lunes, 21 de octubre de 2024

Espionaje: Casos resonantes en Sudamérica

Espionaje en América del Sur: Historias atrevidas que moldearon el continente





Introducción

El espionaje ha sido una herramienta clave en las relaciones internacionales, jugando un rol fundamental en la política, la guerra, y la diplomacia. En América del Sur, una región marcada por conflictos internos, dictaduras militares, y rivalidades geopolíticas, las historias de espionaje no solo son intrigantes, sino que también han tenido impactos profundos y duraderos. Desde la Segunda Guerra Mundial hasta el siglo XXI, las operaciones de espionaje en este continente han moldeado el curso de su historia. En este informe, exploraremos cuatro de las historias de espionaje más atrevidas y fascinantes de América del Sur: la red de espionaje nazi en Argentina durante la Segunda Guerra Mundial, la Operación Cóndor, el espionaje de la CIA en Perú durante el gobierno de Velasco Alvarado, y las operaciones de espionaje en la Guerra de las Malvinas. Estos casos destacan no solo por su audacia, sino también por sus profundas repercusiones políticas y militares.

1. La Red de Espionaje Nazi en Argentina durante la Segunda Guerra Mundial

Contexto Histórico
Durante la Segunda Guerra Mundial, Argentina ocupó una posición ambigua en el conflicto. A pesar de ser parte del continente americano, donde predominaba el apoyo a los Aliados, Argentina mantuvo una postura de neutralidad durante la mayor parte de la guerra. Esta neutralidad, sin embargo, se vio afectada por una serie de factores internos y externos que la convirtieron en un terreno fértil para las actividades de espionaje nazi. Argentina tenía una gran comunidad de inmigrantes alemanes, muchos de los cuales simpatizaban con el régimen nazi. Además, sectores de la élite argentina, incluyendo militares y políticos, mostraban simpatías hacia las potencias del Eje, lo que permitió a Alemania establecer una red de espionaje significativa en el país.
Desarrollo del caso
La red de espionaje nazi en Argentina fue una de las más sofisticadas y peligrosas de América Latina. Estaba compuesta por una variedad de agentes que operaban bajo la cobertura de empresas, organizaciones culturales y comunitarias alemanas. Uno de los agentes más conocidos fue Wilhelm Heimlich, quien actuaba como un enlace clave entre los espías alemanes en Argentina y la inteligencia militar en Berlín. Esta red se dedicaba a recolectar información sobre las actividades aliadas en América Latina, así como a sabotear los esfuerzos que pudieran apoyar la causa de los Aliados.

El espionaje nazi en Argentina no se limitó a la recolección de información. También se llevaron a cabo actos de sabotaje, como el intento de destrucción de barcos aliados en puertos argentinos. La red utilizaba códigos cifrados, radios clandestinas y agentes encubiertos para llevar a cabo sus operaciones. Sin embargo, a medida que la guerra avanzaba y la presión internacional sobre Argentina aumentaba, el gobierno argentino, bajo la presión de Estados Unidos y el Reino Unido, comenzó a tomar medidas para desmantelar estas redes.

Uno de los eventos clave fue la operación "Bolívar", un plan de inteligencia alemán para establecer una red de espionaje en toda América Latina, con Argentina como su centro neurálgico. Esta operación, aunque ambiciosa, fue finalmente detectada y neutralizada por los servicios de inteligencia aliados, con la colaboración de agentes argentinos. La captura de espías nazis en Argentina y la intervención en sus comunicaciones codificadas contribuyeron significativamente a la reducción de la influencia nazi en la región.
Impacto político y militar
El desmantelamiento de la red de espionaje nazi en Argentina tuvo importantes repercusiones tanto en la política interna como en las relaciones internacionales de Argentina. Internamente, aumentó la presión sobre el gobierno para que tomara una posición más clara a favor de los Aliados, lo que eventualmente llevó a Argentina a declarar la guerra a Alemania en 1945, aunque de manera simbólica y tardía.

Externamente, las actividades de espionaje nazi en Argentina deterioraron las relaciones con Estados Unidos y el Reino Unido, que veían al país como un refugio para los agentes del Eje. Esta situación complicó la posición diplomática de Argentina en la posguerra y afectó su relación con las potencias aliadas en los años posteriores.
Razones por las que es fascinante

Este caso es fascinante no solo por la audacia y la amplitud de las operaciones de espionaje nazi en un continente alejado del frente europeo, sino también por las implicaciones geopolíticas que tuvo. La capacidad de Alemania para establecer una red tan extensa en América Latina muestra la importancia estratégica que esta región tenía durante la Segunda Guerra Mundial. Además, la eventual desarticulación de esta red resalta la efectividad de la cooperación internacional en la lucha contra el espionaje enemigo.

2. La Operación Cóndor

Contexto histórico

La Operación Cóndor fue una campaña de represión política y terrorismo de Estado llevada a cabo por las dictaduras militares de América del Sur en las décadas de 1970 y 1980. Esta operación fue una respuesta directa a la creciente influencia de los movimientos de izquierda en la región, y a la percepción de que el comunismo estaba ganando terreno en América Latina, especialmente en el contexto de la Guerra Fría. La Operación Cóndor fue coordinada principalmente por Chile bajo el régimen de Augusto Pinochet, con la colaboración de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Estos países, bajo regímenes autoritarios, compartían información de inteligencia y colaboraban en la persecución, captura, tortura y asesinato de opositores políticos.

Desarrollo del caso
La Operación Cóndor fue esencialmente una red transnacional de espionaje y represión. Los servicios de inteligencia de los países participantes compartían información sobre exiliados políticos, activistas y sospechosos de ser subversivos. Esta red permitía a las dictaduras seguir el rastro de sus enemigos más allá de las fronteras nacionales, llevando a cabo secuestros, torturas y asesinatos en terceros países.

Un aspecto crucial de la Operación Cóndor fue su carácter clandestino y la complicidad internacional. Estados Unidos, a través de la CIA, estuvo involucrado indirectamente en la operación, brindando apoyo logístico y entrenamiento a los servicios de inteligencia latinoamericanos. Aunque la participación directa de Estados Unidos en las operaciones más brutales de Cóndor ha sido negada oficialmente, existen numerosos documentos desclasificados que indican que las autoridades estadounidenses estaban al tanto de los crímenes cometidos bajo el paraguas de esta operación.

Un caso emblemático de la Operación Cóndor fue el asesinato de Orlando Letelier, un ex ministro del gobierno de Salvador Allende en Chile, quien fue asesinado en Washington D.C. en 1976. Este asesinato, llevado a cabo por agentes de la DINA, la policía secreta chilena, con la colaboración de operativos estadounidenses, es un claro ejemplo de cómo la operación extendió sus tentáculos hasta el corazón de Estados Unidos.
Impacto político y militar
La Operación Cóndor tuvo un impacto devastador en los derechos humanos en América del Sur. Se estima que miles de personas fueron asesinadas, desaparecidas o torturadas bajo esta operación. Políticamente, la operación consolidó el poder de las dictaduras en la región, permitiéndoles eliminar a sus opositores más vehementes y mantener un control férreo sobre sus sociedades.

Militarmente, la Operación Cóndor fortaleció la cooperación entre los ejércitos y las fuerzas de seguridad de los países participantes, creando una red de colaboración que persistió incluso después de la caída de las dictaduras. Esta operación también sirvió como un ejemplo de cómo los regímenes autoritarios podían coordinarse para enfrentar amenazas percibidas, utilizando el espionaje y la represión como herramientas principales.
Razones por las que es fascinante

La Operación Cóndor es fascinante por su escala, brutalidad y la complicidad internacional que involucró. Es un ejemplo extremo de cómo el espionaje y la represión pueden ser utilizados para mantener el poder político a través de la eliminación sistemática de la disidencia. Además, la operación muestra las profundas conexiones entre los regímenes autoritarios de América del Sur y sus vínculos con potencias extranjeras durante la Guerra Fría, lo que añade una capa de complejidad geopolítica a la historia.

3. El Espionaje de la CIA en Perú durante el Gobierno de Velasco Alvarado

Contexto histórico

Durante las décadas de 1960 y 1970, Perú fue testigo de una serie de transformaciones políticas y sociales significativas bajo el gobierno revolucionario del General Juan Velasco Alvarado. Velasco llegó al poder en 1968 mediante un golpe militar y rápidamente implementó una serie de reformas radicales, incluyendo la nacionalización de industrias clave y una ambiciosa reforma agraria. Estas políticas socialistas alarmaron a Estados Unidos, que estaba profundamente preocupado por la expansión de la influencia soviética en América Latina durante la Guerra Fría. Como resultado, la CIA intensificó sus operaciones en Perú, utilizando el espionaje para desestabilizar el gobierno de Velasco y proteger los intereses estadounidenses en la región.

Desarrollo del caso
Las operaciones de espionaje de la CIA en Perú durante el gobierno de Velasco fueron extensas y variadas. La CIA reclutó a informantes dentro del gobierno peruano, infiltró organizaciones civiles y utilizó recursos económicos para financiar la oposición al régimen de Velasco. Una de las principales preocupaciones de la CIA era la nacionalización de la industria petrolera, que afectaba directamente a empresas estadounidenses que operaban en Perú. La agencia también estaba alarmada por las estrechas relaciones de Velasco con la Unión Soviética y Cuba, que representaban una amenaza directa a los intereses geopolíticos de Estados Unidos en la región.

Uno de los métodos más efectivos utilizados por la CIA fue la manipulación de la prensa y la propaganda. A través de sobornos y la infiltración de periodistas, la agencia logró influir en la opinión pública peruana, presentando a Velasco como un dictador autoritario y fomentando el descontento social. Además, la CIA llevó a cabo operaciones encubiertas para debilitar la economía peruana, exacerbando la crisis económica y creando condiciones favorables para un golpe de estado.

Finalmente, en 1975, un grupo de oficiales militares descontentos, apoyados indirectamente por la CIA, derrocó a Velasco. Este golpe marcó el fin de las reformas radicales en Perú y el retorno a políticas más alineadas con los intereses estadounidenses. La intervención de la CIA en Perú es un ejemplo clásico de la estrategia de contrainsurgencia de Estados Unidos durante la Guerra Fría, donde el espionaje y las operaciones encubiertas se utilizaron para moldear el destino político de las naciones en desarrollo.
Impacto político y militar
El impacto político de las operaciones de la CIA en Perú fue profundo. El derrocamiento de Velasco representó una victoria para Estados Unidos en su lucha contra la expansión del socialismo en América Latina. Políticamente, el golpe puso fin a las reformas radicales y restauró un régimen más conservador y alineado con los intereses occidentales.

Militarmente, el caso de Perú subrayó el papel de las fuerzas armadas como actores clave en la política latinoamericana, particularmente en contextos de inestabilidad económica y social. La intervención de la CIA también reforzó la percepción de que Estados Unidos estaba dispuesto a intervenir en los asuntos internos de los países latinoamericanos para proteger sus intereses estratégicos.
Razones por las que es fascinante

El espionaje de la CIA en Perú es fascinante por su complejidad y por las implicaciones geopolíticas que tuvo en la región. Este caso ilustra cómo el espionaje se utilizó no solo para recolectar información, sino también para influir activamente en el curso de los eventos políticos. Además, el derrocamiento de Velasco es un recordatorio de la influencia de la Guerra Fría en América Latina y de cómo las superpotencias utilizaron tácticas encubiertas para asegurar su dominio en el hemisferio occidental.

