
10 de Mayo de 1940: Paracaidistas nazis descienden sobre La Haya, Holanda, para la captura de la ciudad. Hace 84 años iniciaba el horror en los Países Bajos.

Helicóptero Sikorsky H-34 utilizado para lucha antisubmarina
El Sikorsky H-34 Choctaw, designado S-58 por el fabricante, fue un helicóptero militar originalmente diseñado por Sikorsky Aircraft para la Armada de Estados Unidos como helicóptero de guerra antisubmarina (ASW).
A principios de la década de los 60 llega nuevo material a la Aviación Naval Chilena en virtud de un acuerdo con los EE.UU, incorporándose dos helicópteros Sikorsky SH-34J, aeronaves de avanzado desarrollo tecnológico para la época y que contaban con capacidad de lucha antisubmarina, los primeros medios aéreos con capacidad ofensiva con que contó la Armada desde 1930. Estos helicópteros recibieron la denominación de SH-32 y las matrículas N-51 y N-52.Con la recepción de estos helicópteros antisubmarinos se creó en 1962 el primer Escuadrón Aeronaval, denominado “Escuadrón Antisubmarino”, dependiente operativamente de la Escuadra. Sin embargo, aunque se trataba de aeronaves de excelentes capacidades operativas, resultaron algo complejas para la capacidad de apoyo logístico institucional, lo que llevó a retirarlas después de breves años de operación.

Sikorsky N-52 sobrevolando una Lancha Torpedera camuflada a finales de los 70

Bell 206 N-31 sobre la cubierta de vuelo de la fragata clase Leander Condell en sus primeros años de servicio.
Luego del paso de los Sikorsky, a fines de la década del 60 se incorporaron cuatro helicópteros Bell 206 SH-57 Jet Ranger, siendo éste el primer material propulsado por motores a turbina, contaban con capacidad de lucha antisubmarina (ASW). Estos helicópteros habrían operado embarcados en las fragatas misileras clase Lenader Condell y Lynch, además, en algunos foros se indica que también habrían sido vistos embarcados en los destructores Clase Summer Portales y Zenteno. De haberse empleado a los Bell 206 como helicópteros de lucha antisubmarina.De: Helicópteros y aviones de ataque en la Aviación Naval de Chile.
Bell 206 N-38 de la armada de Chile


En 1966 inicia sus servicios en Chile con la recepción del H-80, completando la primera dotación en 1970 con el H-91, inicialmente destinados al Grupo de Aviación N° 10. Posteriormente son traspasados dos UH-1D del Ejército chileno y matriculados H-80 en reemplazo del original que se había accidentado en Noviembre de 1971 y H-92.En 1971 se crea la Escuela de Helicópteros con los Iroquois en la Base Aérea de Maquehue encuadrados en el Grupo de Aviación N° 3, operando hasta su desactivación en 1980 y la redistribución de los UH en las unidades a lo largo del país, incluida la Antártida.Una de las misiones más notables fue la Búsqueda y Rescate de los deportistas uruguayos en 1972, cuando el Fairchild Hiller FH-227 FAU 571 que los transportaba a Chile, cayó en los faldeos del Volcán Tinguiririca en plena Cordillera de los Andes (viernes 13 de Octubre), generando una historia difícil de olvidar, dadas las características de comportamiento de los 16 sobrevivientes, el Jefe de Operaciones del Grupo Nº 10 que organizó el dispositivo de rescate, era Carlos García Monasterio (Piloto al mando del H-89)lo protagonistas de este hecho fueron principalmente los H-89, H-90 y H-91, asignados al Grupo de Aviación N° 10, los cuales fueron operados al límite de sus capacidades, con el objetivo de rescatar en el menor tiempo posible a la totalidad de los sobrevivientes.

