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viernes, 18 de abril de 2025

Teoría de la guerra: La guerra invisible del futuro

La guerra invisible: una mirada al futuro cercano


Roman Skomorokhov || Revista Militar




Tener un enemigo externo —por contradictorio que suene— es uno de los activos estratégicos más rentables que puede poseer un país. Un adversario visible, reconocible, incluso predecible, mantiene todo en orden. El gobierno justifica sin esfuerzo sus presupuestos de defensa, los generales despliegan planes y tecnologías, y el complejo militar-industrial gira con la precisión de un reloj bien aceitado.

Si ese enemigo, además, se deja ver de vez en cuando cerca de la frontera, aún mejor. Se reactiva la tensión, suben las alertas, y los pedidos de tanques, cazas y radares se aprueban con entusiasmo. Es un equilibrio delicado pero funcional. El ejemplo perfecto: India y Pakistán. Conflictos pasados, roces presentes, pero nunca lo suficiente como para romperlo todo. Solo lo justo para mantener los engranajes girando y los arsenales llenándose.

El problema llega cuando no hay enemigo. Porque sin una amenaza clara, sin esa figura oscura al otro lado del mapa, todo el sistema empieza a desorientarse. La máquina cruje. Y cuando eso pasa, hay que inventar uno.

Estados Unidos lo sabe bien. Su némesis perfecta fue, durante décadas, la Unión Soviética. El antagonista ideal: poderoso, ideológico, omnipresente. Pero cuando la URSS cayó, la narrativa se resquebrajó. La OTAN perdió norte, propósito y razón de ser. ¿Una alianza militar sin enemigo? Difícil de sostener.

Entonces apareció Sadam Husein, y más tarde Bin Laden. Uno con botas y desfile, otro con túnel y video casero. Pero ambos cumplieron su función: mantener viva la amenaza. Reactivar presupuestos. Justificar despliegues. Reavivar operaciones en cada rincón del mapa. El terrorismo, por su propia naturaleza difusa, fue el enemigo ideal por años.

Pero incluso esos rostros se han ido desvaneciendo. Y con ellos, también la narrativa. Sin un enemigo claro, vuelve a surgir el peor de los miedos para cualquier estructura de poder militar: el vacío. El silencio. La posibilidad de que el cañón no se dispare porque ya no hay a quién apuntar.

Y es ahí cuando la maquinaria empieza a mirar hacia adentro… o a fabricar sombras nuevas.



Convertir a China en el enemigo número uno —el villano central, la gran amenaza global, casi una versión moderna de Sauron— fue una jugada tan eficaz como calculada. Porque, a diferencia de enemigos anteriores como Irak o Libia, China no es un blanco fácil. No es un régimen débil que colapsa tras los primeros misiles. Es una superpotencia capaz de responder. Y hacerlo con fuerza.

Y precisamente por eso resulta tan útil. Porque no es lo que China hace, sino lo que puede llegar a hacer lo que le da su valor estratégico para Estados Unidos. Su postura inflexible sobre Taiwán es el pretexto perfecto. Una tensión sin fecha, siempre latente, siempre útil. Porque, seamos honestos, nadie espera un desembarco estadounidense para defender Taipéi llegado el día. Pero eso no importa.

Lo que importa es el guion que puede escribirse a partir de ahí: si caen en Taiwán, mañana estarán cruzando el Pacífico. ¿California? ¿Alaska? Da igual. El lugar es irrelevante. Lo que cuenta es la amenaza percibida, el relato de expansión imparable, el temor a lo desconocido.

Con ese relato, se firman contratos. Se extienden presupuestos. Se despliegan portaaviones y satélites. Porque ahora, el enemigo tiene escala, tiene poder, y sobre todo, tiene rostro. China es lo suficientemente fuerte como para ser una amenaza verosímil, pero no tanto como para ser intocable. El equilibrio perfecto.

Así, el complejo militar-industrial puede seguir operando sin freno. No necesita más justificaciones. Tiene a su villano. Tiene su narrativa. Y mientras tanto, la maquinaria sigue funcionando. Porque nada moviliza más recursos, más tecnología y más decisiones que un buen enemigo… sobre todo si se mueve al ritmo del miedo.



Los titulares recientes en los medios estadounidenses parecen sacados de una novela de ciencia ficción: “China libra una guerra electrónica capaz de apagar, en segundos, el equipo enemigo.”

Y aunque pueda sonar a hipérbole, no es del todo fantasía. Hay algo real detrás del alarmismo.

Porque la guerra, hoy, ya no se libra como antes. Se acabaron las imágenes clásicas de tanques avanzando entre el polvo o cazas rompiendo la barrera del sonido. Ahora, una simple ráfaga electromagnética puede detenerlo todo. Una ciudad, una base aérea, un centro de mando… en silencio y en segundos. Radares apagados. Comunicaciones muertas. Equipos inservibles. Sin humo, sin cráteres, sin explosión. Pero con el mismo —o mayor— efecto paralizante.

La clave, claro, está en la potencia. El pulso electromagnético verdaderamente devastador es el que nace de una detonación nuclear en el aire, a una altitud de uno o dos kilómetros. El tipo de evento que aún pertenece al terreno de lo prohibido... o al menos, al de lo que nadie se atreve a decir en voz alta.

Pero la verdad es que no hace falta llegar tan lejos para cambiar las reglas del juego. Porque la guerra moderna ya no se reduce a lo visible. Hoy se pelea en frecuencias, en códigos, en espectros donde el ojo humano no entra. La guerra ya no necesita proyectiles: necesita software.

Y eso cambia todo. Porque en este nuevo terreno, los ejércitos pueden estar formados por operadores en una consola. Las armas, por algoritmos. Las bajas, por datos. Es un combate que no ruge ni tiembla, pero que puede derrumbar estructuras enteras.

Y en medio de ese silencio estratégico, queda una pregunta que retumba con fuerza:
¿Estamos listos para una guerra que no se ve venir?



Hablamos, sin rodeos, de la nueva dimensión del combate: la guerra electrónica. Lo que hasta hace poco parecía terreno exclusivo de novelas militares futuristas, hoy se ha convertido en una prioridad absoluta. Y no por moda, sino por urgencia. Porque el enemigo ha cambiado de forma: ahora vuela, zumba, se multiplica. Son los UAV, los drones de todos los tamaños, los que han obligado a repensarlo todo.

Por un tiempo breve, pareció que las contramedidas electrónicas de corto alcance funcionaban. Inhibidores, bloqueadores, ataques de interferencia... funcionaban, hasta que dejaron de hacerlo. Porque, como siempre, la guerra se adapta. Y cuando lo hace, escarba en el pasado.

Viejas ideas, como los misiles guiados por cable —tan toscos como letales— han vuelto, pero con nuevo nombre y forma: drones FPV con control por fibra óptica. El principio es el mismo: control directo, sin vulnerabilidades en el espectro. Y eso los hace casi inmunes a los sistemas actuales. Casi. Y en ese “casi” es donde se está librando la próxima batalla.

Hoy, las joyas de este nuevo frente no son tanques ni cazas: son pulsos electromagnéticos (EMP) y microondas de alta potencia (HPM), capaces de apagar, quemar o inutilizar todo lo que dependa de un chip. Pero el verdadero salto no está en la potencia, sino en la inteligencia. Aparecen los sistemas combinados de guerra electrónica (CEW): plataformas que integran sensores, IA y contraataques en un mismo nodo. No interfieren, anulan. No solo bloquean, piensan. Y lo hacen en tiempo real.

En los cuarteles generales del mundo, los ojos ya no están en el misil más grande, sino en el algoritmo más veloz. Porque allí se está decidiendo el futuro del poder militar. Y en este tablero, sorprendentemente, Estados Unidos no lidera.

