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sábado, 4 de enero de 2025

Guerra contra la Subversión: ¿Podría repetirse la historia en Argentina hoy?

La Guerra Antisubversiva en Argentina: Tácticas antiterroristas y descentralización operativa y evolución al presente

Por Esteban McLaren



Control de rutina durante la guerra antisubversiva: Conscriptos realizan el control de documentación.


¿Se podría repetir la intervención militar para combatir a la guerrilla o el terrorismo como en los 70s en Argentina? La respuesta es con alta probabilidad no. La evolución de las formas de combatir, no solo a la guerrilla sino a fuerzas convencionales, a evolucionado de modo que pocas tropas altamente especializadas a nivel de la policía con una logística específica y muñidos de inteligencia y análisis pueden desarrollar esa tarea que comprometió a todas las fuerzas armadas en su momento. El compromiso política y judicial, en todo caso, siempre será el responsable final de la eficiencia de todas las operaciones.

Parte 1: Doctrina y operatividad de la Guerra Antisubversiva

La denominada Guerra Antisubversiva en Argentina (1976-1983) marcó un período de intensa actividad militar y de seguridad interna orientada a combatir organizaciones insurgentes consideradas terroristas por el régimen militar. Esta etapa, impulsada por la Junta Militar, se caracterizó por la adopción de tácticas antiterroristas que buscaban neutralizar a grupos armados como los Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). A diferencia de otros países que adoptaron modelos más centralizados de coordinación, las operaciones argentinas se destacaron por una descentralización operativa significativa, permitiendo una autonomía notable a las unidades militares y policiales locales.

Tácticas antiterroristas en el terreno

Las tácticas antiterroristas implementadas en Argentina pueden analizarse desde tres ejes principales.

El modelo táctico argentino en la lucha contrainsurgente se construyó sobre un enfoque dual: reactivo y proactivo. Este diseño buscaba identificar, localizar y neutralizar objetivos insurgentes mediante una combinación de inteligencia precisa, operaciones directas y métodos coercitivos. La inteligencia humana (HUMINT) jugó un rol crucial en esta estrategia, con un amplio uso de informantes infiltrados y agentes dobles que penetraron las estructuras insurgentes. Gracias a estas operaciones, se lograron resultados significativos, como frustrar ataques planificados o desarticular acciones insurgentes críticas, incluyendo el conocido asalto al batallón de arsenales de Monte Chingolo, donde la anticipación y la información obtenida demostraron ser determinantes.

Sin embargo, no toda la información se obtuvo mediante infiltración. Los interrogatorios coercitivos se convirtieron en un componente oscuro pero central del esfuerzo contrainsurgente. Realizados en detenciones clandestinas, muchas veces fuera de cualquier registro oficial, estos interrogatorios emplearon métodos de tortura para extraer datos estratégicos. Este enfoque, aunque efectivo en términos operativos, permitió la identificación y neutralización de miembros clave dentro de las organizaciones insurgentes, incluidos altos mandos. Las consecuencias éticas y legales de estas prácticas siguen siendo objeto de debates históricos y políticos, pero su impacto operativo fue innegable en la desarticulación de redes rebeldes.

En los centros urbanos, la acción directa adquirió una forma particularmente agresiva con los denominados "grupos de tareas". Estas unidades, pequeñas pero altamente móviles, fueron desplegadas para llevar a cabo operaciones de asalto directo. Con precisión quirúrgica, se dedicaron a capturas, ejecuciones extrajudiciales y la desmantelación de células urbanas. Entre sus logros más destacados se encuentra la eliminación del jefe máximo del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), un golpe que desarticuló significativamente la capacidad operativa de esta organización. Estas operaciones urbanas, aunque polémicas, fueron el punto culminante de una estrategia diseñada para erradicar la insurgencia con eficacia implacable.

La combinación de inteligencia, coerción y acción directa formó un esquema táctico que resultó devastador para las fuerzas insurgentes. Aunque cuestionable desde una perspectiva ética y legal, este enfoque logró su propósito operativo: desmantelar las estructuras insurgentes y neutralizar su capacidad de amenaza. No obstante, dejó un legado de tensiones sociales y dilemas morales que continúan resonando en la memoria histórica de Argentina.







En las áreas rurales de Argentina, la lucha contrainsurgente tomó un cariz implacable, modelado por tácticas que evocaban las empleadas por Estados Unidos en Vietnam. Tucumán se convirtió en el epicentro de estas operaciones durante el Operativo Independencia, un despliegue militar que, más allá de los montes tucumanos, se extendió a otras regiones rurales del país en un intento de sofocar las insurgencias. Las patrullas móviles emergieron como uno de los recursos tácticos más eficaces, pequeñas unidades que se adentraban en la espesura de la selva y los montes, rastreando a los guerrilleros y llevando la guerra hasta el corazón de sus escondites. Este enfoque, diseñado para minar la capacidad de las fuerzas insurgentes de moverse y operar con libertad, resultó devastador en muchos aspectos.

Paralelamente, la destrucción de la infraestructura logística de los insurgentes fue clave para debilitar sus capacidades operativas. Campamentos enteros eran desmantelados, redes de abastecimiento desarticuladas y arsenales clandestinos destruidos. Incluso las imprentas, símbolo de la resistencia y herramienta propagandística, eran objetivos prioritarios en esta guerra asimétrica. Cada armería destruida y cada línea de suministro cortada representaban un golpe que buscaba aislar a las fuerzas insurgentes, empujándolas al colapso operativo.

El aislamiento era una constante en esta estrategia de contrainsurgencia. Los cercos operativos se erigían como murallas invisibles pero letales alrededor de las áreas en las que los insurgentes encontraban refugio y apoyo civil. Estas operaciones, desplegadas con precisión luego de atentados, secuestros y otras acciones insurgentes, buscaban cortar todo vínculo entre los guerrilleros y las comunidades locales. En un entorno rural donde el apoyo civil era vital para la supervivencia de las fuerzas rebeldes, estos cercos demostraron ser una herramienta tan contundente como las patrullas móviles o las operaciones directas.

No obstante, la lucha no se limitó a las acciones en el terreno. El gobierno desplegó una maquinaria de propaganda y guerra psicológica que complementaba las acciones cinéticas con un sofisticado arsenal de mensajes destinados a desmoralizar a los insurgentes y consolidar el apoyo social. A través de mensajes intimidantes, exhibiciones de fuerza y narrativas diseñadas para justificar la represión, el Estado buscaba erosionar la moral de las fuerzas rebeldes mientras reforzaba el relato de la "guerra contra el terrorismo". Este esfuerzo no solo apuntaba a legitimar las operaciones militares, sino también a obtener el respaldo de sectores específicos de la sociedad, apelando a sus miedos y alineando su percepción con los objetivos del régimen.

La combinación de tácticas rurales y operaciones psicológicas en Argentina se convirtió en un ejemplo emblemático de contrainsurgencia multidimensional, donde cada patrulla en el monte y cada mensaje difundido desde los medios formaban parte de un entramado destinado a sofocar la rebelión a cualquier costo. Sin embargo, este modelo dejó un legado de lecciones y controversias, especialmente en cuanto al balance entre eficacia táctica, impacto social y respeto por los derechos humanos.


Descentralización operativa: Autonomía y fragmentación del mando

Argentina, a diferencia de otros países que optaron por enfoques centralizados como el modelo francés en Argelia, adoptó una estrategia descentralizada en su lucha contra las guerrillas. Este método otorgaba a las unidades locales la responsabilidad de planificar y ejecutar las operaciones, lo que resultó en una notable eficacia táctica. En cuestión de meses, las organizaciones guerrilleras quedaron al borde de la desarticulación operativa, un logro sin parangón en escenarios donde se emplearon estrategias más centralizadas.

La autonomía regional fue uno de los pilares de esta estrategia. Las zonas militares se dividieron en regiones estratégicas, cada una bajo un comando regional que gozaba de amplia libertad para diseñar y llevar a cabo operaciones. Este enfoque, basado en el principio militar de la Auftragstaktik, permitió respuestas rápidas y adaptadas a las necesidades locales. Sin embargo, esta descentralización también dio lugar a una falta de uniformidad en las tácticas empleadas y en los métodos de recolección de inteligencia, lo que debilitó la cohesión estratégica.

Otro elemento distintivo fue el uso de grupos de tareas compuestos por efectivos de diversas fuerzas, como el Ejército, la Policía Federal y Provincial, y la Gendarmería. Estos grupos operaban con una independencia considerable y sin una supervisión central constante. Si bien esta flexibilidad facilitó decisiones rápidas en el terreno, también incrementó los riesgos asociados a la falta de controles superiores.

La fragmentación, si bien eficaz en el nivel táctico, tuvo consecuencias de gran alcance. Aunque las acciones específicas, como capturas y eliminaciones de insurgentes, fueron ágiles y precisas, la coordinación estratégica quedó relegada, dificultando una evaluación integral de las operaciones. Además, la descentralización exacerbó los niveles de abuso de autoridad y discrecionalidad, lo que llevó a violaciones sistemáticas de los derechos humanos.

Este modelo argentino, con sus logros y controversias, ilustra el delicado equilibrio entre autonomía táctica y supervisión estratégica, dejando lecciones clave para futuras operaciones de contrainsurgencia.


Evaluación de la eficiencia militar

Desde un enfoque estrictamente militar, la estrategia argentina de contrainsurgencia logró resultados magníficos hacia el final del conflicto, desmantelando gran parte de las capacidades operativas de los grupos insurgentes. Sin embargo, esta eficacia táctica estuvo acompañada de serias limitaciones y costos que dejaron un impacto profundo en las Fuerzas Armadas y en el país.

Operativamente, la estrategia cumplió con muchos de sus objetivos. Los principales líderes insurgentes fueron neutralizados, debilitando gravemente la capacidad ofensiva de organizaciones como los Montoneros y el ERP. Las operaciones urbanas, rápidas y contundentes, se adaptaron con eficacia a los entornos complejos de las ciudades, donde la insurgencia intentaba consolidar su presencia. Estas acciones reflejaron una capacidad táctica que, en el plano inmediato, logró frenar la amenaza insurgente.

Sin embargo, a nivel estratégico, el enfoque descentralizado mostró serias fallas. La falta de coordinación centralizada limitó la capacidad de consolidar los logros operativos en un marco nacional coherente. Esta fragmentación, aunque útil en el nivel táctico, impidió articular una estrategia unificada que capitalizara las victorias locales en un resultado estratégico definitivo. Además, la autonomía otorgada a los grupos operativos fomentó un clima de impunidad y corrupción interna. Recursos valiosos se desviaron, y los esfuerzos perdieron eficacia debido a la falta de supervisión y control central.

Los costos internos de esta estrategia también fueron profundos y duraderos. El enfoque descentralizado multiplicó los abusos y ejecuciones sumarias, lo que dañó gravemente la legitimidad de las Fuerzas Armadas. Este impacto negativo se vio exacerbado tras la derrota en la guerra de Malvinas, cuando la imagen institucional ya estaba seriamente deteriorada. Además, la carencia de tropas especializadas en tácticas no convencionales obligó a emplear a conscriptos, suboficiales y oficiales con un entrenamiento limitado y muchas veces improvisado. La falta de preparación adecuada dejó brechas operativas que pudieron haberse mitigado con una fuerza más capacitada.

