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jueves, 29 de mayo de 2025

El rol de las Fuerzas Armadas en la gestión de crisis humanitarias

El papel de las Fuerzas Armadas en las crisis humanitarias

 

 1. Introducción

La acción humanitaria ha sido una práctica recurrente en distintas culturas y momentos históricos. Sin embargo, su significado ha evolucionado con el tiempo, pasando de ser una cuestión meramente asistencialista, vinculada a la beneficencia y la caridad, a convertirse en un mecanismo integral de respuesta a crisis humanitarias, conflictos armados y situaciones de emergencia.

En el contexto contemporáneo, las Fuerzas Armadas desempeñan un papel clave en la acción humanitaria, no solo por su capacidad logística y operativa, sino también por su inserción en misiones internacionales de mantenimiento de la paz y reconstrucción postconflicto. España, como actor global comprometido con la estabilidad y la seguridad, participa activamente en estas iniciativas, alineándose con las resoluciones de la ONU y las políticas de la Unión Europea.

Este documento analiza el rol de las Fuerzas Armadas en la acción humanitaria desde diversas perspectivas: sociológica, jurídica y operativa. También se examina la evolución del marco normativo que regula su participación y se detallan algunas de las principales misiones internacionales en las que España ha estado involucrada.

2. Fundamentos sociológicos de las operaciones de paz y reconstrucción

Desde un punto de vista sociológico, la intervención militar en acciones humanitarias ha sido objeto de análisis y debate. Tradicionalmente, las Fuerzas Armadas han sido percibidas como instituciones destinadas a la defensa nacional y la guerra. No obstante, en las últimas décadas, se ha producido un cambio en la percepción pública sobre su función, especialmente en sociedades democráticas como la española.




Diversos estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y del Real Instituto Elcano han reflejado que la sociedad española respalda mayoritariamente la participación de sus Fuerzas Armadas en misiones humanitarias y de mantenimiento de la paz. Este apoyo se debe a varios factores:

  1. Legitimidad internacional: La mayoría de estas operaciones se desarrollan bajo el amparo de organismos multilaterales como la ONU o la OTAN.
  2. Carácter no bélico: A diferencia de las guerras convencionales, las misiones humanitarias y de paz buscan la protección de civiles, la estabilización de regiones en crisis y la reconstrucción de estructuras básicas.
  3. Capacidad logística y operativa: Las Fuerzas Armadas poseen los recursos necesarios para operar en situaciones de emergencia, proporcionando asistencia médica, transporte, distribución de alimentos y reconstrucción de infraestructuras.

No obstante, también existen preocupaciones y desafíos. La participación en misiones en zonas de conflicto implica riesgos para los militares desplegados, y en algunos casos, genera tensiones políticas y diplomáticas. Asimismo, se ha debatido sobre el equilibrio entre el papel militar y el de las ONG en la gestión de la ayuda humanitaria.

