sábado, 17 de agosto de 2013

Armas Argentinas: Las versiones del MBT Tanque Argentino Mediano



Las versiones del TAM (Tanque Argentino Mediano) 
Por Marcelo Rivera

En 1973 el EA había presentado un requerimiento para dotarse de un nuevo tanque medio que terminó materializándose en el TAM, o Tanque Argentino Mediano. Para entonces, este requerimiento contemplaba algo ya previsto con la adquisición de los AMX-13 a fines de los 60’s: la inclusión de una familia de vehículos que utilizara la mayor cantidad de componentes comunes entre sí y que permitiese cumplir con todos los requerimientos que el EA pudiese tener entonces y en el futuro. La idea permitiría simplificar la producción y el apoyo logístico, a la vez que reduciría importantes costos a la hora de realizar el mantenimiento y el entrenamiento en los nuevos vehículos. 


Fotografía de un vehículo AMX-13 del EA en maniobras en la Patagonia 

Con el proyecto TAM VC, un tanque medio dotado de un cañón de 105 mm, con un peso máximo de 32 toneladas en orden de combate, basado en el transporte de tropas alemán Marder 1, de 28 toneladas de peso, se agregó la versión de transporte de personal, basada en el TAM VC, pero dotada de una torre biplaza con un cañón de 20 mm. 
Ya para 1976 el proyecto estaba en fase de conclusión y un año después se entregaron los primeros cuatro prototipos de las dos versiones básicas previstas, el tanque medio TAM VC y el transporte de personal VCTP. Ese mismo año los cuatro prototipos participaron del desfile del 9 de julio, día de la Independencia de Argentina. 

Debido a que el programa TAM tenía como contrapartida la producción del vehículo en el país, se obtienen los apoyos necesarios para instalar el complejo industrial que permitiría su producción, a la vez que se obtenía la licencia de desarrollo y comercialización. En marzo de 1980 se establece TAMSE (Tanque Argentino Mediano, Sociedad del Estado), la cual, en estrecha colaboración con la Dirección General de Fabricaciones Militares debería producir los cerca de 500 TAM VC y VCTP necesarios para la modernización del EA, además de producir una serie de versiones especializadas necesarias por para el apoyo de estas fuerzas. 

Entre 1981 y 1983, TAMSE ya había entregado más de 300 vehículos de la familia TAM, por lo que se inició el desarrollo de versiones especializadas, debido a que la producción estaba ya plenamente consolidada. Para entonces, el porcentaje de elementos de producción nacional alcanzaba el 71% del total del vehículo, siendo importados solamente el motor, transmisión, dirección de tiro y sistemas ópticos. Para entonces, DGFM y TAMSE ya habían comenzado el desarrollo de los elementos necesarios para que estos sistemas fuesen reemplazados por otros de producción nacional, eliminando así la dependencia de proveedores extranjeros. Fiat Argentina disponía de un gran complejo industrial pesado en la localidad de Ferreyra, provincia de Córdoba, conocido como GMD (Grandes Motores Diesel), quién para entonces completó los prototipos de un motor y transmisión que reemplazaría al bloque de motor MTU de 720 hp y la transmisión Renk, ambos de origen alemán, que propulsa al TAM y sus versiones afines. 

La debilitada economía argentina, golpeada por la negligencia de los gobiernos de turno, tanto militares como democráticos, hizo que el programa tuviera sus altibajos, sin embargo, las principales oportunidades de poner al TAM en lo alto de la historia de los tanques medios se perdieron debido a la falta de visión y a la utilización de políticas realmente ineficientes en la materia. Presiones norteamericanas y británicas evitaron la venta de cientos, y hasta miles, de estos tanques al extranjero, como por ejemplo el de Irán por 200 TAM VC y 400 TAM VCTP, más el apoyo para el desarrollo del TAP, o bien la adquisición por parte de Taiwán de 200 TAM, así como la compra de la fábrica TAMSE. 


Sin embargo, una de las mayores políticas de destrucción de la industria fue encabezada por el corrupto y servicial gobierno del presidente Carlos Menem, quien no solo comenzó a cancelar prometedores desarrollos militares que habrían puesto a la Argentina en la cumbre de la producción tecnológica de Sudamérica, sino que desmanteló empresas, redujo los gastos de I+D (Investigación y Desarrollo) a niveles nunca vistos, y privatizó continuamente empresas de una manera negligente y muy corrupta, sin que los supuestos beneficios hubiesen sido realmente percibidos por la sociedad. 

El cierre de TAMSE produjo un profundo bajón en las industrias pesadas, incluso trajo como consecuencia la quiebra de docenas de empresas que servían como proveedoras de elementos de todo tipo. 

El nuevo gobierno argentino está dando una mayor importancia a la industria argentina, esto hace suponer que si se define una política de defensa nacional, ahora muy debatida y antes ausente, las industrias del sector puedan empezar a tomar un impulso recuperador de gran importancia que permita que en las décadas siguiente permita obtener esa independencia que hasta mediados de los 90’s se había logrado parcialmente. 

En el presente documento veremos las versiones basadas en el chasis TAM, omitiendo los dos vehículos básicos de la familia, el tanque medio TAM VC y el vehículo de combate de infantería TAM VCTP. Inicialmente se tratarán las versiones producidas y las que llegaron al estadio de prototipo, mientras que más abajo analizaremos las versiones propuestas y que no salieron del tablero de diseño. En este último caso la investigación tiene muchos espacios en blancos y lo obtenido es en base a fuentes extraoficiales pero comprometidas con la historia y con una seriedad indiscutible. 

Versiones Producidas y Prototipos 
Cuando la producción del TAM estaba encaminada, el EA solicitó, entonces, el desarrollo de nuevos vehículos específicos que no solo cumplieran la función militar específica, sino que permitían el desarrollo de la industria local y reducían los costos de producción de la familia TAM, permitiendo unificar la logística en las unidades, además de reducir los costos de operación, entrenamiento de tripulantes, mecánicos y personal auxiliar. 

La producción de los prototipos permitió desarrollar nuevas tecnologías y permitir a los ingenieros argentinos profundizar sus conocimientos sobre el desarrollo de vehículos acorazados de última generación, teniendo en cuenta que fuera de Argentina, sólo EE.UU. y Brasil tenían las capacidades para tales desarrollos en el continente. Todas las versiones propuestas eran, en su época, completamente viables y cumplían, en su gran mayoría, con los requerimientos del EA, exceptuando algunos proyectos que requerirían mayores trabajos de investigación y desarrollo. 
Los problemas económicos argentinos, así como la desaparición de la URSS y la aparición del Nuevo Orden Internacional hicieron que la situación de las grandes industrias militares a nivel mundial sufrieran una crisis similar a la sucedida después de la Segunda Guerra Mundial, donde los excedentes militares todavía útiles comenzaron a inundar los mercados, sumergiendo en el olvido a muchos proyectos prometedores. 

TAM VCPC (Vehículo de Combate Puesto de Comando) 
Destinado a proporcionar un medio altamente móvil para los comandantes de las unidades mecanizadas y blindadas del EA, TAMSE inició el desarrollo del TAM VCPC en 1982 e inició su fase de producción dos años después. 

Básicamente está constituido en el chasis del VCTP al que se le suprimió la torre y en su lugar se instaló una escotilla convencional para el jefe de vehículo. 

 
Fotografía de un vehículo de comando VCPC. Desarrollado expresamente para permitir al comandante dirigir las operaciones desde las cercanías del frente, el VCPC es un medio extremadamente válido y eficaz 

El vehículo está equipado con dos equipo de radio, siendo estos un SEM 180 y un SEM 190, basados en un transceptor SEM SE-170. El primero es una variante del SEM-170 con todos los accesorios necesarios para su empleo vehicular (Ej. la adaptación de la alimentación de 24V del vehículo), teniendo una potencia de sólo 3W. Por su parte, el SEM-190 es similar al anterior, pero dispone de un amplificador de 40W que aumenta la potencia y el alcance de este equipo. 

Ambos equipos son estándar de toda la familia TAM, por lo que para la función específica de Puesto de Comando, el VCTP cuenta con un transceptor de Ultra Alta Potencia (UHF) SEL y un equipo de Banda Lateral Única (BLU) SEL. 

 
Interior del TAM VCPC en el que se puede apreciar la mesa de mapas y la pizarra de planificación. La puerta ubicada a la izquierda permite conectar la cámara de comando con el habitáculo de radios, la posición del jefe de vehículo y la cámara de conducción. (Foto: Archivo Dintel - GID) 

La tripulación del vehículo está compuesta por conductor, escribiente y dos operadores de radio, permitiendo alojar una plana mayor de hasta seis personas en su interior. TAMSE produjo un total de nueve de estos vehículos, los cuales han sido distribuidos entre las I y II Brigadas Blindadas 

TAM VCTM (Vehículo de Combate Porta Mortero) 
Fue la primera versión enteramente desarrollada en el país a partir del chasis TAM. En conjunto con los vehículos originales de la familia TAM, el EA solicitó un vehículo de transporte de mortero que permitiese brindar el apoyo de fuego necesario a estas formaciones. El diseño del vehículo implicó la producción de cerca de 2.000 planos, así como la modificación del chasis TAM, el cual recibió una viga de acero que le permitía amortiguar elásticamente, el retroceso del arma. 

El techo del vehículo fue rediseñado para aceptar una escotilla semirectangular con tres hojas, una que se abría hacia el frente del vehículo, y las dos restantes hacia los lados del vehículo. Esta configuración permite el disparo del mortero desde el interior del vehículo en todas direcciones, aunque de ser necesario puede abrirse solo la hoja central. 

Inicialmente, el VCTM debía incorporar un mortero Brandt AM-50 de 120 mm, sin embargo, los problemas de esta arma en relación a su empleo dentro del vehículo obligaron a que se desarrollase una versión de este. Finalmente se seleccionó el mortero FM Liv Ref (Liviano Reforzado), producido localmente y derivado del AM-50. El arma tiene un peso de 242 Kg., teniendo un tubo de 1.746 mm de longitud, el alcance máximo del arma es de 6.650 metros y tiene una cadencia de entre ocho y doce disparos por minuto, aunque servidores bien entrenados pueden alcanzar hasta dieciocho disparos por minuto. 

Este mortero puede utilizar diversos tipos de municiones, como lo son la rompedora M-44, de 13 Kg., la fumígena M-62 y la iluminante M-62ED, ambas del mismo peso y prestaciones que la M-44. Asimismo, el EA introdujo una nueva munición de 120 mm, el PEPA-LA (Projectile Empené à Propulsion aditionelle – Longue Portée) francés. En Argentina este proyectil fue designado con la misma abreviación, solo que su significado había sido traducido a Proyectil Empenado con Propulsión Adicional – Largo Alcance. Con un peso de 13,4 Kg., este proyectil tiene una velocidad inicial de 240 metros por segundo y un alcance de 9.500 metros. La capacidad de almacenamiento de municiones del VCTM alcanza los 49 proyectiles, de los cuales 9 pueden ser PEPA – LA. Asimismo, dispone de una torre TPA-1, como la del VCTP, dotada de una ametralladora MAG 60 – 20, con 5.000 proyectiles, y un lanzagranadas M-65 de 88,9 mm con cuatro proyectiles para autoprotección. 

