Mostrando las entradas con la etiqueta aspectos culturales. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta aspectos culturales. Mostrar todas las entradas

sábado, 22 de febrero de 2025

Argentina: La des-araucanización de las tierras argentinas


La des-araucanización de la toponimia argentina


Propuesta de cambio de toponimia en Argentina: Reivindicación de los pueblos originarios auténticos ante la apropiación Araucana/Mapuche

Resumen

El presente informe analiza la propuesta de modificación de la toponimia en Argentina para reemplazar los nombres de origen mapuche o araucano por denominaciones en lenguas de los pueblos ancestralmente asentados al oriente de la cordillera de los Andes, como los tehuelches o aonikenk. Se fundamenta en la evidencia histórica y lingüística que demuestra que los mapuches son un pueblo originario de la vertiente occidental de los Andes, en lo que hoy es Chile, y que su presencia en la Patagonia argentina es producto de una expansión relativamente reciente, ocurrida a partir del siglo XVII. Se revisarán los estudios del antropólogo Rodolfo Casamiquela sobre este fenómeno, así como la influencia de organizaciones extranjeras, como Mapuche International Links, que sostienen reclamos sin fundamentos históricos sólidos y con un notable sesgo ideológico.

 

1. Introducción

La toponimia en Argentina refleja la historia de los pueblos que han habitado su territorio. Sin embargo, en las últimas décadas ha surgido un movimiento que busca imponer una narrativa en la que el pueblo mapuche es presentado como el único pueblo originario de la Patagonia, lo que contradice las investigaciones arqueológicas, antropológicas y lingüísticas. Dada la importancia de la identidad histórica y territorial, este informe plantea la necesidad de reivindicar los nombres tradicionales vinculados a los pueblos auténticamente preexistentes en la Patagonia argentina, principalmente los tehuelches (aonikenk y gününa küne) y los pampas, desplazando los topónimos impuestos por la expansión mapuche desde Chile.

2. Origen transcordillerano de los araucanos y su expansión hacia el Este

2.1 Evidencia histórica y antropológica

La evidencia arqueológica y etnohistórica indica que los mapuches no habitaban la Patagonia oriental antes del siglo XVII. Rodolfo Casamiquela, en su obra "¿Quiénes eran los Tehuelches? Una etnia en vías de extinción" (1969), refuta la idea de que los mapuches sean los habitantes originarios del territorio argentino y documenta su avance desde Chile a través de un proceso de aculturación y sometimiento de los pueblos indígenas preexistentes. Casamiquela señala que el término "araucanización" define la imposición cultural, lingüística y política de los mapuches sobre los tehuelches y otros pueblos que habitaban la región oriental de los Andes.

Los tehuelches, que incluían a los grupos aonikenk y gününa küne, ocupaban extensas áreas de la Patagonia argentina desde tiempos prehispánicos. Su presencia ha sido confirmada por estudios arqueológicos en la meseta del centro y sur del país. En cambio, los mapuches aparecen en la región en tiempos relativamente recientes, como resultado de migraciones y conflictos interétnicos.

2.2 Pruebas lingüísticas y culturales

Casamiquela también destaca la desaparición progresiva de las lenguas tehuelches debido al proceso de mapuchización. Antes del siglo XVII, la Patagonia argentina estaba poblada por grupos que hablaban lenguas diferentes al mapudungun. Sin embargo, con la expansión mapuche, estas lenguas fueron reemplazadas y hoy solo sobreviven vestigios en la toponimia y en los registros etnográficos.

El lingüista Viegas Barros (1998) refuerza esta idea al señalar que el idioma tehuelche (aonikenk) tiene raíces propias y diferenciadas del mapudungun, lo que refuerza la evidencia de que los aonikenk fueron los habitantes originarios de la región antes de la llegada de los mapuches.

2.3 La presencia histórica de los Aonikenks y la llegada tardía de los mapuches

Los aonikenks, comúnmente conocidos como tehuelches o patagones, fueron los habitantes originales de la región patagónica argentina. Sus primeros registros datan de la llegada de expediciones europeas, como la de Magallanes en 1520 y la de Fitz Roy y Darwin en el siglo XIX. Estudios antropológicos y lingüísticos han confirmado su presencia en el territorio desde tiempos precolombinos.

El antropólogo e historiador Rodolfo Casamiquela (1978) fue uno de los principales exponentes en demostrar la existencia previa de los tehuelches en la Patagonia oriental. En su obra "Las áreas tecno-culturales del sur de Argentina y Chile", argumenta que la migración mapuche hacia el este de los Andes es un fenómeno relativamente reciente y que la araucanización de los tehuelches fue un proceso forzado de asimilación cultural y lingüística (Casamiquela, 1978).

Casamiquela sostiene que los mapuches eran originarios del lado occidental de la cordillera y que cruzaron a territorio argentino en busca de nuevos recursos y oportunidades comerciales, aprovechando la introducción del caballo traído por los españoles. Este proceso, que se intensificó entre los siglos XVII y XIX, generó un reemplazo lingüístico y cultural que, con el tiempo, derivó en la errónea concepción de que los mapuches eran los habitantes ancestrales de la Patagonia.

Por otro lado, registros coloniales y testimonios de viajeros europeos corroboran que hasta mediados del siglo XVIII no se documenta presencia mapuche en la región pampeana y patagónica. En cambio, sí se registran asentamientos tehuelches en vastas zonas del actual territorio argentino (Bridges, 1948; Borrero, 2001).

3. Toponimia y la necesidad de un cambio

La toponimia en Argentina ha sido profundamente alterada por la expansión mapuche. Muchos nombres de origen tehuelche han sido reemplazados por términos en mapudungun debido a la imposición cultural sufrida por estos pueblos. Ejemplos claros son:

  • Chubut, originalmente Tchubut, un término aonikenk que significa "transparente", aunque ha sido reinterpretado bajo una fonética mapuche.
  • Neuquén, un término mapuche que se superpuso a denominaciones previas de los pueblos indígenas del área.
  • Río Negro, cuya región estaba poblada por pampas y gününa küne antes de la llegada de los mapuches.

Un proceso de restitución de nombres ancestrales sería un acto de justicia histórica, permitiendo recuperar la identidad real de los pueblos que habitaron Argentina antes de la expansión mapuche.


Ciudades y regiones de la Provincia de Buenos Aires con nombre araucano que podrían cambiar a su correspondiente aonikenk (o castellano)

4. Interferencia externa: Mapuche International Links y su rol en la distorsión histórica

4.1 Origen y composición de la organización

Una de las principales fuentes de apoyo a la narrativa de la ancestralidad mapuche en la Patagonia es la organización Mapuche International Links, cuya página web (https://www.mapuche-nation.org/) promueve una versión sesgada de la historia. Llamativamente, esta organización tiene su sede en el Reino Unido y está financiada por fuentes británicas, lo que genera interrogantes sobre sus verdaderos intereses en la región.


Además, su composición es altamente irregular: si bien se presenta como una organización defensora del pueblo mapuche, solo uno de sus miembros es de origen chileno, mientras que el resto son ciudadanos británicos. Esta desproporción sugiere que la organización podría estar operando con una agenda geopolítica encubierta más que con un genuino interés por los derechos indígenas.

4.2 Falta de evidencia en sus reclamos

Mapuche International Links basa sus reclamos en la tradición oral sin respaldo arqueológico o documental. Las fuentes históricas argentinas y chilenas, incluyendo las crónicas de misioneros y viajeros del siglo XVIII y XIX, confirman que los mapuches no habitaban la Patagonia oriental antes del proceso de araucanización. Su llegada se debió a una serie de movimientos migratorios que, en muchos casos, implicaron la conquista y absorción de pueblos locales.

La insistencia en una supuesta "ancestralidad" mapuche en la Patagonia argentina carece de fundamento y parece responder más a intereses políticos y económicos que a la realidad histórica.


5. Conclusión y recomendaciones

La revisión de la toponimia en Argentina es una cuestión de justicia histórica para los pueblos realmente originarios del territorio. Dado que la presencia mapuche en la Patagonia argentina es el resultado de una expansión reciente y no de una ocupación ancestral, es necesario restaurar los nombres de origen tehuelche, aonikenk y pampa, en detrimento de las denominaciones impuestas por la influencia mapuche.

Asimismo, es crucial visibilizar la injerencia de organizaciones extranjeras como Mapuche International Links, cuya agenda parece estar más alineada con intereses externos que con la realidad histórica de los pueblos indígenas de Argentina. La identificación y el estudio de estos actores permitirán entender mejor el trasfondo político de la manipulación histórica que buscan imponer.

