miércoles, 27 de abril de 2016

Terrorismo: ERP asesina a Somoza en Paraguay


El ERP asesina a Somoza 


Enrique Gorriarán Merlo,
líder del ERP y operador
de la Operación Reptil 


Antecedentes del anticomunismo de Somoza
El general Anastasio Somoza Debayle, presidente de Nicaragua, era un firme anticomunista. La dinastía Somoza apoyó la caída del gobierno filo comunista de Guatemala de Jacobo Arbenz Guzmán, golpe organizado por los EEUU. Somoza también viajó a Taiwán a dar su respaldo al General Shan Kei Shek reconociendo a China Nacionalista como estado independiente, en las Naciones Unidas. 

En la invasión a Cuba por cubanos anticastristas que querían liberar a ese país en los años 60, Somoza prestó a EEUU, para la operación, el Puerto Cabezas (Nicaragua) desde donde embarcaría la Brigada Libertaria (Brigada 2506) para desembarcar luego en la Bahía de los Cochinos (Cuba). Esta ayuda provocó que Fidel Castro lo considerara enemigo personal y ayudara decididamente a los insurgentes marxistas del FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) con financiamiento, información y entrenamiento, para derrocarlo. 

Jimmy Carter acababa de asumir la presidencia de los Estados Unidos blandiendo la bandera de "la defensa de los Derechos Humanos". Los demócratas, veían que la mayoría de las naciones latinoamericanas estaban gobernadas por gobiernos militares de facto que ya habían cumplido su cometido en cuanto a eliminar el “peligro rojo” y ahora su estrategia hacía necesaria que se volviera a los gobiernos civiles democráticos. En Nicaragua, fracasados los intentos de convocar a un gobierno de coalición ("somocismo sin Somoza") y de repeler las acciones armadas de los sandinistas , Somoza al ser abandonado por su principal aliado (EEUU) , no tuvo más remedio que dejar el país en la madrugada del 17 de julio de 1979. 

Llegó a las islas Bahamas creyendo que volvería a Nicaragua, ya que el entonces embajador norteamericano Lawrence Pezzullo le había prometido a él y a sus allegados que permanecerían fuera no más de seis meses. Le había expresado que una vez que se instalara el nuevo gobierno civil y se pacificara la nación, regresarían. Esta esperanza se esfumó cuando los Estados Unidos le quitaron todo respaldo y Jimmy Carter lo abandonó a su suerte. 

Somoza no tuvo otra alternativa que acudir al presidente de Paraguay General Alfredo Stroessner y asentarse en Asunción, donde tramitó y logró el status de “exiliado político” de acuerdo al derecho internacional. El ex presidente no estaba aislado de los acontecimientos de la nueva Nicaragua. Un año más tarde, desde su exilio, difundiría su libro "Nicaragua Traicionada" en el que contaba con lujo de detalles, todas y cada una de las negociaciones que sostuvo con personeros de la Casa Blanca para que abandonara el país y la forma en que fue traicionado por los Estados Unidos. “Un día me darán la razón", dijo. 

Dos meses antes que lo asesinaran en Asunción, había desembolsado la suma de un millón de dólares en efectivo, para financiar la primera fuerza contrarrevolucionaria: "La Fuerza Democrática Nicaraguense" (FDN), que en su gran mayoría estaba conformada por ex guardias que habían huido a Honduras. Creía que un día podría regresar y se decidió combatir a los comunistas de su país desde Paraguay. 

Con el apoyo de funcionarios del gobierno de Stroessner, el General Somoza logró asentarse en una de las zonas residenciales más exclusivas de esa capital, sobre la Avenida General Francisco Franco, conocida también como la Avenida España. Un lugar de residencias enormes y lujosas, donde es raro ver circulando muchos vehículos y hasta gente a pie. 

Gorriarán Merlo y los sandinistas 
Un grupo del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) formado por Hugo Irurzún, alias capitán "Santiago" , Enrique Gorriarán Merlo, alias Comandante "Ramón" y aproximadamente otros cincuenta combatientes argentinos, que luchaban contra la Guardia de Somoza formando parte de la Columna Internacional del frente Sur del FSLN ( Frente Sandinista de Liberación Nacional ) fueron citados a Managua, luego de su toma, para planear el asesinato de Somoza. (1) 

Una vez aprobado el plan, el Directorio Sandinista desembolsó una suma considerable de dinero para que "el comando" se infiltrara en el Paraguay y cometiera el magnicidio. Calculamos entre 60 y 80.000 dólares el costo de la operación sobre la base del Libro “Somoza . Expediente cerrado” de Claribel Alegría y D. J. Flakoll . 

Los sandinistas sabían muy bien lo que estaban haciendo. Somoza era su archienemigo, tenía dinero para financiar a los ex guardias somozistas que seguramente se embarcarían en una contrarevolución, (como efectivamente sucedió después) y por ello constituía un peligro para sus planes . 
 
Entrenamiento del comando terrorista en Colombia 
El 15 de enero de 1979 en una finca alquilada a 2 horas de Bogotá, en Colombia, se inició el entrenamiento del comando terrorista. El curso comprendía tiro con las más diversas armas a cargo de Iruzúm, inteligencia y contra inteligencia urbana, ejercicios prácticos de chequeo y contra chequeo que se realizaban en la Capital, a cargo de Gorriarán. Además se instruía en karate, y se practicaba una dura gimnasia. La actividad era de 8 horas diarias, incluyendo los sábados. El curso se extendió por más de 3 meses al cabo del cual se seleccionó los integrantes del comando que realizarían el asesinato. 

En Paraguay. Preparación del operativo (Marzo/Agosto) 
En marzo de 1980, dos hombres y dos mujeres de nacionalidad argentina ingresaron a Asunción vía aérea desde Brasil. Mediante actividades de inteligencia lograron determinar la zona y luego la casa donde vivía Somoza. Se instalaron demostrando un gran nivel económico y posteriormente iniciaron tareas con distintos encubrimientos para conocer las actividades, horarios de sus movimientos, autos, personal de custodia, etc de su futura víctima. Después de un tiempo lograron ubicarse a 150 metros de la casa mediante el ardid de asociarse con un kiosquero (entregando buen dinero) dentro de cuya instalación podían estar desde la mañana a la noche vigilando sin que sospecharan. Desde allí tenían absoluto control visual de quienes entraban y salían, de las placas de los vehículos, etc. Hasta llegaron a seguir a Somoza, una noche, cuando éste salió a cenar con su “pareja” a un lujoso y discreto restaurante. 

En julio, uno de ellos, viajó a la Argentina para rescatar de uno de los arsenales que tenia el ERP: un FAL (Fusil Automático Liviano) dos pistolas Browing de 9 milímetros, explosivos, mecha lenta y granadas. Además desde otro lugar no especificado, probablemente Nicaragua, se enviaron un lanza cohete RPG-2, dos subametralladoras Ingram con silenciador y dos fusiles M-16. Por vía terrestre fueron entrados de contrabando desde Posadas, Argentina, a Encarnación, Paraguay, bajo la apariencia de repuestos para automóviles. Llegadas las armas a Asunción fueron enterradas en “embutes” (escondites) en las casas que habitaban los terroristas. 

