La diferencia entre un militar y un montonero
ACLARACIÓN MUY IMPORTANTE:
El siguiente artículo acaso pretende reflejar los espíritus mismos que inspiraron tanto el accionar de las fuerzas legales como el de los ejércitos guerrilleros. Por tanto, entiendo que aquellos militares que no se ajustan al espíritu de entrega y abnegación sanmartinianos no sólo que – para mí – no merecen llamarse como tales sino que además han sido discriminados del siguiente trabajo; en el mismo sentido, aquellos guerrilleros que han sabido realizar un admirable esfuerzo de honestidad, y cuyos honestos trabajos editoriales me sirven hoy a mí para conocer en profundidad lo sucedido en los 70, de ningún modo son instados por mí en calidad de “terroristas” ni tampoco son requeridos sus nombres en la narración. Si se muestran arrepentidos, no somos nadie para no perdonarlos y permitirles todo nuestro respeto y cariño.
Seguidamente, quiero decir que el 99 por ciento de los medios nacionales ofrece una visión negativa de los militares y una visión positiva de los guerrilleros (y yo no veo que nadie chille por eso). Este trabajo, en cambio, corresponde al 1 por ciento de los medios que ofrecen una perspectiva diametralmente distinta, aunque profundamente cerciorada por documentación fehaciente y marcado rigor histórico; comprenderán que sería una locura de mi parte asumir una postura “tan jugada” sin estar seguro por completo de todo lo que digo. A los “valientes” que se aventuren a la siguiente editorial, les sugiero acepten lo vertido tan simplemente como un aporte más a la comprensión integral de nuestra controvertida historia reciente.
Muchas gracias.
Tras años de sistemático ensalzamiento por parte de ideologistas afines, como asimismo de tierna complacencia opositora, se ha logrado traer a recuento la controvertida expresión “montoneros”, de suerte que dicho nombre ha vuelto a proclamarse en densas proclamas y sus tremebundos baluartes son pues reivindicados como héroes, santos, entusiastas idealistas. Por cierto que todo esto gracias a una insistente analogía con quienes son presentados como los malos de la película, los gorilas, los fachos, los servidores del imperialismo… Es decir, los militares, o bien las Fuerzas Armadas Argentinas.
En rigor, la santificación – por un lado, y por el otro – la demonización acostumbradas no corresponden más que a un exhaustivo intento por exculpar a los responsables directos e indirectos de miles de atentados terroristas (cuanto más malos los militares, más buenos los guerrilleros) que permanecen obviados por la mirada enferma de nuestra Justicia. En este sentido, la persecución y el arresto de miles de militares argentinos no obedecen más que al propósito – sistematizado – de anular e inutilizar el único órgano con que cuenta el país con capacidad y conocimientos estratégicos para neutralizar la concreción de posibles ataques terroristas. Presos los militares, queda allanado el camino que nos conmina al socialismo, el terror, la persecución ideológica y la rimbombante violación de la propiedad privada.
Como decimos, entonces, desde el campo conceptual, las FF.AA. argentinas han resultado profundamente denigradas ante la opinión pública en virtud de una grosera analogía con quienes son instituidos como sus antagónicos, por caso, los miembros de la banda terrorista Montoneros, hoy pretendida como un grupito virginal de jóvenes altruistas que luchaban por sus ideales. Hete aquí que en este trabajo aceptamos el reto aunque, con permiso, observaremos la requerida comparación desde una óptica un tanto inconveniente para el credo oficial.
Mentalidades dispares
Acaso pocos trabajos han sido realizados con el objeto de ilustrar la mentalidad tristemente criminal de una organización que hizo del secuestro, del terror y del asesinato una filosofía destinada a justificar (léase “pintarrajear”) los peores atropellos al sistema institucional. Sobre la base teórica de que el país, en los setenta, se hallaba amordazado por las garras de un supuesto capitalismo galopante, Montoneros fraguó su presentación en sociedad nada menos que con el secuestro y el posterior asesinato – tras una parodia de juicio sumarísimo revolucionario – del entonces ex presidente y General Pedro Eugenio Aramburu, en 1969. En fin, una vez que Montoneros “olió la sangre” de sus víctimas, la serialización del crimen sobrevino naturalmente.
