jueves, 6 de febrero de 2014

Revolución Libertadora: Los últimos movimientos

Los últimos movimientos

Con la tranquilidad de que el día anterior Susana y Andrés Lonardi habían partido hacia Córdoba en compañía de Ricardo Quesada, el general y su esposa se levantaron temprano y después del aseo, prepararon las dos valijas que pensaba llevar de viaje.
General Eduardo Lonardi

 A media mañana desayunaron y cerca del medio día los Lonardi salieron a caminar por los alrededores, finalizando la recorrida en el confortable restaurante Ballardino de la calle Charcas donde se dispusieron a almorzar.
Mientras tanto, en el apartamento, Luis Ernesto bajaba el equipaje con mucha cautela y lo guardaba en el baúl del automóvil de su padre, estacionado en el garaje del edificio. De acuerdo a lo planeado, a las 15.00 se dirigió a la casa de su hermana Marta, en el barrio de Belgrano, desde donde aquella partió a bordo de su vehículo para recoger a sus padres en Libertad y Guido. Sin embargo, quiso el destino que a las pocas cuadras, pinchase un neumático y no pudiese seguir.
Marta corrió hasta su casa para dar aviso del inconveniente y luego abordó un taxi mientras su hermano se dirigía presurosamente hasta el lugar donde se había quedado el coche para cambiar la rueda.
Marta recogió a sus padres en el punto indicado y regresó pasadas las 16.00. No hubo tiempo para las despedidas; Luis Ernesto y sus progenitores abordaron el automóvil de su hermana y partieron hacia Plaza Once a gran velocidad, acompañados por Deheza. Durante el trayecto, Lonardi aprovechó para relatar sus últimos movimientos y brindar un panorama de cómo marchaban las cosas: acababa de tener una última reunión con el coronel Señorans en el consultorio odontológico del Dr. Cornejo Saravia y su subalterno había vuelto a solicitar unos días de plazo para iniciar las operaciones. Según su explicación, era imperioso coordinar los movimientos en el Litoral y los tiempos no daban. Cuando su hijo y su yerno le preguntaron cual había sido su respuesta, el general contestó que se había negado rotundamente porque las órdenes ya estaban impartidas. También les dijo que le había pedido que viajase con ellos a Córdoba y que Señorans le había solicitado autorización para hacerle saber personalmente al general Aramburu que la revolución estaba en marcha. Su idea era seguirlo a Curuzú Cuatiá porque se sentía obligado a su persona, todo ello siempre y cuando Lonardi lo aprobase. El jefe del alzamiento estuvo de acuerdo y finalizó diciendo:

-Coronel Señorans, si consigue eso, merecerá el bien de la Patria.

Según explicó Lonardi, aquella conversación lo había dejado en extremo satisfecho porque sabía que su interlocutor era un alto oficial capacitado, enérgico y decidido.
Llegaron a la terminal de ómnibus en Plaza Once a las 16.30 y enseguida procedieron a despachar el equipaje. Recién entonces, el general se dio cuenta de que tenía solo $14 por lo que su yerno se ofreció a facilitarle algo de dinero.

-Muchas gracias José Alberto, estos $14 me alcanzan para llegar. Si la revolución fracasa, no voy a necesitar plata, y si triunfa, no la precisaré para mi regreso.

A las 16.50, faltando solamente diez minutos para la partida, llegó el mayor Guevara, poniendo fin a la inquietud que generaba su ausencia. Traía consigo noticias buenas y malas, por lo que su superior le solicitó primero las malas.

  1. El Colegio Militar no se plegaba al alzamiento y era dudosa la participación del Regimiento de Infantería 1. Por esa razón, el general Uranga solicitaba permiso para dirigirse a la Base Naval de Río Santiago a apoyar con los elementos que pudiese reunir, a la Escuela Naval Militar.
  2. El teniente coronel Arribau se dirigía a Curuzú Cuatiá para iniciar las operaciones.
  3. El general Lagos redisponía a marchar a Cuyo con el mismo fin y salía esa misma noche.
  4. El general Bengoa insistía en que su fuga anularía el factor sorpresa y por esa razón, proponía quedarse en la Capital Federal para colaborar con el movimiento y brindar todo su apoyo desde allí.

Lonardi fue terminante a la hora de insistir en que el general Uranga debía avanzar sobre Rosario pero de no poder hacerlo, actuase con total libertad y procediese de acuerdo a su parecer.
Cuando los parlantes de la estación anunciaron la partida del ómnibus, los Lonardi procedieron a despedirse. El viejo general estrechó a su yerno en un abrazo y después de hacer lo propio con su subalterno le dijo:

-Cuento con usted, Guevara y lo espero en Córdoba.

Lo mismo hizo Luis Ernesto, al igual que su madre, e inmediatamente después, subieron al micro (en primer lugar la señora), no sin antes mantener un último intercambio de palabras.

-Guevara -dijo el general desde el estribo- vamos a necesitar un santo y seña.
-Ya lo tenía pensado, general. ¿Qué le parece “Dios es Justo”?
-Me parece al mas adecuado- y después de dar una leve palmada sobre el hombro del mayor, subió los tres peldaños y comenzó a caminar por el pasillo, hacia los asientos del fondo.

Lonardi y su esposa se ubicaron detrás porque el alto oficial no quería molestar al pasaje con el humo de su tabaco. Su hijo lo hizo en el asiento delantero y así, con el pasaje completo, el ómnibus cerró su puerta y partió con destino a la provincia mediterránea.

17.00 horas del 14 de septiembre. Buenos Aires con destino a Córdoba
Mientras el micro se desplazaba lentamente por las atestadas calles de Buenos Aires, el teniente coronel Sánchez Lahoz se dirigía a Corrientes para sublevar sus guarniciones y en Curuzú Cuatiá, el mayor Montiel Forzano, adoptaba las últimas decisiones junto a varios oficiales, asistido por el coronel Arias Duval y el teniente coronel Arribau. Debían esperar la llegada del general Armaburu y el coronel Señorans para ponerse al frente de sus fuerzas.
Con la misma finalidad, el general Lagos viajaba hacia Cuyo pese a que no se tenían noticias de lo que allí sucedía porque Eduardo Lonardi (h) aún no había regresado.
Una sola cosa preocupaba al jefe de la sublevación, la falta de apoyo del Colegio Militar en Buenos Aires y por consiguiente, la no participación del Regimiento de Infantería 1 que debía anular a las fuerzas de Rosario. Del resto de las unidades militares se tenían vagas referencias y todo indicaba que la situación era en extremo precaria. Aún así, estaba decidido a seguir adelante hasta vencer o morir.
Inmediatamente después de que el ómnibus abandonase la estación, el coronel Señorans se comunicó con el general Aramburu para citarlo en un punto determinado de la ciudad a efectos de “comunicarle algo”. Se encontraron a las 22.00, en el Petit Café de Av. Santa Fe y Callao, y se sentaron en una mesa lejos de las ventanas para conversar con mayor tranquilidad.
Una vez frente a frente, después de ordenar un par de cafés, Señorans miró fijo a su superior y le informó que la revolución estaba en marcha y que en esos momentos el general Lonardi viajaba hacia Córdoba para iniciar las acciones.

-Mi general, vengo en cumplimiento de una orden del general Lonardi para transmitirle que se ha fijado la fecha e la revolución para las 0 horas del 16 de septiembre.

-¡¡¿Pero como?!! – exclamó Aramburu sorprendido y disgustado a la vez.

Acto seguido, Señorans explicó los movimientos que se habían llevado a cabo hasta el momento, así como las decisiones y los resultados y luego detalló el plan de operaciones que su superior escuchó inmutable. Cuando le dijo que Lonardi contaba con él para dirigir las operaciones en el Litoral, respondió secamente.

-Allí estaré.

Feliz de contar con la participación de su jefe, Señorans le informó que al día siguiente un enlace les iba a proveer los pasajes para Puerto Constanza, Entre Ríos y luego se despidieron, tomando cada uno rumbos distintos.
En ese preciso instante, Lonardi y doña Mercedes viajaban por la Ruta 9 en dirección a Córdoba, el primero sumido en profundos pensamientos aunque entablando alguno que otro diálogo con su esposa, para no preocuparla con su silencio. En el asiento de adelante, su hijo Luis Ernesto intentaba dormir, aprovechando la obscuridad y el monótono ruido del motor.
Según ha relatado posteriormente la señora Mercedes Villada Achaval, su marido se veía tranquilo y optimista pese a la seriedad de su rostro y a sus largos silencios en los que caía.
Viajaban en medio del campo, más allá de Rosario, cuando repentinamente, el ómnibus aminoró la marcha y se detuvo al costado de la ruta.
El pasaje debió descender en la fría noche invernal y allí, bajo el cielo estrellado, los Lonardi comenzaron a preocuparse por la demora y por la posibilidad de que su equipaje fuera revisado y hallasen en su interior los uniformes de combate del general y su hijo.

-¿Pensás que vas a triunfar? – le preguntó su esposa.
-No te preocupés… tengo mucha fe en la victoria.

Una hora después llegó un segundo ómnibus delante de la banquina. Los pasajeros subieron al nuevo colectivo y al cabo de unos pocos minutos, reanudaron viaje, no sin antes intercambiar unas breves palabras. Lonardi le comentó a su hijo que le preocupaba que las valijas siguiesen hasta Córdoba en el vehículo descompuesto pero confiaron todo en la providencia.
El general y su esposa se ubicaron nuevamente en los asientos traseros en tanto Luis Ernesto lo hizo más adelante, junto a una bella y simpática jovencita que comenzó a darle charla.
La muchacha pertenecía a la UES y estaba encantada porque viajaba a la ciudad mediterránea para asistir a una gran fiesta que la entidad organizaba el 15 de septiembre para festejar la llegada de la primavera.

-Habrá un gran baile – dijo entusiasmada- y posiblemente venga el propio general Perón.
-Pero que bien – respondió Luis Ernesto mientras pensaba “¡No te imaginás el baile que van a tener!”.

El ómnibus llegó a Córdoba a eso de las 10.00 y media hora después, una vez retirado el equipaje que llegó algo más tarde, doña Mercedes se dirigió al domicilio de su hermano en tanto Lonardi y su hijo lo hicieron hacia el del Dr. Calixto de la Torre, cuñado de Villada Achaval, donde el coronel Ossorio Arana los estaba esperando.
Por entonces, finalizaba la gira de supervisión que el ministro de Ejército, general Franklin Lucero, realizaba por las unidades de la provincia y eso fue lo primero que se le informó a Lonardi. Sin embargo, nada parecía evidenciar que el gobierno había detectado algo y eso aumentó la confianza de los cabecillas del alzamiento.
Esa misma noche, tuvo lugar la reunión de oficiales que Ossorio Arana había organizado en la casa de De la Torre. En esa oportunidad, estuvieron presentes el brigadier Landaburu y Damián
Fernández Astrada, quienes tenían a su cargo los comandos civiles revolucionarios de la región.
Lonardi insistió en que esos civiles debían entrar en acción después de las 01.00 del 16 y Fernández Astrada informó que el general Videla Balaguer se hallaba oculto en su departamento de la Av. Olmos, en el centro de la ciudad, y que a pedido suyo, Lonardi debía acudir allí para mantener una entrevista con él. El general sanjuanino se hallaba imposibilitado de abandonar ese refugio porque las fuerzas de seguridad le seguían los pasos muy de cerca, por esa razón, Lonardi aceptó, partiendo inmediatamente hacia allí.

