domingo, 14 de julio de 2019

Caza de largo alcance: Túpolev Tu-28


Tupolev Tu-28




El Tupolev Tu-28 (en ruso: Ту-28 / Ту-128, designación OTAN: Fiddler) fue un avión interceptor desarrollado por la Unión Soviética en los años 1960, entrando en servicio en la Defensa antiaérea soviética (PVO) y siendo el interceptador todo tiempo de mayores dimensiones del mundo. También recibió la designación de la oficina de proyectos Tu-128.




Historia

En 1955, el PVO emitió una especificación para un avión interceptor de largo alcance para defender el extenso territorio de la Unión Soviética, que al ser tan amplio sería imposible de crear una defensa antiaérea terrestre que asegurase todas las zonas del país y los países aliados, desde la frontera con Europa, los países miembros del Pacto de Varsovia hasta la frontera con China y Japón en la costa del Océano Pacífico.



Para ello, Tupolev desarrolló un avión interceptor de gran tamaño, provisto de un radar potente y misiles aire-aire similar al bombardero Tu-105. El avión experimental designado '128' por la oficina de proyectos (OKB), realizó su primer vuelo en 1959, y su versión operacional, el Tu-28P (Fiddler-A), comenzó a producirse en serie en 1963. Este fue reemplazado posteriormente por el Tu-128 (Fiddler-B).



El avión, basado en el diseño del modelo de bombardero supersónico fallido Tu-98 que nunca se construyó en serie, tenía unas alas en flecha largas, con el tren de aterrizaje principal en dos contenedores alares. Llevaba dos turborreactores Lyulka AL-7F-2 montados en el fuselaje con un timón vertical de cola entre los motores gemelos, con un diseño especial para alta velocidad.

A diferencia del bombardero supersónico Túpolev Tu-22, que ya estaba en plena construcción en serie, no tenía una bahía interna para armas, que se transportaban en sujeciones externas bajo las alas, como un avión caza de combate convencional, dejando el fuselaje central para llevar los depósitos de combustible internos, lo que aumentaba su capacidad operativa y le permitía mantenerse en el aire durante largo tiempo, en misiones de patrulla muy extensas en las fronteras del país. El Tu-28P llevaba dos asientos en tándem, con cabinas separadas y los pilotos entraban por compuertas sobre la cabina de mando, con escaleras externas como en un caza de combate convencional y el avión espía Lockheed SR-71, que era un avión supersónico de similar peso y tamaño.



El Tu-102 llevaba un radar ventral, pero el Tu-28P de producción usaba un radomo en el morro del avión para un radar de búsqueda de banda I (8-10 GHz), conocido como Smerch (tornado, designación OTAN "Big Nose"), con un alcance de detección de unos 50 km y un alcance de combate de 40 km. A pesar de su potente radar, el avión dependía de la coordinación de los radares en tierra para buscar sus blancos, determinar su posición, altura, velocidad y trayectoria, para interceptar a un avión enemigo a gran altitud operativa y lejos de las bases militares que debían ser defendidas, lo que era muy usual en esa época de la Guerra Fría, aunque no era un avión caza diseñado para entrar en combate contra otros aviones caza, que eran más pequeños, ligeros y tenían mayor maniobrabilidad.



En los años posteriores, solía tener como pareja al avión de turbohélice Tu-126 en su variante de alerta aérea temprana, un avión subsónico de largo alcance con cuatro motores de hélices contrarrotativas de ocho palas, para detectar a los aviones enemigos en los lugares lejanos a las posiciones defendidas, que volaba junto al avión interceptor como un avión guía de ataque, algo muy adelantado para su época. Como interceptor, el Tu-28P podía enfrentar un combate a gran velocidad contra un avión bombardero, desde una larga distancia y fuera del alcance visual del piloto, pero no tenía apenas equipo contra guerra electrónica, ni un receptor de alertas radar (RWR) como los nuevos interceptores de Sujoi.



El Tu-28 era un inteceptor puro, y con su alta carga alar, aviónica convencional y pobre visibilidad, además de su peso, lo hacían poco ágil para entrar en combates contra otros aviones caza, por su gran tamaño y peso, comparable a un avión bombardero pero con alas en flecha más extendidas hacia atrás con un diseño especial para alta velocidad. Su tarea principal era interceptar, combatir y derribar a los bombarderos de la OTAN como el B-52 en los lugares lejanos del país, lejos de las bases aéreas y los lugares que debían ser defendidos, desde la frontera con Noruega hasta la frontera con Japón, por la gran extensión territorial de la Unión Soviética y no el combate aéreo con otros aviones caza más pequeños.



