Ejercicios militares en Ushuaia: soldados argentinos entrenaron junto a infantes de la Marina de Estados Unidos
Las autoridades norteamericanas indicaron que el objetivo de la práctica fue “fortalecer habilidades combinadas”. El adiestramiento incluyó desplazamientos, simulacros tácticos y tareas de resistencia. Canal 26
Militares estadounidenses haciendo ejercicios con infantes argentinos en Ushuaia.
El martes 12 de agosto de 2025, un grupo de infantes del Cuerpo de Marines de Estados Unidos se trasladó a Ushuaia (Tierra del Fuego) para participar de un ejercicio combinado en condiciones de frío extremo junto a efectivos argentinos.
Las autoridades norteamericanas indicaron que el objetivo de la práctica fue “fortalecer habilidades combinadas”. El operativo se llevó a cabo en hostiles terrenos, con temperaturas bajo cero, representando un desafío adicional.
Y agregaron al respecto: “El ejercicio mejoró la preparación para el clima frío y reforzó la cooperación entre Estados Unidos y Argentina para futuras oportunidades de entrenamiento conjunto”.
El adiestramiento incluyó desplazamientos, simulacros tácticos y tareas de resistencia, replicando situaciones que suelen enfrentar fuerzas en contextos de bajas temperaturas.
La estratégica elección de Ushuaia
Fuentes cercanas a la organización señalaron que la elección de Ushuaia no fue casual: se trata de un espacio estratégico para ejercicios de condiciones extremas donde la combinación de hielo, nieve y viento ofrece un escenario perfecto para el entrenamiento.
Este tipo de prácticas conjuntas forman parte de la agenda de cooperación bilateral en materia de defensa, que busca estrechar vínculos operativos entre ambas naciones y proyectar nuevas instancias de instrucción compartida en la región.
El 30 de enero de 1960, unidades de la Armada Argentina detectaron un contacto submarino en el Golfo Nuevo, dando inicio a una cacería que se prolongaría por casi un mes para expulsar a los intrusos. En la operación se emplearon medios aéreos y navales que hoy ya no existen en una Armada transformada en una fuerza de guardia costera.
(Del libro "Testimonios de Tiempos Difíciles", e imágenes de Benjamin Cosentino y archivo Histarmar, publicado por el prestigioso sitio Fundación Histarmar y que se puede conseguir en el Instituto de Publicaciones Navales)
A principios de 1960, un incidente naval de gran magnitud tuvo lugar en el Golfo Nuevo, en la Península de Valdés, provincia de Chubut, Argentina. A diferencia de otros episodios previos relacionados con avistamientos y contactos de diversa índole, este caso involucró la detección de un submarino desconocido, desencadenando una operación de gran escala.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa, en 1945, se habían registrado varios episodios vinculados a submarinos en aguas argentinas. En abril de ese año, la flota submarina alemana remanente recibió la orden de autohundimiento, conocida como "Regenbogen" (arco iris), aunque días después se revocó para ordenar la rendición ante las fuerzas aliadas. Sin embargo, los submarinos alemanes U-530 y U-977 optaron por entregarse a las autoridades argentinas, arribando a Mar del Plata el 10 de julio y el 17 de agosto de 1945, respectivamente.
Durante los años siguientes, en plena Guerra Fría, se denunciaron varios avistamientos y detecciones de posibles submarinos en aguas argentinas, destacándose los casos en el Golfo Nuevo (1958), San Jorge (1959) y nuevamente el Golfo Nuevo (1960). De estos, los dos incidentes más relevantes ocurrieron en el Golfo Nuevo, en la Península de Valdés.
El primer episodio significativo, registrado el 21 de mayo de 1958, fue analizado por el Contraalmirante Pablo Arguindeguy en su obra Apuntes sobre los buques de la Armada Argentina (Tomo VI, Buenos Aires, 1972) y posteriormente publicado en el prestigioso sitio Histarmar. A esta operación se la ha denominado "Golfo Nuevo I", para diferenciarla de la que se desarrollaría en 1960, cuya descripción se abordará con mayor detalle en este capítulo.
La
fragata antisubmarina P-31 ARA "Hércules" originalmente era la PF-1USS
"Asheville" de la US Navy botada durante la Segunda Guerra Mundial, y
sirvió con la Armada Argentina de 1946 a 1961, para pasar a operar como
guardacostas en la Prefectura Naval Argentina bautizada GC-11 PNA "Juan
B. Azopardo" entre 1961 a 1973.
Operación Golfo Nuevo II: Un relato testimonial
La segunda operación, conocida como "Operativo Comodoro Rivadavia", tuvo lugar entre el 20 y el 29 de octubre de 1959 e inauguró el uso de los aviones P2V Neptune en tareas antisubmarinas.
En el caso que aquí desarrollaré, la "Operación Golfo Nuevo II" (enero de 1960), las detecciones y contactos realizados por unidades de la Armada Argentina dieron lugar a un operativo prolongado que involucró numerosas unidades de la Flota de Mar, la Aviación Naval, la Infantería de Marina y la Escuadrilla de Instrucción de la Escuela Naval.
Mi participación en estos eventos se debió a mi rol como asesor antisubmarino del Oficial en Comando Táctico (OCT), en ese entonces Capitán de Navío Mario Lanzarini, quien se desempeñaba como Comandante de la Fuerza de Destructores de la Flota de Mar. Lanzarini operaba embarcado en la fragata ARA "Hércules", donde enarbolaba su insignia.
Finalizada la operación, fui destinado a la Escuela de Guerra Naval para redactar el informe final bajo las órdenes del Almirante Lanzarini, quien había sido nombrado su director. Dicho informe fue posteriormente elevado al Estado Mayor General Naval. Basándome en mis apuntes, en los testimonios de muchos protagonistas aún vivos y en diversas consultas realizadas, he podido reconstruir los hechos de la manera más fiel posible.
Al leer este informe, puede llamar la atención la magnitud de las fuerzas desplegadas y la cantidad de ataques realizados, tanto desde la superficie como desde el aire, con pocos o nulos resultados visibles. Para un observador sin experiencia en la materia, esto podría generar una percepción errónea sobre la efectividad de los esfuerzos o la calidad de las fuerzas intervinientes.
En aquellos años, tras haber realizado un curso de Oficial de Guerra Antisubmarina en Gran Bretaña, era consciente de que el nivel tecnológico de la época estaba mucho más avanzado que el disponible en nuestro país. En lo que respecta a los avances de la posguerra, tanto en submarinos como en los medios para su detección y destrucción, nuestra Armada tenía un retraso estimado de al menos 20 años en medios de superficie y 10 en medios aéreos. No obstante, persisten muchas incógnitas que merecen ser aclaradas.
Cincuenta años después, este informe busca dimensionar correctamente los eventos y explicar las razones detrás de los aparentes resultados limitados. Apelo a la responsabilidad y sentido común del lector, recordando que para juzgar hechos del pasado de manera justa, es fundamental situarse en su contexto histórico y comprender su entorno y circunstancias.
El peso inicial de las operaciones recayó en una escuadrilla de adiestramiento para cadetes de la Escuela Naval, integrada por:
ARA "Cervantes" (D-1): un antiguo destructor de origen español, botado en Cádiz en 1925, carente de los sistemas de detección modernos.
ARA "Murature" (P-20) y ARA "King" (P-21): dos patrulleros construidos en Río Santiago en 1943 y 1945, de baja velocidad y con medios mínimos para la guerra antisubmarina.
ARA "Ingeniero Iribas" (Q-21): un buque taller que permaneció en Puerto Madryn durante toda la operación.
Las tripulaciones estaban compuestas mayoritariamente por cadetes, salvo en los puestos clave, que requerían la presencia de personal especializado de la Armada. Además, muchos de estos cadetes eran jóvenes inexpertos, realizando su primer embarco.
Este es el contexto en el que se desarrollaron los eventos que seguirán en este relato.
Destructor
(origininalmente clasificado como torpedear en la Armada Argentina)
Clase "Churruca" de origen español D-1 ARA "Cervantes". Botado en 1925,
fue asignado en 1928 y operó hasta 1961.
Desarrollo de la Operación Golfo Nuevo II
A medida que las operaciones se prolongaban, todas las unidades disponibles de la Armada Argentina fueron incorporadas al operativo. Los detalles completos sobre las dotaciones de los tres buques iniciales, así como la lista de las unidades navales y aeronavales intervinientes, sus características y sus respectivos comandos, se encuentran en el apartado 3.1.
La acción antisubmarina en Golfo Nuevo II se llevó a cabo entre el 30 de enero y el 26 de febrero de 1960, desarrollándose en cuatro fases bien diferenciadas:
Primera fase: Contacto inicial
El 30 de enero de 1960 a las 09:10, los patrulleros de la Escuadrilla de Instrucción detectaron un submarino desconocido en aguas interiores del Golfo Nuevo, cerca de su boca. Pese a los intentos de comunicación y los reiterados pedidos de identificación, no hubo respuesta alguna.
Autorizada la persecución, el submarino fue atacado por los patrulleros ARA "Murature" y ARA "King". Durante la maniobra, la nave enemiga aparentó facilitar el contacto, pero exhibió una notable superioridad en maniobra y velocidad, arrastrando a sus perseguidores mar adentro. La persecución llevó a los patrulleros más allá de las 12 millas de la costa.
