lunes, 24 de marzo de 2025
domingo, 23 de marzo de 2025
Argentina: COAN busca UAV MALE

COAN analiza UAVs MALE
La Armada Argentina se encuentra evaluando 3 de sus potenciales UAVs MALE preseleccionados, estos serían:
• FALCO XPLORER - Leonardo 🇮🇹
• Herón Mk2 - IAI 🇮🇱
• Milkor 380 - Milkor 🇿🇦
En cuanto a su complemento, la Fuerza se encuentra evaluando el novedoso Shield V-BAT 🇺🇸
El Estado Mayor Conjunto argentino envió una comisión militar interfuerza a Italia e Israel para evaluar los sistemas de drones FalcoXplorer (Leonardo) y Heron (IAI), en el marco de una posible adquisición de tres sistemas UAS MALE (Medium Altitude Long Endurance), con sensores completos, un centro de operaciones y sostenimiento logístico.
Este es el segundo viaje exploratorio que se realiza, tras una primera gira en 2024. A la fecha, se han preseleccionado tres modelos: FalcoXplorer, Heron y Milkor 380 (sudafricano), aunque los dos primeros tienen más posibilidades.
La inversión estimada es de 70 millones de dólares, pero las restricciones presupuestarias son importantes: las Fuerzas Armadas solo recibieron el 30% del FONDEF correspondiente a 2025. Por eso, las condiciones de financiación y posibles esquemas de leasing influyen fuertemente en la decisión.
Además, se evalúa adquirir UAS livianos de despegue y aterrizaje vertical como el V-BAT (Shield IA, EE.UU.) vía FMS, para complementar a los MALE.
Inicialmente, los sistemas serían destinados al Comando Conjunto Marítimo y operados por la Armada Argentina, priorizando las necesidades de control en ese ámbito. A futuro, se planea expandir su uso al resto de las Fuerzas Armadas.

Shield AI MQ-35A V-BAT
El Shield AI MQ-35A V-BAT es un drone VTOL (despegue y aterrizaje vertical) diseñado para misiones de reconocimiento, desarrollado originalmente por Martin UAV y ahora bajo Shield AI. Ha sido desplegado en zonas como el Mar Negro, el Caribe, Medio Oriente y Ucrania, donde ha demostrado resistencia frente a ataques de guerra electrónica, a diferencia de otros UAV.
Su diseño compacto, impulsado por un ventilador monomotor canalizado, le permite operar en espacios reducidos, realizar vuelos estacionarios y pasar al modo horizontal. Además, integra el software de autonomía Hivemind, lo que le permite operar sin necesidad de GPS o comunicaciones, incluso en modo enjambre con otros drones.
Desde 2021 ha sido seleccionado por varias fuerzas militares. Entre sus hitos destacan:
- EE.UU.: elegida por la Armada y el Ejército para prototipos y concursos como el FTUAS (reemplazo del RQ-7B Shadow).
- Brasil: adquiridos por VSK Tactical para vigilancia.
- Entrega de carga a buques: en diciembre de 2022 realizó exitosas entregas de 22,5 kg a 370 km de distancia.
- Guardia Costera de EE.UU.: en julio de 2024 recibió un contrato por 198 millones USD.
- India: en noviembre de 2024 se firmó un acuerdo para fabricar localmente los V-BAT, con 90 millones USD en inversión.
- Japón: en enero de 2025 fue seleccionado para operar desde buques de guerra de la Fuerza de Autodefensa Marítima.
- Palantir Technologies colabora desde diciembre de 2024 con sistemas de producción acelerada.
Especificaciones técnicas:
- Peso: 57 kg
- Autonomía: 10 horas
- Altura máxima: 6.100 m
- Velocidad: 90 km/h
- Propulsión: motor Suter TOA 288
En resumen, el V-BAT se consolida como un sistema UAV de nueva generación, altamente versátil, autónomo y en plena expansión internacional.

Para más datos, visite esta nota: IAI Heron MK II

Capacidades del sistema
MILKOR ha desarrollado de forma independiente el Sistema 380 para integrar específicamente las siguientes capacidades en sus sistemas ISR (Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento):

- Integración de Carga Útil ISR, COMINT y SIGINT
- Fusión de Sistemas de Misión y Sensores
- Sistemas de Comunicaciones y Redes
- Soluciones Informáticas
- Simuladores

- Control de Carga Útil de Misión
- Capacidad de vuelo manual y totalmente autónomo
- Manual y totalmente autónomo
- Comunicaciones de Línea de Vista (LOSCom)
- Comunicaciones por Satélite (SatCom)

- Radar de Apertura Sintética (SAR)
- Radar de Apertura Sintética Inversa (ISAR)
- Gimble EO/IR
- Integración opcional de cargas útiles de inteligencia del cliente
- Asistencia de frenado para control en tierra
- ITAR FREE


El Falco Xplorer es un vehículo aéreo no tripulado (MALE - UAV) de altitud media y gran autonomía capaz de realizar misiones de inteligencia, vigilancia, adquisición de objetivos y reconocimiento y misiones de ataque aéreo, desarrollado por Leonardo S.p.A. de Italia. Dirigido a los mercados militar y civil, el dron no está sujeto a restricciones ITAR, lo que lo hace fácilmente exportable a todo el mundo.
El sistema está orientado a requisitos de uso dual, brindando vigilancia regional persistente las 24 horas del día, los 7 días de la semana y en todo tipo de condiciones climáticas, cubriendo una amplia gama de misiones y complementando funciones militares típicas con misiones gubernamentales.
El conjunto de sensores es altamente personalizable y se basa en:
- Radar SAR multifunción,
- Torreta E/O
- Suite de inteligencia de señales
Datos técnicos
Longitud: 9 metrosEnvergadura: 18,8 metros
Altura: 3,8 metros
MTOW: 1300 kilogramos
Resistencia: > 24 horas
Carga útil máxima: > 350 kilogramos
Techo: > 30000 pies
Rango de enlaces: RLOS y BLOS (SATCOM)
sábado, 22 de marzo de 2025
Argentina: Un potencial mercado perdido de los MP-1000/AS-25K

