sábado, 20 de julio de 2024
martes, 4 de junio de 2024
Argentina: Nueva escala salarial en las FF.AA.
El Gobierno oficializó las escalas salariales que recibirán los miembros de las Fuerzas Armadas en el mes de junio.
El Cronista
La decisión se oficializó a través de la Resolución Conjunta 14/2024 publicada el pasado 4 de abril en el Boletín Oficial con la firma de los ministros de Defensa, Luis Petri, y Economía, Luis Caputo.
Los haberes que las Fuerzas Armadas recibirán en junio serán los mismos que los de abril, mes en que recibieron un aumento de 21%.
En su momento, junto a esta suba, el Gobierno también definió las nuevas escalas salariales para la Policía Federal, Gendarmería, Prefectura, la Policía de Seguridad Aeroportuaria, el Servicio Penitenciario y la Policía de Establecimientos Navales.
Sueldos de las Fuerzas Armadas en junio: cuánto cobran la Marina, el Ejército y la Fuerza Aérea este mes
Este fue el segundo aumento consecutivo que recibieron las Fuerzas Armadas en lo que va del año: a fines de enero se había anunciado una suba del 16% y en abril un incremento del 21%.
Sueldos de las Fuerzas Armadas: todas las escalas para junio 2024
En el anexo de la Resolución Conjunta 14/2024, las carteras de Defensa y Economía detallan las escalas salariales correspondientes al haber mensual de junio para el Personal Militar de las Fuerzas Armadas.
A continuación, todas las escalas para el Ejército, la Marina (Armada) y la Fuerza Aérea:
Fuerzas Armadas - grado Haber mensual a partir del 1° de junio
Teniente General, Almirante, Brigadier General $ 1.797.729
General de División, Vicealmirante, Brigadier Mayor $ 1.603.177
General de Brigada, Contralmirante, Brigadier $ 1.460.655
Coronel, Capitán de Navío, Comodoro $ 1.279.406
Teniente Coronel, Capitán de Fragata, Vicecomodoro $ 1.112.380
Mayor, Capitán de Corbeta $ 876.371
Capitán, Teniente de Navío $ 725.809
Teniente Primero, Teniente de Fragata, Primer Teniente $ 645.564
Teniente, Teniente de Corbeta $ 581.997
Subteniente, Guardiamarina, Alférez $ 527.099
Suboficial Mayor $ 898.864
Suboficial Principal $ 796.863
Sargento Ayudante, Suboficial Primero, Suboficial Ayudante $ 706.430
Sargento Primero, Suboficial Segundo, Suboficial Auxiliar $ 621.383
Sargento, Cabo Principal $ 557.862
Cabo Primero $ 500.648
Cabo, Cabo Segundo $ 463.379
Voluntario 1ra., Marinero 1ra. $ 422.075
Voluntario 2da., Marinero 2da. $ 390.591
Sueldos de la Policía Naval: todas las escalas para junio 2024
La normativa también abarca a los trabajadores del Personal de la Policía de Establecimientos Navales. Todas las escalas:
miércoles, 17 de abril de 2024
Vida militar: Tips para una carrera militar exitosa
7 consejos para una carrera militar exitosa
¿Cómo construir una carrera militar?
Construir una carrera sólida en el ejército es uno de los mayores desafíos que enfrentará. El uniforme no es solo un honor sino también una responsabilidad. Si desea aprovecharlo al máximo y estar a la altura de las expectativas y requisitos del uniforme, estos consejos lo guiarán.Presta atención
Debes entender que ya no estás aquí como aficionado. Una carrera militar requiere sangre, sudor y lágrimas. Con eso, también debes tragarte tu orgullo. Comprenda que, aunque sepa lo básico, las fuerzas requieren experiencia, no lo básico. Así que guarde todos los detalles que le diga su superior. Nunca andes discutiendo. Es un campo autocrático donde los mejores tienden a recibir órdenes asintiendo con la cabeza y haciendo con atención todo lo que debe hacer un militar.El campo es muy competitivo, y para destacar hay que prestar mucha atención a todo. Tus superiores deben sentir que estás un paso por delante de tus alistados. Para parecer calificado, debe demostrar su valía. Conseguir un ascenso a un nivel superior no se trata solo de la sensación de superioridad de que eres una persona que busca lo que quiere.
Trate de tener algunos conocimientos usted mismo también. Si ya está inscrito en un curso de la universidad militar, es posible que en ocasiones pongan a prueba sus habilidades de escritura. Con ejercicios y capacitación para la acción adecuada, es posible que no encuentre tiempo para trabajar en los artículos, por lo que la forma más innovadora de hacerlo es pagarle a alguien para que escriba su ensayo. Obtendrá una calificación y ahorrará tiempo para la práctica y el entrenamiento.
La educación y las certificaciones importan ... Punto
La carrera profesional tiene más que ver con el esfuerzo físico, y el coraje ciertamente no significa que no se eduque sobre ello. Para crecer en cualquier carrera, debes tener un conocimiento completo de ella; lo mismo ocurre con las carreras militares. Los cursos relacionados con su trayectoria profesional lo pondrán en el asiento del conductor y podrá conducir hacia el éxito rápidamente. Las certificaciones son esenciales, ya que demuestran que tiene las habilidades necesarias y está actualizado con todos los desarrollos, y está más que listo para cubrir las áreas inexploradas de la experiencia militar.No, no es una pérdida de tiempo porque no hay forma de que aprendas todo sobre la carrera al principio. Tienes que desarrollar tu conocimiento sobre lo que haces en el ejército. Nadie vendrá a dártelo con cuchara, especialmente cuando todos están ocupados siguiendo órdenes de los superiores y quieren estar a la cabeza. Está solo a menos que elija otro curso y haga de su educación su compañero en el viaje.
¿Cómo construir una carrera militar?
Si confía en la facilidad que ofrecen las promociones gratuitas, tenemos noticias para usted. Terminan después de que borra su E-4. Después de eso, debes demostrar tu valía a los militares. Asegúrate de que crean en ti y consideren que mereces la confianza que una nación entera deposita en la fuerza. Comience a estudiar para sus exámenes de calificación y tome cursos civiles y por correspondencia en la universidad para ayudarlo.Seguir las órdenes
Cumplir con las órdenes es algo que tendrás que hacer durante mucho tiempo en el ejército. Nuestros consejos sobre el ejército están incompletos sin animar a los novatos a cumplir con las órdenes dadas por los superiores. Tienen más experiencia que tú y siempre hay algo de sabiduría detrás de lo que te piden que hagas. Para tener éxito, debes aprender a dejar de lado tus ideas y entrenamiento anteriores si contradice las órdenes de tus superiores en las etapas iniciales de tu ejército. Es porque hay tantas cosas de las que no se da cuenta en este momento que necesita orientación y no puede tomar el asunto por completo en sus manos.Para conseguir el mejor trabajo militar, debes seguir a quienes han estado en tu lugar. Otro factor crítico es que debe tener en cuenta que un nivel básico no es una interpretación adecuada de lo que podría encontrar en el campo real. Es muy diferente de lo que espera en un nivel más pequeño de la jerarquía. El ejército es el verdadero negocio ahora, y seguir las instrucciones y acatar las órdenes te llevará muy lejos.
Administre su atención médica ... por primera vez
Los datos médicos y dentales sólidos son cruciales para usted, incluso si desea el trabajo más fácil del ejército. El ejército es muy particular en mantener a las personas sanas alrededor, ya que necesitan luchar por la nación. Si los soldados y oficiales enferman continuamente debido a debilidades médicas, ¿cómo defenderán a un país entero? Sea una persona inteligente y acuda a un chequeo médico completo antes de que su comandante sospeche.Asegúrese de cumplir con lo siguiente:
- Documentar todo, escanearlo y guardarlo;
- Envíe su paquete de copia impresa al VA antes de que lo llamen ellos mismos;
- Estar un paso por delante de las autoridades en los chequeos médicos para saber si hay algo grave;
- Si algo no va bien, empiece a tomar medicamentos, despídase y hágalo operar por un tiempo un asunto bastante serio. No se siente y espere a que empeore.
