viernes, 21 de febrero de 2014

Inteligencia: El caso Mc Hannaford-Accame

El caso del único militar argentino que fue condenado por espionaje



El soldado sacó su arma de la cartuchera. Con tres dedos de la mano derecha la puso sobre la mesa haciéndola girar en el sentido de las agujas del reloj. Era una 45. Entonces dio un paso hacia atrás y esperó en silencio junto a otro soldado que completaba la guardia. El mayor del ejército argentino Guillermo Mac Hannaford estaba sentado del otro lado con los brazos caídos. Los puso sobre la mesa y echó el cuerpo hacia delante. Miró el arma un largo rato.

Levantó la vista hacia sus dos custodios, que estaban parados frente a él, firmes. "¡Déjense de joder!", les dijo. No hubo respuesta. Había poca luz en la celda del Regimiento 3 de Infantería, apenas la de la lamparita del pasillo. Pasaron unos segundos. Los soldados no se movieron, sus caras serias parecían esculpidas. Al fin el mayor, que había cruzado los dos brazos sobre la mesa y apoyaba el mentón sobre ellos, volvió a hablar: "¡Yo no me mato. Soy inocente!". Era el 18 agosto de 1938, a las 5.

El mayor Guillermo Mac Hannaford fue el único militar argentino condenado por espionaje y degradado en una solemne ceremonia. Pero también fue el protagonista de un caso muy parecido al que sufriera Alfredo Dreyfuss, un militar francés. El nombre de Dreyfuss hizo famosa a la Isla del Diablo, la colonia penal que Francia tenía en las Guyanas, donde lo mandaron preso. Pero sobre todo se convirtió en el paradigma del hombre atrapado por una conspiración, condenado y humillado por un delito que no cometió.

Mac Hannaford se negó al suicidio. Entonces le leyeron la sentencia: reclusión perpetua y degradación pública. De inmediato lo sacaron del Regimiento, en Garay y Pichincha, en un celular blindado, rumbo al Colegio Militar del Palomar.

El caso Mac Hannaford comenzó el 3 de diciembre de 1936, en el despacho del ministro de Guerra, general Basilio Pertiné, abuelo de la esposa del ex presidente Fernando De la Rúa.

El coronel Torreani Vieira, agregado militar de la embajada de Paraguay, había pedido una audiencia. Su país venía de una larga guerra con Bolivia por la región conocida como Chaco paraguayo, una zona limítrofe entre ambos países. Y era un secreto a voces que la Argentina había dado ayuda extraoficial a Paraguay porque rechazaba las pretensiones de Bolivia.
Los paraguayos mantenían cordiales relaciones con la Argentina. Pero Torreani Vieira no había ido a hablar del conflicto sino que traía una denuncia: un civil argentino le había ofrecido documentos militares secretos.

Ese día el civil fue detenido. Era Horacio Pita Oliver, un espía de los servicios de informaciones del Ejército, un "service" se diría hoy. ¿Quién le había dado los papeles? Pita Oliver mencionó al mayor Mac Hannaford, ayudante del jefe del Estado Mayor, general Nicolás Accamé.

Era toda una sorpresa: Mac Hannaford había sido, hasta dos días antes, uno de los edecanes argentinos del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, que había presidido en Buenos Aires la Conferencia Interamericana de la Paz.

Pita Oliver también señaló al teniente primero Aquiles Azpilicueta y a una mujer, Jorgelina Argerich. Los militares detuvieron a Azpilicueta en San Luis, y también a Argerich, en cuya casa encontraron papeles "desaparecidos del Estado Mayor". Poco antes de las doce de la noche de ese día, Mac Hannaford fue arrestado en su casa de Olivos. Derrumbaron el cielorraso, levantaron los pisos, revisaron cada rincón pero no encontraron nada.

El secreto fue total. El público no supo nada durante mucho tiempo, mayor a los 18 meses que duró la corte marcial.

Horacio Pita Oliver era primo del general Rodolfo Martínez Pita, que en 1936 presidía el Consejo de Guerra para Jefes y Oficiales. Martínez Pita se había desempeñado en la Comisión Militar Neutral durante la guerra de Bolivia y Paraguay, pero sobre todo era conocido en el Ejército porque representaba a la corriente de oficiales que adhería a las posiciones del gobierno nazi alemán y fascista italiano. No se llevaba bien con el mayor Mac Hannaford, que simpatizaba con la causa de los aliados y no apoyaba al GOU (Grupo de Oficiales Unidos), una logia que reunía a militares del mismo pensamiento que el de Martínez Pita.

Al acusado se le permitió nombrar a un defensor civil, Oscar Semino Parodi, que lo asistiría hasta el final. Pero debió cambiar ocho veces de defensor militar, porque sucesiva y sistemáticamente eran asignados a otros destinos.

El general Accamé, que conocía bien a Mac Hannaford porque era su superior, fue enviado sorpresivamente en misión a Brasil y no declaró.

El proceso comenzó y terminó sin una prueba clave: jamás fueron encontrados los documentos que Pita Oliver le había ofrecido al agregado militar paraguayo. El caso se basó en sus palabras, que no pudieron ser examinadas. Por ejemplo, Pita Oliver había asegurado que Mac Hannaford quería cobrar 300 pesos por los documentos, pero el mayor no pasaba apremios económicos y estaba a punto de ser ascendido a teniente coronel con lo cual recibiría un aumento de 400 pesos.

También resultaba extraño que el ofrecimiento de secretos militares se hiciera a Paraguay. ¿Por qué? Según la legislación de aquel entonces y la actual, el delito de traición a la patria existe cuando alguien colabora o ayuda a un país enemigo de la Argentina. Paraguay era un país amigo de la Argentina.

Los papeles "desaparecidos del Estado Mayor" los encontraron en la casa de Jorgelina Argerich, no de Mac Hannaford, y jamás se supo qué importancia tenían o si eran sólo papeles en blanco membretados.

El 16 de agosto de 1938 el presidente Roberto Ortiz, que ya había sucedido a Agustín P. Justo, firmó el decreto confirmando la sentencia. No hubo posibilidad de apelar porque a los defensores se les negó recurrir a la Corte Suprema. Quedaba en el tintero una cuestión mayor: el acusado recibió la pena máxima, perpetua, pero el delito, de haber existido, no se había consumado porque los documentos prometidos a Paraguay no fueron entregados. Hubiese correspondido una pena menor por tentativa.

El 18 de agosto de 1938 todo estaba preparado en el Colegio Militar de Palomar para un acto inédito en la historia argentina, la degradación de un militar.

A las 7, en el patio principal, estaba formado el cuerpo de cadetes. Había 700 jefes y oficiales. Un pelotón de ocho hombres al mando de un sargento escoltó a Mac Hannaford hasta colocarse frente a la formación de cadetes, presidida por los militares de más alto rango. El acusado estaba pálido. Un capitán leyó la sentencia. Entonces el coronel Juan Tonazzi, director del Colegio, se adelantó y dijo: "Mayor Guillermo Mac Hannaford. Sois indigno de llevar las armas y vestir el uniforme de los militares de la República. En consecuencia, en nombre de la patria, os declaro degradado".

Mac Hannaford se ciñó su propio sable, que el sargento al mando del pelotón le había dado. Enseguida el sargento se lo sacó y lo tiró al piso. Después, le arrancó del uniforme los distintivos de oficial y también los tiró al piso. El pelotón, con Mac Hannaford en el centro, desfiló por el patio rumbo a la celda. Cuando desapareció, el silencio continuaba.

Los otros acusados, Jorgelina Argerich, Azpilicueta y Pita Oliver, recibieron penas menores. Llamativamente Azpilicueta fue reincorporado al Ejército luego de cumplir cinco años de condena.

Mac Hannaford fue llevado primero a la isla Martín García y luego al penal de Ushuaia, donde pasó casi 10 años. El 20 de julio de 1947, antes de que la prisión se cerrara, el ex mayor y otros 55 detenidos fueron mandados a Buenos Aires. Lo mandaron a la cárcel de Caseros. Ya había contraído tuberculosis.

 
Momento en que el Mayor Mac Hannaford (centro y frente a la cámara) es trasladado del penal de Ushuaia al de Caseros, en 1947.

Desde el momento de la condena, su familia reiteró ante cada gobierno el pedido de indulto. Luego de pasar 20 años preso, el ex militar fue indultado finalmente por un decreto secreto del presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu, en 1956.

Mac Hannaford murió cinco años después de su liberación, el 5 de setiembre de 1961. Olvidado, como su caso.


