Mostrando las entradas con la etiqueta policía militarizada. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta policía militarizada. Mostrar todas las entradas

sábado, 4 de enero de 2025

Guerra contra la Subversión: ¿Podría repetirse la historia en Argentina hoy?

La Guerra Antisubversiva en Argentina: Tácticas antiterroristas y descentralización operativa y evolución al presente

Por Esteban McLaren



Control de rutina durante la guerra antisubversiva: Conscriptos realizan el control de documentación.


¿Se podría repetir la intervención militar para combatir a la guerrilla o el terrorismo como en los 70s en Argentina? La respuesta es con alta probabilidad no. La evolución de las formas de combatir, no solo a la guerrilla sino a fuerzas convencionales, a evolucionado de modo que pocas tropas altamente especializadas a nivel de la policía con una logística específica y muñidos de inteligencia y análisis pueden desarrollar esa tarea que comprometió a todas las fuerzas armadas en su momento. El compromiso política y judicial, en todo caso, siempre será el responsable final de la eficiencia de todas las operaciones.

Parte 1: Doctrina y operatividad de la Guerra Antisubversiva

La denominada Guerra Antisubversiva en Argentina (1976-1983) marcó un período de intensa actividad militar y de seguridad interna orientada a combatir organizaciones insurgentes consideradas terroristas por el régimen militar. Esta etapa, impulsada por la Junta Militar, se caracterizó por la adopción de tácticas antiterroristas que buscaban neutralizar a grupos armados como los Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). A diferencia de otros países que adoptaron modelos más centralizados de coordinación, las operaciones argentinas se destacaron por una descentralización operativa significativa, permitiendo una autonomía notable a las unidades militares y policiales locales.

Tácticas antiterroristas en el terreno

Las tácticas antiterroristas implementadas en Argentina pueden analizarse desde tres ejes principales.

El modelo táctico argentino en la lucha contrainsurgente se construyó sobre un enfoque dual: reactivo y proactivo. Este diseño buscaba identificar, localizar y neutralizar objetivos insurgentes mediante una combinación de inteligencia precisa, operaciones directas y métodos coercitivos. La inteligencia humana (HUMINT) jugó un rol crucial en esta estrategia, con un amplio uso de informantes infiltrados y agentes dobles que penetraron las estructuras insurgentes. Gracias a estas operaciones, se lograron resultados significativos, como frustrar ataques planificados o desarticular acciones insurgentes críticas, incluyendo el conocido asalto al batallón de arsenales de Monte Chingolo, donde la anticipación y la información obtenida demostraron ser determinantes.

Sin embargo, no toda la información se obtuvo mediante infiltración. Los interrogatorios coercitivos se convirtieron en un componente oscuro pero central del esfuerzo contrainsurgente. Realizados en detenciones clandestinas, muchas veces fuera de cualquier registro oficial, estos interrogatorios emplearon métodos de tortura para extraer datos estratégicos. Este enfoque, aunque efectivo en términos operativos, permitió la identificación y neutralización de miembros clave dentro de las organizaciones insurgentes, incluidos altos mandos. Las consecuencias éticas y legales de estas prácticas siguen siendo objeto de debates históricos y políticos, pero su impacto operativo fue innegable en la desarticulación de redes rebeldes.

En los centros urbanos, la acción directa adquirió una forma particularmente agresiva con los denominados "grupos de tareas". Estas unidades, pequeñas pero altamente móviles, fueron desplegadas para llevar a cabo operaciones de asalto directo. Con precisión quirúrgica, se dedicaron a capturas, ejecuciones extrajudiciales y la desmantelación de células urbanas. Entre sus logros más destacados se encuentra la eliminación del jefe máximo del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), un golpe que desarticuló significativamente la capacidad operativa de esta organización. Estas operaciones urbanas, aunque polémicas, fueron el punto culminante de una estrategia diseñada para erradicar la insurgencia con eficacia implacable.

La combinación de inteligencia, coerción y acción directa formó un esquema táctico que resultó devastador para las fuerzas insurgentes. Aunque cuestionable desde una perspectiva ética y legal, este enfoque logró su propósito operativo: desmantelar las estructuras insurgentes y neutralizar su capacidad de amenaza. No obstante, dejó un legado de tensiones sociales y dilemas morales que continúan resonando en la memoria histórica de Argentina.







En las áreas rurales de Argentina, la lucha contrainsurgente tomó un cariz implacable, modelado por tácticas que evocaban las empleadas por Estados Unidos en Vietnam. Tucumán se convirtió en el epicentro de estas operaciones durante el Operativo Independencia, un despliegue militar que, más allá de los montes tucumanos, se extendió a otras regiones rurales del país en un intento de sofocar las insurgencias. Las patrullas móviles emergieron como uno de los recursos tácticos más eficaces, pequeñas unidades que se adentraban en la espesura de la selva y los montes, rastreando a los guerrilleros y llevando la guerra hasta el corazón de sus escondites. Este enfoque, diseñado para minar la capacidad de las fuerzas insurgentes de moverse y operar con libertad, resultó devastador en muchos aspectos.

Paralelamente, la destrucción de la infraestructura logística de los insurgentes fue clave para debilitar sus capacidades operativas. Campamentos enteros eran desmantelados, redes de abastecimiento desarticuladas y arsenales clandestinos destruidos. Incluso las imprentas, símbolo de la resistencia y herramienta propagandística, eran objetivos prioritarios en esta guerra asimétrica. Cada armería destruida y cada línea de suministro cortada representaban un golpe que buscaba aislar a las fuerzas insurgentes, empujándolas al colapso operativo.

El aislamiento era una constante en esta estrategia de contrainsurgencia. Los cercos operativos se erigían como murallas invisibles pero letales alrededor de las áreas en las que los insurgentes encontraban refugio y apoyo civil. Estas operaciones, desplegadas con precisión luego de atentados, secuestros y otras acciones insurgentes, buscaban cortar todo vínculo entre los guerrilleros y las comunidades locales. En un entorno rural donde el apoyo civil era vital para la supervivencia de las fuerzas rebeldes, estos cercos demostraron ser una herramienta tan contundente como las patrullas móviles o las operaciones directas.

No obstante, la lucha no se limitó a las acciones en el terreno. El gobierno desplegó una maquinaria de propaganda y guerra psicológica que complementaba las acciones cinéticas con un sofisticado arsenal de mensajes destinados a desmoralizar a los insurgentes y consolidar el apoyo social. A través de mensajes intimidantes, exhibiciones de fuerza y narrativas diseñadas para justificar la represión, el Estado buscaba erosionar la moral de las fuerzas rebeldes mientras reforzaba el relato de la "guerra contra el terrorismo". Este esfuerzo no solo apuntaba a legitimar las operaciones militares, sino también a obtener el respaldo de sectores específicos de la sociedad, apelando a sus miedos y alineando su percepción con los objetivos del régimen.

La combinación de tácticas rurales y operaciones psicológicas en Argentina se convirtió en un ejemplo emblemático de contrainsurgencia multidimensional, donde cada patrulla en el monte y cada mensaje difundido desde los medios formaban parte de un entramado destinado a sofocar la rebelión a cualquier costo. Sin embargo, este modelo dejó un legado de lecciones y controversias, especialmente en cuanto al balance entre eficacia táctica, impacto social y respeto por los derechos humanos.