Mayor Juan Francisco Guevara
En la charla que ambos tuvieron se abordaron diversos temas, todos ellos en detalle, el principal, la orden que el recién llegado había impartido, en el sentido de que Videla Balaguer se hiciese cargo de los comandos civiles para apoderarse de los principales puntos de la ciudad y los pasos que debía seguir una vez iniciadas las acciones.
A las 22.00 el general estaba de regreso en lo de Calixto de la Torre para iniciar una nueva conferencia. En esta nueva oportunidad, se encontraban presentes el mayor Melitón Quijano y el capitán Ramón E. Molina de la escuela de Artillería; el teniente primero Julio Fernández Torres de la Escuela de Paracaidistas, el mayor Oscar Tanco de la Escuela de Suboficiales de Aeronáutica, los capitanes Mario Efraín Arruabarrena y Juan José Claisse del Liceo Militar y el capitán Eduardo Maguerit, único oficial de la Escuela de Infantería que se había plegado a la asonada. Cada uno de ellos presentó a Lonardi un informe de situación de las unidades militares a las que pertenecían e inmediatamente después, procedieron a ajustar el plan de acción que consistía en:

  1. Tomarían parte en la sublevación la Escuela de Artillería, la Escuela de Tropas Aerotransportadas, la Escuela de Aviación, la Escuela de Aspirantes a Suboficiales de Aeronáutica y el Liceo General Paz.
  2. Los paracaidistas se apoderarían de la Escuela de Tropas Aerotransportadas y una vez copada, apostarían piquetes en las rutas de acceso a la capital provincial para detener a todo aquel que intentase pasar.
  3. Se sublevarían las escuelas de Aviación Militar y Suboficiales de Aeronáutica.
  4. El capitán Molina debería copar la Escuela de Artillería y franquear el acceso al general Lonardi y sus acompañantes para detener inmediatamente después al director del establecimiento. Una vez logrado ese objetivo, se alistarían las tropas y se girarían las piezas e artillería hacia la Escuela de Infantería.
  5. La Escuela de Aspirantes se apoderaría del I.A.M.E.
  6. El capitán Maguerti y el subteniente Gómez Pueyrredón, de la Escuela de Infantería, procederían a abrir sus puertas a los paracaidistas y dejarían en la Escuela de Tropas Aerotransportadas a oficiales del Liceo Militar para que se encargasen de su custodia.

Los presentes se manifestaron su acuerdo y solo el capitán Molina hizo una observación, solicitando que el arresto del director de la Escuela de Artillería se hiciera junto con el general Lonardi, petitorio que el jefe de la revolución aceptó sin reparos.
Como en esa época del año buena parte de la oficialidad de Artillería se hallaba en maniobras en Pampa de Olaén, a 110 kilómetros de Córdoba, Lonardi aprobó postergar el alzamiento tan solo una hora, e insistió en eso de intentar convencer al coronel Brizuela, jefe de la Escuela de Infantería, para que se plegarse al alzamiento y evitar, de ese modo, un inútil derramamiento de sangre1. Inmediatamente después, arengó a los presentes y finalizó diciendo con voz firme:

-¡Señores, hay que proceder, para asegurar el éxito inicial, con la máxima brutalidad!

Lonardi estrechó en un abrazo a todos y cada uno de los presentes y ese fue un momento de gran significación que quedó grabado para siempre en el espíritu de todos.
La reunió finalizó a las 01.00 del 15 de septiembre, a solo 24 horas del estallido revolucionario que iba a cambiar el curso de la historia argentina.
Mientras en Córdoba tenían lugar esos acontecimientos, en el resto del país, las principales unidades rebeldes hacían aprestos para la lucha.
En Corrientes, el coronel Héctor Solanas Pacheco, ignorante de la actitud reticente del general Bengoa, esperaba su llegada en una estancia situada entre Mercedes y Curuzú Cuatiá. Para entonces, el mayor Pablo Molinari, jefe del Distrito Militar de Gualeguay había establecido los primeros contactos tendientes a brindar apoyo a Armaburu y Señorans durante su traslado por la provincia de Entre Ríos y otros oficiales aguardaban expectantes la orden de iniciar las acciones.
En Buenos Aires, mientras tanto, el capitán Palma había informado a los mandos navales, a través de sus enlaces, y varios marinos partían hacia el sur divididos en dos grupos, el primero, al mando del capitán Rial, se dirigía a la Base Comandante Espora para ponerse a su frente y el otro, encabezado por el capitán de navío Mario Robbio, lo hacia a Puerto Belgrano, dispuesto a sublevar a la Flota de Mar.
Rial estaría al frente de la Aviación Naval y por esa razón, al caer el sol, reunió en su casa de la localidad de Olivos al grupo de oficiales que constituirían su comando, para ajustar los últimos detalles del plan de operaciones. Por ese motivo, su esposa Susana Núñez Monasterio le había dicho a la mucama que ese día se tomase franco y mantenía las cortinas y persianas de la casa cerradas, para que nada se filtrase a través de ellas.
Los marinos trabajaban sobre un plano de rutas y carreteras del Automóvil Club Argentino cuando sonó repentinamente el timbre. Presas de gran nerviosismo, se miraron en silencio y se incorporaron alarmados, dispuestos a huir por los fondos de la vivienda, cuando la dueña de casa apareció para decirles que se trataba de un oficial rezagado que acababa de llegar2.
En Puerto Belgrano, mientras tanto, se hallaban anclados los acorazados “Moreno” y “Rivadavia”, los cruceros “Almirante Brown” y “25 de Mayo”, los destructores “Mendoza” y “Tucumán”, dos lanchones de desembarco BDI, tres lanchas torpederas, buques auxiliares sin artillería, remolcadores y chatas. El crucero “9 de Julio”, gemelo del “17 de Octubre”, se encontraba en reparaciones junto a tres destructores, por esa razón, su comandante, el capitán de navío Rafael Francos, se movía afanosamente para acelerar los trabajos a efectos de tener a la embarcación lista para entrar en operaciones. En cuanto a los acorazados, los mismos se hallaban inmovilizados en puerto pero se pensaba utilizar sus poderosas piezas de artillería en la defensa de la base.
En lo que respecta al personal de suboficiales, en su mayoría partidario del gobierno, se decidió despacharlo hacia Bahía Blanca con distintas comisiones, a efectos de mantenerlo lejos al momento de desatarse la lucha.
En la cercana Base Comandante Espora, en tanto, la totalidad del personal se hallaba lista para entrar en acción, de ahí el precipitado regreso del capitán de fragata Edgardo S. Andrew, por entonces sometido a la autoridad de los tribunales militares, para hacerse cargo de sus funciones.

Cap. Jorge E- Perren
La Aviación Naval fue organizada bajo el mando del capitán de corbeta Beaubeau de Secondignè, de la Escuela de Aviación, con el capitán Hugo Simón Radl a cargo de los transportes aéreos, el capitán de corbeta Justiniano Martínez Achaval, los patrulleros; el capitán Eduardo Estivariz las escuadrillas de observación; el teniente de navío Pedro Calvo Paz la defensa (contaría para ello con la Infantería de Marina) y el capitán meteorólogo Guillermo Mackinlay, los prisioneros, todos ellos bajo la dirección del capitán Jorge E. Perren, segundo comandante de la Base Naval Puerto Belgrano.
A las 09.00 tuvo lugar un encuentro en el camino que conducía a Comandante Espora entre los capitanes Perren y Andrews. Los oficiales navales se desplazaban a baja velocidad por la ruta a Bahía Blanca, en el automóvil del primero, mientras abordaban verbalmente todo lo relacionado con el armamento y las municiones de los aviones, la ocupación de la ciudad por los infantes de Marina, la asignación de tareas para cada oficial, la vigilancia del cercano Regimiento de Infantería 5, la toma de prisioneros, la voladura de caminos, puentes y vías férreas, el corte de cables de comunicaciones, la distribución de panfletos, las alertas, la radiación de mensajes y otros asuntos de envergadura.
Otro encuentro de las mismas características tuvo lugar entre Andrew y un grupo de oficiales a las 22.00 horas mientras en Buenos Aires los comandos civiles trabajaban activamente en la asignación de tareas y roles.
Florencio Arnaudo junto a Carlos Burundarena y Raúl Puigbó, trazaron los planes de la denominada Operación Rosa Negra destinada a ocupar y neutralizar las emisoras de radio en tanto otros grupos se dedicaban a acopiar y esconder armas y documentación, uno de ellos el matrimonio de Alberto V. Pechemiel y Angelita Menéndez (sobrina del viejo general rebelde), integrantes del comando civil de la parroquia del Espíritu Santo, que dirigía el capitán Alberto Fernández, quienes convirtieron su apartamento de Coronel Díaz y Av. Libertador, en un verdadero arsenal.
Mientras tanto, frente a Puerto Madryn, se hallaba fondeado el grueso de la Flota de Mar con el crucero “17 de Octubre” a la cabeza cuyo comandante, el capitán de navío Agustín P. Lariño, había anunciado que estaba dispuesto a plegarse. El resto de las unidades, casi todas pertenecientes al grupo de destructores que comandaba el capitán de navío Raimundo Palau, se mantenía a la espera junto a buques de menor calado. Por otra parte, en tierra, aviones Grumman de la Escuadrilla de Observación aguardaban estacionados junto a la pista de la Estación Aeronaval, a las órdenes del teniente de navío Juan María Vassallo.

El jueves 15 de septiembre transcurrió con absoluta normalidad en Río Santiago, pese a que la oficialidad estaba al tanto de que esa misma noche iba a estallar la revolución.
Antes del medio día, se presentaron en la base los capitanes de fragata Jorge Palma y Carlos Sánchez Sañudo que debían haber acompañado al general Bengoa a Paraná. Hicieron lo propio, además, el capitán de navío Carlos A. Bourel, director del Liceo Naval, el capitán de corbeta (RE) Andrés Troppea, el general Uranga y varios oficiales del Ejército, entre quienes se encontraban el teniente coronel Heriberto Kurt Benner de la Escuela Superior de Guerra.
Ese día, el almirante Isaac Francisco Rojas, director de la Escuela Naval de Río Santiago, citó a su despacho al comandante de la base, capitán de navío Luis M. García, para ponerlo al tanto de lo que estaba ocurriendo e informarle que a las 0 horas de ese mismo día, estallaba la revolución. Poco después, hizo lo propio con su plana mayor, integrada por el capitán de navío Abel R. Fernández, subdirector de la Escuela Naval y los capitanes de fragata Juan Carlos Bassi, jefe del cuerpo de cadetes y Miguel Rondina, jefe de estudios.

