viernes, 5 de septiembre de 2014
Tirador especial: Introducción
El tirador especial
Por el Suboficial Principal Juan Domingo Melgarejo
Amanecía en el silencioso campo de combate, cuando inesperadamente un oficial cayó abatido por un certero disparo. Segundos después, desfigurado por el viento, se sintió el sonido de un estampido lejano, cuyo origen resultó imposible de determinar. Acababa de cumplirse el lema del tirador especial: “un disparo, una baja”.
Misión
La misión primaria de un tirador especial consiste, básicamente, en apoyar las operaciones de combate, mediante el disparo preciso sobre determinados blancos ubicados a gran distancia.
Tal acción permite causar bajas en la tropa enemiga, y con ello se logra retardar sus movimientos, generar confusión, disminuir su moral, e inhabilitar y congelar al combatiente individual enemigo. La mayor parte de las veces, estos efectos no siempre se logran con las costosas armas de apoyo convencionales. Por lo tanto, el empleo de un tirador especial resulta económico y eficaz.
Selección del tirador especial
En cuanto a la elección del futuro tirador especial, se tendrá en cuenta, precisamente, que sea un buen tirador, con óptimas condiciones físicas y con excelente visión. Además, deberá ser no fumador, y mostrar una natural predisposición mental y anímica para la concreción de tareas, a la vez que poseerá una equilibrada actitud psíquica e intelectual. Asimismo, estará capacitado emocionalmente para desenvolverse correctamente en el terreno, con una muy buena aptitud militar.
Capacitación
Elaborado y aceptado, entonces, el perfil de un buen combatiente básico, el perfeccionamiento en tiro constituye una de las principales facetas de su capacitación. En consecuencia, tanto mental como posicionalmente, tomará continuo contacto con todos los factores que influyen en el tiro a larga distancia. Los factores exógenos de la trayectoria, tales como los planos de tiro, ángulo de relevamiento, temperatura, humedad, viento, iluminación, rotación de la tierra (efecto coriolis) y efectos magnus, deberán ser conocidos por el tirador especial.
Otro factor a tener en cuenta es el teatro de operaciones donde el tirador especial actuará, ya que su capacitación respetará las características que éste presente, enfatizando, para su desempeño, las pertinentes técnicas de infiltración. Resultará normal, también, que para cambiar su posición, el tirador especial deba arrastrarse varios cientos de metros por cualquier clase de terreno, a veces empleando, para ello, toda una jornada. Y, si fuere detectado por el enemigo, se justificará el empleo de armas pesadas o envío de patrullas de combate. Por lo tanto, será imprescindible que el tirador especial conozca perfectamente las técnicas de evasión y escape.
De la misma manera, podrá actuar aisladamente o bien formando parte de un equipo compuesto por un observador explorador, quien, además, le brindará seguridad inmediata.
Entrenamiento
La formación de tirador especial constituye, pues, una tarea de largo aliento y permanente perfeccionamiento. En la Edad Media, los arqueros requerían dos años para capacitarse, tiempo que disminuyó, debido a la aparición de la ballesta, y más tarde, al empleo de arcabuces.
El lapso de capacitación requerido de un tirador especial es similar al de los antiguos arqueros.
Observemos, ahora, el contenido de un programa de adiestramiento inicial:
• Navegación terrestre: selección de rutas y posiciones de tiro. El equipo inicia la práctica mediante un prolijo enmascaramiento, tanto individual como de equipo, estableciendo rutas de aproximación del orden de 3.000 a 4.000 m, controlados en momentos de cuatro puntos durante la navegación terrestre. Eliminación de la selección de una posición de fuego tentativa, y preparación de la carta de tiro de acuerdo con las circunstancias climatológicas, y la posición de potenciales blancos.
• Técnicas de desplazamiento individual: práctica y supervisión de las diferentes técnicas de desplazamiento, acecho e infiltración.
• Contacto: supervisión, por parte de los instructores, de las reacciones del equipo de tiradores especiales, al establecer contacto, en diferentes tipos de terreno, y cuando aparece el peligro de que los tiradores especiales sean descubiertos.
UN PELIGRO MORTAL
Pocos gritos hay -ni tan electrizantes- como el del tirador especial, que se registran, prácticamente, en todas las lenguas. Quienes lo escuchan, por lo general, lo hacen después de haber oído un disparo y contemplar cómo caía malherido alguno de sus compañeros. Porque después de ese sonido, se intuye que un peligro mortal -invisible e inidentificable en su origen- los acecha, paralizándolos de terror.
• Técnicas de detección, observación y selección de blancos.
