viernes, 1 de junio de 2012

Presupuesto de defensa: El costo real de los programas americanos

El costo real de los programas militares americanos



Armas Argentinas: La modernización del TAM VC

Kit de modenización del TAM provisto por Elbit Systems


Cañón con manguito termal y alerta de iluminación por láser 
 
Equipos inducidos por la modernización 
 
Nuevos cascos (bien israelíes...) 
 
Portados por burócratas locales
 
Pantallas multifunción de (?) 12 pulgadas para consciencia situacional 
 
Lateral izquierdo de la nueva torreta 


Teoría de la guerra: La elección del enemigo

La elección del enemigo
A 27 años de su muerte, el jurista alemán Carl Schmitt sigue sin ser comprendido: su idea de “lo político”, dice el autor, no deja de ser tergiversada por las corrientes más diversas.
 

POR ANGEL FARETTA 

 
CONCEPTOS. Distinguir entre amigo y enemigo es central para Schmitt. 

Ciertos autores, una vez abandonado este valle de lágrimas, pasan a habitar una suerte de purgatorio, pero otros lo hacen en un paraíso ficticio e improvisado. Los primeros buscan, como las criaturas dantescas, salir de allí mediante el óbito de sus lectores que actúan como los orantes que rezan a sus fieles difuntos para alcanzar el definitivo paraíso de la inmortalidad. 

Pero los que son embutidos en un paraíso improvisado más que salir buscan ser reacomodados a su verdadero sendero de inmortalidad. Es que hay un elemento no crítico ni polémico sino terrorista que consiste en acusar a un autor no sólo de aquello que no es ni representa sino de todo aquello contra lo que ha luchado durante su vida. 

Pocos autores vienen gozando desde su ida de este mundo de las estrechas instalaciones del falso paraíso de la fama equívoca como el jurista alemán Carl Schmitt (1888-1985). Cierto que, y como sucede con muchos otros autores tras la Segunda Guerra Mundial, con el cordón sanitario trazado desde la izquierda, fueron ellos mismos los que buscaron si no el equívoco meditado sí una estudiada ambigüedad. ¿No fue otro de ellos, y gran amigo de Schmitt como Ernst Jünger, el que acuñara el concepto del emboscado? Schmitt fue tempranamente conocido en idioma castellano: en las primeras décadas de la posguerra por editoriales decididamente de derecha, tanto de aquellas de “la derecha civilizada” –el término es de Mircea Eliade– como de la derecha digamos un tanto atada al pasado. En España y luego en Argentina, su obra fue mediatizada por el Centro de Estudios políticos de Fraga Iribarne, una publicación todavía vigente. 

Desde hace diez años, Schmitt ha sido citado y saqueado por diversas corrientes de “la izquierda” y hasta del así llamado populismo o nacionalismo, un dueto conceptual que actúa según los tiempos tanto como dóciles hermanos gemelos como de Rómulos y Remos siempre a punto de atacarse mortalmente. 

El concepto de El concepto de lo político siempre fue codiciado botín de las más variadas tendencias de este carnaval ideológico en que se ha convertido el mundo occidental tras el “apagado” de la Guerra Fría. Decimos “apagado” recordando que el frío también quema. La que puede llamarse “izquierda deshegelianizada” y que no está dispuesta a afrontar ningún trance existencial y que tras la caída del bloque soviético se ha arrojado a la yugular de este célebre concepto que dice “la distinción propiamente política consiste en la distinción entre el amigo y el enemigo”. 

También variados anarquistas, verdes y negros, han picoteado por allí. En cuanto a la derecha, existe en buena parte encasillada con incomodidad en algo llamado “neo liberalismo” –algo así como agua de madera– y salvo grupos esotéricos y capillas esquivas a la publicidad editorial o embutidos en sus archivos nadie dice ser hoy claramente de derecha. Así que ese rol es empujado al cajón de sastre conocido oscilantemente como nacionalismo/populismo. El toque a rebato de este desplazamiento ha sido cuando, tras la debacle soviética, Cuba fue sumada por el liberalismo ya global al redil de una “dictadura fascista”. 

Aquí, desde luego, Carl Schmitt podía hacerse presente. Pero aquí también comienzan a anudarse los nuevos equívocos conceptuales y filosóficos. 

