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sábado, 25 de octubre de 2025

El espacio en la defensa: ¿Cómo protegen los satélites la seguridad nacional?

Tecnología espacial en defensa: ¿cómo protegen los satélites la seguridad nacional?

EMcL



Introducción: ojos en el cielo, guardia en la tierra

Imagínate una gran extensión de territorio: montañas, llanuras, ríos, mares que se extienden mar adentro. Ahora imagina que desde el espacio alguien observa cada movimiento, cada barco furtivo, cada pista clandestina, cada oleaje alterado. Esa mirada global, persistente y silenciosa es justamente lo que los satélites pueden aportar a la defensa moderna. No es ciencia ficción: ya ocurre en las potencias espaciales. La pregunta es: ¿cómo puede un país como Argentina fomentar esa capacidad sin perder su identidad pacífica pero con mirada estratégica?

En estas páginas te invito a recorrer ese camino. Empezaremos definiendo por qué el espacio se ha vuelto un nuevo frente estratégico. Luego veremos cómo la Argentina ha incursionado en la tecnología espacial, qué satélites ha lanzado, qué se puede adaptar para usos de defensa, cuáles serían los pilares técnicos a dominar, y con qué aliados internacionales podría caminar mejor ese camino. Finalmente, propondré una hoja de ruta para que la Argentina vaya construyendo paso a paso una defensa espacial creíble y soberana.

No está sólo en jugar a tener satélites “militares” (ese discurso ya quedó antiguo), sino en insertar capacidades espaciales robustas, resilientes y duales (uso civil/defensa) que refuercen la vigilancia territorial, la inteligencia, las comunicaciones estratégicas y la disuasión. Vamos a ello.

El espacio como dominio estratégico

Desde hace décadas, las fuerzas armadas pensaban en mar, tierra y aire. Con el advenimiento de la revolución digital se añadió el ciberespacio. Pero poco a poco hemos ido comprendiendo que el espacio —esa región más allá de los 100 km sobre la Tierra— ha dejado de ser solo un escenario de exploración científica y hoy es un dominio operacional más, tan relevante como los otros. Cualquiera con acceso confiable a él dispone de una palanca estratégica inmensa.

¿Por qué? Porque un satélite orbita por encima de nubes, montañas y fronteras. Un observador desde el espacio puede abarcar vastas regiones herméticas al ojo terrestre. Con revisitas frecuentes puede detectar cambios (movimientos, construcciones, acumulaciones) que serían imposibles de monitorear con patrullas terrestres o aviones. Además, establecer redes de comunicaciones satelitales robustas permite conectar puntos alejados con baja latencia, sin depender exclusivamente de cables o infraestructura terrestre vulnerable.

Pero el dominio espacial no es un dominio sin riesgos. Hay amenazas: cohetes antisatélite que pueden destruir plataformas; interferencia deliberada que bloquea señales; ataques cibernéticos a los controles de los satélites; colisiones con basura espacial; tormentas solares que degradan circuitos. Así, dominar el espacio no es solo tener satélites, sino protegerlos.

Así como los océanos definieron flotas navales y las alturas definieron aviación militar, hoy los estados que aspiren a seguridad estratégica deben tener una presencia significativa en el espacio. En ese sentido, lo que antes era privilegio de superpotencias empieza a volverse obligación para países con extensos territorios, fronteras marítimas amplias o retos de vigilancia interior. Ese es el terreno en que la Argentina puede pensar.

 

La experiencia espacial argentina: logros, limitaciones y capacidades

La historia espacial argentina arranca con modestia pero también con sueños. Tal vez uno de los hitos más humildes que arrancan esa tradición es el satélite LUSAT‑1, lanzado por radioaficionados argentinos mediante AMSAT, para experimentos y comunicaciones amateurs. Pero esa semilla preludia algo más ambicioso. Hoy la Argentina ya tiene plataformas más sofisticadas en el espacio, misiones operativas y capacidad técnica local.

Tomemos el caso de SAOCOM, el más destacado proyecto de observación con radar de apertura sintética (SAR). Se trata de dos satélites cuyas misiones principales tienen carácter civil: monitoreo ambiental, humedad del suelo, emergencias como inundaciones o derrames marítimos. Pero con un radar en banda L, pueden penetrar nubes y brindar datos incluso de noche, lo que les otorga un perfil cercano a lo estratégico. La Argentina los comenzó a construir en conjunto con INVAP, CNEA, VENG y otros actores del sistema tecnológico nacional, y hoy opera esos satélites desde estaciones terrenas nacionales. (Fuente )

Para mediar expectativas, conviene destacar que la misión principal de SAOCOM no fue defensa militar. Su empleo tiene prioridad civil (gestión de emergencias, agricultura, recursos hídricos). Pero ese diseño dual abre la puerta a una transformación evolutiva: incorporar módulos de inteligencia observacional que no desvirtúen su origen pacífico.

Más allá de SAOCOM, la Argentina ha lanzado misiones SAC (Satélite de Aplicaciones Científicas), como SAC‑C. También participan nanosatélites privados como los ÑuSat de la empresa Satellogic, orientados a aplicaciones comerciales de observación óptica. INVAP, la empresa estatal provincial, tiene un rol clave en diseño, integración y operación de satélites y estaciones, y es una de las pocas entidades latinoamericanas certificadas para construir misiones completas (excepto el lanzamiento). (Wikipedia)

Sin embargo, esas capacidades tienen límites claros: financiación fluctuante, falta de lanzador propio, dependencia tecnológica externa en componentes sensibles, escasez de profesionales especializados en áreas de punta (radar compacto, cifrado cuántico, micropropulsión espacial). Además, hasta hoy no existe una doctrina de defensa espacial en Argentina ni una institucionalidad que integre de modo sólido a la defensa nacional con los organismos espaciales.