La restitución de la toponimia auténtica no solo corrige una distorsión histórica, sino que también refuerza la identidad nacional y la memoria de los verdaderos pueblos originarios de la Patagonia argentina. Lamentablemente, la Universidad Nacional de Buenos Aires, auto-proclamada como si fuese una institución privada Universidad de Buenos Aires (UBA), fortalece esta posición de invasión cultural enseñando el idioma del invasor entre sus opciones. La Universidad Nacional del Comahue también participa en esta invasión cultural e indigenismo promoviendo el izamiento de la bandera araucana y adhiriendo a absurdas festividades precolombinas.

Dado el análisis expuesto, es razonable plantear una revisión de la toponimia actual en Argentina con el fin de restaurar nombres que reflejen con mayor precisión la identidad histórica y cultural de la región. Esto implicaría:

  1. Sustituir nombres mapuches por denominaciones aonikenks/tehuelches, en reconocimiento de su presencia anterior en la Patagonia y la Pampa.
  2. Promover estudios históricos y lingüísticos que rescaten los nombres originales de ríos, montañas y localidades antes de la araucanización.
  3. Generar conciencia pública sobre la historia real de los pueblos indígenas argentinos, evitando manipulaciones ideológicas o intereses extranjeros en la construcción de identidades artificiales.

 

Referencias

  • Borrero, L. (2001). Los Tehuelches: Historia y Arqueología de un Pueblo Nómade.
  • Bridges, L. (1948). Uttermost Part of the Earth.
  • Casamiquela, R. (1969). ¿Quiénes eran los Tehuelches? Una etnia en vías de extinción. Buenos Aires: Eudeba.
  • Viegas Barros, J. (1998). Estudios sobre la lengua tehuelche. Universidad de Buenos Aires.
  • Mandrini, R. (2006). Los pueblos originarios de la Argentina: su historia desde los primeros pobladores hasta la conquista europea. Buenos Aires: Eudeba.
  • Crónicas de viajeros y misioneros del siglo XVIII y XIX sobre los tehuelches y mapuches.

Este informe propone una acción concreta para la recuperación de la identidad histórica de la Patagonia, basada en la evidencia arqueológica, lingüística e histórica disponible. Abajo se presentan una serie de lugares nombrados con términos de la lengua araucana/mapuche en columna "Mapuche", luego las columnas "Castellano" y "Aonikenk" traducen de una manera aproximada los términos a cada lenguaje. Se propone realizar la sustitución de la toponimia araucana al castellano o aonikenk. Como parte de la guerra cultural contra el falso indigenismo que victimiza al pueblo araucano, es necesario tomar la senda de la evidencia histórica para reponer la herencia cultural de los pueblos que poblaron realmente la Patagonia.

Lugares con toponimia araucana y su traducción, cuando es factible, al idioma aonikenk

Número Mapuche Castellano Aonikenk
1 Aconcagua Monte que vigila  
2 Aluminé Brillo en el fondo  
3 Angaco Gente de las alturas Chantel Al
4 Anguil Zorro Patnk
5 Añelo Lugar donde se escucha Yaich Aike
6 Aruncohue Lugar de barro Tako Aike
7 Atreucó Agua del trueno Karut Katenke
8 Banderaló Lugar con banderas Bandera Käiken
9 Bariloche Gente detrás de la montaña  
10 Buta Ranquil Corral grande Chaink Uorkenk
11 Caleufú Río verde Jestateltenk Katenke
12 Calfucurá Piedra azul Jeshteltenk Yaten
13 Carhué Lugar verde Jestateltenk Aike
14 Carilafquén Lago verde Jestateltenk Tamle
15 Carirriñe Lugar con piedras Yaten Aike
16 Carrenleufú Río de corral Uorkenk Katenke
17 Chachín Tronco grueso Chaink Majen
18 Chapalcó Agua del barro Katenke Tako
19 Chascomús Laguna salada Jechen Tamle
20 Chimehuin Lugar de encuentro Komuaen Aike
21 Chimpay Lugar de sacrificio Jamenke Aike
22 Chivilcoy Lugar de algarrobos Akel Aike
23 Choele Choel Raza con flor amarilla Guijarro
24 Chos Malal Corral amarillo Uaitenk Uorkenk
25 Claromecó Tres aguas Kaash Katenke
26 Colan Conhué Lugar de paso Kei Aike
27 Colhué Huapi Isla roja Kápenken Sekten
28 Collón Curá Río de piedras Yaten Katenke
29 Comahue Lugar de aguas cristalinas Jechen Katenke
30 Comicó Lugar del agua escondida Kioosh Jechen
31 Copahue Agua de azufre Joche Tamle
32 Cuchillo-Có Agua de cuchillos Páijen Tamle
33 Cura Malal Corral de piedra Yaten Uorkenk
34 Curí Leuvú Río de piedra Yaten Katenke
35 Curruhué Lugar de piedras Yaten Aike
36 Currumahuida Colina de piedras Yaten Yeut
37 Domuyo Que tiembla y retumba Nauneuen 
38 El Nihuil El que brilla Keóken
39 Epecuén Casi quemado Uair
40 Epulafquen Dos lagos Tamle Jauke
41 Epulef Dos ríos Katenke Jauke
42 Epuyén Lugar del remolino Uarrekenk Aike
43 Filo Hua Hum Donde el filo toca el río Katenke Filo
44 Futalaufquen Lago grande Chaink Tamle
45 Futaleufú Río grande Chaink Katenke
46 Ganzú Lauquen Laguna grande Chaink Koi
47 Guaminí Lugar del tordo Kiken Aike
48 Guatraché Lugar del rastro Choiols Aike
49 Huanguelén Aguada amarilla Uaitenk Koi
50 Huechulafquen Lago largo Keikel Tamle
51 Hui Hui Lugar de entrada Aiken Aike
52 Huiliches Gente del sur Aonikenk
53 Huinca Renancó Aguada del huinca Kade Koi
54 Huinganco Lugar de huesos Ko Aike
55 Kilka Dibujo o escritura Ajnun
56 Leubucó Aguada del río Katenke Koi
57 Lihué Calel Sierra de la vida Asher Yeuternk
58 Limay Río cristalino Kuol Katenke
59 Limay Mahuida Cerro del río cristalino Yeut Kuol Katenke
60 Lin Calel Tres cerros Kaash Yeuternk
61 Litrán Aguada de piedra blanca Orrenk Yaten Koi
62 Llao Llao Hierba amarga Jechen Ueicurru
63 Loncopué Cabeza de sapo Ualuelen Teuko
64 Los Coihues Los árboles de coihue Kápenken
65 Los Menucos Los lugares pedregosos Yaten Aiken
66 Loventuel Lugar de los hierros Taam Aike
67 Macachín Lugar de algarrobos Akel Aike
68 Machónico Lugar de agua amarilla Uaitenk Tamle Aike
69 Mainqué Loro barranquero Keke / Chetjarre
70 Maipo Agua de la tierra Jerum Tamle
71 Malargüe Lugar de corrales Uorkenk Aike
72 Meliquina Cuatro montañas Kaaje Yeuternk
73 Moquehue Lugar de agua quieta Tamle Aike
74 Nahuel Huapi Isla del tigre Jaluel Sekten
75 Nahuel Mapá Tierra del tigre Jaluel Jerum
76 Nahuel Pan Tigre de piedra Jaluel Yaten
77 Nahuel Rucá Casa del tigre Jaluel Ku
78 Nahueve Río del tigre Jaluel Katenke
79 Naicó Aguada de fuego Iaik Koi
80 Napaleofú Río de las ciénagas Koluel Katenke
81 Neuquén Aguada atrevida  
82 Nonthué Lugar de encuentro de aguas Tamle Komuaen Aike
83 Ñacuñán Lugar de algarrobos Algarrobo Aike
84 Ñorquín Zorzal Segdep
85 Ñorquinco Aguada del zorzal Segdep Aike
86 Paimún Lugar del remolino Uarrekenk Aike
87 Palantelén Lugar del paso Kei Aike
88 Pehuen-Có Aguada de araucarias Peenkal Tamle
89 Pichi Huinca Pequeño huinca Kade Telenke
90 Pichi Leufú Río pequeño Telenke Katenke
91 Pichi Mahuida Pequeño cerro Telenke Yeut 
92 Picún Leufú Río del norte Penkenk Telenke
93 Picunches Gente del norte Penkenk Al
94 Pigüé Lugar de siembra Kaichelo Aike (trigal)
95 Pilcaniyeu Lugar de cañas amarillas Uaitenk Chank Aike
96 Pilhué Lugar de agua de flechas Shotel Koi Aike
97 Pillahuincó Aguada de las flechas Shotel Koi
98 Pilo Lil Arroyo de ramas Kake Kon
99 Piltriquitrón Cerro colgado de las nubes Kochkoch Kauen Yeut
100 Polcahué Lugar de barro rojo Kápenken Tako Aiken
101 Prahuaniyeu Lugar del cañaveral de fuego Iaik Chank Aike
102 Puan Laguna de agua turbia Epolenk Koi 
103 Puelén Lugar del este Penkoken Aike
104 Puelmapu Tierra del este Penkoken Geute
105 Puelo Agua del este Penkoken Tamle
106 Pulmari Lago gris Temeltenk Tamle
107 Quehué Lugar de juncos Korpen Aike
108 Quemquemtreu Gente de las quebradas Konkashken Al
109 Queñi Aguada escondida Eica Koi
110 Quequén Lugar de barrancas Jono kuinekon Aike
111 Quetrequén Lugar de temblores  
112 Quili Malal Corral de tres puntas Kash Orrka Uorkenk
113 Quillén Lugar de sueños Kotenkesh Aike
114 Quiñihual Lugar de tres montes Kaash Yeuternk Aike
115 Rancul Carrizal Telshen Aike
116 Realicó Lugar de caldenes Calden Aike
117 Renca Caña brava Gankenk Chank
118 Ruca Choroy Casa de loros Keke Uake
119 Salliqueló Lugar de greda amarilla Uaitenk Ko Aike
120 Somuncurá Piedra que habla Aish Yaten
121 Tandil Roca que late Sheg Yaten
122 Tapalqué Aguada dividida Gluen Koi
123 Telén Lugar de barro Tako Aike
124 Traful Unión de aguas Katenke Komuaen



