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lunes, 2 de diciembre de 2024

Fuerzas Especiales: KSK, herederos de las fuerzas de Brandenburg (2/2)

Herederos de las Fuerzas Especiales de Brandenburgo

Parte 1 || Parte 2
Eugen Renk (Fachmann) || Revista Militar




Equipos y equipamientos

El KSK tiene acceso a los tipos más modernos de armas y equipos, y su adquisición a menudo se realiza por separado del sistema de adquisiciones del ejército regular. La unidad tiene su propio centro de entrenamiento y pruebas, donde, si es necesario, se mejoran y modernizan constantemente las armas y el equipo. Estos cambios incluyen, por ejemplo, el rediseño y el diseño especial de armas, la adaptación de equipos y la producción de munición especial. El arsenal del KSK incluye muestras de todas las armas extranjeras comunes.

El KSK tiene su propio campo de tiro, que se considera la instalación más moderna de su tipo en el mundo, y donde se entrenan constantemente unidades de más de 60 países. La instalación permite practicar varios escenarios operativos con fuego real. Bajo la supervisión de cámaras de video, el entrenamiento de modelado por computadora se lleva a cabo en tres pisos. Todo el entorno, paredes, pasillos, escaleras, puertas, ventanas, todo esto se puede mover en función de los objetivos del entrenamiento o los ejercicios.

Por ejemplo, se podría recrear el plan de cada embajada alemana para preparar una unidad especial para una posible emergencia.

Además, desde 2018, el KSK opera un centro de entrenamiento multifuncional, único en Alemania, donde los comandos entrenan y practican, entre otras cosas, diversas tácticas para el despliegue de fuerzas de asalto anfibio.

Armas

La pistola estándar de la KSK es la Heckler & Koch P30 con recámara para 9x19 mm Luger, con cargador de 15/17/20 cartuchos. Naturalmente, con detalles como un riel Picatinny, una textura rugosa de la empuñadura, con su ergonomía ajustable, con miras de alto contraste.


¡La R30, según mi propia experiencia, es una gran pistola!

Además, en caso necesario se utiliza el P12 (una rama del HK USP Tactical) en calibre .45 (11,43 mm).


Heckler & Koch P12

Los combatientes del KSK también utilizan pistolas Glock en calibre .357 Magnum y revólveres Ruger del mismo calibre y cartucho.


Glock .357 Magnum


Ruger .357 Magnum

También se utilizan armas de cañón corto del calibre .22 LFB.

En condiciones urbanas, el KSK utiliza el fusil de asalto HK MP5, calibre 9x19 mm, con un cargador de 15, 30, 40 o 50 balas, y el MP7 (PDW), calibre 4,6x30 mm, con un cargador de 20, 30 o 40 balas.


HK MP5 SD3 con silenciador integrado


Según los autores, el MP7 ofrece una mejor capacidad de penetración en el blindaje corporal en comparación con el MP5, pesa la mitad (1,9 kg) que el MP5 y es más pequeño.

Además, el fusil de asalto UMP (Universale Maschinenpistole) de Heckler & Koch, que lleva en servicio desde 1999, sigue en uso. Existen variantes para tres cartuchos diferentes: 9x19 mm, .40 S&W y .45 ACP. Exteriormente, es casi imposible distinguirlos, solo por la forma del cargador y las inscripciones.


UMP (Universale Maschinenpistole) Heckler & Koch con un cargador recto para el cartucho .45-ACP.

Y, por supuesto, también armas más serias, como el fusil de asalto G36 con recámara para 5,56x45 mm, con cargadores de 10, 20, 30 o 100 (caracol), también con lanzagranadas bajo el cañón AG36. Entró en servicio en 1996 y durante el proceso de modificación recibió la designación G50. También se utiliza una versión acortada del G36C.


G36 Heckler & Koch

Las fuerzas especiales no rehuyen el más “antiguo”, pero muy fiable HK G3, ​​con recámara para 7,62×51 mm y cargador para 5, 10 o 20 balas.


Fusil automático (Schnellfeuergewehr) G3 (Gewehr 3) Heckler & Koch

Por cierto, el “dispositivo” fue desarrollado en 1950 y puesto en servicio en 1958.

Por supuesto, también se encuentran en servicio nuevos modelos que son especialmente adecuados para las fuerzas especiales debido a su fiabilidad y facilidad de uso. Se trata del HK416 y el G27 (HK417), calibre 5,56 x 45 mm.


Un nadador de combate armado con un rifle HK416 D10RS (cañón de 10 pulgadas de largo)

¿Qué tipo de fuerzas especiales existirían sin las armas de francotirador?


El fusil G22-Scharfschützengewehr, fabricado por la empresa británica Accuracy International para el cartucho Winchester Magnum .300, tiene un alcance de tiro recomendado de hasta 1000 metros y una probabilidad de impacto a primera vista del 30 % sobre un objetivo con un diámetro de 80 cm a esta distancia.