Un escándalo de espionaje en la cúpula del Ejército

El tráfico de inteligencia militar sobre la guerra del Chaco continuó aun después de la paz, como lo evidenció el escándalo de espionaje que en 1936 comprometió al Estado Mayor General del Ejército y a su jefe, el general Nicolás Accame. El ayudante de Accame, que estaba a cargo del archivo secreto militar fue arrestado, juzgado y condenado por la venta de la misma documentación que debía custodiar.

El episodio, que en su momento llegó al público como el "Caso Dreyfus argentino", alcanzó a unos de los oficiales mejor calificados, el mayor Guillermo Mac Hannaford. Este fue acusado por un agente civil de la inteligencia militar de haberle vendido en distintas oportunidades documentos sobre movilización de tropas argentinas en la frontera con Paraguay. Mac Hannaford pertenecía al arma de artillería y era camarada y amigo del mayor Perón, de infantería. En el escalafón general del Ejército, Perón ocupaba el puesto 24 y Mac Hannaford el 25, habían ingresado en 1911 y 1912, respectivamente, y la guerra del Chaco los encontró a ambos en el sensible terreno de la inteligencia, donde los secretos se cotizaban y el precio era la vida de los soldados paraguayos y Bolivianos.

Mac Hannaford fue arrestado mientras cumplía la delicada tarea de edecán del presidente de los Estados Unidos, Franklin Roosevelt, a quien se ocultó que su momentáneo hombre de confianza era un espía. Mac Hannaford jamás admitió los cargos pero fue degradado en una ceremonia a la que asistieron cinco generales, aunque no se hizo presente el ministro de Guerra, general Basilio Pertiné, quien había impulsado la investigación a partir de una denuncia de los paraguayos.

El caso nunca logró ser aclarado. Algunos imaginaron que se trató de salvar a otros. Aunque le ofrecieron una pistola para que se suicidara, la rechazó. Mac Hannaford pasó los 23 años siguientes en el presidio de Tierra del Fuego; después lo trasladaron a la cárcel de Caseros, donde murió en 1961.

Lo inexplicable del "affaire" es que la documentación que había dejado en manos paraguayas correspondía a una estrategia que Bolivia había sufrido en carne propia, ya que trataba sobre aprovisionamiento, movilización y transporte de tropas argentinas en la dirección que beneficiaba al Paraguay.

La condena clausuró un capítulo de intervención directa en una guerra entre vecinos en la que abundaron las transacciones sospechosas, los inventarios de armas dudosos (no solamente del Ejército, también de la Marina de Guerra), las comisiones por compras en Europa para el ejército paraguayo y los negocios con alimentos.

El Ministro de Guerra de Justo se lo había dicho con total sinceridad al embajador paraguayo un día de 1932: "No desearía que me acusaran de malversación de fondos", lamentó entonces el general Manuel Rodríguez.

Clarín


Metralleta: Sterling - Patchett L2A1 (Mk.1) - L2A3 (Mk.4), L34A1 (Mk.5) (UK)


Subametralladora Sterling - Patchett L2A1 (Mk.1) - L2A3 (Mk.4), L34A1 (Mk.5) (Gran Bretaña)



Metralleta Sterling L2A3 / Mk.4, lado izquierdo, culata extendida.
Imagen: Frank Rodyns, Bélgica


Metralleta Sterling L2A3 / Mk.4, lado izquierdo, culata retraída.
Imagen: Frank Rodyns, Bélgica


Metralleta Sterling L2A3 / Mk.4, lado derecho.
Imagen: Frank Rodyns, Bélgica




Subametralladora silenciada Sterling L34A1 / Mk.5.





Metralleta Sterling L2A3 / Mk.4, parcialmente desmontada.
Imagen: Frank Rodyns, Bélgica

Sterling L2A3Sterling L34A1 silenciado
Calibre9x19mm Luger/Parabellum/NATO
Peso, vacío2,7 kg3,6 kg
Longitud (culata cerrada / abierta)481 / 686 mm660 / 864 mm
Longitud de cañón196 mm196 mm
Tasa de disparo550 tiros por minuto 550 tiros por minuto
Capacidad de cargador34 tiros34 tiros
Alcance efectivo200 metros50-100 metros

El famoso subfusil Sterling nació en torno a 1942 como "Patchettmachine carabine" - una ametralladora prototipo, desarrollado por George W. Patchett y originalmente producida por Sterling Engineering Co en Inglaterra. Varios prototipos fueron construidos antes del final de la guerra, y la ametralladora Sterling-Patchett participaó en ensayos llevados a cabo que se celebraron en el Reino Unido entre 1945 y 1953, cuando finalmente fue anunciado como el ganador de los ensayos, y adoptaron como "9mm Sterling submachine gun L2A1" (la designación de la fábrica fue" Patchett Mk.1 "). Las metralletas Sterling fueron producidos para las fuerzas armadas británicas por la compañía Sterling y Royal Ordnance Arsenalin Fazakerly, Inglaterra, Arsenal Long Branch en Canadá hizo una Sterling ligeramente modificada con licencia para el ejército canadiense como la C1. En una forma ligeramente modificada, la metralleta fue conocida en el servicio británico como L2A3 o como "arma subfusil Sterling, Mark 4" o Sterling Mk.4 en fin, sirvió con el ejército británico hasta principios de 1990, cuando finalmente fue reemplazado por el problemático fusil de asalto L85A1. Cerca de 400 000 metralletas Sterling fueron producidos hasta finales de 1980. En 1967, el ejército británico adoptó la subametralladora silenciada L34A1 / Sterling Mk.5, que al parecer todavía está en uso limitado con ciertos elementos de operaciones especiales del ejército británico.

Las metralletas Sterling también se vendieron ampliamente a la exportación, más de 70 países han adquirido diversas cantidades de metralletas Sterling. Las fuerzas de operaciones especiales del Ejército y Armada de la República Argentina los emplearon en la operación Rosario en la recuperación de las islas Malvinas en su versión Mk.5 (silenciada) así como en algunas operaciones posteriores.


Comando anfibio cabo Jacinto Eliseo Batista argentino portando una Sterling Mk.5 durante la rendición de los Royal Marines en Puerto Argentino (Malvinas)

Cnel. Aldo Rico (EA), durante la rebelión carapintada de 1988, portando una Sterling Mk.5

También fue de uso regular en todas las tropas británicas en todas sus versiones. Debe tenerse en cuenta que las metralletas Sterling fueron bastante populares entre las tropas británicas, debido al tamaño relativamente compacto, potencia de fuego suficiente, fiabilidad y buena precisión.

La metralleta L2A3 / Sterling Mk.4 es un arma operado por retroceso, de disparo selectivo que dispara a cerrojo abierto. El selector de modo / manual de la palanca de seguridad contra disparos se encuentra en el lado izquierdo de la unidad de disparo, por encima del panel de agarre. El receptor tubular, que también sirve como una chaqueta de barril en la parte delantera, contiene un perno cilíndrico con percutor fijo. El cuerpo del perno tiene varias ranuras en espiral en su superficie exterior, que recogen el polvo y la suciedad desde el interior del receptor, y por lo tanto mejorar en gran medida la fiabilidad de la pistola en condiciones de campo. La alimentación es desde el lado izquierdo; los cargadores se insertan horizontalmente, y la eyección es a la derecha. Los cargadores son de forma ligeramente curvada para mejorar la fiabilidad de alimentación. Las culata está hecho de acero estampado y se pliega hacia abajo y por debajo del receptor para ahorrar espacio. Las miras estándares incluyen la hoja protegida frente y apertura de mira flip-up posterior, marcado para 100 y 200 metros de distancia, así como protegerse de sus lados por "orejas" resistentes.

La munición especial "de alta potencia, solo para metralleta" fue adquirida por el ejército británico para las metralletas Sterling. Esta munición era absolutamente seguro en metralletas Sterling, pero puede causar un desgaste excesivo a muchas pistolas de 9mm diseñados para municiones 9x19 comercial.
La subametralladora L34A1 / Sterling Mk.5 silenciada difería en la sección de cañón, como el cañón tiene unos 72 pequeños agujeros utilizados para ventilar los gases de pólvora en la cámara de expansión posterior del silenciador integral. Esto era necesario para disminuir la velocidad de salida de la bala por lo que sería por debajo de la velocidad del sonido. Al igual que su predecesor, el STEN Mk.IIS, la pistola ametralladora silenciada Sterling fue diseñado para ser disparado sobre todo en el modo semi-automático, el fuego automático completo era para casos de emergencia solamente.

World Guns

jueves, 20 de febrero de 2014

Senkaku: ¿Una guerra relámpago contra Japón?

"China se prepara para una guerra rápida y contundente contra Japón"



China se prepara para una "guerra corta y contundente" contra Japón, según advirtió un subjefe de inteligencia de la Flota del Pacífico de EE.UU.

