jueves, 30 de agosto de 2018

PGM: La Campaña en el África Oriental (Parte 3)

La Campaña en el África Oriental





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La bandera del gobernador del Africa Oriental Alemana



Tanga: II Parte 
Gracias a periódicos y correspondencia inglesa capturados Von Lettow supo que una fuerza expedicionaria de 10.000 hombres estaba siendo alistada para un ataque en gran escala en las proximidades a Tanga. Von Lettow observa en sus memorias: 


"Me dirigí al puerto a fines de Octubre, y fuimos por todas parte en un automóvil que traje. Discutí el tema, allí, en la campaña con el Capitán Adler, comandante de la 17a. Compañía de Askaris y con el Comisionado del Districto Auracher. Me agrado que este último opinaba que si Tanga estaba realmente amenazada, la necesidad primordial sería la unidad de acción Le asegure que, por supuesto me haría responsable de cualquier consecuencia que pudiera ocurrir. Esto era de suma importancia, en especial porque según las ordenes del gobernador, debería evitarse que Tanga fuese bombardeada bajo cualquier circunstancia."

Poco después que el convoy inglés había zarpado hacia Tanga, dos de los buques de guerra sufrieron serios desperfectos, dejando sólo como escolta al crucero H.M.S. Fox. Aún si los cañones del viejo buque y las fuerzas disponibles eran consideradas adecuadas, la marcha era lenta y penosa del convoy a través de las olas del mar en dirección Sud. A la distancia se apreciaban columnas de humo elevándose sobre la costa; quizás éstas fueran señales de las tribus nativas que observaban el progreso del convoy.



Una postal alemana de Tanga

Von Lettow-Vorbeck y Schnee


A unas 15 millas al Este de Tanga, el convoy hizo ensamble con cuatro remolcadores que arrastraban barcazas que traían abordo 2.000 portadores de Zanzíbar. Ningún ejército podría avanzar en el Africa sin una fuerza de portadores nativos de al menos un cuarto el total de sus efectivos, ya que los caminos eran prácticamente inexistentes. Poco después el convoy se detuvo y el H.M.S. Fox procedió por si solo hacia el canal fuera del puerto de Tanga, bajo una bandera blanca de parlamento. La madrugada brumosa prometía un día realmente caluroso.

El Fox atracó en el puerto con su dotación lista para abrir fuego. Su capitán, F.W. Caulfield envió un mensaje al Comisionado Alemán del Distrito a subir a bordo. Todas las piezas de artillería del crucero apuntaban a la villa. El Comisionado subió abordo inmediatamente. Este funcionario intenso y patriótico era uno de los pocos alemanes en el Africa Oriental que desde el principio admiraban a von Lettow. Cauldfield le pidió que rindiera la ciudad, advirtiéndole que en caso que su respuesta fuera negativa Tanga sería bombardeada, al mismo tiempo preguntó si las cercanías del puerto habían sido minadas

Esta posibilidad preocupaba a Caulfield de sobremanera, y esta preocupación se convirtió en obsesión para el el capitán R. Meinertzhagen, Jefe del Servicio de Inteligencia británico en el África Oriental, anotó en su diario:


"(Caulfield) parecía estar nervioso aunque pomposo, de ojos traicioneros y nada dispuesto a ayudar. Me dio la impresión que definitivamente tenía miedo, y hacia continuas referencias a la seguridad de su maldito buque, ignorando el simple hecho de que era su deber protegernos, aun si llegase a perder su buque"

La voz de Caulfield denotaba tensión al mencionar las minas. El Comisionado se sobresaltó, debido a un error de traducción, que le hizo creer que sería fusilado si no revelaba esa información. Esta es, de todas maneras la versión oficial de esta entrevista. A pesar de todo, el Comisionado no reveló información alguna y le hizo saber al susceptible oficial naval que Tanga era una villa abierta, sin defensas y por lo tanto no podía ser bombardeada. En cuanto a la demanda de rendición, hizo saber a Caulfield que debería consultar con autoridades superiores. Se le concedió un plazo de una hora.


La amenaza sobre Tanga
El Comisionado fue llevado en bote a la costa,. Al tocar tierra corrió hacia su oficina, de donde telegrafió a von Lettow, quien se hallaba en Moshi y precavió a la gente del pueblo que un cañoneo era inminente.

Una vez cumplido su deber civil, vistió el uniforme de teniente de reserva y procedió a reunir a todos los policías disponibles, y los formó con la tropa. La población civil evacuó el pueblo y la compañía de infantería, reforzada por la policía tomó posiciones defensivas en las afueras del pueblo. Todo este proceso tomó menos de media hora.

