Las carreras armamentistas navales entre Argentina, Chile y Brasil (1891-1923)
Cristián Garay
cristian.garay@usach.cl
Historia Crítica || Print version ISSN 0121-1617
hist.crit. no.48 Bogotá Sep./Dec. 2012
RESUMEN
La
perspectiva bilateral ha obstaculizado una visión de conjunto del
problema de la competencia naval sudamericana entre fines del siglo XIX y
comienzos del XX. Con base en una percepción del poder duro, la
competencia naval no se interpreta como un episodio restringido al caso
chileno-argentino o al argentino-brasileño sino como una determinación
política regional inducida por la creencia de que ello aumentaría las
expectativas de éxito en el sistema internacional. Esa búsqueda de
prestigio concluyó por razones culturales en la década del veinte, por
el wilsonismo, el descrédito de la vía de la seguridad colectiva tras la
Primera Guerra Mundial y el clima pro-desarme en el mundo.
PALABRAS CLAVE
Historia latinoamericana, paz, seguridad internacional, carrera de armamentos, control de armamentos.
"Sólo
se habla de armamentos, de acorazados y pertrechos bélicos,
dependiendo, al parecer, la salud de la nación de la contratación de
empréstitos que permitan invertir millones en la adquisición de
blindados, cañones y elementos de combate"1.
INTRODUCCIÓN: EL EQUILIBRIO COMO TEMA
Una
tradición nacional en las historiografías regionales ha descrito las
competencias armamentistas en claves bilaterales, aisladas del proceso
de equilibrio de poder sudamericano. En este caso, dicha cuestión alude
al hecho de que tanto la historiografía chilena como la argentina han
hablado de la carrera armamentista entre ambos países sin mencionar a
Brasil o sin conectar unas con otras2.
Esta
interpretación reductivista no se compadece con el hecho de que la
competencia fue un instrumento de ascenso internacional. Argentina fue
el primero en usarlo contra Chile y luego contra Brasil en una secuencia
interrumpida por la postulación fallida del pacto ABC, como un medio de
canalizar las capacidades bélicas de los tres países. En este sentido,
la Guerra del Pacífico cambió la valoración estratégica del medio naval,
debido a que hasta hacía poco -piénsese en la Guerra de la Triple
Alianza- incluso Brasil y Argentina estaban estructuradas sobre marinas
fluviales, antes que océanicas. La disputa chilena-peruana por el
dominio del mar colocó para argentinos y brasileños el acento en el
papel de las Armadas en el equilibrio de poder sudamericano.
Al
abordar una cuestión teórica precedente se plantea la pregunta por ¿qué
es una carrera armamentista? En forma breve, puede decirse que una
carrera armamentista es una competencia entre dos o más contendores que
se perciben como amenazados para alcanzar un nivel de seguridad a través
de la adquisición de armas y equipos. Para un actor puede ser un
objetivo alcanzar la superioridad, y para otro, la equiparidad, o bien
ambos pueden estar empeñados en obtener la ventaja. La paradoja es que
las carreras armamentistas suelen ser estériles, ya que, de acuerdo con
el Dilema de Seguridad, se resuelven en una competencia que es
tan intensa e incontrolable que los equipos y armas adquiridos se
vuelven insuficientes para procurar la seguridad, y pueden generar un
gasto tal que terminan incentivando un enfrentamiento como el que
ocurrió entre Chile y Argentina entre 1895 y 1902.
El otro problema teórico es que se suele confundir el equilibrio militar con la noción de equilibrio de poder. La
adquisición de armas y equipos responde, según los conceptos
examinados, a una categoría que un autor militar español ha denominado
el equilibrio de fuerzas en presencia, y que es distinto al concepto de equilibrio3. El equilibrio militar consistiría
en la compensación de armas y equipos existentes, hasta lograr la
capacidad de confrontar en igualdad de condiciones, al menos, al
eventual competidor.
Pero el equilibrio de poder es
otra cosa. Aunque existen muchas definiciones, se podría decir que es la
forma como se reparte el poder en el sistema internacional, de modo que
resulte adecuado para mantener los privilegios de algunos actores en
detrimento de otros, sin perjudicar ni afectar el estatus y
supervivencia de los Estados con menos poder en él4. Cuando el equilibrio se rompe del todo, surgen la absorción, la guerra y la derrota.
El
equilibrio de poder no supone un reparto equitativo o justo del poder,
sino que consagra cierta limitación a la acumulación de éste. De ahí las
virtudes "morales" que algunos han atribuido al equilibrio,
especialmente entre los tratadistas ingleses del siglo xix. Pero desde
nuestra perspectiva, con una mirada más escéptica, no atribuimos a dicho
equilibrio ningún sentido moral, sino que reconocemos la existencia de
una política tal cual es, la realpolitik. En ese sentido, el
equilibrio opera como un mecanismo regulador de las relaciones de poder,
y en ciertos momentos construye constelaciones de alianzas escritas y
no escritas, para limitar el poder, obtener la seguridad y potenciar la
capacidad más allá de los propios medios.
Estos elementos nos
permiten proponer como hipótesis de trabajo que la carrera armamentista
en América del Sur se dio de la mano de los tres países que podían
bregar por la superioridad militar, y que ésta perdió su utilidad cuando
el equilibrio militar no fue capaz de comprender el cambio del poder
internacional. De modo que el equilibrio militar, al fin de cuentas,
terminó siendo rehén del cambio de equilibrio: si Argentina se impuso
frente a Chile, se frustró ante Brasil.
Para entender esta
cuestión hay que precisar que el equilibrio de poder supone en sí mismo
una disparidad en la distribución del poder militar, que es sólo un
fragmento del poder nacional en juego. Nadie pensaría, por ejemplo, que
el equilibrio o paridad militar entre Chile y Bolivia sería
significativo para la paz en América del Sur y ni siquiera necesario,
porque las capacidades de Bolivia no amenazan a Chile. Lo mismo se puede
decir de Paraguay y Uruguay. De modo que los equilibrios militares se
deben ver en el juego de la distribución internacional del poder, y sólo
amenazan este equilibrio general cuando se desorbitan de la capacidad
interna de un Estado, es decir, cuando se adquiere tal cantidad de poder
militar que se convierte en amenaza para el equilibrio político, o
cuando induce a una confrontación militar.
