Mostrando las entradas con la etiqueta derechos argentinos. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta derechos argentinos. Mostrar todas las entradas

sábado, 6 de diciembre de 2025

Argentina: Kast, el pan-araucanismo y las futuras hipótesis de conflicto


Milei, Kast y un mapa cada vez más chico

EMcL



Las declaraciones de José Antonio Kast sobre que “Argentina ya nos ha robado suficiente territorio a los chilenos”, acompañadas del hashtag “LaAntarticaEsChilena”, no son un exabrupto aislado, sino la expresión política de una línea intelectual que postula a la Argentina como usurpadora sistemática de espacios en la Patagonia, en la Antártida y en la plataforma continental. Esa narrativa, alimentada por su asesor Jorge Guzmán, que propone abandonar la vía política y preparar una larga batalla jurídico–estratégica contra Buenos Aires, instala de hecho una hipótesis de conflicto permanente con nuestro país.


1. Milei y Kast: luna de miel con minas antipersonal
Sobre el papel, Milei y Kast parecen almas gemelas: ambos reivindican a Bolsonaro y Trump, despotrican contra “la izquierda radical”, aman el libre mercado y se saludan en redes con entusiasmo libertario. Kast incluso agradeció públicamente a Milei su apoyo, celebrando que en ambos lados de la cordillera se levantara una “ola” anti–progresista.

El problema es que cuando se pasa del póster ideológico a la geopolítca concreta, la cosa se complica bastante. No es lo mismo coincidir en que “el Estado es gigante e ineficiente” que tener a tu supuesto aliado diciendo, por escrito y sin borrar el tuit, que tu país “ya ha robado suficiente territorio” y que padece “delirios expansionistas”.

Si Kast llegara a la presidencia, Milei se encontraría con un socio que lo aplaude en conferencias liberales pero que, al mismo tiempo, necesita mostrar dureza contra la Argentina para sostener su discurso soberanista frente a su propia opinión pública. El resultado probable es una relación esquizofrénica: foto sonriente para la tapa, comunicados secos y tensos sobre Antártida, los Hielos Continentales (llamados Campos de Hielo Sur en la tierra de Condorito) y plataforma continental. Cada encuentro bilateral sería una combinación rara de think tank libertario y reunión de Estado Mayor. De todos modos, Kast tendría que enfrentar otros frentes geopolíticos internos: la inmigración venezolana, el tráfico en la frontera con Perú y otros temas más.

En el mejor de los casos, Milei intentaría minimizar las diferencias como “debates técnicos” entre cancillerías. En el peor, podría verse tentado a responder con la misma retórica inflamada, alimentando un ping–pong verbal donde ambos presidentes se alaban como cruzados anti–socialistas mientras erosionan, tuit a tuit, la confianza estratégica entre sus países. No sería la primera vez que el ego presidencial pesa más que un mapa.

2. Desbalance militar: cuando la realidad te baja el tonito

En este contexto, el desbalance militar entre Chile y Argentina opera como un silencioso corrector de discursos. Las fuerzas armadas argentinas llegan a esta discusión con décadas de desinversión, sistemas de armas obsoletos y capacidades limitadas en el sur marítimo y antártico. Del otro lado, Chile mantiene desde hace años una política de inversión sostenida y profesionalización de sus fuerzas.

¿Favorecen las declaraciones de Kast ese desbalance? No lo generan —eso lo hizo Argentina solita dejando pudrir su aparato de defensa—, pero sí lo vuelven políticamente relevante. Cuando un candidato con chances reales en Santiago dice que Argentina roba territorio y se alinea con un asesor que niega la utilidad de los arreglos políticos y prefiere una estrategia de largo plazo, sustentada en “el derecho, la historia y la geografía” a favor de Chile, está marcando que ve estos temas como un eje estructural de su política exterior, no como un detalle técnico. Kast viene con la cantinela del post-araucanismo... recomponer el alienado Chile grande que existe en los cerebros más afiebrados del país pasillo.

En otras palabras: mientras Argentina todavía discute si Defensa sirve “para algo” que no sea desfile del 9 de julio, al otro lado de la cordillera hay gente planificando cómo maximizar sus ventajas jurídicas, diplomáticas y, llegado el caso, operacionales en el Atlántico Sur y la Antártida. El desbalance militar, que en Buenos Aires muchos trataban como curiosidad de mesa de café, se vuelve de golpe un factor que condiciona qué tan lejos se puede llegar en cualquier disputa sin quedar en ridículo.



Prestemos atención porque la última vez que Chile estuvo desbalanceado militar a su favor, no dudó en mostrar la hilacha provocando la Guerra del Pacífico, invadiendo Perú y Bolivia, robándoles territorios, humillando cada vez que pudo e intentando hacer lo propio con la Patagonia argentina. Está en el patrón cultural ladino del araucano robar primero y justificar después. Que esa tentación no se haga presente nuevamente en estos momentos.


3. Hipótesis de conflicto: revisar tratados sin decir “revisar tratados”

¿Puede Kast pedir la revisión de acuerdos ya firmados respecto a diferendos limítrofes? En la práctica, no hace falta que lo diga tan brutalmente. El guión ya está escrito por Guzmán y compañía: sostener que existe un “nuevo diferendo limítrofe” por la plataforma continental y la proyección antártica, insistir en que Argentina tiene “pretensiones exóticas”, y empujar, dentro del marco del Tratado de Paz y Amistad de 1984, a mecanismos de solución de controversias que reabran, de hecho, la discusión.

Formalmente se respetan los tratados; políticamente se los vacía de efecto estabilizador. La idea de evitar “arreglos políticos” porque relativizan “nuestros mejores derechos” apunta justamente a eso: endurecer la posición chilena, reducir los márgenes de negociación y alargar el conflicto en tribunales, comisiones técnicas y foros internacionales. No hace falta quemar un mapa en cadena nacional: alcanza con instalar, una y otra vez, que Argentina es expansionista, que roba territorio y que Chile es la víctima responsable que se defiende con paciencia y superioridad moral.

En ese esquema, cualquier gesto argentino de presencia en el sur —un radar en Río Grande, un puente aéreo a Tierra del Fuego, un refuerzo logístico para Antártida— puede ser presentado como confirmación de la “tesis geopolítica de la prolongación natural de su territorio” que tanto obsesiona a los planificadores chilenos. La hipótesis de conflicto no necesita tanques cruzando el Beagle: vive muy cómoda en powerpoints, notas de opinión y discursos de campaña.

Tengamos presente que en los Hielos Continentales, el gobierno chileno ya ha enviado tropas de seguridad (carabineros) y militares haciendo casetas, retenes, helipuertos, etc. creando un hecho consumado, como lo quisieron hacer en Lago del Desierto. Ya sabemos cómo terminó eso. Sin embargo, todo ese territorio está sujeto a delimitación definitiva: NO es parte de Chile. Más aún, la evidencia satelital de sensores (LIDAR) sustentarían mucho más a los reclamos argentinos que a los chilenos. Por lo que no sería raro que toda esa avanzada deba desmontarse y rearmarse en el país de los maremotos y terremotos. ¿Cómo reaccionaría Kast a eso?



4. Cancillería, Defensa y la siesta estratégica

Para el Ministerio de Defensa y la Cancillería argentinos, las declaraciones de Kast son una alarma que suena en una casa donde muchos prefieren seguir durmiendo la siesta. El hackeo de correos del Estado Mayor Conjunto chileno ya mostró que las fuerzas de ese país analizan con detalle los movimientos argentinos en Tierra del Fuego, los radares, los puentes aéreos y la idea de consolidar un polo logístico antártico. Es decir: nos están mirando con mucha más atención de la que solemos mirarnos nosotros mismos.

¿Debe Argentina acelerar su rearme? La respuesta incómoda es sí, pero no en clave de carrera armamentista caricaturesca, sino de mínima racionalidad estratégica. Un país que reclama presencia en la Antártida, que tiene un conflicto irresuelto con el Reino Unido en Malvinas y que comparte con Chile zonas sensibles de soberanía no puede seguir tratando a Defensa como un gasto culposo que se tapa con un plancito logístico cada tanto. Ya las tropas araucanas han estado haciendo un retardado boxeo de sombras invitando a tropas gurkhas, esas que se acobardaron de enfrentar a conscriptos argentinos en Malvinas, junto con marinos británicos para tirar tiros cerca de la frontera argentina. Así también han invitado a autoridades del ministerio de defensa para planear la construcción naval y otras "paiasáas" para mandar el mensaje de que el Califato Unido y la Araucania son un solo corazón. La respuesta argentina fue magnífica: en el aniversario del vergonzoso tratado de paz y amistad que Alfonsín le regaló a Pinochet, nuestro país mandó una buque menor a navegar en conjunto con un par pasillesco. Por suerte, nuestras fuerzas armadas ya gestionan tomando a Perú como un país sanmartiniano, aliado natural de la República Argentina. Chile también debiera ser más sanmartiniano aún pero al que nace araucano es añudo que no traicione.

