sábado, 10 de enero de 2015

Guerra de Fronteras en Sudáfrica: Introducción (Parte 1)

Guerra de Fronteras en Sudáfrica
Parte 1
Sistema de Armas
Traducción corregida: Alberto Manfredi

En el año 2010 se realizó la Copa Mundial de Fútbol en Sudáfrica, algo que ya había ocurrido en 1995, al organizarse allí la de rugby, que se adjudicó el país anfitrión luego de una final para el infarto contra los poderosos All Blacks. Lo que muchos ignoran, es que ese país estuvo en guerra con sus vecinos del norte, especialmente Angola, durante veintitrés largos años, en tiempos de la denominada Guerra Fría, desde 1966 a 1989. La fase final de aquel conflicto se transformó en una campaña convencional, donde la Fuerza Aérea de Sudáfrica tuvo que luchar contra un enemigo más numeroso y bien equipado, mientras padecía el embargo de armas impuestos por las naciones de occidente a causa de su política racial y supremacista conocida como “apartheid”, que duró varia décadas. Aún así, los sudafricanos alcanzaron notable éxito gracias a la pericia de sus pilotos, quienes lograron el máximo rendimiento con los aviones de los que disponían.

Existen en el mundo numerosas áreas denominadas “cuello de botella” que han sido causa de graves conflictos. El flujo del comercio mundial pasaba a través de ellos, a saberse, el Canal de Suez, el Canal de Panamá, el Estrecho de Ormuz en el Golfo Pérsico, por donde pasa gran parte del petróleo mundial, el de Sumatra entre Malasia e Indonesia, que enfrentó a ambas naciones en 1960 y el Cabo, en el extremo sur del continente negro, por donde cruzan los supertanqueros que no pueden hacerlo por el Canal de Suez.

Por esos años, el comunismo se estaba expandiendo por el mundo, impulsado por la URSS, y los países vecinos de Sudáfrica no fueron la excepción. De ese modo, la política rusa venía a reemplazar al antiguo colonialismo europeo y, sobre todo, a controlar esos cuellos de botella. En ese sentido, en 1961 Moscú prestó apoyó a los egipcios y luego, al perder ese escenario, hizo lo propio con Eritrea y Etiopía al sur del Mar Rojo y después en el estrecho de Madagascar, antes de recalar en Angola, base ideal para obtener el control de buena parte del Atlántico oriental, lo que sumado al dominio de Túnez, Argelia y Libia, le daría superioridad en la parte meridional del Mar Mediterráneo.



Mapa que muestra las áreas de operación de las aeronaves de reconocimiento naval soviéticas entre 1965 y 1986. Los puntos negros dentro de las superficies obscuras son las bases desde las cuales operaban los rusos en el exterior. Las acciones en Angola por parte de Sudáfrica y UNITA, estaban encaminadas a poner fin a esta expansión.

A la URSS le interesaba especialmente Sudáfrica por sus minerales estratégicos para productos de alta tecnología y motores de aviones, que sólo ella poseía. El dominio de estos minerales le daría una amplia ventaja frente a los EE.UU. de ahí su interés por dominar aquella nación como ya lo hacía con Angola y Mozambique. Namibia y Rhodesia harían las veces de escudos de sus fuerzas y desde allís lograría penetrar fácilmente en el país. Los rusos no ocultaban su interés por dominar el mundo y apoyaban los movimientos separatistas de todos los continentes.

Namibia, entonces llamada África del Sudoeste (South West Africa - SWA), era una colonia de Alemania que tras la Primera Guerra Mundial había pasado a Gran Bretaña que la incorporó a Sudáfrica. En Namibia el terreno era variado, desde un área desértica montañosa al oeste, hasta una sabana escasa en el este, pasando por un sector plano en la zona central. Owamboland en el centro, era una meseta de 500 kilómetros cuadrados difíciles de sobrevolar, con un litoral caracterizado por vastas extensiones de arena, sin rocas, muy difíciles de transitar y fáciles de atascarse.

La temperatura suele variar desde los 0 grados centígrados durante las noches a 40 grados al mediodía. El calor puede causar golpes y deshidratación, a lo que se deben añadir las moscas y el polvo que se introduce en los equipos y alimentos.

