“La Batalla del Destino”
India - Pakistán 1971
Los combates en tierra
El Ejército hindú había comenzado a preparar sus operaciones casi con un año de antelación, durante este tiempo no solo aumentó las maniobras y el entrenamiento de su personal, sino que además aumentó la producción de armamentos, en algunos casos la cuadriplicó. Gracias al aumento de la producción de armas ligeras se logró que el 65% del personal de primera línea dispusiera de fusiles de asalto L-1A1 y ametralladoras Bren como reemplazo a armamentos más antiguos, también se logró una gran provisión de lanzacohetes RPG-7, para complementar a los obsoletos, aunque todavía efectivos, “Bazookas”.
Sin embargo, las operaciones previstas en Bengala Oriental supondrían un durísimo trabajo, pues durante años el Ejército de la India se había entrenado para los áridos y montañosos teatros de Pakistán Occidental, principalmente en la conflictiva zona de Cachemira, mientras que el Pakistán Oriental era una zona pantanosa, húmeda y cruzada por incontables ríos.
Por tanto, podemos decir que Bangladesh resultaba ser una complicación durante la planificación, aunque en la práctica se contó con multitud de factores a favor. La población local brindó un asombroso apoyo, incluyendo información muy importante, se suministró todo tipo de medios locales, reduciendo el tren logístico, bastante complicado de por sí, además, se obtuvo el total control de los cielos, mientras que el alto comando pakistaní colaboró activamente, tomando unas medidas defensivas completamente erróneas en un país tan fácil de defender.
En el frente de Bengala Oriental, el Ejército emprendió las operaciones cuando la Armada y la Fuerza Aérea de Nueva Delhi habían obtenido la supremacía en mar y cielo, habiendo bloqueado completamente este frente, impidiendo cualquier tipo de refuerzos. Esto resultaba bastante improbable, toda vez que el frente estaba separado por más de 1.600 Km. de Pakistán Occidental.
El Ejército indio emprendió, entonces, las operaciones de manera más tranquila, permitiendo que su perfecta planificación fuese llevada a cabo sin contratiempos. Encabezados por tanques T-55 y PT-76, las fuerzas hindúes comienzan a adentrarse en el territorio bengalí, con una tremenda rapidez y eficacia se instalan puentes de vanguardia y reemplazo Bailey y Krupp, en tanto que toda embarcación local era utilizada para transportar carga y cruzar los innumerables ríos y cursos de agua.
Comandos hindúes durante los primeros avances en Bengala Oriental. Los indios hicieron un amplio uso de las fuerzas de infantería ligera, comandos y paracaidistas durante la guerra, teniendo un excelente resultado. (Foto: Bharat Rakshak)
Un aporte fundamental para las acciones indias fue el Cuerpo de Ingenieros, el cual, al comando del general Das, asesora al general Aurora, comandante en jefe de la operación, sobre las mejores rutas a seguir, además de alistar una serie de puentes y líneas de ferrocarril que permitieron que el esfuerzo logístico hindú fluyera sin retrasos a medida de que las fuerzas se iban adentrando en el territorio bengalí.
El asesoramiento del general Das resulta importante cuando el general Aurora opta por aislar todos los emplazamientos defensivos de importancia, progresando a toda velocidad por rutas secundarias y caminos comarcales, en donde los pakistaníes no montaron ninguna vigilancia de importancia. Para cuando los pakistaníes intentaron reaccionar, se encontraban flanqueados y embolsados, impidiendo toda forma de reagruparse y organizar un contraataque.
Es entonces en donde la aviación pakistaní trató de realizar algunas desesperadas misiones de apoyo, inicialmente utilizando los entrenadores armados T-33A, aunque más tarde se unieron los más eficientes F-86 “Sabre”. Sin embargo, la superioridad aérea hindú era aplastante y los constantes ataques no solo borraron la presencia de la FAP, sino que además comenzaban a causar tremendas bajas a las unidades terrestres.
Los transportes de personal BTR-6PB disponibles en el Ejército indio fueron ampliamente utilizados en el frente de Bangladesh, permitiendo mantener un buen ritmo de avance gracias a su capacidad anfibia. (Foto: Archivos Dintel)
Los pequeños tanques anfibios PT-76 se mostraron más que eficientes a la hora de encabezar los asaltos indios, en estos casos, los tanques M-24 “Chaffee” pakistaníes trataron de detener el ataque, pero habían sido distribuidos en pequeñas secciones para apoyar a la infantería y muchos resultaron destruidos rápidamente. Los T-55, más pesados, terminaron por aplastar la resistencia en varios puntos fuertes pakistaníes, en tanto que los cazatanques BRDM-2, dotados de misiles AT-3 “Sagger”, sembraron la destrucción entre los pocos blindados disponibles en la zona.