 
Foto de la vista superior del prototipo del TAM VCTM. En ella se puede apreciar la abertura para permitir el disparo del mortero de 120 mm, con las hojas abiertas hacia los lados y el frente del vehículo. Los vehículos de serie contaban con la torre TPA-1 para una MAG 60-20 de 7.62 mm sobre el portón trasero, como los VCTP. (Foto: TAMSE, vía J.M. Barragán) 

El pedido original de estos vehículos era de 54 ejemplares, iniciándose su producción en 1984, sin embargo, el pedido se recortó hasta los 36 ejemplares después de la cancelación del programa TAM. 


TAM VCRT (Vehículo de Combate de Recuperación de Tanques) 
En 1982, el EA estaba interesado en adquirir unos 48 vehículos de recuperación de tanques que permitiesen a las formaciones mecanizadas dotarse de este imprescindible medio de apoyo. Con ellos se podrían recuperar del campo de batalla todos los vehículos dañados o atascados en el terreno para posteriormente repararlos y devolverlos al servicio. 
Ese año se comienzan las tratativas para desarrollar el VCRT en base a uno de los proyectos que participaron en el concurso alemán de dotar de un recuperador de tanques capaz de apoyar al Leopard 1. Argentina seleccionó a uno de los proyectos que no obtuvo el contrato alemán y de inmediato se comenzó la integración en el chasis TAM. 

En teoría el vehículo mostraba ser capaz de apoyar convenientemente a los TAM VC, sin embargo, después de la producción del prototipo se vio que tenía diversos problemas, principalmente a la hora de levantar el conjunto de torre completo de un tanque medio TAM. Si bien el proyecto podría ser mejorado lo suficiente como para hacerlo viable, se decidió dejarlo de lado por el momento por problemas financieros hasta que se pudiera continuar con su desarrollo. Cuando el proyecto TAM fue cancelado en los 90’s, la idea de continuar el desarrollo debió ser abandonada y el prototipo se mantiene en servicio como vehículo de evaluación y apoyo. 

El vehículo está equipado con una pluma de 5,5 metros de longitud, capaz de levantar hasta 22,5 toneladas, disponiendo de un ángulo de elevación y giro de 70º. La capacidad máxima de levantamiento de peso solo puede lograrse cuando el vehículo utiliza su pala niveladora enterrada. 
Para misiones de recuperación, el VCRT cuenta con un malacate frontal de 33 mm de diámetro y 91 metros de longitud y capaz de traccionar hasta 30,6 toneladas con una velocidad de 16 metros por minuto. Cuenta, a su vez, con un torno auxiliar de 7 mm de diámetro y 200 metros de longitud, con una capacidad de arrastre de 1,5 toneladas a una velocidad de 80 metros por minuto. 

Otro elemento muy importante en el vehículo es una pala niveladora ubicada en la parte posterior del vehículo. Es de accionamiento hidráulico, su altura es de 0,82 m, mientras que su ancho es de 3,12 m sin extensiones, alcanzando los 3,65 metros con éstas. Cuando el VCRT utiliza la pluma o los malacates, la pala se entierra y eleva la parte posterior del vehículo, estabilizando el chasis, que a su vez bloquea su suspensión. Sin embargo, la pala también puede ser utilizada para misiones propias de los ingenieros, como por ejemplo la limpieza de obstáculos, acondicionamiento del terreno o preparación de asentamientos. Puede mover hasta 200 metros cúbicos de tierra por hora y realizar zanjas de hasta 0,38 m en la primera pasada. 

En 2001 el EA estaba interesado en la modificación de este vehículo para servir como prototipo de un vehículo de ingenieros. Las modificaciones comprendían modificaciones en la pluma y la adición de equipamiento propio de ingenieros. Asimismo, se estaba evaluando la posibilidad de dotarle de un rodillo barreminas URDAN. El proyecto debió ser abortado cuando la crisis social argentina de diciembre de aquel año causó una profunda crisis económica. 

 
Una hermosa fotografía del vehículo de recuperación VCRT. Se puede apreciar la pala niveladora ubicada en la parte posterior, así como la pluma y parte de la superestructura adicional del vehículo. Las prestaciones no satisfactorias fueron la razón de la cancelación, junto con los problemas presupuestarios. 

TAM VCLC (Vehículo de Combate Lanzacohetes) 
En 1986, el EA solicita el desarrollo de un medio de artillería de saturación que pudiese acompañar a las formaciones blindadas y que tuviese un gran alcance. Para entonces, la industria militar argentina tenía más de 30 años de experiencia en la producción de cohetes de todo tipo y tenía dos proyectos en servicio o fase de definición. Sin embargo, ninguno de los dos cumplía con los nuevos requerimientos, lo que llevó a que se buscara apoyo externo. 

Es así que la empresa israelí IMI (Israel Military Industries) propone al EA desarrollar en conjunto el proyecto en base al sistema lanzacohetes LAR-160 (Light Artillery Rocket) de 160 mm y el MAR-350 (Medium Artillery Rocket) de 350 mm. 

El chasis seleccionado para la modificación fue el de un TAM VC, al cual se le instaló una torre desarrollada por IMI que permitía alojar dos contenedores de 18 cohetes LAR-160, o bien cuatro contenedores simples de cohetes MAR-350. 

Para 1988, Fabricaciones Militares estaba en proceso de introducir la tecnología necesaria para la producción de los cohetes de origen israelí, los cuales se designaron como CAL-160 (Cohete de Artillería Ligero) de 160 mm, y el CAM-350 (Cohete de Artillería Mediano) de 350 mm. Una vez concluida la producción del prototipo, el vehículo fue evaluado en diversas pistas de obstáculos para la evaluación de sus prestaciones, mientras que después se lo evaluó en los polígonos de tiro que se disponían en la Patagonia y el Norte argentino. 

El sistema LAR/CAL-160 se compone de dos contenedores separados de 18 cohetes de 160 mm cada uno, los cuales pueden adoptar diversas espoletas y ojivas, teniendo un alcance máximo de 30 Km., tiene 3,31 metros de longitud y un peso de 110 Kg., de los que 50 corresponde a la carga bélica, de la cual FM esperaba poder desarrollar hasta cinco versiones diferentes (rompedor, antitanque, antipersonal, instrucción y combinado antitanque/antipersonal). 

En cuanto al sistema MAR/CAM-350, éste se compone de cuatro tubos de un solo cohete de 350 mm cada uno. Este sistema se desarrolló en colaboración con IMI a partir del MAR-300 de 300 mm, disponiendo de un alcance de entre 75 y 90 Km. y siendo capaz de transportar 770 bombetas IMI M-85, o bien transportar una ojiva de unos 550 Kg. de explosivos. Su peso total es de 950 Kg. 


 
El prototipo del TAM VCLC expuesto en Palermo durante el año 2002. Este sistema disponía de unas excelentes prestaciones y era muy adecuado para el apoyo de las unidades blindadas para las doctrinas de fines de los 80's. La cancelación se produjo por motivos económicos. 

Israel se mostró muy interesado en ambos conceptos, e incluso mostró cierto interés en el sistema TAM VCLC, sin embargo se optaron por otras propuestas. Por su lado, Argentina debió cancelar el proyecto VCLC por problemas económicos, a la vez que habían proyectos mucho más económicos y de producción nacional en desarrollo, el cual desembocó en el actual CP-30, un cohete de 127 mm, más ligero que el CAL-160 y con un alcance un 23% mayor, llegando a los 37 Km. En cuanto al CAM-350, este se abandonó, aunque se produjeron cohetes experimentales de 350 y 375 mm, los Tábano y Alacrán, que alcanzaban los 100 y 150 Km. de alcance, respectivamente, y podían utilizar diversos tipos de bombetas antitanques y antipersonal. 
 
Fotografía del prototipo del TAM VCLC disparando un cohete LAR/CAL-160 durante unas pruebas en un polígono patagónico argentino. El primer disparo se utiliza para reglar el disparo de los siguientes cohetes, a continuación, el blanco recibe una lluvia de proyectiles. (Foto: TAMSE) 

TAM VCA (Vehículo de Combate de Artillería) 
La modernización del EA emprendida en los años 70’s implicaba que las formaciones mecanizadas argentinas dispusieran de un adecuado apoyo de artillería móvil. La llegada de los AMX Mk. F-3 de 155 mm fue el primer paso emprendido, pero con introducción de los tanques medios TAM se hacía más que necesario disponer de un medio de artillería idóneo de última generación. 

En 1984 se iniciaron los estudios para desarrollar un vehículo de artillería que cumpliese con los requerimientos, luego de evaluar la posibilidad de adquirir el AMX GCT francés. 

La opción más viable fue la introducción de la torre OTO Melara “Palmaria” en un chasis agrandado de TAM. Este chasis entonces estaba siendo desarrollado para el Tanque Argentino Pesado, lo que ahorraría gran parte del desarrollo, en tanto que el adquirir la torre italiana facilitaría completar la concepción del modelo. La torre Palmaria había entrado en producción en 1981 para atender los requerimientos de Libia y Nigeria por un vehículo de artillería moderno. Ambos países adquirieron este sistema en base al chasis del tanque OF-40 italiano, totalizando las 24 unidades, 18 para Libia y 6 para Nigeria. 

 
Vista lateral del VCA, donde se aprecia el chasis alargado, con una rueda más de rodaje, las modificaciones en el chasis, la torre Palmaria y el obús OTO Melara L.41 de 155 mm. En la actualidad, el VCA es el mejor sistema de artillería autopropulsado de Sudamérica en prestaciones y gracias al conjunto de sistemas asociados (SDT "Trueno" y el VCCDT). 

Después de definida la fase de planificación y factibilidad del modelo se comenzó la producción del prototipo. Los trabajos de homologación del modelo se iniciaron en 1990 y la evaluación del modelo se concretó en 1994. 

El EA había adquirido un lote inicial de 25 torres, una de ellas para el prototipo y las restantes 24 para vehículos de serie. El lote total, previsto en 1988, se acercaba a los 72 vehículos destinados a reemplazar a los AMX Mk. F-3 y reforzar a las unidades de artillería. 

El chasis del VCA es mayor al de la familia TAM original, debiendo extenderse en 860 mm el chasis y disponiendo de una rueda de rodaje adicional por lado, entre otras modificaciones. Estas modificaciones se debieron a la necesidad de acomodar la gran torre y a permitir soportar el retroceso del obús de 155 mm, cuya fuerza es de 55 toneladas. Una vez concluido el desarrollo del VCA, el vehículo alcanza las 40 toneladas en orden de combate. 

A mediados de los 90’s, la producción del VCA se veía detenida y recién en 1996 se comenzaron a concluir los primeros vehículos de serie por parte de los astilleros TANDANOR, puesto que la negligente política de defensa de la presidencia Menem había ordenado el cierre de TAMSE y su liquidación. En total se completaron 16 vehículos, siendo distribuidos en dos Grupos de Artillería Blindados, más el prototipo que se destinó a instrucción. 