La SWAPO (Organización Popular del África Sudoccidental) fue creada en 1960 para liderar la independencia de la actual Namibia. Comenzó su campaña por la vía política, y poco después optó por la acción militar. En 1962, fue organizado su brazo armado, el ELP (Ejército de Liberación Popular), que recibió el apoyo de Angola, donde estableció sus bases. Instructores del bloque comunista entrenaron allí a sus tropas y pronto comenzaron a llegar armas enviadas provenientes de Rusia y China.

Los guerrilleros de la SWAPO hicieron su aparición en 1965 con una acción terrorista en Rundu. A partir de ese momento, atentados, asesinatos y golpizas a los civiles se hicieron frecuentes aunque con magros resultados. Eso llevó a sus dirigentes a concentrarse en la guerra fronteriza que duró hasta 1988. En 1966, se produjo el primer contacto entre fuerzas militares e insurgentes de la SWAPO y a partir de ese momento, el conflicto fue aumentando su escalada. Los terroristas evitaron el enfrentamiento armado, por ser más débiles y optaron por acciones de sabotaje, especialmente el sembrado de minas, destrucción de postes de teléfono, cortes de las líneas de comunicaciones e intimidación a la población con brutales palizas, asesinatos, y secuestro de niños para incorporarlos por la fuerza a sus filas. Solían atacar en la temporada de lluvias, cuando el agua obstaculizaba los desplazamientos y la vegetación se tornaba abundante y permitía esconderse con mayor facilidad. Durante la sequía, los guerrilleros se refugiaban en sus bases de Angola donde descansaba, entrenaban y se reaprovisionaban de municiones y de ese modo, el conflicto se tornó cíclico. En 1982, los rusos, con el apoyo de alemanes orientales y sobre todo, los cubanos, comenzaron a entrenar unidades especiales de la SWAPO, las denominadas secciones “Volcano”, destinadas a generar una "erupción " de violencia en Sudáfrica. Sin embargo, en la práctica, no tuvieron mucho efecto en comparación con otras organizaciones.

La principal arma ofensiva de la SWAPO fueron las minas, ya que las mismas se podían sembrar sin riesgo. Los artefactos detonaban cuando los guerrilleros ya se hallaban lejos, evitando el contacto con las fuerzas de seguridad. Sudáfrica reaccionó despachando blindados especialmente diseñados para resistir las explosiones. Funcionaban bien siempre que sus ocupantes estuviesen fuertemente amarrados en sus puestos. La operación consistía en apilar dos o tres minas y hacerlas estallar y así los vehículos podía proteger a los tripulantes, tecnología que años después emplearían las fuerzas coaligadas en Irak y Afganistán.

En 1970, Angola se tornó ingobernable. En noviembre de 1975, los portugueses se retiraron, dejando al país en el caos y sin medios para ser administrado. Portugal luchaba contra la insurgencia en Mozambique, Angola y Guinea-Bissau, y le estaba costando demasiado dominarlas. Las superpotencias pronto tomaron la iniciativa pero no pudieron evitar que la guerra se tornase un enfrentamiento de clanes o tribus rivales, como suele suceder en África.

Portugal no había sido capaz de unir y pacificar a las tres facciones locales y eso agravó la situación. El MPLA (Movimiento Popular para la Liberación de Angola), contó en Luanda con el apoyo comunista; en el norte operaba el FNLA (Frente Nacional para la Liberación de Angola) y al sur lo hacía la UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), que les hacía la guerra. Portugal entregó el poder al MPLA, que se negó a celebrar elecciones directas; China apoyó al FNLA y la UNITA y el MPLA hizo lo propio con la SWAPO. Poco después, Cuba comenzó a enviar tropas para apoyar al MPLA, seguidas inmediatamente después por asesores rusos. Fidel Castro quería mostrarle al mundo su poder y su capacidad para actuar en la región y aprovechó la coyuntira que le ofrecía el momento. Después de su retirada de Vietnam, EE.UU. estaba decidido a no intervenir en las guerras de África, en tanto los rusos comenzaban a preparar su invasión de Afganistán.

La CIA brindó apoyo a las organizaciones mercenarias que actuaban en la región y solicitó ayuda a Sudáfrica, cuyas fuerzas armadas (sobre todo la Fuerza Aérea) ya intervenían en Rhodesia. La central hidroeléctrica del río Cunene, próxima a la frontera con Namibia, fue el pretexto para la incursión sobre Angola en 1975.
En 1974, el MPLA creó las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA) que en apenas dos años pasó de ser una simple fuerza guerrillera a una organización convencional. En 1975, la UNITA declaró formalmente la guerra al MPLA/FAPLA y de esa manera se desencadenó la guerra civil en Angola, que duraría 30 años, con las dos superpotencias de turno (Rusia y Estados Unidos), alimentando el conflicto.