Wikipedia
Pueblos originarios







viernes, 22 de noviembre de 2024

Un legendario M4A4 Sherman en Argentina

El tanque de la Segunda Guerra Mundial que fue traído a la Argentina y tiene un curioso vínculo con Carlitos Balá


El histórico blindado llegó al país en la década del 40 y estuvo expuesto frente al Edificio Libertador hasta 2017, cuando casi se convierte en chatarra; ese año un aficionado decidió adquirirlo y restaurarlo a fondo



Iñaki Zubiaur || La Nación

El tanque M4A4 fue restaurado en la Argentina AACVM

Rueda de tanque ideal para mesa de cervecería” no suele ser una publicación común en los sitios de marketplace. Sin embargo, el título tampoco espanta: hoy en día está lleno de ese tipo de cosas, como vagones de trenes transformados en pequeñas casas, sillones hechos con tambores de petróleo reciclados e incluso mesas confeccionadas con ruedas de carretas.

Cuando Martín Monteverde, socio de la Asociación Argentina de Coleccionistas de Vehículos Militares (Aacvm), leyó la publicación, decidió que esa rueda de tanque no iba a estar destinada a ser una mesa de bar, sino parte de un proyecto mucho más grande que tenía el sueño de llevar adelante junto a sus compañeros en la asociación. “Era original de un Sherman M4A4 de los 40´, y para comprarla nos tuvimos que hacer pasar por una cervecería, porque si decíamos que era para una restauración, nos iban a sacar la cabeza”, recuerda el aficionado a los vehículos militares, entre risas, en diálogo con LA NACION.

El tanque Sherman M4A4 se llevó Primer Premio en la categoría Vehículos Militares en Autoclásica 2024AACVM

El sueño de Monteverde y de los demás integrantes de la Aacvm era restaurar un tanque Sherman M4A4 original de la Segunda Guerra Mundial que había llegado a fines de la década del 40 a la Argentina. Lo estaban por chatarrear, pero la asociación logró salvarlo comenzar un trabajo de reconstrucción que llevó seis años y estuvo a cargo de Monteverde. El resultado final fue de tan buen nivel que se llevó el Primer Premio de Vehículos Militares en Autoclásica 2024, el pasado mes de octubre.

Ese Sherman tiene una historia que vale la pena repasar: desde su rol fundamental en el desembarco de Normandía, la tarea de traerlo a la Argentina y su exhibición al público, hasta su posible destino como chatarra, la restauración final y el vínculo que mantiene con Carlitos Balá.


El tanque “clave” para ganar la Segunda Guerra Mundial y sus características

El Sherman M4 surgió avanzada la Segunda Guerra Mundial. “Es la evolución del M3, un modelo de blindado que no era apto para combatir contra los Panzer alemanes”, explica en una charla con este medio el coronel Gastón Marmonti, director de Asuntos Históricos del Ejército Argentino, quien agrega que Estados Unidos llega a producir 50.000 Sherman M4. Estos tanques tenían una dotación que posibilitaba agilidad en los enfrentamientos, pero con un cañón corto para proyectiles 75 mm que era deficiente en el ataque a otros blindados.

“Los norteamericanos suplen lo poco mortífero del armamento con cantidad de vehículos”, agrega al detallar las características del blindado

Una imagen tomada en Segunda Guerra Mundial donde se puede ver un tanque Sherman en combateAACVM

A partir de 1941 y hasta 1945, Estados Unidos aplicó la llamada Ley de Préstamo y Arriendo en la cual compartía armamento con sus aliados. De esta manera, los británicos recibieron grandes dotaciones de estos tanques Sherman y optaron por rediseñar el modelo M4: cambiaron a un cañón más largo (de 76,2 mm de diámetro) y aumentan el blindaje. Así surgió el modelo Firefly, que superó a cualquiera de los vehículos del Eje.

Una curiosidad poco recordada es este modelo de tanque fue tomado para crear el denominado “ejército fantasma”, donde artistas y otros profesionales se unieron para crear la ilusión óptica de un gran batallón en las costas inglesas y así dividir las fuerzas del Eje en el Viejo Continente. En este escuadrón fantasma se recrearon versiones inflables del tanque para simular una legión de estos vehículos, mientras los blindados reales descansaban bajo hojas y parasoles en otro lado del territorio aliado. Este osado acto llevó a las fuerzas del Eje a dividir sus tropas entre distintas zonas de la costa francesa y aseguró el éxito del llamado Día D, el desembarco en Normandía.

Una de las recreaciones inflables del "ejército fantasma"
ROGER VIOLLET VIA GETTY IMAGES

La llegada a la Argentina de los tanques Sherman M4A4

A fines de la década del 40, el gobierno argentino logró comprar tanques a un chatarrero europeo que tenía material bélico en desuso, y entre 1946 y 1947 llegan a la Argentina alrededor de 500 tanques Sherman M4A4 (muchos originales de Estados Unidos; otros, con las modificaciones británicas), según recuerda el especialista.

De esta forma, el país se abasteció de tanques Sherman M4 con motores Chrysler Multibank. “Eran de mecánica muy compleja, solo a los ingleses les parecía agradable: tenían cinco motores de camión de seis cilindros colocados en forma de estrella”, afirma Monteverde, el socio de la Aacvm. En el país, a muchos se les simplificó la mecánica, pero algunos otros quedaron originales.

Un tanque Sherman M4 utilizado por el Ejército Argentino, circa 1950 AACVM

Uno de esos ejemplares que mantuvo el motor estadounidense utilizado en la Segunda Guerra Mundial es el que muchos recordarán por haber estado expuesto desde 1953 hasta 2018 en la Plaza de las Armas Ejército Argentino, frente al Edificio Libertador, en la ciudad de Buenos Aires. “Ese es el Sherman modelo M4A4 que donaron a la asociación″, sostiene el encargado de la restauración del tanque.

De chatarra a pieza de museo: el Sherman M4A4 restaurado que ganó un premio por su originalidad y mantiene un vínculo con Carlitos Balá

La Asociación Argentina de Coleccionistas de Vehículos Militares (Aacvm) consiguió el tanque por mero interés. “Vi en un grupo de Facebook que el Ejército iba a empezar a usar los últimos Sherman que quedaban (unos 40 o 50) como blanco de artillería, porque eran obsoletos. Entonces el coronel Malosetti, socio de la AACVM, consiguió hacer los trámites para comenzar la donación de un ejemplar”, detalla Monteverde al momento de narrar la historia de cómo comenzó la difícil tarea de conseguir el tanque y restaurarlo. 

El tanque Sherman M4A4 donde originalmente estuvo expuesto, frente al Edificio Libertador, en la Plaza de las Armas Ejército Argentino AACVM

El Sherman que llegó a las manos de la Aacvm nunca fue utilizado por el Ejército Argentino más que para ser expuesto. Lo retiraron de la plaza a una cuadra de la Casa Rosada cuando comenzaron las obras del Paseo del Bajo, en 2017. Al tanque lo mandaron a un chatarrero para ser destruido, pero la gestión del Aacvm lo salvó de un final poco glamuroso. Sin embargo, no estaba en las mejores condiciones: “Cuando lo donaron era lo más parecido al Titanic que se consigue —asegura el restaurador, entre risas—. Estaba completamente pelado y podrido por dentro y por fuera, ¡y claro, si estuvo 60 años expuesto al aire libre!”.