El armamento del TAM VCA está compuesto por un obús OTO Melara 155/41 de 155 mm con ánima rayada en sentido dextrósum con 42 rayas helicoidales de paso constante a una vuelta de 20 calibres. El arma dispone de carga semiautomática, en tanto que tiene una elevación de +70º y una depresión de -5º, a la vez que tiene un radio de giro de 360º, pudiendo disparar en cualquier ángulo. El alcance original del arma es de 24,7 Km., sin embargo el EA optó por dotarse de municiones de producción propia y desarrolladas en CITEFA, las municiones convencionales permiten alcanzar las distancias originales, mientras que los proyectiles de la serie PACU alcanzan los 39 Km. La producción de estas municiones se reinició en 2002, después de que la nefasta política económica de los 90’s obligase a comprar municiones en Francia e Israel. 

El TAM VCA dispone de avanzados equipos de comunicaciones y enlace de datos asociados al sistema de dirección de tiro “Trueno”, el cual le permite operar en ambientes de gran interferencia electrónica con total seguridad, como demostró en diversas maniobras en 1998, 1999, 2001 y 2002. Teóricamente restan almacenadas ocho torres, aunque no está claro si hay disponible alguna barcaza, lo cierto que sería muy necesario disponer de estos medios para reforzar la potencia de fuego del EA. Actualmente, el TAM VCA es el sistema de artillería más moderno de Sudamérica, siendo su único rival, en el continente, el sistema M-109A6 “Paladin” norteamericano. 

 
El prototipo del TAM VCA "Palmaria" durante la exposición del SIMPRODE 2002. La torre Palmaria y las modificaciones del chasis son evidentes en esta fotografía. 

TAM VCCDT (Vehículo de Comando y Control de Dirección de Tiro) 
El proyecto TAM VCA incluía desde un principio la introducción de dos vehículos de apoyo sobre chasis TAM. El primero era el destinado a suministrar municiones, mientras que el segundo estaba destinado a la dirección de tiro. Este último se designó VCCDT, era similar en concepción al vehículo de comando VCPC, estando dotado de equipos específicos para su función de control de Batería de Tiro. Los vehículos comenzaron a ser producidos a partir del 1999 en base a bateas inconclusas abandonadas en las instalaciones de TAMSE y comenzaron a introducir la última tecnología destinada a apoyar a los VCA y al Sistema de Dirección de Tiro “Trueno”. Sus equipos de comunicaciones y enlace de datos son extremadamente modernos y proveen una altísima seguridad. Se estima en seis los vehículos de este tipo producidos. 

 
Un TAM VCCDT encabeza una columna de autopropulsados TAM VCA. Este vehículo es un complemento fundamental para las unidades dotadas del "Palmaria", proveyendo todo los sistemas necesarios para el enlace de datos y la dirección de tiro. Su similitud con el vehículo de comando VCPC es evidente. (Foto: Ejército Argentino) 

TAM VC AMUN (Vehículo de Combate Amunicionador) 

Cuando se seleccionó la torre Palmaria para equipar al TAM VCA, el EA introdujo el requerimiento por un vehículo de apoyo y transporte de municiones que permitiese apoyarlo debido a que el VCA solo transportaría 28 proyectiles de 155 mm para su armamento. Sin embargo, los problemas económicos hicieron que el proyecto quedara relegado y se evaluaran diversas alternativas, como camiones MB 2624 modificados, sin embargo, para 1997 se inició el desarrollo del nuevo vehículo. 

Personal de la TAMSE inició el trabajo de adaptar un chasis TAM VCTP al nuevo trabajo, permitiéndose la construcción de dos prototipos. Entre los requerimientos se incluía la posibilidad de transportar la mayor cantidad de proyectiles posible. Cuando TAMSE fue liquidada los dos prototipos fueron abandonados sin haberse iniciado los trabajos correspondientes. Más tarde EE.UU. suministró vehículos M-548 para el transporte de los proyectiles, este pudo cumplir a medias los requisitos. 

 

Ante las carencias del M-548 en materia de movilidad, se ordenó continuar con el proyecto original en las instalaciones de la ex TAMSE, para entonces Batallón de Arsenales 602, ahora designado como COLOMA (Comando de Logística y Material). 

A fines de octubre de 2000, la Compañía de Mantenimiento de Vehículos de Combate de esa unidad inició los estudios de factibilidad, así como las actividades de conclusión, diseño y determinación de necesidades para su puesta en servicio. Al ser un sistema de nueva concepción, se dio intervención a la Dirección de Tecnología y Materiales de Guerra, quien lo aprobó y procedió a la inclusión del mismo en los proyectos de desarrollo, los cuales concluyeron en el año 2001. 

Con la finalidad que el objetivo propuesto se cumpliera con excelencia, se designó un jefe de proyecto, un asesor técnico y un asesor operativo. Este último, basándose en su experiencia respecto del material VCA, asesoró en los aspectos operacionales que debía cumplir el nuevo amunicionador, a fin de dotar rápidamente a los dos grupos de artillería blindados, de dichos vehículos. 

 

La Dirección de Arsenales catalogó a dicho vehículo como vehículo transporte de carga a oruga VC 30 TON tipo TAMSE para munición, y le asignó el Número Nacional de Ejército (NNE), con el cual se lo identifica en la Fuerza. 

El vehículo cuenta con una cinta transportadora con un motor eléctrico de 24V (marcha adelante y atrás), para la elevación y movimiento de los proyectiles con su correspondiente saquete de pólvora, hasta el almacén del VCA. Dicha cinta tiene tres metros de longitud. El sistema de carga automático permite proveer al TAM VCA un total de 28 proyectiles, la carga básica de este sistema, en solo diez minutos, con solo cuatro personas, dos del VCA y dos del VC AMUN). En total, el vehículo puede transportar hasta 80 proyectiles de 155 mm, lo que da una gran capacidad a las unidades dotadas de TAM, quienes no solo aumentan su autonomía, sino que, además, unifican las líneas logísticas y de mantenimiento, reduciendo costos operativos. Actualmente hay un solo vehículo en servicio y otro listo para ser terminado, estando previsto que éste entre en servicio tan pronto sea concluido. La serie inicial de estos vehículos se espera que alcance los cuatro o seis vehículos, suficientes para apoyar a los TAM VCA operativos. 

Versiones Previstas 

TAM VCA (Vehículo de Combate Ambulancia) 
Este vehículo blindado ambulancia se desarrolló para aumentar la protección de las unidades sanitarias en el frente de combate. Su concepto daba la posibilidad de rescatar personal herido en el frente bajo una importante protección. Su equipamiento básico lo constituirían cuatro camillas plegables, dos bolsas desmontables para quemados, cuatro monitores cardíacos, dos respiradores, cuatro transfusores sanguíneos, un equipo de oxigenoterapia, instrumental sanitario y aire acondicionado. Estaba previsto que pudiese transportar cuatro heridos en camillas, o dos en camillas y cuatro sentados, o bien ocho heridos sentados. El vehículo no pasó la fase de proyecto debido a su elevado costo y a que no valía la pena utilizar una batea TAM en un equipo que podría ser montado en otros medios más baratos. 

TAM VCC (Vehículo de Combate de Comunicaciones) 
Este vehículo estaba previsto que entrara en producción como complemento para los VCPC, disponiendo de equipos de radio adicionales y sistemas específicos. Sin embargo, el modelo fue cancelado antes del inicio de su desarrollo. 

TAM VCLP (Vehículo de Combate Lanza Puentes) 
El EA requería un vehículo posa puentes que permitiese apoyar a sus unidades mecanizadas y blindadas. Por tal motivo se comenzó a investigar la posibilidad de aplicar el sistema alemán que se utilizaba en el Leopard 1 AVBL “Biber” para ver su factibilidad de ser introducido en el chasis TAM. El programa comenzó a mediados de los 80’s, pero comenzó a ser relegado por problemas financieros hasta su cancelación total a principios de los años 90’s. 

TAM VCAT (Vehículo de Combate Antitanque) 
Este proyecto había sido concebido por TAMSE para producir un vehículo antitanque dotado de misiles que pudiera cumplir los requisitos del EA y de potenciales clientes del extranjero. Sin embargo, a mediados de los 80’s el proyecto fue retrasado y posteriormente cancelado. El vehículo debería disponer de una torre capaz de transportar hasta cuatro misiles antitanques de largo alcance y al menos otros ocho en reserva, entre los posibles candidatos se encontraban el misil HOT francés, o bien uno de los misiles de producción nacional previstos para entonces. No se desarrollaron más que bocetos del vehículo, el cual no llegó a la fase de diseño y desarrollo. 

TAM VCDA (Vehículo de Combate de Defensa Aérea) 
Denominado también como Dragón, este modelo antiaéreo no fue un desarrollo enteramente nacional, sino que más bien se basó en el proyecto Dragon alemán. Este último estaba configurado por un chasis Marder 1A1 y una torre con dos cañones gemelos Oerlikon de 25 mm. 
El vehículo no fue adoptado por el Ejército de Alemania Occidental, que prefirió el “Gepard”, sin embargo, el sistema en sí causó mucho interés en la Argentina y se comenzaron las conversaciones para desarrollar el sistema Dragon en base al chasis del TAM. Este programa involucró diversos requerimientos del EA, entre los que se incluía el desarrollo de los sistemas de adquisición y dirección de tiro. También se evaluaron las posibilidades de reemplazar los cañones de 25 mm, por otros de 20 o 30 mm, ambos calibres ya utilizados por el EA. El programa no recibió tanta atención como se suponía y después de 1983 comenzó a retrasarse de manera importante hasta ser cancelado. 

 

VCLM (Vehículo de Combate Lanzamisiles) 

A fines de los 80’s, TAMSE comenzó a proponer al EA la producción de un vehículo antiaéreo similar al Marder Roland alemán. La similitud de ambos conceptos lo hacía muy tentador para proporcionar la defensa aérea a las unidades mecanizadas argentinas. Para entonces, el programa del misil antiaéreo “Halcón” estaba bastante avanzado y su posibilidad de ser empleado por el lanzador de misiles Roland, también operativo en el EA, lo hacía muy interesante. 

A principios de los 90’s, la posible reducción del ejército alemán posibilitaba que muchos lanzadores Roland quedasen libres para su venta. Aunque no se estaba interesado en el chasis Marder, los lanzadores si eran una posibilidad interesante. Sin embargo, la gestión del presidente Carlos S. Menem había cancelado la mayoría de los proyectos militares argentinos, incluyendo el misil “Halcón”, y el VCLM no pasó de la fase de tablero de diseño. 

VCI (Vehículo de Combate de Ingenieros) 

El EA había solicitado un vehículo que se ocupara de la destrucción de las minas antitanque y que apoyara a las formaciones de vanguardia. Este vehículo fue desarrollado en base al chasis básico del TAM, pudiendo ser equipado con un rodillo URDAN para la detonación de minas, además de poder transportar una escuadra de ingenieros. Más adelante, los requerimientos incluían la posibilidad de utilizar una pala niveladora frontal, tipo “bulldozer”, por lo que el diseño comenzó a ser perfeccionado como vehículo de combate para ingenieros. Sin embargo, su desarrollo comenzó a retrasarse por problemas presupuestarios y más tarde fue cancelado. En 2001, el EA esperaba modificar el prototipo del TAM VCRT como vehículo de ingenieros, ya que cumplía con los requisitos mínimos, sin embargo la crisis político – económica de fines de ese año retrasó indefinidamente el proyecto. 