4. El espionaje en la Guerra de las Malvinas (1982)

Contexto histórico

La Guerra de las Malvinas fue un conflicto armado entre Argentina y el Reino Unido que tuvo lugar en 1982 por la soberanía de las Islas Malvinas. Este conflicto, aunque breve, fue extremadamente intenso y se caracterizó por la alta tecnología y el espionaje utilizado por ambas partes para obtener ventajas estratégicas. Para Argentina, la guerra representaba una oportunidad para reafirmar su soberanía sobre las islas, mientras que para el Reino Unido, era un asunto de honor nacional y control territorial. El espionaje jugó un papel crucial en el desarrollo y desenlace del conflicto.

Desarrollo del caso
El espionaje en la Guerra de las Malvinas fue sofisticado y vital para ambas partes. Desde el principio, el Reino Unido empleó sus vastos recursos de inteligencia, incluyendo satélites espía, interceptación de comunicaciones y la colaboración de servicios de inteligencia aliados, como la NSA de Estados Unidos. Una de las operaciones más exitosas fue la interceptación de comunicaciones militares argentinas, lo que permitió al Reino Unido anticipar movimientos estratégicos y tácticos del enemigo.

Por su parte, Argentina también realizó esfuerzos significativos para espiar a las fuerzas británicas. Aunque carecía de la tecnología avanzada de sus contrapartes británicas, Argentina utilizó agentes encubiertos en Europa para obtener información sobre los preparativos británicos y utilizó redes de espionaje en América Latina para tratar de monitorear las actividades de la flota británica.

Uno de los momentos más críticos de la guerra fue la utilización de inteligencia por parte del Reino Unido para coordinar ataques precisos contra las fuerzas argentinas. La inteligencia obtenida permitió a los británicos lanzar ataques aéreos y navales que resultaron decisivos, como el hundimiento del crucero argentino ARA General Belgrano, un punto de inflexión en el conflicto. La guerra, que culminó con la rendición de las fuerzas argentinas y la recuperación británica de las islas, fue un ejemplo claro de cómo el espionaje puede influir directamente en los resultados militares.
Impacto político y militar

El espionaje en la Guerra de las Malvinas tuvo un impacto significativo en el resultado del conflicto. La capacidad del Reino Unido para interceptar y utilizar información clave le dio una ventaja decisiva, que fue fundamental para su victoria. Políticamente, la victoria británica reafirmó el control del Reino Unido sobre las Malvinas, fortaleció el gobierno de Margaret Thatcher y tuvo un profundo impacto en la política interna de Argentina, contribuyendo a la caída de la dictadura militar que gobernaba el país en ese momento.

Militarmente, la Guerra de las Malvinas fue un conflicto moderno en el que la inteligencia y el espionaje jugaron un papel central, demostrando la importancia de la tecnología de información en la guerra contemporánea. La guerra también resaltó las limitaciones de las capacidades militares de Argentina, que no pudo igualar la superioridad tecnológica y de inteligencia del Reino Unido.
Razones por las que es fascinante

La Guerra de las Malvinas es fascinante por la rapidez y la intensidad con la que se desarrolló, así como por el papel crítico que jugó el espionaje. Este conflicto demuestra cómo la inteligencia puede ser un factor decisivo en la guerra moderna, donde la información a menudo es tan valiosa como el poderío militar. Además, la guerra tuvo profundas consecuencias políticas y sociales, no solo para los países involucrados, sino también para la comunidad internacional.

Conclusión

El espionaje ha sido una herramienta esencial en la historia de América del Sur, moldeando no solo la política interna de los países, sino también sus relaciones internacionales. Desde la red nazi en Argentina hasta la Guerra de las Malvinas, estas historias de espionaje destacan por su audacia y sus profundas repercusiones. A lo largo de la historia, el espionaje ha sido una constante en la lucha por el poder y la influencia en América del Sur, y estos casos sirven como recordatorio de las complejas y, a menudo, oscuras dinámicas que han dado forma al continente.

La historia del espionaje en América del Sur es una historia de intriga, poder y, en muchos casos, tragedia. Estos eventos, aunque a menudo ocultos a la vista del público en su momento, han tenido un impacto duradero en la región, influyendo en el curso de su historia de maneras profundas y a veces inesperadas. A medida que la tecnología avanza y las tensiones geopolíticas continúan, es probable que el espionaje siga siendo una herramienta clave en la política internacional de América del Sur, y nuevas historias de espionaje continúen emergiendo en las décadas por venir.

EMcL para FDRA

SSK: ¿Cómo son los Scorpene Evolved que quiere el CFS?

domingo, 20 de octubre de 2024

Infantería: Potencia de fuego del infante a fines del siglo 19

Potencia de fuego de la infantería de finales del siglo XIX

Weapons and Warfare






Un oficial francés, el coronel Ardant du Picq, más que la mayoría, percibió que las altas cadencias de fuego y el largo alcance de las armas modernas significaban que la batalla en orden cerrado ya no era posible:

El combate antiguo se libraba en grupos muy juntos, en un espacio pequeño, en campo abierto, a la vista de los demás, sin el fuerte ruido de las armas actuales. Los hombres en formación marchaban hacia una acción que tenía lugar en el lugar y no los alejaba miles de pies del punto de partida. La vigilancia de los líderes era fácil, la debilidad individual se controlaba de inmediato. La consternación general por sí sola causaba la huida.

Hoy en día, la lucha se lleva a cabo en espacios inmensos, a lo largo de líneas finas que se rompen a cada instante por los accidentes y obstáculos del terreno. Desde el momento en que comienza la acción, tan pronto como hay disparos de fusil, los hombres se dispersan como tiradores o, perdidos en el inevitable desorden de la marcha rápida, escapan a la supervisión de sus oficiales superiores. Un número considerable de ellos se ocultan, se alejan del combate y disminuyen en la misma medida el efecto material y moral y la confianza de los valientes que quedan. Esto puede provocar la derrota.


Concluyó que las antiguas formas de combate en orden cerrado deben ser reemplazadas, argumentando que

El combate requiere hoy, para dar los mejores resultados, una cohesión moral, una unidad más vinculante que en cualquier otro momento. Es tan cierto como claro que, si no se desea que los lazos se rompan, hay que hacerlos elásticos para fortalecerlos.

Su conclusión táctica fue que la infantería debería luchar en orden abierto en el que pudiera maximizar la eficacia de sus armas y protegerse del fuego enemigo:

Los fusileros colocados a mayores intervalos estarán menos desconcertados, verán más claramente, estarán mejor vigilados (lo que puede parecer extraño) y, en consecuencia, dispararán mejor que antes.

Había visto a los hombres bajo fuego, había comprendido sus acciones y argumentó que su instinto de buscar refugio de la tormenta de fuego era correcto, pero que necesitaba ser controlado y organizado:

¿Por qué el francés de hoy, en singular contraste con el [antiguo] galo, se dispersa bajo el fuego? Su inteligencia natural, su instinto bajo la presión del peligro lo lleva a desplegarse. Su método debe ser adoptado… debemos adoptar el método del soldado y tratar de poner algo de orden en él.


Du Picq, quien fue asesinado en 1870 al comienzo mismo de la guerra franco-prusiana, ofreció un brillante análisis de los problemas planteados por la nueva potencia de fuego. Pero las potencias europeas encontraron la manera de resolver el problema a través de la dura experiencia, particularmente en las guerras de unificación alemana que enfrentaron a Prusia contra Austria (1866) y Francia (1870-1). En 1815, Alemania se había convertido en una confederación de treinta y nueve estados y ciudades individuales, dominada por Prusia en el norte y Austria en el sur. El año 1848 planteó la perspectiva de una unión plena del pueblo alemán. Mientras Austria y Prusia se unían contra el espectro del liberalismo, se convirtieron en rivales por el liderazgo en Alemania. Las tensiones subsiguientes inevitablemente preocuparon profundamente a Francia, cuyos gobernantes temían un estado fuerte en su frontera oriental. Bajo Bismarck, ministro-presidente prusiano después de 1862, Prusia jugó la carta nacional. En 1866, las tensiones entre Prusia y Austria estallaron en guerra.



El sistema militar prusiano había sido reformado a fondo después de que Napoleón lo aplastara en Jena en 1806. El acontecimiento crucial fue el crecimiento de un Gran Estado Mayor, incorporado por ley en 1814. Se seleccionaron oficiales brillantes para lo que era efectivamente una hermandad militar, encargados del estudio continuo del arte de la guerra y de la elaboración y revisión de planes. Esencialmente un sistema de gestión, a la larga demostró ser brillantemente adecuado para controlar ejércitos grandes y complejos. El Estado Mayor prusiano, gracias a su éxito en las guerras de 1866 y 1870-1, adquirió un enorme prestigio y una influencia decisiva en los asuntos militares. Los oficiales del Estado Mayor formaban grupos especializados, como los que se ocupaban de los ferrocarriles, y eran hábiles para detectar formas en que la nueva tecnología podía adaptarse para usos militares. En última instancia, cada general al mando de un ejército tenía un jefe de Estado Mayor que tenía derecho a apelar si no le gustaban los planes de su superior. Para evitar que estos oficiales perdieran el contacto con la realidad militar, se les rotaba a través de períodos regulares de servicio en regimientos de línea. El Estado Mayor prusiano presidía un ejército de 300.000 hombres reclutados mediante una forma de reclutamiento altamente selectiva. Estos estaban respaldados por 800.000 reservistas, cada uno de los cuales a la edad de 32 años pasaba a la milicia o Landwehr, que solo sería convocada en caso de emergencia. En 1859, Prusia había intentado moverse para apoyar a Austria contra Francia, pero la movilización de los alemanes fue un fracaso. El ejército austríaco no había logrado una rápida concentración, por lo que el Estado Mayor prestó especial atención al uso de los ferrocarriles para que las tropas pudieran llegar rápidamente al frente. Al mismo tiempo, los batallones de reserva y regulares estaban firmemente adscritos a los distritos militares locales, de modo que ambos se conocían.

En 1866, las tensiones entre Prusia y Austria por el liderazgo de Alemania condujeron a la guerra. Prusia tenía sólo la mitad de la población de su adversario y los austríacos contaban con un ejército de reclutas de larga data de 400.000 hombres que, en teoría, podrían atacar primero en territorio enemigo. Sin embargo, el ejército austríaco no podía concentrarse rápidamente porque sus unidades se utilizaban para la seguridad interna, estaban tan dispersas que los hombres siempre eran extraños para la gente que guarnecían. De este modo, Prusia tuvo tiempo de convocar a sus reservas y tomar la iniciativa bajo el mando de Helmuth von Moltke. Además, la ventaja numérica austríaca se vio parcialmente anulada porque Prusia se alió con Italia, lo que obligó a Austria a enviar un ejército allí. En Italia, en 1859, las fuerzas austríacas no habían logrado implementar tácticas de potencia de fuego y se habían visto abrumadas por los ataques directos (y muy costosos) franceses. Ahora estaban armados con un buen fusil Lorenz de avancarga, pero pensaban que debían mantener unidas a sus tropas en grandes unidades que estuvieran entrenadas para lanzar cargas con bayoneta. Además, conscientes de la insuficiencia de su cañón en Italia, los austríacos habían comprado una excelente artillería estriada de retrocarga.



