Fragata blindada KMD Danmark (Dinamarca)
Historial
Astillero The Clyde Bank Foundry Co. Thomson, Glasgow
Tipo Fragata blindada o Ironclad
Autorizado 21 de mayo de 1862
Botado 24 de febrero de 1864
Asignado Octubre de 1864
Baja 22 de noviembre de 1900
Destino Desguazado en 1907
Características generales
Desplazamiento 4.770 t
Eslora 80,16 m
Manga 14,59 m
Calado 6,43 m
Aparejo 3 mástiles
Blindaje 4,5 pulg de hierro en el centro del casco
3,5 pulg en los extremos
Armamento
1864:
20 cañones lisos de 60 lb 88 CWT
8 cañones rayados e 18 lb 40 CWT
1865:
12 cañones rayados de 60 lb
10 cañones rayados de 24 lb
1868:
12 cañones rayados de 60 lb
12 cañones rayados de 24 lb
1870:
8 cañones de 8 pulg 176 CWT
4 cañones de 8 pulg 144 CWT
12 cañones x 6 pulg 50 CWT
Propulsión vela
máquina de vapor
Una hélice.
Potencia 1.000 cv
Velocidad 8,5 nudos
Tripulación 530
Capacidad 62 t de carbón
La 'KMD Danmark', fue una fragata blindada o Ironclad de la Armada de Dinamarca, originalmente ordenada por la Armada de los Estados Confederados de América.
Historia
Los orígenes del Danmark se encuentran en los esfuerzos de los Estados Confederados de América para la compra de buques de guerra en Europa, es decir en el Reino Unido y Francia, durante la guerra civil estadounidense. Estos esfuerzos fueron liderados por James Dunwoody Bulloch, pero este buque fue ordenado por otro agente confederado, el eniente (más tarde comandante) James H. North.
North fue enviado a Europa por el secretario de la marina confederada Stephen Mallory con el objetó de comprar la completada fragata blindada de la marina francesa Gloire y ordenar buques similares a cuenta de la Confederación, pero, el gobierno francés se negó a vender el Gloire, o permitir que un gemelo de este barco fuera construido en astilleros franceses. North se dirigió a Gran Bretaña, donde el gobierno Whig había adoptado una actitud "laissez-faire" con respecto a la compra de armas por los bandos. Aquí se reunió con George Thompson, uno de los socios de los astilleros J. & G. Thompson de Clydebank . North firmó un contrato con Thompson de 21 de mayo de 1862 para una fragata blindada de unas 3.000 t y 80 m de eslora, por un precio de contrato de 190.000 libras esterlinas — alrededor de dos millones de dólares confederados al tipo de cambio imperante — y pagar un depósito de 18.000 libras esterlinas. Thompson aceptó la entrega del buque por 1 de junio de 1863. Conocido con los confederados como el "North's ship" "Barco de North", o "Número 61", fue el Santa Maria para sus constructores. Cuando finalmente fue completado, desplazaba 4.750 t, un slab de tres mástiles. En virtud de la maquina de vapor haría 8 nudos (15 km/h; 9,2 km/h).
Terminó la guerra y el buque seguía en construcción, por lo que se tomó la decisión de venderlo. El único interesado fue Perú, pero el capitán José María Salcedo decidió no comprarlo por ser poco marinero y peligroso enviarlo al Pacífico por la gran cantidad de mercenarios a contratar. Al final, Dinamarca decidió conservarlo y hacerle modificaciones.
En 1867 empezó a ser reconstruido y los trabajos concluyeron en diciembre de 1868. En popa se le pusieron dos troneras para cañones de 6 pulgadas, similar al diseño del KMD Peder Skram. Se planeó colocar un cañón de 9 pulgadas a proa, pero esto nunca se realizó.
Entre 1876 y 1877 se le cambiaron o repararon calderas, máquinas, cubierta y la batería y se dijo que su velocidad mejoró a más de 10 nudos. En 1893 fue convertido en buque escuela.