Mantente informado
Un individuo desinformado es tan bueno como nada cuando se trata de construir una carrera sólida y exitosa. Si está informado mientras está en el ejército, puede tomar mejores decisiones y ayudarse a destacarse entre la multitud con sus habilidades y desempeño. Un oficial informado sabe hacia dónde dirigir sus acciones. También puede decidir qué hacer después del ejército cuando esté atento a los cambios. Cada calificación que necesita le demuestra al ejército que vale la pena mantenerlo en la fuerza.lunes, 5 de septiembre de 2022
Fuerzas Armadas: El arma como herramienta de la paz y el orden
sábado, 13 de agosto de 2022
Revolución Libertadora: La planificación
Así se gestó la Revolución Libertadora, el golpe de Estado que nació después de las bombas
El bombardeo sobre la Plaza de Mayo dejó expuesto a un Perón errático. Al principio intentó una política “de pacificación” con los opositores, que fue rechazada, y luego mutó hacia el amenazante “5x1”. Y los motivos por qué, aún con la sublevación del general Lonardi cercada, decidió entregar el poder
Por Marcelo Larraquy || Infobae
El viernes 16 de septiembre de 1955, las tropas del general Eduardo Lonardi ocuparon las guarniciones de Córdoba. Tenía la intención de que, una vez que controlara esa ciudad, la rebelión se extendería por Santa Fe y el río Paraná y luego, tras el bloqueo naval al río de la Plata, se iniciaría el asalto final a Buenos Aires. Suponía que en dos días la insurrección lograría su objetivo: derrocar a Perón.
A Lonardi, que había viajado en un micro nocturno hacia Córdoba para iniciar el complot, le tomó ocho horas tomar la Escuela de Artillería, mientras el resto de las tropas del plan rebelde combatían con mayor o menor fortuna en otras guarniciones del país.
En Buenos Aires, Perón analizó la situación en el Ministerio de Guerra con el general Franklin Lucero y un grupo de generales, y dejó en sus manos la represión a las hostilidades. Durante el fin de semana, Lonardi tenía dificultades para desplazar las tropas hacia otras provincias, donde le reclamaban refuerzos, y estaba cada vez más cercado por el Ejército leal.
El golpe parecía un intento fallido que no lograría conmover la estabilidad de Perón en el poder. Pero la resolución se demoraba.
Tres meses antes
Las bases de sustento del golpe de Estado estaban creciendo de manera crucial en los meses previos. El 16 de junio fue el punto de quiebre. El bombardeo estremeció a Perón. Al día siguiente, no promovió un entierro colectivo, ni colocó a los muertos como bandera de combate. Incluso le ordenó a la prensa oficialista que moderara su estupor ante la masacre.
En su discurso posterior, invitó a tomar el bombardeo como una “lección al pueblo argentino”, para abandonar los caminos de la violencia y retomar los del orden, la ley y la tranquilidad pública. “Nuestros enemigos cobardes y traidores merecen nuestros respeto, pero también merecen nuestro perdón. Por eso, pido serenidad una vez más”, dijo.
La sublevación, ese día, no pudo tomar el poder. En términos militares, fracasó. Pero el poder político de Perón fue alcanzado por las bombas. El 16 de junio había sido un ensayo. La conspiración no se detendría.
Dos días después de que centenares de personas fueran muertas por la marina rebelde, el diario La Nación tituló: “Gran tranquilidad pública”. Valoró la mesura del discurso de Perón después de las bombas e interpretó el fuego aéreo contra la población civil como una consecuencia “algo natural” en las confrontaciones políticas.
El Congreso realizó una sesión de repudio al ataque, pero el radicalismo no participó.
En un comunicado, informó que el bombardeo era el corolario de las políticas de Perón. Exaltó la culpabilidad del Presidente, pero excluyó la del poder naval sublevado, que había lanzado las bombas.
Un intento de paz que se desvanece
Perón intentó un plan de conciliación con la oposición. Ordenó que se restauraran los templos incendiados y purgó de su gabinete a las figuras más expuestas en la política anticlerical. También intentó reconciliarse con el empresariado.
Un mes y medio después del bombardeo, anunció que se había logrado la independencia económica y la reforma de la Constitución y, si bien quedaba mucho por hacer, daba por concluido el “período revolucionario” del gobierno. “No vamos a seguir peleando con las sombras ni con nadie”, expresó en la sede de la central obrera.
Perón también buscó distender la relación con los partidos políticos. Echó a Raúl Apold, su secretario de Medios, y, por primera vez en diez años, se escuchó la voz de la oposición en las radios del Estado.
El líder radical Arturo Frondizi rechazó la conciliación. Consideraba al peronismo responsable de los “sucesos trágicos” del 16 de junio. En forma cada vez menos implícita, la UCR avalaba su derrocamiento. Otros partidos, el conservador y la democracia progresista, en cambio, reclamaron la renuncia de Perón y una “amnistía política” para los marinos detenidos tras los bombardeos.
La iniciativa pacificadora de Perón fue recibida con escepticismo por la oposición.
Por un lado, había grupos de civiles y militares, las fuerzas conservadoras con las que había confrontado Evita, que deseaban terminar con su gobierno, extirpar a las masas de la movilización política y revertir la distribución de ingresos que había perjudicado sus intereses a lo largo de diez años.
Por otra parte, los partidos políticos, que ponían énfasis en las libertades civiles antes que en los intereses económicos corporativos, no confiaban en la nueva versión pacificadora de Perón.
En el resumen de lo actuado en sus dos gobiernos, habían denunciado la utilización de la policía como una “fuerza de choque paralela”, sus torturas, el encarcelamiento a los opositores, la clausura de diarios, el veto a la expresión disidente, la destrucción del gremialismo no peronista, el despojo de los bienes de los partidos políticos.
Y la lista seguía: la corrupción de sus colaboradores, los negociados, el favoritismo para los empresarios del poder, la falta de empleo estatal para los que no estaban afiliados al partido, la expulsión de los docentes no peronistas de las universidades.
La política de “pacificación” se agotó apenas inició su camino. Entonces, Perón modificó el escenario y retomó la ofensiva. A un mes y medio del bombardeo, hizo pública su renuncia al gobierno. Ni siquiera su renuncia, su “retiro”. La táctica obtuvo los resultados imaginables: los dirigentes peronistas la rechazaron y al día siguiente la CGT convocó a un paro con movilización a la Plaza de Mayo.
“Y cuando uno de los nuestros caiga…”
Toda la calma que Perón había promovido en los días posteriores a la masacre para reducir la tensión política y las propuestas de negociación fueron dejadas de lado. En venganza a ese pedido de “tregua” estatal no escuchado, auguró el devenir de la violencia. El 31 de agosto de 1955, desde el balcón de la Casa Rosada, dijo:
“Desde ya, establecemos como una conducta permanente para nuestro movimiento: aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden en contra de las autoridades constituidas, o en contra de la ley o la Constitución, puede ser muerto por cualquier argentino. [...] La consigna para todo peronista, esté aislado o esté dentro de una organización, es contestar a una acción violenta con otra más violenta. ¡Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos!”
El “cinco por uno” se convirtió en el símbolo de su ira, pero, más que de su ira, de su impotencia.
Prisionero de su debilidad y del agotamiento del proyecto de gobierno, Perón intentó atemorizar con palabras a una oposición que no detenía los planes de conspiración ni tampoco se asustaba. El final de la política de conciliación no se tradujo en violencia de hecho. Las masas obreras volvieron a sus casas como cualquier otra jornada de fiesta peronista. No hubo ataques ni incendios, pero todos los puentes con la oposición se habían roto.
La CGT ofreció al jefe del Ejército, general Lucero, el servicio armado de sus afiliados para la defensa del gobierno. Eran seis millones. Otros grupos peronistas pidieron ametralladoras para enfrentar una nueva rebelión. Perón desalentó la formación de “milicias populares”. No deseaba una resolución del conflicto con el pueblo en armas con enfrentamientos callejeros contra grupos civiles y militares rebeldes.
Perón jamás había promovido al pueblo a la lucha. Hasta ese momento, el peronismo no tenía experiencia de lucha. Además, si armaba a la clase trabajadora, ¿quién le quitaría las armas después?