El capitán James Fannell, afirmó que el Ejército Popular de Liberación chino, está llevando a cabo en la actualidad ejercicios de entrenamiento para un posible ataque a las islas en disputa con en el Mar de China Oriental (Senkaku en japonés, Diaoyu en chino).

"Hemos sido testigos de maniobras militares masivas, anfibias e interregionales" que China está llevando a cabo, aseguró Fannell. "Nuestra conclusión es que el Ejército Popular de Liberación tiene encomendada la nueva misión de prepararse para una guerra rápida y contundente para destruir las fuerzas japonesas en el mar de China Oriental".

Las declaraciones de Fannell están recogidas en un informe enviado al Instituto Naval de Noticias de EE.UU., el órgano oficial de información de la Marina estadounidense.

"Existe una creciente preocupación de que el patrón de conducta chino en el mar de China Meridional refleje un esfuerzo gradual de este país por asegurarse el control de la zona contenida en la llamada zona de las 'nueve líneas de división' (un límite utilizado por el Gobierno chino para definir una parte del mar del Sur de China sobre la que China afirma tener soberanía), a pesar de las objeciones de sus vecinos, y a pesar de que no exista una explicación para ello ni esté fundamentado en el derecho internacional", explicó Fannell.

Por su parte, el teniente jubilado del Ejército estadounidense Ralph Peters afirmó que "los chinos han llevado a cabo ejercicios de entrenamiento dirigidos a intimidar a Taiwán desde hace décadas, pero nunca lo han invadido". En su opinión los últimos ejercicios chinos son, probablemente, una demostración de fuerza y "sí, una amenaza", pero no significa que "Pekín tenga realmente la intención de atacar", agregó citado por Foxnews.

RT en Actualidad

CIA: Una cárcel polaca clandestina

La historia oculta de la prisión de la CIA en Polonia

Por Adam Goldman - Washington Post

En un día frío a principios de 2003, dos oficiales de alto rango de la CIA llegaron a la Embajada de EE.UU. en Varsovia para recoger un par de grandes cajas de cartón. Dentro había fajos de dinero en efectivo por un total de $ 15 millones que se habían volado desde Alemania a través de valija diplomática.



Los hombres ponen las cajas en una furgoneta y teje a través de la capital polaca, hasta llegar a la sede de la inteligencia polaca. Fueron recibidos por el Coronel Andrzej Derlatka, subjefe del servicio de inteligencia, y dos de sus colaboradores.

Los estadounidenses y polacos luego sellaron un acuerdo que en las semanas anteriores habían permitido a la CIA el uso de una prisión secreta - una villa remota en el distrito de lago polaco - para interrogar a sospechosos de al-Qaeda. El servicio de inteligencia polaco recibido el dinero, y la CIA tenía una ubicación sólida para su más reciente operación encubierta, de acuerdo con funcionarios de la agencia antiguos que hablaron bajo condición de anonimato para discutir el programa de interrogatorios, incluyendo los datos no reportados previamente acerca de la creación de la CIA " lugares negros "o prisiones secretas.

La prisión de la CIA en Polonia, fue sin duda el más importante de todos los agujeros negros creados por la agencia después del 11 de septiembre de 2001, los ataques. Fue la primera de un trío en Europa que albergaba la ola inicial de acusados ​​11 de septiembre conspiradores, y era donde Khalid Sheik Mohammed, el cerebro autoproclamado de los atentados, fue el submarino 183 veces después de su captura.

Gran parte de la creación y el funcionamiento de la prisión de la CIA en una base en una de las jóvenes democracias de Europa central permanece envuelta en el misterio, importa que el gobierno de EE.UU. ha clasificado como secreto de Estado. Pero lo que sucedió en Polonia hace más de una década continúa reverberando y el agrio debate sobre el programa de interrogatorios de la CIA está a punto de ser revisada.

El Comité de Inteligencia del Senado tiene la intención de liberar porciones de un exhaustivo informe de 6.000 páginas sobre el programa de interrogatorios, su valor en la obtención de la inteligencia crítica y si el Congreso fue inducido a error sobre los aspectos del programa.

El tratamiento de los detenidos también sigue siendo un problema legal en los juicios militares de Mahoma y otros en la Bahía de Guantánamo en Cuba.

Y en diciembre, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos escuchó los argumentos de que Polonia violó el derecho internacional y ha participado en la tortura acomodando su aliado estadounidense, se espera que una decisión de este año.

" A la vista de los esfuerzos de Polonia y Estados Unidos para correr un velo sobre estos abusos, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos tiene ahora la oportunidad de romper esta conspiración de silencio y respetar el Estado de derecho", dijo Amrit Singh, abogado de la Abra Sociedad Iniciativa Pro-Justicia, que solicitó al tribunal en nombre de un detenido que estuvo recluido en el sitio polaco.

Se busca: Una mejor ubicación

La historia de una villa polaca que se convirtió en el sitio de una de las prisiones más infames de la historia de EE.UU. se inició en la ciudad paquistaní de Faisalabad con la captura de Zayn al- Abidin Muhammed Hussein, más conocido como Abu Zubaida en marzo de 2002. La CIA necesitaba un lugar para guardar su primer detenido de " alto valor", un hombre que se cree que está estrechamente vinculada a la cúpula de Al Qaeda y podría saber de seguimiento en parcelas.

Camboya y Tailandia se ofreció a ayudar a la CIA. Camboya resultó ser el menos deseable de los dos. Oficiales de la Agencia dijeron los superiores que un sitio propuesto estaba infestada de serpientes. Así que la agencia voló Abu Zubaida a Tailandia, lo que alberga en una ubicación remota, al menos, una hora en coche de Bangkok.

La CIA se negó a comentar, al igual que las autoridades polacas a través de la embajada de su país en Washington. Derlatka, el oficial de inteligencia polaco, no devolvió los mensajes en busca de comentarios.

Varios meses después de la detención de Abu Zubaida, la CIA llamó Abd al- Rahim al- Nashiri, sospechosos de tener vínculos con un ataque de al- Qaeda en un buque de guerra de EE.UU. en Yemen. También él fue llevado al sitio tailandés.

Con la perspectiva de la celebración de más y más cautivos, la CIA se requiere una mejor ubicación. "Fue sólo un gallinero remodelamos ", dijo un ex funcionario de la agencia principal de la planta en Tailandia.

La CIA se acercó a los servicios de inteligencia extranjeros. Jefe de la oficina de la agencia en Varsovia informó con buenas noticias. El servicio de inteligencia polaco, conocido como Agencja Wywiadu, tenía una base de entrenamiento con una villa que la CIA podría utilizar en Stare Kiejkuty, a tres horas en coche al norte de Varsovia.

Funcionarios polacos preguntaron si la CIA podría hacer algunas mejoras a las instalaciones. La CIA obligado, pagando casi $ 300.000 para equipar con cámaras de seguridad.

Las habitaciones no eran espaciosas. La villa de dos pisos puede albergar hasta un puñado de detenidos. Un gran cobertizo detrás de la casa también se convirtió en una celda.

"Fue bastante espartano ", recordó el funcionario de la agencia.

También había una sala donde los detenidos, si cooperaban, podrían montar una bicicleta estacionaria o utilizar una cinta de correr.

El 5 de diciembre de 2002, Nashiri y Abu Zubaida fueron trasladados a Polonia y llevados al sitio, que fue nombrado en código " cuarzo ".

Cinco días más tarde, un e -mail fue a empleados de la agencia que el programa de interrogatorios estaba en funcionamiento, y bajo la supervisión de las Misiones Especiales del Departamento del Centro de Contraterrorismo (CTC ).

Los funcionarios comenzaron entonces el cierre de la prisión en Tailandia, eliminando todos los rastros de la presencia de la CIA.

Duros interrogatorios

Ejecutivos de agencias intervenidos Mike Sealy, un oficial de inteligencia de alto rango, para ejecutar el sitio negro polaco, de acuerdo con ex funcionarios de la CIA. Fue llamado un " director de programa ", y fue informado de una creciente serie de "técnicas de interrogatorio mejoradas" que se formularon en la CIA y aprobados por abogados del Departamento de Justicia. Estos incluían bofetadas, privación del sueño y el waterboarding, técnica que involucró verter agua sobre la cara envuelta del detenido y crear la sensación de ahogarse.


"Yo creo que es la tortura", dijo el presidente Obama de submarino en 2009.

En Polonia, Sealy supervisó alrededor de la mitad de una docena de agentes especiales de protección a quien la CIA había enviado para garantizar la seguridad. El número de analistas y agentes de variada. Funcionarios polacos pudieron visitar una zona común donde se sirvió el almuerzo, pero no tenían acceso a los detenidos.