Acelerar el rearme no significa comprar juguetes caros para alimentar nostalgias de generales aburridos. Significa recuperar capacidades básicas de vigilancia, control, disuasión y apoyo a la política exterior. Sin eso, cualquier canciller argentino que se siente a discutir Hielos Continentales, plataforma continental o Antártida tendrá detrás un aparato estatal que puede imprimir hermosos folletos, pero no sostener presencia efectiva y duradera en el territorio en disputa. Y en geopolítica, quien no está, no cuenta; y el que llega tarde mira el mapa por televisión.

5. Peores escenarios y cómo no llegar a ellos

Si uno estira el hilo de las declaraciones de Kast, de su asesor Guzmán y de los documentos militares chilenos, el peor escenario no es una guerra abierta —eso hoy sería un despropósito monumental para ambos países—, sino algo más sutil y dañino: una erosión lenta de la posición argentina en el sur. No descontemos que la asociación estratégica actual de Milei-Trump va a jugar un rol fundamental para detener cualquier ambición oral del fuhrer chileno.

Ese deterioro podría tomar varias formas: disputas permanentes en organismos internacionales donde Chile, mejor preparado, logre imponer interpretaciones favorables de los tratados; presión diplomática para limitar la proyección argentina en la Antártida; utilización sistemática del discurso de “Argentina roba territorio” para justificar cualquier movimiento de consolidación chileno en áreas grises. Todo envuelto en un relato donde Santiago aparece como defensor responsable del derecho internacional, y Buenos Aires como vecino imprevisible y poco serio.

En un escenario más áspero, un incidente menor —un patrullero marítimo, un vuelo militar, una operación logistica mal coordinada— podría convertirse en crisis política, amplificada por redes sociales, medios y la propia retórica inflamable de ambos lados. Con dos lideres que viven de la polarización, el riesgo de que un episodio técnico se vuelva símbolo identitario no es menor. Allí es donde las bravuconadas en Twitter/X se vuelven peligorsas.

Para prevenir esos escenarios, Argentina necesita tres cosas muy sencillas de describir y muy difíciles de hacer. Primero, una política de Estado clara sobre Patagonia, Atlántico Sur y, por sobre todo, la Antártida, que sobreviva a los cambios de gobierno y no dependa del humor del presidente de turno. Segundo, un fortalecimiento serio de las capacidades de Defensa y presencia efectiva en el sur, con objetivos concretos y plazos realistas, no con powerpoints de ocasión. Tercero, una diplomacia activa y consistente con Chile: firme en los reclamos, pero obsesivamente cuidadosa en bajar la temperatura, aislar a los halcones y construir, cuando se pueda, intereses compartidos.

Kast puede borrar o no su tuit; puede modular su discurso si llega a La Moneda, o redoblarlo si le funciona electoralmente. Eso está fuera del control argentino. Lo que sí depende de Buenos Aires es dejar de comportarse como si todo fuera un malentendido pasajero entre amigos liberales. En el tablero real, detrás de las sonrisas y los chistes sobre la “zurda”, hay mapas, doctrinas, documentos filtrados y asesores que piensan en décadas.

Si la Argentina quiere estar a la altura de los peores escenarios —para que nunca ocurran—, necesita algo más que indignarse en redes cada vez que Kast dice que le “robamos” territorio. Necesita demostrar, en el terreno, en las bases, en las pistas y en los foros internacionales, que está decidida a defender lo que dice ser suyo. Y que, a diferencia de sus tuits, esa decisión no se borra. Por un lado, es hora de definir una política de defensa apuntada a volver a la superioridad militar natural de Argentina frente al pasillo trascordillerano. Para recordarlo, hacia 1978 durante el conflicto del Beagle, la Armada Argentina sola tenía un poder aéreo más grande que todo Chile. La Fuerza Aérea y el Ejército, estaban para temas más serios. Por otro lado, existe un deporte en que los chilenos son campeones del mundo casi sin rival, y es precisamente en la boconería y el lloriloquio de  tamaño industrial. Increíblemente, más alto se asciende en la jerarquía, aparentemente más bocón se necesita ser en Chile. Kast podría ser un fruto más de ese árbol.


Referencias


1. Perfil – Sección Internacional.
«José Antonio Kast, el chileno que está en balotaje y disputa la Patagonia: “Argentina ya nos ha robado suficiente”».
Reproduce el tuit del 25 de julio de 2020 («Argentina ya nos ha robado suficiente territorio a los chilenos…»), el contexto del mapa de la plataforma continental difundido por Cafiero y el hashtag #LaAntarticaEsChilena, además de su alineamiento ideológico con Milei.
URL: https://www.perfil.com/noticias/internacional/jose-antonio-kast-el-chileno-que-esta-en-balotaje-y-reclama-la-patagonia-argentina-ya-nos-ha-robado-suficiente.phtml
2. La Política Online (LPO) / republicado en El Extremo Sur.
«Documento chileno alienta hipótesis de conflicto en la Patagonia por avances de Argentina».
Analiza los correos hackeados del Estado Mayor Conjunto chileno, la preocupación por la narrativa sobre la Patagonia, la tesis argentina de la “prolongación natural de su territorio” y el rol de las FF.AA. de ambos países en el rediseño estratégico de Tierra del Fuego y la Antártida.
URL: https://www.elextremosur.com/nota/39722-documento-chileno-alienta-hipotesis-de-conflicto-en-la-patagonia-por-avances-de-argentina/
3.Página/12.
«El tuit de José Kast en el que acusó a la Argentina de robar territorio».
Recoge el mensaje de Kast contra el mapa argentino, su frase «Argentina ya nos ha robado suficiente territorio» y el hashtag antártico, además de describir su perfil ideológico y su propuesta de una “coordinación internacional antirradicales de izquierda”.
URL: https://www.pagina12.com.ar/384566-el-tuit-de-jose-kast-en-el-que-acuso-a-la-argentina-de-robar/
4. El Destape Web.
«Kast y la Patagonia: la disputa del candidato a presidente de Chile con Argentina».
Nota del 26 de noviembre de 2025 que sistematiza su postura sobre Patagonia y Antártida, recoge que ha sostenido que la Antártida “es chilena” y explica su alineamiento con las tesis de Jorge Guzmán sobre península antártica, plataforma continental, Estrecho de Magallanes y Campos de Hielo Sur.
URL: https://www.eldestapeweb.com/internacionales/elecciones-en-chile/kast-y-la-patagonia-la-disputa-del-candidato-a-presidente-de-chile-con-argentina-20251126141858
5. La Política Online (LPO).
«Kast quiere disputarle a Argentina un sector de la Patagonia y alimenta la hipótesis de conflicto».
Desarrolla el rol de Jorge Guzmán como cerebro de la línea soberanista dura, su rechazo a la “vía política” para los conflictos limítrofes, la idea de un “nuevo diferendo” vinculado a la plataforma magallánico–antártica y la prioridad que ocupan Campos de Hielo Sur, plataforma continental y Patagonia en la agenda militar chilena.
6. Cobertura sobre el hackeo al Estado Mayor Conjunto de Chile (LPO + Elextremosur/BioBioChile).
Artículos que detallan la filtración masiva de correos, la reacción del Ministerio de Defensa chileno y cómo los documentos internos analizan la narrativa argentina sobre Patagonia y la “prolongación natural” del territorio, así como los planes argentinos para robustecer presencia militar en Tierra del Fuego y Antártida.
URL principal del dossier citado: https://www.elextremosur.com/nota/39722-documento-chileno-alienta-hipotesis-de-conflicto-en-la-patagonia-por-avances-de-argentina/

martes, 27 de mayo de 2025

Malvinas: Analista británico opina que la farsa de la soberanía británica debe concluir

La soberanía británica sobre las Malvinas es una resaca imperial absurda que debe terminar

Simón Jenkins || The Guardian

Cuarenta años después de la guerra en el Atlántico Sur, el sentido común exige una solución negociada con Argentina



Puerto Argentino hoy, territorio regulado por fuerzas de ocupación británicas

Este abril se conmemora el 40.º aniversario del inicio de la Guerra de las Malvinas . Menos conocido es que se conmemora el 41.º aniversario del último intento del gobierno británico de ceder la soberanía de las islas al enemigo en esa guerra, Argentina. Las negociaciones en Nueva York estaban en curso, con el objetivo de asegurar el autogobierno de las islas bajo un contrato de arrendamiento a largo plazo con Argentina. De haber tenido éxito, se podría haber evitado la guerra, resuelto una arcaica disputa imperial y traído la paz a los isleños con sus vecinos.