Los sectores golpistas de las Fuerzas Armadas creían que la formación de las milicias peronistas era inminente. Y si no lo creían, lo decían. Era un argumento para sumar fuerzas a la rebelión. La quema de iglesias y la violencia discursiva de Perón fueron disparadores para la organización de un nuevo alzamiento.
El general Lonardi activa una nueva sublevación
El 2 de septiembre, el general Dalmiro Videla Balaguer, que había recibido la medalla a la “lealtad peronista” por su actuación en el bombardeo de junio, intentó sublevar la guarnición militar de Río Cuarto, en Córdoba, junto con otros cinco oficiales. El movimiento fracasó, se fugaron y no pudieron ser capturados. Fue el primer indicio.
Perón no depuró de las filas castrenses a los sectores golpistas, tampoco realizó una reestructuración que favoreciera a los suboficiales que se mantenían leales a su mando.
Uno de los focos de la conspiración lo lideraba el general retirado Eduardo Lonardi, que ya se había levantado contra Perón en 1951. Permaneció casi un año en prisión.
Pero entre ellos había un antecedente más personal: en 1937, mientras servía en la agregaduría militar de la embajada en Santiago de Chile, el mayor Perón había tendido una red de espionaje que le proveía información sobre movimientos de tropas y compras de armas del ejército local. La red fue descubierta cuando él ya había abandonado la embajada y el caso estalló en las manos de su reemplazante, el mayor Lonardi, quien fue deportado de Chile por orden del presidente Arturo Alessandri Palma.
Lonardi representaba a sectores nacionalistas y católicos del Ejército. Fue el coronel Arturo Arana Ossorio, de Artillería, católico y también rebelde en el ‘51, quien lo entusiasmó para liderar la sublevación.
El 16 de septiembre de 1955, Lonardi tomó las escuelas militares de Córdoba. Los comandos civiles armados acompañaron su misión. El último bastión fue la policía local, que no se rindió y enfrentó a los insubordinados. Para la Marina, el alzamiento no resultó sencillo. Tomaron la base de Puerto Belgrano, en Bahía Blanca, pero el avance sobre la de Río Santiago, en La Plata, fue rechazado por el fuego de la Artillería y la Aeronáutica leales.
El general Pedro Eugenio Aramburu, que dudó en un primer momento de colocarse al frente del movimiento militar, viajó a Curuzú Cuatiá, en Corrientes, para tomar un regimiento. Al llegar tarde, su objetivo fracasó. Entonces huyó y dejó a la deriva a las tropas sublevadas.
Dos días después del alzamiento, los rebeldes estaban acorralados. En Córdoba, diez mil hombres de las tropas leales habían recuperado el aeropuerto. La base de Río Santiago también había sido recuperada. Las guarniciones de Capital Federal no se habían levantado. Lonardi estaba a punto de rendirse.
Solo la Marina de Guerra alzada, que había bombardeado la destilería de petróleo de Mar del Plata y amenazaba con continuar el ataque sobre los depósitos de La Plata, Dock Sud y Capital Federal, daba un poco de aliento al plan rebelde.
Perón renuncia al gobierno
Pese al cuadro militar favorable, el día 19 de septiembre, Perón renunció con un mensaje ambiguo, que el general Lucero transmitió por la cadena oficial, para asegurar una “solución pacífica”. Algunos oficiales le pidieron continuar la lucha, pero el jefe de Estado no varió su posición. Delegó el poder en una junta de generales, que se vio obligada a pedir una tregua a los insurrectos cuando estaban a punto de dar por finalizada su sublevación.
Al día siguiente, la junta parlamentó con el almirante Isaac Rojas en un buque de guerra y acordaron la cesión del poder.
Si Perón esperaba que su decisión generara un nuevo 17 de octubre y la indignación popular lo repusiera en el poder, el cálculo político falló.
Algunos grupos sindicales habían reclamado armas para defender al gobierno —que les fueron negadas—, pero la nueva conspiración militar no desencadenó un estado de movilización en el peronismo. La CGT se mantuvo a la expectativa. Lo mismo sucedió en el Ejército. La mayoría de los oficiales estaban decepcionados con Perón —en especial por la quema de las iglesias—, pero no promovieron su derrocamiento porque se sentían ajenos a las luchas políticas. Sumidos en la incertidumbre, los leales, o mejor dicho, los “legalistas”, demoraron la tarea: habían reprimido sin convicción.
El 21 de septiembre de 1955 Lonardi asumió como “presidente provisional” de los argentinos y dos días después ingresó en la Casa Rosada. La Plaza de Mayo fue desbordada por el festejo. Perón se había embarcado en un buque de guerra paraguayo y emprendió viaje hacia ese país. No quería sentirse responsable de una guerra civil. Abandonó el poder y no hizo nada, ni dejó que nadie lo hiciese, por Evita. El padre Hernán Benítez le pidió unas líneas de autorización para que la madre retirara el cadáver embalsamado de su hija del salón de la CGT. No se las concedió.
Después de amenazar con lanzar al pueblo a la calle, con armas de cualquier tipo, para aniquilar a los “traidores que se levantaron contra el gobierno”, la CGT invocó la paz de los espíritus y la grandeza de la Nación, para sentarse a negociar con el general Eduardo Lonardi.
El llamado cegetista no atenuó las movilizaciones en defensa de Perón. En Rosario, el Ejército actuó con carros blindados y caballos, mientras lanzaba latas con gases lacrimógenos desde avionetas para neutralizar la resistencia y retener el control de la ciudad. Hubo enfrentamientos callejeros con muertos y heridos.
En Berisso, Ensenada y otras concentraciones populares que habían abrazado al peronismo desde su origen, las fuerzas de seguridad también fueron desafiadas. Pero se trató de reacciones espontáneas, movimientos de inercia de grupos sin coordinación entre ellos que no podían revertir el hecho concreto: huérfano de conducción tras diez años de permanencia en el poder, el peronismo derrotado no ofreció una respuesta de conjunto para enfrentar el golpe militar.
Todo el imaginario de “los días felices”, la obra histórica de Perón que permitió el ascenso social de la clase trabajadora, que trascendía el nepotismo o la corrupción administrativa, fue impugnado desde el Estado.
El poder militar caracterizó la década peronista como “el período más negro de la historia argentina”. Pero el peronismo, según el discurso castrense ya era parte del pasado. El país iniciaba una etapa fundacional.
Aun así, el presidente de facto Lonardi intentó incorporar a los vencidos para consolidar su proyecto de poder. Convocó a la CGT. Le prometió elecciones internas en seis meses y que no modificaría la Ley de Asociaciones Profesionales, ni se perderían los beneficios sociales. Incluso se comprometió a desautorizar a los comandos civiles que, con el respaldo de la Armada, tomaban por asalto las sedes sindicales, detenían a dirigentes y apaleaban a los obreros. Los comandos se habían desatado. Habían reclamado libertad y derechos humanos, pero promovieron la venganza. Ingresaban en todo establecimiento —hospitalario, social, benéfico— que tuviera la inscripción “Fundación Eva Perón” para saquearlo.
La delicada intervención de Lonardi en el cuerpo social peronista, propia de su pensamiento católico moderado, no obtuvo el respaldo de las Fuerzas Armadas. Consideraban que tenía un programa político demasiado generoso con el enemigo.
Los militares no tenían voluntad de adaptarse a un plan de conciliación. Le reconocían a Lonardi su calidad humana y moral, pero consideraban que no había entendido el problema. En la lucha contra el peronismo, había vencedores y había vencidos. No había empates. Lonardi se negaba a reprimir y a disolver al peronismo. En resumen: no reflejaba el “verdadero espíritu de la revolución”.
El 13 de noviembre de 1955 se produjo el golpe de Estado dentro del Estado. Lonardi fue desplazado. El general Pedro Eugenio Aramburu asumió la presidencia y el vicealmirante Isaac Rojas, la vicepresidencia; ambos unidos por el ánimo de desmontar el aparato peronista. Se iniciaba una política de represión sin pudores contra los trabajadores. La Revolución Libertadora iniciaba su derrotero.
