domingo, 4 de diciembre de 2022

FAA: Maniobras con Pampas y AAA en Tres Arroyos

Ejercicios de la Fuerza Aérea en Tres Arroyos

La Voz del Pueblo


Tal como se había anunciado, la Fuerza Aérea realizó ejercicios militares que tuvieron como base al aeródromo municipal. La actividad se llevó a cabo el jueves, oportunidad en la cual aviones Pampa sobrevolaron nuestra ciudad. La mencionada entidad permaneció, por este motivo, cerrada al público.



Realizaron maniobras de entrenamiento y prácticas de ataque simuladas, entre otras iniciativas que se llevaron a cabo durante toda la jornada.





sábado, 3 de diciembre de 2022

Legión Extranjera: La experiencia de un voluntario argentino, hijo del comando Duarte

Duros entrenamientos, combates en la selva y en el desierto: el argentino que peleó en la Legión Extranjera

Rodrigo Duarte sorprendió a todos cuando dijo que se enrolaría en la Legión Extranjera. Con el dinero justo para un pasaje firmó un contrato por cinco años con esa unidad militar, que la literatura y el cine contribuyeron a levantar alrededor de ella una gruesa pátina de misterio y leyenda. La sorprendente historia de un hombre que se esforzó para ser “el mejor entre los mejores” en una unidad para cuyos integrantes es la patria misma
Por Adrián Pignatelli || Infobae

Rodrigo Duarte, el protagonista de esta historia. Entonces era Carlos Delgado

A simple vista, el departamento está amueblado y decorado como tantos que pueden encontrarse en pleno barrio de Belgrano. Sin embargo, a medida que la charla avanza, el entrevistado se levanta y busca para apoyar su testimonio un recuerdo, una foto o un objeto. Ahí uno cae en la cuenta que por todos lados hay testimonios relacionados a su paso por la mítica y misteriosa Legión Extranjera, de la que por ocho años fue un miembro destacado.

Rodrigo Estanislao Duarte nació el 30 de agosto de 1975 en Campo de Mayo y desde que estaba en el Liceo Militar le atrajo esa lejana unidad militar de la que se tenía referencia por la literatura y las películas de acción. Un viejo jefe de grupo del Liceo se había enrolado y los relatos que enviaba en sus cartas lo entusiasmaba a seguir sus pasos. Pero el contrato que debía firmar, de cinco años, lo consideraba demasiado.

No se animó entonces, a pesar que su mejor amigo sí se fue. Entró al Colegio Militar pero sintió que no era su lugar. Hay una cierta tradición familiar: el papá de Rodrigo es José Martiniano Duarte, veterano de la guerra de Malvinas, jefe de la primera sección de la Compañía Comando 601 que protagonizó un enfrentamiento con comandos ingleses en la isla Gran Malvina.

Fotografiado en África. En ese continente, participó en misiones en Costa de Marfil y Congo

En 2002 tomó la decisión, que le costó fuertes discusiones con sus padres. Pero estaba decidido. Consiguió un empleo en un hotel, ya que necesitaba ahorrar para el pasaje y concurrió a la embajada de Francia. Le indicaron que la forma de enrolarse era ir directamente al cuartel de la Legión en Aubagne, Marsella, una comuna francesa ubicada en el departamento de Bocas del Ródano, en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, donde se realiza el reclutamiento.

Con el dinero justo en el bolsillo, viajó a Barcelona donde se alojó en la casa de un primo. Abordó un tren a Marsella y luego otro a Aubagne, donde llegó un sábado a la noche.

La de Afganistán fue la misión en la que tuvo su bautismo de fuego.

Las calles estaban desiertas, no conocía el idioma e ignoraba dónde quedaba el cuartel. De pronto a lo lejos vio la figura recortada de un hombre. Hacia él se dirigió y como pudo le preguntó cómo llegar. El hombre murmuró palabras inentendibles pero se corrió el cuello de su camisa y le mostró un tatuaje. Había entendido. Era legionario. Lo dejó en la entrada de la unidad militar.

Cuando Duarte se hizo entender con el militar que estaba en la puerta del cuartel que quería ser reclutado, éste le respondió que volviese el lunes. Pero no tenía dinero donde alojarse e insistió en ingresar y el legionario repitió en que regresase el lunes. Hasta que logró torcer la voluntad y lo hizo entrar.