Bell UH-1H de la FACH matricula H-80
Bell UH-1H de la FACH matricula H-81
Bell UH-1H de la FACH matricula H-82
Bell H-83 iniciando su paso en la Parada Militar 2006,abajo a la derecha, Bell 206 H-23
Bell H-85 de la Fuerza Aérea Chile, recién pintado en el esquema Naciones Unidas, ENAER, 1991.
Bell UH-1H matricula H-86 de la FACh, participó en el rescate de los cadáveres encontrados meses después del accidente de los Andes.
UH-1D de la FACH H-87, del Grupo de Helicópteros Nº 3, sobrevolando el río Imperial, en la IXª Región de la Araucanía, a fines de los 70.
Bell UH-1D de la FACH matricula H-88
UH-1H de la FACH H-89, asignado al Ala Nº 3, posado en la Base Teniente Marsh, Antártida chilena.
UH-1D de la FACH H-90 de la Fuerza Aérea de Chile
UH-1D de la FACH H-91, del Grupo Nº10 de la Fuerza Aérea de Chile

Bell de la FACH matricula H-87 artillado con lanzacohetes
En 1978 fueron dotados de armamento, adoptando una interesante gama de mimetismos para las diferentes misiones que cumplirían en un eventual conflicto con Argentina. Volando día y noche fue el encargado de trasladar las fuerzas especiales, rotar los observadores terrestres y mantener el apoyo logístico en el sector de Picton, Nueva y Lennox.
Hasta la década de 1960, solo dos unidades de la Escuadra Naval Chilena tenían la capacidad de operar helicópteros embarcados. Sin embargo, con la modernización de la flota, para mediados de los años 70, esta cifra ascendió a seis unidades habilitadas, generando la necesidad urgente de fortalecer el ala rotatoria de la Aviación Naval.
Como respuesta, en 1977, la Armada de Chile adquirió en Francia diez helicópteros SH-9 Alouette III SA 319B, los cuales comenzaron a llegar al país en 1978. Estas aeronaves fueron integradas a la Escuadra, cumpliendo un doble propósito:
El Alouette III SA 319B se distinguía por su radar montado en la parte frontal de la cabina, un rasgo característico que le otorgaba un perfil inconfundible. En combate, podía equiparse con:
El 12 de mayo de 1977, mediante la Resolución C.J.A. Ord. Nº6748/10 vrs., se formalizó la creación de tres escuadrones fundamentales para la Aviación Naval Chilena:
Los Alouette III fueron la columna vertebral del HA-1, convirtiéndose en su aeronave fundacional. Esta unidad sigue operativa hasta el día de hoy, aunque los Alouette III fueron reemplazados por los SH-32 Cougar, con mayores capacidades de combate y exploración.

Apenas unos meses después de su incorporación, la flota sufrió una tragedia. El 4 de julio de 1978, el Alouette III N-62 sufrió un grave accidente nocturno mientras despegaba desde la fragata Lynch, en la Bahía de Valparaíso. En el siniestro, perdieron la vida los pilotos Víctor Tapia y René Neumann, aunque otros dos tripulantes lograron sobrevivir.
Este incidente marcó un punto de inflexión en los protocolos de operación nocturna embarcada, destacando los riesgos que implicaban las operaciones en condiciones de baja visibilidad y sobre cubiertas reducidas.
Para finales de la década de 1980, comenzó el proceso de reemplazo del Alouette III en la Armada de Chile.
No obstante, algunos Alouette III continuaron en servicio hasta finales de la década del 90, consolidando su legado como uno de los helicópteros más versátiles y confiables de la Aviación Naval Chilena.

En el contexto del Monte Longdon durante la Guerra de las Malvinas (1982), "fly-half" fue utilizado como un nombre clave o denominación informal por las tropas británicas. Este tipo de apodo para una parte del terreno probablemente deriva de la terminología del rugby, ya que el "fly-half" es una posición estratégica clave en el juego, encargada de tomar decisiones importantes y coordinar ataques.
En términos tácticos, las fuerzas militares suelen asignar nombres o apodos a zonas específicas del terreno para facilitar las comunicaciones en combate. En el caso del Monte Longdon, es probable que el área denominada "fly-half" haya tenido alguna importancia táctica crucial, como un punto de observación, una posición defensiva o un lugar clave para maniobrar durante la batalla.
Dado que los soldados británicos, especialmente los paracaidistas, a menudo tienen fuertes vínculos culturales con deportes como el rugby, usar términos relacionados con el deporte puede haber sido una forma de hacer que las comunicaciones fueran más fluidas y familiares bajo presión. En Monte Longdon fue llamada "fly-half" esta pendiente, una cresta, o una posición fortificada.