Wikipedia
miércoles, 3 de febrero de 2016
Subfusiles: Beretta MAB M938A (1938,1938/42,1938/44 y 1938/49)
Pistola ametralladora Beretta MAB M938A (1938, 1938/42, 1938/44 y 1938/49) (Italia)
Subfusil ametrallador Beretta M938A (Modelo 1938), izquierdo
Subfusil ametrallador Beretta M938A (Modelo 1938), derecho
Subfusil ametrallador Beretta M1938/42 (Modelo 1942)
Subfusil ametrallador Beretta M1938/44 (Modelo 1944)
Beretta M1938/49 (subfusil ametrallador de Model 1949 o de Model 4)
Beretta Modelo 2 era una versión común con culata que doblaba hacia adelante del Modelo 1938/49.
martes, 2 de febrero de 2016
Entrenadores: KAI T/A-50 Golden Eagle (Corea del Sur)
Entrenador supersónico transita desde el ensayo, la producción al estado operativo
Artículo y fotos de Eric Hehs
(clic para ampliar las imágenes)
"KAI Entrega" proclama la leyenda debajo de una grande y roja y azul del yin-yang de la bandera de la República de Corea. Este símbolo, el Taeguk, viste la rampa que separa la planta de producción de los hangares de vuelo de pruebas en Korea Aerospace Industries en Sacheon, Corea del Sur. Este símbolo nacional y el eslogan de marketing adecuada aclamación la primera producción del T-50 Golden Eagle, que recientemente salió de la cadena de montaje en esta ciudad industrial cerca de la costa sur del país.
Artículo y fotos de Eric Hehs
(clic para ampliar las imágenes)
"KAI Entrega" proclama la leyenda debajo de una grande y roja y azul del yin-yang de la bandera de la República de Corea. Este símbolo, el Taeguk, viste la rampa que separa la planta de producción de los hangares de vuelo de pruebas en Korea Aerospace Industries en Sacheon, Corea del Sur. Este símbolo nacional y el eslogan de marketing adecuada aclamación la primera producción del T-50 Golden Eagle, que recientemente salió de la cadena de montaje en esta ciudad industrial cerca de la costa sur del país.
"El T-50 representa un logro tecnológico y de fabricación de Corea", dice Chung Hae Joo, presidente y director ejecutivo de KAI, que acogió la ceremonia de lanzamiento de la producción primeros jet T-50 de entrenamiento avanzado en Sacheon en agosto. "Roh Moo-Hyun, presidente de Corea, asistieron a la ceremonia, que fue transmitido a través de Corea, así como a medios de comunicación internacionales en todo el mundo", añade. "El lanzamiento ha aumentado la conciencia del T-50 en Corea. Nuestros ciudadanos están orgullosos de la aeronave porque se dan cuenta de su país es uno de los pocos con la capacidad de diseño y fabricación de aeronaves supersónicas. Esa conciencia aumentó aún más cuando se exhibió y realizó rutinas aéreas de demostración con el T-50 por primera vez en el Salón de Seúl de aire en octubre. "
Escopetas: Molot VPO-208 (Rusia)
Escopeta semi-automática Molot VPO-208 (Rusia)
Escopeta semi-automática Molot VPO-208
0.336 cartucho TKM con balas de camisa completamente metálica
Calibre
0.336 TKM (9.5x37mm)
Tipo
Arma semiautomático operado a gas
Longitud total
1025 mm
Longitud del cañón
520 mm
Peso, vacío
3.6 kg
Capacidad del cargador
10 tiros
Fuerzas Aéreas: Force Aerienne Royale du Cambodge
lunes, 1 de febrero de 2016
DDG: Tipo 052B (China)
Destructor Misilístico Type 052B
NOMBRE
N/A
CONTRATISTA
Jiangnan Astillero, Shanghai
PROGRAMA
Cuatro años luego de la botadura del último destructor de construcción china el 167 Shenzhen, la Armada del Ejército de Liberación Popular empezó a construir tanto como cuatro nuevos destructores grandes, los cuales se esperan que se unan al servicio en los próximos dos años. Los primeros dos (168, 169) de los cuatro barcos se reportan como designados como Type 052B. Estos son destructores multi-rol con sistema de defensa aérea de alcance medio y considerable capacidad de combate anti-submarino .