El armamento del Tu-28 consistía en cuatro misiles aire-aire de gran tamaño Bisnovat R-4 (AA-5 Ash), generalmente dos R-4R con guía semi-radar y dos R-4T infrarrojos, estando los primeros en las sujeciones externas de las alas y los segundos en las internas, muy cerca del fuselaje central. A pesar de ser misiles obsoletos en pocos años, no fueron reemplazados por armas más modernas durante su producción en serie, en plena Guerra Fría.




La producción del Tu-128 finalizó en 1970, fabricándose un total de 188 unidades, de las que dos tercios permanecieron en servicio durante los años 1980 , en plena Guerra Fría, como avión interceptor supersónico de largo alcance para enfrentarse a bombarderos enemigos. Además, se crearon diez aviones de entrenamiento en 1971 y cuatro convertidos a partir de los cazas, con designación Tu-128UT, con una cabina adicional delante de la cabina del piloto, reemplazando a un radar, en un fuselaje extendido con un bulto bajo la cabina de mando, los tres tripulantes accedían desde la parte superior del fuselaje con escaleras externas, como en el avión bombardero supersónico Convair B-58 Hustler. El Tu-128 fue abandonado poco a poco a favor de otros aviones más modernos, que entraron en servicio activo para cumplir su misma misión, como el interceptor supersónico Mikoyan-Gurevich MiG-25 y luego, el más moderno Mikoyan MiG-31 , que tenían mayor velocidad, más maniobrables y mayor capacidad de combate, aunque algunos siguieron en servicio, incluso hasta 1992. Los proyectos de actualización, designados como Tu-138 y Tu-148, fueron abandonados por su alto costo de producción, limitaciones del diseño y porque la línea de producción estaba ocupada con la construcción en serie de los aviones bombarderos supersónicos Tu-22.



Es un avión caza poco conocido en occidente, no se exportaron a otros países por su misión específica de defender los lugares lejanos de un país tan extenso como la Unión Soviética, su fabricación en serie fue muy limitada por el alto coste de producción y las misiones, muy específicas, en las que debía operar. Los únicos informes de combate del Tu-28 publicados fueron la destrucción de globos de reconocimiento de la OTAN, pero las operaciones de intercepción a misiones de reconocimiento de aviones enemigos o aviones de espionaje no fueron publicados, y los posibles incidentes en las fronteras del país no han sido revelados. Finalmente fue reemplazado por el caza escolta supersónico Mikoyan-Gurevich MiG-25 que tenía mayor velocidad, era más maniobrable y tenía mejor rendimiento de vuelo, del que se fabricaron más de mil unidades.




Diseño

Es un avión caza grande y pesado, de diseño bimotor y biplaza, de vuelo supersónico, largo alcance y capacidad para volar a gran altitud, diseñado para interceptar aviones bombarderos enemigos y defender los lugares lejanos de las posiciones defendidas durante la Guerra Fría, en misiones de larga duración por la extensión de la Unión Soviética.



Los dos tripulantes de la aeronave, piloto y copiloto, ingresaban por la parta superior de la cabina de mando, con escaleras externas, en forma similar a un avión caza convencional, tenía una versión de tres plazas para el entrenamiento de pilotos, que nunca se fabricó en serie.



Su vida operativa fue muy corta, debido al alto costo de mantenimiento de un avión supersónico, el desgaste de los motores y la fatiga sobre las alas, en los vuelos a velocidad supersónica y a gran altitud operativa, y por la entrada operativa del nuevo interceptor Mikoyan-Gurevich MiG-25, que era un diseño más resistente y estable, tenía más velocidad y alcance en combate.



Las alas principales eran de tipo flecha, instaladas en la parte baja del fuselaje central, se inclinaban hacia abajo para tener mayor capacidad de elevación y tenían cuatro pilones de carga de armas, para transportar cuatro misiles grandes y pesados bajo las alas, dos R-4T infrarrojos y otros dos R-4R semi activo de radar, de más de 5 metros de largo y 490 kilos de peso, con un alcance de más de 25 kilómetros, algo muy avanzado para su época, fue el primer avión de combate con capacidad de ataque más allá del rango visual del piloto.