Por otro lado, proyectos emergentes ya apuntan a esos desafíos. Se menciona el proyecto FOCUS (constelación de microsatélites con radar en banda X) como iniciativa de observadores argentinos que busca servir a vigilancia estructural, control territorial y eventual uso dual. (Pucará Defensa) Aunque aún incipiente, representa perfectamente el tipo de iniciativa estratégica que el país necesita si decide incorporar capacidades espaciales defensivas.

También hay un hito reciente: el satélite Atenea, desarrollado por CONAE junto a universidades, fue seleccionado para formar parte de la misión Artemis 2 de la NASA, para probar tecnologías argentinas en órbita elíptica a gran altura, con instrumentos de radiación y comunicaciones. Este paso fortalece no sólo prestigio científico sino también la experiencia técnica que puede trasladarse a usos estratégicos. (El País)

Catalizar esas capacidades hacia la defensa —sin caer en una “militarización del espacio” despiadada— es un desafío no trivial, pero con potencial real.

 

Satélites, vigilancia y defensa: cómo adaptar lo civil al estratégico

Cuando uno piensa en satélites militares, viene a la mente espionaje puro, misiones secretas. Pero la realidad moderna es más compleja: muchos sistemas estratégicos surgen de plataformas duales, que tienen una capa civil visible y una capa militar sensible. En ese sentido, Argentina podría evolucionar sus misiones espaciales hacia ese modelo híbrido, sin romper compromisos internacionales de uso pacífico.

El punto de partida está en identificar qué necesitan esas plataformas para cumplir funciones defensivas reales. No basta con tener un radar o una cámara: hay que elevar la resolución, acortar el tiempo entre revisitas, fortalecer los enlaces, blindar los sistemas contra interferencias, dotarlos de capacidad de maniobra, incorporar procesamiento a bordo y asegurar interoperabilidad con otros actores. Esa transformación no ocurre de un día para otro, pero la semilla ya existe con misiones como SAOCOM y los nanosatélites privados.

Por ejemplo, SAOCOM tiene un radar en banda L que, aunque concebido para aplicaciones ambientales, puede potencialmente usarse para vigilancia de bordes costeros, detección de cambios en superficies oceánicas e identificación de embarcaciones en aguas argentinas si se afina el procesamiento de datos. Al agregar algoritmos de detección automática, cifrado de los datos sensibles y asegurar que el control del satélite esté protegido contra interferencias, esa plataforma puede servir a funciones duales sin comprometer su identidad civil.

Un diseño futuro ideal podría ser una constelación nacional de satélites SAR de alta resolución (tal vez en banda X o banda C) dispuestos para cubrir todo el litoral marítimo argentino con revisitas frecuentes, acompañados de satélites ópticos para complementar los detalles que el radar no capte. Cada satélite podría tener capacidad mínima de maniobra orbital (propulsión eléctrica), además de redundancias y blindaje de componentes críticos para resistir interferencias o eventos de radiación espacial. En paralelo, un satélite de comunicaciones exclusivo para uso militar cifrado permitiría que las fuerzas armadas se comuniquen con discreción y resiliencia aun en escenarios de crisis.

Pero para que esa visión no quede en el aire se requiere mucho trabajo técnico: elegir las órbitas adecuadas (LEO para vigilancia, GEO o MEO para comunicaciones), diseñar los enlaces seguros (uso de criptografía, técnicas anti‑jamming), desarrollar sensores compactos de alta resolución, lograr la estabilidad de actitud precisa, asegurar un segmento terrestre robusto (control de misión, estaciones terrenas distribuidas) y construir una infraestructura de respaldo ante fallas.

Al mismo tiempo, debe existir una política clara que defina qué datos se reservan para usos estratégicos y cuáles se comparten con fines civiles o de cooperación internacional; un mecanismo de seguridad, clasificación y protocolos de acceso que impida que información sensible caiga en manos indebidas.




miércoles, 15 de mayo de 2024

Armas anti-satélite soviéticas

'Istrebitel Sputnikov' (IS)



Concepción artística de un arma antisatélite soviética que destruyó un satélite en 1984.



El destructor de satélites ruso conocido como 'Istrebitel Sputnikov' (IS). Llevando una carga explosiva, sería guiado en un curso de intercepción hacia los satélites enemigos.

La capacidad de Estados Unidos para recopilar información de inteligencia sobre los acontecimientos soviéticos estuvo gravemente limitada durante los primeros años de la posguerra y los únicos métodos de observación aérea disponibles eran una gran cantidad de globos equipados con cámaras y aviones espía especializados. Los globos eran incontrolables, poco fiables y generaban graves problemas diplomáticos, mientras que los vuelos de reconocimiento a gran altura finalizaron el 1 de mayo de 1960 cuando un Lockheed U-2 fue derribado y el piloto capturado. Ahora había una intensa presión sobre los contratistas de defensa estadounidenses para que proporcionaran a la USAF y a la CIA un sistema de satélites de reconocimiento, y dentro de la Unión Soviética había una determinación igual de contrarrestar la observación de sus actividades por satélite por parte de los Estados Unidos. En Rusia, a Vladimir Chelomei se le atribuye generalmente el mérito de ser el primer diseñador que sugirió la idea de un sistema antisatélite utilizando otro pequeño vehículo espacial que llevaba una carga explosiva. Su propuesta inicial para un Istrebitel Sputnikov (IS – Destructor de Satélites) se hizo en 1959. Este pequeño vehículo se dirigiría hacia el objetivo desde tierra antes de cambiar a su propio sistema de guía terminal.