Imaginando un F-5F iraní portando dos MP-1000 Martín Pescador bajo sus alas en la Primera Guerra del Golfo
Mercados perdidos de armas argentinas: El caso del MP-1000 Martín Pescador
Esteban McLaren
El MP-1000 Martín Pescador, un misil aire-tierra (ASM) argentino guiado por radio comando, tuvo un ciclo de vida operativo desde mediados de los 70 hasta 1990. Sin embargo, a pesar de su potencial como exportación militar, Argentina no logró insertarlo en el mercado internacional de armas. ¿Por qué pudo ser valorado en el mercado internacional? Unas primeras razones se pueden asociar al hecho que era un misil de baja tecnología, el cual permitía a un avión atacar a la distancia (10-15km) blancos ligeros, sin ser afectado por la artillería antiaérea. No era ningún producto de tecnología compleja y sus capacidades eran aproximadas a las del AGM-12 Bullpup americano. De todos modos, era un arma que podría haber jugado un rol importante en conflictos de baja intensidad.
Tengamos en cuenta siempre que la venta de armas es una venta política. Muchas variables se combinan para que un arma no sea un bien transable cualquiera. Los efectos de proveer y adquirir armas tienen implicaciones más allá de cambiar dinero por cosas. Alteran las capacidades de proyección de fuerza de los participantes en la transacción y esa alteración extienden el efecto de la transacción a otras dimensiones más allá de las comerciales. Este tema será ampliado más adelante.
Para evaluar los mercados potenciales perdidos y las oportunidades que podría haber capitalizado Argentina, es esencial considerar los conflictos en curso durante ese período, los competidores y los posibles compradores interesados en un misil de estas características.
Las primeras evaluaciones se llevaron a cabo en 1975 disparándose alrededor de 60 misiles de prueba en el lapso de dos años. La Fuerza Aérea Argentina se bajó del proyecto, aduciendo absurdamente como lo demostraría la Guerra de Malvinas, que no estaba para "hundir barcos", y la Armada lo ralentizó, aunque hay fotos que muestran que fueron desplegados en el Conflicto del Beagle de 1978, al menos una docena, sobre todo para utilizar desde los Aermacchi de la Aviación Naval. No obstante, no fueron utilizados en la Guerra de las Malvinas, aduciendo entre otras cosas, la naturaleza de las defensas antiaéreas británicas. ¡Qué interesante hubiese sido que Owen Crippa hubiese podido atacar un par de barcos con MP-1000 sobre el estrecho de San Carlos! Finalmente, fueron homologados tras realizarse disparos desde aviones T-28P Fennec, y el primer disparo relacionado fue realizado por el capitán Rodolfo Castro Fox (primero desde la derecha en la foto debajo) de la Armada Argentina.
¿Qué escenarios/mercados existían en en los 1970s y 80s para intentar vender este producto? Repasemos someramente a quienes se podría haber enfocado la venta de este producto.
Aproximadamente así era disparar y guiar un MP-1000 viendo cómo se lo hacía con un AGM-12 Bullpup. La cabeza de guerra del misil norteamericana era de 110 kg comparado con los 40kg del modelo argentino.
Otro ejemplo de un Bullpup disparado desde un A-4 Skyhawk en Vietnam
Contexto geopolítico y mercados potenciales
Entre 1975 y 1990, el mundo experimentó una serie de conflictos y tensiones geopolíticas que generaron demanda de armamento aire-tierra. Entre ellos se destacan:
-
Guerra Irán-Irak (1980-1988): Ambos países buscaron constantemente mejorar sus capacidades militares. Irak, en particular, adquirió misiles aire-tierra de diversas fuentes, incluyendo Francia (AS-30) y la Unión Soviética (Kh-25). Irán, por su parte, tenía un acceso limitado a tecnología occidental debido al embargo, por lo que podría haber sido un cliente potencial del MP-1000 si Argentina hubiera ofrecido acuerdos favorables. Si Chile con Cardoen proveyó a Irak con bombas cluster, ¿por qué no pudimos venderles ASM?
-
Conflictos en América Latina: Durante los 80, países como Perú y Ecuador estaban en procesos de modernización militar debido a sus disputas fronterizas. Perú, que ya había adquirido armamento argentino, podría haber sido un comprador natural.
-
Sudáfrica y conflictos en África: Sudáfrica estaba en conflicto con Angola y necesitaba armamento sofisticado debido a su aislamiento internacional. La Fuerza Aérea Sudafricana podría haber estado interesada en un misil aire-tierra como el MP-1000.
-
India y Pakistán: Ambos países estaban en una constante carrera armamentista. India, con una relación positiva con Argentina en ciertos ámbitos militares, podría haber considerado el MP-1000 como una opción si el precio era competitivo.
-
Países del Pacto de Varsovia: A pesar de la predominancia de los sistemas soviéticos, algunos países del bloque socialista buscaron diversificar su armamento en los años 80. Argentina podría haber intentado vender su misil a países como Yugoslavia, que tenía una industria militar independiente.
Factores de competencia y precio
Uno de los problemas más serios que enfrentó el MP-1000 fue su alto costo unitario, estimado en 2,5 millones de dólares por unidad (la fuente de este dato es Wikipedia), lo que lo hacía significativamente más caro que alternativas como el AS-30 francés (aproximadamente 500.000 dólares por misil) o el Kh-25 soviético (entre 100.000 y 200.000 dólares por unidad). Para ser competitivo, Argentina habría necesitado subsidiar el costo del MP-1000 o buscar acuerdos de financiamiento militar con compradores potenciales. Los competidores era técnicamente buenos y competitivos en precios, mucho trabajo debía enfocarse en esas dimensiones del producto.
AS-25K
El
AS-25K fue la reconversión de los MP-1000 Martín Pescador devueltos por
el COAN a CITEFA para su overhauling. Reconvertidos, se les agregó
cabezas buscadoras de guiado por radiocomando, láser, infrarrojo o televisión con un alcance
de 25 kilómetros. El Bullpup se convirtió en un Penguin. Ese cambio de
capacidades les permitió nuevos horizontes, que ni siquiera fueron
adoptados por los aviadores navales nacionales debido a la
desmalvinización de las fuerzas armadas por parte de los gobiernos del
período. Otro caballo de carreras muerto.
Posibles estrategias de reducción de costos
Para mejorar la competitividad del MP-1000, Argentina podría haber aplicado varias estrategias:
- Producción en serie: Un ejemplo directo para reducir el costo unitario de producción es el aumentar la escala de producción. Algo que puede favorecer el aumento de la producción es ampliar la base de plataformas capaces de operar el misil. En el caso inicial, podría haber sido adaptado para ser empleado por la mayor cantidad de tipos posibles de aviones en servicio en las fuerzas armadas argentinas. Para la época, las plataformas que podían o podrían haber portado el misil en Argentina eran:
- Aermacchi MB326/339 (en servicio ya para la crisis del Beagle)
- North American T-28P Fennec (en servicio para la crisis del Beagle)
- FMA IA-58 Pucará (probado para la guerra de Malvinas)
- Toda la línea Mirage (Mirage 3, 5/Finger, IAI Nesher/Dagger) (factible).
- Toda la línea de A-4 Skyhawk (B,C y P así como Q) (factible).
- Morane-Saulnier MS-760 Paris (factible)
- Aviones de transporte (C-130 Hercules, DC-3, entre otros) y MPA (Lockheed L-188 Electra) para uso COIN o ataque a embarcaciones ilegales: Factible.
- Helicópteros ligeros/medianos en servicio (UH-1H Huey, SA330 Puma, SH-3 Sea King): Adaptable.
- Acuerdos de coproducción: Ofrecer licencias de fabricación a países interesados como Irak, Irán, Perú o Egipto. Otra excelente opción para apalancar los costos de producción. Asimismo, dentro del plano nacional, la producción debiera hacerse licenciado a empresas locales o emprendimiento híbridos privado-estatal, con mayor experiencia ingenieril en producción en masa, para producir y montar las armas en instalaciones sin uso. De hecho, Argentina proveyó con diversos productos de producción nacional (TAM, ATGM CIBEL 2K y Mathogo, entre otros) a Irán pero por diversas razones nunca se concretó ninguna operación.
- Venta con financiamiento flexible: Similar a lo que hacía Francia con sus misiles aire-tierra. Aquí debieran aparecer tasas subsidiadas o extensión de períodos de repago.
- Subsidios estatales: Reducir el precio de venta para facilitar la exportación, absorbiendo costos a través de otras partidas del presupuesto militar.
Si Argentina hubiera subsidiado el MP-1000 para alinearlo con el costo de sus competidores, el precio objetivo habría estado entre 500.000 y 1.000.000 de dólares por unidad. A este precio, habría sido más atractivo para países con presupuestos militares limitados, sujetos tal vez a sanciones o restricciones de los principales productores la cual podía saltearse de manera legal o vía mercado negro.
Estimación de ventas perdidas
Dado el número de conflictos activos y la demanda de misiles aire-tierra en la época, se puede hacer una estimación conservadora de ventas perdidas. Supongamos que Argentina hubiese logrado captar una porción mínima del mercado, con ventas aproximadas a los siguientes países:
País | Potencial de compra (misiles) | Precio ajustado por subsidio (USD) | Ingreso potencial (USD) |
---|---|---|---|
Irak | 50 | 750,000 | 37,5 millones |
Irán | 30 | 750,000 | 22,5 millones |
Perú | 20 | 600,000 | 12 millones |
Sudáfrica | 20 | 800,000 | 16 millones |
India/Pakistán | 50 | 700,000 | 35 millones |
Otros (Egipto, Yugoslavia, Ecuador, etc.) | 30 | 750,000 | 22,5 millones |
Total estimado: 200 misiles vendidos, con un ingreso de aproximadamente 145 millones de dólares.
Es fundamental considerar que esos ingresos representarían una fuente directa de financiamiento para las Fuerzas Armadas, permitiéndoles continuar con proyectos de investigación, desarrollo y perfeccionamiento de los sistemas ya diseñados. A partir de este punto, inevitablemente surgirán una infinidad de factores condicionantes —desde la dinámica de la geopolítica internacional hasta las particularidades de la política interna pasando también por la meramente anecdótica— que ayudarán a explicar, en parte, los vaivenes y limitaciones del desempeño argentino en el mercado global de armamento.