El tren de aterrizaje principal tenía un boogie con cuatro ruedas a cada lado y se guardaban en contenedores bajo las alas, en forma similar al diseño del bombardero supersónico Túpolev Tu-22 y el bombardero subsónico Túpolev Tu-95, fabricados por la misma empresa, el tren de aterrizaje delantero tenía dos ruedas y se guardaba bajo la cabina de mando, era de diseño alto y reforzado para soportar el peso del potente radar, la cabina biplaza y el peso de la aeronave, necesitaba una gran inclinación y velocidad durante las maniobras de despegue y aterrizaje, en pistas de aterrizaje muy largas, siendo el caza más grande y pesado jamás construido.



Las toberas de ingreso de aire a los motores gemelos eran grandes y se extendían bien adelante del fuselaje central, hasta los costados de la cabina de mando, con un control de flujo de aire supersónico fijo, en forma parecida al bombardero supersónico de Francia Dassault Mirage IV, para controlar las grandes presiones de aire que ingresaban a los motores a velocidad supersónica y volando a gran altitud. Durante las maniobras de despegue y aterrizaje, se podían abrir unas tomas de aire auxiliares a los costados de los motores, en los túneles de ingreso de aire para aumentar su potencia, algo poco conocido en su época pero que luego fue muy común en los aviones supersónicos diseñados en años posteriores.



Fue el primer intento de la empresa Tupolev en participar en el diseño de aviones de combate pesados y de largo alcance para el gobierno, el trabajo comenzó en 1958, basado en un prototipo único existente del bombardero supersónico fallido que nunca se construyó en serie, el Tu-98 que sería el reemplazo programado del bombardero pesado Túpolev Tu-95, según las propuestas de los técnicos y la tendencia de la época de fabricar aviones caza más grandes y veloces, para enfrentar a los nuevos diseños de aviones caza occidentales que se podrían fabricar en serie en el futuro, en el programa TFX de comienzos de la década de 1960, con la filosofía de diseño de cazas que se concentraba en la velocidad, potencia y uso de misiles aire-aire.



Estos veloces aviones de combate serían el futuro de la defensa aérea en la segunda mitad de la Guerra Fría, como el proyecto del avión espía Lockheed SR-71 que se sospechaba sería un interceptor supersónico, el proyecto del caza supersónico Convair F-106 Delta Dart de Estados Unidos, el caza supersónico de Suecia Saab 37 Viggen, el caza supersónico de Inglaterra English Electric Lightning y el diseño experimental del caza de Canadá Avro Canada CF-105 Arrow que finalmente nunca se fabricó en serie, y que se supone serían la norma de diseño de aviones caza en el futuro, que volarían a velocidad supersónica y con mayor altitud operativa, en la segunda mitad de la Guerra Fría.



Con su peso máximo de 43 toneladas, fue el caza interceptor más pesado para entrar en servicio durante la época de la Guerra Fría, del que no se construyeron muchas unidades en serie por su alto costo de producción y mantenimiento, costo de hora de vuelo y limitaciones en su diseño, y porque al final, no se construyeron los nuevos diseños de aviones caza supersónicos occidentales, que serían tan grandes y pesados como el diseño original, propuesto por la empresa Túpolev como el futuro del combate de aviones caza supersónicos.



Debido a la aparición de nuevos misiles de defensa y aviones supersónicos de menor tamaño, que se podían fabricar en serie en mayores cantidades, estos grandes aviones caza supersónicos de largo alcance, quedaron obsoletos y no se continuó con su desarrollo, debido a su función muy específica de enfrentar en combate a objetivos enemigos lejanos, en caso de una guerra convencional o nuclear, pero recientemente, con los acuerdos de limitación de armas estratégicas START II entre Rusia y Estados Unidos para desmantelar los misiles, se ha iniciado un nuevo programa de diseño y desarrollo, para la construcción de nuevos aviones supersónicos de largo alcance, que volarán en el nuevo siglo, donde los nuevos diseñadores de modernos aviones de combate supersónicos, han regresado a buscar las soluciones para los problemas aerodinámicos que se presentan durante las velocidades supersónicas en aviones de largo alcance, que los técnicos encontraron y solucionaron con éxito en su época.