No se llega a asesino serial por golpe de suerte o buenas calificaciones; más bien sería razonable precisar la descomposición psíquica y moral que tiene lugar en una persona capaz de hallar justificable el homicidio de un semejante, como asimismo de calificar de “error” el asesinato de una persona ajena al objetivo originario, y que muere por una bala perdida, las esquirlas de una bomba, el derrumbe de un edificio. Entonces, la prédica marxista constituyó el vaho narcotizante que auspició la destrucción psicológica, la pérdida del sentido de la realidad y el desbaratamiento de códigos éticos tan elementales como “no matar”, “trabajar para vivir”, “respeto al prójimo”. Para una persona normal estas proposiciones son inalterables; para un asesino terrorista estas cosas no son más que meras patrañas propias de un cuento de hadas.
Podría, en esta línea, sindicarse la diferencia entre un militar y un montonero como la de una persona cuyo ideal se resume en entrega absoluta al servicio de la Patria y de una persona adicta a una ideología o credo fundamentalistas tendientes a justificar cualquier medio para tal o cual fin. De suerte, por caso, que cuando todo el mundo se horrorizaba con los atentados de las Torres Gemelas, la empresaria corrupta Hebe de Bonafini celebraba públicamente destilando que “alguna vez a ellos también les tenía que pasar”. Un soldado sólo mata en defensa propia y precisamente llevado a un terreno marcial; el guerrillero mata de forma indiscriminada sin importar el lugar y la cantidad de víctimas inocentes (dando lugar así al inefable concepto de guerra asimétrica). Las FF.AA. sólo funcionan en tiempos de guerra mientras que la guerrilla se propone interrumpir la paz ciudadana mediante comisión de atentados terroristas. Los militares arremeten en procura de restablecer la paz y orden públicos (ante el caso de una invasión terrorista); los extremistas acometen con el objetivo de generar caos y desgastar las garantías institucionales de un país. El trabajo de uno es defender la Patria; la “misión” del otro es destruirla.
Mal que a muchos les pese, la idiosincrasia de la soldadesca se corresponde al profundo meollo de cuestiones culturales, sociales y religiosas de una Nación, de manera que la tradición de un país es la que determina su comportamiento y la forma con que ha de responder ante una amenaza por el estilo. Por otro lado – por más impolítico que suene – ningún golpe cívico/militar en Argentina se dio sin la documentada anuencia de la gran mayoría de los actores políticos como asimismo de un notable – cuando no mayoritario – consenso ciudadano.
La mentalidad del ERP, en cambio y por citar un ejemplo bien concreto, acaso estuvo constituida por elementos ajenos al devenir de la tradición o estilo de vida argentinos, lo cual condujo a la imposición de una metodología necesariamente improcedente, totalitaria, delincuencial, que incluso fue condenada – nada menos – que por el mismo Partido Comunista local. Si acaso hubo erpianos con “buenas intenciones” (que de seguro los hubo), el sólo hecho de pertenecer a una organización clandestina – y que encima cometió secuestros, asesinatos y que, por colmo, pretendió “quedarse” con una provincia – los conmina insalvablemente a la categoría de criminales, y no por otra cosa que por el discernimiento mismo del sentir tradicional argentino. Más allá de la “dudosa” probidad de nuestra siempre ensangrentada historia, todos vamos a coincidir en que matar está mal, que el terror no es “método” para nada, que es éste un país mayoritariamente católico, que muy pocas personas atacan guarniciones militares para robarse armamento, que de ningún modo el comunismo es una expresión mayoritaria y que irse a vivir a la selva tucumana es cosa más bien de picapiedras que de gente de bien.
Fuerzas Armadas vs. guerrilleros
Ya, más en el plano de los hechos concretos, y citando como ejemplo el asesinato del Capitán Humberto Viola y de su pequeña hija en Tucumán en diciembre del 74 (su otra hija quedó inválida), podríamos señalar que la diferencia entre un militar y un guerrillero es la que existe entre un hombre que al ser emboscado por maleantes, alcanzado y todo por los disparos, igual consigue descender de su vehículo en un intento por evitar que la balacera lesione a su familia o demás inocentes, mientras que – por el contrario – el guerrillero se escuda nada menos que en los semejantes que tiene a su alcance, cuando no con sus mismos hijos recién nacidos. Notable diferencia.