Descentralización operativa: Autonomía y fragmentación del mando

Argentina, a diferencia de otros países que optaron por enfoques centralizados como el modelo francés en Argelia, adoptó una estrategia descentralizada en su lucha contra las guerrillas. Este método otorgaba a las unidades locales la responsabilidad de planificar y ejecutar las operaciones, lo que resultó en una notable eficacia táctica. En cuestión de meses, las organizaciones guerrilleras quedaron al borde de la desarticulación operativa, un logro sin parangón en escenarios donde se emplearon estrategias más centralizadas.

La autonomía regional fue uno de los pilares de esta estrategia. Las zonas militares se dividieron en regiones estratégicas, cada una bajo un comando regional que gozaba de amplia libertad para diseñar y llevar a cabo operaciones. Este enfoque, basado en el principio militar de la Auftragstaktik, permitió respuestas rápidas y adaptadas a las necesidades locales. Sin embargo, esta descentralización también dio lugar a una falta de uniformidad en las tácticas empleadas y en los métodos de recolección de inteligencia, lo que debilitó la cohesión estratégica.

Otro elemento distintivo fue el uso de grupos de tareas compuestos por efectivos de diversas fuerzas, como el Ejército, la Policía Federal y Provincial, y la Gendarmería. Estos grupos operaban con una independencia considerable y sin una supervisión central constante. Si bien esta flexibilidad facilitó decisiones rápidas en el terreno, también incrementó los riesgos asociados a la falta de controles superiores.

La fragmentación, si bien eficaz en el nivel táctico, tuvo consecuencias de gran alcance. Aunque las acciones específicas, como capturas y eliminaciones de insurgentes, fueron ágiles y precisas, la coordinación estratégica quedó relegada, dificultando una evaluación integral de las operaciones. Además, la descentralización exacerbó los niveles de abuso de autoridad y discrecionalidad, lo que llevó a violaciones sistemáticas de los derechos humanos.

Este modelo argentino, con sus logros y controversias, ilustra el delicado equilibrio entre autonomía táctica y supervisión estratégica, dejando lecciones clave para futuras operaciones de contrainsurgencia.


Evaluación de la eficiencia militar

Desde un enfoque estrictamente militar, la estrategia argentina de contrainsurgencia logró resultados magníficos hacia el final del conflicto, desmantelando gran parte de las capacidades operativas de los grupos insurgentes. Sin embargo, esta eficacia táctica estuvo acompañada de serias limitaciones y costos que dejaron un impacto profundo en las Fuerzas Armadas y en el país.

Operativamente, la estrategia cumplió con muchos de sus objetivos. Los principales líderes insurgentes fueron neutralizados, debilitando gravemente la capacidad ofensiva de organizaciones como los Montoneros y el ERP. Las operaciones urbanas, rápidas y contundentes, se adaptaron con eficacia a los entornos complejos de las ciudades, donde la insurgencia intentaba consolidar su presencia. Estas acciones reflejaron una capacidad táctica que, en el plano inmediato, logró frenar la amenaza insurgente.

Sin embargo, a nivel estratégico, el enfoque descentralizado mostró serias fallas. La falta de coordinación centralizada limitó la capacidad de consolidar los logros operativos en un marco nacional coherente. Esta fragmentación, aunque útil en el nivel táctico, impidió articular una estrategia unificada que capitalizara las victorias locales en un resultado estratégico definitivo. Además, la autonomía otorgada a los grupos operativos fomentó un clima de impunidad y corrupción interna. Recursos valiosos se desviaron, y los esfuerzos perdieron eficacia debido a la falta de supervisión y control central.

Los costos internos de esta estrategia también fueron profundos y duraderos. El enfoque descentralizado multiplicó los abusos y ejecuciones sumarias, lo que dañó gravemente la legitimidad de las Fuerzas Armadas. Este impacto negativo se vio exacerbado tras la derrota en la guerra de Malvinas, cuando la imagen institucional ya estaba seriamente deteriorada. Además, la carencia de tropas especializadas en tácticas no convencionales obligó a emplear a conscriptos, suboficiales y oficiales con un entrenamiento limitado y muchas veces improvisado. La falta de preparación adecuada dejó brechas operativas que pudieron haberse mitigado con una fuerza más capacitada.

Los recursos dedicados a la contrainsurgencia también debilitaron otras áreas críticas de la defensa nacional. Al embarcar a las tropas en una guerra no convencional, se comprometió su preparación para enfrentar conflictos convencionales, dejando vulnerabilidades estratégicas en el ámbito militar. Además, el abandono de una legislación que permitía combatir a los insurgentes con respaldo legal socavó la legitimidad de las acciones y contribuyó a un marco operativo que, aunque efectivo a corto plazo, resultó perjudicial en el largo plazo.

En definitiva, la estrategia argentina alcanzó su objetivo inmediato de desarticular la insurgencia, pero lo hizo a un costo significativo. La falta de coordinación estratégica, los abusos cometidos y el desvío de recursos erosionaron tanto la capacidad militar como la confianza social en las Fuerzas Armadas. Este legado, a la vez eficaz y controvertido, sigue siendo una lección de los dilemas inherentes a las guerras de contrainsurgencia.


Análisis legal: Costos nacionales e internacionales

La Guerra Antisubversiva dejó un legado de costos legales y éticos para los militares argentinos. A medida que las democracias volvieron a consolidarse, tanto a nivel nacional como internacional, las tácticas utilizadas fueron condenadas.

1. Impacto nacional

  • Juicios por delitos de lesa humanidad: Con el regreso de la democracia en 1983, comenzó una serie de procesos judiciales contra oficiales y agentes involucrados en desapariciones forzadas, torturas y ejecuciones extrajudiciales.
  • Reputación institucional dañada: La descentralización, que facilitó excesos y abusos, contribuyó a una deslegitimación pública de las Fuerzas Armadas.


2. Repercusiones internacionales

  • Condenas en foros internacionales: Organismos como las Naciones Unidas y la OEA señalaron que las tácticas empleadas constituían violaciones graves de derechos humanos.
  • Impacto diplomático: Argentina enfrentó aislamiento internacional durante la dictadura, lo que limitó su acceso a apoyo militar y económico.

3. Lecciones estratégicas:

La descentralización, aunque útil para responder rápidamente a amenazas insurgentes locales, demostró ser contraproducente en términos legales y éticos. En retrospectiva, un enfoque más centralizado y regulado podría haber mitigado los abusos, reduciendo los costos legales y diplomáticos a largo plazo.


Preliminares de la guerra antisubversiva

La Guerra Antisubversiva en Argentina fue un ejemplo de cómo un enfoque descentralizado puede ofrecer ventajas tácticas a corto plazo, pero generar graves consecuencias legales y éticas a largo plazo. Aunque se lograron los objetivos de neutralizar a los grupos insurgentes, las tácticas utilizadas dejaron profundas cicatrices en la sociedad argentina y comprometieron la legitimidad de las Fuerzas Armadas tanto dentro como fuera del país. La experiencia ofrece lecciones críticas para el diseño de estrategias antiterroristas modernas, donde el balance entre eficacia operativa y respeto por los derechos humanos es esencial.