Conclusión preliminar
El MP-1000 tenía el potencial de convertirse en un producto de exportación viable, pero su elevado costo y la falta de una estrategia comercial agresiva, pudieron ser las principales causas de condenar su destino al fracaso. No iba a ser un camino fácil pero si nunca se da el primer paso, el camino se hace imposible. Argentina, lejos de diseñar un plan para posicionar su industria de defensa en el mercado internacional, se limitó a producir armamento con un enfoque autárquico, basado en los preceptos de Savio, sin contemplar que la ampliación de la escala productiva, sustentada en exportaciones, habría reducido costos y permitido mayor competitividad. Si el país hubiera adoptado un modelo similar al de naciones con tradición exportadora en materia de defensa, como Francia, podría haber subsidiado el MP-1000 inicialmente y luego ajustado su precio según la demanda y las circunstancias del comprador. En términos prácticos, esto habría significado atraer clientes con un precio accesible en tiempos de paz y luego elevarlo en situaciones de conflicto o sanciones, como ha sido la práctica habitual de las potencias exportadoras de armas. Pregunten a la FACH cuánto pagó por sus primeros Mirage 50 en épocas de plena sanciones políticas o también a cuánto cotizaba el misil Exocet antes y después de la Guerra de Malvinas.Sin embargo, la industria militar argentina siempre ha carecido de una verdadera visión comercial. Una actitud que comenzó a mostrar sus exponenciales desatinos cuando una industria aeronáutica rezagada como brasileña entró al mercado con una clara visión comercial y desbarrancó en muy pocos años los acervos de producción de la empresa estatal argentina. En general, las empresas de armamento, lejos de operar con una lógica de mercado, han sido administradas como organismos burocráticos o depósitos de favores políticos. En lugar de contar con gestores que comprendieran la dinámica del comercio internacional de armas, muchas veces han estado dirigidas por militares retirados sin formación en negocios o políticos con una visión pacifista ingenua, incapaces de entender que vender armas no es un acto ideológico sino una cuestión estratégica y económica. La falta de una política de exportación consistente ha hecho que Argentina sea un gran comprador de armas extranjeras, pero un pésimo vendedor de su propia producción.
La falta de apoyo del Estado ha sido otro factor determinante en la imposibilidad de insertar productos como el MP-1000 en el mercado internacional. Ni los gobiernos militares, que supuestamente debieron haber impulsado la industria bélica como una prioridad estratégica, ni los gobiernos democráticos posteriores promovieron activamente la exportación de armamento argentino. En el caso de los regímenes militares, su aislamiento internacional y la falta de visión comercial impidieron la construcción de alianzas sólidas para colocar productos en el exterior. Pero el golpe de gracia lo dio la democracia con decisiones que rozan lo absurdo. El mejor ejemplo de esta miopía lo protagonizó Raúl Alfonsín, quien, en su afán de debilitar a las Fuerzas Armadas, declaró con orgullo que "Argentina no vende armas a zonas calientes", como si una farmacéutica decidiera no vender medicamentos a personas enfermas. Esa postura, más ligada a un discurso ideológico que a una política de Estado pragmática, condenó aún más a la industria militar local al ostracismo comercial.
Por si fuera poco, la Cancillería argentina nunca tuvo una estrategia proactiva para insertar la producción de defensa en mercados internacionales. Mientras otros países han sabido mover sus piezas diplomáticas para colocar su industria militar en conflictos ajenos, Argentina se ha destacado por hacer exactamente lo contrario. Se ha mostrado sumamente activa en la compra de material extranjero, incluso en condiciones desventajosas, como demuestra la adquisición de los tanques SK-105 ex-chilenos, pero prácticamente ausente en términos de éxitos de ventas a la hora de promover sus propios desarrollos. Cuando se han dado intentos de venta de material bélico argentino, la reacción de ciertos sectores políticos y mediáticos ha sido de rechazo inmediato, como si la exportación de armas fuera un pecado capital que conllevara una sanción moral internacional.
Un problema de fondo es que la producción militar en Argentina ha estado siempre dirigida por personas ajenas al mercado. Primero, han sido en muchos casos militares retirados que vieron la administración de empresas estatales como un premio de jubilación, sin interés en la expansión comercial, reducir costos o ampliar la oferta de productos atentos únicamente a los requisitos de fuerzas nacionales y no de clientes extranjeros. En segundo lugar, hemos sufrido de políticos empapados en una moral pacifista culposa, temerosos de que vender armas genere reacciones adversas en la izquierda local o represalias de organismos internacionales. En tercer lugar, la misma cultura desmalvinizadora hizo que desmantelara todo el sistema de producción de armas en el país haciendo fracasar potenciales negocios como la venta del TAM VC a Ecuador o de los TR-1700 a Taiwán. Esta falta de pragmatismo ha condenado a la industria militar argentina a la irrelevancia en el comercio global de armamento, perpetuando la paradoja de un país que ha desarrollado tecnología bélica sofisticada pero que nunca ha sabido —o querido— venderla.
Entonces, por ejemplo, ¿cuál debería ser el camino lógico para la bomba inteligente FAS-850 Dardo 3? Una vez superadas las pruebas que validen sus especificaciones técnicas, su comercialización debería activarse de inmediato. Se necesita un paquete de presentación profesional, con dossier técnico, videos promocionales y plataformas digitales dedicadas, listo para ser distribuido a clientes potenciales. Cada embajada, consulado y agregado militar argentino debe convertirse en un punto de contacto clave para su promoción, generando interés antes incluso de su adopción oficial por la Fuerza Aérea Argentina.
Para consolidar su valor en el mercado, la Dardo 3 debe demostrar su capacidad en combate real. Mediante canales oficiales o acuerdos estratégicos discretos (mercado negro), una cantidad limitada de unidades debería ser utilizada en un conflicto activo—como el de Ucrania, Yemen o cualquier otro escenario donde la demanda por armamento de precisión esté en auge. La etiqueta "Combat Proven" no solo multiplica el atractivo del producto ante compradores internacionales, sino que fija un precio premium que eleva su rentabilidad y posiciona a la industria de defensa argentina en un nuevo nivel de competitividad global. ¿O vamos a seguir en la mediocridad medieval de ver con desdén a quiénes tienen éxito en los negocios y pensando que las armas se producen por un amor sanmartiano desinteresado a la Patria?
Descargo de responsabilidad: Las opiniones expresadas en este texto son exclusivamente del autor y no representan necesariamente la postura de ninguna organización o entidad con la que esté vinculado.
EA/FAA: Apoyo a la instrucción de cadetes de la Fuerza Aérea