Por otro lado, si bien el margen de error en las operaciones contraterroristas ha llevado a numerosas víctimas inocentes (que desde aquí lamentamos, y repudiamos si hubo concurso de alevosía), bajo ningún aspecto la inventiva estratégica del Ejército incluyó el daño o la muerte de personas ajenas al conflicto armado, como tampoco de familiares de guerrilleros buscados intensamente. Más allá de que se pretenda sentar la idea de que las FF.AA. planearon una “persecución sistemática de disidentes inocentes”, los guarismos reales de ningún modo cercioran dicho concepto; lo mismo ocurre con la mentada apropiación de bebés. Es decir, nadie niega que hubo muertes inocentes o bebés apropiados ilegalmente, mas no los hubo en un número que se ilustre como de “sistemático” (planeado para tal propósito), por tanto no transigen con el espíritu sanmartiniano aquí evocado.
En contrapartida, la metodología guerrillera acaso sí se basó en un ataque sistemático hacia las fuerzas legales que además incluyó el asesinato indiscriminado (con tal de generar terror) de civiles eventuales como asimismo de familiares de militares (en concepto de “venganza” en algunos casos). Entre innumerables ejemplos de empresarios secuestrados, jueces asesinados, políticos perseguidos y civiles aterrorizados – cosa que extiende la “sistematización” del método a la población civil, lo cual, “a pesar de nuestra Justicia”, conlleva a la comisión de crimen de lesa humanidad –, podemos destacar además el estrepitoso homicidio de la hija del Almirante Armando Lambruschini (agosto de 1978), es decir, Paula Lambruschini, que fue extinguida mediante la colocación de un artefacto explosivo en su casa (cuya explosión también asesinó a dos personas más). Si bien Montoneros “lamentó” las muertes inocentes, se discute que el móvil de dicho atentado terrorista fue en concepto de represalia.
¿Eran tarados los guerrilleros?
Hasta aquí quedan descritas, resumidamente, las distintas idiosincrasias tanto de las FF.AA. como de los guerrilleros en general. Cabría discutir sobre la integridad mental de los responsables de ambas facciones antagónicas. Los militares, dado el desgobierno imperante y la incapacidad policial de hacer frente a la creciente subversión (que ya planeaba la toma del poder), aceptaron una guerra por los ejércitos subversivos declarada abiertamente; trazaron un plan de acción; el mismo fue avalado y decretado por el gobierno democrático de Isabel Perón. Los militares ganaron la guerra contraterrorista, de modo que no vemos aquí algún desapego a la realidad o estrategias marciales desprovistas de resultados coherentes y satisfactorios. No ganaron la guerra sirviendo limonada, sino luchando y ofrendando sus vidas como soldados al servicio de la Patria.
La cuestión sobreviene cuando analizamos la mentalidad de personas – ya comprobadamente aficionadas a la serialización de los asesinatos, lo cual arroja el dato de una tara importante, visible – que creyó posible, mediante la frecuencia de atentados terroristas (como asimismo de la “guerra de guerrillas”, en el caso de ERP), que iban a conseguir ocasionar un golpe de Estado e instaurar una dictadura comunista de inspiración cubana. Personas enajenadas pero convencidas de que dicha metodología habría de ser reconocida por la población civil, y que por lo tanto habría de originarse simpatías y adhesiones para la idealizada “lucha armada”. Estos bandoleros de acotadas facultades mentales, ¿qué se pensaban que eran los argentinos? ¿Idiotas y asesinos como ellos…? Actualizándonos un poco, las mismas preguntas podemos realizarles a aquellas personas actuales que incansablemente legitiman y reivindican el accionar de sus “jóvenes idealistas”.