Arma de caza con ametralladora G22

Un arma de francotirador más potente es el fusil Heckler & Koch G82 con recámara de 12,7x99 mm (.50 BMG).

Con un alcance de tiro efectivo de hasta 1800 metros, esta arma es adecuada no solo para su uso contra tropas, sino también para combatir y desactivar los llamados "objetivos duros", como antenas y platos de radar, equipos de comunicación, etc. (disparando directamente al objetivo). A una distancia más corta y con la munición adecuada, para atacar a un enemigo escondido detrás de mampostería (efecto de arma penetrante). Este fusil está designado por la Bundeswehr como "fusil para objetivos técnicos y de largo alcance".


G82 de Heckler & Koch

Además de estos fusiles de francotirador, la Bundeswehr ha adquirido varios AW50 y AWS de Accuracy International. Bajo la denominación G25 o G24, estos fusiles en calibre 12,7x99mm y 7,62x51mm también son utilizados por el KSK.

Además, los comandos utilizan ametralladoras MG3, MG4, MG5 o G8 (HK21) como armas portátiles de apoyo de fuego a larga distancia.


Ametralladora MG3, para cartucho 7,65 x 51. Cadencia de tiro 1200 disparos/min. Es una modificación de la legendaria MG42. Fabricada por Rheinmetall.
Cerca, abajo a la izquierda, hay un cañón de repuesto, y a la derecha se puede ver una pistola-lanzagranadas HK69A1 de 40 mm.


La MG4 es bastante interesante. Fue desarrollada por Heckler & Koch como parte del programa IdZ (Infantería del Futuro). Ocupa una posición intermedia entre el fusil de asalto G36 y la ametralladora MG5.


MG4, calibre 5,56 x 45 mm, cadencia de tiro 890 disparos/min. Peso 7,35 kg.


Heckler & Koch MG5, calibre 7,62 x 51 mm, cadencia de fuego hasta 800 disparos/min, peso 11 kg.


G8, también conocida como HK21. Ametralladora ligera con recámara para 7,62 x 51 mm, cadencia de tiro de 800-900 disparos/min, peso 7,92 kg.

Bueno, ¿cómo podríamos prescindir del “abuelo americano” Browning M2, cuya historia se remonta a la Primera Guerra Mundial?
El KSK lo utiliza en sus vehículos, de los que hablaré a continuación.
Browning M2, calibre .50 BMG (12,7 × 99 mm OTAN), cadencia de tiro 500 disparos por minuto, peso 38,14 kg.

Para el combate urbano, el KSK utiliza escopetas de cerrojo, incluida la Remington 870, que también utiliza la unidad de hombres rana. Estas armas son muy eficaces para derribar puertas y muros, dependiendo de la munición utilizada y la naturaleza del objetivo.

Remington 870, producida desde 1951, calibre 12, 16, 20, 28 o .410, capacidad del cargador hasta 7 + 1 rondas.

Las fuerzas especiales también utilizan los sistemas de armas antitanque MILAN y Panzerfaust 3.

El sistema antiaéreo Fliegerfaust 2 Stinger se utiliza como medio para destruir objetivos aéreos. Teniendo en cuenta que la situación de aplicación de los drones y su protección contra ellos ha ido cambiando y desarrollándose rápidamente en los últimos años, e incluso meses , intenté encontrar algo sobre este tema, específicamente en relación con las fuerzas especiales de KSK. Resultado: no encontré nada específico. La última información del 12 de septiembre es que el general de brigada Alexander Krone, que dirige el Comando de Fuerzas Especiales (SFC), también ve la necesidad de seguir actuando para resolver el problema de los drones en las fuerzas especiales del ejército. Como dijo a los representantes de los medios especializados en el marco del IX Simposio de la KSK sobre Armamento, las fuerzas especiales tienen "ventajas" en este ámbito en comparación con las fuerzas generales, tanto en la lucha contra los drones como en su uso para sus propios fines. Y también en los métodos de protección contra estos sistemas, protección y camuflaje. Pero “está claro que todavía no hemos llegado a la meta”. Según Krone, la razón es el gran dinamismo en este ámbito, como se puede ver en el ejemplo de la guerra en Ucrania, “donde se desarrollan nuevos procesos e innovaciones casi cada seis meses”. Según el comandante de la KSK, mantenerse al día con estos desarrollos es un gran desafío. Requiere entrenamiento constante, planificación y aplicación flexible de los conocimientos adquiridos. Al mismo tiempo, no hay que caer en la trampa de pensar: “Ahora lo entiendo. Ésta es la lección de la guerra en Ucrania”, dijo el general. Crone espera que la guerra con drones continúe evolucionando a lo largo de varios ciclos si la guerra continúa durante algún tiempo. Está impresionado por la capacidad de los combatientes para adaptarse e innovar rápidamente.

"Siempre nos damos cuenta de lo rápido que la gente trabaja, se adapta y aprende", dice Krone. "Se combinan métodos que se utilizaron en parte durante la Primera Guerra Mundial con cosas que alguien inventó hace apenas diez meses.