Moltke envió tres ejércitos a lo largo de cinco vías férreas para atacar Austria a través de Bohemia, para concentrarlos contra la fuerza principal del enemigo. Al final, dos de estos ejércitos se enfrentaron a los austríacos en su posición fuerte y parcialmente fortificada en Sadowa/Königgrätz el 3 de julio de 1866. Cada bando tenía unos 220.000 hombres. La lucha fue feroz, pero los prusianos resistieron hasta que llegó su tercer ejército para obtener la victoria. Las tácticas de infantería prusianas fueron la revelación de Sadowa. En 1846, el ejército prusiano había adoptado un fusil de retrocarga, el cañón de aguja Dreyse. Este tenía una cadencia de disparo potencial de unos cinco disparos por minuto y podía cargarse y dispararse desde la posición boca abajo. El Dreyse fue despreciado por otros ejércitos: carecía de alcance porque el sello de gas en la recámara era inadecuado y se temía que una cadencia de fuego tan alta animara a los soldados a desperdiciar su munición antes de cargar contra el enemigo, sobrecargando así las líneas de suministro. En Sadowa, la artillería austríaca causó muchos daños, pero el fuego rápido del Dreyse a corta distancia acabó con los austríacos, cuyas fuerzas estaban agrupadas en grandes unidades cerradas, muy vulnerables a este tipo de tormenta de fuego. El coronel británico G.F.R. Henderson comentó que los prusianos no cargaban con la bayoneta hasta que el enemigo había sido destruido por la fusilería: “Los alemanes dependían del fuego, y sólo del fuego, para vencer la resistencia del enemigo: la carga final era una consideración completamente secundaria”.

A pesar de lo importante que fue el Dreyse, la verdadera clave para la victoria era táctica y organizativa. Moltke, como Clausewitz, comprendió la fluidez de la batalla y el problema del control:

Son diversas las situaciones en las que un oficial tiene que actuar basándose en su propia visión de la situación. Sería un error si tuviera que esperar órdenes en momentos en los que no se pueden dar. Pero sus acciones son más productivas cuando actúa dentro del marco de la intención de su comandante superior.

Desarrolló lo que más tarde se llamaría la doctrina de tácticas de misión (Auftragstaktik), según la cual los oficiales subordinados, incluso hasta el nivel de pelotón, recibían instrucciones sobre las intenciones del comandante general, pero se les dejaba que encontraran su manera de lograr este fin. En Sadowa, los prusianos hicieron valer su potencia de fuego de infantería al acercarse al enemigo en terrenos boscosos donde la potente artillería austríaca no podía alcanzarlos. Esto les permitió disparar contra las apretadas filas austríacas mientras sus oficiales subalternos los conducían por los flancos enemigos. El fuego y el movimiento fueron la solución al enigma tan hábilmente propuesto por du Picq.

Esto fue posible porque los oficiales subalternos del ejército prusiano estaban completamente entrenados y comprendían la necesidad de aceptar la responsabilidad por el progreso de sus soldados, y los oficiales de estado mayor rotaban por las unidades de combate y comunicaban lo que querían los comandantes superiores. Además, en el núcleo del ejército prusiano había un excelente cuerpo de suboficiales de largo plazo muy capaces de apoyar a sus oficiales. En Sadowa, los austríacos sufrieron 6.000 muertos, más de 8.000 heridos y aproximadamente la misma cantidad de desaparecidos, y concedieron 22.000 prisioneros. Los prusianos perdieron 2.000 muertos y 6.000 heridos. Austria firmó la paz casi inmediatamente y Prusia se apoderó de todos los estados del norte de Alemania, mejorando enormemente su capacidad militar. La lección obvia de Sadowa fue la potencia de fuego. El mariscal de campo austríaco Hess articuló otra muy claramente: "Prusia ha demostrado de manera concluyente que la fuerza de una fuerza armada deriva de su preparación. Las guerras ahora suceden tan rápidamente que lo que no está listo al principio no estará listo".

Con el tiempo… y un ejército preparado es dos veces más poderoso que uno medio preparado. El principio de atacar primero se convertiría en un artículo de fe entre los estados mayores de Europa en los años hasta 1914.

El ascenso de Prusia amenazaba a la Francia de Napoleón III. El sobrino del gran Napoleón había aprovechado la turbulencia de la Segunda República para tomar el poder y declarar el Segundo Imperio en 1852. Defendía, sobre todo, el dominio de Francia en los asuntos europeos. La victoria prusiana en 1866 fue, por tanto, un golpe a los cimientos mismos del régimen, y todos los partidos de la vida pública francesa consideraron a partir de entonces la guerra con Prusia como inevitable. Esto centró la atención en el ejército francés, un cuerpo de reclutas de largo plazo muy parecido al austríaco pero con mucha más experiencia de combate. Sin embargo, carecía de una fuerza de reserva, mientras que los oficiales y suboficiales franceses disfrutaban de bajos salarios y estatus y sufrían un sistema de ascensos estreñido. Había un Estado Mayor, pero sus oficiales formaban una pequeña élite que tenía poco que ver con el ejército en su conjunto. En todos los niveles hubo una ausencia de iniciativa, en parte porque Napoleón, aunque carecía de una verdadera capacidad militar, cultivó el «mito napoleónico» del líder heroico y omnipotente.

En reacción a Sadowa, los franceses adoptaron un nuevo fusil de retrocarga, el chassepot. Este tenía un excelente mecanismo de recámara que duplicaba tanto la cadencia de tiro como, a 1.200 metros, el alcance efectivo del Dreyse. Sorprendentemente, se desarrolló la metrailleuse, una ametralladora rudimentaria, pero estaba rodeada de una seguridad tan estricta que las tropas nunca pudieron integrarla en sus tácticas. Debido a que estas armas eran costosas, el cañón de ánima lisa de Napoleón de 1859 siguió siendo la pieza de artillería dominante. En 1868 se aprobó una ley para crear una reserva cuyos miembros acabarían pasando a formar parte de una milicia territorial, la garde mobile. Pero Napoleón era impopular, la Asamblea Legislativa obstruyó la ley y, por lo tanto, el sistema apenas funcionaba en 1871.

Los franceses decidieron que, tácticamente, las nuevas armas favorecían la defensa, por lo que agruparon a los soldados en grandes unidades sólidas para producir una potencia de fuego masiva, negando cualquier flexibilidad a los comandantes locales y dejando a las unidades expuestas al riesgo de ser flanqueadas; de hecho, el sistema francés estaba altamente centralizado y dependía de la voluntad y la capacidad del emperador. Peor aún, a pesar de las intenciones y los pronunciamientos belicosos, no se hicieron planes reales para la guerra contra Prusia. Esto anuló la ventaja clave de un ejército permanente, que podía atacar primero antes de que un enemigo que dependía del reclutamiento pudiera reunir sus fuerzas. Además, el ejército francés estaba muy disperso. Sus tropas se utilizaban para la seguridad interna, por lo que las unidades se dispersaron y no se les permitió servir en sus áreas de origen.

Cuando estalló la guerra en 1871, los franceses planearon movilizar y concentrar sus ejércitos en la frontera de Metz y Estrasburgo, pero la planificación del Estado Mayor fue inútil. Las carreteras y vías férreas congestionadas y la escasa atención a la logística convirtieron este proceso en una pesadilla. A finales de julio, cuando Napoleón llegó a Metz para asumir el mando, apenas habían llegado 100.000 de los 150.000 soldados, y sólo 40.000 de los 100.000 habían llegado a Estrasburgo. El sistema de reserva funcionaba tan lentamente que no había apoyo para los regulares, mientras que la guardia móvil carecía por completo de entrenamiento, equipamiento y, en algunos lugares, era abiertamente desleal. Los suministros de pan y otros artículos esenciales fallaron, mientras que hubo indisciplina e incluso quejas explícitas contra el régimen. Pero tal vez el factor clave en la propagación de la desmoralización fue que, en ausencia de planes, Napoleón vacilaba.

Los franceses habían proyectado originalmente un avance hacia la delicada unión entre el norte y el sur de Alemania. Luego pasó a primer plano la idea de una postura defensiva para repeler un ataque prusiano. La esperanza de una intervención austríaca, tal vez apoyada por los estados del sur de Alemania que detestaban a Prusia, llevó al establecimiento de fuerzas poderosas en Estrasburgo. Esta fuerza, bajo el mando del mariscal Maurice MacMahon, estaba bastante aislada de la fuerza principal de Napoleón en torno a Metz por las montañas de los Vosgos. Los comandantes superiores de Napoleón no tenían claro cuál de estas opciones, si es que había alguna, se iba a adoptar, ya que ninguna de ellas había sido debidamente pensada y planificada. Esa vacilación se contagió rápidamente a los soldados, pues los ejércitos son muy sensibles a ese tipo de dudas. Aquí, pues, había un ejército sin estrategia, dirigido por un gobernante vacilante atormentado por una dolorosa enfermedad pero muy consciente de que su régimen necesitaba el éxito militar.

En cambio, los prusianos eran devotos creyentes de la velocidad y su planificación permitió a Moltke enviar tres ejércitos a la frontera, donde la inacción francesa les permitió organizarse con tranquilidad. Estaban respaldados por un flujo constante de reservas, de modo que las fuerzas prusianas superaron rápidamente en número a las francesas. El proceso de concentración no fue perfecto en absoluto y el traslado de tropas y suministros fuera de la estación principal provocó congestión. Para ambos ejércitos, la frontera con sus colinas y ríos planteó problemas considerables. Moltke dirigió Sadowa, Moltke había ordenado que sus fuerzas superiores se unieran a las de los franceses. Desde Sadowa, había sistematizado las tácticas de modo que la fuerza de ataque estándar era ahora la compañía de 250 hombres. Además, Moltke había observado las fuertes pérdidas infligidas a su infantería por la artillería austríaca y había comprado cañones estriados Krupp. No se sabía cuál era la mejor manera de utilizarlos, pero en su mayoría se colocaron cerca del frente para apoyar a la infantería. Al final de la batalla de Sadowa, los austríacos habían lanzado una carga de su caballería pesada para cubrir su retirada, pero fue destrozada por el fuego de los fusiles. Como consecuencia, la caballería prusiana estaba ahora muy bien entrenada para un papel activo en el reconocimiento, que desempeñó con gran eficacia.