Los enfoques bilaterales han predominado en la interpretación del sistema internacional sudamericano5,
desconectando los casos de la configuración y estabilización del
equilibrio de poder regional que duró hasta fines del siglo XX. El
origen es fácil de prever. Al ser estudios de conflictos fronterizos, de
historia diplomática, ha sido fácil centrarse en enfoques bilaterales.
Esta falencia es estructural a todas las perspectivas que la desagregan
convencionalmente en sus partes chileno-argentina y brasileño-argentina,
sin darle jamás un significado común. Sin embargo, la competencia naval
argentina es un fenómeno de mediano plazo, centrado en la obstrucción
del ascenso de Brasil como potencia naval.
1. LA PRIMERA FASE: ARGENTINA-CHILE
Primero
que todo, hay que advertir que el tema de la competencia naval es parte
de la competencia política chileno-argentina acentuada tras la Guerra
del Pacífico. Pablo Lacoste, por su parte, hace notar que en la época la
noción de potencia militar implicaba una serie de conceptos culturales,
como el vigor de la raza, el prestigio de las naciones y, sobre todo,
la convicción de que en el terreno naval "la seguridad del Estado era
directamente proporcional a su flota de guerra. La disponibilidad de una
armada poderosa era, sin duda, un tema clave de la época"6.
Un testimonio de esta línea de pensamiento se encuentra en el diputado
conservador Malaquías Concha, en 1900, cuando defiende la instalación
del servicio militar:
"Los gobiernos más
retrógrados concluirán por comprender que el choque de dos ejércitos
sobre un campo de batalla, se reduce en ultimo análisis, al choque de
inteligencias. La lucha elimina despiadadamente a las sociedades más
ignorantes y retrogradas. La primera medida de seguridad es la
instrucción"7.
Para
iniciar la carrera naval Argentina requirió apoyo externo y lo encontró
en 1896 en el rey Humberto i de Italia, quien ordenó a los astilleros
Ansaldo y Orlando construir cruceros de más de 7.000 toneladas. Además,
los acorazados Garibaldi y Varese ondearon bandera argentina, y se inició la construcción del Pueyrredón y del Belgrano. De acuerdo con Lauro Nono y Fabián Brown, ese año "La supremacía naval chilena quedó anulada"8.
De
todas maneras, si en 1895 la escuadra chilena todavía superaba a la
argentina, en 1898 se consigna la equiparidad con el conteo de las naves
y del tonelaje realizado por el almirante argentino Juan A. San Martín9.
De cierta manera, en 1898 empezó propiamente la carrera armamentista.
En Chile se encendieron las alarmas, debido a que el pedido de cuatro
cruceros de la clase Garibaldi suponía un cambio profundo en el balance
de fuerzas con Argentina. Y ante la perspectiva de una nueva adquisición
chilena, el presidente Roca advirtió a Subercaseaux, el embajador
chileno en Buenos Aires, que "la Argentina estaba dispuesta a
contrabalancear cada adquisición naval chilena con la compra del doble
de barcos de guerra que el gobierno de Santiago decidiera incorporar"10.
A la compra de la Chacabuco por Chile, Argentina respondió con la adquisición de dos naves de la clase Garibaldi, más grandes y rápidas que las anteriores: el Rivadavia y el Moreno. La
diplomacia chilena intentó moverse en el mercado de buques sin mucho
éxito, tratando de comprar los defectuosos y desfasados cruceros de la
clase Indiana a Estados Unidos, pero no le fueron vendidos. En
1898, el Gobierno chileno usó sus reservas de oro y ordenó la compra de
dos buques de 11.000 toneladas, que fue superada al instante por
Argentina con dos pedidos de 15.000, y seis destructores de la clase Nembo. Con
ello la superioridad naval argentina era manifiesta. A esto se unía el
deseo de bolivianos y peruanos de incluir a Argentina como un eventual
aliado en un conflicto, de lo que resultó también el alineamiento
tripartito en la Conferencia Panamericana de México (1901-1902), que
intentó introducir un arbitraje obligatorio respecto de conflictos
armados pasados y futuros, y que fue bloqueado por las diplomacias
chilena y colombiana11.
En
Chile cundía la alarma. El ex embajador chileno en La Paz, Abraham
Kõnig, transcribió en su diario el 11 de mayo de 1898: "Carlos Walker
publica un reportaje en La Tarde en que habla de que es preciso
prepararnos para la guerra y que hasta vendería la Plaza de Armas para
ello si fuese necesario. Esto, y la compra de buques de la Armada, hace
que tengan lugar sesiones secretas en la Cámara de Diputados los días 3 y
4 de junio"12.
Por su parte, el ministro de Hacienda, Zañartu, reconocía que "ha
encontrado cerradas las puertas en Europa para contratar un empréstito",
con el fin de seguir comprando armas y buques13.
Para sortear la dificultad, el Ministro contrató con el Banco de
Tarapacá un préstamo de 400 mil libras, y como esto derrumbaba el
crédito de Chile en el exterior, se disimula la situación declarando que
se trataba de una operación interior, y no de un empréstito. Dos días
después se reunió el Senado chileno y trató sobre los pactos con Perú y
Bolivia.
En esta circunstancia, y potenciando su situación,
Argentina apostó por apoyar las demandas de Perú y Bolivia para
contrastar el poder bélico chileno. Argentina contactó a Alemania y
adquirió ingentes cantidades de fusiles -el famoso Mauser argentino-,
ametralladoras y cañones. El sentido de estas adquisiciones está
magníficamente expuesto en una carta del coronel Pablo Riccheri dirigida
al presidente Roca, fechada en Karlsruhe (Alemania) el 29 de octubre de
1895: "hoy más que nunca la Patria necesita plata, y más plata para
completar sus armamentos"14.
Hacia 1899 la carrera armamentista entre Chile y Argentina empezaba a afectar financieramente a ambas naciones15.