Especificaciones del Tu-28


Referencia datos: Tu-281​

Dibujo 3 vistas del Tupolev Tu-128.

Características generales

Tripulación: 2 (piloto y operador de radar)
Longitud: 27,2 m (89,2 ft)
Envergadura: 18,1 m (59,4 ft)
Altura: 7 m (23 ft)
Superficie alar: 80 m² (861,1 ft²)
Peso vacío: 24 500 kg (53 998 lb)
Peso cargado: 40 000 kg (88 160 lb)
Planta motriz: 2× Turborreactor Lyulka AL-7F-2.
Empuje normal: 107,9 kN (11 003 kgf; 24 257 lbf) de empuje cada uno.


Rendimiento

Velocidad máxima operativa (Vno): 1 740 km/h (1 081 MPH; 940 kt) (Mach 1,65) a altas cotas.
Alcance: 3 200 km (1 728 nmi; 1 988 mi)
Techo de vuelo: 19 500 m (63 976 ft)
Régimen de ascenso: 125 m/s (24 606 ft/min)
Carga alar: 500 kg/m² (102,4 lb/ft²)
Empuje/peso: 0,55


Armamento

Misiles:
4 x Bisnovat R-4 (generalmente 2 R-4R guiados por radar y 2 R-4T guiados por infrarrojos).

sábado, 13 de julio de 2019

Malvinas: El estratégico ataque al Atlantic Conveyor

El letal ataque al Atlantic Conveyor: el error estratégico que les provocó a los ingleses la mayor pérdida logística en Malvinas 

Cargado de helicópteros para el desembarco y todo tipo de pertrechos, el hundimiento del mercante modificó el plan de batalla británico en el avance final hacia Puerto Argentino

Por Loreley Gaffoglio || Infobae



Isla Ascensión (Territorio Británico de Ultramar), 5 de mayo de 1982.

"¡Están todos locos!", pensó el comandante de la 3° Brigada de los Royal Marines y comandante de las fuerzas terrestres, Julian Thompson, al observar con asombro en la Isla Ascensión que el grueso de la carga logística para el conflicto en el Atlántico Sur se concentraba en un único buque: el mercante Atlantic Conveyor, requisado junto a otras 40 naves civiles como apoyo de transporte a la flota británica, había sido designado con apremio por el Ministerio de Defensa inglés para que fuera reacondicionarlo. Y sí se hizo en tiempo récord.

Thompson no estaba solo en esa apreciación premonitoria: el comandante del Regimiento Logístico de Infantería de Marina, coronel Ivar Helberg, le dio la razón.

  El mercante Atlantic Conveyor de la compañia Cunard fue requisado los primeros días de abril de 1982 como buque de apoyo y modificado para que pudiera operar como plataforma de Sea Harriers y helicópteros durante la Guerra de Malvinas.



  Los aviones Harrier y Sea Harrier embarcados en la Isla Ascensión y que operaron en mayo desde el mercante.

Diez días después de la recuperación de las islas Malvinas por parte de la Argentina, el carguero de 202 metros de eslora y 15.000 toneladas ostentaba una plataforma de despegue vertical en popa, se habían reforzado sus bodegas y dotado con un nuevo sistema de comunicación. Contrarreloj, la conversión naval se ejecutó en el puerto de Plymouth, Devonport, desde donde zarpó el 25 de abril con gran parte de sus pertrechos

Debía repostar en Sierra Leona y atracar en Isla Ascensión para completar su carga estratégica: 8 aviones de combate Sea Harrier y 6 Harrier que debían ser trasladados al área de conflicto. Esas naves se sumaban a los cinco helicópteros Chinook, para desembarcar tropa y artillería pesada en San Carlos, y a otros 6 Wessex y algunos Wasp para la RAF. Los helicópteros también fueron utilizados durante el trasiego hacia el sur para transferir personal entre la flota británica.

  En Devonport se reacondicionó al Atlantic Conveyor en sólo 10 días para que pudiera operar en las islas Malvinas. Su aporte fue clave para trasladar material bélico y transferir tropa entre buques de la flota.