Marcelo Larraquy es periodista e historiador (UBA)
domingo, 8 de mayo de 2022
Rhodesia: Sus fuerzas de seguridad y defensa
Las fuerzas de seguridad de Rhodesia
Parte 1 || Parte 2 || Parte 3Weapons and Warfare
Las fuerzas armadas de Rhodesia ganaron prácticamente todas las batallas y escaramuzas que libraron contra los ejércitos guerrilleros, pero perdieron la guerra. En julio de 1977, el ministro de Relaciones Exteriores PK van der Byl dijo sobre la resolución de los rodesianos blancos de nunca vivir bajo un régimen guerrillero: "Contestaremos cada colina y cada río, cada pueblo y cada ciudad, cada cruce de caminos y cada puente". La inclinación de Van der Byl por la retórica de Churchill era famosa, pero su declaración personificó los objetivos de la guerra de los rodesianos contra los nacionalistas: nunca entregar su poder político, social y económico al gobierno de la mayoría negra. Sin embargo, la guerra estaba perdida y en abril de 1980 las guerrillas tomaron las riendas del poder por las que habían luchado durante tanto tiempo.
La historia de las fuerzas armadas de Rhodesia durante la guerra civil es una de brillantez táctica e ineptitud estratégica. Rara vez en la historia militar, tropas tan escasas, obstaculizadas por limitaciones crónicas de mano de obra, entrenamiento, equipo y finanzas, lograron éxitos tan consistentes contra las fuerzas enemigas que disfrutaron de la iniciativa táctica y estratégica durante la mayor parte de la guerra y, a menudo, alcanzaron la paridad numérica en el campo. Pero la obsesión de Rhodesia por las tácticas exitosas creó una ceguera fatal ante los imperativos estratégicos de una guerra revolucionaria prolongada como la que estaban librando las guerrillas.
Las primeras etapas de la guerra se libraron con las fuerzas armadas de la misma manera que lo habían sido en la desintegración de la Federación. La temeridad de la estrategia y las tácticas iniciales de las guerrillas no requerían la expansión de las fuerzas armadas ni la movilización de reservas mucho más allá de los niveles de tiempos de paz. Hasta 1972, la mayor parte de las operaciones de contrainsurgencia estuvo a cargo de la Policía Británica de Sudáfrica, el RAR, la Infantería Ligera de Rhodesia y la Real Fuerza Aérea de Rhodesia (la 'Royal' se abandonó en 1970 cuando Rhodesia se convirtió en república). Las fuerzas de reserva ayudaron de vez en cuando, pero no asumieron la importancia de años posteriores.
Las operaciones de contrainsurgencia se concibieron originalmente como una 'acción policial', en la que el ejército ayudaba al poder civil contra lo que se caracterizaba como criminales con motivaciones políticas. Los guerrilleros eran juzgados y condenados por los tribunales civiles y eran encarcelados o ejecutados mediante la misma maquinaria que los delincuentes comunes. Esto preservó la ficción de que el gobierno estaba librando una campaña contra elementos criminales violentos en lugar de una guerra civil incipiente, pero a pesar de su utilidad política, esta actitud ignoró las realidades del conflicto. La policía era responsable de la meticulosa recopilación de pruebas y la preparación de expedientes penales. Fue solo en 1978-9 que las áreas descontentas fueron puestas bajo la ley marcial y los tribunales autorizados para tratar con los guerrilleros capturados.
Fuerzas regulares
Policía
En cierto sentido, era natural que el BSAP estuviera involucrado en las operaciones de contrainsurgencia desde el principio. La unidad (formada en parte por la anterior policía de la Compañía Británica de Sudáfrica) se formó en 1896 para combatir a los insurgentes shona y ndebele, y en 1897 fue casi la única responsable de acabar con los últimos focos de resistencia. A las autoridades de Rhodesia les gustaba jactarse de que, después de 1897, la policía no disparó y mató a un solo africano hasta el 26 de julio de 1960, durante los graves disturbios en Bulawayo. La fuerza se estructuró como un regimiento de caballería y su espíritu militar se mantuvo hasta la década de 1980. Aunque sus funciones se hicieron cada vez más civiles en las décadas sucesivas después de su fundación, nunca perdió por completo su papel paramilitar ni su espíritu militar, significado por el apodo de la fuerza, 'El Regimiento'.La policía regular, que contaba con unos 2000 blancos y 6000 negros en el punto álgido de la guerra, recibió largos períodos de entrenamiento de contrainsurgencia durante sus cursos de reclutamiento. Aunque la mayoría de los policías activos sirvieron a título civil, la mayoría de los rangos jóvenes blancos debían realizar recorridos periódicos en la Unidad Antiterrorista de la Policía (PATU), de lo contrario, esencialmente un elemento de reserva.
A medida que se intensificó la guerra, se expandió el papel de combate de la policía regular. La Unidad de Apoyo, apodada 'Botas Negras', se formó como una unidad de contrainsurgencia regular y finalmente se expandió hasta convertirse en un batallón de infantería ligera de agentes negros dirigidos por blancos. La unidad tuvo mucho éxito y, en ocasiones, obtuvo una tasa de muertes más alta que las formaciones regulares del ejército. Una guerra cada vez mayor alentó la proliferación de otras unidades policiales especializadas. La Rama Especial, inicialmente responsable de la investigación de delitos políticos y vigilancia encubierta, se diversificó hacia la recopilación de inteligencia de campo cuando absorbió la red policial de agentes e informantes 'Ground Coverage'. Una sección de la Rama Especial, los SB-Scouts, era una pequeña unidad de agentes de la Rama Especial, Selous Scouts y guerrilleros capturados que realizaban la recopilación de inteligencia más peligrosa y esotérica, así como operaciones clandestinas contra la infraestructura política y militar del enemigo. Una Unidad Montada de Policía, formada en 1976, fue un intento de aumentar la movilidad de las fuerzas policiales COIN, pero era una formación ingeniosa que seguía siendo de tamaño limitado. La explosión del robo de existencias, que formaba parte de la estrategia guerrillera de socavar la economía blanca y su sistema logístico, trajo consigo la creación de equipos especializados contra el robo de existencias. Su gran movilidad y crueldad en el trato con los ladrones de ganado, así como una sentencia de prisión obligatoria de nueve años por robo de ganado, solo tuvieron un éxito parcial en el control de este problema crónico para la comunidad agrícola blanca.
Como todas las fuerzas armadas, la policía padecía escasez de mano de obra de calidad. Esto se alivió en parte por la asignación de parte de las entradas del servicio nacional para cada año a partir de 1973 y la mayor responsabilidad de las unidades de reserva para ayudar a prevenir y detectar delitos en áreas urbanas y distritos rurales más seguros. También se confió cada vez más en los reclutas negros, que componían el rango y el archivo, y se ampliaron las responsabilidades de los oficiales blancos.
Ejército
Las unidades regulares del ejército proporcionaron la vanguardia de las fuerzas de seguridad de Rhodesia, y a finales de la década de 1970 asumieron el estatus de reserva estratégica y fuerza de choque. Todas las unidades regulares se expandieron considerablemente durante la guerra y llegaron a absorber porciones de las admisiones periódicas del servicio nacional de jóvenes blancos. Con el tiempo, estos militares nacionales formaron los elementos de reserva de las unidades regulares y fueron llamados a cumplir turnos de servicio con ellos.
