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lunes, 9 de diciembre de 2024

Teoría de la guerra: Los comandantes israelíes como arma táctica

“La ventaja única de las FDI: los comandantes son el secreto de su fuerza”: Lecciones aprendidas de 1982 a 2023 – Capitán general (retirado) Gal Perl



CPT (res.) Gal Perl, Investigadora, Centro Dado

Resumen

 Hasta hace poco, las fuerzas de las FDI estaban maniobrando en la Franja de Gaza. Al mismo tiempo, tenemos que prepararnos para una guerra en el norte, si llega a producirse. El libro With Me from Lebanon (Conmigo desde el Líbano) se publicó hace más de tres décadas, pero sus principales lecciones –la importancia del terreno, la independencia de las fuerzas, el mando de la misión (y el mando desde el frente) y el subterfugio– pueden ser de utilidad en la guerra en la Franja de Gaza para tener éxito en la guerra en el Líbano.

Introducción

Las circunstancias estratégicas de Israel desde el 7 de octubre han acercado la posibilidad de que el conflicto limitado en el norte se convierta en una guerra en toda regla. Mientras continúan los combates en la Franja de Gaza, en el frente norte se está librando una confrontación larga y compleja con Hezbolá. En cierto modo, recuerda a los días de la Zona de Seguridad, con ambos bandos organizados y desplegados, actuando dentro de un conjunto de reglas aparentemente acordadas, y con la mayor parte de los combates basados ​​en fuego de distancia y no en maniobras. Las FDI han logrado importantes éxitos, incluyendo ataques a cientos de agentes de Hezbolá (así como a terroristas palestinos), infraestructura, armamento y más. Sin embargo, esto no es suficiente, y las FDI deben preguntarse (y examinar a fondo) cuáles son las conclusiones que pueden aplicarse en una posible operación terrestre en el Líbano. La lista se extiende más allá del alcance de este artículo; no obstante, al separar el trigo de la paja y examinar las lecciones aprendidas de la guerra en el sur, las FDI deberían mirar atrás y aprender de nuestra experiencia operativa previa en el Líbano y de los numerosos libros escritos sobre ella.

En primer lugar, la guerra en Gaza ha puesto fin a un debate de tres décadas en el seno de las FDI (como parte de un debate más amplio que mantienen todos los ejércitos occidentales) sobre la pertinencia y la necesidad de una maniobra terrestre. Una y otra vez se ha planteado la cuestión de la necesidad de maniobrar fuerzas sobre el terreno en una época en la que las FDI tienen en su arsenal capacidades de integración de inteligencia y fuego tan potentes y precisas que han demostrado su eficacia en una serie de operaciones, tanto en la Franja de Gaza como en otros escenarios.

Unos seis meses antes de la publicación de “Espadas de hierro”, el jefe del Estado Mayor, teniente general Herzi Halevi, había dicho que la maniobra tenía, ante todo, un valor psicológico. “Un adversario que sabe que puede sentir las botas de su enemigo sobre el terreno es muy importante para la disuasión. Hay un cierto nivel de logros en la guerra que no se puede alcanzar sin maniobras”. [1] La operación terrestre, afirmó, requiere dos elementos más fundamentales: el primero, la importancia de asumir tanto la responsabilidad como la iniciativa; y el segundo, lo que describió como una de las lecciones más importantes que había aprendido de la guerra entre Rusia y Ucrania: la importancia del espíritu de lucha. [2]

La necesidad de desmantelar a Hamás como fuerza militar y gobernante en la Franja de Gaza ha puesto fin a la discusión, al menos en Israel, considerando los objetivos de la guerra que requerían una operación terrestre de amplio alcance. Sólo las fuerzas terrestres en territorio enemigo pueden perseguirlo, interrumpir sus operaciones, hacerle sentir perseguido [3] y minimizar el fuego lanzado hacia el frente interno.

Las fuerzas de maniobra, tanto regulares como de reserva, bajo el mando del general de brigada Yaron Finkelman, comandante del Comando Sur de las FDI, han demostrado una capacidad de combate impresionante en sus operaciones en el norte y el centro de la Franja de Gaza. Han atacado a miles de agentes de la Jihad Islámica Palestina (PIJ) y de Hamás, han destruido infraestructura militar (incluidos túneles, puestos de mando, depósitos de armas y posiciones fortificadas), han confiscado armamento y han detenido a terroristas. [4] Teniendo en cuenta el sentido de urgencia, las reservas de las fuerzas terrestres han demostrado ser un multiplicador de fuerzas, a pesar de años de abandono. Su experiencia operativa, madurez y criterio, su profesionalidad y su elevada motivación les han permitido compensar rápidamente las diferencias que les separaban de las fuerzas regulares y, en muchos casos, incluso dirigir los esfuerzos de guerra.

Esta conclusión no nace sólo de la investigación, sino también de lo que vi y sentí durante la batalla, cuando el batallón de reserva de paracaidistas de la Marina en el que sirvo (el Batallón 697) fue convocado bajo la Brigada “Flechas de Fuego” (551). Tres semanas después, el batallón ya estaba combatiendo bajo el mando del teniente coronel (en reserva) Tzach Ekshtein, en Beit Hanoun, Beit Lahya, al-Atara y Sheikh Radwan en Gaza. [5] A juzgar por mis conversaciones con comandantes y soldados de otras unidades que participaron en los combates, incluidas la Brigada 55, la 16 y más, ellos también compartieron esa experiencia.

El hecho de que la maniobra terrestre haya demostrado ser la respuesta operativa correcta para el frente sur no significa necesariamente que sea la respuesta correcta en el norte. [6] Sin embargo, debemos prepararnos. Es más, como supuestamente dijo el ex jefe del Estado Mayor, el teniente general Rafael Eitan (Raful), el problema con el enemigo es que no asiste a la reunión informativa final. [7]

 

Aprendiendo y preparándose para la próxima guerra

Hace tiempo que Hezbolá dejó de parecerse a la organización guerrillera contra la que combatió el ejército israelí durante los años que permaneció en el Líbano, o a las divisiones de comandos a las que se enfrentó en 2006. Desde la Segunda Guerra del Líbano, Hezbolá ha crecido en escala, ha adquirido armamento avanzado y un arsenal de cohetes balísticos y misiles (algunos de ellos PGM), así como lanzadores AT, ha establecido redes de túneles y más. Además, su personal ha adquirido experiencia operativa combatiendo en la guerra civil en Siria. En un artículo sobre el tema, el general en jefe (en reserva) Dr. Meir Finkel propuso “tratar a Hezbolá como un ejército regular, como el comando sirio durante la guerra del Líbano de 1982”. [8] Por lo tanto, es importante aprender cómo combatieron las FDI a estas fuerzas terroristas y guerrilleras (terroristas de la OLP), así como al comando sirio durante la guerra de 1982.

Aunque el acervo de libros escritos sobre la Primera Guerra del Líbano no está demasiado repleto, hay algunos volúmenes relevantes. Sin denigrar los libros escritos por investigadores y periodistas, y basta con mencionar La guerra del Líbano de Israel , de Ze'ev Schiff y Ehud Ya'ari [9], está claro que los libros escritos por comandantes son de especial importancia, ya que sus conclusiones y percepciones son confirmadas por quienes estuvieron allí y lideraron a los soldados en el campo de batalla.

Como en la mayoría de los ejércitos, los oficiales en activo de las FDI no suelen publicar libros sobre incidentes del pasado reciente. Entre los ejemplos destacados se incluyen The Heights of Courage , del general en reserva Avigdor Kahalani sobre el batallón blindado bajo su mando durante la Guerra de Yom Kippur, [10] y Undeclared War , del general en reserva Moshe Tamir (Chiko) sobre su estancia en el Líbano mientras servía en la Brigada de infantería Golani, un libro que contenía importantes observaciones y críticas sobre la estancia de las FDI en el Líbano, la lucha contra Hezbolá y la estrategia empleada por las FDI. [11] No es un asunto menor cuando un oficial de alto rango todavía en servicio activo publica un libro en el que incluye críticas al ejército, y esto arroja una luz positiva sobre las FDI como una organización que permite debates críticos destinados a aprender de sus fracasos tanto como de sus éxitos.

Uno de los mejores libros de este tipo, que aporta ideas que pueden ser aplicables a una inminente guerra en el Líbano, es el libro escrito por el general en jefe (res.) Yoram Yair (Ya-Ya), With Me from Lebanon (Maarachot, 1990, edición hebrea). En él, describe los combates de la brigada de paracaidistas bajo su mando durante la guerra, desde el desembarco en la fuente del río Awali en junio de 1982 hasta la llegada a Beirut. En cierto modo, el autor se lo tomó con calma, ya que sólo describió las batallas de la brigada durante la primera semana de la guerra, aunque se puede decir que la guerra continuó al menos dos años más, si no más, hasta la retirada de las FDI en mayo de 2000. Yair decidió centrarse en describir una semana de combates, desde el desembarco hasta Beirut, mientras que las FDI permanecieron en el Líbano durante 18 años más.

El libro de Yair trata de una maniobra eficaz y sorprendente. [12] También habla de astutos comandantes de campo que tomaron la iniciativa y de fuerzas dedicadas que mostraron un gran espíritu de lucha. Los lectores aprenderán sobre los dilemas, los errores, los éxitos, cómo la brigada llevó a cabo combates integrados y letales de guerra conjunta, así como los desafíos y las dificultades. Aunque el libro describe las acciones de una fuerza enviada a lo profundo del territorio enemigo, sus lecciones también son apropiadas para un escenario de una fuerza enviada al frente.