A principios de 1960, Jruschov aprobó el desarrollo del misil balístico UR-200 que Chelomei había sugerido como lanzador de su destructor de satélites del IS, y a principios de 1961 se aprobó la decisión de proceder con el IS. Este proyecto fue asignado a Anatoly Savin y su El diputado K. A. Vlasko-Vlasov, que dirigía un grupo dentro del OKB-52 llamado KB-1. Gran parte del trabajo sobre el EI parece haber sido compartimentado y clasificado como ultrasecreto. Cuando los prototipos estaban casi terminados en 1963, todavía había problemas con el desarrollo del UR-200 y se hizo una solicitud formal a través de canales oficiales para asegurar el uso de vehículos de lanzamiento R-7 para las pruebas. Los dos primeros prototipos de vehículos de prueba, denominados Polet (Vuelo), se lanzaron el 1 de noviembre de 1963 y el 12 de abril de 1964. Ambos carecían de sistemas de localización por radar y infrarrojos, pero demostraron con éxito capacidades de maniobra orbital. Sin embargo, el misil UR-200 destinado a lanzar al EI resultó muy problemático y tras la segunda prueba fue cancelado. Sin embargo, el Ministerio de Defensa quedó suficientemente impresionado con el EI como para recomendar que el vehículo de lanzamiento fuera reemplazado por un misil R-36 (SS-9 NATO Scarp) que entonces estaba desarrollando el OKB-586. Esto dio lugar a que OKB-586 recibiera una solicitud formal en agosto de 1965 para desarrollar una versión adecuada del R-36 como lanzador IS, y el nuevo diseño ligeramente modificado fue designado 11K67 (y más tarde Tsyklon-2A).

El lanzamiento de prueba de este cohete que transportaba el tercer prototipo de vehículo del EI tuvo lugar en Baikonur el 27 de octubre de 1967 y se consideró un éxito. Llamada Cosmos-185, la nave espacial IS entró inicialmente en una órbita de 339 x 229 millas (546 x 370 km) con una inclinación de 64,1°, que luego fue impulsada a una órbita de 550 x 324 millas (888 x 522 km). Durante abril de 1968 se lanzó otro vehículo del IS en Baikonur como Cosmos-217, aunque algo salió mal en esta prueba y el IS no logró separarse de la etapa superior. Seis meses después, el Cosmos-248 fue puesto en órbita en Baikonur como un gran satélite objetivo para una prueba a gran escala de la capacidad del vehículo del EI. En cuestión de horas, se lanzó el Cosmos-249, un vehículo del EI totalmente equipado. Cosmos-249 alcanzó una órbita de 157 x 84 millas (254 x 136 km) y maniobró para pasar cerca de Cosmos-248. Luego se detonó una pequeña carga explosiva para demostrar el sistema, aunque se cree que el vehículo objetivo permaneció prácticamente intacto.

Menos de dos semanas después, se lanzó otro vehículo del EI denominado Cosmos-252 e interceptó con éxito el Cosmos-248. La nave espacial explotó cerca del satélite y quedó destruido. Aunque el sistema IS todavía se encontraba en su fase inicial de prueba, parece razonable concluir que estas pruebas se consideraron muy exitosas. Se realizaron más lanzamientos durante 1969 y 1970, y los apogeos orbitales de los vehículos aumentaron a más de 2.000 kilómetros (1.242 millas) antes del descenso al objetivo. Durante 1971, se lanzaron desde Plesetsk varios satélites objetivo designados DS-P1-M y las pruebas ASAT continuaron hasta 1972, cuando se firmó SALT 1. Sin embargo, parece que el sistema antisatélite soviético se consideraba semioperativo en ese momento.

Las pruebas se reanudaron en 1976, posiblemente como respuesta a las propuestas militares para el transbordador estadounidense que los soviéticos percibían como un arma ofensiva. También quedó claro que la capacidad y precisión del sistema IS seguían mejorando. El desarrollo de este programa avanzó de manera bastante errática hasta 1983, cuando el presidente Yuri Andropov decidió suspender más ensayos ASAT por razones políticas. Aunque continuaron las investigaciones ASAT y se construyó y lanzó sin éxito la plataforma orbital Polyus en 1987, no se realizaron más pruebas. Aún se desconoce hasta dónde llegó Estados Unidos en sus intentos de duplicar el sistema EI soviético, pero es posible que el Proyecto SAINT haya sido concebido como una respuesta directa al EI.

domingo, 10 de septiembre de 2023

Aviones nucleares: Proyectos soviéticos y americanos

Propulsión aeronáutica nuclear

HiWeb Tech (original en eslovaco)


LRV norteamericano

En la década de 1960, se estaba desarrollando en Estados Unidos el bombardero de disco estratosférico LRV (Lenticular Reentry Vehicle) norteamericano , que se suponía que estaría equipado con un reactor atómico. Sin embargo, no se utilizó principalmente para la propulsión, sino para alimentar dispositivos electrónicos.


 

Construcciones soviéticas

En la década de 1950, la Unión Soviética desarrolló un proyecto para un hidroavión gigante, equipado con cuatro motores turbohélice de propulsión nuclear con una potencia total de 1,5 millones de caballos de fuerza. El peso de despegue esperado estaba en el nivel de 1000 toneladas con una envergadura superior a 130 metros. Originalmente fue diseñado para transportar 1.000 pasajeros y 100 toneladas de carga a una velocidad de 1.000 km/h. El escudo protector del reactor constaba de cinco capas. El primero consistía en un escudo de óxido de berilio, seguido de sodio líquido para disipar el exceso de calor. Se suponía que la capa de cadmio absorbía los neutrones lentos, mientras que la cera de parafina estaba destinada a los rápidos. Finalmente, siguieron las placas de acero para proteger contra la radiación gamma. Un sistema tan complicado debería haber traído una reducción significativa en el peso de todo el dispositivo. El medio refrigerante era plomo líquido. aun no esta claro

La primera información sobre el programa nuclear soviético fue presentada por la revista Aviation Week el 1 de diciembre de 1958. En un breve artículo se escribió que los soviéticos habían probado en vuelo un prototipo de su bombardero de propulsión nuclear. Las ilustraciones adjuntas presentaban un avión de cuatro motores con un ala de plano medio y estrellas rojas desproporcionadamente grandes.



Sin embargo, con el tiempo, resultó que todo el artículo era falso. Esta fue información malinterpretada deliberadamente sobre el bombardero Myasishchev M-50 para influir en el público para presionar al Congreso a continuar financiando el programa ANP.