3. Fundamentos jurídicos de las operaciones de paz y reconstrucción

Las Fuerzas Armadas de Argentina han asumido un rol destacado en operaciones de paz y reconstrucción, respaldadas por un marco normativo robusto que legitima su actuación tanto en el ámbito nacional como internacional. Desde su participación en misiones de la ONU, como en Haití o Chipre, hasta su apoyo en emergencias locales, Argentina combina disciplina militar con un firme compromiso humanitario, guiado por principios jurídicos que aseguran transparencia, legitimidad y respeto por los derechos humanos en contextos de crisis.
La base legal para estas operaciones se sustenta en varios pilares fundamentales. La Constitución Nacional de 1994 establece que las Fuerzas Armadas tienen como misión proteger la soberanía, la independencia y la integridad territorial del país, pero también contribuir a la estabilidad internacional, en línea con los compromisos asumidos por Argentina en foros globales. Este mandato se refleja en el despliegue de cascos azules argentinos en misiones de paz y en la asistencia humanitaria en desastres naturales, como las inundaciones en el Litoral o el terremoto de San Juan en 2021.
A nivel internacional, Argentina es signataria de tratados y convenios que regulan la intervención en conflictos y la protección de los derechos humanos, incluyendo la Carta de las Naciones Unidas y los Convenios de Ginebra. Estas normativas aseguran que las operaciones humanitarias y de paz se realicen bajo principios de neutralidad, imparcialidad y humanidad. Las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU proporcionan el respaldo jurídico para las misiones de paz en las que Argentina participa, como la Fuerza de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz en Chipre (UNFICYP), donde los cascos azules argentinos han sido reconocidos por su profesionalismo.
En el ámbito nacional, la Ley 24.059 de Seguridad Interior y la Ley 24.948 de Reestructuración de las Fuerzas Armadas establecen los lineamientos para la participación militar en operaciones humanitarias y de apoyo a la comunidad, mientras que la Ley 25.520 de Inteligencia Nacional refuerza la necesidad de transparencia en las acciones militares. Además, el Congreso Nacional ejerce un rol clave en la supervisión de las misiones internacionales, garantizando que las operaciones en el exterior sean aprobadas y monitoreadas, lo que refuerza la legitimidad democrática de estas iniciativas. Por ejemplo, la participación argentina en misiones como MINUSTAH en Haití fue sometida a un estricto control parlamentario, asegurando que cumpliera con los objetivos de paz y reconstrucción.
Este marco jurídico no solo legitima la actuación de las Fuerzas Armadas, sino que también las posiciona como un actor clave en la construcción de un mundo más seguro y solidario. La experiencia de Argentina en operaciones de paz, combinada con su compromiso con el derecho internacional, permite al país responder eficazmente a los desafíos globales, desde conflictos armados hasta desastres naturales agravados por el cambio climático. Según el Banco Mundial, estos fenómenos podrían desplazar a millones de personas en las próximas décadas, lo que subraya la importancia de un marco legal sólido que permita a las Fuerzas Armadas argentinas actuar con rapidez y eficacia.
Con un enfoque anclado en la legalidad, la transparencia y el respeto por los derechos humanos, Argentina reafirma su compromiso con la paz y la reconstrucción. Las Fuerzas Armadas, respaldadas por este marco normativo, están preparadas para seguir siendo un faro de esperanza en los momentos más críticos, demostrando que la fuerza militar, cuando se guía por principios éticos, puede transformar realidades y salvar vidas.


4. Misiones de paz y reconstrucción en el exterior

Las Fuerzas Armadas de Argentina han consolidado su prestigio en operaciones internacionales de paz y reconstrucción, respaldadas por un marco jurídico que garantiza la legitimidad y transparencia de sus acciones. En línea con la Ley 24.948 de Reestructuración de las Fuerzas Armadas y el control parlamentario establecido por la Constitución Nacional, el Congreso de la Nación desempeña un rol clave en la autorización y supervisión de las misiones en el exterior, salvo en casos de emergencia que requieran una respuesta inmediata. Este marco normativo asegura que las operaciones argentinas se alineen con los principios de paz, derechos humanos y cooperación internacional, fortaleciendo el liderazgo del país en escenarios globales.
Argentina ha participado en numerosas misiones de paz y ayuda humanitaria bajo el amparo de la ONU, destacándose por su profesionalismo y compromiso. Entre las operaciones más relevantes se encuentran:

Misión MINUSTAH (Haití)

Entre 2004 y 2017, Argentina contribuyó a la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), desplegando tropas y personal médico para apoyar la estabilización del país tras años de inestabilidad política y desastres naturales. Los cascos azules argentinos, junto con otros países de la región, proporcionaron seguridad, distribuyeron ayuda humanitaria y apoyaron la reconstrucción de infraestructuras básicas, dejando un legado de solidaridad en la isla.

Misión UNFICYP (Chipre)

Desde 1993, Argentina participa en la Fuerza de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz en Chipre (UNFICYP), una de las misiones de paz más longevas de la ONU. Las tropas argentinas han desempeñado un papel crucial en la supervisión del cese al fuego entre las comunidades grecochipriota y turcochipriota, además de facilitar la entrega de asistencia humanitaria a poblaciones afectadas por el conflicto. Su labor ha sido reconocida internacionalmente por su imparcialidad y profesionalismo.

Apoyo en misiones humanitarias en América Latina y el Caribe

Argentina ha desplegado recursos militares en operaciones regionales, como la respuesta al huracán Matthew en Haití (2016) o el terremoto de Ecuador (2016). A través de los Cascos Blancos y en coordinación con las Fuerzas Armadas, el país ha proporcionado ayuda logística, médica y alimentaria, demostrando su capacidad para responder rápidamente a crisis humanitarias en la región.
El compromiso de Argentina en estas misiones no solo refleja su adhesión a los principios del derecho internacional, sino también su vocación de liderazgo en la promoción de la paz y la estabilidad. Según datos de la ONU, más de 30.000 efectivos argentinos han participado en operaciones de paz desde 1958, consolidando al país como uno de los principales contribuyentes de América Latina a las misiones de cascos azules. Este esfuerzo se enmarca en un contexto global donde los desafíos, como el cambio climático y los conflictos híbridos, exigen respuestas coordinadas y multidimensionales.
Con un marco legal que combina supervisión parlamentaria, respeto por los tratados internacionales y un enfoque en los derechos humanos, las Fuerzas Armadas argentinas están bien posicionadas para seguir siendo un pilar de la cooperación internacional. Su capacidad para adaptarse a los desafíos del siglo XXI, integrando tecnologías como drones para la entrega de ayuda y fortaleciendo la coordinación con actores civiles, asegura que Argentina continuará siendo un faro de esperanza y solidaridad en los momentos más críticos.


