Mostrando las entradas con la etiqueta libro. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta libro. Mostrar todas las entradas

sábado, 7 de junio de 2025

Libro: Extracto del libro "Hermano contra hermano" (Peter J. Bush)


Hermano contra hermano

por Peter J. Bush 


Hermano contra hermano es, probablemente, una historia paralela a la ficción histórica de Sudamérica, o también un retrato de lo que pudo pasar o podría llegar a pasar.

La obra puede ser considerada un techno-thriller lleno de descripciones tecnológicas, geográficas y, lo más importante, humanas e históricas.

Los personajes son verdaderos estereotipos sacados de los lugares mismos de la acción.

El libro mantiene buen ritmo y adrenalina, y permite al lector la pausa necesaria para la meditación y la imaginación.
 

 

Usurpación aérea

Para la mayoría de los hombres la guerra es el fin de la soledad. Para mí es la soledad infinita.

Albert Camus

Estancia La Ventosa, Tierra del Fuego

Era ya la tercera vez en el mes que don Luciano Sarastegui, encargado y dueño de la Estancia La Ventosa, ubicada a unos setenta y cinco kilómetros al noroeste de Río Grande, provincia de Tierra del Fuego, se espantaba hasta la taquicardia por el increíble ruido de los Mirage Pantera chilenos, que rompían la barrera del sonido sobre su propiedad. “Otra vez los chilotes, tus compatriotas”, dijo don Luciano al joven mensual Diego Ibáñez, trabajador oriundo de Puerto Montt, Chile. “Sí, son los milicos, que no tienen nada que hacer aquí en el sur”, contestó Diego, mientras encerraba las ovejas en un corralón para que pasaran a resguardo la fría y ventosa noche.

Saliendo de la casa principal, apuradas y a los gritos, dos mujeres alcanzaron a ver dos puntos que se alejaban velozmente hacia el oeste. “Son los chilenos otra vez”, gritó Marisol Errondo, un poco asustada y también enojada por el espantoso estruendo, que en cierta manera tapaba el silbido del viento, que era un sonido respetuoso al oído de los fueguinos. Al mismo tiempo, miró ofuscada a su novio, Diego Ibáñez, que trabajaba a pocos metros de allí, y que parecía cargar sobre sus espaldas con toda la responsabilidad del asunto.

Las pasadas rasantes de los cazas chilenos no solo asustaban a los trabajadores en suelo argentino, sino que ya varias veces habían provocado que las ovejas aplastaran a un corderito recién nacido o que incluso rompieran el remendado cerco de madera del corral principal.

Además, esos juegos aéreos representaban una clara violación del espacio aéreo argentino.

Don Luciano esa vez se propuso llevar el tema a las autoridades de Río Grande. Primeramente, hablaría por teléfono con su amigo personal, el capitán de fragata Hugo Kempel, comandante de la BIM5 [1], brigada que estaba ubicada en esa zona. Ambos habían sido compañeros en el colegio Don Bosco de la Orden Salesiana de Río Grande.

A pesar de que Kempel había optado por las Fuerzas Armadas como carrera y vocación, su carácter se había rendido a los grises de la política más que al crudo campo de batalla. Kempel había peleado en Malvinas y había perdido allí a cinco de sus mejores amigos. Por su lado, don Luciano no dio tregua a su carácter decisivo y allí, en su estancia, alejado de los grises políticos, forjó un imparable deseo de trabajar y progresar, como si hubiera sido tallado por el incansable viento polar.

Para su desconcierto, Kempel le contestó que las pasadas de los Pantera chilenos eran rutinarios, y que el hecho había sido informado a Buenos Aires meses atrás. Las autoridades argentinas habían estado siguiendo esos vuelos ilegales a través de la estación de radar en el aeropuerto de Río Grande, y más precisamente mediante el nuevo sistema chino de detección de vuelos rasantes, YLC-6 [2], comprado a China un año atrás. El sistema había sido trasladado a Tierra del Fuego por la Fuerza Aérea, ante el pedido del mismísimo Kempel. La idea era compilar pruebas suficientes para que Buenos Aires tuviera peso en su potencial pedido diplomático a Santiago. “¡Pero, che! ¿Qué están esperando entonces? ¿Que nos tiren bombas?”, dijo don Luciano a Kempel, quien, con la cabeza baja, contestó: “Perdóname, Colorado, tengo las manos atadas, aunque no lo creas”. “Muy bien, llevaré esto a la prensa yo mismo, ¡no puede ser! Estos chilotes ya me mataron dos corderitos y me rompieron un corral, ¿y todo para qué? Para que esos pendejos de la Fuerza Aérea se sientan más viriles…”, replicó don Luciano.

Pantera

A la mañana siguiente, el viento hacía saltar las dos aeronaves como si fuesen por un camino de tierra. Vistos desde arriba, el gris hacía que los Pantera se confundieran completamente con el paisaje casi incoloro de la parte norte del Tierra del Fuego. “Rojo Bravo a Rojo Charlie, iniciando vuelo rasante y mach, ¿me sigue?”, dijo el alférez Pérez a su compañero, el Chelito Yáñez, que lo seguía solo dos mil metros atrás. “Afirmativo”, confirmó Yáñez.

El viento polar soplaba del sudeste a unos ochenta kilómetros por hora, exactamente en el sentido opuesto donde se ubicaba la puerta principal del chalet de don Luciano.

Estancia La Ventosa, Tierra del Fuego

Como todas las mañanas, don Luciano abrió la puerta a las cuatro y cuarto, cargando esta vez envases de vidrio vacíos, que esperaba llevar a Río Grande esa tarde. Simplemente, no los vio venir; los dos Pantera volaban a más de Mach 1,2 y venían del noroeste. La explosión de sonido provocó que el gaucho tirara todas las botellas al piso de cemento de su galería, además de hacer reventar literalmente el vidrio principal del ventanal. Era habitual que el viento entrara y saliera apresurado como un ladrón, pero esta vez lo hacía como dueño de casa. Segundos después, los gritos de reproche de su mujer acabaron con su paciencia. Ahora sí hablaría con la prensa.

Dos días después, cuatro periodistas, dos internacionales, uno de un diario local y otro del diario Clarín, llegaron a La Ventosa en un descolorido Land Rover.

