(Argentina, 1890-1965)
Por Gral Isaías García Enciso
Carlos Maximiliano von der Becke, nació, según constancias familiares, el 1º de enero de 1890 en la localidad de Cañada de Gómez, provincia de Santa Fe. Fueron sus padres Alfonso von der Becke-Klüchtzner y Clementina von Helbig, ambos alemanes, fundadores de la rama argentina de los von der Becke.
Teniente Carlos von der Becke
El padre había nacido el 5 de enero de 1860 en Dresden, hijo del entonces Teniente del Real Ejército de Sajonia, Jorge Edmundo von der Becke y de Ana von Klüchtzner. A su vez la madre pertenecía a la noble familia de los von Helbig de Silesia, donde nació el 20 de agosto de 1862. Don Alfonso se trasladó, como miembro de su familia, sucesivamente a Zürich, Ginebra, Viena y Stuttgart, donde estudió humanidades en el Real Gimnasio, bajo la protección liberal de Carlos I de Württemberg.
Se inició luego en el comercio en Bremen y emigró en 1882 a Venezuela, trasladándose al Río de la Plata en 1884. Añorando a su novia de. estudiante, regresó a Alemania. Contrajo enlace el 3 de abril de 1886, en Württemberg, con Clementina. El joven matrimonio de 26 y 24 años de edad, respectivamente, viajó a la Argentina, donde don Alfonso se desempeñó en tareas administrativas tanto en ingenios de azúcar como en la supervisión del tendido de vías férreas. Esto explica el nacimiento de los hijos en diversas localidades, a medida que avanzaba el trazado del ferrocarril. Así, Dora, la mayor, nació en Belgrano dentro del primer año de casados; Carlos Maximiliano, dos años después en Cañada de Górnez; el tercer hijo, Alfonso, nació en 1984 en Rosario de Santa Fe; y Alejandro, el menor, años después en Tafí Viejo, Tucumán, donde se había asentado la familia y donde el jefe de ella estaba encargado de la administración de los grandes talleres ferroviarios de esa ciudad.
La hija mayor del matrimonio, Dora, se recibió de maestra normal en Tucumán, contrayendo enlace con Hugo Dörsing. Desempeñó la docencia por largos años en la Cangallo Schule, alcanzando luego la subdirección de la Escuela Germania, rodeada de un gran prestigio como educadora.
El tercero de los hijos, Alfonso Carden, cursó el bachillerato en Tucumán, recibiéndose de doctor en medicina con diploma de honor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, en 1919. Fue un científico de nota, un urólogo destacado y un catedrático de alto nivel. Casado con Sara Gardey, murió trágicamente el 6 de julio de 1945, fiel a su juramento hipocrático.
El menor de los hijos del matrimonio, Alejandro Otto Federico, obtuvo el título de químico farmacéutico y luego de doctor en bioquímica y farmacia de la Universidad de Buenos Aires. Llegó a ser un destacado hombre de ciencia como histólogo y bioquímico, profesor titular de histología comparada y de zooparasitología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y autor de más de cincuenta trabajos científicos de investigación. Estos eran los padres y los hermanos de Carlos Maximiliano, de quien nos ocuparemos a continuación.
Sus antepasados eran familias nobles de la cuenca del Ruhr, Palatinado y Westfalia, por el lado paterno; de Silesia, Letonia y otras regiones centro-europeas, por parte de familias emparentadas. En casi todas estas familias antecesoras, tanto entre los von der Becke como entre los von Helbig, hubo militares destacados y encumbrados funcionarios civiles.
El niño Carlos Maximiliano, al establecerse sus padres en la ciudad de Tucumán, donde existían establecimientos de educación secundaria, cursó allí sus estudios en el Colegio Nacional de esa ciudad, del que egresó con el orden de mérito Nº 1, a los catorce años de edad. Fue una constante en su vida ese mismo Orden de mérito.
El adolescente sintió despertarse en su espíritu, la vocación castrense que había heredado de sus antepasados ; y su padre le concedió con satisfacción la autorización correspondiente, dejando constancia en la misma, de su deseo que su hijo conservara la fe protestante y que orientara su especialidad militar hacia el campo de la ingeniería. En cambio, las circunstancias y la inclinación personal de Carlos, hicieron de él un infante y un oficial de Estado Mayor. Faltó poco para que su destino fuese distinto, ya que su poca edad y su extrema delgadez hicieron que fuera rechazado en 1905, ingresando sin embargo al año siguiente al Colegio Militar de San Martín.
El año 1905 estudió ingeniería en la facultad porteña.
Según reza su foja de servicios, ingresó como cadete el 7 de abril de 1906, destacándose desde el principio corno uno de los alumnos más aplicados y de muchas condiciones físicas y aptitudes militares. Sus 1,75 metros de altura en ese momento (que se estiró en nueve centímetros más al egresar), contribuyeron a que en el reconocimiento médico efectuado por el Cirujano de Brigada Benjamín Dimartino mereciese la calificación de 5 puntos - la máxima - tanto por su constitución, como por su salud y su vista. Durante el segundo curso fue ascendido el 30 de abril de 1907 a Distinguido y el 8 de julio a Cabo. El tercer año supera su rendimiento, correspondiéndole conducir la bandera del instituto, honor máximo que se confiere a un cadete.
Sus calificaciones en el estudio son por entonces las siguientes Táctica, 5; Topografía y Dibujo 4,90; Armas, Tiro y Fortificación 4,70; Química 5. En aptitudes generales las siguientes calificaciones: Aptitudes para el mando 5; Resistencia a la fatiga 5; Inteligencia 5; Carácter 5; Espíritu militar 5; Conducta 5; Instrucción 5; Porte militar y corrección en el uniforme 5 Educación 5. Recordemos que 5 es la calificación máxima. Todo ello le da un promedio de egreso de 4,77 puntos, ocupando el primer puesto de su promoción, integrada por 57 cadetes. Registra asimismo en su legajo, que habla francés y alemán; también señala que no sabe nadar, pero sí que anda en bicicleta. Su profesor de equitación lo califica con 3 puntos; en esgrima, el maestro de armas le pone 5 y otro tanto hace el maestro de gimnasia.
Su planilla de calificaciones está firmada por Federico Shaw como secretario por Martín J. López como mayor, jefe del cuerpo, con el visto bueno del teniente coronel Marambio, director interino.
La trayectoria del cabo cadete von der Becke, satisface los requisitos para que se le asigne el premio Ministro de Guerra, consistente en un artístico reloj de oro labrado; así como la distinción que otorgaba la Asociación Pro- Patria de Señoritas: una medalla de oro con la imagen de una mujer con un fusil en la mano, representando a la patria en armas. Von der Becke, al recibir de manos del ministro, general Aguirre, el artístico reloj, expresó que el mismo señalaría las horas del deber. El concepto firmado por el jefe de la compañía de cadetes, capitán Carlos Smith Pedernera, señala que von der Becke "es culto, inteligente y de una integridad probada. Reúne en general, todas las características del excelente oficial."
El flamante subteniente de infantería, es destinado a su egreso al Regimiento 18 del arma, de guarnición en Tucumán, donde residía la familia. Revista como tal durante los años 1908 y 1909, año cuando cursa la Escuela de Tiro. Asciende a teniente en 1910, continuando en dicha escuela hasta 1912, cuando es trasladado al Colegio Militar de la Nación como oficial instructor. Temprana distinción a un oficial moderno, que pronto pasa a desempeñarse como jefe de la compañía de cadetes, ya teniente primero.