El 169 en pruebas de mar
Conquista del desierto: El mito del genocidio
Roca y el mito del genocidio
Por Juan José Cresto Para LA NACIÓN
El autor es director del Museo Histórico Nacional y presidente de la Academia Argentina de la Historia.
Hace poco más de un siglo, el 12 de octubre de 1904, el general Roca entregó al doctor Manuel Quintana los atributos de la presidencia de la República. Había cumplido su segundo mandato, pero su influencia política desde 1880 había transformado el país. La Argentina era una potencia respetada. El general Mitre, ya anciano y verdadero patriarca de la argentinidad, fue a su casa ese mismo día para felicitarlo por su gestión: "Ha cumplido", le dijo parcamente, porque el juramento de su asunción, en 1898 lo había hecho ante el patricio.
Diez años después, el 19 de octubre de 1914, Roca moría en Buenos Aires. Los últimos años los dedicó a organizar su estancia La Larga, levantando casas para su personal, cultivando arboledas y caminos y mejorando su hacienda. Se cumple este año el centenario de su alejamiento del poder y noventa años de su fallecimiento. El país no lo ha recordado suficientemente.
En los últimos tiempos una historiografía carente de toda documentación sostiene que la expedición de Roca de 1879 contra los indios, fue un genocidio. Ello revela supina ignorancia u oculta intereses de reivindicaciones territoriales. El tema indígena es complejo, porque abarca regiones muy diferentes, desde los paisajes andinos atípicos hasta la cuña boscosa del Chaco, con razas que no eran ni son comparables, como los diaguitas, los abipones o los mapuches. En el Sur, los pueblos araucanos procedían de Chile e ingresaron al hoy territorio nacional hacia principios del siglo XVIII, según lo refieren numerosos historiadores de ese país, algunos con carácter reivindicatorio.
La pampa agreste estaba totalmente desierta, con algunos bolsones de pobladores aislados. En la provincia de Buenos Aires se denominaba "poblador del Salado" a quien se instalaba más allá de ese importante río. Sin alambrados, sin títulos de propiedad, salvo antiguas mercedes realengas, o con títulos imprecisos basados en la simple ocupación, el llamado "estanciero" era el ganadero que cuidaba vacas criollas, que no tenían parecido con las de nuestra época, vivía con el cuchillo en la faja y dormía en un rancho que él mismo construía. Su beneficio empresario consistía solamente en la explotación del cuero del vacuno, que canjeaba en la pulpería o en "las casas", o poblado más próximo. Compartía, sí el temor al malón indígena.
Al caer la tarde, hacía recostar a su caballo en el suelo para ver la reacción del animal, cuya sensibilidad le permitía saber si la tierra se movía. En ese caso, sabía que, a lo lejos, los indios galopaban y él debía huir, abandonando todo.
El horror del malón se ha descripto repetidas veces, pero hay que recordar que el indio fue temible cuando aprendió a montar el caballo que trajo el europeo, para robar las vacas que también vinieron con los españoles y venderlas en Chile. También cuando aprendió a usar la cuchilla de hierro, que también obtuvo de la industria del hombre blanco. Los aduares indígenas estaban llenos de cautivas, mujeres blancas a las que se les hacía un tajo profundo en la planta de los pies para impedirles la fuga. Ellas tenían que soportar la indignación y el odio de las mujeres indias de la tribu.
La historia argentina está llena de historias de pequeños y de muy grandes malones a lo largo de los siglos XVIII y XIX, hasta la decisiva ocupación de desierto por Roca. La política de ocupación no se inicia con este exitoso militar, sino que continúa desde los primeros gobiernos patrios. Rosas hizo una expedición contundente, pero después de Caseros las tribus se alinearon, unas con el gobierno de la provincia de Buenos Aires y otras con el de la Confederación, participando en la política partidista.