Según cierto sociologismo, el nacionalismo es siempre reaccionario en los países centrales, ricos y desarrollados, y revolucionario en los países periféricos, pobres o subdesarrollados. Hubo un tiempo en que el revolucionario psiquiatra Frantz Fanon y su Argelia en armas eran el término de ajuste comparativo. Con ese mundo ahora fraccionado entre la religiosidad del islam y las dictaduras familiares, desde este lado occidental hubo que rastrear algún tipo de pronto socorro filosófico para regar los áridos eriales de la producción filosófico-política de estas tierras. 

Cantar loas a José Martí y a Bolívar no sirve de mucho. Máxime cuando el resumen vital de este último era que había arado en el mar y que jamás seríamos felices. El indigenismo y el telurismo no sirven tampoco, salvo para fabricar los postreros artefactos del realismo mágico. Entonces, y con justicia, algunos pensaron que era hora de pasar del realismo mágico al realismo político. Allí estaba, al alcance de la mano, como un bien mostrenco el autor de Teología política. “Mostrenco” porque, como el ganado cimarrón, pastaba presto a ser enlazado por el primer recién llegado ante el abandono del corral de la derecha tradicional europea. 

Desde luego que si pensamos en términos de derecha-tradicional-europea, el nacionalismo de Schmitt era apenas una fugaz circunstancia. Un parador ideológico. Un baño turco del espíritu para desintoxicarse de las toxinas del capitalismo liberal. Y allí se anuda el primer intríngulis –cuando no aporía– de este transvasamiento schmittiano a los odres del nacional-populismo argentino. El que, encima, tiene características muy especiales y diferenciales del resto de los surgidos en algo cada vez más confusamente llamado “Latinoamérica”. 

Lo nacional en Schmitt es un detalle, un casillero histórico. Complicado como en tantos alemanes por el desbarajuste teratológico del nazismo del cual –como tantos otros– quedó aprisionado. Como un Benito Cereno, tal cual gustaba compararse en su correspondencia con Jünger, mientras éste trataba de complotar con otros para eliminar a Hitler en forma concreta. 

El pensamiento de Schmitt deviene límpidamente de la derecha tradicional europea. Que no quiere decir reaccionaria o que no es siempre reaccionaria. Sí que reacciona contra los embates del iluminismo y luego del liberalismo. El propio pensador ha trazado su genealogía filosófica que incluye a Donoso Cortés, Thomas Hobbes y el olvidado –no por Schmitt– Alberico Gentile. Antes que todos está siempre Maquiavelo. 

Es un pensamiento que nace de su disputa contra “las guerras de religión” producidas por los teólogos que de un lado y del otro fogoneaban a sus príncipes para que por minucias cada vez más intangibles guerrearan incesantemente entre sí. Sumiendo sobre todo a Alemania en el atraso y la miseria. 

Aquí sí Schmitt actúa en alemán nacionalista al lamentar la afrenta sufrida por las guerras de religión a su suelo natal. Por lo demás es un europeo, antes que tuviera que arrastrarse ortopédicamente este término en “europeísta”. Claro que para Schmitt ser europeo es ser romano. O romano germánico como el Sacro Imperio sucesor de Roma durante siglos. A veces sólo nominalmente, pero el Imperio es –como para Dante– una idea, un universal fantástico como lo llamara Vico, y no un pacto ni nada parecido. Aquí lo nacional/ista de Schmitt se diluye en el aire. 

Schmitt cree, como afirmara T. S. Eliot, que Europa está en guerra civil desde hace cinco siglos, es decir desde la “reforma”. Lo cual no quiere decir que la segunda guerra mundial, “civil mundial” según Jünger, no encontrara a Eliot y a Schmitt en bandos territoriales enfrentados. Este es el momento o trance nacional de ambos. Pero lo nacional es circunstancial también en ambos. 

Del mismo modo finca su concepto del enemigo que ha sido vulgarizado primero por sus tempranos críticos, entre ellos el filósofo Leo Strauss que después lo empleara a su manera, y ahora también por sus sedicentes seguidores. El enemigo no es mi enemigo personal, ni partidario, ni menos ocasional. Por ejemplo, puedo detestar, no reconciliarme jamás con alguien o con un medio que haya realizado una mala crítica a uno de mis libros y tenerlo por lo peor en mi mente. Pero no puedo declarar ni a la persona singular ni menos al medio periodístico mi enemigo político. Éste me es dado por mi historia, genealogía, y por mi pertenencia anímico-espiritual. Debo renunciar a volver cualquier enemistad particular en una enemistad general-política. 