Le toca así cursar como alumno la Escuela Superior de Guerra, luego de ascender a capitán en 1917.. egresando de dicho instituto como oficial de Estado Mayor con sobresalientes calificaciones y el prirner orden de mérito.
Al graduarse, es trasladado al Estado Mayor General del Ejército, destino de honor para un oficial de la especialidad. Allí cumple una destacada labor que merece juicios ponderables de sus superiores, respecto a su desempeño en el área de planeamiento. Su labor intelectual editada comenzó ya en 1913, con una traducción publicada probablemente por el mismo Colegio Militar donde en esa época revistaba. Otras traducciones le fueron requeridas para la Biblioteca del Oficial, fundada por el Círculo Militar, debido a la iniciativa del general de división d. Rodolfo Martínez Pita. El aporte del joven capitán, comienza al nacer esa serie de publicaciones en 1918, siendo su primera tarea verificable la traducción del alemán, conjuntamente con el teniente coronel Juan Pistarini, del libro,»Táctica y técnica de los pasajes de ríos" cuyo autor era el coronel Martens. El tomo I de dicha obra fue el volumen XII de la flamante editorial. El tomo II, de los mismos traductores, sería publicado como volumen XV. Casi por excepción queda impreso su nombre en las publicaciones que efectuaba y cuando aparece, lo es por algún motivo especial. El anónimo "traducción de la Biblioteca del Oficial" que aparece en la gran mayoría de sus traducciones, dificulta el inventario de sus aportes y debe ser explicado como interpretación personal del lema "ser antes que parecer" típico de la educación militar.
Siempre con el grado de capitán, von der Becke tradujo juntamente con el prestigioso capitán Abraham Schweitzer, los tomos I y II (volúmenes XXI y XXIV de dicha Biblioteca) de la obra del teniente coronel Loffler "Táctica". Otro tanto realiza con la publicación "Reglamento de ejercicios para la infantería a la luz de la historia" del general von Freytag-Loringhoven y el libro "La guerra del futuro, según las experiencias de la guerra mundial", escrito por el general von Bernhardi. Todavía es capitán cuando aparece su traducción de la 1 obra del teniente coronel Liebach, "Evolución de la táctica en la Guerra Mundial" La tarea de oficial de Estado Mayor en los comandos, es una labor silenciosa que no se difunde, pues consiste en la realización de estudios que sirven al comandante para adoptar sus resoluciones. De allí que no trascienda, especialmente los grados subalternos.
Llegamos así a 1922, cuando von der Becke es promovido mayor. Se lo designa jefe del batallón de infantería Colegio Militar, formando a los futuros oficiales del Ejército. Los que fueron sus subalternos en ese período, manifiesta que la serenidad y estabilidad emocional puesta en evidencia por von der Becke en ese cargo, creaba un clima favorable para la formación del cadete y la actuación de los oficial durante los dos años que lo desempeña. En 1924 le es asignada la responsabilidad de dictar la materia Táctica a los cadetes.
Incursiona a partir de ese momento en el campo de la docencia, para la cual - como sus tres hermanos - tiene vocación y aptitudes especiales,. respaldada por una sólida formación como oficial de Estado Mayor, enriquecida por las traducciones de libros ya mencionadas, así como por su biblioteca particular, a la cual dedicaba todos los meses una suma fija importante. Revistas militares europeas, obras históricas, literarias y de su profesión invaden tanto su escritorio como sus estanterías, nunca suficientes.
En 1925 contrae enlace, en Rosario, con Isabel Tamborini, bella dama que se constituiría no sólo en la compañera, sino también en el complemento de la labor del oficial en el campo social y protocolar. Isabel Tamborini y dos de sus hermana se casaron con oficiales, que con el tiempo alcanzarían la palmas del generalato; una hermana -Adelaida- contrajo matrimonio con Juan Bautista Molina y otra -Margarita- con Roberto Dalton.
Es caso único registrado en el Ejército, sobre todo considerando que los tres generales figuraron en su época entre los más destacados y de más prestigio. Las tres hermanas Tamborini habían nacido en Casilda, en las cercanías de Rosario, siendo tanto su padre como su madre (de apellido Soldati) nativos de la Lombardía.
A propósito del casamiento de von der Becke, se decía en el Ejército que su dedicación a la profesión militar era tal, que una noche, al referirse la novia a la diafanidad de los astros, Carlos, observando que la luna estaba en cuarto menguante, reflexionó: "Es cierto, es una magnífica noche para hacer un ejercicio de relevo por sobrepasaje.» Sea cierta o no la anécdota, lo destacable es que ella pone en evidencia el concepto que tenían los oficiales, sobre la acendrada vocación militar y la consagración profesional de von der Becke.
Durante su desempeño como profesor de historia militar de la Escuela Superior de Guerra - su siguiente destino - traduce tres volúmenes para aplicar al servicio de la cátedra. Uno de ellos se titulaba a Guerra Mundial de 1914 a 1918» (tomo I, referido a las operaciones terrestres y tomo II, a la liberación de Prusia Oriental). Corresponden a los volúmenes CIII y CIV de la Biblioteca del Oficial. Ellos permitieron la actualización doctrinaria de nuestros oficiales, sobre todo los que cursaban la mencionada asignatura de historia militar. El tercero, con el mismo título pero referido especificamente a las batallas de frontera en el oeste (volumen CXXI) apareció años después. Las tres obras habían sido preparadas por el Archivo de Guerra alemán.
En este contexto y en estos años hallamos a von der Becke con sus alumnos, oficiales escogidos del instituto superior donde se completa su formación, dedicados al aprendizaje de las experiencias de la guerra mundial.
En 1930, la jerarquía considera la conveniencia de enviar a este brillante jefe a Europa, para ampliar sus conocimientos. Es designado como agregado militar en Alemania y Suiza, en mérito a su capacidad intelectual y a su dominio del francés, del alemán y del inglés, idiomas que alcanzó a dominar en distintas épocas de su vida. No solamente cumplió en forma destacada sus funciones, sino que fue más lejos, ya que por concesión especial logró ser admitido para cursar en carácter de oyente en las aulas de la Academia Militar de Berlín, donde las compartía con condiscípulos, como el futuro mariscal Rommel, que obtendrían notable fama de estrategos, pocos años más adelante.
Al término de su misión, incrementados sus conocimientos y sus contactos personales, era lógico que fuera nombrado profesor de Táctica y Servicio de Estado Mayor del tercer curso de la Escuela Superior de Guerra, en 1933. Se trataba de la cátedra más importante de dicha Escuela.
Asimismo, el Senado prestó acuerdo para su ascenso a coronel con anterioridad al 31 de diciembre de 1932. En 1936 se desempeña como jefe del Estado Mayor de la Primera División de Ejército, en Campo de Mayo. Un año después, retorna a la Escuela Superior de Guerra, esta vez como director: se trata de una secuencia coherente y lógica para un oficial superior de su capacidad y con una trayectoria realmente meritoria.
Comienza aquí la etapa de la vida pública de von der Becke. Hasta entonces su actuación casi siempre se había enmarcado en su actividad abnegada y silenciosa en el Ejército, pero ya como oficial superior con funciones importantes, debe afrontar compromisos y desafíos que lo han de transformar en un hombre público. Durante su desempeño como director de la Escuela Superior de Guerra, se cumplió el centenario del natalicio del general Luis María Campos, fundador del establecimiento. Le tocó entonces recibir al primer mandatario de la Nación, dr Roberto M. Ortiz, quien presidió la ceremonia conmemorativa.
