Malvinas: un caso de estudio
Viene de Parte 1 - Parte 2
Parte 3/3
Por
Harry Train,
Almirante USN
Análisis crítico del Conflicto de Malvinas. Abarca cronológicamente desde los incidentes previos hasta la finalización de la batalla por Puerto Argentino. Estratégicamente comprende los niveles de estrategia general, militar y operacional. El análisis considera los conceptos de la operación desde la óptica de cada bando.
Goose Green
Con pérdidas de buques y aviones en aumento el acrecentamiento de la logística en San Carlos continuó a ritmo de serpiente, mientras los buques transportando refuerzos se hallaban aún demasiado distantes como para garantizar una fuerte acometida contra Puerto Argentino.
En esa circunstancia, el Parlamento Británico percibió que la opinión pública reclamaba una rápida victoria terrestre para justificar la creciente pérdida de buques en el conflicto de Malvinas.
Esta percepción finalmente determinó la decisión política de atacar la guarnición argentina de Goose Green. Esta decisión fue un claro ejemplo del accionar de políticos que se supone no desean conducir desde atrás la guerra, pero que son incapaces de contener sus frustraciones políticas motivadas en este caso por la inacción de las fuerzas desembarcadas en San Carlos. El ataque a Goose Green se produjo como resultado de la necesidad política de atacar y derrotar a los argentinos en algún lugar, lo antes posible. El hecho de que Goose Green era un objetivo estratégico y tácticamente irrelevante para el resultado general de la campaña de reocupación de las Malvinas, se consideró no pertinente.
La batalla en sí produjo dos hechos que en sí produjo dos hechos que interesa señalar:
Previo al ataque a Goose Green la BBC informó la peligrosa aproximación de tropas británicas a ese lugar. De ello resultó el refuerzo del área por los argentinos antes del ataque. Este es un ejemplo del creciente problema que plantea la necesidad de reconciliar el rol de los medios masivos de información y sus necesidades de capacidad para informar instantáneamente, con los requerimientos de secreto que siempre han demandado las operaciones militares.
La rendición de las tropas argentinas en Goose Green se produjo justamente cuando el jefe británico se consideraba en el límite de su capacidad para seguir combatiendo.
El avance hacia Monte Kent
El avance sin oposición de los británicos desde San Carlos hasta las proximidades de Puerto Argentino, a cincuenta millas de distancia, merece ser señalado sólo por la temeridad con que estos afrontaron esa travesía a pie, sobre terreno rugoso y bajo terribles condiciones meteorológicas. La falta de movilidad como para satisfacer las requerimientos logísticos y tácticos simultáneamente, determinó que el avance se hiciera a pie o que no fuera posible hacerlo.
El planeamiento que se había hecho para la ofensiva terrestre, estaba basado en la idea de que el avance de la fuerza debía cumplirse mediante saltos de rana, utilizando helicópteros para mover tropas y equipos sobre el difícil terreno. La imprevista alta demanda de los escasos helicópteros disponibles, para efectuar tan sólo el aprovisionamiento de las tropas y la pérdida de los tres grandes Chinooks en el Atlantic Conveyor, hizo tomar rápida conciencia de que el avance hacia Puerto Argentino debía efectuarse por otros medios.
El desembarco en Fitzroy (Bluff Cove)
Al arribo de los refuerzos (Quinta Brigada) a Malvinas, los británicos enfrentaron la decisión de su oportuna utilización para el avance hacia Puerto Argentino.
Las dos alternativas básicas eran conservarlos embarcados como una reserva para apoyar cuando fuera conveniente a las fuerzas que estaban ya operando, o usarlas en un segundo desembarco, fuera al noreste y suroeste de Puerto Argentino, a fin de abrir un segundo eje de avance sobre el objetivo. Dada la falta de recursos, principalmente armas antiaéreas para apoyar un segundo desembarco, esta idea fue inicialmente rechazada y elementos de la Quinta Brigada comenzaron a ser desembarcados en San Carlos el 1° de junio.
Como frecuentemente ocurre en las guerras, imprevistos eventos guiaron la subsiguiente toma de decisión para el empleo de la Quinta Brigada: el plan tentativo era que elementos de la Quinta Brigada se trasladaran de San Carlos a Fitzroy vía Goose Green para formar la punta de lanza más al sur del avance final sobre Puerto Argentino desde esa posición. En un principio se había pensado que el movimiento inicial hasta Goose Green podría ser hecho con helicópteros, pero ello como se comprobó en seguida, resultó imposible porque la totalidad del puente aéreo disponible era requerido para apoyar la Tercera Brigada de Comandos, que en ese momento se movía hacia Monte Kent y Puerto Argentino desde el oeste noroeste.
En lo que puede calificarse como un arrojado movimiento o también como una grave demostración de irresponsabilidad, elementos del Segundo Batallón de Paracaidistas que se mantenía en descanso en Goose Green luego de la batalla que allí se realizara, se desplazaron en helicópteros británicos obtenidos mediante un golpe de mano hasta Fitzroy e hicieron allí un desembarco sin oposición en las últimas horas del 1° de junio. Esto enfrentó a los planificadores británicos con una espada de dos filos. Por una parte la posición de Fitzroy obtenida sin bajas representaba un significativo salto hacia el objetivo final. Por otra parte, el Segundo Batallón estaba ahora expuesto a ataques enemigos o bombardeo a millas del más cercano apoyo británico. La idea de consolidar la posición del 2 Batallón de paracaidistas en Fitzroy guió el pensamiento durante los días subsiguientes.
Enfrentados con insuficiente apoyo de helicópteros para mover el resto de la Quinta Brigada sobre el abrupto suelo entre San Carlos y Fitzroy, y con el requerimiento de reforzar la posición británica en Fitzroy lo antes posible, a disgusto, los planificadores decidieron recurrir a un movimiento por mar. Así la duda británica sobre la conveniencia o no de efectuar un segundo desembarco, había sido disipada por el curso de los acontecimientos.
El intento de desembarco en Fitzroy se convirtió en un desastre. La operación se realizó utilizando sólo buques auxiliares de desembarco sin apoyó antiaéreo o de comando y control de unidades navales principales. La coordinación con las fuerzas ya ubicadas en Fitzroy fue inexistente. En la tarde del 8 de junio el LSD Sir Galahad sin protección antiaérea, fue atacado por la aviación argentina mientras desembarcaba tropas, en la Bahía de Fitzroy, lo que significó la pérdida de 51 hombres.
Fitzroy desde la perspectiva argentina
Desde el punto de vista argentino, el análisis de Fitzroy se centró sobre el tema de por qué las fuerzas argentinas de tierra no aprovecharon las ventajas que les daba el exitoso ataque aéreo contra las fuerzas británicas en Bluff Cove y Fitzroy y contraatacaran.
Los jefes militares argentinos en Malvinas, racionalizaron su decisión de no efectuar ese ataque, diciendo que Bluff Cove estaba a 16 km. hacia el suroeste. Una avanzada de tropas británicas se hallaba entre Puerto Argentino y Bluff Cove. El Ejército argentino en Malvinas contaba sólo con artillería de 105 mm con alcance de 10 a 12 Km. Había dos o tres piezas de 155 con alcance de 20 Km., pero eran insuficientes para apoyar una acción a 16 Km. de la base de Puerto Argentino. Hubiese sido necesario retirar un batallón de la defensa de Puerto Argentino y esa unidad hubiera sido atacada por las fuerzas británicas de cobertura, mientras enfrentaban al batallón que desembarcaba. Por último, el batallón ubicado como para efectuar ese movimiento, hubiera sido el 5° de Infantería de Marina una unidad de elite que hubiera debido dejar su posición clave en la cima de Tumbledown Mountain.
La verdad es que por dos veces la victoria pendió de un hilo, en Goose Green y en Bluff Cove y los argentinos no supieron cortar ese hilo.
El asalto final a Puerto Argentino
Los británicos estaban ahora en posición para montar la fase final del ataque a Puerto Argentino.
Enfrentaban 33 grupos de soldados enemigos totalizando 8400 hombres, equipados con cañones pesados y amplio amunicionamiento, atrincherados en posiciones que venían fortificando desde hacía seis semanas.
A pesar de que los argentinos habían sido pasivos hasta este momento, la perspectiva de tener que atacar con limitaciones de medios de movilidad y ni remotamente en capacidad como la que se supone debe poseerse para atacar en fuerza a un enemigo bien armado y atrincherado, distaba mucho de ser atractiva.
Los británicos iniciaron su avance sobre Puerto Argentino con una serie de ataques nocturnos el 11 de junio, contra los montes Longdon, Harriet y Two Sisters, que componían la siguiente línea de alturas entre las posiciones británicas y Puerto Argentino.
Alguna firme resistencia se encontró durante los ataques a los montes Harriet y Two Sisters, pero los británicos pudieron conquistar esas posiciones con mínimas pérdidas. El ataque a Monte Longdon encontró mucho mayor resistencia y los objetivos fueron alcanzados luego de feroz lucha y con muchas bajas. Luego se supo que Monte Longdon había sido defendido por una unidad de primer orden de Infantería de Marina que irónicamente había sido colocada inicialmente en esa posición por que los jefes de Ejército no la habían computado como unidad de primera línea. El plan original preveía mantener a los Infantes de Marina en reserva para la defensa de Puerto Argentino de ataques británicos desde el mar. Aunque los británicos nunca atacaron desde el mar, esa unidad nunca fue desplazada de esa posición inicial al oeste de Puerto Argentino.
La fase final del ataque británico comenzó al atardecer del 13 de junio con ataques nocturnos en la línea de colinas ubicadas en las proximidades y al oeste de Puerto Argentino. Los objetivos iniciales fueron Wireless Ridge y Tumbledown Mountains. Dada la superioridad de fuego británico y una defensa menos que decidida, Wireless Ridge sucumbió rápidamente. Pero Tumbledown Mountain cayó sólo luego de fieros combates que demostraron una vez más la indiscutible calidad del soldado argentino y la incapacidad de los británicos para prever esa clase de resistencia en alguna determinada acción.
Poco después de que los británicos tuvieron éxito en la toma de Two Sisters, corrió la voz en la mañana del 14 de junio de que los argentinos estaban en retirada hacia Puerto Argentino.
Efectividad de la organización de la Junta Argentina
Una serie de viñetas demuestran el poco éxito de la Junta en su función:
- A lo largo de la guerra en el mar, la Armada Argentina fue advertida de vuelos no coordinados de la Fuerza Aérea.
- La Fuerza Aérea se negó a informar al Comandante del Teatro vicealmirante Lombardo, sus avistajes y contactos.
- Las Fuerzas Conjuntas en Malvinas no pudieron ejercer control aéreo sobre los aviones de la Fuerza Aérea volando sobre las islas o en sus proximidades.
- La Fuerza Aérea envió 10 aviones Pucará a Malvinas sin consultar al Comando de Teatro.