Mitre quiso erradicar el delito en las pampas y no lo pudo lograr por tener que dedicar sus esfuerzos a la guerra del Paraguay. Sarmiento sufrió grandes malones y la batalla de San Carlos es un verdadero hito de la historia. Avellaneda, que soportó una grave crisis financiera internacional, tuvo una política de ocupación a través de su ministro Adolfo Alsina, quien hizo construir una larga zanja de más de cuatrocientos kilómetros para evitar los malones, en una guerra defensiva sin mayores resultados. Finalmente, Roca, que conocía el desierto, organizó una expedición ocupacional decisiva. Este joven general había ganado todos sus ascensos, uno tras otro, en los campos de batalla.
¿Estaba Roca ocupando tierras de indios? La respuesta es categóricamente negativa. Esas tierras desiertas comienzan a ser ocupadas con las expediciones pobladoras de la España colonizadora del siglo XVI que, repetimos, trajeron el caballo y la vaca. Los indios iniciaron su ocupación 180 años después.
Los indígenas americanos precolombinos estaban radicados en mínimas parcelas de territorio y aprovecharon los descubrimientos, invenciones, ingreso de animales antes desconocidos y la tecnología del blanco para su expansión territorial. De suponer válida la peregrina teoría del primer poblador, tal vez debiéramos remontarnos al homínido y considerar al propio hombre de Neanderthal como un usurpador.
Pero existen algunas consideraciones que hay que sopesar: la expedición debe adjudicarse al gobierno del presidente Avellaneda, quien designó para comandarla a su ministro de guerra, el general Julio Argentino Roca, en estricto cumplimiento de la ley del 25 de agosto de 1867, demorada doce años por las dificultades políticas y económicas del país. "La presencia del indio -decía la ley- impide el acceso al inmigrante que quiere trabajar." Para financiar la expedición se cuadriculó la pampa en parcelas de 10.000 hectáreas y se emitieron títulos por la suma de 400 pesos fuertes cada uno, que se vendieron en la Bolsa de Comercio. Aunque prohibieron la adquisición de dos o más parcelas contiguas, esta venta fue la base de muchas de las fortunas argentinas.
La ley, la expedición y la organización fueron discutidas en el Congreso y votadas democráticamente. Todo el país, toda la población de la Nación, quería terminar con este oprobio, desde el Congreso y los gobiernos provinciales hasta los periódicos, sin excepción.
Roca organizó la expedición y a ella se incorporaron no solamente cuerpos militares, sino también periodistas, hombres de ciencia y funcionarios. El periodista Remigio Lupo la integró como corresponsal del diario La Prensa y remitió sus crónicas. Monseñor Antonio Espinosa publicó su diario, con noticias muy valiosas de todo lo mucho que vio, pero también escribieron hombres de ciencia, como los doctores Adolfo Doering y Pablo Lorenz, y naturalistas, como Niederlein y Schultz, que estudiaron la flora, la fauna y las condiciones del suelo.
Acompañaron también enfermeros y auxiliares. Los indios prisioneros y los niños, mujeres y ancianos fueron examinados por sus dolencias, vacunados y muchos de ellos remitidos a diversos hospitales de la muy precaria Buenos Aires de esos días.
Ahora bien: ¿puede creerse que toda estas personas y otras que siguieron paso a paso la expedición pueden ser cómplices de silencio en caso de genocidio? ¿Se concibe un secreto de cinco mil personas? ¿Lo hubiera permitido un humanista como el presidente Avellaneda? La única realidad es que la llanura pampeana quedó libre de malones y que a los indígenas se les asignaron grandes reservas, si bien es cierto que individuos inescrupulosos les cercenaron posteriormente muchas de sus parcelas con supuestos derechos, actitud reprobable, sin duda, que forma parte de litigios del derecho civil.