A partir de ese evento la prensa comienza a ocuparse elogiosamente de von der Becke.
Sucesivamente se desempeña nuestro biografiado como jefe del Estado Mayor del Comando de la Segunda División de Ejército en Santa Fe y luego del Primer Ejército, comandando a continuación la Cuarta División de Ejército con asiento en Córdoba. En ocasión de jurar la bandera los soldados clase 1919 de la Guarnición Córdoba, el coronel von der Becke, que hacía pocos meses que se desempeñaba como comandante de la División, despierta la admiración de los cordobeses al improvisar una elocuente arenga, donde hizo gala de erudición y contenido profundo. Expresó, entre otros conceptos:
«El empleo de un arma en lucha abierta y franca en la que se expone la vida al igual que la del adversario y respondiendo a un ideal superior, la defensa de la Nación - no para un fin mezquino ni egoísta, dignifica y ennoblece al soldado».
«Un juramento es siempre un acto solemne. Un hombre vale por el cumplimiento de su palabra empeñada. Quien no cumple un juramento es un perjuro y cuando el juramento, es a la patria, es un infame, es un criminal, es un traidor El juramento a la bandera no es un compromiso por un cierto tiempo: se extingue solamente con la vida».
En mayo de 1940 el Senado otorgaba el acuerdo para el ascenso al generalato a von der Becke. El viernes 31 de mayo los diarios La Prensa y La Nación de Buenos Aires, comentaban la noticia ponderando las cualidades del coronel de infantería que era promovido. Pero donde la resonancia tuvo mayor eco fue en Córdoba, donde ahora era comandante. El diario "Córdoba", a tres columnas, encabeza la información con el título "Alto prestigio como Oficial de Estado Mayor es el del general von der Becke - El general von der Becke es uno de los militares más capaces." En el texto señala:
«Llegar a general de la Nación por méritos propios, a fuerza de talento e inteligencia y después de haber acreditado condiciones singulares para el ejercicio del mando, es la satisfacción más honda que puede manifestar un militar. El general von der Becke es de los militares que - al decir del general Jose María Sarobe - se paran en la puerta del cuartel y miran para afuera, para la calle, para donde va el pueblo con sus dolores y sacrificios, con sus aspiraciones e inquietudes. Von der Becke es hombre de vasta cultura, de natural inteligencia y de madurado talento; conjuga como el que más, el lema de los oficiales de Estado Mayor: "Rendir mucho y exteriorizar poco".
En el texto transcripto está implícito el homenaje a otra gran figura de la época, el general Sarobe. El diario "Los Principios" a su vez, se ocupa del tema del reciente ascenso, señalando:
«Llega de este modo al generalato, ambición que siempre alientan entre sus aspiraciones más intimas quienes abrazan la carrera de las armas, un jefe digno y prestigioso, que ha acreditado en su vida militar, estar dotado de condiciones que lo hacen por cierto acreedor a la elevada distinción que se le ha conferido, culminando de esta suerte una actuación jalonada en etapas brillantes y significativas.»
Agrega más adelante:
"En la vida social es el nuevo general de brigada un caballero culto, gentil y cumplido, que sabido granjearse en nuestros círculos, cordiales simpatías".
La sociedad cordobesa tributa numerosos homenajes al general promovido, siendo su acto central un banquete de más de 500 personas, ofrecido en los salones de la planta alta de Confitería del Plata. Concurren el gobernador dr. Santiago H. del Castillo, con sus ministros, el arzobispo de Córdoba monseñor Fermín Laffite, el rector de la Universidad dr. Sofanor Novillo Corvalán, el presidente del Superior Tribunal de Justicia Enrique Martínez Paz y el intendente de la ciudad de Córdoba, Donato Latella Frías, entre otras personalidades. Consigna el diario "El País", que la demostración es ofrecida por el general Fernández Valdez, en nombre de la comisión organizadora, siguiendo palabras de agradecimiento del agasajado.
Entre otras cosas señala von der Becke:
"Nosotros, los militares, no queremos la guerra; ello sería tan aberración moral como la de un médico que quisiera las epidemias o un bombero que anhelara grandes incendios. Los que conocemos la guerra por el estudio de ella y que sabemos de sus horrores, no podemos sino amar la paz, ser pacifistas pero con un pacifismo viril, que implica la defensa de todo nuestros valores espirituales y materiales, como por otra parte ha sido la tradición de nuestra patria. En nuestro país la institución militar no representa sino el indispensable brazo armado, para que la justicia y el derecho no sean un ilusión.»
Acá von der Becke ha ubicado acertadamente el papel de las Fuerzas Armadas, dentro del concepto enunciado por Raymond Aron : «El exceso de debilidad no es menos temible para la paz que el exceso de fuerza." Completa von der Becke sus palabras señalando:
"Lo hermoso de una democracia, es que el pueblo mismo carga con la responsabilidad de sus aciertos y errores."
En el transcurso de su comando en Córdoba, varias fueron las ocasiones donde el general debe pronunciar discursos ante multitudes; en ellos pone de manifiesto su pensamiento de soldado y de ciudadano.
Así para el 25 de mayo de 1942, expresa ante los concurrentes reunidos en la plaza Vélez Sársfield:
"Las horas futuras parecen inciertas. Es empero necesario mantener nuestra nacionalidad, nuestra bandera, nuestro territorio, nuestro modo de sentir y de pensar, nuestras bases sociales, el sentimiento del hogar, la creencia en Dios y el respeto a nuestra constitución.»
El Congreso de Ingeniería se inaugura en julio de 1942. En esa ocasión declara von der Becke, que participaba de la misión de defensa nacional, que
"ella no es asunto que incumbe exclusivamente a las instituciones armadas, que no tienen vida propia ni aislada. Necesitan constantemente de las fuerzas humanas, espirituales y materiales que le entrega la Nación misma."
A fines de diciembre de 1942 von der Becke deja Córdoba para hacerse cargo del Centro de Altos Estudios - recién formado - a la par que de la Escuela Superior de Guerra, esta última por segunda vez. Dicha circunstancia da lugar a numerosos actos de despedida que le tributa la sociedad y las instituciones de la ciudad mediterránea. El homenaje principal se realiza en el «Country» del Jockey Club y de él participan las autoridades civiles y eclesiásticas y lo más destacado de la sociedad cordobesa.
Le toca ofrecer la demostración al ingeniero Rodolfo Martínez, rector de la Universidad de Córdoba, quien empieza así:
"Si Córdoba es la Universidad, como lo afirmara Magnasco, bien está señor general, que sea el rector de aquella casa quien os entregue este álbum que el arte hizo bello y que ennoblece el afecto, en nombre de la ciudad representada hoy en todos los valores del espíritu y de la provincia, acreditada en el homenaje por sus propios mandatarios y por los más variados matices de la opinión como si hubiéramos hecho el tácito acuerdo de arrancarnos cintillos diferenciales, para unirnos en un acto de justicia a un soldado, que por serlo tan plenamente, pudiera señalarse como una síntesis de las calidades de nuestro ejército... Dado que las batallas se ganan también en la retaguardia, imaginad pues la importancia de que pueblo y ejército se encuentren solidarizados en ideales y en espíritu."