El primer encuentro de la guerra, en Wissembourg el 4 de agosto de 1870, marcó el modelo. El príncipe heredero de Prusia, con 60.000 hombres y 144 cañones, se topó con una única división de 8.000 franceses con doce cañones, bien atrincherados y protegidos por los edificios de la ciudad. Los ataques frontales contra el intenso fuego de los cañones de la infantería francesa, bien atrincherada, le costaron caro a los prusianos. Sin embargo, la artillería prusiana avanzó para bombardear las posiciones francesas; los pocos y desbordados cañones franceses no pudieron responder. Esto permitió a la infantería prusiana trabajar alrededor de los flancos franceses y forzar una retirada. Pero contra una única división, los prusianos sufrieron 1.500 bajas, casi tantas como contra un vasto ejército austríaco en Sadowa, aunque infligieron 2.000. Al final, salieron victoriosos en cinco batallas importantes. El fracaso del mando francés es más que evidente, ya que incluso en la única ocasión en que no se vieron superados en número, no lograron ganar.

No se puede decir que el nivel de mando de ambos bandos fuera muy alto. El 18 de agosto, en Gravelotte, 30.000 prusianos atacaron las hileras de trincheras que se elevaban hasta Saint Privat: avanzaron en una formación que prácticamente era la del siglo XVIII: una delgada línea de escaramuza sucedida por medios batallones respaldados en una tercera línea por batallones concentrados. Demasiados oficiales superiores eran simplemente anticuados o desconfiaban de los nuevos métodos de Auftragstaktik, que Moltke había aplicado en Sadowa. A los pocos minutos de lanzar su asalto, habían perdido 5.000 hombres. Poco a poco, pequeñas unidades al mando de oficiales subalternos se desplegaron, ampliando y adelgazando la línea de ataque, mientras veintiséis baterías de artillería de campaña bombardeaban las posiciones francesas, que fueron capturadas, causando 8.000 bajas. Alrededor del 70 por ciento de las bajas alemanas fueron causadas por fuego de fusil, pero aproximadamente la misma proporción de bajas francesas fueron causadas por proyectiles explosivos. Los franceses nunca adaptaron realmente sus tácticas al agresivo ataque de la artillería prusiana. Sus comandantes estaban paralizados por un estricto control central y eran reacios a tomar cualquier iniciativa que en ocasiones podría haberles arrebatado la victoria. En Mars-la-Tour, el 18 de agosto, el general Cissey vio una oportunidad de destruir a los prusianos y ordenó a sus hombres que formaran columnas de ataque, pero ellos se negaron, reflejando su desconfianza hacia el alto mando que no había desarrollado métodos sensatos de ataque.

Los prusianos aislaron a Napoleón III y su ejército en Metz, luego llegaron a París el 19 de septiembre, donde Napoleón había sido derrocado y Gambetta había formado un nuevo Gobierno de Defensa Nacional francés que se negó a rendirse. Como resultado, la ciudad fue bombardeada y después de la capitulación de Metz el 29 de octubre, se estableció un asedio cerrado. Un gran número de reservistas franceses nunca llegaron al frente activo. Concentrados en el Loira, amenazaron al ejército prusiano allí e incluso lograron reconquistar Orleans el 10 de noviembre. Pero finalmente París se hundió en la hambruna y el 28 de enero de 1871 se acordó un armisticio que condujo a la paz. La Nueva República intentó librar una guerra popular llamando a todos los hombres a las armas, y los prusianos sufrieron algunas bajas a manos de una abigarrada mezcla de francotiradores, civiles, desertores e irregulares que disparaban a los invasores. Pero el pueblo francés no veía sentido en continuar una guerra perdida y se negó a apoyarla, por lo que nunca se desarrolló una guerra de guerrillas.

La guerra franco-prusiana produjo un cambio dramático en el equilibrio de poder en Europa, simbolizado por la proclamación del Imperio Alemán en Versalles el 18 de enero de 1871. El nuevo Reich se convirtió en la potencia europea dominante. Esto fue un triunfo para la profesionalidad del ejército prusiano y sus tácticas agresivas. A primera vista, un ejército europeo bien entrenado había demostrado dos veces en cinco años que podía llevar la guerra a una conclusión rápida y exitosa. El papel del Estado Mayor había sido vital y, como resultado, fue ampliamente copiado. Pero los problemas logísticos del ejército alemán en 1866 y 1871 habían sido bastante importantes y los soldados a menudo habían terminado buscando comida, con resultados nefastos para el campo que tenían a su merced. Pero estas guerras se libraron cerca de bases en un continente con buenas comunicaciones y durante períodos cortos.

Crisis del Beagle: Los Fennec que cazarían Hunters

sábado, 19 de octubre de 2024

Argentina: Sobre cómo la Revolución Libertadora moldeó el pensamiento militar

Bajo la égida de Aries


Por Esteban McLaren



Durante la Segunda Guerra Mundial, al igual que en la Primera Guerra Mundial, Argentina mantuvo una postura oficial de neutralidad durante gran parte del conflicto. Sin embargo, en el interior de las fuerzas armadas, especialmente en el Ejército, se desarrollaron tensiones entre distintas facciones que debatían cuál debería ser la verdadera posición del país en la contienda. Una de estas facciones se articuló en torno al Grupo de Oficiales Unidos (GOU), un sector que simpatizaba con el régimen nazi y que, hasta 1943, promovía la entrada de Argentina en la guerra... ¡del lado del Eje! Tras el exitoso golpe de Estado de ese mismo año, esta facción tomó el control del gobierno y preparó el terreno para que su candidato, Juan Domingo Perón, asumiera la presidencia en las elecciones de 1946.

Perón, hijo de inmigrantes italianos, asumió la presidencia inicialmente como un mandatario constitucional. No obstante, pronto comenzó a implementar una serie de reformas destinadas a silenciar a la oposición y consolidar su permanencia en el poder. Aprovechó los fondos acumulados durante la favorable balanza comercial de la guerra para ganar apoyos mediante sobornos, subsidios y otros mecanismos corruptos que le permitieron manipular las instituciones a su favor. El uso indebido de fondos públicos fue notorio: individuos sin recursos se convirtieron en millonarios, medios de comunicación opositores fueron cerrados o comprados, y las voces disidentes fueron sistemáticamente perseguidas y, en algunos casos, torturadas.

En este contexto, la facción de las fuerzas armadas que había sido marginada tras el golpe de 1943, simpatizante de los Aliados, comenzó a reorganizarse lentamente. El objetivo de este trabajo es analizar los patrones recurrentes en las fuerzas antiperonistas o constitucionalistas que influyeron en la actividad político-militar interna de Argentina, especialmente durante el periodo de 1955 a 1988, cuando estas fuerzas jugaron un rol clave en la política del país.

La facción pro-Aliada

Las primeras manifestaciones de esta facción del ejército probablemente se hicieron evidentes en el fallido intento de golpe de Estado de 1951. Lo que caracterizó a este grupo dentro de las fuerzas armadas fue su enfoque en la acción. Eran hombres formados en la profesión militar, y como tales, tendían a interpretar los problemas bajo la lógica de la dicotomía amigo-enemigo. Su respuesta ante cualquier desafío fue siempre de naturaleza militar: una vez identificada la amenaza, se delimitaba al enemigo concreto y se actuaba militarmente para atacarlo, perseguirlo y, si era posible, destruirlo.

Un ejemplo temprano de esta conducta lo representa el almirante Benjamín Gargiulo, fundador de la Infantería de Marina de la Armada de la República Argentina (IMARA), quien incorporó el espíritu de los marines estadounidenses en la preparación y alistamiento de sus tropas. Durante el fallido golpe del 16 de junio de 1955, y tras ver frustrados sus esfuerzos, Gargiulo decidió suicidarse, un acto que sorprendió a muchos. Este tipo de coraje y honor militar se reflejaría 27 años después en la batalla de Monte Tumbledown, donde la infantería de marina demostró un valor excepcional en la defensa de Puerto Argentino durante la Guerra de Malvinas.

Esta conducta contrasta radicalmente con la de Juan Domingo Perón, quien, en medio de la Revolución Libertadora de 1955, dudó en atacar a los insurgentes. Durante ese levantamiento, una minoría rebelde se enfrentó a una mayoría leal y no se rindió. Sólo el 18% de las tropas se rebelan contra Perón. Lonardi, líder de la rebelión, mantenía la firme postura de no ceder ni negociar con Perón. En ese contexto, aunque nunca quedó claro qué pensaba exactamente Perón —ni lo aclaró en entrevistas o memorias—, se puede asumir que creyó que los rebeldes querían negociar con él algún reparto del poder, acostumbrado como estaba de negociar en la política. Esta suposición lo llevó a ordenar la retirada de sus fuerzas o, por lo menos, a no ejecutar un asalto final una vez rodeadas las mismas. La consecuencia de ello fue que permitió a los insurgentes reagruparse y continuar la ofensiva. Apenas reacomodadas sus tropas, la primera medida de Lonardi fue decretar el arresto de Perón, de lo que naturalmente sobrevendría su juzgamiento y, nunca podemos descartar, su ajusticiamiento. Ello puso fin a su gobierno y Perón cayó en la cuenta que estaba frente a militares en serio, no en chantas como él.


La Revolución Libertadora y la formación de oficiales

Esta Revolución Libertadora, que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón en 1955, dejó una huella profunda en la composición de los oficiales del Ejército Argentino. Este proceso comenzó con purgas masivas de oficiales considerados leales al peronismo y la reincorporación de aquellos que se identificaban con las fuerzas antiperonistas. Este movimiento, liderado por la Revolución Libertadora entre 1955 y 1956, tuvo efectos disruptivos en el escalafón del Ejército, alterando de manera significativa su estructura de mando y afectando profundamente la carrera de numerosos oficiales​ (Mazzei, 2013).

La purga de los oficiales peronistas implicó la retirada forzosa de aproximadamente 500 oficiales, muchos de los cuales pertenecían a las promociones 60 a 74 del Colegio Militar. Este proceso incluyó tanto a oficiales de infantería (53%) como de caballería y artillería​. Estas vacantes fueron llenadas por oficiales que, en muchos casos, no estaban tan actualizados o eran menos capacitados, lo que generó un efecto de debilitamiento en los cuadros superiores del Ejército​.

Además, la Revolución Libertadora reincorporó a alrededor de 180 oficiales antiperonistas que habían sido separados previamente, muchos de los cuales alcanzaron altos grados dentro de la estructura militar, incluso llegando a generales​. La restauración de estos oficiales consolidó la influencia de una facción militar con una visión conservadora y antiperonista, que jugaría un rol crucial en los años venideros.


Los "azules" y la consolidación del poder militar

Tras el golpe, la facción conocida como los "azules" emergió como la predominante dentro del Ejército, consolidando su control durante las décadas de 1960 y 1970. Esta facción, bajo el liderazgo de figuras como Alejandro Lanusse y Alcides López Aufranc, impuso una visión militarista y conservadora que influenció tanto la política interna como la participación de Argentina en conflictos territoriales y la guerra antisubversiva. Esta facción logró mantenerse en el poder mediante una red de lealtades internas y a través del control de los ascensos y retiros dentro de la institución militar.

La herencia ideológica y operativa

El impacto de la Revolución Libertadora no solo se limitó a una reconfiguración del escalafón militar, sino que estableció una doctrina que influiría en eventos clave de la historia argentina, como la lucha antisubversiva y el conflicto en las Islas Malvinas en 1982. La obra subraya cómo esta ideología militarista promovía la intervención violenta tanto en conflictos internos como externos, en defensa de la "soberanía nacional" y la estabilidad del orden interno.

