Los secretos del submarino ruso de alta profundidad incendiado en aguas de Noruega
Pocos quieren hablar de cómo 14 marineros encontraron la muerte en una maravilla de la ingeniería rusa. Menos aún quieren hablar de lo que hacían en aguas noruegas.Mika Gröndahl
Clarín.com
The New York Times International Weekly
Por James Glanz y Thomas Nilsen
EN LAS AFUERAS DE LA COSTA DE NORUEGA — Difícilmente pudiera haber un lugar más aterrador para combatir un incendio que en el vientre del Losharik, un misterioso submarino ruso de alta profundidad.
Algo, al parecer, salió tremendamente mal en el compartimento de las baterías mientras el submarino se abría camino a través de aguas rusas, 250 millas náuticas al norte del Círculo Polar Ártico, el 1 de julio último.
Un incendio en cualquier submarino puede ser la peor pesadilla de un navegante, pero un incendio en el Losharik era una amenaza totalmente de otro orden. Este buque es capaz de sumergirse mucho más profundamente que casi cualquier otro submarino, pero las hazañas de ingeniería que lo permiten pueden haber ayudado a sellar el destino de los 14 marineros muertos en el desastre.
La única cosa más misteriosa que lo que salió mal exactamente ese día es qué hacía el submarino a 1.000 pies (305 metros) de profundidad a sólo 60 millas náuticas al este de Noruega antes que nada.
Estos oficiales rusos murieron a bordo del Losharik el año pasado. (Ministerio de Defensa ruso)
El extraordinario incidente puede proporcionar una pista más sobre las ambiciones militares de Rusia en las profundidades del mar y cómo se integran esas ambiciones a un plan para aprovechar el poder naval en el Ártico para lograr sus objetivos estratégicos en todo el mundo, incluida la capacidad de bloquear a voluntad canales de comunicación internacionales vitales.
Moscú no se ha sincerado con el desastre del Losharik e insiste en que el submarino sólo era un buque de investigación. Las fuerzas armadas noruegas, cuyos puestos de observación, marina y aviones de vigilancia rastrean la Flota Norte de Rusia para la OTAN, se niegan a informar lo que pueden haber visto. Los únicos testigos civiles del rescate que siguió al incendio pueden haber sido los diversos integrantes de una pandilla de rusos que pescaban ilegalmente en la zona.
Pero claramente se trató de una misión de máxima sensibilidad y la lista de muertos incluyó a algunos de los oficiales más condecorados y experimentados del cuerpo de submarinos rusos.
Para entender por qué estos hombres pueden haberse encontrado en un submarino capaz de sumergirse quizás hasta 20.000 pies —más de 10 veces más profundo de lo que se cree que operan los submarinos tripulados de EE.UU.— es necesario considerar todo lo que atraviesa el suelo del Atlántico Norte: kilómetros interminables de cables de fibra óptica que llevan una gran fracción del tráfico de Internet del mundo, incluidos billones de dólares en transacciones financieras. También hay cables que conectan dispositivos de escucha de sonar que pueblan el fondo del océano.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y sus comandantes han subrayado cada vez más la importancia de controlar el flujo de información para mantener ventaja en un conflicto, dijo Katarzyna Zysk, directora del Centro de Política de Seguridad del Instituto Noruego de Estudios de Defensa de Oslo.
Más allá de en qué lugar del mundo se esté generando un conflicto, cortar esos cables submarinos, señaló la profesora Zysk, puede obligar a un adversario a pensarlo dos veces antes de arriesgarse a una escalada de la disputa.
Un fiordo cerca de Kirkenes, un pequeño pueblo noruego cerca de la frontera rusa. (Mathias Svold para The New York Times)
"Según entienden los rusos, el nivel de daños inaceptables es mucho más bajo en Europa y en Occidente que durante la Guerra Fría", dijo la funcionaria. "Por lo tanto, es posible que no haya que hacer demasiado".
No cualquier submarino puede lograr algo así, al menos no en casi toda la extensión del fondo del mar.
Pero el Losharik no es cualquier submarino. Se cree que su casco interno está formado por una serie de esferas de titanio que contienen la sala de control, las literas, el reactor nuclear y otros equipos. Su nombre aparentemente fue tomado de un antiguo personaje de dibujos animados ruso, un caballo construido a partir de pequeñas esferas.
Las estrechas esferas están unidas entre sí por pasadizos aún más pequeños.
Un procedimiento común cuando hay un incendio en un submarino es cerrar las escotillas para reducir la propagación. Si eso se hizo en el Losharik, los miembros de la tripulación pueden haberse encontrado atrapados en cámaras pequeñas y oscuras llenas de humo.
