Auftragstaktik o DC
Entre el 19 y el 23 de mayo de 1980 la BDM Corporation organizó una conferencia sobre la guerra táctica cuyo cometido era examinar la experiencia militar alemana en sus batallas del siglo XX contra las fuerzas rusas. Con ello se pretendía extraer las conclusiones pertinentes sobre la amenaza que, entonces, el Ejército Rojo de la URSS representaba para las fuerzas de la OTAN.
Los dos invitados de honor de esa conferencia fueron el general Hermann Balck y su jefe de estado mayor, el mayor general A. D. F. W. von Mellenthin. En un momento del coloquio, el general DePuy, militar estadounidense retirado, se dirigió a von Mellenthin: [Uno de los ejemplos dados al ejército americano por los oficiales alemanes que visitaron nuestras escuelas militares en la década de 1930 fue este: “El comandante de división ordena al comandante de caballería capturar un puente sobre un río porque la división va a tener que cruzarlo más tarde. Cuando el comandante de caballería llega al puente se encuentra con un regimiento de tanques enemigo. Pregunta: ¿Qué tiene que hacer el comandante de caballería? La solución del Auftragstaktik: Informar al comandante de la división por radio -buscar otros puentes, vados, embarcaciones-, en otras palabras, hacer lo mismo que su inmediato superior haría si estuviera allí y conociera la situación”. ¿Es ésta una buena explicación del Auftragstaktik?] El general von Mellenthin respondió categóricamente: “Exactamente”.
He utilizado el ejemplo de esta conferencia porque me parece una buena introducción para hablar del Auftragstaktik. ¿Qué significa este término alemán? Los manuales militares alemanes sobre los aspectos tácticos y operacionales de la guerra hacen siempre referencia al Auftragstaktik y lo llaman “el principio preeminente de mando y control del ejército”. En 1988 el Auftragstaktik fue nuevamente codificado en lo que es la biblia del Ejército alemán, “Mando y Control en Batalla” de las Regulaciones del Ejército Alemán (AR).
En términos generales, ¿por qué el ejército alemán fue siempre tácticamente superior (incluso cuando la Wehrmacht estaba agonizando) a los ejércitos que se le opusieron en la IIGM? Bien, hay varias razones, pero a mi juicio dos son las fundamentales: excelente entrenamiento y, precisamente, el Auftragstaktik. Ambas están ciertamente relacionadas.
El general Hermann Balck era un militar brusco y lacónico, pero quienes le conocían bien sabían que tras esos rasgos de su peculiar naturaleza se encontraba un hombre profundamente considerado. No gustaba de las órdenes escritas, y siempre prefirió dar a sus subordinados órdenes verbales, cortas y sencillas. En la mayoría de los casos estas órdenes se reducían a tres o cuatro palabras. La llave de este éxito se encontraba en la importancia que el cuerpo de oficiales concedía a la iniciativa individual de los mandos intermedios, oficiales, suboficiales e incluso soldados. Hasso von Manteuffel era otro comandante rudo, de pocas palabras, pero igualmente dedicado a sus hombres. Rommel, un mando difícil por su proverbial improvisación táctica en el desarrollo de las batallas, también concedía una importancia fundamental a la iniciativa de sus subordinados. También era duro con sus oficiales, aunque ciertamente condescendiente con sus soldados. Pero, por norma, en el ejército alemán era caso extrañísimo el que un superior reprendiera a un subordinado por acciones de combate, salvo casos de errores muy graves. Esta actitud, tan diferente en otros ejércitos (especialmente el Ejército Rojo), estimulaba la confianza de los subordinados y fortalecía su capacidad de iniciativa.
En esencia, el Auftragstaktik demandaba un alto grado de flexibilidad en la cadena de mando. Establecido el plan operacional por el comandante en jefe (a cualquier nivel: ejército, cuerpo, división, regimiento, batallón, compañía, sección), se daba amplia libertad a los comandantes para que consiguieran los objetivos del plan a plena discreción. El comandante de una división, por ejemplo, tenía plena confianza en los comandantes de regimiento; éstos en los comandantes de batallón; los de batallón en los de compañía, y los de compañía en los de sección. Era una cadena de confianza mutua. Cuando por cualquier causa –pérdida de comunicaciones, baja en combate- se perdía a un comandante, el Auftragstaktik enseñaba que el siguiente en el escalafón debía asumir la responsabilidad y actuar con iniciativa propia, tal como lo haría su comandante de estar en su lugar.