Este cambio en la composición y perfil de los oficiales influyó notablemente en las decisiones militares que se tomaron en los años siguientes, particularmente en la manera en que el Ejército enfrentó la guerra antisubversiva y los conflictos territoriales. La formación de estos cuadros durante la Revolución Libertadora y su posterior consolidación en el poder imprimió una marcada agresividad en la toma de decisiones, reflejada en el enfoque duro hacia la lucha antisubversiva durante la dictadura militar, que vio el surgimiento de una estrategia de represión violenta contra cualquier amenaza percibida al orden establecido.

Además, la configuración de un alto mando que favorecía el uso de la fuerza y una perspectiva nacionalista influyó en la decisión de involucrarse en el conflicto por el Canal de Beagle con Chile en los años 70, y más tarde, en la invasión de las Islas Malvinas en 1982. La ideología dominante en estos cuadros militares, forjada en la Revolución Libertadora y consolidada en las décadas siguientes, promovía una visión del Ejército como defensor de la soberanía nacional frente a enemigos externos y de orden interno frente a las subversiones percibidas​​.

Los militares profesionales formados bajo esta doctrina operaban bajo una única premisa: todos los problemas se resolvían militarmente. Sin ambigüedades. Observaban la situación, identificaban al enemigo, planificaban el ataque y lo ejecutaban sin titubeos, utilizando la fuerza o la amenaza de ésta. El primer gran enemigo de esta corriente fue el némesis de esta filosofía: el dictador Juan Domingo Perón. Después, las pugnas internas entre facciones no tardaron en emerger: Azules contra Colorados, las revueltas y los enfrentamientos militares que se sucedieron durante décadas.


M4 Sherman Firefly del RCT 8 de Magdalena sobre la pista de la Base Aeronaval de Punta Indio en 1965.

La resolución de los conflictos siempre fue llevada al extremo. El intento de golpe de 1951, el bombardeo del 16 de junio de 1955 sobre Plaza de Mayo, el golpe definitivo del 13 de septiembre de 1955, los fusilamientos de León Suárez y los golpes a lo largo de los años 60 no dejaron lugar a dudas sobre el enfoque de esta facción. El 3 de abril de 1965, el Regimiento de Caballería de Tanques n.º 8 de Magdalena atacó con brutalidad la Base Aeronaval de Punta Indio tras ser bombardeado por aviones navales con cohetes y napalm. Este nivel de agresión desenfrenada era la norma. Esta mentalidad, influenciada por un espíritu del blitzkrieg, dominó la escena durante la guerra contra la subversión, los conflictos limítrofes con Chile que llegaron al borde de una guerra total en 1978, y finalmente el desenlace épico de la recuperación de las Islas Malvinas. La planificación de la operación Soberanía y la operación Tronador fueron obras de arte: llenas de creatividad en la estrategia, anticipación cinco pasos la respuesta de las fuerzas chilenas, un compendio de todo lo que la oficialidad había aprendido al pie de la letra en la doctrina más moderna del momento.

El camino de la respuesta militar no se detuvo ahí. Las rebeliones carapintadas y la brutal recuperación del Regimiento de Infantería Mecanizada n° 3 en La Tablada marcaron el epílogo de una generación de militares que había nacido para la guerra y que, muchas veces incapaz de resolver cualquier cuestión de otra manera, optó siempre por el empleo de la fuerza militar como su principal respuesta.

Los efectos negativos de esta manera de resolver los conflictos fueron evidentes en la condena social hacia los métodos utilizados durante la guerra antisubversiva. La derrota en Malvinas fue el golpe final para este enfoque. No solo se lamentó la pérdida de vidas, sino también la herida profunda al orgullo nacional.

Desde una perspectiva positiva, los militares argentinos ejercían su profesión como el eje rector de su toma de decisiones, con una coherencia implacable. A pesar de los errores, indecisiones y excesos, e incluso de las brutalidades cometidas, sus acciones se alineaban con una estricta planificación militar. Hubo también momentos de gran destreza, como la Operación Rosario, un asalto anfibio ejecutado con brillantez sobre una guarnición enemiga, cumpliendo el objetivo estricto de no causar bajas al adversario. Asimismo, Argentina fue el primer país en erradicar dos movimientos terroristas, uno urbano y otro rural, en una sola operación: un ataque simultáneo, descentralizado y audaz que involucró a todas las unidades policiales y militares en la neutralización de los escondites insurgentes. Sin embargo, esta guerra fue posteriormente juzgada por la justicia civil argentina mediante un proceso plagado de irregularidades, incluyendo la aplicación retroactiva de leyes, juzgamiento irregular que aún permanece impune. El único error de este método fue deshacerse del cuerpo de los terroristas y no entregarlos a su familia aparentemente.

Y aquí agrego una reflexión personal. Uno espera de los militares una respuesta militar, sino no se los convoca. Cuando emerge un problema, llamar a la milicia es llamar a que ese problema se resuelve obviamente manu militari. Y ahí va el asalto frontal, el flanqueo, el fuego de precisión, la saturación de las defensas y búsqueda de la rendición del enemigo. Esta generación de Aries, regida por el Dios romano de la guerra, respondió así, con enormes errores pero coherentes a cómo los había formado la Nación. Personalmente detesto, y con una profundidad muy grande, cuando un militar analiza, "opina", planifica e implementa una acción política sobre un problema real. Cuando un táctico opina geopolíticamente sobre por qué no tomar una colina ordena por su superioridad, es un claro ejemplo de falta de profesionalidad. Los ha habido, los hay y los habrá: cuando el buque oceanográfico HMS Shackleton afrentó la soberanía argentina navegando por aguas del Mar Argentino, fue interceptado por el buque ARA Rosales la cual pidió instrucciones al edificio Libertad sobre cómo proceder. La orden fue clara: "¡húndalo!"; sin embargo, el oficial naval decidió ir a tomar un café un gesto que no solo deshonra su uniforme, autoimponiéndose funciones del estado mayor. 

En 1982, el gobernador militar argentino, General Luciano Benjamín Menéndez, fue responsable de diseñar el plan defensivo de las Islas Malvinas ante una posible re-invasión británica. Lo que presentó no fue más que un dispositivo defensivo estático, completamente falto de imaginación y estrategia. Era como si el plan hubiera sido ideado por un general chileno por su falta de creatividad, más preocupado por mantener buenas relaciones con los kelpers —la población británica implantada— que por defender el territorio. Cuando finalmente se detectó el desembarco enemigo en San Carlos, las decisiones de Menéndez fueron lamentablemente reactivas, si es que siquiera llegaron a ese nivel. Desde ese momento, todo fue un descenso en espiral, con un comandante incapaz de adaptarse a las circunstancias cambiantes del avance británico. No se diseñaron emboscadas, no hubo maniobras de reagrupamiento ni intentos de envolvimiento o flanqueo. El general simplemente dejó que cada comandante en las posiciones decidiera qué hacer, sin ofrecer una coordinación centralizada desde la gobernación. Lo que se vio fue a un general con poco cerebro y menos coraje, atrapado en su mediocridad, esperando el final sin intentar, siquiera, sacar lo mejor de los recursos disponibles, fueran pocos o muchos. En lugar de liderar, Menéndez se rindió a la pasividad, demostrando una falta absoluta de visión estratégica y liderazgo. Ese fue el costo de pagarle con nepotismo a una familia que había provisto de oficiales asociados a la Revolución Libertadora y Guerra Antisubversiva. Un general obnubilado por la geopolítica de llevarse bien con gente que lo despreciaba y no con sus tropas a las que debía cuidar diseñando el mejor plan militar posible.

Dentro del trágico contexto latinoamericano, esta generación de Aries también dejó una lección de patriotismo que trasciende las generaciones. Los bochornosos ejemplos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, donde los altos mandos militares, carentes de ética, moral y disciplina, entregaron sus naciones a dictadores de poca monta, son testimonio de lo que pudo haber sido Argentina. Pero aquí, en nuestra tierra, se formó una camada de oficiales patriotas. Cuando un dictador como Perón intentó perpetuarse en el poder, fue ese 18% de tropas valientes las que se rebelaron y lo derrocaron. Aquí no estamos en el maldito Caribe, estamos en Argentina. Y en Argentina, los militares —cuando actúan con honor— no entregan su Patria a tiranos.

En resumen, la Revolución Libertadora no solo reestructuró el Ejército Argentino y a todas las fuerzas armadas en términos de su composición, sino que también estableció las bases ideológicas y operativas para las decisiones que marcarían la historia militar del país en las décadas siguientes. De ese ejemplo surgen lecciones positivas y aprendizajes de errores. Somos la generación que debe tomar ambos a conformar la doctrina que nos lleve a ser el poder militar que siempre fuimos.

ARA: Disparo de un Sea Dart desde una Tipo 42

viernes, 18 de octubre de 2024

Aviación Militar: Los cazas pesados (2/4)

/k/ Planes Episodio 60: Cazas pesados


¡Es hora de otro episodio de /k/ Planes! Esta vez veremos uno de los conceptos fallidos más interesantes de la aviación: los cazas pesados.




Lockheed P-38 Lightingbolt

En 1937, la USAAC emitió la propuesta circular X-608, solicitando un interceptor bimotor de gran altitud con al menos 1.000 libras de armamento. Lockheed respondió con el XP-38, un inusual avión de doble brazo armado con dos calibres 50, dos calibres 30 y un cañón de 23 mm agrupados en la góndola central. El diseño fue aceptado para su desarrollo a mediados de 1937 y, en enero de 1939, el XP-38 despegó por primera vez. Si bien el XP-38 se perdió en un accidente en un vuelo publicitario, el excelente rendimiento del diseño aceleró el desarrollo. Desafortunadamente, la producción de los YP-38 destinados a pruebas operativas se estancó debido a problemas con los cañones (finalmente se optó por un cañón más pequeño de 20 mm) y las ocupadas líneas de producción de Lockheed. Sólo a mediados de 1941 se entregaron los YP-38 al ejército.

El P-38 hizo su debut operativo varios meses después de la guerra en el Pacífico. Los P-38 de reconocimiento, bajo la designación F-4, se desplegaron en Australia en abril, y un mes después se desplegó un escuadrón de P-38 más al norte para contrarrestar la invasión japonesa de las Islas Aleutianas. Muchos se perdieron por el mal tiempo, aunque lograron destruir dos hidroaviones H6K en agosto, lo que marcó la primera victoria del tipo. Después de la victoria en Midway, los P-38 comenzaron a desplegarse en Islandia y Gran Bretaña para tareas de patrulla. Varios días después de que el tipo lograra su primera victoria en el Pacífico, los P-38 que operaban desde Islandia lograron derribar un Fw 200 sobre el Atlántico.