(Nota del Autor: En 1960, Argentina establecía el límite de sus aguas territoriales en 3 millas náuticas. Según las normativas internacionales, el "paso inocente" de submarinos exige navegación en superficie, y el ingreso a aguas interiores está prohibido salvo en circunstancias excepcionales.)
Al salir el submarino del mar territorial argentino, las autoridades navales ordenaron suspender la persecución y regresar al Golfo Nuevo.
Esa misma noche, mientras la escuadrilla navegaba de regreso a Puerto Madryn, se obtuvo un nuevo contacto dentro del golfo, lo que generó sospechas de la presencia de otro submarino. En respuesta, se realizaron varios ataques, con apoyo de un avión P-2V Neptune, que fue enviado en respaldo de los patrulleros. Durante estos enfrentamientos, la embarcación detectada pareció perder capacidad de maniobra, lo que indicaría que sufrió daños ya sea en persecuciones anteriores o en los ataques recientes.
En ningún momento el submarino utilizó sus armas ni intentó identificarse.
Tras perder el contacto, la escuadrilla retomó el patrullaje en la boca del golfo durante la noche, con el apoyo de un avión PBM-Martin Mariner. En este punto se registraron nuevos contactos y ataques, marcando el inicio de la siguiente fase.
Segunda fase: Maniobras evasivas
En esta etapa, el operativo se intensificó con la incorporación de mayor cantidad de unidades de superficie y aéreas. Se registraron numerosos contactos de corta duración, lo que llevó a los comandantes de los patrulleros a suponer la presencia de dos submarinos.
Uno de ellos parecía averiado, intentando por todos los medios romper el contacto y evadir a las fuerzas argentinas. El otro realizaba maniobras de distracción, aparentemente con el propósito de aliviar la presión sobre el primero.
Los comandantes interpretaron esta fase como una operación evasiva, posiblemente con el objetivo de recuperar al submarino dañado o permitirle permanecer en aguas protegidas hasta encontrar el momento propicio para su escape.
En varias oportunidades, el submarino emergió parcialmente a la superficie, permitiendo su clasificación como un contacto positivo.
Tercera fase: Intento de escape
Durante esta fase, las acciones se trasladaron fuera de la zona utilizada en la Segunda Fase. La actividad registrada sugiere un intento de escape del incursor, lo que llevó a un reajuste en las estrategias de persecución.
Cuarta fase: Ausencia de contacto
Hacia el final del operativo, los contactos fueron cada vez más esporádicos, hasta volverse indeterminados o nulos. Se realizaron extensos rastrillajes en la zona para confirmar la ausencia de submarinos en el Golfo Nuevo.
El Teatro de Operaciones: Golfo Nuevo
El Golfo Nuevo es un cuerpo de agua protegido, con fuertes mareas patagónicas que afectan las aguas superficiales, pero impactan poco en las profundidades.
Su forma es elíptica, con una extensión este-oeste de 37 millas náuticas, entre Puerto Madryn y su boca, que lo conecta con el Océano Atlántico a través de un estrecho de apenas 8,5 millas náuticas.
El ancho máximo del golfo es de 26 millas náuticas, presentando una geografía similar a una gran batea plana. En su centro, alcanza una profundidad máxima de 159 metros, mientras que en su boca el fondo marino tiene aproximadamente 50 metros de profundidad, coincidiendo con las profundidades de la zona costera mar afuera.
Debido a las fuertes mareas de 4 a 5 metros, las aguas del golfo suelen ser turbulentas y difíciles de navegar, especialmente en superficie.
Patrullero P-20 ARA "Murature", cabeza de serie de la Clase homónima.
Los fondos marinos son en general favorables para el asentamiento de submarinos (limo, arcilla y pedregullo). En el centro del golfo, la zona de más de 100 mts. de profundidad ocupa alrededor del 75% de la superficie navegable. Posee tres grandes cañadones (o valles) submarinos en el extremo oeste de la zona y un cuarto sobre la boca, que permiten -no sin riesgo- el ocultamiento de unidades submarinas y su salida al exterior. Este dato permitiría interpretar el porqué de las zonas preferidas por el submarino para ocultarse y la concentración de contactos, ataques y avistajes en superficie cercanos a la costa oeste. Los he bautizado como cañadones ALFA, BRAVO, CHARLIE Y DELTA.
Patrullero P-21 ARA "King" Clase "Murature" navegando en aguas del Río de La Plata.
Características del fondo marino y zonas de ocultamiento
El lecho marino del Golfo Nuevo presenta condiciones favorables para el asentamiento de submarinos, con una composición de limo, arcilla y pedregullo que facilita la maniobra y el ocultamiento.
En el centro del golfo, las áreas con profundidades superiores a 100 metros abarcan aproximadamente el 75% de la superficie navegable, proporcionando un amplio espacio para operaciones submarinas.
El golfo cuenta con tres grandes cañadones submarinos en su extremo oeste y un cuarto cañadón en la boca del golfo, los cuales ofrecen posibles rutas de escape y zonas de ocultamiento, aunque su uso no está exento de riesgos.
Estos accidentes geográficos explicarían la predilección del submarino por determinadas áreas para ocultarse, así como la concentración de contactos, ataques y avistamientos en superficie en las proximidades de la costa oeste del golfo.
Para una mejor referencia operativa, he designado estos cañadones con los nombres: ALFA, BRAVO, CHARLIE y DELTA.
Lockheed
P-2V-5 Neptune de la Primera Escuadrilla Aeronaval de Exploración del
Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina, que operó 16 unidades
de diferentes subtipos.
Evaluación de contactos y medios de combate
Finalizadas las operaciones, y ante la gran cantidad de contactos registrados en un contexto donde la persecución antisubmarina fue llevada a cabo inicialmente por buques poco aptos y tripulados por personal sin adiestramiento especializado, se decidió establecer en tierra una Oficina de Evaluación de Contactos A/S.
Este equipo estuvo compuesto por oficiales con amplia experiencia en guerra antisubmarina, quienes definieron los criterios para clasificar los contactos detectados durante la operación:
POSITIVO: Confirmación visual del submarino mediante la observación de parte de su superestructura, snorkel, periscopios o mástiles.
PROBABLE: Datos sónicos o electromagnéticos que indican con alta certeza la presencia de un submarino.
POSIBLE: Contacto que, tras descartar fenómenos de transmisión subacuática (ejemplo: cardúmenes, ballenas, accidentes geográficos submarinos), podría corresponder a un submarino.
NO-SUB: Contactos descartados debido a la falta de evidencia concluyente.
Medios de detección
El SONAR fue el principal sistema de detección empleado. El equipo utilizado emitía ondas sonoras subacuáticas de 2.000 ciclos de frecuencia, generadas por un transductor orientable protegido por un domo retráctil, diseñado para minimizar la interferencia de los flujos de agua.
El principio de operación se basaba en la medición del tiempo transcurrido entre la emisión de las ondas y la recepción de su eco, lo que permitía calcular la distancia del blanco. La orientación del transductor proporcionaba el azimut del objetivo, es decir, su dirección relativa.
Además, los equipos contaban con capacidad de escucha de ruidos subacuáticos (hidrofonía), aunque su efectividad era muy limitada.
Para la planificación y ejecución de los ataques, la posición del submarino se representaba en una mesa de ataque (plotting), donde se actualizaba en tiempo real la ubicación del blanco.
El modelo de sonar estándar utilizado por los buques intervinientes fue el QCTA/SA, de fabricación estadounidense. Posteriormente, algunos equipos fueron equipados con un indicador electrónico de azimut, cuya fiabilidad era baja y que, en la mayoría de los casos, no estaba instalado en los buques participantes.
Armamento antisubmarino: Cargas de profundidad
Las cargas de profundidad fueron el armamento principal utilizado en la operación. Estas armas, empleadas desde la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y ampliamente utilizadas en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), consistían en tambores con aproximadamente 100 kg de explosivo que podían ser lanzados de dos maneras:
Por la popa, mediante rampas o rieles.
Por los costados, mediante lanzadores fijos con morteros de carga.
Los buques de la época solían contar con dos o más lanzadores por banda.
Cada carga de profundidad estaba equipada con una espoleta hidrostática ajustable, permitiendo su detonación a profundidades programadas en intervalos de 50 pies (aproximadamente 15 metros), con un máximo de 300 pies (aproximadamente 100 metros).
Sin embargo, considerando que el 75% del área navegable del Golfo Nuevo tenía profundidades superiores a 100 metros, gran parte de la zona operativa quedaba fuera del rango efectivo de estas armas. (Cabe recordar que la profundidad central del golfo alcanzaba los 150 metros.)
Las cargas de profundidad eran más efectivas cuando explotaban por debajo del submarino, ya que la onda expansiva se combinaba con la formación de una burbuja de gases, generando un efecto de martinete que podía colapsar el casco del objetivo.
Buque Taller Q-21 ARA "Ingeniero Iribas".
Limitaciones de las armas antisubmarinas y uso de tecnología aérea
Es importante destacar que los submarinos convencionales de la Segunda Guerra Mundial tenían una profundidad máxima de inmersión de aproximadamente 130 metros. Sin embargo, los modelos más avanzados desarrollados en la posguerra superaban ampliamente esta cifra, lo que reducía significativamente la efectividad de las cargas de profundidad utilizadas en la operación.