Un reciente informe del Centro de Evaluaciones Estratégicas y Presupuestarias —a pocos metros de la Casa Blanca— lo admite sin eufemismos: Washington corre desde atrás. Estiman que tomará al menos una década igualar a competidores que ya han tomado la delantera. ¿El nombre que se repite una y otra vez? China.

Y no se trata de sospechas. En noviembre de 2024, un informe oficial de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad entre Estados Unidos y China advirtió al Congreso: el Ejército Popular de Liberación ya ha desarrollado capacidades electrónicas capaces de detectar y neutralizar algunas de las armas estadounidenses más avanzadas. Ya no es una carrera pareja. Es una carrera que puede haberse perdido.

Y fuera de los grandes nombres, hay más actores en el juego. Grupos insurgentes, milicias, incluso organizaciones terroristas están experimentando con sus propias versiones de guerra electrónica. Con pocos recursos, sí. Pero en algunos casos, con resultados sorprendentes. El campo de batalla se descentraliza, se oculta, se digitaliza.

Porque hoy, más que nunca, la guerra no se libra donde caen las bombas, sino donde se silencian las señales. Y dominar el espectro electromagnético, en esta nueva era, es tan decisivo como lo fue dominar el aire en la Segunda Guerra Mundial.

El que controle las frecuencias, controlará el campo de batalla. Incluso sin poner un solo pie en él.




Durante años, el mundo ha vivido expectante ante una transformación largamente anunciada: la fusión entre el hombre y la máquina en el campo de batalla. No en forma de androides ni de soldados biónicos, sino a través de algo mucho más concreto —y, a la vez, más inquietante—: la incorporación de inteligencia artificial en la toma de decisiones tácticas y estratégicas.

Una guerra donde los datos fluyen en tiempo real, donde el análisis no espera al oficial de inteligencia, y donde la máquina deja de ser una herramienta pasiva para convertirse en un actor operativo. Ese es el horizonte que muchos anticiparon. Y Estados Unidos intentó llegar primero.

En 2017, el Pentágono lanzó el ambicioso Proyecto Maven, con una promesa clara: integrar algoritmos de aprendizaje automático en operaciones reales. Identificación de objetivos, priorización de amenazas, asistencia a la toma de decisiones… todo automatizado. Una revolución que debía transformar la guerra moderna.

Pero la revolución, por ahora, no ha llegado. Lo que hay son avances dispersos, desarrollos parciales, integraciones incompletas. El campo de batalla sigue dependiendo, en gran medida, de la intuición humana, de mandos que todavía se toman segundos —o minutos— para decidir. Y en la guerra moderna, eso ya es demasiado lento.

Sin embargo, algo está cambiando. La guerra electrónica —esa dimensión emergente donde se cruzan señales, frecuencias y algoritmos— ha devuelto urgencia al sueño de la fusión hombre-máquina. Y en ese contexto, aparece un nombre propio: Leonidas.

No es un experimento. Es un sistema real, funcional, desplegable. Montado sobre vehículos militares, Leonidas está diseñado para enfrentar una de las amenazas más disruptivas del presente: los enjambres de drones. ¿Su arma? Microondas de alta potencia. ¿Su efecto? Apagar en cuestión de segundos múltiples blancos aéreos sin disparar una sola bala. Un pulso, y todo lo que vuela cae.

No es fuerza bruta: es precisión energética. Y lo más inquietante, es que este tipo de sistemas ya están integrando IA. Para detectar, priorizar, activar… sin intervención humana directa.

Lo que antes era ciencia ficción hoy empieza a asentarse como doctrina. Y lo que hasta hace poco se consideraba futurismo, pronto será norma: decisiones tomadas en milisegundos, ataques invisibles, campos de batalla que ya no responden a lo que podemos ver o tocar.

Cuando la máquina deje de asistir al humano y comience a decidir por él, el rostro de la guerra cambiará para siempre. Y lo que hoy parece una ventaja tecnológica… mañana podría ser una dependencia irreversible.


Primero fue probado sin hacer demasiado ruido, en algún rincón del Medio Oriente. Pero su eco ya resuena en laboratorios militares de medio mundo. Leonidas, desarrollado por la firma estadounidense Epirus, no es simplemente un nuevo sistema de armas: es un cambio de paradigma. Un arma que no lanza misiles ni proyectiles, sino que emite pulsos de microondas de alta potencia capaces de desactivar, en seco, la electrónica de drones enemigos.

Lo más impresionante no es solo lo que hace, sino cómo lo hace. Una antena plana proyecta un haz de energía amplio, capaz de neutralizar enjambres enteros de drones a la vez. No uno, ni dos. Docenas. En un instante. Y lo puede repetir indefinidamente: sin recarga, sin munición, sin necesidad de rearmarse. Solo pulsa y apaga. Una y otra vez. Silencioso, limpio, eficaz.

¿A qué recuerda? Inmediatamente surge un paralelo: el sistema ruso Krasukha. Pero hay diferencias clave. Krasukha fue concebido para otra época, otra lógica. Su haz es más concentrado, pensado para interferir radares, confundir sistemas de guía, cegar misiles de crucero. Porque cuando fue diseñado, los enjambres de drones eran una idea de laboratorio, no una amenaza real. Lo importante era bloquear la visión de un misil antes de que alcanzara su objetivo.

Pero ahora los blancos se han multiplicado, se han miniaturizado y se han hecho autónomos. Y con ellos, también cambió el enfoque. El desarrollo de Leonidas responde directamente a ese nuevo paisaje: más drones, más amenazas dispersas, más velocidad, más urgencia.

¿Podríamos comparar directamente ambos sistemas? Potencia de salida, eficacia, tolerancia operativa… Sería revelador. Pero no podemos. Porque en este terreno, lo esencial no está publicado. Y lo clasificado, por definición, no se comparte.

Mientras tanto, la Fuerza Aérea de EE. UU. ya ha puesto en marcha la siguiente fase. Acaba de firmar un contrato de 6,4 millones de dólares con el Grupo de Guerra Electrónica Avanzada del Instituto de Investigación del Suroeste, en San Antonio. Su objetivo es claro: desarrollar algoritmos que analicen amenazas emergentes con la precisión de un operador humano, pero con una velocidad muy superior.

"Queremos sistemas que comprendan el entorno como lo haría un humano, pero que reaccionen más rápido y con más exactitud", explicó el director del proyecto, David Brown. El anuncio se hizo público en abril. Y aunque la iniciativa suena ambiciosa, la cautela técnica persiste.

Porque una cosa es tener una idea brillante. Otra muy distinta es convertirla en una plataforma robusta, funcional, lista para el despliegue real. Desde el prototipo hasta el campo de batalla pueden pasar años. A veces, una década. Y aunque Estados Unidos avanza, y no lo hace solo, el camino aún es largo. Las promesas de armas inteligentes aún deben traducirse en máquinas confiables, operativas en aire, tierra y mar.

La guerra del futuro ya está tomando forma. Aunque por ahora, esa forma aún es borrosa. Lo único claro es esto: el enemigo ya no tiene que verse. Y el ataque, no tiene por qué hacer ruido.




Superar a los nuevos protagonistas de la guerra electrónica no es simplemente una cuestión de voluntad ni de estrategia: es un desafío gigantesco que exige años de desarrollo, talento técnico, y miles de millones en inversión sostenida. Aun así, no hay garantías. Pero Estados Unidos ya no tiene margen para elegir. Está obligado a competir.

¿Y hacia dónde se orientan ahora los esfuerzos? La brújula apunta, como era previsible, hacia la inteligencia artificial. La prioridad es clara: crear algoritmos capaces de detectar, en tiempo real, señales que indiquen un ataque electrónico inminente. Puede ser un pulso electromagnético, una ráfaga de microondas de alta energía, una alteración sutil del espectro. Identificarlo antes de que impacte es la clave. Y automatizar esa detección es la única forma viable de sobrevivir en el campo de batalla digital.