Cuando los P-38 comenzaron a no encontrar aviones en sus patrullas, fueron trasladados al norte de África para apoyar la Operación Antorcha. Si bien los P-38 serían utilizados intensamente en el Mediterráneo, también sufrirían sus mayores pérdidas. Si bien los alemanes le dieron al P-38 el apodo de "diablo de cola bifurcada" cuando fue visto por primera vez en el teatro, los alemanes pronto descubrieron que tenía las mismas deficiencias que sus Bf 110. El 25 de agosto de 1943, los Bf 109 del JG 53 lograron derribar 13 P-38 en un solo enfrentamiento sin pérdidas. A pesar de la clara inferioridad del P-38 con respecto a los cazas alemanes, su largo alcance significó que fuera el único caza de escolta adecuado para los bombarderos de la 8.ª Fuerza Aérea en 1943, cuando comenzaron los esfuerzos de escolta.

A pesar de la inferioridad con respecto a los cazas alemanes, un buen rendimiento garantizaría que el P-38 persistiera en Europa. El más ágil P-51 se haría cargo de las tareas de escolta de bombarderos, pero el P-38 permanecería para tareas de patrulla de largo alcance y cazabombarderos. Sin embargo, una serie de incursiones desastrosas en Rumania conducirían a una reducción gradual de las operaciones del P-38. Incluso cuando las variantes más nuevas llegaron al teatro, resolviendo en gran medida los problemas de compresibilidad que plagaban al avión, la mayoría de los escuadrones se convertirían al P-47 y al P-51 a finales de 1944.

Donde el P-38 realmente tendría su impacto fue en el Pacífico. Frente a los aviones japoneses significativamente más lentos, los problemas de compresibilidad del P-38 tuvieron poca importancia, mientras que sus motores gemelos y su largo alcance eran ideales para operaciones en el Pacífico. Los P-38 realizarían misiones de escolta, patrullaje e interdicción aérea con gran éxito durante toda la guerra. Los pilotos del P-38 derribarían más aviones que cualquier otro caza de la USAAF en el teatro de operaciones y produjeron el piloto estadounidense con mayor puntuación de la guerra: Dick Bong, con 40 muertes en el P-38. También serían responsables del derribo del bombardero que transportaba al almirante Yamamoto en abril de 1943.

Con el final de la guerra, el P-38 quedó con una reputación bastante mixta. Había demostrado ser inadecuado contra los cazas más modernos, pero tenía una tasa de pérdidas bastante baja (1,3% para 130.000 salidas en Europa). En el Pacífico, se les atribuyó el derribo de 1.800 aviones japoneses y la producción de más de 100 ases. Si bien el P-38 sin duda reclamaría el título de caza pesado más exitoso de la historia, rápidamente quedó obsoleto con la llegada de los aviones a reacción, e incluso con los cazas con motor de pistón más nuevos propulsados ??por motores de más de 2000 hp. Después de la guerra, el P-38 fue rápidamente eliminado, quedando sólo una pequeña flota de variantes de reconocimiento y cazas de último modelo. En 1949, estos últimos P-38 fueron retirados.


Zerstorers de segunda generación

Antes de que el Bf 110 entrara en servicio, ya se habían iniciado esfuerzos para sustituirlo. El propio Messerschmitt comenzó a desarrollar un reemplazo en 1937, mientras que en 1938, el RLM emitió requisitos para un reemplazo del Bf 110. Con el Bf 110 estableciendo el listón, los requisitos eran mucho más realistas que los del programa Kampfzerstorer original, aunque a los requisitos se añadió el bombardeo en picado. Esta vez sólo dos empresas desarrollaron diseños: Messerschmitt, con su desarrollo del Bf 110, y Arado, con un nuevo y ambicioso diseño.


Messerschmitt Me 210

Los esfuerzos de Messerschmitt por mejorar el Bf 110 se remontan a 1937. Con el objetivo de limpiar el diseño, se utilizó un morro completamente nuevo y se añadió un nuevo ala de baja resistencia. Se agregaron frenos de inmersión y se agregó una pequeña bahía de bombas con capacidad para dos bombas de 500 kg. Cuando actuaba como caza, el compartimiento de bombas se llenaría con cuatro cañones de 20 mm. El armamento defensivo iba a ser una sola ametralladora de 13 mm en una ubicación inusual en forma de ampolla a cada lado del fuselaje. Las estimaciones de rendimiento parecían prometedoras: se proyectaba que el Me 210 tendría una velocidad máxima comparable a la de los cazas contemporáneos. De hecho, el Me 210 parecía tan prometedor que el RLM encargó 1.000 incluso antes de que el prototipo volara.

Sin embargo, una vez que el Me 210 despegó en el otoño de 1939, esto resultaría ser un error desastroso. La estabilidad era terrible y, a pesar del rediseño de la cola con una sola aleta grande, el avión seguía siendo peligroso para volar. Los Slats, destinados a mejorar la agilidad, sólo causaron el desafortunado efecto secundario de convertir cada pérdida en un giro irrecuperable. En un último esfuerzo por solucionar los problemas de estabilidad, se alargó la cola. Si bien los problemas persistieron, el RLM, desesperado por un reemplazo del Bf 110, ordenó la producción del Me 210 a principios de 1941. La producción del Bf 110 se detuvo para dar paso al nuevo avión, solo para que los informes operativos fueran tan pobres que la producción se detuvo con sólo se construyeron 90 aviones. Se enviaron 320 fuselajes parcialmente terminados a Hungría para su finalización mientras se reanudaba la producción del Bf 110. Incluso con los modelos húngaros ligeramente mejorados, el Me 210 fue tan mal recibido que los pocos que entraron en servicio fueron retirados lo antes posible.


Arado Ar 240

Arado había ofrecido un diseño considerablemente más complicado que el Messerschmitt en la forma del Ar 240. Arado decidió incorporar casi todos los elementos avanzados en los que estaban trabajando en ese momento (flaps móviles, cabinas presurizadas y armamento controlado a distancia) en el nuevo diseño. Las torretas operadas remotamente en la parte superior e inferior del avión proporcionaban fuego defensivo, mientras que un compartimento presurizado para la tripulación reduciría la fatiga de la tripulación. Para minimizar la resistencia, el ala se hizo lo más pequeña posible, con listones y flaps móviles utilizados para mejorar el rendimiento de despegue y aterrizaje. Las pruebas comenzaron en junio de 1940 con resultados decepcionantes. El manejo era deficiente y, a pesar de los cambios realizados en cada prototipo sucesivo, el avión seguía siendo difícil de volar. Si bien no se ordenó ninguna producción, varios prototipos tuvieron un servicio limitado. Gracias a la alta velocidad de su diseño, el Ar 240 se utilizó brevemente en 1942 para vuelos de reconocimiento sobre Inglaterra.


Arado Ar E.654 

Un desarrollo posterior del ya complicado Ar 240 fue el E.654. Compartiendo el mismo diseño general del Ar 240, el E.654 ensanchó el fuselaje para dar cabida a dos motores uno al lado del otro, que debían estar acoplados a las hélices de las alas. Los cambios también requirieron un rediseño de la cola: la doble cola fue reemplazada por una única cola en T grande. Como era de esperar, el complicado sistema del motor sería la ruina del proyecto. El diseño propuesto era mucho más complicado que los ejes de transmisión extendidos con los que Dornier y Junkers habían experimentado, y Arado carecía de la experiencia y las instalaciones para llegar rápidamente a una solución. Por tanto, el diseño fue abandonado.


IMAM Ro.57

El Ro.57 fue el primer intento del IMAM de desarrollar un caza pesado para la Regia Aeronautica. Diseñado como un caza bimotor de alta velocidad, el Ro.57 era un avión monoplaza bastante pequeño, totalmente metálico. En cada ala se encontraba un motor radial Fiat de 840 hp, montado en una góndola baja que mejoraba la visibilidad del piloto. A pesar de que el morro estaba abierto para armamento pesado, el IMAM montó sólo dos ametralladoras de 12,7 mm de disparo lento, estándar para los cazas italianos de la época. El Ro.57 voló por primera vez en 1939 y las pruebas parecieron prometedoras: era más rápido que el Macchi C.200, que era el principal caza de la Regia Aeronautica en ese momento. Sin embargo, la Regia Aeronáutica solicitó que también fuera capaz de realizar bombardeos en picado, por lo que el tipo volvió a desarrollarse. Se agregaron al diseño frenos de buceo, soportes para bombas y dos cañones de 20 mm, lo que deterioró el rendimiento. Se ordenó su producción en 1942, pero sólo se entregaron unos 50 aviones antes del Armisticio de 1943. Cuando entró en servicio, incluso el diseño original estaba obsoleto, y mucho menos la versión "mejorada" más lenta que entró en producción.


Savoia-Marchetti SM.88

El SM.88 era un prototipo de caza pesado de doble pluma desarrollado para la exportación. Un diseño ambicioso para una empresa italiana, el SM.88 tenía una tripulación de tres personas (piloto, copiloto y artillero) en una góndola central y estaba armado con apenas tres ametralladoras de 12,7 mm. Como las industrias italianas no habían logrado desarrollar un motor propio de 1.000 CV, el avión iba a ser propulsado por dos motores alemanes DB 601. El avión también recibió puntos de anclaje debajo de las alas para albergar hasta 600 kg de bombas. El SM.88 voló por primera vez en 1939, pero las esperanzas de Savoia-Marchetti se vieron truncadas cuando el estallido de la guerra llevó a Daimler-Benz a negarse a permitir la exportación de su motor. Sin potencial de exportación, el SM.88 se comercializó en el mercado nacional. Sin embargo, tampoco allí tuvo éxito, ya que el Bf 110 competidor tenía un rendimiento similar y un historial de combate que lo respaldaba.


Grumman XF5F Rocket

En 1938, Grumman propuso a la Armada un caza bimotor basado en portaaviones. La propuesta requería un avión muy ligero, apenas más pesado que el monomotor F4F, propulsado por dos motores Wright Cyclone. Tal como fue concebido, el avión tendría una excelente velocidad de ascenso y velocidad máxima. Grumman recibió la aprobación y se construyó el XF5F. El XF5F tenía un diseño inusual: el ala baja monoplano se extendía más allá del morro del avión y los motores estaban montados lo más bajo posible para mejorar la visibilidad. El XF5F despegó en abril de 1940 y las pruebas se desarrollaron sin problemas. El rendimiento y el manejo fueron buenos y la visibilidad excelente. En 1941, voló contra casi todos los cazas contemporáneos disponibles y descubrió que podía superarlos a todos, incluso al Spitfire. A pesar de toda la promesa, los problemas logísticos acabaron con el programa. Las dificultades para conseguir suficientes piezas significarían que se pasaría por alto para la producción en masa en 1942. Mientras tanto, Grumman ya había comenzado el trabajo preliminar en su próximo caza pesado para la Armada, el F7F.


Grumman XP-50

En respuesta a una solicitud de la USAAC de un interceptor pesado bimotor, Grumman adaptó su diseño F5F para cumplir con los requisitos. Se eliminó el tren de aterrizaje y el tren de aterrizaje se reorganizó de cola a triciclo. Se instaló un morro nuevo y más largo, lo que le dio al XP-50 un aspecto más convencional, y se revisó el armamento de cuatro calibres .50 en el morro a dos calibres .50 y dos cañones de 20 mm. El XP-50 despegó en febrero de 1941 y las pruebas encontraron que el diseño más refinado mejoraba con respecto al XF5F en todos los aspectos, desde la velocidad hasta el alcance y la velocidad de ascenso. Sin embargo, el XP-50 se perdió en un accidente en mayo de 1941. Se convenció a Grumman de mejorar aún más el diseño bajo la designación XP-65, pero pronto abandonó estos esfuerzos cuando quedó claro que el F7F que se estaba desarrollando para la Armada también llenaba el espacio disponible. requisitos.