En el prefacio del libro, el entonces ministro de Defensa, Yitzhak Rabin, escribió que la guerra del Líbano había ilustrado una vez más “la ventaja única de las FDI, […] que los comandantes son el secreto de su fuerza […] [La guerra] demostró una vez más la necesidad del cuerpo de infantería. En la era de los aviones, los misiles y las computadoras, todavía no hay alternativa para un soldado que cree hechos con su cuerpo, piernas y mente. Está claro, a partir de las líneas escritas en este libro, cómo el pensamiento militar sofisticado y el seguir el viejo, pero bueno, camino de emplear estratagemas para sorprender al enemigo, ahorra sudor y sangre y permite éxitos militares. En lugares donde los tanques aún no habían llegado y los aviones no podían penetrar, solo el soldado de infantería podía hacer el trabajo, y con éxito” (p. 7). En muchos sentidos, esto podría decirse de los combates en curso en la Franja de Gaza durante “Espadas de hierro”, y así será durante la posible guerra en el Líbano.

 

Sorprender al enemigo: aparecer en un lugar que lo desequilibre.

Cuando el gobierno decidió iniciar la operación "Paz para Galilea", la 98.ª División (en aquel entonces 96.ª) recibió la misión de realizar un desembarco anfibio en la desembocadura del Awali, en el Líbano. La fuerza principal de la división era una brigada de paracaidistas al mando de Yair, reforzada con ingeniería, artillería y blindados. La operación, en plena zona libanesa, resultó sorprendente y permitió a las FDI maniobrar rápidamente hacia el norte, en dirección a Beirut.

El 6 de junio de 1982, los hombres abordaron los tanques de desembarco de la marina israelí y navegaron hacia el Líbano. La brigada ejecutó un desembarco anfibio en la desembocadura del Awali. “A diferencia de algunas de las historias, estas no son costas seguras; nos estamos acercando al mayor de los peligros: la guerra” (p. 22).

Después del desembarco, Yair no estaba seguro de cómo avanzar hacia el norte. “Ir directamente hacia la fuerza principal del enemigo no aprovecharía adecuadamente las ventajas de una brigada como la mía; no es una lucha característica de los paracaidistas. La fuerza de los paracaidistas está en flanquear y aparecer, a veces por aire, a veces por mar, en los lugares más sorprendentes, donde el enemigo no puede prepararse para enfrentarlos. Esta vez también, no podemos renunciar al principio del flanqueo, y necesitamos encontrar una manera de sorprender al enemigo en tierra, por difícil que sea, aparecer en un lugar que haga perder el equilibrio al enemigo y provoque su colapso” (p. 52).

La ruta de Tighozet, a través de las montañas de Chouf, era la línea de avance más difícil a lo largo de la costa. “Como tanto el modo de operación del enemigo como su ubicación son un enigma, solo puedo asegurarme de haber leído el mapa correctamente y de haber comprendido el entorno; de modo que la ruta que elegí para mover las fuerzas realmente permita que cada componente –paracaidistas, blindados, artillería, ingeniería– haga el mejor uso de sus ventajas y, al mismo tiempo, enmascare sus debilidades” (p. 53).

Yair y sus paracaidistas emprendieron una campaña larga y exigente (70 km). Aunque en la superficie, la elección de la ruta montañosa supuestamente ralentizaría a la brigada, en la práctica la elección de Yair dio sus frutos y los paracaidistas fueron la primera fuerza en llegar a Beirut. Una parte importante de la lucha fue dirigida por el batallón de reconocimiento bajo el mando del teniente coronel Doron Almog (Avrotzky), que consistía en “las tres compañías de nivel de brigada –reconocimiento, ingeniería y AT, con todos sus vehículos blindados–, el comandante del batallón con ocho tanques y parte de la compañía médica de la brigada” (p. 92). [13] La compañía de reconocimiento de la brigada lideró el avance, bajo el mando de Israel Ziv, con el comandante del batallón Almog a su lado.

Yair describió el avance del batallón de reconocimiento: “Los hombres están sobrecargados y la subida es muy difícil. Las placas antibalas debajo de los chalecos están calientes, lo que les hace sudar y perder líquidos” (p. 73). Aquí hay una lección clara para la próxima guerra. Los soldados, especialmente los de vanguardia, tendrán que ser ligeros y ágiles para operar en el terreno montañoso del Líbano. De lo contrario, la fuerza no podrá luchar de manera eficiente, ya que se doblará bajo el gran peso que lleva sobre sus espaldas. [14]

A seis kilómetros al este de Damour, la vanguardia se encontró con el enemigo. “En unos segundos, se olvidó de la falta de agua y la unidad se encuentra en medio de una carga. Israel está cargando junto con parte de la fuerza a lo largo de la cresta de arriba, y Doron corre con algunos de los otros en la carretera. En cuestión de minutos, la carga ha terminado: diez terroristas muertos, diez terroristas capturados” (p. 73). El agua se ha acabado, pero Ziv insiste en darles agua también a los prisioneros.

Este es sólo un pequeño incidente, pero hay mucho en lo poco que hay. En primer lugar, la importancia del mando desde el frente. Años más tarde, el general de brigada Almog escribió: “El mando desde el frente permite a cada comandante obtener, en el menor tiempo posible, la mejor información sobre el estado del enemigo, la condición de nuestras fuerzas, sobre el terreno, la moral de las tropas y su cansancio, y sobre lo que llamamos en un informe de situación 'factores adicionales'. La presencia del comandante en el frente en puntos críticos, como momentos de crisis en la batalla, les permite ser un ejemplo para sus hombres, lo que puede provocar un cambio de ritmo, insuflando nuevas energías tanto a los soldados como a los comandantes”. [15] Esta observación se demostró en operaciones anteriores en Gaza, [16] así como en la guerra en curso, y no será diferente en el Líbano.

Por ejemplo, a medianoche entre el 28 y el 29 de octubre de 2023, los hombres de la 551.ª brigada cruzaron la valla de seguridad cerca del kibutz Erez y entraron en la Franja de Gaza, avanzando a pie durante tres kilómetros hacia Beit Hanoun. El 697.º batallón estaba a la cabeza del avance, [17] con una compañía de blindados que había sido puesta bajo su mando en la vanguardia. El comandante de la compañía estaba a la cabeza. [18] Al amanecer, el batallón atacó las afueras de la zona urbana. La compañía de reconocimiento, bajo el mando del mayor Moshe Leiter, lideró un rápido avance de un edificio a otro en el flanco izquierdo, se encontró con terroristas y los atacó. En el flanco derecho, la compañía B se encontró con terroristas en un edificio. Un equipo de la compañía y del grupo de mando del oficial ejecutivo del batallón disparó contra los terroristas, mientras un tanque disparó dos tiros al edificio. El batallón instaló un campamento en las afueras de la zona. Durante la primera batalla, el comandante del batallón y el comandante de la brigada, coronel Ido Kass, estaban cerca y tenían el control total, mientras que los dos comandantes de compañía estaban a la cabeza.

En segundo lugar, incluso en medio de las tensiones que conlleva el combate, las dificultades logísticas, el miedo y la rabia hacia el enemigo, los comandantes no renunciaron a los valores de las FDI: la pureza de las armas y la moral de combate. El comandante de mi batallón dice a menudo que el comportamiento moral significa estar dispuesto a pagar el precio, en este caso la falta de agua, de adherirse a los valores de las FDI. Este enfoque también se hace evidente en las palabras del Jefe del Estado Mayor General y del comandante del Comando Sur cuando se dirigen a los soldados desde el comienzo de la guerra, sobre la necesidad de luchar sin renunciar a la ética de las FDI. [19]

En 1982, en una batalla diferente en la misma zona, un batallón de terroristas preparó una emboscada, sin embargo, la vanguardia de la brigada la detectó con anticipación y utilizó un subterfugio. [20] La compañía AT y una fuerza blindada avanzaron por una ruta que se dirigía al pueblo, mientras que el comandante del batallón y la unidad de ingeniería avanzaron por la cresta que se encontraba por encima de la emboscada. Aproximadamente 50 terroristas atrapados entre las fuerzas murieron y unos 20 fueron capturados.

La última batalla de la brigada antes de Beirut fue contra un batallón de comandos sirios en Shemlan. El comandante del Comando Norte, MG Amir Drori, y el jefe del Estado Mayor, LTG Rafael Eitan (Raful), presionaron a Yair para que tomara el control del pueblo lo más rápido posible para que pudiera unirse a las fuerzas de las falanges cristianas. “El motivo de la presión desde 'arriba' estaba claro para mí. Sin embargo, está igualmente claro que no podía presionar demasiado a los oficiales bajo mi mando. Debo tener en cuenta mis órdenes e introducir todos los cambios posibles en el plan para asegurar que la misión se complete lo más rápido posible. Pero debo actuar como una válvula de presión y mantener a salvo a los comandantes bajo mi mando” (p. 152).