Momentos finales (Agosto/Septiembre) 
Una de las mujeres integrantes del grupo, con dinero proveniente de Managua, alquiló una lujosa residencia ( expresando que era para Julio Iglesias que estaba por ir al país) próxima a la casa de Somoza en la Avenida España y frente al trayecto que éste hacía al desplazarse con sus vehículos. Después de varios días de incertidumbre ( por ausencia de quien sería la víctima), el 15 de septiembre lo volvieron a ver, saliendo para realizar gestiones de negocios, y se prepararon para la acción. 

Con una camioneta y dos autos que habían comprado, las armas, los pasaportes falsos , las radios portátiles y las claves de aviso, el grupo, luego de repasar los detalles de la operación y posterior escape, se preparó para ejecutar el atentado criminal al día siguiente. Ese día, Somoza debía encontrarse con unos empresarios y, aproximadamente a las 10.05 horas, salió en un Mercedes Benz blanco con su escolta. En la calle, delante de él se desplazaban seis autos particulares ajenos al atentado.
El día fatídico, la guardia de Somoza estaba diezmada. Había solo dos hombres que seguían el coche del general en un Ford Belina granate del comisario Francisco González León. González era el que acompañaba habitualmente a Somoza en el Mercedes. Desde hacía varios días no venía el vehículo Ford Falcon oficial que llevaba la guardia de cinco custodios. Estaba en reparaciones. Providencialmente para González, el general Somoza decidió ir solo con el colombiano Joe Baittiner, para hablar por el camino de sus negocios, conducidos por su chofer nicaragüense César Gallardo. 
La repercusión fue inmediata. Radio Sandino de Nicaragua difundía: "¡Acaban de ajusticiar al dictador Anastasio Somoza en Paraguay! ¡Ha muerto el genocida mayor de la dinastía Somoza! ¡A los catorce meses de haber huido de la justicia revolucionaria, Somoza ha sido ajusticiado por la solidaridad internacionalista. Este es un ejemplar acto de justicia! Se decretan tres días de alegría nacional..."
Los sandinistas no estaban seguros de su revolución porque Somoza los había desafiado. "Me voy, pero voy a volver. Van a pedirme de rodillas que vuelva", dijo en una de tantas entrevistas que concedió.
Al llegar al Paraguay, el 19 de agosto de 1979, dijo inclusive que lo hacía en forma temporal porque tenía planeado regresar.


El asesinato 
De repente, la camioneta de los terroristas chocó un auto de adelante provocando que la columna de autos se detuviera. El Mercedes quedó detenido frente a la casa alquilada por los magnicidas – como lo habían planeado- y desde allí, Gorriarán con un M16 disparó contra el auto, que no era blindado. Murió el chofer, siguieron más disparos, los custodios sólo alcanzaron a protegerse y en ese instante , Irurzún disparó un proyectil con el lanzacohetes RPG2 (de origen ruso) que falló y de inmediato otro que impactó en el auto produciéndose un fuerte explosión que destrozó el vehículo. Somoza fue asesinado ese 16 de septiembre fuera de su país, por terroristas argentinos al servicio de Fidel Castro y del gobierno marxista de Daniel Ortega, en plena calle y delante de una ineficaz y desprevenida custodia. Este hecho fue conocido como "Operación Reptil". El auto quedó completamente destruido pero el motor permaneció en marcha, la explosión mató a Somoza, su asesor financiero el colombiano Jou Baittiner y su chofer civil César Gallardo.Cuando los guardaespaldas intentaron reaccionar, ya era tarde.  "Todo se produjo en segundos. Bajé de mi coche y corrí para tratar de auxiliar al general, pero enseguida vi como estallaban los vidrios y se esparcían como lluvia. Vi a uno de los hombres enmascarados que saltaron la muralla. Para mí que usaron silenciadores porque solo se veía cómo se iba destruyendo el vehículo", dijo el comisario González en una entrevista.
Después vino la deflagración final, que estremeció el barrio, a la altura de la avenida España entre Venezuela y América, oída a 20 cuadras a la redonda. Somoza tenía un coche blindado que no usaba.
La agencia noticiosa argentina Telam (con Christian Torres y Tito Saucedo) fue la primera en divulgar la noticia al exterior desde un viejo télex de la dirección de ABC. 


 
Una infografía publicada por ABC al día siguiente del asesinato de Somoza. Se reportaba que fue ejecutado con precisión matemática. Cuando se abrió el semáforo de Venezuela, dos terroristas se corrieron hasta la muralla (2 y 3). Se parapetaron y ametrallaron a quemarropa el auto (4). Otro (Irurzún), desde el porsche de la vivienda, echó rodilla en tierra y con una bazuca disparó una granada que estalló dentro del auto (6) e hizo volar por los aires el cuerpo del chofer Gallardo, que quedó humeante en el pavimento (7). El auto rodó lentamente hasta la construcción vecina y se detuvo entre escombros de materiales (8). Tras tirotearse con los guardaespaldas (9), los terrorista huyeron (10). 


Según el relato de los testigos, su cuerpo presentaba desgarros en el cuello. Tenía el pecho abierto y su rostro como una careta, desprendido de la cabeza, casi irreconocible. Sus cuerpos quedaron carbonizados. Cuando los médicos forenses le hicieron la autopsia su cuerpo estaba en tal estado que examinaron los pies, según la información de los medios paraguayos. Tras el divorcio con su esposa, Anastasio continuó viviendo con su amante Dinorah Sampson. Fue enterrado en Miami en la cripta Somoza Portocarrero. En su funeral decenas de nicaragüenses y cubanos exiliados en Florida acompañaron a la verdadera viuda ante la sociedad: Hope Portocarrero, sus hijos y otros parientes como la madre de Tachito; Salvadorita DeBayle viuda de Somoza.
 
Se especula que su fortuna ascendía a más de $1000 millones de dólares, otros afirman que la riqueza de Somoza llegó a $5000 millones, aunque nunca se supo a ciencia cierta cuánto era en realidad, ya que las empresas familiares y bienes tanto en Nicaragua como en el exterior, no fueron contados en su totalidad. Aparentemente el patrimonio de Somoza era tan grande, que no se sintió afectado al momento en que se divorció de Hope Portocarrero, a pesar que para eso tuvo que entregarle a ella; $200 millones de dólares y una pensión vitalicia de 50 mil dólares mensuales. Tenía importantes negocios en Nueva York, Texas y varios países de Europa. Somoza ocultó su fortuna astutamente en decenas de bancos en Suiza, Las Bahamas, Estados Unidos entre otros países.