Porque ahí fuera, cada décima de segundo importa. Si hoy un operador tarda cinco segundos en revisar una anomalía, la inteligencia artificial puede hacerlo en medio segundo. O menos. Y ese margen puede marcar la diferencia entre perder un dron de reconocimiento y salvarlo. Un dron que, en lugar de esperar instrucciones, detecta el riesgo, toma decisiones por sí mismo y sale del área de peligro. Cierra receptores, maniobra, se oculta. Y con él, se protege también todo el flujo de información que transporta.

La otra línea crítica de desarrollo está más cerca de lo físico: la compacidad. Porque el tamaño ahora es cuestión de vida o muerte. Lo ha demostrado el frente ucraniano: los grandes sistemas son blancos fáciles. La guerra electrónica del futuro será portátil, difícil de detectar, fácil de mover, incluso si eso implica reducir temporalmente su potencia. Un sistema pequeño puede operar más tiempo, sobrevivir más misiones… y, en la práctica, ser mucho más útil que uno grande que no dura más de un día bajo fuego enemigo.

Hasta no hace tanto, el gran depredador de estos sistemas era el avión. Por muy sofisticado que fuera un generador de interferencia, su alcance era menor que el de un misil de crucero. Para ser útil, tenía que acercarse al frente. Y ahí lo esperaban misiles con cabezales infrarrojos: detectaban el calor, fijaban el blanco, disparaban. Así de simple.

La respuesta fue el blindaje. Estaciones reforzadas, escapes redirigidos, disipación térmica. Sirvió, por un tiempo. Hasta que llegó la contra-reacción: los misiles antirradiación, diseñados para seguir la firma electromagnética hasta el origen. Armas eficaces, sin duda. Pero ahora, también enfrentan sus propios límites, especialmente con la proliferación de sistemas SAM de largo alcance que obligan a los aviones a mantenerse bien lejos del frente.

Y aquí es donde los números dicen más que cualquier discurso. Pensemos en el Kh-31, uno de los misiles antirradiación más avanzados del mercado. Velocidad, precisión, trayectoria inteligente. Todo está ahí. Pero si su objetivo apaga su señal antes del impacto, o si el sistema cambia de posición en cuestión de segundos, ¿sigue siendo letal? ¿O queda volando hacia el vacío?

La guerra electrónica de hoy ya no es una guerra de potencia bruta. Es una guerra de velocidad, de inteligencia, de adaptabilidad. Es móvil. Es volátil. Es cada vez más autónoma. Y quienes quieran sobrevivir en ese entorno, tendrán que dejar atrás la lógica del siglo XX.

Porque hoy, para dominar el espectro, ya no basta con emitir más fuerte.
Hay que pensar más rápido. Y cada vez, con menos intervención humana.



El misil Kh-31, uno de los proyectiles antirradiación más conocidos y temidos, tiene un alcance que varía —según la versión— entre 70 y 110 kilómetros. Su velocidad ronda los 1.000 metros por segundo, lo que significa que, desde el momento del lanzamiento hasta el impacto, transcurren entre 80 y 120 segundos.

Y aunque eso suene rápido, en términos militares es una eternidad.

¿Por qué? Porque en esos dos minutos, la tecnología moderna ya ha tenido tiempo suficiente para hacer su trabajo: rastrear el lanzamiento, calcular la trayectoria y predecir el objetivo final. Y con esa información en la mano, también hay margen para actuar. La medida más simple —y más efectiva— es apagar la estación emisora antes del impacto. Sin señal, el misil pierde referencia. Y aunque sufra daño colateral, el golpe ya no es quirúrgico.

Pero hoy, hay una amenaza que puede ser incluso más eficaz. Y sobre todo, mucho más barata: los drones.

La era de los misiles carísimos está siendo desafiada por pequeñas plataformas aéreas no tripuladas, de bajo costo, que pueden cumplir objetivos tácticos con eficiencia notable. Para ponerlo en perspectiva: un solo Kh-31 ronda el medio millón de dólares. Con ese presupuesto, se pueden comprar y equipar entre 30 y 40 drones. Cada uno con su propia carga útil, su propia misión, su propio blanco. No necesitan precisión quirúrgica: la fuerza está en el número, en la saturación, en el caos que generan.

Y el mundo ya ha visto cómo se usan. No hace falta imaginarlo. En Ucrania, esta clase de armas ha reescrito las reglas del combate. Los drones se han convertido en ojos, en proyectiles, en exploradores y hasta en cebos. Vuelan bajo, cambian ruta, se adaptan. Y lo más importante: cuestan lo justo como para perder decenas… y seguir ganando.

En ese contexto, misiles como el Kh-31 siguen teniendo su lugar. Pero ya no son la única opción. Ni la más versátil. Ni la más temida.

Porque hoy, la eficacia no siempre está en el impacto. Está en la capacidad de multiplicar amenazas. De estar en todas partes al mismo tiempo. De obligar al enemigo a mirar al cielo… y no saber cuántos vienen detrás.




Y a propósito: a pesar de su tamaño compacto y su portabilidad, un dron bien dirigido puede ser devastador. Basta con colocar cinco kilos de explosivos sobre el espejo de la antena emisora de un sistema de guerra electrónica. El resultado es simple: antena destruida, sistema inutilizado. Porque sin antenas, no hay guerra electrónica posible. Y lo mismo aplica a las estaciones de contrabatería: un solo impacto bien colocado, y quedan fuera del juego.

Sin embargo, los UAV no son invulnerables. Su talón de Aquiles sigue siendo la detección visual. A menos, claro, que estemos hablando de modelos como el Geranium, que opera sobre blancos con coordenadas fijas. Pero si el dron tiene que buscar su objetivo o moverse en tiempo real, ser visto sigue siendo el mayor riesgo. Eso ha devuelto al camuflaje un rol que parecía haber quedado atrás. Hoy, ocultarse vuelve a ser tan importante como disparar primero.

Lo interesante es que el camuflaje, en esta nueva etapa, ha evolucionado junto con la tecnología. Ya no hablamos solo de redes o pintura. Ahora, los sistemas enteros pueden disfrazarse. Se pueden ocultar misiles dentro de un contenedor marítimo estándar, como en el caso de los “Kalibr” rusos desplegados en una barcaza anónima en medio del lago Peipus. O el ejemplo británico: el sistema Defense Gravehawk, un lanzador de misiles integrado en un simple contenedor de carga, apto para ser transportado en un camión, un vagón de tren o un buque civil.

Es el regreso de lo inesperado. Un lanzador camuflado como carga industrial. Un dron escondido en una mochila. Un radar disfrazado de remolque agrícola. La línea entre lo civil y lo militar, entre lo visible y lo invisible, nunca fue tan delgada.

Y eso cambia las reglas del juego. Porque ahora, detectar una amenaza no es solo cuestión de mirar al cielo. Hay que mirar a todas partes.




La misma lógica se aplica a los sistemas de pulso electromagnético, o más específicamente, a los de alta frecuencia, como el proyecto estadounidense Leonidas. Este sistema, diseñado con una misión clara —neutralizar enjambres de drones—, no solo representa un avance tecnológico, sino también una nueva forma de pensar la defensa moderna.

Leonidas ha sido concebido con una ventaja clave: la compacidad. Lo suficientemente pequeño como para instalarse en un camión de reparto o esconderse dentro de un contenedor de carga estándar. En otras palabras, puede aparecer donde nadie lo espera. Y eso lo convierte en una contramedida particularmente interesante. De hecho, ya se lo empieza a comparar con el sistema ruso "Lever", que, a diferencia de muchos de su clase, no está limitado a plataformas aéreas como helicópteros, sino que puede desplegarse de manera más flexible.