"La Legión nuestra Patria", el lema de la legión. Las medallas de Duarte de su paso por esta particular unidad militar.

Pasó a una oficina y apareció un hombre corpulento de tez morena que se puso a escribir a máquina, mientras le ordenó que se desnudase. Todas sus pertenencias y documentos las guardó en una bolsa y le proveyeron de un overall celeste. El hombre lo señaló con el dedo y le dijo “Carlos Delgado”. Esa sería su nueva identidad en la Legión, por lo menos durante los tres primeros años. Un nuevo nombre significaba otra identidad y era como un borrón y cuenta nueva con su pasado. La Legión Extranjera daba a cada hombre una segunda oportunidad.

En ese momento no imaginó que años después él también recibiría a los nuevos reclutas.

El quepis, uno de los recuerdos de este legionario argentino.

Esa noche durmió en un cuarto con un eslovaco y un ruso. De ahí en más conviviría con una mezcolanza de hombres, algunos solitarios, otros aventureros, románticos o inadaptados de más de 100 nacionalidades.

Debió someterse a exámenes físicos, psicotécnicos y médicos y luego a lo que los legionarios llaman “la Gestapo”. En largas entrevistas, el aspirante debe contar, con lujo de detalles, toda su vida, sin omitir ningún detalle. A Duarte le alcanzaron una resma de papel y le ordenaron que escribiese toda su vida, día por día, desde 1990 hasta ese momento.

Junto a combatientes afganos. En ese país tuvo su bautismo de fuego.

Las semanas siguientes fueron todos iguales: luego de un entrenamiento físico por la mañana, eran enviados a desempeñar esas tareas que nadie quiere hacer: destapar cloacas, limpiar baños de asilos y hospitales, trabajos de limpieza. Mientras tanto, había aspirantes que quedaban en el camino. Llevaba el distintivo azul, que indicaba al más recluta.

Del distintivo azul pasó al rojo, lo que lo convertía a estar listo para firmar el contrato rentado por cinco años en una unidad donde la disciplina, la solidaridad y el respeto constituyen su código de honor.

El verde y rojo cortados en diagonal son los colores de la bandera de la Legión. En tiempo de paz, el verde se coloca arriba y en tiempos de guerra, al revés.

Se ve reflejada en la escafandra la imagen de Duarte. Fue un obsequio por su paso como comando anfibio.

Recordó a Infobae que estuvo un año y cuatro meses sin ver la vida civil. En su primera licencia fue a sentarse en un café solo para ver gente pasar. De todas maneras, subrayó que “yo quería eso; ser parte de los mejores”.

Lo enviaron a Castelnaudary, al sur de Toulouse, donde fue sometido a medio año de instrucción pura. Ya había quedado atrás las tareas más inmundas de limpieza. Asistió a clases donde se le enseñó el francés -el idioma oficial de la unidad-, cultura de la Legión y sus costumbres, y rindió además los exámenes de conductor de auto y camión.

Formación de legionarios, en una de las despedidas que se le brindó a Duarte

Aprendió de memoria el código de honor y el extenso cancionero de la legión sobre diversos temas. Si bien las recuerda todas, sus preferidas son La Legión Marche, que entre sus estrofas, dice: “La Legión marcha, hacia el frente, cantando seguimos herederos de sus tradiciones estamos con ella; somos los hombres de las tropas de asalto, soldados de la antigua Legión. Mañana ondeando nuestras banderas, como vencedores desfilaremos”.

Otra de sus preferidas es Adieu Vieille Europe: “Nosotros los condenados de toda la tierra, nosotros los heridos de todas las guerras, no podemos olvidar; una desgracia, una vergüenza, una mujer que adoramos. Nosotros que tenemos sangre caliente en nuestras venas, cucaracha en la cabeza, en el corazón las penas; recibir, dar gnomos, nombre, sin miedo, camino a la Legión”.

Tarjeta que se le da a cada legionario cuando se va de baja. Contiene dos números de teléfonos y un correo electrónico

De la instrucción en el cuartel pasó a algo un poco más duro: el entrenamiento en lo que ellos llaman la granja, donde son sometidos a las más exigentes pruebas físicas. “Marcha o muere” es la consigna.

La comida era un guiso, café y mucho pan y era habitual que los superiores hicieran que se salteasen comidas. Siempre tenían hambre y frío.