Desde la donación en 2018, comenzó un proceso de seis años de reconstrucción donde el blindado se desarmó y se puso en valor. Se trabajó la chapa, se buscaron las piezas faltantes en la Argentina y en el exterior, y se empezó a restaurar a su estado original. “Estaba extremadamente destruido”, resalta Monteverde.

El antes y el después en dos partes del interior del tanque - AACVM

“Uno de los trabajos más grandes fue buscar las piezas. Sin la colaboración de todos los socios dela Aacvm no hubiésemos podido lograrlo. Nos tomó años encontrar los repuestos necesarios, pensar sinónimos para consultar en las plataformas digitales, o para encontrar piezas que no estaban catalogadas porque ni el vendedor siquiera sabía lo que eran”, explica el encargado de llevar adelante la reparación del blindado. Entre las piezas que consiguió está la rueda que compró a través de un sitio de marketplace y que cambió de destino para formar parte del proyecto. 

"Nos tomó años encontrar los repuestos", expresa Monteverde sobre el proceso de búsqueda en la Argentina y en el exterior para dar con las piezas y equipos originales del blindado AACVM

Uno de los momentos de la restauración que más conflictos trajo fue cuando tuvieron que pintar el tanque, principalmente por sus números de identificación, aquellas marcas que llevan los vehículos militares para posibilitar el seguimiento interno.

“Decidimos que íbamos a seguir la estética del Ejército Argentino. Empezamos a buscar y a debatir sobre el número de identificación, hasta que dimos con uno en particular que, todos coincidimos, era el indicado: el del tanque de la película Canuto Cañete, conscripto del siete, con Carlitos Balá. Este es el mismo modelo que limpia Balá, así que le hicimos ese homenaje”, expresa Monteverde.


Canuto Cañete, con Carlitos Balá

El valor del M4A4 que posee la asociación es inmenso a nivel histórico. Funciona, y no es un decir: “Lo único que no anda, por razones obvias de seguridad, es el cañón, que fue inutilizado por el Ejército antes de la donación”, comenta Monteverde, aunque afirma que la torre del cañón gira. El restaurador, además, destaca el valor histórico de la unidad confirmando algunas fechas: “No podemos asegurar que el tanque estuvo en el Día D, particularmente, porque los registros originales pintados al costado del blindado se borraron, pero sí pudimos confirmar con Chrysler, por el número de serie, que nuestro tanque fue producido en febrero de 1943, por lo que podemos entender que estuvo en Inglaterra en 1944 y seguramente estuvo en el desembarco de Normandía”.

La inscripción que se asemeja a la del tanque utilizado en la película Canuto Cañete, conscripto del siete, con Carlitos Balá  AACVM

En octubre pasado, el tanque Sherman M4A4 estuvo expuesto en AutoClásica 2024, en el stand de la asociación, y fue premiado como el mejor vehículo militar de la edición. Entre los jurados estaba el coronel Marmonti, quien expresó: “Salió primero por la terminación que lograron: quedó realmente muy bueno”.


sábado, 13 de mayo de 2023

Argentina: El sol rojo de los comechingones

El Sol Rojo de los Comechingones

Revisionistas






Sol Rojo de los Comechingones

“La provincia de los comechingones” ….. así llamaron los españoles a casi toda la jurisdicción de Córdoba. Encontramos en los archivos municipales, que esta provincia ubica a los comechingones en las sierras a uno y otro lado, desde más o menos Cruz del Eje hasta el Arroyo de La Punilla.

La Primera Expedición que entra a Córdoba en el año 1528, lo hace al mando del navegante Gaboto, por el Este y llega a estas zonas serranas atraído por un Cerro de Plata y una ciudad llamada Paititi que se halla cerca de Yúngulo, donde se encuentra la famosa Ciudad de los Césares, cuyos pobladores son llamados los Señores, pues se sientan en sillas de oro y toda la vajilla es de ese metal precioso. Gaboto siente hablar en el Perú de los famosos y verídicos Comechingones, cuyas virtudes de hombres amantes de la verdad, han llegado hasta esos lugares del Incario.

Tienen la ciudad de Yúngulo, les comentan a los europeos en el Perú y lo que dicen los Comechingones es cierto, porque son hombres formales y de cumplimiento. Gaboto entra por el Este a la provincia de Córdoba y la camina en sus partes principales, pero no puede llegar hasta esos tesoros que la leyenda o la fábula, habían creado. Luego otro “conquistador” llamado Mendoza, entra por el norte en 1545 sin fundar ninguna población y en 1550, también lo hace Francisco de Villagra, quien no deja ninguna señal de su paso por tierras de los Barbados Serranos de Viarava y Charava. A principios de 1573, un “conquistador”, llamado Mejía Miraval, entra a Córdoba, precediendo a Jerónimo Luis de Cabrera que en los primeros días de Julio de 1573, funda la ciudad de Córdoba y muere de “garrote vil” en su cama, a principios del año 1575.

Las formas culturales de los Comechingones eran variadas y auténticas. Tenían su máxima expresión en el arte rupestre de Cerro Colorado, en las pinturas de Inti Huasi y en las pictografías y petroglifos que se encontraban en distintos lugares de las sierras cordobesas.

Para desgracia de la cultura argentina, gran porcentaje de estas expresiones se han perdido o desmejorado por encontrarse sin ninguna clase de protección de las inclemencias del tiempo, otras han sido arrancadas por manos impías con el empleo de cortafierros y martillos y llevadas a lugares desconocidos o han quedado también expuestas a la veleidades y al desprecio de los lugareños y de un turismo que en su mayoría no entiende la trascendencia de sus expresiones culturales y pone leyendas y símbolos sectarios con tiza o aerosoles imborrables.

Con las cavernas y alerones, sucede lo mismo, pues en algunas de ellas se han levantado remedos de grutas religiosas europeas, llegando en algunos casos a pintarlas con exóticos e inconcebibles colores que se refieren a determinados equipos de fútbol, en un total descreimiento de incultura y violencia populachera, tan arraigada en ciertos sectores de la sociedad argentina.

La propiedad privada que se ejerce sobre estos bienes incalculables de la cultura del hombre, ha hecho posible con el transcurso de los años, la desaparición o destrucción de Estanques Sagrados, donde en épocas pretéritas se bañaban las Ñustas, Vírgenes y Doncellas de las antiguas religiones, los Templos del Sol convertidos en resguardo de ganado y de murciélagos, las casas de Piedra, los Menhires que fueron destruidos como el de Calabalumba al pie del Uritorco o trasladados a una plaza para propaganda turística, con lo cual perdieron sus mágicos atributos, las Pircas que delineaban provincias, aldeas o propiedades, los Pucaraes o antiguas fortalezas de piedra, las manifestaciones de arte rupestre milenario y todos los objetos históricos/ culturales de mediana o pequeña construcción que los hombres de la antigüedad nos dejaran, como un testimonio silencioso de su belleza espiritual y moral, a través de su arte lítico, de la cerámica de sus guardas y dibujos, de sus trabajos en cobre, plata y oro, de los restos paleontológicos, llevados en camiones al extranjero, como los dinosaurios de Ischigualasto y toda la herencia cultural que nos dejaron grabada y pintada en la roca de sus cavernas y en sus Templos Solares Metafísicos.

El patrimonio espiritual de las antiguas civilizaciones debe permanecer sin duda alguna, a la propiedad directa del Ser Nacional de los Argentinos, por cuanto esas obras se encuentran en sus límites territoriales y su custodia, protección y conocimiento, es un derecho y una obligación irrenunciable que debe ejercer por sí misma la Nación Argentina.

El Sol Rojo del Templo del Sol

Estando de vacaciones, el escritor Leopoldo Lugones (2), el 26 de marzo de 1903 dio a conocer el hallazgo de las pinturas rupestres de Inti Huasi (Departamento de Tulumba), en un artículo publicado en el diario La Nación de Buenos Aires.