Los recursos dedicados a la contrainsurgencia también debilitaron otras áreas críticas de la defensa nacional. Al embarcar a las tropas en una guerra no convencional, se comprometió su preparación para enfrentar conflictos convencionales, dejando vulnerabilidades estratégicas en el ámbito militar. Además, el abandono de una legislación que permitía combatir a los insurgentes con respaldo legal socavó la legitimidad de las acciones y contribuyó a un marco operativo que, aunque efectivo a corto plazo, resultó perjudicial en el largo plazo.

En definitiva, la estrategia argentina alcanzó su objetivo inmediato de desarticular la insurgencia, pero lo hizo a un costo significativo. La falta de coordinación estratégica, los abusos cometidos y el desvío de recursos erosionaron tanto la capacidad militar como la confianza social en las Fuerzas Armadas. Este legado, a la vez eficaz y controvertido, sigue siendo una lección de los dilemas inherentes a las guerras de contrainsurgencia.


Análisis legal: Costos nacionales e internacionales

La Guerra Antisubversiva dejó un legado de costos legales y éticos para los militares argentinos. A medida que las democracias volvieron a consolidarse, tanto a nivel nacional como internacional, las tácticas utilizadas fueron condenadas.

1. Impacto nacional

  • Juicios por delitos de lesa humanidad: Con el regreso de la democracia en 1983, comenzó una serie de procesos judiciales contra oficiales y agentes involucrados en desapariciones forzadas, torturas y ejecuciones extrajudiciales.
  • Reputación institucional dañada: La descentralización, que facilitó excesos y abusos, contribuyó a una deslegitimación pública de las Fuerzas Armadas.


2. Repercusiones internacionales

  • Condenas en foros internacionales: Organismos como las Naciones Unidas y la OEA señalaron que las tácticas empleadas constituían violaciones graves de derechos humanos.
  • Impacto diplomático: Argentina enfrentó aislamiento internacional durante la dictadura, lo que limitó su acceso a apoyo militar y económico.

3. Lecciones estratégicas:

La descentralización, aunque útil para responder rápidamente a amenazas insurgentes locales, demostró ser contraproducente en términos legales y éticos. En retrospectiva, un enfoque más centralizado y regulado podría haber mitigado los abusos, reduciendo los costos legales y diplomáticos a largo plazo.


Preliminares de la guerra antisubversiva

La Guerra Antisubversiva en Argentina fue un ejemplo de cómo un enfoque descentralizado puede ofrecer ventajas tácticas a corto plazo, pero generar graves consecuencias legales y éticas a largo plazo. Aunque se lograron los objetivos de neutralizar a los grupos insurgentes, las tácticas utilizadas dejaron profundas cicatrices en la sociedad argentina y comprometieron la legitimidad de las Fuerzas Armadas tanto dentro como fuera del país. La experiencia ofrece lecciones críticas para el diseño de estrategias antiterroristas modernas, donde el balance entre eficacia operativa y respeto por los derechos humanos es esencial.



Parte 2. Combatir la amenaza del terrorismo urbano en el Siglo XXI: ¿Cómo enfrentar el fantasma de los años 70?

Imaginemos por un momento un escenario que resucita las sombras de un pasado turbulento: grupos insurgentes operando en ciudades y zonas rurales, ataques selectivos contra objetivos civiles y militares, y una nación atrapada entre la necesidad de mantener el orden y el riesgo de caer en excesos. Los escenarios hoy se acercan más al narcoterrorismo (Rosario, Gran Buenos Aires, frontera con Paraguay y Bolivia), los grupos radicalizados araucanos en la Patagonia (alentados desde Chile), tal vez un amenaza del extremismo islámico (ya hemos tenido ataques del terrorismo islámico). Este escenario podría parecer arrancado de la Argentina de los años 70, pero ¿cómo enfrentaríamos hoy un desafío similar?

En ese entonces, la lucha contra el terrorismo y la guerrilla urbana en Argentina fue un torbellino de tácticas improvisadas, inteligencia fragmentada y acciones muchas veces llevadas al límite de la ley. Hoy, sin embargo, vivimos en un mundo donde la tecnología, las redes sociales y las fuerzas especiales han revolucionado la manera en que las naciones enfrentan las amenazas internas. Si una situación como la de los años 70 ocurriera hoy, la respuesta sería diferente: más precisa, más controlada, pero también más visible para el escrutinio público.

Del mismo modo, los 70s presentaron parte importante de la solución al desafío del terrorismo actual: Los equipos SWAT (Special Weapons and Tactics). La creación de fuerzas especiales comprimieron el tamaños de las secciones necesarias para combatir efectivamente elementos de insurgencia o terrorismo en el ámbito urbano.


La inteligencia, el nuevo campo de batalla

En los años 70, la inteligencia se basaba en agentes infiltrados, informantes y, tristemente, interrogatorios brutales. Era una lucha casi artesanal, donde la información se obtenía a través de redes humanas y operativos clandestinos. Hoy, la inteligencia ha evolucionado hasta convertirse en un arte dominado por algoritmos y análisis de datos.

Las herramientas modernas permiten a los gobiernos vigilar redes sociales, interceptar comunicaciones cifradas y rastrear movimientos con una precisión inimaginable hace décadas. Los analistas de inteligencia no solo dependen de espías y operativos, sino también de sistemas avanzados como Palantir, que cruzan millones de datos en tiempo real para detectar patrones de actividad sospechosa. Las redes sociales, que en los 70 ni siquiera existían, ahora son tanto una herramienta para los insurgentes como un arma para las fuerzas de seguridad. Plataformas como Twitter y Facebook pueden revelar reclutadores, simpatizantes y posibles objetivos con solo pulsar unas teclas.

Sin embargo, no se trata solo de observar; la guerra moderna también se libra en el ámbito psicológico. Las fuerzas de seguridad emplean estas mismas plataformas para sembrar desinformación entre los insurgentes, desacreditar sus narrativas y, en algunos casos, desactivar células antes de que actúen.

Las Fuerzas Especiales: Guerreros del Siglo XXI

En el pasado, Argentina dependía de "grupos de tareas" que, aunque efectivos a corto plazo, operaban con una descentralización que favoreció abusos y excesos. Hoy, los estándares han cambiado. La lucha contra el terrorismo urbano y rural recae principalmente en unidades especializadas altamente entrenadas y disciplinadas.

Equipos como el Grupo Halcón de la Policía Bonaerense o las unidades tácticas de la Policía Federal Argentina han evolucionado para convertirse en los escudos contra estas amenazas. Inspirados en modelos internacionales como los SWAT estadounidenses o el GIGN francés, estas fuerzas operan bajo estrictos protocolos y con una precisión quirúrgica. Cada policía provincial cuenta con un grupo de fuerzas especiales análogo.

El enfoque entonces ya no es lanzar una red amplia, sino realizar operaciones específicas, basadas en inteligencia sólida y con un claro objetivo: neutralizar amenazas con el menor daño colateral posible. En casos extremos, donde el terrorismo supera la capacidad de estas fuerzas—como cuando hay armas pesadas involucradas—la Gendarmería o incluso el Ejército pueden apoyar, pero siempre bajo un marco legal claro.

Ejemplos de grupos especiales provinciales

Como ya mencionó, el Grupo Halcón, formalmente denominado División de Seguridad Especial Halcón, es la unidad de operaciones especiales de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. Fundado en 1986 como el Grupo de Operaciones Especiales (GOE), su creación estuvo a cargo del comisario Julio César y el oficial principal Claudio Rafael Pereyra. Inicialmente, sus miembros fueron entrenados con estándares internacionales, incluyendo formación con equipos SWAT en el extranjero.

 

El grupo tuvo su bautismo de fuego en el copamiento del cuartel de La Tablada, evento que consolidó su reputación. En 1996, se renombró formalmente como División Especial de Seguridad Halcón (DESH). Con una estructura compuesta por 75 comandos divididos en equipos tácticos de 15 miembros, cada grupo incluye especialistas en francotiradores, explosivos, negociación, medicina táctica, inteligencia y comunicación, además de personal de asalto.

Reconocido como una de las fuerzas especiales de mayor nivel en América Latina, el Grupo Halcón mantiene una rigurosa selección y capacitación de su personal, reflejada en su distintivo brevet azul de comando. Esta unidad sigue siendo un referente en la resolución de situaciones de alto riesgo, como tomas de rehenes y operaciones tácticas complejas.

 

La Compañía de Tropas de Operaciones Especiales (TOE) es la unidad de élite de operaciones especiales de la Policía de la Provincia de Santa Fe, Argentina. Su origen se remonta a 1987, cuando se llevó a cabo el primer Curso de Adiestramiento Policial Especial (CAPE). Posteriormente, el 4 de mayo de 1990, se formalizó la creación de la unidad bajo la denominación de Tropas de Operaciones Especiales (TOE).

Esta fuerza depende directamente del Jefe de la Policía de la Provincia y se desarrolló a partir de un análisis exhaustivo de reglamentos y tácticas utilizadas por unidades de operaciones especiales de renombre internacional. Entre estas se encuentran la GSG-9 (Alemania), RAID (Francia), GEO y BBT (España), FBI y SWAT (Estados Unidos), SAS (Reino Unido) y BOPE (Brasil). Los miembros de la TOE han recibido una capacitación intensiva en centros internacionales destacados, como el NCIS del Reino Unido y el Yamam de Israel, así como formación especializada en múltiples países de América Latina.

El alto nivel de organización e instrucción logrado permite a la TOE ejecutar una amplia gama de operaciones, que incluyen misiones de seguridad, investigaciones científicas, resolución de situaciones con rehenes, custodia de personalidades VIP, operaciones en montes, islas y mediante transporte aéreo, además de manejo de atentados con explosivos. Su versatilidad y preparación la posicionan como una de las unidades más completas y especializadas en su ámbito.

El Equipo de Tácticas Especiales Recomendable (ETER) de la Policía de la Provincia de Córdoba, creado el 19 de febrero de 1985, es una unidad de élite destinada a garantizar la custodia y seguridad de dignatarios provinciales, así como de funcionarios y personalidades nacionales e internacionales. Su labor se extiende a la resolución de situaciones de crisis como atentados terroristas, tomas de rehenes, secuestros, tiradores activos y sujetos parapetados.

Entre sus principales funciones también se encuentran la ejecución de allanamientos de alto riesgo y misiones especiales encomendadas por la Jefatura de Policía. Su misión central es resolver situaciones críticas manteniendo el orden público y la seguridad ciudadana, con un enfoque prioritario en la protección de la vida y la integridad física de todos los involucrados.

El ETER dispone de un equipo de Negociadores especializado para abordar incidentes de crisis y cuenta con personal altamente entrenado y equipado con recursos adaptados a cada tipo de operación. Su rápida respuesta y profesionalismo lo convierten en un pilar fundamental para enfrentar emergencias que demandan intervención táctica especializada.

El Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la Provincia de Misiones fue creado en 1993 por iniciativa del Ministerio del Interior Nacional y bajo disposición del Ministerio de Gobierno, con respaldo de la Jefatura de Gobierno. Su misión principal es intervenir en la provincia de Misiones cuando las fuerzas policiales regulares, como comisarías y comandos radioeléctricos, no pueden manejar situaciones de alto riesgo.