Al finalizar esa etapa, Duarte terminó primero de toda la sección. Esto le abrió la puerta de elegir la unidad donde quisiera desempeñarse. Optó por el II Regimiento Extranjero de Paracaidistas, situado en Calvi, al norte de la isla de Córcega. Es un regimiento de Fuerzas aerotransportadas y es parte de la 11a Brigada de Paracaidistas y la punta de lanza de la fuerza de reacción rápida.

Duarte hoy. Se dedica a la actividad privada y está en contacto con muchos de sus compañeros

El oficial que lo recibió dijo que tenía para él dos noticias, una buena y una mala. La buena era que había sido destinado a la compañía anfibia; Duarte era nadador. La mala era que su instructor sería otro argentino, y se convertirían en grandes amigos.

Se alojaban en habitaciones para cuatro personas, con el equipo siempre listo. El regimiento contaba con todas las comodidades, como negocios de distintos ramos, proveedurías y bares de los mejores.

En Francia estaba prohibido la prostitución. Aún así en la isla era famosa Lorena, la única prostituta, que no solo era por demás conocida en el regimiento, sino que ocupaba un lugar en el palco en las fiestas oficiales, y hubo hombres que se tatuaron su rostro. En el cancionero de la Legión, hay temas dedicados a ellas.

Duarte estuvo destinado en diversas misiones. Primero en Costa de Marfil, participando de la Operación Licorne. Se ocupó de reconocimiento y control de zona y apoyo a la población civil en peligro y en brindar en seguridad de los contingentes de Naciones Unidas y de la población civil que estuviera en peligro.

En un descanso, en Afganistán. Allí estuvo ocho meses.

Vivían en plena selva y dormían en hamacas, lo más despegado del suelo posible. Debían tomar todos los días una píldora contra el paludismo. A su regreso dejó de tomarla y debieron internarlo por esa enfermedad.

Luego pasó a Gabón, donde estuvo cuatro meses, que incluyó entrenamiento, ensayo y readecuación del “Plan de Evacuación de Población Expatriada Francesa” en ese país. Fue el responsable de la seguridad en distintas bases y aeropuertos en Libreville y Port Gentil.

De ahí fue enviado al Congo, donde participó de un curso comando. Por último, Afganistán. “La Legión es un celibato de la milicia, se está en alerta permanente”. En el decálogo del legionario, la misión es sagrada.

La carrera de Duarte fue excepcional, porque en menos de lo que esperaba se transformó en instructor de la compañía anfibia y en monitor de paracaidismo. Hizo el curso de cabo y cuando combatió en Afganistán lo hizo con el grado de sargento. En ese país tendría su bautismo de fuego.

Haciendo la venia a la francesa, mostrando la palma de la mano.

Fueron ocho los meses que permaneció allí. Estuvo en la base Tora, al norte de Kabul, y la recuerda ubicada al lado de una colina. Durante la invasión rusa, había sido escenario de una masacre llevada adelante por los talibanes. Debían brindar seguridad a la base y controlar un territorio de 115 kilómetros cuadrados.

Apenas llegó no la pasó bien. Levantó mucha fiebre por un forúnculo. Los médicos debieron operarlo, y su miedo era ser evacuado y perderse la acción. El postoperatorio duró una semana y le sirvió para confraternizar con veteranos y civiles.

En Afganistán vivió la guerra cara a cara y, aunque no se admita abiertamente, convive en cada legionario el deseo de enfrentarse a la muerte. Integró el batallón “Altor” de la task force “Lafayette”, desarrollando misiones en las regiones de Uzbeen, Surobi, Kapisa y Tagab.

Su primer enfrentamiento fue en una emboscada que intentaron tenderle. Además participó de tiroteos dentro de los vehículos en el que se movilizaban y en una acción cercana a la frontera con Pakistán, sus compañeros lo dieron por muerto. Habían visto, a lo lejos, a dos hombres junto a un buey que, de pronto, se escondieron detrás de una piedra. Los sorprendieron con un vetusto cañón sin retroceso que empezó a dispararles con increíble puntería. Uno de los proyectiles impactó muy cerca y lo hizo volar por los aires.