La infantería hizo un gran empleo de jeeps y camiones, aunque los asaltos principales eran encabezados por transportes de personal BTR-50PK y OT-62 de orugas, así como OT-64 de tracción a rueda.
El Ejército hindú había preparado de una manera muy meticulosa la aproximación a Dacca, la capital del Pakistán Oriental. El día 7 de diciembre, dos Compañías del Regimiento Paracaidista son transportadas a las cercanías de esa localidad a bordo de helicópteros Mi-4 y Mi-8, durante el desembarco, los infantes fueron cubiertos por helicópteros HAL “Chetak”, los cuales estaban artillados con lanzacohetes y ametralladoras. El día 11 de diciembre, esta acción fue completada con el lanzamiento de un Batallón de paracaidistas desde los transportes C-119G y An-12PB de la FAI, reforzando al dispositivo previamente transportado en helicópteros.
Esta acción causó conmoción en los comandantes pakistaníes, quienes dieron por cierta la noticia difundida por la radio local en la que se había “lanzado una brigada paracaidista en las cercanías de Dacca”.
Suponiendo que estas fuerzas permitirían abrir una brecha a las fuerzas pesadas que llegaban desde tierra, los pakistaníes hicieron un gran esfuerzo para tratar de desviar parte de las defensas a combatirlas, sin embargo, el día 10 de diciembre, los hindúes habían realizado otra acción aún más preocupante. Utilizando helicópteros Mi-4 y Mi-8 de la FAI, y protegidos por “cañoneros” HAL “Chetak”, el Ejército indio había trasladado 2.971 hombres y 90.200 hombres de una ribera a otra del río Meghna, estableciendo una importante cabeza de puente después de 95 vuelos de los helicópteros.
La crítica situación desembocó en combates particularmente duros en los alrededores de Dacca, donde se hizo un gran empleo de artillería, morteros y cañones sin retroceso para romper la resistencia pakistaní. Estos disponían de 72 tanques M-24 “Chaffee” dentro del 29º Regimiento de Caballería, además de algunos cazatanques M-36B1 y al menos un Escuadrón de M-4 “Sherman”, sin embargo habían sido distribuidos entre la infantería y no pudieron ser aprovechados, además, estaban en muy mal estado operativo. Durante los combates, los PT-76 destruyeron no menos de quince tanques M-24, mientras que los T-55 destruyeron otros 27 durante los diversos enfrentamientos ocurridos en Bengala Oriental. En uno de los combates cerca de Rangpur, los PT-76 se encontraron con un puñado de tanques M-24 pakistaníes que apoyaban a unidades de infantería. Rodeados totalmente, los tanques pakistaníes trataron de romper el cerco, pero los PT-76 hindúes destruyeron nueve de ellos, dañaron tres y otros cinco fueron capturados. Los equipos antitanques hindúes, con cañones sin retroceso montados en jeeps, así como misiles AT-3 “Sagger” montados sobre blindados BRDM-2 o transportados por la infantería, dieron cuenta de otros muchos tanques pakistaníes sobrevivientes. Al concluir la guerra, no menos de 20 tanques M-24 habían caído intactos o dañados en manos indias, muchos de ellos abandonados.
Los HAL "Chetak" fueron los principales helicópteros utilitarios, de reconocimiento y de apoyo cercano con los que el Ejército hindú contó durante las operaciones, principalmente, en Bangladesh. (Foto: Bharat Rakshak)
Sin embargo, en el frente occidental sería donde los combates tomarían un matiz completamente diferente. Con el grueso de los ejércitos de ambos países en primera línea de combate, amén de estar en condiciones ideales para el combate, las batallas fueron extremadamente duras y provocaron graves bajas a ambos bandos. Los combates se iniciaron desde el mismo día del inicio de las hostilidades hasta la declaración del alto al fuego.
Aquí, pakistaníes e indios se rigieron bajo la regla de tomar y ceder terreno, en donde los pakistaníes mostraban un gran apuro en asegurar los territorios capturados con el fin de poder servir como herramientas de negociación para el futuro.
