sábado, 15 de junio de 2024
domingo, 13 de agosto de 2023
Malvinas: El heroísmo del conscripto Claudio Bastida (RIM 7)
Claudio Alfredo Bastida
A sus 19 años y como único sostén de familia podía haber pedido quedarse en el continente. Pero eligió ir a Malvinas.
Estaba haciendo el servicio militar en el Regimiento Patricios cuando estalló la guerra. "Frankestein", como lo llamaban sus compañeros por su enorme tamaño, no dudó ni un instante y pidió ir al sur.
Los soldados Patricios se dividieron entre Puerto Argentino, Dos Hermanas y Longdon. Su sección de ametralladoras tenía la misión de apoyar al Regimiento 7. A Claudio le tocó el Longdon, que tres días antes de la rendición, el 14 de junio de 1982, se convertiría en un horror de muerte y sangre.
El ataque comenzó pasadas las ocho de la noche del 11 de junio. Los paracaidistas ingleses habían planeado avanzar en la oscuridad, un soldado británico pisó una mina y el elemento sorpresa se perdió. En ese instante se desató el infierno las bengalas iluminaron el campo de batalla. Los hombres pudieron ver cómo se luchaba cuerpo a cuerpo, con las bayonetas en alto. En su trinchera, Bastida y Daniel Orfanotti -el apuntador de la MAG- dispararon sin respiro contra los paracaidistas ingleses que superaban a las fuerzas argentinas. Un compañero que los vio combatir recordó que cuando las esquirlas dieron de lleno en el cuerpo de Bastida, un pequeño fragmento de metal se incrustó en el cuello de su compañero. "Ocurrió que las bombas lanzadas por los ingleses eran de esas que buscan el calor u objetos 'calientes', por eso cayó una muy cerca de la MAG ", dijo el soldado Patricio. "Eso nos da una idea de la cantidad de balas que escupió la ametralladora de Bastida en esa cruenta batalla".
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Pintura: @euge_rossi46
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Información extraída de infobae por @gabycociffi
sábado, 27 de mayo de 2023
jueves, 27 de abril de 2023
Monte Longdon: El despliegue argentino
Batalla en Monte Longdon
Las fuerzas Argentinas consistió en la Compañía B del Regimiento de Infantería 7 (RI 7), así como otros destacamentos de otras unidades.
El Regimiento de Infantería 7, reforzada por dos de los pelotones de Infantería de Marina, se apostaron en Monte Longdon, Wireless Ridge y Cortley Ridge hacia el este. El teniente de navío (rango naval equivalente a capitán) Sergio Dachary (éste debió sobreponerse al dolor provocado por la muerte de su hermano Alejandro Dachary, oficial del Ejército Argentino y operador de unos de los radares Skyguard de Puerto Argentino impactado por un misil británico de un bombardero Vulcan) había llegado a Monte Longdon, en la semana anterior a la batalla, y fue el encargado de controlar las ametralladoras pesadas de los infantes de marina en Monte Longdon.
En su mayoría reclutas con un año de formación, los jóvenes soldados del RI 7 no iban a abandonar al campo con facilidad y la mayoría estaban dispuestos a mantenerse firmes. Ellos poseían fusiles FN FAL totalmente automáticas que entregan más potencia de fuego que el SLR británico, ametralladoras de uso general FN MAG 7,62 mm idénticas a las de los Paras.
Unos cincuenta hombres del Regimiento 7 lucharían con más decisión que el resto, después de haber sido entrenados en un curso de comandos organizado por el comando entrenado Mayor Oscar Ramón Jaimet, el Oficial de Operaciones del Regimiento de Infantería 6 (RI 6). El soldado raso Jorge Altieri, en una entrevista después de la guerra contó como él se entrenó duramente con la Compañía B
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Pintura: @euge_rossi46
lunes, 27 de marzo de 2023
domingo, 24 de julio de 2022
Malvinas: El heroísmo del conscripto Falcón en Monte Longdon
Heroísmo Malvinas
El soldado Falcon en Monte Longdon
En el temerario contraataque del teniente Raúl Castañeda en Monte Longdon, la sección quedó aferrrada en las rocas, tiroteándose con los ingleses. Cerca de Castañeda, disparaba el soldado Miguel Angel Falcón. De repente Falcón salió de su posición, se plantó desafiante frente a los británicos y continuó disparando desde la cadera mientras los cubría de insultos. El teniente lo instó a que se protegiera, pero su voz se perdía en el ruido ensordecedor de los proyectiles. Aunque, si lo hubiera oído, difícilmente le hubiera prestado atención. Finalmente, una ráfaga de ametralladora segó al conscripto. Cayó de rodillas y cuando se desplomaba hacia adelante, el cañón de su fusil se clavó en el suelo, quedando su pecho apoyado sobre la culata. Parecía que estaba arrodillado rezando. ¿Por qué Miguel Falcón actuó así? "Sólo lo sabe él -me expresó el teniente Castañeda- Dios lo había llamado y se iba feliz, sabedor de que había cumplido".
La Prensa