Nada ilustra tanto como los ejemplos. Veamos un par de ellos durante la operación alemana contra la fortaleza belga de Eben Emael en la campaña del Oeste de 1940. La captura de esta posición era una condición crucial para una continuación exitosa de la campaña. Se encargó de la dirección efectiva de las operaciones a un teniente primero de las fuerzas de paracaidistas, Rudolf Witzig, cuyo planeador tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia, al comienzo de las operaciones, cerca de Colonia, a unos 100 kilómetros del objetivo. El resto de los aparatos continuó su vuelo hacia Eben Emael; como todos sabéis, la operación fue un éxito, pero quizás pocos sepan que fue dirigida por un sargento de estado mayor.
Durante el aterrizaje sobre las inmediaciones de Eben Emael, otro planeador se vio obligado a aterrizar a unos 60 kilómetros de su objetivo. El líder de la sección de asalto, el sargento Meier de estado mayor, decidió apropiarse, con gran resolución, de dos vehículos y avanzar a través de las columnas de las divisiones del principal ataque que estaban reunidas en la frontera. Llegando a Maastricht, cruzó el Mosa y se dirigió a Eben Emael. No pudo capturar la fortaleza rodeando el canal, así que por propia iniciativa decidió atacar a las fuerzas belgas en los alrededores de Eben Emael. Herido en el transcurso de esta acción, Meier hizo prisioneros a 121 belgas que despachó al día siguiente a retaguardia como prueba de que había hecho todo lo posible en sus especiales condiciones. Mientras tanto, Witzig había localizado otro avión para remolcar su planeador. Volando nuevamente hacia Eben Emael aterrizó dentro de la fortaleza, e inmediatamente asumió el mando de las fuerzas de asalto provocando con sus acciones la rendición del fortín belga.
La iniciativa y las habilidades de mando de un teniente primero y un suboficial fueron puestas a prueba, dando ambos una excelente demostración de la ejecución de los principios del Auftragstaktik, recibiendo por esas acciones la Cruz de Hierro.
El mayor general Werner Widder, militar del ejército alemán, dio una conferencia en Fort Leavenworth en abril del 2002 sobre la doctrina alemana del Auftragstaktik. Remonta sus orígenes al año de 1806, tras la desastrosa derrota del ejército prusiano en Jena y Auerstedt. Los ejércitos de Napoleón revelaron las deficiencias del ejército prusiano, y las reformas iniciales sobre la instrucción de infantería aparecieron en las regulaciones de 1812, en las cuales se abolía la dirección prefabricada de batalla y, al menos en los niveles más altos del liderazgo, se convertían en factores importantes la iniciativa y el pensamiento y acciones independientes. En los niveles más bajos las tácticas de columna, con sus masivos cuerpos de tropas, continuaron imponiendo grandes limitaciones a la dirección de las batallas.
A mediados del siglo XIX el fusil con sistema de recámara comenzó a reemplazar al mucho menos eficiente fusil con sistema de carga por boca, circunstancia que supuso una revolución en los asuntos militares, dando lugar al punto de partida para la transformación de la infantería y propiciando el curso para la adopción eventual del Auftragstaktik.
Las guerras alemanas de reunificación de 1864 contra Dinamarca, de 1866 contra Austria, y de 1870-1871 contra Francia demostraron que los avances en armamento habían dejado obsoletos los avances en el desarrollo doctrinal y táctico. Para volver a establecer alguna forma de mando y control se mostraba ahora importante desarrollar un nuevo concepto que, por una parte, posibilitara cierta independencia de acción mientras que, por otra parte, evitara acciones erradas por los líderes de los niveles más bajos.
El líder indiscutible de estas correctas observaciones y el promotor de su desarrollo doctrinal fue el mariscal Helmut von Moltke, jefe del Estado Mayor General del Ejército Prusiano desde 1857 a 1888. En Alemania se le considera el creador del mando y control al nivel operacional, y el padre espiritual de los principios operacionales. Por supuesto, también jugó un papel decisivo en el desarrollo del Auftragstaktik.
Este militar fue una especie de George Simenon en literatura militar, si se me permite la comparación en términos cuantitativos. Ambos personajes, cada uno en su parcela, escribieron una obra muy voluminosa. Uno de los principios rectores que domina los escritos del mariscal prusiano es la estimulación del pensamiento y acción independientes entre sus subordinados: “Diversas son las situaciones bajo las cuales un oficial tiene que actuar sobre la base de su propia perspectiva de la situación. Sería un error si tuviera que esperar órdenes en momentos en que ninguna orden puede ser dada. Son mucho más productivas sus acciones cuando actúa dentro del marco de propósitos de su comandante superior”. Moltke estableció así el principio fundamental del Auftragstaktik: el subordinado tiene que actuar dentro de las directrices de intenciones de su superior. Conociendo las intenciones de su superior, el subordinado actúa de esta forma en aras de su consecución.