La teoría del amigo-enemigo, debe recordarse siempre, fue concebida por un pensador católico. Y nace de otro católico como Maquiavelo. Se sostiene allí que debe renunciarse y sacrificarse toda afrenta, venganza personal o enemistad particular y privada en bien de una enemistad superior, histórica y hasta suprahistórica. Pero no puedo declarar enemigo a un diario o a un canal de televisión travistiéndolo de enemigo político, histórico, geográfico. 

Cuando se busca un enemigo privado y se lo alza hasta las cimas de la enemistad histórica se pierden de vista las enemistades geográficas y territoriales y se rodea al suelo natal de toda serie de acechanzas mientras se pierde el tiempo en ajustar las cuentas con un pequeño incidente doméstico y de puertas para adentro. Que así deben considerarse todas aquellas enemistades que no se resuelven o enlazan con la enemistad histórico-espiritual de larga data. Se debe definir al enemigo histórico y hasta necesario según las coordenadas anímico-genealógicas en las que me reconozco como partícipe también necesario. Las razones genealógicas extensas no pueden ni deben jamás confundirse con las relaciones locales intensas. 

Revista Ñ

Malvinas: El Rapier en San Carlos

Desempeño del misil Rapier 

 

La batería T recibió sus primeras órdenes de despliegue aproximadamente una semana antes del establecimiento de la cabeza de playa, para la que se eligió la caleta de San Carlos en la isla Soledad. Comprensiblemente se descartó todo reconocimiento detallado, ya fuera por tierra o por helicóptero, por parte del personal de la batería, y las posiciones de los lanzadores fueron elegidas inicialmente mediante reconocimiento en un simple mapa y ratificada por la información computada proveniente de Royal Signals and Research Establishment, que proporcionó un panorama mas preciso sobre las dificultades del terreno y la factibilidad de su cobertura. Considerando las serias limitaciones operativas en las áreas de despliegue y las características desfavorables inherentes al terreno, los emplazamientos elegidos fueron los mejores para el cumplimiento de la misión, según se verificó posteriormente. El cable impar del teléfono fue el único no instalado en donde se había previsto. 
A medida que cambiaba la situación, el comandante de la Brigada 3 reconsideraba su evaluación de la amenaza, otorgando a sus elementos de defensa aérea (que incluían los Blowpipe lanzados desde el hombro) la misma prioridad de desembarco que a los cañones de apoyo cercano. El desembarco de asalto comenzó antes del amanecer del 21 de mayo, pero los Rapier no pudieron ser desembarcados y llevados a tierra antes del mediodía. Para entonces, los ataques argentinos habían comenzado y los pilotos de los helicópteros se vieron obligados a continuar con la descarga bajo el fuego de los ataques. En esas circunstancias hubo que atajar, arrojar, arrastrar, se produjeron caídas de materiales; se doblaron algunos rieles de lanzadores; hubo generadores fuera de lugar, seguidores ópticos no sincronizados; se dejaron caer varias plataformas con misiles y se rompieron algunos contenedores. 
Un vehículo y un seguidor óptico se estrellaron contra unas rocas, quedando inutilizados. Cuatro unidades de tiro fueron emplazadas fuera de los sitios designados, lo que produjo una reducción en la cobertura. A pesar de todo, la primera unidad de tiro informó estar lista 25 minutos después de haber recibido su última carga (a las 15:00 hs), conforme a los tiempos empleados en los adiestramientos en las épocas de paz. Los tiempos equivalentes de las otras unidades de tiro fueron todas menores a los 30 minutos, aunque de hecho, solo diez de los doce sistemas pudieron ser transportados a la costa antes de que la caída de la noche interrumpiera los vuelos. La pérdida anterior de un generador implicaba que uno de ellos no sería operativo hasta el día siguiente. 
En un principio, las diez unidades fueron instaladas en un semicírculo rodeando el brazo izquierdo de la caleta de San Carlos para proteger a las tropas que llegaban a tierra o que estaban atrincheradas en ambas márgenes a la entrada de la caleta. Cuatro de las unidades de tiro estaban emplazadas cerca de la cabeza de este brazo de la caleta (Bahía Bonners) mientras que las otras habían sido posicionadas en las montañas que lo rodeaban, las Sussex hacia el Oeste y las Verde hacia el Este. 