Intervención en Haití tras el terremoto de 2010

Las Fuerzas Armadas españolas desplegaron efectivos para colaborar en las tareas de rescate, distribución de alimentos y reconstrucción tras el devastador sismo que afectó al país caribeño.

El presupuesto destinado a estas misiones ha crecido en los últimos años, reflejando el compromiso del Estado con la estabilidad global y la cooperación internacional.

Intervención en catástrofes civiles de las fuerzas armadas argentinas

El 29 de enero de 2025, en la Agrupación de Ingenieros 601 del Ejército Argentino en Campo de Mayo, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, brigadier general Xavier Julián Isaac, supervisó la presentación de equipamientos para emergencias climáticas y humanitarias. El evento contó con la presencia del ministro de Defensa, Luis Petri, en el marco del Decreto 1112/24, que regula el Comando Conjunto de Protección Civil en Emergencias, responsable de salvaguardar la vida y los bienes de la población ante desastres.

Durante su discurso, Isaac subrayó que, aunque la misión principal de las Fuerzas Armadas es la defensa del país, también deben estar siempre listas para asistir en emergencias. Señaló la importancia de la capacitación y la planificación para garantizar una respuesta rápida y efectiva en cualquier punto del país.

Altos mandos militares participaron en la presentación, entre ellos el jefe de la Armada, vicealmirante Carlos María Allievi; el jefe de la Fuerza Aérea, brigadier Gustavo Javier Valverde; el subjefe del Ejército, general de brigada Carlos Alberto Carugno; el comandante de Operaciones Conjuntas, general de brigada Cristian Pablo Pafundi, y el comandante Conjunto de Protección Civil en Emergencias, coronel Miguel Ángel Wissinger.

Isaac enfatizó el avance en comunicaciones y en el sistema de comando y control, lo que permite optimizar la respuesta ante situaciones críticas. También aseguró que el Estado Mayor Conjunto, junto con el Comando de Operaciones Conjuntas y el Comando Conjunto de Protección Civil en Emergencias, seguirá trabajando en la asignación de recursos y la planificación estratégica.

Entre los equipos presentados se destacaron plantas potabilizadoras de agua, lanchas, vehículos anfibios, helicópteros, unidades sanitarias, equipos de comunicación y materiales para combatir incendios. También se exhibieron puentes portátiles, vehículos de carga y grúas, fundamentales para la asistencia en desastres naturales y otras crisis.

Con esta iniciativa, el Ministerio de Defensa y el Estado Mayor Conjunto reafirmaron su compromiso con la protección civil. La preparación y el equipamiento adecuados fortalecen el rol de las Fuerzas Armadas en la seguridad y el bienestar de la sociedad, asegurando que estén listas para actuar con rapidez y eficacia cuando la población lo necesite.