Esto traerá continuamente nuevas habilidades y oportunidades para aplicarlas". 

El comandante dijo que las fuerzas especiales, que son una fuerza extremadamente móvil y "dependen de un conocimiento particularmente bueno de la situación" para llevar a cabo su misión, deben monitorear de cerca estos acontecimientos.

"Tenemos que seguir aquí, observar, pensar, repensar y revisar nuestros propios procedimientos".
Por supuesto, la Bundeswehr tiene una cierta gama de drones, desde el miniatura Black Hornet PD-100 hasta el gran Heron 1, y estoy seguro de que las fuerzas especiales de la Bundeswehr recibirán lo mejor y más moderno de este grupo de armas en el momento oportuno.

Black Hornet PD-100, reconocimiento, alcance de vuelo 1500 metros, peso 18 gramos, tiempo en el aire 25 minutos


Heron1 antes del despegue en el aeródromo de Mazar-i-Sharif, Afganistán, en 2016. El peso de despegue es de 1,2 toneladas, la velocidad es de hasta 210 km/h, la altitud es de hasta 10.000 metros y el tiempo en el aire es de hasta 27 horas.

Medios de transporte


La flota de transporte utilizada por los comandos consta de los siguientes vehículos:

Vehículo de reconocimiento y combate (Aufklärungs- und Gefechtsfahrzeug) Serval (AGF).
El vehículo no tiene protección blindada. Está armado con dos ametralladoras Browning M99 de 12,7 mm y un lanzagranadas (GMW) de 40 x 53 mm desarrollado por Heckler & Koch.


Un Caracal completamente nuevo de 249 caballos de fuerza basado en el Mercedes-Benz Clase G.


Vehículo blindado LAPV Enok 6.1 con blindaje mejorado, con un peso de 6,1 toneladas.


Vehículo blindado de transporte de personal Fuchs.


Vehículo blindado de transporte de personal GTK Boxer.


SUV polivalente Bv 206 del fabricante sueco Hägglund.

 
Quad Yamaha ATV (vehículo todo terreno) KODIAC 4x4.


Motocicletas como la KTM 400 LS-E Military.


KTM 640 LS-E Militar.


Cuatrimoto Yamaha WR 450 F.


Motos de nieve militares Bombardier Skidoo LYNX GLX 5900 FC/E.


Dependiendo de la tarea, la división también puede proporcionar al KSK vehículos blindados de transporte de personal Wiesel 1 en versión antitanque (TOW).


Y también el Wiesel 2 en versión de mortero de 120 mm.


Vehículos de transporte aéreo

Las unidades que se ocupan de “espacios acuáticos” disponen de kayaks, botes inflables y embarcaciones inflables de casco rígido (RHIB).


Helicópteros

Las fuerzas especiales tienen a su disposición 15 helicópteros ligeros Airbus H145M.



El Airbus H145M está equipado con una cabina digital con visión nocturna y piloto automático. La espaciosa cabina con dos grandes puertas laterales correderas y puertas traseras dobles, un conjunto de equipamiento que incluye dispositivos de descenso y ganchos de carga externos, aceleran y simplifican significativamente el proceso de aterrizaje.



El resto del equipamiento incluye armas de a bordo y un sistema de reconocimiento electroóptico. El sistema de defensa y el blindaje proporcionan protección adicional a la tripulación.


Recientemente, los cazas KSK recibieron la primera minigun de la historia de la Bundeswehr, la MG6, también conocida como la M134 estadounidense de General Electric, que complementa el armamento de a bordo del H145M.

MG6, un revólver de seis cañones con recámara para 7,62 x 51 mm, cadencia de tiro de 3000 disparos/min, alcance de disparo efectivo de hasta 1200 metros

El peso máximo de despegue del helicóptero es de 3,7 toneladas. Si es necesario desde el punto de vista estratégico, puede ser transportado en un avión de transporte Airbus A400M y utilizado inmediatamente después de la descarga.

KSK, Bundeswehr, OTAN

El Ministro de Defensa alemán repite sin cesar que quedan "entre cinco y ocho años" hasta la guerra con Rusia. En este sentido, en el contexto de las frenéticas inyecciones financieras en el prearmamento y el rearme de la Bundeswehr y el complejo militar-industrial, el Ministerio de Defensa alemán elabora periódicamente diversos escenarios para futuras acciones militares de los países de la OTAN contra Rusia.

Los ejercicios que se realizan uno tras otro son una clara confirmación de la preparación sistemática para operaciones de combate reales. Después de que Suecia y Finlandia se unieran a la OTAN, los alemanes consideran el flanco norte y el ártico como una de las zonas más probables de futuras operaciones de combate.

En relación con esto, en febrero de este año, las unidades del KSK realizaron sus primeros ejercicios de entrenamiento en el norte de Canadá, a donde fueron trasladadas por aviones de transporte de la Luftwaffe.



Otro motivo de los ejercicios fue la formación dentro de la OTAN de varios grupos de operaciones especiales terrestres (SOLTG) como parte del retorno a un sistema de defensa nacional en conjunto con la alianza.