- El Comandante de las Fuerzas del Ejército en Malvinas hacía caso omiso del Gobernador y recibía órdenes del Jefe del Estado Mayor de Ejército en Buenos Aires.
- Cuando la Armada Argentina tenía dificultad en la obtención de datos posicionales del HMS Invencible, tuvo que "invadir" la central de Información de Combate en Puerto Argentino para descubrir que el personal de Fuerza Aérea que manejaba el CIC, borraba la derrota seguida por los aviones británicos luego de cada ataque aéreo. El personal naval comenzó a conservar la información sobre el recorrido de cada raid, y así logró determinar por donde aparecerían todos ellos sobre el horizonte. Fue a partir de ese tipo de análisis, que pudieron describir una especie de "banana geográfica" que definía la probable posición de los portaaviones. Esta fue la metodología "ad hoc" que permitió a la Armada lanzar el ataque que dio por resultado el hundimiento del Atlantic Conveyor.
- En general los ataques aéreos contra la Fuerza de Tarea británica lanzados desde tierra, fueron dispuestos y partieron desde el continente sin la necesaria coordinación con los comandos argentinos en las islas, ni con las fuerzas a las que la aviación basada allí estaba apoyando.
- Lo mismo cabe decir con respecto a los escasos raids que fueron lanzados contra las cabezas de playa británicas. La Fuerza Aérea Argentina afirmó al comenzar las acciones: "Si la Flota Británica aparece , nosotros podemos destruirla: esta mentalidad dominó su acción a lo largo de todo el conflicto
Interpretación argentina de la reacción de EE.UU.
Los dirigentes políticos argentinos en sus cálculos de riesgos estaban firmemente convencidos de que en la eventualidad de un conflicto entre Argentina y Gran Bretaña, los EE.UU. iban a mantener una posición neutral. Nunca esperaron que los EE.UU. los apoyara pero previeron una postura neutra.
A este respecto, su evaluación histórica se apoya demasiado en la experiencia de Suez y no suficientemente en mas significativas lecciones derivadas de los mutuos intereses políticos y militares de EE.UU. y Gran Bretaña. El almirante Anaya citó como evidencia de la` previsible neutralidad de EE.UU. la impresionable sucesión de visitas a Argentina en 1981, de comandantes militares y de políticos con rol clave en la política de EE.UU., como demostración del desarrollo de intereses comunes entre EE.UU. y Argentina.
Cuando EE.UU. se inclinó hacia Gran Bretaña la única forma racional en que esto pudo ser comprendido por Argentina fue la teoría de la "manipulación". Los participantes en esta maniobra eran el gobierno conservador de Gran Bretaña, la Royal Navy y el Departamento de Estado.
Los argentinos estaban convencidos de que Gran Bretaña quería la guerra. Y la querían para distraer la atención del Partido Laborista, de las huelgas de las minas de carbón y de la declinante confianza en el gobierno conservador. La Royal Navy, ellos pensaban, quería la guerra para restablecer la confianza británica de su rol como defensora de los intereses británicos a lo largo del mundo y para contrarrestar la reducción del rol y dimensión de la Flota.
Y creían que los británicos habían sido capaces de seducir al Departamento de Estado de los EE.UU. para que los apoyara en esa manipulación.
Conclusión
El conflicto de Malvinas, brinda muchas lecciones políticas y militares, no sólo para los participantes sino también para otras naciones que deben mantener fuerzas terrestres navales y aéreas para defender sus intereses y respaldar sus objetivos políticos:
- Los submarinos nucleares son excelente elemento de combate, pero no cumplen bien la función de presencia naval en tiempo de paz.
- La fuerzas de superficie son esenciales para la proyección de fuerzas anfibias, pero deben tener los medios para defenderse contra submarinos modernos y modernos misiles y aviones.
- La aviación táctica con base en tierra empleada en la conducción de una campaña naval, debe ser adiestrada rutinariamente en el uso de armamentos y tácticas contra fuerzas navales.
- Las debilidades enemigas deben ser explotadas cada vez que se las detecte, aunque los planes militares deban modificarse para ello. Cuando la suerte del adversario pende de un hilo, lo más fácil para vencer es cortar ese hilo.
- La logística gana o pierde.
- Las Marinas no ganan guerras, pero la falta de una marina adecuada puede hacer perder la guerra. La Royal Navy no ganó el conflicto de Malvinas, pero pudo haber sido la causa de que Gran Bretaña lo perdiera. El Ejército Británico ganó, para Gran Bretaña el conflicto de Malvinas y lo hizo con y sólo con el apoyo de la Royal Navy.
- Un bien integrado Poder Aéreo es esencial tanto para el Ejército como para las Fuerzas Navales.
- El Poder Aéreo no se compone sólo de bombardeos o aviones de ataque, o de cazas e interceptores, o de aviones de contramedidas electrónicas. Es una mezcla de todos. El que no lo comprenda así, no ha entendido ni las lecciones de la Segunda Guerra Mundial, ni las de Malvinas.
- La capacidad de los ejércitos, marinas y fuerzas aéreas para operar en conjunto es el "sine qua non" de la guerra.
- Los comandos militares responsables, deben tener diálogo fluido con las autoridades políticas y asesorarlas y las autoridades políticas deben escucharlos aunque no necesariamente seguir sus consejos.
- Es crucial que las autoridades políticas informen a los dirigentes militares de aquellos objetivos políticos que se persigue lograr, mediante el uso de la fuerza militar.
- Comando efectivo, control y comunicaciones son las herramientas fundamentales que permiten a las autoridades militares y a las autoridades políticas trabajar en armonía.
- Y finalmente en esta era tecnológica, los militares deben conocer sus armas. Pericia y coraje no son suficientes. El extremo puntiagudo de la lanza, son las armas, sean estas misiles, bombas, torpedos, granadas de mano o minas.
Boletin del Centro Naval 748 (1987)
viernes, 5 de abril de 2013
jueves, 4 de abril de 2013
FPS Russia: Tiro anti-tambor
FPS Russia: Artillería anti-tambores
FPS Russia es un canal de Youtube donde se presentan de una manera muy poco convencional la efectividad de armas de todo el mundo. En el capítulo de hoy prueba una Thompson calibre 22 con cargador de tambor superior, masacrando latas de gaseosas... Luego dispara un lanzacohetes anti-tanque ligero LAW con munición de práctica y finalmente un cañón sin retroceso de 106mm. Kyle Myers (aunque ficticiamente se hace llamar Dimitri Potapoff) sigue haciendo de las suyas.
FPS Russia es un canal de Youtube donde se presentan de una manera muy poco convencional la efectividad de armas de todo el mundo. En el capítulo de hoy prueba una Thompson calibre 22 con cargador de tambor superior, masacrando latas de gaseosas... Luego dispara un lanzacohetes anti-tanque ligero LAW con munición de práctica y finalmente un cañón sin retroceso de 106mm. Kyle Myers (aunque ficticiamente se hace llamar Dimitri Potapoff) sigue haciendo de las suyas.
Frente del Pacífico: ¿Canibalismo japonés?
¿El ejército japonés practicó canibalismo con prisioneros de EE.UU.?
Así lo revela una investigación publicada por el diario español El País; afirman que fue "una estrategia militar organizada"
MADRID.- La Segunda Guerra Mundial todavía esconde secretos. Durante la investigación de su nuevo libro, una historia global del conflicto que publicará la semana que viene en España la editorial Pasado y Presente, el prestigioso historiador Antony Beevor se topó con una desagradable sorpresa. El Ejército estadounidense y el australiano prefirieron no divulgar una atrocidad japonesa al final del conflicto: el canibalismo y el uso de prisioneros de guerra como "ganado humano", que eran mantenidos con vida solo para ser asesinados de uno en uno con el objetivo de ser devorados. Esta salvajada formó parte, según los datos recogidos por el escritor británico, de "una estrategia militar sistemática y organizada".
Se había tocado el tema en el pasado, pero nunca con tantos datos. Foto: Archivo
"Las autoridades aliadas, comprensiblemente, por temor al horror que esto podría causar en las familias de aquellos que murieron en campos de prisioneros, decidieron ocultar los hechos totalmente", explica por correo electrónico Beevor, que se encuentra promocionando en Australia su libro, publicado en junio en inglés. "Por ese motivo, el canibalismo no formó parte de los delitos juzgados en el Tribunal de Crímenes de Guerra de Tokio de 1946".
Como sucedió con el resto de sus libros anteriores, la búsqueda de nuevas fuentes y documentos produce sus frutos. Hasta ahora, este historiador británico, que encontró un filón en los archivos soviéticos que comenzaron a abrirse tras la perestroika, había hecho minuciosas descripciones de las batallas de Stalingrado, Berlín, Creta y el desembarco de Normandía (todos ellos publicados en España por Crítica, todos ellos best sellers). En La Segunda Guerra Mundial, un volumen de más de 1.200 páginas, traza un relato global del conflicto, que no empieza con la invasión de Polonia, sino un mes antes y en el otro lado del mundo, en agosto de 1939, en el río Jaljin-Gol. Aquella batalla en la que el Ejército Rojo derrotó a los japoneses en Manchuria demostró que Zukhov era uno de los grandes generales soviéticos y significó una gran lección para Tokio, que abandonó su intención de abrir un segundo frente en Siberia. Si Stalin hubiese tenido que proteger su retaguardia en Extremo Oriente, el conflicto hubiese sido muy diferente.
La Segunda Guerra Mundial es una fuente infinita de historias y horrores y Beevor rescata muchas en este volumen, desde cómo los nacionalistas chinos sobornaron a las tríadas de Hong Kong para evitar matanzas de extranjeros hasta la guerra bacteriológica en Italia. Tras el desembarco aliado, los nazis inundaron grandes extensiones de terreno en Pontino, introdujeron el mosquito anofeles y confiscaron la quinina. Unas 55.000 personas contrajeron la malaria al año siguiente.
Los aliados prefirieron ocultar los hechos, explica el historiador
En su historia sobre el final de la guerra en Asia, Némesis. La derrota de Japón 1944-1945, Max Hastings explica que los relatos de las atrocidades que sufrieron muchos prisioneros a manos de los japoneses fueron censurados para evitar que se produjese una espiral de venganzas. De los 132.134 prisioneros de Japón, murieron 35.756, un 27%. Tanto Hastings como Beevor describen todo tipo de crueldades contra prisioneros de guerra aliados, desde vivisecciones sin anestesia hasta palizas mortales o ejecuciones a ballonetazos, además de trabajos forzados. Sin embargo, el canibalismo organizado va más allá de lo imaginable.
"No fueron casos aislados: existió un patrón similar en todas las guarniciones de China y el Pacífico que se quedaron sin suministros por la Marina estadounidense", explica Beevor, que visitará España a finales de mes y que estará en el Hay Festival de Segovia. No existen datos sobre el número de prisioneros que pudieron sufrir esa suerte, aunque sí que la mayoría de los casos ocurrieron al final del conflicto, en Nueva Guinea y Borneo. Las víctimas fueron locales y soldados papuenses, australianos, estadounidenses y prisioneros indios, que se negaron a combatir con los japoneses. "Los informes lo dejan muy claro: "No fueron incidentes aislados perpetrados por individuos o pequeños grupos en condiciones extremas", explica Beevor, de 66 años, militar reconvertido en historiador.