En la caverna de Inti Huasi, se podía mirar hasta el año 1926, esculpido en la pared de esa roca, al Sol Rojo de los Comechingones, una de las joyas de la arqueología de Armórica (1). Frente a ese Sol terracota, también se apreciaba el cielo que de noche podían ver dichos indígenas. Formaba parte, junto a otras pinturas ancestrales, del llamado “Templo del Sol”, sitio sagrado para los originarios. Ese mismo año, arribó a la zona el arqueólogo escocés Gordon Gardner, de la Universidad de Oxford con el pretexto de estudiar las pictografías, frecuentando estos lugares hasta 1926. Antes de su regreso a Inglaterra, donde publicó un trabajo sobre las mismas (3), arrancó con un martillo neumático el Sol Rojo. Ardua tarea dado que tiene un metro con sesenta centímetros de diámetro y pesa tres mil setecientos kilos,

Una vez fuera de la cueva, fue llevado desde Tulumba con el ferrocarril, en aquel tiempo Central Argentino y de allí a la estación Retiro. Luego fue cargado en una carreta tirada por 2 caballos de pelo tordillo, pasando por detrás de la Casa de Gobierno y fue cargado en un buque con destino a Inglaterra.

El Sol Comechingón estuvo expuesto en el British Museum hasta 1982, Actualmente dicha pieza arqueológica no se halla más en ese repositorio, pues en la guerra de Malvinas la habían sacado, junto con otros testimonios de los Dioses Solares Armoricanos, se desconoce si está en el Makind Museum de Londres o en los Archivos Secretos del Vaticano (4). Su paradero hasta ahora es todo un misterio.

El Sol Rojo es una obra de arte magnífica, mal llamada Sol Incaico, dado que es muy anterior al Imperio Inca y, que perteneció a la cultura troyana que fundó el Primer Imperio de Tiwanaku (en la actual Bolivia). Algunos suponen que su origen pertenece al período Incaico posiblemente tallado por la cultura Ayampitín. Esta cultura debió sobrevivir hasta el 500 o 1000 a.C., aunque no existe certeza al respecto.

Es lamentable que las autoridades argentinas nunca hayan hecho un reclamo para su devolución. Parece que su prioridad es regalar terrenos a pueblos “no originarios” y devolver piezas arqueológicas foráneas a sus países de procedencia. Nadie se preocupa por cuidar y recuperar lo que es verdaderamente nuestro. México y Perú han logrado recuperar exitosamente miles de objetos, en su mayoría de la época prehispánica. Los pueblos víctimas de este saqueo no han sido desposeídos de objetos de arte irreemplazables, han sido desposeídos de una memoria que les hubiera ayudado a conocerse mejor a sí mismos,

Referencias


(1) Leopoldo Antonio Lugones nació en Villa de María del Río Seco, Córdoba (cerca de Río Colorado en las proximidades del límite con Santiago del Estero) el 13 de junio de 1874 en el seno de una familia de clase aristocrática. Pasó su infancia en diversos pueblos del interior de la provincia de Córdoba, hasta que se mudó a la capital, Se quitó la vida en San Fernando, Pcia. de Buenos Aires, el 18 de febrero de 1938.
(2) El profesor cordobés Guillermo Alfredo Terrera escribió un gran número de obras sobre la historia esotérica del continente al que él llamaba “armoricano”.
(3) “Las rocas pintadas del noroeste de Córdoba“, Oxford, Clarendon Press (1931).
(4) Los Museos Vaticanos custodian cerca de 80.000 piezas de culturas de todo el planeta, por supuesto también de la América precolombina.

Fuente

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal revisionistas.com.ar
Terrera, Guillermo Alfredo y Moreno de Terrera, Edith – Los Comechingones – Sol Rojo Editora, Córdoba (2004).
Turone, Oscar A. – El Sol Rojo de los Comechingones – Buenos Aires (2023)


domingo, 12 de junio de 2022

Teoría de la guerra: Guerra y cultura

Guerra y cultura

Weapons and Warfare





Los problemas más importantes que los ejércitos árabes han experimentado en la batalla desde 1945 derivan de los patrones de comportamiento asociados con la cultura árabe. Comienza por el hecho de que las otras explicaciones simplemente no cubren el alcance completo del problema. Los rusos probablemente ayudaron a las fuerzas armadas árabes más de lo que lastimaron, y aunque la politización y el subdesarrollo desempeñaron papeles importantes, no pueden explicar las deficiencias más dañinas y consistentes de los ejércitos árabes en la era moderna. Pero no basta con demostrar que las otras explicaciones no explican completamente el problema.

Hay un argumento convincente que las debilidades primarias experimentadas por las fuerzas armadas árabes desde 1945 derivan de patrones de comportamiento culturalmente motivados inculcados por los procesos educativos árabes.

Dicho esto, lidiar con el cultivo es como trabajar con nitroglicerina: puede ser necesario hacerlo, incluso útil, pero hay que manejarlo con mucho cuidado. Este es uno de esos casos. Los patrones de comportamiento culturalmente impulsados ​​son un elemento crítico de la historia de la ineficacia militar árabe, pero la cultura se presta demasiado fácilmente a todo tipo de abusos. Al igual que la nitroglicerina, debe tratar el cultivo con mucho respeto si desea usarlo sin causar mucho daño.

El desarrollo de la guerra

Los seres humanos han estado librando la guerra durante más tiempo del que podemos recordar. La guerra literalmente es anterior a la civilización y la historia escrita. Sin embargo, los métodos de guerra han cambiado radicalmente con el tiempo a medida que la tecnología y la organización humana han evolucionado. Bandas desorganizadas de hombres que lanzaban lanzas dieron paso a formaciones organizadas de hombres que portaban lanzas y escudos (y espadas), que dieron paso a bandas de hombres armados montados en caballos, y así hasta la era de los drones, la guerra cibernética, y municiones de precisión independientes.

A lo largo de los milenios, ha sido esta interacción entre la tecnología y la organización humana la que ha definido la guerra en cada época. Por supuesto, la tecnología ha sido más impredecible y más difícil de controlar que la organización. La tecnología generalmente surge por razones que tienen poco que ver con la guerra, y rara vez en el momento oportuno para los líderes de guerra. Sí, Oppenheimer y compañía aprovecharon el átomo a tiempo para ayudar a Estados Unidos a ganar la Segunda Guerra Mundial, pero solo pudieron hacerlo porque Rutherford, Bohr, Einstein y otros habían descubierto los principios científicos básicos para entonces, y esos descubrimientos habían nada que ver con la guerra. Los generales probablemente siempre quisieron poder librar una guerra desde el aire, pero eso era efectivamente imposible antes de que los hermanos Wright descubrieran cómo volar.

Los humanos a menudo han adaptado los principios científicos para desarrollar nuevas armas para una guerra cuando se conocían esos principios, pero eso es lo más lejos posible. Los científicos alemanes idearon el Snorkel para hacer que sus U-boats fueran más resistentes en respuesta a las súplicas del almirante Dönitz durante la Segunda Guerra Mundial, pero a Nelson, Andrea Doria e incluso Themistocles también les hubiera encantado tener submarinos; sus deseos tuvieron poco impacto en el progreso del desarrollo tecnológico. Cuando se desconocen los principios científicos, se desconocen, y un general no puede exigir que avancen de la manera en que puede hacerlo con sus ejércitos. Como resultado, la tecnología realmente solo ha respondido marginalmente a los deseos del guerrero, a pesar de que es uno de los factores más importantes que impulsan la evolución de la guerra.

En cambio, la parte de la guerra que los humanos han podido controlar mejor ha sido nuestra propia organización, y allí las demandas de la guerra han pesado mucho. A lo largo de la historia, los líderes de guerra han buscado y experimentado nuevos y mejores métodos de organización (y empleo de esas organizaciones) para derrotar a sus enemigos. Aunque a menudo hay luchas políticas y burocráticas difíciles de ganar para instituir una nueva organización, por lo general ha resultado mucho más fácil aumentar el poder militar cambiando las organizaciones (y las tareas que realizan esas organizaciones) que intentar exigir nuevas armas . De hecho, como han notado muchos que comienzan con Charles Tilly, organizarse para la guerra ha sido un elemento importante en el desarrollo de los propios estados.

Por lo tanto, se puede decir que la tecnología es una condición "objetiva" de la guerra, que avanza en gran medida a su propio ritmo y solo modestamente susceptible a la manipulación humana en un momento dado. Por el contrario, la organización y el empleo de organizaciones militares, lo que llamamos tácticas y estrategias, puede verse como una condición "subjetiva" que los humanos pueden cambiar mucho más fácilmente para tratar de obtener ventajas con la tecnología en cuestión. Otra forma de decirlo es que en cualquier momento dado, la tecnología disponible para la humanidad hace posible luchar de muchas maneras diferentes, y diferentes sociedades y militares tratarán de organizarse y usar esas organizaciones para actuar de diferentes maneras para ganar ventajas en batalla.