Luis Trucco, periodista del medio porteño, fue el que sufrió la bienvenida patagónica. Al abrir distraídamente la puerta del vehículo y mirar a don Luciano con la intención de saludarlo, fue duramente golpeado por la puerta, que se bamboleó como si fuera de papel. “¡Cuidado con la puerta!”, dijo tardíamente don Luciano. Luis había sufrido las consecuencias de las famosas ráfagas patagónicas.

Un cordero asado a la manera local y un buen vino tinto sirvieron para contrarrestar la no muy amigable bienvenida del viento incesante. Aquella noche, los periodistas durmieron gracias al vino y al cordero, pero fueron despertados por el zumbido y los crujidos producidos por el viento, que nunca dormía en aquellas latitudes.

Como todas las noches, en un galpón lleno de fardos, semilla y herramientas de trabajo, a unos cincuenta metros de la casa principal de donde dormían los patrones y los periodistas invitados, Diego y Marisol se juntaron amorosamente a matear, mirar el cielo y a simplemente hablar de la vida en común que estaban planeando.

Medios

El documental fue grabado y editado en pocos días. Canal 9 puso por primera vez los hechos en el aire, seguido por CNN y Al Jazeera, todo esto ante la sorpresa del Gobierno argentino. Un titular de tono amarillista en Clarín decía: “Se despierta un viejo conflicto con Chile”. La noticia del diario de tirada nacional, además, publicaba la historia completa de don Luciano, e incluía fotos y un informe acabado de la modernísima base aérea de la Fuerza Aérea chilena en Punta Arenas.

La Cancillería argentina no tuvo otra opción que la de enviar un comunicado oficial a la República de Chile, que decía así: “El Gobierno argentino solicita a la hermana República de Chile que cese vuelos violatorios de la soberanía argentina sobre el espacio aéreo de la Isla de Tierra del Fuego. Nuestro pedido se basa en pruebas fehacientes, y esperamos el Gobierno chileno actúe de conformidad”.

Horas después, el Gobierno transandino contestó con celeridad informando que se tomarían “todas las medidas necesarias”.



Estancia La Ventosa, Tierra del Fuego

Dos días después, don Luciano llamó de nuevo a su amigo Kempel. “Los vuelos no han cesado, Hugo, ¿qué hacemos?”. Esta vez, dos Pantera y un F-16 habían volado rápido y más bajo que nunca.

Relaciones Exteriores

El segundo mensaje de la Cancillería argentina, con copia a las Naciones Unidas, no tardó más de cinco horas en llegar. Corto, simple y directo: “Referencia: Mirage Pantera volando sobre suelo argentino. Ante la evidencia y queja formal interpuesta días atrás al Gobierno chileno y la falta de acción de su parte, el Gobierno argentino se reserva el derecho de defender su soberanía ejerciendo los medios necesarios para ese fin”.

Estancia La Ventosa, Tierra del Fuego

Dos horas después, una vieja pero fiel camioneta Ford F 150 gasolera perteneciente a la Infantería de Marina argentina, llegó a los saltos por el intransitable camino de ripio hacia La Ventosa. El vehículo transportaba a seis infantes de marina, visores infrarrojos, equipos de comunicaciones y dos lanzadores de misiles antiaéreos portátiles de fabricación rusa (SAM -24) [3] .

En otro encuentro nocturno entre Marisol y el chileno Diego Ibáñez, la presencia de soldados argentinos había desatado una controversia de carácter hasta natural entre los dos enamorados. “¿Para qué más milicos? Pucha, ¿qué hacen estos milicos aquí?”, dijo alterado Diego. Marisol, quien se hallaba recostada junto a él sobre una manta en una parva de fardos, contestó con amor: “Chilenito, estamos en Argentina, es mejor que haya soldados argentinos y no chilenos. Hoy también te quejaste cuando viste volar a los aviones de tus compatriotas. Es solo un poco más de lo mismo”.

Un silencio interrumpido solo por el viento constante y una sonrisa de Diego pareció contestar todo. “Diego, ¿qué pasaría si hubiese una guerra? ¿Qué sería de nosotros?”, dijo Marisol. “No sé, Mari, no sé, sería terrible. Yo tengo hermanos en la base Chabunco”, contestó apesadumbrado Diego Ibáñez.

El silencio volvió y las estrellas, que anunciaban helada, terminaron de separar a los enamorados, al menos por otra noche.

Un día después, a media mañana, los infantes de marina, ya parapetados y cubiertos con una red de camuflaje, tuvieron que cortar la mateada, que los mantenía despiertos y calientes. La radio del capitán Girado abrió el juego: “Alerta. Alerta. Chino informa. Dos pájaros NO [4]. Tiempo: cinco minutos”. Girado, inmediatamente, ordenó: “Preparen fuego”.

Pantera

La soberbia e inflada confianza de los pilotos chilenos fue su peor enemigo, quizás Yáñez y su compañero habían visto y ahora estaban encarnando en sus propias fantasías la película Top Gun, donde Tom Cruise personifica a un rebelde y un poco desprolijo piloto de un caza F-14 Tomcat durante la Guerra Fría.

El Pantera 2 alcanzó a ver uno de los fogonazos provocados por el lanzamiento del pequeño misil. A pesar de ello, no estuvo seguro de su origen y causa. La verdad era que nunca se hubiera imaginado que los argentinos abrirían fuego con armas antiaéreas. Los misiles Grinch [5] no dejaban estela de humo una vez lanzados, eran muy difíciles de detectar a simple vista.

La duda de un piloto en vuelo, por mínima que fuera para un hombre en tierra firme, significaba una muerte segura en el siempre indómito reino del aire. Los tiempos de reacción para un piloto de guerra son cien veces más rápidos que los de un terrestre común.

La aeronave perseguida viró bruscamente a la izquierda, y justo cuando estaba por tirar un señuelo de calor, el misil de origen ruso explotó y envió esquirlas a su aleta de cola. El Pantera se alejó herido y dubitativo. Vibraciones, otro giro para la izquierda y un último giro para la derecha condenaron a aquel caza diseñado por Francia durante los años cincuenta. A pesar de todo, el piloto alcanzó a eyectarse en territorio chileno.

Solo el orgullo de mármol del escuadrón, puro y blanco pero estancado, había sido tocado. El paracaídas del piloto derribado aterrizó sin problema cerca de las aguas heladas del Estrecho de Magallanes. Los vientos, indomables para cualquier soldado, sin importar su nacionalidad, habían empujado peligrosamente más de veinte kilómetros cerca de las aguas del estrecho, al joven piloto de la FACh. Yáñez, ya recuperado, cruzó la frontera rengueando y fue recuperado veinte minutos después por un helicóptero de rescate de su base de origen.