En la batalla, escribió, “Ambos lados, los paracaidistas israelíes por un lado y los comandos sirios por el otro, son ahora como un par de boxeadores en un ring, justo antes de que suene el gong, señalando el final de un combate largo e igualado entre ellos. Ambos lo han dado todo, por lo que pueden ganar” (p. 154). Para Yair estaba claro que “el vencedor sería el que pudiera lograr reunir lo último de sus fuerzas, a pesar del dolor y el agotamiento, para dar un puñetazo más, un golpe fuerte y preciso, que llevaría a su oponente al tatami y decidiría la batalla” (p. 154).

Por ello, cuando se detuvo el avance de la compañía AT, decidió que el lugar adecuado para causar el mejor impacto en la batalla era el frente. “Para incitar a los exhaustos soldados a realizar este último esfuerzo decisivo, para exprimir el último centímetro de energía que aún les quedaba, el XO y yo corrimos hasta la cabeza de la columna (p. 154). La carga, con el comandante de brigada y su adjunto al frente, decidió la batalla y el avance de la brigada hacia Beirut quedó asegurado.

El espíritu de lucha y la cohesión de la unidad, que los comandantes dirigían desde el frente, fueron la razón por la que las fuerzas heridas y agotadas pudieron hacer frente a la tarea y seguir avanzando. Al respecto, Yair escribió: “El profesionalismo, el orden y la disciplina de la unidad, por altos que sean, no son suficientes para mover a los hombres a cumplir cualquier tarea durante la batalla, cuando se enfrentan a la muerte. Un comandante que no sea capaz de reunir a su unidad y no sea capaz de cultivar la solidaridad entre soldados y comandantes durante la guerra, no tendrá a su disposición el entrenamiento, el orden y la disciplina que se les inculcó durante el entrenamiento” (p. 83).

Así ha sido siempre. En la batalla final antes de Beirut, en las batallas que las FDI han librado desde entonces, en “Espadas de Hierro”, en la Franja de Gaza. El espíritu de lucha es también la razón por la que el 697.º, un día después de sufrir bajas y heridas en Beit Hanoun, el 10 de noviembre de 2023, se levantó como el ave fénix, pasó a la ofensiva, mató a operativos de Hamás y continuó cumpliendo con sus tareas. No hay alternativa al espíritu de lucha, y al igual que el arca de Noé, se construye antes del diluvio: en el entrenamiento y los ejercicios, simulacros de guerra en todos los niveles (compañía, batallón y superiores), ya sea en ejercicios de Guerra Conjunta (por ejemplo, ejercicios a nivel de división o el ejercicio de 2022 en Chipre), cultivando y enseñando a los comandantes a actuar con iniciativa y agresividad. Se construye durante el servicio en unidades activas, eventos de formación de equipos para comandantes y análisis en profundidad de la doctrina, la historia y más.

 

Lecciones

La maniobra de la 98 División en las profundidades del Líbano es uno de los pocos casos en la historia de las guerras de Israel de una acción conjunta exitosa en el frente y en las profundidades del territorio enemigo. Sin embargo, como ha dicho el investigador del Departamento de Historia de las FDI, Saul Bronfeld, “el exitoso desembarco ayudó a provocar el rápido colapso de la resistencia organizada por los terroristas al sur de Awali, pero no fue suficiente para crear una acción de flanqueo estratégico de Beirut. La brigada de las FDI sólo rodeó Beirut después del alto el fuego y llegó a la ciudad sólo después de los duros combates en el valle”. [21]

El libro With Me from Lebanon puede ser breve y conciso, pero contiene muchos buenos consejos y excelentes ideas para los comandantes, desde el equipo de fuego hasta el nivel de brigada. Al leerlo, especialmente después de luchar en Gaza, he encontrado varias lecciones importantes que también son relevantes para el Líbano:

Tierra, tierra y otra vez tierra. Antes que el enemigo, antes que cualquier otro factor que afecte la capacidad de acción de las unidades militares, hay que analizar el terreno. La capacidad de identificar posibles elementos que puedan influir en el terreno, incluidas las ubicaciones clave, las zonas de aniquilación, las áreas controladas y en control, y más, es la base de cualquier plan operativo. En el Líbano, como demostró Yair cuando dirigió a su brigada en una maniobra de flanqueo sorpresiva, el terreno es un factor limitante y al mismo tiempo facilitador. El terreno de la Franja de Gaza, mayoritariamente llana, con las FDI moviéndose a distancias relativamente cortas, planteó menos desafíos para las fuerzas de maniobra. El Líbano es un asunto completamente distinto.

“Juntos nos mantenemos solos”. Este eslogan, adoptado en su momento por un comandante del batallón de paracaidistas de las FDI para su unidad [22] , debe ser una de las lecciones que deben tener en cuenta las unidades que maniobrarán en el Líbano, así como las que todavía están en combate activo en Gaza. El batallón es una unidad autónoma e independiente que no depende de la “brigada madre” y puede actuar por sí sola. El tamaño de la zona y el despliegue de Hezbolá exigen actuar preservando la ayuda mutua entre las fuerzas, asegurándose de operar dentro del principio de utilizar plenamente cada fuerza, empleando al mismo tiempo los componentes de fuego y apoyo que sean posibles. Sin embargo, el batallón debe ser capaz de resolver sus problemas por sí solo, ya que Hezbolá puede desafiar a las FDI de una manera que sus fuerzas, incluso una brigada entera, pueden no proporcionar la ayuda que tanto necesitan.

El mando orientado a misiones es una forma de vida. Durante la guerra en Gaza, las FDI volvieron a adoptar un enfoque de mando orientado a misiones, abandonando el método de microgestión típico de sus años de actividad rutinaria de seguridad. Según este enfoque, el comandante en el campo tiene la libertad de “elegir planes de acción inesperados para completar la misión asignada”, [23] ya que si espera instrucciones, nunca podrá aprovechar oportunidades imprevistas. [24] Para poner en práctica este enfoque, debe crearse una cultura organizacional que facilite la comprensión de la intención del comandante, considerando la tensión entre eso y el enfoque en una tarea particular; confianza mutua basada en capacidades, así como buena comunicación basada en una comprensión compartida de la doctrina de combate, tolerancia a los errores cometidos sin mala intención, una tendencia incorporada a la acción y a mostrar iniciativa, un fuerte vínculo entre autoridad y responsabilidad. [25]

Además, la calidad de una unidad militar se mide por las autoridades y la libertad de operación que se le otorga, así como por las expectativas que se le imponen a los mandos subalternos. Si bien la guerra puede y ha hecho que las FDI opten por un enfoque de mando orientado a la misión incluso cuando no se dan estas características, el alcance y la intensidad de los combates, la necesidad de tomar decisiones oportunas y la incapacidad de los mandos superiores de estar siempre involucrados con cada fuerza y ​​lugar –todos ellos parte natural de la guerra– han obligado a los mandos superiores de las FDI a confiar en sus comandantes de campo y darles libertad de operación. [26] Ellos, a su vez, han demostrado ser dignos de esa confianza. En el Líbano, la magnitud prevista de los combates, las características conocidas del enemigo, el terreno desafiante y otros factores hacen que sea imperativo que los comandantes comprendan dos niveles superiores y un nivel inferior.

El subterfugio es una habilidad fundamental . Cada sistema adversario tiene un centro de gravedad obvio (un área de control, un centro de mando y control, una estructura central, un componente que, si es atacado, desestabiliza la organización del adversario y la desequilibra). En esencia, el subterfugio consiste en analizar al adversario, identificar este centro de gravedad y comprender cómo atacarlo de manera rápida e inesperada. Así fue como operó la brigada de Yair en la Primera Guerra del Líbano; así es como actuó el ejército israelí durante “Espadas de hierro”. Como dijo el general en jefe (res.) Tamir, el sistema del enemigo en la Franja de Gaza ha sido desmantelado como resultado de la integración del intenso esfuerzo de fuego (“el elemento refractario”) –que dañó los túneles momentos antes de que las fuerzas en tierra maniobraran hacia territorio enemigo y negaran a los operativos de Hamás la cobertura del espacio subterráneo– y la maniobra terrestre que persiguió y mató a los operativos de Hamás que se vieron obligados a permanecer sobre el suelo. [27]

La improvisación se basa en la doctrina . Es importante actuar de acuerdo con la doctrina que se refiere al Mando y Control (C&C) y al Equipo de Combate de Brigada (BCT), y por supuesto de acuerdo con el viejo y querido manual azul (que cambia de color con cada edición). [28] La improvisación, cuando se hace bien, se basa en la doctrina (y todo está escrito). Se puede decir que la improvisación es en realidad simplemente adaptar la doctrina a las circunstancias dadas (el adversario, el terreno, nuestra fuerza y, por supuesto, la "H"). Cuando no se hace de esta manera, los resultados suelen ser graves.

 

Conclusión

Hasta hace poco, los soldados de la 98 División, bajo el mando del general Dan Goldfuss, han estado combatiendo en Khan Yunis. El 7 de octubre, lucharon para impedir que los operativos de Nukhba atacaran a las comunidades israelíes y las bases de las FDI cercanas a la Franja de Gaza. Después, entre diciembre de 2023 y abril de 2024, la división asaltó Khan Yunis, atacó a los terroristas de Hamás y destruyó armamento e infraestructura, participando en una guerra integrada tanto bajo tierra como sobre la superficie. [29]

Al mismo tiempo, debemos prepararnos para la próxima guerra, si llegase a producirse. Esta preparación exige que nos planteemos preguntas difíciles, como, por ejemplo, cuán competentes serían las fuerzas, es decir, las reservas, si las FDI tuvieran tiempo para entrenarlas. ¿Se han entrenado adecuadamente las FDI en los años anteriores a la guerra, de una manera que simule lo suficiente la guerra, cualquiera que sea su forma? ¿Hemos preparado a nuestras fuerzas lo suficientemente bien? Las FDI ya han comenzado a combatir los túneles en Khan Yunis, una decisión que requirió voluntad de asumir riesgos (el dominio subterráneo neutraliza muchas de las ventajas de las FDI en la guerra conjunta), audacia y habilidad profesional, por lo que se evitaron en la medida de lo posible.