Esto no iba a suceder. Las conversaciones encontraron oposición tanto en las islas como entre los diputados conservadores de Londres. Al mismo tiempo, un régimen militar beligerante, bajo el mando del general Galtieri, tomó el poder en Buenos Aires y tenía otras ideas. En abril de 1982, el régimen tomó las islas por la fuerza, solo para ser expulsado de ellas por una fuerza especial británica dos meses después. No se llegó a un acuerdo de paz y las Malvinas se convirtieron en una fortaleza en el Atlántico Sur, con tropas, aviones y buques de guerra estacionados permanentemente.

La guerra le costó a Gran Bretaña unos 2.800 millones de libras (9.500 millones de libras en valor actual) y la defensa de las islas cuesta más de 60 millones de libras anuales. En 2012, se estimó que los contribuyentes británicos pagaban más de 20.000 libras por isleño solo en defensa, y aproximadamente un tercio de la población trabajaba para el gobierno. A diferencia de otras antiguas colonias como Gibraltar, las relaciones con el Estado-nación más cercano son precarias. Aunque viven en un territorio británico de ultramar técnicamente autónomo, los isleños dependen totalmente de Gran Bretaña.

Las conversaciones previas a la invasión en Nueva York se llevaban a cabo bajo los auspicios de la ONU sobre descolonización y se habían mantenido intermitentemente desde la década de 1960. En 1971, las relaciones alcanzaron un punto álgido con un acuerdo de comunicaciones negociado por el talentoso diplomático británico David Scott. Este abrió una conexión por hidroavión con Argentina, con acceso a turistas, hospitales, escuelas y comercio. La intención de ambas partes era normalizar gradualmente las relaciones antes de un acuerdo más formal.

Al principio funcionó. Los isleños consiguieron becas en escuelas del continente y cientos de turistas argentinos visitaron Puerto Stanley. La confianza no duró. Un Londres tacaño objetó el coste de administrar las islas y de construir un aeródromo. Argentina se sumió en un período neoperonista belicoso. Hubo disputas por pasaportes, se produjeron desembarcos argentinos en las islas exteriores y se exigió la reanudación de las conversaciones sobre soberanía.

Estas tareas recayeron en un ministro subalterno del gobierno de Callaghan, Ted Rowlands. Trabajando intensamente con los isleños, en 1977 los convenció de que era necesario llegar a un acuerdo, como una concesión de soberanía a Argentina a cambio de un arrendamiento posterior a Gran Bretaña de 99 años o más. Se habló de una garantía de seguridad adicional. Rowlands se ganó la confianza de los isleños.

Esta iniciativa se perdió con la caída del gobierno laborista en 1979. El viceministro de Thatcher, Nicholas Ridley, asumió la responsabilidad de las Malvinas, pero careció del tacto de Rowlands. Para entonces, existía una intensa presión del Tesoro para que se implementaran recortes. Una revisión de la defensa y los planes para retirar el HMS Endurance de su patrullaje en el Atlántico Sur sugirieron a Argentina que Gran Bretaña estaba perdiendo interés en la zona. Ridley seguía decidido a llegar a un acuerdo, pero se topó con la resistencia del férreo lobby proisleño en el Parlamento. Thatcher no se oponía a la transferencia de soberanía, pero insistía en que nada se hiciera sin el consentimiento de los isleños.

Las conversaciones continuaron, pero ambas partes desconocían que la armada de Buenos Aires ya estaba planeando una invasión, el "plan Goa", llamado así por la anexión de la Goa portuguesa por parte de la India en 1961. Esta se planeó para junio, en pleno invierno en el Atlántico Sur, pero fue anticipada por unidades navales que aprovecharon la ocupación de las vecinas islas Georgias del Sur por un grupo de chatarreros argentinos. Temiendo una respuesta británica, Buenos Aires apostó por una invasión total. De haber resistido hasta junio, es muy improbable que Gran Bretaña se hubiera arriesgado a una guerra de invierno.

En ningún momento de esta saga hubo señal alguna desde Londres de que Gran Bretaña estuviera desesperada por conservar las Malvinas. El coste fue enorme y la disputa estaba deteriorando las relaciones con una Sudamérica entonces resurgida. La maldición fue que Thatcher otorgó a los isleños, firmemente apoyados por muchos en el Partido Conservador, un derecho de veto sobre cualquier acuerdo con Argentina. Tras la guerra, la ONU, en noviembre de 1982, ordenó la reanudación de las conversaciones sobre la "descolonización" en Nueva York. No lo hicieron ni lo han hecho durante 40 años.

Cuando en 2013 Buenos Aires intentó reabrir las negociaciones con David Cameron, apenas se atrevió a responder más allá de reiterar el veto de Thatcher a los isleños . Esto debía expresarse en su presencia en la mesa de cualquier reunión entre Gran Bretaña y Argentina. Cualquier idea de progreso era inútil: para los conservadores, las Malvinas se habían convertido en un monumento a la era Thatcher y todo lo que representaba.

La semana pasada, el ministro de Asuntos Exteriores argentino, Santiago Cafiero, se quejó en The Guardian de que Gran Bretaña había estado negociando la soberanía de las Malvinas durante 16 años antes de la guerra. Ahora, 40 años después, ambos países se comportaban "como si el conflicto hubiera ocurrido ayer".

¿No podría Gran Bretaña superar la hostilidad? ¿No podrían los dos países, ahora democracias, retomar al menos los acuerdos de comunicación de las Malvinas de la década de 1970?

La forma en que Londres plantea la cuestión de la autodeterminación es una especie de pista falsa. Los isleños no son autónomos, pues dependen de la buena voluntad británica para su seguridad. Gran Bretaña se deshizo de Adén, Diego García y Hong Kong cuando convenía al interés nacional. Scott y Rowlands convencieron a los isleños de la necesidad de un acuerdo. Este casi se logró. Gran Bretaña ganó la guerra, pero ahora se ve obligada a mantener una base militar en el Atlántico Sur, mientras que Argentina solo puede sonreír con sorna.

La solución de retroarriendo que buscan Rowlands, Ridley y otros honra la geografía, la historia, la diplomacia y la economía. Es de sentido común. Más de 60 millones de libras al año en defensa militar para las islas no lo es. Si los políticos de Londres no tienen el coraje de buscar un acuerdo con Buenos Aires, quizás los isleños deberían afrontar el futuro y buscar uno por sí mismos.

sábado, 21 de septiembre de 2024

Confluencia de intereses Reino Unido-Chile: ¿Cómo afecta a Argentina?

Los intereses geoestratégicos de Chile y el Reino Unido: contexto histórico, la guerra de Malvinas y el futuro




Por Esteban McLaren para FDRA

Proyecciones


Introducción

Los intereses geoestratégicos de Chile, particularmente su alineación con el Reino Unido, han sido moldeados por factores históricos, económicos y políticos. Este ensayo explora la confluencia de intereses chilenos y británicos antes de la Guerra de las Malvinas de 1982, identifica los principales actores involucrados y examina cómo el conflicto influyó en esta dinámica. Además, profundiza en proyecciones futuras sobre el Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgias del Sur y la Antártida, considerando las implicaciones para Argentina y el potencial de un cambio en las alianzas.

Contexto histórico de los intereses geoestratégicos chileno-británicos

Antes de la Guerra de Malvinas, Chile y el Reino Unido compartían varios intereses geoestratégicos arraigados en vínculos históricos y beneficios mutuos. Los principales actores en esta relación incluyeron líderes políticos, funcionarios militares y actores económicos de ambas naciones.

La relación económica entre Chile y el Reino Unido se remonta al siglo XIX, y las inversiones británicas desempeñaron un papel importante en el desarrollo de la infraestructura y las industrias mineras chilenas. El comercio de nitratos fue particularmente crucial, con empresas británicas fuertemente involucradas en la explotación y exportación de nitratos chilenos.

La influencia británica sobre el ejército chileno ha sido profunda. La Armada de Chile, por ejemplo, se inspiró en gran medida en la Royal Navy, con oficiales navales británicos entrenando a sus homólogos chilenos. Esta conexión militar fomentó un sentido de camaradería e intereses estratégicos mutuos.

Durante la Guerra Fría, ambas naciones encontraron puntos en común en su postura anticomunista. El Reino Unido veía a Chile como un aliado estable en una región propensa a la agitación política, mientras que Chile valoraba el apoyo británico contra posibles amenazas regionales.