Teniendo en cuenta que los ejercicios se llevaron a cabo a temperaturas inferiores a -30°C, con vientos helados y nieve profunda, los alemanes se lo tomaron muy en serio.


Los objetivos declarados de los ejercicios fueron: reconocimiento, operaciones de combate, supervivencia en condiciones árticas, pruebas y ensayos de sistemas de armas, equipos, hardware y tecnología.


Al final de los ejercicios, su líder, el comandante de las tropas del KSK, destacó:
"Aquí, en la región del Ártico, sólo nosotros podemos operar con eficacia en condiciones de poca visibilidad y alta movilidad. El trabajo independiente sin reabastecimiento constante, realizado siguiendo órdenes, en motos de nieve, esquís o botas de invierno, demuestra nuestra flexibilidad para llevar a cabo la misión".

Herederos de las Fuerzas Especiales de Brandeburgo

Mientras preparaba el material para el artículo que usted ha leído, yo, según mi leal saber y entender y a partir de la información que llega de la zona SVO y de los países bálticos, donde se concentran las tropas de la OTAN, evalué por mí mismo contra qué tipo de enemigo lucha hoy el ejército ruso y contra quién y contra qué, con un alto grado de probabilidad, tendrá que luchar en el futuro.

Parecería que sólo hay 1.500 personas, pero ¡esta es la unidad más elitista!

Y están atiborrados de todo tipo de armas, tecnología y equipos simplemente "hasta el tope", y entrenados como pastores alemanes, con una sola tarea: matar.

Todo esto se basa en los métodos más modernos de selección, control médico, educación y entrenamiento, que se llevan a cabo en casi todos los continentes.

Además, nadie sabe lo que los modernos "instructores políticos alemanes" les están metiendo en la cabeza.

Tal vez les cuenten a los combatientes del KSK cómo, en 1939, se creó la unidad especial "Brandenburg" bajo el Ministerio de Asuntos Exteriores, que luego formó parte de la entonces Wehrmacht.

Las principales tareas de las cuales incluían lo siguiente:
  • Mediante ataques sorpresa y emboscadas o con posible cooperación con grupos políticos aliados, tomar por sorpresa y capturar objetos operativamente importantes en la retaguardia del enemigo.
  •  La captura, inutilización o destrucción deliberada de posiciones clave, aeródromos, centros de comunicaciones y de mando, posiciones de artillería, así como puentes, puertos, puntos de suministro, búnkeres, puestos de mando u otros objetos.
  •  Más tarde, durante la guerra, las unidades de la unidad especial también se utilizaron en la lucha contra los partisanos.


Símbolo especial y galón de la División de Brandeburgo. Compárese con el símbolo de la KSK.

Tenga en cuenta los requisitos para los luchadores:


El primer requisito era la voluntariedad, luego la agilidad y la rapidez de reacción, la capacidad de improvisar, un alto grado de iniciativa, incluso si el combatiente se queda solo, combinado con un marcado espíritu de camaradería.
Además, un cierto deseo controlado de correr riesgos, la capacidad de comunicarse con extraños y, por supuesto, el rendimiento físico y la resistencia.


Como requisito indispensable, se necesitaba un buen conocimiento de uno o más idiomas extranjeros, de modo que el soldado de las fuerzas especiales pudiera parecerse de forma convincente a un oficial británico o a un soldado del Ejército Rojo.

A la hora de seleccionar a los reclutas, se prestaba mayor atención a las habilidades lingüísticas y a la fiabilidad. El entrenamiento especial en defensa personal se realizaba en la escuela de formación de la Abwehr II (Quenzgut) cerca de Brandenburg an der Havel.
Las operaciones de comando en la Segunda Guerra Mundial eran acciones de tiempo limitado llevadas a cabo por pequeñas unidades tras las líneas enemigas, es decir, en zonas inaccesibles para las tropas regulares.

Una de las raras fotografías de soldados de Brandeburgo.

Bueno, ¡casi una copia de los criterios, principios y objetivos de la KSK actual!

Y en los últimos años, una serie de escándalos, a pesar del carácter cerrado de todo el sistema de fuerzas especiales, han creado cierto nerviosismo entre la opinión pública "democrática" del país.

A veces se encuentran símbolos de la época de la Alemania nazi en los cuarteles de las fuerzas especiales, a veces en alguna fiesta los chicos hacen el saludo nazi abiertamente y gritan consignas nazis, a veces se descubre que faltan varios miles de municiones y decenas de kilogramos de explosivos.

Llegó al punto de que se disolvió por completo una compañía entera. Bueno, qué puedo decir, son verdaderos cabrones. Pero, en esencia, son máquinas de matar, y solo podemos adivinar qué se les ocurrirá a los políticos mañana y qué orden recibirán estos "herederos de la División de Brandeburgo". Y cada país de la OTAN, y hay 32 de ellos, tiene formaciones similares, y a menudo más de una.