¿Pero por qué tanto énfasis en los enjambres de drones? La respuesta es simple y, al mismo tiempo, alarmante. Lo que China está demostrando en materia de control coordinado de vehículos no tripulados es impresionante. No se trata solo de exhibiciones aéreas con drones dibujando dragones en el cielo —aunque incluso eso ya es técnicamente complejo—, sino del potencial militar real de esa misma tecnología.

Porque si se puede coordinar un espectáculo aéreo con cientos de drones en perfecta sincronía, también se puede aplicar ese mismo principio para lanzar ataques masivos por oleadas, desde distintas altitudes, en múltiples fases. Y en ese escenario, no está garantizado que los sistemas de defensa aérea actuales puedan resistir. Saturar sensores, confundir radares, colapsar capacidades de respuesta… ese es el verdadero poder del enjambre.

Por eso Leonidas no es un experimento más. Es una respuesta directa a una amenaza emergente, y al mismo tiempo, un indicio de hacia dónde se moverá la defensa en los próximos años: oculta, móvil, autónoma… y lista para apagar el cielo antes de que los drones lleguen a tocar tierra.




El pasado abril, Irán atacó a Israel con un total de 300 sistemas de lanzamiento diferentes, desde misiles balísticos hasta vehículos aéreos no tripulados. Israel contó con la asistencia de aeronaves y defensas aéreas navales de Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Jordania y Arabia Saudita para repeler el ataque. En general, el ataque fue repelido con éxito, pero varias instalaciones militares resultaron alcanzadas.


El mundo entero contraatacaba. Israel podría haber triunfado solo; la pregunta es a qué precio.

Bien, pero ¿y si no hay 300 drones, sino 3000? Sí, claro, las ojivas de misiles balísticos son un asunto muy serio; pueden causar daños psicológicos. Pero un misil balístico, por ejemplo, destruye una subestación eléctrica en un distrito. Es desagradable, pero el daño se redistribuye entre otras subestaciones. ¿Y qué pueden hacer cien drones que dañen cincuenta subestaciones transformadoras en el mismo distrito? La pregunta es…

El «Epirus Leonidas» puede destruir un enjambre de drones con un pulso electromagnético que desactiva sus componentes electrónicos. De hecho, este es el siguiente paso en la lucha contra los vehículos aéreos no tripulados; la única pregunta es su implementación a tiempo.

Y hay un matiz más: primero la filtración de datos, y luego la de tecnología.

En Estados Unidos, existe el Departamento de Seguridad Nacional, una agencia responsable de la implementación de las políticas de inmigración, aduanas y fronteras, la ciberseguridad interna nacional, algunos aspectos de la seguridad nacional estadounidense, así como de la coordinación de la lucha contra el terrorismo, las emergencias y los desastres naturales en el territorio estadounidense.

Un informe de 2022 del Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. analizó los riesgos que representan los terroristas que utilizan "tecnologías disponibles comercialmente". Resaltó la posibilidad real de que los grupos insurgentes accedan a drones y señaló que tecnologías como los pulsos electromagnéticos podrían representar una amenaza creciente en manos de estos grupos.

Históricamente, las organizaciones insurgentes y terroristas han tenido que utilizar armas menos sofisticadas, recurriendo a dispositivos explosivos improvisados ​​(IED), armas pequeñas y tácticas de guerrilla. Sin embargo, la barrera de entrada para la guerra electrónica se está reduciendo. A diferencia de los tanques o los aviones de combate, que requieren una logística y un entrenamiento exhaustivos, un arma EMP oculta en un camión puede operarse con un entrenamiento mínimo.

Pues bien, Ucrania ha demostrado al mundo entero cómo es posible producir miles de drones en unas condiciones de “montaje de garaje”.


Un dron que lanza a un punto con coordenadas específicas no 5 kg de explosivos, sino una unidad de interferencia que se activa en el momento oportuno o emite un único pulso de energía que desactiva todos los dispositivos electrónicos de cierta naturaleza dentro de su radio de acción. Una bomba electrónica puede, en algunos casos, ser significativamente más efectiva que una bomba convencional.

Dado que estos ataques electrónicos no dejan rastros de explosivos, disparos ni señales tradicionales de un ataque, complican las respuestas. Sería difícil para las autoridades determinar si se trata de un ataque militar, un ciberataque o un simple fallo técnico.

A medida que la IA continúa mejorando la toma de decisiones autónoma en la guerra electrónica, estos sistemas serán cada vez más eficaces y difíciles de contrarrestar. En un futuro donde los grupos puedan desplegar inhibidores controlados por IA, armas electromagnéticas y sabotaje electrónico desde cualquier parte del mundo, como ocurre actualmente con el hackeo de, por ejemplo, instituciones bancarias, las estrategias de defensa deben evolucionar para detectar y neutralizar estas amenazas invisibles antes de que ocurran.

Ejércitos de todo el mundo ya están invirtiendo en contramedidas de guerra electrónica, incluyendo electrónica reforzada contra la radiación que puede soportar altos niveles de radiación, algoritmos de defensa basados ​​en IA y cifrado cuántico para mejorar la seguridad contra ataques EMP. Sin embargo, la historia demuestra que las medidas defensivas a menudo van a la zaga de la innovación ofensiva.

El futuro de la guerra podría ser tranquilo, al menos en parte. En lugar de explosiones, los campos de batalla del mañana podrían ver cortes de energía instantáneos, aeronaves en tierra y defensas inutilizadas, todo gracias a ataques electrónicos impulsados ​​por inteligencia artificial. Dado que ocultar armas ya es una estrategia militar probada, es solo cuestión de tiempo antes de que los pulsos electromagnéticos y los sistemas de armas electrónicas convencionales sigan la misma trayectoria: ocultos en contenedores, automóviles, calles de la ciudad, distribuidos por drones o cualquier otra cosa que se les ocurra a quienes los necesitan.

¿Qué ocurrirá cuando la guerra deje de ser como las guerras que conocemos? El mundo está a punto de descubrirlo, y la renovación está en pleno apogeo. Muchos sistemas de armas han alcanzado la cima, y ​​los que representaban el poder hace apenas diez años ahora son simplemente innecesarios debido a su ineficacia.

Y aquí la pregunta es: ¿quién liderará este proceso?


viernes, 5 de abril de 2024

AShM: Futuros misiles antibuque de Occidente (2/2)

Futuros misiles antibuque de Occidente (2)


Por Nhan Vu


Defensa de Vietnam : en el marco del programa OASuW (Arma ofensiva antisuperficie), la compañía Lockheed Martin desarrollará el misil antibuque de mayor alcance AGM-158C LRASM (Misil antibuque de largo alcance).




LRASM es una variante del misil de crucero lanzado por avión AGM-158B JASSM-ER (Joint Air-to-Surface Standoff Missile - Extended Range), equipado con un nuevo sensor, diseñado específicamente para misiones antiaéreas.


El programa anglo-francés para desarrollar el misil Sea Venom/Anti-Navire Leger (ANL), liderado por la empresa MBDA al servicio de los Ministerios de Defensa francés y británico, alcanzó un nuevo nivel en junio de 2017 cuando se lanzó con éxito el misil desde un Dauphin. helicóptero por primera vez en un campo de pruebas en el sur de Francia; A finales de 2018 se espera realizar una serie de lanzamientos controlados de este misil.

El proyecto Sea Venom/ANL se implementó para cumplir con los requisitos del futuro arma guiada antisuperficie (pesada) del Reino Unido y el Anti Navire Leger (ANL) de Francia para reemplazar los obsoletos misiles antibuque Sea Skua y AS15TT de Francia. Los requisitos son: misil multimisión, ligero, con un peso de 110 kg y una longitud de unos 2,5 m, utilizado para destruir objetivos en la superficie del agua en un radio de casi 20 km; El misil tiene una alta velocidad subsónica y se lanza desde un helicóptero.