Otra cuestión se refiere a la duración de los combates, los patrones de combate y la forma en que operan las FDI. En el pasado, ha habido conversaciones en las FDI sobre la reducción de la duración de la guerra (o al menos, la eliminación del frente interno de la zona de combate). Seis meses después del inicio de la guerra, podemos decir con seguridad que ni esto ni aquello ha sucedido. Esta cuestión requiere pensar en el resto de la guerra desde el punto de vista de la gestión de los depósitos de equipo y el orden de batalla (tanto regular como de reserva), así como en cómo se va a establecer a las FDI en el campo de batalla (ley marcial, establecimiento de una zona de seguridad y otras cuestiones abiertas), ya que Hamás ha cambiado su forma de desplegarse en la Franja de Gaza, pasando a librar una guerra de guerrillas; las FDI también han reducido sus fuerzas y han pasado a realizar operaciones ofensivas en pequeña escala.

La guerra ha cambiado de forma desde que comenzó y ha llegado a su segunda etapa, similar a lo que ocurrió en Judea y Samaria después de la operación “Escudo Defensivo”. Se ha convertido en “la guerra de limpieza de las FDI contra la recuperación de Hamás en áreas que han sido tomadas y abandonadas, a las que la organización terrorista ha regresado, teniéndolas una vez más en su poder”. [30] Las FDI han seguido actuando para combatir esta recuperación. Un ejemplo es la operación “Cirugía Local” (del 18 de marzo al 1 de abril de 2024), durante la cual la 162 División atacó el Hospital Al-Shifa en Gaza. [31]

A nivel de batallón, cada objetivo que se nos encomendó atacar, nos sentamos y lo analizamos para poder actuar no sólo con la fuerza adecuada y en el momento adecuado, sino también de una manera que negara al enemigo cualquier oportunidad de montar una campaña para resistirnos. Debemos asumir que Hezbollah será capaz de montar una, por lo que tampoco hay atajos en este caso. CCVWH (Centro de gravedad, activos críticos, vulnerabilidades, qué decidirá, cómo decidir) ha sido y seguirá siendo el enfoque principal, porque al final del día, hay una misión que cumplir. El terreno, las fuerzas independientes, la familiaridad con la literatura de combate, el mando orientado a la misión (y el liderazgo desde el frente) y el subterfugio son la esencia de las principales lecciones que debemos aprender del libro de Yair -y de la guerra en Gaza- para tener éxito en la guerra en el Líbano.

Este artículo está dedicado a mis hermanos de armas del batallón 697. Los que están vivos y bien, los heridos –que se recuperen pronto– y, sobre todo, los que cayeron en combate: el mayor (en reserva) Moshe Yedidia Leiter, el sargento mayor (en reserva) Yosef Chaim (Yossi) Hershkowitz, el sargento mayor (en reserva) Matan Meir, el sargento mayor (en reserva) Sergey Shmerkin y los dos tripulantes de tanques de la 14.ª Brigada que lucharon con nosotros hombro con hombro y cayeron en combate mientras estaban desplegados con el batallón vecino, el mayor (en reserva) Aryeh Rein y el sargento mayor (en reserva) Nitai Meisels. Que su memoria sea una bendición. Que seamos dignos de su sacrificio.

El autor agradece al MG (res.) Yair Golan, al COL (res.) Boaz Zalmanowicz, al COL Yaron Simsolo, al COL Ido Kass y al LTC (res.) Aviram Ring por sus excelentes comentarios sobre este artículo.

Notas al pie:


[1] Halevi, H. (23 de mayo de 2023). Discurso del Jefe del Estado Mayor en una conferencia en Herzliya, Universidad Reichmann
[2] Ibíd.
[3] Mattis, J. y West, B. (2022). Call Sign: Chaos (versión hebrea), Ministerio de Defensa y Modan, p. 122; en ese momento, las FDI aprendieron bastante de la experiencia de Estados Unidos con la guerra urbana en Irak. Durante la Segunda Intifada, el comandante del 890.º Batallón de Paracaidistas, el teniente coronel Amir Baram, adoptó un dicho inspirado en los comandantes del Cuerpo de Marines de Estados Unidos (probablemente Mattis), como lema del batallón: “Paciencia, dedicación y alguna bala entre los ojos”.
[4] IDF. (7 de noviembre de 2023). Declaración del Comandante del Comando Sur: “Estamos luchando [...] en el corazón de la ciudad de Gaza. En el corazón del terror [...] no nos detendremos [...] hasta que seamos victoriosos”. Sitio de las IDF
[5] El batallón mató, con apoyo de fuego y blindados y en enfrentamiento directo, a aproximadamente 150 terroristas de Hamás, destruyó infraestructura y armamento y cumplió todos los objetivos de una manera nada menos que asombrosa. Un batallón de reserva en su mejor momento. Esto tuvo un costo. Y ese costo fue alto. Durante el combate, cuatro de los soldados del batallón cayeron y aproximadamente sesenta resultaron heridos.
[6] Ortal, E. (febrero de 2024). “La guerra del 7 de octubre y la que le siguió”, Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos, págs. 6-23
[7] El general Eitan supuestamente dijo originalmente “Kapak shtaim” (קפ"ק 2), un término que se refiere a la segunda y última reunión informativa antes de una operación, durante la cual se realiza la coordinación final entre todas las unidades participantes y los comandantes fortalecen su comprensión del plan del comandante, así como de lo que están planeando las unidades vecinas. Véase: Command and Control During Ground Operations ( Comando y control durante las operaciones terrestres ) (agosto de 2015, versión hebrea). Ground Forces, pág. 137.
[8] Finkel, M. (mayo de 2023). “Coordinación de expectativas: ¿qué es la victoria en la próxima guerra del Líbano y cuál es su precio?”, Dado Center Journal 39, pág. 128
[9] Schiff, Z. y Ya'ari, E. (1985) La guerra de Israel en el Líbano. Touchstone
[10] Kahalni, A. Las alturas del coraje. (1992, Prager [versión hebrea 1975, Schocken])
[11] Tamir, M. (2005). Guerra no declarada (versión hebrea), Maarachot.
[12] Shelah, O. (2015). Atrévete a ganar (versión hebrea), Yedioth Books, pág. 173
[13] En lo personal, este fue el primer libro de memorias de guerra que leí (cuando era niño). Mi padre, Aryeh Perl, un oficial de los paracaidistas que luchó en la brigada y era el comandante adjunto de la compañía médica, se negó a contarme ninguna de sus experiencias. Después de la batalla de Damour, la compañía se dividió: un destacamento, bajo el mando de mi padre, fue puesto bajo el mando del batallón de reconocimiento de la brigada, que estaba comandado por Almog, mientras que el segundo permaneció con el resto de la brigada. Finalmente, papá me contó sobre el desembarco desde el mar; sobre el miedo que sintió cuando fueron alcanzados por fuego de mortero; sobre una comida maravillosa que prepararon en Qabr Chamoun, después de la lucha; sobre cómo corrió en un jeep con otro médico para salvar a un bebé libanés herido (ellos "tomaron el control" de un hospital sin ayuda de nadie y encontraron la infusión adecuada). De cómo echó a dos médicos cuando descubrió que habían saqueado propiedades libanesas. De la fuerza improvisada a la que pertenecía y que tomó el palacio del presidente en Beirut (y la gente les arrojó arroz) y de la final del Mundial que vio en un piso de la ciudad. El resto lo tuve que leer en el libro de Yair.
[14] Shelah, O. (7 de enero de 2011). Una pregunta de peso. Maariv (hebreo)
[15] Almog, D. (junio de 2012). El lugar del comandante en la batalla. Maarachot 443, pág. 29 (hebreo)
[16] Druck, D. (2022). “La batalla combinada y conjunta 2006-2014”, en: El desarrollo de la batalla combinada en las FDI. (Editor: M. Finkel). Maarachot y Moden, pág. 297 (hebreo)
[17] La ​​primera noche sólo entró la mitad del batallón, debido a la justificada preocupación de que no habría edificios adecuados para albergar a todos los hombres. La segunda mitad se reincorporó la noche siguiente.
[18] La compañía era parte del 8108.º Batallón bajo la 679.ª Brigada Blindada de Reserva.
[19] Barnea, N. (16 de febrero de 2024). Bibi, no, no. Yedioth Ahronoth (hebreo)
[20] Almog (junio de 2012), pág. 28
[21] Bronfeld, S. (2022). Desembarco en el estuario de Awali - "¿Qué más puedes pedir de nosotros, patria?". Yesodot 3, pág. 66 (hebreo)
[22] Finkelman, Y. (19 de noviembre de 2008). Informe de la operación "Double Challenge" Batallón de patrulla paracaidista 5135. 35.ª Brigada (hebreo)
[23] Shamir, E. (2014). The Pursuit of Mission Command (La búsqueda del mando de la misión), (versión hebrea), Maarachot y Modan, pág. 19
[24] Ibíd., pág. 51
[25] Ibíd., pág. 41
[26] Tamir (2005), pág. 275
[27] Entrevista con BG (res.) Moshe (Chiko) Tamir, Kfar Daniel, 19 de febrero de 2024
[28] Un manual de bolsillo que consiste en un conjunto de instrucciones, consejos y notas sobre C&C y doctrina de combate entregado al comando subalterno en las FDI.
[29] Goldfuss, D. (13 de marzo de 2024). Declaración del comandante de la 98 División de Paracaidistas. Khan Yunis
[30] Ziv, I. (22 de marzo de 2024). La acción en Shifa fue el disparo inicial de la 'Segunda Guerra de la Espada de Hierro'. N12 (hebreo)
[31] Levy, S. (1 de abril de 2024). Terroristas suicidas y documentación del 7 de octubre: nuevos detalles sobre la operación en Shifa. Mako (hebreo)