Pronto habría problemas en la implementación de los protocolos de interrogatorios.

Oficiales de la Agencia se enfrentaron por la importancia del supuesto papel de Nashiri en el atentado contra el USS Cole en Yemen en 2000, el ataque mató a 17 marineros estadounidenses.

"Él era un idiota", dijo el ex funcionario de la CIA, que apoyó el programa. " Él no podía leer o comprender un libro de historietas. "

Otros funcionarios de la CTC pensaron Nashiri fue una figura clave de Al Qaeda y estaba reteniendo información. Después de una tensa reunión en diciembre de 2002, los altos funcionarios de la CIA decidieron que necesitaban para conseguir más dura con él, dos ex funcionarios de inteligencia estadounidenses relataron.

Se tomó la decisión de enviar a un lingüista de la CIA que una vez que había trabajado para el FBI en Nueva York. Albert El Gamil era de origen egipcio y hablaba árabe con fluidez, pero él no era un interrogador entrenado.

Gamil viajó a Polonia, donde se somete Nashiri a un simulacro de ejecución y puso un taladro en la cabeza de un hombre con los ojos vendados, de acuerdo a varios ex funcionarios de la CIA. El inspector general de la CIA también informó sobre esos acontecimientos.

Altos funcionarios de la CIA aprendieron sobre los incidentes en enero de 2003 después de que un guardia de seguridad en las instalaciones de la voz de alarma. Sealy y Gamil fueron sacados de Polonia y despedidos del programa, de acuerdo a varios ex funcionarios de la agencia. Salieron de la CIA un poco más tarde.

Tanto Sealy y Gamil declinaron hacer comentarios.

'Resultados positivos dramáticos'

En marzo de 2003, Khalid Sheik Mohammed fue capturado en la ciudad pakistaní de Rawalpindi y trajo a Polonia. Él demostró ser difícil de romper, incluso cuando el submarino, de acuerdo a varios ex funcionarios de la CIA. Mohammed sería cuente los segundos, entre el 20 y el 40, a sabiendas de que el simulacro de ahogamiento siempre terminaba en un plazo determinado.


Un funcionario de la agencia dijo que una vez, Mohammed quedó dormido en el waterboard entre sesiones. Pero funcionarios de la agencia han dicho que finalmente se derrumbó después de la privación prolongada del sueño.

Funcionarios de la CIA afirman que mientras que en Polonia, Mohammed, que tiene un ego considerable, empezó a hablar. Le gustaba dar lecciones a los oficiales de la CIA, que luego dirigir las conversaciones en formas que les beneficiaban. También le gustaba justar con sus inquisidores. Una vez que una mujer policía, que más tarde fue asesinado en Afganistán, cuestionó Mohammed en Polonia. Ella le dijo que ella sabía todo sobre él y que no debería corresponder a ella, dijeron dos ex funcionarios de la CIA.

Mohammed se reclinó en su silla y dijo: " ¿Entonces por qué estás aquí? "

Abu Zubaida también proporcionó información importante para sus interrogadores, dijeron funcionarios. Identificó a la gente en las fotografías y le dio lo que un funcionario llamó "cientos de puntos de datos. "

Las autoridades dijeron que Abu Zubaida incluso estaba dispuesto a ayudar a conseguir nuevos detenidos a hablar. "Alá sabe que yo soy sólo un humano y sabe que me perdonen ", un ex funcionario le recordó el diario.

Los ex funcionarios de la agencia que participan directamente en el programa, como el ex subdirector de la CIA de operaciones, José Rodríguez, han dicho que las duras técnicas produjeron "resultados positivos dramáticos. "

El Comité de Inteligencia del Senado tiene la intención de oponerse a esas afirmaciones cuando su informe se hará público. La senadora Dianne Feinstein ( demócrata por California ), el presidente del comité, dijo que su investigación " proporcionará una descripción detallada, los hechos de cómo se utilizaron técnicas de interrogatorio, las condiciones en que se encuentran los detenidos, y la inteligencia que era - o no era ' t - adquirida en el programa ".

Con el tiempo, la CIA tuvo que abandonar Polonia, por temor a que el mantenimiento de un lugar para la exposición demasiado largo arriesgado.

En septiembre de 2003, el sitio polaco fue vaciado. La CIA dispersa detenidos a Rumania, Marruecos y, más tarde, Lituania. Buscando una solución a largo plazo, la CIA pagó a los marroquíes $ 20 millones para construir una prisión, nunca usado que fue nombrado en código "Bombay ".


En 2005, el Washington Post informó que la CIA operaba prisiones secretas en Europa del Este. Human Rights Watch identificó pronto localizaciones en Polonia y Rumanía, y múltiples funcionarios europeos y desde las cuentas de noticias han confirmado la presencia de estos sitios.

Antes de Porter J. Goss dejó el cargo de director de la CIA en mayo de 2006, las instalaciones en Rumanía y Lituania estaban cerrados. Algunos de los detenidos fueron enviados a una cárcel marroquí que había sido utilizado previamente, y otros fueron enviados a una nueva prisión de la CIA en Kabul llamado " Fernando ", que había sustituido a uno conocido como " Salt Pit ".

De esos lugares, 14 detenidos de alto valor fueron enviados al centro de detención militar de la Bahía de Guantánamo en septiembre de 2006. Obama puso fin al programa de interrogatorios en 2009.

El año anterior, los fiscales polacos abrieron una investigación criminal sobre lo ocurrido en la base de entrenamiento. También emitieron tranquilamente órdenes de detención contra funcionarios de la CIA que habían visitado el sitio negro.

No está claro si las órdenes siguen vigentes.


Julie Tate contribuyó a este reportaje.

Taiwán: Las FFEE de la policía adoptan máscara balística

'Robocop': La Policía de Taiwán adopta un aspecto 'terrorífico'


© kl-bloggers.com
En pos de una mayor "seguridad" las fuerzas especiales de la Policía de Taiwán han adoptado una apariencia más propia de soldados de asalto robotizados que de las fuerzas de paz que se espera que sean.

De acuerdo con el portal Exposing the Truth, Taiwán ha decidido dotar a las fuerzas especiales de su Policía con un nuevo nivel de 'protección'. Los nuevos uniformes de sus agentes de la ley y el orden, dados a conocer por el Gobierno de Taiwán, consisten en una armadura a prueba de balas y una máscara balística "aterradora".

El uniforme está diseñado para proteger al usuario de los disparos a corta distancia. Las máscaras, si bien no permiten una alta visión periférica, consiguen un efecto intimidatorio de gran capacidad de disuasión.




Cada máscara antibalas está concebida para bloquear disparos provenientes de una Magnum 44 a poca distancia. La máscara distribuye el impacto de las balas disparadas sobre un área superficial relativamente pequeña, lo que hace que un tiro en la cabeza, que sería letal en condiciones normales, no provoque la muerte al usuario que lleve una de estas máscaras puesta.

No obstante, bajo este nuevo atuendo surge una pregunta inquietante: ¿No deberían los rostros de los que integran las fuerzas del orden de este país asiático ser identificables para poder responder por sus acciones?



RT en español

Revolución Libertadora: Los Gloster atacan a la Escuadra de Ríos

La batalla del Río de la Plata

 

Eran las 08.00 de la mañana y empezaba a amanecer cuando los destructores de la Escuadra de Ríos, ARA “Cervantes” (D-1) a las órdenes del capitán Pedro J. Gnavi y ARA “La Rioja” (D-4), bajo el mando del capitán Rafael Palomeque, soltaron amarras y abandonaron las radas de la gran base naval para internarse en Río de la Plata.
Mientras eso ocurría, varias lanchas cruzaban el canal desde los astilleros hasta la Escuela, transportando efectivos de Infantería de Marina para que tomasen posiciones de combate en ese sector. Hacía mucho frío y la creciente humedad empapaba las cubiertas de las embarcaciones dificultando los movimientos del personal.