Después de 1871 los militares alemanes crearon un debate que enfrentaba dos tendencias opuestas: los que defendían la imposición de órdenes detalladas para evitar el efecto dispersivo provocado por los armamentos modernos y la supuesta independencia incontrolada en los niveles más bajos de mando, y los que defendían la independencia de las pequeñas unidades que, según ellos, era la consecuencia necesaria de los armamentos modernos. Los primeros, Normaltaktikers, defendían el punto de vista convencional; los segundos, Auftragstaktikers, defendían la innovación. Estos últimos no eran partidarios de emitir órdenes detalladas para limitar la libertad de acción de los niveles más bajos de mando, sino más bien abogaban por asignar a cada unidad su propia misión, claramente definida. Desde 1914 hasta la actualidad, el Auftragstaktik ha tenido un lugar sólido en la filosofía de mando y control del Ejército Alemán. Pero este principio no tuvo fácil entrada en la doctrina militar alemana; antes al contrario, encontró enconada resistencia por aquellos militares a quienes molestaba este proceso. Fueron estos últimos quienes acuñaron el término a principios de la década de 1890 para mostrar su desdén, considerando ese principio una amenaza para la disciplina militar y, por extensión, para todo lo concerniente al mundo militar. Pero, al igual que unos años más tarde ocurrió con la filosofía innovadora de von Seeckt, la resistencia de los militares típicamente conservadores fue finalmente vencida y la doctrina militar alemana recogió y desarrolló esos principios "revolucionarios".
Quiero hacer una última observación que considero que sería de enorme interés para nuestros líderes políticos y militares (si leyeran este foro, claro), pero también para el conjunto de nuestra sociedad. Widder dice que el liderazgo militar actual del ejército alemán reconoce dos pilares: el concepto de Innere Führung y el principio del Auftragstaktik. Precisamente, Widder tituló su conferencia “Auftragstaktik e Innere Führung: Marcas del Liderazgo Alemán”. Ambos conceptos están actualmente inseparablemente conectados.
La imagen común de hombre en el ejército alemán es que un soldado es una persona libre. Se respecta su dignidad individual al igual que sus derechos básicos y los derechos de la libertad. Estos derechos son una garantía para todos los ciudadanos, y, de igual modo, para los soldados. El ciudadano responsable reconoce que los valores de la comunidad tienen que ser defendidos incluso a riesgo de su propia vida. Pues bien, en el Bundeswehr esta imagen de hombre encuentra su expresión conceptual en lo que se llama Innere Führung, significando el liderazgo y la educación cívica. Innere Führung es la responsabilidad de los soldados alemanes en los estándares ético-morales. Innere Führung es la cultura corporativa de las Fuerzas Armadas alemanas, e integra plenamente al Bundeswehr en la sociedad alemana.
Directivas de control
Los anglosajones utilizan las expresiones “directive control” y “mission-type orders” para referirse al Auftragstaktik. Ambos términos sugieren la orientación general como oposición a la supervisión prescriptita. También apuntan los ingleses los términos “mission orders” o “mission-oriented tactics”, lo que viene a demostrar la dificultad de aglutinar en una palabra el concepto doctrinal foráneo. Por ello, yo prefiero referirme siempre al Auftragstaktik, pues, como nada me va en ello, carezco de cualquier prejuicio en reconocer la enorme supremacía mundial de la doctrina militar alemana entre finales del siglo XIX y primeros del XX, y la gran repercusión que ha tenido desde entonces.
John Nelsen ["Auftragstaktik: A Case for Decentralized Battle," Parameters, 17 (September 1987).] pone de manifiesto los problemas que surgen en las interpretaciones normales del concepto. Sugiere que Auftragstaktik significa mucho más que los términos normalmente empleados en inglés (los que ya he citado), pues bajo el término alemán subyacen los siguientes conceptos: iniciativa individual, toma de decisiones independiente, y alcance de decisiones tácticas propias por la propia voluntad de los líderes. La esencia del Auftragstaktik se traduce cuando un comandante especifica a sus subordinados “lo que hay que hacer”, no “cómo debe hacerse”. Es por ello que, según este antiguo pero totalmente vigente principio, el subordinado ha de tener el entrenamiento y la preparación necesaria para poder acumular en su voluntad la iniciativa personal, la independencia en la toma de decisiones y la resolución en la adopción de su táctica, todo ello encaminado a conseguir el objetivo prescripto por su comandante. Y para que ello pueda darse, el superior ha de ser totalmente flexible con el proceder del subordinado; en otras palabras, ha de regir el principio de libertad de acción.