Parecería que no hay nada especial en ello: mil quinientos hombres. Una brigada. La cuestión es cómo utilizarlo. Una cosa son los ataques directos y, sí, una brigada se desgasta en una semana o incluso más rápido. Otra cosa es asestar puñaladas precisas en los lugares más vulnerables. Las acciones de Brandeburgo a principios de la Gran Guerra Patria son un clásico en este sentido. Y aquí, para detener a un especialista de este tipo, se necesita un número significativamente mayor de combatientes ordinarios. Yo diría que hasta diez, o incluso más.

Resultó ser un artículo bastante engorroso, cuyo principal objetivo era mostrar que, a pesar del caos general en la Bundeswehr, hay fuerzas que representan algo bastante decente. Y dado que estamos hablando del hecho de que en 6-8 años habrá una guerra con Rusia (según las autoridades alemanas), entonces vale la pena estar preparados para ello hoy.

domingo, 21 de mayo de 2023

Malvinas: Giménez derriba un Scout

Cazando Helicópteros Británicos





En el lateral de Goose Green, los aviadores iniciaron la corrida de tiro disparando sus cañones (con la intención de emplear posteriormente sus coheteras a la altura de la escuela ) y, en ese preciso instante, detectaron la presencia de dos helicópteros británicos que volaban con rumbo convergente hacia ellos.
Se trataba de dos Westland Scout AH.1 del Escuadrón Aéreo de la Brigada Comando 3 (3 CBAS) de la Real Infantería de Marina que se desplazaban entre la retaguardia en Camilla Creek House y la primera línea de combate con la intención distribuir pertrechos y rescatar al teniente coronel Jones y otros paracaidistas británicos abatidos en combate por tropas argentinas.
Tras confirmar con el director de tiro que los helicópteros no eran Bell 212 de la FAA y debían derribarlos, Giménez decidió atacarlos asignando los blancos mientras los Scouts iniciaban desesperadas maniobras evasivas para escapar a los disparos con cañones, ametralladoras y cohetes que les lanzaban ambos pilotos argentinos.
Giménez se encargó de un ejemplar que escapó con rumbo este/noreste y, después de dos intentos, con sus coheteras logró derribar en vuelo al XT629/DR, ocupado por el teniente Richard Nunn (piloto, fallecido) y el sargento A. R. “Bill” Belcher (artillero, herido grave).

domingo, 18 de octubre de 2020

Malvinas: El desempeño heroico del Equipo de Combate Güemes en San Carlos

Malvinas: el estremecedor relato de dos héroes argentinos que resistieron el desembarco en San Carlos

La madrugada del 21 de mayo de 1982 las tropas británicas ingresaban en el estrecho de San Carlos. Allí, un Equipo de Combate de más de 60 hombres enfrentó el desembarco masivo con heroísmo y bravura. La historia de los festejos de sapucai y los 21 días de marcha de la sección “Gato”

Por Milton Del Moral || Infobae


 
Carlos Daniel Esteban nunca había sentido nada parecido. No recuerda exactamente cuánto le duró el efecto. Sabe que nunca, antes y después de ese viernes, había experimentado un impulso así. Estaba en el puesto de comando hablando por radio con el comandante de la III Brigada de Infantería, el general Parada, emplazado en Puerto Argentino y describiendo lo que veían sus ojos. La bruma se había disipado y el 21 de mayo de 1982 amanecía intrépido. Los nervios lo invadían, no lo dominaban. La comunicación, serena y pormenorizada, retrató lo que estaba por suceder: el desembarco masivo de las tropas británicas en las Islas Malvinas.

Eran las ocho de la mañana en el Atlántico Sur. Uno de los soldados observadores bajó corriendo de los sitios de altura, agarró una caja de fósforos marca Fragata y le juró que acababa de ver uno igual, pero real, ingresando por el estrecho de San Carlos. El por entonces teniente primero a cargo del Equipo de Combate Güemes tomó los binoculares, al soldado Gabriel Massei y se dirigió a su puesto de observación. Comprobó que el Canberra era algo más majestuoso que el navío que decora la caja de fósforos y que aquello para lo que se habían preparado era inminente.


En el desembarco de San Carlos, las bajas de las fuerzas británicas se estimaron en más de diez y cuatro helicópteros fueron anulados: dos destruidos y dos averiados

“Cada uno exterioriza lo que le pasa a su forma. Cuando estaba hablando con el comandante tenía una pierna que se me movía y no podía controlar. Massei y yo éramos los únicos que habíamos visto la magnitud de lo que se venía. Nunca me pasó que una parte del cuerpo me temblara así. Era una sensación muy extraña, como si me hubiese agarrado Parkinson en una pierna”, relató. Luego, aprendió que ese estremecimiento es habitual, pasajero y se denomina “pata de conejo”. Su cuerpo había somatizado la agitación y el miedo del instante más trascendente de su carrera militar.