Tupolev Tu-95LAL (Tu-119)

La mayor parte del trabajo relacionado con el desarrollo de reactores atómicos en la Unión Soviética se concentró en torno al Instituto IV Kurchatov. Después de aplicarse a submarinos y grandes buques de guerra, el siguiente paso lógico debería haber sido un bombardero estratégico de propulsión nuclear. El 12 de agosto de 1955, el Consejo de Ministros de la URSS emitió la resolución núm. 1561-868, por la que aprobó estas obras. Siguiendo el ejemplo de América, el trabajo se dividió entre OKB AN Tupolev y OKB VM Myasičševa. IEA-276 ND Kuznetsova e IEA-165 AM Ľjulky se ocuparon del desarrollo de sistemas de propulsión. Se han probado varios conceptos con motores a chorro y turbohélice de derivación directa e indirecta, incluidos nuevos métodos de transferencia de energía entre el reactor y el motor. En OKB Tupolev, el trabajo se dividió en tres etapas. Durante la primera, se iba a construir un centro de pruebas en tierra para sistemas de vuelo y un reactor, el segundo siguió a la conversión del bombardero existente en un laboratorio de vuelo y, finalmente, a la construcción de un prototipo real de propulsión nuclear. Se suponía que las máquinas en serie entrarían en servicio regular en algún momento entre los años 70 y 80.

 

Las pruebas en tierra se llevan a cabo desde 1958 en la sucursal de Tomilinsk, dirigida por IF Nezval. El 28 de marzo de 1956, comenzó la reconstrucción de un espécimen Tu-95 con fines experimentales. El objetivo principal era verificar la efectividad del escudo de radiación y el efecto de la radiación en la tripulación y los sistemas electrónicos. Al mismo tiempo, se adquiriría experiencia práctica con el funcionamiento de una máquina equipada con un reactor nuclear. En 1961, el avión se completó después de todas las modificaciones necesarias y recibió la nueva designación Tu‑95 LAL. De mayo a agosto se completaron 34 vuelos. La tripulación estaba formada por el piloto jefe MA Njuhtikov, EA Gorjunov, MA Zhila y el comandante NV Laškevich. Estaban todos en una cabina sellada herméticamente, rodeada por un escudo de radiación hecho principalmente de plomo. Entre otras cosas, también se instaló en su interior un sistema de dosímetros. Otros diseñadores colocados en el exterior de la cabina, en la bahía de bombas y en las consolas debajo del ala. Desafortunadamente, el escudo de radiación no fue lo suficientemente efectivo y toda la tripulación se contaminó.

 

El reactor refrigerado por agua estaba ubicado en el centro del fuselaje detrás de los largueros de las alas. Al igual que en el caso de la máquina estadounidense NB-36H, no estaba conectado a las unidades de accionamiento. Es interesante que el peso de todo el dispositivo, incluidos los escudos de radiación, no superó las 80 toneladas, que es casi idéntico a los valores esperados para el bombardero X-6.


 


Los resultados de las pruebas de vuelo fueron tan satisfactorios que OKB Tupoleva recibió permiso para desarrollar un avión con un sistema de propulsión nuclear turbohélice. Fue designado 119 (Tu-119) y el trabajo en él debía comenzar en 1965. Se prepararon unidades de propulsión especiales NK-14A con intercambiadores de calor en OKB Kuznetsova. Inicialmente, solo se reemplazarían dos motores internos y las unidades de potencia NK-12MV originales permanecerían en las góndolas externas. Fue solo más tarde que se reemplazaron los cuatro motores y vuelos solo con propulsión nuclear. Las máquinas operativas, derivadas del tipo Tu-114, entrarían en servicio regular a fines de la década de 1970. Su tarea principal era el patrullaje marítimo y la lucha contra los buques de superficie. Se suponía que una misión de vuelo típica duraba 48 horas y estaba limitada solo por la dosis de radiación tolerable para la tripulación. Sin embargo, a mediados de los años sesenta, todo el trabajo se detuvo. Esta decisión estuvo influenciada por demandas financieras desproporcionadamente grandes, problemas para proteger a la tripulación de la radiación y, por último, pero no menos importante, la cancelación del programa estadounidense ANP.

  


Tupolev Tu-120

Simultáneamente con el inicio del desarrollo del avión Tu-119, también se comenzó a trabajar en un nuevo bombardero supersónico. La fase de definición incluyó una amplia gama de tareas para diseñar un concepto óptimo que cumpliera con todos los requisitos para una operación operativa normal en cuanto a personal y tripulación. Las suposiciones originales incluían pruebas de vuelo en la segunda mitad de la década de 1970. Se suponía que la investigación básica era aplicable a tres tipos de aeronaves :bombardero de largo alcance, avión intercontinental estratégico y bombardero de baja altitud. Se dio prioridad en el desarrollo al bombardero de largo alcance, que pronto recibió la designación interna 120 (Tu‑120). Dos motores nucleares a reacción de KB Kuznetsov proporcionaron propulsión, que se colocaron junto con el escudo de radiación en la parte trasera del avión. Este arreglo maximizó la distancia entre el reactor y el compartimiento de la tripulación. Estaba sentada en una cabina herméticamente sellada de dos plazas. El avión tenía un ala de avión alto convencional con un ángulo de barrido de 45 grados y una envergadura de 24,4 metros. La velocidad máxima se recalculó a 1350 a 1450 km. El segundo bombardero fue desarrollado para vuelos a bajas altitudes de 150 a 500 metros. El reactor nuclear se colocó en la parte trasera frente a los motores, aunque también podían ser alimentados con queroseno convencional. La quema de queroseno se utilizaría principalmente durante el despegue, el aterrizaje y, por razones de seguridad, también durante la preparación previa al vuelo y el rodaje. El ala delta de avión bajo tenía una envergadura de 19 metros. Sobre la misma base, se creó un bombardero intercontinental estratégico, que se parecía al tipo estadounidense Convair B-58 y se construyó de acuerdo con la regla del área. El borde de ataque del ala delta con una envergadura de 30,6 m tenía un barrido de 52,5 grados. Cuatro motores con intercambiadores de calor estaban ubicados en pilones separados debajo del ala, mientras que los dos restantes rodeaban el reactor en la parte trasera del fuselaje. Este proyecto también se detuvo en la primera mitad de la década de 1960 por razones similares a las del tipo Tu-119.