Marcha pues von der Becke a Buenos Aires con su prestigio acrecentado por su labor en Córdoba. Poco tiempo permanecería en sus nuevas funciones de Director de dos institutos de docencia superior, pues lo llamaban responsabilidades más elevadas. El diario La Nación en su edición del 27 de agosto de 1943 expresa:
"El Ministerio de Guerra dio a publicidad un decreto del poder ejecutivo, por el cual se nombra jefe del Estado Mayor General del Ejército al general de brigada Carlos von der Becke, en reemplazo del general de división Juan Pierrestegui. El general von der Becke es llamado a ejercer funciones tan importantes en la institución armada, tras haber conquistado una sólida reputación como dirigente militar. El concepto relevante de organizador y conductor de que goza de antiguo en las esferas del ejército, se ha visto robustecido en los últimos años a través de su actuación en la cátedra de la Escuela Superior de Guerra y la dirección de la misma, en el Comando de la Cuarta División de Ejército y en la dirección del Centro de Altos Estudios.»
Otro diario informaba:
«El general von der Becke, una de las figuras más prestigiosas de nuestras fuerzas armadas, ha sido designado para ocupar la jefatura de Estado Mayor General del Ejército."
El viernes 7 de abril de 1944, se daba a publicidad el ascenso del general von der Becke a general de división. El prestigio y respeto que irradiaba la persona del general von der Becke, hizo que sus camaradas socios del Círculo Militar lo nombraran presidente de dicha institución en la Asamblea General Ordinaria del 10 de junio de 1944; entre los oficiales que lo acompañaron como vocales, figuraba una reliquia del viejo ejército, actual (en 1990) decano del cuadro de oficiales, el coronel Expedicionario al Desierto don Aníbal Luzuriaga, quien con sus gallardos 105 años constituye una muestra viviente de las virtudes del ejército de ayer. Ya nos hemos referido con antelación a la vinculación de von der Becke con el Círculo Militar y con la Biblioteca del Oficial. También efectuó traducciones para la Revista Militar, publicación del mismo club. Nos corresponde ahora incursionar en otras áreas de su desempeño relacionado con el Círculo. Nos ocuparemos en consecuencia, por ser éste un homenaje del Círculo Militar, a la gestión presidencial del general en dicha institución a partir de 1944.
A poco de iniciar la presidencia, el 6 de julio de 1944 le tocó hacer uso de la palabra en la comida anual de camaradería de las fuerzas armadas en Les Ambassadeurs. Entre los conceptos allí expresados podemos citar:
"Solo una suprema aspiración puede guiar al Ejército: la de merecer como siempre la gratitud nacional."
Este concepto adquiría relevancia en momentos cuando el ejército había asumido la responsabilidad de gobernar el país. Incursionando en las actas de reuniones de la comisión directiva del Círculo Militar de esos años, comprobamos la preocupación de von der Becke por solucionar los problemas de alojamiento que se les planteaba a los oficiales del interior, cuando venían a Buenos Aires. Para superarlos, se dispuso la ampliación de las comodidades existentes. Se proyectó la construcción de un nuevo pabellón de alojamiento, para cuya finalidad se adquirió un terreno contiguo sobre la calle Santa Fe. El nuevo edificio incluía planta baja, subsuelo, entrepiso y siete pisos, con una capacidad de 72 habitaciones con baño privado, contando con 144 camas. Mientras se ejecutaba la obra, se habilitaron 12 camas adicionales alas ya existentes, ocupando a esos efectos el departamento de que disponía el intendente del Círculo y dos habitaciones usadas por la gerencia. También se procedió en ese período al rellenado de terrenos de la playa de Olivos: en esos mismos se proyectó una pileta de natación. El pabellón Deportes se vio enriquecido con la construcción de consultorios para clínica médica, masajes y pedicuría, así como de una cancha de bochas.
Por entonces se amortizaron $ 200.000 de la deuda contraída el 6 de setiembre de 1942, para completar el pago del pabellón de deportes. El saldo de la deuda resultó así ser de $ 181.805, con lo cual las obligaciones trimestrales de $ 5730 se redujeron a la mitad. Siguiendo una antigua tradición, el domingo 16 de julio de 1944, a las 18,30 horas, el Círculo Militar recibió en un acto social de relevancia a sus nuevos asociados de la Promoción 72 de egreso del Colegio Militar, de la que formaba parte el que habla.
En esa oportunidad concurrimos los flamantes subtenientes, acompañados por nuestros familiares, muchos venidos del interior del país, a ese suntuoso palacio que la mayoría pisábamos por primera vez, siendo afectuosamente recibidos por el presidente, general von der Becke, que con su proverbial gentileza y afabilidad, pronto nos hizo sentir como en nuestra propia casa y a fe que lo fue, a partir de ese momento. En ese acto escuchamos las siguientes palabras de bienvenida del general von der Becke:
"El ascenso a Oficial del Ejército de la Nación de vosotros, es, en vuestros. hogares, un motivo de legítima satisfacción, de inmenso júbilo, de viva alegría, ya que significa una justa recompensa a los desvelos constantes de vuestros padres para daros una noble carrera promisoria. Pero lo es también y en igual medida, para los oficiales todos del ejército, pues significa la incorporación de una nueva promoción que aporta su entusiasmo y su capacidad efectiva y potencial, al organismo viviente, para mantenerlo siempre dinámico a fin de que responda a su difícil tarea, tan llena de responsabilidades.»
El día 6 de julio, se llevó a cabo la tradicional comida anual de camaradería, continuación de la del año previo que ya recordamos. Esta vez no pudo hacer uso de la palabra el general von der Becke como presidente del Círculo Militar, por la muerte trágica de su hermano Alfonso. Leyó la alocución preparada, el vicepresidente general Otto H. Helbling.
Durante este segundo año de la presidencia del Círculo Militar por von der Becke, se obtuvieron los fondos para encarar la obra del pabellón Alojamiento, llamándose a licitación sobre la base de un proyecto de la Dirección General de Ingenieros. Se continúa el rellenado del terreno de la playa de Olivos. El club contaba por entonces con 5.185 socios, la mitad aproximadamente de la cifra actual (1990).
El 15 de junio de 1945 concluyó el mandato de von der Becke al frente del Círculo Militar. Años después, el 10 de junio de 1963, la Comisión Directiva presidida por el general Paulino Ardanaz, resolvía obsequiar al señor teniente general don Carlos von der Becke, una medalla de oro con los atributos del Círculo Militar, por haber cumplido 50 años en sus tareas de colaboración con las publicaciones que editaba la institución, la Biblioteca del Oficial y la Revista Militar. En ella se hacía presente el reconocimiento de dicha comisión directiva al señor teniente general por
a) la competente y acertada labor de selección de las obras militares alemanas a objeto de su publicación;
b) la cuidadosa y fluida traducción del alemán e inglés al castellano, cuidando al máximo la redacción técnico-militar y adaptación de modismos y términos de aquellos idiomas a los empleados en nuestros medios;
c) los característicos prólogos y aclaraciones, redactados al traducir las distintas obras, cuya cantidad supera los 60 volúmenes;
d) la esmerada presentación de las versiones para ser entregados a la imprenta o talleres gráficos.