Si bien se movilizaban en helicópteros, hubo trabajosas marchas por la montaña. En los patrullajes por esas aldeas que a simple vista parecían abandonadas en el medio del desierto, aprendió a estar en permanente alerta, a oler la adrenalina y a percibir el peligro inminente cuando el silencio aturdía.

En un paredón del cuartel de la Legión, están inscriptos los nombres de sus caídos. En ese lugar se encuentra esta piedra.

Los jefes daban el ejemplo. Como cuando le ordenaron pasar al asalto y al llegar al lugar estaba el propio jefe del regimiento. Ellos también combaten.

Tuvo la fortuna de no haber sido herido en batalla aunque sufrió varias fracturas en su período de instrucción, especialmente cuando se tiraba en paracaídas y caía a tierra como una bolsa de papas por el peso que acarreaba.

A su regreso de Afganistán, lo nombraron jefe del Centro Anfibio. Lo que le quedó pendiente es que nunca hizo un salto operacional, esto es, no se arrojó en paracaídas en situación de combate.

Cuando terminó su contrato de cinco años, decidió quedarse y a los tres años consideró que debía ponerle un punto final a esa historia. Fue objeto de innumerables despedidas, llenas de afectos y emociones.

Recibió diversos premios, condecoraciones y distinciones. La Citación a la Orden de la Brigada con atribución de la “Cruz del valor militar” con Estrella de Bronce; La Cruz del Combatiente; la Medalla de Ultra-Mar; la Medalla de Reconocimiento de la Nación; la Medalla de la Defensa Nacional de Plata; la Medalla de la OTAN; la Medalla Conmemorativa de Afganistán y la Letra de felicitación Mandato Costa Marfil en la Operación Licorne. Además le obsequiaron una escafandra por su paso por el comando anfibio, que guarda como un preciado recuerdo.

Un compañero se le largó a llorar en una cena en Marsella, pidiéndole que no los abandonase. “Es que la Legión te inculca morir por tus compañeros, que son tu familia. Uno pelea por eso”, explicó.

Al irse le dieron una tarjeta -como hacen con todos- que conserva como tesoro. Tiene un nombre y dos números de teléfono, al que puede llamar en caso de estar en problemas, desde cualquier parte del mundo, cualquier día y a cualquier hora.

Luego de tres o cuatro años de ingresado a la Legión, había ido a la Argentina de visita. Pero ahora no quería volver sin tener un trabajo asegurado. Un amigo le comentó que YPF estaba a la búsqueda de un jefe de seguridad y aplicó. Y de ahí en más construyó una carrera en el sector privado.

“No extraño a la Legión, para mí es un ciclo cumplido”. Aún así por 2016 volvió de visita, esta vez con su pequeña hija María Francisca, una fanática de River que cada vez que juega de local debe llevarla a la cancha, a pesar de que a él no le gusta el fútbol.

Hoy se mantiene en permanente contacto con muchos de sus camaradas, tanto en actividad como retirados como él, porque no importa el tiempo transcurrido, la Legión sigue siendo su familia por la que arriesgó la vida.

En su perfil de Linkedin hay subida una fotografía de una piedra junto al muro que recuerda a todos los caídos de la Legión. Tiene esculpida en francés la siguiente leyenda: “En la tierra empapada en la sangre de los legionarios, el sol nunca se pone”.

Cuando le mostró a Infobae la tarjeta con un número de teléfono, la sacó de su billetera. Porque a su manera Duarte sigue siendo legionario.


Argentina: Un militar argentino observa al chupacabras

viernes, 2 de diciembre de 2022

Batalla de Inglaterra: El bombardeo de Londres

Bombardeo de Londres

Weapons and Warfare

 



Como centro político de Gran Bretaña y el Imperio Británico, Londres fue un objetivo destacado para Alemania después de la declaración de guerra en septiembre de 1939. Londres era una ciudad grande y poblada, y la región del Gran Londres albergaba aproximadamente ocho millones de personas. En consecuencia, existía un alto riesgo de destrucción considerable de la infraestructura y pérdida de vidas humanas. El efecto eventual de la Segunda Guerra Mundial resultó menos costoso en muertes humanas que las transformaciones sociales más amplias engendradas por los esfuerzos diarios para sobrevivir a la guerra. Sin embargo, la guerra también provocó una destrucción física a gran escala, lo que ayudó a fomentar la regeneración de Londres como ciudad.