 


Mjasishchev M-60

Entre 1958 y 1959, la oficina de diseño del OKB-23 VM Mjasiščeva también experimentó teóricamente con la propulsión nuclear. Aquí, también, el concepto básico se basó en el requisito de que el reactor se ubicara lo más lejos posible de la tripulación. Un medio de temperatura con una temperatura de hasta 1400 grados Celsius debía ser transferido desde el reactor atómico a los cuatro motores de AM Ľjulka . La configuración básica pronto se convirtió en dos proyectos separados. El primero se benefició de una configuración aerodinámica probada en el tipo Mjasishchev M-50 Bounder, mientras que el otro representaba un bombardero acuático con casco en forma de barco, esquí amortiguador delantero y entradas de aire en la raíz del ala, protegido de la corriente de agua. En ambos casos, la cabina estaba integrada en el casco sin línea de visión directa, por lo que la tripulación tuvo que usar un sistema de periscopio. Por otro lado, esta disposición permitió el uso de un escudo de radiación más masivo, que no aumentó la resistencia aerodinámica frontal. Como todos los proyectos anteriores, éste se detuvo a mediados de los años 60. Hasta entonces, no se había construido ningún prototipo físico.




lunes, 10 de julio de 2023

Guerra Fría: Operación Paperclip y la captura de los científicos nazis

Operación Paperclip: los nazis reclutados para ganar la Guerra Fría

Randall Stevens || Coffee or Die



En 1949, el "Bumper-WAC" se convirtió en el primer objeto hecho por humanos en ingresar al espacio mientras ascendía a una altitud de 393 kilómetros (244 millas). El cohete consistía en un misil JPL WAC Corporal colocado encima de un cohete V-2 de fabricación alemana. El V-2 fue desarrollado por el equipo de investigadores alemanes de Wernher von Braun, que se rindió a los Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial. Foto cortesía de NASA/JPL-Caltech.

Cuando la existencia de la Operación Paperclip se reveló por primera vez al público estadounidense en 1946, el consenso general en el país fue que era una mala idea. Figuras destacadas, incluida la ex primera dama Eleanor Roosevelt, expresaron su desaprobación a gritos. Después de todo, Estados Unidos acababa de librar una guerra mundial contra los nazis. Ellos eran los malos. 

Para los arquitectos de la Operación Paperclip, no fue tan sencillo. En los términos más amplios de la defensa nacional de los EE. UU., el criterio de quién podía clasificarse como “el enemigo” estaba cambiando rápidamente. Incluso antes de la caída de Berlín, los agentes de inteligencia estadounidenses habían comenzado a rastrear y reclutar silenciosamente a científicos e ingenieros nazis con experiencia en electrónica, medicina, aeroespacial, cohetería, química y otras tecnologías de guerra, experiencia que podría dar a las potencias occidentales una mayor ventaja en la guerra. la floreciente Guerra Fría. En total, más de 1.600 nazis recibieron refugio seguro en los Estados Unidos para que sus habilidades y conocimientos pudieran ser explotados para mantener la superioridad militar estadounidense. 

Después de que The New York Times y Newsweek publicaran la noticia sobre Paperclip en 1946, los funcionarios del gobierno aseguraron al público estadounidense que las personas reclutadas en la operación eran los "buenos nazis", insistiendo en que ninguno de ellos había sido cómplice de las atrocidades cometidas por el régimen de Hitler. . En realidad, sin embargo, había varios criminales de guerra conocidos entre ellos, incluidos algunos que habían realizado experimentos con humanos, utilizado mano de obra esclava e incluso supervisado el asesinato sistemático de miles.

El científico alemán de cohetes Wernher von Braun (brazo enyesado) se entrega al personal de contrainteligencia del Ejército de EE. UU. de la 44.a División de Infantería en Reutte, Baviera, en mayo de 1945. Von Braun luego desempeñó un papel integral en los programas espaciales y de cohetes de EE. UU. Foto cortesía de la NASA.

Fue la propia versión de Moscú de la Operación Paperclip lo que hizo que los EE. UU. se apresuraran a reclutar a tantos científicos e ingenieros nazis como fuera posible. Washington estaba dispuesto a pasar por alto sus crímenes atroces porque las líneas de batalla estaban cambiando. Con la derrota de Hitler, el aliado de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética, reemplazó instantáneamente al Tercer Reich como su principal enemigo, y las dos partes ahora estaban atrapadas en una carrera armamentista tecnológica que finalmente llevaría al mundo al borde de la nuclear. aniquilación. 

Orígenes de la Operación Paperclip

La Operación Paperclip comenzó en el verano de 1945. Sin embargo, los planes de Washington para explotar las tecnologías desarrolladas por los nazis habían estado en marcha desde antes de que los Aliados liberaran Europa por completo. 

Según Annie Jacobsen, autora de Operation Paperclip: The Secret Intelligence Program That Bought Nazi Scientists to America, los británicos y los estadounidenses crearon el Subcomité de Objetivos de Inteligencia Combinados (CIOS), una organización de inteligencia de más de 3000 expertos técnicos, en 1945. El CIOS tenía la tarea de recopilar investigaciones y materiales militares nazis en los territorios liberados. Inicialmente, su objetivo principal era recopilar información sobre armas especiales, especialmente armas nucleares, biológicas y químicas. Estados Unidos sabía que los científicos nazis habían comenzado un programa nuclear y ya habían descubierto existencias de municiones químicas y biológicas. Los agentes de CIOS trabajaron con equipos especiales de reconocimiento para localizar y asegurar estas armas y sus sistemas de entrega (y/o sus planos), así como a los hombres que las habían desarrollado. 