El primer encuentro de importancia se produce el primer día de la guerra, 4 de diciembre, cuando el alto comando pakistaní ordena atacar a las fuerzas indias en Chaamb. Allí los pakistaníes envían a los 11º y 28º Regimientos de Caballería, sumando 75 tanques T-54 y T-59, apoyados por 40 veteranos M-4 Sherman, algunos repotenciados, y 15 cazatanques M-36B1. Los hindúes, por su lado, desplegaban el 72º Regimiento Acorazado, el 9º Regimiento de Caballería del Decán, ambos dotados de T-55, y un Escuadrón de Exploración equipado con tanques ligeros AMX-13.
Los combates fueron violentísimos, en particular cuando ambas fuerzas trataron de hacerse con el poder de los altos de Mandiala. El 11º de Caballería pakistaní se enzarzó con el 9º del Decán, trabando un violentísimo combate entre tanques a distancias medias y cortas.
La batalla concluyó el día 7 de diciembre, cuando los pakistaníes logran hacer retroceder a los hindúes y declaran la captura de Chaamb. En la batalla habían destruido 19 tanques T-55 indios, capturando otros 14 T-55 dañados o fuera de combate. Por su lado, los indios declaran la destrucción de nueve tanques T-59, quince M-4 “Sherman” y cinco caza tanques M-36B1. Pese a que se había logrado destruir un número similar de tanques pakistaníes, estos eran en su mayoría los obsoletos Sherman, lo que hizo que los pakistaníes conservaran la mayor parte de sus T-59 intactos para continuar presionando. Sin embargo, los pakistaníes plantearon mejor la batalla y sacaron un mayor provecho de sus medios, más teniendo en cuenta que incluso los T-59 eran inferiores a los T-55 indios, dotados de proyectores nocturnos y municiones más eficaces.
Entre el 4 y 5 de diciembre ocurrió otra batalla en torno a Longewala, en este caso, los pakistaníes habían desplegado unidades equipadas con tanques “Centurión” y “Vijayanta”, los cuales eran muy superiores a los tanques pakistaníes. En este caso, los tanquistas indios destruyeron 26 tanques T-59 pakistaníes, mientras que los ataques aéreos de los Hunter, Mystére y Su-7BMK destruyeron otros 11 tanques T-59 adicionales, obligando a los pakistaníes a retirarse debido a las grandes pérdidas.
Tanques T-55 hindúes destruidos durante la batalla en los altos de Mandiala, los pakistaníes usaron la copia china de este tanque, los cuales pese a ser algo inferiores pudieron obtener la victoria sobre las armas indias en Chaamb. (Foto: Bharat Rakshak)
Sin embargo, uno de los mayores duelos acorazados se produjo en el Punjab, cuando las 2ª y 16ª Brigadas Acorazadas indias, equipadas con tanques T-54 y T-55, trabaron combate con la 6ª División Acorazada y la 8ª Brigada Acorazada pakistaníes, dotadas con tanques M-47 y M-48 “Patton”, apoyados por unos cuantos veteranos M-4 “Sherman”.. Esta batalla se produjo entre el 15 y el 16 de diciembre, siendo la última gran batalla de la guerra.
En este combate, los indios avanzaron con tanques T-54 dotados de rodillos barreminas a la cabeza, aunque se encontraron con terreno blando que obligó a cesar su empleo. En los combates que sucedieron a continuación, los tanquistas hindúes demostraron tener un mayor entrenamiento y disciplina de combate, además de aprovechar al máximo las ventajas de sus nuevos tanques. En esta oportunidad los indios reclamaron la destrucción de 33 tanques M-47 y M-48, así como 14 tanques M-4 “Sherman”, por su lado, debieron lamentar la pérdida de catorce tanques T-55 por fuego enemigo y dos por minas. En este caso, el apoyo aéreo fue importante, pero bastante limitado, los cazas Su-7BMK realizaron gran cantidad de ataques aéreos, pero principalmente contra las unidades de infantería y artillería desplegadas en la zona. Fue la derrota definitiva para los pakistaníes.
India declaró haber perdido 69 tanques en toda la guerra, de ellos 24 se perdieron en Bangladesh, y 45 en el frente Occidental. Por su lado, los pakistaníes lamentaron la pérdida de 264 tanques en combate, de ellos 72 eran los M-24 “Chaffee” perdidos en Bangladesh, mientras que el resto incluía 61 T-59, 33 M-47 y 25 M-48, mientras que los restantes fueron tanques M-4 y cazatanques M-36B1 perdidos en los diversos enfrentamientos.