Base Chabunco, Punta Arenas

Al recibir la noticia del destino del piloto Yáñez, el comandante Raúl Miralles, jefe de la Base Aérea Chabunco, en Punta Arenas, puso a todo su destacamento en alerta máxima. El radar fue potencializado, lo que aumentó su alcance de detección al máximo, los sistemas antiaéreos fueron activados e inmediatamente unos cuatro F-16 y seis Pantera volaron como avispas alrededor de un panal, pero esta vez, siempre sobre territorio chileno.

Menos de una hora después, el comandante de la base chilena recibió una llamada directa del presidente Barros Gómez, quien le pedía explicaciones y calma. Miralles, ya en su despacho y a solas, tomándose la cabeza como queriendo agarrar su resentimiento, su orgullo y su venganza, se dijo: “Estos argentinos culeados me van a pagar hasta la última monea”.

Relaciones Exteriores

Veinticuatro horas después, un comunicado oficial chileno sentenció: “El ataque argentino a una aeronave chilena que volaba sobre territorio chileno constituyó una clara violación a las normas del Derecho Internacional”.

Cuarenta y cinco minutos después, su contraparte argentino respondió: “El hecho ocurrió sobre territorio nacional argentino y, asimismo, constituyó un acto de defensa ante las reiteradas intromisiones de la FACh en el espacio aéreo argentino. La Nación Argentina acompaña en su dolor al piloto derribado y a su familia, esperando que estos hechos no se vuelvan a repetir”. La realidad era que el Gobierno argentino desconocía el paradero del piloto.

La Cancillería argentina mandó documentos y evidencia a las Naciones Unidas y a la OEA [6]. En el mismo sentido, envío documentos, pruebas y demás evidencias a varios medios periodísticos internacionales. La SIDE [7] alcanzó incluso a subir un video en YouTube sobre los hechos, que fue publicado en varias versiones: español, inglés, árabe, chino e Hindú. Una obra maestra de inteligencia y gestión de información, en la que, en pocos minutos, la República de Chile fue pintada globalmente como un agresor indomable.

La segunda Guerra del Pacífico

Está prohibido matar, por lo tanto, todos los asesinos serán castigados, a no ser que maten muchos al son de las trompetas.

Voltaire

Entorno

Los ejércitos boliviano y peruano ya tenían estacionadas unas ocho mil tropas desde Iquique hasta la Cordillera. La coalición peruano-boliviana había creado una larga línea de defensa de trincheras desde el Pacífico hacia la Cordillera, compuestas de campos minados, pequeños pelotones antitanque y con morteros como primera línea defensiva. Tras la primera línea, se hallaban dos brigadas móviles mecanizadas, conformadas por tanques peruanos T55, blindados BRDM y tanques bolivianos Scorpion.

Arica, más al norte, mucho menos expuesta al esperado contraataque chileno, se encontraba calma y controlada por el ejército del general peruano Oribe Urdillera. Las poblaciones de ambas ciudades se hallaban en orden y bien vigiladas por las tropas extranjeras, el único problema habían sido los abusos a mujeres por parte de los ocupantes de Iquique. Esta cuestión incrementó el resentimiento del pueblo chileno y su ejército, que, a través de los medios, pedía la cabeza de los culpables. El alto mando peruano ejecutó a dos imputados, un cabo y un teniente, en la plaza principal de Iquique. Esto pareció calmar los ánimos, al menos por un tiempo.

El combate aéreo en los cielos del norte era parejo. Hasta el momento, la FACh había perdido dos F-5 y dos F-16, mientras que la FAP había perdido solo dos MIG-29 [8]. Ninguna nación había obtenido todavía el dominio total de los cielos.

La visita de la presidenta argentina a Brasil sorprendió a todos, lo mismo que su comunicado, esta vez redactado conjuntamente entre varias naciones, que una vez más fue enviado con copia a la prensa mundial, a las Naciones Unidas y a la OEA. El público conoció el contenido de la estrategia de paz, promovida principalmente por Argentina y Brasil, una vez que la presidenta Kugler aterrizó en el aeroparque metropolitano en una noche de invierno lluviosa y con mucho viento.

Los pocos periodistas que salieron a la pista se fueron totalmente sorprendidos por la declaración y, también, mojados por el terrible aguacero. Varios gobiernos americanos habían condenado el ataque peruano-boliviano a Chile, además de insistir en el cese de acciones ofensivas chilenas a la Argentina.

Los Estados Unidos y algunos países europeos, todavía muy focalizados en la potencial crisis nuclear entre Israel e Irán, volvieron su mirada al Sur, al observar la expansión del conflicto. Su accionar quedó en la nada al ver como los países latinoamericanos y otras naciones ya habían tomado las riendas del asunto.

El comunicado conjunto, firmado por la presidenta Kugler y los presidentes de Brasil, Uruguay y Paraguay, decía: “La República Argentina, la República Federativa del Brasil, la República Oriental del Uruguay y la República del Paraguay condenan el ataque peruano-boliviano a tierras chilenas. Asimismo, se insiste en que la República de Chile deje la guerra ofensiva en contra de la República Argentina. A efectos de ejercitar nuestras voluntades unidas, nuestras naciones crearán un bloqueo aéreo militar a toda aeronave militar peruana o boliviana que vuele más allá del sur del paralelo 20. Para esto, se establecerá una base aérea en la ciudad de Jujuy, donde operarán aviones brasileros y de otras naciones, con apoyo argentino desde tierra”.

El bloqueo aéreo de la “alianza” terminó por restringir casi por completo los choques aéreos entre la FAP y la FACh. La Fuerza Aérea brasilera envió a Jujuy doce de sus recientemente adquiridos cazas Rafale y dos aviones de reabastecimiento KC-135, además de aviones de alerta temprana Embraer y unos trescientos paracaidistas. Los uruguayos enviaron ocho aviones de ataque a tierra Pucará IA58, y, finalmente, la FAA envió una brigada aerotransportada con equipo completo e instaló sistemas modernos de radares móviles y misiles Halcón 2 y SAM-11 para la defensa de la base.