Douglas DB-7/P-70 Estragos

En respuesta a la campaña de bombardeos en curso contra Gran Bretaña, la RAF comenzó a experimentar con la conversión de los bombarderos Douglas Boston, que habían demostrado ser de demasiado corto alcance para tareas de bombardeo regulares, en cazas nocturnos. La conversión a cazas nocturnos generalmente implicaba la instalación de un AI Mk. Radar intravenoso en la nariz, dejando el armamento estándar de ametralladoras de disparo hacia adelante. Después de que las conversiones iniciales resultaron exitosas, muchos DB-7 franceses, desviados a Inglaterra después de la caída de Francia, también se convirtieron para tareas de combate nocturno. Los cazas nocturnos Havoc hicieron su debut operativo en abril de 1941, logrando su primera victoria dos días después de operaciones. Sin embargo, sólo un escuadrón operó el caza nocturno Havoc y, a finales de 1941, quedó fuera de servicio. La RAF también experimentó con el sistema Turbinlite, un enorme reflector situado en el morro del bombardero que se utiliza para guiar a los cazas. Si bien las conversiones permitieron que diez escuadrones volaran el tipo, el sistema tuvo poco éxito y gradualmente fue retirado del servicio para sistemas más capaces.

Mientras la RAF buscaba convertir el DB-7 en un caza nocturno, el Ejército inició un programa similar de forma independiente. Bajo la designación P-70, un A-20 fue modificado para montar un radar en la nariz y una bandeja ventral que llevaba cuatro cañones de 20 mm. Faltaba rendimiento, pero la necesidad urgente de cazas nocturnos significó que 59 A-20 se convertirían en P-70 a finales de 1942. El P-70 hizo su debut en combate en Guadalcanal en 1943. Aunque en general carecía de rendimiento, el Sin embargo, el P-70 logró derribar a dos intrusos nocturnos en el otoño de ese año. Otro destacamento fue enviado a Port Moresby en Nueva Guinea, logrando su primera victoria en mayo de 1943. Sin embargo, en general, el diseño tuvo poco éxito y, a finales de año, el P-70 fue reemplazado o cambiado a misiones de intrusión nocturna.


Lockheed XP-49

La respuesta de Lockheed a la solicitud del interceptor pesado bimotor de la USAAC fue una mejora del P-38 de doble brazo. Los cambios con respecto al P-38 equivalieron a la adición de un cañón más de 20 mm en el morro y el uso de motores Continental I-1430 más nuevos en lugar de los motores Allison del P-38. Las pruebas comenzaron a finales de 1942, pero se retrasaron en enero del año siguiente cuando el tren de aterrizaje no se bloqueó durante el aterrizaje. Después de un mes de reparaciones, el XP-49 volvió a volar y se reanudaron las pruebas de vuelo. Sin embargo, estas pruebas encontraron que el XP-49 ofrecía poco sobre el P-38 y, con el futuro incierto de los motores Continental I-1430, se tomó la decisión de abandonar el desarrollo.


Cazas pesados soviéticos

El desarrollo de cazas pesados ??soviéticos fue de escala relativamente pequeña en comparación con otras naciones de la época. Los esfuerzos recién comenzaron en 1938, cuando se le pidió a Polikarpov que desarrollara un caza pesado, y numerosos retrasos asegurarían que los esfuerzos de Polikarpov, así como un proyecto similar asignado al MiG, no estuvieran listos antes del estallido de la guerra. De hecho, el caza pesado soviético de mayor éxito de la guerra fue simplemente diseñado como recurso provisional: el Petlyakov Pe-3. En general, la naturaleza desesperada de la guerra y los intentos tardíos de desarrollar cazas pesados ??aseguraron en gran medida que los soviéticos no tuvieran la experiencia previa ni los recursos adicionales para desperdiciar en el desarrollo de cazas pesados ??durante la guerra.


Mikoyan-Gurevich DIS/MiG-5

En octubre de 1940, se pidió al MiG que desarrollara un caza pesado bimotor monoplaza para tareas de escolta alrededor del motor AM-37. MiG desarrolló un monoplano de construcción mixta de alas bajas y dos colas armado con un cañón VYa de 20 mm, dos ametralladoras BS de 12,7 mm y cuatro ametralladoras ShKAS. El diseño fue aprobado para la construcción de prototipos a finales de 1940, con pruebas programadas para agosto del año siguiente. El primer prototipo se entregó mucho antes de lo previsto y las pruebas de vuelo comenzaron en junio de 1941. Si bien las pruebas encontraron numerosos defectos aerodinámicos, los alemanes invadieron, interrumpiendo el desarrollo. Mientras tanto, el motor AM-37 resultó ser un fallo y el avión fue rediseñado con el motor radial ASh-82. Después de mucho retraso, las pruebas de vuelo se reanudaron a principios de 1943, pero como los problemas persistieron, el MiG-5 fue cancelado en octubre.


Petliakov Pe-3

Cuando los bombarderos alemanes comenzaron a aparecer en los cielos de Moscú, el VVS se vio necesitado de un caza nocturno fuertemente armado y con buena resistencia. Se inició un programa de choque para convertir lo más rápido posible un avión bimotor existente en un caza pesado. Pronto quedó claro que el bombardero en picado Pe-2 era el único candidato adecuado, por lo que los ingenieros se pusieron a trabajar modificando el diseño. Los dos ShKAS en el morro se complementaron con una ametralladora pesada UBK y los sistemas de bombardeo se simplificaron. Se eliminaron los frenos de inmersión y se instaló una radio de combate. El desarrollo fue increíblemente rápido: el 7 de agosto de 1941, el prototipo Pe-3 había volado e inmediatamente se puso en producción.

El Pe-3 hizo su debut con unidades de bombarderos de alta velocidad alrededor de Moscú en agosto, siendo utilizado en funciones de caza de escolta y atacante. Cuando comenzó la Operación Tifón, se lanzaron Pe-3 a la batalla en un intento frenético de detener la marea. Es comprensible que las pérdidas fueran elevadas: en los tres primeros meses de operaciones se perdieron 50 aviones, lo que representaba el 25% de la producción. Para minimizar las bajas, los Pe-3 pasaron a funciones de reconocimiento en octubre. Ese mismo mes, la fábrica comenzó a reubicarse, lo que obligó a utilizar Pe-3 en funciones de muy bajo riesgo hasta que la producción se recuperara. Incluso cuando se reanudó la producción, los Pe-3 fueron eliminados gradualmente de sus funciones de combate, salvo un breve intento de montar radares aéreos en los Pe-3 para que sirvieran como cazas nocturnos a mediados de 1942. La PVO de Leningrado operó 15 de estos aviones, pero estos esfuerzos fueron efímero. A partir de 1943, los Pe-3 fueron relegados a regimientos de reconocimiento de largo alcance.


Polikarpov TIS

El TIS tuvo sus orígenes a finales de 1938, cuando se pidió al OKB Polikarpov que desarrollara un caza pesado. Desgraciadamente, otros proyectos en curso tenían mayor prioridad y no fue hasta finales de 1940 que se empezó a trabajar seriamente. El TIS era un caza pesado de dos hombres con alas bajas propulsado por dos motores AM-37. El armamento de disparo delantero era dos cañones ShVAK, cuatro ametralladoras ShKAS y dos ametralladoras pesadas UBK. Debido al estallido de la guerra, el prototipo TIS no voló hasta septiembre de 1941. Las pruebas encontraron mala estabilidad direccional y confiabilidad del motor en altitud. Si bien Polikarpov solucionaría los problemas de estabilidad, los motores AM-37 se considerarían un fracaso y el proyecto se suspendió para que Polikarpov pudiera concentrarse en diseños más urgentes. El trabajo se reanudó en la segunda mitad de 1943 y en junio de 1944 se reanudaron las pruebas. Sin embargo, dos crisis sucesivas seguidas de la muerte de Polikarpov y la disolución de su OKB significaron el fin del TIS.


Los cazas pesados ??japoneses

La aparición del Bf 110 en Europa despertó el interés de los japoneses. El largo alcance y la gran potencia de fuego de estos cazas pesados ??eran atractivos tanto para la IJA como para la IJN, y en 1937 y 1938, respectivamente, se ordenó el desarrollo de cazas pesados biplaza. Tanto la IJA como la IJN buscaban cazas pesados de largo alcance para escoltar a los bombarderos, pero optaron por desarrollar plataformas separadas. Desafortunadamente, en comparación con los esfuerzos de los cazas pesados occidentales, el desarrollo de estos cazas pesados ??japoneses sería bastante largo gracias a los problemas de desarrollo del motor y al éxito del A6M Zero de largo alcance.


Kawasaki Ki-45 Tipo 2 Caza biplaza Toryu “Nick”

A Kawasaki se le asignó el desarrollo de un caza pesado biplaza para la IJA en 1937 bajo la designación provisional de Ki-38. En 1938, el diseño estaba finalizado y, aunque el Ki-38 no pasó de la etapa de maqueta, varias modificaciones llevaron a una nueva designación de Ki-45. El Ki-45 recibió un pedido de prototipo en diciembre de 1938 y, en enero de 1939, el Ki-45 voló por primera vez. Desafortunadamente, los motores demostraron tener poca potencia y ser poco confiables, por lo que el Ki-45 llegó a un callejón sin salida. Sin embargo, debido a la insistencia del ejército en tener un caza pesado, Kawasaki continuó buscando motores adecuados. En octubre de 1940, Kawasaki montó los motores Mitsubishi Ha-102 en el diseño y, a finales de 1941, el Ki-45 había entrado en producción.

El Ki-45 hizo su debut en combate en el Teatro China-Birmania-India a principios de 1942. Operando bajo superioridad aérea amiga, el avión tuvo un buen desempeño, pero la IJA se encontró con una sorpresa después de que terminó un encuentro con el Grupo de Voluntarios Estadounidenses en junio. en desastre. Otros enfrentamientos con los Flying Tigers y otros pilotos aliados reforzaron el hecho de que no se podía esperar que el Ki-45 resistiera frente a los cazas monomotores. Tras la serie de derrotas en China, los Ki-45, tanto a nivel local como en Nueva Guinea, pasaron a operaciones de ataque terrestre. Surgieron nuevas variantes que mejoraron el armamento, reemplazando las ametralladoras de 12,7 mm y el cañón de 20 mm del avión por cañones más pesados ??de 37 mm e incluso de 57 mm.