Y si estaban en la cámara que contiene el compartimento de las baterías donde parece haber comenzado el problema, pueden haber tenido que luchar contra las llamas en espacios de poco más de medio metro, explica Peter Lobner, ex oficial eléctrico de un submarino de EE.UU.
"Es el lugar más espantoso en el que se pueda estar en un submarino", agrega.
Una historia muy rusa
Los pescadores rusos habían salido en un bote chico y se desplazaban hacia el este, probablemente en aguas restringidas, cuando un submarino irrumpió frente a ellos en el mar, según declaró más tarde uno de los tripulantes a un periódico local de Murmansk, el Severpost."Nos dirigíamos hacia Kildin", una isla cercana, le dijo el pescador a un reportero del Severpost en una conversación telefónica, "y entonces, alrededor de las nueve y media de la noche, sale a la superficie un submarino. Aparece de repente, completamente. Nunca vi nada parecido en mi vida. La gente corría por la cubierta armando un alboroto".
El submarino que vieron no era el Losharik sino una embarcación mucho más grande: su nave nodriza. El Losharik está diseñado para sujetarse a la parte inferior de esta nave, por lo que puede ser transportado para su mantenimiento, transporte a largas distancias o —como puede haber ocurrido el 1 de julio frente a Noruega— para su rescate.
Se desconoce por qué Rusia no aseguró la zona, pero si el relato del pescador es preciso, parece que él y su grupo fueron los únicos testigos externos de la operación secreta de rescate. Estaban pescando en un área restringida, pero decidieron hablar de lo que vieron de todos modos.
"Es una historia muy rusa", comentó Jeffrey Mankoff, investigador principal del Programa Rusia y Eurasia del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington.
El submarino se alejó rápidamente, pero no hubo una alerta inmediata de Rusia a la Autoridad Noruega de Seguridad Nuclear y de Radiación sobre un posible incidente nuclear en el Mar de Barents, indicó Astrid Liland, directora allí de la sección de prevención nuclear.
La agencia oficial de noticias rusa TASS informó del accidente al día siguiente sin mencionar que el submarino era de propulsión nuclear. La noticia del Severpost apareció a la mañana siguiente.
Rusia y Noruega, según Liland, tienen un acuerdo para notificarse mutuamente en caso de incidentes que involucren instalaciones nucleares. "Desafortunadamente", dijo, "Rusia interpreta que ese acuerdo no incluye dependencias militares como los submarinos".
Enrevesada como lo es en muchos sentidos, la historia del Losharik y el creciente poder de la Flota Norte de Rusia comienza con al menos una explicación muy simple, dijo Katarzyna Zysk, la analista noruega.
"Hay un lugar especial en el corazón de Putin para la marina", sostuvo. "Es uno de los símbolos clave de una gran potencia".
La Flota Norte está en la cima del presupuesto militar de Putin, que incluye ítems de primera categoría como los más avanzados buques de superficie y misiles crucero. En 2014, la Flota Norte puso bajo su mando a las brigadas del Ártico, soldados equipados con lo más evolucionado en equipamiento para guerra en clima frío. También se están incorporando nuevas generaciones de submarinos de ataque y misiles balísticos.
Con todo ese poder naval, la manera más rápida de que Rusia sorprenda a Estados Unidos sería salir a todo vapor del Ártico hacia el Atlántico Norte, afirmó Heather A. Conley, vicepresidenta senior para Europa, Eurasia y el Ártico del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
"Realmente se está convirtiendo en un área mucho más dinámica", expresó Conley. "Parece como si estuviéramos actualizando el filme La Caza del Octubre Rojo.” También hay un ojo puesto en el beneficio económico, dijo Conley: Rusia no ha hecho ningún secreto de su deseo de controlar una ruta de navegación del norte a través del Ártico a medida que el hielo retrocede debido al cambio climático y para ampliar su producción de petróleo y gas.
En los últimos cinco años se han abierto o reconstruido 14 aeródromos a lo largo de la Ruta Marítima Septentrional. Se han abierto tres bases totalmente autónomas en archipiélagos del Ártico. Se han gastado miles de millones de dólares en campos para producción de gas en la Península de Yamal, donde los volúmenes totales se estiman en casi 17 billones de metros cúbicos. El gas natural de Yamal alimentará finalmente el gasoducto que se está construyendo actualmente a través del Mar Báltico para abastecer a Europa Occidental.