Sudáfrica ya intervenía en Angola desde 1966, cuando la SWAPO comenzó a atacar a la actual Namibia. Pretoria quiso evitar la presencia de países comunistas en sus fronteras y esa fue la brazón por la que penetró en Rhodesia y Mozambique, para ayudar a ls fuerzas locales a combatir la insurgencia. Fue así que se estableció la alianza con UNITA y como comenzaron las acciones contra el MPLA. En 1974, fueron enviados trece batallones para asegurar la frontera. A partir de 1978, comenzaron a atacar a la SWAPO acometiendo acciones preventivas contra sus centros de entrenamiento y bases logísticas.

Era imperioso desencadenar una guerra convencional contra las tropas cubanas, siempre bien pertrechadas por los rusos. Mao Tse Tung, en su libro sobre la guerra de guerrillas establecía que la revolución comunista debía seguir cuatro pasos: la organización, el terrorismo, la guerrilla y la guerra convencional. Los sudafricanos no esperaron que eso sucediera. En 1974, el ejército de Pretoria (SADF) inició acciones anti-guerrilleras aunque adoptando una política defensiva para no elevar la escalada del conflicto. La SWAPO consideró eso un signo de debilidad e incrementó sus ataques, penetrando hasta el centro de Namibia (África del Sudoeste), en un accionar mucho más ofensivo antes de que el ejército sudafricano irrumpiera en Angola.

Por el lado de las fuerzas comunistas, se pudo observar que solo colaborar con el FNLA, armando y entrenando a sus cuadros, era insuficiente, de ahí la necesidad de proveer también apoyo de Mando y Control, así como también logístico. De esa manera se inició la planificación y el control de las operaciones y Angola comenzó a recibir gran cantidad de armas rusas. Esa ayuda militar ascendió a $4000 millones entre 1977 y 1987 y solo ese último año, la cifra alcanzó el billón de dólares. Entre las armas que se enviaron a la ex colonia portuguesa destacaban quinientos cincuenta tanques y cincuenta y cinco aviones MiG-23. El general Konstantin Shaganovitch estaría a cargo del total de las fuerzas en Angola, incluidas las del FAPLA y la SWAPO a partir de 1985. Cuba también comenzó a enviar tropas elevando su presencia a diecinueve países del Tercer Mundo, sobre el que pretendía ejercer liderazgo, difundiendo la ideología comunista, adquiriendo experiencia militar y pagando a los rusos la ayuda que le venían brindando a su economía desde el triunfo de la revolujción. Cerca de doscientos cincuenta asesores cubanos llegaron a Angola en 1975; hacia 1987 sus tropas alcanzaban la cifra de 37.000 efectivos y en 1988 llegaron a 50.000.

En 1977, Sudáfrica cambió su estrategia pasando a la ofensiva, en un marcado intento por darle cazar a la SWAPO. La escalada de violencia comenzó a crecer en aquella guerra. Era claro que se podía controlar el total de la frontera y, de ese modo, ponerle freno a la infiltración del SWAPO ya que sus tropas eran insuficientes. Era necesario llevar a cabo ataques preventivos contra las bases de la SWAPO y de esa manera, la Fuerza Aérea Sudafricana (SAAF) comenzó a brindar cobertura a UNITA, operaciones que se incrementaron e intensificaron durante la denominada Operación de Protea en 1981. Las fuerzas de la SWAPO fueron literalmente barridas como amenaza entre 1983-1984.

Los rusos comenzaron a evidenciar problemas en Afganistán, de ahí la reducción de su presencia en Angola y el que los cubanos se hiciesen cargo del grueso de las operaciones. Tras las fuertes bajas sufridasd durante su primera incursión contra el ejército sudafricano, el alto mando del país caribeño se concentró en dos opciones: retirar sus tropas de forma masiva o apostar a una intervención militar a gran escala y eso último fue lo que decidió Fidel Castro, intentando revertir la situación. Necesitaba cambiar la derrota que estaba sufriendo por una victoria total, de ahí el envío de 30.000 efectivos en 1975, incluyendo nuevos lanzadores de cohetes BM-21 para la defensa de Luanda y un Batallón de Fuerzas Especiales. La guerra terminaría en 1988, luego de la campaña en Cuito Cuanavale y Río Longa, en el suroeste de Angola, con la derrota de 1988 y las fuertes pérdidas que llevaron a las partes al ámbito de las negociaciones políticas.