 
Un VCTM equipado con un rodillo barreminas URDAN. El EA los ha probado en todos los vehículos auxiliares de la familia TAM. Actualmente, uno o dos VCTM disponen de este ingenio israelí, copia del rodillo PT-54 soviético, así como al menos un VCTP asignado al Batallón de Ingenieros 601. (Foto: Archivos Dintel) 

TAP (Tanque Argentino Pesado) 
A mediados de los años 80’s, TAMSE comenzó a desarrollar el sucesor del TAM para los años 90’s, el cual sería llamado TAP, o Tanque Argentino Pesado. 

El nuevo tanque utilizaría un 65% de los componentes de su antecesor, pero dispondría de un mucho mayor blindaje, mejoras en los sistemas electrónicos y un cañón derivado del Reinmetall L/44 de 120 mm que montaba el Leopard 2A4 alemán. El vehículo en sí dispondría de un chasis más grande, con siete ruedas en vez de seis, y un motor mucho más potente de producción nacional, de ser posible. El peso del TAP sería del orden de las 51,5 toneladas. 

El proyecto avanzó bastante bien pese a los problemas económicos de mitad de los años 80’s, cuando TAMSE comenzó a buscar clientes en el extranjero debido al desinterés del EA en el modelo. Irán se interesó en este proyecto, a la vez que firmaba un contrato por 200 ejemplares del más ligero TAM, así como por un número superior de VCTP, sin embargo, la autorización del Poder Ejecutivo no fue dada y el contrato no se produjo. Irán entonces se interesó en el Osorio brasileño, el cual tampoco fructificó. Para entonces, el proyecto TAP no veía un buen futuro ante las pocas expectativas de producción y fue cancelado definitivamente. 


Conclusiones 
Para fines de los años 80’s, Argentina tenía el complejo industrial de defensa más importante de Sudamérica, siendo superado solamente por EE.UU., con Brasil que se acercaba en capacidades y con Chile que trataba de alcanzar puestos importantes en este campo. El poderío industrial era capaz de producir todos los elementos necesarios para la defensa, desde pistolas hasta satélites y sus cohetes de lanzamiento, pasando por vehículos ligeros, piezas de artillería, aviones, helicópteros, submarinos y buques de guerra, entre otros. De haberse sostenido, ese complejo industrial podría haber superado las capacidades industriales militares de Sudáfrica y competir con naciones europeas en muchos aspectos. Sin embargo, hoy, Brasil ha superado a la Argentina en este punto, a la vez que Chile está cerca de lograrlo. Lejos de la competencia regional, el perder la posibilidad de independencia, algo necesarios después de Malvinas, a la vez que se podrían colocar esos productos en todo el mundo, Argentina necesita mantener la industria de defensa como un sistema de desarrollo de nuevas tecnologías, dando trabajo a miles de excelentes técnicos e ingenieros que la manoseada educación argentina todavía es capaz de dar. 

En cuanto a la familia TAM, esta se compone de dos vehículos de combate extremadamente viables en la actualidad, así como siete versiones producidas o que llegaron al estado de prototipos, así como otras ocho versiones previstas. Con 17 variantes sobre un mismo chasis, la familia acorazada TAM es una de las más prolíficas de la historia de los vehículos acorazados desde la aparición del tanque en la Segunda Guerra Mundial, siendo comparada, en cantidad de versiones, solamente por proyectos tan efectivos y rentables como el M-113 norteamericano, aunque con mayores capacidades para el blindado argentino. El tiempo perdido es difícil que se pueda recuperar, sin embargo nunca es tarde para aprender de las malas experiencias, que es de las que realmente se aprende, por lo que deberíamos hacer un reconocimiento a quienes con esfuerzo lograron hacer realidad a tamaña empresa y volverles a dar una oportunidad de ponernos a la punta de la tecnología regional como lo hicieron años atrás. Vaya, para ellos, nuestro reconocimiento. 

Fuentes:
Este artículo fue elaborado por Marcelo J. Rivera con el incondicional apoyo de Christian Villada, el Dr. Georg Von Rauch, Dr. André Louis Marois y Nestor Galina, además de información obtenida por medio del grupo SAORBATS. Mucha de la información proviene de los folletos de promoción elaborados por TAMSE durante los años 80’s e investigaciones independientes realizadas por Marcelo J. Rivera en base a diversos documentos. El suplemento Nº 664 de Tecnología para la Defensa de la Revista del Suboficial ha sido una de las mejores herramientas disponibles y cuyo trabajo del VC AMUN nos permitió elaborar con la mayor seriedad el informe sobre dicho vehículo.




viernes, 16 de agosto de 2013

APC: BTR-4 con torretas Grom

Kazajistán producirá conjuntamente los vehículos blindados BTR-4 ucranianos 
Publicado por Tomasz Basarabowicz


El acuerdo fue firmado inesperadamente en el Show Kadex 2012 por los representantes de Kiev y Astana sobre una producción local del transporte blindado de personal a ruedas (APC) BTR-4 ucranianos 8 × 8 de las cuales Kazajistán está destinado a recibir 100. El valor del contrato se estima alrededor de 150 millones de dólares estadounidenses.



El BTR-4 fue desarrollado por la empresa KMDB basada en Ucrania y se dio a conocer en 2006. Un año después, la compañía selló su primer contrato de exportación, para la entrega de 336 vehículos BTR-4 a Irak, como parte de un programa de varios millones de dólares. Los primeros envíos de 88 de estos vehículos fueron entregados en 2011.


Módulo GROM:
Pasajeros:

  • Equipo 3 (conductor, comandante, artillero)
  • Soldados 8

Armamento:

  • 1x 30 mm cañón automático
  • 1x 30 mm lanzagranadas automático
  • 1x 7,62 mm ametralladora coaxial
  • 4x lanzadores de ATGM Konkurs 9P135M o Baryer EN 


Artillería aerotransportada: AN/GAU-8 Avenger de 30mm

30mm de venganza





El Avenger es un cañón rotativo de 7 tubos, montado exclusivamente en el A/OA-10 Thunderbolt, usado contra tanques y vehículos blindados. 

 

El GAU-8 ubicado debajo de la nariz del avión esta fabricado por la compañía Lockheed-Martin Armament System. 
El ciclo de funcionamiento es el típico de las armas tipo Gatling, con un motor eléctrico proveyendo energía para girar los tubos que mediante levas empujan al cerrojo realizando los distintos ciclos de alimentación, disparo y extracción de las vainas. 

La cadencia de disparo es pre-programable desde la cabina, estas pueden ser 1800, 2100, 3900 ó 4200 disparos por minuto. Generalmente las cadencias bajas se usan en tiro de practica y las mas altas están reservadas para el tiro de combate. El arma pesa 290 kg y tiene un largo total de 6,70 metros, la enorme tolva de munición alberga 1175 disparos que son enviados a la recamara por medio de una cinta sin eslabones. 

 

La munición de 30x173 mm: 

Son tres tipos: un Perforante (API), explosivo (HE), y de practicas (TP) ninguno posee trazador. 
Normalmente en combate la cinta de munición se compone de perforantes y explosivos en relación 4 a 1 respectivamente. 

La munición explosiva se denomina PGU-13/B, utiliza una espoleta de impacto M505 y es bastante convencional con cuerpo de acero perlitico, relleno explosivo-incendiario y banda de conducción plástica. 

La bala perforante incendiaria ( la mas conocida) es la PGU-14/B que consiste en un núcleo de uranio empobrecido (UE) aleado con un 1 por ciento de titanio que pesa 300 gramos, rodeado de una mezcla de fósforo  magnesio y termita, envuelto en una cubierta de aluminio de 1mm de espesor. Tiene una velocidad inicial de 1025 m/s y penetra 68 mm de blindaje estándar de la OTAN a 500 metros y 40mm a 1000m. 
El proyectil pesa 378 gramos y tiene una V0 de 1020 metros por segundo 

También existe una munición de ejercicio PGU-15/B que tiene una balística similar a las otras dos y permite el entrenamiento con gran realismo. 

Ventajas y desventajas del uranio empobrecido 

Contrariamente a lo que se pudiera pensar el UE resulta barato para las fuerzas armadas de USA, tomándolo de los cientos de plantas nucleares del pais que lo descartan como desecho. 
Igualmente es mas pesado que el tungsteno y debido que es mas blando se puede moldear y tornear con mayor facilidad que las aleaciones de carburo empleadas en otras municiones. Otra característica notable del U238 para aplicaciones militares es que al golpear o rozar con otros metales desprende chispas, lo cual mejora la performance incendiaria en la bala API de UE. 




La radiación que posee sigue siendo un tema de discusión  aunque de hecho el U238 es mucho menos radioactivo que el U235. También el mineral se somete a tratamientos para reducir la radiación aun mas. 
Pese a todo existen una gran cantidad de casos de cáncer en veteranos de la guerra del golfo, los cuales se han expuesto a este material ya sea curioseando en los vehículos iraquíes destruidos o manipulando munición en el A-10 o el M1A1 Abrams. 

Aparentemente el calor afecta al núcleo de la PGU-15/B formando vapores y tendría un efecto potenciador en la radiación, tornando peligrosa la exposición prolongada al mismo. 
Las malas lenguas aseguran que este fue un efecto deseado por los planificadores del Pentagono en épocas de la Guerra Fria, ya que negaría al enemigo la posibilidad de recuperar a los vehículos dañados que estén en condiciones de repararse. 

Uso operacional del GAU-8 y la municion de U238 

El A-10 emplea generalmente un picado de 30-40º para disparar su cañón  pudiendo desplegar sus aerofrenos para mejorar la puntería aunque debe emplear ráfagas cortas ya que una prolongada causa un fuerte retroceso y podría hacer entrar en perdida al avión. 

Durante la operación Tormenta del Desierto en 1991, la USAF desplegó hacia Arabia Saudita 148 Warthog. 
Estos volaron un total de 8077 misiones. Dispararon aproximadamente 200.000 tiros explosivos y 783.514 rondas de UE, lo que nos da 235 toneladas de uranio 238 enterrados en el desierto. 
También los 80.000 tiros de PGU-14/B empleados en los conflictos de Bosnia-Kosovo suman otras 24 toneladas de material radiactivo regados por los Balcanes. 

Si este material es tan nocivo como aseguran ambientalistas y algunos ex-soldados o inofensivo como dicen los jefes de ordenanza de la OTAN, solo el tiempo lo dirá.

 


Detalles de la Munición 30x173. 