5. Desafíos y perspectivas futuras

Las FF.AA. se han consolidado como un actor esencial en la respuesta a crisis humanitarias, desplegando su capacidad operativa y logística en momentos críticos, tanto dentro del país como en el ámbito internacional. Desde inundaciones en el Litoral hasta misiones de paz en Haití o Chipre, su labor ha salvado vidas y llevado esperanza a comunidades en situación de vulnerabilidad. Sin embargo, en un mundo marcado por crecientes desafíos globales, su rol enfrenta obstáculos que definirán su evolución hacia un futuro de mayor impacto y compromiso con la solidaridad.
Uno de los principales retos es operar en zonas de conflicto o inestabilidad. Las misiones humanitarias, como las realizadas bajo el paraguas de la ONU, a menudo se desarrollan en entornos de alto riesgo, donde la seguridad de los militares y del personal humanitario es una preocupación constante. Según la ONU, en 2024 se reportaron más de 200 ataques contra trabajadores humanitarios a nivel global, lo que resalta la necesidad de estrategias que equilibren la protección con la neutralidad, un principio clave en estas operaciones.
La coordinación con actores civiles representa otro desafío crucial. La colaboración efectiva entre las Fuerzas Armadas, organizaciones no gubernamentales y entidades como la Cruz Roja Argentina o Cascos Blancos es vital para evitar duplicaciones y optimizar recursos. Ejemplos como la respuesta al terremoto de San Juan en 2021 muestran el potencial de una acción conjunta, pero también evidencian la necesidad de mejorar protocolos de comunicación y alineación de objetivos para garantizar intervenciones más fluidas y eficaces.
La legitimidad y el respaldo social son igualmente fundamentales. En Argentina, la sociedad valora el rol de las Fuerzas Armadas en emergencias, como se vio en el apoyo masivo durante las inundaciones en La Plata en 2013. Sin embargo, mantener esta confianza exige transparencia y rendición de cuentas. Informes claros sobre el uso de recursos y el impacto de las operaciones, como los que publica el Ministerio de Defensa, son esenciales para fortalecer la percepción positiva y consolidar el apoyo ciudadano.
De cara al futuro, las Fuerzas Armadas argentinas están llamadas a adaptarse a un escenario global cada vez más complejo. El cambio climático, que según el Banco Mundial podría desplazar a más de 200 millones de personas para 2050, y el aumento de desastres naturales en la región demandarán una mayor preparación. La experiencia de Argentina en misiones internacionales, como su participación en MINUSTAH en Haití, y su compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible posicionan al país como un referente en la región. La incorporación de tecnologías como drones para la entrega de ayuda o sistemas de inteligencia artificial para la gestión de crisis, junto con una formación centrada en los derechos humanos, será clave para enfrentar estos desafíos.
Con un enfoque en la innovación, la cooperación y la transparencia, las Fuerzas Armadas de Argentina están preparadas para seguir siendo un pilar de solidaridad en tiempos de crisis. Su capacidad para unir disciplina militar con compromiso humanitario demuestra que, incluso en los momentos más difíciles, la fuerza puede ser sinónimo de esperanza.


6. Conclusión

El papel de las Fuerzas Armadas en la acción humanitaria ha evolucionado significativamente, consolidándose como un componente clave de la política exterior y de seguridad de España. Su participación en misiones internacionales responde a un compromiso con la paz, la estabilidad y la protección de los derechos humanos.

Gracias a un marco normativo sólido, un respaldo social significativo y una capacidad operativa destacada, España ha logrado posicionarse como un actor relevante en el ámbito de la ayuda humanitaria y la reconstrucción postconflicto. No obstante, es fundamental seguir mejorando la coordinación con otros actores y garantizar la sostenibilidad de estas operaciones en el largo plazo.

En definitiva, las Fuerzas Armadas no solo protegen la seguridad nacional, sino que también desempeñan un rol esencial en la construcción de un mundo más seguro y justo.


Referencias

Esther Puertas Cristóbal y José Joaquín Fernández Alles (2010), "El papel de las Fuerzas Armadas en la acción humanitaria", Revista Castellano-Manchega de Ciencias Sociales Nº 11, pp. 121-138, 2010, ISSN: 1575-0825, e-ISSN: 2172-3184. DOI: http://dx.doi.org/10.20932/barataria.v0i11.155

Esteban McLaren

lunes, 7 de abril de 2025

Argentina: Acciones durante 2025

Adiestramiento Militar 2025: Capacidades en acción





En el marco del Ciclo Anual de Instrucción 2025, que se desarrolla con intensidad en todo el país, las Fuerzas Armadas Argentinas continúan desplegando actividades a pesar de la crónica falta de inversión y renovación de medios materiales. A lo largo de 2024, gracias a una mejor administración de recursos, se logró incrementar discretamente la actividad operativa, aunque sin avances sustantivos en materia de equipamiento. Se llevaron a cabo importantes ejercicios internacionales como Jeanne d’Arc 2024, ACRUX XI, Fraterno XXXVII, Gringo-Gaucho II, Viekaren XXIV, Unitas LXV, Panamax 2024 y CRUZEX 2024, así como maniobras nacionales como PreCruzex, Glaciar 2024, Argentino del Valle Larrabure, Aonikenk, Timbó, Soberanía y actividades destacadas de la 3ª División de Ejército.

No obstante, estas acciones se vieron limitadas por un presupuesto de Defensa equivalente al 0,4% del PBI —el más bajo de la historia reciente— que fue diseñado por la anterior administración kirchnerista y que, para peor, la actual no solo mantuvo sino que incluso redujo. La Defensa nacional continúa siendo la gran relegada desde 1983, y más aún desde 2003.