En la disyuntiva Chile trató de compensar el esfuerzo argentino, pero
siempre a destiempo y con adquisiciones que minaron su capacidad de
competir con el vecino. En ese momento aconteció el problema de Puna del
Desierto, cuando Bolivia entregó el territorio que supuestamente iba a
ser ocupado por Chile a cambio de congelar las reclamaciones argentinas
por Tarija. Pero el inconveniente entre Chile, Argentina y Bolivia
estuvo a punto de degenerar en conflicto y a duras penas se solucionó. A
ojos argentinos, en "1901, Chile reinició la carrera armamentista con
la compra de seis cazatorpederos y la creación de la Guardia Nacional.
La Argentina contestó con la sanción de la Ley del Servicio Militar
Obligatorio. A fines de año, las relaciones alcanzaron el mayor grado de
tensión"16.
Esto
además se dio por el incremento de los incidentes fronterizos entre
1899 y 1900, los reclamos por la fundación de San Martín de los Andes y
la ocupación del lago Lácar, y en 1901, las incursiones policiales
argentinas en Última Esperanza. Incluso, tras el Abrazo del Estrecho en
1899 entre los presidentes Errázuriz de Chile y Roca de Argentina, se
temía la guerra cuando ya las cajas de ambos países estaban al borde del
colapso17.
Y fue esta escalada la que provocó la derrota de los maximalistas tanto
en Argentina como en Chile. La situación era evidente para los más
lúcidos en ambos lados de la frontera pero la prensa "patriotiotera" de
uno y otro lado no cedía a razones.
La carencia de respaldos
para nuevos créditos produjo que en "marzo de 1902, se sumaron otros
actores que ejercerían decisiva influencia en las negociaciones de paz:
las bancas Baring y Rothschild. La primera fuerte en Buenos Aires y la
segunda, en Santiago de Chile"18.
La oposición de los banqueros al conflicto tuvo tal fuerza que
terminaron presionando al Gobierno inglés para que detuviera las compras
de buques. Sin el crédito y sin el apoyo de Gran Bretaña el resultado
fueron los compromisos de 28 de mayo, también llamados Pactos de Mayo,
que consagraron la superioridad naval argentina. Esto no fue gratis:
Buenos Aires reconocía la esfera del Pacífico como el área de influencia
chilena19.
Esta negociación perjudicó las aspiraciones irredentistas de Perú y
Bolivia y da un nuevo giro, necesariamente más amistoso, a sus
relaciones con Chile, que emergíó con la capacidad de dirimir sus
problemas sin el fantasma de Argentina en los "asuntos del Pacífico".
Para
ese entonces la competencia naval había superado con creces las
capacidades financieras y estratégicas de ambos países. Chile era el
país que tenía más tonelaje por habitante y Argentina estaba en otro
lugar destacado por encima de Gran Bretaña, dueña de la primera flota
del globo. Ocupaban el 6° y 7° lugar en tonelaje entre las diez grandes
flotas, contabilizando entre ambos un total de 39.000 toneladas. Pero
ninguno desarrolló industria ni tecnologías propias20.
La banca británica cerró el ciclo de las intimidaciones, pues atemorizada por el default de
ambos Estados presionó más el partido de la paz en cada país, para
negociar y firmar el Tratado de 1902, que contenía cuatro partes: 1) el
Acta Preliminar, 2) el Tratado general de Arbitraje, 3) la convención
sobre Limitación de Armamentos Navales y 4) el acta de arbitraje sobre
los hitos demarcatorios en terreno. En el Acta Preliminar, Chile afirmó
su derecho a expansiones sancionadas por tratados, en contra de
Argentina, que la rechazaba de modo expreso e incondicional.
En
cuanto a la Limitación de Armamento Naval se estipuló su cumplimiento
en el plazo de un año, prohibiéndose adquirir embarcaciones por cinco
años. Las disposiciones de limitación naval consagraban la superioridad
naval oceánica de Argentina21.
El cierre de la competencia trae también la delimitación naval y ésta
se cumple inexorablemente, pese a los temores expresados en la prensa
chilena de un aprovechamiento argentino. Por ejemplo, una crónica
realizada en noviembre de 1903 afirmaba: "Dícese que el ministro de
marina se opone al traspaso hasta que Chile no venda los acorazados que
construye en Inglaterra"22, y posteriormente se informa que se firmó el contrato de venta de los acorazados Rivadavia y Moreno, y en caso de que Chile no vendiera el suyo, Argentina estaría dispuesta a comprarlo sin romper el equilibrio23.
2. UN INTERLUDIO DE COOPERACIÓN, EL ABC
La
firma del Tratado de 1902 tenía de parte de Argentina otro interés
adicional: el de aislar a Brasil, que incrementaba su poderío
internacional bajo la mano del Barón de Rio Branco, en cierta alianza
con Estados Unidos. Chile buscaba también crear una entente sudamericana
ABC que pudiera contestar a la creciente influencia estadounidense.
Tras la eclosión belicista y nacionalista en Chile dominaba el partido
de la paz y americanista, y en 1903 presentó ante el Gobierno argentino
un texto para crear "alianzas internacionales, de la necesidad de
acuerdos entre las republicas sudamericanas para defenderse contra
posibles agresiones, y de un concepto o acuerdo de las potencias
regionales para mantener la paz en el continente"24.
En este contexto surgió el tema del apoyo a Colombia, debido a la crisis de Panamá. Para La Prensa de
Buenos Aires el interés de Chile por Colombia surgía del rechazo de
Ecuador al establecimiento de una alianza categórica contra Perú, y
recordó supuestas divergencias entre el Ecuador de Leónidas Plaza y
Chile25.
Esa
idea motivó el envío de un crucero chileno a la crisis de Panamá en
1903 y también la respuesta de Washington de impedir toda acción naval
en contra de la revuelta separatista. Los diarios recogieron la
advertencia: "Washington, 11. - el crucero Boston ha recibido
orden de dirigirse a Buenaventura. Su comandante lleva instrucciones
para significar a las autoridades colombianas que es completamente
inútil que piensen enviar fuerzas a Panamá, pues los Estados Unidos les
impedirán desembarcar"26.
El fracaso de la maniobra chilena de respaldar a Colombia en ese
trance, ampliamente descrita por Emilio Meneses, fue consecuencia de las
estipulaciones del Tratado de 1902 que redujeron el poder naval chileno
e incentivaron la cooperación entre los entonces rivales sudamericanos27.