Los Rhodesian African Rifles (que recibieron oficiales blancos del servicio nacional, pero ningún otro rango) se expandieron de una fuerza anterior a la UDI de un batallón a cuatro. El segundo se formó en 1974, el tercero en 1977 y el cuarto comenzó a reclutar en 1978. Solo el segundo disfrutó del entrenamiento y el respeto que los oficiales blancos otorgaron al primer batallón veterano. El cuarto batallón en realidad nunca funcionó correctamente, y para el final de la guerra, el establecimiento de entrenamiento RAR simplemente producía grandes cantidades de soldados negros para satisfacer las demandas insaciables de las fuerzas armadas de algún tipo de mano de obra capacitada para llenar los vacíos en la seguridad. desintegrando el control del campo por parte de las fuerzas armadas. Las tropas negras crudas se integraron con unidades de reserva blancas, que estaban disminuyendo debido a la emigración, para reforzar su fuerza y asimilar la experiencia de combate lo más rápido posible. En ese momento, algunos oficiales imaginaron un futuro ejército de Rhodesia en el que prácticamente todos los soldados blancos fueran oficiales o suboficiales al mando de un gran número de soldados negros, pero esto no sucedió antes del final de la guerra.Denunciar este anuncio
La Infantería Ligera de Rodesia finalmente alcanzó la fuerza completa del batallón a principios de los años setenta después de años de reclutamiento inadecuado. Fue impulsado por el alistamiento extranjero y los reclutas del servicio nacional en su estructura de comando (unidades del tamaño de una empresa). El RLI alcanzó notoriedad como una especie de Legión Extranjera del África Meridional a la que acudían mercenarios de todo el mundo. Las estimaciones del número total de extranjeros que habían servido en las fuerzas de Rhodesia oscilaron hasta 2.000, pero es más probable una cifra de 1.400. Una gran proporción de ellos se concentró en el Comando No. 3 del RLI. Aunque los guerrilleros pudieron hacer una gran cantidad de propaganda a partir del reclutamiento extranjero como medida de la depravación moral, política y militar del gobierno de Rhodesia, estos hombres eran más soldados de fortuna ideológicos que verdaderos mercenarios.
El Servicio Aéreo Especial también atrajo a extranjeros, aunque su duro curso de selección mantuvo a la unidad relativamente pequeña, con una alta proporción de rodesianos blancos en sus filas. Aunque Peter McAleese registra que en un momento a fines de la década de 1970, en el Escuadrón 'A', la mayoría de los 33 regulares eran extranjeros, esta cuenta excluyó a los rodesianos en el Territorial SAS. En operaciones externas, el SAS a menudo usaba uniformes enemigos, de modo que si un operador moría, especialmente si era extranjero, las autoridades podían repudiarlo oficialmente. La formación había languidecido después de la disolución de la Federación, su fuerza se redujo a tan solo 20, pero en 1978 los voluntarios (incluidos los militares nacionales) la llevaron a una fuerza de tres escuadrones. El Escuadrón 'C' SAS de Rhodesia se había formado para servir en Malaya junto con los Escuadrones 'A' y 'B' británicos. (Hasta el día de hoy, en el orbat británico del SAS, el Escuadrón 'C' permanece vacante en honor al elemento perdido de Rhodesia). El escuadrón del SAS de Rhodesia se convirtió más tarde en el Regimiento del Servicio Aéreo Especial 1 (Rhodesia). Un componente secreto era el Escuadrón 'D', formado por Comandos de Reconocimiento de las Fuerzas Especiales de Sudáfrica. En general, los 40 operadores sudafricanos preferían trabajar como una unidad distinta, a veces comandada por un coronel de la SADF, aunque también lucharon junto a los Selous Scouts y Rhodesian SAS en incursiones externas. A veces volaban a Salisbury en vuelos programados vestidos de civil, los recibían en el aeropuerto y luego se cambiaban al uniforme de Rhodesia. Estaban allí para aprender, tanto como para ayudar. ) El escuadrón Rhodesian SAS más tarde se convirtió en el 1 (Rhodesia) Special Air Service Regiment. Un componente secreto era el Escuadrón 'D', formado por Comandos de Reconocimiento de las Fuerzas Especiales de Sudáfrica. En general, los 40 operadores sudafricanos preferían trabajar como una unidad distinta, a veces comandada por un coronel de la SADF, aunque también lucharon junto a los Selous Scouts y Rhodesian SAS en incursiones externas. A veces volaban a Salisbury en vuelos programados vestidos de civil, los recibían en el aeropuerto y luego se cambiaban al uniforme de Rhodesia. Estaban allí para aprender, tanto como para ayudar. ) El escuadrón Rhodesian SAS más tarde se convirtió en el 1 (Rhodesia) Special Air Service Regiment. Un componente secreto era el Escuadrón 'D', formado por Comandos de Reconocimiento de las Fuerzas Especiales de Sudáfrica. En general, los 40 operadores sudafricanos preferían trabajar como una unidad distinta, a veces comandada por un coronel de la SADF, aunque también lucharon junto a los Selous Scouts y Rhodesian SAS en incursiones externas. A veces volaban a Salisbury en vuelos programados vestidos de civil, los recibían en el aeropuerto y luego se cambiaban al uniforme de Rhodesia. Estaban allí para aprender, tanto como para ayudar. aunque también lucharon junto a Selous Scouts y Rhodesian SAS en incursiones externas. A veces volaban a Salisbury en vuelos programados vestidos de civil, los recibían en el aeropuerto y luego se cambiaban al uniforme de Rhodesia. Estaban allí para aprender, tanto como para ayudar. aunque también lucharon junto a Selous Scouts y Rhodesian SAS en incursiones externas. A veces volaban a Salisbury en vuelos programados vestidos de civil, los recibían en el aeropuerto y luego se cambiaban al uniforme de Rhodesia. Estaban allí para aprender, tanto como para ayudar.
Dos nuevas unidades que surgieron durante la guerra fueron los Selous Scouts, que adoptaron el nombre cedido por el Regimiento de Vehículos Blindados, y los Grey's Scouts. Los Selous Scouts tomaron su nombre del conocido cazador del siglo XIX, Frederick Courteney Selous; Se dice que Henry Rider Haggard basó el personaje de Allan Quatermain en el mismo aventurero. Los Selous Scouts se formaron originalmente como una pequeña unidad de seguimiento especializada (llamada Unidad de combate de seguimiento) para brindar apoyo a otras unidades en operaciones COIN. Inicialmente había dos grupos, bajo la 2ª Brigada, con base en Kariba y Bindura. Pero las funciones de la unidad se multiplicaron, al igual que su tamaño, a tres tropas, luego un batallón completo de 1.000 oficiales y hombres, la mayoría de los cuales eran negros. Selous Scouts realizó operaciones clandestinas tanto dentro como fuera de las fronteras de Rhodesia. Se adjuntaron personas al servicio de inteligencia de Rhodesia para recopilar información de lugares tan lejanos como Tanzania y Angola. Un Selous Scout se convirtió en el soldado de Rhodesia más distinguido y condecorado. El Capitán Chris Schulenburg, un sudafricano conocido como Schulie, generalmente con un solo Scout negro, realizó hazañas de reconocimiento terrestre de largo alcance sin precedentes en la contrainsurgencia moderna. (La historia completa de este modesto oficial se contó en The Selous Scouts: Top Secret War). La Tropa de apoyo de los Scouts actuó como infantería de asalto en incursiones a países vecinos, aunque nunca fue tan eficaz como el SAS. (La mayoría de los errores garrafales de los rodesianos en las incursiones en Zambia se atribuyeron a que esta formación actuó por iniciativa propia o con demasiada licencia otorgada por el propio general Walls. ) La notoriedad de la unidad por la traición y la brutalidad solo se merecía en parte, ya que la mayor parte de sus miembros estaban comprometidos en tareas militares de rutina. Pero los Selous Scouts desplegaron 'pseudopandillas' para engañar a los guerrilleros y sus partidarios, y para llevar a cabo atrocidades punitivas contra los pueblos que colaboraron con los guerrilleros. Los pseudo operadores de Selous Scout recibieron una recompensa de Rh $ 100 por cada guerrillero asesinado o capturado junto con sus armas. Esto se elevó a Rh $ 150 por cabeza si había más de diez guerrilleros. La inclinación de la formación por el secreto (a pesar de la amplia publicidad dada a su existencia y a sus estrictas pruebas de selección), y la falsa actitud de capa y espada de algunos de sus rangos, ayudaron a la guerrilla a pintar una imagen del batallón como un último -día Waffen-SS.
Los Grey's Scouts eran una unidad de infantería montada formada para explotar la movilidad de los caballos para las operaciones COIN. La formación tuvo un éxito desigual, pero atrajo a voluntarios de alta calidad, incluidos nuevamente muchos extranjeros, y estableció una reputación de agresividad. A veces operaban puramente como soldados de infantería, según las condiciones operativas.