La guerra de Malvinas y su impacto

La Guerra de las Malvinas de 1982 fue un importante punto de inflexión en la relación entre Chile y el Reino Unido, resaltando sus intereses geoestratégicos alineados y dando forma a futuras interacciones. Durante la guerra, Chile brindó un apoyo crucial al Reino Unido, incluido el intercambio de inteligencia y asistencia logística. Este apoyo fue fundamental para la campaña militar británica y consolidó una alianza estratégica entre las dos naciones.

La guerra alteró el panorama de seguridad en América del Sur. El apoyo de Chile al Reino Unido lo posicionó como un contrapeso a Argentina, influyendo en la dinámica de poder regional y los alineamientos militares. Después del conflicto, el Reino Unido y Chile continuaron fortaleciendo sus vínculos. La guerra demostró el valor de su asociación estratégica, lo que condujo a una cooperación más profunda en cuestiones de defensa y seguridad.

Proyecciones futuras: Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgias del Sur y Antártida

De cara al futuro, los intereses estratégicos de Chile y el Reino Unido en áreas clave como el Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgia del Sur y la Antártida seguirán dando forma a su relación. El Estrecho de Magallanes sigue siendo una ruta marítima vital, y el control de Chile sobre este paso subraya su importancia geoestratégica. El Reino Unido reconoce la importancia de mantener relaciones seguras y amistosas con Chile para garantizar la estabilidad de esta vía fluvial crucial.

Las islas Malvinas y Georgias del Sur son fundamentales para los intereses territoriales británicos en el Atlántico Sur. El apoyo de Chile durante el conflicto de 1982 ha llevado a una cooperación continua en estas áreas, y ambas naciones se benefician de estrategias de defensa e inteligencia compartidas. La Antártida representa una región de creciente interés estratégico, particularmente en términos de investigación científica y potencial de recursos. Tanto Chile como el Reino Unido han establecido reclamos territoriales y estaciones de investigación en el continente, lo que ha llevado a esfuerzos de colaboración en exploración científica y conservación ambiental.



Implicaciones para Argentina

La fuerte alineación geoestratégica entre Chile y el Reino Unido tiene implicaciones significativas para Argentina, particularmente en términos de dinámica de poder regional y disputas territoriales. El antiguo reclamo de Argentina sobre las Islas Malvinas sigue siendo un tema polémico. La estrecha relación entre Chile y el Reino Unido complica los esfuerzos de Argentina por afirmar su soberanía e influye en las interacciones diplomáticas en la región.

La alianza chileno-británica afecta el equilibrio militar en Sudamérica. Argentina debe lidiar con las capacidades de defensa mejoradas y los mecanismos de intercambio de inteligencia entre Chile y el Reino Unido, lo que podría afectar su planificación estratégica y su postura de defensa. Los vínculos económicos entre Chile y el Reino Unido, incluidos el comercio y la inversión, refuerzan aún más su asociación estratégica. Argentina puede enfrentar desafíos al competir por influencia económica y oportunidades de inversión en la región.

Desvincular los intereses chileno-británicos y fomentar la cooperación argentino-chilena

Si bien la alianza chileno-británica es sólida, ciertos factores podrían potencialmente cambiar la dinámica hacia una mayor cooperación argentino-chilena. Iniciativas destinadas a fomentar la integración regional, como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), podrían promover vínculos más estrechos entre Argentina y Chile. Los proyectos colaborativos en infraestructura, comercio y energía podrían crear dependencias mutuas e intereses compartidos.

Los esfuerzos diplomáticos para resolver disputas territoriales y mejorar las relaciones bilaterales podrían allanar el camino para una mejor cooperación argentino-chilena. En este sentido, las medidas de fomento de la confianza, el diálogo y los mecanismos de negociación son esenciales. Fortalecer las asociaciones económicas entre Argentina y Chile, incluidas empresas conjuntas y acuerdos comerciales, podría reducir la dependencia de aliados externos y fomentar una relación regional más equilibrada. Los esfuerzos de colaboración en sectores como la agricultura, la minería y la energía podrían ser mutuamente beneficiosos.

Los cambios en el panorama geopolítico global, incluidos los cambios en las alianzas y las potencias regionales emergentes, podrían influir en el cálculo estratégico tanto de Chile como de Argentina. Adaptarse a estos cambios y alinear sus intereses en consecuencia podría facilitar una cooperación más estrecha.

El papel de la élite chilena

El papel de la elite chilena en el mantenimiento de la confluencia de intereses entre Chile y el Reino Unido es multifacético e involucra dimensiones políticas, económicas y militares. Su influencia es fundamental para mantener y fortalecer esta relación bilateral, dar forma a políticas y fomentar un entorno propicio para beneficios estratégicos mutuos.

Influencia política y toma de decisiones

La élite chilena, compuesta por políticos influyentes, diplomáticos y altos funcionarios gubernamentales, desempeña un papel crucial en la dirección de la política exterior del país hacia el mantenimiento de fuertes vínculos con el Reino Unido. Históricamente, los líderes políticos chilenos han reconocido las ventajas estratégicas de alinearse con una potencia global como Gran Bretaña. Este reconocimiento se ha reflejado en decisiones políticas e iniciativas diplomáticas destinadas a fomentar una relación estable y cooperativa con el Reino Unido.

Por ejemplo, durante la Guerra de las Malvinas de 1982, la decisión de apoyar al Reino Unido estuvo influenciada por figuras políticas clave que vieron los beneficios estratégicos de ayudar a un aliado poderoso. Este apoyo no fue sólo un reflejo de vínculos históricos sino también una medida política calculada para reforzar la posición de Chile en la región y ganarse el favor de una importante potencia occidental.

Intereses económicos y conexiones comerciales

La élite económica de Chile, incluidos destacados líderes empresariales y influyentes formuladores de políticas económicas, se ha beneficiado históricamente de fuertes vínculos económicos con el Reino Unido. Las inversiones británicas en industrias chilenas como la minería, la infraestructura y las finanzas han creado una red de intereses económicos mutuos que la élite chilena desea preservar.

La participación de las empresas británicas en el comercio de nitratos en el siglo XIX y principios del XX sentó las bases de esta relación económica. En la época contemporánea, la élite económica continúa abogando por políticas que atraigan inversiones británicas y faciliten el comercio. Estos líderes empresariales a menudo tienen una influencia significativa sobre las políticas gubernamentales y utilizan su influencia para asegurar que Chile siga siendo un destino atractivo para el capital británico, sosteniendo así la dimensión económica de la relación bilateral.

Cooperación militar y de defensa

La élite militar de Chile, incluidos oficiales de alto rango y estrategas de defensa, tiene una larga tradición de cooperación con sus homólogos británicos. La Armada de Chile, en particular, ha sido fuertemente influenciada por la Royal Navy, y muchos oficiales chilenos recibieron entrenamiento en el Reino Unido. Esta conexión militar fomenta un sentido de camaradería profesional y objetivos estratégicos compartidos.

Durante la Guerra de Malvinas, el apoyo del ejército chileno al Reino Unido se vio facilitado por estas conexiones profundamente arraigadas. El intercambio de inteligencia y la asistencia logística brindada a las fuerzas británicas fueron coordinados por élites militares que entendieron la importancia estratégica de mantener una alianza fuerte con el Reino Unido. Esta cooperación ha continuado después de la guerra, con ejercicios militares conjuntos, programas de entrenamiento y acuerdos de defensa que refuerzan la dimensión militar de la relación bilateral.

Vínculos culturales y educativos

La élite cultural y educativa de Chile también desempeña un papel en el mantenimiento de la relación del país con el Reino Unido. Los intercambios culturales, las colaboraciones académicas y las asociaciones educativas contribuyen a una comprensión y apreciación más amplia de la cultura y los valores británicos entre la élite chilena. Muchos miembros de la élite chilena han estudiado en universidades británicas, fomentando redes personales y profesionales que unen a los dos países.

Estos vínculos culturales y educativos crean un entorno favorable para la cooperación bilateral, ya que las personas que han experimentado la cultura y la educación británicas a menudo tienen posiciones influyentes en la sociedad chilena. Sus percepciones positivas del Reino Unido y sus valores pueden influir en la opinión pública y las decisiones políticas, consolidando aún más la relación bilateral.

Implicaciones estratégicas para el futuro

La influencia sostenida de la élite chilena en el mantenimiento de fuertes vínculos con el Reino Unido tiene implicaciones significativas para el futuro. A medida que ambos países sigan navegando por complejos paisajes geopolíticos, el papel de la élite en la configuración de la política exterior y las decisiones estratégicas seguirá siendo crucial.