Su gran capacidad permitía además almacenar en encubierta, en contendores ISO dispuestos a cada banda, todo un arsenal: bombas de racimo, motores de cohetes, misiles antitanques, granadas y municiones. Y en sus amplias bodegas albergar tanques inflables y camiones cargados de combustible, botes para desembarco, una pista aérea vertical para montar en San Carlos, equipos desalinizadores y de iluminación, repuestos de aviones y helicópteros, generadores y otros pertrechos clave como tiendas de campaña, raciones y calentadores.

  El capitán Ian North y el comandante de la Marina Real, Mike Layard , supervisaron desde el puente de mando la reconversión y la estiba del buque que hasta el ´82 unía Europa con Estados Unidos.


Ian North, capitán del Atlantic Conveyor y veterano de la II Guerra supervisó desde el puente de mando junto al comandante de la Royal Navy, Michael Layard, la estiba en puerto: los aviones y helicópteros sin sus rotores habían sido dispuestos como piezas de un improvisado rompecabezas sobre la cubierta. Guarecidos con fundas anticorrosión, los flanqueaban otros containers que impedían su movilidad en las irascibles aguas del sur.

  Cubiertos por fundas y embalados, así viajaron los aviones de guerra. A los helicopteros se les extrajeron los rotores.

Auscultar a la flota

Todo un gran esfuerzo logístico. Aunque sin la previsión de que el Atlantic Conveyor se erigía en un objetivo demasiado rentable. Y especialmente vulnerable para la infalible dupla de aviones Super Étendard y misiles AM-39 Exocet de la Armada Argentina. Tras el embargo del gobierno francés, el ingeniero del Taller Central de Misiles, capitán de Fragata Julio Pérez, logró descifrar el código de los Exocet para su diálogo con los aviones supersónicos, ante la falta de colaboración de los expertos franceses. (Pérez también ideó en el Apostadero Naval Malvinas un improvisado remolque como lanzador de misiles terrestre para Exocet mar-mar. Su inventiva logró dejar fuera de combate al destructor HMS Glamorgan).

  Uno de los Harrier operando en el área de Malvinas desde el carguero registrado en Liverpool.

Protegido como nave núcleo durante el último tramo de su trasiego, el Atlantic Conveyor (AC) arribó al límite de zona de exclusión flanqueado por destructores y portaviones. La task force navegaba al noreste del archipiélago malvinense a mediados de mayo cuando los Harrier y Sea Harrier allí apostados cambiaron de ubicación. Con su destreza de despegue vertical abandonaban la estrecha plataforma del AC y se repartían en los portaaviones HMS Hermes e Invencible.

  La Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque de la Armada en la Base de Río Grande en 1982 junto a uno de los cinco misiles Exocet. “De haber tenido los otros cinco misiles, otro hubiese sido el daño infligido al enemigo”, dice Barraza.

El tráfico aeronaval enemigo en el área era incesante. Los patrullajes y ataques aéreos se sucedían mientras las tropas organizaban su acecho. A 150 km de allí, el radar TPS 43 de Puerto Argentino detectaba los ecos intermitentes de ese trajín, sin poder identificar blancos precisos, ni distinguir cuál era la plataforma naval.

Un binomio sin rival

Simultáneamente en la Base de Río Grande y días antes en la de Comandante Espora en Bahía Blanca, la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque de la Armada se adiestraba de manera intensiva. No podían operar desde el portaaviones 25 de mayo: los 5 Super Étendard con sus 5 misiles, de un total de 14 aviones y 10 misiles comprados a Francia, habían llegado 4 meses antes. Uno de ellos se usó para repuestos y el conflicto en el Atlántico Sur los sorprendió sin que pudieran regularse los sistemas inerciales, de frenado y catapulaje en pista de una plataforma chica como la del ARA 25 de mayo. Tal fue la precipitación de las hostilidades, que Argentina a instancias de Francia le cedió a Irak, entonces en guerra con Irán, su turno para recibir los 5 misiles restantes.

  El reabastecimiento de combustible que a 6000 metros de altitud realizaron Barraza (foto) junto a su líder de sección, Curilovic.