Almirante Isaac. Francisco Rojas
El plan de acción consistía en cortar las comunicaciones fluviales desde la rada La Plata para establecer el bloqueo a Buenos Aires, privando al gobierno del suministro de combustible.
El poder de fuego de la unidad se apoyaba casi exclusivamente en la Fuerza Naval de Instrucción que constituía la Escuadra de Ríos, al mando del capitán de navío Fernando Muro de Nadal. La conformaban los destructores ARA “Cervantes” (D-1) y ARA “La Rioja” (D-4), los patrulleros ARA “King” (P-21) y ARA “Murature” (P-20), las lanchas de desembarco BDI, rastreadores y remolcadores con todas sus dotaciones, así como con los efectivos destinados a la defensa de la base, los centros de estudio y los astilleros, a saberse, oficiales y suboficiales de la Escuela de Aplicación, cadetes mayores de la Escuela Naval y marineros armados con ametralladoras, pistolas y fusiles.
En la isla Martín García, el jefe de la Escuela de Marinería, capitán de fragata Juan Carlos González Llanos, aguardaba expectante, pues desde el mes de julio sabía del complot, cuando se lo comunicó el mismo capitán Rial. De acuerdo al plan de operaciones, debía trasladar a los efectivos y armas a su cargo hasta la Escuela Naval, en Río Santiago3 y una vez allí, ponerlos a disposición del almirante Rojas para incorporarlos a la lucha. En ese sentido, el jueves 15 de septiembre llegó a la isla su secretario ayudante quien le confirmó que el alzamiento comenzaba a las 0 horas de esa misma noche y que en vista de ello, debía embarcar a las tres compañías que conformaban la Escuela y la Compañía de Infantería Nº 2 allí apostadas.

El jueves 15 de septiembre, por la mañana, el general Lonardi concurrió al convento de los frailes capuchinos4, para escuchar la santa misa y comulgar. Ese día cumplía 59 años de edad y por su cabeza pasaban muchas cosas.
Finalizada la ceremonia, regresó a la casa de su cuñado y una vez allí, se encontró con el joven Eduardo Molina, esposo de su sobrina, Ana María Villada Achaval y comando civil revolucionario quien, al verlo ingresar, le comunicó que en caso de que la asonada fracasase, tenía listo un avión particular para evacuarlo de la ciudad.
El general escuchó con gesto grave y cuando Molina terminó de hablar, le agradeció su intención y le dijo que la aeronave no era necesaria porque la revolución iba a triunfar.
El resto del día lo pasó tranquilo, en compañía de su esposa y algunos familiares con quienes almorzó y departió unos momentos después del café.
La tarde fue el momento crucial. Había llegado la hora y se tenía que despedir. Lo hizo con la altura propia de un hombre de su categoría, acorde con el momento que se vivía. Después de abrazar a su esposa y cada uno de los presentes, el general se colocó su chaqueta y su gorra e inmediatamente después salió seguido por el coronel Ossorio Arana y su hijo.
Abordaron el automóvil Villada Achaval y partieron hacia la quinta que el Dr. Lisardo Novillo Saravia, tenía en Argüello, barrio suburbano en las afueras, al noroeste de Córdoba, con Luis Ernesto Lonardi al volante y su padre a su lado. Villada Achaval los seguía en otro vehículo llevando al Dr. Lisardo Novillo Saravia (h) y al ingeniero Calixto de la Torre, con quienes debía esperar la llegada del brigadier Landaburu y redactar la proclama revolucionaria junto con su cuñado.
Mientras pasaban las horas, en la Escuela de Artillería se hallaban listos los capitanes Ramón E. Molina y Daniel Alberto Correa junto al teniente Augusto Alemanzor, ayudante del jefe de la Agrupación Tropa. Por otra parte, en la vecina Escuela de Tropas Aerotransportadas aguardaban los tenientes Julio Fernández Torres, César Anadón, Eduardo Müller, Bernardo Chávez, Abel Romero, el subteniente Armando Cabrera Carranza y otros oficiales, listos para iniciar las acciones.
Cuando los relojes de todo el país marcaban las 21.00, el general Lonardi, el coronel Ossorio Arana y el brigadier Landaburu, abandonaron la quinta de Novillo Saravia vistiendo sus uniformes de combate, y se dirigieron a la casa de fin de semana que Calixto de la Torre tenía en el barrio La Carolina, algo más al noroeste, donde debían reunirse con otros oficiales rebeldes para seguir hacia La Calera, punto en el que lo esperaba otro grupo de militares y civiles para seguir desde allí a la Escuela de Artillería5.

Coronel Arturo Ossorio Arana

A esa misma hora, en Buenos Aires, los comandos civiles que dirigían Raul Puigbó y Florencio Arnaudo, recibieron una orden suicida: debían neutralizar las emisoras de radio estatales y luego regresar a la Capital Federal con todo su armamento, para custodiar las instalaciones del Hospital Naval.
A la quinta de Calixto de la Torre fueron llegando uno tras otro, los integrantes del alto mando revolucionario, en primer lugar los capitanes Daniel Alberto Correa y Néstor Ulloa, seguidos por el teniente primero Horacio Varela Ortiz, los tenientes Jorge Ibarzábal y Héctor Nin y los capitanes Juan José Buasso y Carlos Oruezabala, estos últimos con órdenes de recibir instrucciones para partir inmediatamente después a prestar apoyo al mayor Quijano.
El capitán Buasso era portador de noticias inquietantes ya que, durante el trayecto, había visto en el camino, movimientos de elementos extraños, que posiblemente fueran servicios de inteligencia leales al gobierno. Tal como lo relata Lusi Ernesto Lonardi en Dios es Justo, al ver que aquello generaba cierta inquietud entre los presentes, su padre dijo con firme tono de voz:

-Señores, en toda operación de guerra los acontecimientos no se desarrollan como uno los desea. Quiero manifestarles que debemos multiplicarnos de manera de ponernos en relación de uno a diez y proceder con brutalidad. Capitán Buasso, marche a cumplir su misión.

-¡A la orden, mi general! – fue la respuesta.

Pasada la medianoche (00.30), se presentaron en la quinta de De la Torre, Arturo Ossorio Arana (h) junto a dos de sus amigos, Marcelo Gabastou e Iván Villamil quienes venían a sumar su concurso a los comandos.
Fue entonces que el general Lonardi decidió ponerse en marcha, pero antes de hacerlo, reunió en torno suyo al grupo de oficiales y civiles presentes y les volvió a reiterar su premisa anterior:

-Señores, vamos a llevar a cabo una empresa de gran responsabilidad. La única consigna que les doy es que procedan con la máxima brutalidad posible.

La noche del 15 de septiembre, en la Escuela de Artillería, situada a escasos kilómetros de la ciudad de Córdoba, el capitán Ramón Eduardo Molina, siguiendo el plan elaborado por el alto mando revolucionario, se hizo cargo de la guardia después de notificar que esa noche se desempeñaría como oficial de servicios. Una vez en funciones, hizo saber, a través del teniente Carlos Alfredo Carpani, que los puestos de guardia estaban en poder de los rebeldes y esa fue la señal que el grupo encabezado por el general Lonardi esperaba para en marcha.
Junto a esa unidad militar se encontraban las instalaciones de la Escuela de Tropas
Aerotransportadas y frente a ambas, ruta de por medio, su par de Infantería, poderosa unidad de combate a cargo del coronel Guillermo Brizuela, con más de 2000 efectivos a sus órdenes. A esta última se le había fusionado el Regimiento 13 de Infantería cuando se dispuso su traslado a Córdoba y en ambos, escuela y regimiento, la doctrina justicialista había prendido con fuerza, por lo que los mandos rebeldes intuían que la misma no iba a resultar presa fácil.
Muy cerca, en la Escuela de Aviación Militar, los capitanes Jorge Guillamondegui e Hilario Maldonado, los cabecillas del grupo rebelde, aguardaban el comienzo de la lucha, preocupados por una reunión de oficiales que tenía lugar en esos momentos. Sin embargo, a esa altura, pasase lo que pasase, nada podría impedir la puesta en marcha de las operaciones.

Siguiendo las instrucciones impartidas, a las 23.30 del 15 de septiembre las escuelas de Artillería, Tropas Aerotransportadas y Aviación Militar, iniciaron aprestos bélicos. En el mas absoluto silencio, provistos de su equipo de guerra y vistiendo uniforme de combate, sus efectivos procedieron a tomar posiciones, girando las piezas de artillería y el armamento pesado hacia la Escuela de Infantería y emplazando varios nidos de ametralladoras en los puntos preestablecidos, después de reducir a todas aquellas secciones que habían ofrecido algún tipo de resistencia. Media hora después, partió del Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires, un avión DC-3 que llevaba a bordo a cinco oficiales rebeldes de la Aeronáutica, con la misión de colaborar en el control de la Base Espora.
Lonardi y sus acompañantes llegaron a la Escuela de Artillería sin contratiempos, ingresando por la parte posterior a bordo de varios automóviles. Lo recibieron el sargento ayudante Claudio García y el capitán Ramón Eduardo Molina, con quienes se encaminó hacia el casino de oficiales después de estacionar los vehículos en cercanías del acceso.
Lonardi fue puesto al tanto de los últimos acontecimientos, los principales, el arresto de todos los suboficiales y el alistamiento del cuerpo de aspirantes, un centenar de soldados que debían suplir a los efectivos detenidos. Inmediatamente después, ingresó al casino de oficiales seguido por el capitán Molina, el coronel Ossorio Arana, los oficiales Ezequiel Pereyra y David Uriburu, Marcelo Gabastou, Iván Villamil, Luis Ernesto Lonardi y Arturo Ossorio Arana (h) y con ellos subió, pistola en mano, hasta las habitaciones del coronel Juan Bautista Turconi, director de la Escuela, ubicadas en el primer piso.
Una vez allí, el capitán Molina abrió la puerta en ingresó en la habitación.

-Mi coronel, le traigo un mensaje urgente – dijo e inmediatamente después, dio paso al general Lonardi.
-¡Entréguese, coronel! – fue la orden que le dio el jefe de la asonada mientras le apuntaba con su pistola 45.

Lejos de amedrentarse, Turconi se abalanzó sobre el recién llegado y comenzó a forcejear con el objeto de desarmarlo. Lonardi disparó y la bala le rozó la oreja derecha obligándolo a deponer su actitud. El comandante de la unidad fue reducido y conducido a la enfermería para ser atendido en tanto el general rebelde se hacía del control de la Escuela. A esa altura era evidente que estaba decidido a actuar de acuerdo a la consigna que él mismo había impartido antes de partir: “proceder con la máxima brutalidad” y en base a ello, ordenó al capitán Molina alistar la unidad de combate:

-Presénteme la Escuela en la plaza de armas, lista para entrar en acción.
-¡A la orden, mi general!