No
obstante, el tema de la proyección del poder naval más allá del
horizonte vecinal persistió. En 1903 Gregorio Santa Cruz, teniente 1° de
la Marina, presentó una memoria con el título de La Defensa Naval del País, donde
sostenía: "No puede, en realidad, existir problema más interesante que
el de su defensa naval para un país como Chile que tiene 2,500 millas de
litoral marítimo, a lo largo de los cuales hallamos centros de
producción tan valiosos como la zona salitrera y puertos como
Valparaíso, Talcahuano, Lota, Valdivia y Punta Arenas"28. Desvelado por la cuestión de Panamá, pensaba en una base que permitiera una proyección en todo el Pacífico Sur:
"[...]
insinúa la idea de que la apertura del Canal de Panamá producirá una
alteración completa en las condiciones estratégicas de nuestro país, por
lo cual cree que debiéramos entrar en una arreglos con alguna nación
amiga para obtener un punto de apoyo en el Pacífico Equinoccial"."Un
puerto en las Galápagos serviría [...] admirablemente este propósito y
nos ayudaría a ser más efectiva nuestra defensa en el Pacífico,
aumentando nuestro radio de acción"29.
La
búsqueda de un equilibrio a toda costa se concretó en el Tratado
"secreto" Abadía Méndez-Herboso entre Colombia y Chile, motivo por el
cual se interpeló al Ministro de Relaciones Exteriores en el Congreso
del primer país. En efecto, el conservador colombiano Miguel Antonio
Caro pidió, en medio de la discusión en el Senado sobre la ratificación
del Tratado del Canal y la crisis de Panamá, que se conociera el informe
"acerca de un tratado celebrado entre Colombia y Chile, por el cual se
arreglaban los límites entre Colombia y Ecuador"30.
El Ministro de Relaciones Exteriores colombiano respondió incómodo que
existían tratados secretos entre otros países como Francia y Rusia, pero
eludió reconocer como verdadero el texto chileno-colombiano publicado
en París, Londres y otras capitales31.
Consistente
con esta visión, en 1908 el Canciller chileno propuso a su par
argentino, Estanislao Zeballos, la firma de un tratado de este tipo con
una cláusula de alianza defensiva y otra de limitación de armamento
naval, que fue rechazado por Buenos Aires para no incluir a Brasil. Pero
en 1914 los tres países actuaron en la crisis mexicana a petición de
Estados Unidos en las Conferencias del Niagara Falls32.
Como consecuencia de lo anterior, en mayo de 1915 se firmó el Tratado
del ABC para solucionar problemas no previstos por acuerdos anteriores.
El tratado no fue ratificado en la Cámara de Diputados argentina ni en
la chilena. Brasil lo ratificó pero no lo aplicó.
El fracaso
se puede explicar de varias maneras. Una de ellas, que la pretensión de
ser un eje de poder fue demasiado para los tres países, y especialmente
para Argentina, que trataba de contrabalancear a Chile con la inclusión
de Perú. Tampoco Brasil, seguro de su poder, se esforzaba mucho, y por
eso en la historiografía brasileña chocan dos interpretaciones: "de um
lado, Bueno e Ricupero, que não o identificam como expressão de uma
política contrária aos eua; de outro, Bandeira, que vê no projeto uma
tentativa de resistir à penetração dos eua na América do Sul"33. Más específicamente,
"A
partir dessas leituras, torna-se plausível a hipótese de que o projeto
de 1909 contemplava o estabelecimento de uma hegemonia compartilhada
entre o Brasil, a Argentina e o Chile sobre a América do Sul: ao ABC
caberia, portanto, desempenhar o papel de garante da ordem na região.
[...] Tampouco se sustenta a idéia de que representava uma tentativa de
limitar a penetração imperialista no subsistema sul-americano, pois, na
verdade, limitava-se a complementar os tratados bilaterais de
arbitramento"34.
En
abril de 1922 el diplomático chileno Bertrand Matthieu insistió ante el
presidente Alessandri en reflotar la idea de un desarme y de paso
aliviar la deuda externa35.
En 1923 Chile insistió en el tema, pero fue desechado por el presidente
Marcelo T. de Alvear, quien manifestó que podía despertar
susceptibilidades en países más pequeños. Alessandri quería un liderazgo
moral para América Latina, pero su discurso cayó en el vacío de una
Argentina a la que no le interesaba el asunto, y de un Brasil que,
inquieto por las aparentes señales de simpatía chilena por Argentina, se
inclinaba por aliarse con Estados Unidos36.
3. LA SEGUNDA FASE: ARGENTINA-BRASIL
Al
igual que la génesis de la competencia argentina, la brasileña se
inició con la constatación de que el poderío naval chileno y argentino
era mayor que el propio y se acrecentó con la humillación provocada por
el Caso Panther37.
En 1904 Brasil encargó tres acorazados del tipo Dreadnoughts de 12.000 a
15.000 toneladas, tres cruceros, seis cazatorpederos, tres submarinos, y
navíos auxiliares38.
En
1905 Argentina decidió responder al reto, y en marzo del año siguiente
anunció sus compras: "Confirmase el rumor de que los nuevos acorazados
serán de 14 mil toneladas. El gobierno propónese además adquirir 10
destroyers de 400 toneladas y del maximum de andar conocido con éxito.
Estos costarían 70 mil libras esterlinas cada uno"39.
En
1906 ya se preveía el fin de las limitaciones navales con Chile y, por
tanto, Argentina se sentía liberada para competir con Brasil40. Así se inició la segunda carrera. Para la perspectiva argentina, ella fue consecuencia natural del desafío brasileño y de la expansión del poder del canciller Rio Branco41.
Una nueva fase se inició con el encargo de Brasil hacia 1908 de dos
acorazados, dos cruceros, diez destructores y tres submarinos. Y que
eran consecuentes con otros aspectos de un "plan de política exterior
que tuvo por objetivo el engrandecimiento brasileño. Otros aspectos de
este plan fueron la expansión territorial, el estrechamiento de las
relaciones con el gobierno de Estados Unidos, el ascenso de las misiones
diplomáticas brasileñas al nivel de embajada y la obtención del primer
cardenal sudamericano"42.
