Guerra de espías detrás de un asesinato a sangre fría en Bruselas
Atentado en el Museo Judío. Una trama secreta, digna de una novela de espionaje, podría explicar la muerte a balazos de una pareja en la capital belga, el fin de semana pasado.
Asesino a sueldo. Imagen cedida por la policía belga del sospechoso del ataque en el Museo Judio, de Bruselas. (EFE)
Un sábado en la plaza de Sablon, en el centro de Bruselas, es siempre parecido. Hay mercadillo y alguna actividad lúdica. Si además la tarde es soleada, como el pasado sábado, belgas, expatriados europeos y turistas aprovechan para disfrutar de las terrazas y pasearse entre los anticuarios, concentrados en esas pocas calles. En una de las terrazas, el canciller belga, Didier Reynders, disfruta del café vespertino con su señora y unos amigos, sin escoltas. Pocos pueden llegar a sospechar que este es el campo de batalla donde se libra una misteriosa guerra de espías.
Pero sí. Un sábado en Sablon también puede convertirse en el escenario de un múltiple asesinato a sangre fría.
El sábado pasado, mientras Bélgica se preparaba para votar en las elecciones legislativas -y europeas- del día siguiente, una pareja en sus cincuenta entró al Museo Judío, situado en una perpendicular de la plaza, la Rue des Minimes, justo al lado de una de los mejores establecimientos de chocolates del mundo.
Una pareja como tantas otras, turistas en una gran ciudad europea. Tras ellos, entró un hombre que cargaba dos bolsos, se cubría la cabeza con una gorra y llevaba abrochada al pecho una pequeña cámara.
En apenas 15 segundos, el hombre de los bolsos sacó un fusil kalashnikov y disparó. No fue el tiroteo sin control de un ataque ultraderechista o islamista contra un centro judío, como se creyó en un principio. Y cada día parece menos un atentado terrorista.
Quien disparó era, según la Policía belga, un profesional que apuntó sin fallar a la cabeza y al cuello de dos personas, que murieron en el acto. Hubo dos víctimas más, una aún ingresada en un hospital belga. Según la Policía judicial de Bruselas, se pusieron en el camino del tirador y sus dos objetivos.
¿Pero el objetivo del tirador era un pareja como tantas otras? Un reporte del diario israelí Haaretz, revelando la identidad de los asesinados y su supuesta conexión con el Mossad, el servicio secreto israelí, abre la puerta a un misterio.
¿Quién encargó el asesinato del matrimonio Emmanuel y Mira Riva? La información de Haaretz no apunta a nadie aunque cita a Hezbollah o al servicio secreto iraní, pero para explicar que la pareja no habría tenido nunca relación con esos dossieres.
Su pasado tampoco deja claras indicaciones. Según Haaretz, Emmanuel trabajó durante años en una organización gubernamental llamada "Navit", dedicada a ayudar a emigrar a Israel a los judíos que quisieran hacerlo tras el desplome de la Unión Soviética.
Mira, su esposa, trabajó oficialmente en el gabinete del primer ministro. Pero Haaretz recuerda que, cuando no se dan más detalles, esa mera indicación suele ser una referencia a que trabajaba para los servicios secretos. La pareja habría sido destinada hace poco a la embajada israelí en Berlín.
Bruselas es, literalmente, un nido de espías. Sede de centenares de multinacionales, de la OTAN y de las instituciones de la Unión Europea, se llegó a dar el escándalo de que el edificio que alberga al Consejo Europeo, donde se reúnen en cada cumbre los dirigentes, se construyó ya con sus comunicaciones pinchadas.
Tras una denuncia que apuntaba precisamente a Israel, la Justicia belga metió el dossier en un cajón, donde parece guardar el sueño de los justos. Según Kristof Klerix, autor de "Los servicios extranjeros en Bélgica", la capital belga es, junto a Washington y Ginebra, uno de los focos del espionaje mundial.
La prensa belga recordaba estos días cómo en los años 70 Bruselas ya fue escenario de varios asesinatos que se achacaron a servicios secretos extranjeros, entre ellos el Mossad.
Irán lleva años acusando a Israel del asesinato de varios de sus principales científicos nucleares. Para Israel, sus representaciones diplomáticas en Bruselas son tan importantes como para haber tenido de embajador hace años a Ephraim Halevy, que llegaría a presidir el Mossad. ¿Estamos ante una guerra de espías?
Clarín - Mundo
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