El cohete activa sus motores después de la separación del portaaviones, encendiendo el cabezal de localización de imágenes térmicas no refrigerado Safran con capacidades avanzadas de análisis de imágenes (capaz de integrar un canal de localización láser semiactivo adicional), un canal de comunicación bidireccional para movilizar el control. la participación del oficial en el ciclo de control de misiles y una sección de combate de fragmentos perforantes de 30 kg.

 
En el verano de 2017, se completó una fase clave del programa anglo-francés para el nuevo misil Sea Venom/Anti-Navire Leger (ANL). En el campo de pruebas del sur de Francia, este misil fue lanzado por primera vez desde un helicóptero Dauphin.


Si bien el misil puede volar de forma independiente en varios modos, incluido volar a altitudes extremadamente bajas sobre la superficie del mar, la participación del oficial de control permitirá la implementación de modos tales como cambiar de mira mientras se mueve, volar, calibrar/apuntar con precisión y detenerse de manera segura. la misión. Con el modo de autoguiado láser semiactivo, el misil podrá capturar objetivos fuera del campo de visión gracias a la irradiación láser del objetivo desde un vehículo externo. En la cola del cohete hay un motor de arranque, en el medio del cuerpo hay un motor de crucero con una boquilla instalada debajo del cuerpo mirando hacia abajo.

El misil Sea Venom/ANL, utilizado para realizar misiones tanto en alta mar como en tierra en situaciones con interferencia del terreno, está previsto que sea equipado con helicópteros AW159 Wildcat de la Armada británica, mientras que la flota francesa equipará este misil con los nuevos helicópteros HIL (Helicoptere Interarmados Léger).

El misil es capaz de destruir desde una distancia segura diferentes tipos de barcos, desde lanchas de ataque rápido, lanchas de misiles de tamaño mediano hasta barcos grandes como corbetas, y puede montarse en diferentes tipos de vehículos de transporte. Por ejemplo, se llevaron a cabo pruebas de transporte aéreo para demostrar la compatibilidad del misil con los helicópteros Lynx existentes.

 
El misil Sea Venom/ANL tiene un peso de 110 kg y un alcance de casi 20 km, con un motor que se activa después de que el misil se separa del portaaviones, un cabezal de referencia no refrigerado de la empresa Safran y un canal de comunicación bidireccional para el control. oficial para participar en el ciclo de control. Si bien el misil puede volar de forma completamente autónoma en varios modos, incluido volar a altitudes extremadamente bajas sobre la superficie, la participación del oficial de control permitirá modos adicionales, como cambiar de mira en el aire. Mientras vuela, apunte correctamente y con precisión y detenga la misión de forma segura.


Los futuros misiles antibuque de Estados Unidos

La necesidad de la Marina de los EE. UU. de garantizar el control marítimo frente a las nuevas capacidades de los principales adversarios que buscan construir redes anti-acceso/denegación de área (A2/AD), combinada con la competencia interminable por los recursos, ha obligado a la Marina de los EE. UU. a desarrollar una estrategia. de "letalidad distribuida" (potencia de fuego distribuida) para reequipar, reestructurar y reorientar la flota de superficie para dominar la flota de superficie. La posición de "avance" es más abierta. Para satisfacer las necesidades urgentes de capacidades antibuque, la Marina de los EE. UU. está innovando e introduciendo nuevos sistemas de armas para equipar barcos y aviones junto con variantes antibuque de misiles de superficie, el sistema de defensa aérea SM-6 de Raytheon.


Explicación del término A2/AD (anti-acceso y denegación de área):
  • “Anti-acceso” es la capacidad de ralentizar u obstaculizar el despliegue de fuerzas enemigas en el campo de batalla u obligar al enemigo a construir un trampolín para la campaña mucho más lejos del lugar de despliegue deseado.
  • El “bloqueo de área” incluye acciones destinadas a limitar la libertad de movimiento, reducir la efectividad del combate o aumentar los riesgos asociados con las operaciones de las fuerzas enemigas en el campo de batalla.


 
Toda la familia de misiles Tomahawk, incluido el programa MST (Maritime Strike Tomahawk) con un número no especificado de misiles de ataque terrestre Tomahawk (TLAM) o misiles de ataque terrestre Bloque IV, estará equipado con un sistema de guía y comunicaciones. más libremente con la capacidad de corregir órbitas en entornos de interferencia complejos o en condiciones A2/AD


Con el deseo de restaurar la capacidad antibuque de largo alcance que se perdió cuando la variante antibuque Tomahawk Anti-Ship Missile (TASM) fue retirada del servicio en la década de 1990, la flota estadounidense está desarrollando una nueva variante de Ataque Marítimo. (MST). En el marco del programa de despliegue acelerado, Raytheon recibió en el otoño de 2017 un contrato para integrar un nuevo buscador multimodo para un número no aprobado de misiles de ataque terrestre Tomahawk (TLAM) o misiles Block IV para que puedan capturar objetivos en movimiento en el mar. Se cree que el nuevo cabezal de guiado pasivo multimodo tendrá un módulo de microprocesador multifunción que, cuando se combine con un sistema de transmisión de datos de guía, permitirá que el misil Tomahawk opere más libremente en condiciones de interferencia complejas o bajo A2/. Condiciones de la AD. Según este programa, se utilizará un sistema de comunicación más confiable basado en una nueva estructura avanzada, que permitirá reemplazar el canal de comunicación satelital bidireccional existente y agregar un módulo de cifrado GPS con código M.

Paralelamente al proyecto conjunto entre Estados Unidos y el Reino Unido, el desarrollo de combate multimisión y la mejora continua del Sistema de Control de Armas Tácticas Tomahawk (TTWCS) tiene un mayor nivel de ciberseguridad, en el programa para recertificar los nombres del misil Block IV. que comenzará en 2019, modernizará los sistemas de comunicaciones y guía del misil antibuque MST. Estas mejoras también se aplican a los misiles británicos, que aumentarán su vida útil en 15 años (para un total de 30 años) y, por lo tanto, los misiles Tomahawk permanecerán en servicio con la flota británica hasta finales de la década de 2040. Mientras tanto, se espera que todos los misiles estadounidenses del Bloque III será retirado del servicio en 2018 (no es difícil adivinar cómo se hará).

La sustitución a largo plazo del Tomahawk se garantizará en el marco del programa de desarrollo de misiles NGLAW (Arma de Ataque Terrestre de Próxima Generación), con la capacidad de atacar objetivos terrestres y marítimos desde buques de superficie y submarinos de forma gradual. Reemplazar completamente los sistemas de armas Tomahawk. La fecha límite para comenzar a poner en servicio los misiles NGLAW está fijada para 2028-2030.

 
La flota estadounidense se está preparando para restaurar sus capacidades antibuque de largo alcance en el marco del programa Maritime Strike Tomahawk (MST). En el otoño de 2017, Raytheon Company recibió un contrato para integrar un nuevo cabezal de localización multimodo y un procesador avanzado en los misiles Tomahawk Land Attack Missile (TLAM) o Bloque IV para abordar objetivos mecánicos.


El continuo desarrollo y expansión de la familia de misiles Harpoon AGM/UGM/RGM-84 de Boeing se está llevando a cabo de acuerdo con las leyes estadounidenses sobre la venta de armas y tecnología militar a países extranjeros. En febrero de 2018, el Departamento de Cooperación Militar del Departamento de Defensa de EE.UU. anunció la posibilidad de vender a Finlandia el avanzado misil RGM-84Q-4 Harpoon Block II+ ER en su variante naval junto con otros misiles Harpoon Block II (RGM). -84L-4 Harpoon Block II) por lo que Finlandia serán los primeros clientes de esta nueva variante. Se espera que la nueva variante, que también se propone aplicar para modernizar el modelo Bloque II, esté equipada con lanchas de misiles clase Hamina, nuevas corbetas multimisión y unidades de defensa costera.