La India probó en combate, por primera vez, el moderno tanque medio “Vijayanta”, producido localmente en la fábrica de Madras. Con su potente cañón L-7A1 de 105 mm, no hubo ningún tanque pakistaní capaz de enfrentarle. Se mostró abrumador sobre los obsoletos tanques M-4 y M-24, mientras que fue muy superior a los M-47, M-48 y T-59, que constituían la punta de lanza acorazada pakistaní.
Tanques M-47 y M-48 pakistaníes destruidos o dañados luego de su captura por las fuerzas indias tras la batalla de Punjab. Las bajas sufridas en esta batalla fueron elevadas, a la vez que significó la derrota final pakistaní. (Foto: Bharat Rakshak)
Termina la guerra y nace el Estado de Bangladesh
La victoria india fue fulminante, el 17 de diciembre de 1971 el General Niazi firma la rendición del Pakistán Oriental, que poco tiempo después se transformaría en Bangladesh.
La explicación más práctica de esta guerra fue el hecho de que la India había estado planificando desde hacía mucho tiempo la guerra y para el momento de la operación, sus fuerzas eran superiores a cualquiera de la región y con una preparación envidiable. Sus mandos demostraron una gran mejora en el manejo de la guerra acorazada y mecanizada moderna, con respecto a 1965, así como una gran visión para el empleo de nuevas tácticas y sistemas de armas, como lo fue el ejemplar uso de los helicópteros. Toda la oficialidad demostró un pensamiento de conjunto y llevó a cabo los planes tal y como estaba previsto, pero a su vez demostraron ser capaces de realizar acciones independientes que le permitieran aprovechar cualquier ventaja táctica que se les presentara.
Al finalizar la guerra, muchas críticas surgieron en el seno de las FFAA hindúes, en parte por diversas dificultades aparecidas en los diversos combates y a la alta tasa de pérdidas, principalmente de aviones, que se sufrieron. Este examen permitió reorganizar los sistemas defensivos hindúes de cara al futuro. Las críticas a la Fuerza Aérea India fueron muchas, pues pese a su gran éxito sufrió un desgaste considerable y no se lograron todos los objetivos establecidos al principio de la operación.
Por parte de los pakistaníes, estos demostraron ser completamente inefectivo e irresponsable, a esto se le sumó la necia propaganda oficial que decía que el enemigo era "poco más que un tigre de papel", la cual fue ciegamente aceptada por oficiales y soldados. Cómo si fuera poco, la dirección militar estaba encargada a un grupo de mediocres oficiales de alta graduación, exceptuando al mariscal del aire Rahim Khan. El principal responsable del Ejército, general Tikka Khan, se había dado a conocer por sus brutales represiones a los civiles en el pasado, siendo importante mencionar que, cuando ascendió a Coronel, una nota enviada al Jefe de Estado Mayor decía: "Este Oficial se ha revelado inepto para ocupar puestos de alta responsabilidad".
Los jefes de las fuerzas del Pakistán Oriental, los generales Niazi y Farman, adoptaron medidas totalmente ineficaces para detener a los hindúes, perdiendo todas las ventajas que les daba el terreno, tan apto para la defensa. A la vez que no aprovecharon el grueso de las fuerzas disponibles en esa zona, en particular el material blindado, que si bien no era muy efectivo era el único disponible y podría haber sido empleado de una manera más provechosa. Todos estos errores costó el empleo de varios generales y almirantes a las Fuerzas Armadas pakistaníes.
De igual manera, la culpa fue, en gran medida, de los altos mandos, en Pakistán Occidental, quienes le habrían podido enviar refuerzos, material y otras provisiones, así como planes de acción con los que podrían haber resistido por mucho más tiempo. Tal vez, con una mejor defensa del territorio, las idas y venidas de la diplomacia habrían permitido evitar la humillante rendición incondicional y haber salvado, aunque sea en parte, el honor del Ejército Pakistaní.
El general Niazi firma la rendición incondicional del Pakistán Oriental frente al general Aurua, máximo responsable de la aplastante victoria hindú. A partir de este momento la independencia de Bangladesh se hizo una realidad. (Foto: Bharat Rakshak)
Dintel DIG