Por otra parte, mencionar al indio como tal es un insulto. ¿Por qué indio? El es, simplemente, un argentino entre treinta y siete millones de habitantes, con los mismos derechos y obligaciones que todos. No merece ningún tratamiento especial ni más derechos que otros, pero tampoco ninguna tacha que lo invalide, que lo relegue o que lo menoscabe, porque tiene también todas las prerrogativas constitucionales. Es nuestro conciudadano y, por lo tanto, nuestro hermano. Merece y tiene todo nuestro fraterno afecto. No más, no menos. Lo contrario es indigno y discriminatorio.
Lo que se quiso hacer y efectivamente se hizo fue concluir con los asaltos a pueblos indefensos y poner la tierra fértil a disposición de la población para ser trabajada. En efecto, en menos de 25 años a la Argentina se la llamaba "la canasta de pan del mundo".
El 12 de octubre de 1880, Roca juró como presidente de la República, por haber vencido a Tejedor en las elecciones. Hizo un gobierno histórico: concluyó el tratado de límites con Chile, en 1881; desarrolló la instrucción pública; construyó escuelas; extendió los ferrocarriles. Los inmigrantes agricultores comenzaron a agruparse en colonias. Se estibaron miles de bolsas de trigo en las estaciones.
El pedestal de la gloria de Roca está en sus dos gobiernos y en su orientación política, mucho más que en la ocupación del desierto, pero ésta es un timbre de honor de su biografía. Con el tiempo, a través de personas que no han leído específicamente sobre el tema o que tienen otros intereses, se ha creado una fábula que gente de buena fe la ha creído, porque así se elaboran los mitos que después parecen "verdades reveladas" de valor teológico. Felizmente, cualquier serio investigador de historia, cualquier estudioso del pasado que se documente, se preguntará azorado: ¿qué genocidio?
Por Juan José Cresto Para LA NACIÓN
El autor es director del Museo Histórico Nacional y presidente de la Academia Argentina de la Historia.
Hace poco más de un siglo, el 12 de octubre de 1904, el general Roca entregó al doctor Manuel Quintana los atributos de la presidencia de la República. Había cumplido su segundo mandato, pero su influencia política desde 1880 había transformado el país. La Argentina era una potencia respetada. El general Mitre, ya anciano y verdadero patriarca de la argentinidad, fue a su casa ese mismo día para felicitarlo por su gestión: "Ha cumplido", le dijo parcamente, porque el juramento de su asunción, en 1898 lo había hecho ante el patricio.
Diez años después, el 19 de octubre de 1914, Roca moría en Buenos Aires. Los últimos años los dedicó a organizar su estancia La Larga, levantando casas para su personal, cultivando arboledas y caminos y mejorando su hacienda. Se cumple este año el centenario de su alejamiento del poder y noventa años de su fallecimiento. El país no lo ha recordado suficientemente.
En los últimos tiempos una historiografía carente de toda documentación sostiene que la expedición de Roca de 1879 contra los indios, fue un genocidio. Ello revela supina ignorancia u oculta intereses de reivindicaciones territoriales. El tema indígena es complejo, porque abarca regiones muy diferentes, desde los paisajes andinos atípicos hasta la cuña boscosa del Chaco, con razas que no eran ni son comparables, como los diaguitas, los abipones o los mapuches. En el Sur, los pueblos araucanos procedían de Chile e ingresaron al hoy territorio nacional hacia principios del siglo XVIII, según lo refieren numerosos historiadores de ese país, algunos con carácter reivindicatorio.
La pampa agreste estaba totalmente desierta, con algunos bolsones de pobladores aislados. En la provincia de Buenos Aires se denominaba "poblador del Salado" a quien se instalaba más allá de ese importante río. Sin alambrados, sin títulos de propiedad, salvo antiguas mercedes realengas, o con títulos imprecisos basados en la simple ocupación, el llamado "estanciero" era el ganadero que cuidaba vacas criollas, que no tenían parecido con las de nuestra época, vivía con el cuchillo en la faja y dormía en un rancho que él mismo construía. Su beneficio empresario consistía solamente en la explotación del cuero del vacuno, que canjeaba en la pulpería o en "las casas", o poblado más próximo. Compartía, sí el temor al malón indígena.