El GOE está diseñado para actuar en escenarios complejos que requieren técnicas y tácticas especializadas, como rescates de rehenes, recuperación de buses, aeronaves o instalaciones, y operaciones en entornos urbanos o selváticos. Su personal está altamente capacitado en áreas como buceo táctico, manejo de explosivos, tiro especializado, rescate en altura, andinismo y supervivencia en el monte, entre otras.

La doctrina de instrucción del GOE se basa en métodos internacionales adquiridos a través de cursos realizados en Argentina y países vecinos. Su personal ha recibido formación en fuerzas de élite como el GATE de Brasil, la FOPE de Paraguay, y el GOPE de Chile, además de un entrenamiento especializado con el equipo SWAT del Departamento de Policía de Los Ángeles, en Estados Unidos. Esta preparación internacional asegura su capacidad para enfrentar las más diversas y exigentes situaciones.

Israel: Un modelo para aprender

Pocos países han enfrentado el terrorismo con tanta intensidad como Israel. Su experiencia contra grupos como Hamas y Hezbollah ha marcado el camino para las naciones que buscan perfeccionar sus estrategias.

Israel combina la tecnología más avanzada con una táctica clásica: la anticipación. Sus drones vigilan sin descanso, sus satélites identifican movimientos sospechosos, y sus unidades especiales, como Yamam, actúan con velocidad y precisión en los entornos más desafiantes. En Gaza, por ejemplo, los ataques quirúrgicos combinan bombardeos de precisión con incursiones terrestres para minimizar el impacto en la población civil.

En el sur del Líbano, Hezbollah ha construido túneles y escondites armados con cohetes de largo alcance. Israel responde con una mezcla de inteligencia satelital y fuerzas de comando para destruir estos puntos antes de que se conviertan en una amenaza real. El éxito de esta estrategia radica en su enfoque integrado, donde cada operación está respaldada por datos, tecnología y entrenamiento superior.


¿Cómo prepararnos para el futuro?

El mundo actual nos enseña que combatir el terrorismo no se trata solo de fuerza bruta. Requiere planificación, tecnología y, sobre todo, una clara delimitación de responsabilidades. En Argentina, una estrategia moderna debe priorizar:

  1. Fortalecer unidades especializadas:

    • Expandir y equipar grupos como el Grupo Halcón y otras fuerzas especiales así como a las fuerzas tácticas de la Policía Federal.
    • Entrenar a la Gendarmería y Prefectura para manejar entornos rurales y fronterizos, donde las células terroristas podrían refugiarse. El grupo Alacrán y Albatros, respectivamente, ya tienen experiencia en tareas de golpes de mano y acciones complejas.
  2. Inversión en inteligencia:

    • Crear un centro nacional para analizar redes sociales, interceptar comunicaciones y coordinar información en tiempo real.
    • Incorporar sistemas avanzados de análisis como Inteligencia Artificial y Big Data para detectar amenazas emergentes.
  3. Rol militar limitado:

    • Reservar el uso del Ejército para escenarios excepcionales donde las fuerzas policiales sean insuficientes, como en el caso de amenazas con armamento pesado.
    • Mantener un mando centralizado y transparente para evitar los errores del pasado.
  4. Colaboración internacional:

    • Aprender de los modelos israelíes y europeos, participando en programas de entrenamiento conjunto.
    • Integrar a Argentina en redes internacionales de intercambio de inteligencia para anticiparse a posibles amenazas globales.

Un futuro en guardia

Si algo nos enseñan los conflictos pasados y presentes es que la lucha contra el terrorismo nunca se detiene. Sin embargo, hoy contamos con las herramientas y el conocimiento para enfrentar estas amenazas de manera más efectiva, respetando los derechos humanos y limitando el impacto social y político. No es necesario la intervención directa de las fuerzas militares en un conflicto antiterrorista salvo que estas fuerzas ilegales adquieran equipamientos y tácticas que superen a las fuerzas especiales de las fuerzas de seguridad. Lo que sería necesario es ampliar la creación y disposición de unidades de fuerzas especiales provinciales para control local de estos conflictos.
Otro camino paralelo y necesario es la creación de unidades de combate del crimen especializadas, en áreas muy puntuales como la inteligencia (digital y de campo), equipos antisecuestro, policía científica, entre otros.
Argentina tiene la oportunidad de aprender del pasado y construir una estrategia que proteja a su población sin repetir los errores de épocas oscuras. El enemigo puede cambiar, pero la clave siempre será adelantarse a sus movimientos.



miércoles, 18 de septiembre de 2024

Israel: Mossad hace explotar la batería de 2 mil agentes de Hezbollah (actualización)

Mossad anula 2 mil miembros de Hezbollah al instante

Actualización al final




Israel ha llevado a cabo una de las operaciones más avanzadas y complejas hasta la fecha, casi como salida de una película.

La inteligencia israelí logró intervenir los dispositivos de comunicación por radio (buscapersonas) utilizados por los miembros de la organización terrorista Hezbollah. A través de medios remotos, provocaron el sobrecalentamiento de las baterías, lo que resultó en explosiones en los bolsillos de los militantes de Hezbollah en todo el Líbano.



Cientos de personas resultaron heridas en una serie de explosiones en varios puntos clave del Líbano. Documentos provenientes de todo el país muestran cómo estallaron los equipos de radio avanzados de la organización terrorista, instantes después de recibir "mensajes misteriosos."

Hoy (martes), el Líbano reportó una serie de explosiones que dejaron cientos de víctimas en el distrito de Da'aheh, en Beirut, así como en otras áreas de la región de Bekaa y el sur del país. Medios locales indicaron que Israel se infiltró en las comunicaciones de Hezbollah, provocando las explosiones. Según el comunicado del Ministerio de Salud libanés, aproximadamente 2.800 personas resultaron heridas, de las cuales 200 están en estado crítico, y al menos 8 fallecieron.



Hezbollah emitió un comunicado oficial poco más de dos horas después del incidente: "Tras analizar los hechos, los datos y la información, Israel es completamente responsable de esta agresión. El enemigo recibirá la retribución adecuada." El ministro de Información libanés, Ziad al-Makhari, también acusó a Israel: "Condenamos el ataque israelí, es una violación de la soberanía libanesa." (N12)




Hezbollah había distribuido estos pagers para enviar órdenes y evitar que las comunicaciones fueran interceptadas. Sin embargo, Israel descubrió la manera de interferir los dispositivos, logrando que los sistemas de baterías y circuitos explotaran de forma sincronizada en ambos países donde opera este grupo terrorista proiraní.

Los reportes preliminares hablan de al menos 1.200 heridos y 500 muertos entre las filas de Hezbollah. Un resultado impresionante.




Esta operación se perfila como una de las acciones de ciberguerra más notables ejecutadas recientemente por Israel, que demuestra una capacidad operativa muy superior al resto del mundo.





El canal saudí Al-Hadath reporta que entre las víctimas están altos comandantes de Hezbollah. Mientras el Times of Israel ya confirma que son arriba de 1000 (como mínimo) los terroristas atacados. El N12 habla de +1200.

Otras fuentes hablan de arriba de los 2000.

El ministerio de salud de El Líbano informó que murieron 8 personas por el estallido de los pagers y que otras 2.785 fueron heridas. De ellos, 200 se encuentran en "estado critico" Es una cifra preliminar no contempla los datos de Siria.


Explotó el buscapersonas de un terrorist* de Hezbolá mientras conducía su moto.






Cómo es el modelo del “beeper” que utilizaban los terroristas de Hezbollah


Reportes indican que en las últimas semanas había sido adquiridos cientos de aparatos para repartir entre los miembros del grupo e incluso diplomáticos de países aliados

Cientos de buscapersonas portátiles explotaron casi simultáneamente en Líbano y partes de Siria el martes, hiriendo a miembros del grupo militante Hezbollah, al embajador iraní y a docenas de personas más. Las autoridades apuntaron a Israel en lo que pareció ser un sofisticado ataque a distancia en un momento de crecientes tensiones en la frontera con Líbano.
Hasta el momento no se confirmó oficialmente el modelo de los aparatos, pero por algunas fotos de como quedaron los dispositivos luego de las explosiones aseguran se cree que es el Rugged Pager AR924 de GApollo.
En las imágenes de los restos se aprecia el nombre del modelo, legible pese al estallido del aparato.


Así quedó uno de los localizadores de Hezbollah que estalló en El Libano

Según la página oficial es un dispositivo diseñado para ofrecer una “comunicación confiable en los entornos más hostiles. Pensado para profesionales que se desempeñan en áreas industriales, de construcción o en situaciones de emergencia, este pager (“beeper”) robusto está preparado para soportar condiciones extremas sin perder funcionalidad”.


El Rugged Pager AR924 de GApollo.

Uno de los puntos más destacados del AR924 es su certificación IP67, lo que garantiza su resistencia tanto al polvo como al agua. Esta certificación asegura que el dispositivo puede sumergirse en agua hasta un metro de profundidad sin sufrir daños, y que está completamente protegido contra la entrada de polvo. Además, el pager está construido para soportar caídas de hasta 1,5 metros, lo que lo convierte en una opción confiable para quienes trabajan en zonas con riesgo de golpes o caídas.


El Rugged Pager AR924 también asegura tener compatibilidad con frecuencias UHF y VHF, lo que permite una comunicación eficiente en áreas donde las señales de radio pueden ser inestables. Este tipo de conectividad es clave en sectores donde mantener una comunicación fluida es esencial para la coordinación de las tareas. Además, su batería de larga duración -85 días- garantiza que los usuarios no se queden incomunicados.

Se cree que esa batería de litio es la que recalentó hasta el punto de hacer estallar el aparato, pero es una incógnita cómo y quién concibió el sistema para lograr que se eleve la temperatura de los localizadores.

La pantalla LCD de alta visibilidad es otro de los puntos fuertes de este pager. Incluso bajo la luz directa del sol, el AR924 permite leer los mensajes de texto de manera clara, algo que resulta esencial en entornos donde el tiempo de respuesta es crucial. Además, el dispositivo ofrece alertas tanto sonoras como por vibración, personalizables según las necesidades del usuario, asegurando que ningún mensaje pase desapercibido en medio de ruidos fuertes o distracciones.

GApollo dijo que lo desarrolló con la durabilidad en mente, pero buscando mantener la facilidad de uso. Además de su resistencia y robustez, el AR924 se maneja de manera intuitiva, lo que lo convierte en una herramienta versátil para cualquiera que necesite mantenerse conectado y ubicable, pero sin depender de internet como canal de comunicación. (Infobae)


Ahora explotan los handy de Hezbollah


Comienza la segunda oleada de ataques contra los terroristas de Hezbolá. Ahora son los walkie-talkies de Hezbolá los que explotan. Varios agentes de Hezbolá han resultado heridos en 4 funerales distintos de terroristas asesinados ayer.