sábado, 19 de octubre de 2024

Argentina: Sobre cómo la Revolución Libertadora moldeó el pensamiento militar

Bajo la égida de Aries


Por Esteban McLaren



Durante la Segunda Guerra Mundial, al igual que en la Primera Guerra Mundial, Argentina mantuvo una postura oficial de neutralidad durante gran parte del conflicto. Sin embargo, en el interior de las fuerzas armadas, especialmente en el Ejército, se desarrollaron tensiones entre distintas facciones que debatían cuál debería ser la verdadera posición del país en la contienda. Una de estas facciones se articuló en torno al Grupo de Oficiales Unidos (GOU), un sector que simpatizaba con el régimen nazi y que, hasta 1943, promovía la entrada de Argentina en la guerra... ¡del lado del Eje! Tras el exitoso golpe de Estado de ese mismo año, esta facción tomó el control del gobierno y preparó el terreno para que su candidato, Juan Domingo Perón, asumiera la presidencia en las elecciones de 1946.

Perón, hijo de inmigrantes italianos, asumió la presidencia inicialmente como un mandatario constitucional. No obstante, pronto comenzó a implementar una serie de reformas destinadas a silenciar a la oposición y consolidar su permanencia en el poder. Aprovechó los fondos acumulados durante la favorable balanza comercial de la guerra para ganar apoyos mediante sobornos, subsidios y otros mecanismos corruptos que le permitieron manipular las instituciones a su favor. El uso indebido de fondos públicos fue notorio: individuos sin recursos se convirtieron en millonarios, medios de comunicación opositores fueron cerrados o comprados, y las voces disidentes fueron sistemáticamente perseguidas y, en algunos casos, torturadas.

En este contexto, la facción de las fuerzas armadas que había sido marginada tras el golpe de 1943, simpatizante de los Aliados, comenzó a reorganizarse lentamente. El objetivo de este trabajo es analizar los patrones recurrentes en las fuerzas antiperonistas o constitucionalistas que influyeron en la actividad político-militar interna de Argentina, especialmente durante el periodo de 1955 a 1988, cuando estas fuerzas jugaron un rol clave en la política del país.

La facción pro-Aliada

Las primeras manifestaciones de esta facción del ejército probablemente se hicieron evidentes en el fallido intento de golpe de Estado de 1951. Lo que caracterizó a este grupo dentro de las fuerzas armadas fue su enfoque en la acción. Eran hombres formados en la profesión militar, y como tales, tendían a interpretar los problemas bajo la lógica de la dicotomía amigo-enemigo. Su respuesta ante cualquier desafío fue siempre de naturaleza militar: una vez identificada la amenaza, se delimitaba al enemigo concreto y se actuaba militarmente para atacarlo, perseguirlo y, si era posible, destruirlo.

Un ejemplo temprano de esta conducta lo representa el almirante Benjamín Gargiulo, fundador de la Infantería de Marina de la Armada de la República Argentina (IMARA), quien incorporó el espíritu de los marines estadounidenses en la preparación y alistamiento de sus tropas. Durante el fallido golpe del 16 de junio de 1955, y tras ver frustrados sus esfuerzos, Gargiulo decidió suicidarse, un acto que sorprendió a muchos. Este tipo de coraje y honor militar se reflejaría 27 años después en la batalla de Monte Tumbledown, donde la infantería de marina demostró un valor excepcional en la defensa de Puerto Argentino durante la Guerra de Malvinas.

Esta conducta contrasta radicalmente con la de Juan Domingo Perón, quien, en medio de la Revolución Libertadora de 1955, dudó en atacar a los insurgentes. Durante ese levantamiento, una minoría rebelde se enfrentó a una mayoría leal y no se rindió. Sólo el 18% de las tropas se rebelan contra Perón. Lonardi, líder de la rebelión, mantenía la firme postura de no ceder ni negociar con Perón. En ese contexto, aunque nunca quedó claro qué pensaba exactamente Perón —ni lo aclaró en entrevistas o memorias—, se puede asumir que creyó que los rebeldes querían negociar con él algún reparto del poder, acostumbrado como estaba de negociar en la política. Esta suposición lo llevó a ordenar la retirada de sus fuerzas o, por lo menos, a no ejecutar un asalto final una vez rodeadas las mismas. La consecuencia de ello fue que permitió a los insurgentes reagruparse y continuar la ofensiva. Apenas reacomodadas sus tropas, la primera medida de Lonardi fue decretar el arresto de Perón, de lo que naturalmente sobrevendría su juzgamiento y, nunca podemos descartar, su ajusticiamiento. Ello puso fin a su gobierno y Perón cayó en la cuenta que estaba frente a militares en serio, no en chantas como él.


La Revolución Libertadora y la formación de oficiales

Esta Revolución Libertadora, que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón en 1955, dejó una huella profunda en la composición de los oficiales del Ejército Argentino. Este proceso comenzó con purgas masivas de oficiales considerados leales al peronismo y la reincorporación de aquellos que se identificaban con las fuerzas antiperonistas. Este movimiento, liderado por la Revolución Libertadora entre 1955 y 1956, tuvo efectos disruptivos en el escalafón del Ejército, alterando de manera significativa su estructura de mando y afectando profundamente la carrera de numerosos oficiales​ (Mazzei, 2013).

La purga de los oficiales peronistas implicó la retirada forzosa de aproximadamente 500 oficiales, muchos de los cuales pertenecían a las promociones 60 a 74 del Colegio Militar. Este proceso incluyó tanto a oficiales de infantería (53%) como de caballería y artillería​. Estas vacantes fueron llenadas por oficiales que, en muchos casos, no estaban tan actualizados o eran menos capacitados, lo que generó un efecto de debilitamiento en los cuadros superiores del Ejército​.

Además, la Revolución Libertadora reincorporó a alrededor de 180 oficiales antiperonistas que habían sido separados previamente, muchos de los cuales alcanzaron altos grados dentro de la estructura militar, incluso llegando a generales​. La restauración de estos oficiales consolidó la influencia de una facción militar con una visión conservadora y antiperonista, que jugaría un rol crucial en los años venideros.


Los "azules" y la consolidación del poder militar

Tras el golpe, la facción conocida como los "azules" emergió como la predominante dentro del Ejército, consolidando su control durante las décadas de 1960 y 1970. Esta facción, bajo el liderazgo de figuras como Alejandro Lanusse y Alcides López Aufranc, impuso una visión militarista y conservadora que influenció tanto la política interna como la participación de Argentina en conflictos territoriales y la guerra antisubversiva. Esta facción logró mantenerse en el poder mediante una red de lealtades internas y a través del control de los ascensos y retiros dentro de la institución militar.

La herencia ideológica y operativa

El impacto de la Revolución Libertadora no solo se limitó a una reconfiguración del escalafón militar, sino que estableció una doctrina que influiría en eventos clave de la historia argentina, como la lucha antisubversiva y el conflicto en las Islas Malvinas en 1982. La obra subraya cómo esta ideología militarista promovía la intervención violenta tanto en conflictos internos como externos, en defensa de la "soberanía nacional" y la estabilidad del orden interno.

Este cambio en la composición y perfil de los oficiales influyó notablemente en las decisiones militares que se tomaron en los años siguientes, particularmente en la manera en que el Ejército enfrentó la guerra antisubversiva y los conflictos territoriales. La formación de estos cuadros durante la Revolución Libertadora y su posterior consolidación en el poder imprimió una marcada agresividad en la toma de decisiones, reflejada en el enfoque duro hacia la lucha antisubversiva durante la dictadura militar, que vio el surgimiento de una estrategia de represión violenta contra cualquier amenaza percibida al orden establecido.

Además, la configuración de un alto mando que favorecía el uso de la fuerza y una perspectiva nacionalista influyó en la decisión de involucrarse en el conflicto por el Canal de Beagle con Chile en los años 70, y más tarde, en la invasión de las Islas Malvinas en 1982. La ideología dominante en estos cuadros militares, forjada en la Revolución Libertadora y consolidada en las décadas siguientes, promovía una visión del Ejército como defensor de la soberanía nacional frente a enemigos externos y de orden interno frente a las subversiones percibidas​​.

