndez.

Joaquín Puñales.

Marcos Puñales.

Miguel Gabino de los Santos.

Melitón de los Santos.

 

(Lista de “salvajes unitarios” cuyos bienes se embargan, partido de India Muerta al Este, año 1845, Juzgado Letrado de Rocha, Legajo número 17, recogido por Eduardo Martínez Rovira, “Entre el olvido y la memoria. Apuntes de Rocha y Maldonado”)


Juicio.


“La batalla de India Muerta, en marzo 27 de 1845, pacificó y unificó definitivamente la campaña oriental, que quedó desde entonces totalmente sometida a la autoridad del Gobierno del Cerrito. Pero esta batalla, decisiva en cuanto a la guerra civil y en cuanto a sus proyecciones internacionales (tuvo gran importancia en la actitud del Brasil), no significó la tranquilidad del país en cuanto al orden público. Mucho tenían aún que sufrir los particulares y vecindario pacífico, y aunque no podemos aquí reseñar la historia militar de la Guerra Grande, digamos, a grandes rasgos, que quedaba todavía, después de India Muerta, la campaña del Litoral de Rivera de 1846, la de Garibaldi, y las luchas fronterizas que arrancando de 1849 duraron hasta el fin de aquella, contando las campañas de Brígido Silveira y otros jefes que respondían a las autoridades de Montevideo. El año culminante de la guerra, del punto de vista de la pacificación del país, es sin duda el año 48, en que se retira vencida la intervención británica, y vuelven al dominio del Gobierno las plazas de Colonia y Maldonado, defendidas por las escuadras europeas”.

 

(“El Gobierno del Cerrito”, Mateo J. Magariños de Mello, Tomo I, Montevideo, 1948)

 

El “nunca más” a Don Frutos.

 

“Cerrito de la Victoria, abril 14 de 1845.

Nos, el Presidente de la República Oriental del Uruguay, General en Gefe del Ejército Unido Libertador de Argentinos y Orientales, en aquella

Por cuanto las circunstancias actuales resultantes dela derrota y fuga al territorio limitrofe del Brasil del rebelde Fructuoso Rivera, hacen indispensable, la necesidad de procurar, conforme álos usos y leyes delas Naciones la promocion delos medios justos, que aseguren p.ª en lo sucesivo la tranquilidad de esta República conservando ilesas sus buenas relaciones con los países vecinos, como obgeto del primer interes, para el bien delas Naciones, lo que solo puede lograrse impidiendo que aquel caudillo inmoral y sus secuaces queden ni aun remotamente, en actitud de poder turbar de nuevo la Paz y bien estar de estos Paises.

Por tanto, hemos venido en nombrar á nuestro Ministro de Relaciones Esteriores, Dr. D. Carlos G. Villademoros, Comisionado Especial p.ª / que representando lo conveniente, ante el Ecsmo. Sr. Presidente y General en Gefe delos Ejercitos dela Provincia del Rio Grande promueva trate y concluya los espresados obgetos conforme al uso y Leyes delas Naciones y al interes bien entendido de ambos paises, para lo cual le damos esta, en nuestro Cuartel General del Cerrito dela Victoria firmada p.r nuestra mano, sellada con el sello del Poder Ejecutivo y refrendada p.r nuestro Secretario Interino, álos catorce dias del mes de abril de mil ochocientos cuarenta y cinco.

MAN.l ORIBE.

Por orden deSu Ecselencia

José Agustín Iturriaga”.

(Hay un sello)

(Nombramiento y poder del ministro de Relaciones Exteriores, Carlos G. Villademoros, como Comisionado Especial ante el presidente de la provincia de Río Grande, con el fin de ajustar un acuerdo que asegurara las buenas relaciones entre ambos territorios limítrofes, mediante la adopción de medidas que impidieran al “rebelde” Fructuoso Rivera, refugiado en aquella provincia, perturbar la tranquilidad del Estado Oriental del Uruguay. Se respetó el texto original. “El Gobierno del Cerrito”, Mateo J. Magariños de Mello, Tomo I, Montevideo, 1948


Fuente

  • Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado (2008).
  • Gálvez, Manuel – Vida de Don Juan Manuel de Rosas – Ed. Tor – Buenos Aires (1954).
  • Portal www.revisionistas.com.ar
  • Saldías, Adolfo – Historia de la Confederación Argentina.

Fuente: www.revisionistas.com.ar