Estado del automóvil Mercedes Benz de Somoza 
 
 


La huida
Volviendo a Asunción, momentos después de la huida exitosa del grupo, Irurzún decidió volver a la casa para rescatar cuatro mil dólares olvidados. Al verlo, unos vecinos lo denunciaron a la policía que lo ubicó por sus distintivos rasgos fisonómicos (era alto y pelirrojo) y lo mató a tiros. El resto de los integrantes del grupo del ERP, luego de algunos contratiempos y ayudados por comunistas paraguayos, lograron evadir los controles y escapar del país. De los siete autores del atentado, solo cuatro quedan vivos. Tres permanecen ocultos en el anonimato. Enrique Gorriarán, el cabecilla, estuvo preso un tiempo (por el caso Tablada), pero ya salió en libertad.
Habían huido en la camioneta Chevrolet que se descompuso sobre la calle América y se vieron obligados a detener el Mitsubishi Lancer del argentino Carbone. Casi no cabían en el vehículo.
En Recoleta buscaron un vehículo escondido, y dos de ellos -los guerrilleros Osvaldo y Santiago- bajaron en Itá Enramada. Osvaldo cruzó en una lancha a la Argentina.
El "camarada" Ramón (Enrique Gorriarán) bajó cerca de un hotel donde se encontró con "Julia", mientras que "Susana" se encontró con Roberto Sánchez Nadal, alias "Armando", en un estacionamiento del centro de Asunción.
La policía de Stroessner ofreció por todos los medios de comunicación una recompensa de 5.000.000 de guaraníes (con el dólar a 160) al que diera información sobre ellos. 

Las fronteras fueron clausuradas, pero los servicios de seguridad de Stroessner desnudaron una deficiencia desconocida antes por el público.
Los argentinos no pudieron abandonar el país por varios días. Fueron interrogados. La caza terminó en agresión y represión de paraguayos, quienes sufrieron todo tipo de abusos y confiscaciones de bienes en los meses que siguieron, durante la llamada "Operación Rastrillo".
En todos los centros urbanos y áreas rurales, los ciudadanos debieron abrir sus casas a policías y militares. Con el régimen de miedo y su inescrupulosidad característica, los efectivos se alzaron con armas, dinero, joyas, muebles y todo lo que encontraron a su paso.
Los guerrilleros no tuvieron muchas dificultades para cruzar a la Argentina, como el caso de Susana, Armando y Osvaldo, en tanto que Julia y Ramón sufrieron algunos contratiempos y recién pudieron cruzar la frontera brasileña con su apertura, un par de semanas después. La guerrillera Ana también pudo cruzar al Brasil.
Todos lograron volar y reencontrarse en Madrid.
La insurgente "Julia" relató que apenas pudo salvarse de la policía, porque fue plenamente identificada por la inteligencia argentina, que no acertó sin embargo en su nombre. Ana, Julia y Osvaldo viven hoy con otros nombres. Susana y Armando murieron en el ataque a La Tablada, en Buenos Aires.
Del asesinato, Gorriarán dijo después que el hecho no se hubiera producido si Somoza no amenazaba volver. "Te juro que no fue venganza. Si Somoza, por ejemplo, no hubiese querido retomar el poder y hubiese, no sé, decidido irse a vivir en España. No hubiéramos hecho esta acción. Por eso insisto que fue en el contexto de la contrarrevolución; no es un atentado individual..." 

Sumario
Como podemos ver, los terroristas no respetaron gobiernos ni las fronteras para realizar sus acciones criminales. Aunque como dijera el Dr Balbín, en nuestro país los terroristas “querían ser revolucionarios con seguro de vida”, es decir que ellos podían matar a traición, con crueldad, impunemente, de cualquier forma, pero a ellos no se los podía matar….. Extraña concepción de una guerra no convencional (sin reglas sólo para una parte). 

(1) Los revolucionarios de Nicaragua decían que habían tomado el Poder para derrotar a una dictadura e implantar un gobierno “de derecho”, ( democrático). Si hubiera sido realmente cierto, deberían haber juzgado al “dictador depuesto” y haber solicitado su extradición por los delitos imputados . Sin embargo , no lo hicieron así y enviaron – posiblemente a cambio de dinero- a un grupo de terroristas argentinos de su misma ideología para asesinarlo en un país extranjero, sin importar el status de exiliado. 

(Daniel Ortega, líder de la revolución en Nicaragua había jurado que Somoza no regresaría. Su plan criminal era no quedar comprometido, cosa que finalmente no pudo lograr al ser identificados los autores y su procedencia). 



Fuente
“NUESTRA HISTORIA-70” - BOLETÍN Nro 76.
ABC Color





martes, 26 de abril de 2016

Biografías: Edelmiro Mayer, un argentino en México, la Guerra de Secesión y en la Patagonia

Historia de Edelmiro Mayer,
un personaje increíble
Por Sergio Toyos
con adiciones de Esteban McLaren


14/04/08

La vida del ex gobernador del territorio de Santa Cruz, general Edelmiro Mayer, daría para más de una película o novela. Fue amigo de Mitre y Roca, viajó a los Estados Unidos donde conoció a Lincoln y luchó para abolir la esclavitud, marchó luego a México donde se alistó a favor de Benito Juárez contra el emperador Maximiliano, hizo amistad con el patriota cubano José Martí, escribió libros y encaró con fervor la tarea de “conquistar el desierto” en el sur argentino. Al decir de Rosendo Fraga, editor de su interesantísima biografía, titulada “Campaña y Guarnición”, es un típico personaje de la generación del Ochenta. Soldado, funcionario, escritor, periodista, romántico y músico.
Pero a estas características que fueron comunes a muchos hombres de su época, agrega el haber sido coronel en las fuerzas nordistas, en la Guerra de Secesión Norteamericana, comandando unidades integradas por ex esclavos. Fue general mexicano en la guerra de Benito Juárez contra las fuerzas europeas que apoyaban al emperador Maximiliano y coronel del Ejército Argentino. En su autobiografía, Mayer pinta con prosa ágil, brillante, fresca y espontánea sus experiencias, vivencias y aventuras en tierra mexicana, donde comanda un batallón y es luego ascendido al grado de general. Finalizadas sus aventuras en EE.UU. y México, donde se refugiara por mantener amores prohibidos, regresó a nuestro país, donde fue mirado no sin resquemor, por haber estado al servicio de otras banderas. Sin embargo, pronto fue defendido por las más altas autoridades nacionales y reivindicado, pasó a integrar el Ejército nacional, con el grado de coronel y nombrado gobernador del Territorio de Santa Cruz. Así es como llegó a Río Gallegos en abril de 1893. Íntimo amigo de Mitre, Roca y Roque Sáenz Peña, había obtenido ese cargo, para reemplazar al no menos interesante personaje Ramón Lista.