La revelación del canibalismo en el Pacífico se suma al redescubrimiento de las violaciones masivas por parte del Ejército soviético en su avance por Alemania, que describió en Berlín. La caída, 1945. Existían muchos testimonios, incluso una de las obras fundamentales sobre la Segunda Guerra Mundial, Una mujer en Berlín (Anagrama, 2005), lo relataba con una pavorosa mezcla de horror y resignación. Este libro, anónimo, había sido publicado en inglés en 1954. Pero esa atrocidad no entró a formar parte del acervo de conocimiento popular sobre el conflicto hasta que el ensayo se convirtió en un éxito de ventas.
Un profesor de la Universidad de Melbourne, Toshiyuki Tanaka, había descubierto en los años noventa documentos que describían casos de canibalismo, pero, según su versión, se trataba de una orgía de muerte de tropas fuera de control, algo similar a lo que ocurrió en circunstancias extremas en el sitio de Leningrado, donde 600.000 personas murieron de hambre o a manos de prisioneros rusos que no recibían ningún tipo de alimentos. Los documentos que ha encontrado Beevor describen algo muy diferente, una nueva vuelta de tuerca en el horror infinito de la Segunda Guerra Mundial..
La Nación
Así lo revela una investigación publicada por el diario español El País; afirman que fue "una estrategia militar organizada"
MADRID.- La Segunda Guerra Mundial todavía esconde secretos. Durante la investigación de su nuevo libro, una historia global del conflicto que publicará la semana que viene en España la editorial Pasado y Presente, el prestigioso historiador Antony Beevor se topó con una desagradable sorpresa. El Ejército estadounidense y el australiano prefirieron no divulgar una atrocidad japonesa al final del conflicto: el canibalismo y el uso de prisioneros de guerra como "ganado humano", que eran mantenidos con vida solo para ser asesinados de uno en uno con el objetivo de ser devorados. Esta salvajada formó parte, según los datos recogidos por el escritor británico, de "una estrategia militar sistemática y organizada".
Se había tocado el tema en el pasado, pero nunca con tantos datos. Foto: Archivo
"Las autoridades aliadas, comprensiblemente, por temor al horror que esto podría causar en las familias de aquellos que murieron en campos de prisioneros, decidieron ocultar los hechos totalmente", explica por correo electrónico Beevor, que se encuentra promocionando en Australia su libro, publicado en junio en inglés. "Por ese motivo, el canibalismo no formó parte de los delitos juzgados en el Tribunal de Crímenes de Guerra de Tokio de 1946".
Como sucedió con el resto de sus libros anteriores, la búsqueda de nuevas fuentes y documentos produce sus frutos. Hasta ahora, este historiador británico, que encontró un filón en los archivos soviéticos que comenzaron a abrirse tras la perestroika, había hecho minuciosas descripciones de las batallas de Stalingrado, Berlín, Creta y el desembarco de Normandía (todos ellos publicados en España por Crítica, todos ellos best sellers). En La Segunda Guerra Mundial, un volumen de más de 1.200 páginas, traza un relato global del conflicto, que no empieza con la invasión de Polonia, sino un mes antes y en el otro lado del mundo, en agosto de 1939, en el río Jaljin-Gol. Aquella batalla en la que el Ejército Rojo derrotó a los japoneses en Manchuria demostró que Zukhov era uno de los grandes generales soviéticos y significó una gran lección para Tokio, que abandonó su intención de abrir un segundo frente en Siberia. Si Stalin hubiese tenido que proteger su retaguardia en Extremo Oriente, el conflicto hubiese sido muy diferente.
La Segunda Guerra Mundial es una fuente infinita de historias y horrores y Beevor rescata muchas en este volumen, desde cómo los nacionalistas chinos sobornaron a las tríadas de Hong Kong para evitar matanzas de extranjeros hasta la guerra bacteriológica en Italia. Tras el desembarco aliado, los nazis inundaron grandes extensiones de terreno en Pontino, introdujeron el mosquito anofeles y confiscaron la quinina. Unas 55.000 personas contrajeron la malaria al año siguiente.
Los aliados prefirieron ocultar los hechos, explica el historiador
En su historia sobre el final de la guerra en Asia, Némesis. La derrota de Japón 1944-1945, Max Hastings explica que los relatos de las atrocidades que sufrieron muchos prisioneros a manos de los japoneses fueron censurados para evitar que se produjese una espiral de venganzas. De los 132.134 prisioneros de Japón, murieron 35.756, un 27%. Tanto Hastings como Beevor describen todo tipo de crueldades contra prisioneros de guerra aliados, desde vivisecciones sin anestesia hasta palizas mortales o ejecuciones a ballonetazos, además de trabajos forzados. Sin embargo, el canibalismo organizado va más allá de lo imaginable.
"No fueron casos aislados: existió un patrón similar en todas las guarniciones de China y el Pacífico que se quedaron sin suministros por la Marina estadounidense", explica Beevor, que visitará España a finales de mes y que estará en el Hay Festival de Segovia. No existen datos sobre el número de prisioneros que pudieron sufrir esa suerte, aunque sí que la mayoría de los casos ocurrieron al final del conflicto, en Nueva Guinea y Borneo. Las víctimas fueron locales y soldados papuenses, australianos, estadounidenses y prisioneros indios, que se negaron a combatir con los japoneses. "Los informes lo dejan muy claro: "No fueron incidentes aislados perpetrados por individuos o pequeños grupos en condiciones extremas", explica Beevor, de 66 años, militar reconvertido en historiador.
La revelación del canibalismo en el Pacífico se suma al redescubrimiento de las violaciones masivas por parte del Ejército soviético en su avance por Alemania, que describió en Berlín. La caída, 1945. Existían muchos testimonios, incluso una de las obras fundamentales sobre la Segunda Guerra Mundial, Una mujer en Berlín (Anagrama, 2005), lo relataba con una pavorosa mezcla de horror y resignación. Este libro, anónimo, había sido publicado en inglés en 1954. Pero esa atrocidad no entró a formar parte del acervo de conocimiento popular sobre el conflicto hasta que el ensayo se convirtió en un éxito de ventas.
Un profesor de la Universidad de Melbourne, Toshiyuki Tanaka, había descubierto en los años noventa documentos que describían casos de canibalismo, pero, según su versión, se trataba de una orgía de muerte de tropas fuera de control, algo similar a lo que ocurrió en circunstancias extremas en el sitio de Leningrado, donde 600.000 personas murieron de hambre o a manos de prisioneros rusos que no recibían ningún tipo de alimentos. Los documentos que ha encontrado Beevor describen algo muy diferente, una nueva vuelta de tuerca en el horror infinito de la Segunda Guerra Mundial..
La Nación
Malvinas: Un caso de estudio (2/3)
Malvinas: un caso de estudio
Viene de Parte 1 - sigue en Parte 3
Parte 2/3
Por
Harry Train,
Almirante USN
Análisis crítico del Conflicto de Malvinas. Abarca cronológicamente desde los incidentes previos hasta la finalización de la batalla por Puerto Argentino. Estratégicamente comprende los niveles de estrategia general, militar y operacional. El análisis considera los conceptos de la operación desde la óptica de cada bando.
Directivas argentinas para la acción
Las directivas argentinas para la acción derivaban de la errónea esperanza mantenida por la Junta de obtener una solución diplomática.
La directiva para la ocupación de Malvinas el 2 de abril establecía "no derramar sangre británica ni dañar propiedad británica".
Entre el 2 y 30 de abril, las directivas fueron "hacer fuego sólo si se es atacado". Cuando los comandantes operativos fueron observados por la Junta por haber dado órdenes que violaban esta directiva, esas órdenes fueron anuladas. Un ejemplo fue la revocación por la Junta de la orden del comandante de operaciones navales a los ARA Drummond y ARA Granville de interceptar al Endurance si éste sacaba a los trabajadores de Georgias del Sur. Otro ejemplo es el retiro de autorización para utilizar sus armas al Submarino ARA San Luis cuando se le ordenó ingresar en la zona de exclusión. El ARA San Luis patrulló en la zona de exclusión desde el 20 al 30 de abril sin autorización para usar sus armas.
La autorización para empleo de las armas fue dada a las fuerzas argentinas el 30 de abril. En esa oportunidad se informó a las fuerzas argentinas que cualquier buque en la zona de exclusión debía ser considerado británico. Esta orden no tuvo en cuenta el hecho de que había pesqueros rusos en la zona de exclusión.
La autoridad de decisión sobre directivas para la acción fue tan vigorosamente retenida en los más altos niveles políticos en Argentina como lo fue en el Reino Unido.
Directivas británicas para la acción - La estructura política en Londres
El Gabinete de Guerra creó un Comité de Directivas para la Acción integrado por oficiales que debían efectuar previsiones y dotar a los comandantes con las directivas que necesitaban, en forma que pudieran ser perfectamente entendidas. Este comité se reunía todos los días a 1800 horas y se planteaba preguntas como las autorizaciones que debían ser concedidas en el momento en que la Fuerza de Tareas cruzara el ecuador; qué aprobación previa debían recibir los aviones de patrullaje marítimo de largo alcance para el caso de encuentro con fuerzas argentinas. Las decisiones de este comité siempre fueron aprobadas porque ellos se adelantaron a los acontecimientos.
La zona marítima de exclusión definió un área en la que los comandantes de buques británicos y los pilotos podían atacar. Era esa un área en que el comando argentino sabía que sus unidades iban a ser atacadas. Esa zona proveyó o por lo menos así pensaron, a los comandantes británicos, de un área de amortiguamiento suficientemente profunda como para evitar sorpresas tácticas a los buques de la Fuerza de Tareas, desprovistos de aviones de reconocimiento táctico basados en buques y de aviones de alta performance.
El paso siguiente en la evolución de las disposiciones para la acción y la zona marítima de exclusión fue el decreto de una Zona Total de Exclusión el 30 de abril.
Una complicación se produjo el 23 de abril cuando la orden de libre uso de las armas fue dada. Esto se aplicaba en todas partes, contra cualquier fuerza que se supusiera significaba un peligro. Una advertencia de que había sido dada la orden de libre uso de las armas fue difundida en ese momento. La zona marítima de exclusión permaneció sin modificaciones.
En la escena del conflicto, las directivas para la acción británica contenían una lista de reglas numeradas que cubrían las situaciones previsibles, descripciones de blancos y zona en la que la regla era aplicable. Las reglas -y había muchas- fueron hechas efectivas en forma selectiva en tiempo y lugar de acuerdo con lo que aconsejaba la situación política y militar.