Parte 2. Combatir la amenaza del terrorismo urbano en el Siglo XXI: ¿Cómo enfrentar el fantasma de los años 70?

Imaginemos por un momento un escenario que resucita las sombras de un pasado turbulento: grupos insurgentes operando en ciudades y zonas rurales, ataques selectivos contra objetivos civiles y militares, y una nación atrapada entre la necesidad de mantener el orden y el riesgo de caer en excesos. Los escenarios hoy se acercan más al narcoterrorismo (Rosario, Gran Buenos Aires, frontera con Paraguay y Bolivia), los grupos radicalizados araucanos en la Patagonia (alentados desde Chile), tal vez un amenaza del extremismo islámico (ya hemos tenido ataques del terrorismo islámico). Este escenario podría parecer arrancado de la Argentina de los años 70, pero ¿cómo enfrentaríamos hoy un desafío similar?

En ese entonces, la lucha contra el terrorismo y la guerrilla urbana en Argentina fue un torbellino de tácticas improvisadas, inteligencia fragmentada y acciones muchas veces llevadas al límite de la ley. Hoy, sin embargo, vivimos en un mundo donde la tecnología, las redes sociales y las fuerzas especiales han revolucionado la manera en que las naciones enfrentan las amenazas internas. Si una situación como la de los años 70 ocurriera hoy, la respuesta sería diferente: más precisa, más controlada, pero también más visible para el escrutinio público.

Del mismo modo, los 70s presentaron parte importante de la solución al desafío del terrorismo actual: Los equipos SWAT (Special Weapons and Tactics). La creación de fuerzas especiales comprimieron el tamaños de las secciones necesarias para combatir efectivamente elementos de insurgencia o terrorismo en el ámbito urbano.


La inteligencia, el nuevo campo de batalla

En los años 70, la inteligencia se basaba en agentes infiltrados, informantes y, tristemente, interrogatorios brutales. Era una lucha casi artesanal, donde la información se obtenía a través de redes humanas y operativos clandestinos. Hoy, la inteligencia ha evolucionado hasta convertirse en un arte dominado por algoritmos y análisis de datos.

Las herramientas modernas permiten a los gobiernos vigilar redes sociales, interceptar comunicaciones cifradas y rastrear movimientos con una precisión inimaginable hace décadas. Los analistas de inteligencia no solo dependen de espías y operativos, sino también de sistemas avanzados como Palantir, que cruzan millones de datos en tiempo real para detectar patrones de actividad sospechosa. Las redes sociales, que en los 70 ni siquiera existían, ahora son tanto una herramienta para los insurgentes como un arma para las fuerzas de seguridad. Plataformas como Twitter y Facebook pueden revelar reclutadores, simpatizantes y posibles objetivos con solo pulsar unas teclas.

Sin embargo, no se trata solo de observar; la guerra moderna también se libra en el ámbito psicológico. Las fuerzas de seguridad emplean estas mismas plataformas para sembrar desinformación entre los insurgentes, desacreditar sus narrativas y, en algunos casos, desactivar células antes de que actúen.

Las Fuerzas Especiales: Guerreros del Siglo XXI

En el pasado, Argentina dependía de "grupos de tareas" que, aunque efectivos a corto plazo, operaban con una descentralización que favoreció abusos y excesos. Hoy, los estándares han cambiado. La lucha contra el terrorismo urbano y rural recae principalmente en unidades especializadas altamente entrenadas y disciplinadas.

Equipos como el Grupo Halcón de la Policía Bonaerense o las unidades tácticas de la Policía Federal Argentina han evolucionado para convertirse en los escudos contra estas amenazas. Inspirados en modelos internacionales como los SWAT estadounidenses o el GIGN francés, estas fuerzas operan bajo estrictos protocolos y con una precisión quirúrgica. Cada policía provincial cuenta con un grupo de fuerzas especiales análogo.

El enfoque entonces ya no es lanzar una red amplia, sino realizar operaciones específicas, basadas en inteligencia sólida y con un claro objetivo: neutralizar amenazas con el menor daño colateral posible. En casos extremos, donde el terrorismo supera la capacidad de estas fuerzas—como cuando hay armas pesadas involucradas—la Gendarmería o incluso el Ejército pueden apoyar, pero siempre bajo un marco legal claro.

Ejemplos de grupos especiales provinciales

Como ya mencionó, el Grupo Halcón, formalmente denominado División de Seguridad Especial Halcón, es la unidad de operaciones especiales de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. Fundado en 1986 como el Grupo de Operaciones Especiales (GOE), su creación estuvo a cargo del comisario Julio César y el oficial principal Claudio Rafael Pereyra. Inicialmente, sus miembros fueron entrenados con estándares internacionales, incluyendo formación con equipos SWAT en el extranjero.

 

El grupo tuvo su bautismo de fuego en el copamiento del cuartel de La Tablada, evento que consolidó su reputación. En 1996, se renombró formalmente como División Especial de Seguridad Halcón (DESH). Con una estructura compuesta por 75 comandos divididos en equipos tácticos de 15 miembros, cada grupo incluye especialistas en francotiradores, explosivos, negociación, medicina táctica, inteligencia y comunicación, además de personal de asalto.

Reconocido como una de las fuerzas especiales de mayor nivel en América Latina, el Grupo Halcón mantiene una rigurosa selección y capacitación de su personal, reflejada en su distintivo brevet azul de comando. Esta unidad sigue siendo un referente en la resolución de situaciones de alto riesgo, como tomas de rehenes y operaciones tácticas complejas.

 

La Compañía de Tropas de Operaciones Especiales (TOE) es la unidad de élite de operaciones especiales de la Policía de la Provincia de Santa Fe, Argentina. Su origen se remonta a 1987, cuando se llevó a cabo el primer Curso de Adiestramiento Policial Especial (CAPE). Posteriormente, el 4 de mayo de 1990, se formalizó la creación de la unidad bajo la denominación de Tropas de Operaciones Especiales (TOE).

Esta fuerza depende directamente del Jefe de la Policía de la Provincia y se desarrolló a partir de un análisis exhaustivo de reglamentos y tácticas utilizadas por unidades de operaciones especiales de renombre internacional. Entre estas se encuentran la GSG-9 (Alemania), RAID (Francia), GEO y BBT (España), FBI y SWAT (Estados Unidos), SAS (Reino Unido) y BOPE (Brasil). Los miembros de la TOE han recibido una capacitación intensiva en centros internacionales destacados, como el NCIS del Reino Unido y el Yamam de Israel, así como formación especializada en múltiples países de América Latina.

El alto nivel de organización e instrucción logrado permite a la TOE ejecutar una amplia gama de operaciones, que incluyen misiones de seguridad, investigaciones científicas, resolución de situaciones con rehenes, custodia de personalidades VIP, operaciones en montes, islas y mediante transporte aéreo, además de manejo de atentados con explosivos. Su versatilidad y preparación la posicionan como una de las unidades más completas y especializadas en su ámbito.

El Equipo de Tácticas Especiales Recomendable (ETER) de la Policía de la Provincia de Córdoba, creado el 19 de febrero de 1985, es una unidad de élite destinada a garantizar la custodia y seguridad de dignatarios provinciales, así como de funcionarios y personalidades nacionales e internacionales. Su labor se extiende a la resolución de situaciones de crisis como atentados terroristas, tomas de rehenes, secuestros, tiradores activos y sujetos parapetados.