El objetivo de máxima con los Exocet antibuque apuntaba a los de mayor capacidad ofensiva y, en lo posible, a asestar un golpe psicológico, al golpear a los emblemáticos: el Hermes o el Invencible, que apoyaban a las fuerzas enemigas en su avance hacia Puerto Argentino. Pero antes había que detectarlos. Una tarea ardua dada la baja el 19 de mayo de los aviones de exploración P-2 Neptune por su electrónica vetusta y del alcance y precisión de los alejados y poco sofisticados radares en Puerto Argentino.

El 4 de mayo los pilotos de esa escuadrilla, Augusto Bedacarratz y Armando Mayora, propinaron su primer golpe letal con el binomio Super Étendard-Exocet al hundir al destructor HMS Sheffield al sureste de Malvinas. Ahora le tocaba el turno a otra sección. El capitán de corbeta Roberto Curilovic, alias Toro, su indicativo, y su numeral, el teniente de navío Julio Barraza, alias Mate.

  Julio Barraz y Roberto Curilovic en la Base de Río Grande en 1982

"Durante varios días el radar Malvinas continuó detectando actividad al noreste del archipiélago. Determinó un phi-omega, es decir un punto de latitud y longitud donde se hallarían los objetivos, y se nos ordenó atacar", cuenta Curilovic (71) a Infobae. El ex aviador naval, retirado con el grado de capitán de Navío en 1998, es el hombre clave de Aeropuertos Argentina 2000 que organizó los sucesivos viajes de los familiares de los caídos al cementerio de Darwin y ayudó a promover los procesos de identificación de los combatientes enterrados como NN.

  Roberto Curilovic durante la entrevista esta semana con Infobae (Santiago Saferstein)

Barraza (70) también describe minuciosamente la misión desde Vancouver, hacia donde emigró con su familia hace 29 años, tras dejar la Armada en 1986 con el grado de capitán de Corbeta. Alejado de la aviación, hoy preside una empresa de traducción de inglés y francés.



  El capitán de corbeta Julio Barraza con su condecoración Al Valor en Combate en su casa de Vancouver, Canadá, a donde emigró en 1990.

Sorpresa en el ataque

A las 11 del 25 de mayo debía despegar la sección de Río Grande con un misil de 600 kilos en cada ala derecha de sendos aviones. Se buscaba máxima efectividad de hundimiento. Pero la misión se postergó para las 14 debido a la indisponibilidad de reabastecimiento en vuelo.

Los dos Hércules KC-130 habían sido asignados simultáneamente a otra operación: el bombardeo a la fragata HMS Broadsword y al destructor HMS Coventry por parte de la intrépida escuadrilla de A4B Skyhawk de la Fuerza Aérea que operaba desde la base de Río Gallegos. Aquel 25 de mayo es recordado como una interminable pesadilla para la task force.

  El Super Étendar con su misil despegando de la base de Ushuaia.

Si el ataque al Sheffield había sido por el sur, el golpe esta vez sería el norte. Con diferencia de segundos, Curilovic y Barraza despegaron según lo planeado.

"Una vez cerrada la cabina, el piloto se fusiona con su máquina y no hay margen para ninguna distracción. Sólo existe, quizá, el temor oculto de fallar en una misión para la cual nos habíamos preparado durante años", dice Curilovic sobre el preludio de aquella legendaria misión.



  Así fue la ruta de ataque: desde Río Grande volaron mil kilómetros hasta la latitud de Puerto Deseado donde reabastecieron combustible. Luego viraron hacia el este y a un distancia de 37 km del blanco dispararon los misiles. Fueron 4.10 horas de vuelo.

En absoluto silencio electrónico, los dos "albatros" recorrieron 1000 km con rumbo norte hasta el encuentro a la altura de Puerto Deseado, a 6000 metros de altitud, con el avión tanquero que fielmente los esperaba inscribiendo círculos en el aire.

En una maniobra simultánea de extrema precisión se acercaron a las dos mangueras desplegadas en cada ala del KC-130 y se acoplaron a las canastas. "Sabían cuánto combustible debían entregarnos. Nosotros no pedimos absolutamente nada", evoca Curilovic.

Entre 15 y 20 minutos fueron suficientes para recargar los tanques. A partir de allí giraron al Este a 1000 km de velocidad. Y en los últimos 200 k descendieron en forma suave y se "escondieron" volando a 15 metros sobre el nivel del mar para no ser detectados. Así prosiguieron su ruta hacia el punto phi omega.