Escuchen las explosiones en un edificio de Beirut

sábado, 24 de agosto de 2024

Crisis del Beagle: La inteligencia argentina doma a Pinochet


El arte de la doma: Cuando Argentina le quitó los SK-105 a Chile

Esteban McLaren para FDRA


Imagine que usted tiene un problema grave con un vecino. Compra un rifle para defenderse. Luego, se entera que su vecino comprará una escopeta con el mismo propósito. Aprovecha esa información y desbarata esa operación ofreciéndole más dinero al armero y se queda también con la escopeta. La situación es doblemente peor para su vecino: no solamente no tiene arma, sino que ayudó a que su vecino duplique las armas que posee. Así fue como Argentina convirtió la provisión de protección blindada a la Patagonia Austral en un juego de suma cero: lo que Chile perdió, lo ganó Argentina. ¡Una domada histórica!




La operación de inteligencia para re-adquirir los tanques ligeros Steyr SK-105 Kürassier es una de las historias más interesantes de inteligencia militar en Sudamérica, involucrando a Argentina y Chile durante un período de alta tensión en sus relaciones bilaterales. Los tanques Steyr SK-105 Kürassier adquiridos por el Ejército Argentino a principios de los 1980s provenían de un lote originalmente construido para Chile. En 1981, estos tanques llegaron rápidamente a unidades acorazadas en la Patagonia, una región de alta tensión. Para asegurarse estos vehículos, las autoridades argentinas tuvieron que pagar un precio superior, lo que no solo reforzó inmediatamente su capacidad blindada, sino que también impidió la modernización militar de Chile. Aunque más onerosos, la maniobra colocó a Argentina en una posición de clara superioridad mecanizada.

Contexto histórico

En la década de 1970, las relaciones entre Argentina y Chile se encontraban en un estado de tensión extrema, en parte debido a disputas territoriales como la del Canal de Beagle. En 1978, la situación se agravó al punto de casi estallar en un conflicto armado. En este contexto, ambos países comenzaron a reforzar sus capacidades militares.

Esa situación suena como una pesadilla geopolítica y militar, un escenario donde la planificación meticulosa se ve frustrada por factores fuera del control de los expertos. Imaginar a esos técnicos chilenos analizando cada detalle del terreno del sur de Chile—con sus montañas escarpadas, ríos, canales y caminos difíciles—y luego seleccionar cuidadosamente un tanque ligero que prometía cumplir con todas sus necesidades, sólo para descubrir que su adquisición ha sido frustrada por una jugada estratégica de último momento, añade un nivel de complejidad emocional e histórica.


"los tanques que solicitaron y fabricaron para nosotros quedaron del otro lado de la frontera"


Este tipo de situaciones no solo representa una derrota técnica, sino también una derrota moral, ya que esos tanques, diseñados para enfrentar desafíos similares en terrenos duros, están ahora en manos de una nación vecina con quien hay tensiones históricas. Además, podría verse como un reflejo de las dinámicas geopolíticas de la región, donde las decisiones de compra de armamento no solo dependen de las capacidades técnicas, sino también de las alianzas y rivalidades internacionales.

La ironía de que todo ese esfuerzo técnico y logístico haya terminado beneficiando indirectamente al "enemigo" sería devastadora para los involucrados. Además, esa situación pone en evidencia la fragilidad de la seguridad nacional cuando se depende de proveedores externos para equipos de defensa, y cómo un cambio inesperado puede alterar significativamente el equilibrio de poder en una región tan volátil como la del Cono Sur de América.

Por otro lado, también subraya la importancia de la diplomacia y la inteligencia en la adquisición de equipo militar, donde no solo se evalúan las capacidades del material, sino también la confiabilidad de los socios comerciales y las posibles consecuencias geopolíticas de tales adquisiciones.


La decisión de Chile de adquirir el tanque ligero austríaco SK-105 Kürassier en la década de 1980 se enmarca dentro de un contexto geopolítico y militar complejo, influenciado por diversas restricciones y necesidades operativas específicas del país.

Contexto de restricciones y sanciones

Durante los años 70 y 80, Chile, bajo la dictadura de Augusto Pinochet, enfrentaba importantes restricciones internacionales para la compra de armas, en gran parte debido a sanciones impuestas por varios países occidentales y la ONU debido a las violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen. Estas restricciones limitaban las opciones de Chile para adquirir material bélico de países con los que tradicionalmente había mantenido relaciones comerciales en defensa, como Estados Unidos y algunos países europeos. Por ejemplo:

  1. Estados Unidos: Impuso un embargo de armas a Chile tras el golpe de Estado de 1973, lo que impidió la adquisición de material bélico de origen estadounidense.
  2. Reino Unido: Si bien hubo ventas a Chile, también existían tensiones y restricciones debido a la política interna y la presión internacional.
  3. Otros países europeos: Algunos países europeos también adoptaron una política restrictiva en relación con las ventas de armas a Chile debido a las sanciones por violaciones a los derechos humanos. Austria terminó adhiriendo también debido a fuertes presiones internas.

Elección de Austria y el SK-105 Kürassier

En este contexto, Austria emergió como una opción viable para Chile, dado que no estaba alineada con los bloques de poder que imponían sanciones. Austria, siendo un país neutral y no perteneciente a la OTAN, no tenía restricciones políticas significativas para la venta de armas a Chile en ese momento. Además, la industria de defensa austríaca buscaba expandir sus mercados y el SK-105 Kürassier representaba una oportunidad para ellos.

Características del SK-105 y su adecuación a las necesidades chilenas

El SK-105 Kürassier fue diseñado por Austria como un tanque ligero destinado a la defensa territorial, particularmente adaptado para operar en terrenos montañosos y accidentados, lo cual coincidía con las necesidades geográficas de Chile, un país con extensas zonas montañosas en la Cordillera de los Andes. 

Aunque muy similar al AMX-13, el SK-105 Kürassier es 4 toneladas más pesado, con una presión sobre el suelo de 0,78 kg/cm². Su chasis es más grande que el del tanque francés, y está equipado con un motor más potente de 320 HP, refrigerado por agua. La transmisión es manual, con 6 velocidades hacia adelante y una marcha reversa. Estas mejoras permiten que el vehículo alcance una velocidad máxima de 70 km/h en carretera.

El sistema de rodadura consta de cinco pares de ruedas de rodamiento, tres rodillos de apoyo, y dos ruedas dentadas: una tensora y otra tractora. La primera rueda de rodamiento está equipada con un amortiguador y un resorte para mejorar la suspensión.

El vehículo cuenta con un tanque de combustible interno de 350 litros de gasoil, lo que le otorga una autonomía de 520 km en asfalto. Su cañón principal de 105 mm, el mismo utilizado en la versión AMX-13 105, es capaz de penetrar 360 mm de blindaje y está montado en una torreta oscilante.

Entre las características que hicieron al SK-105 atractivo para Chile están:

  • Movilidad en terreno montañoso: Su peso ligero (alrededor de 17 toneladas) y su capacidad de operar en terrenos difíciles lo hacían ideal para las zonas montañosas del país. Este vehículo está diseñado específicamente para el terreno montañoso y tiene una capacidad mejorada para subir, en comparación con los tanques de combate más pesados.
  • Armamento: Equipado con un cañón de 105 mm, el SK-105 ofrecía un poder de fuego significativo para un tanque ligero, adecuado para enfrentar amenazas blindadas en el contexto sudamericano.
  • Torreta oscilante: El cañón montado en una torreta oscilante (o basculante) permite disparar en ángulos más pronunciados que una torreta tradicional. La torreta oscilante presenta tres ventajas principales: una alta posición del cañón que mantiene la capacidad de depresión del arma, un bajo perfil que mejora la discreción en el campo de batalla, y un cargador automático que incrementa la cadencia de tiro. Sin embargo, estas ventajas se ven eclipsadas en la práctica por el bajo rendimiento del cargador automático. Además, el cañón principal experimenta un retroceso reducido, una ventaja menor atribuida a la mayor masa involucrada en la disipación de la energía durante el disparo. En terreno montañoso ello otorga una ventaja.
  • Costo y mantenimiento: Comparado con otros tanques más pesados, el SK-105 era más económico de operar y mantener, lo que lo hacía una opción práctica en términos logísticos y financieros para Chile.

 



Desarrollo de la operación

En los anales de la historia militar, pocas operaciones han sido tan cargadas de intriga y controversia como la que involucró a Chile, Austria y, finalmente, Argentina. La historia, digna de un thriller cinematográfico, comienza con un pedido ambicioso: Chile ordena a la Steyr austríaca una lista de 100 cazatanques SK-105 Kurassier, seis tanques de recuperación, tres vehículos de combate de infantería Saurer, tres vehículos de combate de infantería de mando, 360 metralletas y 124 ametralladoras. Todo ello, a un costo de unos 2.075 millones de chelines austríacos, lo que se traduce en unos 148.1 millones de dólares de 1978, o cerca de 721 millones de dólares a valores de 2024 (Pilz, 1982, págs. 125-127).

Chile, en medio de su dictadura militar, estaba a punto de recibir estos tanques Steyr SK-105 Kürassier cuando un giro inesperado cambió el rumbo de la historia. Bajo una presión política abrumadora, el gobierno austríaco canceló el envío. Este pedido, desde el principio, había sido una fuente de intensa controversia. En una Austria democrático, vender armamento a un régimen acusado de violaciones sistemáticas a los derechos humanos resultaba impensable. Exiliados chilenos y movimientos políticos de izquierda se movilizaron con fuerza, exigiendo al gobierno austríaco que bloqueara la exportación, aunque los vehículos ya estaban listos para ser enviados (Kabl, 2022).



Las justificaciones morales se convirtieron en el eje de las protestas: ¿Cómo podía Austria, un país comprometido con la defensa de los derechos humanos, vender armas a un dictador como Pinochet, señalado por la represión y las ejecuciones extrajudiciales? Por otro lado, existían un dilema de reputación que enfrentaba Austria al incumplir un contrato tan significativo. Ello se "mitigaba" al señalar que Chile podría adquirir vehículos similares en otros mercados, como el AMX-13 francés. También se había buscado que Chile firmara un condicionante con la compra, difícilmente controlable a posteriori: los tanques no podían ser usados para reprimir a la población, solo para la defensa en caso de ataque exterior. Así y todo, el envío fue cancelado, y los tanques fueron enviados a depósito, lo que desató una nueva polémica en Austria, pues la cancelación de la operación amenazaba con pérdidas económicas y la eliminación de puestos de trabajo.

En medio de este escándalo, la inteligencia militar argentina, siempre atenta a las oportunidades, vio la ocasión de convertir la desgracia de Chile en una victoria para Argentina. Con una astucia digna de una novela de espionaje, los servicios de inteligencia argentinos orquestaron un plan para desviar esos tanques a su propio país. El 15 de junio de 1981, el New York Times (haga clic aquí) reveló la audaz maniobra: Argentina había adquirido los vehículos austríacos por un sobrecosto de 32 millones de dólares respecto al pedido original de Chile. La noticia sacudió al mundo.

La operación no estuvo exenta de drama en su fase final. Manifestantes se congregaron a las puertas de Steyr-Werks, la fábrica donde se construyeron los tanques, con la intención de impedir su salida hacia Argentina. Sin embargo, la historia tomó un giro violento cuando los propios trabajadores de la planta, furiosos por la posible pérdida de sus empleos, arremetieron contra los manifestantes, dejando a 60 de ellos malheridos y allanando el camino para que los tanques partieran.