A pesar de ese contexto crítico, las Fuerzas ejecutaron el primer ejercicio del año: “Candú II”, en jurisdicción del Área Naval Fluvial, bajo el comando de la Fuerza de Despliegue Rápido (FDR), donde se adiestraron tropas de las Fuerzas Armadas y de Seguridad durante una semana. El ejercicio continúa ahora en Córdoba, mientras en simultáneo otras unidades avanzan en su propia instrucción.

Actividades de la Armada Argentina

La Armada desarrolló entrenamientos significativos en Tierra del Fuego, liderados por el Comando de Fuerzas de Operaciones Navales Especiales (COFE). Participaron efectivos de las Agrupaciones Comandos Anfibios y Buzos Tácticos. A bordo del ARA “Patagonia”, se realizaron navegaciones de instrucción teórica y, ya en tierra, actividades de andinismo, tiro, navegación en el Canal Beagle, reconocimiento anfibio y operaciones de interdicción. La Brigada de Infantería de Marina Austral aportó medios logísticos y de apoyo sanitario, mientras que la División de Patrullado Austral colaboró con embarcaciones.

En la fase de repliegue, los comandos realizaron ejercicios navales con unidades de la Flota de Mar en las costas de Chubut, incluyendo apoyo aéreo de un P-3C Orion, consolidando un entrenamiento multidominio. Según el Capitán de Fragata Álvarez, se cumplieron todos los objetivos de integración operativa y cooperación interfuerzas.

Por otro lado, el Batallón de Infantería de Marina N° 3 se adiestró durante una semana en Zárate, con operaciones ribereñas y ejercicios nocturnos en el Río Paraná de las Palmas. El Comandante de la Brigada Anfibia valoró el profesionalismo del personal y reiteró su compromiso con la mejora continua.

Ejercicio “Candú II” y despliegues del Ejército

El Ejército Argentino finalizó la etapa cordobesa del Ejercicio Candú II, iniciado el 24 de febrero. La FDR y la Agrupación de Fuerzas Especiales de Gendarmería trabajaron en conjunto con la Armada y la Fuerza Aérea. Desde un puesto comando en la Base Naval Zárate, se coordinaron maniobras anfibias, aéreas y terrestres enfocadas en proteger infraestructuras críticas como la Central Nuclear Embalse y el Centro Espacial Teófilo Tabanera.



El Regimiento de Infantería Paracaidista 14 realizó un salto desde aviones C-130, mientras que el personal ejecutó operaciones de asalto con botes, navegación nocturna y marchas tácticas. Se destacó nuevamente la participación de helicópteros Huey obsoletos, en espera aún del reemplazo por UH-60 Black Hawk, cuya compra fue postergada por el actual gobierno.

Capacitación en ambientes extremos

En Mendoza, efectivos de la VIIIª Brigada de Montaña completaron el Curso Básico de Montaña Estival, incluyendo escalada, trabajo con mulas y ascenso al cerro Penitentes. En Neuquén, una cordada del Regimiento de Infantería de Montaña 10 coronó el cerro Chachil, fortaleciendo su preparación para el terreno montañoso.

En Santa Cruz, el Regimiento de Infantería Mecanizado 24 realizó ejercicios de tiro y resistencia en Río Gallegos. También hubo capacitación con los cazatanques Steyr Kürassier en los Regimientos de Caballería de Tanques 9 y 11, cuya modernización es urgente. La Base de Apoyo Logístico Comodoro Rivadavia realizó tareas de mantenimiento en vehículos de combate en Esquel, Piedrabuena y Puerto Santa Cruz.

Entrenamiento en monte y selva

En Misiones, el Regimiento de Infantería de Monte 9 completó certificaciones por rol de combate en San Javier. En Apóstoles, el Regimiento de Infantería de Monte 30 instruyó a cuadros recién destinados en técnicas de vida en el monte, navegación y pasaje de obstáculos. Además, oficiales y suboficiales de la IIIª Brigada de Monte realizaron un curso intensivo de supervivencia en Formosa y Tartagal.

Medio acuático y apoyo interinstitucional

El Batallón de Ingenieros Anfibios 121 entrenó en Santo Tomé con ejercicios de flotabilidad, volteo de botes y rescate. En Córdoba, la Compañía de Ingenieros Paracaidista 4 apoyó instrucción de cadetes de la Fuerza Aérea en el lago San Roque, incluyendo lanzamiento de nadadores desde helicópteros Bell 412EP.