Para complementar estos medios, se incorporó un arma más moderna: el "Erizo", que entró en acción tras la llegada al teatro de operaciones de las fragatas ARA "Hércules", ARA "Sarandí" y ARA "Santísima Trinidad", que contaban con este sistema.
El "Erizo" era una plataforma metálica instalada en la proa del buque, capaz de lanzar simultáneamente 24 cargas explosivas de aproximadamente 35 kg, con una forma hidrodinámica que facilitaba su trayectoria bajo el agua. A diferencia de las cargas de profundidad tradicionales, estas detonaban por contacto directo con el blanco.
Al impactar el agua, las cargas formaban un patrón circular de aproximadamente 60 metros de diámetro. El alcance máximo del sistema era de 120 metros, lo que permitía al atacante disparar desde la proa, aumentando las posibilidades de impactar un submarino detectado.
Armamento y tecnología aérea
Los aviones navales que participaron en la operación disponían de sistemas de armas más modernos que los buques.
Los PBM Mariner y P-2V Neptune, recién incorporados a la Aviación Naval Argentina, estaban equipados con:
Radar de exploración: más eficaz en la detección de periscopios y schnorkels debido a su menor longitud de onda.
Sistema de sonoboyas con receptor: permitía detectar sonidos subacuáticos y transmitir la señal al operador en la aeronave.
Sistema de detección magnética (MAD): capaz de registrar anomalías en el campo magnético terrestre, indicando la posible presencia de un submarino.
No obstante, una limitación clave de estos aviones era la ausencia de torpedos buscadores, indispensables para aprovechar al máximo sus sistemas de detección.
En cuanto al armamento, podían lanzar bombas antisubmarinas de 200 libras equipadas con espoletas hidrostáticas, diseñadas para detonar a cierta profundidad bajo el agua. (1 libra = 0,450 kg).
Por su parte, los F4U Corsair estaban equipados con:
Radar de navegación.
Miras para lanzamiento de bombas antisubmarinas de 200 libras.
Cohetes de 5” con espoletas retardadas, cuya efectividad bajo el agua era limitada a 10-15 metros de profundidad.
Estos aviones eran guiados por radio desde los buques que contaban con capacidad de detección submarina, optimizando la coordinación en el ataque.
Sonoboyas: Tecnología de detección acústica
Las sonoboyas fueron otro recurso clave en la operación. Estos dispositivos consistían en equipos flotantes con receptores hidrofónicos, lanzados desde aeronaves para detectar ruidos subacuáticos, incluyendo las señales acústicas de submarinos en movimiento.
Una vez desplegadas, las sonoboyas transmitían señales de radio con la información captada, permitiendo a los operadores aéreos monitorear y triangular la posición del objetivo.
A pesar de la tecnología empleada, las limitaciones en armamento y detección hicieron que la operación se desarrollara en un contexto de alta incertidumbre táctica, con un enemigo evasivo y con tecnología potencialmente superior.
Martin
PBM-5 Mariner de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Patrulla del
Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina que llegó a operar 8
aeronaves de este tipo.
Desarrollo de la Primera Fase y evaluación de contactos
El uso de sonoboyas permitió obtener una ubicación aproximada del blanco, suficiente para realizar ataques con torpedos buscadores lanzados desde el aire. Sin embargo, los torpedos recién fueron provistos hacia finales de la Fase III, gracias a una operación de asistencia de los Estados Unidos.
En esta instancia, se lanzaron dos torpedos Mk-43, aunque sin resultados concluyentes. A pesar de ello, las sonoboyas fueron clave para guiar a los buques de superficie, permitiéndoles intentar obtener contacto con sus sonares y confirmar detecciones del sistema MAD (Magnetic Air Detection, detección magnética aérea).
El MAD fue empleado con éxito por los P-2V Neptune, aunque su efectividad se vio limitada por la falta de experiencia y entrenamiento del personal en su uso. Se carecía de cartas de falsos blancos, lo que dificultaba la diferenciación entre contactos reales y anomalías naturales, como concentraciones de hierro en el lecho marino o restos de buques hundidos.
A pesar de estas dificultades, el MAD generó varios contactos posibles, que a su vez facilitaron la detección y confirmación de blancos mediante los sonares de los buques de superficie.
Duración y desarrollo de la Primera Fase
La Primera Fase se extendió por 36 horas y 40 minutos, desde las 09:10 del 30 de enero de 1960 hasta las 21:50 del 31 de enero.
Durante este período se registraron aproximadamente 40 contactos de sonar, tanto activo como pasivo (escucha hidrofónica), lo que derivó en 21 acciones antisubmarinas por parte de los patrulleros ARA "Murature" y ARA "King".
En estas acciones se realizaron:
6 ataques con rosa completa de cargas de profundidad.
4 ataques con rosa reducida.
5 lanzamientos de cargas intimidatorias.
Adicionalmente, intervinieron un avión antisubmarino P-2V Neptune y un PBM Mariner, que realizaron 11 ataques con bombas antisubmarinas.
La Armada de los EE.UU. envió un avión de transporte Globemaster, con una comisión de 13 expertos en guerra antisubmarina y equipamiento especializado. Lamentablemente, esta misión tuvo un desenlace trágico: en su viaje de regreso, el avión colisionó con una aeronave comercial a la entrada de Río de Janeiro, causando la muerte de 8 de sus ocupantes. El jefe de la misión, el Capitán USN Ray Pitts, logró sobrevivir.
Situación táctica y fuerzas intervinientes
Los contactos y ataques registrados en la mañana del 30 de enero llevaron a la escuadrilla fuera del Golfo Nuevo, más allá de las 12 millas náuticas, lo que hizo suponer que el submarino había abandonado la zona. Sin embargo, durante la noche, las detecciones se reanudaron dentro del golfo, lo que indicaba la posible presencia de otro submarino o el regreso del mismo.
Durante toda esta fase operaron las unidades que habían realizado la primera detección:
Patrulleros:ARA "Murature" y ARA "King".
Destructor:ARA "Cervantes".
Aeronaves:
PBM Mariner.
P-2V Neptune de la Base Aeronaval Comandante Espora.
Escuadrilla de F4U Corsair, incorporada al final de la fase.
Los cadetes que participaron en estas acciones enfrentaron condiciones adversas, operando con equipamiento deficiente y sin entrenamiento especializado en guerra antisubmarina. A pesar de ello, lograron obtener mejores resultados en la fase siguiente, a medida que se optimizaban los procedimientos y se reforzaban los medios disponibles.
La
fragata antisubmarina P-33 ARA "Sarandí", era una unidad Clase
"Tacoma", la PF-65 USS Uniontown ex-US Navy que operó brevemente al
servicio norteamericano, entre 1944 y 1945, antes de ser transferida a
la Armada Argentina en 1947 para permanecer operativa hasta 1967.
Aquí tienes el texto reescrito con una redacción más clara, objetiva y estructurada, eliminando juicios de valor y manteniendo el enfoque técnico e histórico.
Desarrollo de la Fase III y evaluación de contactos
La tercera fase de la operación tuvo una duración de 9 días, desarrollándose entre las 07:58 del 11 de febrero y las 06:00 del 19 de febrero de 1960. Durante este período, se registraron aproximadamente 35 contactos submarinos, la mayoría en las mismas dos áreas clave de la fase anterior:
Costa sur del Golfo Nuevo, entre Punta Este y Punta Ambrosetti.
Boca del golfo, con algunas detecciones dudosas en la zona norte.
Se llevaron a cabo 31 acciones antisubmarinas, que incluyeron:
17 ataques con cargas de profundidad.
5 ataques con "Erizo" (armamento antisubmarino de proa).
1 ataque con artillería Bofors 40/60.
4 ataques con bombas antisubmarinas lanzadas desde el aire.
2 ataques con torpedos buscadores Mk-43.
Unidades que Intervinieron en la Fase III
Durante este período, la Fuerza de Tareas 23 quedó conformada por un importante refuerzo de unidades de superficie y aeronaves antisubmarinas:
Unidades de superficie:
Patrulleros: ARA Murature, ARA King.
Corbeta: ARA República.
Fragatas: ARA Azopardo, ARA Hércules, ARA Sarandí, ARA Santísima Trinidad.
Destructores: ARA Buenos Aires, ARA Entre Ríos, ARA Santa Cruz, ARA San Juan, ARA San Luis.
Durante esta fase, la incorporación de buques más modernos y mejor equipados para la guerra antisubmarina permitió realizar un análisis más preciso de los contactos y de la efectividad de las acciones llevadas a cabo.
Sin embargo, se mantuvieron algunos factores negativos que ya habían afectado la evaluación en la fase anterior:
Acción en zonas de baja profundidad, lo que dificultaba la maniobra y el uso de ciertos equipos.
Poca precisión cartográfica y desconocimiento detallado del relieve submarino.
Condiciones batitérmicas adversas, con una napa térmica entre 15 y 42 metros de profundidad, lo que afectaba la propagación del sonido.
Fenómeno de "canalización" acústica, que limitaba la efectividad de la detección por sonar. (Nota: La canalización del sonido ocurre cuando las ondas acústicas quedan atrapadas en una capa de agua debido a diferencias de temperatura o la presencia de fondos marinos duros, dificultando la localización precisa del blanco.)