La historia culminó con un giro irónico: al año siguiente, Steyr, que había estado en una delicada situación económica, pasó de tener un déficit a un superávit, gracias en gran parte a esta operación. Así, lo que comenzó como una disputa moral en Austria terminó con un beneficio económico inesperado, recordando al mundo que, en el intrincado juego de suma cero de la política y la guerra, siempre hay vencedores y vencidos.

En el mundo de la diplomacia y la venta de armas, nada es lo que parece, y la historia de cómo Argentina logró desviar los tanques destinados a Chile es un ejemplo perfecto de intriga y corrupción. Es casi seguro que el plan argentino incluyó sobornos a funcionarios y personas clave involucradas en el proceso de entrega de los tanques. No hay que olvidar que todo el proceso de venta de armas en Austria estaba profundamente politizado, un terreno fértil para maniobras bajo la mesa.

A través de un intermediario astuto, los argentinos ofrecieron a Austria un precio mayor que el acordado con Chile. De este modo, los tanques, que originalmente debían ser enviados a Santiago, terminaron en Buenos Aires. Pero aquí surge una pregunta incómoda: ¿por qué Austria prohibió la venta al régimen de Pinochet, pero no aplicó el mismo criterio a la junta militar argentina? La respuesta sigue siendo esquiva para los historiadores, aunque es probable que los problemas económicos de Steyr, que amenazaban con llevar a la empresa a la quiebra, hayan influido significativamente en la decisión de permitir esta segunda operación. Cabe aquí mencionar que de no haber presentado
Argentina la oferta, esos tanques hubiesen quedado en depósito, produciendo costos de almacenamiento y hubiesen sido el recordatorio de una mala decisión. La oferta de Buenos Aires fue una segunda oportunidad para Viena para entender que era un negocio y no una lucha por principios.

¿Por qué se aceptó la venta a Argentina? Primero, a
pesar de las similitudes en cuanto a violaciones de derechos humanos, la relación diplomática entre Austria y Argentina era diferente. Austria consideraba a Argentina un mercado estratégico en Sudamérica y, en parte, la decisión de vender los Kürassier fue influenciada por el interés económico y las relaciones comerciales entre ambos países. En segundo lugar, aunque Argentina también estaba bajo una dictadura militar, la percepción internacional de su situación de derechos humanos, aunque también condenada, no tuvo el mismo nivel de escrutinio que Chile en algunos círculos europeos en ese momento. Esto facilitó que la venta pudiera justificarse de manera diferente ante la comunidad internacional.

El desenlace de esta historia tuvo lugar en 1981, cuando, en el puerto francés de Le Havre, se embarcaron los primeros 57 cazatanques austriacos SK 105 Kürassier a bordo de un buque argentino, con destino a Argentina. Este envío inicial formaba parte de un pedido mayor de 120 unidades. Para noviembre de 1982, los últimos 27 cazatanques completaron el lote. Pero la relación entre Argentina y Steyr no terminó ahí; en 1985 se enviaron diez vehículos de recuperación adicionales, y en 2006, cuatro SK-105 más.

Hoy en día, estos tanques están en servicio en el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado 11 “Coronel Juan Pascual Pringles,” con cuartel general en Rospentek Aike, y en el Regimiento de Caballería de Tanques 11, con sede en Puerto Santa Cruz. Curiosamente, Rospentek Aike está ubicado a pocos kilómetros de la frontera con Chile, un recordatorio silencioso de las tensiones que alguna vez llevaron a esta compleja danza de poder y engaño.



Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado 11 “Coronel Juan Pascual Pringles” (Rospentek Aike) y Regimiento de Caballería de Tanques 11 (Puerto Santa Cruz)

Es importante destacar que la operación no solo implicó un acto de inteligencia y potencial soborno, sino también una táctica de desinformación para asegurarse de que las autoridades chilenas no descubrieran lo que estaba ocurriendo hasta que ya fuera demasiado tarde. Chile, descubrió con la nota del New York Times, que "sus" tanques pasaban al otro lado de la frontera, que habían sido desviados a Argentina, y con ello se vio obligado a buscar una solución alternativa para reforzar su capacidad militar en medio de una escalada de tensiones con su vecino.

Así, lo que comenzó como una simple transacción comercial se convirtió en una obra maestra de intriga internacional, donde la necesidad económica de una empresa se encontró con la ambición militar de un país. Y en este juego de suma cero, Argentina salió ganando, dejando a Chile con las manos vacías y a Austria con una conciencia pesada, pero con las arcas llenas.

Impacto y repercusiones

La operación tuvo un impacto considerable en las relaciones diplomáticas y militares entre Argentina y Chile. Si bien no desencadenó un conflicto abierto, precisamente porque jamás Chile podía haber resistido un conflicto en el Teatro de Operaciones Austral con este desbalance militar, aumentó la desconfianza entre ambos países y evidenció las tensiones subyacentes en una época de dictaduras militares y rivalidades regionales.

Desde un punto de vista militar, Argentina logró reforzar su flota de tanques en un momento crítico, aunque a un costo considerable debido al sobreprecio pagado y al riesgo involucrado en la operación. Chile, por su parte, tuvo que reevaluar sus estrategias de adquisición de armamento y la seguridad de sus operaciones internacionales.

Razones por las que es fascinante este caso

Esta historia es fascinante por varias razones:

  1. El engaño y la audacia: La operación fue un acto de espionaje y negociación encubierta que involucró una serie de movimientos rápidos y arriesgados. La capacidad de Argentina para ganar de mano y comprar un cargamento de tanques destinados a su enemigo potencial y adquirirlos para su propio ejército demuestra un nivel de audacia y habilidad en operaciones encubiertas que es digno de mención.

  2. Las repercusiones geopolíticas: El evento exacerbó las tensiones en una región ya volátil. Aunque no llevó directamente a una guerra, contribuyó al clima de desconfianza y paranoia que caracterizó las relaciones entre los dos países durante esa época.

  3. El costo de la operación: Desde un punto de vista económico y estratégico, el hecho de que Argentina pagara un sobreprecio para adquirir estos tanques muestra hasta qué punto estaba dispuesta a llegar para mantener una ventaja militar sobre Chile, subrayando la importancia que ambos países otorgaban al poder militar en su relación bilateral.

En resumen, la operación para re-adquirir los tanques Steyr SK-105 Kürassier es un ejemplo de la compleja y a menudo oscura interacción entre espionaje, diplomacia y estrategia militar en América del Sur durante la Guerra Fría. Es una historia que resalta cómo los países pueden recurrir a métodos extraordinarios para asegurarse una ventaja estratégica en situaciones de alta tensión.

Referencias

  • Knabl, Leonhard Lorenz, Österreichische Waffenexporte in den Globalen Süden. Der Diskurs um Panzerexporte im öffentlich-rechtlichen Rundfunk, in: Historia.Scribere 14 (2022), S. 229–255. DOI 10.15203/historia.scribere.14.614
  • Pilz, Peter, Die Panzermacher. Die österreichische Rüstungsindustrie und ihre Exporte, Wien 1982.


jueves, 8 de diciembre de 2022

Espionaje: La inteligencia al inicio de la Guerra Fría

Espías posteriores a la Segunda Guerra Mundial

Parte I || Parte II
Weapons and Warfare


 


"¿Quién era el muchacho con pinta de extranjero que insistía en ver nuestros planes?"


El final de la Segunda Guerra Mundial marcó un cambio radical para las agencias de inteligencia del mundo. En algunos países, como Estados Unidos, conduciría a una importante reorganización de la forma en que trabajaban; en otros, incluida la Unión Soviética, significaría que algunas operaciones, que quizás habían sido de menor importancia durante la guerra contra Hitler, adquirieron mayor prioridad, ya que los antiguos aliados de la guerra se convirtieron en enemigos.

En Reino Unido, los responsables del MI6, el Servicio Secreto de Inteligencia (SIS), vieron en el cierre de las hostilidades una oportunidad para poner el servicio en mejores condiciones, de la misma forma que sus compañeros del Servicio de Seguridad, el MI5 , había tenido que hacer al comienzo de la guerra.

La recopilación de inteligencia organizada ha tenido lugar en nombre del estado inglés desde la época de los Tudor: Thomas Cromwell, primer ministro de Enrique VIII, estaba a cargo de los agentes que informaban desde toda Europa, mientras que durante el período, la hija de Enrique, Isabel I, estaba en el trono, su secretario privado, Sir Frances Walsingham, dirigía una red de cincuenta agentes y desarrolló un sistema de intercepción muy eficaz, el precursor del MI5 y el MI6 en la actualidad.

La amenaza percibida de Alemania en los primeros años del siglo XX condujo a la creación de una Oficina del Servicio Secreto por parte del Comité de Defensa Imperial en 1909. Hubo múltiples informes de agentes alemanes que trabajaban en Gran Bretaña, a menudo cubiertos de una manera muy sensacionalista por los periódicos de la época. Como relata el sitio web del MI5, el Weekly News ofreció 10 libras esterlinas a los lectores para proporcionar información sobre agentes alemanes a su 'Editor de espías'; ¡Se llenó rápidamente de letras! Tampoco era ningún secreto que Kaiser Wilhelm estaba expandiendo la maquinaria militar alemana. Por lo tanto, se instruyó a la Oficina para contrarrestar el espionaje extranjero en el Reino Unido (la Sección Nacional) y recopilar inteligencia secreta en el extranjero sobre los enemigos potenciales de Gran Bretaña (la Sección Extranjera). La Sección Interior estuvo dirigida por el Capitán del Ejército Vernon GW Kell,

Cuando el gobierno les pidió que investigaran el crecimiento de la Armada Imperial Alemana, Kell y Cumming acordaron dividir la Oficina en dos organizaciones diferentes: la Sección Nacional se convirtió en el Servicio de Seguridad (conocido como MI5 desde 1916 en adelante) y la Sección Extranjera se convirtió en el Servicio Secreto de Inteligencia (MI6). Mientras el MI5 operaba contra los espías alemanes en Gran Bretaña, arrestando a más de veinte agentes antes del estallido de la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914, el MI6 estableció redes en Francia y Bélgica que resultaron muy importantes durante los cuatro años de conflicto.