Apoyo a la instrucción de cadetes de la Fuerza Aérea
Fuente: EA
La Compañía de Ingenieros Paracaidista 4 brindó apoyo de instrucción de los cadetes de la Escuela de Aviación Militar en el lago San Roque.
Durante la actividad, embarcaciones y personal del arma de Ingenieros garantizaron la seguridad a las actividades en el agua. Además, en una segunda fase, se recibieron aeronaves para ejecutar sembrado de nadadores de combate desde el aire.
viernes, 21 de marzo de 2025
EA: Capacitación en SK-105 en Santa Cruz
Capacitación en blindados en Santa Cruz
Fuente: EA
Durante tres semanas, el personal recientemente destinado al Regimiento de Caballería de Tanques 11 se capacitó en el Curso de Adaptación al Blindado, el cual incluyó la operación y el mantenimiento de los tanques SK-105 Kürasser.
Además, obtuvieron instrucción en aspectos generales del blindado, características de los modelos A1 y A2, y procedimientos operativos. Al finalizar, los participantes rindieron un examen de certificación para evaluar sus competencias adquiridas.
miércoles, 19 de marzo de 2025
domingo, 16 de marzo de 2025
sábado, 15 de marzo de 2025
Helicópteros pesados para Argentina: Super Stallion, King Stallion o Chinook