Un cohete V-2 alemán capturado de 46 pies y 14 toneladas se lanza durante un disparo de prueba en White Sands Proving Grounds, cerca de Las Cruces, Nuevo México, en mayo de 1946. El cohete de combustible líquido de largo alcance fue desarrollado por un ingeniero alemán Wernher von Braun, quien en septiembre de 1945 llegó a los Estados Unidos como asesor técnico del programa de misiles del Ejército de los Estados Unidos. foto AP.

En marzo de 1945, finalmente se vislumbraba el final de la guerra en Europa. La última ofensiva alemana había sido frustrada, los aliados habían cruzado el Rin por el oeste y el Ejército Rojo había cruzado el río Oder por el este. Con Berlín ahora rodeada, las tropas británicas, estadounidenses y soviéticas se acercaron para asestar el golpe mortal final al Tercer Reich.

Entonces, repentina e inesperadamente, los estadounidenses detuvieron su avance. El Comandante Supremo Aliado, el General Dwight D. Eisenhower, le dijo al líder soviético Joseph Stalin que Berlín sería suya para que la tomara. Los británicos estaban indignados, pero Eisenhower ya miraba más allá del final de la guerra en Europa. 

En ese momento, las operaciones de CIOS habían revelado que el complejo industrial militar de Alemania era asombroso en escala e innovación. Los científicos e ingenieros de armas nazis estaban mucho más avanzados en sus investigaciones que sus homólogos estadounidenses. Si bien las limitaciones logísticas y de recursos impidieron que los nazis completaran muchos de sus proyectos más ambiciosos, fueron pioneros en una serie de tecnologías importantes, incluido el primer avión de combate, los misiles aire-aire y la impenetrable armadura del tanque Tiger. 

De izquierda a derecha: el Dr. William H. Pickering, director del laboratorio de propulsión a chorro de Cal Tech; el Dr. James Van Allen, presidente del departamento de física de la Universidad Estatal de Iowa; y el Dr. Wernher von Braun, director de la división de operaciones de desarrollo del Ejército, en una conferencia de prensa en la sede del IGY en Washington, el 31 de enero de 1958. Foto AP de Bill Allen.

Habiendo cesado las principales operaciones de combate, los Aliados hicieron de la adquisición de esas tecnologías una prioridad máxima. Mientras el Ejército Rojo estaba ocupado luchando por Berlín, los operativos aliados se pusieron a trabajar rastreando y arrestando a los científicos de Hitler, decididos a vencer a los soviéticos. Los estadounidenses formaron la Agencia de Objetivos de Inteligencia Conjunta (JIOA) para recopilar y revisar los expedientes de cientos de científicos e ingenieros nazis, luego reclutar a los que se consideraran útiles, trasladarlos a los Estados Unidos y, al menos inicialmente, ponerlos a trabajar en el guerra contra Japón.

¿Qué fue la Operación Paperclip?

Paperclip originalmente se llamaba Operation Overcast. Bajo ese nombre, la misión consistía en capturar e interrogar a 100 destacados científicos nazis y aprovechar su experiencia para acelerar la derrota del Imperio japonés. 

En marzo de 1945, los agentes de CIOS hicieron un descubrimiento accidental que cambió y amplió rápidamente la misión de Overcast. Comenzó cuando un técnico de laboratorio de la Universidad de Bonn (en la ciudad alemana de Bonn) encontró un documento arrugado flotando en uno de los baños de la escuela. El documento resultó ser la llamada "Lista de Osenberg", un registro de destacados científicos e ingenieros nazis que, en 1942, habían sido trasladados desde el frente de guerra para comenzar a desarrollar nuevas armas para el Reich alemán.

El presidente Dwight D. Eisenhower recibe un cálido apretón de manos del gobernador de Alabama, John Patterson, a la izquierda, después de su llegada a Huntsville el 8 de septiembre de 1960, para la inauguración del Centro de Vuelos Espaciales George C. Marshall. Wernher von Braun, director del centro, se encuentra en el centro. Foto AP/BHR.

Creada por el científico alemán Werner Osenberg, la lista incluía solo los nombres de científicos e ingenieros que habían sido examinados minuciosamente para garantizar que su ideología política estuviera alineada con el régimen nazi. Después de ser sacada del inodoro en Bonn, la lista finalmente llegó al Mayor del Ejército de los EE. UU. Robert B. Staver, un oficial de inteligencia asignado a la Operación Overcast. 

La Lista de Osenberg resultó ser un recurso invaluable para Staver y su equipo mientras corrían para capturar a los científicos e ingenieros nazis antes de que pudieran ser reclutados por los soviéticos. También proporcionó a Staver la inteligencia que necesitaba para ampliar el alcance de la misión. Debido a que el CIOS había descubierto suficiente evidencia para demostrar que EE. UU. estaba muy por detrás de los alemanes en muchos campos de investigación, Staver imploró al Departamento de Guerra que reclutara a cientos de los hombres mencionados en la Lista Osenberg y los trasladara a EE. UU. lo antes posible. . 

En julio de 1945, el Estado Mayor Conjunto publicó un memorando de alto secreto titulado “Explotación de especialistas alemanes en ciencia y tecnología en los Estados Unidos”. El memorando nunca se mostró al presidente Harry S. Truman. En él, el Estado Mayor Conjunto describió a los científicos nazis "deseados" como "mentes raras y elegidas cuya productividad intelectual continua deseamos utilizar".

El experto en cohetes alemán Wernher Von Braun se muestra el 5 de agosto de 1955 en el Pentágono en Washington. Von Braun había estado trabajando en un modelo más pequeño del misil guiado "Corporal" del ejército estadounidense. foto AP.

No era ningún secreto que la mayoría de esas "mentes raras" eran criminales de guerra, pero eso no detuvo al Departamento de Guerra. Overcast pronto pasó a llamarse Operation Paperclip, por los clips adjuntos a los expedientes sobre los nazis con registros "problemáticos". A pesar de sus registros, a la mayoría todavía se les ofreció empleo por parte del gobierno estadounidense y se aprobó su reubicación en los Estados Unidos como " Empleados especiales del Departamento de Guerra ", según Jacobsen.