Comparada con la munición de 12.70mm 





Biografías: Franz von Werra (Alemania)

El único que pudo escapar 

por H. Kendal Burt y T. James Leasor 


Teniente Franz von Werra 
 


Flanqueado por impasibles guardianes, el teniente Franz von Werra cruzó los largos pasillos del Centro Aéreo de Indagaciones en Cockfosters y fue introducido en una habitación acogedora, las paredes prolijamente enchapadas en madera y, salvo el círculo de luz que proyectaba una potente lámpara de escritorio sobre una mesa de caoba, estaba sumida en tinieblas. Sentado a la mesa estaba un oficial de la Real Fuerza Aérea, hombre de rostro delgado, marcadas arrugas y retorcido bigote. En buen alemán, aunque con ligero acento extranjero, el oficial inglés dijo: -«Soy el jefe de escuadrilla Hawkes. Siéntese, teniente»-. Mientras daba sonoro talonazo y se inclinaba con rigidez, el prisionero vió un bastón con puño de plata apoyado sobre la mesa. 
-«Trece aviones ingleses derribados y media docena destruidos en tierra son una cifra respetable -dijo el oficial inglés en tono de punzante ironía- Como modesto as de la Primera Guerra Mundial, me siento verdaderamente emocionado al conocer a uno de los grandes ases de la Segunda»- 
-«No he leído –repuso von Werra con voz que trataba de imitar el tono ligero del inglés- sus proezas al estudiar la fascinadora historia del Real Cuerpo Aéreo y, aunque siento curiosidad por trabar relación con usted, no voy a revelarle la menor información militar»- Hizo una pausa y luego agregó: -«Pero, ¡qué torpe soy! ¡Indudablemente, mayor, fue usted quien me derribó!»- 

Von Werra derribado el 5 de Septiembre de 1940 
 


El jefe de escuadrilla no despegó los labios. Siguió un largo silencio, interrumpido por una sirena: la alarma de un ataque aéreo. Siguió una segunda sirena, luego una tercera, hasta que la ululante señal invadió toda la extensa zona de Londres. Sonrió von Werra con visible complacencia. Más bombarderos alemanes en las alturas. Era el 7 de Septiembre de 1940. y la tremenda Batalla de Inglaterra se hallaba ya en pleno furor. De pronto el jefe de escuadrilla se puso de pie, dejó la habitación a oscuras y se encaminó hacia la ventana. El ruido de las sirenas no impidió que von Werra lo oyera cojear pesadamente con un áspero chirrido de una de sus botas: el oficial inglés tenía una pierna artificial. El piloto alemán quedó apesadumbrado y se excusó: -«¡Le pido mil perdones, mayor! ¡Estoy desolado! ¡No tenía idea!»- No obtuvo respuesta. El jefe de escuadrilla había descorrido las cortinas de oscurecimiento y contemplaba la noche londinense. 
Poco después fueron silenciándose las sirenas, una tras otra. Hawkes corrió las cortinas y volvió a la mesa. Al encender la lámpara, dio un toque a la pantalla y la inclinó de modo que la cruda luz diera en el rostro de von Werra: -«Dígame, teniente –preguntó en tono de indiferencia- , ¿cuál de sus amigos del “Staffel” del segundo “Gruppe” de la tercera “Geschwader” de cazas va a ocuparse de su leoncito Simba? ¿Tal vez “Sanni”?»- 

Emblema de la JG3 «Udet» 
 
Con su cachorro de león «Simba» 
 