Se puede mencionar a propósito de sus decisiones de cuáles obras resultaba conveniente traducir, que en sus últimos años no era infrecuente que lo hiciera con algunos de neta orientación democrática, en épocas cuando el ejército no estaba alejado de tener responsabilidades de gobierno. Uno de los ejemplos es la traducción del "The world's best hope", o sea "La mejor esperanza del mundo", de Francis Biddle, que describe con detalle a la democracia norteamericana. Son aspectos interesantes de las ideas de von der Becke, a veces identificadas en forma diferente. El conocido texto de Robert Potash le atribuye en esa época de su vida, la postura aquí esbozada.
También cabe recordar sus medulosas conferencias, entre las que podemos mencionar la pronunciada en el Círculo Militar en 1936, que tituló "Influencia de los pedidos de ayuda y de los ofrecimientos de tropa efectuados por comandos superiores en el desarrollo de las operaciones durante la guerra de movimiento de 1914."
De su actuación militar como jefe del Estado Mayor General del Ejército, a partir de su nombramiento el 24 de febrero de 1944, podemos destacar, además, la labor de planeamiento y doctrina cumplida en esa época. El 5 de mayo de ese año es promovido a general de división y pocos días después - el 19 del mismo mes - fue nombrado comandante en jefe del Ejército, con retención de sus funciones de jefe de Estado Mayor General del Ejército. En carácter de tal, concurrió el 27 de agosto de 1944 a Resistencia, donde presidió la entrega de dos banderas de guerra al Regimiento 29 de Infantería y al grupo 11 de Artillería, donadas por la comisión de damas, que había organizado una suscripción popular a ese efecto.
En los últimos días de noviembre de 1944 culminaron los ejercicios finales cumplidos por la Cuarta y Quinta Divisiones de Ejército y la Tercera División de Caballería en Pampa de Olaen, en Córdoba, de los que participé como subteniente del Regimiento 13 de Infantería, en mi primer año de oficial. Dichos ejercicios, realizados bajo la dirección del general Victor Majó, fueron supervisados por el general von der Becke como comandante en jefe del Ejército y presenciados por el ministro de Guerra, coronel Perón, quien fue acompañado por oficiales de la marina, la Misión Militar norteamericana y agregados militares extranjeros. La crítica de los ejercicios cumplidos se realizó en el puesto de comando del director general de maniobras, en proximidades del camino a La Calera, cerca de la ciudad de Córdoba.
En primer término habló el general Majó, quien presentó su análisis, crítica y enseñanzas recogidas durante los ejercicio. Luego lo hizo von der Becke, como comandante en jefe. Expresó que el Ejército se encontraba desde hacía un año en una etapa de perfeccionamiento, que culminó con los ejercicios de comunicaciones previos a los cumplidos por la Cuarta y Quinta Divisiones de Infantería y Tercera de Caballería. Siguió luego manifestando su satisfacción por la eficacia del servicio de abastecimiento y señaló que había recibido grata impresión del entrenamiento de las tropas, así como su instrucción, superando el estado sanitario las previsiones. Anunció la preparación de grandes maniobras para el futuro, pues para el ejército detenerse es retroceder.
Hizo uso de la palabra luego el ministro de Guerra, expresó que el general von der Becke había sido su profesor en el Colegio Militar y en la Escuela Superior de Guerra, donde de su ciencia aprendió conceptos perdurables:
"No tengo nada más que agregar, pues conozco a fondo su talento militar y su exigencia en el cumplimiento del deber, que lo hacen amigo del elogio solo cuando corresponde en estricta justicia. Fue mi gran maestro y sé a ciencia cierta de sus indiscutibles condiciones de digno y exigente jefe."
Pocos días después, el 2 de noviembre de 1944, alcanzaba von der Becke el grado máximo del escalafón militar, con su promoción a teniente general. Entre las últimas anotaciones que aparecen en el legajo, firmadas por el ministro de Guerra, se confirman todos los conceptos anteriores. Reza así:
"En el transcurso del presente año, ha ratificado las brillantes dotes que lo adornan, habiendo desempeñado con la máxima eficiencia, sereno criterio, ponderable juicio y acendrada abnegación los puestos de mayor responsabilidad del Ejército. En su labor como comandante en jefe y jefe del Estado Mayor General ha destacado su personalidad moral, intelectual y de carácter en todas las tareas realizadas de la defensa nacional, por lo que lo hacen acreedor a mi más profundo reconocimiento personal y el de toda la Institución Armada."
Durante los meses finales de 1945 se presentaron días difíciles para el país. En la segunda quincena de setiembre, en Córdoba, se sublevó el general Rawson, con el apoyo de su consuegro, el general Martín, comandante la Cuarta División de Ejército, a la que yo pertenecía. Los sublevados fueron reducidos por el coronel Guayta, con el Regimiento 4 de Artillería. Entre el 8 de octubre, cuando Perón cumplía 50 años, y la mañana del 9, se sublevó Campo de Mayo, con un curso de oficiales de la Escuela Superior de Guerra. El comandante de la guarnición, general Avalos, comunicó el día 9 a la mañana al presidente Farrell las exigencias de la oficialidad contra Perón. Farrell se trasladó por la tarde a Campo de Mayo, con los ministros del Interior y de Obras Públicas dr. Quijano y general Pistarini, el comandante en jefe del Ejército que lo era el general von der Becke y el jefe de Estado Mayor del Ejército, general Diego Mason. Allí conversaron con los generales Avalos, Jándula y Sosa. Farrell trató de defender a Perón, pero finalmente aceptó constituir una comisión integrada por von der Becke, Pistarini, Sosa y el dr. Quijano, para que se trasladara a Buenos a pedir la renuncia de Perón a todos sus puestos. Perón accedió a renunciar y el 12 de octubre se dispuso su arresto, que terminaría el 17 de octubre luego de la masiva concentración obrera.
La familia de von der Becke recuerda el ajetreo de esos días, ya que Farrell le había pedido colaboración para cubrir algunos puestos del gabinete con figuras de alto nivel. UN ejemplo de esa actividad tan atípica fueron sus reservadas entrevistas con don Enrique Larreta, de quien era amigo, y a quien invitó en nombre del presidente a aceptar la titularidad del ministerio de Relaciones Exteriores. El distinguido literato, que era afiliado radical, declinó el ofrecimiento, al no contar con el aval que le solicitó a su partido.
En enero de 1946, es nombrado presidente de la comisión coordinadora de los comandos electorales que fiscalizaría cercana elección presidencial. Dicha comisión incluía a jefes de Estado Mayor de las fuerzas armadas, la que completó la tarea organizativa el primero de febrero de 1946, con conferencia de prensa en uno de los salones del Comando en Jefe del Ejército de la calle Paso 560. El general von der Becke presidió el acto, acompañado por los jefes de los Estados Mayores de ejército y armada, general Juan Carlos Bassi y vicealmirante Carlos M. Sciurano, comandantes electorales de las provincias de Buenos Aires, vicealmirante José Zuloaga, de Mendoza, general Víctor Majó, de Tucumán, general Estanislao López y otros oficiales.
Abrió la reunión von der Becke señalando que, en cumplimiento de la misión de vigilar, custodiar y asegurar la realización de "comicios inobjetables» que había sido encomendada a las fuerzas armadas, los comandantes electorales habían elaborado minuciosamente trabajos preparatorios, sometidos a la aprobación de la comisión que presidía, apreciándose que la elección iba a poder desarrollarse sin inconvenientes. Terminó expresando:
"Las fuerzas armadas están unificadas en un sólo pensamiento, un único propósito: que el día 24 el pueblo vote soberanamente y que su decisión sea respetada en forma absoluta. Una urna con votos es como un cofre con la enseña nacional."