Minutos después, más de 3000 efectivos aguardaban formados en el exterior. Quien primero les habló fue el capitán Molina, para explicar con firme tono de voz que a causa de la corrupción y prepotencia de un gobierno que hacía tiempo, venía avasallando a vastos sectores de la sociedad, la Escuela se había sublevado. A continuación habló Lonardi, pronunciando una encendida arenga en la que puso al tanto a la tropa que estaban a punto de entrar en combate y que para ello se necesitaba toda la firmeza y decisión posibles. Finalizada la misma, dio la orden de ocupar posiciones y después de impartir una serie de directivas a sus asistentes más cercanos, se dirigió a su puesto de combate.
La Escuela disponía de 60 cañones de grueso calibre que, a falta de tropa, constituían su principal sistema de defensa y contaba con soldados de una compañía de Infantería, cantidad suficiente para establecer un perímetro relativamente importante aunque no suficiente.
Doce obuses, al mando del mayor Melitón Quijano fueron emplazados fuera de los límites del establecimiento, apuntando hacia el lateral derecho de la Escuela de Infantería que contarían con el apoyo de los capitanes José Antonio Buasso, Eduardo Fossatti y Carlos Oruezabala, quienes actuando conjuntamente con otros oficiales, intentarían cubrirlos desde ambos laterales.
Poco después de tomada la Escuela, se produjo la primera muerte de aquella segunda fase de la revolución.
Desde hacía varias horas, el general Alberto Morello intentaba ponerse en contacto con el coronel Brizuela para advertirle que algo fuera de lo normal estaba ocurriendo en las unidades militares de la provincia y al no ubicarlo, despachó hacia el lugar al teniente coronel Ernesto Félix Frías a los efectos de que lo impusiera personalmente de la situación. Frías abordó un jeep y acompañado por un conductor enfiló hacia la Escuela de Infantería pero, en plena ruta, se topó con una patrulla de paracaidistas que le dio la voz de “alto”. Lejos de acatarla, ignoró la orden y siguió desplazándose en dirección al piquete.

-¡Por favor, no se mueva, mi teniente coronel!.– gritó el oficial a cargo al ver que Frías seguía avanzando - ¡¡Alto!!

El desenlace fue tremendo. En vista de que el oficial leal continuaba acercándose decidido hacia la posición, los paracaidistas abrieron fuego y lo abatieron, en el momento en que aquel desenfundaba su arma. Quedó tendido sobre el asfalto, sin vida, en medio de un charco de sangre.
En ese preciso momento la Escuela de Infantería encendió sus luces para que la tropa se vistiese y armase, evidenciando que el factor sorpresa con que contaban las fuerzas revolucionarias se había perdido.
En un último intento por evitar un inútil derramamiento de sangre, Lonardi telefoneó a la Escuela de Infantería para hablar con su jefe, pero Brizuela colgó sin entablar diálogo. Y cuando después de un segundo llamado se negó a cruzar palabra, quedó en evidencia que el combate era inevitable.
Todo estaba listo en la Escuela de Artillería, con todas sus piezas apuntando a su par de Infantería y sus hombres dispuestos a entrar en acción.
En la Escuela de Tropas Aerotransportadas, en tanto, el capitán Arruabarrena aguardaba con todo su personal desplegado. Para entonces, Lonardi había intentado, una vez más, entablar diálogo con el coronel Brizuela y ante una nueva negativa, no tuvo más remedio que dar comienzo a las hostilidades. Con pena y dolor, aunque con absoluta decisión, se encaminó hacia su puesto de mando, en lo alto del tanque de agua de la unidad militar, acompañado por su viejo y leal amigo, el coronel Ossorio Arana y a las 01.00 horas del 16 de septiembre, ordenó el ataque.


En la medianoche del 15 de septiembre, el capitán de fragata Carlos Sánchez Sañudo se presentó en el domicilio particular del almirante Rojas, en la Base Aeronaval de Punta Indio, para anunciarle que la hora establecida por el comando revolucionario había llegado.

-Señor almirante: son las doce.

Rojas, que en esos momentos leía un libro sentado en uno de los sillones del living, se incorporó y desde su teléfono convocó a reunión en su despacho, a todos los miembros de su estado mayor integrado por su comandante, el capitán Jorge Palma, el propio Sánchez Sañudo como jefe de Comunicaciones, el capitán de fragata Silvio René Casinelli a cargo de Operaciones, su ayudante, el capitán de corbeta Andrés Troppea y el jefe de la Escuadra de Ríos, capitán de navío Fernando Muro de Nadal.
Durante el cónclave, Muro de Nadal puso en duda el éxito de la operación debido a la falta de oficiales del Ejército comprometidos y en esas estaba, explicando su punto de vista, cuando entró en el recinto un teniente para anunciar que el general Juan José Uranga acababa de llegar, acompañado por dos de sus sobrinos, oficiales también, que lo traían en auto desde Rosario. Era la señal que Rojas esperada, razón por la cual, sin perder tiempo, ordenó el alistamiento de los destructores “La Rioja” y “Cervantes”, para que en las primeras horas del día ganaran aguas abiertas y establecieran el bloqueo del Río de la Plata. Al mismo tiempo, se impartieron directivas destinadas al capitán de corbeta Mariano Queirel para que zarpara hacia la isla Martín García a bordo de una lancha torpedera, a efectos de que la Escuela de Marinería despachase desde allí a todos sus efectivos con el objeto de reforzar Río Santiago. Inmediatamente después, se ordenó el alistamiento de la base.
El mismo comenzó a las 03.00 de la mañana del 16 cuando los oficiales navales, haciendo sonar sus silbatos, encendieron las luces de las habitaciones y ordenaron a los cadetes de 1º y 2º año que en esos momentos dormían, saltar de sus indicativa de vestirse y preparar sus bolsos para embarcar. Les llamó poderosamente la atención que muchos de los que impartían las órdenes eran cadetes de 4º año vestidos con ropa de combate y que la base se hallase totalmente iluminada.
Cuando los marineros salieron a los pasillos, notaron que había oficiales del Ejército que también vestían uniformes de combate y entonces comprendieron que algo grave estaba ocurriendo.
La tropa fue conducida al patio de estudios y, una vez allí, se la hizo formar en cuadro. Recién entonces, los cadetes se dieron cuenta que la máxima autoridad de la base, el almirante Isaac Francisco Rojas, se encontraba en el lugar junto a otros oficiales, uno de los cuales, el capitán de fragata Bassi (jefe del Cuerpo), dio un paso adelante para hacer uso de la palabra.
Por boca de su superior, los cadetes, escucharon atónitos que la Armada se había rebelado contra el gobierno y que se aprestaba a entrar en combate para derrocarlo. Acto seguido, el jefe de los cadetes de 4º año anunció en voz alta que aquel que no estuviese de acuerdo con lo que iba a suceder debía dar un paso al frente y luego esperó. La consigna era no involucrar a aquellos que no estuvieran de acuerdo con la revolución aclarándose muy especialmente que no se iba a tomar ningún tipo de represalia. Como refiere Isidoro Ruiz Moreno, para su satisfacción y la de sus superiores, ninguno se movió.
En ese mismo momento los cadetes de preparatoria, entre quienes se hallaban los hijos de Rojas y Rial, fueron despertados por su jefe, el teniente Jorge Isaac Anaya6, encargado de imponerlos de la novedad, antes e ordenar su alistamiento para cumplir tareas auxiliares y de guardia.
Infantes de Marina por un lado y cadetes por el otro, fueron ocupando posiciones de combate y varios más formaron en fila para abordar las unidades navales a las que habían sido asignados.

En los destructores “Cervantes” y “La Rioja”, sus comandantes, los capitanes de fragata Pedro J. Gnavi y Rafael A. Palomeque, supervisaban el alistamiento mientras impartían directivas constantemente. Debían zarpar una vez que los preparativos hubiesen finalizado, después de recibir el plan de operaciones de manos del capitán Sánchez Sañudo.
Los cadetes se alinearon junto al “Hall de las Batallas”, amplio salón adornado por magníficos cuadros que representaban las principales batallas navales de nuestras guerras decimonónicas y desde allí marcharon encolumnados para embarcar, saludados por el director de la Escuela Naval y los miembros de su estado mayor.    
Una vez en los muelles del canal que separaba a la Escuela de los Astilleros, los marineros comenzaron a abordar, los de mayor edad y mejor adiestrados ocupando sus puestos junto a las piezas de artillería y comunicaciones y los menores, los de vigilancia, sobre el puente de mando.

En la cercana ciudad de La Plata, el teniente de navío Juan Manuel Jiménez Baliani, dormía junto a su esposa cuando un timbre prolongado e insistente lo despertó en medio de la noche. Sumamente preocupado, se quedó quieto en la cama pues en aquellos días, las historias de detenciones a altas horas de la madrugada eran moneda corriente. Permaneció sin moverse cerca de medio minuto esperando en lo más profundo de su ser, que se hubiera tratado de un sueño, cuando un segundo toque lo sobresaltó. Aún en la obscuridad, pudo ver que su despertador marcaba las 04.00 de la mañana y eso lo inquietó aún más.
Su esposa estaba despierta cuando se levantó. Le dijo que se quedara tranquila y que iba a ver de que se trataba, y mientras se colocaba las pantuflas, se dirigió a la puerta de entrada, sin prender ninguna luz.
Manteniendo la puerta cerrada preguntó quien era y del otro lado, una voz débil le respondió:

-Teniente Pérez, de la Escuela de Aplicación de Oficiales, señor.

Recién entonces Jiménez Baliani abrió y se asomó fuera. Pudo ver que, efectivamente, se trataba de un oficial de la Armada luciendo su uniforme, pero no lo conocía.

-Muéstreme su identificación – le dijo al recién llegado.

El oficial obedeció extendiéndole su credencial y después de echarle una detenida mirada al documento, Jiménez Baliani preguntó, en un tono que evidenciaba molestia y falta de cortesía.

-¿Qué pasa? ¿Qué quiere?

-Me han dado la orden que le informe que se debe presentar de inmediato a su destino. La situación hace que esto sea urgente. Se ha dispuesto el alistamiento de todas las unidades.

-Muy bien. Gracias –respondió- Me presentaré de inmediato.
-Lo espero, señor. Tengo en la puerta un jeep estacionado, para llevarlo a la base.

Como Jiménez desconocía al oficial que tenía enfrente, desconfió  y le respondió que no era necesario que lo esperase porque iba a ir en su propio automóvil.

-¡Es que se va a hacer tarde! – insistió el joven teniente.
-¡Retírese! –le ordenó el oficial- me presentaré a mi destino de inmediato. Vaya a cumplir con otros deberes que tenga.
-Bien, señor. Buenas noches – fe la respuesta, y acto seguido, el subalterno abordó su jeep y se retiró.

Jiménez Baliani cerró la puerta y al ver a su esposa parada en el pasillo, le dijo que se cambiase de ropa porque debía llevarlo inmediatamente a Río Santiago. Se vistieron apresuradamente y en medio de la noche, salieron al exterior y subieron al automóvil que se hallaba estacionado en la puerta, la mujer al volante y el oficial a su lado.
Tomaron por las desiertas calles suburbanas y enfilando hacia Ensenada, se internaron en el descampado, atravesando previamente un barrio de emergencia a mitad de camino, donde la mujer aceleró la marcha cuando creyeron ver movimientos.
Llegaron así a las puertas del Astillero, donde encontraron los portones de hierro cerrados y a la guardia apostada indicándoles detener la marcha mientras los encandilaba iluminándolos con unos focos extremadamente poderosos. Sin moverse del rodado vieron a un oficial de la Infantería de Marina que se les acercaba iluminándolos con una linterna. Al llegar junto a la ventanilla, el marino reconoció al teniente Jiménez, lo saludó haciéndole la venia:

-Buenos días. ¿Hacia donde se dirige?
-Al torpedero “La Rioja”, donde estoy destinado.
-Bien –fue la respuesta- descienda del auto y diríjase al muelle a pie. Conviene que se apure.

Amanecía cuando Jiménez Baliani se despidió de su esposa y descendió del auto. La joven mujer permaneció en el interior del vehículo, con las manos al volante y el motor encendido, mirando como su marido cruzaba el portón y se alejaba. Recién entonces se atrevió a hablar para preguntarle al oficial de guardia si se podía quedar allí estacionada hasta que aclarara ya que tenía temor de regresar sola.