En áreas clave como el Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgia del Sur y la Antártida, la influencia de la élite será fundamental para determinar la dirección de las políticas chilenas. Su capacidad para equilibrar los intereses nacionales con los beneficios de una alianza fuerte con el Reino Unido dará forma al futuro de esta relación bilateral.

Potencial de cambios en las alianzas

Si bien el actual alineamiento entre Chile y el Reino Unido es fuerte, los cambios en la dinámica regional y global podrían alterar el equilibrio de intereses. El papel de la élite chilena será fundamental para navegar estos cambios y explorar el potencial para una cooperación más estrecha con otras potencias regionales, como Argentina.

Los esfuerzos de integración regional, las iniciativas diplomáticas y las asociaciones económicas podrían crear oportunidades para una relación más equilibrada con Argentina. La voluntad de la élite de participar en el diálogo y la negociación, y su capacidad para adaptarse a las realidades geopolíticas cambiantes, serán clave para fomentar esos cambios.



Conclusión

El contexto histórico y el alineamiento estratégico entre Chile y el Reino Unido, particularmente resaltados durante la Guerra de las Malvinas de 1982, han dado forma a una asociación fuerte y duradera. Esta alianza tiene implicaciones significativas para la dinámica regional, particularmente en relación con Argentina. Sin embargo, posibles cambios en los esfuerzos de integración regional, las iniciativas diplomáticas, las asociaciones económicas y los cambios geopolíticos globales podrían allanar el camino para una relación más equilibrada entre Chile y Argentina. A medida que los intereses estratégicos en áreas clave como el Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgia del Sur y la Antártida continúan evolucionando, el futuro de las alianzas y la cooperación regionales dependerá de la capacidad de estas naciones para navegar en paisajes geopolíticos complejos y fomentar el entendimiento y la colaboración mutuos. .

La élite chilena desempeña un papel central en el mantenimiento de la confluencia de intereses entre Chile y el Reino Unido. A través de su influencia en la toma de decisiones políticas, las políticas económicas, la cooperación militar y los intercambios culturales, aseguran la continuidad y fortaleza de esta relación bilateral. A medida que evolucionen las futuras dinámicas geopolíticas y regionales, las opciones estratégicas y la adaptabilidad de la élite determinarán la dirección y la profundidad de las alianzas de Chile, allanando potencialmente el camino para una relación regional más matizada y equilibrada tanto con el Reino Unido como con Argentina.

sábado, 28 de octubre de 2023

Operación Tabarin para alejar el control argentino de Malvinas en la SGM

Imágenes de una operación de alto secreto de la SGM a la Antártida para establecer bases y mantener a Argentina fuera de las Malvinas



George Winston || War History Online


Base A, Port Lockroy, establecida el 11 de febrero de 1944. (Fotógrafo: Ivan Mackenzie Lamb, 1944; Reproducido por cortesía del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19/1 / A119). Copyright: Crown (caducado).



Es fácil imaginar todas las batallas acaloradas del Teatro Europeo de la Segunda Guerra Mundial que tienen lugar en Francia, Bélgica o África del Norte, todas las campañas discutidas en la clase de historia en la escuela.

Pero también tuvieron lugar otras operaciones. Algunos no fueron conocidos en absoluto durante los años de guerra, porque los gobiernos o la prensa no los mencionaron abiertamente.

En un paisaje helado y árido en la Antártida, la "Operación Tabarin" tuvo lugar entre 1943 y 1946. Fue tan importante, a su manera, como cualquiera de las infames batallas que ocurrieron en Europa y el norte de África. Simplemente sucedió "por debajo del radar" y no se habló de ella una vez que se empezó.

Los aliados se preocupaban continuamente por el acceso del enemigo a las rutas de navegación y otras aguas. Eso también era cierto en la Antártida y sus alrededores, donde Gran Bretaña tenía una gran participación en el territorio que había reclamado a principios del siglo XIX. Argentina había comenzado a hacer valer los derechos de las Islas Malvinas plantando su bandera en la Isla Decepción en 1942.


Ubicación de la Isla Decepción en las Islas Shetland del Sur. Foto: Apcbg CC BY-SA 3.0

En consecuencia, Winston Churchill propuso una operación secreta cuyo propósito era doble:
  • vigilar los barcos enemigos que llegan al territorio de Gran Bretaña en la Antártida y 
  • garantizar la autoridad de Inglaterra sobre las Islas Malvinas para proteger el área de Argentina. 
Gran Bretaña tenía la intención de dejar en claro que todavía tenía autoridad en el área, particularmente en las Islas Malvinas.

El equipo de 14 hombres de la Operación Tabarin incluyó a un científico del Museo Británico, y sus diarios acaban de ser publicados en un nuevo libro, The Secret South. El libro detalla la operación, el establecimiento de diferentes bases y las luchas y alegrías de un viaje tan arduo.

 
Descarga de tiendas para establecer la Base A en Port Lockroy, 1944. (Fotógrafo: Ivan Mackenzie Lamb; Reproducido por cortesía del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19/1 / A1 / 29). Copyright: Crown (caducado).

Algunos historiadores ven la Operación Tabarin como la expedición más singularmente vital jamás realizada por Gran Bretaña para continuar su investigación sobre la Antártida y sus recursos. Condujo al establecimiento de una instalación de investigación de vanguardia que examinó la geografía, el clima y otras ciencias naturales.

El líder de la operación, James Marr, era un zoólogo marino. Él y el gobierno británico reclutaron a otros hombres para el viaje cuyos talentos y habilidades se prestaron a los objetivos de la expedición.

 
Cdr James Marr, RNVR, líder de Tabarin, 1943-44. (Fotógrafo: Ivan Mackenzie Lamb; Reproducido por cortesía del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19/1 / A7). Copyright: Crown (caducado).

Ivan Mackenzie Lamb fue uno de esos hombres aventureros. Se unió a los largos e intensos viajes en trineo a través de la isla Wiencke y a otro viaje de 800 millas alrededor de la isla James Ross. Lamb contribuyó directamente al establecimiento de bases tripuladas en Deception Island, Hope Bay y Goudier Island. Las bases se erigieron lentamente durante el período de dos años del viaje.

 
Capitán Andrew Taylor RCE, topógrafo y líder de expedición durante el segundo año de Tabarin. Taylor asumió el mando con muy poca antelación y fue instrumental en el éxito de la temporada 1945-46. (Fotógrafo: Ivan Mackenzie Lamb; Reproducido por cortesía del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19/1 / A8 / 0). Copyright: Crown (caducado).

Las fotografías de Lamb en The Secret South revelan la camaradería, y las tribulaciones, de una tarea tan difícil. Pero los editores del libro señalan que, además de su habilidad detrás de la cámara y su experiencia científica como botánico, Lamb aportó algo más al viaje:

"De alguna manera", escriben, "quizás los [aspectos] más importantes del carácter de Lamb, al menos cuando se juzga en el contexto peculiar de una expedición polar, fueron su empatía y amabilidad".


Victor Marchesi, capitán del barco de apoyo a la expedición, HMS William Scoresby, y el segundo al mando. (Fotógrafo: Michael Sadler; Reproducido por cortesía del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19/2 / E402 / 43a) Copyright: Crown (caducado).

El gobierno británico insistió en que su preocupación por los barcos enemigos que perturbaban las líneas de suministro era la única razón de la expedición. Sin embargo, eso no era del todo cierto.

También le preocupaba la insistencia de Argentina en que las Islas Malvinas eran su territorio legítimo. La Operación Tabarin ayudaría a asegurar los derechos de Gran Bretaña en la Antártida y las Malvinas estableciendo bases permanentes y tripuladas.


Norman Marshall (zoólogo) trabajando en el laboratorio de la Base D, Hope Bay, 1945. (Fotógrafo: Ivan Mackenzie Lamb; Reproducido por cortesía del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19/1 / D194). Copyright: Crown (caducado).

De hecho, esta operación secreta sería una de las razones por las que Gran Bretaña y Argentina se enfrentaron en 1982 durante un conflicto de 10 semanas llamado Guerra de las Malvinas, aunque ninguna de las partes declaró formalmente la guerra. Aún así, el asunto nunca se ha resuelto: cada país todavía cree que el territorio es legítimamente suyo.

Los diarios de Lamb, publicados 70 años después de su viaje a la Antártida, revelan otro capítulo más en las operaciones hasta ahora desconocidas llevadas a cabo por los Aliados para disuadir a los alemanes en cada punto de acceso. Ningún barco enemigo se acercó mientras los hombres estaban allí, y Lamb regresó a Gran Bretaña cuando expiró su contrato de dos años.