Al caer la tarde, hacía recostar a su caballo en el suelo para ver la reacción del animal, cuya sensibilidad le permitía saber si la tierra se movía. En ese caso, sabía que, a lo lejos, los indios galopaban y él debía huir, abandonando todo.
El horror del malón se ha descripto repetidas veces, pero hay que recordar que el indio fue temible cuando aprendió a montar el caballo que trajo el europeo, para robar las vacas que también vinieron con los españoles y venderlas en Chile. También cuando aprendió a usar la cuchilla de hierro, que también obtuvo de la industria del hombre blanco. Los aduares indígenas estaban llenos de cautivas, mujeres blancas a las que se les hacía un tajo profundo en la planta de los pies para impedirles la fuga. Ellas tenían que soportar la indignación y el odio de las mujeres indias de la tribu.
La historia argentina está llena de historias de pequeños y de muy grandes malones a lo largo de los siglos XVIII y XIX, hasta la decisiva ocupación de desierto por Roca. La política de ocupación no se inicia con este exitoso militar, sino que continúa desde los primeros gobiernos patrios. Rosas hizo una expedición contundente, pero después de Caseros las tribus se alinearon, unas con el gobierno de la provincia de Buenos Aires y otras con el de la Confederación, participando en la política partidista.
Mitre quiso erradicar el delito en las pampas y no lo pudo lograr por tener que dedicar sus esfuerzos a la guerra del Paraguay. Sarmiento sufrió grandes malones y la batalla de San Carlos es un verdadero hito de la historia. Avellaneda, que soportó una grave crisis financiera internacional, tuvo una política de ocupación a través de su ministro Adolfo Alsina, quien hizo construir una larga zanja de más de cuatrocientos kilómetros para evitar los malones, en una guerra defensiva sin mayores resultados. Finalmente, Roca, que conocía el desierto, organizó una expedición ocupacional decisiva. Este joven general había ganado todos sus ascensos, uno tras otro, en los campos de batalla.
¿Estaba Roca ocupando tierras de indios? La respuesta es categóricamente negativa. Esas tierras desiertas comienzan a ser ocupadas con las expediciones pobladoras de la España colonizadora del siglo XVI que, repetimos, trajeron el caballo y la vaca. Los indios iniciaron su ocupación 180 años después.
Los indígenas americanos precolombinos estaban radicados en mínimas parcelas de territorio y aprovecharon los descubrimientos, invenciones, ingreso de animales antes desconocidos y la tecnología del blanco para su expansión territorial. De suponer válida la peregrina teoría del primer poblador, tal vez debiéramos remontarnos al homínido y considerar al propio hombre de Neanderthal como un usurpador.
Pero existen algunas consideraciones que hay que sopesar: la expedición debe adjudicarse al gobierno del presidente Avellaneda, quien designó para comandarla a su ministro de guerra, el general Julio Argentino Roca, en estricto cumplimiento de la ley del 25 de agosto de 1867, demorada doce años por las dificultades políticas y económicas del país. "La presencia del indio -decía la ley- impide el acceso al inmigrante que quiere trabajar." Para financiar la expedición se cuadriculó la pampa en parcelas de 10.000 hectáreas y se emitieron títulos por la suma de 400 pesos fuertes cada uno, que se vendieron en la Bolsa de Comercio. Aunque prohibieron la adquisición de dos o más parcelas contiguas, esta venta fue la base de muchas de las fortunas argentinas.
La ley, la expedición y la organización fueron discutidas en el Congreso y votadas democráticamente. Todo el país, toda la población de la Nación, quería terminar con este oprobio, desde el Congreso y los gobiernos provinciales hasta los periódicos, sin excepción.
Roca organizó la expedición y a ella se incorporaron no solamente cuerpos militares, sino también periodistas, hombres de ciencia y funcionarios. El periodista Remigio Lupo la integró como corresponsal del diario La Prensa y remitió sus crónicas. Monseñor Antonio Espinosa publicó su diario, con noticias muy valiosas de todo lo mucho que vio, pero también escribieron hombres de ciencia, como los doctores Adolfo Doering y Pablo Lorenz, y naturalistas, como Niederlein y Schultz, que estudiaron la flora, la fauna y las condiciones del suelo.