Una de las características centrales de la guerra por Londres fue el Blitz, la campaña de bombardeos de la Luftwaffe alemana en 1940 y 1941. El Blitz comenzó en septiembre de 1940, aproximadamente un año después de un período de relativa calma conocido como la “guerra falsa”. El propósito del Blitz era desmoralizar a la población y hacer que Londres fuera vulnerable a una invasión alemana. Hitler también esperaba que destruyera gran parte de la Royal Air Force (RAF), el principal escudo defensivo de Londres.

Un efecto inmediato del Blitz y los ataques posteriores fue la transformación espacial de la ciudad. El Blitz de 1940-1941, así como el "Little Blitz" de 1944 y los V1 (aviones sin piloto conocidos como "Doodlebugs") y los ataques con cohetes V2 de 1944-1945 destruyeron gran parte de Londres. La primera campaña de bombardeos tuvo como objetivo los muelles y las fábricas en el este de Londres en 1940, y el área continuaría recibiendo la peor parte de los ataques aéreos contra la ciudad. Además, los ataques Blitz iniciales y posteriores V1 y V2 se dirigieron a muchas áreas civiles de la ciudad, incluido el centro de Londres. Millones de casas en el gran Londres fueron dañadas o destruidas entre 1940 y 1945.

Para desmoralizar a los londinenses, la Luftwaffe también bombardeó importantes símbolos nacionales. Los aviones alemanes dañaron o destruyeron el Palacio de Buckingham, las Casas del Parlamento y los bancos e instituciones vitales en la ciudad de Londres, el centro financiero. De hecho, un ataque a la ciudad de Londres en la noche del 29 de diciembre de 1940 provocó incendios y destrucción generalizada. Muchas iglesias diseñadas por el famoso arquitecto Christopher Wren después del Gran Incendio de 1666 fueron destruidas por el fuego esa noche. Sin embargo, la Catedral de St. Paul, quizás la iglesia Wren más famosa y un símbolo de la religión y la política en Gran Bretaña, sobrevivió milagrosamente a la guerra, aunque fue el objetivo deliberado de varias misiones de bombardeo. Con un tercio de todos los edificios en la ciudad de Londres y casi todos los edificios alrededor de St. Paul's destruidos o dañados sin posibilidad de reparación,

Antes de que comenzara la guerra, los líderes políticos temían que decenas de miles pudieran morir semanalmente a causa de los ataques alemanes. Por lo tanto, los funcionarios evacuaron a muchas mujeres y niños en septiembre de 1939, aunque la mayoría de la gente siguió viviendo en la ciudad. El número total de bajas debidas a las incursiones en Londres durante la guerra fue significativo; aproximadamente ochenta mil murieron o resultaron gravemente heridos. Sin embargo, estos números eran mucho menores que las estimaciones originales antes de la guerra. Una de las principales razones del menor número de bajas fue la capacidad de los londinenses para movilizar defensas para los ataques. Las familias con patios instalaron refugios Anderson de acero corrugado afuera, a tres pies bajo tierra. Los muchos londinenses que no tenían patio confiaban en el refugio Morrison, una caja de acero que se usaba dentro de su casa o apartamento. La gente buscó refugio bajo los arcos de las vías del tren o en los sótanos. Algunas personas también dormían en albergues públicos y muchos optaban por dormir en las estaciones del metro de Londres. Sin embargo, estas experiencias también resultaron difíciles. Aunque varias estaciones de metro finalmente se equiparon con camas, muchas personas tenían que traer su propia ropa de cama o dormir en el concreto, las plataformas a menudo se llenaban y había problemas constantes con el saneamiento debido a la falta de instalaciones de lavado.



La destrucción a gran escala también creó enormes problemas sociales. La guerra resultó perturbadora para los londinenses, ya que muchas personas perdieron sus hogares, su estilo de vida anterior a la guerra y sus trabajos debido a la destrucción de fábricas y negocios. Cientos de miles de personas se quedaron sin hogar solo después de los primeros meses del Blitz. El transporte era difícil, especialmente por la noche debido al apagón impuesto en las calles para evitar que los aviones alemanes encontraran objetivos y al bombardeo de vías de tren y metro. El comportamiento social cambió, incluidas las normas relativas a los roles de hombres y mujeres. La comida, la ropa, los suministros e incluso el papel estaban racionados. El gobierno creó centros de descanso para quienes perdieron la vivienda e improvisó los servicios sociales. Sin embargo, tales servicios difícilmente podrían hacer frente a los diversos problemas sociales asociados con la guerra.