Mientras tanto, el Fox, con el agua verde obscura lamiéndole y meciendo la obra muerta color gris de la nave. El Sol ardiente comenzaba a surgir en esa mañana azul y diáfana. Las banderas alemanas sobre los techos de los edificios gubernamentales ondeaban lentamente con la brisa. El pueblo parecía haber sido abandonado, los únicos sonidos que se percibían eran el batir de las olas y cantos de pájaros.

Caulfied contactó al General Aitken por radio, detallando la situación y pidiendo naves rastreadoras de minas. Luego de aguardar una hora y diez minutos envió un nuevo mensaje: "¡No se rinden! ¡Regreso al convoy!"

Hacia eso del mediodía, el crucero Fox se había reintegrado al convoy. De esta forma los alemanes habían sido informados del ataque pendiente con medio día de anticipación. Las operaciones de rastreo comenzaron de inmediato, y el Capitán Caulfield se transfirió a uno de los rastreadores, haciéndose cargo personalmente de la operación. Aitken y Caulfield se devanaban los sesos tratando de determinar donde podría efectuarse el desembarco. El puerto parecía irradiar peligro. Varios puntos fueron considerados. A la larga, una playa en un promontorio, a 1,6 km del puerto fue seleccionado. El General Aitken dio órdenes de ocupar a Tanga por la noche, mientras que los transportes se aproximaban a la playa.

Mientras tanto, a muchos kilómetros de distancia, el Coronel von Lettow-Vorbeck, con 1.000 de sus mejores tropas procedía hacia Tanga a bordo de un tren del FFCC de Usambara, a toda velocidad. Los vagones del tren estaban repletos de Askaris. Las bayonetas y los rifles destellaban bajo el sol, mientras que el pito pululante de la locomotora resonaba en cada curva del trayecto.



Caulfield regresó al Fox alrededor de las 15.00 hrs y procedió a reorganizar el convoy mas a su manera, esto a su vez resultó en nuevas demoras, ya que los capitanes de los transportes y buques mercantes tenían poca experiencia en estas tareas y causaron un mar de dificultades. Mientras tanto, los rastreadores proseguían su tarea. Más de dos horas habían transcurrido y el desembarco aun no había comenzado.
 

Askari del Africa Oriental Alemana 

 

A bordo del Fox, Caulfield creó divisar tropas alemanas cerca de la costa y una granada de 152 mm fue disparada contra el monte, que luego se supo, estaba desierto. El sol se puso, y al anochecer las tropas procedieron de los transportes hasta las barcazas. Los remolcadores arrastraron a las barcazas recibieron una larga serie de órdenes contradictorias y los primeros contingentes de tropas con ametralladoras emplazadas en la proa de las barcazas enfilaron hacia la costa a las 22.00 hrs. A unos 300 metros de la costa, las barcazas encallaron en aguas poco profundas. Allí quedaron, incapaces de moverse en dirección alguna, y claramente visibles en una moche de luna.

Si bien las aguas eran poco profundas para las barcazas, eran demasiado altas para la tropa, que sobrecargada con sus equipos marchaba con el agua a la cintura. Las tropas indias debieron aguardar hasta que un oficial logro vadear hasta la costa y regresara para poder intentarlo. Las tropas que vadearon a tierra a través de la noche, eran presas del terror según un observador. Lámparas de señales centellaban mensajes de un buque al otro y con las tropas en tierra. El Brigadier General Tighe y su estado mayor desembarcaron. Abordo de la nave donde había instalado su cuartel general, Aitken aguardaba la captura de Tanga con impaciencia, dando su opinión de vez en cuando, y expresando, según uno de sus oficiales su "supremo desprecio" por las tropas nativas empleadas por los alemanes. Al rayar el alba, el grueso de las tropas de Tighe estaban en las orillas del mar, aunque totalmente exhaustas, ya que habían dormido mal o poco, además de haber sufrido mareos por un mes entero y faltos de ejercicio. Una patrulla que fue enviada a reconocer al bosque y logró alcanzar el perímetro de la villa, desde la que fueron recibidos por el fuego de dos ametralladoras. La patrulla regresó rápidamente, aunque sus informes fueron recibidos con escepticismo.



Todos quedaron sorprendidos por lo espeso que era el bosque, que en partes consistía de palmeras, zarzas y pastizales que a veces solían medir casi dos metros de altura. Los ingleses no volvieron a enviar patrullas, ya que la tropa estaba algo nerviosa, imaginando ver, detrás de cada mata al enemigo.