En el Norte, el acceso marítimo hacia el estrecho de San Carlos, estaba protegido por una línea de cañones formada por buque de la RN. Es evidente que las unidades de tiro de la Bahía Bonners debían ocuparse de aquellos aviones que lograban penetrar en los estrechos límites de la caleta San Carlos, cuya medida transversal es de 2,5 km en la zona de la cabeza de playa, con campos de tiro muy restringidos y difíciles de despejar desde el punto de vista de los defensores. Los emplazamientos en las montañas proporcionaron una amplia cobertura, pero debido a la forma convexa de las laderas, estas unidades de tiro no tenían línea visual hacia la costa o hacia los buques que se encontraban amarrados directamente debajo de ellas, y solo veían las márgenes opuestas ocupadas por tropas británicas, lo que constituía otro factor restrictivo. Igualmente irritante era el hecho de que los buques de guerra ubicados en el Estrecho de San Carlos al oeste del Mte Sussex , si bien estaban dentro del radio de acción de los Rapier, no se encontraban a cubierto de ninguno de los emplazamientos de la montaña, ni podían estarlo a menos que las unidades de tiro fueran trasladadas fuera del perímetro de defensa local (debieron transcurrir varios días hasta que se confirmó que el área estaba libre de tropas argentinas), y en ese caso se hubiera restado efectividad a la cobertura en San Carlos. 
En el Día Dos, dos de las unidades de tiro de la Bahía Bonners, junto con las unidades 11 y 12 del LSL, fueron desplegadas nuevamente hacia el norte rodeando puerto San Carlos. Este lugar se convirtió en lugar de operaciones de Harrier. El Día Cuatro se desplegó una única unidad de tiro para apoyo directo de los buques de la Marina que se encontraban bajo inmensa presión en la línea de cañones, mas accesible a los aviones argentinos que sobrevolaban las aguas mas amplias del estrecho de San Carlos. El sitio elegido fue Wreck Point , en el extremo norte de los montes Sussex, brindaba cobertura ilimitada en un ángulo muy amplio, del tipo de la aplicadas en el noroeste de Europa. 
El número de unidades de tiro en San Carlos se elevó a 20 con la llegada de los ocho Rapiers Blindfire del escuadrón 63 el día 27 de mayo. Al día siguiente, se transportó por vía aérea un destacamento de la Batería T hasta la ensenada Teal, centro de operaciones de la Brigada 3 recientemente instalado, a unos 45 km hacia el este. Unos días mas tarde, un segundo grupo fue transportado de los LSL Sir Tristam y Sir Galahad (dos unidades de tiro en cada buque) a Puerto Agradable (identificado erróneamente como Bluff Cove por los medios informativos), cerca del nuevo centro de operaciones de la Brigada 5 en Fitzroy, en la costa sur de la isla. Las cuatro unidades de tiro fueron levantadas el 8 de junio para establecer una defensa aérea del área, cubriendo la base logística y el centro de operaciones de la brigada en Fitzroy. Esta disposición defensiva no ofrecía una cobertura eficaz a los buques fondeados en Puerto Agradable. Algunos expertos propusieron frecuentemente en el pasado una versión naval del Rapier, y es interesante comprobar que en esta ocasión los usuarios aconsejaron dejar una unidad de tiro en cada una de las plataformas de popa del LSL y las otras dos en la playa para proporcionar cierta protección en dirección al mar hasta que se completara el desembarco de todos los suministros. No obstante, la idea fue rechazada porque se dijo que no había la suficiente capacidad de helitransporte para que los Rapier fueran trasladados mas de una vez. Ambos buques fueron alcanzados por el primero de los tres ataques aéreos argentinos y se incendiaron muy poco tiempo después de que la ultima unidad de tiro Rapier fuera dejada en tierra. De las tres unidades de tiro que estaban en servicio en ese momento, solo una pudo percatarse del primer ataque debido al efecto de pantalla producido por el terreno, pero lamentablemente sufrió un desperfecto. Las olas subsiguientes fueron llevadas a cabo bajo cobertura y recibieron el ataque de dos misiles, de los cuales uno, habría dado en el blanco. Informes no confirmados sugieren que algunos de los aviones enemigos que participaron en el ataque aterrizaron en Puerto Argentino para reabastecerse y que el “probable” impacto contra un Skyhawk logrado por las tropas estacionadas en la ensenada Teal correspondería a uno de estos aviones en su vuelo de regreso al continente. 
Por lo que el autor a podido constatar, no hubo nuevos despliegues de ninguna de las unidades de tiro Rapier “permanentes” (el plan para defensa de la pista aérea de Goose Green con cuatro unidades de tiro e la Fuerza Aérea británica nunca fue llevado a cabo), aunque el relevo de la batería T (batería 9, también del Regimiento 12) comenzó su despliegue inicial cerca de la capital de Malvinas, aproximadamente en el momento en que fue decretado el cese del fuego. 