Los militares profesionales formados bajo esta doctrina operaban bajo una única premisa: todos los problemas se resolvían militarmente. Sin ambigüedades. Observaban la situación, identificaban al enemigo, planificaban el ataque y lo ejecutaban sin titubeos, utilizando la fuerza o la amenaza de ésta. El primer gran enemigo de esta corriente fue el némesis de esta filosofía: el dictador Juan Domingo Perón. Después, las pugnas internas entre facciones no tardaron en emerger: Azules contra Colorados, las revueltas y los enfrentamientos militares que se sucedieron durante décadas.


M4 Sherman Firefly del RCT 8 de Magdalena sobre la pista de la Base Aeronaval de Punta Indio en 1965.

La resolución de los conflictos siempre fue llevada al extremo. El intento de golpe de 1951, el bombardeo del 16 de junio de 1955 sobre Plaza de Mayo, el golpe definitivo del 13 de septiembre de 1955, los fusilamientos de León Suárez y los golpes a lo largo de los años 60 no dejaron lugar a dudas sobre el enfoque de esta facción. El 3 de abril de 1965, el Regimiento de Caballería de Tanques n.º 8 de Magdalena atacó con brutalidad la Base Aeronaval de Punta Indio tras ser bombardeado por aviones navales con cohetes y napalm. Este nivel de agresión desenfrenada era la norma. Esta mentalidad, influenciada por un espíritu del blitzkrieg, dominó la escena durante la guerra contra la subversión, los conflictos limítrofes con Chile que llegaron al borde de una guerra total en 1978, y finalmente el desenlace épico de la recuperación de las Islas Malvinas. La planificación de la operación Soberanía y la operación Tronador fueron obras de arte: llenas de creatividad en la estrategia, anticipación cinco pasos la respuesta de las fuerzas chilenas, un compendio de todo lo que la oficialidad había aprendido al pie de la letra en la doctrina más moderna del momento.

El camino de la respuesta militar no se detuvo ahí. Las rebeliones carapintadas y la brutal recuperación del Regimiento de Infantería Mecanizada n° 3 en La Tablada marcaron el epílogo de una generación de militares que había nacido para la guerra y que, muchas veces incapaz de resolver cualquier cuestión de otra manera, optó siempre por el empleo de la fuerza militar como su principal respuesta.

Los efectos negativos de esta manera de resolver los conflictos fueron evidentes en la condena social hacia los métodos utilizados durante la guerra antisubversiva. La derrota en Malvinas fue el golpe final para este enfoque. No solo se lamentó la pérdida de vidas, sino también la herida profunda al orgullo nacional.

Desde una perspectiva positiva, los militares argentinos ejercían su profesión como el eje rector de su toma de decisiones, con una coherencia implacable. A pesar de los errores, indecisiones y excesos, e incluso de las brutalidades cometidas, sus acciones se alineaban con una estricta planificación militar. Hubo también momentos de gran destreza, como la Operación Rosario, un asalto anfibio ejecutado con brillantez sobre una guarnición enemiga, cumpliendo el objetivo estricto de no causar bajas al adversario. Asimismo, Argentina fue el primer país en erradicar dos movimientos terroristas, uno urbano y otro rural, en una sola operación: un ataque simultáneo, descentralizado y audaz que involucró a todas las unidades policiales y militares en la neutralización de los escondites insurgentes. Sin embargo, esta guerra fue posteriormente juzgada por la justicia civil argentina mediante un proceso plagado de irregularidades, incluyendo la aplicación retroactiva de leyes, juzgamiento irregular que aún permanece impune. El único error de este método fue deshacerse del cuerpo de los terroristas y no entregarlos a su familia aparentemente.

Y aquí agrego una reflexión personal. Uno espera de los militares una respuesta militar, sino no se los convoca. Cuando emerge un problema, llamar a la milicia es llamar a que ese problema se resuelve obviamente manu militari. Y ahí va el asalto frontal, el flanqueo, el fuego de precisión, la saturación de las defensas y búsqueda de la rendición del enemigo. Esta generación de Aries, regida por el Dios romano de la guerra, respondió así, con enormes errores pero coherentes a cómo los había formado la Nación. Personalmente detesto, y con una profundidad muy grande, cuando un militar analiza, "opina", planifica e implementa una acción política sobre un problema real. Cuando un táctico opina geopolíticamente sobre por qué no tomar una colina ordena por su superioridad, es un claro ejemplo de falta de profesionalidad. Los ha habido, los hay y los habrá: cuando el buque oceanográfico HMS Shackleton afrentó la soberanía argentina navegando por aguas del Mar Argentino, fue interceptado por el buque ARA Rosales la cual pidió instrucciones al edificio Libertad sobre cómo proceder. La orden fue clara: "¡húndalo!"; sin embargo, el oficial naval decidió ir a tomar un café un gesto que no solo deshonra su uniforme, autoimponiéndose funciones del estado mayor. 

En 1982, el gobernador militar argentino, General Luciano Benjamín Menéndez, fue responsable de diseñar el plan defensivo de las Islas Malvinas ante una posible re-invasión británica. Lo que presentó no fue más que un dispositivo defensivo estático, completamente falto de imaginación y estrategia. Era como si el plan hubiera sido ideado por un general chileno por su falta de creatividad, más preocupado por mantener buenas relaciones con los kelpers —la población británica implantada— que por defender el territorio. Cuando finalmente se detectó el desembarco enemigo en San Carlos, las decisiones de Menéndez fueron lamentablemente reactivas, si es que siquiera llegaron a ese nivel. Desde ese momento, todo fue un descenso en espiral, con un comandante incapaz de adaptarse a las circunstancias cambiantes del avance británico. No se diseñaron emboscadas, no hubo maniobras de reagrupamiento ni intentos de envolvimiento o flanqueo. El general simplemente dejó que cada comandante en las posiciones decidiera qué hacer, sin ofrecer una coordinación centralizada desde la gobernación. Lo que se vio fue a un general con poco cerebro y menos coraje, atrapado en su mediocridad, esperando el final sin intentar, siquiera, sacar lo mejor de los recursos disponibles, fueran pocos o muchos. En lugar de liderar, Menéndez se rindió a la pasividad, demostrando una falta absoluta de visión estratégica y liderazgo. Ese fue el costo de pagarle con nepotismo a una familia que había provisto de oficiales asociados a la Revolución Libertadora y Guerra Antisubversiva. Un general obnubilado por la geopolítica de llevarse bien con gente que lo despreciaba y no con sus tropas a las que debía cuidar diseñando el mejor plan militar posible.

Dentro del trágico contexto latinoamericano, esta generación de Aries también dejó una lección de patriotismo que trasciende las generaciones. Los bochornosos ejemplos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, donde los altos mandos militares, carentes de ética, moral y disciplina, entregaron sus naciones a dictadores de poca monta, son testimonio de lo que pudo haber sido Argentina. Pero aquí, en nuestra tierra, se formó una camada de oficiales patriotas. Cuando un dictador como Perón intentó perpetuarse en el poder, fue ese 18% de tropas valientes las que se rebelaron y lo derrocaron. Aquí no estamos en el maldito Caribe, estamos en Argentina. Y en Argentina, los militares —cuando actúan con honor— no entregan su Patria a tiranos.

En resumen, la Revolución Libertadora no solo reestructuró el Ejército Argentino y a todas las fuerzas armadas en términos de su composición, sino que también estableció las bases ideológicas y operativas para las decisiones que marcarían la historia militar del país en las décadas siguientes. De ese ejemplo surgen lecciones positivas y aprendizajes de errores. Somos la generación que debe tomar ambos a conformar la doctrina que nos lleve a ser el poder militar que siempre fuimos.

sábado, 3 de junio de 2023

EA: Oficiales del RI 13 en 1935

Oficiales del Regimiento de Infantería N° 13, Córdoba, 1935






Foto Grupal de los Oficiales del Regimiento de Infantería Nº13, perteneciente a la 4° División con asiento del Comando en la Provincia de Córdoba - Año: 1935.
(Créditos a www.militariahistoricaargentina.com)

Unidades dependientes de la “4° División”:
* Regimiento de Infantería Nº13, N°14 y N°15.
* Regimiento de Artillería Montado Nº 4.
* IVº Batallón de Zapadores-Pontoneros.
* Distritos Militares N°41, N°42, N°43, N°44, N°45, N°46, N°47, N°48, N°49, N°50, N°51 y N°52.
*Parques y Trenes,
*Polígonos de Tiro y
*Hospitales Militares.
* Destacamento Montaña Cuyo:
** Regimiento de Infantería de Montaña Nº 16.
** Sección de Exploraciones Baqueanos Nº 1.
** Grupo de Artillería de Montaña Nº 8 “Coronel Pedro Regalado de la Plaza”.
** Compañía de Zapadores de Montaña Nº 1.

sábado, 15 de octubre de 2022

Malvinas: Los 5 días decisivos, según el Vicealmirante Rotolo

"En 1982 no se planificó una guerra, sino una crisis que no logramos regular"

El vicealmirante (RE) Benito Rotolo, en una entrevista con La Prensa, recuerda su participación en el conflicto a bordo del portaaviones "25 de Mayo" y en el hundimiento de la fragata Ardent. Asimismo, reflexiona sobre de su reciente libro en el que plantea que durante los primeros días de mayo podría haberse librado una batalla naval decisiva que hubiese modificado el curso de la guerra.
Por Pablo S. Otero || La Prensa


Oriundo de Alcorta, una localidad santafesina con historia donde hace casi 110 años se originó la rebelión agraria conocida como el "Grito de Alcorta", el vicealmirante (RE) Benito Italo Rotolo ya es parte de la historia contemporánea argentina. Veterano de la Guerra de Malvinas, estuvo embarcado en el Portaviones "25 de Mayo" durante la campaña naval. Cumplió misiones de combate contra unidades británicas en el Estrecho de San Carlos y participó en el hundimiento de la Fragata "HMS Ardent". Recibió por su actuación la condecoración de "Honor al Valor en Combate". 