El 21 de febrero, tres días antes de la elección, el general von der Becke declaró a la agencia noticiosa Associated Press:
«Puede usted hacer público, que el ejército cumplirá el próximo domingo con su deber de amparar la soberanía nacional y es más, que las mismas armas que amparan la elección son las que se presentarán al mandatario que surja de la voluntad popular libremente expresada."
Conceptos semejantes expresó von der Becke en la alocución que por radio dirigió el día 22 al pueblo de la república.
Los comicios se realizaron el día 24 con toda normalidad. Se confirmaron las predicciones del presidente de la comisión coordinadora de los comandos electorales. En la modesta condición de un oficial subalterno, me tocó participar en dicha tarea en la ciudad de Córdoba. Conocidos los resultados y a su pedido, el teniente general von der Becke era declarado en situación de retiro con fecha 14 de mayo de 1946.
Meses antes, en Lima, Perú, había participado de una conferencia panamericana y en especial en reuniones acerca del plan Truman, de rearme de los ejércitos de América Latina. Allí se había reunido con altos jefes del Pentágono de Washington. El 28 de mayo, el jefe del Estado Mayor del ejército norteamericano - y futuro presidente - Dwight Eisenhower, había declarado ante la comisión de asuntos extranjeros de la Cámara de Representantes. contestando una pregunta del representante republicano, John M. Verys -
"Quizás se me considere ingenuo, pero he tenido mucha experiencia en conciliar puntos diametralmente opuestos entre muchas personas y en ver el sentido de la realidad. Yo creo que la Argentina tuvo un mal comienzo, pero también creo que, por fin, se ha dado cuenta que su destino está atado al de los demás países americanos, cumpliendo los compromisos que contrajo mediante acuerdos interamericanos."
Eisenhower representaba una faceta del espectro de opiniones. Porque otras auspiciaban la posición contraria. La Secretaría de Estado, reclamaba como de su incumbencia, el manejo de las relaciones con nuestro país, sujetas a la influencia de Spruille Braden, ex embajador en la Argentina, que ocupaba una posición clave.
El gobierno recién electo estimó prudente no dejar inactivo a von der Becke, sino que, por lo contrario, le encomendó la misión de viajar a Estados Unidos, a efectos de completar sus conversaciones previas en Lima con sus conocídos del Pentágono y con Eisenhower. La misión era la de superar las restricciones existentes para Argentina en lo referente a la obtención de material de guerra, dentro del marco de la cooperación y defensa continental y del plan Truman.
Durante la tarde del 5 de junio de 1946, se entrevistó von der Becke con Eisenhower en el Departamento de Guerra, durante una hora y veinte minutos. La prensa reflejó el interés que este conciliábulo despertaba, sobre todo ante los reclamos de la Secretaría de Estado que no admitía manejos paralelos en la fijación de la política exterior. En el transcurso parece que el oficial argentino habría expresado el deseo de su país referido a que se olvidaran antiguas antinomias y que Argentina estaba dispuesta a apoyar el plan de cooperación continental de Truman, aspirando a que se respetara la identidad argentina y que fuera considerada en forma similar a los demás países latinoamericanos. Eisenhower, por su parte, habría aceptado comprometer sus mejores esfuerzos con ese fin.
Transitoriamente el intento resultó trabado, por las luchas internas ya mencionadas. Se necesitaba perseverar en la misma política, que condensaba las aspiraciones más fuertemente reclamadas por las fuerzas armadas argentinas, aspiraciones que tuvieron muchos vaivenes, negativos en general, en la historia de los años previos. Una de las personas indicadas para conseguirlo era von der Becke.
En buena parte por todo esto, el 7 de setiembre del mismo año, el Ejército lo convocó y fue dado de alta en los Servicios Generales, siendo nombrado el 11 de octubre siguiente como jefe de la delegación militar argentina ante la Junta Interamericana de Defensa, sin perjuicio de su actuación como asesor militar de la delegación plenipotenciaria de la República ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en la Comisión de Energía Atómica, en la Comisión de Armamentos Convencionales y en la delegación argentina a la Tercera Sesión de las Naciones Unidas, con sedes en Washington y en Nueva York. Así como antes ya había actuado en el Perú, le correspondió de nuevo desempeñarse como delegado argentino ante las reuniones internacionales de París y panamericanas de Quitandinha y Bogotá.
En esta última capital, la conferencia coincidió con el asesinato de Gaitán y con su consecuencia, el "Bogotazo", que puso en peligro la integridad física de los delegados americanos. En el hotel donde residían muchas de 1as personalidades asistentes, se le delegó a von der Becke la organización de la defensa ante un eventual ataque de 1as turbas. Con el buen humor resultante de momentos difíciles ya superados, diplomáticos de importancia y hasta futuros presidentes tenían vivo el recuerdo de los turnos de guardia armada desde los balcones del hotel que les había fijado el responsable elegido por ellos mismos. La influencia de von der Becke en muchas tratativas de importancia trascienden, por supuesto, más allá de estas anécdotas risueñas.
Hacia 1949 finalizó esa importante época de su vida, teniendo la satisfacción de ver sintetizado dicho período con una gacetilla en el «Washington Post" donde testimoniaba que la palabra perseverante y convincente de von der Becke, ahora que culminaba su actuación en Estados Unidos, había llevado a buen término la aparentemente imposible tarea de conseguir los pertrechos de guerra tan deseados, durante tanto tiempo, por el ejército argentino.
A esta altura de la exposición es interesante hacer algún comentario sobre la forma de ser y de actuar tanto en el marco familiar como en el social de Carlos von der Becke. En el ámbito familiar era un hombre sobrio, afable, no muy comunicativo, de vínculos muy sólidos con sus hermanos y parientes allegados, a quienes veía semanalmente o hasta diariamente. Aún en su casa, su pasión seguía siendo su profesión, sus lecturas y trabajos escritos, que le llenaban buena parte de la vida. Gustaba un vaso de vino durante la cena, el proyecto esporádico de algún viaje, sobre todo durante los fines de semana en Estados Unidos y Francia, un cigarrillo y raras veces hasta un cigarro, hasta el momento en que, por propia decisión, discontinuó el tabaco.
Su salud era envidiable. Durante la séptima década de su vida, al decaer sus fuerzas, se hizo atender en el Hospital Militar, donde no existía historia clínica, no por extravío sino porque nunca había sentido achaque alguno que necesitara del control médico, por lo cual había ignorado las habituales revisaciones preventivas.
Su deporte de los años maduros era la equitación y el picadero, pero como buen infante gozaba de las caminatas a paso vivo.
La lectura de los suplementos de los periódicos importantes era el comienzo de su rutina de los domingos, seguida de una partida de bochas si estaba en su quinta de Bella Vista. Esa, la primera propiedad que tuvo, la había adquirido en 1940 con un préstamo que le facilitara su cuñado d. José Culasso, estanciero santafesino de buena posición. En los generalmente largos períodos que pasaba en ella, manifestaba su predilección por los jazmines, los iris y en general por las flores y los árboles cítricos, cuyos frutos trataba de conservar para períodos de escasez con métodos que repetía sistemáticamente año tras año. A veces se le podían descubrir sentimientos especialmente delicados. Los iris florecen en coincidencia con el día de los difuntos. Cargaba entonces su automóvil con docenas de ramos y los distribuía entre los familiares y amigos que habían perdido a un ser querido. Los entregaba con alguna palabra de recuerdo y afecto por ellos.