 
Un lanzador superficie aire Rapier FSB1 del British Army en White Rincon defendiendo a los barcos de la Task Force británica amarrados en las aguas de San Carlos. 
 
Esta es una fotografía de un lanzador de misiles Rapier denominado Alpha 32. Un sargento del BA está comprobando el radar, que sólo puede ver la `A` para Alpha en la cúpula de la izquierda. Este destacamento derribó 3 aviones argentinos durante la guerra. La batería en su conjunto derribó 14 derribos confirmados de aviones enemigos con seis probables.

Algunas enseñanzas prácticas 
A través de conversaciones mantenidas con aquellos que estuvieron presentes en la cabeza de puente de San Carlos y en despliegues posteriores se obtuvo una comprensión detallada de la realidad de los ataques de los Rapier en Malvinas. 
Se asignaron lanzamientos a todas menos a una de las doce unidades de tiro y el número máximo de impactos logrados por una unidad de tiro individual fue de cuatro, lanzados desde el emplazamiento de puerto San Carlos. Se estima que unos 16 operadores atacaron a los aviones argentinos. La tendencia natural era que el comandante del destacamento designara a un operador con antecedentes de seguimiento comprobados, aunque, de hecho, nadie logró atribuirse mas de dos impactos. 
Por el contrario, uno de los elegidos fue un operador principiante que no había disparados misiles reales durante su adiestramiento ni había hecho seguimientos antes de embarcarse y sin embargo se destacó derribando un Mirage con su primer disparo. 
Es muy probable que la combinación de demoras en el desembarco, equipos dañados o mal ajustados, nervios de los operadores, terreno y condiciones limitadas de las operaciones, hayan impedido que se registraran impactos de los destacamentos Rapier en el Día Uno de los desembarcos, si bien los argentinos dedicaron gran parte de sus esfuerzos a atacar los buques de la línea de cañones perdieron 17 aviones por la acción de otros medios. 
Se advirtió que cuando algunos operadores lanzaban misiles, el seguimiento inicial era llevado con efectividad, pero, debido posiblemente a un exceso de adrenalina o de nerviosismo, se enviaban al misil órdenes de seguimiento innecesarias. El primer día se efectuó el seguimiento de varios aviones, aunque no se los atacó por razones de seguridad ya que los misiles podían estar apuntando hacia tropas británicas. Los emplazamientos en las montañas se abstuvieron de disparar contra el fondeadero de San Carlos, pero todas las restricciones fueron levantadas a partir del Día Tres (el Día Dos la poca visibilidad impidió los lanzamientos). Posteriormente 11 misiles debieron ser desviados de sus blancos después del lanzamiento para evitar que hicieran impacto sobre propias tropas, buques o helicópteros, uno de los blancos propios conocidos fue el mástil de un buque. 
En verdad, el primer impacto logrado por un operador podía ser una experiencia muy perturbadora para él, ya que con muy pocas excepciones ese hecho disipaba cualquier ilusión de que el piloto hubiera podido eyectarse con vida. Un testigo observo que los Mirages alcanzados por un Rapier se disolvían en una bola de fuego, mientras que los Skyhawk tendían a desintegrarse sin encenderse (quizá como tributo a su resistencia; también se observó que otros se alejaban averiados y humeantes después de soportar ataques de armas no especificadas). 
El Radar individual de cada unidad de tiro, tenía un alcance nominal de unos 12 km. En San Carlos, el terreno y la visibilidad permitían que casi todos los blancos descubiertos estuvieran dentro del alcance visual y el radar no prestaba gran utilidad. Otros datos sugieren que hubo casos de interferencia mutua con los radares embarcados. Y en consecuencia los radares de los lanzadores eran casi siempre desconectados y los ataque se llevaban a cabo en forma óptica. La única excepción fue la unidad de tiro de Wreck Point, detectándose el blanco al máximo alcance y derribándolo a 5,6 km. Sin radar de vigilancia, las unidades de tiro tenían mayor dependencia de la red de alerta local de la batería basada en la radio portátil Clansman PRC 351 VHF. (misión similar al ROA argentino). 
Naturalmente, los pilotos argentinos trataron de aprovechar el terreno al máximo para protegerse y frecuentemente solo eran descubiertos de 3 ó 4 km, volando a 400 nudos a menos de 50 pies del suelo y manteniéndose bajo cobertura por un lapso inferior a 25 segundos. 
A pesar de los muchos inconvenientes sufridos se llevaron a cabo ataques exitosos. 