Cabe destacar que tanto ERP como Montoneros “celebraron” el Golpe de Estado de marzo del 76 en base a la creencia de que lo mismo apresuraría el engrosamiento de sus ejércitos respectivos; imaginaban que la ciudadanía se iba a armar contra el general Videla, quien entonces no era ponderado de otra forma que como un salvador, lo mismo que el general Antonio Bussi en Tucumán, quien fuera más tarde electo gobernador de dicha provincia. Más allá del mayoritario consenso político y ciudadano por parte del Gobierno de Facto, hasta el mismo Partido Comunista recibió con beneplácito la interrupción del ficticio proceso democrático, ni que hablar de la intelectualidad de entonces. Y las preguntas son: los terroristas, ¿realmente creyeron que iban a poder ganarle una guerra a un ejército profesional, legendario, reconocido en todo el mundo? ¿Se imaginaron triunfadores sobre el mismo ejército en que luchó el general San Martín o el general Belgrano? Va de suyo que la respuesta afirmativa de ambas cuestiones inmediatamente conlleva al insalvable diagnóstico de completa taradez mental.
La misma, por cierto, queda francamente reflejada en la notable dificultad de sus exponentes actuales en aceptar la derrota infringida por las FF.AA., y de este modo mantener viva una disputa en la que son los únicos “gladiadores”; así y todo, sin embargo, necesitan hacer de la distorsión del pasado una diaria comunión, de la mentira un recurso infaltable y del odio, el resentimiento y el cinismo la cosquilla que alegra sus miserables existencias. Por otro lado – más lamentable aún –, así como en la época del 70 usaron a la ciudadanía e incluso a sus propios hijos como escudos humanos, en la actualidad sucede parecido toda vez que el odio injustificado se halla reproducido de a millares.
Se dicen revolucionarios y viven una vida distendida, al mejor estilo capitalista, gracias al dinero que roban sin vergüenza alguna; se reivindican como “hacedores” de una democracia que ellos mismos quisieron sustituir, mediante comisión de atentados terroristas, para implantar una rancia dictadura comunista; lloran humanismo hasta por los codos, acaso raramente olvidados que, entre todos, constituyeron un horrendo club de asesinos seriales; viven negando una guerra que ellos mismos declararon al Estado argentino en plena democracia, por cierto que con dinero, armamentos y logística importados de Chile, Cuba, Palestina, Libia; claman, ruegan, se retuercen en pos de pedir “justicia”, sin pensar que la mayor injusticia de nuestros días es el simple hecho de que ellos mismos no estén tras las rejas. En fin… tarados.
El ejemplo militar
Precisamente, como contraparte de estos últimos señalamientos, y fieles al espíritu tradicional y cristiano argentino, las víctimas del terrorismo subversivo también supieron expedirse en materia de la terrible época de los 70, aunque de forma diametralmente opuesta. De hecho, incontables son las familias que han debido convivir con el dolor de haber perdido un ser querido, o de conservarlo mutilado o inválido, y, por colmo, no sólo que totalmente obviados por el ojo de la justicia y el interés concreto de los políticos y (según una víctima que yo mismo entrevisté, Graciela Gonzáles Camarasa) de la misma oficialidad, sino que además debemos agregarle la solidaridad – con suerte – grácil y de “rigor” de una minúscula fracción de la ciudadanía. Por supuesto que no se es solidario con una víctima de la subversión cacareando por otro lado que los terroristas fueron “jóvenes idealistas” o cosas por el estilo. En fin, la hipocresía ya es patrimonio de la otra parte.
En este sentido es sumamente ponderable la acción del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV), cuya presidente, Victoria Villaruel, a la vez que lucha incansablemente porque el Estado argentino reconozca y repare a las víctimas del genocidio marxista… es reconocida por su labor en todo el mundo, menos en Argentina (en la medida que bien se lo merece). Volviendo a lo mismo, no sirve, a mi juicio en particular, un periodista, por ejemplo, que pondere el trabajo de “Vicky” mientras que en otro sentido desconoce la magnitud homicida de los siempre mentados “jóvenes idealistas”. Tanto debe ser así, que la misma presidente del CELTYV publicó un libro intitulado, justamente, “Los llaman… jóvenes idealistas”.
No obstante, nada ha conseguido borronear el espíritu infranqueable de aquellas personas que, en buena ley, guerrearon y combatieron contra al terrorismo nacional e internacional. Suele decirse que los militares ganaron en el terreno de las armas, pero que perdieron en el terreno psicológico; verdad relativa, toda vez que los mismos veteranos contrarrevolucionarios, como también sus respectivas familias, de ningún modo han visto flaquear sus convicciones morales y religiosas, ya sea tanto por el desgaste de la ignominia marxista como por el menosprecio de la política en general. Perder, sencillamente, sería terminar convertidos en ellos, los enemigos de entonces; es decir, con el corazón henchido de odio, resentimiento y cinismo.