La compañía Boeing describe el Harpoon Block II Plus Extended Range (Block II+ ER) como “un sistema de armas que reúne las mejores características de los modelos Harpoon Block II+ y Harpoon Extended Range (ER) y proporciona fuerzas que utilizan opciones de modernización que ayudarán aumentar sus capacidades a bajo costo”.

La variante Harpoon Extended Range (ER) tiene un alcance de más del doble que el misil Harpoon actual (según datos de la Marina estadounidense, más de 124 km) gracias a un motor más eficiente que fue probado con éxito en las pruebas, y gracias a la combustible adicional, permite aumentar el alcance sin cambiar las características generales del misil. Por lo tanto, el misil sigue siendo compatible con la infraestructura de lanzamiento y los sistemas de mantenimiento existentes, al tiempo que conserva todas sus capacidades autónomas en todo clima y en el horizonte para abordar objetivos acuáticos y terrestres.

 
Combinando las capacidades de la última variante Block II+ del misil Harpoon con sus capacidades de combate centradas en la red (en la foto, el misil fue lanzado desde un caza F/A-18SF Super Hornet) y la variante Harpoon ER, que tiene un alcance de más de El doble que el misil Harpoon actual, se implementa en la nueva variante Block II+ER o en un conjunto de soluciones de actualización alternativas para los clientes actuales y potenciales del misil.


Según datos de la Marina de los EE. UU., las características, incluidas la confiabilidad y la capacidad de supervivencia, del misil AGM-84N Harpoon Block II+ lanzado desde un avión han aumentado significativamente gracias al nuevo sistema de guía GPS, mientras que el nuevo enlace 16 permite la transmisión de datos mientras el misil está en vuelo para corregir la trayectoria de vuelo, cambiar el objetivo o cancelar la misión de disparo, además, el misil también tiene capacidades de supresión antielectrónica más fuertes. Los misiles se pueden lanzar desde varios vehículos aéreos, terrestres y acuáticos. A finales de 2018, la flota estadounidense equipará misiles Harpoon Block II+ en los cazas F/A-18E/F Super Hornet, y en 2019 los instalará en los aviones de patrulla marítima Р-8А Poseidon.


 
Lanzamiento de misil Harpoon


Según el programa OASuW (Arma Ofensiva Anti-Surface) de la Marina de los EE. UU., Lockheed Martin Company está desarrollando el misil antibuque de mayor alcance AGM-158C LRASM (Long Range Anti-Ship Missile) bajo un contrato de fase completa e integrada. y entrega de prototipos de sistemas.

En julio de 2017, la Marina estadounidense firmó un contrato para la compra del primer lote de misiles LRASM, lo que permitirá llevar a cabo operaciones contra buques de guerra de superficie especialmente importantes, protegidos por sistemas organizados de defensa aérea y equipados con misiles barco-aire de largo alcance. La variante LRASM es el próximo desarrollo del misil de crucero lanzado por avión AGM-158B JASSM-ER (Joint Air-to-Surface Standoff Missile - Extended Range), equipado con un sensor dedicado para misiones antibuque.

El misil LRASM está equipado con un haz de fragmentación perforante de 1.000 libras (450 kg), utiliza un canal de transmisión de datos, un sistema GPS digital mejorado con capacidades antiinterferencias y un cabezal de localización multidireccional para detectar y destruir específicos. objetivos en la formación de grupo de naves enemigas. El conjunto de sensores incluye un cabezal de localización por radar pasivo para capturar objetivos en un radio grande y un cabezal de localización óptico-electrónico para apuntar en la fase final de vuelo desarrollado por BAE Systems Information and Electronic Systems Integration Company. Según el calendario, los modelos de misiles de prueba se instalarán en los bombarderos В-1 a finales de 2019 y en los cazas F/A-18E/F a finales de 2020.


De acuerdo con la solicitud para mejorar la capacidad de la Marina de los EE. UU. para combatir objetivos de superficie, Lockheed Martin Company continúa desarrollando la familia de misiles LRASM y ha desarrollado y probado con éxito dos tipos de misiles desplegados en buques de superficie/tierra. El mismo cohete con motor propulsor en la primera variante se lanza verticalmente desde el lanzador Mk 41 VLS, y en la segunda variante se lanza desde un lanzador inclinado en el barco.

Lockheed Martin está desarrollando activamente la familia LRASM. Han desarrollado y probado con éxito dos variantes de lanzamiento desde superficie/superficie mientras realizaban varios lanzamientos desde plataformas terrestres y basadas en barcos. Además de la variante lanzada desde el lanzador vertical Mk 41 Vertical Launch System (VLS), Lockheed Martin también está desarrollando una variante de lanzador inclinado basado en este lanzador vertical VLS, pero con el motor de lanzamiento de cohetes Мk 114 que se puede cortar ( junto con los espaciadores intermedios para este motor) para obtener suficiente potencia del jet para ascender.

Para apoyar su estrategia de "fuego distribuido", la flota estadounidense inició en el verano de 2015 el programa de desarrollo de misiles antibuque OTH-WS (over-the-horizon Weapon System (más allá del horizonte) para mejorar las capacidades de combate de buques de combate litorales y nuevas fragatas de misiles. La Marina de los EE. UU. basa sus requisitos de peso y volumen en los productos disponibles; El sistema básico debe incluir un sistema de control de fuego y lanzadores del tipo 2-4 tubos de lanzamiento con 2-4 misiles cada uno. Los candidatos para este programa son la compañía Boeing con la última variante del misil Harpoon, Lockheed Martin con el misil LRASM y la empresa conjunta Raytheon-Kongsberg con el misil NSM. Sin embargo, Boeing y Lockheed Martin se retiraron más tarde de la licitación debido a la eliminación de algunas características clave de sus cohetes, como la capacidad de operar en una red unificada y corregir las trayectorias de vuelo durante el vuelo, por lo que la empresa conjunta Raytheon-Kongsberg se convirtió en la Único candidato para el proyecto OTH-WS.

Referencias: naval-technology.com; nationalinterest.org; mbda-systems.com; kongsberg.com; saabgroup.com; raytheon.com; boeing.com; lockheedmartin.com; defensaiq.com; navair.navy.mil; marinarecognition.com; foros.airbase.ru; csef.ru; pinsdaddy.com; alamy.com; Арзуманян Р. B. Третья стратегия противовеса: реакция Пентагона на новые угрозы.

jueves, 28 de marzo de 2024

AShM: Los futuros misiles de Occidente (1/2)

Descripción general de los futuros misiles antibuque occidentales (1)

Por Nhan Vu


 

VietnamDefence - Actualmente, Occidente está llevando a cabo programas para mejorar o desarrollar nuevos misiles antibuque con un gran radio de combate, sistemas de control y guía más avanzados y equipados con cabezales guiados multimodo, componentes de combate mejorados y potentes capacidades de ataque, con cambio de visión en vuelo y bucles de control tripulados para responder a condiciones que cambian rápidamente.




La última variante del misil antibuque ММ40 Block 3 de MBDA está a la venta y está en servicio o siendo suministrado a 11 clientes, incluida la flota francesa. Este sistema de armas se ofrece en variantes instaladas en barcos de superficie, submarinos, aviones, helicópteros y sistemas de misiles costeros. La compañía MBDA está investigando la mejora del sistema de guía del misil para que pueda enfrentarse al sistema de defensa avanzado del enemigo.