El teniente primero lo describe como una escena de película. “Una mini Normandía”, graficó. La niebla que se retiraba dejaba entrever la ofensiva británica, 49 días después del arribo de las tropas argentinas a las islas. Había destructores, fragatas, más de catorce buques, decenas de helicópteros, lanchones desplegándose y en el medio la silueta imponente del Canberra. La relación de fuerzas era ampliamente desfavorable: una flota de 6.000 hombres contra una modesta compañía de 42 combatientes.

 
Carlos Daniel Esteban fue condecorado con la medalla de "La Nación Argentina al Valor en Combate" por "ejecutar al frente de una fracción de su compañía acciones de combate ante enemigo con superioridad material, en la zona de San Carlos, al que ocasionó importantes bajas"

El 15 de mayo se habían desplazado hacia la Bahía de San Carlos, el estrecho marítimo que divide la Isla Gran Malvina de la Isla Soledad. Las tropas británicas ya habían consolidado un cerco aéreo y naval alrededor del archipiélago. Por la geografía natural del lugar y por las advertencias del equipo de inteligencia, las probabilidades de desembarco eran altas. La primera opción era el ataque directo frente al Puerto Argentino. “Pero finalmente decidieron atacar por líneas interiores -contó-. Nosotros teníamos protección natural con las alturas que nos rodeaban, pero sabíamos que nos podían atacar primero por ahí”.

La resistencia se nutría de un teniente, dos subtenientes y 64 soldados del Regimiento de Infantería 25: más de 40 provenían del sur de la provincia de Córdoba y un cuerpo de 20 infantes había nacido en Corrientes. Eran tiradores más un equipo de apoyo con tan solo 45 días de adiestramiento militar. Tenían el encargo de tres misiones en San Carlos: dar alerta temprana del desembarco, mantener bajo control la población kelper de la ciudad e impedir el acceso de buques enemigos por el estrecho.

“Lanzaron el desembarco sin haber hecho una exploración previa porque pensaban que allí no había nadie -interpretó el teniente primero-. Ese fue un pequeño triunfo nuestro. Habíamos aplicado medidas de velo y engaño: los isleños seguían arriando el ganado, las chimeneas humeaban y les habíamos sacado las radios a todos”.

 
Es mayo de 1982, apenas unos días antes del desembarco inglés en el estrecho de San Carlos. Una unidad de comandos de la Compañía 601, al mando del mayor Mario Castagneto, aborda un helicóptero para controlar los alrededores del estrecho. Uno de los comandos carga en su espalda un misil tierra-aire Blow Pipe con el que fueron derribados varios aviones y helicópteros ingleses (Eduardo Farré)

En efecto, los soldados argentinos les habían sustraído las 110 radios y los pocos vehículos a los habitantes. Habían asumido también el cargo en los puestos de control del agua y la electricidad para evitar sabotajes. Los británicos debían pisar las islas para traducir su poderío en tierra. “No hay ejemplos en la historia militar de una fuerza que haya triunfado en una zona insular sin tener superioridad marítima y aérea”, escribió el ex jefe del Ejército Argentino y veterano de la Guerra de Malvinas, Martín Balza. Esteban acredita esa apreciación: “Siempre tuve en claro desde el día en que desembarcamos que si le dábamos tiempo a llegar, entrábamos en guerra. Inglaterra no iba a permitir ese cachetazo. Estaba seguro de que si venían, la isla tarde o temprano caía, pero no se lo iba a decir a los soldados”.

Ese viernes bisagra, a las ocho de la mañana, a sus 28 años, con su hijo Santiago de seis meses en su casa y en su conciencia, el teniente primero estaba en la víspera de su bautismo de fuego. Al comandante en Puerto Argentino le recreó la ofensiva que avanzaba por la boca norte del estrecho y le pidió desesperadamente el apoyo de la fuerza aérea. “Rompo las comunicaciones y procedo a defender el lugar”, impartió. Para el teniente primero Esteban, la guerra ya se estaba jugando. “Ellos pensaron que iban a bajar y empezar a caminar y que nosotros íbamos a replegarnos automáticamente. No para pintar una postura sanmartiniana, pero en ese momento no teníamos la idea de la rendición. Aunque en una situación tan desfavorable, lo único lógico era rendirse”, expresó.

Se desplegaron en sus posiciones preparadas y empezaron a escuchar los helicópteros acercándose. Las lanchas ya habían depositado en tierra firme a los primeros ingleses. Habían pasado tan solo cinco minutos desde el avistamiento. Cuando distinguieron al primer Sea King, ordenó “¡fuego libre!”. “Comenzaba la acción”, recordó. No era ese el retazo bélico más significativo de su memoria. Lo era el despliegue descomunal del enemigo desde su puesto de altura y la epifanía de su final. “Yo sabía que era una misión suicida”, dijo. Pero no todos lo sabían.