El propósito fundamental de las directivas para la acción era proveer información política y militar a los comandantes en el teatro de operaciones, con normas establecidas cuando correspondía una política de mantenimiento de status quo o una política de desescalada o de escalada. Las directivas numeradas no dejaban de tener ambigüedades y frecuentemente requerían interpretación vía satélite. La definición de "intención hostil" en vista de la existencia de armas que requerían rápida reacción, tales como el Exocet creó problemas que fueron en definitiva resueltos definiendo como "intento hostil" la mera presencia física de una plataforma argentina.
Los británicos también modificaron las disposiciones para la acción autorizando atacar cualquier contacto submarino no previsto como amigo, operando en las proximidades de la fuerza propia.
Crucial para la estructuración y ejecución de las directivas para la acción fueron las 200 Millas náuticas de la zona de exclusión que los británicos declararon en torno de las Islas Malvinas y Georgias y Sandwich del Sur. Dentro de las zonas hubo muy pocas restricciones.
La estructuración y cambios en las directivas para la acción fueron hermética y centralizadamente controladas desde White Hall. Los cambios normalmente requirieron coordinación entre las fuerzas de tierra, mar y aire y aprobación a nivel ministerial. Hubo procedimientos expeditivos para cambios urgentes como el que permitió el ataque al ARA Belgrano fuera de la zona de exclusión.
La guerra en el mar
El conflicto de Malvinas incluye la primera verdadera confrontación naval desde la campaña del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial. El precio cobrado por la Fuerza Aérea Argentina y la Aviación Naval durante la guerra en el mar, incluye los destructores británicos HMS Sheffield y Coventry; las fragatas HMS Ardent y Antelope; el buque de desembarco HMS Sir Galahad y el buque mercante Atlantic Conveyor. A estos hay que agregar dos destructores británicos, catorce fragatas y dos buques de desembarco dañados durante el conflicto, todos ellos por ataques aéreos argentinos con bombas, misiles cohetes y cañones, excepto el destroyer Glamorgan que fue dañado por un misil Exocet lanzado desde tierra. Treinta y siete aviones británicos fueron perdidos por causas diversas.
Las catorce bombas sin explotar en los cascos de buques británicos pudieron fácilmente hacer que las pérdidas de buques fueran el doble si las espoletas hubieran sido correctamente graduadas.
Los británicos emplearon virtualmente toda arma submarina existente en la Fuerza de Tareas en falsos contactos submarinos.
A la Fuerza de Tareas británica le faltó defensa en profundidad. Ellos no tuvieron la clase de apoyo que la cubierta de un portaaviones grande puede proveer con sus aviones embarcados de reconocimiento táctico y de alerta temprana. Se vieron forzados a confiar por otra parte en pequeños, y baratos buques de combate cuyo inferior armamento los hacía más vulnerables que grandes, bien acorazados buques cuya única contra es su elevado precio.
Nosotros tendemos a pensar sobre la campaña naval de Malvinas sólo en términos de pérdidas de unidades y del impacto que esas pérdidas produjeron en el resultado final. Para una nación que observe los hechos atentamente, existe también una discusión adicional. La guerra naval en Malvinas incluye también:
- El primer empleo de misiles crucero modernos contra buques de una marina de primera categoría.
- La primera oportunidad desde la Segunda Guerra Mundial, en que sostenidos ataques aéreos fueron hechos contra una fuerza naval.
- El primer uso en combate de submarinos de propulsión nuclear.
- El primer uso de que se tenga noticias de aviones de decolaje y aterrizaje vertical/corto en combate.
- Una pequeña fuerza de submarinos de propulsión diesel-eléctrica argentina, produjo una enorme preocupación a las autoridades navales británicas y determinó por lo menos en la misma medida que la amenaza aérea, la conducción de las operaciones navales británicas, causando el gasto de una gran cantidad de armas antisubmarinas.
- Una igualmente pequeña fuerza de submarinos nucleares de ataque británico determinó las decisiones de los jefes navales argentinos y mantuvo las unidades de superficie argentinas en aguas protegidas contra esta amenaza. Asimismo determinó algunas de las primeras decisiones políticas hechas al comienzo de las hostilidades.
Selección del lugar del desembarco
A partir de la zarpada de la Flota hacia Malvinas, una de las principales decisiones que enfrentaron los responsables de la planificación fue la determinación del lugar para efectuar el asalto inicial. El pensamiento británico sobre el lugar y oportunidad para efectuar el primer desembarco de la campaña, era guiado por muchas consideraciones. Algunas de las más importantes eran:
- Conveniencia política La percepción por parte del Gobierno británico de la necesidad de entrar en combate con los argentinos para apaciguar a la opinión pública británica ansiosa de acción.
- La proximidad del invierno en el hemisferio sur, con su cortejo de problemas ambientales.
- El efecto en el adiestramiento moral y estado físico general de la fuerzas terrestres sujetas a prolongadas estadías en tierra, soportando las ya duras condiciones climáticas.
- Los problemas logísticos previsibles para el mantenimiento por un prolongado período a una gran fuerza terrestre en operaciones.
- Los problemas de transporte para desplazar una gran fuerza terrestre y su apoyo a cualquiera distancia sobre el áspero terreno en Malvinas.
- La falta de informes de inteligencia sobre la moral y adiestramiento de los soldados argentinos en Malvinas.
- Por fin, los estados mayores británicos debieron decidir entre dos conceptos diametralmente opuestos para la conducción del asalto inicial a Malvinas; llevar a cabo un desembarco en fuerza, mediante un ataque masivo con todos los recursos disponibles efectuando esa audaz operación en el mismo Puerto Argentino, o en sus proximidades, tan cerca como para que el objetivo principal de la campaña pudiera ser atacado en forma inmediata por las fuerzas terrestres o llevar a cabo un desembarco más o menos administrativo en un lugar no defendido, suficientemente alejado de Puerto Argentino como para que los argentinos tuvieran dificultad para utilizar sus propias fuerzas terrestres ubicadas principalmente en Puerto Argentino, para atacar la frágil cabeza de playa.
Los sitios considerados por los británicos como potencialmente aptos para el asalto inicial fueron:
- Stevely Bay-Gran Malvina: El más alejado del objetivo y el menos sujeto a posibles contraataques argentinos con fuerzas terrestres. En algún momento se analizó la posibilidad de construir allí una pista de aterrizaje para reemplazar a los portaaviones.
- San Carlos-Isla Soledad: Más cercano al objetivo y aún en una ubicación que dificultaba el contraataque argentino.
- Bluff Cove-Isla Soledad: Todavía más cercano, pero también más al alcance de un contraataque argentino.
- Berkeley Sound-Isla Soledad: Más próximo aún a Puerto Argentino, pero también tan al alcance que un contraataque de fuerzas terrestres argentinas era casi seguro.
- Puerto Argentino-Isla Soledad: Rechazado casi inmediatamente por los riesgos que llevaba implícito.
En principio se convino en efectuar el desembarco en un lugar donde no fuera a encontrarse resistencia inicial. El plan de las Fuerzas bajo el comando de brigadier general Julian Thompson consistiría en la consolidación de la cabeza de playa, a la espera de que sus efectivos de incrementaran con el aporte de unidades en viaje desde Gran Bretaña. A partir de la llegada de esos refuerzos, el comando de toda la operación terrestre sería asumido por el mayor general Jeremy Moore.
Los pro y contras que analizaron los planificadores cuando seleccionaron San Carlos como punto inicial de desembarco fueron:
- La protección que las aguas restringidas del fondeadero ofrecían contra submarinos.
- La protección natural que las tierras altas de los alrededores ofrecían a los buques de desembarco contra ataques aéreos y su excelente capacidad potencial para ubicar baterías antiaéreas de misiles Rapier.
- Los informes. de inteligencia indicaban falta de presencia enemiga en el área a no ser la de poco frecuentes patrullas.
- Los informes de los SBS (Special Boat Squadron - unidades especiales para incursiones en costas enemigas) indicaban la ausencia de minas en las playas y falta de actividad de minado en el mar vecino.
- La demora que podía esperarse en la respuesta por parte de las fuerzas argentinas, dada la distancia, aproximadamente cincuenta millas de terreno abrupto, desde Puerto Argentino.
- La distancia y terreno abrupto entre el lugar de desembarco y el objetivo principal, Puerto Argentino, que tendría que ser atravesado de algún modo por las fuerzas terrestres.
- La proximidad de una fuerte guarnición argentina en Goose Green a trece millas del lugar y hacia el sur.
- La falta de playas adecuadas para desembarcar grandes cantidades de hombres y equipos.
- La proximidad de tierras altas en el contorno que podían ser usadas por el enemigo ventajosamente para repeler y desalojar a las fuerzas de desembarco.
- Aunque no había sido verificado por las patrullas SBS, la posibilidad de que los argentinos hubieran o tuvieran la intención de minar los accesos marítimos del lugar, dado su obvia aptitud para el desembarco. (Por lo menos en la mente de los planificadores británicos, esto era obvio. Ahora sabemos que los planificadores argentinos en un estudio previo al conflicto, habían considerado imposible que se usara exitosamente el lugar para efectuar un desembarco anfibio).
Estrategia general terrestre argentina
La estrategia terrestre argentina fue explicada luego del conflicto por el comandante de Malvinas, diciendo:
- El primero y principal objetivo militar era Puerto Argentino. Era la pieza clave de la campaña, porque allí estaba asentado el poder político, era el asiento de la mayor parte de la población y allí estaban ubicados el principal puerto y aeropuerto.
- El concepto inicial de la operación, fue defender Puerto Argentino de ataques directos con el aeródromo y los aviones.
- La segunda fase fue erigir defensas con un asalto anfibio directo. Tres batallones adoptaron un dispositivo para rechazar ataques de el sur y otros tres para defender el norte y el oeste.
- Con respecto a ataques del oeste, el perímetro defensivo fue determinado no sólo por el terreno sino también teniendo en cuenta la dificultad para mantener emplazamientos de tropas distantes, dado lo limitado de los elementos de movilidad disponibles.
- Había puntos altos que dominaban la parte interior del perímetro, los que debieron ocuparse y defenderse, pero había mejores puntos altos más alejados, que aún así podían también dominar el interior del perímetro, pero los comandantes de las fuerzas terrestres consideraron que disponían de la movilidad necesaria para ocupar y mantener esos puntos más distantes con el personal y medios a su alcance.
- Este plan, probablemente desalentó a los británicos de efectuar un asalto helitransportado a Puerto Argentino y es muy posible que ocurriera otro tanto con el proyecto de efectuar un asalto anfibio directo en ese lugar. Esto dio tiempo a las fuerzas terrestres argentinas para reforzar y ajustar sus defensas por que los británicos tuvieron que buscar otro lugar para desembarcar.