Los londinenses intentaron mantener algún tipo de normalidad para minimizar los efectos de la guerra. Aunque algunos londinenses abandonaron la ciudad durante la guerra, los que se quedaron buscaron entretenimiento y otros placeres para aliviar sus problemas y levantar la moral. Por ejemplo, la gente asistía al teatro en el West End de Londres (aunque los teatros se cerraron inicialmente en 1939 por miedo a los ataques) o iba a restaurantes si podía permitirse esos lujos. Las películas fueron populares cuando los cines reabrieron al público, y las actuaciones musicales, las reuniones literarias y los pubs también ofrecieron valiosos escapes.



Las respuestas a la guerra también ayudaron a fomentar transformaciones sociales a largo plazo. Aunque las distinciones sociales, especialmente de clase, no desaparecieron y los ricos podían permitirse más comodidades y placeres, muchos londinenses entendieron la necesidad de unirse para sobrevivir. Por lo tanto, la guerra alentó un nuevo espíritu de comunidad ya que todos los grupos contribuyeron al esfuerzo bélico y la necesidad de racionar los suministros y los alimentos promovió un mayor sentido de igualdad. East London, un área tradicionalmente de clase trabajadora, recibió algunos de los peores daños causados ​​por las bombas. Sin embargo, los alemanes finalmente se dirigieron a las áreas más ricas del centro de Londres. Además, el Rey y la Reina a menudo hacían apariciones en el este de Londres para mostrar solidaridad y apoyo. Cuando el Palacio de Buckingham finalmente fue atacado, Isabel, la esposa del rey Jorge, declaró que finalmente podría, "Mira el East End a la cara". Muchos londinenses también se unieron a la Home Guard, una fuerza civil que buscaba defender Londres de una posible invasión. En general, las circunstancias de la guerra desafiaron las ideas de estatus social y movilidad, y las mujeres ingresaron a la fuerza laboral en gran número. Una excepción importante fue el trato a los extranjeros. Los italianos y los alemanes (incluidos los inmigrantes y refugiados judíos) enfrentaron diversas dificultades, incluida la discriminación y la violencia.

Los londinenses se mantuvieron desafiantes durante la guerra, aunque el efecto psicológico fue trascendental. Con muchas personas muertas o heridas, y con un gran número de edificios y casas destruidos, generaciones enteras nunca olvidaron sus experiencias de guerra. “La Guerra”, como se refieren aquellos que aún viven en ese momento, ayudó a redefinir su espacio físico, intelectual y emocional. Londres se reconstruyó dentro de un nuevo marco modernista, ya que los urbanistas aprovecharon la necesidad de desarrollar nuevas viviendas y reorganizar la infraestructura de la ciudad. La gente estaba lista para explorar nuevas oportunidades y las jerarquías sociales establecidas comenzaron a parecer obsoletas.

REFERENCIAS
  • Creaton, Heather. Fuentes para la historia de Londres, 1939-1945: guía y bibliografía. Londres: Asociación Británica de Registros, 1998.
  • Holden, CH y WG Holford. La ciudad de Londres: un registro de destrucción y supervivencia. Londres: Publicado en nombre de la Corporación por Architectural Press, 1951.
  • Johnson, David. The London Blitz: The City Ablaze, 29 de diciembre de 1940. Nueva York: Stein and Day, 1982.
  • Mack, Joanna y Steve Humphries. Londres en guerra: la creación del Londres moderno, 1939–1945. Londres: Sidgwick y Jackson, 1985.
  • Sheppard, Francis. Londres: una historia. Nueva York: Oxford University Press, 1998.
  • Ziegler, Philip. Londres en guerra: 1939-1945. Nueva York: Alfred A. Knopf, 1995.

EA: Cuartel del Parque de Artillería en 1890

Cuartel del Parque de Artillería


Actividades internas del antiguo Cuartel del Parque de Artillería. Año 1890




jueves, 1 de diciembre de 2022

Subfusiles: La legendaria Owen de Australia

Instantáneas de SAR: El subfusil Owen australiano de la Segunda Guerra Mundial

Munición Excalibur en servicio en Ucrania