El Teniente Coronel de uno de los tres batallones de Tighe, ya que no tenía el mas mínimo conocimiento del terreno, donde se hallaba (¿si se hallaba?) el enemigo fue con su ayudante y otro oficial hasta un montículo para poder poder observar el terreno desde un punto ventajoso. El enemigo abrió fuego y dos de estos oficiales cayeron muertos, el tercero fue herido. La brigada de Tighe, compuesta por aprensivas tropas indias comenzó a desplazarse lentamente a través de la maleza. En ese preciso momento, puesto que habían sido advertidos con 24 horas de anticipación del ataque, el primer tren alemán desde Moshi llegó y se detuvo en las afueras de Tanga, donde los Askaris desembarcaron de los vagones playos y corrieron a tomar posiciones, e inmediatamente lanzaron un contra-ataque.

Estupefactos, los portadores de Zanzibar, que llevaban las ametralladoras del 13o. Batallón de Rajputs, abandonaron los bultos apresuradamente, y se echaron a correr hacia la playa. El 13o. Batallón de Rajputs hizo otro tanto, y luego la brigada entera se dispersó presa del pánico, sólo para ser fusilados y ametrallados. Los alemanes, bien versados en esta clase de entreveros habían situado francotiradores y ametralladoras en las copas de los arboles. Debido a la falta absoluta de apoyo de aquellos grupos aislados que trataron de resistir, como el que estaba al mando del Capitán B.E.A. Manson, bravo oficial del 61o. de Ingenieros, fueron aniquilados. Afortunadamente para los ingleses, los alemanes no persiguieron a los derrotados, y el fuego fue amainando, con la excepción de la ocasional granada disparada por el H.M.S. Fox. A eso de las 10.00 hrs de la mañana, la brigada se había reconcentrado cerca de la playa, luego de haber perdido un alto porcentaje de los oficiales británicos. En un batallón, cinco de los 12 oficiales murieron, mientras que otro batalló perdió 25% de sus tropas. Los sobrevivientes quedaron sorprendidos al ver que llegaban dos compañías, las últimas tropas de la brigada. Estas eran las tropas que habían quedado abandonadas a su suerte cuando la barcaza que los transportaba encalló entre los muertos, se hallaba un oficial de inteligencia, el único hombre en la expedición que tenía ciertos conocimientos sobre Tanga y la disposición de la villa.

Transporte de ametralladoras a lomo por los cerros del Africa Oriental Alemán 

 

¿Qué le había pasado a ese "pasito fácil" hacia Tanga? Algo sacudido por lo sucedido, Tighe se reportó a Aitken. Se decidió desembarcar la brigada de Wapshare, y de esta forma con dos brigadas, que incluían un batallón totalmente británico, la extraordinaria resistencia alemana sería desbordada por el pánico.


La brigada de Bangalore, al mando de del Major General R. Wapshare desembarcó por la tarde, bajo un torrencial aguacero. Las tropas y materiales comenzaron a llegar a la playa y en la costa. Algo después, esa tarde desembarcó el General Aitken, quien no estaba de buen talante, por cierto. Aitken y su estado mayor trataron infructuosamente de resolver los problemas que afectaban el desembarco, problemas causaban demoras. Tan ocupado estaba el estado mayor con estos problemas que a nadie se le ocurrió despachar patrullas para reconocer el terreno, durante esa confusa tarde o durante la noche.

Esto probó ser un error colosal, pues si se lo hubiesen propuesto, los ingleses podrían haber caminado hasta Tanga en esos momentos sin oposición alguna, ya que los alemanes, por temor a la artillería del crucero H.M.S. Fox, y el tamaño de la fuerza invasora habían abandonado sus posiciones y se habían replegado tras de las vías del tren. Von Lettow aun no había llegado

La confusión en la playa fue agravada por una muchedumbre de portadores indisciplinados. Poco a poco, las tropas improvisaron un campamento, utilizando cajones y bultos para dormir. Un cipayo disparó su fusil por error y los demás hindúes de la brigada de Tighe corrieron muy de prisa hasta la playa. Solo con gran dificultad lograron los oficiales y jefes que la tropa regresara al campamento

"¡Fantásticos tipos para ir a guerrear con los alemanes!" anotó sarcásticamente Meinertzhagen en su diario. El desembarco de las tropas indias finalizó a la puesta del sol. Uno de los batallones recibió órdenes de regresar a los transportes, sólo para ser enviado otra vez a la playa en la madrugada. Poco durmieron estas tropas ese dia...

Aitken se hizo cargo personalmente de las preparaciones para un ataque. Su plan consistía de tácticas convencionales, sin tomar para nada en cuenta las condiciones excepcionales y el terreno donde este ataque tomaría lugar. La fuerza expedicionaria avanzaría, en un flaco frente a la playa. De esta manera esperaba desbordar a los defensores alemanes, que Aitken presumía estaban alineados en las afueras del pueblo. Las unidades que se habían desbandado el día anterior prestarían apoyo.



Fin de Parte 3

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