En
1908 parecía que la guerra sobrevenía de manera inminente y Brasil
evaluaba su propia defensa insatisfactoriamente. A esta maniobra de
fortalecimiento se opuso el canciller argentino Estanislao Zeballos,
alentado por el presidente Figueroa Alcorta. Este último afirmaba: "no
podemos permitir que otro país sudamericano nos aventaje en poder naval.
Ningún sacrificio nos debe detener"43.
Paradójicamente, ahora Argentina planteaba como tesis la equivalencia
naval, cuando en 1902 consagró la de la superioridad naval frente a
Chile. Ese año el Congreso argentino denunció el Acta de Limitación Naval con Chile para rearmarse ante Brasil.
En
1909 Rio Branco dio un golpe maestro: presentó a Puga Borne un tratado
de cordial entente que, aunque abandonado casi al instante, precipitó a
los argentinos a una relación amistosa, so pena de un entendimiento
brasileño-chileno. En marzo de 1911 el presidente argentino Sáenz Peña
envió a su agente Ramón J. Cárcamo para poner fin a la carrera
armamentista, quedando ambos comprometidos en un acuerdo de caballeros a
renunciar a un tercer acorazado. De todas maneras, el argentino rechazó
la propuesta de Rio Branco de incluir en la paridad naval a Chile,
argumentando que ello ofendería al Perú44.
La
consecuencia natural de esta competencia era que Argentina pretendía
impedir a Brasil la equiparación con su flota, una aspiración que para
los observadores externos era inviable. En 1910 Argentina solicitó, para
responder en un conflicto con Brasil, dos nuevos acorazados tipo Dreadnoughts, el Moreno y el Rivadavia, que
llegaron en 1915. Sobrepasado el equilibrio naval, el Gobierno de Chile
ordenó el Plan del Centenario, y en 1910 encargó dos acorazados a
Inglaterra, de los cuales sólo se concreta el acorazado Almirante Latorre pero con demora porque primero participa en la Primera Guerra Mundial45.
Respecto del segundo, como coincidió con la Primera Guerra Mundial,
nunca se fabricó, pero en compensación Reino Unido entregó una partida
de buques y submarinos a bajo precio, dándose Chile el lujo de desechar
la incorporación de un portaaviones a la flota. Entregado a Chile en
1922, el Almirante Latorre se incorpora de lleno como el último gran acorazado de la región, el único super Dreadnoughts. Afortunadamente,
por la demora en llegar y porque no le siguieron nuevas adquisiciones
ni de Chile ni de los restantes países, no fue origen de una nueva
carrera naval.
4. EL DESGUACE, EL DESARME, LA DESIDIA
La
Primera Guerra Mundial produjo un cambio no sólo en el mercado de
buques, sino en la valoración social de las adquisiciones navales. Era
impensable lo que le transmitía el embajador chileno, Irarrázabal, a su
gobierno en 1914, a propósito de la supuesta venta del Almirante Latorre: "El
Ministro de la República Argentina me ha manifestado anoche
confidencialmente que su Gobierno desea vender buques actuales porque
han resultado malos y desea encargar otros mejores a Inglaterra"46.
Con
todo, en 1914 los escarceos de Chile, Argentina y Brasil por encontrar
un acomodo a su rivalidad se plasman en la idea del ABC y su
intervención conjunta en el conflicto mexicano-estadounidense47. La idea de una cooperación naval en el ABC se discutía intermitentemente sobre todo en relación con Brasil. El diario chileno El Porvenir de
Santiago de Chile comentó acerca de la firma del Tratado de Navegación
entre Chile y Brasil, firmado el 10 de enero de 1896, que era la fórmula
para avanzar en una flota combinada, "pudiendo [Chile y Brasil]
disponer en cualquier momento, además de sus buques de línea, de 30 ó
más cruceros de guerra con tripulaciones y personal de oficiales
adiestrados"48.
En una carta del Ministro a la legación en Brasil, éste pone de relieve el peligro de guerra y que ha sostenido una conversación
"[...]
con Embajador Brasil i el Ministro de la República Argentina sobre
conveniencia de que en estos momentos i para evitar guerra desastrosa
nuestros respectivos Gobiernos ofrezcan inmediatamente sus buenos
oficios sobre bases que conciliasen amor propio nacional tres
contendientes [Estados Unidos y los líderes mexicanos Carranza y Huerta]
i antes de que se produzcan situaciones irrevocables"49.
En
este panorama se entiende el rechazo a un artículo periodístico del
general Jorge Boonen sobre la influencia del transandino por Salta
(Argentina), cuando insinuó que el ABC debía ser con Bolivia, y no con
Brasil50.
El tema empieza a circular en la Cancillería chilena. Este panorama
global explica la insistencia de Chile para tratar con Brasil y
Argentina una limitación naval. Hay motivos de toda índole, pero
principalmente económicas, expresados en telegrama a nombre del Ministro
al Embajador chileno en Río de Janeiro:
"Sabe V.S. [Vuestra Señoría, el Embajador en Brasil] no hemos colocado aún empréstito pagar segundo Dreadnougth i
las perspectivas de pronta colocación no son halagüeñas. Rentas
aduaneras últimos semestres han disminuido considerablemente i baja
precio salitre hace temer no podrá verificarse remate terrenos
salitreros. Tomando todos estos antecedentes en consideración, Consejo
de Ministros acordó ayer sondear opinión Argentina i Brasil para una
entente de limitación de armamentos, en la idea de conservar un Dreadnougth cada
país. Hemos creído conveniente esplorar [sic] previamente Gobierno
Brasil, para cuyo efecto he manifestado a Lorena Ferreira que Gobierno
desearía saber confidencialmente si Brasil estaría dispuesto a aceptar
en principio idea limitación armamentos navales tres Repúblicas ABC,
poniéndose de acuerdo con Chile previamente i en seguida entenderse
ambos con la Argentina. Agregué sugería esta idea en vista situación
financiera difícil tres países i manifestaciones opinión pública"51.
La
misiva contestaba a una nota manuscrita, del 8 de junio, un mes antes,
en que el embajador chileno transmitía al canciller Müller de Brasil
acerca de que "[...] desearía saber confidencialmente si Gobierno Brasil
estarían dispuesto aceptar en principio idea limitación armamentos"52.