 
El subteniente Reyes, en su repliegue táctico, dijo haber divisado al menos 17 buques británicos en las inmediaciones de la boca norte del estrecho de San Carlos

“Mi compañía comenzó a combatir a lo que veía, y solo veían los helicópteros”, narró. Él y el soldado Massei eran los únicos que sabían lo que había detrás de los puestos a resguardo. El primer helicóptero, con tropa y municiones, aterrizó averiado con incendios internos. Primera micro-proeza. El fuego reunido atacó un Gazelle que se dirigía a sus posiciones: derribado, se hundió en la bahía. Repitieron la concentración de los disparos en otro Gazelle, que cayó en llamas diez metros a sus pies. Un tercer Gazelle los ubicó en una nueva posición en altura, donde se había replegado: los soldados respondieron, el helicóptero se incendió y el piloto logró maniobrar el descenso.

“En la compañía teníamos unos correntinos que no sabían nada de lo que yo había visto. Cada vez que caía un helicóptero, escuchaba unos sapucai y unos gritos de euforia”, contó el teniente primero. Los soldados se sentían invencibles: creían que no se enfrentaban a un enemigo invulnerable. Caía fuego cruzado de artillería naval mal dirigido ya sin la orientación de los helicópteros. El Equipo de Combate Güemes percibía una tensa calma: ya no tenían más nada que hacer allí.



Sin ninguna baja y con la algarabía de haber debilitado la capacidad del enemigo, emprendieron un repliegue sigiloso. El jefe de la compañía decidió marchar hacia Puerto Argentino. “No me olvido más: rumbo grado 81”, dijo. A los tres días, encontraron la Estancia Douglas Paddock, donde decidieron recluirse y encender la radio para comunicarse con el comandante de la brigada. El 25 de mayo de 1982, en medio de la ofensiva británica, los 42 hombres formaron para celebrar el aniversario de la Revolución de Mayo ante la mirada de los kelpers. Al día siguiente, siete helicópteros los recogieron para regresar a la base.


El 25 de mayo de 1982, los 42 hombres del Equipo de Combate "Güemes" formaba para celebrar la Revolución de Mayo en un paraje de las Islas Malvinas durante el conflicto bélico

La altura 234 y la marcha de 21 días

Lo que al Equipo de Combate Güemes le demandó tres días de marcha y un vuelo en helicóptero, a la sección “Gato” le costó 21 días, deformaciones, amputaciones en miembros inferiores y la rendición. Tras su arribo al área de San Carlos, el teniente primero Daniel Esteban dispuso un elemento adelantado para alertar y emboscar un potencial desembarco inglés. El martes 18 de mayo, el subteniente Roberto Oscar Reyes debía relevar al subteniente José Alberto Vásquez en la denominada altura 234 o Fanning Head, según la cartografía británica. La sección “Gato” se componía de cuatro suboficiales y 15 soldados: el grupo de 21 infantes marcharon 14 kilómetros hacia la punta del estrecho con la misión de “dar alerta temprana a la Fuerza y, reforzados con armas pesadas, emboscar a las tropas inglesas que pudieran ingresar por el canal”.



“El noche previa se presentaba como las anteriores, es decir helada y con poca visibilidad, no se veía a dos metros”, relató Reyes, quien por entonces tenía 25 años y cuatro de entrenamiento militar. Media hora antes de que el jueves se hiciera viernes, un soldado alistado en un puesto de seguridad le informó que escuchaba ruidos en el canal: eran conversaciones en inglés y señales acústicas que provenían desde la punta del estrecho. El subteniente ratificó la sospecha: embarcaciones navegaban en silencio y con luces apagadas en dirección a San Carlos.

El cuerpo de soldados disponía de dos morteros 81 mm y dos cañones sin retroceso 105 mm para operar la emboscada. Reyes impartió órdenes de apresto para el combate y alertó una inminente apertura del fuego. Pero lo primero que intentó fue entablar comunicación con el teniente primero Daniel Esteban, en el puesto de comando de San Carlos. Las baterías de la radio, luego de tres días a la intemperie del frío, tenían poca carga: la llamada llegaba, los escuchaban pero no podían ser recibidos. “Aquí Gato, aquí Gato”, decían sin suerte. El intento de comunicación y el posterior estallido de las bombas podía ser ya suficiente aviso.

 

"Algunos decían que los ruidos que escuchaban eran los ingleses atacando a los hombres de Reyes, otros decían que las bombas provenían de un combate cercano. De todas maneras, era inevitable que desembarcaran en San Carlos. Nosotros ni siquiera éramos una compañía, éramos una sección reforzada", dijo el subteniente Roberto Reyes

Minutos después de las dos de la mañana del viernes 21 de mayo de 1982, el bautismo de fuego. Los buques estaban al alcance de los morteros pero la visión era casi nula. “Se apreciaban algunas luces indebidas en cubierta y la nitidez de algunas conversaciones que por el agua se propagaban, la flota continuaba sigilosa y al parecer no nos habían detectado”, describió Reyes. Ordenó abrir fuego con los morteros empleando proyectiles de iluminación para determinar la ubicación exacta y mejorar la eficiencia de los cañones. Pero la estrategia no funcionó y el efecto sorpresa se desperdició: los proyectiles no iluminaron la trayectoria y quedaba expuesta su posición por la deflagración del disparo.