El modo dominante de guerra

La guerra es una actividad competitiva. Por esa razón, aunque solo sea en teoría, siempre habrá una "mejor" forma de organizarse y actuar en la batalla dada la tecnología disponible. Me refiero a esa mejor manera como el "modo dominante de guerra" de la época. Pocas sociedades perfeccionan el modo de guerra dominante, pero las que sí lo hacen suelen disfrutar de un gran éxito en el campo de batalla. Incluso aquellos que se acercan más al modo dominante que sus enemigos aseguran una ventaja, posiblemente decisiva. De hecho, en definitiva es a lo que nos referimos cuando hablamos de un país que tiene mayor efectividad militar que otro. Los ejércitos chadianos de los años ochenta apenas eran el epítome de la guerra del siglo XX, pero eran mucho mejores para practicar el modo de guerra dominante de esa época que sus enemigos libios, y eso les permitió derrotar a Libia a pesar de todas las ventajas libias en potencia de fuego, energía aérea, fortificaciones y logística. Los chadianos demostraron una mayor efectividad militar, y es por eso que ganaron.

El concepto de efectividad militar en sí mismo deriva en última instancia de una concepción no declarada de que existe una "mejor" forma de hacer las cosas en cualquier momento dado la tecnología disponible. Es lo que el personal militar de los Estados Unidos quiere decir implícitamente cuando se refieren a las "mejores prácticas militares". Por eso es útil tener un concepto como el modo dominante de guerra, porque establece un ideal en constante evolución pero absoluto con el que se puede medir el concepto relativo de efectividad militar. El gran historiador militar John Lynn ha hecho un comentario similar, sugiriendo la idea de ejércitos "paradigmáticos" que definen la altura de la efectividad militar en un momento dado, las mejores prácticas a las que aspiran otros ejércitos.3 Estos ejércitos definen el paradigma porque tienen demostrado ser el mejor en practicar el modo dominante de guerra de su época.

Por supuesto, aquellas naciones con la más alta efectividad militar —las que están en mejores condiciones para realizar el modo dominante de guerra— no están inevitablemente obligadas a ganar en la guerra porque otros factores como los equilibrios numéricos, la generalidad, etc., pueden superar la efectividad militar. Pero, como los chadianos, tienen una ventaja importante que puede resultar decisiva. Por esa razón, la mayoría de los militares persiguen sin cesar (y con razón) el modo dominante de guerra de su tiempo, y lo mejor es tratar de refinarlo o incluso reinventarlo, probando nuevas tecnologías o nuevas organizaciones y métodos para aprovechar la tecnología existente.

El rol de la cultura

La noción de que siempre hay un modo de guerra dominante al que aspirarán la mayoría de los militares es una forma de ubicar la efectividad militar en el contexto del tiempo y las circunstancias. Esto es importante porque señala que lo que constituye la efectividad militar en un momento dado y lo que se necesita para ser un cambio militar dominante con el tiempo a medida que cambia el modo dominante. Debido a que la tecnología cambia y a que los humanos están constantemente innovando nuevas formas de organizar y emplear esa tecnología, las mejores prácticas que constituyen el epítome de la efectividad militar también cambian constantemente, principalmente evolucionando lentamente pero a veces muy rápidamente en lo que se ha denominado revoluciones en los asuntos militares.

La razón por la que esto es importante es que lo que se requiere de los grupos humanos para lograr el modo de guerra dominante en un momento dado también cambia constantemente. Los seres humanos no son todos iguales, ni tampoco son grupos de seres humanos. Así como los individuos tienen diferentes habilidades y formas de hacer las cosas, también lo hacen los grupos y las sociedades, inculcados por la cultura de la sociedad. Esos rasgos son enormemente importantes para la guerra, y siempre lo han sido a lo largo de la historia humana.

Las lanzas, espadas y escudos fueron algunas de las primeras armas conocidas por la humanidad, pero hay muchas formas diferentes de usarlas en la batalla. La falange griega era una forma mucho más efectiva de usar esas armas que la forma en que la mayoría de las civilizaciones antiguas lo habían hecho anteriormente. Pero no todas las sociedades podrían desplegar una falange competente. Realmente solo unos pocos podían, y algunos, especialmente Sparta, eran mucho mejores que otros. Esto se debe a que lo que se necesitó para desarrollar una falange efectiva fue que los hombres se sumergieron en ciertos patrones de comportamiento que los llevaron a actuar de cierta manera y que a su vez les permitieron actuar de la manera que la organización y las tácticas de la falange requerían. En realidad, solo los estados de las ciudades griegas (y sus colonias) podían producir suficientes hombres como para desplegar una falange.

Sparta diseñó su cultura entera para producir el máximo número de hombres que actuarían exactamente de la mejor manera posible para que la falange sea efectiva. Entonces, durante un período de tiempo, los griegos descubrieron la mejor manera de emplear la tecnología de guerra de la época (lanzas, escudos y espadas). Pero solo la cultura del estado de la ciudad griega produjo un gran número de hombres capaces de funcionar eficazmente en una falange. Ninguna otra sociedad antigua de la época podría hacerlo. Y la cultura espartana llevó eso a su extremo absoluto, haciendo que la falange espartana sea la más efectiva de todas.

En otras palabras, lo que convirtió a Esparta en el mayor ejército de su época fue su cultura. La cultura espartana fue diseñada conscientemente para producir un gran número de hombres que se desempeñaran axiomáticamente de la manera más propicia para el éxito en la falange, y mientras la cultura espartana continuara produciendo grandes cantidades de tales hombres, y mientras la falange fuera Esparta, el modo dominante de hacer la guerra, era la mayor potencia militar.

El mismo fenómeno ocurrió en épocas posteriores con arqueros ingleses, catafrácticas partas, arqueros mongoles, piqueros suizos, buques de guerra británicos, divisiones panzer alemanas y cualquier otra fuerza militar dominante que ganó no gracias a una mejor tecnología, pero debido a que sus sociedades produjeron un número relativamente grande de hombres con un conjunto de habilidades que les permitió utilizar la tecnología existente de la mejor manera posible. Y debido a que produjeron considerablemente más hombres de ese tipo que sus rivales, en algunos casos con hombres que podían emplear únicamente la tecnología militar de la época, tenían una enorme ventaja sobre sus enemigos.

Lo que esto demuestra es que los rasgos y el comportamiento derivados de la cultura pueden ser absolutamente críticos para determinar la efectividad militar, pero lo que importa es la medida en que esos rasgos se combinan con la tecnología y la organización (incluidas las tácticas) empleadas por los ejércitos de esa época. Cuando los rasgos culturalmente impulsados ​​de una sociedad encajan bien con las demandas del modo dominante de guerra de la época, los ejércitos de esa sociedad tenderán a ser más efectivos y, en algunos casos, resultarán conquistadores. Cuando no encajan, los ejércitos de esa sociedad tenderán a empeorar y, a menos que sean salvados por otros factores como números, riqueza, geografía favorable, aliados poderosos, etc., la sociedad puede desaparecer por completo.

Inevitablemente, los rasgos y el comportamiento que permiten que un ejército tenga éxito cambiarán con el tiempo a medida que cambie el modo dominante de guerra. Algunas sociedades pueden adaptarse deliberadamente y adoptar prácticas culturales que sirven al modo dominante de guerra, como lo hicieron los espartanos (y posiblemente los prusianos e israelíes). La mayoría no lo hará conscientemente, pero de todos modos serán ayudados u obstaculizados de acuerdo con la medida en que el modo de guerra dominante se adapte a los patrones de comportamiento fomentados por su sociedad, su cultura, que generalmente habrá evolucionado por razones ajenas a la guerra. -haciendo.

Los mongoles no se convirtieron a propósito en grandes arqueros de caballos para poder conquistar Eurasia. Los mongoles se convirtieron en grandes arqueros de caballos porque esas eran las habilidades que necesitaban para sobrevivir en la estepa euroasiática del siglo XII. Sin embargo, una vez que su sociedad desarrolló esta habilidad y la cultura mongol comenzó a producir grandes cantidades de arqueros a caballo expertos, le dio a los señores de la guerra mongoles como Genghis Khan una herramienta militar que le permitió conquistar Eurasia. El ejército mongol definió el modo dominante de guerra de la época. Aunque la tecnología que emplearon (el caballo y el arco compuesto) estaba disponible para otras sociedades, nadie pudo usarla para hacer la guerra tan bien como los mongoles. Esto les dio una ventaja táctica abrumadora sobre tantas otras sociedades cuyas culturas no produjeron un gran número de arqueros a caballo expertos, no por error de su parte, sino simplemente porque sus circunstancias físicas e históricas no crearon la necesidad de un gran número de arqueros expertos. arqueros a caballo.
Los mongoles son un ejemplo extremo, útil para ilustrar el punto. Permítanme pasar a otro ejemplo que muestra el curso más normal de cómo la cultura y la guerra interactúan con el tiempo. En el siglo dieciocho y principios del diecinueve, las guerras europeas se libraron en gran medida con mosquetes de carga lisa y de hocico; cañón de trayectoria plana; y jinetes armados con espadas, lanzas y pistolas. Esta tecnología definió el modo dominante de guerra para esa época, y con el tiempo, los mejores ejércitos aprendieron a organizarse, entrenar y diseñar tácticas para obtener el mejor rendimiento al usar esa tecnología. Específicamente, aprendieron a organizar grandes grupos de infantería en formaciones estrechas para maximizar la potencia de fuego. Debido a que los mosquetes eran terriblemente inexactos, era posible hacer que tales formaciones caminaran lentamente, en formación, hasta un punto en el campo de batalla, luego cambiaran de una formación de marcha (columna) a una formación de disparo (línea) y comenzaran a disparar al enemigo, recargando y disparando de nuevo. La caballería de la época generalmente se frenaba, esperando la oportunidad de atacar y aterrorizar, desordenar y destruir las formaciones de infantería enemigas, así como también la artillería enemiga invadida. La artillería buscó matar y desorganizar la infantería enemiga (y la caballería) para hacerlos más vulnerables a la infantería y la caballería amigas.