Desde su captura, ocurrida dos días antes, von Werra se había limitado a declarar su nombre, grado y número de serie. No obstante, aquel investigador inglés conocía no sólo la unidad a que pertenecía, sino también el nombre de su cachorro de león y el apodo de su mejor amigo. Parecía enterado de todo. Dos horas duró el devastador ataque de Hawkes: 
-«Teniente, usted ha relatado en un programa de radio alemán que ha derribado cinco Hurricanes y destruido otros cuatro en tierra, sin la participación de ningún otro camarada. Suponga usted que a sus compañeros de prisión les llegara la información de que tal proeza es falsa. ¿Qué vida llevaría en el campamento? Sería el hazmerreír de todos»- 
Franz von Werra sonrió y le replicó al inglés: -«Mayor, conozco el precio de su eventual silencio: informes militares –su voz se hizo más firme- ¡No le diré una palabra, mayor! Usted puede hacer que me resulte intolerable la vida entre mis compatriotas. Pero la alternativa sería peor: no podría vivir conmigo mismo»- 
La entrevista había terminado, von Werra no había sucumbido a los golpes de ariete recibidos y, cuando Hawkes llamaba a los guardianes, el prisionero dio una nueva prueba de su indomable espíritu: -«Mayor –dijo- , le apuesto una botella doble de champagne contra diez cigarrillos a que me escapo antes de seis meses»- Hawkes hizo bien en no aceptar la apuesta. Habría perdido. 
Con el vigor de los veintiséis años, Franz von Werra servía en la Luftwaffe desde la organización del cuerpo más de cinco años antes. Lo que impresionaba en él eran su arrojo, su agresividad y su particular toque de osadía. Siempre se preocupó por aventajar a sus compañeros en combates de prueba y se permitió ejercicios prohibidos tales como lanzarse en picada y pasar bajo los puentes o ejecutar giros acrobáticos a baja altura sobre la casa de su novia. 
Al estallar la guerra, en poco tiempo, von Werra había derribado ocho aviones comprobados. Los nueve Hurricanes destruídos fueron reducidos a cinco por el O.K.L. y las autoridades le concedieron la Cruz de Caballero. Antes que pudiera recibirla, sin embargo, Franz von Werra fue derribado sobre Inglaterra en su décima misión. Por más indomable y osado que fuese su comportamiento, von Werra tenía bien despierto el sentido de la prudencia. En aquellos momentos, los dirigentes nazis, extremadamente confiados, esperaban sufrir escasas pérdidas y apenas se cuidaban de dar instrucciones de seguridad a sus aviadores; el descuido de los pilotos capturados era en consecuencia una ventaja para el servicio inglés de inteligencia: con frecuencia aquellos llevaban sobre sí documentos secretos, mapas, informes sobre situación de fuerzas, datos técnicos, diarios, que resultaban de gran utilidad para los investigadores británicos. Pero von Werra había quemado cuantos papeles llevaba encima inmediatamente después de estrellarse su avión. 
El primer interrogatorio lo convenció de que los dirigentes alemanes estaban en lo cierto cuando afirmaban que los ingleses eran idiotas. Un oficial, nada ceremonioso y muy cortés, le había ofrecido un cigarrillo y le habló exclusivamente de política alemana, ideales nazis, pretensiones coloniales de Alemania y temas parecidos. Sumamente aliviado al ver que no le hacían preguntas sobre cuestiones militares, von Werra descuidó la guardia y habló sin restricciones. Fue después cuando comprendió con cuánta astucia lo habían entrevistado y cómo su interlocutor se había limitado a calibrarlo para decidir las técnicas que darían los mejores resultados en futuros interrogatorios. Aún cuando von Werra había resistido victoriosamente el devastador ataque directo de su segundo interrogador, el jefe de escuadrilla Hawkes, el servicio de inteligencia de la R.A.F. no dió por terminada su tarea. Los siguientes días fue interrogado reiteradamente y a todas horas, por media docena de oficiales diferentes que hablaban alemán y actuaban separados o en colaboración. Entre todos ellos pusieron en juego cuantos trucos y técnicas les sugería su oficio para hacerlo hablar. Fue objeto de engatusamientos, lisonjas, tentaciones y provocaciones. Le insinuaron la posibilidad de una visita al West End londinense, vestido de paisano y, como era natural, discretamente escoltado; le prepararían un buen programa: cena, espectáculo, asistencia a un cabaret. Otro de los interrogatorios fue «una amistosa charla entre colegas del aire», con su botella de whisky, su caja de habanos sobre la mesa y reiterados «sírvase, amigo». Pero von Werra no picó en ninguno de aquellos anzuelos. Echaron los ingleses mano de otra estratagema. Después de tenerlo incomunicado unos cuantos días, lo trasladaron a un cuarto donde se encontró como compañero a otro miembro de su unidad, el teniente Karl Westerhoff. Como eran amigos, se saludaron con grandes manifestaciones de afecto apenas los dejaron solos. Westerhoff acosó a preguntas a su compañero, pero éste contestó con cautela, mientras recorría con los ojos la habitación entera. De pronto tiró de Westerhoff hacia un rincón, se encaramó a sus hombros y escudriñó atentamente la reja de un ventilador. Al bajar, susurró al oído de su amigo: -«Ahí está. En el interior se ve muy bien una cosa negra rodeada de alambres. Asomémonos a la ventana para hablar. Así estaremos seguros»- Cuando dieron la luz aquella noche, confirmaron la existencia de un micrófono en el ventilador. Tres mañanas después, von Werra se sentó en la cama como si lo hubiesen pinchado con un alfiler y exclamó: «¡Dios mío, qué tonto he sido!». El ventilador era el lugar más indicado del cuarto para hacerse sospechoso. Los ingleses habían puesto aquel micrófono con la intención de que lo descubriera. Además, todos los otros cuartos que ocupó en Cockfosters tenían las ventanas dispuestas de modo tal que fuese imposible abrirlas. En este otro habían dejado deliberadamente la ventana en condiciones de ser abierta y, sin duda, tenía un micrófono oculto en alguna parte del interior del marco. Se asomó von Werra a la ventana y dijo en voz alta y clara: -«¡Hola, inteligencia de la R.A.F.! Llama el teniente von Werra. Estoy tratando de encontrar un micrófono escondido cerca de la ventana de mi cuarto. Ahora tamborileo con mis dedos en el lado izquierdo de la tabla del marco hueco. ¿Me sintonizan ustedes? El teniente von Werra al habla...»- Aquella misma mañana Westerhoff y von Werra salieron de aquel cuarto para no volver. Antes de dar definitivamente por terminadas sus pesquisas con von Werra, los indagadores de la R.A.F. invirtieron un total de tres semanas en hacerle preguntas. En todo ese tiempo, el prisionero no dio la menor información militar. En cambio, los ingleses habían desplegado ante sus ojos, en el curso de los interrogatorios, casi todos los trucos y técnicas que empleaban. Y, según resultó, este hecho tendría una significativa importancia posterior. Porque el teniente von Werra estaba profundamente impresionado por la sutileza e insidia de los métodos inquisitivos ingleses y, ahora, los conocía mejor que ningún otro alemán, circunstancia esta que tendría, andando el tiempo, consecuencias de largo alcance para la Real Fuerza Aérea como para la Luftwaffe. 
Von Werra fue conducido a Grizedale Hall, campamento de prisioneros de guerra situado a unos 30 kilómetros del Mar de Irlanda. La prisión era una fría casona de piedra con 40 cuartos, celosamente vigilados. Un comandante de submarinos que estaba prisionero allí, el capitán Werner Lott, había intentado fugarse recientemente: ni siquiera había conseguido transponer el cerco interior de vallas de alambres de púas. A los diez días de su llegada a Grizedale Hall, von Werra había ideado un plan para fugarse. El oficial alemán de más jerarquía, mayor Willibald Fanelsa, que juzgaba y decidía los planes de fuga con asistencia de un consejo de tres, escuchó a von Werra: cada dos días sacaban a la carretera a 24 prisioneros para que hicieran ejercicio. Una vez fuera de la prisión, dirigían el grupo hacia el Norte o hacia el Sur –al parecer, según el criterio del sargento montado que los acompañaba- y lo hacían marchar a buen paso unos tres kilómetros hasta llegar a un recodo de la carretera, donde descansaban diez minutos antes de emprender la marcha de regreso. La disciplina era estricta y había mucha vigilancia. Además del sargento montado, iban con los prisioneros un oficial a pie encargado del paseo, cuatro guardianes delante y otros cuatro detrás. La campiña donde estaba el lugar de descanso, cuando marchaban hacia el Norte, era un prado abierto guardado por una valla de alambre y sin accidentes del terreno donde fuera posible ocultarse. Por el contrario, el lugar de descanso, en la marcha hacia el Sur, estaba junto a un muro de piedra. Si unos cuantos prisioneros distraían a los guardianes y otros se agrupaban para escudar sus movimientos, von Werra podría saltar el muro y correr agachado hasta lograr ocultarse en la espesura. Una vez libre, se las arreglaría para llegar a la costa y trataría de meterse inadvertido en un barco neutral. El mayor Fanelsa prestó su aprobación al plan, no sin calificarlo como «el mejor de cuantos se habían presentado hasta la fecha». El consejo de evasiones proporcionó un tosco mapa de la zona. Dos días después el plan se puso en ejecución. Al llegar a los portones del campamento y para evitar el riesgo de que mandasen seguir la ruta del Norte, un prisionero dió la orden de marchar al Sur. Nadie protestó. El oficial encargado creyó que el sargento montado había dado la orden, y el sargento montado creyó que había sido el oficial. Cuando llegó el acostumbrado período de descanso, los guardianes ocuparon sus puestos a un lado de la carretera, mientras los prisioneros se dirigieron al lado opuesto, para quedarse de pie o andar de un lado a otro del muro de piedra. En un momento determinado, varios prisioneros formaron un grupo compacto, de acuerdo con el plan preconcebido y, entonces, von Werra se encaramó al muro y se dejó caer sin ruido al otro lado. Cuando los prisioneros se formaron de nuevo en columna y el sargento dió la orden de marcha, dos mujeres que, aunque estaban a casi un kilómetro de distancia, podían ver al fugitivo, comenzaron a gritar y a agitar los brazos. Con gran presencia de ánimo, uno de los prisioneros se puso a responder con gritos y a saludar con los brazos. Los demás imitaron la estratagema y lograron que el sargento confundiese por completo el significado de las frenéticas señales de las dos mujeres. Ya habían recorrido los alemanes unos 300 metros, cuando empezaron a cantar una de las dos marchas que se habían comprometido a entonar en aquel preciso lugar. Era la marcha favorable y hacía saber a von Werra que todavía no lo habían echado de menos. Ya completamente a salvo de ser visto por sus guardianes, von Werra se puso de pie sin ocultarse, saludó con alegres ademanes a la pareja de asustadas mujeres y volvió a saltar el muro de piedra. Cruzó corriendo la carretera y desapareció en los densos pinares del otro lado. Como estaba estrictamente prohibido cantar durante los paseos, el sargento montado ordenó que se callasen. Lo mismo hizo el oficial. Todo fue inútil; los alemanes no quisieron dejar de cantar. Sospechando alguna treta, el sargento cabalgó a lo largo de la columna de adelante hacia atrás e intentó contar a los prisioneros. Pero éstos empezaron a mezclarse y a pasar de una fila a otra –ardid recomendado por von Werra- de modo que resultaba difícil ver cuántos eran. Después de cambiar unas breves palabras con el oficial, el sargento montado se adelantó a la columna e impartió la orden de hacer alto. Cuando los prisioneros se quedaron quietos, el oficial recorrió la columna mientras iba contando. Contó 23 en vez de 24. Para cerciorarse, el oficial y el sargento contaron de nuevo: no cabía la menor duda, faltaba un prisionero. Von Werra desapareció por completo durante tres días con sus noches. El alemán se había desvanecido y la policía sospechaba que alguien le había brindado albergue o que había perecido a causa de algún contratiempo o de su larga permanencia a la intemperie. No había ocurrido ninguna de estas cosas. Hasta en las partes más inhóspitas del Distrito de los Lagos existen muchas casuchas de piedra, llamadas «hoggasts» utilizadas para almacenar forraje para las ovejas. Comenzaron a ser revisadas una por una todas las hoggasts por lejanas que estuviesen y, a eso de las once de la noche del cuarto día, dos milicianos que patrullaban el sector de Broughton Mills, a sólo siete u ocho kilómetros de la costa, descubrieron una casucha cuya puerta (normalmente cerrada con candado) había sido abierta a la fuerza. Iluminaron el interior con una lámpara de carburo y descubrieron al fugitivo. Tenía la ropa hecha jirones y el calzado destrozado. Mientras uno de los milicianos le apuntaba con una pistola, el otro ató fuertemente una cuerda a la muñeca de von Werra y luego se la ató a la propia. Pero antes de que pudieran llevárselo, von Werra, con movimiento perfectamente sincronizado, lanzó al suelo al hombre a cuya muñeca estaba atado, al mismo tiempo que apagaba la luz de una patada. Saltó entonces para ponerse fuera de alcance del segundo miliciano, de un vigoroso tirón se liberó de la cuerda y desapareció en las tinieblas. No volvieron a encontrarlo hasta después de dos días más de intensa búsqueda. A las 2,30 hs. de la tarde del sexto día, un pastor lo vió deslizarse entre los helechos de una colina que da al valle de Duddon. El pastor avisó a un contingente vecino de guardias y éstos cercaron la base de la colina. Cuando al fin le echaron mano, se apresuraron a esposarlo. Esta vez no se escapó. 
Después de pasar veintiún días incomunicado, en castigo por su fuga, von Werra fue trasladado de Grizedale Hall a Swanwick, campamento de prisioneros de guerra situado en la parte central de Inglaterra. Como ya se había escapado una vez, tenía confianza en las posibilidades de hacerlo de nuevo y estaba decidido a intentarlo. En consecuencia no perdió tiempo en dedicarse a estudiar minuciosamente el sistema de seguridad del campamento. Swanwick estaba rodeado de dos fuertes vallas de alambre de púas, la estrecha franja de tierra entre ambas vallas constantemente vigilada por patrullas. A lo largo de la valla exterior se alzaban, cada 50 metros, torres de vigilancia provistas de ametralladoras y proyectores de luz. Las vallas mismas estaban iluminadas por la noche, excepto durante los ataques aéreos, momentos estos en que se reforzaba la guardia. Von Werra llegó a la conclusión de que la única manera de escapar de Swanwick era hacer un túnel. El edificio en el cual estaba alojado distaba solamente un metro más o menos de la valla interior y von Werra calculó que un túnel de unos 13 metros de largo, a partir de un cuartito que nadie utilizaba, saldría más allá de la valla exterior. El proyecto parecía viable y, a los pocos días otros cinco oficiales se le unieron con entusiasmo para formar la «Swanwick Tiefbau A.G.» (Compañía Minera de Swanwick). La empresa fue viento en popa desde el principio. El teniente von Werra descubrió que si faltaba al almuerzo, ya que resultaba difícil notar su ausencia puesto que había un único funcionario inglés a cargo de 150 presos, podía dedicar seis horas diarias a la tarea de excavar el túnel. Las palas de mango corto y los baldes para incendios, suministrados por el Ministerio de Guerra, eran herramientas estupendas para cavar y sacar afuera la tierra. Por otra parte, un miembro de la partida descubrió una enorme cisterna de desagüe parcialmente vacía en la cual podía volcarse la tierra sacada con los baldes. Todos los prisioneros cooperaron montando guardia en puntos estratégicos y gritando avisos en lenguaje clave cuando el ruido amenazaba con llegar a oídos de los centinelas. Cuando no era posible impedir el ruido lo ahogaban con cantos en coro, conciertos de armónica, partidas de naipes acompañadas de gran vocerío y, en una ocasión inclusive, entablaron una pelea tumultuosa. La obra continuó su marcha sin interrupción y, exactamente al mes de haberse empezado, el túnel quedó terminado. Los cinco miembros de la de la compañía del túnel (uno de los del sexteto original se dió por vencido a mitad de camino) habían hecho sus planes para salir de Inglaterra. Dos de ellos esperaban llegar a Liverpool y meterse de polizones en un barco neutral con rumbo a Irlanda. Otros dos irían a Glasgow y también intentarían escaparse en un buque neutral. Von Werra decidió seguir un plan diferente: su experiencia de fuga en el Distrito de los Lagos le había convencido de que la única posibilidad que tenía un fugitivo alemán de salir del país era hacerlo antes de que todo el mecanismo de búsqueda se pusiera en marcha. En consecuencia el único modo de fugarse era por aire y concibió un procedimiento temerario. Se dirigiría al campamento de la R.A.F. más cercano y una vez allí pondría en juego todos los recursos de su ingenio para apropiarse de un avión. Después de mucho pensar en un disfraz sencillo y convincente, decidió hacerse pasar por un piloto holandés que se hubiera estrellado al regresar de una misión de bombardeo. La cosa era verosímil porque había muchos refugiados checos, holandeses, noruegos y polacos que servían en la R.A.F., hablaban mal inglés (el de von Werra era pasable) y vestían uniformes poco comunes. Como probablemente serían pocos los aviadores de la zona que estuvieran enterados de las actividades del mando costero, afirmaría pertenecer a la «Escuadrilla especial mixta de bombarderos» del mando costero, con base en Aberdeen, puerto del Norte de Escocia. Como prendas de uniforme, un prisionero le regaló un traje de vuelo que había podido conservar, otro le dió botas de vuelo forradas en piel y un tercero le proporcionó guantes de cuero. Para completar su guardarropa, compró en el almacén del campamento una bufanda de lana de dibujo y colores escoceses. Como sin duda necesitaría el «disco de identidad del servicio inglés», disco hecho de fibra vulcanizada, la «Sección Falsificaciones» del campamento le facilitó una copia exacta fabricada de cartón. 

A las nueve de la noche del 20 de Diciembre, vestido con un pijama embetunado para resguardar su traje de vuelo, von Werra rompió cautelosamente la capa de tierra que cubría la salida del túnel. Las condiciones eran ideales. La noche estaba oscura y una alarma de ataque aéreo había hecho que apagasen la iluminación de las vallas. En un pajar, que distaba unos 200 metros y en donde habían quedado en reunirse, los compañeros de fuga se despidieron estrechándose las manos y se separaron para seguir caminos diferentes. Como continuaba el ataque aéreo, von Werra decidió esperar la señal de que hubiese pasado el peligro antes de aventurarse a ir más lejos, pero como hacia las tres de la mañana esa señal aún no había sonado, el alemán decidió no esperar más, salió de su escondite y echó a andar a través del campo. Recorrió kilómetros de caminos rurales sin encontrarse con nadie. A eso de las 4,30 hs. oyó el siseo de una locomotora. Fue en su dirección y subió a la cabina del maquinista. Asombrado, este le preguntó: -«¿Qué diablos hace usted aquí?»- 
-«Soy el capitán van Lott, antes de la Real Fuerza Aérea Holandesa y actualmente de la R.A.F. –explicó sin inmutarse von Werra-. Acabo de efectuar un aterrizaje forzoso en un aparato Wellington, después de haber sido alcanzado por la metralla en un ataque sobre Dinamarca. Necesito llegar cuanto antes al campamento más cercano de la R.A.F. ¿Dónde encontraré un teléfono por aquí cerca, por favor?»- 
-«Aquí mi fogonero Harold va a dejar ahora mismo el servicio –respondió servicialmente el maquinista-. Puede acompañarlo a usted a la estación»- 
Von Werra caminó por la vía con el ayudante del maquinista y llegó a la estación de Codner Park a las 5,30 hs. El teléfono estaba dentro de la boletería, la cual se encontraba cerrada, pues el boletero, Samuel Eaton, no llegaba hasta poco antes de las seis. Cuando al fin apareció Eaton, estaba malhumorado y escuchó con displicencia la historia que le contó von Werra sobre el bombardero que se había estrellado cerca de allí y la dotación que estaba sana y salva en una granja donde no tenían teléfono. 
-«¿Quiere usted llamar, por favor, al campamento más cercano de la R.A.F. y pedir que envíen un auto a recogerme? Mi base en Aberdeen enviará un avión para llevarnos allí a mi dotación y a mí»- El encargado de la boletería levantó el teléfono y le pidió a la operadora que lo comunicara con la policía. Permaneció von Werra rígidamente sentado mientras el otro hablaba por teléfono. 