Lo que aún sorprendió más a todos fue que Australia y China también enviaron apoyo aéreo, a fin de defender sus intereses mineros en el norte de Chile y de la Argentina. El aeropuerto de El Cadillal estaba atosigado de tropas y aeronaves, entre ellos seis cazas Hornet F-18 y un avión de alerta temprana Wedgetail [9] australianos y seis interceptores Shenyang J-11 chinos.

A partir de ese momento, dos aviones “radar” volaban en línea recta entre el Pacífico y el pueblo de Rinconada, en Jujuy. Cada avión de alerta temprano iba acompañado por tres interceptores de primera línea.

En el Pacífico la cuestión era totalmente distinta, como repitiendo la sangrienta Guerra del Pacífico, al final de 1800. Ambas Marinas, la chilena y la peruana, parecían guiadas a una confrontación indefectible por los héroes ya muertos, que hablaban desde los libros de historia a los tripulantes actuales de los buques de guerra.

Disfrazado de submarino

El primer buque chileno en llegar a la altura de Iquique fue el submarino tipo Scorpene, SS24 Manuel Rodríguez, que, tal como el nombre del héroe escurridizo indicaba, llevó a cabo el primer golpe salvaje a la Armada peruana.

Durante la Independencia chilena, Manuel Rodríguez fue un héroe distinto no solo por ser pujante, sino por ser activista en contra de la Corona hispánica, pero, más aún, se caracterizó por aparecer siempre en situaciones disímiles y usualmente utilizando disfraces para acrecentar el nivel de sorpresa en el enemigo. Cuenta la historia que, alguna vez, durante la época de la lucha por la Independencia, llegó incluso a presentarse disfrazado de mendigo frente su perseguidor, el mismísimo gobernador español Marcó del Pont.

 

BAP Crucero Almirante Grau

El viejo BAP Almirante Grau, buque estandarte de la marina peruana, se dirigía de vuelta a su base en El Callao, Perú, junto con una fuerte escolta compuesta por tres fragatas tipo Lupo: la BAP Montero, la BAP Carvajal y la BAP Villavicencio. Del mismo modo, aviones antisubmarinos patrullaban el área en búsqueda de navíos y sumergibles enemigos. El convoy navegaba demasiado cerca de la costa y bastante rápido, a unos veinticinco nudos. Ciertamente, cerca de la costa, el ruido de las rompientes y la menor profundidad daban menos chances para el ataque de un submarino. Además, la geografía costera también creaba imágenes falsas para los misiles antibuque disparados por los chilenos contra los buques de la BAP.

Disfrazado de submarino 2

Sin embargo, estas estrategias disuasivas no hicieron mella en el submarino chileno SS24 Manuel Rodríguez, que navegaba silenciosamente a unos quince kilómetros al oeste del convoy y a unos ciento veinte metros de profundidad.

Media hora antes, un avión CASA C-295 de la Armada chilena había detectado y comunicado la presencia del convoy peruano al submarino chileno, que se aproximaba como un depredador letal y sediento de sangre hacia sus presas.


Ya bajo el Pacífico azul, el capitán de fragata Javier Prat, descendiente directo del legendario capitán Prat, héroe de la Guerra del Pacífico, ordenó: “Profundidad de periscopio: veinte nudos. Carguen tubos uno a seis con torpedos. Preparen para disparar”. Minutos después, el sonar pasivo submarino terminó de dar una clara solución de ataque para sus cuatro blancos. Segundos después, seis torpedos Blackshark corrían apresurados a unos cincuenta metros de profundidad, a efectos de ser detectados lo más tarde posible por sonares de los buques peruanos.

Cuando los sonares de los buques peruanos detectaron a los letales torpedos, las armas chilenas aceleraron a unos cuarenta y siete nudos, lo que hizo imposible el escape. Para complicar las cosas, los buques peruanos tenían a su derecha la rocosa y traicionera costa chilena, por lo tanto, su capacidad de maniobra era muy limitada. Por desesperación, se tiraron señuelos de acústicos, que no hicieron mella en las decisiones de la fría computadora de los torpedos atacantes.

Los impactos fueron sordos y brutales.

BAP Crucero Almirante Grau

El comandante del Grau, almirante Farfán Suárez, era un enamorado del mar, de su Marina y también de su historia. Si bien era todo un sonador, conocía perfectamente la mayor debilidad de su nave estandarte: su gran tamaño y su alta silueta eran dos características que la volvían demasiado vulnerable para la guerra moderna. 

Dentro en el espacioso puente del Grau, con su uniforme impecable, el almirante barría el horizonte con un par de binoculares. Cuando su nave de comando recibió el primer impacto con una fuerza equivalente a doscientos cincuenta kilogramos de TNT, Farfán Suárez golpeó su cabeza contra una mampara y perdió el conocimiento, quizás para seguir con sus sueños de una historia que él no había podido cambiar.

El Grau y la Montero recibieron dos torpedazos cada uno, otro torpedo pegó en la popa del BAP Carvajal. El último de los seis torpedos lanzados por el SS24 Manuel Rodríguez se estrelló en la roquería, donde finalmente terminó por encallar la fragata BAP Villavicencio, que navegaba a demasiada velocidad tratando de esquivar el ataque, dada la presencia de filosos arrecifes de roca.

Ahora el humo blanco lo cubría todo. Avalentonado y aprovechando la confusión, el SS24 Manuel Rodríguez volvió a lanzar, esta vez cinco misiles Harpoon, antes de sumergirse hacia el sudoeste a unos ciento setenta metros de profundidad.

El resultado fue de pérdida total. El colosal Grau y las tres fragatas fueron completamente destruidos. La mitad deformada del buque estandarte peruano, increíblemente, todavía salía del agua, puesto que no había alcanzado a hundirse, debido a la poca profundidad de la costa. Unos doscientos treinta y tres marineros peruanos habían muerto. A pesar de las pérdidas humanas, siempre invaluables, este número fue bajo, gracias a Dios y a que los buques peruanos se hallaban muy cerca de la costa.

SS24 Manuel Rodríguez en huida

Ahora la cabeza del SS24 Manuel Rodríguez pendía de un hilo. Aviones navales y buques peruanos habían comenzado la caza con odio e intensidad. En las siguientes dos horas, el submarino peruano BAP Huáscar [10] detectó al Manuel Rodríguez en rápida huida, e intentó un fallido ataque con torpedos filoguiados. Según los primeros informes recibidos, ambos submarinos habían disparado torpedos recíprocamente. Por suerte para todos, los torpedos del submarino peruano fueron hábilmente esquivados por el siempre aceitoso y huidizo hombre del SS24 Manuel Rodríguez. Por otro lado, como dos de los novísimos torpedos Blackshark no funcionaron, el BAP Huáscar resultó indemne.