Con la amenaza alemana aparentemente eliminada tras el Tratado de Versalles, que puso fin a la guerra, el MI6 centró su atención en un acontecimiento preocupante: el surgimiento de un nuevo credo político tras la Revolución Rusa de 1917: el comunismo. Cumming vio el surgimiento del comunismo internacional como una gran amenaza para la seguridad de Gran Bretaña, y gran parte de la atención del MI6 durante los años veinte y treinta se dedicó a la Komintern, la organización internacional comunista dominada por los soviéticos. El Komintern se estableció en 1919 para trabajar por todos los medios disponibles, incluida la fuerza armada, por el derrocamiento de la burguesía internacional y por la creación de una república soviética internacional como etapa de transición hacia la abolición total del Estado. (Los soviéticos también apuntarían al MI6 a cambio, incorporando a uno de sus agentes más importantes, Kim Philby,

El MI5 pasó a llamarse Servicio de Seguridad de la Defensa en 1929, eliminando la palabra "Defensa" de su título en 1931. Casi al mismo tiempo, se le asignó la responsabilidad de evaluar todas las amenazas a la seguridad del Reino Unido, con la excepción de los terroristas y anarquistas irlandeses. que seguía siendo parte del mandato de la policía. (El servicio en sí continuó, y aún continúa, refiriéndose a sí mismo abreviadamente como MI5, una convención adoptada aquí). Durante el período previo a la Segunda Guerra Mundial, a pesar del personal limitado, se ocuparon de la red de espionaje creada por la izquierda. el periodista de ala William Norman Ewer (lo que condujo al despido de varios simpatizantes en Scotland Yard), y miembro destacado del Partido Comunista de Gran Bretaña y funcionario de la Liga contra el Imperialismo, la red de espionaje de Percy Glading con base en el Arsenal de Woolwich en el sureste Londres,

Como era de esperar, el ascenso del nazismo se convirtió en una parte importante del mandato de ambos servicios durante los años treinta, con el MI5 vigilando a los fascistas británicos, incluido Sir Oswald Mosley y su organización de camisas negras, la Unión Británica de Fascistas. MI5 se sometió a una reorganización masiva en abril de 1941 bajo la égida de Sir David Petrie. Aunque se descubrió después de la guerra que solo 115 agentes fueron atacados por el régimen nazi contra Gran Bretaña (todos menos uno de los cuales fue capturado por el MI5, la excepción se suicidó), hubo miles de solicitudes de investigación que fluyeron a través de las manos del servicio, así como como todos los informes de posibles simpatizantes de la 'Quinta Columna' que podrían ayudar a la esperada invasión alemana.

MI6 también tuvo que llevar a cabo un replanteamiento drástico. Muchas redes de sus agentes se perdieron durante la dominación nazi de Europa Occidental después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, pero posteriormente muchos más civiles se ofrecieron como voluntarios para cooperar con el servicio, proporcionando información invaluable para las fuerzas aliadas. Durante este período, el servicio se conocía formalmente como MI6 (había sido brevemente MI1(c) durante la Primera Guerra Mundial, pero se deshizo de este título después de la guerra), en parte como una bandera de conveniencia y en parte para enfatizar los vínculos con MI5.

El servicio secreto también fue responsable del trabajo de descifrado de códigos de vital importancia llevado a cabo en Government Code and Cypher School en Bletchley Park, 40 millas al norte de Londres. Los alemanes creían que su cacareada máquina codificadora Enigma producía señales ilegibles para cualquier persona que no estuviera en posesión de una copia del dispositivo, pero de hecho, los expertos de Bletchley Park pudieron hacerlo y proporcionaron información, cuyo nombre en código era ULTRA, que resultó invaluable. a la prosecución de la guerra.

Una tercera organización participó en tareas encubiertas (y no tan encubiertas) durante la guerra: el Ejecutivo de Operaciones Especiales (SOE) llevó a cabo sabotajes, bombardeos y acciones subversivas detrás de las líneas enemigas. Mientras que el MI6 proporcionó la inteligencia en bruto sobre los movimientos de tropas, la SOE arengaba activamente al enemigo. El jefe del MI6, Sir Stewart Menzies, los consideraba "aficionados, peligrosos y falsos", pero debido a que fueron una creación del primer ministro Winston Churchill, sus operaciones continuaron. Algunas de sus acciones dieron lugar a una terrible venganza por parte de los nazis: el asesinato del diputado de las SS Reinhard Heydrich provocó el exterminio de 5.000 personas como represalia. La esperanza de vida de un operativo puede haber sido juzgada en semanas, pero las fuerzas en la Europa ocupada las temían.

Cuando la marea de la guerra comenzó a cambiar a favor de los Aliados, el Ministerio de Relaciones Exteriores comenzó a considerar los planes de posguerra. Una sugerencia en 1943 fue que se podría establecer un Servicio Secreto unificado que combinara MI5, MI6 y SOE en una sola organización, con ramas que cubrieran Información, Seguridad y Operaciones. Churchill no aprobó esto, y después de muchas discusiones entre las diversas partes interesadas, el Informe Bland, formalmente titulado 'Futura Organización del SIS', sugirió que el servicio secreto 'debe comenzar a construir una organización realmente secreta detrás de su actual , demasiado conocida, fachada'.

El Informe Bland cubría todos los aspectos del servicio, incluido el reclutamiento ("Si... el SIS no tiene éxito en atraer a los hombres adecuados, es posible que no se obtengan resultados de primera clase"), y afirmaba sin rodeos que la tarea principal era " obtener por medios encubiertos inteligencia que es imposible o indeseable para el Gobierno de Su Majestad obtener por medios abiertos”. El informe también enfatizó la necesidad de claridad en la división de responsabilidades entre el MI5 y el MI6, y sugirió que la SOE sea liquidada y que las operaciones sean manejadas por el MI6. (La SOE no estaba al tanto de esto, ya que estaba claro que se imaginaban un papel para ellos mismos en tiempos de paz en Europa).

El borrador del Informe Bland sugería que el MI6 "no debería dirigir su energía a investigar las actividades de organizaciones políticas, por ejemplo, comunistas, anarquistas, etc.", pero Sir Stewart Menzies señaló que ya estaban lidiando con este tipo de trabajo, y de hecho había creado un departamento, la Sección IX, específicamente para hacerlo. Los 'desiderata' del Ministerio de Relaciones Exteriores con respecto a Europa (las pautas por las cuales operaba el servicio) dejaron en claro que si bien vigilar cualquier intento de Alemania de reactivar las actividades era la primera prioridad, observar las 'actividades rusas. . . y las actividades de partidos o grupos nacionales en diferentes países que buscan liderazgo o apoyo en Moscú' quedó en segundo lugar. Después de más debates, la naturaleza apolítica del MI6 se enfatizó en la versión final: el servicio no investigó a las personas 'debido a su ideología política', sino solo cuando había 'prueba prima facie de que [la] organización en cuestión puede ser utilizada como instrumento de espionaje, o de otro modo cuando se le solicite específicamente que lo haga. . . C siempre haría bien en buscar orientación en el Ministerio de Relaciones Exteriores sobre qué partidos políticos en países extranjeros necesitan vigilancia especial y por cuánto tiempo.'

Y quedó muy claro que los países que habría que vigilar serían los del bloque soviético.

Durante los años previos al comienzo de la Guerra Fría, las agencias de inteligencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas estaban tan preocupadas por espiar a su propia gente como por la contrainteligencia contra agentes extranjeros. Este seguiría siendo el caso a lo largo del siglo XX hasta la disolución de la Unión Soviética y, de hecho, no era nada nuevo en Rusia.

La primera fuerza de policía política del país, la Oprichnina, fue fundada por Iván el Terrible en 1565 y fue responsable de la masacre de ciudades enteras antes de ser abolida siete años después. Luego, Pedro el Grande creó el Preobrazhensky Prikaz de manera tan secreta que incluso las propias historias de la KGB no están seguras de la fecha exacta de su institución a fines del siglo XVII. Tampoco duró mucho, pero la Tercera Sección de la Cancillería Imperial del zar Nicolás I, fundada en 1826, sobreviviría durante más de cincuenta años, sirviendo como policía secreta del régimen imperial. Aunque finalmente desacreditada tras el asesinato del zar Alejandro II, el trabajo de la Tercera Sección contra los revolucionarios fue llevado a cabo desde 1880 por la Okhrana, el apodo del Departamento de Policía Estatal y sus secciones de seguridad regional.

La Okhrana operó fuera de los confines de Rusia. Su Agencia Exterior estableció un centro para vigilar a los emigrados rusos en París, y fue bien recibido por la policía francesa, la Sûreté, que llegó a señalar en un informe poco antes de la Primera Guerra Mundial que "Es imposible, en cualquier evaluación objetiva, negar la utilidad de tener una policía rusa operando en París, ya sea oficialmente o no. Cuando el centro se vio obligado a cerrar (al menos públicamente), la Sûreté se apresuró a quejarse de que "el gobierno francés ya no podrá saber con tanta precisión como en el pasado qué están haciendo los peligrosos refugiados extranjeros en Francia".

Los líderes de la eventual Revolución Rusa estaban comprensiblemente preocupados por la Okhrana y su alcance. El Partido Laborista Socialdemócrata Ruso, que se dividiría en bolcheviques y mencheviques en 1903, estaba plagado de agentes de la Okhrana. Cuatro de los cinco miembros del Comité de San Petersburgo del Partido Bolchevique en 1908–9 trabajaron para el servicio de seguridad. Roman Malinovsky, uno del Comité Central, era un agente de la Okhrana, y fue fusilado como tal cuando insensatamente regresó a Rusia en 1918, un año después de la Revolución.

La organización de Seguridad del Estado soviético pasaría por muchos cambios de nombre en el período previo a la Guerra Fría. La Cheka (Comisión Extraordinaria de Toda Rusia para Combatir la Contrarrevolución y el Sabotaje) funcionó desde diciembre de 1917 hasta febrero de 1922, cuando se incorporó a la NKVD (Comisariado Popular de Seguridad del Estado) como la GPU (Dirección Política del Estado). De julio de 1923 a julio de 1934 se conoció como OGPU (Dirección Política del Estado Unificado) antes de reincorporarse a la NKVD, esta vez como GUGB (Administración Principal de Seguridad Soviética). Durante cinco meses en 1941 se le denominó NKGB (Comisariado del Pueblo de Seguridad del Estado) antes de volver a ser NKVD. Sin embargo, a diferencia del MI6, donde los agentes que sirvieron en la Primera Guerra Mundial aún podrían estar presentes al comienzo de la Segunda, era muy poco probable que alguien sobreviviera a todos estos cambios de nombre. Varios errores de los agentes soviéticos durante este período (no advertir sobre los levantamientos armados en China, el descubrimiento por parte del MI5 de la red de espionaje soviético en el Reino Unido) llevaron a reorganizaciones periódicas del Servicio de Seguridad del Estado. Las purgas de aquellos de quienes desconfiaba el líder paranoico Josef Stalin significaron que muchos oficiales de la NKVD cayeron víctimas de su propia organización, particularmente una vez que estuvo bajo el control de su jefe más temido, Lavrenti Beria, quien llegó al poder como jefe de la NKVD Nicolai Yezkov. diputado desde 1936 antes de asumir el cargo el 25 de noviembre de 1938, deshaciéndose de su antiguo jefe acusado de espionaje, traición a la patria y homosexualidad. Varios errores de los agentes soviéticos durante este período (no advertir sobre los levantamientos armados en China, el descubrimiento por parte del MI5 de la red de espionaje soviético en el Reino Unido) llevaron a reorganizaciones periódicas del Servicio de Seguridad del Estado. Las purgas de aquellos de quienes desconfiaba el líder paranoico Josef Stalin significaron que muchos oficiales de la NKVD cayeron víctimas de su propia organización, particularmente una vez que estuvo bajo el control de su jefe más temido, Lavrenti Beria, quien llegó al poder como jefe de la NKVD Nicolai Yezkov. 