La vida de Mayer es una continua y novelesca aventura. Porteño, nacido en 1834, hijo de padre alemán y madre española, ingresó desde muy joven en el Ejército, combatió en Cepeda y Pavón con el grado de capitán y luego con el de sargento mayor. Acompañó al general Paunero en su expedición al interior. Este, en su calidad de jefe, lo promovió a teniente coronel. Mitre, gobernador de Buenos Aires, le desconoció a Paunero autoridad para otorgar ascensos, pero a su vez confirmó el de Mayer, quien, disgustado, lo rechazó pidiendo la baja del ejército. 



Emigró a los Estados Unidos. Trabajó primero en el comercio y luego ingresó como instructor en la Academia Militar de West Point, donde solicitó ser examinado para ser aceptado como oficial del ejército de ese país. Las óptimas calificaciones obtenidas a su ingreso, le permitieron desempeñarse no como estudiante, sino como instructor. Allí trabó amistad con el hijo de Abraham Lincoln, en cuyo bufete de abogado ingresó. 

Designado presidente, Lincoln lo nombró para un alto cargo. Sobrevino la guerra civil. Mayer hizo campaña periodística en favor de la abolición de la esclavitud y formó unidades de combate con gente de color, comandando una de ellas como teniente coronel. Se distinguió en la batalla de Chattannoga; fue herido gravemente en la batalla de Olustee y se destacó en el sitio de Richmond, que clausuró la guerra con la derrota de los sudistas. Después del asesinato de Lincoln, Mayer marchó a México y se alistó en favor de Benito Juárez contra las tropas del emperador Maximiliano. Le reconocieron su grado y le otorgaron mando de tropa. Pero por ser gringo , algunos lo consideraban yanqui. Su segundo, el teniente coronel Cañas, lo ofendió. Mayer lo retó a duelo, a la mexicana, a 20 pasos, con dos pistolas y avanzando. Su contendiente murió mientras que Mayer recibió cinco balazos de los que terminó reponiéndose.


A los 30 años fue ascendido al grado de general del ejército mexicano y uno de los jefes más importantes en el sitio de Querétaro. Desdeñó capturar a Maximiliano, detenido por otros y ejecutado. Penetró solo en la ciudad sitiada para correr una aventura amorosa. Descubierto se presentó al general Márquez, jefe de las tropas enemigas y le aclaró que no era un espía y le instó a la vez a rendirse porque la ciudad estaba vencida. Márquez lo devolvió a las filas republicanas. Al caer Querétaro se lo buscó a Márquez para fusilarlo, pero Mayer -en retribución a aquel gesto- lo ocultó en su tienda y lo salvó. Tiempo después Mayer quedó envuelto en una conspiración contra el gobierno. Juzgado, se lo condenó a muerte. Sarmiento, diplomático en Norteamérica, intervino y consiguió su indulto. Luego en su libro “Vida de Lincoln” se referirá a Mayer con encomio. Volvió a Estados Unidos donde hizo amistad con José Martí, el patriota cubano, que soñando con liberar a su patria lo invitó a participar en la expedición que preparaba. Pero Mayer, cansado de tanto trajinar por tierras americanas, con la nostalgia de los suyos, regresó a Buenos Aires. Por decreto le otorgaron el grado de coronel que rechazó, entendiendo que él ya era general, con suficientes títulos ganados en acciones bélicas. Un año después lo reconocieron como tal y le brindaron mando. Al sobrevenir la lucha por la federalización de Buenos Aires, Tejedor lo designó jefe de la resistencia contra las tropas del presidente Avellaneda. A raíz de la derrota quedó fuera de las listas del ejército y nunca, pudiendo hacerlo, pidió su reincorporación. Se dedicó a escribir libros: “Campaña y guarnición” , relatos de la vida militar, y “El intérprete musical” ; tradujo a Edgar Allan Poe y realizó una biografía suya. Sin embargo, habiendo vivido siempre al borde del riesgo y el peligro, añoraba empresas más expuestas y rigurosas. Así marchó a colonizar la Patagonia. En esa tarea lo sorprendió su nombramiento como gobernador de Santa Cruz. Un cargo ideal para su espíritu de aventura y su afán de progreso y libertad. Advirtió de entrada que la región necesitaba imperativamente aumentar su población. Continuando los esfuerzos de sus antecesores, Moyano y Lista, procuró que los nuevos pobladores no se arraigaran en los centros urbanos de la costa sino que se internaran hacia el oeste, rumbo a la Cordillera. Acogió de inmediato toda solicitud de tierras alejadas. Así concedió a Guillermo Game y a Ernesto Cattle 20.000 hectáreas sobre la margen sur del Lago Argentino. El 3 de mayo de 1894 el poblador Ernesto von Heinz pidió otras tantas en la zona de Planicie de Diana. Cinco días después Mayer resolvió expeditivamente la solicitud. Su lema fue poblar, “poblar, poblar, llegado el caso, por encima de la ley” . “Creced y multiplicaos” fue la ley que estatuyó en medio de ese páramo. Pragmático, ejecutivo, consciente del medio en que actuaba, tenía un solo norte: transformar el desierto. Su gestión no fue fácil; por momentos, se sintió abandonado por la mano de Dios, por lo que escribió quejándose al ministro del Interior: “Tengo voluntad y perseverancia para cumplir los propósitos que me han animado al recibirme del puesto de gobernador, pero sin la ayuda del Gobierno Nacional poco podré hacer, y menos aún si a cada paso se ha de sentir que existen deficiencias en las resoluciones superiores y que solo son una rémora en las tareas que se realizan para el adelanto del territorio”. No había aspecto de la vida colectiva que escapara a su mirada y desvelo. Poblar y educar fueron sus prioridades. Así fundó la escuela de Puerto Santa Cruz y estimuló las salesianas. Procuró que Río Gallegos y Puerto Santa Cruz, las dos poblaciones principales, crecieran en orden, que sus calles fueran rectas y las manzanas formaran dameros regulares. Gestionó la creación de un puerto sobre el río Gallegos, en Güer-Aike; obtuvo una partida de diez mil pesos para trazar un camino desde la capital hasta la zona de Última Esperanza. Abogó por una oficina del Registro Civil en Puerto Deseado, sosteniendo que “ Si alguien quiere contraer enlace en aquella zona tiene que trasladarse a Puerto Santa Cruz” . Insistió en eliminación de las aduanas, siguiendo el ejemplo de la ciudad chilena de Punta Arenas, que atraía todo el comercio de la región al ser declarado puerto libre. Apoyó las expediciones científicas en el territorio de Carlos Burmeister Clemente Onelli y Florentino Ameghino y a la vez se encargó de difundir sus descubrimientos y hallazgos, en los diarios porteños, despuntando su antigua inclinación de periodista. Ante la llegada de Londres para los pobladores de una goleta con mercadería mal despachada por el cónsul argentino, no autorizó la descarga, ordenando la entrega del cargamento a cada destinatario: “ No tienen por qué sufrir los pobladores las consecuencias de la ignorancia de un funcionario nuestro”. Para industrializar la producción pecuaria fomentó la instalación de una grasería y apoyó la extensión de los servicios navieros hasta Río Gallegos. Había peleado en favor de la abolición de la esclavitud, en Estados Unidos; por la república mexicana junto a Benito Juárez; solidario con José Martí en la liberación de Cuba. Y ahora, allí, en ese confín del mundo, a los 63 años, después de una vida de combates por la libertad humana, disponía todas sus energías para que el austro argentino dejara de ser el reino de la desolación y el frío. Estaba en su modesto despacho preparando como un general en jefe su plan de ataque, su ofensiva sin tregua, cuando cayó fulminado sobre su mesa de trabajo. Era el 4 de enero de 1897.