Además de los Grey's Scouts y el tercer y cuarto batallones del RAR, las unidades regulares se desplegaron cada vez más como cuerpos de bomberos militares dentro del país y en operaciones externas después de 1976. La tendencia era entregar patrullas de rutina que cubrían el suelo a la reserva. efectivo. Las funciones de la Fuerza de Bomberos se asignaron al RLI, el RAR, la Compañía de Apoyo de los Selous Scouts y, con menos frecuencia, al SAS. Las formaciones sirvieron en giras de dos a tres semanas como Fuerzas de Bomberos antes de ser asignadas a otras operaciones. En consecuencia, la mayoría de sus filas recibieron entrenamiento en paracaídas.
Las operaciones externas fueron realizadas casi exclusivamente por estas formaciones regulares. El SAS pasó la mayor parte de su tiempo al otro lado de la frontera. Los escuadrones estuvieron desplegados durante meses en Mozambique, Zambia o Botswana en operaciones regulares para hostigar los campamentos guerrilleros y las líneas de comunicación y recopilar información de inteligencia. Los asaltos a gran escala a las bases de la guerrilla, algunos con lanzamientos de paracaídas de combate desde tan solo 300 pies, también formaban parte de las responsabilidades de la unidad. El RAR, RLI y Selous Scouts desplegaron destacamentos de hasta la fuerza de la compañía en los estados vecinos, aunque la mayoría de las operaciones fueron a menor escala.
Otras formaciones de combate fueron las Compañías Independientes integradas por militares nacionales, la Artillería y el Regimiento de Vehículos Blindados. Las Compañías Independientes tenían áreas específicas de responsabilidad (por ejemplo, 2 Indep. Coy tenía su sede en Kariba, 3 Indep. Coy en Inyanga) en las que operaban constantemente. Ocasionalmente, se desplegaron en tareas de la Fuerza de Bomberos y en incursiones externas. Su calidad nunca fue muy alta, ya que eran el residuo de las admisiones del servicio nacional después del entrenamiento de oficiales, las unidades regulares, las armas especializadas y la policía habían elegido a los reclutas. Una de esas unidades, 7 Indep. Coy, era una tapadera para una unidad de reclutas franceses en las fuerzas de Rhodesia. Algunos eran veteranos de la Legión Extranjera, pero no tuvieron éxito en las condiciones de Rhodesia y fueron disueltos.
El cuerpo de servicio estaba compuesto en gran parte por tropas regulares, aunque sus deficiencias también se compensaron con reclutamiento de militares y reservistas nacionales. Las divisiones de responsabilidad del cuerpo eran más o menos similares a las del ejército británico: el Cuerpo de Ingenieros, el Cuerpo de Señales, el Cuerpo de Servicios del Ejército, el Cuerpo Médico del Ejército, la Policía Militar, el Cuerpo de Pago del Ejército, el Cuerpo Educativo del Ejército y el Cuerpo de Capellanes. También había departamentos misceláneos como el Grupo de Acción Psicológica (Psyac) y la Inteligencia Militar para coordinar los datos de inteligencia de campo y externos. El departamento de Inteligencia Militar se desempeñó mal en parte debido al pequeño tamaño de su personal, de los cuales casi todos eran reservistas. Sin embargo, una gran excepción fueron los comunicadores de la Inteligencia Militar que operaban los Servicios de Intercepción de Radio. Se recopiló una gran cantidad de información vital a partir de la intercepción de radio de guerrilleros y tropas regulares con base en Mozambique y Zambia. Se creó una Sección de Investigaciones Especiales para garantizar la seguridad interna del ejército y erradicar la subversión y la disidencia entre las tropas.
La 'cola' del ejército era notablemente delgada, y el desequilibrio habitual entre las unidades de combate y de apoyo en los ejércitos modernos no fue un problema grave para las fuerzas de Rhodesia. Muchas funciones de la 'cola' fueron realizadas por mano de obra auxiliar negra barata, por lo que se asignó poca mano de obra blanca a funciones de apoyo triviales, pero necesarias. La emigración de hábiles artesanos del país tuvo graves repercusiones para las fuerzas armadas. Los mecánicos de vehículos automotores escaseaban crónicamente, especialmente cuando el número de incidentes de tráfico y minas terrestres aumentó de manera alarmante a partir de 1976. Los vacíos en las capacidades de mantenimiento de las fuerzas de seguridad se llenaron en gran medida con contratistas privados y llamando a personal calificado para que sirviera en talleres de las fuerzas de seguridad.
Hunter de Rodesia de 1982.
Rhodesian Air Force 4 Squadron Cessna 337 (apodado Lynx)
Fuerza Aerea
La Fuerza Aérea de Rhodesia era un componente vital de la maquinaria de guerra. Los oficiales de la fuerza aérea continuaron con las tradiciones de los 'Brylcreem Boys' al afirmar que eran responsables de la mayor cantidad de muertes entre las fuerzas de seguridad y que sus operaciones hicieron posible la mayor parte de los éxitos de otras formaciones. Había más que una pizca de verdad en esto, ya que la fuerza aérea permitió el despliegue más eficiente de la reserva estratégica y llevó a cabo reconocimientos fotográficos y ataques aéreos contra las concentraciones guerrilleras dentro y fuera de Rhodesia.
La capacidad de ataque de la RAF se basó en un escuadrón de cazabombarderos Hawker Hunter FGA9, uno de bombarderos ligeros Canberra B2 y T4, uno de Vampire RB9 y hélices Cessna 0-2 (Lynx) y Siai-Marchetti SF 260 (Genet). avión de ataque impulsado. Los Provost T52 y Vampire T55 se utilizaron en capacidad de ataque en los primeros años de la guerra, pero luego fueron relegados a funciones de entrenamiento. Los aviones a reacción se utilizaron principalmente para operaciones externas, aunque el Hunter era una criada de todo el trabajo, ya que llevó a cabo ataques transfronterizos, apoyó las operaciones de la Fuerza de Bomberos y protegió el espacio aéreo de Rhodesia. Los Cessnas, que fueron llevados a través de la barrera de sanciones con librea civil roja y blanca, fueron convertidos a un papel militar y armados con ametralladoras, cápsulas de cohetes antipersonal y soportes para bombas en Rhodesia.
Pero fue en el transporte de tropas donde la RAF desempeñó su papel más importante. Los helicópteros le dieron a las fuerzas de Rhodesia la flexibilidad táctica que necesitaban para controlar vastas extensiones de terreno agreste. El elemento táctico básico de Rhodesia, el "palo" de cuatro o cinco hombres, se diseñó en torno a la capacidad de asientos del pilar de la capacidad de helicópteros de la Fuerza Aérea, el Aerospatiale Alouette III. Esta máquina se utilizó no solo para el rápido desarrollo de equipos de seguimiento y combate, sino que más tarde fue la base de las operaciones de Fire Force en las funciones de transporte, comando de helicópteros y cañoneras, además de ser importante para la evacuación (casevac) de los heridos. La fuerza de más de 50 Alouettes, muchos prestados con sus pilotos y técnicos de Sudáfrica, se complementó con un puñado de embarcaciones utilitarias Alouette II. Antes en la guerra, la RAF había intentado adquirir Pumas. A diferencia de los Alouettes que habían sido diseñados para uso civil, el Puma era específicamente un avión militar. Como se lamentó un alto oficial de la fuerza aérea de Rhodesia: "Las sanciones obligatorias de la ONU hicieron imposible la venta de tales equipos a Rhodesia, incluso para los franceses". No obstante, los técnicos franceses de Sud Aviation visitaban regularmente Rhodesia para asesorar sobre tecnología de helicópteros. Un impulso considerable a la capacidad de transporte aéreo de las fuerzas de Rhodesia fue la adquisición en 1978 de siete Bell 205, el 'Huey' de la fama de la Guerra de Vietnam, de Israel a través de las Islas Comoras. Con una capacidad de 12 a 16 hombres, cada Bell podría transportar el equivalente de una antigua Fuerza de Bomberos de tres a cuatro Alouette III. Cheetah fue el nombre que se le dio a los Bell, que llegaron en un estado espantoso. Sin manuales,
A medida que aumentaba la escala de encuentros entre destacamentos guerrilleros y unidades de las fuerzas de seguridad, y antes de la adquisición de los Bell, los paracaidistas de Dakota se convirtieron en parte integral de las Fuerzas de Bomberos después de septiembre de 1976. Esto requirió un entrenamiento de paracaídas a gran escala de unidades regulares que se desplegaron rutinariamente como Fuerzas de Bomberos.