El presidente Truman aprobó la operación en agosto de 1946, “siempre que no fueran criminales de guerra conocidos o presuntos”, según Jacobsen. El Ejército y la OSS (agencia precursora de la CIA) eludieron esta disposición simplemente ignorando los profundos vínculos de sus reclutas con el régimen nazi . Con ese fin, fue útil que la mayoría de los propios nazis pasaran el resto de sus vidas blanqueando su propia historia.

La Operación Paperclip de la Unión Soviética

Aunque la Unión Soviética fue un aliado durante la Segunda Guerra Mundial, los británicos y los estadounidenses vieron la escritura en la pared. Querían evitar que lo último en cohetes supersónicos, gases nerviosos y motores a reacción terminaran en el arsenal de Stalin, pero hacerlo no sería una tarea fácil, ya que el Ejército Rojo estaba empeñado en hacerse con la tecnología nazi.

Kurt H. Debus, un ex científico de cohetes V-2 que se convirtió en director de la NASA, se sienta entre el presidente de los EE. UU. John F. Kennedy y el vicepresidente de los EE. UU. Lyndon B. Johnson en 1962 en una sesión informativa en Blockhouse 34, anexo de prueba de misiles de Cabo Cañaveral. Foto cortesía de la NASA.

La versión soviética de la Operación Paperclip se llamó Operación Osoaviakhim. Su objetivo era trasladar a los científicos e ingenieros nazis a la URSS, junto con sus familias, equipos de laboratorio y otros materiales de trabajo. En algunos casos, los soviéticos trasladaron instalaciones de investigación completas, incluida la fábrica de cohetes Mittelwerk V2 y el centro de pruebas de aviación de la Luftwaffe, de las áreas ocupadas al territorio soviético. Al igual que los estadounidenses, eufemísticamente se refirieron a los reclutas como "Expertos extranjeros en la URSS". 

Sin embargo, a diferencia de la Operación Paperclip, los científicos nazis capturados por el Ejército Rojo fueron tratados como criminales. No se les dio la opción de quedarse en Alemania, y mucho menos de contratos de trabajo. En cambio, Moscú consideró su trabajo en nombre de la Unión Soviética como reparaciones de guerra. 

El 22 de octubre de 1946, el Ejército Rojo, bajo la dirección del Ministerio del Interior de la Unión Soviética, comenzó a implementar un plan cuidadosamente orquestado para trasladar a los expertos nazis en los campos de la óptica, la aviación, la ingeniería química y otros sectores tecnológicos hacia el este, hacia la Unión Soviética. Zona de Ocupación. Más de 6.000 alemanes fueron sacados de su tierra natal en trenes de carga en un solo día.

Funcionarios y participantes de la Operación Paperclip: Hermann Oberth (en primer plano), Ernst Stuhlinger (sentado a la izquierda), Mayor General del Ejército de EE. UU. HN Toftoy (de pie a la izquierda), Robert Lusser (de pie a la derecha) y Wernher von Braun (sentado a la derecha). Foto cortesía de la NASA.

Muchos de los alemanes reubicados a la fuerza eran científicos o ingenieros consumados que habían sido miembros destacados del Partido Nazi. Como vasallos de la Unión Soviética, serían cruciales en el desarrollo de motores turbohélice avanzados, el Programa Espacial Soviético e incluso (algunos creen) el rifle Kalashnikov AK-47. 

El éxito de la Operación Paperclip

En la parte superior de la Lista Osenberg estaba Wernher von Braun, quien se había desempeñado como director técnico del Centro de Investigación del Ejército de Peenemünde en la Alemania nazi. En ese cargo, von Braun había supervisado el desarrollo del cohete V2. Después de la guerra, a él y a su equipo, junto con cientos de otros reclutas de Paperclip, se les ofrecieron contratos para reanudar su trabajo en los EE. UU. como "Empleados especiales del Departamento de Guerra". 

Von Braun y su equipo de científicos espaciales nazis llegaron a White Sands Proving Grounds, Nuevo México, en 1946, mucho después de que terminara la guerra en el Pacífico. El resto de los reclutas de Paperclip se dispersaron a otras instalaciones en todo el país, incluidos Fort Bliss en Texas y Wright Field en Ohio. Fueron contratados para trabajar en los EE. UU. por un período corto, entre seis meses y un año, pero los reasentamientos resultaron ser permanentes. 

Los miembros del equipo alemán de cohetes que trabajaron en cohetes para Army Ordnance bajo Paperclip se muestran en White Sands Proving Ground, Nuevo México, en 1946. Foto cortesía de NASA.

A medida que la Guerra Fría amenazaba con convertirse en la Tercera Guerra Mundial, los antecedentes nazis de los reclutas se volvieron menos importantes. Lo que era más importante era que el ejército de los Estados Unidos necesitaba sus habilidades y conocimientos más que nunca y, lo que es más importante, también lo necesitaba la Unión Soviética. En otras palabras, si se convirtieran en agentes libres, encontrarían muchas oportunidades de trabajo al otro lado de la Cortina de Hierro. 

Von Braun eventualmente se convirtió en el director del Centro Marshall de Vuelos Espaciales de la NASA. Ayudó a diseñar el cohete Saturn V, que llevaría a los astronautas estadounidenses a la luna y ganaría la carrera espacial. Y no fue el único ex nazi con un pasado muy cuestionable que desempeñó un papel central en la estrategia de la Guerra Fría de Estados Unidos.

Operación Paperclip desclasificado

Muchos de los científicos e ingenieros que llegaron a los EE. UU. a través de la Operación Paperclip habían trabajado directamente con funcionarios nazis de alto rango, incluidos Heinrich Himmler (jefe de las SS nazis), Hermann Göring (jefe de la Luftwaffe alemana) e incluso Hitler. Algunos eran miembros de las SS y algunos incluso fueron juzgados por crímenes de guerra en Nuremberg.