La guerra híbrida es un enfoque de confrontación que mezcla múltiples métodos de guerra —militares, irregulares, cibernéticos, económicos y psicológicos— para lograr objetivos estratégicos sin recurrir necesariamente al uso directo de la fuerza militar. Este tipo de guerra no es totalmente nuevo; sin embargo, su sofisticación, alcance global y dependencia de la tecnología moderna la convierten en una amenaza sin precedentes.
El enemigo híbrido opera en la ambigüedad. Puede ser un Estado, un grupo terrorista, una organización criminal, o incluso una combinación de actores. Su principal ventaja es su capacidad para golpear sin dejar rastro claro, explotando las debilidades estructurales, sociales y tecnológicas del adversario. La dificultad radica en que estos ataques muchas veces no activan una respuesta militar convencional, ya que no se ajustan a las normas tradicionales de guerra reconocidas por el derecho internacional.
Una de las manifestaciones más evidentes de la guerra híbrida en el siglo XXI es la guerra cibernética. Los ataques informáticos se han convertido en armas estratégicas para influir en procesos democráticos, robar información crítica o paralizar infraestructuras clave como redes eléctricas, hospitales, sistemas financieros y redes de comunicación.
Por ejemplo, los ataques de ransomware y el hackeo de bases de datos gubernamentales no solo causan daños económicos, sino que también socavan la confianza pública en las instituciones. Casos como el ataque a la red eléctrica de Ucrania en 2015, o las interferencias en elecciones en varios países occidentales, evidencian cómo los actores híbridos pueden desestabilizar a naciones enteras sin disparar un solo tiro.
Los Estados están invirtiendo significativamente en capacidades cibernéticas defensivas y ofensivas. Muchos han creado comandos de ciberdefensa especializados y han establecido alianzas internacionales para compartir inteligencia y coordinar respuestas. No obstante, la velocidad a la que evolucionan las amenazas cibernéticas supera, en muchos casos, la capacidad de respuesta de los Estados, dejando a gobiernos y ciudadanos en situación de vulnerabilidad constante.
La guerra híbrida también se libra en el dominio de la información. Las campañas de desinformación buscan manipular la percepción pública, sembrar discordia interna, erosionar la cohesión social y debilitar la confianza en las autoridades democráticas. Plataformas como redes sociales son utilizadas para propagar noticias falsas, teorías conspirativas y narrativas polarizantes, con el objetivo de desestabilizar sociedades desde dentro.
Los actores híbridos identifican fracturas sociales —ya sean ideológicas, raciales, económicas o culturales— y las explotan amplificando el conflicto mediante información manipulada. Este tipo de ataque es particularmente difícil de combatir, ya que actúa sobre la opinión pública y se disfraza de libertad de expresión.
Como respuesta, los gobiernos han comenzado a tomar medidas para regular la actividad en redes sociales, exigir transparencia en los contenidos patrocinados y fortalecer la alfabetización mediática de la población. Sin embargo, el equilibrio entre seguridad informativa y libertad de expresión sigue siendo una línea delicada que plantea complejos desafíos éticos y legales.
Aunque la guerra híbrida no depende exclusivamente de la fuerza militar, no la descarta. En muchos casos, se recurre a tácticas militares irregulares y asimétricas: milicias apoyadas encubiertamente por Estados, mercenarios, insurgencias armadas y grupos terroristas. Estas fuerzas suelen operar sin identificar claramente su filiación estatal, lo que permite a los actores detrás de ellas negar responsabilidad directa.
Un ejemplo destacado es la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014. En ese conflicto se utilizaron tropas sin insignias, propaganda intensiva, apoyo a milicias locales y ciberataques, todo orquestado simultáneamente. Esta operación marcó un punto de inflexión en el entendimiento moderno de la guerra, al demostrar cómo un Estado podía lograr objetivos estratégicos mediante tácticas híbridas, sin declararse en guerra formal.
En respuesta, las fuerzas armadas de muchas naciones han comenzado a adaptarse al nuevo entorno híbrido. Se ha promovido la interoperabilidad entre cuerpos militares, de inteligencia, policiales y civiles, y se ha puesto énfasis en la guerra irregular, el análisis de datos en tiempo real y la inteligencia artificial como herramientas de anticipación.
Combatir la guerra híbrida requiere una estrategia integral, que trascienda la dimensión militar. Los Estados están reconfigurando su concepto de seguridad nacional para incluir elementos como la ciberseguridad, la protección de infraestructuras críticas, la gestión de la información y la cohesión social. La defensa frente a un enemigo invisible no puede depender únicamente del ejército; implica a todos los sectores: público, privado y sociedad civil.
Entre las acciones adoptadas destacan la inversión en tecnologías de detección de amenazas, la cooperación internacional en ciberinteligencia, la creación de organismos multidisciplinarios de seguridad y la promoción de una ciudadanía más crítica e informada. Países como Estonia, Israel y Finlandia han sido pioneros en la implementación de modelos de defensa nacional integrados, combinando educación, innovación tecnológica y cultura de seguridad colectiva.
Asimismo, organizaciones internacionales como la OTAN y la Unión Europea han incorporado la guerra híbrida en sus estrategias de seguridad, reconociendo que la defensa del territorio ya no es solo física, sino también digital y psicológica.
La guerra híbrida representa uno de los mayores retos para la seguridad global en el siglo XXI. Su naturaleza difusa, adaptable y multidimensional dificulta su detección y neutralización. Ante esta amenaza, los Estados deben desarrollar una resiliencia estratégica que combine tecnología, inteligencia, cooperación internacional y fortalecimiento de la cohesión interna. Combatir a un enemigo invisible exige más que fuerza militar: requiere visión, preparación y una comprensión profunda del entorno en el que operamos.
En última instancia, la defensa frente a la guerra híbrida no solo depende de los gobiernos, sino también de una ciudadanía informada, crítica y resistente a la manipulación. En un mundo donde la verdad puede ser distorsionada y las amenazas se esconden tras pantallas, la mayor fortaleza de una sociedad puede residir en su capacidad para discernir, resistir y adaptarse.