Análisis comparativo de helicópteros pesados para las Fuerzas Armadas Argentinas
Esteban McLaren
Argentina ha manifestado en varias ocasiones la necesidad de incorporar helicópteros pesados para reforzar las capacidades de transporte estratégico y táctico de sus Fuerzas Armadas. En este contexto, se presentan tres alternativas viables: el CH-47 Chinook, el CH-53E Super Stallion y el más moderno CH-53K King Stallion. Estos helicópteros ofrecen una amplia capacidad de carga, versatilidad operativa y la posibilidad de ser adquiridos a través del programa de Foreign Military Sales (FMS) de Estados Unidos. A continuación, se realiza un análisis detallado de cada opción en términos de costos, usos estratégicos y tácticos, apoyo en emergencias, operatividad embarcada y desempeño en la Antártida.
Costos de adquisición y mantenimiento
El CH-47 Chinook, fabricado por Boeing, es la opción más económica, con un costo unitario de entre $40 y $50 millones para modelos recientes como el CH-47F. Además, es un helicóptero probado en múltiples fuerzas aéreas y con una cadena logística establecida, lo que facilita la disponibilidad de repuestos y la capacitación de personal. El costo operativo ronda los $8,000 a $12,000 por hora de vuelo, lo que lo convierte en la alternativa más accesible en términos de mantenimiento.
Por otro lado, el CH-53E Super Stallion, diseñado por Sikorsky, es más caro tanto en adquisición como en operación. Originalmente valorado en unos $24-30 millones, su costo actual ajustado a la inflación supera los $50 millones, mientras que el mantenimiento por hora de vuelo oscila entre $20,000 y $25,000. A pesar de sus altas prestaciones, su mantenimiento resulta más complejo y costoso.
Finalmente, el CH-53K King Stallion, la versión más moderna, tiene un costo unitario de entre $95 y $125 millones, con un costo de operación cercano a los $31,000 a $40,000 por hora de vuelo. Este helicóptero incorpora mejoras en motores, aviónica y materiales compuestos que le otorgan mayor rendimiento, pero su precio y costos logísticos pueden ser un obstáculo para una fuerza con presupuestos limitados como las argentinas.
Uso táctico y estratégico en cada Fuerza
Cada una de las fuerzas armadas argentinas tiene necesidades particulares en cuanto al empleo de helicópteros pesados. En el caso de la Fuerza Aérea Argentina (FAA), la incorporación de un helicóptero de estas características permitiría reforzar el transporte logístico en grandes distancias, el despliegue rápido de tropas y cargas pesadas en terrenos poco accesibles, así como el apoyo a bases en zonas remotas. El CH-47 Chinook sería ideal por su bajo costo operativo y su capacidad de operar en aeródromos sin infraestructura avanzada.
Para la Comando de Aviación del Ejército Argentino (CAE), la necesidad radica en disponer de un helicóptero de gran capacidad para aeromovilidad, transporte de tropas y equipos en zonas de difícil acceso, como la selva misionera, el noroeste argentino y la Patagonia. El CH-53E y el CH-53K ofrecen ventajas en términos de capacidad de carga, ya que pueden transportar blindados ligeros y piezas de artillería de mayor tonelaje que el Chinook.
En cuanto al Comando de la Aviación Naval (COAN), la posibilidad de operar desde buques anfibios o logísticos es un factor clave. Tanto el CH-47 como el CH-53E pueden operar desde plataformas como un LPH (Landing Platform Helicopter) o un BDA (Buque de Desembarco Anfibio), aunque el CH-53E, diseñado para la Infantería de Marina de EE.UU., tiene una mayor compatibilidad con operaciones en mar abierto. El CH-53K, con su sistema de aviónica avanzada y mayor alcance, sería la opción óptima si la Armada Argentina decidiera operar un buque tipo LHD o LHA, pero su alto costo lo hace poco viable.
Apoyo en emergencias y desastres naturales
El uso de helicópteros pesados en misiones de apoyo humanitario y respuesta a desastres es fundamental en un país con la extensión geográfica y diversidad climática de Argentina. En casos de inundaciones, incendios forestales, evacuaciones médicas y transporte de suministros, estas aeronaves permiten acceder rápidamente a zonas afectadas y trasladar grandes volúmenes de carga.
El CH-47 Chinook, gracias a su doble rotor y diseño robusto, es altamente eficiente en evacuaciones y transporte de víveres en terrenos hostiles. Además, su mantenimiento relativamente sencillo permite operarlo en condiciones de campaña prolongadas.
El CH-53E, con su capacidad de carga superior y su sistema de reabastecimiento en vuelo, tiene ventajas en misiones prolongadas o donde se requiere el traslado de grandes estructuras, como generadores eléctricos o vehículos. El CH-53K, al incorporar mejoras tecnológicas y mayor resistencia en ambientes hostiles, sería la mejor opción para este tipo de misiones, aunque su alto costo operativo lo hace menos viable.
Capacidad embarcada y operaciones desde buques
Uno de los aspectos más críticos para la Aviación Naval Argentina es la posibilidad de operar desde buques de asalto anfibio o de reabastecimiento. Tanto el CH-47 como el CH-53E pueden operar desde buques con cubierta de vuelo, como un LPH o un LPD, aunque el CH-53E y CH-53K tienen una ventaja en entornos marinos al ser helicópteros diseñados específicamente para la Infantería de Marina de EE.UU.
En caso de que Argentina adquiera un buque de proyección estratégica, como un LHD o LPD, la opción más compatible sería el CH-53K, dado que está diseñado para operar en esos entornos con una aviónica avanzada y mejor capacidad de resistencia al ambiente marino. Sin embargo, el CH-47 también ha operado en portahelicópteros y buques de la Royal Navy y otras marinas.
Uso en campañas antárticas