El tiempo ganado por esta disposición de las fuerzas en Puerto Argentino, no fue aprovechado, porque los dirigentes políticos en Buenos Aires no pudieron lograr una solución política para evitar la guerra. La conducción de las fuerzas terrestres argentinas, cree que de este modo dio a la conducción política quince días adicionales para encontrar la deseada solución diplomática. El aspecto negativo de esto es que la Junta a pesar de lo ocurrido con el ARA Belgrano y la HMS Sheffield, continuó pensando fundamentalmente en una solución negociada como opuesta al desarrollo de la estrategia militar. Los jefes militares vieron el hundimiento del ARA Belgrano y la HMS Sheffield como el punto de no retorno de la guerra. La dirigencia política, en cambio, pensaba que el "intercambio de sangre" ofrecía una oportunidad para reabrir negociaciones.
En el enfoque que de ello hacía el Ejército, este estado de espíritu de parte de la Junta restringía la acción y privaba a la fuerza terrestre, de sus principales armas, sobre todo, el poder aéreo.
Las fuerzas navales británicas rodearon las islas y condujeron una guerra de desgaste contra las fuerzas terrestres argentinas, mientras se preparaban para efectuar el desembarco. Desembarcaron con sus fuerzas de desembarco intactas. Los jefes del Ejército creen que esto ocurrió por que las autoridades políticas en Buenos Aires retuvieron a la Fuerza Aérea y a la Armada impidiéndoles actuar con toda su capacidad. El Ejército piensa que si la Armada y Fuerza Aérea hubieran persistido en sus ataques contra los transportes navales y portaaviones, el 30 de mayo, lo que ocurrió luego pudo ser diferente. Pero el ataque llegó sumamente tarde. La cabeza de playa había sido formada y las tropas británicas se movían con total libertad
Cuando los británicos desembarcaron, el Ejército comenzó a considerar la modificación de sus posiciones defensivas, reforzando las que defendían a Puerto Argentino de ataques
desde el oeste. Este realineamiento de las fuerzas comenzó cinco días tarde. Fueron reforzadas las posiciones del oeste con armas, pero fue imposible desplazarlas más al oeste por limitaciones de movilidad y distancia. Se intentó cubrir la distancia entre Puerto Argentino y San Carlos con patrullas de comandos, pero cuando esta decisión fue tomada, los británicos habían ocupado las posiciones altas exteriores. Los comandos combatieron en varias oportunidades con mucha eficiencia, pero no pudieron disminuir en forma significativa el ritmo del avance.
Mucho antes de que el primer soldado británico pusiera el pie en San Carlos, se habían adoptado decisiones y habían ocurrido cosas que influenciaron y en algún modo dictaron el curso de los acontecimientos y el resultado del conflicto.
El sector argentino
El plan argentino de invasión, había sido concebido enteramente como una corta y pacífica ocupación de las Malvinas por una relativamente pequeña fuerza, no como sostenidas operaciones de una gran fuerza, preparándose para y últimamente comprometida en combate.
El Operativo Rosario fue planeado e inicialmente ejecutado como una "invasión diplomática". Como un aguijón de las atascadas negociaciones con los británicos sobre la soberanía de las Islas. La Operación nunca fue intentada como operación de combate.
La reacción británica ante la invasión que consistió en la rápida formación y envío de una gran fuerza de tarea naval, incluyendo unidades de asalto anfibio, fue inicialmente imprevista por los argentinos. La reacción argentina ante la idea de que se debería combatir con los británicos en Malvinas, fue un refuerzo en gran escala de las islas, una alternativa que el plan original no preveía y que originó una pesadilla logística para el sistema de aprovisionamiento argentino, que probablemente hubiera afrontado dificultades teniendo que apoyar la operación inicial de muy inferiores alcances.
La situación logística argentina en Malvinas fue aún empeorada por la decisión del Comité Militar de no usar buques para el refuerzo o reequipamiento después del 10 de abril, como resultado de la declaración de la zona marítima de exclusión por los británicos a partir del 12 de abril. Esta decisión forzó a los argentinos a descansar totalmente en el transporte aéreo y el posible usando buques pesqueros para
Frontera con Chile
Aún con los problemas logísticos señalados previamente, la fuerza argentina que había sido reunida y encargada de la defensa de Malvinas, pudo haber estado integrada por tropas mejor entrenadas y equipadas de no haber retenido Argentina mucha de su tropa más eficiente en el continente. Esta decisión se explica diciendo que era militarmente prudente conservar esas tropas a retaguardia como reserva contra un posible ataque a Argentina por Chile.
La Fuerza argentina convocada con el plan original y usada en la fase inicial del conflicto era suficiente para una "invasión diplomática" de corta duración. Inicialmente sin amenaza militar británica presente en el teatro, el concepto básico argentino pareció ser poner un suficiente número de cuerpos con uniforme militar en las islas, para demostrar que el territorio estaba bajo control argentino y de ese modo forzar la herrumbrada rueda de la diplomacia a comenzar a girar de nuevo. Infortunadamente para los argentinos, cuando el peligro británico de hecho se materializó, su pensamiento no cambió y sus esfuerzos para reforzar las islas de cara al peligro fueron nuevamente una extensión del concepto original: por ejemplo, más cuerpos para reforzar la ilusión de control, para acicatear una solución diplomática de la situación.
Los argentinos admiten que en ningún momento durante la planificación de la invasión de Malvinas ellos pensaron que podían vencer si los británicos decidían pelear por ellas. Infortunadamente este preconcepto prevaleció influyendo en las decisiones y en la capacidad militar argentina lo largo del conflicto.
La defensa estática
El concepto básico argentino para la defensa de las Islas Malvinas parece reflejar el mencionado preconcepto. El plan no preveía una agresiva campaña terrestre para combatir y rechazar fuerzas británicas de invasión, cualquiera fuera el lugar en que hubieran desembarcado. En vez de ello, la defensa argentina de las Malvinas se basaba en una serie de puntos fuertes estáticos alrededor de Puerto Argentino, los que se esperaba habrían de parecer tan formidables que los británicos no intentarían la invasión; si invadían, no intentarían hacerlo en las proximidades de Puerto Argentino; y si los británicos desembarcaban en cualquier lugar de las islas, ellos iban a optar por una solución diplomática antes de intentar atacar Puerto Argentino.
Siguiendo la línea de este concepto defensivo, los argentinos a lo largo de todo el conflicto concentraron casi todas sus fuerzas terrestres alrededor de Puerto Argentino y simplemente esperaron que el ataque británico llegara. Nunca hubo ningún serio intento de la parte argentina para salir de sus atrincheradas posiciones y ganar la iniciativa en la guerra terrestre al enemigo.
La guerra terrestre - El lado británico
Los ingleses también tuvieron problemas y afrontaron algunas difíciles decisiones antes de la real invasión de las Malvinas en San Carlos.
Aunque el deterioro de la situación en el Atlántico Sur había sido seguida de cerca por los británicos la invasión de Malvinas fue una verdadera sorpresa. No es posible poner en duda que los británicos demostraron gran ingenio y resolución al juntar una Fuerza de Tareas de treinta y seis buques y hacerla zarpar rumbo a Malvinas dos días después de la invasión. No obstante, dado lo apresurado de su partida, los buques de la Fuerza de Desembarco no fueron cargados tácticamente en Gran Bretaña, por lo que los elementos no pudieron ser desembarcados en el orden adecuado, según eran requeridos por la Fuerza de Desembarco cuando esta hizo pie en tierra. Esta situación fue rectificada en alguna medida mientras la fuerza estuvo demorada en Isla Ascensión embarcando equipos adicionales e inventariando los que ya tenían. Este período fue también usado para hacer algún reordenamiento en las bodegas para facilitar la descarga en el área de combate. De cualquier modo, no hay duda de que la descarga de los buques demoró el aprovisionamiento de equipo en tierra en el área de desembarco de San Carlos.
El desembarco en San Carlos
A pesar de todas las dudas en la elección del lugar de desembarco y la preocupación por la multitud de cosas que podían ir mal, el desembarco británico en San Carlos, fue completamente sin incidentes en términos de transporte de tropa a tierra. La Fuerza de Tarea Anfibia británica se aproximó y arribó al área del objetivo sin ser detectada, con la ayuda de la cobertura dada por la oscuridad, pobres condiciones meteorológicas y operaciones de diversión llevadas a cabo en Goose Green, Fanning Head y otros lugares en la Isla Soledad. Las tropas británicas desembarcaron en las primeras horas del 21 de mayo, no encontraron resistencia de tropas terrestres argentinas y pudieron moverse sin demora a las posiciones defensivas previstas alrededor del área. A medida que el tiempo pasaba, la amenaza argentina prevista para el desembarco, nunca se materializó. La batalla militar que se combatió en San Carlos pasó a ser entre las Fuerza Aérea y la Aviación Naval argentinas y los buques de la Fuerza de Tareas Anfibia. Para su frustración, las fuerzas británicas en tierra, se vieron obligadas a cumplir el rol de espectadores de estas acciones. Mientras esperaban las órdenes para seguir avanzando, los principales enemigos enfrentados por las fuerzas de asalto en tierra, fueron el medio ambiente, el pobre apoyo logístico y el aburrimiento.
Aunque no tomaban parte directamente de la batalla aire-mar que se desarrollaba en San Carlos, las fuerzas en tierra fueron de todos modos afectadas por el resultado de esta acción. El primer día de asalto a San Carlos los británicos perdieron una fragata y recibieron daño en otras cuatro por ataques aéreos. Durante los días que siguieron al desembarco las pérdidas británicas en buques continuaron a alarmante promedio. Enfrentados a la amenaza aérea argentina, los británicos se vieron forzados a cambiar su Plan Logístico Básico, para apoyar a la fuerza de tierra, pasando de un concepto basado en depósitos a flote a otro de desembarco masivo de equipos a tierra. Este cambio de planes estaba asociado con la posibilidad de mover los buques solamente de noche y el grave error en la estimación de los helicópteros necesarios para transportar equipos por lo que el crecimiento de la logística en tierra se produjo con dolorosa lentitud. Un percance casi fatal para el progreso de la campaña en tierra fue la pérdida el 25 de Mayo, del Atlantic Conveyor que transportaba tres helicópteros Chinook cuya gran capacidad de carga era vital para el cumplimiento oportuno de los planes logísticos y operativos. Esta pérdida significó una más pesada carga para los helicópteros remanentes que terminaron siendo casi totalmente empleados para el transporte de equipos durante el resto de conflicto.
Plan británico de maniobra
Notable por su ausencia en la planificación del desembarco en San Carlos fueron las consideraciones y discusión de lo que esa fuerza terrestre debía hacer cuando estuviera en tierra.
La operación era un plan de desembarco no una campaña terrestre.
Como alguien graciosamente señaló, se asumía que una vez en tierra, las fuerzas simplemente avanzarían y vencerían.
Tal vez sea más propio decir que los británicos fuera consciente o inconscientemente, esperaban que los argentinos reaccionarían rápidamente para oponerse al desembarco con fuerzas terrestres y que el uso de las fuerzas británicas en tierra, iba a ser en mayor o menor grado guiado por lo menos en el corto plazo, por las acciones y reacciones defensivas requeridas durante esta confrontación.