El Dr. Wernher von Braun, a la izquierda, informa al presidente John Kennedy, al centro, y al vicepresidente Lyndon Johnson en la planta de ensamblaje del enorme cohete Saturno el 11 de septiembre de 1962 en Huntsville, Alabama. foto AP.

Por ejemplo, Arthur Rudolph, otro científico nazi que ayudó a desarrollar el cohete Saturn V de la NASA, había sido director de Mittelwerk, una fábrica de armas alemana subterránea de alta tecnología y subcampo del campo de concentración de Buchenwald. Unos 20.000 reclusos murieron en Mittelwerk. Después de que un ex recluso del campo escribiera un libro condenando a Rudolph en 1979, el gobierno de EE. UU. finalmente inició una investigación. En 1984, regresó a Alemania y renunció a su ciudadanía estadounidense para evitar un juicio.

También estuvo Hubertus Strughold, quien, como jefe médico de la Luftwaffe, realizó experimentos con humanos en los reclusos del campo de concentración de Dachau. Después de ser trasladado a los EE. UU., ayudó a diseñar los trajes presurizados y los sistemas de soporte vital a bordo para los programas Gemini y Apollo. 

Georg Rickhey, el exjefe del campamento de Mittelwerk, fue el único recluta de Paperclip que se enfrentó a un juicio formal. En 1947, fue extraditado de la Base de la Fuerza Aérea Wright-Patterson, Ohio, a Alemania para los Juicios de Dachau, donde fue acusado de trabajar con las SS y la Gestapo. Se alegó que presenció ejecuciones extrajudiciales en Mittelwerk, pero finalmente fue absuelto. 

Aunque ahora el público en general puede ver mucha información sobre la Operación Paperclip en los Archivos Nacionales de Washington, DC, gran parte del rastro documental permanece clasificado. Es posible que nunca se conozca el alcance completo del programa, y las verdaderas historias de todos los hombres que trajo a los EE. UU.


miércoles, 19 de octubre de 2022

Argentina: ¿Una base espacial en Bahía Blanca?

¿En dónde estará la base espacial más importante de Argentina en los próximos años?

Argentina espera poder lanzar sus propios cohetes con satélites nacionales en los próximos años. Para eso, se está construyendo una base espacial que tenga salida al mar.





Argentina tendrá una base espacial en Puerto Belgrano.


Por Astrid Galetti || Aire de Santa Fé



El próximo gran objetivo espacial de Argentina es poder tener una base de lanzamiento de satélites a la órbita de la Tierra que sea propia. Para construirla, se eligió a la Base Naval Puerto Belgrano de la Armada Argentina, que está ubicada en la ciudad de Punta Alta, en el partido bonaerense de Coronel Rosales. El ingeniero Juan Cruz Gallo, subgerente de Segmento de Vuelo y Servicios de Lanzamiento de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), le dijo a AIRE que este lugar tiene todas las condiciones para poder construir la base espacial del país. ¿Por qué?

"El único lugar" en donde puede levantarse esta base espacial es "en la panza de la provincia de Buenos Aires", señaló Gallo. "La base tiene que permitirnos lanzar hacia el mar, en la dirección del polo sur. Tiene que ser en una zona no poblada y que nos aseguren que, de acá al futuro, no se va a poblar. A esto nos lo permite la Base Naval Puerto Belgrano", sostuvo.

 
Así será la base de lanzamiento del Centro Espacial Manuel Belgrano en Bahía Blanca.

Cuando la base espacial esté terminada, que prevén que ocurra para la década del 2030, se lanzará desde ahí el cohete Tronador II-250, el primero que permitirá poner un satélite argentino en órbita (a unos 600 kilómetros de altura). Hasta el momento, se realizan en Argentina vuelos suborbitales (a unos 100 kilómetros de altura).

La base espacial en Puerto Belgrano está en construcción. Mientras tanto, los científicos realizan pruebas en las bases espaciales que la Conae tiene en Córdoba y en la provincia de Buenos Aires, en Punta Indio.

Tres cohetes para un gran proyecto

El plan espacial nacional tiene como protagonistas a los cohetes Tronador II-70, Tronador II-150 y Tronador II-250.

El cohete Tronador II-70 es un vehículo experimental y realiza vuelos suborbitales. Prevén lanzarlo en el 2026 desde la base espacial de Punta Indio, en donde se desarrollan estructuras.

A finales de esta década (o principios de la próxima), se espera poder lanzar los Tronador II-150 y Tronador II-250 desde la base espacial de Puerto Belgrano, que debería estar terminada para entonces.
 
Así son los tres cohetes Tronador II de la CONAE.

"El Tronador II-250 apunta a poder poner en una órbita polar helio-sincrónica o sincrónica con el sol, una carga útil (un satélite) de 500 kilos, a una altura de 600 kilómetros, donde están la mayoría de los satélites del mundo", dijo Gallo a AIRE.

"Queremos órbitas que van de polo a polo, ligeramente inclinadas. Pero para tener esta órbita, tenemos que lanzar hacia el polo. Como estamos en el hemisferio sur, lanzamos hacia el sur. Lanzar sobre el mar nos permite lanzar en una zona no poblada para maximizar la seguridad", señaló el ingeniero. La base de Puerto Belgrano permite esto.

 
El primer Tronador II-70, se lanzará en el 2026 desde la base espacial que Argentina tiene en Punta Indio, provincia de Buenos Aires, a unos 20 kilómetros de Pipinas.

Mientras tanto, en el 2026, lanzarán el Tronador II-70, que permitirá probar el motor de la segunda etapa del Tronador II-250. Cuando lancen el Tronador II-150, probarán uno de los tres motores de la primera etapa del Tronador II-250 y, finalmente, cuando lancen el Tronador II-250, intentarán colocar el órbita el primer satélite argentino.

"Tenemos un conjunto de vehículos que nos permite ir logrando esa madurez tecnológica necesaria para poder cerrar el ciclo del manejo de la tecnología espacial y tener nuestro propio lanzador", cerró Gallo.