Cuidaba el detalle de hacerse presente de alguna manera ante sus camaradas que pasaban a retiro, descubriendo muchas veces que desgraciadamente no era para nada habitual esa gentileza sin duda merecida. A los camaradas que se veían en conflicto grave, como los que tenían que refugiarse en el extranjero por sus opiniones diferentes de las que estaban en vigencia, les ofrecía su sostén y ayuda. No en vano había sido nombrado en forma permanente como presidente de la camada de cadetes recibidos en 1908, para los cuales intentaba actuar como un hermano y como componedor de entredichos.
Entre las actas recopiladas por la jurisprudencia caballeresca argentina, figura la actuación de von der Becke como padrino de varios entuertos, recomendando más de alguna vez que se intercambien algunas trompadas para dirimir diferencias, lo cual le mereció las críticas de los infaltables puristas.
Como es coherente con su carácter perseverante, si en su quinta fracasaba una vez con un dado cultivo (por ejemplo 1as vides de la pérgola) insistía una y otra vez con la ilusión tener buen éxito al final. La familia solía sonreírse al ver perseguir a las hormigas mediante métodos que exigían repetición y perseverancia, métodos adaptados entonces a su forma de ser. La quinta mencionada es lindera de la poseía su cuñado el general Juan Bautista Molina y a diez cuadras de otra quinta del otro cuñado, el general Dalton. Unas partidas de tute y bochas eran la culminación de 1as reuniones dominicales facilitadas por la cercanía.
Si bien no era afecto a una intensa vida social, cumplía acabadamente las obligaciones de tal tipo impuestas por su rango, en cuyo accionar se veía ayudado por el prestigio que lo acompañaba y la calidad y jerarquía de su actuación pública. Esto se ve reflejado en las palabras del ingeniero Rodolfo Martínez en la despedida que le tributó Córdoba al alejarse del comando de la Cuarta División del Ejército:
«A la obra de compenetración, a la labor de acercamiento, ha contribuido como pocos nuestro obsequiado de hoy; empeño de militar porque lo realiza un general de la Nación; esfuerzo ciudadano porque iba destinado a golpear en el corazón de 1as masas y a granjear simpatías en la sociedad; acción de patriota porque por encima de toda otra consideración, ante la virtud del desinterés y el superior dictado de unificar ciudadanos del ejército y los soldados del trabajo".
Es cierto que para los logros que menciona el orador, von der Becke contó con la colaboración de su esposa, que merece comentario que de ella hace el ingeniero Rodolfo Martínez en la despedida de Córdoba, cuando expresa:
«Pero como la franqueza ha de ser caracterización de esta fiesta de la amistad, también yo tengo que expresar que no ha sido tan ardua vuestra tarea, porque habéis venido acompañado de la belleza que suscita admiración y de la virtud que despierta simpatía. No ha de ser necesario que sea nombrada, ni que el elogio vaya más allá de la más profunda inclinación reverencial para que las miradas se vuelvan y los espíritus se asocien al homenaje... ya lo veis, señora, como el acierto unánime, sabe unir a los merecimientos del señor general, los que irradia vuestra bondad y simpatía. En el camino habrá habido tropiezos que sin duda evitó vuestra mano, con la prudente discreción que Córdoba apreció siempre en la tarea que os tocó cumplir de hermanar con la señalada jerarquía, la exquisita finura y la cordial deferencia."
Bellas y galanas palabras de un cordobés, que había calibrado en forma acabada las características del distinguido matrimonio, que había sabido seducir a la sociedad cordobesa, que no es fácil de conquistar.
Además de su acción en las fuerzas armadas, von der Becke sirvió de vocal de las Comisiones Directivas de las Universidades Populares Argentinas, de los Boy Scout Argentinos, del Instituto Sanmartiniano y de otras instituciones a las que nos referiremos más adelante. De lo expuesto surge que la personalidad de Carlos von der Becke se caracterizaba por su sobriedad, su seriedad, responsabilidad, modestia, espíritu de trabajo, modo de ser amable y bienhumorado, ilustrado, poseedor de un sentido del deber, de palabra fluida, tranquila y galante, eficiente en el ámbito donde actuaba y con escasa vocación por criticar ámbitos diferentes al suyo. La mirada de sus intensos ojos azules era severa e incisiva, usándola tanto como su voz para transmitir sus estados de ánimo y de opinión acerca de lo que estaba sucediendo.
Su esposa era comparativamente extrovertida, hábil, prolija y ordenada como buena hija de lombardos, distinguida y de atractiva belleza, afectuosa, preocupada por sus semejantes, serenamente religiosa, empeñosa por aprender los idiomas de los países donde tenía que residir y consagrada, durante su edad madura, al esposo y a los hijos, que eran Carlos, doctor en química y Raúl, arquitecto; y en los últimos años también a los diez nietos. No alcanzó a conocer, en cambio, a los actuales bisnietos y tataranietos. Como matrimonio, irradiaba serenidad, señorío y armonía.
Coronel Carlos von der Becke, década de 1930 en su despacho , cuando era Director de la Escuela Superior de Guerra
El 6 de febrero de 1950, se produjo el retiro definitivo del general. Al disponer ahora de más tiempo para lo que le interesaba íntimamente, dividía el año en dos períodos: cuatro o cinco meses en Bella Vista y el resto en la Capital. Volvió entonces a los clásicos, sobre todo a los del teatro griego, que siempre había intentado profundizar y que había idealizado como un interesante solaz intelectual. Participó de la Asociación Tucumana, de la que fue presidente. Con tal motivo, formó parte de las comisiones que tratan de mantener vivo el recuerdo de dos tucumanos ilustres, Alberdi y Roca.
No decayó su tarea intelectual, por lo contrario, se sentía liberado en su escritorio lleno de carpetas y papeles sueltos, libros abiertos y diarios de sesiones plagados de marcadores. En ocasiones se hacía un sitio en ese escritorio para completar carillas y carillas de tarea diaria, que numeraba y tiraba al suelo con la suprema libertad de no sentir restricciones, para corregirlas ordenadamente al día siguiente. Seguramente le resultaría más fácil rehacer una página que encontrar entre tal cantidad de papeles la versión que ya había preparado.
Luego de producida la Revolución Libertadora le tocó presidir el tribunal de honor que se constituyó para analizar y juzgar la conducta de Perón como militar.
Contemporaneamente fue víctima, junto con varios oficiales superiores, de una campaña difamatoria que se centró en un ex - diputado Silvano Santander, inspirador de la atribución de inexistentes conferencias sobre el final que tendría la Segunda Guerra Mundial y autor de un libro publicado primero en Montevideo y luego en Buenos Aires que tituló, imitando uno muy famoso francés, «Técnica de una traición". Por ser el más antiguo de los militares afectados y haber fallecido algunos de ellos, se consideró en el deber moral de asumir la defensa de todos. Lo hizo con la misma dedicación, método y honestidad, con que preparaba sus clases y escribía sus informes, proyectos de reglamentos y textos sobre temas militares.
El producto de esta investigación realizada en archivos argentinos, uruguayos, norteamericanos y alemanes, se caracterizó por dos etapas, separadas entre ellas por la edición de un volumen que tituló "Destrucción de una infamia".