Cuando la oposición argentina al desembarco no se concretó, los británicos se vieron como perdidos con respecto a lo que debían hacer con sus fuerzas terrestres.
Boletin del Centro Naval 748 (1987)
Viene de Parte 1 - sigue en Parte 3
Parte 2/3
Por
Harry Train,
Almirante USN
Análisis crítico del Conflicto de Malvinas. Abarca cronológicamente desde los incidentes previos hasta la finalización de la batalla por Puerto Argentino. Estratégicamente comprende los niveles de estrategia general, militar y operacional. El análisis considera los conceptos de la operación desde la óptica de cada bando.
Directivas argentinas para la acción
Las directivas argentinas para la acción derivaban de la errónea esperanza mantenida por la Junta de obtener una solución diplomática.
La directiva para la ocupación de Malvinas el 2 de abril establecía "no derramar sangre británica ni dañar propiedad británica".
Entre el 2 y 30 de abril, las directivas fueron "hacer fuego sólo si se es atacado". Cuando los comandantes operativos fueron observados por la Junta por haber dado órdenes que violaban esta directiva, esas órdenes fueron anuladas. Un ejemplo fue la revocación por la Junta de la orden del comandante de operaciones navales a los ARA Drummond y ARA Granville de interceptar al Endurance si éste sacaba a los trabajadores de Georgias del Sur. Otro ejemplo es el retiro de autorización para utilizar sus armas al Submarino ARA San Luis cuando se le ordenó ingresar en la zona de exclusión. El ARA San Luis patrulló en la zona de exclusión desde el 20 al 30 de abril sin autorización para usar sus armas.
La autorización para empleo de las armas fue dada a las fuerzas argentinas el 30 de abril. En esa oportunidad se informó a las fuerzas argentinas que cualquier buque en la zona de exclusión debía ser considerado británico. Esta orden no tuvo en cuenta el hecho de que había pesqueros rusos en la zona de exclusión.
La autoridad de decisión sobre directivas para la acción fue tan vigorosamente retenida en los más altos niveles políticos en Argentina como lo fue en el Reino Unido.
Directivas británicas para la acción - La estructura política en Londres
El Gabinete de Guerra creó un Comité de Directivas para la Acción integrado por oficiales que debían efectuar previsiones y dotar a los comandantes con las directivas que necesitaban, en forma que pudieran ser perfectamente entendidas. Este comité se reunía todos los días a 1800 horas y se planteaba preguntas como las autorizaciones que debían ser concedidas en el momento en que la Fuerza de Tareas cruzara el ecuador; qué aprobación previa debían recibir los aviones de patrullaje marítimo de largo alcance para el caso de encuentro con fuerzas argentinas. Las decisiones de este comité siempre fueron aprobadas porque ellos se adelantaron a los acontecimientos.
La zona marítima de exclusión definió un área en la que los comandantes de buques británicos y los pilotos podían atacar. Era esa un área en que el comando argentino sabía que sus unidades iban a ser atacadas. Esa zona proveyó o por lo menos así pensaron, a los comandantes británicos, de un área de amortiguamiento suficientemente profunda como para evitar sorpresas tácticas a los buques de la Fuerza de Tareas, desprovistos de aviones de reconocimiento táctico basados en buques y de aviones de alta performance.
El paso siguiente en la evolución de las disposiciones para la acción y la zona marítima de exclusión fue el decreto de una Zona Total de Exclusión el 30 de abril.
Una complicación se produjo el 23 de abril cuando la orden de libre uso de las armas fue dada. Esto se aplicaba en todas partes, contra cualquier fuerza que se supusiera significaba un peligro. Una advertencia de que había sido dada la orden de libre uso de las armas fue difundida en ese momento. La zona marítima de exclusión permaneció sin modificaciones.
En la escena del conflicto, las directivas para la acción británica contenían una lista de reglas numeradas que cubrían las situaciones previsibles, descripciones de blancos y zona en la que la regla era aplicable. Las reglas -y había muchas- fueron hechas efectivas en forma selectiva en tiempo y lugar de acuerdo con lo que aconsejaba la situación política y militar.
El propósito fundamental de las directivas para la acción era proveer información política y militar a los comandantes en el teatro de operaciones, con normas establecidas cuando correspondía una política de mantenimiento de status quo o una política de desescalada o de escalada. Las directivas numeradas no dejaban de tener ambigüedades y frecuentemente requerían interpretación vía satélite. La definición de "intención hostil" en vista de la existencia de armas que requerían rápida reacción, tales como el Exocet creó problemas que fueron en definitiva resueltos definiendo como "intento hostil" la mera presencia física de una plataforma argentina.
Los británicos también modificaron las disposiciones para la acción autorizando atacar cualquier contacto submarino no previsto como amigo, operando en las proximidades de la fuerza propia.
Crucial para la estructuración y ejecución de las directivas para la acción fueron las 200 Millas náuticas de la zona de exclusión que los británicos declararon en torno de las Islas Malvinas y Georgias y Sandwich del Sur. Dentro de las zonas hubo muy pocas restricciones.
La estructuración y cambios en las directivas para la acción fueron hermética y centralizadamente controladas desde White Hall. Los cambios normalmente requirieron coordinación entre las fuerzas de tierra, mar y aire y aprobación a nivel ministerial. Hubo procedimientos expeditivos para cambios urgentes como el que permitió el ataque al ARA Belgrano fuera de la zona de exclusión.
La guerra en el mar
El conflicto de Malvinas incluye la primera verdadera confrontación naval desde la campaña del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial. El precio cobrado por la Fuerza Aérea Argentina y la Aviación Naval durante la guerra en el mar, incluye los destructores británicos HMS Sheffield y Coventry; las fragatas HMS Ardent y Antelope; el buque de desembarco HMS Sir Galahad y el buque mercante Atlantic Conveyor. A estos hay que agregar dos destructores británicos, catorce fragatas y dos buques de desembarco dañados durante el conflicto, todos ellos por ataques aéreos argentinos con bombas, misiles cohetes y cañones, excepto el destroyer Glamorgan que fue dañado por un misil Exocet lanzado desde tierra. Treinta y siete aviones británicos fueron perdidos por causas diversas.
Las catorce bombas sin explotar en los cascos de buques británicos pudieron fácilmente hacer que las pérdidas de buques fueran el doble si las espoletas hubieran sido correctamente graduadas.
Los británicos emplearon virtualmente toda arma submarina existente en la Fuerza de Tareas en falsos contactos submarinos.
A la Fuerza de Tareas británica le faltó defensa en profundidad. Ellos no tuvieron la clase de apoyo que la cubierta de un portaaviones grande puede proveer con sus aviones embarcados de reconocimiento táctico y de alerta temprana. Se vieron forzados a confiar por otra parte en pequeños, y baratos buques de combate cuyo inferior armamento los hacía más vulnerables que grandes, bien acorazados buques cuya única contra es su elevado precio.
Nosotros tendemos a pensar sobre la campaña naval de Malvinas sólo en términos de pérdidas de unidades y del impacto que esas pérdidas produjeron en el resultado final. Para una nación que observe los hechos atentamente, existe también una discusión adicional. La guerra naval en Malvinas incluye también:
- El primer empleo de misiles crucero modernos contra buques de una marina de primera categoría.
- La primera oportunidad desde la Segunda Guerra Mundial, en que sostenidos ataques aéreos fueron hechos contra una fuerza naval.
- El primer uso en combate de submarinos de propulsión nuclear.
- El primer uso de que se tenga noticias de aviones de decolaje y aterrizaje vertical/corto en combate.
- Una pequeña fuerza de submarinos de propulsión diesel-eléctrica argentina, produjo una enorme preocupación a las autoridades navales británicas y determinó por lo menos en la misma medida que la amenaza aérea, la conducción de las operaciones navales británicas, causando el gasto de una gran cantidad de armas antisubmarinas.
- Una igualmente pequeña fuerza de submarinos nucleares de ataque británico determinó las decisiones de los jefes navales argentinos y mantuvo las unidades de superficie argentinas en aguas protegidas contra esta amenaza. Asimismo determinó algunas de las primeras decisiones políticas hechas al comienzo de las hostilidades.
Selección del lugar del desembarco
A partir de la zarpada de la Flota hacia Malvinas, una de las principales decisiones que enfrentaron los responsables de la planificación fue la determinación del lugar para efectuar el asalto inicial. El pensamiento británico sobre el lugar y oportunidad para efectuar el primer desembarco de la campaña, era guiado por muchas consideraciones. Algunas de las más importantes eran:
- Conveniencia política La percepción por parte del Gobierno británico de la necesidad de entrar en combate con los argentinos para apaciguar a la opinión pública británica ansiosa de acción.
- La proximidad del invierno en el hemisferio sur, con su cortejo de problemas ambientales.
- El efecto en el adiestramiento moral y estado físico general de la fuerzas terrestres sujetas a prolongadas estadías en tierra, soportando las ya duras condiciones climáticas.
- Los problemas logísticos previsibles para el mantenimiento por un prolongado período a una gran fuerza terrestre en operaciones.
- Los problemas de transporte para desplazar una gran fuerza terrestre y su apoyo a cualquiera distancia sobre el áspero terreno en Malvinas.
- La falta de informes de inteligencia sobre la moral y adiestramiento de los soldados argentinos en Malvinas.
- Por fin, los estados mayores británicos debieron decidir entre dos conceptos diametralmente opuestos para la conducción del asalto inicial a Malvinas; llevar a cabo un desembarco en fuerza, mediante un ataque masivo con todos los recursos disponibles efectuando esa audaz operación en el mismo Puerto Argentino, o en sus proximidades, tan cerca como para que el objetivo principal de la campaña pudiera ser atacado en forma inmediata por las fuerzas terrestres o llevar a cabo un desembarco más o menos administrativo en un lugar no defendido, suficientemente alejado de Puerto Argentino como para que los argentinos tuvieran dificultad para utilizar sus propias fuerzas terrestres ubicadas principalmente en Puerto Argentino, para atacar la frágil cabeza de playa.
Los sitios considerados por los británicos como potencialmente aptos para el asalto inicial fueron:
- Stevely Bay-Gran Malvina: El más alejado del objetivo y el menos sujeto a posibles contraataques argentinos con fuerzas terrestres. En algún momento se analizó la posibilidad de construir allí una pista de aterrizaje para reemplazar a los portaaviones.
- San Carlos-Isla Soledad: Más cercano al objetivo y aún en una ubicación que dificultaba el contraataque argentino.
- Bluff Cove-Isla Soledad: Todavía más cercano, pero también más al alcance de un contraataque argentino.
- Berkeley Sound-Isla Soledad: Más próximo aún a Puerto Argentino, pero también tan al alcance que un contraataque de fuerzas terrestres argentinas era casi seguro.
- Puerto Argentino-Isla Soledad: Rechazado casi inmediatamente por los riesgos que llevaba implícito.