• Técnicas de apreciación y medición de distancias: práctica del cálculo de distancia visual de diferentes tipos de terreno y situaciones de luz, o mediante ayuda de elementos ópticos.
• Preparación de equipos y carta de distancia desde la posición elegida: fijación de las coordenadas topográficas, límites de responsabilidad sobre el objetivo, y acimut de distancia, que afectan la trayectoria (se efectúa con el equipo completo).
• Preparación del plan de fuego del sector: determinación de las coordenadas de la posición, acimut de las diferentes direcciones de tiro, escala de trabajo, observaciones, nombre y grado del tirador especial, datos del tiempo.
• Mantenimiento del libro de datos del tirador especial: reconocimiento de la relación existente entre el tirador especial, el arma, las condiciones meteorológicas y el terreno.
En esta etapa, se aprende a llevar el libro de datos de tiro, que resulta ser el reservorio de los datos experienciales, en situación tácticas similares.
Precisión
Es importante definir un estándar de precisión que determine un umbral mínimo. Pero ¿qué precisión debe poseer el arma del tirador especial? La unidad angular es el minuto de ángulo o MOA. Un MOA equivale a una pulgada a 100 yardas, o aproximadamente 281 mm a 100 m. La unidad de longitud es la yarda, porque así será fácil establecer su equivalencia con el metro. Y aunque aparezcan mínimas confusiones -téngase en cuenta que 100 metros que equivalen a 109,361 yardas- la cifra se redondeará, agregándose el 10 %, por lo que se tendrá una idea rápida de la distancia.
Peso
El fusil del tirador especial debe ser portado por él todo el tiempo, sin la asistencia de una correa. Ello determina que el peso del mismo sea realmente crítico.
Consecuentemente, resultará imposible que su performance no se deteriore, si el tirador especial debe portar un fusil de aproximadamente 7 kg, durante largas jornadas.
Óptica
Sólo existen unas pocas miras que posean la calidad necesaria para estas determinadas acciones, cuyas características precisas demandan una verdadera mira de tirador especial.
Por tal motivo, y en el momento de elegir la mira adecuada, se tendrán en cuenta estas características principales:
• Optica de muy alta calidad, tratada por todas las caras.
• Lente primaria de 50 mm, como diámetro máximo.
• Sistema BDC o corredor de caída.
• Parallax ajustable (error de paralaje).
• Acabado mate.
• Retícula MIL DOT o similar, de ser posible con punta led central o iluminada.
El arma, según la misión
• Policial antiterrorista: aspectos fundamentales para la concreción de esta misión son las distancias de empleo –próximas a los 100 m– y la conveniencia de que el arma pase inadvertida. El arma más adecuada será aquella capaz de utilizar munición subsónica, y que esté dotada de silenciador / apagallamas. Ejemplo: Ultima Ratio de PGM (62 x 51), con silenciador.
• Militar ligero entre 300 - 600 m –ampliables, con reparos, a 800 m–: se requieren armas específicas. Son apropiados los calibres 7,8 mm. Ejemplo: Accuracy International AW 7,62 mm.
• Militar pesado hasta 2.000 m: ar-mas específicas de calibre, en el entorno de 12,7 mm. La munición debe estar adaptada al uso: común semiperforante, explosiva, incendiaria, etc. El comportamiento de las armas pesadas resulta más provechoso, en función de la mayor masa del proyectil. Ejemplo: el Barret M 95.
Conclusión
Teniendo en cuenta lo expresado, el tirador especial deberá ser, sin duda, un experto en tiro, capaz de disparar desde cubierto, sobre objetivos sensibles -casi siempre humanos- utilizando armas portables individuales. Asimismo, se mimetizará hasta hacerse prácticamente invisible, y con la precisión de un cirujano, disparará contra su objetivo, sea éste táctico o estratégico.
El tirador especial poseerá, pues, instinto de cazador, quien, sin lugar a dudas, sabrá adaptarse perfectamente al nuevo medio en el que se encuentra, ya sea monte, montaña o ciudad.
Esa adaptación, unida a un perfecto conocimiento de la técnica de tiro, lo convertirá en el arma más efectiva en términos económicos y una de las mejores con vistas a la desmoralización del enemigo.
El disparo frío del tirador especial contra un objetivo que tiene rostro, resulta, a no dudarlo, una acción compleja. Por ello, no sólo necesita un adiestramiento técnico especial, sino también apoyo psicológico, incluso cuando cese en esta actividad.
Para finalizar, podemos decir que la formación de un tirador especial es altamente rentable para cualquier fuerza, motivo por el cual se los ha empleado en todas las circunstancias bélicas de los últimos dos siglos.
Articulo de la Revista del Suboficial
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