-Señor, ¿podría quedarme a un costado, cerca de la reja, hasta que amanezca y haya luz suficiente como para regresar sin problemas?
-Señora –le respondió cortésmente el marino - ¿Usted sabe manejar bien?
-Si – respondió ella.
-Entonces no espere ni un minuto. Dentro de media hora aquí se arma la maroma”. Váyase cuanto antes y que tenga suerte.
-Gracias – respondió la señora. Y poniendo primera, se alejó del lugar, presa de viva preocupación.

La esposa de Jiménez regresaba a su domicilio mientras su marido apuraba el paso por los caminos internos del astillero en dirección a los muelles. Fue una imprudencia de su parte haberse hecho llevar hasta la base porque los lugares por los que debió pasar de ida y vuelta eran inseguros y porque era inminente un enfrentamiento a gran escala.

Una vez en el muelle, vio al personal formando dos hileras, listo para abordar y al capitán de corbeta Carlos F. Peralta, su segundo comandante, supervisando la alineación junto a dos oficiales.

De una lista, previamente preparada, iban nombrando los apellidos de quienes constituirían la tripulación que saldría a navegar. Cuando alguien era nombrado, respondía ¡Presente! y se encaminaba a bordo.
Me presenté al Segundo Comandante quien en breves palabras me impuso de mis obligaciones: preparar el armamento para el combate. Tenía dos ayudantes: el permanente que era el en ese entonces teniente Juan R. Ayala Torales y uno temporario, el teniente Federico Ríos, cursante de la Escuela de Aplicación de Oficiales, que había sido designado para esta oportunidad.

Jiménez Baliani fue puesto al tanto de lo que estaba ocurriendo y de esa manera supo que una vez embarcado el personal, los buques se harían a la mar en misión de guerra.

Mientras tanto, la base organizaba presurosamente su dispositivo defensivo a las órdenes del capitán de navío Carlos Bourel, que para ello contaba con efectivos de Infantería de Marina y oficiales del Ejército. Se ubicaron puestos de francotiradores en diferentes puntos de las instalaciones y se alistaron las piezas de artillería de los patrulleros “King” y “Murature”, el primero de ellos en reparaciones. Una vez iniciada la revolución, el alto mando rebelde esperaba la reacción del Regimiento 7 de Infantería y el Comando de la II División con asiento en La Plata a las órdenes del general Heraclio Ferrazzano, por lo que sus movimientos, a esa hora de la madrugada, eran febriles.

Notas

  1. Ese día, el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas de las Fuerzas Armadas había organizado una demostración de tiro a la que fueron especialmente invitados los agregados militares y corresponsales de guerra de diferentes países. Debía concurrir la totalidad de los oficiales de la Escuela de Artillería, casi todos comprometidos con el alzamiento.
  2. Tal como relata Isidoro Ruiz Moreno, en aquellos días, el domicilio y los movimientos del capitán Rial eran monitoreados por personal de seguridad que se desplazaba a bordo de un automóvil con patente Nº 340 de la provincia de Buenos Aires.
  3. El desplazamiento de la tropa debía realizarse en las BDI Nº 6 y Nº 11
  4. Se hallaba ubicado en la intersección de Buenos Aires con Obispo Oro.
  5. En la mencionada residencia se disponían a pasar el fin de semana el dueño de casa, su esposa Irene Gravier y sus siete hijos. Luis Ernesto Lonardi recuerda en Dios es Justo a uno de ellos, Irene de la Torre, encantadora jovencita de 15 años de edad, que les preparó y sirvió alimentos y bebidas con gran presencia de ánimo, entusiasmada por prestar su colaboración.
  6. En 1982 sería el exponente más duro de de la Junta Militar que desencadenó la guerra del Atlántico Sur.
1955 Guerra Civil. La Revolucion Libertadora y la caída de Perón

miércoles, 5 de febrero de 2014

Terrorismo: Francotiradores contra una subestación


Asalto a la central eléctrica de California causa alarma en el potencial para el terrorismo
El ataque de un francotirador en Abril dejó fuera de servicio a una subestación, aumenta preocupación por red eléctrica estadounidense
Por Rebecca Smith - Wall Street Journal



SAN JOSE, California - El ataque comenzó poco antes de la 1 AM del 16 de abril del año pasado, cuando alguien se metió en una bóveda subterránea no muy lejos de una concurrida autopista y cortó los cables telefónicos.

Al cabo de media hora, francotiradores abrieron fuego contra una subestación eléctrica cercana. Disparando por 19 minutos, le acertaron quirúrgicamente a 17 transformadores gigantes que canalizaban la electricidad a Silicon Valley. Un minuto antes de que llegara un coche de policía, los tiradores desaparecieron en la noche.

Para evitar un apagón, los funcionarios de electricidad de la red de alimentación desvió alrededor del lugar y pidieron las centrales en Silicon Valley producir más electricidad. Pero tuvieron que pasar los trabajadores de servicios públicos 27 días para hacer las reparaciones y llevar la subestación a la vida de nuevo.

Nadie ha sido arrestado o acusado en el ataque a la subestación de transmisión Metcalf de la PG&E Corp. Es un incidente del que pocos estadounidenses son conscientes. Pero un ex regulador federal lo llama un acto terrorista que, si fuera ampliamente replicado en todo el país, podría acabar con la red eléctrica EE.UU. y generaría un apagón a gran parte del país.

El ataque fue "el incidente más significativo de terrorismo nacional que implica la red eléctrica que jamás se ha producido" en los EE.UU., dijo Jon Wellinghoff, quien fue presidente de la Comisión Reguladora de Energía Federal en el momento.

The Wall Street Journal reunió una cronología del ataque Metcalf de los archivos de PG & E hizo a los reguladores estatales y federales, a partir de otros documentos, incluyendo un video difundido por el Departamento del Sheriff del Condado de Santa Clara, y de las entrevistas, en particular con el Sr. Wellinghoff.

Con 64 años de edad, de Nevada, que fue nombrado para la FERC en 2006 por el presidente George W. Bush y dejó el cargo en noviembre, dijo que le dio a puerta cerrada, sesiones informativas de alto nivel a las agencias federales, el Congreso y la Casa Blanca el año pasado. Como han pasado meses sin arrestos, dijo, se ha vuelto cada vez más preocupados de que un ataque aún mayor podría estar en las obras. Él dijo que iba pública sobre el incidente por temor a que la seguridad nacional está en riesgo y puntos críticos de la red eléctrica - no están adecuadamente protegidos.

La Oficina Federal de Investigaciones no cree que una organización terrorista causó el ataque Metcalf, dijo un portavoz del FBI en San Francisco. Los investigadores están " siguen tamizar a través de las pruebas", dijo.

Algunas personas en la industria de servicios públicos comparten las preocupaciones del Sr. Wellinghoff, entre ellos un ex funcionario de PG & E, el dueño de Metcalf, quien dijo en una reunión de la industria en noviembre que temía que el incidente podría haber sido un ensayo general para un evento más grande.

" Este no fue un incidente en el que Billy -Bob y Joe deciden, después de unos brewskis, para entrar y disparar hasta una subestación ", Mark Johnson, vicepresidente emérito de la transmisión de PG & E, dijo en la conferencia de seguridad de servicios públicos, de acuerdo con un video de su presentación. "Este fue un evento que fue bien pensado, bien planificado y apuntaron ciertos componentes. " Cuando llegó, el señor Johnson declinó hacer más comentarios.

Un vocero de PG & E dijo que la compañía se toma en serio todos los incidentes, pero se negó a discutir el caso de Metcalf en detalle por temor a dar información a los imitadores potenciales. "No vamos a especular sobre los motivos " de los atacantes, agregó el portavoz, Brian Swanson. Dijo que PG & E ha aumentado las medidas de seguridad.



Ejecutivos de servicios públicos y los funcionarios federales de la energía se han preocupado desde hace tiempo que la red eléctrica es vulnerable al sabotaje. Eso es en parte porque la rejilla, que es en realidad, tres sistemas que sirven diferentes áreas de los EE.UU., ha fallado cuando los pequeños problemas, como los árboles que golpean las líneas de transmisión creados en cascada apagones. Uno en 2003 dejó sin electricidad a 50 millones de personas en los EE.UU. Este y Canadá por día.

Muchos de los componentes más importantes del sistema se sientan a la intemperie, a menudo en lugares remotos, protegidas por poco más que las cámaras y vallas de tela metálica.

Subestaciones de transmisión son enlaces críticos en la red. Ellos hacen posible que la electricidad para moverse a grandes distancias, y sirven como centros de intersección de las líneas eléctricas.

Dentro de una subestación, transformadores elevan el voltaje de la electricidad por lo que puede viajar cientos de kilómetros de líneas de alta tensión, o reducir tensiones cuando la electricidad se acerca a su destino. Las funciones de la subestación Metcalf como una rampa de salida de las líneas eléctricas de la electricidad de dirigirse a los hogares y negocios en Silicon Valley.

Alrededor de 2.000 transformadores muy grandes del país son caros de construir, a menudo costando millones de dólares cada uno, y difícil de reemplazar. Cada uno es hecho y pesa hasta 500.000 libras, y la costumbre " sólo puedo construir 10 unidades al mes", dijo Dennis Blake, gerente general de Transformer Pennsylvania en Pittsburgh, uno de los siete fabricantes estadounidenses. La industria de servicios públicos mantiene algunas piezas de repuesto a la mano.

Un informe del Departamento de Energía de 2009, dijo que " el daño físico de ciertos componentes del sistema (por ejemplo, transformadores de alta tensión adicional) a gran escala... podría dar lugar a interrupciones prolongadas, como los ciclos de adquisición de estos componentes van de meses a años. "

Sr. Wellinghoff dijo un análisis de la FERC encontró que si fue eliminado un número sorprendentemente pequeño de las subestaciones de Estados Unidos a la vez, que podría desestabilizar el sistema lo suficiente como para causar un apagón que podría abarcar la mayor parte de los EE.UU.

No todo el mundo es tan pesimista. Gerry Cauley, director ejecutivo de la América del Norte Confiabilidad Eléctrica Corp., un grupo de establecimiento de normas que reporta a la FERC, dijo que cree que la red es más resistente de lo que teme el Sr. Wellinghoff.

"No quiero restar importancia a la situación que describe," dijo el Sr. Cauley. "Estoy de acuerdo en que es posible a partir de una evaluación técnica." Sin embargo, dijo que aunque varias subestaciones bajaron, la gran mayoría de la gente tendría el poder de nuevo en unas pocas horas.

La industria de servicios públicos se ha centrado en los ataques de Internet, preocuparse de que los hackers podrían acabar con la red mediante la desactivación de la comunicación y las piezas importantes del equipo. Las empresas se han reportado 13 incidentes cibernéticos en los últimos tres años, según un análisis de The Wall Street Journal de los informes de emergencia presentan utilidades con el gobierno federal. No ha habido informes de interrupciones importantes vinculados a estos eventos, aunque las empresas en general, se han negado a dar detalles.