En principio se convino en efectuar el desembarco en un lugar donde no fuera a encontrarse resistencia inicial. El plan de las Fuerzas bajo el comando de brigadier general Julian Thompson consistiría en la consolidación de la cabeza de playa, a la espera de que sus efectivos de incrementaran con el aporte de unidades en viaje desde Gran Bretaña. A partir de la llegada de esos refuerzos, el comando de toda la operación terrestre sería asumido por el mayor general Jeremy Moore.
Los pro y contras que analizaron los planificadores cuando seleccionaron San Carlos como punto inicial de desembarco fueron:
- La protección que las aguas restringidas del fondeadero ofrecían contra submarinos.
- La protección natural que las tierras altas de los alrededores ofrecían a los buques de desembarco contra ataques aéreos y su excelente capacidad potencial para ubicar baterías antiaéreas de misiles Rapier.
- Los informes. de inteligencia indicaban falta de presencia enemiga en el área a no ser la de poco frecuentes patrullas.
- Los informes de los SBS (Special Boat Squadron - unidades especiales para incursiones en costas enemigas) indicaban la ausencia de minas en las playas y falta de actividad de minado en el mar vecino.
- La demora que podía esperarse en la respuesta por parte de las fuerzas argentinas, dada la distancia, aproximadamente cincuenta millas de terreno abrupto, desde Puerto Argentino.
- La distancia y terreno abrupto entre el lugar de desembarco y el objetivo principal, Puerto Argentino, que tendría que ser atravesado de algún modo por las fuerzas terrestres.
- La proximidad de una fuerte guarnición argentina en Goose Green a trece millas del lugar y hacia el sur.
- La falta de playas adecuadas para desembarcar grandes cantidades de hombres y equipos.
- La proximidad de tierras altas en el contorno que podían ser usadas por el enemigo ventajosamente para repeler y desalojar a las fuerzas de desembarco.
- Aunque no había sido verificado por las patrullas SBS, la posibilidad de que los argentinos hubieran o tuvieran la intención de minar los accesos marítimos del lugar, dado su obvia aptitud para el desembarco. (Por lo menos en la mente de los planificadores británicos, esto era obvio. Ahora sabemos que los planificadores argentinos en un estudio previo al conflicto, habían considerado imposible que se usara exitosamente el lugar para efectuar un desembarco anfibio).
Estrategia general terrestre argentina
La estrategia terrestre argentina fue explicada luego del conflicto por el comandante de Malvinas, diciendo:
- El primero y principal objetivo militar era Puerto Argentino. Era la pieza clave de la campaña, porque allí estaba asentado el poder político, era el asiento de la mayor parte de la población y allí estaban ubicados el principal puerto y aeropuerto.
- El concepto inicial de la operación, fue defender Puerto Argentino de ataques directos con el aeródromo y los aviones.
- La segunda fase fue erigir defensas con un asalto anfibio directo. Tres batallones adoptaron un dispositivo para rechazar ataques de el sur y otros tres para defender el norte y el oeste.
- Con respecto a ataques del oeste, el perímetro defensivo fue determinado no sólo por el terreno sino también teniendo en cuenta la dificultad para mantener emplazamientos de tropas distantes, dado lo limitado de los elementos de movilidad disponibles.
- Había puntos altos que dominaban la parte interior del perímetro, los que debieron ocuparse y defenderse, pero había mejores puntos altos más alejados, que aún así podían también dominar el interior del perímetro, pero los comandantes de las fuerzas terrestres consideraron que disponían de la movilidad necesaria para ocupar y mantener esos puntos más distantes con el personal y medios a su alcance.
- Este plan, probablemente desalentó a los británicos de efectuar un asalto helitransportado a Puerto Argentino y es muy posible que ocurriera otro tanto con el proyecto de efectuar un asalto anfibio directo en ese lugar. Esto dio tiempo a las fuerzas terrestres argentinas para reforzar y ajustar sus defensas por que los británicos tuvieron que buscar otro lugar para desembarcar.
El tiempo ganado por esta disposición de las fuerzas en Puerto Argentino, no fue aprovechado, porque los dirigentes políticos en Buenos Aires no pudieron lograr una solución política para evitar la guerra. La conducción de las fuerzas terrestres argentinas, cree que de este modo dio a la conducción política quince días adicionales para encontrar la deseada solución diplomática. El aspecto negativo de esto es que la Junta a pesar de lo ocurrido con el ARA Belgrano y la HMS Sheffield, continuó pensando fundamentalmente en una solución negociada como opuesta al desarrollo de la estrategia militar. Los jefes militares vieron el hundimiento del ARA Belgrano y la HMS Sheffield como el punto de no retorno de la guerra. La dirigencia política, en cambio, pensaba que el "intercambio de sangre" ofrecía una oportunidad para reabrir negociaciones.
En el enfoque que de ello hacía el Ejército, este estado de espíritu de parte de la Junta restringía la acción y privaba a la fuerza terrestre, de sus principales armas, sobre todo, el poder aéreo.
Las fuerzas navales británicas rodearon las islas y condujeron una guerra de desgaste contra las fuerzas terrestres argentinas, mientras se preparaban para efectuar el desembarco. Desembarcaron con sus fuerzas de desembarco intactas. Los jefes del Ejército creen que esto ocurrió por que las autoridades políticas en Buenos Aires retuvieron a la Fuerza Aérea y a la Armada impidiéndoles actuar con toda su capacidad. El Ejército piensa que si la Armada y Fuerza Aérea hubieran persistido en sus ataques contra los transportes navales y portaaviones, el 30 de mayo, lo que ocurrió luego pudo ser diferente. Pero el ataque llegó sumamente tarde. La cabeza de playa había sido formada y las tropas británicas se movían con total libertad
Cuando los británicos desembarcaron, el Ejército comenzó a considerar la modificación de sus posiciones defensivas, reforzando las que defendían a Puerto Argentino de ataques
desde el oeste. Este realineamiento de las fuerzas comenzó cinco días tarde. Fueron reforzadas las posiciones del oeste con armas, pero fue imposible desplazarlas más al oeste por limitaciones de movilidad y distancia. Se intentó cubrir la distancia entre Puerto Argentino y San Carlos con patrullas de comandos, pero cuando esta decisión fue tomada, los británicos habían ocupado las posiciones altas exteriores. Los comandos combatieron en varias oportunidades con mucha eficiencia, pero no pudieron disminuir en forma significativa el ritmo del avance.
Mucho antes de que el primer soldado británico pusiera el pie en San Carlos, se habían adoptado decisiones y habían ocurrido cosas que influenciaron y en algún modo dictaron el curso de los acontecimientos y el resultado del conflicto.
El sector argentino
El plan argentino de invasión, había sido concebido enteramente como una corta y pacífica ocupación de las Malvinas por una relativamente pequeña fuerza, no como sostenidas operaciones de una gran fuerza, preparándose para y últimamente comprometida en combate.
El Operativo Rosario fue planeado e inicialmente ejecutado como una "invasión diplomática". Como un aguijón de las atascadas negociaciones con los británicos sobre la soberanía de las Islas. La Operación nunca fue intentada como operación de combate.
La reacción británica ante la invasión que consistió en la rápida formación y envío de una gran fuerza de tarea naval, incluyendo unidades de asalto anfibio, fue inicialmente imprevista por los argentinos. La reacción argentina ante la idea de que se debería combatir con los británicos en Malvinas, fue un refuerzo en gran escala de las islas, una alternativa que el plan original no preveía y que originó una pesadilla logística para el sistema de aprovisionamiento argentino, que probablemente hubiera afrontado dificultades teniendo que apoyar la operación inicial de muy inferiores alcances.
La situación logística argentina en Malvinas fue aún empeorada por la decisión del Comité Militar de no usar buques para el refuerzo o reequipamiento después del 10 de abril, como resultado de la declaración de la zona marítima de exclusión por los británicos a partir del 12 de abril. Esta decisión forzó a los argentinos a descansar totalmente en el transporte aéreo y el posible usando buques pesqueros para
Frontera con Chile
Aún con los problemas logísticos señalados previamente, la fuerza argentina que había sido reunida y encargada de la defensa de Malvinas, pudo haber estado integrada por tropas mejor entrenadas y equipadas de no haber retenido Argentina mucha de su tropa más eficiente en el continente. Esta decisión se explica diciendo que era militarmente prudente conservar esas tropas a retaguardia como reserva contra un posible ataque a Argentina por Chile.
La Fuerza argentina convocada con el plan original y usada en la fase inicial del conflicto era suficiente para una "invasión diplomática" de corta duración. Inicialmente sin amenaza militar británica presente en el teatro, el concepto básico argentino pareció ser poner un suficiente número de cuerpos con uniforme militar en las islas, para demostrar que el territorio estaba bajo control argentino y de ese modo forzar la herrumbrada rueda de la diplomacia a comenzar a girar de nuevo. Infortunadamente para los argentinos, cuando el peligro británico de hecho se materializó, su pensamiento no cambió y sus esfuerzos para reforzar las islas de cara al peligro fueron nuevamente una extensión del concepto original: por ejemplo, más cuerpos para reforzar la ilusión de control, para acicatear una solución diplomática de la situación.
Los argentinos admiten que en ningún momento durante la planificación de la invasión de Malvinas ellos pensaron que podían vencer si los británicos decidían pelear por ellas. Infortunadamente este preconcepto prevaleció influyendo en las decisiones y en la capacidad militar argentina lo largo del conflicto.
La defensa estática
El concepto básico argentino para la defensa de las Islas Malvinas parece reflejar el mencionado preconcepto. El plan no preveía una agresiva campaña terrestre para combatir y rechazar fuerzas británicas de invasión, cualquiera fuera el lugar en que hubieran desembarcado. En vez de ello, la defensa argentina de las Malvinas se basaba en una serie de puntos fuertes estáticos alrededor de Puerto Argentino, los que se esperaba habrían de parecer tan formidables que los británicos no intentarían la invasión; si invadían, no intentarían hacerlo en las proximidades de Puerto Argentino; y si los británicos desembarcaban en cualquier lugar de las islas, ellos iban a optar por una solución diplomática antes de intentar atacar Puerto Argentino.
Siguiendo la línea de este concepto defensivo, los argentinos a lo largo de todo el conflicto concentraron casi todas sus fuerzas terrestres alrededor de Puerto Argentino y simplemente esperaron que el ataque británico llegara. Nunca hubo ningún serio intento de la parte argentina para salir de sus atrincheradas posiciones y ganar la iniciativa en la guerra terrestre al enemigo.
La guerra terrestre - El lado británico
Los ingleses también tuvieron problemas y afrontaron algunas difíciles decisiones antes de la real invasión de las Malvinas en San Carlos.