Mientras los destructores se alejaban separados 1.000 metros uno del otro con el “La Rioja” delante y el “Cervantes” detrás, sus tripulaciones, a viva voz, recibieron la orden de colocarse sus cascos y salvavidas y adoptar zafarrancho de combate. La tranquilidad reinaba a bordo, en parte por la buena preparación de los cuadros y en parte porque nadie esperaba problemas porque la misión asignada parecía sencilla: había que bloquear la navegación en el Plata y evitar la llegada de buques a los puertos bonaerenses, algo que, a simple vista, no representaba riesgos de magnitud.
Los destructores navegaban lentamente, para dar potencia a sus motores una vez en aguas abiertas, debido a que sus calderas eran bastante vetustas. Lo hacían bajo estricto silencio de radio y con buen tiempo pese a que a lo lejos se percibía el avance de un frente de tormenta.
Había mucho viento y el frío calaba los huesos cuando el sol emergía lentamente por el horizonte provocando en las tripulaciones una sensación de agrado, no así en sus comandantes ya que, de persistir esas condiciones, la aviación enemiga podría actuar con facilidad.
Las naves llegaron a la boya de Punta Indio y de allí viraron hacia la costa uruguaya, frente a la cual navegaron lentamente en dirección oeste.
De los dos comandantes, el más preocupado era Palomeque, que en su celo profesional, había recomendado la máxima atención en espera de un posible ataque aéreo. Enfundado en su gabán, con las manos en los bolsillos y la gorra calada hasta las orejas, el veterano marino observaba los movimientos con sus anteojos de gran aumento (era corto de vista), sin decir nada.
La alegría y emoción inicial de los marineros más jóvenes fue desapareciendo ante las permanentes indicaciones de alerta que, en ambas embarcaciones, dieron lugar a sentimientos de seriedad y preocupación.
A estribor, sobre el puente de señales del “La Rioja”, se encontraban los cadetes Juan Angel Maañón y Jorge Augusto Fiorentino, atentos ambos a todos lo que ocurría. Los artilleros, por su parte, se hallaban en sus puestos, listos para accionar sus cuatro cañones de 120 mm, dos a proa y dos a popa, más dos montajes de ametralladoras Bofors de 40 mm, uno entre las chimeneas y otro en la popa, armamento poco adecuado para enfrentar un ataque aéreo.

Por el lado leal, la Fuerza Aérea ya estaba en alerta cuando las primeras luces del 16 de septiembre asomaban por el horizonte. El alto mando había llamado a sus miembros a una reunión urgente y poco después, desde la sede de Lavalle 2540, su titular, el brigadier Juan Ignacio San Martín, partió hacia el Ministerio de Guerra para ponerse a disposición de Perón y explicarle la situación.
Mientras San Martín se dirigía al Ministerio, su segundo, el brigadier Juan Fabri se trasladaba al Aeroparque para abordar un DC-3 del Comando en Jefe, decidido a volar inmediatamente a la Base Aérea de Morón.
Aquella mañana, temprano, el capitán de fragata Hugo Crexell, de la Aviación Naval, se presentó en el Ministerio de Ejército, expresamente convocado por las altas autoridades de Gobierno, para hablar personalmente con Perón. El valeroso piloto fue conducido por los pasillos del edificio hasta la oficina en la que el primer mandatario se hallaba reunido con miembros de su gabinete. Venía de realizar un importante programa de instrucción en el extremo sur del país, que incluía ejercicios de ataque a embarcaciones desde aeronaves que habían causado muy buena impresión en el Alto Mando. Y aunque todavía no lo sabía, en esos cruciales momentos, le esperaba una tarea de importancia, es decir, una verdadera misión de guerra.
Mientras caminaba por los pasillos, guiado por un oficial del Ejército, Crexell ignoraba que se le iba a encomendar una misión de guerra y que estaba a punto dirigir la primera batalla aeronaval de la historia argentina.
Junto a su guía, se detuvieron frente a una de las puertas de la dependencia e inmediatamente después, ingresó a un amplio salón donde lo recibió el ministro de Marina en persona, almirante Luis J. Cornes, quien lo condujo hasta la oficina donde se encontraba Perón en compañía de varios funcionarios.

-Este, mi general, es el piloto que se mantuvo leal el 16 de junio y que comandó los ejercicios aeronavales con gran pericia en el sur – le dijo Cornes al presidente después de cuadrarse y hacer la venia– Es quien está a cargo del Comando de Aviación Naval.
Nervioso e incluso perturbado, por hallarse ante una de las personalidades más poderosas de la historia de América, Crexell se cuadró y permaneció firme.
Perón se veía preocupado cuando le estrechó la mano y le dijo que debía “limpiar” de elementos rebeldes el Río de la Plata. Le dio algunas explicaciones y acto seguido, ordenó a San Martín que lo condujese personalmente hasta Morón, con la expresa directiva de “hacer lo que él creyera conveniente”; en una palabra, debían cumplirse todas sus directivas (las de Crexell) sin cuestionamientos de ninguna índole.
-Vaya usted con él y póngalo al mando – le ordenó a San Martín y dirigiéndose nuevamente a Crexell agregó – ¡Dele leña a esos traidores! ¡Adopte las medidas que crea necesarias!
Crexell hizo el saludo militar y junto a San Martín abandonó presurosamente el Ministerio en dirección al Aeroparque, donde lo aguardaba un helicóptero con los motores en marcha, listo para despegar.
La aeronave se elevó e inició su viaje hacia Morón, atravesando la Capital Federal hacia el oeste. Una vez en la base, el piloto naval saltó a tierra pensando que San Martín lo seguiría pero grande fue su sorpresa al ver que el alto oficial permanecía en su asiento, sin moverse.
Crexell volvió sobre sus pasos para preguntarle que ocurría y quedó absorto al escuchar del propio jefe aeronáutico que como no era bien visto en el lugar, regresaba inmediatamente a Buenos Aires.
Todavía absorto, Crexell retrocedió unos pasos y se quedó parado en la pista viendo como el helicóptero levantaba vuelo y se alejaba, sin comprender todavía cual era la situación.
Una vez frente al brigadier Fabri, el recién llegado hizo saber las órdenes que le había dado Perón y enseguida dispuso un vuelo de reconocimiento para familiarizarse con el área de operaciones y adoptar las primeras medidas. Subordinado a sus órdenes, Fabri mandó alistar un De Havilland que, al comando de un alférez, llevaría al mismo Crexell como navegante.
El avión partió sin inconvenientes y al cabo de media hora detectó a las unidades rebeldes navegando en aguas próximas a Colonia. El aviador naval ordenó el regreso y una vez en tierra, se encaminó a la central de operaciones para notificar la novedad a Fabri y a su segundo, el capitán Daniel de Marrote, ex colega suyo de la Armada pasado ahora a la Fuerza Aérea. Inmediatamente después, ordenó el primer ataque.
En un clima de gran excitación fue alistada una escuadrilla de cuatro Gloster Meteor a las órdenes del vicecomodoro Carlos A. Síster, el mismo que había ametrallado la Base Roja de Ezeiza el 16 de junio, a quien se le encomendó hostilizar y poner fuera de combate a las unidades de la Escuadra de Ríos.
Crexell en persona impartió las indicaciones en la sala de prevuelo y una vez finalizadas, los pilotos se pusieron de pie y se dirigieron a sus aviones para efectuar los controles correspondientes, trepar a sus cabinas y esperar que los mecánicos terminasen de cargar combustible.



Vicecomodoro Carlos A. Sister, Jefe de la sección de
Gloster Meteor que atacó a la Escuadra de Ríos 
(Fotografía: Isidoro Ruiz Moreno, La Revolución del 55,
Tomo II)





 

Cuando todo estuvo listo, Síster comunicó a la torre que despegaban y después de recibir la autorización, comenzó a rodar por el pavimento hacia la pista principal, seguido por sus escoltas. Una vez en la cabecera, se detuvo y menos de un minuto después, dio máxima potencia a sus turbinas y comenzó a carretear a gran velocidad, para decolar en primer lugar, seguido por sus tres numerales con una diferencia de quince segundos entre uno y otro.

Mientras los aparatos remontaban vuelo y enfilaban hacia el sudeste, a varios kilómetros de allí, en dirección a la Banda Oriental, los destructores rebeldes continuaban el bloqueo con sus tripulaciones en permanente estado de alerta.
Los realojes a bordo daban las 09.18 cuando la escuadrilla peronista fue detectada.

-¡¡¡Cuatro aviones a proa!!! – gritó uno de los vigías en el “La Rioja”.
Era el anuncio de alerta; el temido momento había llegado.
El capitán Carlos F. Peralta, segundo de a bordo, observaba con sus prismáticos desde el puente de mando, intentando ubicar a los aparatos. Como no lo logró, le pidió al cadete Maañón que lo hiciera y aquel respondió:

-¡Avanzan desde las destilerías de Dock Sud, mi capitán!

Peralta enfocó sus largavistas en esa dirección y pudo ver cuatro puntos pequeños que se acercaban a gran velocidad.
-¡¡Carguen cañones!!- ordenó, directiva que fue pasada a viva voz por los jefes de baterías.
-¡¡Artillería lista, señor!! – fue la respuesta.
En esos momentos, el comandante le ordenó al teniente de navío Ríos, que izase la bandera de guerra, indicación que aquel retransmitió a viva voz.