Todo esto requería un conjunto muy particular de habilidades y comportamiento para producir efectividad militar, y mucho menos la victoria. Si nos limitamos a la infantería de esa época, vemos que tenían que poder moverse en formación y no desorganizarse. Tenían que poder disparar y (aún más importante) recargar sus mosquetes mientras sus contrapartes enemigas les disparaban a menudo a no más de 50 yardas de distancia. Y tenían que estar dispuestos y ser capaces de arreglar las bayonetas, cargar al enemigo y matarlo en combate cuerpo a cuerpo. Para los soldados, eso significaba que debían ser valientes (o ebrios); altamente disciplinado; bien practicado para marchar en formación, disparar y recargar; y competente en combate cuerpo a cuerpo. Para los oficiales subalternos, significaba que necesitaban poder organizar las formaciones de sus hombres, cambiar de una formación a otra en cualquier momento, y moverlos rápida y eficientemente por el campo de batalla. En particular, tenían que mantener una disciplina de hierro entre sus tropas en la vorágine de una batalla del siglo XVIII, lo que requería que sus hombres les temieran más que al enemigo. Y tenían que ser lo suficientemente valientes como para pararse o cargar, como se les indicó cuando se les indicó, dando ejemplo a sus hombres. Es importante señalar que no se esperaba que los oficiales de campo en los ejércitos europeos del siglo XVIII y principios del XIX mostraran mucha creatividad e iniciativa. De hecho, en general fueron entrenados y alentados a ser mártires incuestionables porque eso era lo que necesitaban los oficiales de menor rango para que un ejército tuviera éxito en este modo de guerra.

La desaprobación de la acción independiente por parte de los oficiales subalternos se debió en gran parte al hecho de que el general al mando de un ejército europeo del siglo XVIII podía (en teoría) ver todo el campo de batalla, y era su responsabilidad formular estrategias, buscar oportunidades y maniobra sus fuerzas en respuesta a las acciones de su adversario. Lo último que quería un general del siglo XVIII era un subordinado que actuara solo, o que rechazara una orden del general que orquestaba la batalla. (El famoso acto de insubordinación del general Seydlitz a Federico el Grande en la batalla de Zorndorf fue una notable excepción que demuestra la regla). Un ejército del siglo XVIII se habría pulverizado si todos sus capitanes y mayores tomaran decisiones por sí mismos y actuaran de forma independiente, incluso si persigue el objetivo general de su comandante. La fuerza de tal ejército estaba en la coordinación de sus fuerzas y la capacidad de un general para ver (o crear) una oportunidad, un error de su adversario, y luego concentrar rápidamente una fuerza superior contra él. La victoria de Napoleón en Austerlitz, lograda separando a los austriacos y rusos y luego aplastando a cada uno, es un ejemplo perfecto. Por otro lado, si algún comandante inglés en Waterloo hubiera visto un hoyo en la línea de Napoleón y cargado con su batallón, habría creado un hoyo del tamaño de un batallón en las líneas inglesas, a través del cual Napoleón habría empujado rápidamente una división o un cuerpo. Como Wellington habría sido el primero en advertir, nada podría haber sido más desastroso, y por qué el Duque de Hierro nunca lo habría apoyado.

De hecho, una de las instancias más famosas de ese oficio independiente y creativo de esa época, la defensa de Sir John Colborne contra la Guardia Francesa al final de la Batalla de Waterloo, es una excepción perfecta que prueba la regla. El coronel Colborne comandó el 52º Regimiento de los Pies en Waterloo y durante el ataque final de la Guardia Media de Napoleón, sacó a sus hombres de la línea de los regimientos de infantería británicos y los giró en ángulo recto para disparar contra el flanco de los franceses, ayudando a derrotar a uno de los batallones franceses. Vale la pena señalar que esto solo llegó al final de la batalla, cuando los franceses habían disparado por completo y estaban haciendo un último intento desesperado de romper las líneas británicas. Si Napoleón tuviera algo para contrarrestar el movimiento de Colborne, podría haber sido desastroso. Pero no lo hizo y así funcionó. Además, la hazaña de Colborne es legendaria porque fue el único comandante de batallón que lo hizo. Hubo varias docenas de personas manejando la cresta toda la tarde, enfrentando ataques repetidos, y ninguno de ellos (incluido Colborne antes) había intentado este truco. Además, incluso cuando Colborne lo hizo, él era el único. Ninguno de sus compañeros pensó hacer lo mismo. Colborne fue una excepción celebrada, pero fue una excepción a la regla del tiempo, y solo fue celebrado porque lo intentó en circunstancias excepcionales que le permitieron tener éxito.

Avancemos rápidamente al siglo veinte y todo ha cambiado. Ha surgido una nueva tecnología: armas automáticas, artillería de fuego indirecto, camiones, tanques, aviones. Han transformado el campo de batalla y definido un nuevo modo dominante de guerra. La potencia de fuego se ha vuelto tan letal que los ejércitos deben dispersarse y confiar en el camuflaje en todo momento. Los cambios demográficos y políticos también han puesto ejércitos mucho más grandes a disposición de los generales. Las fuerzas terrestres deben desplegarse en orden abierto, ocultas lo mejor que puedan y moverse muy rápidamente cuando se les obligue a hacerlo. Dado el C3I (comando, control, comunicaciones e inteligencia) disponible en ese momento, ningún comandante supremo podría controlar tales fuerzas en tiempo real y mucho menos organizar una batalla como lo haría un general del siglo XVIII. Como resultado, las habilidades requeridas por los soldados y (especialmente) los oficiales de campo para tener éxito han cambiado drásticamente. Ahora, se espera que los oficiales subalternos (incluidos incluso los suboficiales) comprendan el plan estratégico de su comandante, pero actúen de forma independiente para tratar de cumplir los objetivos del comandante, el famoso principio alemán de auftragstaktik. En este modo de guerra, los comandantes tácticos tienen que mostrar iniciativa y creatividad para ganar victorias tácticas. El trabajo del general ahora es reconocer el patrón de victorias tácticas, reforzar el éxito al comprometer reservas, y así convertir las victorias tácticas ganadas por sus subordinados en victorias estratégicas (en gran medida rompiendo las líneas del frente del enemigo, enrutando sus reservas y área trasera) servicios, ya sea rodeando o causando el colapso logístico y psicológico del ejército enemigo). Para aquellos familiarizados con él, el concepto de Stephen Biddle del "sistema moderno" de guerra captura este enfoque, representando el modo dominante de guerra del siglo XX.

El objetivo de esta comparación es ilustrar que lo que significa que un ejército sea efectivo cambia con el tiempo a medida que cambia el modo dominante de guerra. Las habilidades que permitieron que el ejército británico prospere tanto en los campos de batalla coloniales europeos del siglo XVIII como en los del siglo XIX fueron las mismas habilidades que lo llevaron a tener un rendimiento sistemáticamente inferior en las guerras del siglo XX. Era en gran medida el mismo ejército británico, con un nuevo equipo, luchando en gran medida de la misma manera. Pero las habilidades, métodos y enfoques para la guerra que produjeron éxito en Blenheim, Waterloo y Omdurman produjeron desastres en Somme, Gazala y Goodwood. El modo dominante de guerra había cambiado, pero el ejército británico no, y su efectividad militar sufrió como resultado.

No debería sorprender que algunas sociedades (y algunas organizaciones militares) estén en mejores condiciones para producir las habilidades requeridas por el modo de guerra dominante que otras. Los que demuestran una mayor efectividad militar que los que no lo hacen. Aquellos que producen estas habilidades en la mayor abundancia tienden a ser los ejércitos paradigmáticos de Lynn. Como el gran filósofo francés Raymond Aron observó una vez: "Un ejército siempre se parece al país del que se crió y del que es la expresión".