Los escuadrones de transporte de la RAF, que incluían Aermacchi AL60, apodados 'troyanos' por los rodesianos, y los habitantes de las islas Britten-Norman, también suministraron campamentos base remotos de las fuerzas de seguridad y la red de aeródromos desde donde operaban los aviones de combate.
Las bases de los escuadrones estaban en New Sarum, cerca de Salisbury (hogar de los escuadrones de bombarderos, DC-3 y helicópteros de Canberra), y Thornhill, en Gwelo (base de operaciones de los cazadores, troyanos, ginetas y vampiros). Las áreas operativas fueron atendidas por una red de aeródromos avanzados (FAF), que iban desde grandes instalaciones como las de Grand Reef (Umtali) y Wankie, hasta pistas de aterrizaje adjuntas a JOC como la de Mtoko. Un FAF era cualquier aeródromo desde el cual operaban aeronaves en apoyo de las operaciones de las fuerzas de seguridad y, de vez en cuando, también albergaba a las Fuerzas de Bomberos.
A finales de la guerra se construyó una nueva base cerca de Hartley. El proyecto se mantuvo fuera de la vista del público, pero la instalación era capaz de soportar los aviones de combate a reacción más sofisticados y puede haber sido planeado como base de operaciones por la Fuerza Aérea Sudafricana. Como estaba alejado de los grandes centros de población, las operaciones se podían montar desde allí con mucho más secreto que desde Thornhill y New Sarum, que utilizaban las pistas civiles que sirven al aeropuerto internacional de Salisbury. La SAAF brindó mucho apoyo y capacitación, especialmente para incursiones externas. Dakotas, Canberras y Alouettes en préstamo, o en apoyo, eran relativamente fáciles de disfrazar, pero los helicópteros Puma y Super Frelon no lo eran. Pretoria también proporcionó municiones, bombas, aviónica y vigilancia electrónica para la guerra aérea de Rhodesia. En un intercambio secreto (Operación Arena), Se enviaron instructores, técnicos y estudiantes pilotos de Rhodesia a bases sudafricanas. El entrenamiento de vuelo en aviones Impala se llevó a cabo en la base aérea de Langebaan y también en Durban. Los rodesianos también tripularon un escuadrón SAAF Mirage III completo durante un breve período.
La RAF contó con el apoyo de una gran flota de aviones civiles operados por el Ala Aérea de Reserva de la Policía. Estos aviones, la mayoría de ellos propulsados por hélice, llevaron a cabo funciones administrativas y de suministro de rutina, aunque algunos estaban armados con ametralladoras Browning para una función de apoyo en tierra. Algunos pilotos de PRAW desarrollaron una experiencia considerable en el seguimiento de guerrilleros desde el aire.
La defensa del aeródromo y de las instalaciones estuvo a cargo de una unidad de vehículos blindados compuesta por militares nacionales y miembros de la reserva de la fuerza aérea, alrededor de un núcleo regular, y por una Unidad de Servicios Generales completamente negra.
Reservas
Si el ejército regular, la policía y la RAF eran los pilares de las fuerzas de seguridad de Rhodesia, la mayor parte de la mano de obra militar desempeñaba papeles menos espectaculares. Es una regla general que cuanto mayor sea la formación, más desafilado será el instrumento. La principal fuente de mano de obra para las fuerzas armadas de Rhodesia fue la movilización de reservas. La red de convocatoria finalmente abarcó a todos los hombres blancos sanos de entre 18 y 60 años. Todos los jóvenes blancos de entre 18 y 25 años podían ser reclutados. El compromiso finalmente se elevó a 18 meses, aunque aquellos que irían a las universidades tenían que cumplir 24 meses ya que disfrutarían de la exención de los deberes de reserva mientras fueran estudiantes. Los hombres en el grupo de edad de 25 a 38 años estaban obligados a reservar el servicio en el ejército, pero cada vez más fueron destinados a otras formaciones y servicios. Los que no habían sido reclutados para el servicio nacional fueron llamados primero para recibir capacitación. Los hombres mayores de 38 años podían servir en el Regimiento de Defensa de Rhodesia o en la estructura de Reserva de la Policía. Los compromisos de varios grupos diferían. El grupo más presionado eran los hombres de entre 25 y 38 años, que en el punto álgido de la guerra podían servir seis meses al año con sus unidades. El patrón de giras se convirtió en "seis semanas dentro, seis semanas fuera", pero incluso eso se cambió a "cuatro semanas dentro, cuatro semanas fuera" en períodos de escasez aguda de mano de obra, como las tradicionales ofensivas de la guerrilla en la temporada de lluvias. quienes en el apogeo de la guerra estaban obligados a servir seis meses al año con sus unidades.
En el período anterior a la UDI había dos formaciones de reserva, la Fuerza Territorial basada en batallones blancos del Regimiento Real de Rhodesia (el Real se abandonó cuando Rhodesia se declaró república) y la Reserva de Policía. El Regimiento de Rhodesia entrenó a militares nacionales que fueron reclutados para un entrenamiento básico de seis semanas en virtud de la Ley de Defensa de 1957. A principios de la década de 1960, se incrementó el número de batallones y la duración del entrenamiento básico se elevó a 41 meses y medio. Los reclutas tenían un compromiso de reserva en los batallones del Regimiento de Rhodesia al salir del entrenamiento básico. Los reservistas de la policía eran voluntarios que apoyaban las operaciones normales del BSAP y desempeñaron un papel importante en la represión de los disturbios urbanos a principios de la década de 1960.
Ambas fuerzas cambiaron considerablemente en los años de la guerra. Los Batallones Territoriales perdieron su función de entrenamiento y se convirtieron en unidades exclusivamente de reserva una vez que los militares nacionales fueron asignados a Compañías Independientes, las unidades regulares, las armas especializadas, la policía y otras partes de apoyo de la estructura de las fuerzas armadas. Los militares que habían completado su período inicial de servicio activo fueron transferidos a los batallones TF hasta que cumplieron 38. Los batallones TF, que estaban basados en ciudades y distritos, eventualmente se numeraron ocho (designados 1, 2, 4, 5, 6, 8 , 9 y 10 RR) y con una dotación nominal total de 15.000.
A medida que los militares nacionales comenzaron a pasar por una diversidad de unidades a partir de 1973, cada formación construyó un TF, elemento de reserva que fue llamado para períodos de servicio periódicos. Incluso el SAS, Grey's Scouts y Selous Scouts tenían componentes de reserva de soldados a tiempo parcial. El Cuerpo de Inteligencia de Rhodesia estaba comandado por un oficial territorial y estaba integrado casi en su totalidad por reservistas. Recopiló y cotejó datos de inteligencia sobre el terreno y proporcionó mapas actualizados de todas las armas de las fuerzas de seguridad.
La Reserva de Policía se convirtió en un depósito para reclutas menos capaces y mayores. Los hombres en el rango de edad de 38 a 60 años fueron reclutados automáticamente en sus filas, aunque PATU contenía un número considerable de hombres jóvenes y activos, exentos del servicio militar por razones ocupacionales, policías regulares y militares nacionales que habían pasado a un compromiso de reserva, y grandes números de agricultores. Secciones de PATU llevaron a cabo operaciones muy exitosas, pero su función principal era cubrir terreno agresivamente y actuar en un papel de reconocimiento. Otros elementos de la Reserva de Policía fueron la Reserva 'A', que ayudó a las ramas de servicio del BSAP en la prevención del delito, y la Reserva de Campo. Este último se utilizó principalmente para tareas de protección en granjas, puentes, convoyes, estaciones de radioenlace y otras instalaciones. El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos estimó una fuerza máxima para la Reserva de Policía de 35.000 en 1978, pero probablemente sea una cifra demasiado alta. En 1979, la fuerza de la Reserva de Policía en Salisbury, la mayor reserva de mano de obra blanca del país, era de solo 4.500, y es poco probable que hubiera más de 30.000 reservistas en el resto del país. El nivel de entrenamiento, equipo, liderazgo y organización de la Reserva de Campo no fue impresionante y fue solo el bajo calibre de los guerrilleros lo que evitó la matanza periódica de estos reservistas mal entrenados.