Pero en octubre todo era menos auspicioso. En vísperas de una
Conferencia Panamericana en noviembre de 1914, a la cual Estados Unidos
anunciaba su inasistencia por la Guerra Europea, y México no tenía
gobierno reconocido, Brasil y Argentina sugirieron la suspensión del
evento53.
En este nuevo escenario, la mirada del embajador Salinas fue escéptica,
sobre todo considerando que el canciller brasileño no había siquiera
contestado la propuesta.
El triangulo
chileno-argentino-brasileño fue el eje central de esta disputa, que
llegó en su primera fase a situar a fines del siglo xix a las escuadras
chilena y argentina entre las diez mayores del mundo, y al cual entra a
tallar, a comienzos del siglo XX, la brasileña. Desde el punto de vista
de los actores estatales, la doctrina del equilibrio sirvió para
ratificar el ascenso de Argentina y luego de Brasil en el escenario
regional. El hecho de que se incurriera en una competencia naval tenía
que ver con la pretensión -frustrada, de Chile primero, y de Argentina
después- de reducir la cantidad de atributos de poder.
La
tensión naval terminó tan abruptamente como había empezado. Así como en
su inicio era una búsqueda de prestigio, hacia 1920 el militarismo venía
en descenso. En 1923, durante la V Conferencia Panamericana de Santiago
de Chile, los Estados accedieron a tratar el tema del desarme, que era
la lógica consecuencia del armamentismo. Ello, y el cambio relativo de
poder en Chile, vino a comprometer la amistad imperecedera entre
Río de Janeiro y Santiago de Chile, pues se pasó de la "estrecha
amistad" o de "amistad sin parangón" a las dudas, cuando en la v
Conferencia Internacional Americana, realizada en Santiago, la
delegación chilena cuestionó el rol de Brasil en los programas de
desarme y concordó una limitación de tonelaje de los navíos por cinco
años, pese a que Brasil "reservava-se libertade de ação quanto aos
navios defensivos e à defesa da costa"54.
Esto en el marco de la Tesis Xiii, que pregonaba la limitación o
reducción de los gastos militares y navales en el continente. Con esta
implosión, los países del ABC seguían cada cual su propio camino, las
más de las veces bajo el paraguas estadounidense, y otras desafiantes,
como Argentina.
CONCLUSIONES
Como se dijo
al principio, el equilibrio de poder es mucho más que el equilibrio
militar. En el caso de los ejemplos descritos, podemos ver cómo
Argentina, Chile y Brasil desarrollaron sendos instrumentos militares a
partir de sus desafíos bélicos. Se puede observar que el triunfo chileno
en 1879 sobre Perú y Bolivia alarmó de tal manera a Argentina, que esta
última concentró sus esfuerzos en obtener, primero, la equiparidad y,
luego, la superioridad de sus medios (sobre todo navales) ante Chile. En
1902 se procedió al desarme, dado que la explosión de recursos
financieros en ambos países se hizo insostenible no sólo para éstos sino
principalmente para su acreedora principal, la banca británica. Pero
esta serie no concluyó, y a pesar de que hubo un interludio en que estos
medios militares respaldaron la presión conjunta del ABC en 1914 para
generar un polo de poder regional, la carrera se reanudó con Argentina
empeñada en limitar el poder de Brasil.
En este caso,
se ve que la carrera armamentista fue usada como un medio de control
para obtener equilibrio político con Chile, pero fracasó con Brasil.
Ningún discurso del equilibrio militar podía inhibir el ascenso
de Brasil a situaciones de mayor poder, y menos limitar su potencial
futuro. En el largo plazo Argentina no pudo sostener su idea de un
aparente equilibrio militar y naval que aplicó luego de superar el
equilibrio con Chile.
Respecto del rol del proceso, si bien Chile tenía aspiraciones de potencia media55,
y su primer ascenso ocurrió al desplazar a Perú, su fracaso en la
competencia naval con Argentina cambió su idea de una flota disuasiva y
dio paso a una más realista de tipo defensivo56.
El primer ciclo se cerró con el desarme naval contenido en algunos
artículos de los Pactos de Mayo (1902) entre Chile y Argentina, que
también incluían la separación de las áreas de influencia en el Pacífico
para el primero, y en el Atlántico para el segundo.
Finalmente,
ambas carreras armamentistas argentinas no tuvieron por fin la
estabilidad regional, sino alterar el statu quo existente, y se
disolvieron porque el ambiente anexo al belicismo despareció en 1918. A
partir de ahí se explica la prevalencia del Desarme, que, con un sentido
positivo de contribuir a la construir de un mundo pacificado, dio
origen a una etapa de completo desentendimiento en el sector defensa y
que en Chile, particularmente, dio paso a una completa indefensión y a
la búsqueda más tarde del subsidio estadounidense para poder garantizar
su seguridad.
Comentarios
1 "La Paz Armada", El Diario Ilustrado, Santiago, 2 de abril, 1902.
2
Una presentación preliminar de este tema en Cristián Garay "Una carrera
armamentista. La competencia naval entre Argentina, Chile y Brasil
1891-1922" (ponencia presentada en el seminario Una Dimensión de la
Seguridad Regional: Armamentismo, Gasto e Inversión en Defensa,
Santiago, Chile, 13 de enero de 2010).
3 Fernando de Bordeje Morencos, Diccionario militar estratégico y político. Guía para el lector (Madrid: Editorial San Martín, 1981).
4
Cristián Garay Vera y José Miguel Concha, "La alianza entre Chile y
Bolivia entre 1891 y 1899. Una oportunidad para visitar la teoría del
equilibrio", Enfoques. Ciencia Política y Administración Pública VII: 10 (2009): 205-234.
5 Como excepción destacamos a Seward W. Livermore, "Battleship Diplomacy in South America, 1905-1925", The Journal of Modern History 1: 16 (1944): 31-48.
6 Pablo Lacoste, La imagen del otro en las relaciones de la Argentina y Chile (1534-2000) (Santiago de Chile: FCE, 2003), 315.