Hasta cierto punto, esto explica el ascenso y la caída de algunos países y sus ejércitos. Por supuesto, la economía explica mucho de eso, pero siempre hay países que superan militarmente su peso en cualquier período histórico dado: los suizos durante el siglo XVI, los suecos durante el siglo XVII, los prusianos durante el siglo XVIII, el La Confederación inglesa y estadounidense durante el siglo XIX, y los alemanes e israelíes durante el siglo XX. Se argumentaría que en todos los casos fue porque su sociedad acaba de producir grandes cantidades de hombres con los rasgos requeridos para el éxito por el modo dominante de guerra de la época. Por supuesto, con el tiempo, la tecnología cambió, el modo dominante de guerra cambió, y lo que se requería para tener éxito en la guerra cambió, perjudicando a aquellos que alguna vez habían sido dominantes y trayendo al poder nuevos países cuyas sociedades producían grandes cantidades de hombres con la habilidad necesaria. conjuntos (o patrones de comportamiento) necesarios para tener éxito en el nuevo modo dominante de guerra. Así, los suecos fueron los terrores del campo de batalla del siglo XVII y eso los convirtió en un jugador importante en las relaciones internacionales europeas en ese momento. Pero para el siglo XVIII no eran más potentes que cualquier otro país europeo, por lo que declinaron a un poder de segundo rango como correspondía a sus dotaciones económicas, demográficas y de otro tipo.

Los rasgos de comportamiento de las personas pueden ser moldeados por muchos factores diferentes. Cada tipo de agrupación humana tiene una cultura, pero diferentes tipos de agrupaciones tienen mayores habilidades para inculcar esa cultura que otras. La comunidad o sociedad en la que nacemos (el país, la nación, el estado, el imperio, etc.) generalmente tiene la mayor capacidad porque dicta las prácticas de crianza y los métodos educativos empleados con niños y adolescentes. Nada es un medio más potente de socializar a las personas en un conjunto de normas culturales.

Pero las instituciones y organizaciones dentro de una sociedad también desarrollan sus propias culturas. A menudo, estas culturas están influenciadas por la cultura de la sociedad en general. En otras circunstancias, pueden emplear una variación en esa cultura más amplia, o desarrollar algo bastante diferente, incluso directamente contrario a la cultura más amplia. Los militares pueden ser agentes de socialización muy poderosos porque toman hombres relativamente jóvenes (abrumadoramente hombres en el pasado, aún principalmente en la actualidad) y los someten a formas feroces de educación, lo que llamamos capacitación, para tratar de hacerlos pensar y actuar de manera diferente. de lo que hicieron como civiles. De hecho, el entrenamiento militar es una forma deliberada de socialización cultural. Es la forma en que los ejércitos hacen que las personas piensen y actúen de la manera que la sociedad considera más propicia para la guerra en ese momento.

Por lo tanto, es importante reconocer que si bien los rasgos y comportamientos que proporcionan una ventaja o desventaja a los militares en cualquier momento dado el modo dominante de guerra de esa época se derivan inevitablemente de la cultura, esa cultura puede ser nacional / social, puede ser la cultura organizacional de los militares (que puede replicar la de la sociedad en general o diferir de ella en formas importantes), o puede ser la cultura de algún subgrupo importante: una tribu o etnia en particular, una formación militar de élite, etc. De hecho, Es una pregunta fascinante cuánto la cultura del ejército británico, que produjo un éxito tan increíble de 1689 a 1898 y luego tantos fracasos sorprendentes de 1914 a 1945, fue un producto de la cultura británica más amplia y cuánto producto de las características únicas. del ejército británico (como el sistema de regimiento) a medida que evolucionó con el tiempo.

Sin juicios

Porque es la cultura — dominante o nacional, local o subcultural, institucional u organizacional — la que determina qué sociedades, o qué grupos dentro de las sociedades, generan el mayor número de hombres (y cada vez más mujeres) con las habilidades necesarias para el éxito en el modo dominante De la guerra de la época, la cultura obviamente puede jugar un papel crítico en la determinación de la fortuna militar. Sin embargo, nada de esto debe verse como aplaudiendo una cultura o denigrando a otra. Las culturas, especialmente las culturas de las naciones y otras sociedades que se encuentran más allá de las meras organizaciones militares, enfatizan algunos rasgos y patrones de comportamiento sobre otros basados ​​en las circunstancias de la sociedad, tanto físicas como históricas. Los rasgos y patrones de comportamiento que favorece la cultura tienen sentido para su sociedad en ese lugar en ese momento.

En otras palabras, la cultura puede otorgar algunas ventajas a una sociedad en ciertas actividades donde dos sociedades están compitiendo, pero eso no significa que una sea superior a la otra, excepto en esa área limitada de competencia. Recordar tanto a los mongoles como a los romanos es útil aquí. El imperio romano que se extendió desde el siglo II a.C. hasta el siglo quinto a.d. y el imperio mongol del siglo XIII d.C. fueron ambos conquistadores fenomenales. Ambos invadieron numerosos estados vecinos y aplastaron a sus ejércitos, libraron grandes guerras y fueron consistentemente victoriosos. En ambos casos, había aspectos culturales de sus sociedades que eran críticos para sus éxitos militares. Ambas sociedades contenían tendencias culturales que les permitían generar un poder militar mucho mayor que sus vecinos, ya fuera la excelencia táctica de la legión romana o el arquero mongol, o la capacidad estratégica de cada sociedad para seguir generando un gran número de ambos. Ambos eran a menudo superiores a las sociedades que conquistaron en este aspecto estrecho de la actividad humana: la guerra. Esa estrecha superioridad resultó ser extremadamente importante, especialmente para los pueblos conquistados por estos imperios, como los cartagineses y los chinos.

Sin embargo, no se sigue que la sociedad romana o mongol fuera superior en general, o en todos los sentidos, o de cualquier otra manera que no sea la guerra a otras sociedades, incluso a aquellas sociedades que conquistaron. La cultura abarca una amplia gama de rasgos relacionados con un número igualmente vasto de actividades humanas. El hecho de que los mongoles fueran mejores que los chinos del siglo XIII en la guerra no significa que fueran superiores de ninguna otra manera. Los chinos generalmente creían que eran mucho más sofisticados, creativos y conocedores que los mongoles. Puede que lo hayan sido, sugiriendo que su propia cultura era superior a la de los mongoles en la producción de muchas otras habilidades deseables. Esa sofisticación no los salvó de la conquista porque los mongoles eran superiores en el área que importaba cuando chocaban: la guerra. (Si los mongoles y los chinos hubieran competido en poesía o cerámica en lugar de matar, el resultado probablemente habría sido muy diferente). Pero su competencia fue militar, y los mongoles demostraron ser muy superiores en esa área. Se podrían hacer argumentos similares sobre las ventajas relativas de las culturas romana y griega, argumentos en los que muchos romanos habrían acordado la superioridad de la filosofía griega, la escultura, la retórica, etc., pero no la guerra.

También hay una diferencia importante entre los romanos y los mongoles. Mientras que la cultura romana parece haber dado a los romanos una excelente capacidad para mantener, retener e integrar sus conquistas de tal manera que su imperio duró siglos, la cultura mongol, tan excelente en la conquista, no otorgó las mismas ventajas a su imperio. La sociedad mongol no hizo tan bien en mantener y construir sobre lo que habían conquistado, por lo que el imperio mongol no soportó la forma en que lo hizo el imperio romano. El hecho de que dos grandes naciones fueran igualmente expertas en la conquista no significaba que fueran igualmente expertas en otros aspectos del esfuerzo humano. Las ventajas que la cultura puede otorgar a la guerra no significa que esa cultura o su sociedad sean de alguna manera superiores, excepto en la guerra en un momento particular.

Sin embargo, lo que debería quedar claro de esta discusión es que la cultura nacional, subnacional y organizacional es un elemento importante en la efectividad militar. Además, así como reconocemos que algunas culturas han demostrado ser fundamentales para el éxito en el campo de batalla al mejorar la efectividad militar en ciertos períodos de tiempo, también debemos reconocer que otras culturas pueden ser tan críticas para la debilidad marcial al socavar la efectividad militar. Por cada Espada, Roma, horda mongol, Wehrmacht y la Fuerza de Defensa de Israel, es probable que haya otra sociedad muy perjudicada porque su cultura no está produciendo un número suficiente de personas con los rasgos más adecuados para el modo de guerra dominante de la época. A finales del siglo XX y principios del XXI, eso fue exactamente lo que les sucedió a los árabes.