Comodoro Rivadavia, transformada por la llegada de militares de EE.UU., Rusia y Gran Bretaña
La llegada de agentes de fuerzas armadas extranjeras no pasó desapercibidaNatalia Pecoraro | LA NACION
Militares estadounidenses junto a militares argentinos en Comodoro Rivadavia. Foto: Archivo
COMODORO RIVADAVIA.- El microcentro de esta ciudad tiene ocho cuadras de largo por cuatro de ancho, de la costanera a la calle España y de la base del cerro Chenque a la ruta 3. Es la zona donde están concentrados los bancos, hoteles, restaurantes y confiterías; es donde están los dos cines, el teatro, la mayoría de los bares y discotecas y la Catedral. Esta semana se transformó: la llegada de militares estadounidenses, británicos y rusos para colaborar en la búsqueda y eventual rescate del submarino ARA San Juan no pasó desapercibida.
Si bien los militares extranjeros pasaron la mayor cantidad del tiempo en el puerto, ultimando los preparativos para que zarparan el Skandi Patagonia -el martes-, el ARA Puerto Argentino -el viernes-, y el Sophie Siem, algunos sí estuvieron en el centro de la ciudad a la mañana y a la noche. Quienes trabajan en cafés de la zona neurálgica de Comodoro Rivadavia se enfrentaron a primera hora del día a pedidos hechos en inglés o directamente a pedidos hechos con señas. Lo mismo les pasó a quienes atienden en restaurantes por la noche.
De repente, antes de que los habitantes del centro de Comodoro Rivadavia pudieran acostumbrarse a la presencia de hombres vestidos con ropa camuflada en un área tan chica, se volvió habitual verlos en tanda de un lado para el otro. La Cafetería Balcarce de Rivadavia y Moreno, el restaurant Cayo Coco, en la esquina de Rivadavia y Güemes, y el restaurant Puerto Cangrejo, en la Costanera, tuvieron a marinos estadounidenses como clientes por primera vez. Algo similar pasó con los hoteles Austral, Comodoro y Lucania Palazzo Hotel, que recibieron reservas para habitaciones de a decenas y agotaron su capacidad.
Militares estadounidenses en Comodoro Rivadavia. Foto: Archivo
Ayer, cuando se difundió vía redes sociales que el Sophie Siem partiría a las 18, decenas de familias se acercaron al puerto y quisieron entrar, pero se toparon con Prefectura Naval, que controló estrictamente el acceso. Recalaron en la costanera, donde cientos de comodorenses se apostaron para despedir al buque. Con banderas argentinas y flores, montaron guardia durante horas. Fue una postal atípica.
De arquitecto a intérprete en menos de diez minutos
Fernando Mercado es arquitecto y el domingo a la noche estaba planificando su semana cuando recibió un llamado de Favio Cambareri, titular de la Autoridad Portuaria de Comodoro Rivadavia. Cambareri sabía que el joven había hecho la escuela secundaria en un colegio estadounidense y que su inglés es fluido. Desde ese momento, Mercado se convirtió en el intérprete del puerto. Durante horas y horas ayudó a la coordinación entre militares argentinos, estadounidenses y británicos, desde la compra de insumos hasta la logística del ensamblaje del brazo hidráulico colocado en el buque Sophie Siem.Militares rusos en Comodoro Rivadavia.
"El lunes fue feriado y los estadounidenses querían elementos de rescate, por ejemplo, space blankets, que son mantas térmicas de aluminio. En el centro de Comodoro estaba todo cerrado. Se gestionó la apertura de ferreterías y de locales de pesca y caza y ahí empezó mi trabajo intenso como intérprete", contó Mercado a LA NACION.
En sintonía con el trabajo a contrarreloj de militares argentinos y extranjeros, y también de civiles, pasó horas y horas en el puerto desde entonces. El jueves directamente no volvió a su casa: trabajó toda la noche en el buque Sophie Siem para facilitar la comunicación entre soldadores y amoladores argentinos y técnicos y marinos estadounidenses. "Fueron días eternos de mucho trabajo. Esto no me lo olvido más: fue conmovedor", aseguró. Ayer, cuando se instaló a bordo del barco el brazo hidráulico para operar el minisubmarino, Mercado fue testigo privilegiado de la operación: "Fue una maniobra impresionante y verlo in situ fue emocionante".
Seguramente tanto para los extranjeros como para los comodorenses, esta experiencia durará en su memoria.
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