Entre sus principales funciones también se encuentran la ejecución de allanamientos de alto riesgo y misiones especiales encomendadas por la Jefatura de Policía. Su misión central es resolver situaciones críticas manteniendo el orden público y la seguridad ciudadana, con un enfoque prioritario en la protección de la vida y la integridad física de todos los involucrados.

El ETER dispone de un equipo de Negociadores especializado para abordar incidentes de crisis y cuenta con personal altamente entrenado y equipado con recursos adaptados a cada tipo de operación. Su rápida respuesta y profesionalismo lo convierten en un pilar fundamental para enfrentar emergencias que demandan intervención táctica especializada.

El Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la Provincia de Misiones fue creado en 1993 por iniciativa del Ministerio del Interior Nacional y bajo disposición del Ministerio de Gobierno, con respaldo de la Jefatura de Gobierno. Su misión principal es intervenir en la provincia de Misiones cuando las fuerzas policiales regulares, como comisarías y comandos radioeléctricos, no pueden manejar situaciones de alto riesgo.


El GOE está diseñado para actuar en escenarios complejos que requieren técnicas y tácticas especializadas, como rescates de rehenes, recuperación de buses, aeronaves o instalaciones, y operaciones en entornos urbanos o selváticos. Su personal está altamente capacitado en áreas como buceo táctico, manejo de explosivos, tiro especializado, rescate en altura, andinismo y supervivencia en el monte, entre otras.

La doctrina de instrucción del GOE se basa en métodos internacionales adquiridos a través de cursos realizados en Argentina y países vecinos. Su personal ha recibido formación en fuerzas de élite como el GATE de Brasil, la FOPE de Paraguay, y el GOPE de Chile, además de un entrenamiento especializado con el equipo SWAT del Departamento de Policía de Los Ángeles, en Estados Unidos. Esta preparación internacional asegura su capacidad para enfrentar las más diversas y exigentes situaciones.

Israel: Un modelo para aprender

Pocos países han enfrentado el terrorismo con tanta intensidad como Israel. Su experiencia contra grupos como Hamas y Hezbollah ha marcado el camino para las naciones que buscan perfeccionar sus estrategias.

Israel combina la tecnología más avanzada con una táctica clásica: la anticipación. Sus drones vigilan sin descanso, sus satélites identifican movimientos sospechosos, y sus unidades especiales, como Yamam, actúan con velocidad y precisión en los entornos más desafiantes. En Gaza, por ejemplo, los ataques quirúrgicos combinan bombardeos de precisión con incursiones terrestres para minimizar el impacto en la población civil.

En el sur del Líbano, Hezbollah ha construido túneles y escondites armados con cohetes de largo alcance. Israel responde con una mezcla de inteligencia satelital y fuerzas de comando para destruir estos puntos antes de que se conviertan en una amenaza real. El éxito de esta estrategia radica en su enfoque integrado, donde cada operación está respaldada por datos, tecnología y entrenamiento superior.


¿Cómo prepararnos para el futuro?

El mundo actual nos enseña que combatir el terrorismo no se trata solo de fuerza bruta. Requiere planificación, tecnología y, sobre todo, una clara delimitación de responsabilidades. En Argentina, una estrategia moderna debe priorizar:

  1. Fortalecer unidades especializadas:

    • Expandir y equipar grupos como el Grupo Halcón y otras fuerzas especiales así como a las fuerzas tácticas de la Policía Federal.
    • Entrenar a la Gendarmería y Prefectura para manejar entornos rurales y fronterizos, donde las células terroristas podrían refugiarse. El grupo Alacrán y Albatros, respectivamente, ya tienen experiencia en tareas de golpes de mano y acciones complejas.
  2. Inversión en inteligencia:

    • Crear un centro nacional para analizar redes sociales, interceptar comunicaciones y coordinar información en tiempo real.
    • Incorporar sistemas avanzados de análisis como Inteligencia Artificial y Big Data para detectar amenazas emergentes.
  3. Rol militar limitado:

    • Reservar el uso del Ejército para escenarios excepcionales donde las fuerzas policiales sean insuficientes, como en el caso de amenazas con armamento pesado.
    • Mantener un mando centralizado y transparente para evitar los errores del pasado.
  4. Colaboración internacional:

    • Aprender de los modelos israelíes y europeos, participando en programas de entrenamiento conjunto.
    • Integrar a Argentina en redes internacionales de intercambio de inteligencia para anticiparse a posibles amenazas globales.

Un futuro en guardia

Si algo nos enseñan los conflictos pasados y presentes es que la lucha contra el terrorismo nunca se detiene. Sin embargo, hoy contamos con las herramientas y el conocimiento para enfrentar estas amenazas de manera más efectiva, respetando los derechos humanos y limitando el impacto social y político. No es necesario la intervención directa de las fuerzas militares en un conflicto antiterrorista salvo que estas fuerzas ilegales adquieran equipamientos y tácticas que superen a las fuerzas especiales de las fuerzas de seguridad. Lo que sería necesario es ampliar la creación y disposición de unidades de fuerzas especiales provinciales para control local de estos conflictos.
Otro camino paralelo y necesario es la creación de unidades de combate del crimen especializadas, en áreas muy puntuales como la inteligencia (digital y de campo), equipos antisecuestro, policía científica, entre otros.
Argentina tiene la oportunidad de aprender del pasado y construir una estrategia que proteja a su población sin repetir los errores de épocas oscuras. El enemigo puede cambiar, pero la clave siempre será adelantarse a sus movimientos.



lunes, 10 de octubre de 2022

Carabina: LWRCI PSD MKII 6.8x43mm

La carabina LWRCI PSD MKII 6.8x43mm

Damon Bolding / Small Arms Defense Journal , V8N2 , Volumen 8





El autor disparando el M6 PSD MKII con cámara en calibre SPC de 6,8x43 mm. Observe el cargador patentado Magpul diseñado para una alimentación óptima del cartucho de calibre SPC de 6,8 mm. ¡Sin un supresor hay un gran disparo de boca!