La bisnieta de Edelmiro, Elena, nos acerca unos datos adicionales sobre este increíble argentino:
"La madre de Edelmiro era Dolores Posadas hija de Gervasio primer Director Supremo, su padre Arnold en realidad era inglés de ascendencia alemana. De todos los varones de la familia el único que tuvo descendencia fue él. Su hijo Ruben (mi abuelo) fue militar, abogado, diplomático de carrera y doctor en letras y al igual que su padre escritor. Escribió "el país que se busca a si mismo", si lo encuentran muestra la realidad argentina y lo que él describe es lo mismo que estamos viviendo ahora, y libros de versos y prosa. Cuando Edelmiro estuvo en México y Maximiliano fue tomado prisionero, el lo dejó escapar (así me contó mi abuela) porque se reveló ante la injusticia y por un sentimiento de "Bavaridad" seguramente dado por sus ancestros. Cuando regresó de México (donde casi fue fusilado) llegó al puerto de Montevideo y fue a buscarlo el negro José (el esclavo liberado de la familia) quién pagó el viaje de su bolsillo. Ese tipo de cariño creo que se da solamente hacia las personas que han sido buenas con la gente. Cuando llegó se le desconoció su ciudadanía y ante la oposición de quienes le objetaban haber aceptado cargos militares en otros países, solicitó del Congreso de la Nación una declaración sobre la continuidad de sus derechos ciudadanos. La Cámara de Diputados aprobó el proyecto el 26 de junio de 1874, y el senado lo convirtió en ley el 2 de julio, promulgado por su amigo y a quien le debía la vida, Sarmiento el 8 de julio. Cuando fue gobernador de Santa Cruz, salía de ronda con su ayudante y recorrían las tolderías, con esta actitud logró que se terminaran los malones y saqueos, también impulsó la cultura por medio de veladas musicales para que la vida de quienes estaban en ese ambiente tan hostil fuera más llevadera (yo conservo algunos de los libros de música). Fue el primero en fomentar la construcción "industrializada" de casas prefabricadas. Mi tía me contó que el intérprete musical empezó a escribirlo cuando estaba preso para ser fusilado en México. Con respecto a su fusilamiento: él fue llevado al paredón y cuando se dio la orden de fuego los soldados no dispararon (el pelotón estaba formado por sus subordinados y por lo visto no quisieron ejecutarlo) entonces fue puesto en capilla de nuevo. En la segunda oportunidad en que iba a ser ejecutado es cuando fue salvado por los EEUU gracias a la intervención de Sarmiento. Me contaron que fue envuelto en la bandera de EEUU y sacado del país. Todo lo que te relato fue contado por mi madre o mis tías que fueron sus nietas y que se criaron con "abuelita Ana" que era Ana Burmeister de Máyer, su esposa. Si no me falla la memoria, el padrino de casamiento fue Juarez Celman. Pero no solamente Edelmiro fue un gran hombre, sus hermanos Carlos (murió a los 18 años peleando como un tigre contra los montoneros en Chumbicha, era tan querido que la juventud argentina publicó un libro en su homenaje y que se levantó un mausoleo en la recoleta en su nombre) y Federico (fue asesinado por sicarios de su suegra, la esposa de Tomás Godoy Cruz que fue uno de los representantes de Mendoza en el Congreso de Tucumán de 1816) también lo fueron. Si les interesa les cuento más de esa familia. "


Respecto a la bibliografía de su bisabuelo, Elena nos comenta:
"El escribió sus memorias en "Campaña y Guarnición" que fue reeditado por Rosendo Fraga y la Embajada de México. Es cierto que le decían el gringo, era altísimo, hablaba cinco idiomas, tocaba el piano, era inteligentísimo y tradujo las obras de Edgard Alan Poe y las de Smiles. Luego del asesinato de Abraham Lincoln, se quedó junto a su amigo (el hijo de Lincoln) en su bufete y luego marchó a pelear por la independencia de México. Mi hijo se le parece muchísimo, no sólo físicamente, sino en su sensibilidad y sentido de justicia. También me contaron que cuando fue nombrado gobernador de Santa Cruz, se fue a caballo desde Buenos Aires (no había trenes) y luego fue abuelita Ana con sus cosas para montar su casa. Quiero pedirl un favor, tengo entendido que en la Academia de West Point hay un busto en su memoria ya que él fue el que creó el primer batallón de negros en la guerra de secesión, en la que luchó junto con Abraham Lincoln. Si alguien tiene un agregado militar en la Embajada y me lo puede confirmar, se lo agradezco. También si me pueden decir como lograr una fotografía. Les agradezco mucho que se interesen por estas personas que son olvidadas de la historia, pero que ofrecieron su vida por una causa que consideraron justa y sin pedir nada a cambio. "


Y para quienes crean que fue un personaje secundario, les remito el enlace a la página de Harper's Weekly del 27 de Junio de 1863 donde comentan las acciones militares de este enorme militar que fue don Edelmiro Mayer:


HARPER'S WEEKLY.
[JUNE 27, 1863.
402
TO ADVERTISERS.
HARPER'S WEEKLY has a circulation of oven ONE HUNDRED THOUSAND COPIES, which are scattered over the whole country. Every number is probably read by eight or ten persons, so that advertisements in its pages reach the eye of more individuals than advertisements in any other periodical. It is essentially a home paper, and is found in every country house whose inmates take an interest in the thrilling events of the day. It is not destroyed after being read, as daily papers are, but is kept, and in many cases bound, placed in a library, and referred to from time to time. Advertisers who wish to bring their business to the notice of the public at large, and especially of the householding class, can find no medium so suitable for their purpose as Harper's Weekly.
Advertisements on the lest page of Harper's Weekly ONE DOLLAR per line; inside SEVENTY-FIVE CENTS per line. The space allotted to advertisements is limited, and an early application is advisable to secure a place.


HARPER'S WEEKLY.
SATURDAY, JUNE 27, 1863.
THE INVASION OF THE NORTH.