Aunque el deterioro de la situación en el Atlántico Sur había sido seguida de cerca por los británicos la invasión de Malvinas fue una verdadera sorpresa. No es posible poner en duda que los británicos demostraron gran ingenio y resolución al juntar una Fuerza de Tareas de treinta y seis buques y hacerla zarpar rumbo a Malvinas dos días después de la invasión. No obstante, dado lo apresurado de su partida, los buques de la Fuerza de Desembarco no fueron cargados tácticamente en Gran Bretaña, por lo que los elementos no pudieron ser desembarcados en el orden adecuado, según eran requeridos por la Fuerza de Desembarco cuando esta hizo pie en tierra. Esta situación fue rectificada en alguna medida mientras la fuerza estuvo demorada en Isla Ascensión embarcando equipos adicionales e inventariando los que ya tenían. Este período fue también usado para hacer algún reordenamiento en las bodegas para facilitar la descarga en el área de combate. De cualquier modo, no hay duda de que la descarga de los buques demoró el aprovisionamiento de equipo en tierra en el área de desembarco de San Carlos.
El desembarco en San Carlos
A pesar de todas las dudas en la elección del lugar de desembarco y la preocupación por la multitud de cosas que podían ir mal, el desembarco británico en San Carlos, fue completamente sin incidentes en términos de transporte de tropa a tierra. La Fuerza de Tarea Anfibia británica se aproximó y arribó al área del objetivo sin ser detectada, con la ayuda de la cobertura dada por la oscuridad, pobres condiciones meteorológicas y operaciones de diversión llevadas a cabo en Goose Green, Fanning Head y otros lugares en la Isla Soledad. Las tropas británicas desembarcaron en las primeras horas del 21 de mayo, no encontraron resistencia de tropas terrestres argentinas y pudieron moverse sin demora a las posiciones defensivas previstas alrededor del área. A medida que el tiempo pasaba, la amenaza argentina prevista para el desembarco, nunca se materializó. La batalla militar que se combatió en San Carlos pasó a ser entre las Fuerza Aérea y la Aviación Naval argentinas y los buques de la Fuerza de Tareas Anfibia. Para su frustración, las fuerzas británicas en tierra, se vieron obligadas a cumplir el rol de espectadores de estas acciones. Mientras esperaban las órdenes para seguir avanzando, los principales enemigos enfrentados por las fuerzas de asalto en tierra, fueron el medio ambiente, el pobre apoyo logístico y el aburrimiento.
Aunque no tomaban parte directamente de la batalla aire-mar que se desarrollaba en San Carlos, las fuerzas en tierra fueron de todos modos afectadas por el resultado de esta acción. El primer día de asalto a San Carlos los británicos perdieron una fragata y recibieron daño en otras cuatro por ataques aéreos. Durante los días que siguieron al desembarco las pérdidas británicas en buques continuaron a alarmante promedio. Enfrentados a la amenaza aérea argentina, los británicos se vieron forzados a cambiar su Plan Logístico Básico, para apoyar a la fuerza de tierra, pasando de un concepto basado en depósitos a flote a otro de desembarco masivo de equipos a tierra. Este cambio de planes estaba asociado con la posibilidad de mover los buques solamente de noche y el grave error en la estimación de los helicópteros necesarios para transportar equipos por lo que el crecimiento de la logística en tierra se produjo con dolorosa lentitud. Un percance casi fatal para el progreso de la campaña en tierra fue la pérdida el 25 de Mayo, del Atlantic Conveyor que transportaba tres helicópteros Chinook cuya gran capacidad de carga era vital para el cumplimiento oportuno de los planes logísticos y operativos. Esta pérdida significó una más pesada carga para los helicópteros remanentes que terminaron siendo casi totalmente empleados para el transporte de equipos durante el resto de conflicto.
Plan británico de maniobra
Notable por su ausencia en la planificación del desembarco en San Carlos fueron las consideraciones y discusión de lo que esa fuerza terrestre debía hacer cuando estuviera en tierra.
La operación era un plan de desembarco no una campaña terrestre.
Como alguien graciosamente señaló, se asumía que una vez en tierra, las fuerzas simplemente avanzarían y vencerían.
Tal vez sea más propio decir que los británicos fuera consciente o inconscientemente, esperaban que los argentinos reaccionarían rápidamente para oponerse al desembarco con fuerzas terrestres y que el uso de las fuerzas británicas en tierra, iba a ser en mayor o menor grado guiado por lo menos en el corto plazo, por las acciones y reacciones defensivas requeridas durante esta confrontación.
Cuando la oposición argentina al desembarco no se concretó, los británicos se vieron como perdidos con respecto a lo que debían hacer con sus fuerzas terrestres.
Boletin del Centro Naval 748 (1987)
miércoles, 3 de abril de 2013
Crucero de combate: Murmansk hecho hojillas de afeitar
Destino final del crucero Murmansk
Murmansk fue un proyecto de crucero ligero no. 68-bis (designado clase Sverdlov por la OTAN), de la Unión Soviética y más tarde la Flota del Norte de la Armada rusa.
Fue establecido en quilla en Severodvinsk en 1953 y comisionado el 22 de septiembre de 1955. El Murmansk se unió a la segunda División de Cruceros en la formación de la división en 1956.
En 1994 fue vendido a la India para su desguace, pero encalló en la localidad noruega de Sørvær durante la transferencia. Se estimó en primer lugar que las tormentas de invierno destruirían las partes de Murmansk por encima del agua, pero en 2009 se asignaron fondos para pagar el desmantelamiento del buque. El proyecto ha comenzado y un dique seco se ha construido alrededor de la nave para que la maquinaria pesada tenga su acceso. El proyecto está previsto que finalice en 2013.
Desmontaje en curso.
Murmansk fue un proyecto de crucero ligero no. 68-bis (designado clase Sverdlov por la OTAN), de la Unión Soviética y más tarde la Flota del Norte de la Armada rusa.
Fue establecido en quilla en Severodvinsk en 1953 y comisionado el 22 de septiembre de 1955. El Murmansk se unió a la segunda División de Cruceros en la formación de la división en 1956.
En 1994 fue vendido a la India para su desguace, pero encalló en la localidad noruega de Sørvær durante la transferencia. Se estimó en primer lugar que las tormentas de invierno destruirían las partes de Murmansk por encima del agua, pero en 2009 se asignaron fondos para pagar el desmantelamiento del buque. El proyecto ha comenzado y un dique seco se ha construido alrededor de la nave para que la maquinaria pesada tenga su acceso. El proyecto está previsto que finalice en 2013.
Desmontaje en curso.
Gripen: Dientes de perro
Gripen E / F y su carga aire-aire: Las pruebas de hoy, las oportunidades para el mañana
Fernando "Nunão" De Martini
En la foto de arriba, el demostrador de nueva generación (NG) del caza sueco Gripen, a veces también llamada aviones de ensayo Gripen F (a pesar de las posibles órdenes para el modelo de nueva generación todavía sólo tratar y plazas), se considera que demuestra una carga de 4 misiles Meteor de medio alcance y dos IRIS-T de corto alcance.
La declaración fue hecha en enero de este año en Suiza. Usted puede arreglar haciendo clic en la foto para verla más grande, hay dos estaciones vacías en el fuselaje al lado que está ocupado por un tanque externo central. Podemos contar a seis misiles aire-aire en total.
En una ilustración arriba del potencial mostrado en futuro avión suizo de Saab, se puede ver una carga de tres misiles Meteor bajo el fuselaje (uno de ellos en lugar del tanque externo central de foto superior), además de cuatro bajo las alas, la que se suman a los dos IRIS-T en las puntas de las alas. En esta imagen un total de nueve misiles aire-aire podrían ser adoptadas por el caza - por supuesto a costa de otras cargas externas, tales como tanques de combustible.
Imagen ya en el sitio de la campaña de caza para Brasil, justo debajo, hay una ilustración con diversas posibilidades de transporte de misiles aire-aire, con la diferencia de que, en la estación central del fuselaje (llamado 5C), aparece una posibilidad de transporte un misil aire-aire como se muestra arriba.
Otra curiosidad es que sólo los misiles de alcance medio AIM-120 aparecen como posibilidades en ambas estaciones del fuselaje (5L y 5R), con Meteor emergiendo como una opción sólo en los pilones bajo las alas (recordemos que la estación 4, bajo el fuselaje delantero, está destinada a una vaina designadora). Por lo tanto, el máximo de misiles aire-aire realizado esta ilustración en diversas opciones, alcanza un máximo de ocho unidades.
Con el desarrollo continuo de combate de nueva generación a Suiza y Suecia, como consecuencia de la aprobación de los fondos para este fin, es posible que estos ajustes diferentes mostrados en momentos diferentes se consoliden. Así que, con la eventual producción de nuevos prototipos para probar campañas de la nueva versión (una prevista para este año), podemos ver en los próximos años la divulgación de imágenes con misiles transportados en estas estaciones del fuselaje, e incluso fotos de los ensayos de lanzamiento de armas.
IMÁGENES: Saab
Poder Aéreo
Fernando "Nunão" De Martini
En la foto de arriba, el demostrador de nueva generación (NG) del caza sueco Gripen, a veces también llamada aviones de ensayo Gripen F (a pesar de las posibles órdenes para el modelo de nueva generación todavía sólo tratar y plazas), se considera que demuestra una carga de 4 misiles Meteor de medio alcance y dos IRIS-T de corto alcance.
La declaración fue hecha en enero de este año en Suiza. Usted puede arreglar haciendo clic en la foto para verla más grande, hay dos estaciones vacías en el fuselaje al lado que está ocupado por un tanque externo central. Podemos contar a seis misiles aire-aire en total.
En una ilustración arriba del potencial mostrado en futuro avión suizo de Saab, se puede ver una carga de tres misiles Meteor bajo el fuselaje (uno de ellos en lugar del tanque externo central de foto superior), además de cuatro bajo las alas, la que se suman a los dos IRIS-T en las puntas de las alas. En esta imagen un total de nueve misiles aire-aire podrían ser adoptadas por el caza - por supuesto a costa de otras cargas externas, tales como tanques de combustible.
Imagen ya en el sitio de la campaña de caza para Brasil, justo debajo, hay una ilustración con diversas posibilidades de transporte de misiles aire-aire, con la diferencia de que, en la estación central del fuselaje (llamado 5C), aparece una posibilidad de transporte un misil aire-aire como se muestra arriba.
Otra curiosidad es que sólo los misiles de alcance medio AIM-120 aparecen como posibilidades en ambas estaciones del fuselaje (5L y 5R), con Meteor emergiendo como una opción sólo en los pilones bajo las alas (recordemos que la estación 4, bajo el fuselaje delantero, está destinada a una vaina designadora). Por lo tanto, el máximo de misiles aire-aire realizado esta ilustración en diversas opciones, alcanza un máximo de ocho unidades.
Con el desarrollo continuo de combate de nueva generación a Suiza y Suecia, como consecuencia de la aprobación de los fondos para este fin, es posible que estos ajustes diferentes mostrados en momentos diferentes se consoliden. Así que, con la eventual producción de nuevos prototipos para probar campañas de la nueva versión (una prevista para este año), podemos ver en los próximos años la divulgación de imágenes con misiles transportados en estas estaciones del fuselaje, e incluso fotos de los ensayos de lanzamiento de armas.
IMÁGENES: Saab
Poder Aéreo
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