Muy por el contrario, los héroes de la lucha contraterrorista, han sabido tolerar con gran estoicismo el advenimiento de las peores contingencias. De suerte que el coronel Argentino del Valle Larrabure, desde su largo cautiverio en las llamadas “Cárceles del Pueblo” (ERP, a quien se entregó para evitar derramamiento de sangre inocente la noche del copamiento de la Fábrica Militar de Villa María), mediante esquelas llenas de amor, exhortaba a su familia a “no odiar al enemigo” bajo ninguna circunstancia, como asimismo a llevar a cabo un perdón cueste lo que cueste. Como él, muchos otros soldados entendieron desde un principio que ya no volverían a ver a sus familias y que lo mejor de sí mismos que tenían para legarles era un recuerdo limpio de rencores, propósitos decadentes, luchas insensatas. Como él, tantos otros se sublimaron al destino de la Nación por la que entregaron su vida; era más importante una Patria libre, con sus hijos andando indiferentes al vaho del odio, que el propio dolor y la inconmensurable desesperanza de no volverlos a ver, a tocar, a escuchar…
Esto último resume, pues, en la diferencia más significativa que hay entre un militar y un montonero. Amor por un lado, odio por el otro; entrega y sacrificio los primeros, sometimiento y crimen los segundos. Libertad, libertad y libertad, contra comunismo, terrorismo y subversión. Silencio, altruista resignación e idealismo… Vocinglería, resentimiento e ideología. Y así siguen, los unos digiriendo el dolor nuestro cada día: es lo mejor para el país; los otros, que aprovechan para seguir mintiendo, robando y prostituyendo: es lo mejor para ellos. Es su forma de pelear.
Pero… aunque sigan peleando, tienen bien presente que ya perdieron la guerra de forma estrepitosa. Quizás lo que más les duela a los perdedores marxistas es precisamente esto último: por más sangre que derramaron, por más mentira convertida en tabú, por más injusticia que ellos mismos representan… no han logrado apagar – ni remotamente – la convicción patriota y el corazón en llamas de un soldado argentino. Es su forma de pelear.
Fuentes consultadas: “El Vietnam argentino”, Nicolás Márquez / “Mitos setentistas”, Agustín Laje Arrigoni / “Montoneros – Soldados de Massera”, Carlos A. Manfroni / “Hombres y mujeres del PRT-ERP”, Luis Mattini / “Nunca más”, Ernesto Sábato / “Gaby, la montonera”, documental de César D’ Agiolillo / “Montoneros”, Wikipedia /”Humberto Viola junto a su hija, asesinados en Tucumán”,Mendoza Transparente / “Armando Lambruschini”, Wikipedia / “Entrevista a Arturo Cirilo Larrabure”,www.DAVIDREY.com.ar / “Entrevista a Carlos Manfroni”, www.DAVIDREY.com.ar /”El silencioso Terrorismo de Estado actual”, www.DAVIDREY.com.ar / “Testimonio de una víctima del terrorismo”,www.DAVIDREY.com.ar / “Analizando a Laura Di Marco, autora de ‘La Cámpora’”,www.DAVIDREY.com.ar / “Lo que yo puede ‘sacarle’ a Ceferino Reato”, www.DAVIDREY.com.ar
Los militares de la dictadura utilizaron los medios del ESTADO para luchar contra la guerrilla y matar civiles inocentes. Algo así como 30.000, ¿¿y eso cómo lo explicas?? Terrorismo de ESTADO.