Las campañas en la Antártida requieren helicópteros con gran capacidad de carga, resistencia a bajas temperaturas y autonomía suficiente para operar en largas distancias. Actualmente, Argentina depende de helicópteros medianos como el Bell 212 y el Mi-171E para apoyo logístico en la Base Marambio y otras estaciones antárticas.
El CH-47 Chinook ha demostrado ser una opción viable en la Antártida, ya que ha sido operado por el Reino Unido y EE.UU. en condiciones similares. Su capacidad de carga y autonomía lo hacen ideal para el transporte de equipos y personal entre bases.
El CH-53E y CH-53K presentan ventajas adicionales, como mayor capacidad de carga y sistemas de calefacción en motores para operar en condiciones extremas. Sin embargo, el alto costo operativo y la necesidad de mantenimiento especializado en entornos fríos hacen que el CH-47 sea la opción más lógica para la Campaña Antártica Argentina.
Tabla Comparativa
Característica | CH-47F Chinook | CH-53E Super Stallion | CH-53K King Stallion |
---|---|---|---|
Costo unitario | $40-50 millones | $50-60 millones (ajustado) | $95-125 millones |
Costo por hora de vuelo | $8,000-$12,000 | $20,000-$25,000 | $31,000-$40,000 |
Carga útil | 10,886 kg | 14,500 kg | 15,900 kg |
Velocidad máx. | 315 km/h | 315 km/h | 315 km/h |
Autonomía | 740 km | 1,000 km | 840 km |
Compatibilidad naval | Parcial | Alta | Alta |
Operación en la Antártida | Probado | Potencialmente viable | Viable pero costoso |
En conclusión, el CH-47F es la opción más equilibrada en términos de costos, versatilidad y facilidad de operación para Argentina. Ha sido un modelo ya operado por la Fuerza Aérea Argentina, veterano de Malvinas. Un recurso altamente necesario, disponible también como usado, extremadamente versátil. Dicho eso, good guys wear Stallion... Las fuerzas especiales e infantes de marina norteamericanos así como las fuerzas regulares y especiales de Israel han dado cuenta de lo excelso que es el desempeño todas las variantes de Stallion. Trimotor, pesado, da siempre que se le pida. Debiera pensarse, a futuro, la complementación de los Chinooks con un pequeño grupo de Stallion para despliegue inmediato en misiones militares o de ayuda humanitaria también.
Argentina: La masacre peronista de Rincón Bomba
Rincón Bomba: el silencio de Perón y la masacre étnica en Formosa que fue ocultada durante más de medio siglo
En 1947, durante el primer gobierno de general, la Gendarmería, con el apoyo de la Fuerza Aérea, mató entre 500 y 750 hombres y mujeres del pueblo aborigen pilagá, por temor a un “un ataque indígena”. Más de setenta años después, la justicia calificó la acción como “genocidio”, aunque jamás llegó a condenar a los responsables
En marzo de 2020, la Cámara Federal de Resistencia declaró que la masacre contra el pueblo indígena pilagá en la zona de Rincón Bomba, Formosa, debía ser calificado como un “genocidio”.
El crimen contra el pueblo indígena, llevado a cabo por fuerzas de la
Gendarmería y la Fuerza Aérea, era de larga data. Había sido perpetrado el 10 de octubre de 1947, durante el primer gobierno de Juan Perón.
La sentencia ordenó la reparación económica colectiva del pueblo
pilagá, con inversiones públicas de infraestructuras y becas de estudio,
pero no la reparación individual de los familiares de las víctimas de
la etnia.
La
represión de los aborígenes era una triste herencia del peronismo,
gestada desde la División de Informaciones Políticas de la presidencia
de la Nación, que dirigía el comandante de Gendarmería, general Guillermo Solveyra Casares.
Solveyra
había creado y comandado el primer servicio de inteligencia de la
fuerza en la década del ‘30 e internó a los gendarmes, vestidos de
paisanos, en los bosques del Territorio del Chaco para buscar
información que ayudara a capturar a Segundo David Peralta, alias “Mate Cosido” -a quien popularizó León Gieco en
el tema “Bandidos rurales”- y otros bandoleros sociales que
atormentaban, con asaltos y secuestros, a gerentes de compañías
extranjeras y estancieros.
Para
la época de la masacre del pueblo pilagá, Solveyra Casares tenía su
despacho contiguo al del presidente Perón en la Casa Rosada y
participaba en las reuniones de gabinete.
En octubre de 1947, la Gendarmería Nacional, que dependía del Ministerio del Interior, exterminó alrededor de 500 indios de la etnia pilagá en Rincón Bomba,
Territorio Nacional de Formosa. Más de dos centenares de ellos
desaparecieron durante los veinte días que duró el ataque de los
gendarmes, con el apoyo de la Fuerza Aérea.
La operación había sido ordenada por el escuadrón de Gendarmería de la localidad de Las Lomitas en respuesta al temor a una “sublevación indígena”.
Para reducir ese temor, exterminaron a los indígenas.
El conflicto se había iniciado unos meses antes.
En abril de 1947, miles de hombres, mujeres y niños de diferentes etnias marcharon hacia Tartagal, Salta, en busca de trabajo. La Compañía San Martín de El Tabacal, propiedad de Robustiano Patrón Costas, se había interesado en contratar su mano de obra para la explotación azucarera.
Patrón Costas era el representante político de los terratenientes. Había fundado la Universidad Católica de Salta, luego fue gobernador de esa provincia y presidente del Senado de la Nación. Su candidatura a presidente por el régimen conservador se malogró en 1943 por el golpe militar del GOU. También se acusaba a Patrón Costas de apropiarse de tierras indígenas en Orán.
Lo cierto es que una vez que llegaron a Tartagal, los caciques se rehusaron a que los hombres y mujeres de la etnia trabajasen en condiciones de esclavitud. Habían acordado una paga de 6 pesos diarios y cuando iniciaron sus labores les pagaron 2,5.