7
"Discurso del Diputado Dn. Malaquías Concha en la discusión del
Servicio Militar Obligatorio (Sesión del 23 de julio de 1900)", El Ferrocarril, Santiago de Chile, 25 de julio, 1900.
8 Lauro Nono y Fabián Brown, Riccheri, el Ejército del siglo XX (Buenos Aires: Editorial María Girlhanda, 1999), 124.
9 Juan A. San Martín, "Nuestra Marina al iniciarse la segunda presidencia del General Julio A. Roca", Boletín del Centro Naval 637
(1957): 435-469. Otros autores sugieren que la escuadra argentina en
1898 era superior tanto en tonelaje como en poder de fuego, si se
agregaba el recién llegado Pueyrredón. Ver Andrés Cisneros y Carlos Escudé, Historia General de las Relaciones Exteriores de la República Argentina, Tomo VII (Buenos Aires: CARI /Nuevo Hacer, 1999), 45.
10 Andrés Cisneros y Carlos Escudé, Historia General, 45.
11
Sobre la sintonía entre Santiago y Bogotá, Mauricio E. Rubilar Luengo,
"Guerra y diplomacia: las relaciones chileno-colombianas durante la
guerra y postguerra del Pacífico (1879-1886)", Universum 19: 1 (2004): 148-175.
12 Abraham Kõnig, Memorias íntimas, políticas y diplomáticas de don Abraham Kónig. Ministro de Chile en La Paz, comp. Fanor Velasco (Santiago: Imprenta Cervantes, 1927), 26.
13 Kõnig, Memorias íntimas, 26.
14 Citado por Rosendo Fraga, La amistad Roca Riccheri a través de su correspondencia (Buenos Aires: Círculo Militar, 1996), 236.
15 Mario Barros Van Buren, Historia diplomática de Chile 1541-1938 (Santiago: Editorial Andrés Bello, 1990), 577-578.
16 Lauro Nono y Fabián Brown, Riccheri, el Ejército, 120.
17 En 1890 diez años de carrera desataron una crisis económica, la Crisis Baring, llamada así por la crisis de Baring Brothers. Andrés Cisneros y Carlos Escudé, Historia General, 47, y Roberto Dante Flores, Gran Bretaña entre Argentina y Chile. Su influencia económica (1879-1999) (Buenos Aires: Ediciones Cooperativas, 2008), 185-190.
18 Lauro Nono y Fabián Brown, Riccheri, el Ejército, 123.
19 Lauro Nono y Fabián Brown, Riccheri, el Ejército, 123.
Desde luego, esto rebate la interpretación de estos autores, que
afirman que la paz era producida por el armamentismo argentino. La
guerra, no la paz, era el objetivo de Riccheri. En Chile ocurría algo
similar.
20 Pablo Lacoste, La imagen del otro. Ello no era imposible; Chile, por ejemplo, desarrolló una industria ferrocarrilera de avanzada.
21
Se argumenta que la reducción fue mal negociada, ya que la flota
chilena, muy dispareja, podía deshacerse de varios cruceros rápidos (Prat, OHiggins, Zenteno, Pinto y Errázuriz) con
23.200 toneladas, y conservar los dos acorazados nuevos y una flota que
navegara a 22 nudos, que aunque más liviana en tonelaje era más potente
que la argentina. Pero ello nos parece imposible de negociar en forma
aceptable para Argentina. Véase, Rodrigo Fuenzalida Bade, La Armada de Chile. Desde la alborada al sesquicentenario (1813-1968). vol. 4. Desde el comienzo de la Guerra Civil (1891) hasta el sesquicentena-rio de la Marina (1968) (Valparaíso: Editorial Revista de Marina, 1988).
22 "Venta de acorazados", El Mercurio, Valparaíso, 13 de noviembre, 1903, 5.
23 "Venta de acorazados", 3.
24 Anexo a la memoria de 1903, Min. de RR.EE. y de Culto de Bolivia, La Paz, 1903, 233, citado por Robert Burr, By Reason or Force. Chile and the Balancing of Power in South America, 1830-1905 (Los Ángeles: University of California Press, 1967), 256.
25 "Diplomacia chilena (Telegrama de Buenos Aires)", El Mercurio, Valparaíso, 11 de noviembre, 1901, 3.
26 "Estados Unidos impedirá todo ataque a Panamá. Notificación a Colombia", El Mercurio, Valparaíso, 11 de noviembre, 1903, 4.
27 Emilio Meneses, El factor naval en las relaciones entre Chile y los Estados Unidos (1881-1951) (Santiago: Ediciones Pedagógicas Chilenas S.A./Hachette, 1989), 101-110.
28 "La Defensa Naval del País. Una memoria del Teniente Santa Cruz. Bases de Operaciones para la escuadra", El Mercurio, Valparaíso, 12 de noviembre, 1903, 5.
29
"La Defensa Naval del País", 5. Efectivamente, el Gobierno chileno
buscó establecerse en las islas Galápagos en un acuerdo de venta con
Ecuador, Ferenc Fischer, "¿La Guantánamo del océano Pacífico?", en El modelo militar prusiano y las Fuerzas Armadas de Chile 1885-1945 (Pécs: University Press, 1999), 71-87.
30 "Chile y Colombia. Tratado secreto. Interpelación al gobierno en el Senado", El Mercurio, Valparaíso, 15 de noviembre, 1903, 4, tomado de El Relator, Bogotá, 19 de septiembre, 1903.
31 "Chile y Colombia. Tratado secreto", 4.
32 Andrés Cisneros y Carlos Escudé, Historia General, 54-55.
33 Guilherme Frazão Conduru, "O subsistema americano, Rio Branco e o ABC", Revista Brasileira Política Internacionais 41: 2 (1998): 78.
34 Guilherme Frazão Conduru, "O subsistema americano", 79.
35 Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile (AMRE), Fondo Histórico General. Correspondencia
de Matthieu a Barros, N. 73, Washington, 12 de abril de1922, y Barros a
Matthieu, N. 54, Santiago de Chile, 18 de abril de 1922.
36 Andrés Cisneros y Carlos Escudé, Historia General, 78-79; Frederic W. Granzert, "The Baron do Rio Branco, Joaquim Nabuco, and Growth of Brazilian-American Friendship, 1900-1920", HAHR 22 (1942): 432-451; y Francisco Fernando Monteoliva Doratioto, "A Política Platina do Barão do Rio Branco", Revista Brasileira da Política Internacionais 43: 2 (2000): 136.