Entorno

La suerte de los peruanos siguió todavía en picada. En un ataque clandestino y magistral, hombres del grupo de comando Lautaro atacaron y hundieron con minas al gigante buque BAP Mollendo, que se hallaba en el puerto de Iquique. Y por si esto fuera poco, Ecuador inició un ataque con tropas y helicópteros en la Cordillera del Cóndor, territorio aún en disputa con el Perú.

A raíz de estos últimos hechos, la alianza sudamericana por la paz incrementó su cantidad de miembros. En este caso, fueron Venezuela y Brasil los que crearon una zona de bloqueo aéreo sobre el área en disputa entre Perú y Ecuador. El presidente Tévez de Venezuela, siempre militarista y orgulloso de sus fuerzas armadas, envió diez modernísimos cazas SU-33, que se sumaron a los aviones brasileros y a las tropas mexicanas que fueron enviadas a la zona de conflicto.


Más al sur, a la altura de Antofagasta, el ejército chileno se preparaba para contragolpear en dos frentes, uno claramente hacia Iquique y otro hacia la cordillera norte, para cortar la llegada de tropas bolivianas.



[1] Brigada de Infantería de Marina 5 compuesta por setecientos infantes de marina, equipada con doce vehículos AML Panhard, cinco anfibios blindados SAGIAE ERC 60-20 (mortero de 60 mm y cañón de tiro rápido de 20 mm), seis tanques livianos anfibios PT71 105 mm Nutria, doce aviones de ataque Pucará IA58, dos helicópteros Huey 2, obuses livianos LG-1, SAM-24 antiaéreos y antitanques Spike.

[2] Argentina había comprado a China cuatro radares de este tipo, capaces de detectar, a ciento cincuenta kilómetros de distancia, aeronaves que volaran muy bajo.

[3] Misil portátil antiaéreo de detección infrarrojo de origen ruso, con un alcance de seis kilómetros.

[4] Noroeste.

[5] Nombre atribuido por la OTAN al sistema de misiles antiaéreos SAM-24.

[6] Organización de Estados Americanos.

[7] Secretaría de Inteligencia del Estado Argentino.

[8] La FAP operaba 32 MIG-29P Fulcrum.

[9] Avión Boeing 737 de alerta temprana y control aéreo operado por la RAAF (Royal Australian Air Force).

[10] El Huáscar era uno de los submarinos tipo Kilo operado por Perú.



Libro Hermano contra hermano - Una Guerra Evitable

Formato: 21 x 15 cm x 210 Págs.
Autor: Peter J. Bush
Reseña: ´Novela. Hermano contra hermano es, probablemente, una historia paralela a la historia real de Sudamérica, o también un retrato de lo que pasó o puede pasar. Esta obra puede ser considerada un techno-thriller lleno de descripciones tecnológicas, geográficas y, lo más importante, humanas e históricas. Los personajes son verdaderos estereotipos sacados de los lugares mismos de la acción. Odios históricos se unen con una pequeña escaramuza fronteriza que juntos, gatillan una serie de conflictos a nivel continental, que ponen en vilo a una realidad historia común: Lenguaje, religión y cultura. El libro mantiene buen ritmo y adrenalina, y permite al lector la pausa necesaria para la meditación y la imaginación. Las tensiones Peru - Chile - Bolivia - Argentina llevadas al extremo!


Si desea adquirir el libro haga clic en los siguientes enlace:

Whatsapp Grupo Argentinidad:   +54 9 11 3617-3918




sábado, 19 de abril de 2025

Malvinas: El compacto GAE del ARA 25 de Mayo


ARA '25 de Mayo': Muchos aviones para un portaaviones pequeño

Basado en información de @MarianoSciaroni, en X

Demasiados aviones para tan poco espacio: el límite oculto del ARA 25 de Mayo

Uno de los desafíos logísticos más complejos que enfrentó el portaaviones ARA 25 de Mayo (POMA) durante el conflicto de las Malvinas fue uno que no figuraba en los informes de inteligencia, pero que pesaba sobre cada despegue y cada maniobra: el espacio físico a bordo.

Diseñado originalmente para una aviación embarcada más reducida, el buque argentino carecía de la capacidad de hangar suficiente para operar con comodidad una dotación aérea completa, especialmente en condiciones de combate. Durante la navegación inicial, la situación fue manejable. Pero al momento de zarpar en busca de la flota británica, el cuadro cambió drásticamente.

A bordo del 25 de Mayo se encontraban 17 aeronaves:
8 cazabombarderos A-4Q Skyhawk
4 aviones antisubmarinos S-2E Tracker
3 helicópteros Alouette III
2 Sea King de exploración y rescate.

Un número importante. Demasiado importante para un portaaviones de apenas 200 metros de eslora y un hangar estrecho, que obligaba a una administración milimétrica de cada movimiento, cada ciclo de mantenimiento y cada operación de cubierta. No se trataba solo de volar: se trataba de hacerlo con precisión quirúrgica en un entorno que no perdonaba errores.

En combate naval, la superioridad aérea no solo depende del número de aviones, sino de la capacidad real de operar con ellos en ciclos sostenidos, seguros y eficaces. Y ese fue, quizás, uno de los límites menos visibles del 25 de Mayo, pero no por ello menos crucial.


Transcripción

-------------------------------

SECRETO
GRUPO AERONAVAL EMBARCADO

El Grupo Aeronaval Embarcado efectuó tres navegaciones bien diferenciadas en lo que hace a la operación ejecutada.

1ra. del 28 MAR al 05 ABR
En la ocupación de las Islas, la exploración antisuperficie con S-2 fué prioritaria.

2da. del 18 ABR al 25 ABR
En ella se intensificó el adiestramiento coordinado exploración y ataque (S-2 - A-4) la defensa contra-aérea (A-4) y Antisubmarina (H-3).

3ra. del 28 ABR al 10 MAY
En este período fué intensa la actividad de exploración antisuperficie, de defensa contra-aérea y hubo acciones antisubmarinas coordinadas de H-3 y S-2.

El grupo aeronaval embarcado se constituyó en las diferentes etapas de la siguiente manera y siempre en función de los aeronaves disponibles y no de la misión.