La primera venta a gran escala de un rifle calibre 6,8x43 mm a un militar

En 2001, el MSG del 5º Grupo de Fuerzas Especiales, Steve Holland, ideó un nuevo concepto de cartucho. Deseaba aumentar la potencia de fuego del soldado de Operaciones Especiales proporcionando una bala mucho más efectiva que la de 5,56 mm. Sintió que carecía del poder de frenado y penetración que necesita un rifle de batalla. Comenzando con vainas de cartuchos .30 Rem, MSG Holland creó un cartucho wildcat que funcionaría en un rifle de plataforma AR/M16 y solo requeriría cambiar el cañón, el cerrojo y el cargador. Este cartucho prototipo fue entregado a la Unidad de Puntería del Ejército de los Estados Unidos encabezada por Troy Lawton. Este producto sería financiado por Sean Dwyer de Remington, quien afirmó que Remington quería hacer su parte en la Guerra Global contra el Terrorismo. Remington comenzó el desarrollo final del cartucho en el otoño de 2001 utilizando el concepto de cartuchos wildcat creado por MSG Holland, que en realidad se acortó .30 Rem latón. Cris Murray de la Unidad de Puntería del Ejército preparó dibujos CAD automáticos de la caja del cartucho. La tarea final de Remington fue estandarizar las dimensiones. La primera producción del nuevo cartucho Rem SPC de 6,8x43 mm fue en 2002 y la producción completa comenzó en 2003. Hasta el período de 2004, todas las empresas involucradas mantuvieron este cartucho en secreto. Algunos de los primeros rifles fueron fabricados por David Dunlap de Precision Reflex, Inc. En SHOT Show 2005, muchos fabricantes se apresuraron a producir rifles con recámara para el nuevo cartucho antes de que la munición estuviera disponible. Sin embargo, incluso después del lanzamiento inicial, el cartucho aún estaba en desarrollo para maximizar su potencial. SAAMI aceptó el nuevo cartucho y algunos otros fabricantes se sumaron a la fabricación. El Rem SPC de 6,8x43 mm finalizado requería una cámara ligeramente modificada que la original, de ahí la cámara Spec 2. Se encontró con la munición completamente optimizada, no era seguro cargarla en la cámara Spec 1 original. La carga principal era un proyectil de fósforo de punta abierta Sierra de 115gr a una velocidad de alrededor de 2,650 pies por segundo. Las cargas disponibles son de 77 a 135 granos de peso. no era seguro cargarlo en la cámara Spec 1 original. La carga principal era un proyectil de fósforo de punta abierta Sierra de 115gr a una velocidad de alrededor de 2,650 pies por segundo. Las cargas disponibles son de 77 a 135 granos de peso. no era seguro cargarlo en la cámara Spec 1 original. La carga principal era un proyectil de fósforo de punta abierta Sierra de 115gr a una velocidad de alrededor de 2,650 pies por segundo. Las cargas disponibles son de 77 a 135 granos de peso.


Muchos fabricantes decidieron quedarse con la cámara de especificaciones SAAMI, que era la Spec 1 original. Otros siguieron adelante y actualizaron a la Spec 2. Los fabricantes de municiones realmente no querían hacer un cartucho que no fuera seguro en algunas armas que existían, así que en su mayoría se quedaron con la cámara SAAMI Spec 1. Podían estar seguros de que su munición sería segura para disparar en todos los rifles existentes. Una compañía tomó la carga de Spec 2 y esa fue Silver State Armory. Sería seguro decir que Silver State Armory ha realizado más desarrollo de productos de municiones de 6.8x43 mm que cualquier otro que no sea Remington. Su munición de cámara Spec 2 está marcada específicamente.

Se muestra el lado izquierdo completo del SIX8-UCIW. Observe la empuñadura de pistola Magpul y el cargador de 6,8x43 mm. El rifle está equipado con miras de respaldo plegables LWRCK Skirmish.

La ruta del cartucho Rem SPC de 6,8x43 mm es bastante decepcionante, por decir lo menos. USSOCOM lo miró y no estaban tan emocionados, probablemente no debido a sus capacidades de rendimiento sino a la compatibilidad de las municiones. Esta sería también la introducción de un cartucho estandarizado no OTAN. La alimentación era un problema. Diseñar un cargador que encajara en un receptor inferior M16/M4 resultó ser una tarea difícil. El cartucho consiguió seguidores en el mercado comercial. Varias empresas fabrican rifles de este calibre. El cartucho es ideal para la caza mediana y es bastante popular para ciervos y cerdos. Pocas compañías de municiones realmente lo aceptaron. Por supuesto, Remington ofrece una buena línea de municiones. Como se indicó anteriormente, Silver State Armory se especializa en el cartucho Rem SPR de 6.8x43 mm y ofrece más cargas que cualquier otra compañía.

Se muestra el lado derecho del rifle PSD M6 con cámara SPC de 6,8 mm. Esta es la configuración del rifle que fue a la unidad de operaciones especiales del Medio Oriente. Lo único que falta es la mira EOTech. Fíjese en el cerrojo ambidiestro y la palanca selectora.

De todos los fabricantes de armas militares modernas, LWRCI ha llegado a ser mejor conocido por producir rifles de grado militar con recámara en el cartucho Rem SPR de 6.8x43 mm, lanzando su rifle en 2007. La compañía es conocida por producir rifles con su pistón patentado de carrera corta. 2 que adaptó un cañón de 6,8, cerrojo y cargador modificados. Los cargadores son producidos principalmente por CProducts Defense y Precision Reflex, Inc. Ahora también son fabricadas por D&H Tactical. En una industria que prácticamente había renunciado al calibre, LWRCI siempre creyó en su potencial y continuó mejorando sus rifles. LWRCI también está en el mercado internacional y vende armas en todo el mundo. Por supuesto, sus ventas principales son todas de 5,56 x 45 mm y 7,62 x 51 mm. Sin embargo, en 2010, LWRCI se reunió con un grupo de operaciones especiales de un país del Medio Oriente. Debido a acuerdos contractuales, no tienen la libertad de divulgar el nombre de esta unidad. Este grupo estaba buscando un rifle de cañón corto que tuviera un gran impacto. LWRCI analizó sus requisitos y pensó que esto sería ideal para el Rem SPC de 6,8x43 mm. Era del mismo tamaño en su mayor parte que un rifle corto de 5,56 mm, pero tenía mucho más impacto. El cliente estaba bastante interesado. LWRCI importó algunos de sus rifles de 6,8 x 43 mm al país para hacer demostraciones. Durante las negociaciones, se le dijo a LWRCI que el pedido sería de más de 30.000 armas. Con ese tipo de número decidieron hacer un movimiento realmente audaz. Comprendieron los posibles problemas de alimentación y el entorno arenoso podría complicar las cosas, por lo que decidieron asociarse con Magpul y crear un cargador adecuado que estaría optimizado para el cartucho Rem SPC de 6,8x43 mm. Lógicamente, esto significa que el pozo de el cargador debe ensancharse, lo cual hicieron. El cargador se parece al familiar PMAG con ventanas Maglevel y tiene capacidad para 30 cartuchos.

Se muestra el lado izquierdo completo del SIX8-UCIW producido comercialmente. Observe la empuñadura de pistola Magpul y el cargador de 6,8x43 mm. El rifle está equipado con miras de respaldo plegables LWRCK Skirmish, así como una mira holográfica EOTech.

El rifle presentado a la unidad de Operaciones Especiales de Medio Oriente fue el PSD MKII. El rifle tiene una culata telescópica corta que es de diseño LWRCI. Con la culata extendida la longitud total es de 26,73 pulgadas y con la culata cerrada es de 23,97 pulgadas. El peso del rifle sin cargador es de 6,39 libras y completamente cargado con 30 balas de 7,71 libras. El cañón mide 8,5 pulgadas de largo con un apagallamas instalado hasta el final. El rifle es de fuego selectivo (semiautomático y totalmente automático) y alimentado por cargador. El rifle tiene rieles cuádruples Mil-Std-1913 y viene con miras de respaldo plegables LWRCI Skirmish. El rifle es totalmente ambidiestro con selector ambi, liberación del cargador y cerrojo. Sin supresor, la velocidad cíclica es de aproximadamente 700 balas por minuto y con supresor de aproximadamente 1000 balas por minuto.