Aun así, con la extrema dificultad de obtener el petróleo y el gas al norte de Yamal, más las incógnitas del turismo y el transporte marítimo extranjero, el aspecto económico podría no cerrar hasta dentro de medio siglo, si es que entonces se da, sostuvo Andreas Østhagen, investigador principal del Instituto Fridtjof Nansen cercano a Oslo, y autor del libro Coast Guards and Ocean Politics in the Arctic (Guardias Costeros y Política Oceánica en el Ártico)
Más allá de la necesidad de Rusia de preservar la disuasión nuclear en sí, la clave para entender su gran interés en el Ártico, de acuerdo con la profesora Zysk, es considerar lo que Moscú no quiere hacer: involucrarse directamente en cualquier conflicto prolongado con la OTAN. Rusia sabe que no tiene los recursos para ganar ese tipo de conflicto, dijo Zysk.
Por esa razón, sin importar dónde empiece un conflicto, afirmó, "Rusia haría cualquier cosa para mantener la iniciativa estratégica". Y añadió: "Aquí interviene la superioridad de la información".
Los generales rusos, por ejemplo, hablan abiertamente de sembrar caos en el sistema financiero del gobierno de un adversario, aseguró Zysk, y la alteración de los cables del fondo marino "ciertamente encajaría en el objetivo".
Un informe de 2017 del instituto de investigación y educación del Reino Unido Policy Exchange determinó que los cables de fondos submarinos transportan el 97% de los datos de las comunicaciones a nivel mundial, incluidos unos 10 billones de dólares en transacciones financieras al día. Los cables están en gran parte desprotegidos y son fáciles de encontrar. Hace apenas unos pocos años, oficiales militares y de inteligencia de Estados Unidos informaron que submarinos rusos habían estado operando con frecuencia cerca de ellos.
Debido a que Internet puede redirigir los datos cuando los cables se dañan, los analistas occidentales suelen descartar los peligros de sabotaje. Pero considerando el papel vital de los datos en instituciones occidentales de todo tipo, afirma Zysk, el simple hecho de ejercer presión deteriorando la red podría ser suficiente.
"Cuando la gente pierde Facebook y Twitter... ¡Ay, Dios mío!", comentó, no del todo en broma.
Mathieu Boulègue, investigador del programa Rusia y Eurasia de la ONG Chatham House del Reino Unido, señaló que una unidad especializada como el Losharik podría ayudar a probar la capacidad de respuesta de Occidente si se cortan los cables.
"Esto es parte de la capacidad de Rusia recién descubierta de meterse con nosotros", dijo Boulègue.
Un huevo irrompible
En cuanto al accidente en sí mismo, pocos se sorprendieron de que una joya de la flota submarina rusa pudiera incendiarse no muy lejos de su base de operaciones, probablemente en aguas de no más de 1.000 pies de profundidad ( 300 metros), y que la mayoría de su tripulación muriera. Los rusos, según algunos expertos, parecen tener una mayor tolerancia al riesgo que Occidente.El Losharik fue diseñado en los años 80, pero, retrasado por la caída de la Unión Soviética, no se lanzó hasta 2003, según una edición revisada próxima a publicarse del volumen Cold War Submarines (Submarinos de la guerra fría) de los historiadores Norman Polmar y K.J. Moore.
En 2012 el Losharik fue parte de una operación científica para perforar 2 3,2 kilómetros de la corteza del Ártico y obtener muestras de roca. La mejor imagen pública del submarino llegó unos años después, en 2015, cuando salió a la superficie durante una sesión fotográfica de un todoterreno Mercedes de la versión rusa del programa Top Gear.
Como la cáscara de un huevo, las esferas de titanio de la nave resisten una presión terrible mucho más fácilmente que un casco alargado tradicional, señala Norman Polmar. "Puede ir lentamente hasta el fondo y no se rompe", dice.
Agrega que no ha habido "nada en la flota estadounidense que iguale" las profundidades a las que el Losharik puede llevar a su tripulación. Varios informes, sostiene, sitúan la profundidad máxima de la misteriosa nave en algún lugar entre los 2400 y los 6000 metros.
Peter Lobner, el ex oficial de submarinos de EE.UU., dijo que "no tenemos nada excepto vehículos no tripulados" operando a tales profundidades.
Sin embargo, mientras algunos ven una maravilla de la ingeniería, otros ven pruebas de que Rusia puede ser incapaz de construir el tipo de sofisticados drones submarinos autónomos en los que Estados Unidos parece confiar.
"Prefieren adaptar los sistemas existentes, modernizarlos y tratar de salir adelante", comenta Boulègue. "Por lo tanto, no es de extrañar que estas cosas sigan explotando", comenta. Cree que los accidentes han sido mucho más comunes de lo que se conoce públicamente.