 
Pero, al parecer, lo único que el hombre quería era desembarazarse del problema, pues cuando colgó el aparato, dijo: -«No se preocupe. Alguien vendrá por aquí en seguida. Están en mejores condiciones de ayudarle que yo»- Para entonces un empleado del andén había hecho té; Eaton ofreció una taza al alemán, se sirvió otra y, mientras esperaban la llegada de la policía, la personalidad y el magnetismo de von Werra empezaron a surtir efecto. Durante media hora habló sobre el aterrizaje forzoso, sobre las misiones de bombardeo en las cuales había participado y, finalmente, dejó escapar una confidencia: -«La verdad es que yo no debería contarle a usted esto»- Dijo que pertenecía a una escuadrilla especial y que el ataque de aquella noche había sido para ensayar una nueva mira de bombardeo. -«Ahora comprenderá usted por qué es tan urgente que yo esté de regreso cuanto antes»- 
-«¡De veras! –exclamó Eaton visiblemente impresionado-. No sabe usted cuánto lo siento. Si me lo hubiera dicho antes. ¿Quiere usted que llame a la base?»- 
-«Hágalo, por favor»- 
El empleado descolgó el auricular y pidió comunicación con el aeródromo de Hucknall. Cuando se puso al habla con el oficial de servicio, le explicó brevemente sobre von Werra y luego indicó a éste que se pusiera él mismo al teléfono. Fue difícil convencer al oficial de servicio de Hucknall. Hizo muchísimas preguntas sobre el percance y observó que le parecía curioso no haber tenido noticia de que hubiera ocurrido. Sin embargo, acabó por decir: -«Bueno. Tendré que hacer algo por usted. Enviaré un vehículo a recogerlo»- El alemán se dispuso a esperar. 
A las 7,00 hs. llegó la policía. Eran dos agentes vestidos de civil y un sargento uniformado. 
-«¿Lleva usted sus documentos?»- preguntó el sargento. 
-«¿No sabe usted –respondió von Werra tranquilo- que está prohibido llevar documentación personal cuando se vuela? Para nosotros, los de la escuadrilla especial, la regla es aún más estricta»- 
Después de oír esta respuesta ni siquiera mostraron deseos de ver el disco de identidad. Por otra parte, los relatos de von Werra y la circunstancia de que el aeródromo de Hucknall iba a enviar un automóvil a recogerlo, parecieron dejarlos satisfechos. Al cabo de un rato, uno de los agentes le dió una palmada en la espalda y le dijo: -«Tienen ustedes todas mis simpatías, los muchachos del mando costero»- 
-«Y las mías –añadió el segundo agente- ¡Que tenga usted mucha suerte! Anoche se escaparon algunos alemanes de un campamento cercano de prisioneros. Al principio pensamos que podría ser usted uno de ellos»- 
Von Werra tragó saliva, pero reaccionó y se echó a reír un tanto a la fuerza con los demás. ¡De modo que ya habían descubierto su fuga! Cinco minutos después de haberse marchado la policía, llegó un soldado de aviación, saludó marcialmente y señaló que el transporte estaba aguardando. Al revés de lo que creía von Werra, el oficial de servicio en Hucknall no había enviado el automóvil por creer que el capitán van Lott fuese lo que pretendía, sino porque abrigaba serias sospechas de que se trataba de un impostor. Acababa de amanecer cuando el conductor hizo alto ante el cuartel general y guió a von Werra a la oficina del oficial de servicio. 
El oficial inquirió: -«¿Van Lott? Siéntese; póngase cómodo»- 
-«Siento causarle molestias –dijo von Werra- Me gustaría no darle ningún quehacer. Lo mejor será que vaya a la torre de control y espere allí mi aeroplano. ¿Le parece?»- 
-«No es necesario. El control me telefoneará tan pronto establezca contacto con su avión»- No obstante, descolgó el teléfono y pidió que le pusieran en conferencia con la base de Aberdeen. 
-«¿Cree usted que es indispensable?»- 
-«Lo siento, pero ya sabe usted cómo son estas cosas. Tengo que presentar un informe, pura rutina, pero es imposible prescindir de ella. Además, dese cuenta de que tiene que identificarse debidamente. Tenga la bondad de enseñarme su disco de identidad»- 
Confiadamente von Werra descorrió el cierre del bolsillo superior de su traje de vuelo y buscó el disco. Cuando lo tocó con los dedos se quedó de una pieza. El sudor y el calor del cuerpo habían reducido el cartón a una masa pegajosa. No se atrevió a sacarlo. Mientras continuaba buscando para ganar tiempo, sonó el teléfono. Aquella llamada lo salvó. El oficial de servicio descolgó el auricular: -«Sí –contestó al telefonista-. ¡Ya era hora! Comuníqueme... ¿Es Aberdeen?»- Sin duda no le habían conectado bien porque muy pronto comenzó a gritar exasperado. Von Werra retrocedió hacia la puerta, levantó las cejas y le hizo un ademán al oficial de servicio como que iba a lavarse las manos. Se dirigió en puntas de pie hasta la puerta principal. Una vez fuera, se agachó hasta que hubo pasado las ventanas y luego corrió hacia los hangares. El tiempo era ya factor vital supremo. En el primer hangar estaban en obras, luego de cruzarse con algunos obreros que lo miraron con curiosidad, se encontró ante una fila de bombarderos bimotores. Como estos no le servirían de nada, siguió hasta el segundo hangar donde descubrió un grupo de Hurricanes. Se inclinó sobre el fuselaje de uno. Se trataba de un Mark II, tipo todavía secreto, no utilizado aún en combate. Una sección de Hucknall era base de adiestramiento para pilotos de la R.A.F.; el otro sector era una estación experimental sumamente secreta de Rolls Royce. Era en este sector secreto donde se había metido von Werra. La perturbación de la zona que estaba en construcción había abierto un resquicio en la normalmente impecable seguridad. Se acercó a un mecánico que había por allí: -«Buenos días –le dijo con voz autoritaria-. Soy el capitán van Lott, piloto holandés. Acaban de destinarme aquí. Pero nunca he volado en Hurricanes. El oficial de guardia me manda para que usted me enseñe el manejo de los mandos y pueda hacer un vuelo de práctica. ¿Qué aparato está listo para despegar?»- 
El mecánico, empleado de Rolls Royce, preguntó: -«¿No se habrá equivocado usted de lugar? Esta es una empresa particular»- 
-«Ya lo sé. Pero el oficial de guardia ha dicho que venga a usted. No tengo mucho tiempo»- 
-«No puedo atenderle hasta que haya firmado en el Libro de Visitantes. Espere un minuto, capitán, para que traiga al gerente»- 
Reapareció el mecánico con un hombre que vestía una especie de blusa caqui. El hombre sonrió y saludó amablemente a von Werra: -«Me dicen que ha venido usted a recoger un Hurricane. Si quiere venir conmigo arreglaremos en seguida las formalidades en la oficina»-. Von Werra lo siguió de mala gana. El tiempo era crucial. El gerente lo llevó a una oficina pequeña donde un hombre de uniforme azul, indudablemente un policía del establecimiento, estaba sentado ante un enorme libro. 
-«Simplemente –dijo el policía- llene la primera línea libre»- 

La anotación tenía que hacerse a lo ancho de dos páginas que estaban divididas en columnas. Para que no le delatara el estilo alemán de su letra, von Werra escribió con caracteres de imprenta, y sin dificultad alguna, la respuesta a los encabezamientos de las cuatro primeras columnas, que eran fecha, nombre, nacionalidad, y posición. Los otros requerimientos carecían de sentido para él, pero el policía le ayudó a llenarlos y el formulario quedó cumplimentado. El gerente declaró que todo estaba en orden, salvo la recepción de las instrucciones escritas para la entrega del Hurricane. Von Werra dijo que estaban en su valija y que llegarían de un momento a otro en aeroplano. Entretanto, y para ahorrar tiempo, ¿no podrían darle instrucciones sobre los mandos de los Hurricanes? 
-«Ahora mismo –respondió el gerente-. Ya ha firmado usted el libro y no hay ningún inconveniente»- 
Al salir de la oficina con el mecánico, von Werra lanzó una recelosa mirada en derredor. Aún no se veían uniformes de la R.A.F. ¡Si el oficial de servicio le diese siquiera cinco minutos más! El mecánico se dirigió a uno de los nuevos Hurricanes, corrió hacia atrás la cabina y von Werra trepó al interior. Comenzó a explicarle el extraño tablero de instrumentos y los desconocidos mandos. Von Werra estaba pendiente de cada palabra. Gran parte de las explicaciones le resultaban confusas, pero concentró su atención en las cosas esenciales para no hincar el morro en tierra al despegar. Antes de que el mecánico pudiese adivinar su movimiento, von Werra apretó el botón de arranque. 
-«¡No haga usted eso! –exclamó el mecánico-. No puede arrancar sin el acumulador de pista»- 
-«Entonces ¡tráigalo!»- ordenó von Werra. 
-«Lo está utilizando otro»- 
-«Tráigalo, por favor –rogó sonriendo con amabilidad-. La verdad es que tengo muchísima prisa»- 
El mecánico condescendió, fue en busca del mecanismo de arranque eléctrico y volvió poco después guiando el vehículo por el pavimento asfaltado. Se paró debajo del motor, saltó al suelo y levantó el cable por encima del hombro para conectarlo. Cuando von Werra hacía funcionar la bomba inyectora, oyó una voz que sonaba por encima de él: -«¡Bájese de ahí!»- 
Levantó von Werra los ojos y se encontró ante la boca de una pistola automática y los fríos ojos azules del oficial de servicio. 
-«He hablado con Aberdeen»- le dijo por toda explicación. 
La comunicación con Aberdeen había sido difícil y sólo a fuerza de gritos y repeticiones había logrado el oficial de servicio entenderse con su interlocutor al otro lado de la línea telefónica. Le habían cortado la comunicación varias veces, pero por fin se había enterado de que el capitán van Lott era un impostor. Considerado retrospectivamente, el plan de von Werra presentaba un error fundamental: en la R.A.F. no existe el grado de capitán. Pero resulta un hecho asombroso que tal plan (aún con error incluido) haya llevado a su autor a un aeródromo inglés, donde estuvo a punto de escaparse con un Hurricane. Los ingleses, siempre propicios a dejarse ganar por la audacia, la iniciativa y la atracción de una personalidad simpática, se sintieron inclinados a admirar la proeza. Uno de los funcionarios de Rolls Royce hizo la siguiente observación: «Muchos de nosotros, que tenemos sangre deportiva, casi lamentamos que no se saliera con la suya». Los cinco fugitivos, todos los cuales quedaron detenidos en veinticuatro horas, fueron castigados con catorce días de encierro e incomunicación en Swanwick. La blandura de la pena se debió probablemente a que el comandante del campamento sabía que muy pronto iba a verse libre de ellos. La última mañana de su condena, les comunicó que al día siguiente los enviaría a Canadá con otra tanda de prisioneros. Para von Werra, el desplazamiento suponía sencillamente otra oportunidad de escapar, y Canadá tenía la inmensa ventaja de limitar con los Estados Unidos, por entonces aún neutrales. Acto seguido empezó a preguntar cosas a los prisioneros que conocían algo el país y a enterarse de cuanto pudo sobre la geografía y las costumbres canadienses. 