Patrón Costas decidió echarlos y los aborígenes retornaron a sus comunidades. Eran cerca de ocho mil.
El regreso se hizo en condiciones miserables, con una caravana que arrastraba enfermos y hambrientos. Durante varios días de marcha, desandaron a pie más de 100 kilómetros hasta llegar a Las Lomitas.
La caravana estaba compuesta por mocovíes, tobas, wichís y pilagás, la etnia más numerosa. Tenían la costumbre de raparse la parte delantera del cuero cabelludo, hablaban su propio idioma, además del castellano, y habitaban en varios puntos de Formosa. Vivían como braceros de los terratenientes, o de lo que cazaban y recolectaban.
Luego de su paso frustrado por Tartagal, se asentaron en Rincón Bomba, cerca de Las Lomitas. Allí podían conseguir agua. La miseria de la etnia asustaba.
La Comisión de Fomento del pueblo pidió ayuda humanitaria al gobernador del Territorio Nacional, Rolando de Hertelendy, nacido en Buenos Aires y educado en Bélgica, y designado en el cargo por el Poder Ejecutivo el 10 de diciembre de 1946.
La falta de recursos en las arcas de la tesorería del Territorio hizo que Hertelendy trasladara el pedido al gobierno nacional.
Perón reaccionó rápido. Conocía el tema.
En el año 1918, al frente de una comisión militar, había ido a negociar con obreros de La Forestal en huelga en el bosque chaqueño y había logrado apaciguar el conflicto. Les había aconsejado que hicieran los reclamos de buenas maneras.
De inmediato, Perón ordenó el envío de tres vagones de alimentos, ropas y medicinas.