Los africanos no estaban sujetos al servicio militar obligatorio hasta 1978, cuando se introdujo un programa muy limitado y cauteloso para reclutar a jóvenes negros de 18 a 25 años. Los problemas potenciales de reclutar a los grandes números disponibles, muchos de los cuales se mostraban reacios o descontentos, eran tan grandes que la El programa nunca despegó realmente antes del alto el fuego en diciembre de 1979.
Los jóvenes asiáticos y mestizos estaban sujetos al servicio militar obligatorio y, a su debido tiempo, estas comunidades también fueron incorporadas a la estructura de la reserva. La baja moral y la ineficiencia fueron causadas por la discriminación en términos de servicio, salario y condiciones, pero estos se igualaron con las condiciones de servicio de los blancos hacia el final de la guerra. La mayoría de los asiáticos y mestizos fueron reclutados en las Compañías de Protección para tareas defensivas y como conductores en los primeros días de la guerra, pero luego formaron la mayor parte del Regimiento de Defensa de Rhodesia (apodado el Regimiento Rhodesian Dagga [marihuana] debido a su pobre disciplina). Muchos también sirvieron en la Reserva de Policía.
El entrenamiento fue un dolor de cabeza para las autoridades militares durante toda la guerra. Las unidades de élite recibieron entrenamiento de élite. Los Selous Scouts y SAS fueron capacitados por períodos de hasta ocho meses antes de salir al campo, y sus programas de readiestramiento previos y posteriores al despliegue fueron excelentes. El entrenamiento de los batallones de las Fuerzas Territoriales fue mejorando gradualmente, pero persistió una escasez crónica de instructores, cuyas habilidades también eran muy necesarias en el campo. Esta deficiencia se vio exacerbada por el mal uso de las habilidades y calificaciones de la mano de obra de reserva por parte de las fuerzas armadas. El general Walls habló de colocar clavijas redondas en agujeros redondos, pero se desperdició una gran cantidad de mano de obra valiosa en la realización de tareas militares que podrían haber sido realizadas por soldados mucho menos calificados. La Reserva de Policía en particular sufrió de instructores de bajo calibre.
Una vez que las fuerzas armadas comenzaron a multiplicarse, las tropas de baja calidad se convirtieron en una debilidad crónica de las fuerzas de Rhodesia. La Fuerza de la Guardia se creó en 1975 como un 'Cuarto Brazo' con la responsabilidad de ocuparse de las aldeas protegidas, la versión rodesiana de las aldeas estratégicas de Malaya y Vietnam. El Regimiento de Defensa de Rhodesia se creó en 1978. Se adjuntó un batallón a cada cuartel general de brigada para proteger las instalaciones militares y las líneas de comunicación. Debido a que se requería un gran número de estas unidades en poco tiempo, el entrenamiento fue superficial. La naturaleza tediosa de sus tareas estáticas hizo que las unidades fueran poco disciplinadas y los destacamentos de la Fuerza de Guardia a menudo cometían crímenes contra las poblaciones que estaban encargadas de proteger. Si se hubieran enfrentado a un enemigo decidido y bien entrenado, habrían tenido pocas posibilidades. Ambas unidades recibieron reclutamiento de militares nacionales blancos y reservistas (a menudo ancianos), pero generalmente eran de bajo calibre y sufrían de baja moral debido a su apego a unidades notoriamente ineficientes. Hacia el final de la guerra, cuando el Ministerio del Interior y los Auxiliares de las Fuerzas de Seguridad asumieron una mayor responsabilidad en la defensa de los PV, la Fuerza de Guardia recibió un mejor entrenamiento y, a veces, luchó en un papel de infantería. Pero su tarea principal siguió siendo defensiva, incluida la protección de las granjas, los ranchos y los enlaces de comunicación de los blancos.
Un expediente adoptado sin éxito fue el de integrar tropas sin experiencia con unidades endurecidas por la batalla. Los batallones del RAR se utilizaron para tratar de dar una pátina rápida de experiencia de combate a un gran número de reclutas que recibieron períodos más cortos de lo habitual de entrenamiento básico a partir de 1978. Este experimento tuvo un éxito limitado, pero el intento de integrar el Rhodesia anteriormente totalmente blanco Los batallones del regimiento fueron un fracaso desastroso. Los prejuicios raciales de los soldados territoriales y la inexperiencia y falta de fiabilidad de los reclutas africanos hicieron que la moral entre los blancos cayera en picado. Los territoriales blancos alegaron que los africanos mostraron cobardía bajo el fuego, y el resentimiento contra esta invasión de una antigua reserva blanca se reflejó en una menor efectividad en el combate.
Hay que mencionar otras dos formaciones. El Ministerio del Interior, responsable de la administración de la población africana del país y los TTL, donde ocurría la mayor parte de la actividad guerrillera, aumentó su papel militar cuando Rhodesia se convirtió en un estado de guarnición. Para 1978-9, la administración de grandes áreas del país solo era posible en presencia de la fuerza armada. El personal de Asuntos Internos de los distritos estaba invariablemente armado. La base, compuesta principalmente por Asistentes de Seguridad de Distrito (DSA), era generalmente mano de obra de bajo calibre, mal entrenada, dirigida y equipada (inicialmente con rifles de cerrojo .303, aunque luego recibieron LMG). Los DSA estaban en estrecho contacto con la población africana de los TTL, lo que significaba que estaban en estrecho contacto con las operaciones guerrilleras, con las consiguientes tasas de bajas elevadas que minaban la moral. La calidad de los Asistentes de Distrito (DA) y los DSA paramilitares dependía en gran medida de la calidad de los Comisionados de Distrito que los dirigían. Como señaló un oficial de policía que trabajó en estrecha colaboración con Asuntos Internos de los DA y DSA, "Murieron bien y murieron en masa". Para tratar de contrarrestar la insurgencia en los distritos donde el liderazgo era deficiente, Asuntos Internos estableció la Unidad de Refuerzo Administrativo (ARU). ). A pesar de su nombre aparentemente inocuo, esta fuerza dirigida por blancos estaba "llena de hombres duros", según un historiador militar de Rhodesia. "A pesar de parecer que revisaron los clips, la ARU estaba muy entusiasta y bien equipada". señaló de los DA y DSA: 'Murieron bien y murieron en masa'.
Una
aparición tardía fue el ejército auxiliar, pomposamente titulado Pfumo
reVanhu ('la Lanza del Pueblo'; Umkonto wa Bantu en Matabeleland) que
surgió del acuerdo político interno del 3 de marzo de 1978. Bajo el
nombre en clave Operación Favor, los auxiliares fueron reforzados en
número para tratar de igualar el tamaño de ZANLA. Se
recaudaron unos 10 millones de dólares con dinero procedente de Arabia
Saudí, y en especial del sultán de Omán, buen amigo de Rodesia y
ferviente anticomunista. Aparentemente
compuesto por guerrilleros que se rindieron bajo una amnistía similar
al programa Chieu Hoi en Vietnam, un gran número (alrededor del 90 por
ciento, según un oficial de Rhodesia que trabajó con ellos) eran de
hecho reclutas en bruto, algunos simplemente niños, atraídos o
presionados. agrupados en sus filas desde los municipios urbanos. Algunas unidades lucharon bien, especialmente en Urungwe TTL, pero otros eran simplemente una chusma armada. Originalmente,
el enlace entre las autoridades militares de Rhodesia y las SFA lo
realizaban agentes de la Rama Especial, pero hacia el final de la
guerra, muchos auxiliares que protegían las PV quedaron bajo el control
de Asuntos Internos y el resto bajo una nueva unidad, las Fuerzas
Especiales. Su
alineamiento político con el ZANU de Sithole y la UANC de Muzorewa fue
más un estorbo que una ayuda, ya que constituía una propaganda ideal
para las guerrillas. Cualquier
valor militar que pudieran haber tenido se vio contrarrestado por los
costos políticos de los alborotos periódicos y los reinos del terror
infligidos a las poblaciones africanas en sus áreas de responsabilidad,
llamadas "zonas congeladas" (distintas de las zonas reservadas para las
operaciones de Selous Scout) porque otras unidades de Rhodesia estaban
no está permitido operar allí.