Acompañaron también enfermeros y auxiliares. Los indios prisioneros y los niños, mujeres y ancianos fueron examinados por sus dolencias, vacunados y muchos de ellos remitidos a diversos hospitales de la muy precaria Buenos Aires de esos días.
Ahora bien: ¿puede creerse que toda estas personas y otras que siguieron paso a paso la expedición pueden ser cómplices de silencio en caso de genocidio? ¿Se concibe un secreto de cinco mil personas? ¿Lo hubiera permitido un humanista como el presidente Avellaneda? La única realidad es que la llanura pampeana quedó libre de malones y que a los indígenas se les asignaron grandes reservas, si bien es cierto que individuos inescrupulosos les cercenaron posteriormente muchas de sus parcelas con supuestos derechos, actitud reprobable, sin duda, que forma parte de litigios del derecho civil.
Por otra parte, mencionar al indio como tal es un insulto. ¿Por qué indio? El es, simplemente, un argentino entre treinta y siete millones de habitantes, con los mismos derechos y obligaciones que todos. No merece ningún tratamiento especial ni más derechos que otros, pero tampoco ninguna tacha que lo invalide, que lo relegue o que lo menoscabe, porque tiene también todas las prerrogativas constitucionales. Es nuestro conciudadano y, por lo tanto, nuestro hermano. Merece y tiene todo nuestro fraterno afecto. No más, no menos. Lo contrario es indigno y discriminatorio.
Lo que se quiso hacer y efectivamente se hizo fue concluir con los asaltos a pueblos indefensos y poner la tierra fértil a disposición de la población para ser trabajada. En efecto, en menos de 25 años a la Argentina se la llamaba "la canasta de pan del mundo".
El 12 de octubre de 1880, Roca juró como presidente de la República, por haber vencido a Tejedor en las elecciones. Hizo un gobierno histórico: concluyó el tratado de límites con Chile, en 1881; desarrolló la instrucción pública; construyó escuelas; extendió los ferrocarriles. Los inmigrantes agricultores comenzaron a agruparse en colonias. Se estibaron miles de bolsas de trigo en las estaciones.
El pedestal de la gloria de Roca está en sus dos gobiernos y en su orientación política, mucho más que en la ocupación del desierto, pero ésta es un timbre de honor de su biografía. Con el tiempo, a través de personas que no han leído específicamente sobre el tema o que tienen otros intereses, se ha creado una fábula que gente de buena fe la ha creído, porque así se elaboran los mitos que después parecen "verdades reveladas" de valor teológico. Felizmente, cualquier serio investigador de historia, cualquier estudioso del pasado que se documente, se preguntará azorado: ¿qué genocidio?
Historia militar: El incidente de la isla Damansky (1969)
De cuando los guardias de frontera soviéticos aniquilaron un batallón de la República Popular China en la isla de Damansky
Esta escaramuza tuvo lugar el 2 de marzo de 1969 y fue muy extraña. Ocurrió cuando 30 guardias de frontera soviéticos armados con fusiles de asalto y ametralladoras ligeras aniquilaron un batallón armado de artillería de la República Popular China compuesta de ~ 500 chinos matando a 248 de ellos en territorio soviético. Esta batalla toma su lugar en la historia porque era fue una de las tácticas que se utilizaron los soviéticos para derrotar a un enemigo mejor armado.
Esta escaramuza tuvo lugar el 2 de marzo de 1969 y fue muy extraña. Ocurrió cuando 30 guardias de frontera soviéticos armados con fusiles de asalto y ametralladoras ligeras aniquilaron un batallón armado de artillería de la República Popular China compuesta de ~ 500 chinos matando a 248 de ellos en territorio soviético. Esta batalla toma su lugar en la historia porque era fue una de las tácticas que se utilizaron los soviéticos para derrotar a un enemigo mejor armado.
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