Antes de profundizar en las características específicas del rifle, hay un componente muy importante en este sistema de armas en particular, la munición. Debido al cañón corto de 8,5 pulgadas, hubo problemas de confiabilidad en condiciones adversas. En cargas normales de 6.8, la presión del puerto no está en su punto máximo hasta que está alrededor de las 8 o más pulgadas. Esto significa que el cañón de 8,5 pulgadas tiene una presión de puerto baja cuando se usa munición estándar. Además, la munición actual es de grado comercial y carece de los inhibidores de destello en la pólvora de la munición de grado militar. Entonces, LWRCI, en asociación con ATK Federal, desarrolló una bala que sería óptima para usar en un barril de 8.5 pulgadas. Básicamente, un propulsor que se quemaba más rápido que haría que las presiones del puerto volvieran a donde deberían estar para que el rifle funcionara de manera confiable. Al probar el PSD MKII, este autor probó más de 9 cargas diferentes. El rifle solo funcionaría correctamente con la carga especificada. Toda la munición comercial disponible provocó que el rifle tuviera un recorrido corto. La carga utilizada se llama XM68GD. El proyectil es un proyectil Speer Gold Dot de 90 granos con una velocidad inicial aproximada de 2420 pies por segundo y con una energía inicial de 1181.6 lbs-pie. Impresionantemente, el alcance máximo del rifle es de 500 metros en un objetivo puntual. Actualmente, toda la munición fabricada para el cliente de Medio Oriente es ATK. La munición LWRCI ha sido obtenida y probada por Seller & Bellot, Hornady, ATK y Silver State Armory. El PSD MKII es el único rifle que requiere esta munición. El Six8-UCIW, que es el rifle comercial disponible actual, funcionará con munición estándar. Se han realizado modificaciones en el sistema de gas para que funcione de manera confiable.

Examinando el sistema de armas, la única diferencia entre el PSD MKII militar y el SIX8-UCIW será la compatibilidad de las municiones. Todas las demás características son las mismas.

El cargador patentado Magpul está diseñado para este sistema de armas. Este cargador fue diseñado específicamente para alimentar el cartucho de 6,8x43 mm de manera adecuada y confiable.

Comenzando con el ensamblaje del receptor inferior, el rifle está equipado con la culata corta producida por LWRCI. Hay 4 posiciones. Hay dos enchufes de montaje de desmontaje rápido en la culata, uno a cada lado. El amortiguador y el resorte están diseñados específicamente para el cartucho Rem SPC de 6,8x43 mm. El receptor inferior en sí es propietario y no es compatible con los receptores estándar de la industria. Está fabricado con una forja de aluminio de grado aeronáutico 7075-T-6. El receptor tiene una capa dura anodizada según Mil-Spec a un color negro mate. La principal diferencia es como mencionamos, el cargador. El esfuerzo conjunto de LWRCI y el cargador Magpul parece un PMag estándar pero con esteroides. Tiene capacidad para 30 balas completas y tiene un seguidor de cargador naranja de alta visibilidad y una placa de bloqueo. La geometría del cargador es óptima para este cartucho. Entonces el cargador es más ancho que el cargador estándar. Por lo tanto, el receptor es más ancho. La palanca selectora es ambidiestra y también fabricada por LWRCI. La palanca es fácil de agarrar y manipular incluso con guantes. La empuñadura de pistola es la muy cómoda Magpul MOE. El receptor inferior es totalmente ambidiestro. En el lado derecho, justo encima del gatillo está el pestillo del perno ambi. Tiene el mismo aspecto que el del lado izquierdo y se acciona de la misma manera. El pestillo del cargador está en la ubicación normal en el lado derecho del receptor. En el lado izquierdo, la captura del ambi mag se encuentra justo detrás de la captura y es fácilmente manipulable por un tirador zurdo o diestro. El martillo, el gatillo, el seccionador y el fiador automático están recubiertos de níquel boro. El gatillo es Mil-Spec de 5.5 a 8.5 libras. La palanca selectora es ambidiestra y también fabricada por LWRCI. La palanca es fácil de agarrar y manipular incluso con guantes. La empuñadura de pistola es la muy cómoda Magpul MOE. El receptor inferior es totalmente ambidiestro. En el lado derecho, justo encima del gatillo está el pestillo del perno ambidiestro. Tiene el mismo aspecto que el del lado izquierdo y se acciona de la misma manera.



El receptor superior también está fabricado con una forja de aluminio de grado aeronáutico 7075 T6 y es propiedad del receptor inferior PSD MKII 6.8x43mm SPC. Tiene la tradicional asistencia de cerrojo delantero, deflector de caja de cartucho disparado y puerto de expulsión. Los guardamanos tienen rieles cuádruples Mil-Std-1913. El guardamanos inferior está sujeto por un collar sobre la tuerca del cilindro. El guardamanos superior se quita para el mantenimiento del sistema de gas mediante dos tornillos de empuje. La tuerca de bloqueo en sí no es indexable. La tuerca cilíndrica es autoubicable y guía la varilla de operación a través del receptor superior.

El cañón de 8,5 pulgadas está forjado con martillo en frío en LWRCI. Justo en el momento en que el PSD MKII entró en producción, LWRCI compró su propia máquina forjadora de martillos. LWRCI siempre ha estado muy convencida de los beneficios que ofrece el proceso de forja con martillo. Aleación de acero 41V45 y luego tratado con tecnología de conversión de superficie NiCorr™. Este proceso se considera superior al uso de cromado estándar. El cañón tiene un giro a la derecha de 1 vuelta en 10 pulgadas.

El proceso de perforación y fijación de los bloques de gas en los barriles. LWRCI hace un uso extensivo de accesorios de ensamblaje personalizados en todas sus líneas de producción de rifles.

El portador del cerrojo es un portador de una sola pieza con una "lápida" mecanizada que es el área de impacto de la varilla de operación. La parte trasera del portador del cerrojo son flautas que logran dos cosas. Uno, trata y elimina la inclinación del portador del cerrojo causada por el movimiento fuera del centro del portador del cerrojo a su vez causado por la barra de operación golpeando la parte superior de la lápida. El segundo es con la salida de suciedad, incrustaciones y cualquier otra cosa que pueda entrar en el mecanismo. Está recubierto de níquel boro.

El perno tiene mejoras sobre el estándar. El extractor, similar al del LMT Enhanced bolt, tiene un extractor en forma de cuento de ballenas que utiliza un resorte extractor doble con una garra extractora más agresiva. La garra del extractor ocupa más del área superficial del borde de la caja del cartucho que la norma. La cara del cerrojo soporta completamente la parte trasera de la caja del cartucho. Esto ayuda a evitar fallas en el cabezal de la caja, a diferencia del perno estándar M16/M4 que tiene un corte grande para permitir la inserción del extractor. Esto ayuda a prevenir fallas en la cabeza de la caja en situaciones de alta presión, como disparar con agua en el cañón. La geometría de las orejetas 1 y 7 se ha rediseñado para hacer que estas orejetas sean mucho más resistentes y alivie la tensión, evitando que se rompan. Además, la cara del perno tiene un corte de ranura "crud" alrededor del perímetro del interior de la cara del perno.