Debido a estas limitaciones, la mayoría de los contactos fueron clasificados como "POSIBLES", con pocos registros "PROBABLES". No obstante, se confirmaron cuatro contactos "POSITIVOS", lo que sugiere que varios de los "POSIBLES" podrían haber sido efectivamente submarinos.
Uno de los eventos más relevantes de la fase fue la Acción N° 37, en la que se observaron impactos de artillería en la torreta de un submarino, lo que podría haber causado daños en su snorkel, periscopios, radar o antenas de contramedidas.
Análisis estratégico de la Fase III
La fase se caracterizó por:
Refuerzo de las unidades de la Flota de Mar, con la incorporación de fragatas modernas.
Cambio en la distribución de contactos, con un aumento en la boca del golfo, posiblemente debido a ecos de fondo o maniobras evasivas del submarino.
Aumento de detecciones en aguas someras, lo que sugiere que el submarino buscaba autoprotección en cañadones submarinos. (Aunque esta táctica es poco común, ya que operar en bajas profundidades representa un alto riesgo para un submarino, según expertos en la materia.)
Reducción de la velocidad en inmersión, pasando de más de 17 nudos a alrededor de 10 nudos, lo que podría indicar averías en el sistema de propulsión o en el snorkel.
Incorporación de sistemas de detección más avanzados, como:
Sonoboyas.
Detección magnética (MAD) en aviones P-2V Neptune y PBM Mariner.
Lanzadores "Erizo" en las fragatas.
Primeras señales de posibles averías en el submarino, incluyendo:
Manchas de aceite en la superficie.
Burbujas de aire o "falsos blancos", que podrían haber sido resultado de averías o una estrategia para confundir a los atacantes.
Las detecciones en zonas de poca profundidad, descartando la presencia de cetáceos, reforzaron la hipótesis de la presencia de dos submarinos:
ALFA: Detectado repetidamente cerca de Puerto Madryn, operando a 10 nudos.
BRAVO: Maniobrando en la boca del golfo, con una velocidad de 17 nudos.
Si bien esta hipótesis nunca fue confirmada con certeza, la distribución de los contactos y las maniobras evasivas sugerían la posibilidad de dos unidades trabajando en conjunto.
Logística y sostenimiento de la operación
El alto consumo de combustible y municiones obligó a reforzar la logística de la Fuerza de Tareas 23. Se adoptaron las siguientes medidas:
Incorporación del buque tanque ARA "Punta Ninfas" para el reabastecimiento de las unidades navales.
Puente aéreo con la Base Naval de Puerto Belgrano para el reabastecimiento de cargas de profundidad.
Abastecimiento de víveres y agua en Puerto Madryn.
Como anécdota, ante la escasez de alimentos, los cadetes idearon un improvisado método para hacer más comestibles las galletas marineras, mojándolas en agua salada y tostándolas. (Según el testimonio de un cadete de la época, hoy almirante retirado, el resultado era sorprendentemente bueno.)
Conclusión de la Fase III
El esfuerzo sostenido de los patrulleros Murature y King, junto con la fragata Sarandí, requirió reparaciones de emergencia, lo que los obligó a retirarse momentáneamente de la acción.
A partir del análisis de la operación y la concentración de contactos en ciertas áreas, se definieron tres prioridades tácticas:
Patrullar la boca del Golfo Nuevo ante una posible evasión del submarino.
Cubrir la costa sur y oeste del golfo, en las proximidades de Puerto Madryn, con dos buques.
Reforzar con la fragata Hércules a los patrulleros Murature y King, debido a sus limitaciones de armamento.
El conocimiento actual sobre los cañadones submarinos refuerza la validez de estas decisiones tácticas.
La operación continuaría con la Fase IV, la cual marcaría el desenlace de esta compleja y extensa cacería antisubmarina en aguas argentinas.
Tras un informe del Pentágono de noviembre de 2022
sobre el desarrollo militar de China, en el que se utilizó el término
"sistemas aéreos no tripulados", este adjetivo se ha convertido en una
alternativa cada vez más de moda al descriptor, antes dominante, "no
tripulado". El término se ha utilizado en publicaciones de defensa del Departamento de Defensa , la OTAN y el Congreso , por contratistas de defensa como Lockheed Martin y entre autores intelectuales de defensa populares; un analista muy respetado declaró: "Es oficial: ahora se trata de vehículos 'no tripulados', no 'no
tripulados'". La preocupación parece ser que la terminología desclasada
"no tripulado" resulta problemática en la fuerza actual, integrada por
género. La representación importa, y los vehículos no tripulados excluyen.
Aunque
buscar alternativas más precisas y neutrales en cuanto al género a "no
tripulado" no es malo —y este término sin duda tiene sus propios
defectos—, reemplazarlo por "no tripulado" es más perjudicial que
beneficioso. El problema radica en que los vehículos "no tripulados"
tienen tripulaciones, a veces bastante numerosas. Ignorar la naturaleza
tripulada de los drones corre el riesgo de distorsionar nuestra
conceptualización —y, en consecuencia, de inhibir la planificación de su
empleo e integración en las operaciones militares—, además de generar
una confusión innecesaria. Por otro lado, analizar cómo cambia la
composición de las tripulaciones de drones con el tiempo es fundamental
para comprender sus implicaciones de seguridad a largo plazo.
En Ucrania, un equipo de drones con vista en primera persona (FPV) normalmente consta de tres o cuatro personas: no solo un piloto, sino también especialistas en inteligencia,
vigilancia y reconocimiento, personal de mantenimiento y observadores.
Estos equipos también mantienen una importante capacidad de guerra electrónica, tanto para garantizar que los drones aliados sigan volando como para
proporcionar contramedidas contra los drones rusos. En este sentido, a
pesar de que los drones FPV, como los cuadricópteros, a menudo se
consideran de forma diferente a los drones de ala fija, mucho más
grandes y caros, no son muy distintos. La Fuerza Aérea de los EE. UU.
afirma que, para el MQ-9A Reaper, "la tripulación básica consta de un
piloto cualificado para controlar la aeronave y comandar la misión, y un
miembro de la tripulación alistado para operar los sensores y guiar las
armas". Del mismo modo, en el Reino Unido
, el Reaper requiere "una tripulación compuesta por un piloto, un
operador de sensores y un coordinador de inteligencia de la misión". Los
equipos de analistas de inteligencia también pueden proporcionar apoyo,
analizando la gran cantidad de datos que recopilan los drones. Así, si
la Fuerza Aérea adoptara la nueva terminología de moda, se encontraría
describiendo “la tripulación básica” del MQ-9A Reaper “sin tripulación”,
lo que tiene poco sentido.
Según su estricta definición de diccionario
, una tripulación es "un grupo de personas que trabajan juntas,
especialmente todos aquellos que trabajan y operan un barco, aeronave,
etc." Aunque claramente "tripulación" se usa para referirse a individuos
que trabajan en la plataforma, el ejército usa frecuentemente el
término para referirse a equipos fuera de una plataforma. Tanto el Ejército como la Infantería de Marina
se refieren a "tripulaciones de mortero", a pesar de que los operadores
no están en una plataforma. La Fuerza Aérea también se refiere a los
equipos de pilotos de drones como "tripulaciones aéreas", y también usa
el término "tripulaciones de tierra" para las personas que brindan
tareas de apoyo críticas como mantenimiento, reabastecimiento de
combustible y asegurarse de que las aeronaves tripuladas tradicionales
no choquen entre sí. Para ser justos con los defensores de "sin
tripulación", en un contexto naval "tripulación" se refiere más
típicamente al personal de a bordo, aunque, como veremos más adelante,
la continua aparición de drones de superficie y submarinos puede
desafiar este uso.
Los
debates sobre definiciones pueden parecer demasiado pedantes (y es
justo), pero tienen serias implicaciones en el mundo real. Debatir la
composición de las tripulaciones de apoyo de drones es fundamental para
comprender sus implicaciones en la guerra. He aquí cinco razones:
En primer lugar, un argumento importante a favor del impacto de los drones es su costo relativamente bajo
en comparación con los sistemas tripulados. Sin embargo, el costo de la
tripulación puede cambiar significativamente la ecuación. Un dron FPV
podría costar tan solo $500, pero cada vez más, ambos bandos del
conflicto entre Ucrania y Rusia atacan a sus tripulaciones. Un dron no
tiene familia ni hijos, por lo que destruirlo implica un costo menor que
eliminar a la tripulación humana que lo sustenta. El costo de la
tripulación también puede ser un gasto financiero significativo: un informe de Time de 2012
reveló que una patrulla aérea de combate típica de un MQ-9A Reaper de
la Fuerza Aérea contaba con al menos 171 efectivos de apoyo, incluyendo
numerosos miembros del personal de control de misión, lanzamiento,
recuperación, mantenimiento y explotación. Junto con varios costos de
hardware, el resultado es que los costos operativos anuales de una
unidad Reaper son "aproximadamente cuatro veces" mayores que los de un
F-16 o un A-10.
En
segundo lugar, otro argumento importante a favor del impacto de los
drones en la guerra es que la reducción de los costos de personal podría
favorecer a los estados con menos personal militar, ya que pueden usar
grandes cantidades de drones para compensar la menor cantidad de
personal. Sin embargo, si los drones aún requieren un personal
considerable para funciones de apoyo, esto debilita la ventaja. Los
ejércitos pequeños aún necesitarían reclutar, entrenar, equipar,
organizar y apoyar a todo el personal que apoya las operaciones con
drones.