La aparición de misiles antibuque avanzados y misiles de crucero antibuque, como los misiles supersónicos de largo alcance de China, y las preocupaciones sobre las capacidades de disuasión de las flotas modernas en el contexto de la aparición de sistemas anti-acceso/denegación de área (A2/AD) Estas capacidades están impulsando el desarrollo de sistemas de armas y contramedidas eficaces de nueva generación.

Actualmente, Occidente está llevando a cabo programas para mejorar o desarrollar nuevos misiles antibuque con un gran radio de combate, sistemas de control y guía más avanzados, equipados con cabezales guiados multimodo, componentes de combate mejorados y poderosas capacidades de ataque, con cambio de puntería en vuelo. y circuitos de control tripulados para responder a condiciones que cambian rápidamente. Y todo eso es para que puedan realizar una amplia gama de misiones y atacar muchos tipos de objetivos, incluidos objetivos en zonas costeras o a larga distancia.

 
Diseñado como misil para muchos tipos de vehículos, lanzado desde barcos de superficie, helicópteros, cazas y sistemas de misiles costeros, el misil antibuque Marte Extended Range (ER, mayor alcance) ha sido aprobado por la empresa italiana MBDA. firma de un contrato con Qatar en septiembre de 2016

Los futuros misiles antibuque de Europa

En marzo de 2017, los Ministros de Defensa británico y francés firmaron un acuerdo técnico para investigar conjuntamente variantes de misiles de crucero antibuque FC/ASW (Future Cruise/Anti-Ship Weapons) de nueva generación. En la etapa de construcción del concepto, liderada por MBDA Group, examinará opciones para reemplazar y mejorar las armas existentes de las fuerzas aéreas y armadas de los dos países, incluidos los misiles Storm Shadow/SCALP, por ejemplo, AGM/UGM/RGM-84 Harpoon y Exocet. MM40, e identificar proyectos de misiles y enfoques de mitigación de riesgos para informar soluciones para la siguiente fase del programa.

El objetivo del programa FC/ASW es ​​lograr la capacidad de combate que se espera alcanzar para finales de la próxima década. Gran Bretaña y Francia financiarán por igual el programa de tres años; Antes de tomar la decisión de comenzar su implementación en 2020, se construirán e investigarán una serie de opciones, subsistemas y tecnologías de conceptos de misiles.

El Reino Unido necesita urgentemente sustituir los misiles antibuque Harpoon, por lo que en octubre de 2017, el Ministro de Defensa británico retrasó la decisión de eliminar estos misiles sin reemplazo, alargando su vida útil. Los Harpoon salieron más tarde en 2018.

Francia se siente más segura con su inventario de misiles Exocet, pero los dos países decidieron recientemente iniciar el programa de modernización de misiles Storm Shadow/SCALP EG. Esta forma de cooperación, según algunos expertos y analistas, destinada a reducir costes, puede ampliarse a otros países y es al mismo tiempo la única manera de mantener a largo plazo la masa crítica que Europa necesita: el acceso a tecnologías independientes clave.

 
Además de las armadas de Noruega, Polonia y Malasia, el misil NSM es uno de los elementos clave de la cooperación naval germano-noruega, que comenzó oficialmente en febrero de 2018. Además, el misil antibuque NSM es también la base de las actividades promocionales conjuntas de las empresas Raytheon y Kongsberg para promover este misil en el mercado estadounidense.

Actualmente, la familia de misiles antibuque Exocet desplegada en barcos, aviones y submarinos desarrollados por la empresa MBDA y puestos en servicio en 1972 sigue recibiendo pedidos de clientes actuales (hasta la fecha al menos 35 países) y clientes potenciales.

Desde las primeras entregas a la Dirección General de Equipamiento del Ministerio de Defensa francés en diciembre de 2010, se han vendido cerca de 500 misiles de la última variante ММ40 Bloque 3 a 11 clientes, incluida la flota francesa.

En junio de 2016, la empresa MBDA recibió de la Armada de Qatar un importante contrato para la compra de varios sistemas de armas, incluido un número no revelado de misiles del Bloque 3. Estos misiles estarán equipados con corbetas (guardias) y pequeñas lanchas patrulleras de misiles construidas por Fincantieri y móviles costeros. sistemas de misiles que también estarán equipados con el nuevo sistema de armas Matte ER.

El misil ММ40 Block 3 tiene un peso de 780 kg, una longitud de fuselaje con un motor de arranque de menos de 6 m y está equipado con un potente motor turborreactor Microturbo TRI-40, lo que le permite alcanzar un alcance de unos 200 km a altitudes bajas Altitud extremadamente pequeña. El misil, con su reducida exposición a los infrarrojos y su pequeña superficie de dispersión efectiva, está optimizado para maniobras tardías en vuelo con grandes sobrecargas.

El moderno sistema de guía combinado con INS/GPS permite programar puntos intermedios según 3 coordenadas, optimizar la trayectoria y realizar ataques simultáneos de varios misiles. El misil Bloque 3 está equipado con una sección de combate de fragmentación de baja sensibilidad con una espoleta de contacto retardado. La guía de la etapa final del misil mediante el cabezal guiador tiene una alta capacidad antiinterferencia con modos de búsqueda adaptativa y selección de objetivos y es capaz de atravesar fuertes defensas aéreas, mientras ataca objetivos de superficie. El aterrizaje se realiza según las coordenadas GPS.

Los misiles mejorados de la familia Exocet se adaptan bien a los avanzados sistemas de defensa aérea del enemigo. Según el presupuesto de defensa francés para el año fiscal 2018, la variante pequeña mejorada del Bloque 3с se entregará en 2019. No se dan detalles en este documento, pero en el presupuesto del año pasado se mencionó una inversión mejorada. , captura de objetivos con pequeña exposición y desgaste invisible.

 
En marzo de 2017, la empresa Saab Dynamics recibió un contrato del gobierno sueco para desarrollar y producir la variante de misil antibuque RBS15 de nueva generación para equipar corbetas clase Visby y cazas JAS Gripen E de Suecia.

El misil antibuque NSM (NyttSjomalsMissile) de la empresa Kongsberg para satisfacer las necesidades de la flota noruega, actualmente está buscando nuevos y potenciales clientes en Europa y Estados Unidos.

Este misil antibuque sigiloso y de alta precisión es capaz de operar a altitudes extremadamente bajas en alta mar y en franjas costeras y atravesar eficazmente los sistemas de defensa de los barcos.

Además de las armadas noruega y polaca, que han adquirido respectivamente misiles para instalarlos en barcos y equipar sistemas de misiles costeros, así como el contrato de la Armada de Malasia para equipar seis buques de guerra costeros, los misiles antibuque NSM también son uno de los proyectos a largo plazo direcciones de cooperación entre Alemania y Noruega. Estos dos países planean desarrollar y promover este misil en el futuro, y la flota alemana también planea comprar un gran lote de misiles NSM.

Además, Raytheon y Kongsberg Defense Systems están promocionando el misil NSM en el mercado estadounidense y participando en el programa de desarrollo del sistema de armas sobre el horizonte QTH WS (sistema de armas sobre el horizonte), que la Armada de los EE. UU. comprará barcos patrulleros de misiles. y buques de combate litorales.

 
En la familia de misiles NSM de Kongsberg, también hay una variante multimisión, lanzada desde un avión Joint Strike Missile (JSM) con un fuselaje mejorado que puede instalarse en un compartimento interno y lanzarse desde un caza F-35 Lightning II. El misil antibuque JSM que se está desarrollando con la participación de Australia estará equipado con un segundo sensor independiente, un cabezal de radiofrecuencia pasivo desarrollado por BAE Systems Australia y un canal de comunicación bidireccional.