William Scoresby acercándose a la Isla Decepción, 1944. (Fotógrafo: James Edward Farrington, operador de radio; cortesía reproducida del Servicio Británico de Archivos de la Investigación Antártica. Archivos ref: AD6 / 19 / 1A / 201/3). Copyright: Crown (caducado).

Los editores también señalan: "Cualesquiera que sean los objetivos quijotescos que lo motivaron a unirse a la expedición, no puede haber ninguna duda sobre la contribución de Lamb al éxito de la Operación Tabarin".


Tapa del libro.

El libro The Secret South: A Tale of Operation Tabarin ya está disponible en Amazon.



sábado, 19 de agosto de 2023

Malvinas: La guerra dejó todo igual que antes

Por qué la Guerra de las Malvinas no resolvió nada

Como muchos conflictos, la Guerra de las Malvinas no logró resolver la disputa política básica y preparatoria. 

por Robert Farley || The National Interest 


Esto es lo que debe recordar:  Pero en lo que respecta a Buenos Aires, la guerra no resolvió nada. Argentina todavía reclama las islas, y ningún gobierno concebible podría renunciar a ese reclamo, especialmente con informes de riqueza energética a lo largo de la plataforma continental. Por su parte, el compromiso político de Londres con las islas es más fuerte ahora que en 1982.

La Guerra de las Malvinas terminó con una decisiva victoria británica hace más de treinta años. Sin embargo, la guerra sigue viva en el imaginario de analistas e historiadores. Aunque el conflicto ocurrió fuera de las "zonas de crisis" normales, durante mucho tiempo ha llamado la atención de los estudiosos de la guerra. La guerra, que involucró un conflicto por el territorio entre dos estados-nación establecidos con grandes establecimientos militares intensivos en capital, parece casi pintoresca en la actualidad. Sin embargo, los problemas que provocaron la guerra, la forma en que se libró la guerra y la situación que dejó atrás continúan siendo lecciones importantes para los profesionales de la política exterior en la actualidad.

El Belgrano

La Guerra de las Malvinas sigue siendo el único conflicto en el que un combatiente ha utilizado un submarino nuclear, enojado, contra objetivos navales. El 2 de mayo de 1982, el HMS Conqueror detectó al crucero argentino General Belgrano y dos escoltas fuera de una "zona de exclusión" previamente anunciada. Los británicos habían informado a Argentina que la zona de exclusión ya no se aplicaba a los buques de guerra argentinos y Belgrano estaba realizando una patrulla militar activa en ese momento. El Conqueror disparó tres torpedos no guiados, dos de los cuales golpearon al venerable crucero y lo hundieron con 323 tripulantes. El hundimiento endureció las actitudes argentinas y puso fin a cualquier esfuerzo serio de mediación internacional.

A lo largo de los años, el hundimiento del Belgrano ha preparado el escenario para algunos comentarios verdaderamente terribles , muchos de los cuales se centran en el papel desempeñado por Margaret Thatcher. Los partidarios señalan la aguda decisión de Thatcher al ordenar el ataque, cuando en realidad Thatcher prácticamente no tuvo ningún papel en la toma de decisiones tácticas. Los críticos (la mayoría con poca comprensión de la Ley de Conflictos Armados) sugieren que el hundimiento equivalió a un crimen de guerra. Tales reclamos tendrían que mirar hacia arriba para ver "engañosos", y la Armada Argentina siempre ha sostenido que el hundimiento representó un acto de guerra legal.

Sin embargo, la persistente controversia sobre el hundimiento del Belgrano se ha vuelto emblemática de las formas en que los actos de guerra convencionales se han vuelto jurídicamente complejos. Los formuladores de políticas y el personal militar prestan cada vez más atención a las formas en que la toma de decisiones tácticas se ha vuelto legalmente procesable en una variedad de lugares diferentes. Incluso las actividades militares relativamente convencionales se han convertido en objeto de litigio, a menudo décadas después.

Más allá de consideraciones legales y políticas, el hundimiento de Belgrano demostró el impacto decisivo de los submarinos modernos. Sin una capacidad antisubmarina efectiva, una flota de superficie enfrenta perspectivas sombrías. Después del hundimiento del Belgrano, la flota argentina se negó en gran medida a salir por temor a otros submarinos británicos. Esta preocupación continúa coloreando los esfuerzos de las armadas china, rusa e india para reforzar sus capacidades antisubmarinas.

Irredentismo jurídico

Los asuntos legales asociados con la propiedad de las Malvinas siguen siendo turbios. Sin profundizar demasiado en los reclamos y contraargumentos, el Reino Unido probablemente tenga el argumento más fuerte en general, aunque el desinterés periódico de Londres en gobernar las islas ha ayudado a mantener vivas las esperanzas argentinas. El meollo del reclamo de Argentina radica principalmente en la realidad de que las islas están mucho más cerca de Buenos Aires que del Reino Unido, lo que cumple con una variedad de obligaciones internacionales asociadas con la gobernanza marítima. Los temas siguen siendo de interés para muchos otros países debido a la plétora de conflictos sobre la propiedad histórica de las islas en disputa. 

Una cosa que sabemos es que prácticamente nadie que vive actualmente en las Malvinas quiere ser argentino. Sin embargo, no está claro cuánto importa esto, ya que los estados ignoran regularmente las preferencias de 1600 ciudadanos cuando les conviene hacerlo. El Reino Unido se centra en el punto de la autodeterminación, aunque no aplica el principio con coherencia a todas las disputas internacionales.

En cualquier caso, las afirmaciones envueltas en retórica anticolonial de Argentina ganan regularmente el apoyo de la mayoría de los países latinoamericanos, sin mencionar la abrumadora mayoría de la población argentina. Estas mismas afirmaciones continúan encontrando poco apoyo en el Reino Unido, y la mayoría de los países europeos permanecen claramente al margen. Los debates sobre la ley continúan estructurando cómo vemos las islas, pero aparentemente no pueden determinar qué país controlará las islas en el futuro. Este estado de cosas recuerda a una multitud de otros conflictos, en los que la ley establece los términos sin trazar un arreglo útil.

Grupo de portaaviones mínimo

Durante la guerra, la Fuerza Aérea Argentina usó no solo bombas de gravedad, sino también misiles antibuque Exocet de fabricación francesa con efectos letales, hundiendo y dañando varios buques de guerra británicos. Al carecer de bases locales, la Royal Navy se basó en el Siddeley Hawker Harrier, que se convirtió en una actuación legendaria contra aviones argentinos. Los cazas de portaaviones de rendimiento limitado proporcionaron la única cobertura aérea posible para la fuerza de tarea británica, dado que la Royal Navy había retirado su último portaaviones convencional en 1979. Operando desde el HMS Hermes y el HMS Invincible, los Harriers tuvieron un efecto poderoso en la decisión argentina. disuadiéndolos de lanzar ataques aéreos durante el día y creando problemas significativos para los aviones de superioridad aérea de corto alcance de Argentina.

El éxito del Harrier, en opinión de muchos, confirmó el valor del Sea Control Ship, un pequeño portaaviones que carecía de la capacidad para lanzar aviones a reacción de ala fija pero que, sin embargo, podía apoyar a un grupo de trabajo expedicionario. El concepto F-35B, diseñado para operar desde portaaviones pequeños o desde barcos de asalto anfibios de cubierta plana, se deriva en gran parte de la experiencia de las Malvinas.

El papel desempeñado por los Harriers continúa siendo el núcleo de una desagradable disputa histórica entre la Royal Navy y la Royal Air Force. La RAF se centra en el papel que desempeñan sus bombarderos Vulcan de largo alcance, restando importancia a los Harrier. De hecho, la RAF ofreció con éxito los Harriers de la RN por sacrificio presupuestario en 2010. Esto dejó a la Royal Navy sin ningún avión de combate transportado por portaaviones, una situación que permanecerá hasta que el HMS Queen Elizabeth (presumiblemente con F-35B) entre en servicio más tarde. esta década.

Guerra convencional contra una potencia nuclear

¿Por qué Argentina se peleó con un país que tenía armas nucleares? En resumen, Buenos Aires se dio cuenta de que la posibilidad de que Gran Bretaña usara tales armas en una disputa territorial era remota. Esto no suena irrazonable, pero piénsalo; los argentinos estaban tan seguros de que Gran Bretaña no usaría un arma obviamente decisiva y ganadora de la guerra, que decidieron atacar bajo los márgenes convencionales más estrechos, a pesar de carecer de cualquier garantía clara de disuasión prolongada de otra potencia nuclear. Esto sugiere que, en 1982, el “tabú nuclear” se había afianzado tanto que los estados nucleares no podían depender de sus arsenales para protegerse de los enemigos convencionales. Esto confirmó lo que Israel había aprendido en 1973; Cualesquiera que sean sus méritos, las armas nucleares no pueden, por sí mismas, disuadir los ataques de las potencias convencionales.