"Mucha gente en la industria eléctrica se ha distraído por las amenazas de ciberseguridad ", dijo Stephen Berberich, director ejecutivo de la California Independent System Operator, que se ejecuta la mayor parte del sistema de transmisión de alta tensión para los servicios públicos. Él dijo que los ataques físicos suponen un " grande, si no mayor " amenaza.

Hubo 274 casos significativos de vandalismo o daños deliberados en los tres años, y más de 700 problemas relacionados con el clima, según el análisis de la Revista.

Hasta el incidente Metcalf, los ataques a los equipos de utilidad EE.UU. fueron en su mayoría vinculadas a los ladrones de metal, empleados descontentos o cazadores aburridos, que a veces tomaron disparando a pequeños transformadores en postes de servicios públicos para ver qué pasa. (Respuesta: una pequeña explosión seguida de un corte de luz.)

El año pasado, un hombre de Arkansas fue acusado de múltiples ataques a la red de energía eléctrica, incluyendo el incendio de una estación de conmutación. Él se ha declarado inocente y está sometido a una evaluación psiquiátrica, según los registros de la corte federal.

En el extranjero, las organizaciones terroristas se vincularon a 2.500 ataques contra las líneas de transmisión o torres y al menos 500 en subestaciones 1996-2006, según un informe de enero del Instituto de Investigación de Energía Eléctrica, un grupo de investigación financiado por la industria, que citó datos del Departamento de Estado.


Un ataque a una subestación de PG & E, cerca de San José, California, en abril noqueó a 17 transformadores como éste. Talia Herman para The Wall Street Journal

Para algunos, el incidente Metcalf ha levantado la discusión de graves ataques de la red de los Estados Unidos más allá de lo teórico. "La amplitud y la profundidad del ataque no tiene precedentes " en los EE.UU., dijo Rich Lordan, ejecutivo técnico superior para el Instituto de Investigación de Energía Eléctrica. La motivación, dijo, " parece ser la preparación de un acto de guerra. "

El ataque duró poco menos de una hora, según la cronología reunida por el Diario.

A las 12:58 de la mañana, los cables de telecomunicaciones de fibra óptica de AT & T se cortaron - de una manera que les hizo difícil de reparar en una bóveda subterránea cerca de la subestación, no muy lejos de EE.UU. Highway 101 en las afueras al sur de San José. Habría hecho falta más de una persona para levantar la cubierta bóveda de metal, dijo que las personas que visitaron el sitio.

Nueve minutos más tarde, algunos clientes de Level 3 Communications, LVLT 9,68 % de un proveedor de servicios de Internet, la pérdida de servicio. También se cortaron los cables en su bóveda cerca de la subestación de Metcalf.

A las 1:31 am, una cámara de vigilancia señaló lo largo de una cerca de alambre alrededor de la subestación grabado un rayo de luz que investigadores de la oficina del Sheriff del Condado de pensamiento de Santa Clara era una señal de una linterna agitada. Fue seguido por el fogonazo de los fusiles y las chispas de las balas golpeando la valla.

Las cámaras de la subestación no tenían como objetivo fuera de su perímetro, donde los atacantes eran. Ellos tiradores parecen haber orientado a los sistemas de enfriamiento llenos de aceite de los transformadores. Éstos comenzaron a sangrar petróleo, pero no explotaron, como los transformadores, probablemente lo habrían hecho si es golpeada en otras áreas.

Aproximadamente seis minutos después empezó el tiroteo, PG & E confirma, se puso una alarma de sensores de movimiento en la subestación, posiblemente, de las balas que pastan la valla, que se muestra en el vídeo.

Cuatro minutos después, a las 1:41 am, el departamento del sheriff recibió una llamada al 911 sobre el fuego, enviado por un ingeniero en una central eléctrica cercana que todavía tenía servicio telefónico.

Plagada de agujeros de bala, los transformadores se filtraron 52.000 galones de petróleo, entonces sobrecalentado. El primer banco de ellos se estrelló a las 01:45 am, momento en el centro de control de PG & E, a unos 90 kilómetros al norte recibió una alarma en el equipo de fallos.

Cinco minutos más tarde, otra señal de linterna aparente, atrapado en la película, marcó el final del ataque. Más de 100 casquillos de bala de la clase expulsado por los AK-47 fueron encontrados más tarde en el sitio.

A las 1:51 am, llegaron los agentes del orden, pero encontraron todo tranquilo. Incapaz de conseguir más allá de la valla cerrada con llave y no ver nada sospechoso, se fueron.

Un trabajador de PG & E, despertado por el centro de control de la sanitaria a las 2:03 am, llegó a las 3:15 de la mañana a inspeccionar los daños.

Funcionarios de cuadrícula enrutan algo de poder en torno a la subestación para mantener el sistema estable y pidió a los clientes en Silicon Valley para ahorrar electricidad.

En un comunicado de prensa, PG & E dijo que la subestación había sido golpeado por los vándalos. Se ha confirmado ya 17 transformadores fueron eliminados.

El Sr. Wellinghoff, entonces presidente de la FERC, dijo que después de que escuchó sobre el alcance del ataque, voló a California, trayendo con él a expertos del Surface Warfare Center de la Marina de EE.UU.  en Virginia, que capacita a los SEAL de la Marina. Después de caminar el sitio con funcionarios de PG & E y agentes del FBI, el Sr. Wellinghoff dijo, los expertos militares le dijeron que se parecía a un trabajo profesional.

Además de casquillos sin huellas dactilares, señalaron los pequeños montones de piedras, que dijeron que podría haber sido dada por un explorador actuando de campana en antelación para decirles a los atacantes dónde obtener las mejores tomas.

"Nos dijeron que era un paquete dirigido al igual que iban a poner juntos por un ataque", dijo el Sr. Wellinghoff.

El Sr. Wellinghoff, ahora un socio de la firma legal Stoel Rives LLP en San Francisco, dijo que organizó una serie de reuniones en las próximas semanas para que otras agencias federales, incluyendo el Departamento de Seguridad Nacional, saben lo que pasó y para conseguir su ayuda. Él llevó a cabo una reunión a puerta cerrada con los ejecutivos de servicios públicos en San Francisco en junio y ha distribuido una lista de cosas utilidades deben hacer para fortalecer sus defensas.

Un portavoz de Seguridad Nacional, dijo que depende de los servicios públicos para proteger la red. El papel del departamento en caso de emergencia es conectar a las agencias federales y la policía local y facilitar el intercambio de información, dijo el portavoz.

Cuando la noticia del ataque se extendió a través de la industria de servicios públicos, algunas compañías se movieron rápidamente para revisar sus esfuerzos de seguridad. "Estamos pensando en las cosas de manera diferente ahora", dijo Michelle Campanella, un veterano del FBI que es director de seguridad de Consolidated Edison Inc. en Nueva York. Por ejemplo, dijo, Con Ed ha cambiado los ángulos de algunas de sus 1.200 cámaras de seguridad ", así que no tenemos puntos ciegos".

Algunos de los legisladores informados por el Sr. Wellinghoff están llamando a la acción. El representante Henry Waxman (demócrata por California ) mencionó el incidente a una audiencia de supervisión de la FERC en diciembre, diciendo que estaba preocupado de que nadie en el gobierno puede ordenar a los servicios públicos para mejorar la protección de la red o de hacerse cargo en caso de emergencia.

En cuanto al señor Wellinghoff, dijo que ha hecho una especie de manía de visitar las grandes subestaciones para mirar por encima de las defensas y ver si se le interroga por los detalles de seguridad o la policía local. Dijo que por lo general se encuentra el acceso fácil a las cercas que son a menudo cerca de un equipo importante.

"Lo que me mantiene despierto por la noche es un ataque físico que podría acabar con la red", dijo. "Este es un gran problema."

- Tom McGinty contribuyó a este artículo.

Escriba a Rebecca Smith en rebecca.smith @ wsj.com

Sanidad militar: Un jeringa que detiene el sangrado


Cómo un simple nueva invención sella una herida de bala en 15 segundos
Una startup de Oregon ha desarrollado un dispositivo de bolsillo que utiliza pequeñas esponjas para detener el sangrado rápido.
Por Rose Pastore - Popular Science



Cuando un soldado recibe un disparo en el campo de batalla, el tratamiento de emergencia puede parecer tan brutal como la propia lesión. Un médico debe empacar una gasa directamente en la cavidad de la herida, a veces a una profundidad de 5 centímetros en el cuerpo, para detener el sangrado de una arteria. Es un proceso agónico que no siempre funciona - si el sangrado no se ha detenido después de tres minutos de aplicar presión directa, el médico debe sacar todas las gasas y empezar de nuevo. Es tan doloroso ", usted toma el arma del chico fuera primero ", dice el ex de Operaciones Especiales del Ejército de EE.UU. médico John Steinbaugh.

Incluso con este tratamiento de emergencia, muchos soldados que aún sangran hasta la muerte ; hemorragia es una causa principal de muerte en el campo de batalla. " Vendas de gasa simplemente no funcionan para nada serio", dice Steinbaugh, que tendía a soldados heridos durante más de una docena de despliegues en Irak y Afganistán. Cuando Steinbaugh retiró en abril de 2012 después de una lesión en la cabeza, se unió a una startup con sede en Oregon llamado RevMedx, un pequeño grupo de veteranos, los científicos y los ingenieros que estaban trabajando en una mejor manera de detener el sangrado.
XStat, antes y después de RevMedx

RevMedx preguntó recientemente a la FDA a aprobar un invento de bolsillo: una jeringa modificada que inyecta esponjas con un recubrimiento especial en las heridas. Llamado xStat, el dispositivo podría aumentar la supervivencia y ahorrar los soldados heridos de dolor adicional tapando las heridas más rápido y más eficientemente que una gasa.

Primeros esfuerzos del equipo se inspiraron en la espuma -Fix a-Flat para la reparación de neumáticos. "Eso es lo que nos imaginamos como la solución perfecta: algo que podría pulverizar en, que se expandiría, y el sangrado se detiene", dice Steinbaugh. "Pero encontramos que la presión arterial es muy alta, la sangre podría lavar la espuma de la derecha."

Así que el equipo optó por una nueva idea: esponjas. Compraron algunas esponjas ordinarias de una ferretería y cortarlos en círculos de 1 centímetro, un tamaño y forma que eligieron a su antojo, pero más tarde descubrirían eran ideales para el llenado de las heridas. A continuación, se inyectaron los bits de esponja en una lesión de los animales. "La hemorragia se detuvo ", dice Steinbaugh." Nuestros ojos se iluminaron. Sabíamos que estábamos en lo cierto. "Después de ver los primeros prototipos, el Ejército de EE.UU. le dio a los $ 5 millones para el desarrollo de un producto terminado.

Pero esponjas de cocina no son exactamente seguro para inyectar en el cuerpo. El material final tendría que ser estéril, biocompatible, y en rápida expansión. El equipo se instaló en una esponja hecha de pulpa de madera y recubiertos con quitosano, una coagulación de la sangre, sustancia antimicrobiana que proviene de las conchas de camarones. Para asegurarse de que no hay esponjas se quedarían en el interior del cuerpo por accidente, agregaron marcadores en forma de X que hacen que cada esponja visible en una imagen de rayos x.

"En el momento en que usted pone una venda sobre la herida, la hemorragia ya ha parado."