Extraccion de "El Rapier al desnudo" de Rupert Pengelley 

jueves, 31 de mayo de 2012

Maniobras: JSOW Bulleye Down Under!

Super Hornets australianos evalúan JSOW 
por Alexandre Galante 

 

Los nuevos Super Hornet F/A-18F de Austrália del No. 1 Squadron realizaron su primeir ensayo de tiro en el Woomera Test Range, al norte de Adelaide. 

Cinco cazas F/A-18F Super Hornet y cerca de 100 militares, incluyendo pilotos y equipos de mantenimiento y apoyo del No. 1 Squadron están operando a partir de la base de Edinburgh, el el primer despliegue del escuadrón de su base de Amberley, en Queensland. 

La AGM-154 “Joint Standoff Weapon” (JSOW) es una bomba planeadora guiada por GPS/INS. El arma permite lanzamientos a distancias de 15 millas náuticas (28km) a baja altitud y hasta 60 millas náuticas (111km) a altas altitudes. La versión AGM-154C tiene guiado terminal por infrarrojo. 

 
 
 
 
 

Poder Aéreo 

Mortero: M224A1 llega al servicio

La maravilla de 60mm ahora mejor que nunca 

26 de mayo 2012: El Ejército de los EE.UU. y el Cuerpo de Marines de EE.UU. están comenzando a recibir el nuevo mortero de 60 mm M224A1. Esta es una versión actualizada del original M224. Un peso de 16.1-21.1 kg la nueva arma es una mejora muy esperada en los modelos previos M224 . 



Para facilitar el transporte el mortero se descompone en varios componentes. El tubo pesa 6,5 ​​kg, el bípode pesa 6,9 ​​kg, y la mira pesa 1,1 kg. Hay dos placas de base. La estándar es de 6,5 kg, la "ligera" es de 1,6 kg. Antiguamente el modelo M2 de la época de la Segunda Guerra Mundial pesaba 19,05 kg. Un menos exitoso modelo de la SGM fue el M19, y pesaba 23,4 kg. 

Alguna de la tecnología del M224 llegó temprano. Cuatro años atrás, un tubo del mortero se introdujo para los morteros de 60mm y 81mm. Los nuevos metales (aleación de Inconel 718) y métodos de fabricación (flowforming) redujo el peso de estos tubos de mortero de 30 por ciento, y el aumento de la robustez. Sin embargo, el tubo más ligero sólo reduce el peso general del sistema el diez por ciento. El sistema completo M224 reduce el peso total del 20 por ciento. Un año después de la M224 fue enviado a algunas unidades de pruebas de campo, algunos pequeños ajustes se hicieron, lo que resulta en el M224A1 introducido recientemente. 

Para la infantería, sin embargo, cuenta cada kilo. Así que el M224 fue especialmente bienvenido. Pero las tropas estaban muy contentos de cómo los más ligeros M224 realmente lleva a cabo. 