En
tercer lugar, una mayor integración de la inteligencia artificial y la
autonomía podría cambiar la composición de dichas tripulaciones. Los
drones que dependen menos del espectro electromagnético para el mando y
el control necesitarán menos apoyo del personal de guerra electrónica,
mientras que los drones que utilizan navegación inercial podrían
necesitar menos apoyo de navegantes humanos y depender menos del GPS. La
forma exacta de equilibrar las habilidades necesarias en las unidades
de drones será, casi con toda seguridad, un proceso continuo y
adaptativo que cambiará a medida que evolucionen la doctrina, los
conceptos y la tecnología de aliados y adversarios.
En
cuarto lugar, a medida que los drones operan cada vez más en ámbitos
distintos al aéreo, la gestión de sus tripulaciones probablemente se
convierta en un desafío significativo y crítico. Si un gran vehículo de
superficie no tripulado necesita reparaciones, reabastecimiento de
combustible o reabastecimiento de cargadores en medio del océano, ¿quién
lo hará? Se necesitará una tripulación de apoyo humano durante mucho
tiempo, quizás hasta que madure el campo de la robótica humanoide. La
integración de estas tripulaciones tiene implicaciones significativas
para los conceptos operativos relacionados con su uso. Por ejemplo, a
medida que los drones terrestres se incorporan cada vez más al campo de
batalla, podrían integrarse en equipos tripulados y no tripulados con
vehículos tripulados como apoyo. La interacción de los operadores
humanos con los drones y su apoyo es una cuestión crucial y relevante,
con importantes implicaciones en el campo de batalla. Durante la Segunda
Guerra Mundial, tanto Francia como Alemania utilizaron tanques, pero
Francia los utilizó como apoyo de reconocimiento y de infantería,
mientras que Alemania los utilizó para penetrar las líneas defensivas
francesas. Una posible gran ventaja de los drones terrestres reside en
su capacidad para actividades como la ruptura de líneas defensivas con
un riesgo limitado para los humanos que prestan apoyo. Sin embargo, la
forma en que las tripulaciones tripuladas manejen, mantengan y organicen
el enjambre no tripulado será sin duda crucial para el éxito o el
fracaso.
Finalmente,
todos estos problemas tienen importantes implicaciones posteriores para
los procesos de entrenamiento, la composición de las fuerzas, la
protección de las fuerzas, la composición de las unidades, la doctrina y
los conceptos. El tamaño, la composición y la capacidad de ataque de la
tripulación de drones afectarán dónde y cuándo se desplegarán, así como
el tipo de habilidades y entrenamiento que necesitan. Estas decisiones
tienen implicaciones operativas y estratégicas: si las tripulaciones de
drones están atrincheradas en una base, ¿por qué no centrarse en atacar
la base con ataques de largo alcance en lugar de combatir los drones? Y
si el personal adversario está menos concentrado en el frente de
batalla, ¿no debería la adquisición de armas y las tácticas, conceptos y
estrategias relacionadas centrarse en opciones de ataque de mayor
alcance para atacar donde se encuentran las personas?
Para
ser claros, nada de esto implica que los términos actuales deban
permanecer iguales, o que una alternativa neutral en cuanto al género
sea necesariamente algo malo. Los sistemas "no tripulados" pueden no
tener personas en la plataforma, pero aún tienen todo tipo de personal
de apoyo externo, por lo que tampoco son realmente "no tripulados". La
ligera ventaja de los sistemas "no tripulados" es que la confusión ya es
un costo hundido y la redacción no entra en conflicto con términos
establecidos como "tripulación de tierra", "tripulación de mortero" o la
"tripulación aérea" terrestre de los drones de la Fuerza Aérea. La
Fuerza Aérea podría preferir "vehículo pilotado remotamente", pero eso
también se desmorona a medida que los drones se vuelven más autónomos,
con menos (o incluso ningún) pilotaje remoto necesario. Tampoco puede
funcionar bien como un término conjunto: ¿Habrá soldados de infantería
del Ejército "pilotando" tanques de drones?
Personalmente,
todo esto explica por qué prefiero el término "drones", ya que no es
tan confuso (aunque impreciso), se entiende comúnmente y, además,
resulta ser neutro en cuanto a género. Otra alternativa son los
vehículos "deshabitados", utilizados ocasionalmente por el ejército, la NASA y publicaciones de centros de investigación. Aunque se usa mucho menos en comparación con los vehículos "no
tripulados", los vehículos "sin tripulación" o los drones, el término
tiene la ventaja de destacar el aspecto principal de estas plataformas:
no hay nadie a bordo. Además, se conserva el acrónimo (francamente
incómodo) UxS/UxV.
Si
bien el deseo de una terminología neutral en cuanto al género podría
contribuir a la inclusión, apoyando una fuerza más integrada y eficaz,
no debería ir en detrimento de la claridad en la comprensión del entorno
operativo. Desafortunadamente, el uso, aunque pequeño pero creciente,
de sistemas "sin tripulación" provoca precisamente eso. Debemos cambiar
de rumbo.
El Regimiento de Caballería de Tanques 8 llevó a cabo un intenso período de adiestramiento operacional, orientado a consolidar sus capacidades de combate y fortalecer el alistamiento de su personal y de los medios blindados.
Las actividades incluyeron fases de alistamiento, marchas tácticas, ocupación y abandono de zonas de reunión, así como la aplicación de procedimientos de combate a nivel sección de tanques.
En
la segunda mitad de la década de 1930, el concepto de un planeador
motorizado para tareas de transporte cobró impulso en la URSS. Un diseño
del Instituto de Leningrado para la Flota Aérea Civil sería la primera
de las propuestas en volar, recibiendo el nombre de LEM-3. El LEM-3
contaba con un ala enorme y cónica de alta relación de aspecto, tren de
aterrizaje fijo y un fuselaje largo y espacioso. La tripulación,
compuesta por dos personas, se sentaba en una cabina abierta en el morro
con un motor de 100 hp delante, y cuatro compartimentos de carga
situados detrás proporcionaban espacio para hasta 700 kg de carga u ocho
hombres. Estos compartimentos estaban colocados uno al lado del otro,
ocupando el fuselaje central y extendiéndose hacia las alas. El LEM-3
despegó en 1936. Podía despegar por sus propios medios con una carga
útil modesta, pero requería remolque para despegar a plena carga. Sin
embargo, el LEM-3 superaría las pruebas. Finalmente, se estrellaría
durante un vuelo de tránsito entre Moscú y Leningrado. Para entonces, el
concepto de planeador motorizado había perdido su atractivo, por lo que
el LEM-3 no fue restaurado.
Antonov LEM-2
El
otro concepto de planeador motorizado en volar también tendría la
distinción de ser el primer avión motorizado diseñado por Oleg Antonov.
El planeador de Antonov, el LEM-2, tenía un diseño mucho más poco
convencional. El LEM-2 consistía en una sección de ala grande y gruesa
con un perfil aerodinámico especialmente diseñado para transportar a la
tripulación y la carga. La cola se sostenía sobre dos brazos que se
extendían hacia atrás desde el ala, y un motor de 100 hp se ubicaba en
el morro. Se colocaron nueve compartimentos de carga en todo el avión,
lo que proporcionaba una capacidad de carga útil de 1280 kg. Las pruebas
comenzaron en abril de 1937, y el LEM-2 demostró la capacidad de
despegar a plena carga. Aunque el LEM-2 demostró ser mucho más exitoso
que sus competidores, no entraría en producción, ya que la URSS pronto
abandonaría el concepto de planeador motorizado.
Bakshaev RK
A
mediados de la década de 1930, Grigori Bakshaev concibió un concepto
inusual para una nueva ala de alta eficiencia. Mediante el uso de una
sección alar retráctil, un avión podría, en teoría, lograr una carga
alar baja para mejorar el rendimiento de despegue y aterrizaje,
manteniendo al mismo tiempo un ala eficiente de alta relación de
aspecto. Como demostrador del concepto, Bakhaev creó el RK. El RK era un
monoplano biplaza convencional propulsado por un motor radial M-11 de
100 hp. Su única característica distintiva eran las secciones
telescópicas del ala interior, que se extendían hasta aproximadamente
dos tercios de la envergadura para aumentar la superficie alar en
aproximadamente un tercio. El RK volaría en 1937, con todos los
elementos de diseño funcionando correctamente. Se descubrió que las alas
eran más fáciles de manipular en el aire que en tierra, y los efectos
del ala extendida fueron impresionantes: la velocidad de aterrizaje se
redujo de 100 km/h a 75 km/h, y las carreras de despegue y aterrizaje se
redujeron aproximadamente a la mitad. Sin embargo, con las alas
retraídas, la velocidad máxima y la autonomía mejoraron ligeramente. Con
un avión tan compacto, la mejora de la resistencia aerodinámica del ala
era bastante pequeña, pero el efecto seguía siendo significativo. Con
el concepto básico probado, Bakshaev presentó una propuesta para un
avión de alta velocidad que batiera récords en 1938, la cual obtuvo la
aprobación del gobierno.