GENERAL LEE has verified the predictions we published in our last number with startling exactness. A part of his army has invaded Pennsylvania, now occupies one or two of the southern towns in that State, and menaces Harrisburg. A wild panic pervades the State, and the military organization which should have preceded the invasion by several weeks is now being hurriedly completed, in the midst of universal terror and confusion. Even as far west as Pittsburg the operatives in the machine-shops have knocked off work, called for speeches, and fallen to building earth-works. Meanwhile the alarm has spread to the adjacent States. New Jersey, Ohio, New York, West Virginia, and even Massachusetts are hurrying forward their militia to the scene of action, and there is some reason to hope that by the time these lines are read a new army of volunteer militia, as numerous if not as efficient as Lee's forces, will interpose between the rebel advance and the capital of the Keystone State.
It is stated that the Government was fully aware of Lee's designs, and suffered the rebels to cross the Potomac for ulterior purposes of its own. This may be so, though the prize which it was proposed to purchase by the sacrifice of one half of Milroy's army and the flourishing town of Chambersburg must—one would think—have been tolerably substantial.
The rebel journals, and some organs of opinion here, intimate that it is Lee's design to push forward into the heart of Pennsylvania and Ohio, and to stay at Pittsburg or Harrisburg, or some other convenient point—in other words, to invade the North on the plan which we have pursued at the South, taking all he can seize, and holding what he takes. The event will probably prove the fallacy of this expectation. No army of the size of Lee's can operate as a movable or flying column without a base; and no body of troops small enough to operate as a movable column would be safe in any part of the State of Pennsylvania. A brigade or a division of cavalry, moving swiftly from place to place, and avoiding the large towns, may make successful raids even into Pennsylvania, and may destroy bridges and stores, and carry off large quantities of plunder, without running more than the average risks of war. But if Lee, or any of his generals, attempts to move a corps d'armee of twelve to fifteen thousand men of the three arms, into any Northern State, it is demonstrable that the chances would be heavily against their return. And if he moves with any larger force than this, he must keep his communications open with his base or perish. This has been the cardinal principle which has impeded our operations so seriously in Virginia. Whenever the army of the Potomac has moved any considerable distance from its base, its communications have been cut, and the very existence of the army endangered. It will be so with Lee. If he operates from Winchester, which is the most probable base for a campaign against Southern Pennsylvania, he will not dare to move much beyond Hagerstown or Chambersburg; for if he does, his communications will infallibly be cut, and his army will have to retreat or perish.
Many motives have been assigned for Lee's sudden march from Fredericksburg to Winchester. It is hardly worth while to discuss any of them, as the most plausible is after all mere conjecture. But it is not difficult to understand that the preservation of the morale of the rebel army and the rebel people, in view of the proximate fall of Vicksburg and Port Hudson and the loss of the Mississippi Valley, imperatively required that some dashing enterprise—involving possibilities of brilliant successes—should be undertaken, and this theory alone might suffice to account for Lee's recent strategy; which, in any other point of view, would seem to be unworthy of his reputation.


THE PRESIDENT'S LETTER.
WE wish we could find space in our crowded columns for the President's very admirable reply to a Democratic meeting at Albany, which, through the hands of Mr. Erastus Corning, transmitted to him certain resolutions censuring the arrest and exile of Clement L. Vallandigham.
Whether we view the paper as a calm exposition of the law of the case, and of the duty and responsibility of the Executive, or whether we prefer to look at it in a more personal light, as a semi-private letter, written in justification of Mr. Lincoln's course—for it will bear this construction—it will challenge universal respect, and give its author a fresh claim to the gratitude of the people.
First, as to the facts of the case. The letter says:
Mr. Vallandigham avows his hostility to the war on the part of the Union; and his arrest was made because he was laboring, with some effect, to prevent the raising of troops, to encourage desertions from the army, and to leave the rebellion without an adequate military force to suppress it. He was not arrested because he was damaging the political prospects of the Administration, or the personal interests of the Commanding-General, but because he was damaging the army, upon the existence and vigor of which the life of the nation depends. He was warring upon the military, and this gave the military constitutional jurisdiction to lay hands upon him.
As to the power of the Government to arrest such a traitor as this, and to deny him the right of habeas corpus and the privileges of a trial in the courts, the President very properly refers to that clause in the Constitution which states that "the privilege of the writ of habeas corpus shall not be suspended, UNLESS WHEN, IN CASES OF REBELLION or invasion, THE PUBLIC SAFETY SHALL REQUIRE IT."
This, says the President, is precisely our present case—a case of gigantic rebellion wherein the public safety requires the suspension of the habeas corpus, and the other legal formalities by which, in time of peace, the personal liberty of the citizen is secured. In proof hereof, he refers to the military necessity which requires the shooting of deserters, and inquires, with crushing force, whether he "must shoot a simple soldier-boy who deserts, while 'he' may not touch a hair of a wily agitator who induces him to desert?"
Having proved his constitutional right to deny to Vallandigham a trial in the courts, the President devotes a few sentences to the absurd notion, which has lately been used at certain pseudo-democratic meetings in this city, that the suspension of the habeas corpus in time of civil war will impair the working of our free institutions when peace is restored. "I can no more believe this," says the President, "than I can believe that a man could contract so strong an appetite for emetics during temporary illness, as to persist in feeding upon them during the remainder of his healthful life." In point of fact, the precedent established by General Jackson at New Orleans, when he suspended the writ of his own mere motion, and arrested the lawyer who asked for it, the judge who granted it, and the editor who said it should have been issued, settles this point. When peace was restored with England, the habeas corpus and the other free institutions of the country resumed their play just as though they had never been suspended, and no one ever thought of resisting them on the ground of Jackson's proceedings. When the rebellion is over, no public official will attempt to use the arbitrary power which a due concern for the public safety now forces into the hands of the President and his commanding Generals—until another "rebellion or invasion" take place, when again the "supreme law" will override all others, as it does at present.
We judge that Mr. Lincoln's real object in publishing this letter to the Albany Democrats, was not only to make them and their co-workers ashamed of the mean position which they occupy in trying to weaken the hands of the Government at a time when the very life of the nation hangs trembling in the balance, but also to warn the secret traitors who swarm in our midst that he is perfectly determined to do his duty to the country, and that the case of Vallandigham may possibly prove a precedent for future action. It is clear as noonday that if the soldier-boy who deserts is to be shot—and all officers declare that without shooting deserters armies can not be kept together—the infamous scoundrel who stays at home, and by lying words tempts him to desert, by weakening his confidence in his officers, misrepresenting and reviling the cause in which he is fighting, predicting the hopelessness of the conflict, damping his ardor, and fomenting his discontent, ought not, in common justice, to escape unscathed. We have in this city men who, within a month, have said and written words which, if distributed through the army of the Potomac, and believed by the troops, could not fail to have yielded a large crop of desertions. There are newspapers published here whose sole aim appears to be to dishearten our troops; to represent that they are engaged in an unjust, a needless, a brutal war; to persuade them that they are the tools of reckless abolition agitators, whose object is to raise the black man at the expense of the white; in a word, to provide every lazy and discontented soldier with an ample supply of reasons for deserting on the first opportunity. At the late peace meeting held here under the auspices of the ex-Mayor of New York, and at several meetings held during the recent canvass in Connecticut, such a picture was drawn of the war, of the Administration, and of the generals, that a shrewd soldier, seeing and believing it, must have deemed it almost a duty to desert. With what feelings, under these circumstances, can any lover of justice, or any man who has a relative in the army, read
the ominous dispatch which now appears three or four times a week in the newspapers: "Two more deserters were shot this morning?" Instead of wanting Vallandigham back, ought we not rather to demand of the President, in justice and mercy, that a few more examples be made of Northern traitors?
THE LOUNGER.
COLORED TROOPS.