Guerra  Anti-guerrillas

El fundamento de la guerra de guerrillas es establecer bases en los países atacados y luego extender la campaña desde ellas. Esa fue la razón por la que los sudafricanos mantuvieron a la SWAPO en permanente hostigamiento, incluso en el norte de Angola. La SWAPO tenía que ser agredida  tanto como fuese posible, dado que de ese modo le quedarían pocas opciones para obtener la victoria sobre el enemigo. Cuando sus fuerzas eran perseguidas, no tenían iniciativa y eso las ponía en desventaja. Entre 1981 y 1983, perdieron 3.500 combatientes contra los 230 que sufrieron UNITA y las fuerzas de Pretoria.

La principal zona de operaciones fue el denominado sector 10 de Owamboland, donde se desarrollaron el 90 % de las acciones, así como el sector norte de la frontera. En esta etapa, la guerrilla podía ser detectada al cabo de tres días una vez efectuado el cruce de la frontera. La información brindada por los residentes locales fue otra importante fuente de inteligencia. Inmediatamente después, las unidades de policía Koevoet y Romeo Mike se lanzaban en persecución de los terroristas.

El ejército de Sudáfrica (SADF - South Africa Defense Force) recurrió a la tradición británica de crear batallones étnicos y eso funcionó bien. El primero de ellos fue el Batallón Owambo, formado por oficiales y sargentos sudafricanos de raza negra. Los Owambos demostraron ser excelentes soldados, tan profesionales o más que los de la SADF. Conocían bien el terreno, hablaban el idioma local y estaban familiarizados con los hábitos del enemigo. Eran una unidad leal y orgullosa en la defensa de su pueblo y su territorio, en extremo efectiva y a pesar de las dificultades iniciales, constituyeron el génesis del Batallón 32 (Buffalo), basado en Bagani, que terminó siendo la unidad más activa de la guerra.

Echando mano de la flamante unidad (el Batallón 32), el ejército sudafricano puso en marcha la Operación Butterfly, destinada a golpear a la SWAPO en sus bases, empleando a los helicópteros Puma para insertar a sus tropas. La Butterfly fue una operación táctica de búsqueda y destrucción que ya había sido puesta en práctica en Rhodesia. Una compañía protegía la posición de avanzada, otra permanecía en alerta y una tercera, denominada Fireforce, entraba en operaciones, transportada por helicópteros Puma, escoltados a su vez por Alouette artillados. Una vez identificados y atacados los blancos, los helicópteros de la Fireforce trasladaban las tropas a la zona de destino al tiempo que hacían búsqueda de los terroristas desde el aire. Una vez detectado el Puma se retiraba en busca de nuevas tropas o evacuando heridos y luego regresaban para atacar otro objetivo. En sus primeras acciones obtuvieron mucho éxito.

La ofensiva Fireforce, basada en su experiencia en Rhodesia, consistía en una serie de operaciones aeromóviles que además de las aeronaves mencionadas y las de mando y control de las comunicaciones aéreas, contó con aviones y helicópteros Bosbok de reconocimiento visual y retransmisión de comunicaciones, helicópteros de asalto aeromóvil Puma para la inserción de grupos de bloqueo y tropas de paracaidistas Parabats.

Una compañía Parabats se hallaba siempre posicionaba en la base aérea de Ondangwa, como fuerza de reacción en caso de ser necesario implementar patrullas. Contaban con cuatro batallones que operan en el lugar y con el apoyo de equipos Fireforce para reforzar las patrullas y perseguir a los insurgentes en caso de perderse contacto con ellos. La sección denominada Grupo Halcón (Valkgroep) disponía de veintidós efectivos en estado de alerta. Volaba en dos Pumas escoltados por dos Alouette III, uno armado con un cañón de 20 mm y el otro, haciendo las veces de "nave de comando" (dotado de dos ametralladoras de 7,62 mm) en el que viajaba el comandante de la compañía o su segundo, para coordinar las operaciones desde el aire. Podían posicionar grupos menores de cinco a veinte hombres para rodear y derrotar a los insurgentes y tenían a varios equipos Halcón en diferentes niveles de alerta para entrar en acción ni bien el grupo predecesor lanzara la suya. Al finalizar el conflicto, un segundo Grupo Halcón podía ser lanzado en paracaídas desde aviones DC- 3. Esas fuerzas también eran apoyadas por aviones Impala que brindaban cobertura y apoyo aéreo desde sus bases de operaciones.