Moskalev SAM-9 Strela
En
1936, tras recibir informes de que Estados Unidos estaba estudiando
aviones de alta velocidad con alas de baja relación de aspecto, los
funcionarios de TsAGI ofrecieron tardíamente su apoyo al proyecto de
Moskalev. Dos años después del rechazo de su SAM-4, se le ordenó
desarrollar un demostrador de baja velocidad denominado SAM-9. El SAM-9
era un avión compacto y sencillo con un ala ojival de baja relación de
aspecto. Equipado con un motor de 140 CV y tren de aterrizaje fijo, el
diseño se completó en tan solo tres días. La construcción tardó tan
solo 70 días, durante los cuales TsAGI realizó pruebas intensivas de
modelos en túneles de viento. Las pruebas finalmente comenzaron en la
primavera de 1937. Las pruebas iniciales fueron problemáticas: el SAM-9
parecía incapaz de ascender por efecto suelo. Sin embargo, pronto se
descubrió que esto se debía a las características de ala delta, lo que
significaba que el SAM-9 requería un ángulo de ataque mucho mayor (en
este caso, 22 grados) para proporcionar sustentación. Una vez
determinado esto, las pruebas fueron satisfactorias. Tras la conclusión
de las pruebas, Moskalev recibió la orden de desarrollar un interceptor
basado en el ala ojival. Desafortunadamente, debido a su preocupación
por otros proyectos más convencionales, el diseño no estaría listo hasta
1944.
Grushin Sh-Tandem
En
1937, el Instituto de Aviación de Moscú produjo un nuevo avión
experimental para cumplir con el requisito estatal de una nueva
plataforma de ataque terrestre. Con el nombre adecuado de Sh-Tandem, el
avión era un diseño biplaza con ala en tándem. En lugar de una cola
convencional, el Sh-Tandem tenía una enorme superficie horizontal de
aproximadamente el 45 % del tamaño del ala principal. Donde normalmente
se ubicaría la cola vertical había una torreta defensiva y, para
mantener despejado el campo de visión del artillero, se colocaron
timones dobles bajo el ala trasera. Inusualmente, ambas alas iban a
estar equipadas con elevadores y alerones. Tras su primer vuelo en
diciembre de 1937, el Sh-Tandem se sometió a pruebas hasta 1939. Las
pruebas fueron satisfactorias, demostrando un manejo superior al
observado habitualmente en aviones de ala en tándem, pero el diseño aún
carecía del respaldo necesario para llegar a producción.
Cheranovsky BICh-20
El
siguiente experimento de Cheranovsky con un ala volante sería el
compacto BICh-20. Este diseño compacto buscaba probar una nueva
configuración de ala triangular. El control se realizaba mediante
superficies de control tipo Junkers, diseñadas con una sección de perfil
aerodinámico invertido. Al igual que muchos de los diseños de
Cheranovsky, el BICh-20 tenía la cabina carenada en una aleta vertical y
un solo motor. En su diseño original, estaba equipado con un motor
Blackburn de 18 hp. Las pruebas comenzaron en 1938. Durante las pruebas,
se le renovó el motor con un motor de 20 hp. Las pruebas demostraron
que el BICh-20 era muy estable, especialmente en el despegue y el
aterrizaje. Este diseño serviría de base para el BICh-21, de mayor
tamaño.
Objeto Korolev 218
Poco
después de la fundación del RNII en 1933, Sergei Korolev comenzó a
trabajar en una aeronave de alto rendimiento propulsada por cohetes. A
diferencia de las propuestas anteriores de aeronaves propulsadas por
cohetes, Korolev propuso un diseño altamente avanzado, construido
específicamente para operaciones muy rápidas a gran altitud. Al
presentar su propuesta por primera vez en 1935, Korolev esperaba crear
una aeronave muy ligera (solo 640 kg en vacío) propulsada por un cohete
de 19,6 kN. Con un solo piloto en un traje presurizado, la aeronave
despegaría desde tierra, ascendiendo a 60 grados hasta una altitud de 32
km, donde se esperaba que alcanzara una velocidad máxima de más de 2500
km/h. El proyecto recibiría la designación de Objeto 218, pero
cambiaría radicalmente en los años siguientes. Se añadió una segunda
tripulación y una cabina presurizada, y se abandonaron el ambicioso
motor cohete y el rendimiento de Mach 2. Sin embargo, los objetivos de
techo de vuelo eran ambiciosos: el Objeto 218 debía alcanzar altitudes
de hasta 50 km. Desafortunadamente, el proyecto parece haber perdido
popularidad en 1938 después de que Korolev fuera arrestado como parte de
las purgas.
Korolev RP-318
Mientras
se desarrollaba el Object 218, Korolev decidió desarrollar un banco de
pruebas para los motores de cohetes. Se construyó un planeador sencillo,
originalmente denominado SK-9, diseñado para soportar una carga de
hasta 7 G (mucho mayor que la de un planeador normal) y así soportar las
fuerzas previstas. En su diseño original, el SK-9 contaba con cabinas
en tándem para dos tripulantes, pero la conversión al banco de pruebas
RP-318 supuso la sustitución de la cabina trasera por tanques de
combustible. El RP-318 se sometería a pruebas en tierra hasta 1938, con
más de 30 pruebas del motor. Sin embargo, tras el arresto de Korolev en
1938, el proyecto se suspendió. Se transfirió a otro departamento para
su finalización, requiriendo pequeñas reparaciones después de que el
propelente ácido dañara la cola. Las pruebas de vuelo finalmente
comenzaron a finales de 1938 con lastre instalado en lugar del motor,
pero no fue hasta finales de febrero de 1940 que el RP-318 finalmente
pudo volar por sí solo. Aunque la prioridad recayó en el BI
Bolkhovitinov en 1941, las pruebas del RP-318 continuaron hasta agosto
de 1941, cuando el RP-318 fue incendiado al evacuar las instalaciones de
prueba ante el avance de las fuerzas del Eje.
Bisnovat SK-1
En
1938, a Bisnovat se le permitió formar su propio OKB para construir un
avión de investigación de alta velocidad. Designado como SK-1, la idea
detrás del diseño era tener la estructura más pequeña posible y montar
el motor más potente disponible. Con la velocidad como prioridad, el
fuselaje estaba dominado por el motor M-105 en el morro. Un sistema de
refrigeración presurizado permitía un radiador de la mitad del tamaño
normal, mientras que la cabina estaba a ras del fuselaje. Para el
despegue y el aterrizaje, el piloto contaba con un asiento hidráulico
que lo elevaba y le permitía ver hacia adelante. Las pruebas comenzaron
en enero de 1939 con buenos resultados. El SK-1 tenía un manejo y una
agilidad sorprendentemente buenos a pesar de sus pequeñas alas y, lo que
es más importante, el avión era tremendamente rápido: alcanzaba una
velocidad máxima de 710 km/h (421 mph).
Boljovitinov S.
A
finales de la década de 1930, Viktor Bolkhovitinov concibió un diseño
inusual para un bombardero ligero de alta velocidad. Apodado "Sparka",
el bombardero utilizaría dos motores M-103 unidos en tándem que
impulsaban hélices contrarrotativas. Así, el Sparka contaba con un
fuselaje largo y estilizado, con la tripulación sentada en la parte
trasera, bajo una cubierta tipo invernadero. El armamento defensivo
consistía en un soporte de cola controlado a distancia. Para mitigar los
efectos negativos de las alas pequeñas, el Sparka fue equipado con
flaps de gran tamaño. La carga útil de cuatro bombas de 100 kg se
transportaría en una pequeña bodega de bombas entre el piloto y el
artillero. El Sparka realizó su primer vuelo en 1939 con un solo motor
para validar el diseño. Al año siguiente, se montó el segundo motor, lo
que permitió realizar las pruebas completas. Las pruebas fueron
satisfactorias: el Sparka era capaz de alcanzar una velocidad máxima de
570 km/h y, fuera del despegue y el aterrizaje, su manejo era bueno. Sin
embargo, la autonomía y la velocidad máxima seguían estando por debajo
de las proyecciones. Finalmente, a pesar de las pequeñas mejoras en el
diseño, el Sparka no entró en producción.
Nikitin-Shevchenko IS-1
En
1938, el ingeniero Vasili Nikitin y el piloto de pruebas Vladimir
Shevchenko se unieron para desarrollar un concepto único. Con la
esperanza de combinar las capacidades de alta velocidad de un monoplano
con el buen rendimiento en pistas cortas y ascenso de un biplano, el
equipo concibió un caza con ala retráctil. Tomando como base el fuselaje
de un I-153, el equipo reemplazó las alas para adaptarlas a su
proyecto. El ala superior era más grande en envergadura, pero más
estrecha en cuerda, mientras que el ala inferior tenía dos puntos de
plegado controlados por gatos hidráulicos. En tierra, las alas se
plegaban junto con el tren de aterrizaje, convirtiendo al IS-1 en un
biplano para despegue y aterrizaje. Sin embargo, el tren de aterrizaje
se retraía junto con el ala inferior, retirándose debajo del ala
superior, convirtiendo al caza en un monoplano para vuelo convencional.
El IS-1 se completó a finales de 1939 y voló a finales de año. La
primera transición entre vuelo biplano y monoplano tuvo lugar en junio
del año siguiente, lo que demostró la viabilidad del concepto. Sin
embargo, su rendimiento seguía siendo inferior al de los monoplanos
modernos que se desarrollaban entonces. En lugar de abandonar el
concepto, trabajaron para perfeccionar el diseño.