Esto debería contener algunas lecciones para la apreciación moderna de la utilidad de las armas nucleares. Si las armas nucleares ni siquiera inmunizan a un país de un ataque directo a su territorio declarado, entonces probablemente no otorgan una gran influencia sobre la política de toda una región. Esto no quiere decir, por ejemplo, que nadie deba apoyar las aspiraciones nucleares de Irán, pero sí sugiere que el resultado final del proyecto nuclear iraní probablemente será menos que catastrófico.

Guerras sin resolver

Se supone que las guerras resuelven problemas, si no en el sentido de crear justicia, al menos en términos de establecer una nueva realidad política, legal y militar. De hecho, tanto la victoria como la derrota pueden dar a las naciones la oportunidad de avanzar, establecer nuevas prioridades y resolver problemas inmediatos de conflicto.

El Reino Unido, sin duda, ganó la Guerra de las Malvinas, ya que Argentina cesó las hostilidades después de la reconquista de las islas, y el gobierno argentino cayó poco tiempo después. Durante un tiempo, la guerra resolvió la cuestión de si el Reino Unido tenía o no el interés y la capacidad para defender las Malvinas de Argentina.

Pero en lo que se refiere a Buenos Aires, la guerra no arregló nada. Argentina todavía reclama las islas, y ningún gobierno concebible podría renunciar a ese reclamo, especialmente con informes de riqueza energética a lo largo de la plataforma continental. Por su parte, el compromiso político de Londres con las islas es más fuerte ahora que en 1982.

En resumen, como muchos conflictos, la Guerra de las Malvinas no logró resolver la disputa política básica que prepara el escenario. Argentina sigue creyendo que debe gobernar las islas, mientras que el Reino Unido sigue sintiéndose responsable de ellas. Mientras Argentina continúa luchando con su sistema financiero, no puede comprar un ejército que pueda reconquistar las Malvinas. Pero mientras la economía británica se estanque, no puede acabar permanentemente con el sueño de unificación de Argentina. El conflicto sigue sin resolverse, hasta que los astros se alinean y Argentina vuelve a ver alguna ventaja en la perspectiva de la guerra.

Conclusión

La guerra se está convirtiendo en leyenda. En el Reino Unido, el debate sobre el legado de la guerra gira en torno a una evaluación de Margaret Thatcher, así como al interminable conflicto entre la RAF y la RN. En algunos barrios argentinos, la narrativa de la traición se ha afianzado; El presidente Kirchner calificó de “criminal” el hundimiento del General Belgrano en 2012, a pesar de la falta de un caso convincente por malversación. Sin embargo, las Malvinas siguen siendo el ejemplo más reciente y moderno del mundo de combate combinado naval-aéreo. Hasta el final de la era de los misiles, seguirá siendo una lección para analistas y legisladores. Y en el futuro previsible, Londres y Buenos Aires seguirán disputando la propiedad de las islas.

martes, 27 de junio de 2023

Malvinas: Port Louis en 1833 y en 2023

Port Louis en 1833



En 1833 así se veía Port Louis en la isla Soledad según la pintura de Conrad Martens embarcado en el Beagle de la expedición de Charles Darwin.
Y en 2023 se veía así, durante la expedición de Victor Rault replicando el viaje de Darwin a las islas.
@MalvinasData ( Hernan) Agradecidos. Equipo de OM.


viernes, 28 de agosto de 2020

Argentina: Reclamando por Malvinas cedimos Neuquén a los chinos

La prensa europea se pregunta por los fines militares de la misteriosa base de China en el sur de Argentina

La instalación ha sido foco de denuncias por parte de países desarrollados que desconfían de las intenciones del régimen de Beijing
Infobae





Continúa el misterio y secretismo en torno a la Estación de Espacio Lejano, base perteneciente a la Administración Espacial Nacional China, ubicada al norte de Bajada del Agrio, en la provincia argentina de Neuquén y que el régimen chino gestiona como parte de su territorio. Esta vez fue el periódico británico Daily Express el encargado de hacer sonar el alerta: ¿tiene fines civiles como sostiene Beijing o esconde en realidad una instalación militar del gigante asiático en Sudamérica?

En su artículo “La estación espacial China administrada por militares en Argentina está envuelta en misterio: ¡No es para hacer ciencia!”, publicado este martes, el medio británico resalta los vínculos de esta instalación con el Ejército Popular de Liberación de China y recolecta los testimonios de expertos, funcionarios y vecinos de la zona preocupados por el hermetismo.

La Agencia Nacional China de Lanzamiento, Seguimiento y Control General de Satélites (CLTC) que responde al Partido Comunista Chino (PCC) se puso en contacto con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) de Argentina en 2010. Allí comenzó a delinearse lo que muchos señalan como una cesión de soberanía por parte de las autoridades latinoamericanas.

La supuesta intención de Xi Jinping era instalar en el lejano país una base para llevar adelante misiones de exploración espacial. Al menos eso quedó redactado en los papeles. La construcción de esta base, de unas 200 hectáreas, fue acordada por los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner y Xi Jinping y ratificada por la posterior administración de Mauricio Macri.

En 2015, cuando el parlamento argentino debatió la instalación de la base china, la oposición cuestionó la verdadera finalidad de este proyecto. Finalmente, se aprobó. Al ganar Macri las elecciones de ese año, ordenó revisar el acuerdo. Susana Malcorra, canciller argentina durante parte de ese gobierno reconoció que al Ejecutivo le preocupaba que el pacto no especificaba que la estación espacial sólo tendría uso civil. No obstante, la diplomática sostuvo que su capacidad de revisión del acuerdo era limitada, ya que ya había sido aprobado. Ya era tarde.


La única culpable de la cesión de soberanía fue la presidente Cristina Fernández como se aprecia en la foto

El régimen de Xi Jinping, sin embargo, finalmente accedió a incluir en el acuerdo el exclusivo uso civil de la estación, pero con una salvedad: no podría llevarse adelante tareas de supervisión ni reconocimiento sobre aquel centro de espionaje, como sospechan algunos.

“No había forma de que pudiéramos hacerlo después del nivel de reconocimiento que este acuerdo tuvo por nuestra parte. Esto fue reconocido, aceptado y aprobado por el Congreso (...) Hubiera escrito el acuerdo de otra manera. Tendría cláusulas que articulan el acceso a la supervisión”, sostuvo Malcorra, en una entrevista hecha por la agencia Reuters de febrero de 2019 y replicada estos días por el diario inglés.

Es decir, el acuerdo obliga a las autoridades chinas a informar a la Argentina de sus actividades en la estación, pero no establece ningún mecanismo para que las autoridades locales se aseguren de que la instalación no tiene fines militares. ¿Cómo creerle a las autoridades de un régimen que sanciona la libertad de expresión en su propio territorio?

Sumado a esto, lo que refuerza las especulaciones es que la Agencia Nacional de Lanzamiento, Seguimiento y Control General de Satélites pertenece al Ejército chino. Fueron los propios ingenieros y científicos de esa fuerza quienes diseñaron la base e indicaron qué tecnología se requeriría según los objetivos que persiguiera Beijing. También responde a la Comisión para la Ciencia, la Tecnología y la Industria para la Defensa Nacional.



Juan Uriburu, abogado argentino que trabajó en dos importantes empresas conjuntas entre Argentina y China, explicó: “Realmente no importa lo que diga el contrato o el acuerdo. ¿Cómo te aseguras de que se manejan según las reglas?”.

“Yo diría que, dado que uno de los actores involucrados en los acuerdos depende directamente de los militares chinos, es por lo menos intrigante ver que el gobierno argentino no trató este tema con mayor especificidad”, agregó, citado por el Daily Express.

El proyecto chino generó un fuerte malestar y repudio por parte de Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea (UE), que plantearon sus dudas sobre la presunta utilización “militar” de la base china en la Patagonia argentina.

El año pasado, Garrett Marquis, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, apuntó: “La estación terrestre de la Patagonia, acordada en secreto por un gobierno financieramente vulnerable hace una década, es otro ejemplo de los opacos y depredadores tratos chinos que socavan la soberanía de las naciones anfitrionas”.



Tony Beasley, director del Observatorio Nacional de Radioastronomía de los Estados Unidos, dijo que la estación podría, en teoría, “escuchar” los satélites de otros gobiernos, potencialmente recogiendo datos sensibles.