-¡¡¡Que nadie dispare hasta que de la orden!!! – gritó el capitán Palomeque mientras la aviación peronista avanzaba formada en “V”, tal como se los había enseñado Adolf Galland, el as de la Segunda Guerra Mundial contratado por Perón, en los cursos de entrenamiento.
A bordo del “La Rioja” la tripulación vio a los aparatos efectuar un amplio giro en dirección a Montevideo y colocarse en línea, uno detrás de otro, con el vicecomodoro Síster a la cabeza.
Al ver eso, el teniente Ríos no tuvo más dudas.
-¡¡¡Nos van a atacar, señor!!!
Palomeque permaneció incólume en el puente de mando observando con las manos en los bolsillos del gabán a los aviones que se le venían encima; Peralta, por su parte, se apresuró a tomar ubicación en su puesto de combate dando directivas a viva voz mientras el personal corría por la cubierta.
Con el sol de frente, las piezas de estribor apuntaron a las aeronaves y esperaron mientras los constantes alertas anunciaban el inicio de las hostilidades.
Los dos primeros cazas se descolgaron de las nubes disparando sus cañones furiosamente. El capitán Palomeque ordenó abrir fuego y la pieza Nº 1 comenzó a tronar, accionada por el guardiamarina Julio César Ayala Torales, a quien asistían los cadetes Edgardo Guillochón y Washington Bárcena.
-¡¡Viva la Patria, carajo!! – gritaron los oficiales en medio del ensordecedor estruendo.
El avión de Síster, pasó en primer lugar ametrallando la cubierta; inmediatamente después lo hizo el segundo, que volaba 1500 metros detrás. Sus proyectiles alcanzaron la estructura del buque, destrozando el foco de señales, varios termómetros y algunos objetos del cuarto de navegación, sin causar bajas.
La tripulación experimentó estupor y admiración al ver a su comandante de pie, en una saliente del puente, recibiendo el ataque sin buscar protección. Ninguna bala lo alcanzó.
Palomeque mandó al teniente Federico Ríos informar al almirante Rojas que había comenzado el combate y que se estaba respondiendo el fuego y cuando las máquinas atacantes se alejaban hacia el oeste, ordenó el “alto el fuego”.
-¡¿Averías o heridos?! – preguntaban los suboficiales en medio de la excitación.
-¡Sin novedad! – fue la respuesta.
Segundos después volvieron a sonar las alarmas, anunciando el segundo ataque.
Se  trataba de las otras dos aeronaves que llegaban a vuelo rasante accionando sus cañones. Las antiaéreas devolvieron el fuego llenando la cubierta de olor a pólvora y ensordeciendo a sus servidores con los estampidos. En su necesidad de aflojar tensiones, oficiales y marineros lanzaban vivas a la patria y duros epítetos contra un régimen al que, a esa altura, identificaban como su enemigo.
Los aviones pasaron sobre el destructor disparando de manera implacable y tomaron altura siguiendo a Sister y su compañero. El que volaba en último lugar fue el que más daños causó ya que alcanzó diversos puntos de la estructura, hiriendo gravemente al cadete Maañón. Un proyectil de 20 mm le había volado el maxilar inferior, provocándole una espantosa herida que lo dejó sin boca y sin varias de sus piezas dentales.
Sangrando en abundancia, el marino se sujetaba el mentón intentando mantener en su sitio la lengua, que le colgaba monstruosamente, sin reparar en los restos de dientes, sangre y trozos de carne que cubrían su gabán. Un sentimiento de horror estremeció a sus compañeros al ver su rostro desfigurado.
-¡¡¡Hijo mío!!! – gritó Palomeque tomando al marino por los brazos y casi enseguida, ordenó su inmediato traslado a la enfermería.
El “La Rioja” presentaba serios daños en su estructura, los más graves, seis orificios de 20 mm bajo la línea de flotación a través de los cuales penetraba el agua inconteniblemente.
La escuadrilla del vicecomodoro Síster retornó a Morón, aterrizando a las 10.00 horas, sin inconvenientes. Su jefe exteriorizaba euforia cuando descendió de su aparato y refirió a sus superiores los pormenores del ataque, solicitando inmediatamente una nueva incursión. Se dispuso entonces, el envío de una segunda formación al mando del vicecomodoro Orlando Pérez Laborda para que repitiese el ataque.
La nueva formación despegó quince minutos después y una vez en el aire, enfiló directamente hacia el objetivo, en momentos en que un frente de tormenta se aproximaba por el noreste.
Las embarcaciones se encontraban en medio del estuario cuando la Fuerza Aérea volvió a atacar.
El cadete José L. Cortés, del “La Rioja”, fue herido en el rostro. En el “Cervantes”, el cadete Juan Pieretti, recibió un disparo en la cadera y el capitán de corbeta Rodolfo de Elizalde resultó levemente quemado por una trazadora que le rozó su pierna derecha. Los marinos se encontraban en el puente de mando cuando se produjo el ataque y su rápida reacción, al arrojarse al suelo, los salvó de una muerte segura. Sin embargo, en esta nueva incursión, uno de los Gloster pareció ser alcanzado porque al alejarse hacia el oeste comenzó a perder velocidad al tiempo que efectuaba un brusco viraje antes de alcanzar la vertical del “La Rioja”. Pese a ello, cuando casi tocaba el agua se estabilizó y se alejó en dirección a Morón.



El "Cervantes" intenta cubrirse y hacer lo propio con el "La Rioja" desprendiendo una columna de humo (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)


Mientras se llevaba a cabo la segunda incursión, el capitán Crexell explicaba al vicecomodoro Síster y al oficial Islas, la forma en la que debían hacerse los siguientes ataques, modificando el ángulo de disparos con corridas de popa a proa y no de costado como lo habían hecho en la incursión anterior. Eso facilitaría la acción de los pilotos y los pondría a cubierto detrás de las densas columnas de humo que despedían las chimeneas de los destructores.
Los pilotos seguían las explicaciones con atención mientras Crexell las graficaba en el pizarrón de la sala de comando y cuando su superior terminó de hablar, corrieron de regreso a los Gloster, para llevar a cabo una nueva embestida.


Destructor ARA "Cervantes" navegando en aguas del Plata (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)