Polikarpov I-190
Aunque
el servicio sobre Jaljin Gol y España había confirmado el fin del
biplano, Polikarpov haría un último esfuerzo para crear un caza biplano
competitivo que complementara al I-16. Trabajando con el I-153 como
base, el I-190 se convirtió en el caza biplano definitivo. Se instaló un
nuevo motor radial M-88 de 1100 hp en el morro con una nueva cubierta, y
se realizaron varias mejoras aerodinámicas para mejorar el rendimiento.
También se modificaron las opciones de armamento: se conservaron los
cuatro ShKAS originales, pero se añadió la opción de montar dos ShVAK de
20 mm en su lugar. Las pruebas comenzaron el 30 de diciembre de 1939.
Al primer prototipo le siguió una variante refinada con cabina
presurizada y turbocompresor. Desafortunadamente, los resultados fueron
deficientes. El I-190 tenía una velocidad máxima significativamente
mayor a baja altitud (375 km/h en comparación con los 300 km/h del
I-153), pero su rendimiento seguía siendo muy inferior incluso al del
obsoleto I-16. Para entonces, el VVS ya estaba adoptando un cuerpo de
cazas monoplano, por lo que, tras el accidente del prototipo a
principios de 1941, el proyecto se abandonó.
Sistema de misiles antiaéreos Moskalev-13
El
último proyecto de Moskalev antes de la guerra sería un caza bimotor
denominado SAM-13. Con una configuración push-pull, la característica
más notable del SAM-13 era el uso de una sola cola en lugar de la doble
cola común en diseños similares. El diseño general era muy elegante, con
tren de aterrizaje retráctil y una superficie frontal muy reducida,
pero se veía limitado por sus motores: dos motores Renault de 236 CV que
impulsaban hélices bipalas. El motor trasero estaba equipado con un
sistema de parada de emergencia para permitir al piloto saltar en
paracaídas de forma segura. Las pruebas de vuelo se realizaron en 1940 y
detectaron numerosos fallos. La baja potencia del motor y la elevada
carga alar implicaban carreras de despegue largas, un rendimiento de
ascenso deficiente y un techo de vuelo bajo. Las pruebas se realizaron
con lentitud, llegando finalmente a su fin con el inicio de la invasión
alemana.
Grushin BB-MAI
Ante
la inminente guerra, el Instituto de Aviación de Moscú comenzó a
trabajar en un nuevo concepto de bombardero ligero. El BB-MAI, como se
le conocía, era un diseño biplaza propulsado por un motor M-105 y
equipado con tren de aterrizaje triciclo. A pesar de su aspecto poco
llamativo, el diseño presentaba una avanzada construcción de laminado de
madera que resultaba en un fuselaje muy ligero pero robusto. Además del
tren de aterrizaje triciclo, entre sus características destacables se
encontraban un sobrealimentador y slats en el borde de ataque. El BB-MAI
comenzó a probarse a finales de 1940. Su rendimiento fue, en general,
bueno, a pesar de todos los elementos de diseño avanzados.
Desafortunadamente, el BB-MAI despertó poco interés en el VVS, que
finalmente optó por el Ilyushin Il-2 para satisfacer sus necesidades de
bombarderos ligeros.
Nikitin-Shevchenko IS-2
Tras
la exitosa demostración del mecanismo de plegado de alas en el IS-1,
Nikitin y Shevchenko se pusieron a trabajar en la creación de un banco
de pruebas más adecuado para el servicio. Su primer intento se
denominaría IS-2. El IS-2 refinó las líneas del diseño original,
sustituyendo el fuselaje y el motor del I-153 por un radial M-88 de
menor diámetro con una cubierta rediseñada. Al despegar en 1941,
demostró un rendimiento superior al del IS-1, pero aun así no fue
suficiente para justificar el peso adicional y la complejidad del
mecanismo de plegado de alas. Finalmente, fue cancelado sin siquiera
someterse a las pruebas estatales.
Nikitin-Shevchenko IS-4
El
desarrollo final del mecanismo de plegado de alas Nikitin-Shevchenko
sería el IS-4. Una reelaboración completa de los diseños anteriores, el
IS-4 pretendía crear un diseño competitivo mediante el uso de potentes
motores en línea, ya sea el M-120 de 1650 hp o el AM-37 de 1400 hp. Un
nuevo y elegante fuselaje incorporaba una cabina cerrada, y el tren de
aterrizaje convencional de los diseños anteriores se sustituyó por un
tren de aterrizaje triciclo. El rendimiento proyectado era
impresionante: el IS-4 2 alcanzaría una velocidad máxima de 720 km/h. Al
parecer, volaría en algún momento de 1941, pero el avión y los
registros de pruebas se perdieron durante la invasión alemana.
Finalmente, el programa IS-4 terminaría allí. La desesperada situación
bélica implicaba poco tiempo y recursos para un diseño tan poco
convencional, por lo que se abandonó el concepto de ala plegable del IS.
Cheranovsky BICh-21
Tras
las exitosas pruebas del BICh-20, Cheranovsky decidió ampliar el
diseño. El BICh-21 compartiría la misma disposición general, pero
incorporaría tren de aterrizaje retráctil, timón y un motor 11 veces más
potente que el del BICh-20. Las pruebas preliminares en túnel de viento
fueron prometedoras, demostrando la solidez del diseño a pesar de una
ligera inestabilidad longitudinal que se alivió con cambios en el alerón
de cola. Los vuelos de prueba comenzaron en 1941 y se prolongaron hasta
su interrupción por la guerra. El BICh-21 demostró ser estable y fácil
de volar, estableciendo un récord de velocidad para su clase. Sin
embargo, las pruebas no se completarían debido al estallido de la
guerra.
Belyayev EOI/PBI
En
agosto de 1939, Viktor Belyayev recibió el encargo de desarrollar un
caza experimental con motor de propulsión de doble brazo. Belyayev
diseñaría una aeronave compacta con alas ligeramente en flecha, tren de
aterrizaje triciclo y una góndola de fuselaje ovalada. El piloto se
ubicaba en el extremo frontal de una cabina tipo invernadero que
proporcionaba una excelente visibilidad frontal, y el motor M-105 que
impulsaba la aeronave se ubicaba detrás de él. Paralelamente al diseño
del caza (denominado EOI), también se propuso una variante de bombardero
en picado con la designación PBI (literalmente, Caza Bombardero en
Picado). Desafortunadamente, el trabajo avanzó con lentitud y el
prototipo no estaba terminado cuando estalló la guerra en junio de 1941.
El taller de Belyayev fue desbordado en octubre, y el prototipo, junto
con la mayor parte del trabajo de diseño, se perdió.
Bakshaev RK-800
El
éxito del demostrador de ala retráctil RK impulsó a Bakshaev a
desarrollar un avión experimental más ambicioso basado en el mismo
concepto. Denominado RK-800, el nuevo avión contaba con dos alas en
tándem muy delgadas, sobre las cuales el guante alar retráctil se
extendía en toda su envergadura. Al extenderse, el ala delantera quedaba
completamente cubierta, mientras que el borde de fuga del ala trasera
quedaba al descubierto para permitir el funcionamiento de las
superficies de control. Con el guante alar retraído, la superficie alar
se reducía de 28 metros cuadrados a poco menos de 12. Equipado con un
motor M-105, el RK-800 estaba destinado a superar los 800 km/h en vuelo
nivelado. Se encargó inicialmente en 1938 para realizar pruebas en 1940,
pero el trabajo avanzó lentamente para la fecha límite de 1940; el
proyecto apenas había llegado a las pruebas a escala real en el túnel de
viento de las maquetas. Para entonces, el motor se había sustituido por
el M-106, más potente. Desafortunadamente, este motor truncó el
proyecto. El fuselaje del prototipo tomó forma con bastante rapidez,
pero importantes retrasos en el desarrollo del motor M-106 impidieron el
vuelo del RK-800. Antes incluso de que comenzara la invasión alemana,
Bakshaev fue reasignado a proyectos más urgentes y su proyecto quedó en
suspenso. Sería abandonado por completo tras la invasión.
Bereznyak-Isayev B.I.
En
1938, los ingenieros Alexander Bereznyak y Aleksei Isayev, de la
Oficina de Diseño de Bolkhovitinov, presentaron a TsAGI una propuesta
para un avión de alta velocidad propulsado por cohetes. La propuesta
obtuvo apoyo, por lo que en 1940 desarrollaron una propuesta preliminar
que requería un avión de 1500 kg para montar el motor de 1400 kgf, que
el RNII estaba desarrollando. Desafortunadamente, el desarrollo del
motor estaba ralentizando el proyecto. El motor D-1A-1100 proyectado
producía mucho menos empuje de lo esperado debido a problemas con el
sistema de compresión de combustible. Aunque al principio el proyecto
tuvo poca prioridad, las capacidades que ofrecía la propuesta del equipo
le permitieron no solo sobrevivir al caos tras la invasión alemana de
1941, sino también priorizar su desarrollo. El proyecto recibió la
designación BI y, dado que el éxito del proyecto era crucial, se utilizó
un sencillo sistema de aire comprimido para solucionar los problemas
del motor.