37 En 1905, durante una visita del cañonero alemán Panther, marineros
de ese país bajaron a un puerto brasileño a detener a unos desertores
alemanes. No se pudo impedir la violación del territorio, y aunque
mediante gestos diplomáticos se solucionó el incordio, quedó en claro la
falta de poder para impedir el hecho. José Joffily, O caso Panther (Río de Janeiro: Editora Paz e Terra, 1988).
38 Francisco Fernando Monteoliva Doratioto, "A Política Platina", 137.
39 "Los nuevos acorazados", Diario Ilustrado, Santiago, 13 de marzo, 1906, 2.
40 "La adquisición de buques", Diario Ilustrado, Santiago, 2 de marzo, 1906, 2.
41 Andrés Cisneros y Carlos Escudé, Historia General, 119-120.
42 Andrés Cisneros y Carlos Escudé, Historia General, 119. En 1905 la legación en Washington se transforma en Embajada e inmediatamente el diario afín a Zeballos, La Prensa, se alarma por este hecho, ver Amado Luiz Cervo y Clodoaldo Bueno, História da Política Exterior de Brasil (Brasilia: Instituto Brasileiro de Relações Internacionais/Editora da Universidade de Brasilia, 2002).
43 Andrés Cisneros y Carlos Escudé, Historia General, 119.
44 Francisco Fernando Monteoliva Doratioto, "A Politica Platina", 141.
45 Juan Ricardo Couyoumdjian, "El Programa Naval del Centenario y el Acorazado Latorre", en Actas del iv Simposio de Historia Marítima y Naval Iberoamericana (Madrid: Instituto de Historia y Cultura Naval, 1999), 199-221.
46 "Telegrama 22, al Ministro de Chile en el Brasil", 13 de mayo de 1914, en AMRE, Fondo Histórico General, vol. 472: Telegramas cambiados con la Legación en Brasil, s/f.
47 Cristián Guerrero Yoacham, Las
Conferencias del Niagara Falls: la mediación de Argentina, Brasil y
Chile en el conflicto entre Estados Unidos y Méjico en 1914 (Santiago
de Chile: Editorial Andrés Bello, 1966). El punto de vista brasileño
en: Guilherme Frazão Conduru, "O subsistema americano", 59-82.
48 "Notas Sudamericanas", El Porvenir, Santiago, 9 de noviembre, 1898.
49 "Telegrama 11, del Ministro de Relaciones Exteriores al Embajador en Brasil", 24 de abril de 1914, en AMRE, Fondo Histórico General, vol. 472: Telegramas cambiados con la Legación en Brasil, s/f.
50
Por este hecho el Ministro comunicó que "A causa de este incidente,
Gobierno acordó prohibir en lo futuro publicaciones de esta índole a
funcionarios civiles o militares, sin que estuvieran previamente visados
por superior responsable". "Telegrama 25, del Ministro de Relaciones
Exteriores al Embajador en Brasil", 22 de mayo de 1914, en AMRE, Fondo Histórico General, vol. 47: Telegramas cambiados con la Legación en Brasil, s/f.
51
Añadía como colofón que si Brasil no aceptaba, no se insistiese en la
idea. "Telegrama 43, del Ministro de Relaciones Exteriores al Embajador
en Brasil", 9 de julio de 1914, en AMRE, Fondo Histórico General, vol. 472: Telegramas cambiados con la Legación en Brasil, s/f.
52
Nota manuscrita de Embajador confirmando al Ministro, texto original
Villegas por el Ministro de Relaciones Exteriores a Embajador en Brasil
al de carta al Canciller Müller, en "Telegrama enviados por el Ministro
de Brasil al Canciller", 8 de junio de 1914, en AMRE, Fondo Histórico General, vol. 472: Telegramas cambiados con la Legación en Brasil, s/f.
53 "Telegrama 67, Salinas a Embajador en Brasil", 5 de octubre de 1914, en AMRE, Fondo Histórico General, vol. 472: Telegramas cambiados con la Legación en Brasil, s/f.
54 Luiz Cervo y Clodoaldo Bueno, História da Política, 202.
55
Empleamos el concepto aplicado a la realidad de fines del siglo XIX,
cuando Chile y Argentina tenían la octava y la novena flota mundial.
Luis V. Pérez Gil, "Las potencias medias en el sistema internacional.
Estudio de un modelo histórico: España en el primer tercio del siglo
XX", Anales de la Facultad de Derecho 1: 18 (2001): 215-240.
56
En este sentido véase: Fernando Wilson Laso y Rodrigo Moreno,
"Evaluación de la capacidad táctica del Acorazado Almirante Latorre con
relación a los Dreadnoughts en el Cono sur de América", Archivum 2-3 (2001): 29-33; Emilio Meneses, El factor naval; Emilio
Meneses "Coping with the Decline, Chilean Foreing Policy during the
Twenthieth Century 1900-1972" (Tesis de Doctorado en Relaciones
Internacionales, Universidad de Oxford, 1988); William Sater, Chile and the United States: Empires in Conflict (Atenas y Londres: The University of Georgia Press, 1990). Y en una perspectiva de largo plazo, Joaquín Fermandois, Mundo y fin de mundo. Chile en la política mundial 1900-2004 (Santiago: Ediciones Universidad Católica de Chile, 2005).
Referencias
Fuentes primarias
Archivos:
Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile (amre). Santiago, Chile. Fondo Histórico General. [ Links ]
Publicaciones periódicas:
- El Diario Ilustrado. Santiago, 1902, 1906, 1909, 1910. [ Links ]
- El Ferrocarril. Santiago, 1900. [ Links ]
- El Mercurio. Valparaíso, 1901, 1903. [ Links ]
- El Relator. Bogotá, 1903. [ Links ]
- La Prensa. Buenos Aires, 1906. [ Links ] El Porvenir. Santiago, 1898. [ Links ]
Fuentes secundarias
- Barros Van Buren, Mario. Historia diplomática de Chile 1541-1938. Santiago: Editorial Andrés Bello, 1990. [ Links ]
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