El misil NSM pesa 407 kg y tiene un cuerpo furtivo de material compuesto de 3,96 m de largo y un alcance de más de 200 km. El misil está equipado con un moderno sistema de guía pasiva, que incluye un subsistema de guía multisensor mediante GPS y un avanzado cabezal de televisión de doble banda con un sistema automático de identificación de objetivos en la fase final de vuelo. El NSM viene con lanzadores basculantes a bordo, aunque la compañía también ha estudiado opciones de lanzamiento vertical y submarino.

NSM es capaz de atacar objetivos terrestres con gran precisión y también se produce en una variante multimisión lanzada desde un avión JSM (Joint Strike Missile) con un fuselaje modificado para caber dentro de la bahía de bombas de un caza F. -35 Lightning II.

El misil JSM que se está desarrollando con participación australiana estará equipado con un segundo sensor independiente, un cabezal de radiofrecuencia pasivo desarrollado por BAE Systems Australia y un canal de comunicación bidireccional. Kongsberg Company planea integrar JSM en el caza F-35 en el marco de la actualización al estándar Block 4A/4B, que se espera que entre en servicio en 2022-2024.

 
Los misiles RBS15 en diferentes variantes, incluida la variante final Мк3 desarrollada conjuntamente por Saab y Diehl Defence, están en servicio en las armadas de Croacia, Finlandia, Alemania, Polonia y Suecia. Se informa que la variante RBS15 Мк3 se vendió a Argelia para equipar nuevas fragatas de la clase Меко 200АМ.

En marzo de 2017, la empresa Saab Dynamics recibió de la Agencia Sueca de Adquisiciones de Defensa un contrato para desarrollar y producir una nueva variante del misil antibuque RBS15 de nueva generación para equipar corbetas de clase Visby y cazas multitarea JAS Gripen E de Suecia.

El nuevo misil tiene un radio de combate mayor y se producirá en variantes lanzadas desde aviones y desde superficie, uniendo las características probadas de la familia de misiles RBS15 con nuevas características mejoradas. Se cree que el nuevo misil, cuya apariencia es similar a las variantes actuales del RBS15, será una variante mejorada del RBS15 Мк3 existente.

Para lograr capacidades de combate en todo clima y aumentar significativamente el alcance gracias a la reducción de peso, Suecia mejorará el cuerpo del misil, el equipo de guía, el procesador a bordo y el cabezal de radar. El peso del cohete se reduce mediante el uso extensivo de materiales compuestos y otros componentes no revelados.

Según información de la empresa Saab, la estructura del cohete de nueva generación permitirá una futura modernización. Los nuevos misiles, Rb 15Mk3+ para las corbetas de clase Visby y Rb 15F-ER (Extended Range, mayor alcance) para los cazas Gripen E, se suministrarán en pequeños lotes y entrarán en servicio de combate a partir de mediados de marzo de 2020. El contrato de producción conjunta de las empresas Saab y Diehl Defense también determina la financiación de actividades para aumentar la vida útil de los misiles lanzados desde barcos RBS15 Мk2 y los misiles lanzados desde aviones RBS15F.

La variante RBS15 Мk3 está siendo promovida actualmente por dos empresas, se está produciendo y está en servicio en las flotas de Alemania, Polonia y Suecia; Se cree que este misil ha sido vendido a Argelia para equipar las nuevas fragatas clase Meko 200AN de la Armada argelina. El misil antibuque autoguiado para todo clima RBS15 Мk3 tiene un peso de vuelo de 660 kg y una longitud de 4,35 m con un alcance de más de 250 km.

El misil se lanza mediante un motor acelerador, equipado con un cabezal de alta resolución y un sistema antisupresión radioelectrónico integrado. La guía del misil se realiza según la indicación del objetivo más allá del horizonte o según una trayectoria cambiante con muchos puntos intermedios. La ojiva de fragmentación de 200 kg se detona mediante un detonador en modo de proximidad o contacto lento sostenido.


El último contrato para la compra de la familia de misiles Exocet lo recibió MBDA en junio de 2016 de la Marina de Qatar para un número no revelado de misiles para equipar los nuevos buques de guerra de Qatar del astillero Fincantieri. Italia está construyendo y poniendo en funcionamiento nuevos sistemas de misiles costeros del grupo MBDA. MBDA Group también está perfeccionando el sistema de guía de misiles para atravesar las modernas defensas aéreas del enemigo.

Diseñado como un misil multivehículo, lanzado desde buques de superficie, helicópteros, cazas y sistemas de misiles costeros, el misil Marte Extended Range (ER) ha comenzado a ser desarrollado más rápidamente por la empresa italiana MBDA tras firmar un contrato con Qatar en septiembre de 2016.

Marte ER es un sistema de armas antibuque guiado de alcance medio que se utiliza para combatir objetivos en el mar y en zonas costeras. El misil está equipado con una entrada de aire debajo de la carrocería y un motor turborreactor Williams International, lo que le permite alcanzar un alcance "mucho mayor" de 100 km. El misil tiene una longitud de 3,6 my un diámetro de 0,32 m.

El sistema de posicionamiento y navegación permite mejores maniobras evasivas en las últimas etapas. En el desarrollo del sistema móvil de misiles costeros se utilizó ampliamente el equipamiento de la variante naval Marte Mk2/N, incluidos los lanzadores y la tecnología de control de lanzamiento, y en funcionamiento también se utilizó un sistema de orientación. MBDA e incluye un dron de búsqueda y focalización de objetivos.

El desarrollo del misil lanzado desde la costa/barco Marte ER está según lo previsto y la fecha de entrada en servicio es 2020. Al mismo tiempo, la compañía MBDA también está desarrollando la variante lanzada desde el avión Marte ER que Kuwait ha solicitado oficialmente como principal arma antibuque del caza Eurofighter Typhoon.

La división de aviación de Leonardo y MBDA ha iniciado la fase conjunta de construcción de un argumento técnico-económico para evaluar la posibilidad de integrar el misil con el caza Typhoon.

 
El programa Marte ER avanza a toda velocidad, la fecha de entrada en servicio está fijada para 2020. Se propone la variante lanzada desde aviones de la familia de misiles Marte ER para equipar al caza Eurofighter Typhoon como arma antiaérea. . Las características del Marte ER se determinan en función de las exigencias de la Fuerza Aérea Italiana y del mercado de exportación, en particular de los países del Golfo.

Este período de 18 meses será la primera fase de un programa de integración a gran escala acordado por las dos empresas. Las características del Marte ER se determinan en función de las exigencias de la Fuerza Aérea Italiana y de los clientes extranjeros, en particular los países del Golfo, una región inherentemente inestable donde el misil Marte ER puede demostrar todo su potencial en combate con barcos de ataque rápido. , corbetas y fragatas porque desde un portaaviones puede lanzar simultáneamente 6 misiles para atravesar cualquier sistema de defensa enemigo. Las variantes equipadas para cazas se diferencian de las variantes para helicópteros, barcos de superficie y lanchas costeras.

Todos estos misiles están equipados con alas plegables en el centro del cuerpo, mientras que la variante de caza tiene un ala fija en el centro del cuerpo y no tiene motor de arranque. El nuevo cohete tiene un buen potencial para seguir mejorando. Actualmente, MBDA Company está investigando y aplicando nuevas tecnologías, incluidos sistemas de guía, cabezales guiados y unidades de combate.

Se espera que las tecnologías existentes y futuras para Marte ER formen la base de un sistema de armas antibuque de nueva generación de la Armada italiana, que ha introducido nuevos requisitos para el desarrollo de futuros misiles, cuyo inicio está previsto para 2018. Este programa se llama Otomat Mk2 Block IV/Teseo Mk2/A e implementado por la empresa MBDA Italia permitirá a Italia preservar el conocimiento, la tecnología y la experiencia de más de 40 años en el campo del desarrollo y la producción de misiles antibuque.