Incluso el jefe del Comando Sur del Pentágono, Craig Faller, aseguró que uno de los objetivos de la base china es “monitorear y potencialmente convertir en un objetivo las actividades espaciales de Estados Unidos y sus aliados”.

Ante estas denuncias, el régimen de Xi Jinping insiste en que el programa tiene “fines pacíficos”. La cancillería china sostiene que la estación argentina es de uso civil y está abierta al público. A principios de 2019, el gigante asiático sostuvo que la instalación tuvo un papel clave en enero de ese año, cuando se produjo un aterrizaje pionero de una nave espacial de ese país en el lado oscuro de la Luna. Sin embargo, los tipos de antenas y tecnología que allí se emplea también puede ser utilizados para monitorear comunicaciones y otros sistemas informáticos, de acuerdo a analistas internacionales.




Pero las versiones de los habitantes de Las Lajas, un pueblo de 7.000 habitantes situado a unos 40 minutos en coche de la estación, no condicen con lo expuesto por las autoridades chinas. En ese remoto pueblo del sur de la Argentina la antena es una fuente de sospecha y misterio.

Alfredo Garrido, de 51 años y dueño de una tienda, confesó que los trabajadores de la estación “no permiten el acceso”. “Mi opinión es que no es una base de investigación científica, sino una base militar china”, dijo, de acuerdo al Daily Express.

Cuando se proyectó, su propósito era explicar la función de su poderosa antena de 16 pisos. El centro ahora está construido detrás de una cerca de alambre de púas de 2,5 metros de alto que rodea todo el complejo de la estación espacial. Las visitas son sólo con cita previa. Los militares que gestionan allí la tierra cedida, sólo permiten ver partes sin importancia del lugar.

Otras personas dijeron al medio británico que rara vez ven a alguien de la estación en el pueblo. Las únicas excepciones son cuando el personal viaja a realizar alguna compra o algún trámite.

La base de comunicaciones comenzó a funcionar en abril de 2019 y 30 empleados viven y trabajan en el sitio. Todos de nacionalidad china, ninguno argentino. Por 50 años estará comandada por representantes del Ejercito Popular de Liberación de China, según lo establecido en el acuerdo entre ambas naciones. Gracias a la generosidad argentina, Beijing ya tiene tierra y ojos en el fin del mundo.La estación espacial que el régimen chino instaló en la Patagonia de la Argentina y la considera parte de su territorio: se encuentra ubicada en la provincia de Neuquén. Allí no se permite personal localEl acuerdo por la Estación de Espacio Lejano fue rubricado por los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner y Xi Jinping (EFE)El artículo publicado por Daily ExpressLa base china despertó un gran misterio sobre su presunto uso "militar"

martes, 7 de mayo de 2019

Argentina: Cómo ampliar la plataforma continental

Plataforma continental argentina: cómo se redibujaron los límites para su ampliación

Nora Bär - La Nación



Un equipo de ocenógrafos, geodestas, especialistas en hidrografía y geólogos, entre otros, realizó los estudios que permitieron sumar 1.800.000 km2 de fondo y subsuelo marinos. Desde que, a fines de marzo de 2017, un comité científico de las Naciones Unidas aprobó el reclamo argentino de ampliación de su plataforma submarina de acuerdo con el régimen creado por la Convención de la ONU sobre Derecho del Mar (Convemar, uno de los tratados multilaterales más importantes de la historia, que fue firmado por 168 Estados), el país extendió sus fronteras submarinas alrededor de un 35%.


El nuevo límite agregó casi 1.800.000 km2, que se sumaron a los 4.200.000 existentes, lo que llevó el área de exploración y explotación exclusivas del fondo y el subsuelo marinos a más de 6.000.000 km2.

"Se sumó casi una Argentina más -destaca el ingeniero Marcelo Paterlini, profesor de la Escuela de Ciencias del Mar y coordinador del equipo de geólogos, geodestas, geofísicos, hidrógrafos, sismólogos, cartógrafos, oceanógrafos y analistas de sistemas de información geográfica que durante una década realizaron los estudios que permitieron fundamentar la presentación, que luego fue analizada y discutida durante ocho años hasta su aprobación-. Hubo más de 30 encuentros de la delegación argentina con la subcomisión de las Naciones Unidas que hizo la auditoría para analizar si se ajustaba a derecho. Este nuevo trazado limita con las aguas oceánicas que son patrimonio de la humanidad, de todos los habitantes de este planeta".

A lo largo del siglo XX, los Estados ribereños habían propuesto extender el mar territorial, con el fin de proteger los recursos pesqueros y mineros, y aplicar medidas de control y fiscalización para evitar la contaminación. En los años ochenta, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Mar decidió avanzar en ese sentido y, entre otros organismos, se creó la comisión de análisis de la plataforma, integrada por 21 expertos (entre los que se encuentra Paterlini), provenientes de distintas regiones para darle imparcialidad, que serían los encargados de evaluar las presentaciones.



En 1997, se formó en el país la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (Copla), que reunió a un amplio grupo de expertos y con la que colaboraron especialistas de numerosos organismos públicos y universidades.

"Durante más de seis años recopilamos los datos -explica la doctora en Geodesia y Geofísica María Alejandra Arecco, docente de la Facultad de Ingeniería de la UBA-. La información fue muchísima, proveniente de buques que medían las profundidades submarinas, registros geológicos y sísmicos, análisis sobre las corrientes marinas, análisis matemáticos sobre el fondo marino para determinar el pie del talud, la gravedad, el magnetismo... Si el océano fuera una persona, uno podría decir que le hicimos la 'historia clínica' completa".

Kilómetros de datos

Para acometer la tarea, fueron esenciales los buques oceanográficos, provistos de gran variedad de instrumentos. Y no se dudó en pedir la colaboración de barcos científicos de otros países que surcaban nuestras aguas y podían proporcionar información batimétrica (sobre profundidades). Algunos estudios, como los sísmicos, fueron adquiridos a institutos de investigación extranjeros.

Como el criterio clave para determinar el nuevo límite fue el "pie del talud" (es decir, el punto en que la velocidad de variación de la pendiente que enlaza la plataforma continental con la llanura abisal es máxima y cuya determinación se obtiene a partir de ecuaciones matemáticas), fue necesario realizar campañas sísmicas para determinar el "espesor sedimentario".

"Así como en una casa se acumula más polvo en los rincones -explica Arecco-, lo mismo ocurre con los sedimentos en el fondo de los océanos. Al pie del talud se acumuló un gran espesor sedimentario, pero alejándose hacia el este, ese espesor va disminuyendo. El límite se colocó donde el espesor es más delgado".

Para hacerse una idea de la cantidad de información que hubo que procesar, baste con mencionar que fueron 106.000 km de datos de profundidad marina, 28.000 de gravimetría, 31.600 km de magnetometría, y de reflexión sísmica 29.000 km. En total, la Copla demandó 12 campañas oceanográficas.

Los geodestas fueron los encargados de determinar distancias teniendo en cuenta la curvatura terrestre y proporcionar mediciones con la precisión que exigía la Convemar.

"Nuestra presentación fue una de las más detalladas y exhaustivas, muy precisa en las mediciones y sumamente rigurosa en todo el procesamiento", destaca Arecco.

La plataforma continental es el lecho y subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más allá del mar territorial hasta el nuevo límite definido por el país y aceptado por la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de las Nacionales Unidas. No todos los países pueden extenderla, porque no todas las costas la poseen. "Nosotros tenemos una de las más extensas del mundo", afirma Arecco.

Con el nuevo límite, quedan reservadas para la Argentina la exploración y la explotación de todos los recursos vivos y no vivos que están apoyados en el fondo marino o que se encuentran en el subsuelo de toda esa área. Y aunque está permitido lo que se conoce como "tránsito inocente", los buques que deseen hacer investigación en la zona deberán pedir autorización.

El país hizo una presentación completa: desde el Río de la Plata hasta el Mar de Weddell, en la Antártida, pero dentro de ese perímetro hay dos zonas que quedan en suspenso. "Los países que firmaron el Tratado Antártico pusieron una objeción, y el Reino Unido presentó otra relativa a la zona aledaña a las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur -explica Arecco-. Ante esa situación, está previsto que la Convemar no dirima controversias en zonas donde los países se estén disputando territorio. Dejó pendiente el análisis hasta que los países se pongan de acuerdo".

Tras la aprobación, ahora resta difundir esta nueva frontera en mapas, cartas náuticas y libros de geografía. "Tenemos que trabajar mucho en las escuelas, para que se conozcan los nuevos límites", concluye Paterlini.