AVION1ra. Etapa2da. Etapa3ra. Etapa
A-4588
S-2344
AT/3122
H-3122

La cantidad de aviones de la 2da. y 3ra. Etapa, saturó en alguna medida el Hangar del Buque, obligó a dejar aeronaves con puertas quitadas, quitó agilidad al movimiento de aeronaves en sus cubiertas y representó un riesgo permanente. No obstante, la incorporación del 4° S-2 brindó mayor confiabilidad a una tarea que era intensiva, de largo alcance y duración.

La presencia de los H-3 en la 2da. y 3ra. Etapa representó un importante esfuerzo de apoyo a la exploración antisubmarina, que en la 1ra. Etapa, descansó en exclusiva sobre el Grupo Aeronaval Embarcado.

-------------------------------

Cuello de botella en cubierta: los límites operativos del ARA 25 de Mayo

Operar un grupo aéreo embarcado en condiciones de combate ya es, de por sí, una tarea compleja. Pero cuando esa operación depende de solo dos ascensores y una única catapulta, la coordinación no es una virtud: es una necesidad absoluta.

El ARA 25 de Mayo contaba con un elevador en proa y otro en popa. Cada uno, en lugar de facilitar, imponía una limitación crítica:
– El elevador de popa, al estar directamente en la senda de apontaje, obstruía las maniobras de recuperación de aeronaves cuando estaba en uso.
– El elevador de proa, por su parte, interfería con las operaciones de catapultaje, complicando el lanzamiento de los A-4Q.

Esto obligaba a planificar cada movimiento como si fuera una jugada de ajedrez, donde un error de sincronización podía significar no solo un retraso, sino una tragedia operacional. Todo debía fluir como un reloj bien calibrado: ascensores, catapulta, ubicación en cubierta, circulación del personal y espacio de mantenimiento.

Y ahí surgía otro problema igual de serio: el espacio en cubierta era extremadamente limitado. Cada avión debía ser colocado con precisión, con apenas centímetros de margen, para permitir el máximo número de unidades listas sin bloquear accesos ni obstaculizar maniobras. La cubierta se convirtió en una coreografía milimétrica de alas plegadas, trenes de aterrizaje y operadores tensos.

En plena guerra, ese tipo de restricciones no son detalles técnicos. Son factores decisivos que determinan si una misión se lanza a tiempo… o nunca despega.



El precio del despegue: cuando un lanzamiento bloqueaba toda la cubierta

En un portaaviones con recursos limitados, cada movimiento es una maniobra estratégica. Y a bordo del ARA 25 de Mayo, donde el espacio y los medios eran escasos, preparar una sola aeronave para el despegue podía significar detener toda la operación aérea durante varios minutos críticos.

Un ejemplo claro: cuando el S-2E Tracker número 8 —encargado de patrullaje antisubmarino— estaba listo para ser lanzado, la situación en cubierta exigía una secuencia compleja y laboriosa. Para llevarlo hasta la catapulta, primero había que remover al A-4Q Skyhawk que estaba ocupando la posición de ILC (Interceptor Listo en Cubierta). Esa aeronave debía ser retirada cuidadosamente hacia popa, sin margen para errores, en un espacio ya congestionado.

Solo entonces el Tracker podía ser desplazado hacia proa, alineado con la catapulta y preparado para el lanzamiento. Pero ese movimiento tenía un costo operativo importante:
Mientras duraba la maniobra, no se podían realizar apontajes.
Los dos elevadores quedaban fuera de servicio.
Toda la cubierta quedaba congelada en espera del despegue.

Lo que en un buque de mayor tamaño se resolvería con plataformas auxiliares o múltiples puntos de catapultaje, en el 25 de Mayo era una operación de alto impacto, donde cada avión movido significaba minutos valiosos de vulnerabilidad táctica.

En medio de un conflicto real, con amenazas constantes desde el mar y el aire, ese tipo de fricción interna era tan peligrosa como el enemigo en el horizonte.

Más allá de los límites: la operatividad del ARA 25 de Mayo en Malvinas

A pesar de las limitaciones materiales, del espacio escaso y de la complejidad de cada maniobra en cubierta, la operación del ARA 25 de Mayo durante el conflicto del Atlántico Sur fue ejecutada con eficacia, precisión y una voluntad inquebrantable.

Cada despegue, cada apontaje, cada movimiento de avión fue el resultado de una coordinación impecable entre mecánicos, operadores de cubierta, pilotos y marinos que llevaron al portaaviones al máximo de sus capacidades. Se enfrentaron a desafíos técnicos reales, a condiciones logísticas adversas y a una amenaza militar abrumadora. Y, sin embargo, respondieron con profesionalismo, sangre fría y entrega total.

El buque operó al límite de su diseño original, soportando una densidad aérea y un ritmo de operaciones que rozaban lo imposible para una plataforma de su tamaño y configuración. Cada avión en cubierta era un desafío. Cada minuto de vuelo, una victoria de la organización, el entrenamiento y el coraje.

Este aspecto —el esfuerzo humano y técnico detrás de la operatividad del 25 de Mayo— suele quedar en segundo plano al narrar la guerra de 1982, eclipsado por los combates más visibles. Pero en esos detalles menos conocidos reside gran parte del verdadero heroísmo técnico de la campaña.

Porque cuando se habla de capacidad de combate, no se trata solo de los medios disponibles, sino de cómo un país, con lo que tiene, decide hacerles frente a los desafíos más extremos.

Y ese espíritu, silencioso pero firme, fue el que mantuvo al 25 de Mayo navegando… y operando.

Portaaviones ARA 25 de Mayo


A-4Q Skyhawk en formación

Libro “Un portaaviones en riesgo”

El excelente libro “Un portaaviones en riesgo – Portaaviones argentino y operaciones antisubmarinas contra los submarinos de la Royal Navy durante la Guerra de las Malvinas, 1982” , del estudioso argentino Mariano Sciaroni, proporciona información sin precedentes sobre las operaciones de los submarinos nucleares ingleses para cazar y hundimiento del portaaviones argentino ARA 25 de Mayo durante la Guerra de las Malvinas en 1982, los equipos utilizados por ambos bandos y los informes del personal militar involucrado. Para completar la obra, el autor tuvo acceso a numerosos documentos desclasificados por los británicos a través de la Ley de Libertad de Información. Haz clic en la imagen del libro para comprarlo en Amazon.



miércoles, 1 de enero de 2025

Teoría de la guerra: Libros que acercan a von Clausewitz al presente

¿Qué autores modernos aumentan el conocimiento de la guerra partiendo de von Clausewitz?