En la etapa previa juntó información que resumió en la mencionada publicación; en la etapa posterior tuvo la suerte - resultado de mucho esfuerzo - de encontrar evidencias adicionales sumamente curiosas y convincentes, concretamente las halladas por la policía de Alemania Federal como se considerará más adelante. Quedaron incorporadas a diversas causas judiciales que finalmente fueron suspendidas por una nueva ley de amnistía que los jueces debieron aplicar a estas querellas por injurias y calumnias.
Estos últimos escritos siguen inéditos. Cuando las pruebas iniciales que logró reunir resultaron suficientes como para garantir buen éxito, von der Becke inició una querella ante la justicia penal, dando intervención a la justicia militar y a los tribunales de honor. En el prólogo de la obra publicada manifiesta que no persigue finalidad política alguna, agregando que: "He limitado mi actividad política al cumplimiento de las determinadas por la ley para todo ciudadano, aunque he seguido siempre con lógico interés los problemas de ese orden, dado su incidencia sobre la vida nacional. No he sido, no soy, ni pienso ser político. Jamás me he mezclado en forma o medida alguna en la lucha partidaria, ni he sentido el eco de sus pasiones; tampoco he tenido ni tengo la más mínima aspiración de esa naturaleza."
En su libro "Técnica de una traición", Santander acusa a von der Becke y a otros oficiales superiores de:
1) haber sido agentes nazis en Argentina, y 2) haber recibido dinero de la embajada de Alemania, el 28 de junio de 1941.
Además alega que von der Becke había conversado con el general alemán Faupel, durante su supuesta estada en Buenos Aires en mayo de 1943, de la cual no se había enterado ni el propio embajador alemán en el país, von Therman; y de haber asesorado al nombrado embajador, en julio de 1939, sobre la conducta a seguir respecto de un alemán, Ernesto Jürgens, con antecedentes penales en su país de origen y procesado ante la justicia argentina.
Esta acusación la fundamentaba Santander en las siguientes supuestas pruebas: 1) Seis fotocopias obtenidas de imaginarios documentos originales alemanes. 2) Una fotocopia de distintos párrafos de supuestas declaraciones del príncipe Schaumburg-Lippe y del ex - embajador von Therman en la investigación realizada por una supuesta comisión aliada. 3) Una supuesta declaración del nombrado príncipe, quien firmaba los cheques de la Embajada de Alemania en Buenos Aires. 4) Una supuesta declaración del ya mencionado ex - embajador, en setiembre de 1946, reconociendo como suya una nota de julio de 1941 a la cancillería de su país, documentando la entrega de $ 500.000 a agentes nazis en la Argentina. 5) Las afirmaciones del "Libro Azul" publicado por la Secretaría de Estado de EE.UU. en febrero de 1946.
La minuciosa investigación de von der Becke logra probar, entonces, la falacia de la acusación, la falsedad de documentos y pruebas fotográficas y la intervención en la confección de las falsificaciones, del ciudadano alemán Enrique Jürges.
A similares conclusiones llega la Comisión de Actividades Antinacionales creada en Uruguay el 21 de junio de 1954.
A su vez el Tribunal Superior de Honor, se expide en un dictamen el 26 de setiembre de 1956, demostrando la total falsedad de los cargos imputados y de los supuestos documentos que los respaldan, proclamando que el teniente general Carlos von der Becke no ha cometido acto alguno que su honor personal y resolviendo en consecuencia: 1) absolver por falta absoluta de culpabilidad, 2) declarar que su nombre y honor queda enteramente a salvo, 3) solicitar que esta resolución del tribunal y sus antecedentes reciban amplia publicidad para que el pueblo de la Nación se entere de la falsedad de los cargos contenidos en el libelo y del proceder del señor Santander.
Firman el veredicto los tenientes generales Diego I. Mason, Benjamín Rattenbach, Laureano 0. Anaya y Juan Carlos Sanguinetti y el general de división Luis C. Perlinger.
Luego de publicado el libro y el fallo, von der Becke consigue que la policía alemana secuestre en el domicilio de Jürgues la correspondencia entre este último y Santander. Aparecen a la luz entonces la serie de pedidos hechos por Santander a Jürges para que "obtenga" documentos a designio y los detalles proporcionados por Jürges sobre el avance de sus tareas.
El teniente general retoma entonces sus hábitos de incansable lector, traductor y conferenciante, alternando con sus amigos y familiares. En el último lustro de su vida su fortaleza se ve condicionada por la leucemia que contrae.
El 24 de setiembre de 1962, en ocasión de celebrarse el sesquicentenario de la Batalla de Tucumán, ganada por el general Belgrano, el Círculo de Damas Tucumanas, presidido por la sra. Julieta Cossio de Vedoya, pidió al general von der Becke que hiciera uso de la palabra en el atrio de la iglesia de Santo Domingo, al. descubrirse una placa en el mausoleo del prócer. Con galana palabra, el orador se dirigió al público presente:
"Esta placa de bronce es del mismo metal del que estaban hechos los cañones de Belgrano que abrieron fuego el 24 de setiembre de 1812 con ronco tronar para iniciar la batalla y del mismo metal del que estaban hechas las campanas que repicaban horas después en Tucumán al conocerse la noticia de la victoria."
Había años atrás preparado una biografla - inédita - en capítulos acerca del creador de nuestra bandera y arquitecto de nuestras fronteras, pues hasta allí donde llega su espada triunfadora, llegan los límites de nuestra soberanía y donde la suerte de las armas le fue adversa, se perdió para el patrimonio nacional.
Como no puede dejar de ser en un militar argentino, la figura del general San Martín ocupaba el sitio preferencial entre los próceres patrios. Nuestro biografiado lo honró en numerosas circunstancias, inclusive desde el honorífico cargo de vocal de la comisión directiva del Instituto Sanmartiniano, como representante del ejército.
También le cupo el papel de honrar al general Julio Argentino Roca.en forma especial. Su última actuación protagónica, semanas antes de morir, fue una conferencia que se le pidió que pronunciara sobre su figura, la cual se efectuó en estos mismos salones del Círculo Militar.
El teniente general Carlos Maximiliano von der Becke falleció en Buenos Aires el 5 de octubre de 1965. Había alcanzado el más alto grado del escalafón militar argentino y ostentaba el distintivo de oficial del Estado Mayor. El gobierno argentino lo nombró edecán del embajador alemán que concurría a una transmisión presidencial argentina, lo cual fue motivo para recibir la distinción de la Cruz del Águila Alemana de Primera Clase. Fue asimismo condecorado con la Orden del Sol en el carácter de Gran Oficial de la Orden Militar de Ayacucho, del Perú y con la Gran Cruz al Mérito de Chile y con los distintivos de Oficial de Estado Mayor «Honoris Causa» de los ejércitos paraguayo y peruano; estas últimas distinciones, en correspondencia con viajes a países hermanos en misiones oficiales, algunas de ellas ya mencionadas anteriormente.
En ocasión de despedir sus restos, otro gran soldado, el general Benjamín Rattenbach, expresó:
"Con él desaparece un hombre eminente que ayudó a forjar la grandeza de nuestro ejército desde la primera década de este siglo y que supo inspirarle amor al trabajo, austeridad en la conducta, elevado sentido del honor y fe en las instituciones armadas del país."
A lo que podemos agregar que von der Becke consagró su vida al servicio de sus semejantes, seguramente respetando la máxima de Augusto Comte por la que
"vivir para los demás, no sólo es indeclinable deber: es una dicha."
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