Las fuerzas policiales Koevoete fueron las mejores unidades en la caza de insurgentes. Para ello, el alto mando sudafricano trabajó en el concepto de equipos Zulu (Zulu Team) recurriendo a la flexibilidad, la movilidad y las acciones ofensivas. El equipo estaba formado por cinco blindado Caspir, uno de los cuales debía transportar los suministros para mantener al personal durante una semana, realizando patrullajes independientes en el interior del monte. Estaban al mando de un sargento y tenían asignada un área de operaciones.

Empleaban a miembros del pueblo Owambo para hablar con la población y así recoger información que luego se retransmitía a otros equipos Zulúes. El equipo de rastreadores detectaba huellas sospechosas y podía determinar el tamaño de la fuerza enemiga, la carga que llevaba, la velocidad y hasta su antigüedad. Inmediatamente después, se lanzaban en su persecución, siguiendo su rastro mientras se desplazaban en formación de caza o propagación de combate. El líder encabezaba la formación siguiendo el rastro y el resto le brindaba apoyo. Eran tan hábiles estos efectivos que solían correr siguiendo las huellas y si se cansaban, eran sustituidos por otros con el fin de acercarse lo más rápido posible al objetivo.

La antigüedad de la huella siempre era reevaluada. El personal Zulu mantenía al ejército sudafricano siempre informado para que este pudiera re-posicionar sus helicópteros Alouette si fuese necesario. El tiempo de respuesta era de unos veinte minutos en las bases avanzadas. Con el período de contacto en disminución, las tripulaciones eran instruidas con respecto a la misión, enviándose el alerta a la cabina. A solo veinte minutos del blanco, las aeronaves recibían la orden de despegue y se ponían en marcha, con el enemigo a solo un kilómetro de distancia. Cuando se producía el encuentro, los insurgentes se separan en pequeños grupos, tomando diversas direcciones (táctica “bombshell”), procedimiento efectivo que dificultaba notablemente al equipo Zulu, que se veía en serias dificultades para seguirlos. Eso facilitaba el escape pero su poder de fuego disminuía considerablemente. Los equipos Zulu eran determinados y rara vez fracasaron en su cometido.

En el monte, la visibilidad era pobre, pero la llegada de los Alouette favorecía a las fuerzas de seguridad, permitiendo a los blindados avanzar dándose apoyo mutuo y de ese modo, rodear al enemigo. De esa manera, al entrar en contacto, se producía el caos. Eran armas automáticas con el apoyo de cañones de 20 mm de los Alouette, por un lado contra los AK -47 y RPG de los insurgentes. El contacto duraba unos pocos minutos. El vehículo logístico avanzaba detrás en tanto los de seguridad podían establecer puntos de reabastecimiento de combustible y reaprovisionamiento de municiones transportados por los helicópteros, permitiéndoles, de ese modo, regresar a la batalla rápidamente, sin tener que volver a sus bases. Si el enemigo era numeroso o estaba bien armado, el equipo Zulu solicitaba el apoyo de unidades cercanas, llegando a operar hasta cuatro equipos juntos.

Los terroristas capturados eran buena fuente de información. Las bajas también eran altas. Los insurgentes montaban emboscadas junto a senderos y caminos e instalaban minas POMZ para producir bajas a los rastreadores. Los comandantes de blindados Caspir podían personalizar sus armas. Optaban preferentemente por los cañones de 20mm y ametralladoras M2 de 12,7 mm. Se dio el caso en el que un comandante colocó altoparlantes para escuchar el desarrollo de la batalla.

Los equipos  Zulu constaban de cuarenta efectivos al mando de un sargento, hombres experimentados, con más de diez años de acción sobre el terreno, quienes resultaron ser figuras clave a la hora de los enfrentamientos ya que por lo general, los jóvenes tenientes, carentes de experiencia, solicitaban apoyo aéreo a destiempo y de esa manera, alertaban a los insurgentes. En agosto de 1983, los equipos Zulu pasaron a operar más tiempo a pié y de ese modo evitaban alertar a la SWAPO con el ruido de los vehículos.