El legado de Carl von Clausewitz: La guerra desentrañada

Cuando Carl von Clausewitz escribió su obra maestra, "De la guerra", probablemente no imaginó el impacto universal que tendría en el pensamiento militar, político y filosófico. Su trabajo, más que una guía técnica, es un viaje profundo hacia el alma de la guerra, explorando no solo las tácticas y estrategias, sino también los hilos invisibles que conectan la guerra con la política, la psicología y la humanidad misma.

Clausewitz vivió en un mundo sacudido por las guerras napoleónicas, testigo de una Europa en constante transformación. En ese contexto, concibió su teoría de la guerra como algo más que enfrentamientos armados: una extensión de la política por otros medios. Este concepto, conocido como la "continuidad entre política y guerra", rompió con la visión tradicional de la guerra como una actividad aislada, presentándola como un fenómeno que emana directamente de los objetivos y ambiciones humanas.

Más allá de las tácticas: el "genio militar"

Lo fascinante de la obra de Clausewitz es su capacidad para navegar entre lo técnico y lo abstracto. Introdujo el concepto del "genio militar", esa figura excepcional capaz de operar en medio de la "niebla de la guerra", un término que describe la incertidumbre y el caos inherentes a los conflictos. Para Clausewitz, un comandante exitoso no es solo alguien que sigue reglas al pie de la letra, sino un líder que comprende cuándo romperlas, que sabe adaptarse y aprovechar lo impredecible (Auftragstaktik).

La "niebla" y la fricción

Otro de los legados más perdurables de Clausewitz es su descripción de la guerra como un fenómeno marcado por la "fricción": esas pequeñas fallas, errores y circunstancias imprevistas que pueden cambiar el rumbo de una batalla. Este enfoque realista y crudo contrasta con los ideales de perfección que a menudo dominaban la literatura militar de su época. Para Clausewitz, la guerra nunca es limpia ni predecible, y reconocer esto es clave para entender su verdadera naturaleza, de ahí la niebla de la guerra (fog of war).

Relevancia moderna

Aunque escribió en el siglo XIX, Clausewitz sigue siendo una referencia ineludible en academias militares y círculos políticos de todo el mundo. Su énfasis en la interacción entre los objetivos políticos y las acciones militares resuena especialmente en un mundo donde los conflictos no solo se libran en campos de batalla tradicionales, sino también en arenas diplomáticas, económicas y cibernéticas.

Carl von Clausewitz no solo desentrañó la mecánica de la guerra; iluminó su esencia. Su obra invita no solo a los estrategas, sino a todos los pensadores, a reflexionar sobre la relación entre el conflicto y la condición humana, revelando que, en su núcleo, la guerra no es solo un choque de armas, sino un diálogo feroz y apasionado entre los objetivos humanos.


Seguidores de la obra de von Clausewitz

Varios teóricos y estrategas militares modernos han realizado contribuciones significativas al entendimiento de la guerra, ampliando o desafiando las teorías de Carl von Clausewitz. A continuación, se presentan algunas figuras clave:

  1. John Boyd: Conocido por su ciclo OODA (Observar, Orientar, Decidir, Actuar), las teorías de Boyd enfatizan la agilidad, la rapidez en la toma de decisiones y la adaptabilidad en las operaciones militares, especialmente en el combate aéreo. Sus ideas sobre la guerra de maniobras y los ciclos de decisión han influido en las tácticas militares modernas, particularmente en el contexto de la guerra impulsada por la tecnología moderna.

  2. Martin van Creveld: En su libro "The Transformation of War", desafía la visión centrada en el Estado de la guerra descrita por Clausewitz. Van Creveld sostiene que la guerra moderna ha cambiado de los conflictos entre Estados-nación a la guerra irregular, donde los actores no estatales y las tácticas de guerrilla juegan un papel más central. Esta teoría ha cobrado importancia con el aumento de las insurgencias y el terrorismo.


     

  3. Colin S. Gray: Como estratega, Gray ha escrito extensamente sobre el concepto de cultura estratégica, y sus obras argumentan la necesidad de una comprensión integral de la guerra que incluya tanto los niveles operativos como estratégicos. Ofrece críticas y expansiones sobre las teorías de Clausewitz, destacando la importancia de los factores culturales y psicológicos en la guerra.


     

  4. Antoine Bousquet: En su libro "The Scientific Way of Warfare", Bousquet proporciona un marco moderno para comprender la guerra en términos de teoría de sistemas y cibernética, una desviación de la visión más mecanicista de Clausewitz sobre la guerra. Bousquet examina cómo el avance de la tecnología de la información y la guerra en red ha cambiado la naturaleza de la estrategia militar.

     


  5. David Kilcullen: Experto en contrainsurgencia, el trabajo de Kilcullen en libros como "The Accidental Guerrilla" y "Counterinsurgency" ofrece ideas sobre los conflictos modernos donde los actores no estatales y las insurgencias son predominantes. Sus ideas sobre la estrategia de contrainsurgencia proporcionan una actualización práctica a las teorías de Clausewitz en el contexto de la guerra del siglo XXI.

     


Estos teóricos han abordado diferentes aspectos de la guerra moderna, como la toma de decisiones, la guerra irregular y la influencia de las nuevas tecnologías, áreas que amplían o se desvían de la obra fundamental de Clausewitz De la Guerra.

Aquí te incluyo los enlaces a las páginas de los libros mencionados:

  1. John Boyd - OODA Loop
  2. Martin van Creveld - The Transformation of War
  3. Colin S. Gray - The Future of Strategy
  4. Antoine Bousquet - The Scientific Way of Warfare
  5. David Kilcullen - The Accidental Guerrilla

Si necesitas más detalles o enlaces directos a versiones digitales específicas, se pueden publicar más a pedido en los comentarios.

sábado, 28 de octubre de 2023

Operación Tabarin para alejar el control argentino de Malvinas en la SGM

Imágenes de una operación de alto secreto de la SGM a la Antártida para establecer bases y mantener a Argentina fuera de las Malvinas



George Winston || War History Online


Base A, Port Lockroy, establecida el 11 de febrero de 1944. (Fotógrafo: Ivan Mackenzie Lamb, 1944; Reproducido por cortesía del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19/1 / A119). Copyright: Crown (caducado).