El sistema de gas está hecho de 4 componentes. Fijado al barril está el bloque/boquilla de gas, luego se instalan la varilla intermedia, la copa del pistón y la varilla de operación. Una vez que el proyectil pasa por el puerto de gas, el gas sube por el puerto de gas y entra en la boquilla, empujando la copa del pistón, la varilla intermedia y la varilla de operación hacia atrás. La varilla de operación da un golpe similar a un martillo a la lápida en el portador del cerrojo empujando el portador del cerrojo hacia atrás. El cerrojo se desbloquea y comienza el proceso de extracción y expulsión. El resorte en la varilla de operación devuelve la varilla de operación, la varilla intermedia y la copa del pistón hacia adelante, listos para el siguiente disparo. Los gases calientes escapan por la parte delantera del sistema de gas. Esto elimina las incrustaciones calientes y sucias que ingresan al grupo portador. El portador del cerrojo también se mantiene frío.

Una caja de receptores listos para ensamblar en carabinas PSD MKII para el cliente de Medio Oriente. Observe el uso de etiquetas de código UID. Estos receptores son totalmente ambidiestros.

Para el contrato de Oriente Medio, el PSD MK11 se sometió a una serie de pruebas. Esto incluye lodo, arena, agua, niebla salina y temperaturas extremas. El arma fue probada hasta 40.000 balas. Tenga en cuenta que las pruebas de aceptación Mil-Spec para la carabina M4 son solo 6,000 balas. Los primeros rifles se entregaron en 2012/13. Esta venta es un hito en la historia del cartucho SPC de 6,8x43 mm. Documentó el primer pedido de venta grande (más de 30 000 rifles) en la industria. El cartucho fue diseñado por MSG Holland como un cartucho de Fuerzas Especiales. Aunque nunca vio el servicio militar de los EE. UU., fue adoptado en el extranjero. El cliente parece estar muy satisfecho con el rendimiento del rifle. Poseen la mayor potencia de fuego de cualquier ejército para un rifle de ese tamaño. Para el entorno del desierto, el rango de 500 yardas también es una ventaja. Parte del requisito del rifle es que dispara sub MOA a 100 metros. Este es un excelente ejemplo de la calidad del sistema (rifle y munición), especialmente para un cañón de 8,5 pulgadas. Cada rifle vendido al cliente está listo para instalar un supresor de sonido también.

El autor recibió 500 balas de munición Federal XM68 de LWRCI junto con un PSD MK11 y un SIX8 con un cañón de 16 pulgadas. También se incorporó a la gama la munición Rem SPC de 6,8 mm fabricada por Silver State Armory, Remington y Hornady. El proyectil varió de 90 a 115gr. El rango se limitó a 25 yardas, por lo que las pruebas de precisión fueron limitadas. La óptica elegida fue la mira holográfica EOTech, que es la que se proporciona con el PSD MKII al cliente de Oriente Medio. Con el PSD MKII, la precisión era trébol a 25 yardas, lo que se esperaba con la munición XM68. Todas las demás municiones probadas en el PSD MKII no funcionaron correctamente. El rifle tendría un recorrido corto continuo. Esto era de esperar debido a todo el razonamiento en torno al desarrollo de la munición XM68 en ese cañón corto de 8,5 pulgadas. Cuando se instaló el cañón Six8 de 16 pulgadas en la parte inferior, todas las municiones funcionaron perfectamente, incluido el XM68. Entre los cañones de 8,5 y 16 pulgadas se dispararon más de 800 balas. Debo decir que este autor ha probado rifles SPC de 6,8x43 mm en el pasado y nunca ha experimentado este tipo de confiabilidad. Con todas los cargadores estándares probados, nunca fueron confiables en combate. El rifle LWRCI que utiliza el PMag diseñado correctamente para este cartucho funcionó sin problemas. La LWRCI realmente se arriesgó al diseñar una plataforma de receptor "No estándar de la industria" para optimizar el uso de este calibre y ciertamente valió la pena. Este autor está bastante sorprendido de que la industria no haya seguido construyendo rifles de este calibre. Barriles de 5 y 16 pulgadas se dispararon más de 800 balas. Debo decir que este autor ha probado rifles SPC de 6,8x43 mm en el pasado y nunca ha experimentado este tipo de confiabilidad. 

La venta de LWRCI a Oriente Medio es un verdadero hito en el libro del cartucho SPC de 6,8x43 mm. ¿Es este el calibre militar ideal? Podría ser. La estandarización de la OTAN siempre será un factor importante en todo lo que se adopte. Esto siempre puede tener y continuar impidiendo que este cartucho llegue al horario de máxima audiencia. A veces, ser mejor no es lo suficientemente bueno. Siempre tienes la política que se interpone en el camino. Para las unidades de operaciones especiales que pueden solicitar y comprar su propio equipo, esta es una opción muy viable para un arma de fuego de alto rendimiento. Esta venta a este país no revelado de Medio Oriente es un ejemplo perfecto de esto. Los cazadores, tiradores al blanco y entusiastas estadounidenses utilizan este calibre todos los días. No hay duda de que el calibre tiene seguidores.

Montaje del cañón, apagallamas y sistema de pistón.
El cerrojo del PSD MKII con cámara Rem SPC de 6,8x45 mm. Observe el extractor mejorado en forma de cola de ballena, así como los dos resortes del extractor.
El grupo portacerrojos recubierto de níquel-boro del PSD MKII con cámara Rem SPC de 6,8 x 45 mm. Observe que el transportador en sí es de una sola pieza y las flautas en la parte trasera del transportador.
Así se embalaron todos y cada uno de los rifles enviados al cliente de Oriente Medio. Sobre esta estación había una cámara de video que tomaba una foto de cada caja completa. Esto era si faltaba algo en la caja, LWRCI podía buscar el número de serie y ver la imagen para verificar si faltaba el producto en el momento del embalaje.

sábado, 15 de enero de 2022

Fusil de asalto: El IMI Galil en Argentina

Historia del Fusil de Asalto IMI Galil en Argentina




Introducción

El Galil es un fusil de asalto de fabricación israeli. Fue uno de los fusiles de asalto principales usados por las Fuerzas de Defensa Israelíes durante décadas, y ha sido el principal fusil de infantería del ejército colombiano hasta su posterior reemplazo por una versión mejorada del mismo, de fabricación colombiana, el Indumil Galil ACE. Tiene muy buen desempeño en la selva y es un arma versátil y precisa.



En la Argentina llegan en diferentes años y modelos, para ser empleados en Unidades Tacticas, tanto de Fuerzas de Seguridad, como de Fuerzas Armadas.


Historia y desarrollo

Fue diseñado por Yisrael Galil, de quien toma su nombre, mas no como se cree erradamente que deriva de la región de Galilea. Es una mezcla de los diseños del AK 47 ruso y el Rk 62 finlandés del que copia el mecanismo de funcionamiento, así como del FN FAL belga del que toma la culata plegable y la bayoneta.



Utiliza como munición los cartuchos 5,56 x 45 OTAN y 7,62 x 51 OTAN y es tan sencillo de fabricar como el AK 47 y el Rk 62, pero sus acabados son de mejor calidad y, por consiguiente, más duradero. Es enfriado por aire, funciona por acción de los gases y puede disparar en modo automático o semiautomático.



El Galil es de mayor peso en comparación con el M16A1 estadounidense; pesa aproximadamente 3,9 kilogramos estando descargado, contra el M16A1 de 2,9 kg. Por lo tanto algunos lo consideran como un arma muy pesada para los soldados de infantería, aunque su corta longitud lo hizo muy popular entre las tropas (el Galil de 840/614 milímetros, contra el M16A1 de 986 milímetros).