  Barraza, alias Mate, al arribar ya de noche el 25 de mayo de 1982. Todavía no sabía a cuál buque de la flota había impactado.

"Para comunicarnos nos acercábamos y hablábamos por señas. Hacia el Este la luz del día se acorta y ya se estaba poniendo oscuro. El sol asomaba bajo y tenue a nuestras espaldas y enfrente había un mar gris plomo con corderitos. Estábamos a unas 50 millas del blanco cuando trepamos a 100 metros. Encendimos los radares. Hicimos dos o tres barridos a izquierda y derecha de no más de tres segundos y fue una cosa de no creer. Lo que tantas veces habíamos practicado apareció en la pantalla: un eco grande en el centro, como una bananita dibujada en la pantalla, con otros dos ecos más chicos, uno arriba y otro abajo", describe Barraza.

Los pilotos descendieron abruptamente y continuaron con su aproximación. A unas 26 o 27 millas (37 km) del blanco volvieron a elevarse para hacer otra emisión de radar sobre la flota y ahí sí enganchar el blanco.

—Mate, al más grande—ordenó por radio Curilovic.

Barraza asintió con dos click. No quería hablar. Aunque sabía que con los primeros tres segundos del ploteo de radar ya habían sido detectados y seguramente estarían en la mira de los misiles Sea Dart. Los ingleses supieron además que se trataba de los radares de dos temibles Super Étendard, ya que contaban con las contramedidas electrónicas ajustadas para distinguirlos.

  

Desconocían de qué buques se trataban. Por el tamaño del eco podía ser el Hermes o el Invencible. "Pero eso no significaba invariablemente que el eco grande fuera un buque grande. Depende de si estaba presentándote la proa o el través. Pero no quedaba otra que ir sobre el blanco más grande", reconstruye Curilovic.

La ubicación que no había variado mucho de la aportada por el radar Malvinas. Los buques estaban a unos 150 kilómetros al noreste del extremo de la isla Soledad.


  El lanzamiento de uno de uno de los cinco misiles Exocet que se usaron en la Guerra de Malvinas e hundieron y averiaron al Sheffield, al Atlantic Conveyor y al portaaviones Invencible.

Ya a distancia de tiro, Toro y Mate iniciaron la secuencia del lanzamiento. Volcaron la información, conectaron unos switches y mantuvieron apretado el botón blanco de "disparo" para que la computadora dialogara con el misil y decidiera el momento oportuno en que debía salir para llegar al centro electrónico del blanco.

La segunda comunicación entre los pilotos fue el top de lanzamiento. A las 16.28, el desenganche casi simultáneo de esos 600 kilos produjo un pequeño estruendo seguido por un sacudón que descompensó levemente el ala derecha.

La punta nívea de ese arma subsónica casi infalible asomó por el parabrisas. Había que virar 180 grados, poner máxima potencia e huir ya que habían ingresado en el área de alcance de los Sea Dart. Pero Curilovic sucumbió al hechizo de los verdugos. Fue rehén de lo que se conoce como "fascinación de blanco".

  El recuerdo de aquella misión en una témpera que pintó Barraza y que lo acompaña en su casa de Vancouver: “El mar era de un profundo gris plomo y al dirigirnos hacia el este teníamos un sol bajo y tenue sobre nuestras espaldas”, rememora.

"Quedé como extasiado", dice. "Había una luz crepuscular y yo veía esas dos estelas de fuego que se dirigían hacia la flota y sólo pensé: ´Qué arma poderosa tenemos´. Conociendo el resultado del ataque al Sheffield, era improbable que los buques de superficie enemigos pudieran evitar el daño. Pensando en eso olvidé unos segundos que había que tomar distancia. Cuando reaccioné el avión de Mate se veía muy chiquito, porque él había cumplido con el procedimiento como correspondía".

"Algo espectacular va a suceder hoy"

Según consignan documentos británicos desclasificados, ese mismo 25 de mayo por la noche, al amparo de la oscuridad, el Atlantic Conveyor debía desembarcar tropa y a todos los helicópteros en San Carlos y comenzar la transferencia de los demás pertrechos con las primeras luces del alba. Por eso, horas antes el capitán del AC, Ian North, se jactaba ante la tripulación: "Bueno muchachos, es 25 de mayo. Algo espectacular va a suceder hoy".