Las operaciones del Ki-45 alcanzaron su punto máximo en Nueva Guinea, donde los aviones fuertemente armados y blindados eran populares entre las tripulaciones. Gracias a su armamento de cañones pesados ??y su carga útil de hasta 500 kg de bombas, sirvieron como plataformas antibuque y de ataque terrestre relativamente efectivas. Si bien falló en su función originalmente prevista, ocasionalmente fue puesto en servicio como caza nocturno contra los B-24 de la Quinta Fuerza Aérea. Algunos Ki-45 también permanecieron en el país para tareas de defensa aérea. Cuando la guerra se volvió contra los japoneses, los cazas nocturnos Ki-45 comenzaron a adoptar la disposición de cañón de disparo oblicuo popularizada por los alemanes.

Con el inicio de las incursiones de los B-29 en Japón, el Ki-45 tuvo problemas. Si bien su armamento pesado podía derribar fácilmente los B-29, no pudo alcanzar las altitudes a las que volaban los bombarderos y, por lo tanto, quedó relegado a ataques desesperados de embestida. De manera similar, los Ki-45 se utilizaron en ataques kamikaze contra barcos aliados. El rendimiento mejoró cuando los B-29 cambiaron a incursiones nocturnas de nivel inferior, momento en el que el Ki-45 fuertemente armado también recibió un radar. Un total de cuatro sentais volaron los cazas nocturnos Ki-45, y uno de ellos contaba con 150 bombarderos al final de la guerra.


Nakajima J1N Avión de reconocimiento tipo 2 de la Armada Gekko “Irving”

La contraparte del Ki-45 de la IJN fue el Nakajima J1N. Compartiendo un diseño similar al Ki-45, el J1N voló por primera vez en mayo de 1941, con resultados decepcionantes. La maniobrabilidad era escasa, los motores problemáticos y las barbetas experimentales controladas a distancia eran pesadas y poco fiables. Comparado con el A6M, era insatisfactorio como caza y, por tanto, no fue aceptado en servicio como caza pesado. Sin embargo, su alta velocidad y largo alcance lo hacían muy adecuado para tareas de reconocimiento, por lo que se ordenó a Nakajima que rediseñara los prototipos para tal función. Con el armamento eliminado (salvo una única ametralladora pesada defensiva) y la posición de un observador añadida, el rendimiento del J1N mejoró aún más y fue aceptado en servicio.

Las operaciones del J1N comenzaron en la segunda mitad de 1942 en el teatro de operaciones de Nueva Guinea. A principios de 1943, el comandante en Rabaul experimentó montando cañones de disparo oblicuo en el avión, apuntando tanto hacia arriba como hacia abajo. Haciendo su debut en combate en mayo de 1943, el J1N modificado derribó con éxito dos bombarderos en una sola misión. Con el éxito de este caza nocturno experimental, se desarrolló y se apresuró a poner en producción una variante de caza nocturno dedicada. Se conservaron los cañones que disparaban oblicuamente y se alisó el fuselaje para dar cabida a la tripulación más pequeña. Algunos aviones recibieron radares o reflectores aerotransportados.

Los cazas nocturnos J1N rápidamente dominaron la producción, y nuevas variantes eliminaron los escasamente utilizados cañones que disparaban hacia abajo, reemplazándolos a menudo con cañones que disparaban hacia adelante. Sin embargo, si bien el J1N fue eficaz contra los B-17 y B-24 de la 5.ª Fuerza Aérea, como la mayoría de los demás cazas japoneses, no pudo enfrentarse al B-29. Si bien los pilotos ocasionalmente tuvieron éxito contra los bombarderos, el pobre desempeño a gran altitud limitó en gran medida la efectividad del J1N contra los bombarderos. Incluso cuando las incursiones cambiaron a altitudes más bajas, la alta velocidad y los radares de mala calidad del B-29 dificultaron las intercepciones.


Mosquito De Havilland

Al ser uno de los aviones de combate más rápidos del mundo en el momento de su introducción, no hace falta decir que se experimentaría con el De Havilland Mosquito como caza pesado. El desarrollo del caza Mosquito comenzó en 1940, y en mayo de 1941 voló el primer prototipo. El morro vidriado del bombardero fue reemplazado por un morro sólido con cuatro ametralladoras .303, y se colocaron cuatro cañones de 20 mm en el compartimiento de bombas. El Mosquito F Mk II, como se le conocía, serviría tanto como caza convencional como como caza nocturno, con un radar instalado en el avión. El tipo se apresuró a entrar en producción y, en enero de 1942, los cazas nocturnos Mosquitos estaban reemplazando al Douglas Havoc.

Los cazas nocturnos Mosquito tendrían un uso más intenso que los cazas originales. Los cazas nocturnos, que originalmente servían a nivel nacional para ahuyentar a los intrusos nocturnos alemanes, harían su primer despliegue en el extranjero, en Malta, a finales de 1942 para realizar operaciones de cazas nocturnos sobre Italia. Cuando se intensificara la campaña de bombardeos nocturnos de la RAF, le seguirían los Mosquito: variantes de cazadores de cazas nocturnos, equipados con el “Serrate: sistema para rastrear radares aéreos alemanes y señales IFF, los Mosquitos pasarían factura al cuerpo de cazas nocturnos alemanes. Las variantes de gran altitud surgirían por primera vez a mediados de 1942 en respuesta a las incursiones a gran altitud de los Ju 86P, y las variantes se extenderían tanto al día como a la noche.

A mediados de 1942, De Havilland también había desarrollado una variante del cazabombardero Mosquito. La bahía de bombas se reorganizó para permitir la instalación tanto del armamento de combate estándar como de hasta dos bombas de 500 libras, mientras que las alas se reforzaron para los bastidores de bombas y cohetes. Variantes posteriores equiparían el cañón QF de 6 libras con un cargador automático para tareas anti-envío, e incluso se experimentó con una variante QF de 32 libras, que resultó factible y posteriormente desechada debido al final de la guerra. Como cazabombarderos, los Mosquitoes siguieron teniendo un éxito tremendo: hundieron innumerables barcos y submarinos, mientras que aún podían defenderse razonablemente bien en un combate aéreo, ya que un enfrentamiento resultó en el derribo de cinco Fw 190 con la pérdida de tres Mosquitoes. presentado.


Westland Welkin

Para las especificaciones del Ministerio del Aire de 1940 para un caza de gran altitud, Westland adaptó su caza pesado Whirlwind. Se utilizó un ala masiva de alta relación de aspecto, se presurizó la cabina y los motores Peregrine, que tenían un rendimiento inferior en altitud, fueron reemplazados por el probado Rolls-Royce Merlin. En 1941 se autorizó la producción de prototipos y, en noviembre del año siguiente, el Welkin despegó por primera vez. Si bien se ordenó la producción, Westland carecía de la capacidad de producirlo rápidamente, por lo que su puesta en servicio tardó hasta mayo de 1944. Desafortunadamente, se descubrió que tenía un defecto evidente: el ala gruesa conducía a un número de Mach crítico muy bajo, lo que significaba que su vuelo La envolvente era muy limitada en las altitudes operativas previstas. Si iba demasiado rápido, se detendría, pero si desaceleraba demasiado, también se detendría. El servicio del Welkin fue corto: con las variantes Spitfire de gran altitud cumpliendo muy bien su papel, el complicado Welkin fue retirado en noviembre de 1944.


Vickers tipo 432

En respuesta al requisito del Ministerio del Aire de un caza bimotor fuertemente armado que produjo el Westland Welkin, Vickers desarrolló el Tipo 432 propulsado por Rolls-Royce Griffon. El avión se parecía un poco a un De Havilland Mosquito más grande, con un dosel de burbujas y una cabina presurizada. . La cabina presurizada desplazó el armamento, lo que obligó a mantener el armamento pesado de seis cañones de 20 mm en una góndola ventral. Al volar por primera vez en diciembre de 1942, se descubrió que el avión tenía varios problemas. El rodaje fue difícil, ya que la aeronave se manejaba mal y no podía rodar en línea recta. Su desempeño en el aire también fue peor de lo esperado. Con el éxito del Westland Welkin, el proyecto de Vickers fue cancelado antes de que pudieran intentar solucionar los problemas con el avión.


Zerstorers de tercera generación

El fracaso del Me 210 fue evidente en 1942, y así se puso en marcha una nueva ola de desarrollo de cazas pesados. A diferencia del intento anterior, no se publicaron requisitos oficiales de RLM; más bien, los diseños fueron desarrollos oportunistas surgidos del fracaso del Me 210. A diferencia de la ola anterior de Zerstorers, los nuevos diseños serían en su mayor parte increíblemente inusuales, mientras que el propio Messerschmitt perfeccionaría aún más el Me 210 en un intento de salvarlo. Para ello, el Dr. Lippisch, trabajando dentro de la firma Messerschmitt, desarrollaría dos diseños propios, y Henschel desarrollaría otro avión inusual.


Henschel Hs P.75

Henschel desarrolló un diseño de caza pesado bastante inusual para el nuevo Zerstorer. Además de sus inusuales bulos y su cola invertida, también utilizó una configuración de motor poco convencional: el DB 610, que constaba de dos motores DB 605 acoplados, propulsaba el avión. Como se descubrió que el motor DB 610 era problemático en el He 177, Henschel cambió el enfoque al motor DB 613 (DB 603 acoplados). Ambas disposiciones de motores requerían hélices contrarrotativas. El armamento iba a ser cuatro cañones Mk 108 de 30 mm en la nariz. Si bien Henschel llegó hasta las pruebas en el túnel de viento para el diseño, nunca avanzó más, probablemente debido a dificultades en el desarrollo de sistemas de expulsión y enfriamiento.


Messerschmitt Me 410

Incluso cuando se ordenó la producción del defectuoso Me 210, Messerschmitt continuó refinando el diseño con la esperanza de salvar algo útil. Los cambios se centraron en los motores DB 603 más potentes, que mejoraron significativamente todos los aspectos del rendimiento. La forma en planta del ala fue rediseñada para reubicar el centro aerodinámico y la cola se amplió para mejorar la estabilidad lateral. Una vez recuperada la estabilidad del diseño, se podrían reintroducir listones en las alas. El nuevo avión, que voló por primera vez en marzo de 1942, fue designado Me 410 para separarlo de la terrible reputación del Me 210. El rendimiento fue excelente y se ordenó la producción del avión.

El Me 410 estaba en servicio operativo a mediados de 1943, haciendo su debut en las incursiones nocturnas de alta velocidad en Gran Bretaña. Si bien resultó ser un objetivo difícil para los cazas nocturnos británicos, no fue rival para el Mosquito de Havilland. El Me 410 tuvo un uso más destacado a nivel nacional en la defensa del Reich. Equipado con un cañón adicional de 20 mm o un Bordkanone de 50 mm y cuatro morteros Werfer-Granate 21 debajo de las alas, el Me 410 era un oponente peligroso para los bombarderos diurnos. Sin embargo, los éxitos del Me 410 durarían poco: el avión no era rival para los cazas monomotores aliados, y una vez que los P-51 comenzaron a escoltar a los bombarderos hasta el objetivo, las pérdidas del Me 410 aumentaron. A mediados de 1944, la breve carrera del Me 410 estaba llegando a su fin. Se había eliminado gradualmente de la producción para los cazas de mayor prioridad, y los supervivientes que todavía servían en la defensa del Reich fueron eliminados de sus funciones de interceptor y relegados al reconocimiento nocturno a gran altitud.