"En el camino, en el camino… el día de juegos ha terminado: es hora de marchar.
¡Levanta el pecho, pequeño zuavo, adelante con valor!
Durante días, confiando en los milagros, Suzanne espera.
Tiene los ojos azules y los labios de escarlata."
Versos de Konstantin Podrevsky
En el ámbito de la ingeniería armamentística, la empresa MAS dejó una marca indeleble al desarrollar un fusil de asalto que redefiniría el armamento del ejército francés. Este desarrollo, poco conocido fuera de círculos especializados, significó un punto de inflexión en la historia de las armas de fuego. Conocido informalmente como el Cleron —derivado del término francés clairon, que significa cuerno—, el proyecto nació en 1967 bajo un esquema de configuración bullpup y empleando inicialmente un cartucho de bajo retroceso de 5,56 mm.
Los diseñadores Paul Tellier y Alain Kubet lideraron este esfuerzo. Sin embargo, por motivos que no han sido del todo esclarecidos, el cartucho original no convenció a los evaluadores franceses, y en agosto de 1970 se adoptó finalmente el cartucho M193 de 5,56 × 45 mm.
Curiosamente, el "cuerno" fue concebido tanto como fusil de asalto como ametralladora ligera, destinado a reemplazar al veterano subfusil MAT-49 calibre 9 mm. Su diseño buscaba sustituir también al fusil semiautomático MAS 49/56 de 7,5 mm y a las ametralladoras ligeras modelo 1929.
Las exigencias técnicas eran claras: debía garantizar un alcance efectivo de al menos 300 metros con miras fijas, incluyendo capacidad de disparo de granadas. A ello se sumaba la necesidad de una ergonomía mejorada. A diferencia del bullpup británico SA80 (anteriormente conocido como CA85), el fusil francés permitía dispararse cómodamente tanto desde el hombro derecho como desde el izquierdo, una ventaja táctica no menor en combate urbano o cerrado.
Los primeros diez ejemplares del fusil se produjeron en 1971 bajo la designación A1, destinados exclusivamente a pruebas. Dos años más tarde, en 1973, se presentó la segunda versión, A2, que llamó poderosamente la atención por sus dimensiones inusualmente compactas. Y no era para menos: el nuevo modelo resultó ser hasta 200 milímetros más corto que la mayoría de los fusiles automáticos de la época —incluidos aquellos con diseño bullpup—, sin sacrificar la longitud del cañón.
Entre 1973 y 1976, tras una rigurosa campaña de ensayos, se determinó que la variante A5 cumplía con los requisitos militares. Finalmente, en agosto de 1977, se oficializó la adopción del modelo A6 bajo la denominación FAMAS F1, marcando así su entrada formal en el servicio activo del ejército francés.
A comienzos de la década de 1990, GIAT Industries presentó una evolución del fusil, conocida como G1, seguida en 1994 por una nueva versión, el G2, que fue oficialmente adoptada un año después. Inicialmente desplegado por el Cuerpo de Marines, el G2 fue progresivamente incorporado al resto de las unidades de las Fuerzas Armadas de la República Francesa.
El modelo G1 se distinguía del FAMAS F2 por contar con un guardamanos de mayor tamaño, un cuerpo fabricado en fibra de vidrio, y un nuevo cargador de 30 cartuchos, en reemplazo del cargador original de 25. Por su parte, el G2 Sniper representaba la versión de francotirador del sistema: incorporaba un cañón de 650 mm y prescindía del tradicional asa de transporte, reemplazándola por un riel Picatinny, sobre el cual se montaba una mira telescópica.