  El Atlantic Conveyor antes del ataque. Navegaba como barco núcleo con la flota británica.

La emisión de radar de los Super Étendard había sido efectivamente detectada por la flota británica. Casi todos lanzaron chaff, nubes de partículas metálicas, para desorientar a los Exocet. En las pantallas de los destructores, los ingleses veían a esos contactos duplicarse y avanzar hacia el Atlantic Conveyor. Los Exocet navegaban tan cerca uno del otro que ambos podían observarse en un mismo monitor.

El HMS Invincible contraatacó con seis misiles con escasa eficacia: dos de ellos bajaron a un helicóptero propio, un Sea King, que oficiaba como cortina antisubmarina. Y los otros se perdieron en su propia nube de chaff o persiguiendo otros ecos espurios.

  Al misil Exocet se lo denomina “Fire and forget” (Tire y olvídese) ya que se trata de un arma con capacidad de autonomía para redireccionarse en vuelo y buscar el centro de gravitación del blanco.

Los misiles perforaron la cubierta de carga C, sobre la línea de flotación en la popa del Atlantic Conveyor. Minutos después con la detonación sobrevino la fatalidad: propagadas por la ingente cantidad de combustible de los tanques flotantes y del arsenal que cargaba, las llamas devoraron al carguero y sus "tesoros" bélicos. La explosión atravesó una banda y salió por la otra. La ocasión no podía ser más caótica para las tareas de salvamento: 15 minutos después, durante la incursión de la fuerza Aérea con bombas convencionales en el Estrecho San Carlos, el Broadsword es averiado y el Conventry se iba a pique.

Mientras tanto, Toro y Mate hacía ya rato que habían armado un rumbo mientras el jefe intentaba comunicarse con el avión tanque. "Ya era tarde y el Hércules se quedó orbitando lejos del lugar de la acción, pero sin ninguna defensa, siempre vulnerable a recibir algún tipo de ataque", reconoce el líder de la misión.

Final anunciado

La fragata HMS Alacrity intentó socorrer al AC. Se arrojó parte de la munición de los containers pero el vientre del carguero era ya un sinfín de brasas y explosiones. Desde una torre, el capitán Ian Norh evaluó los daños y ordenó el abandono del buque.


  El área de popa por donde ingresó uno de los Exocet.

La oscuridad atentaba contra el dramático salvamento. El último recuperado por el HMS Alacrity fue recién a las 23. De los 33 tripulantes, 12 murieron: tres en la explosión y otros 9 desaparecieron en el Atlántico. Entre ellos, Ian North (57), que en la II Guerra Mundial había sobrevivido cuando los alemanes torpedearon su embarcación.

  Ian North desapareció el 25 de mayo de 1982 en el Atlántico Sur. Tenía 57 años.

Fue un "enemigo digno", "honorable", coinciden los pilotos, porque cargado como estaba llevó su buque hasta Malvinas y cumplió con su país.

Euforia en el continente

 

Tras el segundo reabastecimiento y luego de 4:10 horas de vuelo, Toro y Mate aterrizaron ya de noche en Río Grande sin haber podido cuantificar los daños que aquella tecnología entonces sin rival había infligido. Toda la escuadrilla los aguardaba en la pista. Festejaban no sólo el presunto éxito de su misión, también el de la Fuerza Aérea en aquel día patrio. Una hora después estaban embarcados en un avión Elektra con destino a la base de Espora. Debían entrenarse en vuelos nocturnos. Mientras tanto, en Río Grande quedaba un último Exocet.

  El buque ardió durante tres días.

Tres días después, el Atlantic Conveyor se fue a pique y ello significó la mayor pérdida logística unitaria en la guerra. El enemigo se vio obligado a cambiar su plan de batalla basado en desplazamientos de tropa y artillería helitransportadas en el acecho final a Puerto Argentino.

Cuando el brigadista Thompson se enteró en San Carlos de que ya no contaba con los Chinook emprendió con sus hombres la asonada final a pie. En el frío paralizante de la turba aquellos 100 kilómetros finales recordaron una y otra vez el peor error de cálculo en la planificación de la logística de la guerra del Atlántico Sur.

  El largo camino a pie hacia Puerto Argentino tras el desembarco en San Carlos.

  El homenaje al buque hundido que el Príncipe Eduardo inauguró en 2006 en Malvinas