Sin duda, el mejor ejemplo totalmente opuesto al Auftragstaktik lo encontramos en la conducción, en general, de las operaciones militares soviéticas durante los primeros años de la guerra, en especial en 1941-1942. La inflexibilidad, la falta de iniciativa individual, la limitación de acción, la dependencia o centralización y -un aspecto que yo apenas he encontrado en los estudios actuales sobre esta materia- la desconfianza son las características esenciales que definen al mando soviético en la guerra inicial germano-rusa. Por el contrario, el mando alemán, en general, era el reverso de la moneda rusa. Quizás esto baste para explicar la abismal superioridad inicial del mando alemán sobre el soviético.
Las regulaciones del actual ejército alemán describen el Auftragstaktik de la siguiente manera:
[Un procedimiento de mando y control dentro del cual se concede al subordinado una gran libertad –dentro del marco de la intención de la orden individual dada- para llevar a cabo su misión. Las misiones tienen que incluir solamente aquellas restricciones que son indispensables para poder interactuar con otros, y debe ser posible que se consigan haciendo uso de las fuerzas del subordinado y los recursos y autoridad que se le delegan. El mando y control de las misiones-orientadas (“mission-oriented command and control”) requiere uniformidad en la manera de pensar (criterio uniformizado), juicio e iniciativa sólidos, así como acciones responsables a todos los niveles] "The German Army's Mission Oriented Command and Control," Armor, 90 (January-February 1981), 12.
La experiencia de mis lecturas me lleva a afirmar que nada ha ejercido tanta influencia en la doctrina militar y los programas de entrenamiento de los ejércitos actuales como la doctrina y el entrenamiento del ejército alemán de 1871-1945.
El ejército estadounidense (U.S. Army) es un gran ejército, además de ser el ejército más poderoso de la actualidad. Lo digo porque posee la rara humildad de dedicar un enorme esfuerzo al estudio y divulgación de la doctrina militar y al mismo tiempo reconocer –expresa o tácitamente- en sus resultados las enormes carencias, sobre todo en materia de entrenamiento, de sus fuerzas de combate. Cuando las unidades de combate estadounidenses desembarcaron en Europa para enfrentarse, fundamentalmente junto con sus aliados británicos, a las experimentadas unidades de combate alemanas, sus hombres, especialmente los suboficiales, estaban a años luz del entrenamiento estándar de preguerra de un suboficial alemán. Tras la guerra, el ejército estadounidense dedicó un enorme esfuerzo al estudio de la doctrina, entrenamiento y tácticas militares de la Wehrmacht. Organizó conferencias protagonizadas por los oficiales alemanes a quienes había derrotado, encargó estudios de las batallas ejecutadas durante la guerra a esos mismos militares alemanes, y en el transcurso de todos estos años fue capaz de forjarse su propia doctrina militar, después de toda una travesía de experiencias semi-amargas (Corea y Vietnam incluidas).
Sin embargo, por lo que leo, todavía distan mucho de aplicar en el entrenamiento y preparación de sus suboficiales el principio rector del Auftragstaktik. “Los oficiales y suboficiales deberían adquirir una mejor apreciación de la iniciativa individual, la aceptación de riesgos y la asunción de la responsabilidad como factores primordiales de las operaciones” [Charles G. Sutton, Jr., "Command and Control at the Operational Level," in The Challenge of Military Leadership, ed. Lloyd J. Matthews and Dale E. Brown (Washington: Pergamon-Brassey's, 1989), p. 80].
El mando y el liderazgo están fuertemente entrelazados, y nada recuerda tanto esta máxima como el término alemán “Truppenführung”, la conducción o dirección de la tropa. El principal objetivo de cualquier sistema de mando y control ha de ser la unidad de esfuerzo, o lo que John Collins expresó como “solidaridad de propósitos, esfuerzo, mando (dirección), energías, valoraciones y actividades, físicas y mentales, hacia los fines deseados” [John M. Collins, Grand Strategy: Principles and Practices (Annapolis, Md.: Naval Institute Press, 1973), p. 28.].
Nuevamente hay que regresar a las experiencias de los oficiales alemanes durante la IIGM: “Observamos que los líderes a cualquier nivel crecían con su experiencia….Su iniciativa debería ser fomentada tanto en el caso de un comandante de división como en el caso de un líder de sección” (Sutton, 78-79). Y viene a cuento recordar lo dicho por el general Balck, en cuanto a que los altos comandantes alemanes rara vez, por no decir jamás, recriminaban a sus subordinados, salvo casos de errores mayúsculos. Por el contrario, siempre se fomentó (y recompensó) entre ellos la iniciativa individual, cuestión que además el subordinado asumía con gran orgullo.
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