THE military discussion of chief interest at this moment is that of the value of colored troops. Thus far in the war, upon every occasion when they have been in action, they have shown the heroism, subordination, coolness, and unfaltering resolution which are essential to the successful soldier. But a most interesting chapter of testimony upon the subject has been intrusted to us by a friend, who receives it from Major Edelmiro Mayer, a soldier of the Argentine Republic, who has entered the service of this country, having come most amply accredited to the President and distinguished civil and military personages from the most eminent persons of his own country. We shall make only such changes in his expressions as are absolutely essential. The Major writes in English:

"I am very much surprised that the ability, and I may say the supreme excellence, of the negro as a soldier should be questioned. But I remember that when the New World was discovered the Europeans questioned whether the Indians were men or not, until Pope Alexander the Sixth issued a bull declaring them to be gifted with intelligence, and to be descendants from Adam..... "What foundation is there for the belief that the negro is not a good soldier? In my opinion he does not lack any of the qualities of a soldier; and this opinion of mine is founded upon severe tests of their worth, seen and known by me in a long experience with them in the wars of the Argentine Republic. "The principal branch of the army is the infantry. Let us then consider the negro as a foot-soldier. "To be a good infantry soldier it is necessary that the man should be robust, and sober, and able to bear privation and fatigue. He must be gifted with the passive courage of the artillerist and the marine, and he must also possess such intrepidity that, when the occasion offers, he will dash forward on the charge with the impetuosity of a horseman. Fighting by day and night, in summer and winter, on land and on water, in all climates, and on all kinds of ground; enduring fatigue, cold, and hunger, he needs an intelligence in proportion to the kind of war he wages—a continued perseverance, dexterity, energy, and moral force to engage in all combats. "Now the infantry will not be good unless it is composed of individuals who will receive canister shot at 'Support arms' without dodging or changing position; who will receive or attack the enemy with bayonet or ball; who will make long marches without shoes, and camp without water in summer, without clothes in winter, and eating little, fight without rest. "Find a race of men with such qualities, and you have the best infantry in the world. In general the negroes are robust; but the slaves are much more likely to be so, because they are habituated to incessant work, and they are able to bear the privations and fatigue of campaigns with admirable resignation, and it may be said with a stoical impassibility. "That the negro is courageous is shown by the history of my country, in which are written the names of many black heroes. "In the South American War of Independence the army of the Argentine Republic aided in giving liberty to five other republics (Peru, Bolivia, Chili, Paraguay, and Uraguay), and in that army were many battalions of negroes. The Spanish armies, which had just come from combating the legions of Napoleon the Great, know very well of what metal those negroes are made, for the Spaniards were defeated by them in many battles. "In the war which the Argentine Republic had with Brazil, in 1825, the Brazilians had 8000 foreign soldiers in their infantry, who, in the decisive battles of 'Ituzaings' (in which the Argentine arms were victorious), were either killed, wounded, or made prisoners by an inferior number of negroes, commanded by a negro named Colonel Barcala, who had been promoted in the regular army to this high position on account of his heroism, military talent, and gentlemanly manners. "In the long and cruel civil war of the Argentine Republic, in which two opposite elements wrestled—civilization and barbarity—the negroes were always on the side of the civilized party, and they have always been sublimely faithful to it. Never were the leaders of the barbarian party able to persuade these negroes to serve them; they have in every instance preferred the tortures of the tyrant J. M. Rosas and sure death to treason. "Never have they deserted the flag of liberty. "When the army of liberty was decimated by Rosas, and the Argentine Republic had been made a vast cemetery for all those who loved liberty—when our army had been deprived of its most necessary leaders, and the men had perished by hunger, thirst, and the fatigue of those campaigns, the negroes made themselves illustrious for the perseverance, dexterity, and moral force with which they wrestled with all trials and overcame all difficulties. "The negroes are never insubordinate, and subordination is the soul of a good army; they are also very faithful to their commanders and officers. "I will relate to you a fact which occurred in 1854. The retrograde party having taken possession of the Government of Uruguay Republic, the liberals determined to humble then, and so they joined some regiments of the National Guard of Montevideo, the capital of the republic. The revolution was crushed, and its abettors were banished forever from the country. At this time there were three battalions of negroes who besought their chiefs to be allowed to accompany them in their banishment. Their commanders consented. They came to Buenos Ayres, and they have always been true to their principles, and helped their chiefs to humble the despotic Government of their country, which they attempted in 1857, and in which unhappy expedition the greater part of the army of liberty perished by the cutting edge of the enemy's sword. "I have had some of those negro soldiers, and I have led them to the fight. Would to God I could ever obtain again the command of such soldiers as those; for I know that, even if not victorious, at least they would never leave the field without doing honor to our arms and flag!"
BARCALA.
IN a subsequent letter Major Mayer gives the following account of a celebrated negro chieftain whose fame survives in the Argentine Republic like that of Touissant L'Ouverture in St. Domingo.
Besides the brave Colonel Barcala other negroes have distinguished themselves in the wars of South America. Borros, the Portuguese historian of Brazil, says that in his opinion the negro soldiers are
preferable to the Swiss, who in his day were considered the best infantry in the world. In fact one of the most distinguished characters in Brazilian history was Henry Diaz, a negro, who from a slave became, like Barcala, the colonel of a regiment of soldiers of his own color. In 1637, at the head of his soldiers, he took from the Dutch the fort and town of Arecise. In 1645, in one of his battles, a ball shattered his left hand. To spare the delay of dressing the wound he caused it to be amputated on the spot, saying that each finger of his right was worth the whole of his left hand in battle. The historian Menezes praises his consummate skill, and the devotion and intrepidity of his followers:

"You desire to know more of Colonel Barcala, whose name you have seen in the letter which I wrote to—. I know perfectly well that your interest in him is not a mere idle curiosity, but is born of your profound love to the good cause, and of your wish to put in action whatever may contribute in any way to elevate the oppressed negro race. "You think that it may be useful and interesting to know something of this fellow-countryman of mine—a man eminent by his talents, virtues, and heroic deeds. Well, then, I will make you a sketch of that negro, as noble and brave as the Bayard of France. I am only afraid that it will be very imperfect, because I am far from those who could give me dates, and I must depend only on my memory. But the few details that I can relate to you of this martyr for liberty will enable you to judge of him. "Colonel Barcala was born in the city of Mendoza, where his parents were slaves. The owner of them loved the little negro, seeing him so intelligent, and gave him a good education. The war of independence revolutionized the society of the viceroyalty of Buenos Ayres, and when the first congress met, in 1815, it declared free every one born after that day in the Argentine Republic, and also forbad the introduction of slaves. The love of liberty inspired the hearts of most of the citizens, who gave immediately freedom to their negroes, begging them only to help to maintain the liberty and independence of the new republic. "Many of the negroes marched to the encampments and offered themselves as privates, and among them was Barcala. They were organized into battalions with white officers. General San Martin passed with them the Andes, the most splendid feat of the military history of South America, and fought the memorable battle of Chacabuco, so disastrous for the Spaniards. In this battle Barcala was made a corporal for his distinguished gallantry. "A short time after the liberating army was surprised in the night, and, unfortunately, nearly all dispersed. Corporal Barcala was made Sergeant for the activity and intelligence which he displayed on this occasion. Seven days afterward the Spanish army was attacked, greatly to their astonishment, in the field of Maypu, by the army which they thought they had destroyed in the recent action, and which was now reduced to one third the number of the enemy. "The battle of Maypu was one of the most bloody and desperate ever fought by the Spaniards on the South American continent, and in losing it they lost the possession of Chili. In that battle the negro battalions performed exploits very similar to those that distinguished the Rhoda Island regiments under General Burnside at Antietam. "For his behavior in the battle Barcala was made Lieutenant. He was the first negro officer in our army, and had at that time three decorations on his breast. "Constantly battling, without rest, the liberating army followed the Spaniards to Bolivia and Peru. I returned to Buenos Ayres in the year 1823. Barcala had made eight years of continued campaigns, and when he returned to his father-land, from which he went out as private, he came as Colonel of a Regiment, covered with glory, with fifteen decorations, and with the love and esteem of all the army. "It is necessary to understand that the chiefs and officers of the army were from the most notable and select portions of society, in order justly to appreciate the merit of Barcala, an emancipated negro slave, who raised himself to so high a rank by his talents, heroism, knowledge, and virtues. "In the war with Brazil, in 1825, you know the figure that he made, because you have read the letter which I have written to —. "In 1828 broke out our civil war, and Barcala, like all the negroes, was with the party of liberty. The Liberal army, being in the State of Cordova, fought there the battle of the Tablada, under General Paz (the only South American General who has not lost a battle, notwithstanding he fought many and very notable ones, among which is this, the bloodiest in South American history), and General Facundo Quiroga, the Argentine Attila. "After two days of fighting, in which was displayed by one side the greatest strategy and valor, and by the other the greatest impetuosity in the furious charges of cavalry, and the greatest obstinacy, General Paz remained master of the field; and in the general order which he gave the next day he magnified the knowledge and talent of his chief-of-staff, and declared that he owed to him mainly the victory. This chief-of-staff of General Paz, the most strategical and learned of all the South American Generals, and the most severely sparing of eulogies, was the Colonel Barcala. "I will relate to you two or three facts which will throw some light upon his character. "The Liberal army being in the city of Cordova, the high society of the city gave a great banquet to the chiefs and officers. In the negro battalions were some colonel officers, who had been promoted for their merits. Well, then, not one of those officers would go to the banquet, but gave sincere thanks for the invitation. I knew, two years ago, one of those officers; and when I asked him for the reasons why they had refused the invitation, he told me: 'In the army we had known well what we were as officers, but we also knew our position in society, for so has taught us our Colonel Barcala.' For, having been slaves, they, of course, were without high culture. "A few days after this there was given a ball to the generals and chiefs. It was the custom to open these balls with a minuet danced by the commanding general and his chief-of-staff. Colonel Barcala, who, by order of his general, was present, and was in the side-rooms, refused to go into the parlor to dance, saying that he did not know how to do it. Then one of those ladies appointed to dance that minuet, whom I know, and who, now in advanced years, preserves the aristocratic air that was characteristic of her manners, approached him and said, 'I will direct you; now you will not longer refuse to dance.' Barcala danced with all the grace and freedom of a man of the court. The minuet finished, he walked out of the parlor and went away. Afterward he said to this lady, 'Though you sought to honor me, you really mortified me.' "Shortly after he fell into the hands of Quiroga (a noted bandit), who ordered that he should be shot. But half an hour before the time named, Quiroga ordered him into his presence and asked, "What would you have done with me if you had taken me a prisoner?' " 'I should have ordered you hung on the first tree, because you are not worthy to be shot.' " 'Colonel Barcala, I will give you liberty if you will take service with me.' "He replied, 'Colonel Barcala will not degrade himself by serving the leaders of barbarism.' 



Un enorme ser humano, sin dudas.

Fuentes

  • Agencia Periodística Patagónica – www.appnoticias.com.ar 
  • Máyer, Edelmiro, “Campaña y Guarnición”, Editorial Centro de Estudios para la Nueva Mayoría , Buenos Aires, 1998 (obra presentada por Rosendo M. Fraga) 
  • Harper's Weekly, edición del 27 de junio de 1863
  • Post de Elena, taranieta de Edelmiro Mayer, fechados el 9 y 10 de enero de 2010.
  • Soldados Digital

Mortero: CARDOM (Israel)

Mortero de retroceso autónomo CARDOM 


 
 

El mortero autónomo impulsado retroceso de 120 mm CARDOM, montados en los vehículos de ruedas u orugas ( familiares de morteros blindados de orugas M113), ofrece ventajas significativas en el despliegue rápido, la precisión, el área de cobertura, movilidad táctica, flexibilidad y capacidad de supervivencia. 


Se logra un alcance de hasta 7.200 m. 
El CARDOM contiene el estado del arte de la navegación y de control de mando y dispositivos de comunicación, ofreciendo la infantería y comandante de mortero de las capacidades únicas de mejora operativa de respuesta rápida y automática por la que se dispone. 

El sistema de mortero CARDOM, está equipado con un sistema de retroceso, que atenúa las cargas de disparo y permite el montaje del mortero de 120 mm en los vehículos de ruedas u orugas. Debido a las cargas de fuego bajo, y atravesar el fuego en todo el arco de 360 ​​º es posible. Esta capacidad permite desplazar el fuego a blancos de oportunidad, sin mover la plataforma, ideal para un campo de batalla móvil y fluido. 
La orientación exacta del barril asegura el uso del sistema de mortero por la que se encuentran bajo el control de una unidad de referencia dinámico. El sistema automático por la que se asegura una precisión de milésimas de artillería de un objetivo y un compromiso rápido. 

El sistema de control de disparo permite a la primera ronda el efecto, para lograr la sorpresa y la letalidad mayor enemigo. El sistema está preparado para disparar munición guiada y munición convencional mejorada (ICM), que aumenta la letalidad del sistema contra objetivos seleccionados, así como contra objetivos tradicionales. El CARDOM lleva a bordo listos para su uso 30-60 proyectiles, de acuerdo con el diseño del vehículo. 

 



Israeli Weapons (c)