Esto se debe a que el modelo ARM, que es la versión inicial, usa un bípode y una culata plegable hacia la derecha. El fusil Galil en todos sus modelos AR, SAR y ARM está fabricado en acero, lo que lo hace más resistente a golpes y a condiciones extremas del ambiente, funcionando perfectamente después de horas de combate aun sin limpiar sus mecanismos, factor que le favorece frente a otras armas que requieren un mayor cuidado y mantenimiento. Hoy día es considerado como un fusil de peso liviano en comparación con otros fusiles.



Se comenzó a planear su diseño después de ver el pobre desempeño de los fusiles de asalto comprados en Occidente como el FN FAL y desde 1967, después de la guerra de los Seis Días, se dejan las pruebas de desempeño, pues el fusil belga de calibre 7,62 mm era considerado por las tropas israelíes muy largo para guardarse, de mantenimiento muy exigente, difícil de controlar en modo automático y propenso a atascarse con el polvo del desierto.



También se decidió que el nuevo fusil de asalto debía ser del mismo calibre que el nuevo cartucho estadounidense, conocido como 5,56 x 45 OTAN (.223 Remington) y con mayor espacio entre las partes móviles para resistir la arena y el polvo. A fines de los años 60, las Fuerzas de Defensa Israelíes probaron dos diseños rivales: uno de Uziel Gal (diseñador del subfusil Uzi) y el otro de Yisrael Galil. El último diseño, basado en el fusil de asalto finlandés Rk 62 (una copia bajo licencia del AK 47), resultó ganador de la competición y fue seleccionado como nuevo fusil de asalto de las FDI en 1973.



Para la guerra del Yom Kippur en octubre de 1973 ya estaba fabricado en cantidades considerables, pero su presencia más notoria fue en la primera guerra con Líbano en 1982 y a lo largo del conflicto con los palestinos empleado contra las facciones armadas de la OLP, Fatah y Hamás. El arma en su tamaño original nunca fue bien recibida entre las numerosas unidades de las fuerzas especiales de Israel, que utilizaban el AK 47 debido a su fiabilidad, tras capturarlo del enemigo.



La versión más compacta del Galil SAR, conocida como Glilón, dio lugar al subfusil principal de los soldados de las unidades acorazadas y de artillería, hasta el punto de convertirse en su seña de identidad junto con la boina negra. El Galil incluye una culata esquelética plegable (similar a la del FN FAL), un punto de mira iluminado con tritio, un destapador en la parte inferior del guardamano y un bípode que puede emplearse para cortar alambre. Se le ha calificado como la navaja suiza de las armas de fuego. Su alcance efectivo es de 400 metros.



Variantes

A lo largo de años se han fabricado varios modelos del Galil, entre los que cabe destacar:

- Galil ARM: La versión original. Dispone de un asa de transporte y un bípode. Existe tanto en 5,56 x 45 OTAN como en 7,62 x 51 OTAN.

- Galil AR: Misma versión que la ARM pero sin bípode.

- Galil SAR ("corto", conocido en Israel como Glilón): Mismas características, modelo para paracaidistas e infantería motorizada que posee un cañón más corto.

- Galil MAR ("micro"): Conserva las mismas características internas exceptuando el cajón de mecanismos. Se tiene constancia de que se sobrecalienta, llegando a estar demasiado caliente como para tocarlo después de disparar varias ráfagas. Una versión revisada del arma está ahora en servicio con las fuerzas especiales israelíes en operaciones encubiertas, siendo suficientemente pequeño para ocultarlo debajo de una chaqueta y con una gran potencia de fuego. Otra variante del Galil MAR, llamada Magav, es usada por la policía de Israel.



- Galil GALATZ: Existen dos versiones reconocidas actualmente, la única diferencia es el calibre de su munición y otras características:

- Galil SASR: Con un cañón más largo, es bien conocida por los tiradores de precisión o para uso como fusil táctico. Usa munición 7,62 x 51 OTAN.

- Galil GALATZ: Tiene el mismo cañón del ARM, pero se le retiraron el bípode y el asa de transporte y no tiene modo automático. Es un modelo que está en uso por parte de las unidades especiales de operaciones de la Policía Nacional de Colombia y el Ejército de Guatemala.



- Galil ACE: De fabricación colombiana y considerada por muchos arma propia, se trata de una ampliación con varias mejoras y un diseño moderno, con 5 rieles distintos para adaptar varios tipos de visores y accesorios. Está hecho de plástico polímero y viene en 7 versiones: Galil ACE 21,22 y 23 (5,56 x 45 OTAN), Galil ACE 31,32 (7,62 x 39) y Galil ACE 51, 52 (7,62 x 51 OTAN).



El fusil IMI Galil en Argentina

- Policia de la Provincia de Rio Negro: Esta Institucion adquiere un pequeño lote de fusiles IMI Galil ARM, para dotar al Grupo Especial COER.

- Policia de la Provincia de Cordoba: Esta Institucion adquiere un pequeño lote de fusiles IMI Galil MAR micro, para dotar al Grupo Especial ETER.

- Ejercito Argentino: Esta Institucion el 21 de agosto del 2014, recibe una donacion de IWI - Israel Weapon Industries LTD (Ex IMI). La donación incluye dos fusiles de asalto ACE calibre 7,62 x 51; un fusil GALIL francotirador calibre 7,62 x 51 con mira telescópica; miras ópticas y accesorios, para la realización de ensayos y pruebas técnicas, y para su empleo en actividades operacionales.

- Policia Federal Argentina: Esta Institucion en el año 2018, compra un pequeño lote de fusiles IWI Galil ACE 22N, para dotar al Grupo Especial GEOF. Su debut fue el Servicio de Custodia y Seguridad del G20, realizado entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre de 2018 en Buenos Aires - Argentina.



Datos técnicos

- Fusil IMI Galil:

Fabrica: Israel Military Industries.

Calibre: 5,56 X 45 OTAN / 7,62 X 51 OTAN.

Longitud Total:

840 mm / 614 mm plegada (5,56 mm SAR).
979 mm / 742 mm plegada (5,56 mm AR, ARM).
915 mm / 675 mm plegada (7,62 mm SAR).
1050 mm / 810 mm plegada (7,62 mm AR, ARM).
1112 mm / 845 mm plegada (SASR).

Longitud de Cañon:

332 mm (5,56 mm SAR).
460 mm (5,56 mm AR, ARM).
400 mm (7,62 mm SAR).
535 mm (7,62 mm AR, ARM).
508 mm (7,62 mm SAR).

Peso:

3,65 kg (5,56 mm SAR).
3,95 kg (7,62 y 5,56 mm AR).
4,35 kg (5,56 mm ARM).
3,85 kg (7,62 mm SAR).
4,45 kg (7,62 mm ARM).
6,40 kg (SASR).

Cadencia de Disparo:

650 disparos/minuto (Galil).
650-750 disparos/minuto (Galil MAR).

Cargador: extraíble curvo de 30, 35, 50 y 65 cartuchos (5,56x45mm OTAN) y extraíble recto de 25 cartuchos (7,62x51mm OTAN).