En la segunda quincena de septiembre de 1947, la Dirección Nacional del Aborigen ya los tenía en su poder en la estación de Formosa.
Pero la carga fue recibida con desidia por las autoridades. La ropa y las medicinas fueron robadas, los alimentos quedaron a la intemperie varios días y luego fueron trasladados a Las Lomitas para ser entregados a los aborígenes. Ya estaban en estado de putrefacción.
El consumo provocó una intoxicación masiva: vómitos, diarreas, temblores. Dada la falta de defensas orgánicas, los ancianos y los niños fueron los primeros en morir. Los indios denunciaron que habían sido envenenados. Las madres intentaban curar a sus bebés muertos en sus brazos.
El asentamiento indígena se convirtió en un mar de dolores y de llantos que retumbaban en el pueblo. El cementerio de Las Lomitas aceptó los primeros entierros, pero luego les negó el paso del resto de los cuerpos. Ya había más de cincuenta cadáveres.
Los indígenas los llevaron al monte y enterraron a los suyos con cantos y danzas rituales.

En Las Lomitas se instaló la creencia de que ese grupo de enfermos y famélicos estaba preparando una venganza. Se difundió el rumor del “peligro indígena”, una rebelión en masa contra las autoridades y los vecinos del pueblo.
Desde hacía días, las madres aborígenes golpeaban las puertas del cuartel de la Gendarmería y de las casas de Las Lomitas con sus hijos. Al principio se las ayudó. Pero de un día para otro se las dejó de recibir. La fuerza armó un cordón de seguridad en su campamento y no se les permitió el ingreso al pueblo.
Más de cien gendarmes armados las vigilaban con ametralladoras.
El 10 de octubre de 1947 se reunieron el cacique Nola Lagadick y el segundo jefe del escuadrón 18 de Las Lomitas, comandante de Gendarmería Emilio Fernández Castellano. Era una entrevista a campo abierto.
El comandante tenía dos ametralladoras pesadas apuntando contra la multitud de indígenas, dispuestos detrás de su cacique. Eran más de mil, entre hombres, mujeres y niños. Muchos de ellos portaban retratos de Perón y Evita.
El cacique exigió ayuda a la Gendarmería. Querían tierras para la explotación de pequeñas chacras, semillas, escuelas para sus hijos. Invitó al comandante para que visitara el campamento y tomara conciencia de sus miserias.
Hay distintas versiones de cómo sucedieron los hechos.
Una indica que los aborígenes comenzaron a avanzar hacia la reunión. Otra, que los hechos se desencadenaron como ya habían sido planeados: provocar una “solución final” al problema indígena en el Territorio de Formosa.
Como fuese, la fuerza estatal abrió fuego contra la etnia desarmada. Lo hizo con ametralladoras, carabinas y pistolas automáticas. Fernández Castellano se sorprendió del ataque y ordenó detenerlo. Sus dos baterías no habían disparado. Pero el segundo comandante Aliaga Pueyrredón, que no estaba de acuerdo con parlamentar con los indígenas, había desplegado ametralladoras en puntos estratégicos y acababa de dar la orden.
El ataque provocó la huida de la etnia pilagá hacia el monte. Algunos arrastraban los cadáveres de sus familiares. Los heridos fueron siendo rematados. La persecución continuó durante la noche; los gendarmes lanzaron bengalas para iluminar un territorio que desconocían. Desde el pueblo se escuchaba el tableteo de las ametralladoras.
La Gendarmería continuó la matanza porque no quería testigos. Muchos civiles de Las Lomitas, miembros de la Sociedad de Fomento, colaboraron para que el “peligro indígena” cesara en forma definitiva y brindaron asistencia logística. Recorrieron los montes Campo Alegre, Campo del Cielo y Pozo del Tigre para marcar los escondrijos en la espesura.

Muchos cadáveres fueron incinerados. La persecución no dejaba tiempo para enterrarlos. Otros cuerpos fueron tirados en el descampado, en un camino de vacas, y la tierra y la maleza los fueron cubriendo con el paso del tiempo.
El trauma que produjo la represión, y el temor a otras nuevas muertes, fue enterrando el etnocidio bajo un muro de silencio. El diario Norte del Chaco mencionó que había habido un “enfrentamiento armado” ante la sublevación de los “indios revoltosos”.
Los diarios de Buenos Aires, a mediados de octubre de 1947, informaron sobre la incursión de un “malón indio”, para justificar la masacre.
Perón hizo silencio.
Nadie de la Gendarmería fue castigado.
Lo mismo había sucedido en Napalpí, en el Chaco, en 1924, durante el gobierno de Marcelo T. de Alvear, aunque en ese caso existió un proceso judicial para convalidar el ocultamiento.
En Las Lomitas no. Se calcula que entre 750 hombres, mujeres y niños de distintas etnias, en especial los pilagás, murieron a manos de la Gendarmería.
Desde 2005, un grupo de antropólogos forenses realizaron excavaciones por orden judicial en el cuartel de la fuerza de seguridad. Los huesos que encontraron estaban apenas por debajo del nivel de la superficie.
La matanza, además de la tradición oral que se extendió en los pilagá, fue narrada por uno de los represores , el gendarme Teófilo Cruz, que publicó un artículo en la revista Gendarmería Nacional.
En 2010 la documentalista Valeria Mapelman estrenó dos documentales sobre la masacre, Octubre pilagá, relatos sobre el silencio y La historia en la memoria en el que logró registrar historias personales de algunos sobrevivientes y sus hijos, y testigos de la masacre.
Dado que la incursión de la Gendarmería había contado con el apoyo de un avión con ametralladora, la justicia federal en la última década -cuando se inició el expediente-, llegó a procesar a Carlos Smachetti en 2014, que disparó contra los originarios de la comunidad de pilagá desde un avión que había despegado el 15 de octubre desde la base de El Palomar. Murió al año siguiente, a los 97 años. Otro de los imputados que participó de la masacre como alférez de Gendarmería, Leandro Santos Costa, luego se había graduado de abogado y fue juez de la Cámara Federal de Resistencia. Había utilizado una ametralladora pesada para eliminar a los aborígenes, y la Gendarmería lo había condecorado por su “valerosa y meritoria” intervención en el hecho. Murió en 2011, antes de que el proceso finalizara.

En su sentencia de 2020, la Cámara Federal destacó la responsabilidad del Estado Nacional al momento de la masacre y lo condenó a reparaciones colectivas, un monumento en el lugar de la masacre, incluir el 10 de octubre como fecha recordatoria, becas estudiantiles a jóvenes escolarizados y un dinero anual para inversiones de infraestructura y otro para sostener a la Federación de pilagá. Y calificó la masacre como genocidio, que había sido rechazada por primera instancia.
Pasaron más de siete décadas del crimen masivo, y las comunidades indígenas perdieron sus tierras y los montes fueron arrasados por las topadoras. Todavía viven en las vías muertas de los ferrocarriles o en la periferia de las ciudades, en busca de una vivienda, un trabajo o algo para comer. Como hace más de setenta años.
Marcelo Larraquy es periodista e historiador (UBA). Su último libro publicado es “Fuimos Soldados. Historia secreta de la Contraofensiva Montonera”. Ed. Sudamericana, noviembre de 2021.