Finalmente, en San Isidro, comenzaron las prácticas profesionalizantes del 5° cuatrimestre de la Tecnicatura Universitaria Militar en Armamento y Tecnología Mecánica, para cabos egresados de la Escuela Sargento Cabral, en el Batallón de Arsenales 601.



miércoles, 19 de febrero de 2025

Argentina: Hora de reformar y actualizar las Fuerzas Armadas

Reforma de las Fuerzas Armadas: ¿estamos a tiempo?

En los últimos 40 años, desde el más alto nivel del Estado, nunca se les expresó a las FF. AA. cuál es su razón de ser en la estructura del Estado, ni para qué están.

*Escrito por el Do-Tank Tabula Rasa (Daniel Martella, Luis Soage y César Yagüe) || Infobae


Las Fuerzas Armadas (FF. AA.) han dado -y dan a diario- sobradas muestras de que cumplen las órdenes que reciben, de que están subordinadas al control civil de la defensa y, por ende, de su acabada comprensión y aceptación de este concepto. Esta última cuestión, pese a que muchos no lo crean y mal que le pese a otros, ha dejado de ser hace décadas tema de conversación en los cuarteles. Es así porque no corresponde que sea de otra manera y las FF. AA. lo han asimilado, comprendido, aprendido; lo enseñan, lo repiten y a ningún militar hoy se le ocurriría pensar de otra manera. Esto puede ser expresado con total seguridad y certeza. El que aún crea que no es así debe profundizar su conocimiento de las instituciones armadas.

Sin embargo, desde el año 1983, a las Fuerzas Armadas de la República Argentina se les ha indicado desde el más alto nivel de la conducción del Estado, de manera clara y detallada, qué es lo que no deben hacer, dónde no deben participar, cómo no deben hacer las cosas, con quiénes no pueden entablar relaciones, qué áreas están excluidas de sus procesos de reunión de información, qué armamento no deben poseer, qué temas no deben formar parte de sus planes de estudio, y qué ejercitaciones combinadas no deben realizar.

Como resultado de tantos "no", a lo largo de los años las FF. AA. han transitado un agónico camino hacia la obsolescencia.



Costumbres argentinas

En los últimos 40 años, desde el más alto nivel del Estado y en especial desde el Sillón de Rivadavia, nunca se les expresó a las FF. AA. cuál es exactamente su razón de ser en la estructura del Estado, ni se les dijo claramente para qué están.

Esto ha ocurrido pese a que la Constitución Nacional es explícita cuando se refiere a la atribuciones del Poder Ejecutivo y establece que el Presidente es el Comandante en Jefe de todas las Fuerzas Armadas de la Nación; y pese a que la Ley de Defensa Nacional prescribe taxativamente que es también al Presidente de la Nación a quien le compete en su carácter de Jefe Supremo de la misma y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, la Dirección de la Defensa Nacional y la Conducción de las Fuerzas Armadas. Tengamos en cuenta que esta atribución constitucional hacia las FF. AA. genera de manera tácita una responsabilidad directa diferenciada hacia ellas, habida cuenta de que no hay en la Constitución mayores referencias hacia otros organismos u organizaciones del Estado. Genera una relación directa del Presidente y las FF. AA. respecto de los ciudadanos que constituyen la Nación. Y esta relación no debiera ser meramente declamativa, sino que tiene que ir necesariamente acompañada de la definición explícita de para qué las quiere el Estado.

Que a las FF. AA. les asignen anualmente una partida presupuestaria determinada no significa que se las tenga en cuenta o que se las valore adecuadamente como parte integrante del Estado. Particularmente, cuando esa partida presupuestaria no responde a ninguna imposición específica proveniente de requerimientos definidos por el máximo nivel de conducción del país. Sólo significa que se les asigna una suma para que sea gastada de acuerdo con prioridades definidas, a propuesta de cada Fuerza, para cumplir con las misiones que dicha Fuerza ha definido como su prioridad. Eso sí, esta suma debe ser aprobada por el Estado; de allí puede originarse la confusión generalizada.

Para que esta situación no continúe con su ejecución consuetudinaria, desde el máximo nivel deberían fijarse prioridades para las FF. AA.y estas deberían ser conocidas y aceptadas por todos los niveles de decisión. Preste atención el lector: no estamos hablando de un incremento de la partida presupuestaria. La asignación que se otorgue, pobre o abundante, debe serlo en pos de un para qué superior; en función de un Master Plan que no solamente indique para qué las necesita el Estado, sino también que oriente su adiestramiento, doctrina, organización, equipamiento y despliegue.

