miércoles, 10 de agosto de 2022

ARA: Cuando el ARA Salta disparó un SST4 que corrió por 72 millas

Corrida de torpedo record - ARA SALTA

#histarmar
Por el CN Carlos Zavalla, Diciembre de 2020

Corrida de torpedo record. 72 millas





A fines de 1981, siendo comandante del Submarino ARA SALTA hice el último lanzamiento del año de un torpedo SST4 en la zona de adiestramiento de submarinos cerca de Mar del Plata. Se usaba una batería de ejercicio por año para sucesivos lanzamientos desde los submarinos y las Lanchas Rápidas. Como la batería tenía aún ciclos remanentes, logré programar este lanzamiento con el blanco remolcando un productor de ruidos. Se usó como blanco y recuperador un Aviso. Me intrigaba comprobar si el torpedo podía eludir el señuelo y atacaba el blanco como decía el manual. Los lanzamientos se hacían de noche para ver la luz que proyectaba el torpedo cuando pasaba debajo del blanco y sus giros cuando re-atacaba. Al terminar la corrida, el torpedo flotaba horizontal siendo apenas visible y comenzaba a emitir un sonido para su localización mientras comenzaba a aclarar. Desde el submarino dirigíamos al Aviso hacia el torpedo, tras lo cual los buzos le colocaban una pieza de nariz y una faja para remolcarlo hasta la base. Un avión Porter estaba listo a despegar por si resultaba necesario buscar el torpedo desde el aire.
Efectuado el lanzamiento, al terminar su corrida el torpedo comenzó a emitir con su chicharra y guiamos al Aviso hacia él. Mientras recuperaba el productor de ruidos en su acercamiento, de pronto se topó con el torpedo a muy corta distancia y en su maniobra para no embestirlo se le enganchó el cable del productor de ruidos en la hélice. Con la arrancada consiguió acercarse al torpedo, los buzos le pudieron poner la faja y pieza de nariz y mantenerlo amarrado al buque. Luego intentaron sin éxito liberar el cable de la hélice quedando el Aviso al garete manteniendo al torpedo por largo. Como ocurre normalmente en la zona, a la madrugada empezó a soplar el viento cada vez con mayor intensidad y el buque a moverse y golpear haciendo peligroso el trabajo de los buzos. En la Base no había ningún buque en condiciones de prestar ayuda y un pesquero intentó sin éxito pasarle remolque mientras el viento adquiría características de temporal. El Aviso, atravesado al viento daba unos bandazos tremendos. Podíamos ver claramente el remolque del torpedo por largo con fuertes estropadas. Señor Comandante, me dijeron, nosotros no podemos hacer nada, ponemos rumbo a MDP. Por nosotros el Aviso la esta pasando muy mal y el torpedo es nuestra responsabilidad contesté.
Permanecimos en inmersión girando en círculos a unas 2000 yardas del Aviso, mas que nada como apoyo moral, cuando pasado el mediodía me llamó su Comandante y me dijo “Zavalla, éramos pocos y parió mi abuela, se soltó el torpedo” A partir de allí comenzó la corrida de torpedo mas larga de que se tenga conocimiento porque fue derivando hacia el Norte, mientras nosotros girábamos en círculo guiados por su chicharra , prrr… prrr… prrr…, mientras con el estimógrafo y las marcaciones sonar graficábamos su posición. Comenzó a oscurecer y a disminuir la profundidad. Mi mayor preocupación era que cesara la chicharra, que algún buque se nos viniera encima o que la poca profundidad me obligara a salir a superficie. A medianoche me recosté en mi camarote y de pronto desapareció el prrr… prrr…. prrr… que me arrullaba desde el UQC (teléfono subacueo). De un salto llegué a Comando para comprobar que el oficial de guardia había bajado el volumen del UQC porque el prr …prr… prr, lo tenía harto.
Cuando aclaró, me acerque para comprobar el estado del torpedo del que se le había desprendido la faja y pieza de nariz lo que informé a la base. A mediodía llegó al rescate el submarino Santa Fé y lo guié hacia el torpedo. Venía el Santa Fe con toda decisión y el característico ímpetu de su comandante, el Capitán Grosso para cumplir sus objetivos y tuvo que dar maquinas atrás en emergencia para no embestir al torpedo. Media hora después ya lo estaba remolcando.
Habíamos recorrido 72 millas siguiendo al torpedo.
Al anochecer entramos a la dársena. El Aviso se reponía amarrado con su hélice libre del cable. El torpedo ya estaba en el Arsenal porque el Santa Fé lo remolcó a tal velocidad que parecía una tonina saltando en su estela.

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