A 39 años de la Gesta de Malvinas y en diálogo con La Prensa recordó su historia y habló también acerca de su reciente y atrapante libro "Malvinas: cinco días decisivos - Por qué la guerra pudo tener otro final" (SB Editorial - 270 páginas), escrito junto a José Enrique García Enciso. A partir de documentación y testimonios inéditos relata, en primera persona, lo ocurrido entre el 1 y el 5 de mayo de 1982, y las razones por las que la flota argentina decidió no atacar a las fuerzas navales británicas. La investigación también brinda un material de primera línea acerca de las frustradas negociaciones de paz tras el hundimiento del Crucero General Belgrano por un submarino inglés. ­

- Su historia comienza en la provincia de Santa Fé

- Así es, en el pueblo de Alcorta que fue fundado, allá por 1890, por un tío abuelo mío junto a un grupo de italianos abruzzeses. Mi padre vino a la Argentina recién en 1927, luego regresó a Italia y ya casado retornó definitivamente después de la Segunda Guerra Mundial. Hizo lo que hacían los rentistas: vendían todo lo que tenían allá, alquilaban campos, sembraban y después les iba tan bien que terminaban comprando la tierra. En ese contexto había surgido, en 1912, el acontecimiento conocido como "El Grito de Alcorta", debido a que los propietarios comenzaron a aumentar el alquiler de las tierras. Sin embargo, toda mi niñez -yo fui el menor de cuatro hermanos- la pasé en un campo en Cañuelas donde se había mudado mi familia y de donde tengo un recuerdo hermoso de la vida campestre. Mi padre siempre me hablaba de las bondades de la Argentina. Recién a los 13 años, en la década del sesenta, nos establecimos en el barrio porteño de Belgrano donde hice el secundario y luego la Escuela Naval.

EL CONFLICTO BELICO DE 1982 

En 1972, apenas recibido de aviador, comenzó a operar en portaviones. Una década después, en 1982, ya con 32 años y luego de haberse desempeñado como instructor de vuelo en la aviación naval de la Marina de los Estados Unidos, el entonces teniente de navío Rotolo se encontraba en Brest, Francia, realizando desde hacía pocos meses un curso de aviones Super Etendard en la Marina francesa. 

-¿Cómo vivió, del otro lado del mundo, la recuperación de las Malvinas el 2 de abril de 1982? 

-Apenas supimos la noticia hablamos con el agregado naval en París y le dijimos que esto nos parecía algo muy serio. A lo cual nos respondió: "No, ustedes quédense tranquilos, esto es simplemente una presión para forzar una negociación. Acá nadie va a ir a un conflicto bélico, son cosas de la prensa amarilla". Mientras los pilotos franceses festejaban que le habíamos `mojado la oreja' a Gran Bretaña, nosotros estábamos entre el asombro y la sorpresa. Hasta que un día me convocaron para incorporarme al portaviones "25 de Mayo" porque hacía falta un señalero. "Se va por veinte días y vuelve", me habían dicho.

-¿Cuándo comenzó su participación en el teatro de operaciones? 

-El 14 de abril por la mañana ya estaba en Buenos Aires y por la tarde llevé a mi señora y a mi beba, de dos meses, a la casa de mis suegros. Luego partí rumbo hacia la base Espora y unos días después en un avión Tracker embarqué en el portaviones "25 de Mayo" que estaba en operaciones en el Mar Argentino. El día 18, el portaviones regresó y comenzó a cargar víveres, combustibles y munición. Finalmente, el 20 de abril partió la flota hacia una zona ciega de la Patagonia.

-¿Cómo era clima a bordo del portaviones? 

-Estábamos convencidos de que si los británicos salían de la isla Ascensión iban a venir para recuperar militarmente las islas, y si no se cumplía el plan de retirar las tropas de Malvinas, que veíamos estaba fracasando, íbamos a un conflicto armado. Individualmente cada uno empezaba a trabajar para estar lo mejor posible. Había euforia y también un clima tragicómico porque decíamos: "Bueno... nos vamos a enfrentar a la Tercera Flota del mundo". Pero en muy pocos días, el 30 de abril, ya una parte de la flota británica se aproximó bastante al norte de la isla Soledad y ahí nos dieron la orden de zarpar para interceptarla. Ese día la flota estuvo lista para entrar en combate. El 1 de mayo ya navegábamos en operaciones de combate y a las 22 nos habíamos acercado a 160 millas de la zona británica. Nosotros éramos el brazo armado de la flota y estábamos listos para comenzar la operación de ataque con los aviones que teníamos: los A4, los Tracker y los helicópteros. Pero finalmente esta batalla, para mí, decisiva no se llevó a cabo y se dio la orden de replegar la flota. Justamente es uno de los temas que desarrollo en el libro.

-¿Cuándo llegó finalmente su bautismo de fuego? 

-El 21 de mayo durante el desembarco británico en San Carlos. Luego del repliegue a mi tocó ir a la base aeronaval de Río Grande con los ocho A4. Allí también operaban aviones de la Fuerza Aérea. Vivíamos todos juntos en una barraca. El 21 de mayo nos enteramos temprano de que los ingleses intentaban desembarcar en San Carlos y se establecieron dos misiones. Una por la mañana que despegó para atacar a unidades navales británicas, pero no pudieron llegar por la niebla. Y la segunda partió después del mediodía cuando se disipó la niebla y ahí me tocó a mí. Este grupo estaba integrado por seis aviones: la Primera Sección: Philippi, Márquez y Arca. Y la segunda: Lecour, Sylvester y yo. Fue un raid aéreo impresionante porque también salieron los aviones de la Fuerza Aérea de Río Gallegos y de San Julián. Fue una misión detrás de otra. 

-En esa misión fue hundida la fragata británica Ardent, ¿podría relatar su experiencia? 

-Pasado el mediodía de ese 21 de mayo, debido a la calibración de los sistemas de navegación, mi sección despegó unos minutos más tarde y quedamos separados durante toda la misión. Navegamos en un silencio electrónico absoluto y descendimos cien millas antes de llegar al estrecho San Carlos, donde se estaba produciendo el desembarco, para hacer la aproximación rasante y provocar a los radares un serio problema para detectarnos. En ese momento escucho que Philippi avisa que había visto un buque y que lo iba a atacar. Al instante oímos al teniente Márquez decir: "¡Harrier, Harrier!". Philippi contesta: "Estoy bien, me eyecto". Y luego no escuchamos más nada porque habíamos descendido mucho, pero nos dimos cuenta de que los Harrier estaban cerca. Fueron diez segundos que me quedé en silencio. Luego dije a mis numerales que seguíamos con la misión, nos encolumnamos y nos recostamos sobre la isla Soledad porque vi que el estrecho era muy chato. Después, con un gran fuego enemigo, entramos en un giro perpendicular para ir al medio del canal y zigzagueando para evitar los sistemas automatizados de misiles. A pesar de todo, los tres de mi sección llegamos bien sobre el blanco, que para nosotros era una fragata tipo 21, y los lanzamientos fueron bastantes centrados.

-¿De qué manera continuó la misión?

-Luego de atacar, la idea era escaparnos al sur pero nos encontramos de frente con un crucero que nos empezó a disparar. Era un espectáculo dantesco: la niebla se había reducido en nubes, el sol, el reflejo, había chubascos y se veían las estelas de humo de los misiles... era una imagen de película. Junto a mi sección pudimos meternos en un cañadón de la isla Gran Malvina. Ya de regreso, cuando estábamos a cien millas de Río Grande preguntamos por la otra sección y nos dijeron que no habían llegado. Después nos enteramos de que Philippi tras ser atacado por un misil se había eyectado, cayó al agua y logró sobrevivir gracias a un kelper. A Arca, los Harrier le rompieron el tren de aterrizaje con una ráfaga y en Puerto Argentino también logró eyectarse y sobrevivir. Lamentablemente, Márquez en el combate aéreo recibió otra ráfaga que originó la explosión del avión y falleció. Al día siguiente, el 22 de mayo, los británicos confirmaron el hundimiento de la Ardent.

-¿Qué pasa por la mente durante ese tipo de situación límite como es un combate aéreo? 

-En el buque uno practica esas situaciones y ve que hay un gran equipo alrededor de uno. Pero cuando llega el momento real uno empieza a desconectarse del mundo exterior y a conectar de gran manera con los que tiene al lado, con el equipo y con lo que tiene que hacer. Uno se va olvidando de todo lo afectivo y domina lo anímico. Y el temor a perder la vida, porque existe y a uno lo puede paralizar, lo va transformando en el temor a no fallar, a que no funcione el armamento o a las inclemencias del clima. Cuando se prepara la misión se vive una tensión muy grande porque ahí es donde uno ve las dificultades que va a enfrentar. Pero cuando uno pone en marcha el avión y se cierra la cabina es como un relax. Y durante el vuelo no hay tiempo para pensar en otra cosa que la misión. No hay ningún pensamiento perturbador. Eso también, por supuesto, tiene que ver con el adiestramiento.