El FAMAS fue concebido con la capacidad de efectuar disparos individuales, ráfagas controladas de tres tiros o fuego automático continuo, lo que le otorga una notable flexibilidad táctica.
Para permitir esta gama de modos de disparo, los ingenieros franceses adoptaron una solución poco convencional: en lugar de un solo selector de tiro, el fusil cuenta con dos selectores independientes. El primero, ubicado junto al gatillo, dispone de tres posiciones: "safe" (seguro), "semi" (disparo único) y "auto" (automático). El segundo selector se encuentra en la culata y permite elegir entre dos modos: "0", que desactiva la función de ráfaga fija, y "3", que habilita la ráfaga limitada a tres disparos.
Esta configuración, aunque más compleja que la habitual, garantiza un control fino sobre el régimen de fuego, adaptándose a distintas necesidades operativas del combatiente.
El sistema de puntería del FAMAS se integra en el asa de transporte, donde también se encuentra el dispositivo de mira específico para el lanzamiento de granadas. La línea de puntería tiene una longitud de 330 mm, una medida más que respetable para un fusil de asalto moderno. A modo de comparación, el fusil Kalashnikov presenta una línea de puntería de 378 mm.
No obstante, los ingenieros franceses compensaron esta diferencia mediante la incorporación de una mira de alta precisión, cuidadosamente calibrada. El sistema incluye una mira ajustable para distancias de 100 y 200 metros, mientras que para 300 metros, se utiliza una mira fija, optimizada para ese alcance.
Este enfoque mixto de miras regulables y fijas busca equilibrar rapidez de uso y precisión efectiva en combate.
El FAMAS está equipado con un punto luminoso en el alza y una boquilla especial en la mira delantera, lo que permite efectuar disparos en condiciones de baja visibilidad o en plena oscuridad.
Además, el sistema incorpora dos placas plegables con orificios dióptricos de distinto diámetro, ubicadas delante y detrás del asa de transporte. Estas placas permiten adaptar el sistema de puntería según la iluminación ambiental, brindando al tirador una experiencia de puntería más precisa y cómoda.
Durante el día, ambas placas se levantan y se apunta a través de un orificio pequeño, lo que favorece una puntería fina y precisa. Al atardecer, se baja la placa delantera —con el orificio más pequeño— y se utiliza una dióptrica de mayor diámetro para facilitar la visibilidad. Ya en la noche, ambas placas se bajan, y se apunta directamente a través de un gran orificio ubicado en el soporte principal del sistema de miras.
Por supuesto, todo el conjunto es ajustable tanto en deriva como en elevación, permitiendo al operador calibrar la puntería según las condiciones específicas del terreno o la misión.
El fusil FAMAS F1 emplea cargadores rectangulares de 25 cartuchos, que incorporan orificios laterales para permitir un control visual del nivel de munición restante, una solución simple pero eficaz en situaciones de combate.
En cuanto al combate cuerpo a cuerpo, el FAMAS también está equipado con una bayoneta, aunque presenta una característica inusual: a diferencia de la mayoría de los fusiles de asalto, donde la bayoneta se monta por debajo del cañón, en el FAMAS se instala por encima, un detalle distintivo del diseño francés que responde a consideraciones ergonómicas y de equilibrio del arma.