El
BI que tomó forma fue un diseño monoplano sencillo de ala baja. El
motor cohete se colocó en el extremo de la cola, mientras que un morro
sólido proporcionaba espacio para un par de cañones ShVAK. El fuselaje,
construido principalmente en madera, estaba lleno de tanques de
propelente. Aunque el propelente era altamente corrosivo, los tanques no
eran resistentes a la corrosión, lo que significaba que debían recibir
mantenimiento y reemplazo regularmente. Las pruebas de planeo comenzaron
en septiembre de 1941, ya que el motor aún no estaba listo, y al mes
siguiente, todo el equipo fue evacuado a los Urales. Las pruebas
estáticas del motor comenzaron poco después de la reubicación, y para
mayo de 1942 finalmente comenzaron las pruebas de vuelo.
Desafortunadamente, el combustible corrosivo dañaría gravemente la
estructura del avión, lo que obligó a retirar el primer prototipo
después de solo dos vuelos con motor. El segundo prototipo volaría en
enero de 1943, seguido por un tercero en marzo.
Las
pruebas ampliaron lentamente la envolvente de vuelo, primero alcanzando
la potencia máxima del motor y luego trabajando para alcanzar las
velocidades y tasas de ascenso máximas alcanzables. Desafortunadamente,
durante un vuelo a baja altitud y alta velocidad, el tercer prototipo se
inclinó bruscamente y se estrelló, falleciendo el piloto.
Investigaciones posteriores descubrieron que el BI perdía el control a
velocidades transónicas. Durante la investigación, el equipo desarrolló
el BI-6, cuyo objetivo era solucionar el corto tiempo de combustión del
motor mediante el montaje de estatorreactores en las puntas de las alas
del caza. Tras trasladarse a Moscú en 1944, se reanudaron las pruebas.
El BI-6 inició pruebas de planeo, pero no logró poner en marcha ambos
estatorreactores en vuelo. Mientras tanto, el otro único prototipo
propulsado, el BI-7, se equiparía con el motor RD-1. Nuevamente, el
trabajo avanzó lentamente, y no comenzaron las pruebas de vuelo hasta
principios de 1945. Finalmente, solo volaría dos veces antes de que la
corrosión lo dejara en tierra permanentemente. Desafortunadamente, los
numerosos problemas de corrosión, estabilidad y aleteo que afectaron al
programa retrasaron tanto al BI que nunca entró en servicio. En 1945,
los turborreactores estaban demostrando ser una vía más prometedora para
el desarrollo de aviones de combate, por lo que el proyecto BI llegó a
su fin.
Tikhonravov I-302
Paralelamente
al proyecto del interceptor BI, el RNII desarrollaba directamente otro
caza propulsado por cohetes. Tras el arresto de Korolev, Tikhonravov
asumió la dirección del departamento, y en 1940 se inició el trabajo en
un interceptor propulsado por cohetes con estatorreactores montados bajo
las alas. Destinado a montar el mismo motor D-1A-1100 del BI, llevaría
cuatro cañones ShVAK en el morro. Los planes originales preveían que el
I-302 fuera un monoplano de ala baja con estatorreactores montados bajo
cada ala a media envergadura y un motor cohete en la cola, pero los
retrasos en el desarrollo del estatorreactor hicieron que el proyecto se
desarrollara inicialmente como un avión propulsado exclusivamente por
cohetes. Mientras tanto, el motor se había sustituido por el RD-2, y el
desarrollo se detuvo brevemente cuando el RDII se trasladó a los Urales.
El desarrollo a gran escala no se aprobó hasta finales de 1942. Las
exhaustivas pruebas de planeo y en túnel de viento comenzaron en 1943, y
continuaron hasta 1944. El I-302 demostraba ser muy estable y fácil de
volar, pero los problemas con el motor seguían afectando el desarrollo.
Finalmente, esto supuso el fin del proyecto: en marzo de 1944, el I-302
se canceló debido a que el motor no ofrecía el rendimiento esperado.
Polikarpov Malyutka
En
junio de 1943, la Oficina de Diseño de Polikarpov (OKB) comenzó a
trabajar en un interceptor de defensa puntual propulsado por cohetes. Al
igual que otros proyectos de diseño de interceptores de cohetes de la
época, el Malyutka, como se conocía al proyecto, era un sencillo
monoplano de ala baja con dos cañones en el morro. Bastante compacto,
presentaba elementos nunca antes vistos en un diseño de Polikarpov, como
una cabina presurizada y un tren de aterrizaje triciclo. Se planeó que
alcanzara una velocidad máxima de casi 850 km/h con una autonomía de
entre 8 y 14 minutos. El trabajo, en general, marchaba bien, y el
prototipo estaba en construcción en 1944. El prototipo estaba casi
terminado cuando, el 30 de julio de 1944, Polikarpov falleció de un
ataque al corazón. Tras su fallecimiento, su OKB se integró en Lavochkin
y todos los proyectos en curso se cancelaron, poniendo fin al Malyutka.
Tomashevich Pegas
Uno
de los diseños más peculiares surgidos de la URSS durante la Segunda
Guerra Mundial fue el Pegas. A finales de 1941, el bombardeo nocturno se
había vuelto habitual, pero estas operaciones se llevaban a cabo, en
gran medida, con una amplia variedad de aeronaves obsoletas. Con la
esperanza de crear una plataforma más sencilla y económica para estas
misiones, Tomashevich recibió la orden de desarrollar un bombardero
nocturno. El Pegas resultante era increíblemente rudimentario. Se
pretendía un diseño angular de madera, muy simple, para que su montaje
fuera lo más fácil y económico posible, mientras que se desarrolló una
cabina blindada pesada para proteger al piloto. La potencia provenía de
dos motores radiales M-11, y el armamento consistía en una ametralladora
UB fija y soportes para una bomba de 500 kg o dos de 250 kg. Se
construyeron cinco prototipos, el primero de los cuales se configuró
como biplano. Las pruebas comenzaron en Siberia en 1943.
Desafortunadamente, aunque el Pegas era sorprendentemente simple y
barato, todavía no era suficiente para justificar la producción: las
tareas de bombardeo nocturno seguirían siendo el dominio de los
omnipresentes biplanos U-2, R-5 y RZ.
Gudkov Gu-VRD
En
1943, Gudkov recibió el encargo de desarrollar un fuselaje para el
turborreactor Lyuka VDR, aún en desarrollo. Como primer intento de la
URSS por desarrollar un caza a reacción, el Gu-VRD, comprensiblemente,
presentaba varias características inusuales. Aparte de una disposición
general más propia de un caza convencional con motor de pistón (basada
en gran medida en el LaGG-3), el Gu-VRD se diseñó con una disposición
escalonada, con la ventilación del motor bajo el fuselaje, y un morro
puntiagudo inusual con cuatro tomas de aire independientes. La propuesta
del proyecto, presentada al VVS en abril de 1943, exigía una velocidad
máxima de 900 km/h, un alcance de 700 km y un armamento compuesto por un
solo cañón ShVAK y una ametralladora BS. Desafortunadamente, el
programa se vio interrumpido por el fracaso de otro proyecto de Gudkov,
el caza Gu-1, que terminó en un accidente fatal. La oficina de diseño de
Gudkov se disolvió, y los continuos retrasos en el motor del Lyuka
dieron pocas razones para continuar el proyecto.
Lavochkin La-VRD
A
principios de 1944, Lavochkin inició su propio proyecto para
desarrollar un caza a reacción utilizando el mismo turborreactor VDR en
el que se basó el proyecto de Gudkov. A diferencia de Gudkov, Lavochkin
empleó un diseño mucho menos convencional, con una configuración de
doble brazo y tomas de aire laterales. El piloto se sentaba en una
cabina presurizada en la góndola central, con dos cañones NS-23 y una
placa blindada y un turborreactor Lyulka detrás. Se utilizó un tren de
aterrizaje triciclo y un perfil aerodinámico de flujo laminar. Se
consultó a TsAGI para obtener asesoramiento sobre el diseño, el cual fue
aprobado. Desafortunadamente, problemas con el motor paralizarían el
proyecto. El motor Lyulka presentaba dificultades para acelerar desde el
ralentí, y los planes preveían que el prototipo no estaría listo hasta
marzo de 1946. El trabajo de diseño del prototipo se completó a finales
de 1944, pero el proyecto se canceló pronto al decidirse a acelerar el
desarrollo del caza a reacción utilizando motores alemanes capturados.
Sukhoi Su-7
Como
parte de los esfuerzos para crear un caza provisional hasta la llegada
de los aviones a reacción, Sukhoi transformó uno de los prototipos
monoplaza de su fallido avión de ataque Su-6 en un caza propulsado por
cohetes. Denominado Su-7, se le retiró todo el blindaje y se modificó la
cola para montar un cohete RD-1. Se le proporcionó combustible para
hasta cuatro minutos de propulsión por cohete. Las pruebas comenzaron en
1944, y se observó que el motor cohete proporcionaba un impulso de
velocidad de más de 100 km/h. Sin embargo, el rendimiento sin el
propulsor cohete era mediocre en comparación con otros cazas ya en
servicio. No obstante, las pruebas continuaron hasta 1945, pero tras la
explosión del motor cohete en pleno vuelo, que causó la muerte del
piloto y la destrucción del avión, el proyecto se abandonó.