Las esponjas trabajar rápido: En sólo 15 segundos, se expanden hasta ocupar toda la cavidad de la herida, creando la suficiente presión para detener el sangrado abundante. Y debido a que las esponjas de adherirse a las superficies húmedas, no son empujados hacia atrás fuera del cuerpo por la sangre a borbotones. "En el momento en que incluso pone una venda sobre la herida, la hemorragia ya ha parado", dice Steinbaugh.

Obtener las esponjas en una herida, sin embargo, resultó ser difícil. En el campo de batalla, los médicos deben llevar todo su equipo con ellos, junto con la armadura de cuerpo pesado. RevMedx necesitaba una forma ligera y compacta para conseguir las esponjas de profundidad en una lesión. El equipo trabajó con la empresa de diseño con sede en Portland Siba para crear un milímetro de diámetro 30, una jeringa de policarbonato que almacena con la manija interior para ahorrar espacio. Para usar el aplicador, un médico saca el mango, inserta el cilindro en la herida, y luego empuja el émbolo hacia abajo para inyectar las esponjas tan cerca de la arteria como sea posible.
Esponjas xStat RevMedx
Tres aplicadores xStat solo uso reemplazarían cinco rollos voluminosos de gasa en el kit de un médico. RevMedx también diseñó una versión más pequeña del aplicador, con un diámetro de 12 milímetros, para las lesiones más estrechas. Cada xStat probablemente le costará alrededor de $ 100, Steinbaugh dice, pero el precio puede subir o bajar RevMedx impulsa fabricación.

Si la FDA aprueba xStat, será el primer apósito campo de batalla creado específicamente para profundas y estrechas heridas. La gasa, el tratamiento estándar para la bala y heridas de metralla, sólo está aprobado por la FDA para uso externo, sino que "todo el mundo sabe que si te disparan, lo que tienes que empacar una gasa en la herida", dice Steinbaugh. Cuando RevMedx presentó su solicitud a la FDA, el Ejército de EE.UU. adjuntó una carta de presentación solicitando la aprobación acelerada. Según Steinbaugh, RevMedx y los militares están ahora en las discusiones finales con la FDA.

El verano pasado, RevMedx y Oregon Health and Science University ganó una donación de semillas, patrocinado por la Fundación Bill y Melinda Gates, para desarrollar una versión de xStat para detener la hemorragia posparto. En el futuro, RevMedx espera crear esponjas biodegradables que no tienen que ser eliminados del cuerpo. Para cubrir grandes lesiones, como los causados ​​por las minas terrestres, el equipo está trabajando en una ampliación de la gasa hecha del mismo material que las esponjas xStat.

"Me pasé toda la guerra contra el terrorismo en el Medio Oriente, así que sé lo que necesita un médico cuando alguien se le ha disparado ", dice Steinbaugh. "He tratado a un montón de chicos que se han beneficiado de este producto. Eso es lo que me motiva".

AAM: Matra Magic R550


 Matra Magic R.550 

 


El misil Magic R.550 francés es un misil aire-aire de corto alcance guiado por infrarrojo (IR). Nació como un proyecto privado de la Matra francesa. Un requerimiento importante del proyecto era ser compatible con el lanzador del Sidewinder y facilitar la entrada en servicio. Automáticamente se tornó un competidor del misil Sidewinder americano.

Mientras el Sidewinder fue desarrollado con mejoras sucesivas con la adición de nuevas tecnologías, los requerimientos de proyecto del Magic eran bien más exigentes, y siempre fue considerado un proyecto mejor. Los requerimientos eran de un misil capaz de ser disparado dentro de un sector de 140 grados al frente de la aeronave (campo de visión del sensor IR), en cualquier velocidad de 0 a 1300km/h, de altitudes muy bajas hasta 18 mil metros, capacidad de encuadrar blancos en cualquier aspecto (no conseguido en la versión inicial), tiro instantáneo en el alcance mínimo, soportar lanzamientos con aeronave maniobrando hasta 6 g´s. El diseño favorecía la maniobrabilidad y el combate aproximado. El alcance mínimo de 300 metros era igual al del cañón.

El proyecto fue desarrollado entre 1966 y 1968. La Fuerza Aérea Francesa (Armée de L`Air) luego se interesó y apoyó a partir de 1969 para sustituir el Sidewinder. El Magic fue presentado en Le Bourget en 1971. Los ensayos con cargas inertes se iniciaron en 1971. El primero disparo fue el 11 de enero de 1972 a partir de un Gloster Meteor contra un drone CT-20. En 1973 fue realizado un ensayo de agilidad máxima con un Mirage III. La primera entrega fue en 1974 para Francia y se tornó operacional en 1975.

El Magic tiene la misma configuración del Sidewinder. Con superficie de control frontal y estabilizador trasero, ambos en cruz y alineados. La diferencia es el canard doble en fila frontal. Los canards frontales son fijos y los traseros son usado para control con actuación neumática. Actúan en el control del giro, rotación y guiñada y pueden mantener un grande ángulo de ataque gracias a las aletas frontales. El alerón gira libre alrededor del bocal de escape para estabilizar la rotación.

La primera versión fue el Magic 1 que entró en servicio en 1975. Era considerado equivalente al AIM-9J de la USAF y AIM-9H de la US Navy.

El misil tiene un diámetro de 16 cm y bien mayor que el Sidewinder (12,7 cm). El largo es de 2,75 metros y la envergadura de 66 cm y pesa 89kg. En la nariz está instalado el sensor AD550 de la SAT, seguido del piloto automático y giroscopio, espoleta y batería. La electrónica inicial usaba válvulas al vacío.

El sensor de PbS era refrigerado antes disparo. El sensor hace búsqueda autónoma y no es apuntado por otro sensor (como el radar). El piloto luego de hacer la adquisición visual, enfría al sensor. Cuando el blanco es adquirido genera un sonido indicando que puede ser disparado.
La ojiva de 12,5 kg tenía 6 kg de explosivos con un radio letal de 5 metros. La carga era activada 1,8 segundos luego del lanzamiento ó 300 metros a frente de la aeronave siendo el alcance mínimo efectivo. El tiempo de vuelo es de cerca de 20 segundos. La espoleta de proximidad usaba un sensor infrarrojo.

El Magic 1 usaba un motor cohete SNPE Romeo de combustible sólido tipo Butalano que impulsaba por 1,9-2 segundos generando 2,699 kg de empuje. La velocidad máxima llega a Mach 2,7 ó 500 m/s más allá de la velocidad del lanzador. El giroscopio y el piloto automático eran necesarios para controlar el misil en curvas apretadas. El misil soporta hasta 35 g´s.

El sensor IR del Magic usa un cono de vidrio.

Más de 7000 Magic I fueron producidos hasta 1984 y adquiridos por la África del Sur, Argentina, Arabia Saudita, Australia, Camerún, China, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Ecuador, España, Francia, Gabón, Grecia, India, Irak, Kuwait, Líbano, Libia, Marruecos, Nigeria, Omán, Pakistán, Perú, Portugal, Suiza, Venezuela y Zaire. Cada misil costaba cerca de US$15 mil en la época.

China produjo una copia del Magic llamada PL-7. Fue comprado por Irán y Pakistán. Irán los integró en sus cazas F-5.

El Magic 1 fue usado en combate en las Malvinas, Angola y Irak. Los Mirage IIIEA argentinos dispararon el Magic contra los Sea Harrier británicos sin éxito. El Capitán Gustavo García Cuerva disparó contra un Sea Harrier de frente a 8km el día 1o de mayo de 1982 sin éxito. Otra fuente cita que fue un Matra 530EM semi-activo disparado sin fijar el blanco. Argentina recibió un lote de 22 misiles Magic 1 en 1980. Usaba también el Shafrir Mk2 junto con Dagger y R530. Otros misiles Magic y R530 fueron recibidos clandestinamente de la Libia durante el conflicto. Después del conflicto fueron recibidos 28 misiles nuevos más. Los Super Etendard de la Aviación Naval también recibieron el Magic para sustituir los A-4 Skyhawk en las misiones de interceptación.


Un Mirage IIIEA de la VI Brigada Aérea dispara un Magic I

Un Super Etendard del COAN portando un misil Magic 1.

 

Ejemplar inerte de práctica de la Fuerza Aérea Argentina fotografiado en la BAM Morón.

Irak recibió cazas franceses Mirage F-1EQ en agosto de 1980 junto con misiles Magic. A pesar de los pilotos preferirían usar el Super 530F-1, fueron obtenidas algunas victorias contra Irán con el misil Magic. La primera victoria fue contra un caza Mig-22MF sirio en abril de 1981. En marzo y noviembre de 1982 fueron derribados dos cazas F-14A iraníes, pero sin confirmación. En agosto de 1984 y marzo de 1987 fueron derribados dos F-4E Phantom. En 1987 cazas Hunter armados con el Magic derribaron un F-5E y un C-130 en combates separados.
La Fuerza Aérea de la África del Sur usó el Magic contra los Migs cubanos durante el conflicto en Angola. En el día 5 de octubre de 1982 un Canberra escoltado por un Mirage F-1CZ en misión de reconocimiento fueron interceptados por cazas Mig-21MF. El Mayor Johan Rankil enganchó y disparó sus misiles R550 contra los Migs. El primero fue a 20 mil pies y Mach 1,3 en un combate en curva con el blanco a 3km de distancia en persecución. El misil no tenía energía para alcanzar el blanco. El próximo disparo fue a 1,5km y el Mig inició una maniobra "split S" para tentar evadir, pero misil aproximó y accionó la espoleta de proximidad sin causar daños graves. El Mig fue visto huyendo para el norte y sufrió daños en el aterrizaje. El otro Mig fue derribado con el cañón. El Mayor Rankil tenía derribado otro Mig once meses antes con cañón.

En el día 10 de septiembre de 1987 cuatro Mirage F-1CZ fueron lanzados para interceptar 10 Mig-23ML. Dois Migs de escolta dos 8 bombardero enfrentaron. El Capitán Anton van Rensburg disparó un R550 contra un Mig que explotó a 10 metros del alerón sin causar daños. En el otro disparo no fue observado el resultado.

En el día 27 de septiembre de 1987 hubo una nueva escaramuza con cuatro Mirage F-1CZ enfrentando un grupo de Migs que atacaban fuerzas terrestres en Angola. Un Mig de escolta disparó un misil R-23/AA-7 Apex que alcanzó la aeronave del Capitán Arthur Percy. La aeronave fue dañada gravemente y destruida durante el aterrizaje. El comandante Gagiano disparó un R550 contra un Mig sin observar el resultado pues pasó a acompañar al compañero.

Los combates mostraron que la capacidad todo aspecto era necesaria. El alcance efectivo era de 3km debido a la sensibilidad del sensor. La espoleta IR hacía a la ojiva detonar prematuramente y fuera del radio letal de la ojiva. Los Magic sudafricanos fueron retirados de servicio en 1988 y sustituidos por los V-3C Darter y V-3S Snake (un lote de 100 misiles Python III adquiridos de urgencia de Israel.

Magic en un Mirage III argentino. El sensor tiene mejor sensibilidad cuando observa hacia un cono imaginario de 10 grados atrás del motor emisor. Las reservas de nitrógeno de refrigeración del sensor del Mirage III soportan dos salidas sin recargar.