Siguiendo esas indicaciones, el tercer ataque al mando de Síster, fue demoledor.
Los relojes señalaban las 11.00 cuando el “La Rioja” volvió a ser ametrallado con ferocidad.
La escuadrilla sobrevoló su cubierta en cuatro oportunidades, acribillándola con sus cañones, desafiando valerosamente a las antiaéreas y ametralladoras de a bordo, que intentaban rechazarla. Poco fue lo que pudieron hacer porque la velocidad de los cazas era su mejor defensa.
En una de las pasadas, los aviones le ocasionaron al “Cervantes” numerosas bajas, algunas de ellas fatales.
Una bala atravesó la cabeza de Carlos Cejas, cadete de 4º año que servía una pieza Bofors a popa. El muchacho cayó sin sentido sobre cubierta, muriendo minutos después. Cerca de ahí, el ayudante Raúl Machado recibió una profunda herida en el brazo derecho que obligó su inmediata evacuación a la enfermería, donde el Dr. Luis Emilio Bachini, médico odontólogo de a bordo, intentaba hacer lo mejor que podía. Machado falleció en la camilla, cuando el facultativo se disponía a amputarle el brazo. La metralla alcanzó también al teniente de navío Alejandro Sahortes cuando intentaba introducir en el cuarto de máquinas al cabo principal Juan Carlos Berezoski, presa de una crisis nerviosa. Berezoski murió en el acto y Sahores cayó bajo los botes salvavidas con el estómago perforado y la arteria femoral despedazada.
Fue, sin ninguna duda, una tremenda incursión que dejó un saldo de 21 bajas, cinco de ellas fatales.
La labor del Dr. Bachini fue encomiable. Con la asistencia del capitán Rodolfo de Elizalde, armó en la sala de personal un improvisado hospital de sangre y asistido por el mencionado oficial y un cadete, hizo todo lo que estuvo a su alcance para aliviar el sufrimiento de los heridos.
La situación en el “La Rioja” era peor. Los cazas peronistas arrasaron su cubierta y perforando su estructura en varios sectores, destruyendo completamente el cañón Nº 1. El cadete de 2º año Edgardo Guillochón fue alcanzado por los proyectiles y cayó muerto, sobre la pieza que servía. Su compañero, Washington Barcena, recibió una esquirla en la pierna izquierda, que le hizo perder el equilibrio y caer al suelo pesadamente.
En la enfermería el cabo principal Araujo, que tenía nociones de primeros auxilios, se ocupaba de los heridos, atendiendo con esmero a Maañón y Cortés. Se trataba de un lugar reducido bajo el puente de mando, con dos camillas superpuestas y un pequeño ropero. En esas condiciones, el abnegado suboficial también realizó una labor excepcional, pese al escaso instrumental del que disponía.
Mientras sujetaba la lengua de Maañón para evitar que se la tragase, quitó con una gasa los restos dentales y las esquirlas del maxilar, lo mismo un pedazo de metal incrustado muy cerca de su ojo izquierdo. Finalizada esa tarea, le suministró uno de los pocos calmantes que había en el botiquín y le pidió que permaneciese quieto.
Sobre la camilla superior se hallaba el cadete José Luis Cortés con una grave herida en la cabeza. El bravo Araujo se la vendaba cuando los proyectiles del tercer ataque perforaron la estructura metálica del habitáculo, atravesándolo de lado a lado.
Una bala de cañón se incrustó bajo del omóplato derecho de Maañón, provocándole una nueva lesión. Otro marinero herido que se hallaba parado junto a la entrada, recibió impactos en las piernas al tiempo que la puerta en la que estaba apoyado saltaba de su marco. Araujo inyectó una dosis de morfina a Maañón y le practicó torniquetes al otro marinero, doloridos ambos por las nuevas lesiones.
Debido al duro castigo soportado por su embarcación, el capitán Palomeque se comunicó con el “Cervantes” para decirle que lo más conveniente era alejarse del área en dirección a la desembocadura del río, fuera del radio de alcance de los aviones peronistas.
Después de escuchar la propuesta, el comandante Gnavi manifestó estar de acuerdo y accedió, ya que de esa manera, podrían seguir cumpliendo con la misión de bloqueo sin arriesgar al personal de a bordo.
Palomeque llamó al almirante Rojas para informarle que las embarcaciones habían sido sometidas a violentos ataques y que tenían muertos y heridos a bordo. Y cuando pidió autorización para el repliegue, esta le fue concedida de manera inmediata.
Los viejos destructores viraron hacia el este y se dirigieron hacia el océano mientras a bordo se repartía el rancho a la tripulación. En esos momentos, cuando nadie lo sospechaba, se produjo un cuarto ataque.
Los buques navegaban hacia la desembocadura del Río de la Plata cuando por entre las nubes aparecieron cuatro Gloster Meteor que se abalanzaron sobre ellos.
Las cubiertas volvieron a ser ametralladas en tanto la tropa intentaba ponerse a cubierto. Y una vez más, el cadete Maañón fue alcanzado, esta vez en el pie derecho, cuando un proyectil perforó su borceguí y le rompió varios huesos del empeine y el talón. Sobre él se precipitó una vez más el valeroso cabo Araujo, aplicándole un nuevo torniquete y una nueva inyección de morfina que lo dejó completamente inconsciente.
Tras esta nueva incursión, los destructores dieron mayor potencia a sus motores y se alejaron de la zona a gran velocidad mientras las aeronaves de la Fuerza Aérea se retiraban hacia Morón. Las viejas embarcaciones estaban maltrechas pero salieron indemnes de la acometida. Habían disparado más de 1000 proyectiles y recibido 250 impactos y perdido algunas de sus piezas de artillería, dos el “Cervantes” y una el “La Rioja”.
Los buques navegaban escorados debido a los impactos que habían recibido bajo la línea de flotación y sobre esas vías de agua, trabajaban los equipos de reparaciones provistos de tacos de madera y alquitrán.


A la última incursión de los Gloster Meteor, le siguió un período de tensa calma en el que los ataques parecieron cesar.
Pese a los daños, el “Cervantes” aprovechó la oportunidad para detener un carguero estadounidense cargado de frutas, al que solicitó un médico. Lamentablemente los norteamericanos no tenían ninguno porque su tripulación era mínima y no lo necesitaban.
En esa tarea se hallaba ocupada la tripulación del destructor cuando repentinamente apareció en el aire una escuadrilla de bombarderos livianos Calquin que se dirigía directamente a los buques, procedente de Morón.
El hecho de que la nave de guerra se hallara en esos momentos junto a un mercante extranjero la salvó de lo que pudo haber sido un ataque demoledor. Las bombas cayeron a 50 metros, levantando altas columnas de agua sin provocar daños. Sin embargo, fueron motivo suficiente como para que el carguero virase y se alejase presurosamente hacia las bocas del río, al mismo tiempo que el buque de guerra se preparaba para repeler la agresión. Inmediatamente después de los Claquin apareció un Avro Lincoln a gran velocidad, con sus copuertas inferiores abiertas.
En un desesperado intento por evitar el ataque, el “Cervantes”  se aproximó al mercante pensando que el aviador no se atrevería a dañarlo, pero el Avro Lincoln lanzó su bomba provocando un tremendo estallido que sacudió las estructuras de ambos buques.
Los destructores intentaron evitar las cargas virando continuamente de derecha a izquierda mientras abrían fuego y estremecían el aire con sus cañones.
El avión se alejó dejando a sus espaldas a los maltrechos buques bajo la lluvia, apuntando sus proas en dirección al Uruguay.
De las dos embarcaciones, el “Cervantes” fue la que peores condiciones presentaba. Escorado, con pérdida de velocidad y una turbina dañada, se hallaba prácticamente fuera de combate porque sus piezas de artillería casi no operaban.
Frente a la capital uruguaya el capitán Gnavi contactó a su par del “La Rioja” para notificarle que necesitaba imperiosamente entrar en puerto. Palomeque estuvo de acuerdo por lo que el “Cervantes”, colocando su artillería en crujía, puso proa a la vecina orilla y se alejó. A esa altura, la atención de los heridos era más que urgente.


El ARA "La Rioja" gravemente dañado se dirige a Montevideo seguido por el "Cervantes" (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)

Eran las 18.30 cuando, a la vista de Montevideo, se aproximó el remolcador “Capella y Pons”, de la marina de guerra uruguaya se situó junto al “La Rioja” para solicitar amarras.
Su comandante, el capitán Diego Culachín, estableció contacto con el destructor y
Palomeque le informó que había un muerto y varios heridos a bordo y que necesitaba transferir inmediatamente para regresar a la batalla.
La operación de traspaso no se hizo esperar. Los marineros colocaron el cadáver del cadete Guillochon sobre una camilla, lo cubrieron con la bandera argentina y lo pasaron con sumo cuidado al buque uruguayo. Tras él hicieron lo propio, también en camillas, los cadetes Maañón y Bárcena y el suboficial artillero Ángel Stamati, que pese a sus graves heridas, pedía permanecer a bordo.
Cuando el último herido se hallaba en el “Capella y Pons” y el temporal comenzaba a agitar las aguas, la voz del cadete Ferrotto, a cargo de las señales, puso a todo el mundo en estado de alerta.
-¡¡Aviones enemigos!! – gritó – ¡¡Aviones enemigos!!
Cumpliendo directivas, la tripulación corrió a sus puestos tal como tantas veces lo había hecho durante los ejercicios y maniobras, mientras el remolcador uruguayo desenganchaba presurosamente y se alejaba.
A lo lejos, se recortó contra el gris plomizo del cielo, una formación de cuatro cazas que se acercaban velozmente hacia los destructores.
-¡¡¡Suelten amarras, carajo!!! – tronó la voz de un oficial.
-¡¡¡Preparen artillería!!! – ordenó otro.
-¡¡Alto!! - gritó alguien repentinamente - ¡¡Son aviones uruguayos!!
A través de sus prismáticos, el capitán Palomeque y sus oficiales pudieron distinguir a los cuatro aparatos Mustang P-51D de la Fuerza Aérea Uruguaya se aproximaban velozmente en la misión de cobertura, dispuestos a brindar protección a las naves argentinas en caso de ser hostigadas.
-¡¡Son aviones que se preparan para atacar! - volvió a gritar el cadete Ferrotto - ¡¡Nos atacan!!
-¡¡¡Pero cadete pel...!!! ¡¡¿No se da cuenta que son uruguayos?!! – gritó furioso el capitán Peralta.
Los aviones pasaron junto a los buques, volando a baja altura, luciendo en su cola los colores de su país, hecho que tranquilizó a los combatientes a bordo, devolviéndoles la serenidad.
Mientras el “Cervantes” era remolcado hacia Montevideo, el “La Rioja” metió presión a sus máquinas y se alejó aguas adentro dispuesto a proseguir la lucha, eludiendo legalmente la internación que el derecho internacional establece para las fuerzas beligerantes que llegan a países neutrales.
Tanto el “Cervantes” como el “Capella y Pons”, ingresaron lentamente en el puerto de Montevideo y amarraron junto a los diques, maniobra que presenció una multitud de ciudadanos uruguayos, hombres y mujeres, que se habían dado cita desde temprano para seguir de cerca las acciones de guerra1.
El desembarco de los muertos y los heridos impactó profundamente en el ánimo de quienes se habían acercado hasta allí y el descenso de los cadetes del “Cervantes” fue saludado con vivas y aplausos recordando a más de un uruguayo, hechos similares acaecidos dieciséis años atrás cuando los tripulantes del “Graf Spee” echaron pie a tierra en ese mismo lugar.