ResponderBorrarSi lucharon contra la guerrilla entonces no mataron "civiles inocentes". La orden de luchar fueron decretos presidenciales constitucionales. No fueron 30 mil, la cifra oficial de la CONADEP son menos de 8 mil. El "terrorismo de estado" lo sufrieron quienes habían participado directa o indirectamente en el accionar de la guerrilla comunista (entrenada principalmente en Cuba) en Argentina. Así no fue la "población general" la que la sufrió, sino una minoría politizada y extremista, como podés leer en cualquier libro de ex-terroristas argentinos. Hubo algunos muertos, desaparecidos y torturados así como niños apropiados que no tenían nada que ver con nada, hubo estúpidos campos de concentración de detenidos, hubo una forma de luchar contra la guerrilla castrista que fue terriblemente eficaz (sino leé la cantidad de atentados terroristas por año durante la década del 70) pero estratégicamente absurda. Nadie de la población civil trabajadora, organizada y cumplidora de la ley sintió a los militares como "terroristas". Esa estúpida vuelta de tuerca a las palabras es producto de pseudo intelectuales asociados al terrorismo castrista que hicieron una campaña de marketing político y judicial para convertir a los victimarios en víctimas. La política de la guerrilla (atentados, secuestros, "cárceles del pueblo", combate de guerrillas, inteligencia militar) cuando se las aplicó a ellos, salieron corriendo como mariquitas a declamar y reclamar por unos derechos humanos que JAMÁS ellos les otorgaron a sus víctimas civiles. El blanco de la guerrilla siempre fue la gente decente, de esa mancha no hay cambio de palabras que los salve.
BorrarLa Justicia de los Gobiernos democráticos (´83 y actual) han hechado por tierra tus teorías Esteban. Gracias por recordarmelo y seguir investigando en el tema escuchando las dos campanas. Eso gracias a que estamos en democracia, con sus defectos, pero en democracia donde vos y yo podemos intercambiar opiniones sin agredirnos ni con temor a represalias por pensar y tener diferentes visiones de la historia. Gracias, saludos cordiales.
BorrarTe aplaudo, "fusilamiento televisado". ¿Che y el programa quien lo hubiese conducido Marley o Tinelli?
BorrarMirá, el procedimiento democrático y republicano argentino bien condenó a los generales que formaron parte de la juntas militares, los degradó y les dio prisión perpetua a todos junto con los capangas terroristas. Ese mismo sistema los indultó a todos. Y ahora el mismo sistema anuló todo lo anterior, solo para el caso de los militares. Digamos que no se puede hablar de mucha seriedad desde 1983 en adelante en este tema en particular. La Justicia de la democracia en ese tema ha sido vapuleada, estropeada y usada como papel higiénico. No sé por quien te vas a desgarrar las vestiduras. Puesto en el plano, llamar civiles inocentes a bandas organizadas militarmente, con arsenales propios, con una industria de secuestro y extorsión de autofinanciamiento, con MILES de atentados por año donde morían, salían heridos y se dañaba propiedad de terceros inocentes... digo, hay que ser bastante cínico para catalogarlos así y llorar por gente de esa calaña. "Jóvenes idealistas..." les dijo el peor presidente de la historia. Fue gente que a hierro mató y a hierro murió. Nada que lamentar en ese aspecto, haya sido provocado desde el Estado o desde el planeta Marte... La justicia internacional, que es de donde se basan para llamar terrorismo de estado es la misma que condena en el mismo nivel de vejación hacia la población civil a los terroristas "privados". No festejo, al contrario, lamento que el EA, la ARA y la FAA hayan sido arrastradas a ese tipo de guerra. Pero, de los militares SIEMPRE se volvió a la Constitución de 1853. De los castristas, como sabrás, nunca se vuelve de la dictadura. Saludos
Borrarexcelente la ultima reflexion esteban, de los militares, como los romanos dictaban el termino imperatore, es solo una situacion temporal para restablecer el orden y luego volver al orden establecido. felicitaciones por el blog
Borrarylos guerrilleros que mataron gente? que ponian bombas en las calles? los cochebomba? habla de ellos tambien. seria interesante ser imparcial
ResponderBorrarmmmmhhh, leé bien la nota. Primero no la escribí yo, pero adhiero a algunas cosas que dice. Segundo, leé la respuesta al mensaje anterior y por ahí te aclara algo de lo que pienso también. Saludos y gracias por pasar por el blog. E.
BorrarLa metodología represiva aplicada entonces, fué el método de contrainteligencia.Y fué así porque el conflicto, fué "SEMBRADO" en nuestra sociedad, por la inteligencia cubana.
ResponderBorrarEl metodo de detección secuestro tortura ejecución y desaparición es el método que se aplica EN TODO EL MUNDO con los espías.