En 1983, información obtenida de varios guerrilleros capturados permitió establecer que las fuerzas insurgentes estaban siendo instruidas en nuevas tácticas de fuga, implementadas para escapar cuando eran perseguidos por tropas terrestres apoyadas por Alouette artillados. Las mismas consistían en echar a correr 45 grados en dirección opuesta a la línea de avance de los Alouette, evitando a las fuerzas de tierra al tiempo que salían del radio de búsqueda de los helicópteros.

Otro método veloz de reacción móvil fue el Romeo Mike (Reaksie Mag) del Batallón 101, conformado por cuatro blindados Caspir con un quinto logístico de reserva. También podía actuar de forma independiente, pero generalmente eran más eficaces durante las operaciones posteriores, actuando en forma conjunta con otros equipos RM. El concepto fue copiado de las unidades de policía Koevoet.


Imagen aérea de un equipo Koevoet operando en el monte. Durante una incursión normal, no solían emplearse helicópteros. En las acciones, resultaron muertos 750 terroristas contra sólo 22 soldados sudafricanos perdidos. El área de operaciones era demasiado extensa, pero la SWAPO tenía sectores donde montaba emboscadas con facilidad. Las tácticas se fueron perfeccionando y a partir de 1983, las patrullas (sudafricanas) comenzaron a operar más a pie, con los blindados ubicados en la retaguardia. Se hacía de ese modo para no alertar al enemigo porque la sorpresa es en la guerra uno de los principios fundamentales. En una contienda de desgaste, si el enemigo huye se considera una victoria.


Los Recces eran las fuerzas especiales de la SADF (ejército sudafricano). Se las empleaba en operaciones no convencionales. Fueron entrenadas para llevar a cabo patrullas de largo alcance dentro del territorio enemigo y acciones directas que permitieron recoger buena cantidad de información a través de las escuchas de radio. La infiltración de estos comandos solía hacerse a través de submarinos, barcos e incluso a pie, con marchas de hasta 200 kilómetros de extensión. El ejército sudafricano tenía tres unidades, los regimientos 1º, 4º y 5º de Reconocimiento, cada uno con un área diferente de operación. El 1th Recce fue destinado, más que nada, a operaciones navales. De todos ellos, el 5º fue el más temido por el enemigo. La composición de estas unidades era totalmente opuesta al régimen del apartheid, conformadas por diversas etnias y lenguas, donde sus integrantes convivían sin ningún tipo de prejuicios. Los efectivos blancos tenían mayores dificultades para infiltrarse en un medio donde sólo había negros ya que eran mucho más fáciles de identificar. Durante los enfrentamientos, el enemigo concentraba su fuego sobre ellos, porque se sabía que eran los líderes. Una operación famosa del 4º Regimiento de Reconocimiento tuvo lugar el 5 de junio de 1986, durante el ataque al puerto de Namibe. Los comandos llegaron por mar a bordo de balsas neumáticas que se desprendieron de barcos y submarinos y después cubrir un amplio trecho hasta la playa, corrieron hasta los tanques de combustible, en el sector portuario y como hacia tres cagueros allí amarrados y después de colocar las minas magnéticas que transportaban, se retiraron. Un carguero cubano terminó hundido, dos de origen soviético severamente dañados y dos de los tanques de combustible destruídos.


La Operación Lunar consistió en el uso de equipos aeromóviles transportados en helicóptreros para dar "golpes" en pequeños comercios urbanos y detectar a los terroristas que se infiltraban en la población. La Operación Cuca, tal el nombre que se le daba a los bares de la zona, se complementaba por tierra, con apoyo aéreo y la intervención de fuerzas de reacción rápida Parabats (paracaidistas). Las operaciones Bakkie fueron incursiones contra las camionetas utilizadas por los terroristas para sus desplazamientos.

A mediados de 1983, la guerra pasó de acciones antiguerrilla a una acción semi-convencional, después de que la SWAPO atacara las regiones de Kavango y Owamboland, duplicando el tamaño de la frontera a defender. De esa manera, con una línea fronteriza tan extensa, la acción era reactiva y obligaba a las fuerzas sudafricanas a incrementar el uso de vehículos terrestres y helicópteros, lo que tornó la operación mucho más cara y poco eficaz. Sudáfrica estaba empleando aproximadamente ocho soldados por cada insurgente y eso implicaba costos en extremo elevados. Por esa razón, se comenzó a evaluar la posibilidad de penetrar en el interior de Angola hasta 50 km y así disminuir la libertad de movimiento de la SWAPO.