CINCO DIAS QUE PUDIERON CAMBIAR EL RUMBO DE LA GUERRA

Casi cuatro décadas después de haber sido parte de todos estos acontecimientos históricos, el aviador naval Rotolo decidió relatar su experiencia de la guerra en un libro. "A mí me costó mucho contar esto en primera persona, pero si no lo hacemos nosotros no va a haber un testimonio y si todo puede ser revisado a futuro puede ser negativo. Antes de que partamos de este mundo es conveniente que cada uno cuente lo que vivió. Fueron 74 días muy intensos, batallas muy importantes y actos heroicos increíbles", destacó.

En el libro, recientemente publicado, explicó convencido que los primeros cinco días de mayo de 1982 cambiaron el curso de la guerra de Malvinas porque entre el 1 y el 2 a la madrugada la flota argentina pudo dar una batalla decisiva contra las fuerzas navales británicas y no lo hizo. Además, durante esas jornadas se gestó una negociación fallida que incluía el cese de hostilidades. 

-Según su experiencia en el conflicto bélico y su análisis posterior a los hechos ¿qué fue lo que falló?

-Si no hubiera sido por la actitud dubitativa de la Junta, que no quiso nunca escalar el conflicto porque quería negociar, mientras la señora Thatcher pensaba totalmente al revés, hubiésemos tenido mejores resultados y una mejor posición para esperar. Es decir, si uno dice "esto va a ser una guerra" hubiera sido totalmente distinto. No se planificó una guerra, sino una crisis que la íbamos a regular nosotros, pero que después no lo logramos. Por ejemplo, si entre el 1 y el 5 de mayo se estaba acercando la flota británica y las negociaciones se estancaban se podría haber cumplido la resolución 502 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (aprobada el 3 de abril de 1982) que exigía el cese inmediato de hostilidades, y se acababa el problema. Incluso iba a ser un papelón para Gran Bretaña porque hubiera quedado expuesta por la exageración de la fuerza y la respuesta. Falló el juego estratégico que es una lucha de voluntades entre los líderes, entre Galtieri y Thatcher.

-La batalla naval que no fue, la del 1 y el 2 de mayo, ¿por qué asegura que pudo ser decisiva incluso para cambiar el rumbo de la guerra? ­

-Los británicos no tenían forma de avistarnos, no tenían alerta temprana y para una batalla naval la sorpresa y la iniciativa son primordiales. Después, es cierto, juega el azar, como decía Carl von Clausewitz: "Los planes para entrar en combate pueden ser perfectos, pero después del primer tiro comienza la niebla". Pero en ese momento la flota argentina contaba con el factor sorpresa. La vida me fue dando oportunidades para ir entendiendo de boca de otros marinos del mundo (principalmente Estados Unidos y Gran Bretaña) la importancia que ellos le dieron a la movilización de la flota y a la posibilidad de esa batalla. Realmente fue el elemento estratégico más importante con el que se contaba. Sabíamos que si esto iba a escalar lo mejor que podíamos hacer era librar esa batalla. Por supuesto que podía terminar hundida toda nuestra flota, pero aun así se hubiera logrado el objetivo. ¿Cuál era? Que cualquier daño que se le ocasionara a la fuerza de superficie británica no le quedaba resto para después hacer el desembarco. Ellos sabían que para el desembarco iban a quedar bajo la esfera de los 100 aviones de combate que había en la costa argentina. El ataque estuvo a punto de ocurrir, pero no se dio la orden. Después del plan que teníamos de atacar a las dos de la mañana, que se demoró un poco por el viento, no vino más la orden de hacerlo, si la del repliegue.

-¿Durante esos primeros días de mayo también jugó un papel esencial la cuestión diplomática? 

-Así es y se trata de un episodio totalmente desapercibido para la historia que se desarrolla ampliamente en el libro. La propuesta de paz del entonces presidente peruano Fernando Belaúnde Terry fue muy importante porque le arrebató el plan al secretario de Estado de los Estados Unidos Alexander Haig. Es fundamental destacar que el funcionario estadounidense fue muy torpe en todo esto, no se sabía para quien jugaba y no inspiraba confianza. Terry, el 1 mayo a las 23 mandó un mensaje donde propuso el cese total de las hostilidades. La Argentina lo cumplió durante el 2 de mayo. Cuando Terry anuncia que a las 18, hora de Lima, se iba a firmar la paz y le advierte a la Junta que estaba aceptada por el lado británico, a las 4 de la tarde Gran Bretaña hundió el crucero General Belgrano. Fue una acción de guerra, pero con un objetivo político que fue el de continuar la guerra e intentar recuperar las islas de manera militar, algo que casi no lo logran como admiten, por ejemplo, Jeremy Moore (el comandante de las fuerzas terrestres británicas durante la guerra) en su libro "No picnic", el almirante Woodward (que encabezó la fuerza naval británica) o el almirante estadounidense Harry Train.

-Siguiendo con el transcurso de los acontecimientos en esos días decisivos, el día 4 de mayo ocurrió el hundimiento del Sheffield alcanzado por un Exocet y se desencadenó una guerra generalizada.

-Exactamente, es lo que se llama doctrinariamente pasar de una crisis a una escalada de la crisis con la posibilidad de entrar en la guerra total que fue lo que pasó. La Junta llevó la situación de negociar o de retirarse a un punto tal que después no tuvo margen. Por su parte, la señora Thatcher, ella misma lo reconoció en sus memorias, dejaba que jugaran las negociaciones, pero no tenía ninguna intención de negociar. Ella quería que los argentinos se fueran de las islas y restablecer las autoridades naturales. En definitiva, yo no hago un análisis belicista. Nadie quería una guerra, pero ya que había que hacer algo en aquellos días, entre el 1 y el 5 de mayo, creo que perdimos una gran oportunidad. De los 4 mil hombres embarcados en la flota argentina estaban todos dispuestos a pelear.

-¿Se puede hablar de improvisación? 

-La palabra improvisación es enorme cuando se decide quedarse en las islas sin un plan para saber qué hacer. Si la decisión era permanecer en las islas la consecuencia era que teníamos que ir a una guerra. Hubo señales británicas de que si nosotros no nos íbamos de las islas íbamos a tener que luchar. Ahora, el no ataque a la flota británica el 1 de mayo fue un problema de manejo de decisiones. Es importante destacar que parte de la flota británica se alejó cuando nos descubrieron y no quisieron entablar una batalla con nosotros. Ellos pretendían que si la flota argentina les hacía frente no tenían que tener un desgaste con nosotros, de la flota argentina se tenían que encargar los submarinos. Ahora, una las incógnitas que tratamos de explicar en el libro es: ¿por qué si había dos submarinos nucleares buscando al portaviones "25 de mayo", con la orden de hundirnos desde el 30 de abril, no lo hicieron?.


Rotolo en mayo de 1981, después de un vuelo, en la Base Aeronaval Espora. Atrás los A4Q.

MALVINAS HOY: SU LEGADO 

Luego de la guerra, Rotolo continuó con su carrera militar en la Armada Argentina ocupando diferentes cargos como el de Comandante de la Aviación Naval, secretario general Naval y Subjefe de la Armada. Asimismo, se especializó en Sistemas Navales, cursó posgrados de Managment y Administración Estratégica, un doctorado en Ciencias Políticas, asistió, durante un año, al prestigioso Royal College of Defense Studies en Londres y participó de varios programas de intercambio profesional con Marinas de otros países. Se retiró en enero de 2011. 

-Para usted, ¿qué representa hoy Malvinas? 

-Traté de que por mucho tiempo no fuera más que un episodio. Yo reconozco que no le di la importancia que tiene, había sobrevivido, era joven y dije: "Espero que esto no sea lo más importante que haga en la vida". Después de 25 años de finalizado el conflicto recién se comenzó a hablar del tema. Y en mi caso particular, con el grado de almirante cuando empiezo a charlar con pares de otras marinas del mundo me di cuenta de que el episodio Malvinas fue muy importante, sobre todo para las armadas del mundo. Porque habíamos hundido 8 buques, destruido casi 20 y ellos querían conocer las tácticas y de qué manera lo logramos. Ahí me fui dando cuenta, sin querer, de que habíamos sido los protagonistas de un acontecimiento profesional y que hay muchas cosas que rescatar. No hay que ponerlo en el olvido ni en la bronca ni en la culpa. Hay que tomarlo como fue. Rescatarlo naturalmente y la sociedad que también tuvo una impresión negativa del conflicto vaya teniendo un conocimiento real de los hechos. Por qué caímos en una guerra más allá de los desaciertos. Una cosa son las consecuencias que provocaron los líderes por sus aciertos o desaciertos y otra cosa es la que hicieron los combatientes. Es necesario rescatar los valores que dejó el conflicto para la sociedad.

-¿Y cuáles son los valores que puede dejar una guerra? 

-Fundamentalmente la entrega por el amor a la patria y el cumplimiento del deber. En combate uno pelea por la bandera, por la patria, pero en realidad pelea por el hombre que está al lado, por su camarada, porque juntos se van a necesitar y se tienen que apoyar. No hay que provocar una guerra para rescatar valores, pero si hay un enfrentamiento armado y los que participan demuestran valores como el coraje, la entrega y el heroísmo hay que rescatarlos porque hacen al espíritu de una nación.