Acá se realizó de manera masiva.
Y es cierto que no solo se extirparon células malas del cuerpo social, sino que se arrancaron las vecinas también.
Fuimos el campo de lucha de un conflicto internacional que nos era ajeno.
En lo personal, hubiese preferido juicio oral y público televisado y fusilamiento televisado en la cancha.
Pero se evaluó las críticas internacionales.
No les sirvió de nada la clandestinidad.
Tampoco las especulaciones sobre "recuperados".
Hoy veo a los familiares de los presos políticos que siguen sin entender que no tienen un problema ni judicial, ni militar.
Tienen un problema político, porque no ganaron la guerra como creyeron.Solo ganaron una batalla de una guerra que va a seguir.
"Te aplaudo, "fusilamiento televisado". ¿Che y el programa quien lo hubiese conducido Marley o Tinelli?"
ResponderBorrarSeñor Anónimo, ya que es gracioso, le responderé, yo no estoy de acuerdo con el accionar de las fuerzas represivas argentinas en el Siglo XX. Hubiese querido que se aplicaran los mismos procedimientos que con los terroristas de Baader-Meinhof en la República Federal de Alemania durante los 70" y 80", por parte de la Gendarmería Nacional, Prefectura Naval y las diferentes entidades policiales del país (jamás usando las Fuerzas Armadas).
Lamentablemente lo de la televisación no es un invento del señor Benzi, sino que ya desde los años 30" en la Unión Soviética se realizaba este tipo de circos en las purgas stalinistas. Por desgracia no es sólo un sueño novelesco orwelliano, sino que se siguen realizando, los últimos en la Cuba socialista al General Ochoa y otros militares cubanos (por supuesto casi todos fueron asesinados), acusándolos por tráfico de drogas. Claro, se declararon culpables, ¿usted confiaría en la justicia de un país, donde solamente hay un partido político y gobierna ese último hace 54 años?
En el caso Ochoa el juicio no lo conducía ni Marley, ni Tinelli, sino un fiscal bastante menos simpático...
http://www.youtube.com/watch?v=eMfpWgm2SP4
Los detenidos árabes en la prisión de Guantánamo ni siquiera tuvieron la suerte de tener un juicio amañado, parece que en esa isla y en los Estados norteamericanos donde se aplica la pena de muerte, se le tienen bastante poco respeto a la vida humana.
Por suerte vivimos en la República Argentina, donde a pesar de todos los problemas que padecemos, y la autodestrucción que nos abunda, estamos en un estado de derecho, y estas reflexiones se pueden responder, sin temer a represalias, ahora, ninguna AAA, SIDE vendrá a buscarnos por la noche para detenernos. ¿Podemos decir lo mismo de la Seguridad del Estado de Cuba (G-2), MINT (Ministerio del Interior) y los atropellos que realiza en Villa Marista (la ESMA cubana)?
Las Fuerzas Armadas ni cualquier otra institución JAMAS, tendría que haber participado en los diferentes quiebres institucionales de la República Argentina, esperemos que el de 1976 haya sido el último, ya que dejó mucha sangre derramada, y más aún, una deuda ilegítima e impagable, que apunta como una espada de Damocles a todos los habitantes de este querido país, sobre todo a los más humildes.
Por último le dejo esta reflexión que no es mía, y la puede encontrar en el Youtube, bajo el nombre de: La guerra fria - África y Oriente Medio (minuto 1:58).
"En Europa las fronteras eran ya muy sólidas, y no existía posibilidad alguna, de expansión allí. Porque quien lo intentara, provocaría una nueva guerra mundial. ¿Dónde podría tener lugar entonces la cacería?, lo diré francamente; en los lugares a donde aún había presas, esa zona era el Tercer Mundo, y ni ellos (los estadonidenses) ni nosotros, queríamos dejar pasar una oportunidad" (Karen Brutents Ex miembro del Comité Central del Partido Comunista Soviético).
Lo mismo fue aplicable a Iberoamérica, sólo que allí la punta de lanza eran los cubanos que a pesar del crédito dado por el General Perón en 1973 (600 millones de dólares de la época) a esa nación insular, siguieron metiendo púa en nuestro país.
Un saludo.