Hace más de 30 años que las FF. AA., con su lógica, tratan de deducir, cual Oráculo de Delfos, lo que el Poder Ejecutivo pretende de ellas. Por ello, de los discursos de inauguración de las sesiones ordinarias del Honorable Congreso de la Nación, de los discursos de la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas, de los discursos pronunciados con motivo de los aniversarios de cada componente del Instrumento Militar, e incluso de las expresiones públicas de los distintos presidentes, las Fuerzas (de manera independiente y cada una por su cuenta) extrajeron frases y concluyeron, en forma autónoma, cuál era su misión.



Y rasguña las piedras

La forma en la que, presupuestariamente, el Estado argentino se ha relacionado con su brazo armado durante más de tres décadas es haberle asignado un porcentaje (muy bajo, por lejos, el menor de toda América Latina) para que haga lo que pueda con ello. Es decir, el Estado ahogó en un sinsentido presupuestario al instrumento al que deberá recurrir cuando, acabadas las opciones diplomáticas, tenga que disponer la defensa armada ante el avasallamiento de su soberanía.

Sin una misión definida, se hace prácticamente imposible construir los argumentos que den sustento a reclamos en materia presupuestaria. Sin esa clara, precisa y expresa definición, las FF. AA. no pueden definir los medios necesarios para los fines que se les imponen. El fin orienta el desarrollo de los medios y su ausencia transforma las acciones en gestos sin sentido.

Si se hubiera seguido la secuencia indicada, nadie podría sorprenderse hoy por el alto porcentaje de dinero de la asignación presupuestaria que se destina a sueldos. Tampoco podrían sorprenderse por el grado de mantenimiento de los elementos que el Estado puso a disposición de las FF. AA. hace más de 50 años para pelear una guerra que nunca fue definida y que hoy no existe la más mínima posibilidad de que se pelee.

De esa manera el Estado y el Pueblo de la Nación no deberían sorprenderse de que sus FF. AA ."de repente" estén en una situación terminal. Sí, terminal.

Para ser justos, debemos también expresar que esta situación no es sólo responsabilidad de los distintos decisores estratégicos que ha tenido nuestro país desde hace más de 30 años, ni tampoco de sus ministros de Defensa. El desliz no ha sido solo de los civiles que han descuidado el último recurso que tiene el Estado para oponerse a una voluntad ajena a los intereses de la Nación.

Analizando con rigor científico, teniendo en cuenta los pasos para efectuar los pedidos presupuestarios anuales, los Jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y del Estado Mayor Conjunto tienen su cuota de responsabilidad, en particular este último, quien tiene la función expresa de asistir y asesorar al ministro. Ellos, que son los responsables de presentar las necesidades de las organizaciones bajo su comando, debieron haber expresado su desacuerdo ante las reducciones a lo requerido. Y justificar, argumentando cuál era la situación de cada una de sus Fuerzas, las causas por las cuales la reducción efectuada dejaba indefensa a la República, aprovechando, como mínimo una vez al año, la evidente oportunidad para expresar que lo hacían sin una clara misión definida por aquél a quien le elevaban el presupuesto.



Lamentablemente, por motivos nunca absolutamente claros, prefirieron aceptar lo que les ordenaban gastar mediante el presupuesto. Ninguno de los cuatro Jefes de Estado Mayor que tiene la Nación expresó nunca a la ciudadanía, ante la cual juró defender la bandera hasta la perder la vida, que el dinero que se les otorgaba no era el suficiente o que no se le daba una misión clara para conducir la organización que comandaban. Hacerlo no habría implicado deslealtad; al contrario, es lealtad elevada a la máxima expresión.

Bajo esta mirada, la de priorizar la protección de su país y sus ciudadanos como General de la Nación y no como General del Estado de un determinado gobierno, la inmolación del general Pierre de Villiers, jefe del Ejército de Francia que en julio de 2017 dimitió por los recortes presupuestarios ordenados por el presidente Emmanuel Macron, puede ser considerada, a ojos de muchos militares argentinos, como un sincericidio y no como lo que es, un acto de hidalguía republicana motivado por la responsabilidad hacia los subalternos y al pueblo de Francia. Esto no fue siquiera imaginado como un acto de insubordinación ni muchos menos. El General tuvo la habilidad de enmarcar perfectamente su reclamo, plantearlo e irse a su casa con la admiración y el respeto de sus pares y de los ciudadanos por los cuales, llegado el momento y por una decisión política, iba a hacer entregar las vidas de sus hombres y mujeres.