En 1978 entró en servicio el AIM-9L con capacidad "all aspect". Fue uno de los motivos para la creación de la versión Magic 2 con la misma capacidad, pero no la única como se vio anteriormente. El Magic 2 entró en servicio en Francia en 1985.

La ojiva de 12,5 kg ahora usaba una espoleta radar en el lugar de la espoleta IR. El nuevo motor cohete sólido sin humo SNPE Richard impulsa por 10% más tiempo (2,2 segundos) aumentando el alcance práctico en 5km. El peso aumentó un poco a 90kg y las dimensiones fueron mantenidas.

El Magic 2 recibió un sensor AD3601 de la SAT ó AD3633 multielemento más sensible, con capacidad cualquier aspecto y con mejor capacidad de contra-contramedidas. El sensor podía ser apuntado por otros sensores como el radar. Los Mig-21 LanceR de Rumania usan la mira montada en el casco DASH para apuntar el sensor del misil.

Recibió un piloto automático digital y pasó a tener capacidad de soportar 50 g´s. Podía ser lanzado con la aeronave soportando hasta 7 g´s, pero en 1992 un Mirage 2000 disparó un Magic 2 mientras soportaba 9g´s.


India consideró al Magic muy superior a los K-13 (AA-2 Atoll) rusos.

Un Magic 1 montado en un soporte alar superior de un Jaguar indio


Dos Magic 1 montados en los soportes supra-alares de un Jaguar británico

Taiwán adquirió un lote de 480 Magic 2 junto con sus Mirage 2000.

El Magic fue el principal competidor occidental del Sidewinder hasta ser superado por los Python israelíes. En 1990 apareció la versión Magic 2 Mk2. La producción cesó a fines de la década de 90 luego de la fusión de la Matra y Bae Dynamics en 1996 para formar la MBDA.


Los cazas Crusader de la aviación naval francesa fueron equipados con el Magic. Todos los cazas franceses fueron equipados con el Magic: Jaguar, Super Etendard, Etendard IV, Rafale y familia Mirage. También fue instalado en los cazas Mig-21.

Bélgica y Pakistán integraron el misil en sus F-16.

El Magic puede ser integrado a aeronaves como se muestra en este Mig-23 checo durante validaciones.

Cerca de 3500 Magic 2 fueron vendidos a Bélgica, Ecuador, Francia, India, Qatar y Taiwán. Fue usado en combate por Ecuador contra Perú.
En 1992 los Mirage F-1JA escuadrón de caza 2112 de la Fuerza Aérea de Ecuador armados con el Magic 2 Mk 2 derribaron dos Su-22 Escuadrón de caza No 11 "Los Tigres" de la Fuerza Aérea del Perú durante el conflicto de frontera en el valle del Cenepa. Los Mirage F-1 estaban en una patrulla de combate aéreo y recibieron alerta de radar en tierra para interceptar los Su-22. El contacto visual fue hecho con los Sukhoi volando bajo a 600 metros y a 8km de distancia y descendiendo. Un Magic fue disparado a 90 grados que no enganchó y se autodestruyó. Los Sukhois maniobraron y aceleraron para huir. Los dos fueron derribados posteriormente.


1 - Sensor IR
2 - Electrónicos de Guiado
3 - Giroscopio
4 - Cordón Umbilical
5 - Batería
6 - Adaptador del Lanzador
7 - Motor Cohete
8 - Diente en el Borde de Ataque
9 - Escape del Motor
10 - Ojiva
11 - Espoleta de Proximidad
12 - Actuadores
13 - Canard Fijo

Versión de entrenamiento de combate del Magic en un Mirage V venezolano.

Disparo de un Magic desde un Mirage III australiano.

Disparo de un Magic a partir de un Mirage 2000. 


Disparo de ensayo y trayectoria sinusoidal del Magic. 

Disparo de un misil Magic 1 desde un Jaguar A. 

Sistema de Armas

martes, 4 de febrero de 2014

Irak: La interna de la política iraquí en los recientes combates

Líneas de batalla dibujadas en la provincia iraquí de Anbar
Marc Simms
Geopoliticalmonitor.com



Desde el Año Nuevo, en la provincia iraquí de Anbar ha sido azotada por la violencia como las milicias tribales, fuerzas del gobierno iraquí, y el al- Qaeda inspirado Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS), han luchado por el control de las principales ciudades de la región.

Aunque las causas de este actual ronda de violencia son múltiples, su estallido más o menos se puede remontar al 28 de diciembre, cuando el primer ministro iraquí Nouri al- Maliki envió tropas a Ramadi para detener a Ahmed al-Alwani, diputado en el Parlamento iraquí.

Al-Alwani es un político suní vinculado a un movimiento de protesta basado en Anbar contra el gobierno de al-Maliki, que los manifestantes acusan de atacar injustamente a sus opositores políticos sunitas. El movimiento ha denunciado el encarcelamiento en masa de prisioneros políticos, ejecuciones sospechosos bajo controversial artículo 4 de la Ley del Terror de Irak y expulsiones suníes a manos de las milicias respaldadas por los gobiernos. Al-Alwani actuó como la voz del grupo en el parlamento, y se deduce que él estaba probablemente dirigido en un esfuerzo por frenar la crítica hacia lo que muchos sunitas creen que es un primer ministro cada vez más autoritaria y sectaria.

Estos eventos corresponden con un aumento sustancial de la actividad de la ISIS basado en Anbar - un grupo de militantes afiliado a al-Qaeda que se formaron durante la ocupación de Irak por parte de EE.UU.. Debido a su participación en la guerra civil siria, la contratación y la financiación se han disparado hasta el 2013, lo que le permite llevar a cabo campañas de bombardeos más sofisticados en Bagdad y en los bastiones chiítas en Irak.

Al-Alwani 
A medida que la presencia militar se intensificó en Anbar en respuesta a las protestas sunitas, la ISIS aprovechó una oportunidad para llevar a cabo una serie de emboscadas y ataques a patrullas del ejército, sobre todo el 21 de diciembre cuando un ataque del ISIS mató al comandante de la 7ª División del Ejército iraquí, junto con otros 23 oficiales. Este incidente sirvió de pretexto para una operación militar del gobierno iraquí a finales de diciembre, el cual fue dirigido ostensiblemente en la conducción de al-Qaeda desde el oeste de la provincia.

Sin embargo, el primer ministro al-Maliki, incapaz de resistir la tentación de hacer frente a otros problemas políticos, calificó el campamento de protesta de Ramadi como una base ISIS, con la expedición de los servicios de seguridad iraquíes fuertemente armados para obligarlo a disolverlo. Los líderes tribales que apoyan el movimiento de protesta, como el jeque al-Saadi, ya habían advertido Maliki que cualquier intento del gobierno para limpiar el campamento se reunió por la fuerza de las armas.

Fue en este contexto en el que se anunció el arresto de al-Alwani.

Durante la crisis que siguió, ISIS - adoptando la costumbre del modus operandi de al- Qaeda  de explotar los conflictos locales - tomó el control de Faluya, alegando que eran partidarios tribales tomaron la base militar del este de Faluya en un ataque casi simultáneo para "defender a los sunitas del gobierno.", lo que sugiere un cierto grado de coordinación con ISIS (aunque las fuerzas tribales permitieron a los militares retirarse y se negaron a colaborar con las unidades policiales en marcado contraste con la crueldad desplegada por la ISIS).

La sangrienta reputación de la ISIS ayuda a explicar por qué en Ramadi, a pesar de las tensiones en curso sobre el manejo del campamento de protesta, autoridades tribales han cooperado en gran medida con las fuerzas gubernamentales contra los pistoleros de ISIS en enfrentamientos en todo el centro. En particular, Mohammed al-Hayes, líder del Consejo del Despertar y un aliado vocal de al-Maliki, fue capaz de establecer un diálogo con los líderes tribales para coordinar una respuesta conjunta contra las fuerzas de ISIS de la zona.

La violencia se ha extendido por todo Irak en el contexto de la crisis de Anbar, con Mosul y Kirkuk experimentando ataques recientes, algunos relacionados con coches bombas múltiples y unidades del ejército siendo emboscados. También se han producido asesinatos al estilo ejecución reportados en las áreas chiíes de Bagdad.

Faluya sigue bajo control de ISIS, aunque los combates casi constante dentro de la ciudad sugiere que este control está en disputa. Cualquier capital social entre ISIS y tribus locales parece que se ha agotado por el ex intento de crear una fuerza para los asuntos religiosos locales de policía. El ejército iraquí ha acordonado la ciudad, lanzando el ataque de artillería de vez en cuando, pero no parece estar preparando una operación para volver a tomar en la actualidad. Los planificadores militares iraquíes son muy conscientes de que Fallujah será más que un reto estratégico que Ramadi dada la fuerte presencia ISIS en y alrededor de la ciudad.

La ISIS también está tratando de empujar hacia el exterior, la organización de una campaña para aislar al ejército cortando las rutas de suministro, con la voladura de puentes, y tratando de aprovechar a Saqlaguiya. Pistoleros de ISIS también han lanzado ataques contra el este de Ramadi, y se dice que se aferra a algunos distritos.

A pesar de que parece por el momento que la mayoría de las tribus locales están dispuestos a trabajar con el gobierno central iraquí en la expulsión de los elementos de al-Qaeda de la región, esto no debe tomarse como prueba de que las tensiones sectarias subyacentes han sido resueltos. Cooperación tribal se está ampliando con la expectativa de futuras concesiones como la liberación de presos políticos y una política más tolerante con los sunitas de Irak. Independientemente de si estas promesas se entregan en dictará el tono de futuro de las relaciones sectarias en la región.

El apoyo continuo de las tribus locales es fundamental para cualquier esfuerzo militar, tal como lo fue durante el despertar de Anbar. El ejército iraquí no puede aspirar a mantener la provincia sin ayuda local. Por otra parte, fue sólo con la tolerancia y la asistencia tribal que ISIS logró incautar cualquiera de las ciudades de la región, por lo que mantener las fuerzas tribales alineados con el ejército iraquí es fundamental avanzar. Por desgracia, esto no está garantizado dada la naturaleza sectaria del ejército iraquí con sus reclutas principalmente chiítas. Las divisiones entre los diferentes líderes tribales también se complican las cosas, ya que algunos no están dispuestos a trabajar con los demás. Estas son las divisiones que ISIS sin duda tratarán de explotar.

El mayor riesgo en este momento es que el enfoque en Anbar y Faluya está atando los recursos militares iraquíes, dando a ISIS más libertad en otras partes de Irak. Como la historia reciente ha demostrado, ISIS es muy capaz de operar dentro de la capital y en las zonas predominantemente chiíes. La otra gran preocupación es que si el gobierno y las milicias tribales dividieron de nuevo, entonces Anbar podría convertirse en un santuario para las fuerzas ISIS lucha en Siria, dándoles la ventaja en su conflicto contra el Frente Islámico.

Existe una preocupación adicional de que, incluso si los leales triunfan en Anbar, el patrón se fije a las milicias sectarias que juegan un papel predominante en la política iraquí, a expensas de un Estado representativo y unitario. Este sistema de gobierno es inestable y propenso a la violencia, especialmente teniendo en cuenta cómo trabajan las dinámicas regionales más amplias. Maliki siempre podía tomar la iniciativa y crear una fuerza militar más representativo, pero por desgracia la historia no nos da muchos motivos de esperanza.