El FAMAS también puede configurarse con un cañón adicional de 58 mm, específicamente diseñado para el lanzamiento de granadas de gas lacrimógeno, orientado principalmente a funciones policiales o de control de disturbios.
En su configuración militar estándar, el fusil está capacitado para disparar una amplia gama de granadas de boca de fusil, entre las que se destacan:
AC58: granada antitanque de 0,5 kg, capaz de perforar hasta 350 mm de blindaje convencional. Su alcance efectivo de puntería se sitúa entre 75 y 100 metros.
APAV40: granada antipersonal y antiblindaje, con un peso de 0,405 kg, que ofrece un radio letal de hasta 12 metros, una dispersión de fragmentos efectiva de hasta 100 metros, y una capacidad de penetración de blindaje de 100 mm.
Aun con estas capacidades, los ingenieros franceses consideraron conveniente ampliar la versatilidad del sistema. Por ello, se incorporaron soportes especiales bajo el guardamanos para permitir la instalación de lanzagranadas M203, aumentando significativamente la potencia de fuego y las opciones tácticas del operador.

La variante FAMAS Commando está equipada con un cañón de 405 mm de longitud, lo que le confiere un perfil más compacto y maniobrable. A diferencia del modelo estándar, no permite el disparo de granadas, ya que fue concebida específicamente para su uso en operaciones especiales, donde la movilidad y la rapidez de despliegue son prioritarias.
Por su parte, el FAMAS Export es una versión semiautomática, desarrollada expresamente para la comercialización en el mercado internacional. Conserva muchas de las características del modelo original, pero adaptadas a las normativas civiles de otros países.
Finalmente, la variante FAMAS Civil también es semiautomática, pero diseñada para su venta dentro del territorio francés. Utiliza munición .222 Remington, un calibre civil que cumple con la legislación francesa sobre armas de uso no militar.

Entre las principales ventajas atribuidas al FAMAS se destacan su diseño compacto y su buena precisión en combate, cualidades que lo hacen especialmente adecuado para el combate en entornos urbanos o cerrados. Su arquitectura ambidiestra permite adaptarlo con rapidez para disparar desde el hombro izquierdo o derecho, lo cual representa una ventaja táctica significativa en situaciones dinámicas.
Cada fusil está equipado con un bípode retráctil, lo que le permite cumplir también funciones de ametralladora ligera de apoyo en determinadas circunstancias. La palanca de recarga, por su parte, está ubicada en una posición ergonómica y accesible, lo que facilita su manipulación bajo presión.
El conjunto del arma está construido principalmente en plástico de alta resistencia, lo que contribuye a su ligereza y durabilidad, sin comprometer su robustez. En suma, el FAMAS es valorado por su fiabilidad estructural y funcional, consolidándose como un sistema armamentístico versátil y resistente.

¿Y qué sucede con las desventajas del FAMAS? Sin duda, también existen y deben considerarse. Por ejemplo, en la versión F1, el cargador de 25 cartuchos puede insertarse al revés, lo que representa un riesgo potencial en situaciones de tensión. Además, el sistema de puntería se limita a una mira trasera fija, lo que restringe las opciones de precisión a larga distancia.
Otro punto crítico es el lanzamiento de granadas de fusil, que exige recordar con claridad qué tipo de munición requiere cada modelo: algunas necesitan cartuchos de fogueo, mientras que otras emplean munición real. Confundirlos puede tener consecuencias peligrosas. Asimismo, al disparar una granada en fuego directo, el retroceso generado es considerable, lo que afecta el control del arma.
La capacidad del cargador, si bien aceptable, es inferior a la de muchos fusiles de asalto occidentales contemporáneos, lo que puede representar una desventaja en enfrentamientos prolongados.
Sin embargo, la crítica técnica más relevante se refiere al sistema de eyección: el fusil tiende a deformar los casquillos de latón, lo que impide su reutilización y complica el uso de munición estándar. Como consecuencia, el FAMAS se ve obligado a emplear cartuchos con casquillos de acero, específicamente diseñados para soportar la violencia del ciclo de disparo del arma.

El capítulo final del FAMAS comenzó a escribirse en septiembre de 2016, cuando —según informó la agencia Franz-Press— el Ejército francés tomó la decisión de abandonar su emblemático fusil de desarrollo nacional y optar por el HK416, un modelo de fabricación alemana desarrollado por Heckler & Koch.
Para el año 2019, diversas versiones del HK416 ya se encontraban plenamente integradas en las unidades operativas francesas, marcando un nuevo rumbo en el armamento individual del país. Sin embargo, el FAMAS no desapareció de inmediato: aún conservaba presencia en distintas unidades, e incluso fue visible en manos de soldados desplegados en París durante las celebraciones del Día de la Independencia, el 14 de julio de 2019, símbolo de una transición gradual y del arraigo de este fusil en la historia militar francesa.
Por Wiacheslav Shpakovski