Entre muchas causas por las cuales nuestros cuatro jefes de Estado Mayor no pudieron expresar su desacuerdo por los fondos asignados, se encuentra el hecho de que su misión (la misión del Ejército, de la Armada, de la Fuerza Aérea y del Estado Mayor Conjunto) fue autoimpuesta. Nunca el para qué provino de una fuente de instancia superior a quien reclamarle porque la plata no alcanzaba para lo que pretendía de las FF. AA. Y así administraron los siempre escasos recursos, para repartir la frazada que ayer cubrió los pies y hoy el pecho, pero siempre las FF. AA. pasaron frío.

¿Quién en su sano juicio puede ser el responsable de conducir una organización sin saber exactamente para qué existe realmente la misma? Por ello, y extraídas de la más pura coyuntura, se crearon misiones subsidiarias, secundarias e incluso, en el caso del Ejército Argentino, se habló de "capacidad de disuasión creíble". Si la disuasión no es creíble, no es disuasión. Un oxímoron.



Cuando pase el temblor

Nuestro Estado tiene por delante un gran desafío: crear futuro. En materia militar debe desarrollar el sistema que le permita enfrentar lo que viene, debe concentrarse en los fines y concebir medios acordes a nuestra realidad, en el marco de una visión geopolítica regional y global. Quebrar la inercia de la indiferencia es un desafío de todos como parte integrante de una única voluntad, la de construir un futuro para las generaciones venideras.

La política exterior y la de defensa deben formar parte de un único pensamiento estratégico y geopolítico. Argentina debe transitar las próximas décadas en el marco de fuertes alianzas políticas, económicas y de seguridad. Por consiguiente, conceptos renovados deben motorizar el posicionamiento de nuestro país y de la región.

No es objeto de esta nota el definir un para qué. Sin embargo, estamos convencidos de que esto debería ser expresado considerando al menos la defensa de la vida, los bienes y los recursos naturales de la República, integrándose con el mundo y la región para defender intereses comunes, accionando en forma sistémica (léase, con estructuras cívico-militares) y además teniendo aptitud para enfrentar amenazas definidas en el aire, mar, tierra, ciberespacio y espacio.

El para qué de nuestras Fuerzas Armadas es condición sine qua non para su desarrollo y este sólo puede definirse conociendo el escenario global, regional y local proyectado a 30 años. Un mundo hiperconectado en el que todo sucede en tiempo real, sumado a un tsunami científico tecnológico sin precedentes impondrá, con toda seguridad, la necesidad de crear nuevos instrumentos.

La obsolescencia del Instrumento Militar puede ser una oportunidad. Se debe avanzar en un análisis dejando de lado los paradigmas actuales y desarrollar un método en el que se determinen las amenazas y factores que conforman los escenarios (futuros posibles), se defina una visión (futuro deseado) y se conciban los recursos necesarios para su logro.

En los próximos 20 años seremos testigos de mayores cambios en ciencia y tecnología que en los últimos dos milenios y presenciaremos transformaciones sin precedentes. Lo obsolescente ya forma parte de nuestro día a día, sólo basta con observar la evolución de nuestro teléfono inteligente. Teniendo presente esto, cabe preguntarse qué sistemas debe crear el Estado y para qué. Con certeza, no son los mismos que desde el siglo XX intentan evolucionar y quedan rezagados por una realidad vertiginosa.

A las tres dimensiones espaciales que conocemos se le ha sumado el ciberespacio y, mientras tanto, la órbita espacial se consolida como un ámbito de desafío tecnológico militar. Estas son realidades y no debemos ignorar cómo se configura el escenario en que las FF. AA. deberán actuar.

El mundo transita por la dificultad de solucionar problemas globales sin contar con organizaciones supranacionales con autoridad suficiente para hacerlo. Ejemplo de ello es el cambio climático. A esto se le suma un sector privado hiperactivo que desafía lo público en la generación de ideas y soluciones concretas. La población mundial comparte información y conocimiento en tiempo real y demanda a sus gobiernos respuestas inmediatas.

Crear nuevos instrumentos es el gran desafío. Asumamos la obsolescencia de nuestras Fuerzas Armadas y comencemos a crear futuro.

La mayor certeza de lo aquí expuesto es una sola: así no debemos seguir.

Una cabeza de playa ocupada por 649 valientes y reforzada recientemente por una patrulla de 44 intrépidos marinos reclama que asumamos, de cara al futuro, un compromiso colectivo que trascienda su legado.