Los infantes de marina y del ejército utilizan el de 60 mm para las compañías de infantería (cada uno de los tres pelotones de infantería, además de un pelotón de armas pesadas), dando el comandante de la compañía de su propia artillería. Modernos proyectiles de mortero de 60 mm, que pesan alrededor de 1,6 kg (3,5 libras) cada uno, tienen un rango de 2,000-3,500 metros. Durante muchas décadas el rango máximo de morteros de 60 mm se parecía más a los 2.000 metros. El M224 puede utilizar una gama más larga (3.500 metros) todo el año. Los proyectiles de largo alcance, y la disponibilidad de mini-vehículos aéreos no tripulados en el ámbito de la empresa, hacen que el mortero de 60mm en un arma mucho más potente. El UAV puede detectar blancos detrás de las colinas o edificios y luego ajustar el fuego de mortero hasta que el objetivo es destruido. 

Los morteros de infantería fueron inventados durante la Segunda Guerra Mundial (1914-18), pero han sido en gran parte sin cambios desde entonces. Los diseños actuales de los Estados Unidos de mortero fueron introducidos en la década de 1980, pero el tubo más largo, munición alcance y proyectiles guiados (en calibres mayores que 60 mm) son los acontecimientos más recientes. 

Strategy Page

Subfusiles: Owen (Australia)

Carabina ametralladora/subfusil ametrallador Owen (Australia) 

 
Subfusil ametrallador prototipo Owen 32ACP (1940) 


Subfusil ametrallador prototipo Owen .45ACP (1941) 
   
Subfusil ametrallador Owen Mk.1-43 en pintura del camuflaje 
   
Subfusil ametrallador Owen Mk.1-42, desarmado 



Calibre: 9x19m m Luger/Para 
Peso: 4.22 kilogramos descargados 
Largo: 813 milímetros 
Largo del cañón de arma de fuego: 247 milímetros 
Cadencia de fuego: 700 cartuchos por minuto 
Capacidad del alimentador: 32 cartuchos 
Alcance efectivo: 100-200 metros 

Evelyn Owen, australiano, desarrolló su primer arma automática, "camarizada" para el cartucho .22LR, antes de 1939, y la ofreció al ejército australiano. Esta arma era un tipo un revólver de aspecto extraño contraído con un "cilindro fijo" en vez de alimentador, y operado por gatillo de pulgar. Sin embargo, antes de 1940 Owen produjo su diseño siguiente, en un cartucho algo más potente (pero aún relativamente suave) de .32ACP/7.65x17 Browning. Ésta era más "generalmente" un arma, con el gatillo tradicional, las mordazas de pistola dobles y el alimentador de magazines desmontables, insertados debajo del receptor e inclinados hacia atrás y a la izquierda. Antes de 1941, Owen produjo varios prototipos más, "camarizados" en .45ACP, 9mm Luger e incluso cartucho del revólver de Special .38 ; este trabajo fue hecho en Lysaghts Newcastle Works en Nueva Gales del Sur, Australia. El prototipo de 9mm, hecho por Lysaghts, fue probado contra los subfusiles ametralladores Thompson y Sten, y fue encontrado superior a ambos. Adoptado en 1942, esta arma fue manufacturada hasta 1945 en tres versiones, Mark 1-42, Mark 1-43 (o Mark 1 con culata de madera), y Mark 2 básico. Cerca de 45 000 SMGs Owen fueron hechos por Lysaghts, y éstos permanecían en servicio con las fuerzas australianas hasta los años 60, siendo empleado en la Segunda Guerra Mundial, Guerra de Corea y de Vietnam. Estas armas fueron apreciadas generalmente por los soldados debido a su robustez, confiabilidad y simplicidad. El único problema con el SMG de Owen era su peso. 

Los subfusiles ametralladores de Owen son operados por retroceso, con alimentación por cargador superior disparando a cerrojo abierto. El receptor está de forma tubular, con el cuerpo del perno separado del mango que arma el percutor por el pequeño mamparo adentro. Esto imposibilitó que la suciedad entrara en el área del receptor a través de la muesca del mango que armaba el percutor, pero también requirió el cañón de arma de fuego sea hecha que se puede quitar, como el perno y el resorte de retorno fue sacado adelante receptor. El cañón de arma de fuego era mantenido en su lugar por el cerrojo simple, situado en el frente del receptor, delante de la cubierta del alimentador. La boca fue equipada del compensador de retroceso. Las mordazas de pistola fueron hechas de madera, la culata desmontable fue hecha de alambre de acero en el Mk.1-42 Owens y de madera en modelos posteriores. Debido al alimentador montado superior, las miras fijas fueron compensadas a la izquierda. 


World-Guns