“Desde que comenzó el fuego hasta las tres de la mañana aproximadamente ordené varios cambios de posición hasta agotar la munición de morteros. A partir de allí la reacción enemiga fue más intensa”, reprodujo el subteniente en un escrito personal. El fuego enemigo empezaba a acertar la ubicación de los soldados argentinos. Era hora de la retirada: “Ordené iniciar los preparativos para el repliegue. Estaba convencido que habíamos cumplido con la misión de alertar a nuestras fuerzas y emboscar a los ingleses”.

En perfecto español, desde una patrulla terrestre inglesa un vocero los intimidaba a entregarse. “Nos decían que eran parte de un batallón que había desembarcado y que no nos harían daño si nos rendíamos, que nos encontrábamos rodeados y que no podríamos salir del lugar, que debíamos entregar las armas. Esta acción psicológica de los ingleses generó en todos nosotros lo contrario, es decir, el deseo de desprendernos, replegarnos y poder reunirnos con nuestras fuerzas en San Carlos”, relató Reyes. Fueron más de tres horas de ataque discontinuo y variado pero sostenido.

 

La flota británica tenía 6.000 hombres. Los combatientes argentinos en San Carlos eran apenas más de 60. Por la gangrena, a Godoy le amputaron las dos piernas a la altura de la rodilla. Cepeda y Moyano perdieron ambos pies y Alarcón terminó con su mano derecha deformada

De los 21 combatientes, quedaron solo 11. Los heridos y desaparecidos en el fragor del repliegue y la contraofensiva habían sido capturados como prisioneros de guerra: ninguno había muerto. Los ingleses los seguían buscando y estaban tan cerca que les resultaba increíble que no los vieran. Les quedaban una munición de 40 tiros por hombre. Su escondite fue platea preferencial para observar el despliegue aéreo de los aviones argentinos contra la flota británica de 17 buques.

A la primera noche emprendieron marcha rumbo sudeste hacia Puerto Argentino: emplearon el método línea de costa. Caminaban de noche cerca de 3 kilómetros diarios. “No contábamos con más abrigo que la ropa puesta. La bruma húmeda y espesa estaba siempre presente, por momentos se confundía con una llovizna fina y helada”, narró el subteniente. El miedo y el principio de subsistencia escondían el hambre y la angustia. Para huir de una fracción de 15 soldados ingleses, debieron cruzar un brazo de mar con soldados que no sabían nadar. Perdieron fusiles y el cabo Hugo Godoy casi se ahoga, pero lo peor fue saldo posterior: la ropa mojada y la garantía de un frío permanente.

El pie de trinchera y la gangrena avanzaban rápidamente en tres soldados. Godoy, Moyano y Cepeda necesitaban asistencia médica con urgencia. Quedaron a cargo de Clot, el soldado que mejor estado físico tenía, con comida para dos días, un maletín de primeros auxilios y la orden de demorar un día la búsqueda del enemigo para darle tiempo a los siete combatientes restantes de seguir con su proeza.

 

La flota británica fue sometida a bombardeos por la fuerza aérea argentina en vuelos rasantes. Pudieron cumplir la misión Sutton de asegurar una cabeza de playa en San Carlos pero perdieron varias embarcaciones y helicópteros

Tras una marcha de 5 noches, llegaron a un caserío identificado como New House, aparentemente deshabitado. “Conformábamos un grupo realmente lastimoso. Las ropas hechas jirones, enfermos, el rostro deformado por los sufrimientos. Ninguno tenía más de 25 años, pero aparentábamos ser un grupo de ancianos vagabundos”, contó Reyes. En el día 21 de la epopeya para recalar en las propias líneas, los despertó una sección completa que había trazado un cerco sobre el caserío: un kelper oculto en la finca los había delatado.

“Desde una posición en el galpón, tenía apuntado a un soldado inglés y les pedí a mis hombres que hicieran lo mismo con otros, pero que no dispararan hasta que yo lo indicara”, describió. Reyes se denomina un “profesional de la guerra”: “Estaba preparado para lo peor y si hubiese ordenado abrir el fuego, esos soldados que estaban en las últimas lo habrían hecho. Pero me di vuelta y los vi, habíamos perdido la aptitud para combatir, estábamos sin capacidad para resistir el menor ataque y salir de la instalación. Consideré que este era el final de nuestra guerra, había llegado el momento de entregarme, caminé hacia afuera y dejé el arma”.

La sección “Gato” nunca pudo regresar a Puerto Argentino ni reencontrarse con el Equipo de Combate Güemes. Era el 11 de junio de 1982: 3 días después terminaría la Guerra de Malvinas. El desembarco en San Carlos es motivo de orgullo para el teniente primero Carlos Daniel Esteban y para el subteniente Roberto Oscar Reyes. Poco importa que la maniobra haya sido exitosa para las tropas británicas. Síntomas de una guerra inverosímil.