-«Tengo el presentimiento –dijo-, más que el presentimiento, de que voy a tener suerte en Canadá»- 
Hasta el momento de zarpar el «Duchess of York» del puerto escocés de Greenock, el 10 de Enero de 1941, con 1.050 prisioneros a bordo, von Werra fue vigilado por una guardia especial, atención que más que molestarle, le halagó. Durante la travesía pasó largas horas sumergido en una bañera llena de agua helada que procedía del mar. Quería acostumbrar a su cuerpo a las bajas temperaturas por si tenía la ocasión de darse una zambullida cuando anclase el buque. No se presentó la oportunidad en Halifax, donde arribó el barco el 21 de Enero, y von Werra puso sus esperanzas en el tren adonde fueron conducidos los prisioneros. En el vagón que le tocó en suerte iban 35 prisioneros y 12 guardianes. Había hielo entre las dobles ventanillas del vagón y era de presumir que estuvieran atascadas por congelamiento. En todo caso, estaba prohibido a los prisioneros tratar de abrirlas. Cuando von Werra se enteró de que el tren iba rumbo a un campamento de prisioneros en Ontario, en la ribera del Lago Superior, comprendió que pasaría cerca de la frontera. El único medio factible de escapar era lanzarse por la ventana a la nieve. Esto equivaldría a suicidarse mientras el tren estuviese en plena marcha; y tampoco era posible intentarlo en las paradas, porque los guardianes estaban, en estos casos, especialmente alertas y se reforzaba la vigilancia con guardianes adicionales fuera del tren. La mejor ocasión sería inmediatamente después de una parada, antes de que el tren cobrase velocidad, y el momento más propicio, un poco antes del amanecer. Mientras sus compañeros de asiento vigilaban a los guardianes, von Werra se hincó de rodillas y consiguió abrir más o menos un centímetro la ventanilla interior. La abertura era apenas visible, pero permitía que el calor del vagón llegase al hielo de la contraventana. Al cabo de un rato se inició un levísimo goteo de agua. El deshielo era, sin embargo, sumamente lento y, después de veinticuatro horas de espera, von Werra pidió a los otros prisioneros que abriesen del todo las palancas de los reguladores de calor. No obstante, una vez deshelada la ventanilla, ¿cómo iba arreglárselas para burlar la vigilancia de los guardianes cuando intentase abrirla? ¿Y cómo iba a ponerse el abrigo sin despertar sospechas? 
Todo candidato a la evasión necesita que le ayude la suerte. Y fue la suerte la que resolvió los problemas de von Werra. En la cena de aquella noche dieron a los prisioneros una caja entera de manzanas. Se las comieron todas. Pero tantas manzanas, después de una comida desusadamente abundante, resultaron demasiado. Ya de medianoche se formaron largas filas esperando turno para ir al baño. A los guardianes, la situación les parecía sumamente divertida; su atención se dispersaba y con frecuencia quedaba solamente uno de ellos en el vagón. A pesar del calor imperante, algunos de los prisioneros más indispuestos, se envolvieron en abrigos y mantas y se hundieron en sus asientos con los brazos cruzados sobre su estómago. Cuando el tren aminoraba la marcha para la próxima estación, von Werra se levantó, desdobló y estiró la manta con la que se había cubierto. Oculto por la misma, uno de sus compañeros se arrodilló y abrió completamente la ventanilla interior. Durante la parada en la estación, la ventanilla exterior se desheló rápidamente. Al arrancar el tren, como distracción, varios prisioneros levantaron la mano para ir al baño. Mientras uno de sus compañeros repetía la maniobra de la manta, von Werra se puso de pié, agarró la ventanilla exterior y tiró hacia arriba. La ventanilla no se movió. Volvió a tirar. La ventanilla se abrió suavemente. Un momento después, von Werra se arrojó de cabeza y aterrizó aturdido, pero regocijado, en la nieve. Los demás pudieron cerrar ambas ventanillas sin ser vistos, y la fuga no se descubrió hasta que el tren estuvo a varios centenares de kilómetros de distancia. Según las autoridades canadienses, von Werra escapó del tren cerca de Smith Falls, provincia de Ontario, cuando se encontraba a 50 kilómetros escasos de la frontera estadounidense. Es indiscutible, sin embargo, que a las siete de la mañana del 24 de Enero llegó a Johnstown, en la orilla norte del río San Lorenzo, y vió las luces titilantes de Ogdensburg, estado de Nueva York, que le hacía guiños desde la otra orilla. Caminó hasta llegar a un desierto campamento veraniego, donde encontró un bote de remos volcado. Lo enderezó y con esfuerzo lo arrastró hasta un canal deshelado. No tenía remos, pero la suerte le ayudó una vez más: la corriente llevó suavemente el bote a la orilla estadounidense. Tan pronto como el bote tocó el borde, von Werra saltó afuera y corrió orilla arriba. En la primera carretera vió un coche estacionado que tenía matrícula de Nueva York. La conductora, enfermera de un hospital cercano, se disponía a ponerlo en marcha. 
-«Dispense usted –dijo ansiosamente von Werra-, ¿estoy en los Estados Unidos?»- 
-«Está usted en Ogdensburg»- contestó la enfermera.
 
-«Soy oficial de la fuerza aérea alemana. Soy... –se corrigió- era prisionero de guerra»- 
Todavía no estaba a salvo en modo alguno. Cuando las autoridades de inmigración estadounidense lo acusaron de entrada ilegal en el país y lo entregaron a la policía de Ogdensburg, numerosos reporteros sitiaron la celda de von Werra. Su personalidad, sus relatos sobre su cautiverio y sus varias tentativas de fuga, proporcionaron abundante material para publicar. El «Journal» de Ogdensburg decía en uno de sus editoriales: «En su conferencia, con desbordante representación de la prensa, von Werra relató sus peripecias con un estilo que habría asombrado a Joseph Conrad o al autor de las Mil y una noches». La publicidad de la prensa, los noticiarios cinematográficos y la radio, dieron a su caso proporciones internacionales. El cónsul alemán, pagó una fianza de 5.000 dólares y se lo llevó a Nueva York. En Alemania, la publicidad dada a su fuga lo elevó a la categoría de héroe nacional. Entretanto, Canadá había intentado hacerlo detener por el robo de un bote de remos valuado en 35 dólares. Por su parte, Inglaterra, profundamente convencida de la amenaza que representaba von Werra para la seguridad inglesa, hacía también todos los esfuerzos posibles para lograr su extradición. El 24 de Marzo unos funcionarios consulares alemanes le comunicaron que nuevas gestiones que se estaban realizando en Washington darían probablemente el resultado de que fuese devuelto a Canadá. Era conveniente perder la fianza, que ya se había elevado a 15.000 dólares, y salir ilegalmente del país a toda prisa. Burlando a los investigadores del F.B.I (que controlaban sus movimientos), consiguió tomar un tren para El Paso (Texas) y cruzar el puente internacional disfrazado de campesino mexicano. La embajada alemana en México le arregló un pasaporte con nombre supuesto y le consiguió un pasaje aéreo para Alemania, vía Río de Janeiro y Roma. Von Werra llegó a Berlín el 18 de Abril de 1941. Goering lo ascendió a «Hauptmann» (capitán) y Hitler lo felicitó personalmente por la escapatoria. Hubo, además, muchas fiestas y recepciones en su honor. 
La fuga de von Werra tuvo una repercusión mucho mayor que la osadía de una hazaña individual: su informe sobre los métodos de interrogación ingleses (convertido luego en un folleto de 12 páginas que llegó a ser de estudio obligatorio para todas las dotaciones aéreas) produjo efectos inmediatos. De allí en adelante, los ingleses descubrieron que los pilotos alemanes capturados estaban en extremo sobre aviso en cuestiones de seguridad. Von Werra informó, por ejemplo, que los interrogadores ingleses mostraban extraordinario interés en los números de estafeta de campaña de los prisioneros, y que con frecuencia se tomaban grandes molestias para obtener esta información aparentemente inocua e inútil. Cuando los alemanes estudiaron el asunto, se dieron cuenta de que los ingleses podían deducir, del número de estafeta de campaña del prisionero, la unidad a que pertenecía y el lugar en donde dicha unidad se encontraba. Al punto se cambió el sistema de numerar. Von Werra visitó también Dulag Luft, el centro aéreo de interrogación alemán, y cuando presenció algunos interrogatorios, los halló tan superficiales que expresó: «Prefiero que me pregunten media docena de indagadores alemanes que un solo experto inglés». A consecuencia de su visita, Dulag Luft adoptó muchos de los métodos ingleses. 
En una gira que hizo por los campamentos alemanes de prisioneros de guerra para recomendar medidas contra las evasiones, descubrió que las condiciones de vida eran peores que las que él había gozado en Inglaterra. Entonces presentó una serie de sugerencias para mejorar la suerte de los prisioneros ingleses. En el libro que escribió para relatar las aventuras de sus escapatorias, se muestra sorprendentemente amistoso y reconocido para con los ingleses. A tal punto, que el Ministerio de Propaganda alemán prohibió su publicación por considerarlo demasiado pro británico. 
 
Dos semanas después del ataque alemán a Rusia, von Werra fue destinado a aquel frente como líder de la JG53 («Jagdgeschwader»), la famosa escuadrilla conocida como «Pik-As» (también llamada «As de Espadas»), donde se le reconocieron otras ocho victorias aéreas, lo cual elevó a 21 el número de aviones derribados por él. 

Emblema JG53 «As de Pique» 
 

En Septiembre trasladaron su grupo a Holanda y lo asignaron a la vigilancia y defensa costeras. 
El 25 de Octubre de 1941, durante un vuelo rutinario, su avión tuvo una falla en el motor, cayó al mar y el capitán Franz von Werra pereció. 

Fuente: «The One that Got Away» por H.K.Burt y T.J.Leasor.


jueves, 15 de agosto de 2013

Acrobacia: Una maniobra corta y difícil con un "misil tripulado"

Ongena y su TRT

El legendario piloto de la Fuerza Aérea belga Bill Ongena solía hacer algo con su F-104G que incluso Lockheed y sus pilotos de pruebas creían imposible: un touch-roll-touch (tocar-rolido-tocar) con una aeronave notoria por su falta de aerodinámica a bajas velocidades.