Bajo Beria, la NKVD operó ampliamente en el extranjero, y uno de sus agentes, Ramón Mercader, mató al gran rival de Stalin, León Trotsky, en México en agosto de 1940. La escala de sus operaciones contra sus aliados en tiempos de guerra solo se haría evidente después de la Segunda Guerra Mundial. . Varios agentes fueron descubiertos o traicionados, y tenían numerosos agentes en el lugar que informaban los movimientos de las potencias del Eje. Uno de sus mejores agentes, Richard Sorge, finalmente se convirtió en agregado de prensa de la embajada alemana en Japón y envió detalles de la Operación Barbarroja de Hitler, la invasión de Rusia, a Moscú, completa con fecha de inicio del 22 de junio de 1941. Para asombro de Sorge, Stalin ignoró los informes, hasta que realmente comenzó la invasión, momento en el que el líder comenzó a dar más crédito a la información de Sorge. Cuando Sorge se enteró de que los japoneses no tenían la intención de atacar Siberia, Stalin trasladó sus tropas al mando del mariscal Zukhov desde allí a la línea del frente, que en esta etapa estaba casi a la vista del Kremlin. Llegaron a tiempo para derrotar a los invasores alemanes. (Sorge fue arrestado poco después de esto y ahorcado en 1944).

Sorge no fue el único agente ruso que advirtió sobre Barbarroja: según los registros de la KGB, hubo ochenta y cuatro intentos distintos de persuadir a Stalin para que actuara. El periodista alemán Rudolf Rössler, cuyo nombre en código es Lucy, tenía una fuente aparentemente en lo más profundo del mando supremo alemán. Werther, como se conocía a esta fuente, dio la fecha de inicio de Barbarroja y luego, una vez que la operación estuvo en marcha, proporcionó detalles de dónde estaba el ejército alemán en su punto más débil, lo que condujo al asedio de Stalingrado. También advirtió a Stalin sobre la invasión alemana denominada Operación Ciudadela en 1943, lo que permitió al ejército ruso preparar el territorio en Kursk y lanzar un ataque preventivo contra los alemanes. Aunque Rössler nunca reveló quién era Werther, algunos creen que podría haber sido el lugarteniente de Hitler, Martin Bormann, quien fue visto oficialmente por última vez en Berlín en mayo de 1945.

La Segunda Guerra Mundial también vio la creación de la sección de contrainteligencia de la NKVD, conocida como SMERSH, una abreviatura del título ruso Smert' Shpionam - Muerte a los espías. SMERSH, por supuesto, se hizo famoso en los años de la posguerra gracias a su papel destacado en las primeras novelas de James Bond de Ian Fleming, aunque de hecho se había disuelto mucho antes de que 007 obtuviera su licencia para matar. (Cuando las historias se transfirieron a la pantalla en 1962, SMERSH fue reemplazado como villano por SPECTRE, una organización terrorista creada para la primera película propuesta, James Bond del Servicio Secreto, y posteriormente utilizada en las novelas). Fundada oficialmente en abril 1943, SMERSH operó durante tres años, infiltrándose en los servicios secretos alemanes y manteniendo el orden dentro del Ejército Rojo: las tropas que se retiraban frente a los avances enemigos serían fusiladas por su propio lado, y ser capturados era una traición. Usaron todos los medios necesarios (informantes, juegos de radio, desinformación) para asegurar la lealtad del personal militar y civil, y Stalin los tenía en alta estima, a quien reportaban directamente. Se les encargó encontrar el cuerpo de Hitler al final de la guerra y, según afirman algunas fuentes, incluso llevarlo a Rusia (lo que llevó a las afirmaciones inevitables de que los agentes de SMERSH recuperaron a Hitler con vida y lo llevaron de vuelta a Moscú para interrogarlo y ejecutarlo).

Hubo otra operación del Centro de Moscú que comenzó a ejecutarse antes de la Segunda Guerra Mundial, continuaría durante la guerra y seguiría siendo efectiva durante los críticos primeros años de la Guerra Fría. Aclamado por la KGB como el grupo de agentes extranjeros más hábil que jamás haya reclutado, el quinteto de espías recibió el apodo de 'Los Cinco Magníficos'. La red de espionaje compuesta por Kim Philby, Guy Burgess, Donald Maclean, Anthony Blunt y John Cairncross proporcionó información invaluable durante la guerra e inmediatamente después.

Algunos agentes están motivados por la codicia, otros por la ideología. Los Cinco Magníficos fueron todos reclutados durante los años treinta cuando, como explicó Anthony Blunt tras hacerse pública su traición en 1979, «Me parecía a mí y a muchos de mis contemporáneos que el Partido Comunista y Rusia constituían el único baluarte firme contra el fascismo, desde el Las democracias occidentales estaban adoptando una actitud incierta y comprometida con Alemania. El acuerdo del líder del Partido Laborista Británico, Ramsay MacDonald, para encabezar un Gobierno Nacional en 1931 fue visto como una traición por parte de los Cinco Magníficos y el modelo ruso parecía el único camino a seguir.


Guy Burgess

Inicialmente, el principal impulsor fue Guy Burgess, un extravagante viejo etoniano cuyas inclinaciones comunistas se inflamaron aún más con el libro ¿Hitler sobre Europa? por Ernst Henri, que proselitizaba el uso de células compuestas por cinco miembros (Fünfergruppen, como se les llamaba en Alemania) para ayudar a fomentar el antifascismo. Henri era, de hecho, el agente de la OGPU, Semyon Nikolayevich Rostovsky, quien fue un importante reclutador para el Centro de Moscú, que buscaba talentos en Cambridge durante los años treinta. Burgess se propuso crear su propio "anillo de cinco azul claro".

Casi al mismo tiempo, uno de sus amigos, el ex hombre de Cambridge Harold 'Kim' Philby, se inscribía en la inteligencia soviética. Philby se graduó en 1933 con "la convicción de que mi vida debe estar dedicada al comunismo". Viajó por Europa y en Viena conoció y se casó con Litzi Friedmann, que era agente del Komintern y atrajo la atención de la OGPU por su trabajo en nombre del partido. Fue reclutado por Teodor Maly y, según Philby, en esa etapa "se le dio el trabajo de penetrar la inteligencia británica". . . no importaba cuánto tiempo llevara hacer el trabajo'. Fue enviado de regreso a Inglaterra en mayo de 1934 con un nuevo controlador, Arnold Deutsch, nombre en clave Otto.
 
Deutsch recibió instrucciones de trabajar tanto con Philby como con Burgess, pero cuando Philby intentó sin éxito unirse al servicio civil (fue ignorado porque sus árbitros tenían dudas sobre su "sentido de injusticia política"), Deutsch le ordenó que tuviera paciencia. Philby, por lo tanto, afirmó públicamente haber cambiado su orientación política y comenzó a convertirse en miembro del establecimiento, trabajando para la revista mensual liberal Review of Reviews.

Burgess había estado ocupado reuniendo su anillo de cinco. Incluían al matemático Anthony Blunt y al erudito en idiomas Donald Maclean, quienes fueron amantes de Burgess en diferentes momentos. También reclutó a otro estudiante de lenguas modernas, John Cairncross, en su célula del Komintern.

Cuando Burgess fue reclutado formalmente por Deutsch, el controlador sugirió que la idea de un grupo quizás no era la mejor manera de avanzar. Burgess, sin embargo, mantuvo los lazos de amistad entre los cinco hombres a lo largo de los años siguientes, lo que casi resultaría catastrófico para Kim Philby cuando se vio afectado por la asociación con Maclean y Burgess cuando se vieron obligados a desertar a Rusia en 1951.

Siguiendo las instrucciones de Deutsch, Maclean y Cairncross rompieron su contacto con el Partido Comunista y solicitaron unirse a la administración pública. Burgess se convirtió en asistente personal del diputado Jack Macnamara; Maclean fue aceptado en el Foreign Office en octubre de 1935, y Cairncross se unió a él allí un año después. Si bien el afable Maclean hizo amigos y comenzó a obtener acceso a material útil, Cairncross tuvo menos éxito y, finalmente, Deutsch sugirió que se postulara para trabajar en el Tesoro. Burgess se convirtió en un productor popular para la British Broadcasting Corporation, haciendo contactos en todo el espectro, incluido el subdirector del departamento del MI6, David Footman, quien recomendaría a Burgess para un trabajo en el servicio secreto en 1938, trabajando para la nueva Sección D del MI6, transmitiendo propaganda a los nazis. Alemania. Blunt permaneció en Cambridge,

Philby, mientras tanto, se estaba involucrando en el tipo de tarea que se encuentra más comúnmente en los thrillers contemporáneos de Helen MacInnes o Leslie Charteris que en la copia más mundana de secretos y transmisión de información llevada a cabo por los otros Espías de Cambridge. La Guerra Civil española estalló en 1936 y, a principios del año siguiente, Philby fue enviado bajo cobertura periodística para infiltrarse en el séquito del general Franco y ayudar a organizar su asesinato. Esa misión en particular fue abandonada ese verano a favor de obtener información sobre los otros servicios de inteligencia que operan en España. La primavera siguiente, Philby se convirtió en un héroe local cuando el automóvil en el que viajaba fue alcanzado por un proyectil y él fue el único superviviente; ¡la medalla que recibió la pindó el mismo Franco!

Sin embargo, los Cinco Magníficos pronto se encontrarían sin un controlador. Tras las grandes purgas de la NKVD en 1937, tanto Maly, que había estado trabajando con Philby, como Deutsch fueron llamados a Moscú. Maly se enfrentó a la ejecución, mientras que Deutsch sobrevivió a la guerra años antes de ser ejecutado por las SS como parte de la resistencia antinazi en Viena.

Cuando estalló la guerra, los Cinco Magníficos se aseguraron de estar en posiciones privilegiadas para ayudar a sus pagadores soviéticos. Cairncross se convirtió en secretario privado de Lord Hankey, el Canciller del Ducado de Lancaster, quien presidía muchos comités secretos e incluso supervisaba los servicios de inteligencia. Esto significaba que Cairncross podría pasar "literalmente toneladas de documentos", según la NKVD, incluidas advertencias sobre la Operación Barbarroja y los hallazgos de los Comités Científico Asesor y Maud con respecto a la posibilidad de crear un arma usando Uranio-235, convirtiéndolo en uno. de los primeros espías atómicos de la Unión Soviética. Cuando Hankey fue despedido del gobierno en 1942, Cairncross centró su atención en Bletchley Park, hogar de los descifradores de códigos Engima.

Burgess ya estaba instalado en el MI6 cuando estalló la guerra, y ayudó a que Kim Philby ingresara sin problemas a la organización. Philby y Burgess trabajarían juntos como instructores en una escuela de formación para la Sección IX de la división de sabotaje (conocida como Sección D, por 'Destrucción') antes de que se incorporara a la nueva SOE. Burgess fue despedido mientras Philby permaneció en la SOE hasta que se trasladó a la Sección V, la sección de Contrainteligencia del MI6. (Moscú tenía otros agentes en la SOE, incluido el amigo de la escuela de Donald Maclean, James Klugmann).

Mientras estaba en la Sección V, Philby pudo transmitir información sobre los agentes del MI6 de antes de la guerra que operaban contra los soviéticos desde el Registro y, al ofrecerse como voluntario para el servicio nocturno en la sede del servicio en 54 Broadway, cerca de St James' Park en el centro de Londres, él podría mantener a Moscú informado de todos los desarrollos actuales. Se puso en contacto con el MI5 cuando la Sección V se trasladó al centro de Londres en 1943, y cuando se estableció una nueva Sección IX en 1944, específicamente para hacer frente a la amenaza soviética pasada y presente, el Centro de Moscú insistió en que "debe hacer todo, pero todo, para asegurar que [él] se convirtiera en jefe de la Sección IX'. Philby maniobró al principal contendiente, un anticomunista acérrimo, fuera de la competencia y, como escribió su colega Robert Cecil, de ese modo “se aseguró de que todo el esfuerzo de la posguerra para contrarrestar el espionaje comunista se diera a conocer en el Kremlin.