John Pike, director del think tank GlobalSecurity.org, opina que el incendio del Losharik sugiere que el ejército ruso sigue lidiando con algunos problemas de larga data: contratistas corruptos y problemas con el control de calidad en la fabricación, las cadenas de suministro de repuestos y el mantenimiento.
"Supongo que todos los demás submarinos de la flota rusa tienen problemas similares", dice Pike. "Creo que todo se mantiene unido con un montón de alambre y saliva".
Citando fuentes cercanas a una investigación sobre el incidente del Losharik, un periódico financiero ruso, Kommersant, publicó que cuando se detectó humo por primera vez en el submarino, no pareció ser catastrófico. El Losharik pudo haber estado atracado en su nave nodriza en ese momento, según el diario.
Después de una evacuación parcial, 10 miembros de la tripulación se quedaron para combatir el fuego junto con cuatro refuerzos de la nave nodriza; la situación se volvió más y más grave cuando se agotó el oxígeno de dos sistemas de respiración de emergencia a bordo, señaló Kommersant. La tripulación comenzó a sucumbir a la inhalación de humo y puede haber habido una explosión en el compartimiento de las baterías, según dijo el periódico.
Lobner comenta que incluso en un submarino nuclear ordinario, en el compartimento de la batería los espacios son tan estrechos que una inspección de rutina a menudo requiere pasar en posición muy inclinada sobre el tórax o la espalda. Los cuartos de la tripulación han de ser pequeños y podrían llenarse rápidamente de humo, explicó el antiguo submarinista.
"No sería como entrar en una casa en llamas", concluyó.
Ojos abiertos. Bocas cerradas.
Los rusos no son los únicos que no quieren hablar del Losharik.El Almirante James G. Foggo III, comandante de la 6ª Flota de EE.UU., cuya zona de operaciones incluye Europa, declinó ser entrevistado para este artículo. Otro tanto hizo Haakon Bruun-Hanssen, jefe de defensa de las Fuerzas Armadas Noruegas.
Hasta el cabo Sander Badar, joven recluta del ejército noruego, guardó cuidadosamente sus palabras mientras entrenaba con un par de enormes prismáticos apuntados a las aguas de la costa norte de Rusia desde su puesto de observación en una colina a más de 300 metros sobre el Mar de Barents. Fue en esa dirección, al otro lado de un sector de costa llamado Península del Pescador, que ardió el Losharik.
"No es ningún secreto que estamos vigilando la frontera de ellos y viendo lo que pasa allí", dijo Badar una tarde de octubre cuando la luz del Ártico ya se estaba desvaneciendo.
Con puestos de avanzada como el de Badar, así como con aviones de reconocimiento y barcos de la marina, el ejército noruego sirve como ojos y oídos de la OTAN en la frontera con Rusia. Pero cuando se le preguntó por los submarinos rusos, Badar se negó a revelar lo que podría haber visto.
Cuando la agencia de noticias rusa TASS informó por primera vez sobre el incendio de Losharik, dijo que 14 marineros murieron a bordo en un "puesto de alta mar", sin mencionar el reactor nuclear. Al día siguiente, un portavoz de Putin declaró que la información sobre el accidente "pertenece a la categoría de datos de alto secreto".
En los días que siguieron, Putin confirió póstumamente el más alto honor de la nación, Héroe de la Federación Rusa, a cuatro de los miembros de la tripulación y premios menores a los otros 10. Durante el funeral en San Petersburgo, un oficial de la marina dijo que la tripulación había "evitado una catástrofe planetaria".
Rusia afirma que planea recuperar totalmente el submarino y ponerlo de nuevo en servicio. No todos parecen preocupados por eso.
Un almirante retirado de EE.UU., John B. Padgett III, antiguo comandante de la fuerza de submarinos del Pacífico, afirmó que no le preocupaba que Estados Unidos perdiera terreno frente a submarinos como el Losharik.
"Llegamos tan profundo como lo necesitamos, tan rápido como necesitamos ir", sostuvo.
Pero el coronel Eystein Kvarving, jefe de asuntos públicos del Cuartel General Conjunto de Noruega, dejó claro que hay mucho en juego.
El ejército noruego, señaló, tiene una línea de Skype directa con el comandante de la Flota Norte de Rusia y una vez por semana la prueba. En los meses transcurridos desde el incendio, agregó Kvarving, los rusos han realizado sus mayores ejercicios navales desde la Guerra Fría.
¿Cómo podría encajar en eso el Losharik?
"Vas a lo más profundo; vas en silencio", dijo el coronel. "Indetectable" es la palabra clave. Si pueden pasar desapercibidos donde les plazca, es una gran preocupación.
♦ Traducciôn: Román García Azcárate