La contienda ha finalizado. El "La Rioja" muestra los daños que ha sufrido (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)


El puente del "La Rioja" acribillado por los cañones de 20 mm de los Gloster Meteor (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)


Según relatan diez periodistas en Así Cayó Perón. Crónica del movimiento revolucionario triunfante, cerca de la Aduana y frente a los accesos al puerto se había congregado una verdadera muchedumbre que pugnaba por acercarse al “Cervantes” en procura de novedades. Entre el público, había familiares y amigos de los tripulantes que intentaban averiguar si sus allegados se encontraban entre las víctimas.
A las 20.45 las radios uruguayas efectuaron un dramático pedido de sangre destinada a los marinos heridos, interrumpiendo sus programas habituales para hacer efectiva la solicitud. Decenas de personas se acercaron al Hospital Militar y al Hospital Maciel para ingresar de a dos por vez.
Los combatientes argentinos fueron alojados en barracones especialmente acondicionados en la zona portuaria donde fueron alimentados y asistidos con solicitud, al tiempo que se les prodigaba todo tipo de atenciones. También recibieron visitas, la mayoría de importantes personalidades del vecino país, una de ellas, la señora Matilde Ibáñez Tálice, esposa de quien fuera presidente del Uruguay hasta 1951, Luis Batlle Berres. La dama, nacida en Buenos Aires, se ocupó personalmente de muchas de las necesidades de los cadetes.
A poco de desembarcar, falleció el cadete Cejas y dos días después se produjo el deceso del cadete Vega, elevando el número de muertos a ocho. Maañón fue operado y atendido por el Dr. Vecchi, destacado facultativos uruguayo, quien advirtió al soldado que podía morir en la intervención. Maañón dio su consentimiento para ser intervenido pero antes escribió una carta de despedida a su padre, explicando las alternativas que había vivido2.


En horas de la noche se montó una guardia de honor en dependencias de la Armada Uruguaya, donde los caídos en combate fueron velados. La misma fue puesta a cargo del teniente de fragata Fernando Nis que durante el segundo ataque de los Gloster Meteor, se encontraba en la sala de máquinas junto a su jefe, el teniente de navío Alejandro Sahores, abatido por los proyectiles enemigos. El cadete de 4º año Luis Bayá, formó parte de la guardia.
Mucha más gente se acercó hasta el lugar para hacer llegar sus condolencias o, simplemente, curiosear, mientras decenas de periodistas pugnaban por obtener información. Y mientras eso sucedía, las radios seguían brindando amplia cobertura de los acontecimientos, lo mismo los periódicos, que a la mañana siguiente anunciaban las noticias con grandes titulares.
Tanto el “La Rioja” como el “Cervantes” tuvieron una brillante actuación. Con ellos, la Armada Argentina protagonizó la primera batalla aeronaval de su historia, pagando con sangre la experiencia vivida. Sus comandantes y las tripulaciones estuvieron a la altura de los acontecimientos, destacando muy especialmente el capitán Rafael Palomeque por su brillante accionar en cumplimiento del deber. Habían operado más allá de lo exigido y se habían desempeñado heroicamente, poniendo a resguardo el honor nacional. El almirante Rojas tenía motivos de sobra para enorgullecerse de su gente3.


Plana Mayor del "La Rioja". Sentado en primera fila, al centro, su comandante, capitán Rafael Palomeque (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)


Tripulación del "La Rioja" junto a su comandante, Cap. Rafael Palomeque detrás del salvavidas (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)


El "La Rioja" en el dique seco de los Astilleros Tandanor de Buenos Aires, después de la batalla (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)


Aviones P-51D Mustang de la Fuerza Aérea Uruguaya ofrecieron cobertura a los buques argentinos cuando entraron al puerto de Montevideo

Notas

  1. Pueblo y autoridades demostrarían una altura digna de su tradición al momento de ofrecer ayuda y atención a combatientes extranjeros.
  2. Afortunadamente el Dr. Vecchi era una eminencia y el valeroso cadete sobrevivió y una vez finalizada la contienda regresó a su país para reincorporarse a la Marina, retirándose años después, con el grado de capitán de fragata.
  3. Los detalles del enfrentamiento fueron extraídos de “El torpedero “La Rioja” y su intervención en la batalla aeronaval del Río de la Plata”, de Juan Manuel Jiménez Baliani, aparecido en el Boletín del Centro Naval Nº 773 de Febrero de 1994; La Revolución del 55, Tomo II, de Isidoro Ruiz Moreno, Puerto Belgrano. Hora 0. La Marina se subleva, de Miguel Ángel Cavallo y Así Cayó Perón. Crónica del movimiento revolucionario triunfante, de diez periodistas argentinos.

1955 Guerra Civil. La Revolucion Libertadora y la caída de Perón

miércoles, 19 de febrero de 2014

Escopetas: MAG-7 (Sudáfrica): La escopeta Uzi



Escopeta semiautomática MAG-7 (Sudáfrica) 

 

MAG-7 
 
versión "civil" con el cañón de arma de fuego de 20 pulgadas y la culata de madera reparado 

 
Dibujo del MAG-7 con el alimentador de caja quitado 

Tipo: manual, acción de bombeo 
Calibre: 12 
Cámara: 60 milímetros 
Longitud: 550 milímetros 
Longitud del cañón de arma de fuego: 320 milímetros 
Peso: 4 kilogramos 
Capacidad: 5 cartuchos en alimentador desprendible en cargador 


La escopeta MAG-7 fue desarrollada por la compañía del PTY de Techno Arms de Suráfrica. Se pensó especialmente para el combate cercano y las operaciones en espacios confinados, como la exploración cuarto-a-cuarto. Esta clase de combate requiere las armas de fuego compactas y maniobrables capaces de alto poder de detención. En términos del poder de detención y de la potencia de fuego de corto alcance en general las escopetas del calibre 12 son duras de batir, pero la mayoría de las escopetas del diseño convencional son demasiado largas o tienen alimentadores demasiado pequeños para las operaciones en espacios confinados, así que los proyectistas del Techno Arms desarrollaron un nuevo concepto de la escopeta, mezclando el concepto del subfusil ametrallador compacto y el concepto de la escopeta de bombeo. 

La MAG-7 aparece generalmente como el subfusil ametrallador aumentado UZI, teniendo receptor hecho del acero estampado, con la mordaza de pistola plástica y un alimentador de caja, situado dentro de la mordaza de pistola. Puesto que las granadas de escopeta estándar son demasiado largas ajustar en la mordaza de pistola, granadas más cortas de solamente 60 milímetros (2 1/3 pulgada aproximadamente) se utilizan de largo. Esto, junto con cañón de arma de fuego corto, limita el alcance efectivo, pero está aún bastante para el trabajo cuarto cercano. MAG-7 utiliza la forma más o menos convencional de la acción de bomba, siendo operado por el antebrazo resbaladizo. Este antebrazo interno ligó a la plataforma de la acción, que, alternadamente, ligó al perno (bloque de culata). La inmovilización es alcanzada por la única pieza de inmovilización que dedica la muesca a la parte superior del receptor. 


La palanca de seguro manual está situada en el lado izquierdo del arma, sobre la mordaza de pistola, el antebrazo se ajusta con el botón de cerradura especial, que se debe activar para operar la placa y para recargar el arma - éste permite que el arma sea esperada con seguridad ambidextra en el brezo del combate sin el riesgo inintencionalmente de abrir la acción. MAG-7 se piensa para ser encendido improvisadamente, pero podría ser ajustado con capota-doblar extremo metálico. 

Desde el tamaño compacto y el cañón de arma de fuego corto limita efectivamente el uso civil del MAG-7 (en la mayoría de los países las escopetas de barril corto se prohíben de uso civil o debe ser registrado por separado), especial, versión "civil", llamada MAG-7M1, había sido convertido. La MAG-7M1 ofrece un cañón de arma de fuego más largo del largo de aproximadamente 20 pulgadas (cerca de 500 milímetros), y un extremo de madera fijo, pero, en esta forma, suelta todas las ventajas de su concepto original y está de interés sobre todo como arma curiosa. 



World-Guns