Aunque Philby sin duda hizo la mayor contribución en general a la inteligencia soviética, durante la guerra fueron Cairncross y Blunt quienes atrajeron la mayor cantidad de aplausos del Centro de Moscú. Blunt eventualmente sufriría un ataque de nervios y se convertiría en poco más que un mensajero después de la guerra. Fue reclutado por el MI5 en el verano de 1940, y pronto estuvo a cargo de la vigilancia de las embajadas neutrales, además de obtener acceso subrepticio a las diversas valijas diplomáticas de sus correos, que fotografiaría y entregaría al nuevo contacto de los Cinco en Londres. , Anatoly Gorsky. También dirigió a Leo Long como subagente, obteniendo material por cortesía del acceso de Long al material ULTRA de Bletchley Park como miembro del MI14.

Cairncross también estaba en Bletchley en este punto a principios de la Segunda Guerra Mundial, transmitiendo información sobre los movimientos de tropas alemanas y contribuyendo a la victoria soviética en la batalla de Kursk. En 1944, pasó al MI6, donde trabajó en la sección alemana de la Sección V, antes de pasar a la sección de Inteligencia Política, donde no prosperó tanto, ya que carecía de los talentos innatos de Burgess o Maclean para llevarse bien con la gente.

Las contribuciones de Guy Burgess al esfuerzo de guerra soviético fueron en un campo diferente, luego de su despido de la SOE. Terminó trabajando una vez más como productor de charlas para la BBC, e incluso logró que el autor de su propia inspiración, Ernst Henri, saliera al aire, ¡proclamando cuán grande era la red de inteligencia de la Unión Soviética!

Maclean fue el único de los Cinco que no tuvo una carrera militar distinguida, al menos al principio. No manejó bien la tensión de su doble vida, y aunque formaba parte del Departamento General del Foreign Office, parecía falto de energía, no ayudado por los problemas de su vida doméstica. Sin embargo, en la primavera de 1944, fue enviado a Washington DC y pareció recuperar su entusiasmo anterior. Tuvo acceso a información sobre los planes de los aliados después de que terminó la guerra y también se involucró en el enlace con el proyecto de la bomba atómica. Su esposa estaba en Nueva York, y él viajaba allí desde Washington con regularidad para verla y pasar información a Gorsky, quien había cruzado a los Estados Unidos para manejar a los agentes del Centro allí. Por supuesto,

En comparación con sus aliados británicos o rusos, los estadounidenses llegaron tarde al campo del espionaje, en parte, por supuesto, porque al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos como entidad solo habían existido durante poco más de 150 años.

Durante la Primera Guerra Mundial, en la que Estados Unidos ingresó recién en 1917, la sección G-2 del Ejército junto con la Oficina de Inteligencia Naval (ONI) había operado contra grupos pro-alemanes, y el criptólogo estadounidense Herbert O. Yardley ayudó a organizar el Ejército de EE. UU. Oficina de Cifrado, conocida como MI-8. Esto tuvo algunos éxitos notables contra los agentes alemanes que operaban en los EE. UU., pero sus operaciones en tiempos de paz llegaron a su fin en 1928 cuando el nuevo secretario de estado del presidente entrante Herbert Hoover, Henry L. Stimson, lo cerró, afirmando que "los caballeros no se leen los unos a los otros". correo'.

El G-2 y la ONI continuaron funcionando entre las guerras, trabajando en conjunto con la recién creada Oficina Federal de Inteligencia (anteriormente la Oficina de Investigación del Departamento de Justicia) para vigilar elementos subversivos reales y potenciales, incluido el Partido Comunista de los Estados Unidos de América (CPUSA). Parece que no se dieron cuenta de la escala de la infiltración soviética: la hija del embajador estadounidense en Alemania fue una de las primeras reclutas, mientras que el congresista Samuel Dickstein, un miembro clave del Comité Especial sobre Actividades Antiestadounidenses, que buscaba erradicar el nazismo en los Estados Unidos, estuvo en los libros de la NKVD a finales de los años treinta y se ganó el apodo de Crook por sus demandas financieras.

Inevitablemente hubo operaciones superpuestas entre los diversos grupos, pero fue solo después del estallido de la guerra en Europa en septiembre de 1939 que el presidente Roosevelt decidió regularizar la situación. En junio de 1940, la seguridad interna se dividió entre las distintas partes: el FBI permaneció a cargo de las investigaciones civiles, mientras que el G-2 y la ONI se ocuparon de las que involucraban a los militares (incluidas las plantas de defensa que tenían contratos importantes con el Ejército o la Armada). También serían responsables de la Zona del Canal de Panamá, Filipinas y las principales reservas del Ejército.

A pesar del cierre de la Oficina de Cifrado, el descifrado de códigos siguió formando una parte importante del trabajo de inteligencia de las fuerzas estadounidenses, y hasta el día de hoy continúa el debate sobre cuánto sabía el presidente Roosevelt sobre el inminente ataque a Pearl Harbor en Diciembre de 1941. Parece probable que el presidente no fuera consciente del peligro, pero lo que es absolutamente seguro es que los hombres a cargo en Hawai no estaban al tanto de todo lo que sabía Washington y no tomaron las medidas adecuadas. Los descifradores redimirían la reputación de su profesión al descifrar el código japonés conocido como JN25, que impidió la invasión del norte de Australia y le dio al almirante de la flota estadounidense Nimitz una ventaja vital antes de la Batalla de Midway.

Cinco meses antes de Pearl Harbor, el presidente Roosevelt nombró a William 'Wild Bill' Donovan, un exitoso abogado de Wall Street y ganador de la Medalla de Honor, como Coordinador de Inteligencia (COI). Donovan había pasado el año anterior en contacto con William Stephenson, el millonario escocés-canadiense que se convirtió en un canal no oficial de la influencia británica en los Estados Unidos tras el estallido de la guerra en Europa. Donovan se convenció de que se requería una agencia de inteligencia estadounidense coordinada centralmente, y su nombramiento como COI, consultando con los jefes de las agencias existentes y reportando directamente al presidente, fue un paso importante hacia eso.

La declaración de guerra con Japón y Alemania en diciembre de 1941 provocó una división de las responsabilidades del COI, con su trabajo de propaganda transferido a la Oficina de Información de Guerra, y el resto incorporado a la nueva Oficina de Servicios Estratégicos (OSS). Donovan permaneció a cargo de esta nueva organización, pero en lugar de informar al presidente como antes, ahora respondía al Estado Mayor Conjunto militar.

La OSS se dividió en tres divisiones: la división de Inteligencia Especial reunió inteligencia de fuentes abiertas y de agentes en el campo. Allen Dulles estaba a cargo de una estación crucial en Berna, Suiza, que suministró mucha información vital sobre el programa de cohetes nazi y el proyecto de la bomba atómica alemana. El grupo de Operaciones Especiales era equivalente al Ejecutivo de Operaciones Especiales británico y llevó a cabo muchas de las mismas funciones, a veces junto con los británicos, pero en otras ocasiones, como en Yugoslavia, trabajando con diferentes grupos que se oponían a los nazis. La división de Operaciones de Moral utilizó la estación de radio Soldat Ensender como arma de propaganda contra el ejército alemán. Muchas figuras de alto nivel en los círculos de inteligencia estadounidenses después de la Segunda Guerra Mundial fueron agentes de la OSS,

Aunque el FBI estuvo involucrado en lo que podría denominarse actividades tradicionales durante los años de la guerra, que se ocupan de saboteadores potenciales y otras amenazas a la seguridad nacional, operaron su propio Servicio de Inteligencia Especial (al que la Oficina se refiere confusamente como SIS) en América Latina. . Según la propia historia del FBI, su papel "era proporcionar información sobre las actividades del Eje en América del Sur y destruir sus redes de inteligencia y propaganda". Varios cientos de miles de alemanes o descendientes de alemanes y numerosos japoneses vivían en América del Sur. Proporcionaron presión a favor del Eje y cobertura para las instalaciones de comunicaciones del Eje. Sin embargo, en todos los países sudamericanos, el SIS fue fundamental para generar una situación en la que, en 1944, el apoyo continuado a los nazis se volvió intolerable o poco práctico.

Casi al mismo tiempo que los jefes de la inteligencia británica contemplaban lo que sucedería una vez que el Eje fuera derrotado, William Donovan estaba considerando el futuro de la inteligencia estadounidense. En un memorando al presidente Roosevelt el 18 de noviembre de 1944, escribió:

Una vez que nuestros enemigos sean derrotados, será igualmente apremiante la demanda de información que nos ayude a resolver los problemas de la paz. Esto requerirá dos cosas:

  1. Que el control de inteligencia sea devuelto a la supervisión del Presidente.
  2. El establecimiento de una autoridad central que dependa directamente de usted, con la responsabilidad de enmarcar los objetivos de inteligencia y recopilar y coordinar el material de inteligencia requerido por el Poder Ejecutivo en la planificación y ejecución de la política y estrategia nacional.

Esta autoridad central estaría encabezada por un director que reportaría al presidente, con la ayuda de una Junta Asesora compuesta por el Secretario de Estado, el Secretario de Guerra, el Secretario de Marina y otros miembros que el Presidente pudiera designar posteriormente. Su principal objetivo sería coordinar todos los esfuerzos de inteligencia y la recopilación, ya sea directamente o a través de los departamentos y agencias gubernamentales existentes, de información pertinente, incluso militar, económica, política y científica, sobre las capacidades, intenciones y actividades de naciones extranjeras, con particular referencia al efecto que tales asuntos puedan tener sobre la seguridad nacional, las políticas y los intereses de los Estados Unidos”.

El memorando se filtró a la prensa y causó un gran revuelo. El columnista Walter Trohan dijo que sería "un servicio de inteligencia todopoderoso para espiar el mundo de la posguerra y entrometerse en la vida de los ciudadanos en casa" que "operaría con un presupuesto independiente y presumiblemente tendría fondos secretos para trabajos de espionaje". a lo largo de las líneas de soborno y vida lujosa descritas en las novelas del [novelista de espías británico] E. Phillips Oppenhem'.

Roosevelt no tomó ninguna medida sobre la sugerencia de Donovan y, tras la muerte del presidente, su sucesor, Harry S. Truman, decidió no permitir que la OSS continuara después de la guerra, por temor a que se convirtiera en una 'Gestapo estadounidense'. La orden de disolución se dio el 20 de septiembre de 1945 y la OSS dejó de funcionar apenas diez días después, y algunas de sus capacidades clave se entregaron al Departamento de Guerra como Unidad de Servicios Estratégicos.

Sin embargo, solo cuatro meses después de considerar adecuado cerrar la principal organización central de recopilación de inteligencia de Estados Unidos, el presidente Truman firmó una orden ejecutiva que establecía el Grupo Central de Inteligencia para operar bajo la dirección de la Autoridad Nacional de Inteligencia. ¿Qué había cambiado?