Es fácil imaginar todas las batallas acaloradas del Teatro Europeo de la Segunda Guerra Mundial que tienen lugar en Francia, Bélgica o África del Norte, todas las campañas discutidas en la clase de historia en la escuela.

Pero también tuvieron lugar otras operaciones. Algunos no fueron conocidos en absoluto durante los años de guerra, porque los gobiernos o la prensa no los mencionaron abiertamente.

En un paisaje helado y árido en la Antártida, la "Operación Tabarin" tuvo lugar entre 1943 y 1946. Fue tan importante, a su manera, como cualquiera de las infames batallas que ocurrieron en Europa y el norte de África. Simplemente sucedió "por debajo del radar" y no se habló de ella una vez que se empezó.

Los aliados se preocupaban continuamente por el acceso del enemigo a las rutas de navegación y otras aguas. Eso también era cierto en la Antártida y sus alrededores, donde Gran Bretaña tenía una gran participación en el territorio que había reclamado a principios del siglo XIX. Argentina había comenzado a hacer valer los derechos de las Islas Malvinas plantando su bandera en la Isla Decepción en 1942.


Ubicación de la Isla Decepción en las Islas Shetland del Sur. Foto: Apcbg CC BY-SA 3.0

En consecuencia, Winston Churchill propuso una operación secreta cuyo propósito era doble:
  • vigilar los barcos enemigos que llegan al territorio de Gran Bretaña en la Antártida y 
  • garantizar la autoridad de Inglaterra sobre las Islas Malvinas para proteger el área de Argentina. 
Gran Bretaña tenía la intención de dejar en claro que todavía tenía autoridad en el área, particularmente en las Islas Malvinas.

El equipo de 14 hombres de la Operación Tabarin incluyó a un científico del Museo Británico, y sus diarios acaban de ser publicados en un nuevo libro, The Secret South. El libro detalla la operación, el establecimiento de diferentes bases y las luchas y alegrías de un viaje tan arduo.

 
Descarga de tiendas para establecer la Base A en Port Lockroy, 1944. (Fotógrafo: Ivan Mackenzie Lamb; Reproducido por cortesía del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19/1 / A1 / 29). Copyright: Crown (caducado).

Algunos historiadores ven la Operación Tabarin como la expedición más singularmente vital jamás realizada por Gran Bretaña para continuar su investigación sobre la Antártida y sus recursos. Condujo al establecimiento de una instalación de investigación de vanguardia que examinó la geografía, el clima y otras ciencias naturales.

El líder de la operación, James Marr, era un zoólogo marino. Él y el gobierno británico reclutaron a otros hombres para el viaje cuyos talentos y habilidades se prestaron a los objetivos de la expedición.

 
Cdr James Marr, RNVR, líder de Tabarin, 1943-44. (Fotógrafo: Ivan Mackenzie Lamb; Reproducido por cortesía del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19/1 / A7). Copyright: Crown (caducado).

Ivan Mackenzie Lamb fue uno de esos hombres aventureros. Se unió a los largos e intensos viajes en trineo a través de la isla Wiencke y a otro viaje de 800 millas alrededor de la isla James Ross. Lamb contribuyó directamente al establecimiento de bases tripuladas en Deception Island, Hope Bay y Goudier Island. Las bases se erigieron lentamente durante el período de dos años del viaje.

 
Capitán Andrew Taylor RCE, topógrafo y líder de expedición durante el segundo año de Tabarin. Taylor asumió el mando con muy poca antelación y fue instrumental en el éxito de la temporada 1945-46. (Fotógrafo: Ivan Mackenzie Lamb; Reproducido por cortesía del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19/1 / A8 / 0). Copyright: Crown (caducado).

Las fotografías de Lamb en The Secret South revelan la camaradería, y las tribulaciones, de una tarea tan difícil. Pero los editores del libro señalan que, además de su habilidad detrás de la cámara y su experiencia científica como botánico, Lamb aportó algo más al viaje:

"De alguna manera", escriben, "quizás los [aspectos] más importantes del carácter de Lamb, al menos cuando se juzga en el contexto peculiar de una expedición polar, fueron su empatía y amabilidad".


Victor Marchesi, capitán del barco de apoyo a la expedición, HMS William Scoresby, y el segundo al mando. (Fotógrafo: Michael Sadler; Reproducido por cortesía del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19/2 / E402 / 43a) Copyright: Crown (caducado).

El gobierno británico insistió en que su preocupación por los barcos enemigos que perturbaban las líneas de suministro era la única razón de la expedición. Sin embargo, eso no era del todo cierto.

También le preocupaba la insistencia de Argentina en que las Islas Malvinas eran su territorio legítimo. La Operación Tabarin ayudaría a asegurar los derechos de Gran Bretaña en la Antártida y las Malvinas estableciendo bases permanentes y tripuladas.


Norman Marshall (zoólogo) trabajando en el laboratorio de la Base D, Hope Bay, 1945. (Fotógrafo: Ivan Mackenzie Lamb; Reproducido por cortesía del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19/1 / D194). Copyright: Crown (caducado).

De hecho, esta operación secreta sería una de las razones por las que Gran Bretaña y Argentina se enfrentaron en 1982 durante un conflicto de 10 semanas llamado Guerra de las Malvinas, aunque ninguna de las partes declaró formalmente la guerra. Aún así, el asunto nunca se ha resuelto: cada país todavía cree que el territorio es legítimamente suyo.

Los diarios de Lamb, publicados 70 años después de su viaje a la Antártida, revelan otro capítulo más en las operaciones hasta ahora desconocidas llevadas a cabo por los Aliados para disuadir a los alemanes en cada punto de acceso. Ningún barco enemigo se acercó mientras los hombres estaban allí, y Lamb regresó a Gran Bretaña cuando expiró su contrato de dos años.


William Scoresby acercándose a la Isla Decepción, 1944. (Fotógrafo: James Edward Farrington, operador de radio; cortesía reproducida del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19 / 1A / 201/3). Copyright: Crown (caducado).

Los editores también señalan: "Cualesquiera que sean los objetivos quijotescos que lo motivaron a unirse a la expedición, no puede haber ninguna duda sobre la contribución de Lamb al éxito de la Operación Tabarin".


Tapa del libro.

El libro The Secret South: A Tale of Operation Tabarin ya está disponible en Amazon.