Durante sus incursiones, la SWAPO podía utilizar hasta quince destacamentos, integrado cada uno por cuarenta a cien soldados, desplegados al mismo tiempo en la frontera, a lo largo de los 900 km de extensión de la línea divisoria occidental. Los insurgentes estaban armados con rifles AK-47, minas, morteros, cohetes RPG-7 Katyusha (Grad -P) con trípode y misiles SA-7.

Al ver que no había reacción contra su país, por parte de las fuerzas sudafricanas, tanto el FAPLA como los cubanos pensaban que estaban a salvo y que el enemigo no tenía capacidad para más. Sin embargo, en 1981 las fuerzas de Pretoria lanzaron la Operación Protea, planificada para atacar las bases logísticas de la SWAPO y el FAPLA en Angola, con fuerzas convencionales. La operación tendría lugar en la estación seca, entre agosto y septiembre, precedida por una invasión terrestre de tropas mecanizadas. La idea era evitar la infiltración durante la temporada de lluvias, entre diciembre y abril, llevando a cabo incursiones en primer lugar contra las bases de la SWAPO, lo que se convertiría en una rutina, a sabiendas de que la guerrilla descansaba, entrenaba y se equipaba durante la estación seca para operrar en dirección sur durante el período de lluvias.

Esa estación era el momento ideal para que la SWAPO llevase adelante sus acciones porque los caminos se hallaban anegados y la vegetación se tornaba copiosa y permitía mimetizarse en ella. Las lluvias también entorpecían la movilidad de los vehículos enemigos y limpiaban los rastros que dejaban las tropas a medida que efectuaban sus desplazamientos.
Las acciones comenzaban en enero y finalizaban en abril, cuando el agua comenzaba a evaporarse. Después, los regimientos se retiraban, descansaban un tiempo y entrenaban para reiniciar operaciones al año siguiente.

En 1983, la UNITA también amplió su radio de acción con incursión a gran escala sobre las fuerzas de las FAPLA y Cuba. Estuvo siempre respaldada por Sudáfrica, que dominaba el sector sudeste de Angola y aproximadamente la mitad de la frontera con Namibia (SWA). Esa alianza le permitía al ejército sudafricano “economizar” o “ahorrar” tropas pero disminuía su presencia militar en la región. En 1985, se abrieron el frente occidental en Owamboland y el oriental al norte de Rundu, en la región de Kavango. En el primero, las acciones se circunscribieron más que nada a la guerra contra la guerrilla de la SWAPO, mientras el segundo adoptó las características de un conflicto convencional, con la guerra civil entre las FAPLA y los rebeldes de la UNITA apoyados por Sudáfrica. Los MiGs patrullaban el sitio constantemente.



Mapa de la zona de operaciones en el sector meridional de Angola y África del Sudoeste (SWA), actual Namibia.


Otro mapa de la zona de operaciones.

La moral de las tropas fue diferente en ambos lados. Al final de cada año terminaba el servicio militar obligatorio en Sudáfrica. Después de dos años, los soldados eran retirados y reemplazados por nuevos reclutas. El proceso generaba un alto en las operaciones y permitía recuperar fuerzas ya que las operaciones prolongadas desgastaban mucho a los cuadros. Durante las operaciones, las tropas operaban durante tres meses, lo que no les daba tiempo para asimilar lo que habían aprendido en el combate. Para tener una idea, las tropas estadounidenses operaban durante doce meses en Vietnam, lo que significa que en doce años llegó a haber doce guerras diferentes, con las tropas de reemplazo cometiendo los mismos errores que las anteriores y volviéndose eficientes recién al fnalizar su servicio. Churchill dijo una vez que un soldado voluntario vale tanto como diez reclutas.

Por el lado comunista, la moral solía ser muy baja. Las tropas cubanas eran todas voluntarias, pero si algún soldado no aceptaba ir a la guerra, una vez de regreso a su país tenía problemas para conseguir trabajo. Las tropas del FAPLA capturadas e intercambiadas por prisioneros sudafricanos eran luego fusiladas por ineptitud, una forma de castigar la fallada humana y esa fue la razón por la que muchos condenados intentaron pasarse a la UNITA o el ejército sudafricano.



2 comentarios:

  1. Senores,interesante articulo,PESIMA traduccio,parece que usaron google translator sin correcion. ..

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    1. Ya fue corregida la mayoría de los errores. Saludos

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